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ESTUDIOS
Tender puentes entre mundos
Martin MAIER, SJ 5
La vida en el puente
Alicia RUIZ LÓPEZ DE SORIA, ODN 29
EN POCAS PALABRAS
Haití un año después.
Hurgando resquicios de esperanza
entre los escombros de la desolación.
Sonia ADAMES 57
LOS LIBROS
Recensiones 77
2 Sal Terrae
PRESENTACIÓN
PUENTES Y FRONTERAS
Hace casi dos años, Sal Terrae dedicó un número al todavía actual tema
de las fronteras («Las fronteras como posibilidad»), en el que fueron des-
granados muchos de los interesantes aspectos que incluye y evoca. En
uno de sus artículos, José Ignacio García afirmaba que el término fron-
tera, «que posee un sentido de relación, de intercambio, de encuentro,
puede ser positivo, ofreciendo posibilidades para el encuentro, o pro-
fundamente negativo, cuando se convierte en excusa para el rechazo o el
enfrentamiento».
Alentados por el interés que el citado término despertó en muchos de
nuestros lectores, ofrecemos ahora, al comienzo del año 2011, un nú-
mero que se adentra en el rico, múltiple y evocador mundo de las fron-
teras desde otras imágenes y referencias entonces no exploradas: puente,
frontera social, eclesial.
En clave ciertamente personal, como la del resto de las colaboraciones
de este número de Sal Terrae, Martin Maier, hasta hace muy poco di-
rector de la revista Stimmen der Zeit, recuerda una parte importante de
su vida, transcurrida entre su país, Alemania, y su segunda y muy que-
rida patria: El Salvador. Son muchos los puentes que ha intentado eri-
gir y tender entre esos mundos tan distintos: periodísticos, parroquiales
y teológicos. Y es mucha la dedicación que ello le ha exigido, pues
«construir puentes reales presupone grandes esfuerzos, grandes inversio-
nes y muchos conocimientos».
puentes y fronteras Sal Terrae 3
Está cerca la fiesta de los Reyes Magos, tan tradicional en estas latitudes
desde las que escribimos. A Melchor, Gaspar y Baltasar les pide Marc
Vilarassau más vocaciones a la vida consagrada, pues entiende que el te-
ma vocacional puede ser una enorme frontera imposible de traspasar. En
su colaboración sobre este tema tan actual, el autor catalán propone, sin
embargo, convertir el tema vocacional, no en una frontera que no poda-
mos superar, sino en un horizonte hacia el que tender de forma distinta:
en clave de renovación.
Hace también casi dos años José Antonio García escribía en Sal Terrae
que «vivimos tiempos en los que muchos hombres y mujeres modernos
buscan experiencias de trascendencia al margen de la Iglesia, porque lo
que les llega de la gran Iglesia es no tanto una mistagogía cristiana cuan-
to un mensaje dogmático o moral; no tanto liturgias bien representadas,
evangelizadoras y catequéticas, sino sus contrarias». Las dos últimas co-
laboraciones del número tienen quizá muy presente estas palabras ahora
recordadas.
En «La vida en el puente», Alicia Ruiz López de Soria escribe una carta
a los Reyes Magos para que le permitan formar parte de la caravana real
«en el umbral del puente, dentro del puente y al otro lado del puente».
En su artículo, la autora sevillana expresa su inquietud e interés por ex-
plorar el rico sentido evangélico y pastoral que posee el término «puen-
te», lugar «de verdaderos e insospechados encuentros para quien busca
hallar a Dios en todas las cosas».
La atención y preocupación por esa gran Iglesia arriba mencionada pare-
ce estar también en el trasfondo del artículo de María Cancelo. En él, es-
ta laica gallega traza las características de las principales fronteras con las
que se ha ido topando en su rico y, en ocasiones, no fácil camino cris-
tiano. Dos de ellas son la imagen anacrónica de Dios y la imagen ana-
crónica de la Iglesia, cuyas características principales desgrana con deta-
lle y que, junto con otros aspectos de su colaboración, le ayudan a pre-
guntarse al final de la misma: «Y entonces, ¿qué podemos hacer?»
