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AMAR TAMBIÉN ES MORIR

“Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo
amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn. 13,1)

Era el día tercero del mes de Nisán, la noche había caído y el huerto del Getsemaní aparecía dulcemente bañado por la
luz de la luna. Yo estaba cerca del grupo, escondido, envuelto en una sábana. Jesús estaba acompañado por sus amigos
más cercanos: Santiago, Pedro y Juan.
Los oí conversar:
¿Se acuerdan de aquella noche en Cesarea cuando Pedro dijo que yo era el Mesías ¿Yo quise advertirles, entonces.
Ustedes estaban tan contentos, algunos hasta llegaron a hablar de un Reino que fundaríamos al llegar a Jerusalén:
Muchas veces he pensado que quizá nunca me entendieron. El Reino de mi Padre no era como ustedes lo imaginaban
y este Mesías que siguieron no triunfaría como ustedes lo esperaban. ¿Recuerdan que les dije que al subir a Jerusalén
sería perseguido, juzgado y maltratado? Todavía me acuerdo de Pedro regañándome y diciéndome que eso nunca
pasaría. Aquellas palabras de él dolieron en mi alma. Ya era lo suficientemente difícil aceptar la forma como todo
tendría que suceder, para tener que soportar a demás, que un amigo fuera causa de tropiezo. Ahora, siento que todo ya
termina. Cuando Judas se levantó de la mesa y se marchó sin dar explicaciones supe que mi hora, esa de la que tanto
les hablé, al fin había llegado... amigos, no sé lo que me pasa, pero creo que tengo miedo y quisiera que oraran
conmigo, pues me muero de angustia.

Pero Santiago, Pedro y Juan no escuchaban a Jesús. Cansados del trajín del día se habían quedado dormidos. Recuerdo
que, entonces, Jesús se apartó de ellos un poco y cayendo rostro en tierra se puso a orar.
Hablaba con su Padre... ¡Cómo olvidar aquellas palabras!

¡Abbá! ¡Padre! Mi alma está agitada..., y ¿qué te diré¿ ¿Qué me libres de esa hora? ¡Pero para esto vine al mundo, para
esta hora! No se, Padre, no sé si está bien que las cosas hayan sucedido así. Me hubiera quedado mejor en Nezaret,
habría hecho una vida como la hacen todos; así mis parientes nunca me habrían llamado loco. ¿Qué sé yo? Habría
tenido una esposa, unos hijos, un pedazo de tierra para sembrar garbanzos y una vejez larga y serena. Pero no. Yo lo
dejé todo. Tu me empujaste, tu me agarraste, tú fuiste más fuerte. Me sedujiste, y me dejé seducir. Pusiste palabras
ardientes en mi boca y yo no podía apagarlas, puse la mano en el arado y ya es tarde para mirar atrás.

Se levantó, se acercó a Pedro y los otros, los vio dormidos y les dijo:
- ¡Todavía durmiendo! Levántense y oren. Miren que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.

El rumor de la noche respondió a sus palabras. Apenas a lo lejos se escuchaba el bullicio de la ciudad que se preparaba
para celebrar la Pascua.
Allí, en el huerto del Getsemaní aún a pesar de estar acompañado por sus amigos, Jesús estaba solo, definitivamente
solo.
Volvió a apartarse y siguió orando con más insistencia, como si estuviera en agonía.
Padre, sé que ha 1legado mi hora, sé que Judas me ha traicionado, sé que las autoridades de mi pueblo creen que yo
soy peligroso y no descansarán hasta darme muerte. Dime, ¿es posible dejar pasar esta hora? ¿Es posible que no tenga
que beber ese cáliz? ¡Padre, si es posible, aparta de mí este trago amargo! En todo caso, que no se haga mi voluntad,
sino la tuya... se hizo un gran silencio.
La luna atravesada la primera vigilia de la noche.
— ¿Por qué todo tiene que terminar así? No quiero morir, todavía no, no quiero morir. No fue esta hora de angustia lo
que yo empecé a construir. Cuando comencé lo hice para darle a los hombres la alegría que. había descubierto
contigo. Por todas partes veía gente sufriendo: los leprosos expulsados de las ciudades, los ciegos tirados en los
caminos pidiendo limosna, las prostitutas revolcándose con sus amantes, los niños muriendo de hambre, las viudas
pobres, los recaudadores, los endemoniados, los pecadores. Todos, todos estaban aguardando una Buena Noticia, todos
necesitaban que yo les dijera que Tú los amabas, que Tú eras perdón. Todos necesitaban saber que tenían tu Reino en
sus corazones y que podían llegar a ser felices, así como Tú lo eres. Y por eso yo elevé mi voz, más fuerte que el
viento, más clara que el sol. Y les dije que eran amados y que era posible el perdón. Dime, ¿es tan grave haber
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anunciado eso? ¿Merezco la muerte, por haber anunciado tanta alegría? Por Ti, Padre, y por ellos que sufrían, lo hice
todo. Por Ti y por ellos prediqué; por Ti y por ellos grité contra los injustos y consolé a los tristes; por Ti y por ellos
arriesgué mi vida entera;.. ¿Por qué ahora me he quedado tan solo?
Jesús lloraba.
Durante un largo tiempo hubo silencio.
El viento gemía moviendo las hojas de los árboles.
No se si fue impresión mía, pero me parecía que de su frente le brotaba un sudor espeso, corno gotas de sangre;
haciendo un supremo esfuerzo, dijo entre sollozos:

