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El modelo del socialismo del siglo XXI debería estar basado en una ecuación donde el
valor (precio) del producto, se vinculara la equivalencia sobre los tiempo s de
producción y a la democracia participativa. De esta manera, la redistribución y los
cambios a nivel de educación deberían recoger los intereses reales de las personas que
estructuran y definen los sistemas político-económicos. Para Dieterich, el socialismo
del siglo XXI es la ampliación y profundización de la democracia participativa, donde las
dimensiones de lo cotidiano, lo estético y lo racional -crítico deben estar incorporadas
al cambio social.
En el Socialismo del Siglo XXI se redefine el concepto Soberanía en sus dos vertientes:
1.? c - fruto de los representantes elegidos por los ciudadanos en los
órganos habilitados para ello: Parlamentos y Partidos Políticos.
2.? c - c representada por dos ámbitos diferentes del ideológico (que estaría
representado por el punto 1) el socio-económico (sindicatos y el consejo económico
social y/o patronal) y el territorial ciudadano ( Senado).
Frente a las grandes innovaciones se propone una constante reformulación de
pequeños cambios que a mediano o largo plazo producen una mejora continua del
sistema. Para este rol cobran especial relevancia todos los actores:
Después de los sufrimientos indecibles de todos los pueblos que han padecido las
diversas facetas del socialismo, resulta que ahora se lo pretende resucitar bajo el
disfraz del ͞socialismo del siglo XXI͟, una peregrina idea que desarrolló un profesor
alemán en la UNAM de México. Se trata de Heinz Dietrich Steffan que publicó un libro
con ese título que luego los Correa de este planeta decidieron copiar.
El actual presidente de Ecuador canta loas a ͞la justicia social͟ sin tomar en cuenta
que, en el mejor de los casos, constituye una expresión groseramente redundante ya
que la justicia no puede ser mineral o vegetal y, en el peo r, vulnera la clásica definición
de Ulpiano de ͞dar a cada uno lo suyo͟ para, en su lugar, sacarle a unos el fruto de su
trabajo para entregárselos a quienes no les pertenece.
Correa habla permanentemente de derechos sin saber que significan ya que en ver dad
se refiere a pseudoderechos. A todo derecho corresponde una obligación: si el lector
obtiene una remuneración de cien, existe la obligación universal de respetar ese
ingreso legítimo, pero si pretendiera una entrada de doscientos aunque no la gane y el
gobierno le otorgara ese ingreso, quiere decir que un tercero deberá hacerse cargo de
la diferencia con lo que se habrá lesionado su derecho, de allí es que se trata de un
pseudoderecho. Para ilustrar semejante concepción correista, como he apuntado
antes, debe recordarse que sus huestes pretendieron incluir Ͷaunque finalmente no
prosperó la iniciativaͶ en la Constitución ecuatoriana ͞el derecho al orgasmo para la
mujer͟.
Los desaguisados de gobiernos anteriores en nada justifica que se acentúen los males
con nuevos embates contra las personas más pobres en cuyo nombre se implantan e
imponen controles y regimentaciones estatales que conducen a la acentuación de la
pobreza. El que estas líneas escribe estuvo varias veces dando conferencias en
Guayaquil y en Quito y pudo constatar aberraciones de diverso calibre por parte de
distintos gobiernos anteriores al actual, pero, claro está, los entuertos no se resuelven
acrecentando los desaciertos. Es por esto que ahora se incrementa el trabajo informal
como una defensa frente a la maraña impositiva que exprime y deglute todo lo que
toca, al tiempo que el déficit fiscal y el gasto público crecen a pasos agigantados en un
contexto de marcos institucionales desquiciados en los que la separación de poderes
resulta una quimera.
Alguien decía el otro día que hay que reconocerle a Correa que maneja muy bien la
lengua indígena, que se lo debe aplaudir por eso puesto que facilita grandemente su
comunicación con esos sectores desprotegidos y que, por tanto, es necesario separar
las cosas y diferenciarlas de otros aspectos de su gestión. Sin perjuicio de que, en el
caso aludido, esa comunicación facilita la introducción de desconceptos
monumentales que hacen daño a los indígenas, tiene sus bemoles eso de separar las
cosas y saber reconocer lo bueno de una persona por más que tenga otros lados
tenebrosos. Este es un comentario habitual, de modo que aprovecho esta ocasión para
matizarlo. Depende pues del peso de los lados oscuros y de la sensibilidad de cada
uno. Si a alguien le violan y matan a una hija, es difícil que los padres de la víctima
puedan aplaudir al asesino-violador porque es campeón de billar. Entonces, en muchas
oportunidades resulta muy fértil la antedicha separación al efecto de distinguir
distintas facetas y ser ecuánime, pero en otras se torna imposible debido al peso
avasallador y envolvente de las características centrales de la persona en cuestión, las
cuales terminan por teñir y devorar todos sus actos.
En cualquier caso, resulta triste que se insista en los modelos autoritarios por más que
se revistan con fachada democrática ya que no quedan vestigios de respeto a las
minorías y consecuentemente no se conoce el significado del Estado de Derecho. Los
Chávez, Morales, Ortega y Castro, socios de Correa en sus fechorías, en realidad
instauran una patética kleptocracia y marcan una peligrosa situación en el continente
en medio de problemas agudos en otras partes del mundo, también debidas a los
atropellos del Leviatán.
En este contexto, resulta tragicómico observar a los llamados ͞politicólogos͟ que con
rostro adusto pontifican sobre lo que ya ocurrió. Van siempre a la saga de los
acontecimientos pero con aires de futurólogos. Hacen de notarios del plano inclinado
hacia el socialismo y suelen cuestionarse aspectos más o menos irrelevantes. Son en
general vaticinadores de hechos consumados con escasa imaginación y, como bien
apunta Roberto Aizcorbe, tienen secciones especiales en muchos periódicos ͞igual que
los horóscopos y las farmacias de turno͟.
Cierro esta columna con una cita de Ezra Taft enson de u na conferencia que
pronunció el 25 de octubre de 1966, la cual es aplicable a cualquier país al que se le
introduzcan políticas estatistas con la suficiente perseverancia: ͞Cuando Nikita
Kruschev visitó EE.UU. lo entrevisté en mi calidad de miembro del gab inete de
Eisenhower. En esa oportunidad vaticinó que nuestros nietos vivirían bajo el
comunismo y agregó que nosotros tenemos un rechazo a la palabra pero
con dosis constantes de socialismo no resultará necesario pelearnos con armas puesto
que con el tiempo caeremos en sus manos como una fruta madura͟.