*****
4 Sal Terrae presentación
Hace casi 100 años se publicó el primer número de la revista «Sal Te-
rrae». En los próximos meses, sobre todo en la primavera de 2012, se
celebrarán diversos actos para conmemorar tan importante centenario.
El primero de ellos es la Serie del año 2011, «Cien años de Sal Terrae»:
10 artículos que recordarán y rememorarán la rica y fructífera vida de
la revista.
Sal Terrae estrena este año 2011 una nueva sección: «En pocas palabras».
Con ella pretendemos dedicar cada mes un espacio breve para tratar al-
guna cuestión especialmente relevante por su actualidad: puede que por
tratarse de algún asunto particularmente significativo en el momento de
publicar el número, o bien por coincidir con alguna fecha que parezca
merece la pena resaltar; puede tener que ver con algún personaje de ac-
tualidad... Como se ve, se trata de un planteamiento muy flexible que
deseamos nos permita reflexionar, en unas pocas pinceladas, sobre cues-
tiones diversas. Arrancamos en esta ocasión con una crónica sobre la si-
tuación de Haití cuando se cumple un año del devastador terremoto que
asoló el país y conmovió al mundo entero. Nos parece oportuno este re-
corrido, pues es necesaria la memoria para no olvidar y para no vivir úni-
camente al ritmo de lo que un día es noticia.
Durante los últimos 9 años, la fundación «Alboan», la Delegación de Ac-
ción Social de la provincia de Castilla SJ y la Fundación Entreculturas /
Fe y Alegría han ofrecido numerosas y ricas colaboraciones en la sección
de Sal Terrae «Rincón de la solidaridad». Al llegar el momento de despe-
dirnos de ellos, les transmitimos una vez más nuestro cordial agradeci-
miento por su generosa y desinteresada colaboración, tan apreciada por
tantos lectores de la revista. Y, junto a él, les expresamos nuestros mejo-
res deseos para que su trabajo y dedicación futura sigan ayudándonos a
entender y comprender mejor el valor y sentido de la solidaridad.
Sal Terrae 5
ESTUDIOS
TENDER PUENTES
ENTRE MUNDOS
MARTIN MAIER, SJ *
Resumen
«Padre Puente». Así me llamó cariñosamente una vez Monseñor Gregorio Rosa
Chávez, obispo auxiliar de la diócesis de San Salvador. Con esa acertada metá-
fora describió lo que ha llegado a ser mi papel entre El Salvador y Alemania en
los últimos veinte años. Entré en la Compañía de Jesús en 1979 con una preo-
cupación especial por la justicia en el mundo. Descubrí que la teología que más
respondía a esa preocupación era y sigue siendo la teología de la liberación. Al
mismo tiempo, me encontré, por medio de un libro, con la persona excepcional
del arzobispo Óscar Romero de El Salvador. De ahí nació el proyecto de una te-
sis doctoral sobre la teología de Ignacio Ellacuría y de Jon Sobrino y de una es-
tancia en El Salvador.
Abstract
«The Bridging Father». So did Monsignor Gregorio Rosa Chávez, auxiliary
bishop of the San Salvador diocese, once affectionately call me. This apt
metaphor described how my role had ended up being divided between El Sal-
vador and Germany over the past twenty years. I joined the Society of Jesus in
1979 with a special concern for justice in the world. I discovered that the
theology that best tackled that concern was and still is the theology of liberation.
At the same time, I came across with the exceptional Archbishop Óscar Romero
of El Salvador by means of a book. Out of this ensued a doctoral thesis on the
theology of Ignacio Ellacuría and Jon Sobrino as well as a stay in El Salvador.
taba dispuesto a quemar las naves. Si en ese tiempo hubiera tenido que
decidir quedarme el resto de mi vida en El Salvador y no volver nunca
más a mi tierra, me habría quedado. Pero mi provincial jesuita de en-
tonces me convenció de que hoy, en la época de la llamada «globaliza-
ción», es más importante trabajar entre mundos, es decir, tender puen-
tes entre mundos, que quedarse en uno de los lados.