- ¡Esta bien! ¡Moriré! Tú sabes, Padre, que mi alimento es hacer tu voluntad. Por eso , no puedo abandonar ahora lo
que antes comencé..., lo que Tú comenzaste. Pero, entonces, cuando todo empezó, yo estaba inspirado. Ahora, estoy
triste y cansado. Han pasado sólo tres años de lucha y a mí me parecen treinta. ¡Duele tanto el fin Padre!, tu voluntad
es dura, pero yo no pueda vivir sin cumplirla. Por eso beberé tu cáliz y seré fiel. Déjalos que me arresten, que me
juzguen, que me golpeen, que me quiebren, que me destruyan, que me sangren, que me suban a su cruz. Sí, Padre, por
una vez más, y como siempre, que se haga tu voluntad y no la mía.
En aquel momento llegó Judas con un grupo armado con espadas y garrotes.
Jesús les salió al encuentro:
¿A quién buscan? —dijo—
A Jesús de Nazaret —respondieron—.
Soy yo, dejen ir a éstos.

Lo demás ustedes ya lo saben. Pedro, Santiago y Juan salieron huyendo. Yo me escapé desnudo, dejando la sábana. A
Jesús le hicieron un juicio amañado y lo crucificaron...
Y también saben que al tercer día resucitó y se metió en la historia para siempre, y le dio sentido a todo y nos llenó de
alegría sin límites, y se hizo principio y fin, razón y esperanza.

LA DIFÍCIL FIDELIDAD

Getsemaní: Ésta es la historia del desenlace de la vida de Jesús. Es una historia que después de tantas festividades de
Semana Santa, me suena a cuento sabido. Ahora sin embargo, he comenzado a entender que no se trata de un relato
para mover a la compasión. Sino que es la historia clara de todos los que quieran ser fieles a la llamada.
Lo que le sucedió a Jesús, es lo mismo que le sucede a todo aquel que quiera vivir con vocación. El mundo no
soporta a los que viven en la luz, no soporta la verdad, no soporta la fuerza del amor. Por eso el mundo siempre ha
perseguido los profetas y ha asesinado a los que le son enviados.
En este mundo, en una sociedad como la nuestra en la que importan más las cosas que las personas y las riquezas que
el amor, siempre será difícil la fidelidad a la llamada. Cualquiera que esta sea. Esta fidelidad, puede llegar a costar la
vida entera.
Es bueno tener en cuenta que el Ambiente no sólo tiene otros valores; que el problema no es sólo que aquí, en mi
corazón, siento el llamado a la entrega, mientras el Ambiente me llama a la ambición. Ya sé qué el Ambiente me
presenta otra manera de vivir, otro estilo de existencia, sin servicio, sin amor entregado, sin profundidad: pero con la
promesa de unas cuantas riquezas y unos cuantos placeres. Lo que ahora empiezo a descubrir es que el Ambiente
castiga a los que se resisten a vivir según sus criterios.
Sólo unos pocos minutos lejos de los valores del Ambiente y ya tendré que soportar las risas, las burlas, los desprecios,
1as acusaciones de los que dicen que uno está equivocado, las quejas de quienes se sienten defraudados, los reproches
de los que dicen que me dejé arrastrar por una utopía, las amenazas de los que - dicen que por mi bien- me obligan a
vivir corno vive el Ambiente.
Cuando eso suceda, sabré que también para mi existe un huerto del Getsemaní, y podré ser fiel o huir. En todo caso,
será difícil la fidelidad.