Al volver a Alemania me costó mucho, en primer lugar, acostumbrarme
al mundo de la abundancia. Claro que era para mí una gran alegría ver,
después de casi dos años, a mis familiares y amigos. Pero me di cuenta
de que las cosas habían cambiado mucho. Sentí en mi propia carne las
contradicciones espantosas que caracterizan a nuestra época: por un la-
do, la miseria en que vivía la mayoría de mis amigos de Jayaque; por
otro, gente en Alemania que se gastaba más de cien mil dólares en un co-
che de lujo. Es cierto que esta contradicción marca también la realidad
en el interior de El Salvador, con una pequeña minoría super-rica, mien-
tras la mayoría de la gente vive en la pobreza. Pero todavía es más gran-
de el escándalo en un nivel global. Hay una brecha profunda entre una
quinta parte de la humanidad que puede dar la vida por supuesta y dos
terceras partes de la humanidad que tienen que luchar diariamente para
sobrevivir. Jean Ziegler dice, con razón, que cada niño que muere de
hambre muere asesinado. El problema del hambre en el mundo podría
resolverse. Lo que falta es voluntad política para ello.
Otra experiencia gratificante fue que el mundo de los pobres tiene una
connaturalidad mucho mayor con el evangelio que el mundo de la abun-
dancia. Metafóricamente hablando, tuve la impresión de que en El Sal-
vador la semilla del sembrador del evangelio ha caído en tierra fértil. Sin
embargo, en Europa buena parte del suelo parece empedrado. Pero, po-
co a poco, fui cayendo en la cuenta de que tenía que adaptarme nueva-
mente al contexto europeo. Dios quiere salvar también a los ricos, pero
su salvación tiene que pasar por la conversión. Es muy llamativa en este
sentido la historia de Zaqueo en el evangelio: al encontrarse con Jesús, se
convierte y comparte su riqueza con los pobres.
Pronto me llegaron invitaciones a dar conferencias, mantener entrevistas
y escribir artículos sobre mis experiencias en El Salvador. De esa mane-
ra, entré en la dinámica del puente: contar lo que pasa al otro lado, en
tender puentes entre mundos Sal Terrae 9
desarrollar un poco más estos diferentes niveles y terminaré con una pe-
queña reflexión teológica sobre el puente.
tira. A ejemplo del arzobispo Óscar Romero, los periodistas tienen que
ser la voz de los que no tienen voz. No es casual que a Monseñor Ro-
mero se le concediera el título honorífico de «periodista de los pobres».
Y tampoco es casual que siga habiendo asesinatos de periodistas que asu-
men su profesión en este sentido.
He hablado y escrito sobre El Salvador. He hecho varios programas de
radio sobre mártires conocidos, como el arzobispo Óscar Romero y los
jesuitas de la UCA, y desconocidos, como los niños de la masacre de El
Mozote de diciembre de 1981. He hecho entrevistas grabadas a mis ami-
gos de Jayaque y me he emocionado al escuchar sus voces en una gran
cadena de radio de mi país. He acompañado en El Salvador a varios
equipos de televisión de Alemania, Suiza, Austria y Estados Unidos. He
trabajado de corresponsal para la agencia de prensa católica en varios fo-
ros sociales mundiales. Acepto con cierta satisfacción que en Alemania
soy considerado un «especialista» en El Salvador y en América Latina,
aunque soy muy consciente de las limitaciones de mis conocimientos.
Parte de este trabajo de comunicación entre los mundos ha consistido
también en invitar a funcionarios de la embajada alemana a conocer la
realidad de la vida de la gente de Jayaque. En algunos casos se han esta-
blecido amistades personales gracias a estas visitas. En una visita oficial
del presidente Armando Calderón Sol a Alemania, en 1997, convencí al
canciller Helmut Kohl para que le hiciera unas preguntas incómodas so-
bre la situación de los derechos humanos en El Salvador.
quillo». Para mí, esto sigue siendo un ejemplo muy especial de cómo se
pueden tender puentes entre los mundos. Desde entonces, El Taquillo
tiene nombre y dirección en Internet (www.taquillo.de)
376 págs.
P.V.P.: 24.95 €
He aquí una fascinante historia de los sucesores de Pedro que cobra vida
en breves y densos capítulos que revelan vívidos detalles y nuevas facetas
de la institución. Los papas han desempeñado un papel clave en casi todos
los grandes acontecimientos de Occidente durante dos mil años, y este
libro se centra en aquellos que han influido en momentos esenciales de la
historia tanto de la Iglesia como del mundo. O’Malley describe las trans-
formaciones que el papel de los papas ha experimentado a lo largo del
tiempo, desde Pedro hasta Benedicto XVI, sin omitir ninguna de las prin-
cipales vicisitudes de los santos y los pecadores que han gobernado la
Iglesia católica durante dos milenios.
Sal Terrae 17
LA VOCACIÓN,
HORIZONTE O FRONTERA
MARC VILARASSAU ALSINA, SJ *
Resumen
Hace tiempo que sentimos, de forma especialmente aguda en Europa, una se-
quía vocacional. ¿Es un proceso irreversible? ¿No deberíamos hacer algo de au-
tocrítica? En todo caso, no se trata de idear nuevas estrategias o de afinar más
en el marketing, sino de inaugurar y promover una nueva cultura vocacional
que transforme de raíz nuestras actitudes y nuestras perspectivas de futuro. Se
trata de convertir el tema vocacional, no en una frontera que ya no podemos
traspasar, sino en un horizonte hacia el que tender de forma renovada.
Abstract
A vocational drought has been felt for some time now, with particular acuteness
in Europe. Is this irreversible? Should we not be taking a long look at ourselves?
In any case, it is not about inventing new strategies or fine-tuning marketing
further, but rather about unveiling and fostering a new vocational culture that
is to transform our attitudes and our outlook to the future from its very foun-
dations. It aims to transform the idea of vocation, not into that of a border that
just cannot be crossed, but rather into that of a horizon towards which to head
with a sense of revitalization.
Debo empezar este artículo con algunos previos. Soy jesuita y voy a ha-
blar de las vocaciones a la vida consagrada desde esta perspectiva. Creo
que la Iglesia necesita vocaciones consagradas, tanto a la vida religiosa
como a la sacerdotal. Las necesita para llevar adelante su misión de evan-
gelización y de animación comunitaria de la fe cristiana. Pero también
como signo para todos de que el seguimiento de Jesús en pobreza, casti-
dad y obediencia puede llenar toda una vida. En Occidente, y particu-
larmente en Europa, se habla mucho de crisis de las vocaciones consa-
gradas, y no voy a ser yo ahora quien la niegue. Siguen siendo ciertas
aquellas palabras de Jesús: «Es mucha la mies, y pocos los segadores».
Más aún en nuestros días, cuando sentimos con especial intensidad la ra-
dical reducción demográfica de la población consagrada en los últimos
treinta años.
Me gustaría analizar aquí algunos porqués de esa reducción y proponer
algunas pistas que nos ayuden a modificar esa tendencia, huyendo por
igual del derrotismo y de la complacencia. No se trata de idear nuevas
estrategias, afinar más en el marketing, o introducir algunos cambios su-
perficiales; se trata, más bien, de inaugurar y promover una nueva cultu-
ra vocacional que transforme de raíz nuestras actitudes y nuestras pers-
pectivas de futuro. Se trata de convertir el tema vocacional en nuestras
comunidades cristianas, no en una frontera que ya no podemos traspa-
sar, sino en un horizonte hacia el que tender de nuevo.
Falta de vitalidad
Hay grupos que llamaremos «viejos». Grupos con más salidas que entra-
das, en los que la tasa de mortalidad supera la tasa de natalidad. Pero qui-
siera poner el acento no tanto en la cuestión de la edad o el número
cuanto en la de la actitud. Llamo «grupos viejos» a aquellos que han gas-
tado la munición fuerte, y solo les queda la nostalgia y una cierta amar-
gura. Creyeron que esto de las vocaciones era asunto exclusivamente del
espíritu y que bastaba con «ser auténticos», que el resto ya vendría. Se pa-
recen a mi amigo artista, que dice que para vender cuadros no hace fal-
ta marchante; que si son buenos, se venden solos. Y así le va: que no ven-
de ni una rosca. Es la tentación del puritanismo, del cristianismo ético
de los perfectos. Aunque puedan todavía publicar documentos sobre la
importancia de la promoción vocacional, estos grupos ya no se lo creen,
han empezado hace tiempo a bajar persianas y han colgado en un lugar
bien visible el rótulo «se liquida el stock». Se empezó con eso tan evan-
gélico de ser levadura en la masa, pasar desapercibido..., y se olvidó que,
si desaparece la masa, ¿para qué sirve la levadura? Si desaparece el misio-
nero, acaba desapareciendo también el Evangelio.