LA HORA DEL MIEDO


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Con todo, el problema no está sólo en el Ambiente que me rodea: Es aquí, dentro de mí, donde siento la presencia del
gran enemigo, el Miedo. ¿De qué sirve sentirme llamado, experimentar mis valores y mis ansias de amor, si el Miedo
me paraliza, si puede hacer fracasar mis más sinceros esfuerzos? Y ahí está el Miedo.

El Miedo a hacer el ridículo. El Miedo a que se burlen de mí. Todos necesitamos ser reconocidos y valorados. Por
eso uno de los sufrimientos más difíciles de aceptar es el de la burla. Cuando se burlan de mi, cuando utilizan la ironía
para atacarme, cuando se ríen de lo que para mi es valioso, un Miedo de hilo me atraviesa y duele la vida.

El Miedo a ser diferente. EL Miedo a ser distinto. La masa da seguridad. Cuando me meto un la masa y hago lo que
todos hacen y pienso lo que todos piensan, me siento protegido, cómodo, seguro. Es tan difícil salir de ahí, es tan
difícil hacer las cosas de otra manera y pensar la vida de otra forma. Por eso: cuando descubro que mis valore y que el
Señor me pueden llevar lejos del Ambiente, lejos de la masa, -el Miedo una vez más aparece y duele.

El Miedo al fracaso. El Miedo la frustración. Llevo tantos años oyendo los mensajes del Ambiente, que aunque por
un momento desconfíe de él, algo sigue inquietándome por dentro: Y si el Ambiente si tiene razón? ¿Qué tal si la
felicidad si la dan los placeres, los títulos, el poder, las riquezas, la fama? ¿Qué tal si el equivocado es Jesús, si lo que
Él plantea sólo es un bello sueño y nada más? Surge entonces el Miedo al fracaso y con él, el deseo de conformarme
con lo que todos se conforman y ensayar el camino que todos ensayan. Es el Miedo a la frustración, el Miedo a
equivocarme, un Miedo que también duele, y mucho.

El Miedo a quedarme solo y sin nada. Para alguien que tiene la necesidad imperiosa de sentirse amado, que para
sentirse acompañado, se ha abrazado muchas veces a las cosas, sería muy difícil soportar la soledad y el vacío. Y sin
embargo, es muy posible que estas realidades lleguen para golpear la vida. Los compañeros, los amigos y hasta los
mismos familiares, suelen abandonar a los que se arriesgan a vivir siguiendo el llamado del Señor. Hay enamorados
que no soportan las decisiones de la persona amada, hay padres que no le perdonan a sus hijos el haber elegido otra
“profesión”, hay amigos que no están dispuestos a aceptar al otro así como es. Entonces llega la soledad y muchas
veces llega también el no tener nada. Y eso da Miedo, mucho Miedo.

E1 Miedo al cansancio. El Miedo a no ser capaz. Aunque es verdad que aquí dentro se siente la voz de Dios
llamando, y aunque muchas veces se experimenta el deseo de hacer su voluntad, uno tiende a no sentirse capaz. ¿Y si
me canso? ¿Y sí después de haber empezado no puedo terminar? ¿Acaso no he iniciado muchas cosas y las he dejado
sin concluir? ¿Y si me quemo antes de tiempo? Aparece así el miedo al cansancio, un miedo que me hunde en la
mediocridad porque por miedo a no ser capaz, ni siquiera me doy el derecho de intentar con fuerzas.