Luego, cuando ya era demasiado tarde, se encontró el filón: los laicos.
Para estos grupos viejos y resignados la solución es clara: se ha acabado
el tiempo de la vida consagrada, para dejar paso a los laicos: son ellos los
que han de llevar la Iglesia, los que han de darle su carácter testimonial,
los que han de gobernarla, los que han de dar cuenta de todos los caris-
mas, los que han de orar a todas horas, los que han de estar en el mun-
do, los que han de cuidar de la prole, los que han de asegurar la cadena
de transmisión..., llevando de esta manera a lo que yo llamo el colapso
laical, una especie de sobrecarga que ha llevado a los laicos primero, y a
todo el sistema después, a una especie de cortocircuito. Se empezó bien
y se acabó mal, cayendo en esta trampa mortal en la que muchos han
quedado embarrancados: «cuanto más consagrado, menos laico; cuanto
más laico, menos consagrado». Craso error.
22 Sal Terrae marc vilarassau alsina, sj
Por otro lado, hay grupos que llamaremos «nuevos», grupos, en definiti-
va, que se renuevan vocacionalmente, con una tasa de natalidad positi-
va, equilibrados demográficamente, por decirlo de alguna manera. De-
jando de lado un cierto triunfalismo ingenuo, propio de estos grupos, y
con los pies en la tierra –pues a menudo los grandes crecimientos y en-
tusiasmos del hoy hacen más dura la penuria vocacional del mañana–,
me interesa observar algunas de las características de estos movimientos
que sí viven la vida cristiana con un cierto optimismo vocacional. Uno
de los aspectos que sorprenden en primera instancia es la unidad de lai-
cos y consagrados en un mismo entorno comunitario. Digo «unidad»,
no mezcla ni confusión; cada cual con su identidad específica, sanamen-
te asumida y vivida como complemento, nunca como competencia des-
leal. Un segundo aspecto que va asociado casi siempre al primero es la
valoración positiva que en estos grupos se da de la vida consagrada. La
vocación religiosa o sacerdotal tiene un cierto rango de prestigio en el
grupo, es preservada como algo valioso para el grupo entero, aunque sea
minoritario, precisamente por ser minoritario, como un activo que hay
que proteger e incentivar.
Un tercer aspecto es que existe un claro liderazgo en la comunidad; li-
derazgo en el sentido evangélico, como no puede ser de otra manera; li-
derazgo en orden a la misión: alguien que envía y alguien que es envia-
do; alguien que convoca y alguien que es convocado; alguien que presi-
de y alguien que es presidido. Otro aspecto que aparece de forma inva-
riable en estos grupos es una clara vocación al matrimonio centrada en
la familia y los hijos como misión prioritaria, sin que ello implique de-
jación de otros aspectos de la misión y de la gestión comunitaria. La fa-
milia como misión vivida en profundidad y plenitud, sin complejos, así
como la educación de los hijos y el asegurar la continuidad en la cadena
de transmisión de la fe. Un último aspecto que merece la pena destacar,
dado el objetivo que nos ocupa, es la conciencia colectiva de la impor-
tancia del cuidado de la «cantera», el futuro del grupo y su superviven-
cia, que pasa por la responsabilidad de todos, cada uno a su nivel.
la vocación, horizonte o frontera Sal Terrae 23
Grupos ignacianos
De la afiliación a la vocación
De esta manera, nos hemos ido convirtiendo más en cristianos del pac-
to que de la Alianza. Hacemos un pacto con Dios: «mira, yo te doy mi
la vocación, horizonte o frontera Sal Terrae 25
Diversidad de carismas
No hay vocaciones sin una inequívoca empatía con la Iglesia, con sus su-
frimientos, con su desconcierto, con sus miedos y sus carencias...; pero
también, y sobre todo, con sus gozos y sus esperanzas, que son muchas.
Estamos en esto bajo el signo de Rut: no lo entiendo todo, no lo com-
parto todo..., pero «tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios».
El deseo de seguir a Jesús, la obediencia a su voluntad, pasa también por
este Getsemaní eclesial. La frontera pasa de golpe por el interior de la
Iglesia, de mi vinculación a ella, ya no separando, sino uniendo mis du-
das y mi confianza.
La encarnación es dolorosa, la carne impone una exasperante lentitud al
espíritu, y es que la encarnación es la kénosis del espíritu... Nosotros que-
rríamos liberarlo de la carne y de la historia, dejándolo volar libre, sin
ataduras, sin estructuras, sin mediaciones humanas, sin ambigüedades,
puro como la energía, libre como nuestros inciensos aromáticos que so-
brevuelan la realidad sin aterrizar en ella..., pero Dios no.
La iglesia católica tiene sus defectos, sus desavenencias, sus disensiones,
pero se mantiene indefectiblemente una en la diversidad. Creo que este
aspecto no se calibra lo suficiente cuando se sitúa uno en esa frontera
eclesial donde se perciben más las sacudidas y las dificultades que las vir-
28 Sal Terrae marc vilarassau alsina, sj
Conclusión
LA VIDA EN EL PUENTE
Alicia Ruiz LÓPEZ DE SORIA, ODN *
Resumen
A través de la metáfora de un puente por el que pasa la caravana de los Reyes
Magos, se muestra una Iglesia que se encuentra en situación de peregrina y a la
que el camino que ha de recorrer le indica continuamente lo inacabado de su
ser y de su misión.
Abstract
The metaphor of a bridge over which the Three Wise Men’s procession passes,
shows a Church in a state of pilgrimage, to which the path remaining, conti-
nually points out the incompletion of its being and mission.
Todos sabemos la importancia que tienen los lugares y los no lugares que
habitamos, por su capacidad para configurarnos la vida. ¿Y qué decir de
lo determinante que pueden ser las personas con las que nos relaciona-
mos y aquellas con las que caminamos estrechamente unidas, bien sea en
una época determinada o bien durante largo tiempo? Reconozco que,
normalmente, antes de contemplar el belén, casi analizo la caravana que
dirigís... Os lanzo una pregunta: ¿me permitís que este año forme parte de
la caravana real?1
1. Tengo en cuenta en estas páginas especialmente las siguientes lecturas: J.I. GONZALÉZ
FAUS, Adiestrar la libertad, Sal Terrae, Santander 2007; S. MADRIGAL, Iglesia es Caritas.
La eclesiología teológica de Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, Sal Terrae, Santander 2008,
459-489; J.M. MARTÍNEZ DE ILARDUIA, Libertad, don y conquista: libres, liberados, libe-
radores, Publicaciones del Instituto Teológico de Vida Religiosa, Vitoria 2007.
2. Hay al respecto numerosas imágenes de Dios alejadas de la experiencia de Jesús que
reclaman la crítica de la razón teológica: el Dios lejano, el Dios impuesto, el Dios del
miedo, el Dios ajeno a la historia, el Dios de nuestros intereses, el Dios rival de los
seres humanos, el Dios útil y funcional, el Dios impasible ante el mal que sufren los
inocentes, el Dios paternalista que infantiliza, el Dios neutral frente a la injusticia, el
Dios conservador del orden establecido, el Dios patriarcal...
la vida en el puente Sal Terrae 31
por la mirada de otros que disciernen como ellos las encrucijadas y com-
baten con ellos en las emboscadas, sintiéndose, en definitiva, acompaña-
dos y aliviados de sus cargas. Por cierto, me alegra ver que aquí todos va-
mos ligeros de equipaje...