El Miedo al rechazo. El Miedo a la persecución. Pero, sobre todo, uno aprende a abrazarse a la vida. ¿Qué hacer
cuando uno por ser fiel a sus valores, a su llamado, a lo Mejor de Sí mismo, se siente rechazado e incluso perseguido?
Cuántos hombres buenos han sido asesinados, justamente por el hecho de ser buenos. Aparece así un Miedo que
detiene mis búsquedas. “No soy un héroe”-me digo- y con estas palabras dejo que sea el Miedo el que decida, mi
vida.
Algo está claro, y es que para todos los que quieran ser fieles al llamado, tarde o temprano llegará el Huerto del
Getsemaní, la hora del Miedo En aquel momento, muchos, sin duda, caerán, lo traicionarán todo, ahogarán en el fondo
de sus corazones el grito de sus valores y abrazarán al Ambiente como único y supremo amor.
Otros, empero, descubrirán que el verdadero amor permanece siempre fiel, aún en las dificultades. Descubrirán que
dentro de ellos, en lo Mejor de Sí mismos, no sólo hay unos valores profundos, sino también una fuerza capaz de
resistirlo todo, incluso el dolor, el rechazo y el odio.
Descubrirán que aunque el Ambiente los persiga, el mundo, sin embargo, necesita de los que aman, de los que se
entregan, de los que viven con vocación.
Descubrirán que la mayor alegría es la que viene de entregarlo todo, hasta la vida y que por eso, el Jesús más dichos es
el de la cruz.
Descubrirán que no vale la pena salvar la vida, si el preció que hay que pagar es renunciar a ser uno mismo y renunciar
a seguir al Señor. Y descubrirán, al fin, que hay ocasiones en la cuales, Amar también es Morir.
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Quizá algún día lleguemos a entender que los que aman hasta el extremo de entregar la propia vida, siempre resucitan
al tercer día.

Los cristianos aman a todos, pero todos la persiguen Se los condena sin conocerlos. Se les da muerte; pero con ello
reciben la vida. Son pobres, y enriquecen a muchos, carecen de todo, y sin embargo nada les falta. Sufren deshonras,
pero eso les sirve de gloria; sufren detrimento en su fama, y eso demuestra su justicia. los maldicen y ellos bendicen,
los tratan con ignominia, y ellos, a cambio, devuelven amor: Hacen el bien, y son castigadas como malhechores;
pero al ser condenados a muerte, se alegran como si se les diera la vida. Para decirlo en pocas palabras: los
cristianos son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo. (De la CARTA A DIOGNE7O, escritos cristianos del siglo
II).

FICHA DE TRABAJO PERSONAL

I. EJERCICIO DE CONTEMPLACIÓN

1. Leer y releer el documento. Sentirlo. Imaginármelo, procurar vivirlo como, si estuviera sucediendo en este
momento.
2. Anotar las frases que más me llamen la atención.

3. Mirar las frases anotadas y para cada una de ellas preguntarme:


 ¿Por qué me llama. la atención?
 ¿Qué sentimientos remueven dentro de mí? ¿Qué me conmueve, qué me interroga, qué me cuestiona?

4. Mirar a Jesús para aprender de él.


¿Qué me llama la atención de lo que dice y hace Jesús?
¿Qué es lo que mueve su vida? ¿Cuáles son sus valores?
¿Cómo es Jesús? Describirlo
¿Cómo me interpela Jesús, cómo me cuestiona?

5. Mirando el Ambiente que me rodea. ¿Cuáles son los ataques, burlas, incomprensiones, persecuciones o rechazos
que podría sufrir? De hecho, ¿cuáles son los rechazos que he tenido que sufrir cuando he querido ser fiel a los valores
que he descubierto? Y eso, ¿Cómo me ha afectado?

6. ¿Cuáles son los miedos que más me desconciertan? ¿Por qué?

7¿A qué me siento llamado por el Señor en esta reflexión?

II. ESTUDIO DEL EVANGELIO

Para contemplar a Jesús fiel hasta el extremo a su llamado leer:


Lucas 22, 39- 23,56 la pasión de Nuestro Señor Jesucristo

III. PARA HACER ORACIÓ.

Quedarme orando delante del Crucifijo y sentir que en ese gesto de ese hombre entregado, se resume todo el amor
posible y todo el sentido. Pensar que esa cruz fue superación del miedo, que fue expresión de un amor por todos,
de un amor por mi mismo. Pedir, entonces, el don de poder superar mis propios miedos y poder entregar mi vida
por alguien.
Paz y bien

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