Dirigiéndose «al puente», es posible que se escuchen estas preguntas: ¿pa-
ra qué la Iglesia?; ¿por qué he de ir a la Iglesia para encontrar a Dios?; ¿cómo
puede ser la Iglesia el medio intrínseco del acontecimiento salvífico de Cristo
para el hombre de todo tiempo y lugar?4 No resulta fácil responder. Desde mi
paisaje se me hace presente la figura del pastor con su cayado, con todo lo
que tiene de entrañable, tratando de marcar la vereda. La razón de la Igle-
sia es que podamos conocer y llegar a Dios5, que tengamos experiencia de
que Dios es amor (1 Jn 4,8), que podamos decir que «quien ama es cris-
tiano»6... ¡Todos querríamos contestar esos interrogantes hablando de la
caridad de la Iglesia como manifestación del amor trinitario!7
Es Navidad, tiempo para confiar. Yo creo que, cada año, el Niño Jesús
viene a cubrir, con el superávit de su amor representativo, el déficit re-
sultante de los límites de quienes formamos su Iglesia, pese a que nos en-
contremos inmersos en unas coordenadas temporales marcadas por la
mediocridad.
Es Navidad, tiempo para estar atentos. Hay hombres y mujeres de fe que
se atreven a responder esos interrogantes y otros parecidos en el ágora
pública, que no se guían por normas o leyes exteriores, sino por esa es-
pecie de «sentido existencial» (K. Rahner) que los antiguos llamaban
«discernimiento», procurando siempre vivificar y construir. Son personas
libres y con una profunda experiencia de Dios8. «Siendo libre de todos...
con los judíos me he hecho judío para ganar a los judíos; con los que están
bajo la Ley, como quien está bajo la Ley –aun sin estarlo–... Me he hecho dé-
bil con los débiles... Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a al-
gunos» (1 Co 9,19-22).
Pero no quiero quedarme ensimismada en estas cuestiones. Prefiero op-
tar por avanzar con la caravana, relacionándome con las personas que la
componen.
Con la unión de las comitivas de sus majestades Melchor y Baltasar, los
atuendos se diversificaron, los corros que hacíamos para comer juntos se
ampliaron, las provisiones se racionaron... Contrariamente a lo que po-
dría pensarse, no hay entre nosotros ambiente de «reyes» y «siervos»; se
respira una igualdad efectiva entre todos, y las diferencias entre las dis-
tintas comitivas se viven como complementariedad y enriquecimiento.
Me imagino que los primeros que hicieron este camino hacia Belén, a
partir de los cuales surgió la tradición, experimentaron anticipadamente
aspectos nucleares del Reino de Dios posteriormente anunciados por el
Hombre que fue, con el paso de los años, aquel Niño que encontraron...
Me han contado que la categoría central de la sociedad moderna medi-
terránea del siglo I era el honor, es decir, la consideración o estima de que
uno goza a los ojos de los demás, y que dicho honor se basaba en la per-
tenencia a una determinada estirpe, en el lugar de procedencia y en el
cumplimiento de las normas sociales propias de su rango. En la primera
caravana de los Reyes Magos, esta categoría empieza milagrosamente a
desaparecer, y el Niño, al que se le discutirá su honor de forma progre-
siva, optará por abrir el horizonte de un mundo radicalmente diferente.
Siento que aún hoy, en la gran familia que es la Iglesia, como compañe-
ros y compañeras de la misión de Jesús, tenemos que trabajar por derri-
bar los muros que, entre nosotros, marca el siempre latente «honor»: la
pecadora pública (Lc 7,36-50), el leproso (Mc 1,40-45), la aquejada de
una enfermedad considerada impura (Mc 5,25-34), el recaudador de im-
puestos (Mc 2,13-17), la adúltera (Jn 8,1-11)... y tantos otros toman
rostro actualmente en conocidos nuestros que se han separado, divorcia-
dos vueltos a casar, homosexuales, teólogos a los que se manda callar no
se sabe bien por qué, mujeres maltratadas, padres y madres que crían a
sus hijos en solitario, jóvenes que cuestionan a la autoridad eclesiástica
34 Sal Terrae alicia ruiz lópez de soria, odn
2. En el puente mismo
9. Solo un Dios prójimo de los últimos hace posible que personas a las que se enjuicia
en el interior de la Iglesia como pecadoras puedan tener una experiencia profunda de
salvación. Recordemos que Jesús miró a las prostitutas como personas conscientes de su
límite y necesidad y las puso de modelo para emprender un camino de liberación. Ese es
el camino que nos invita a recorrer juntos: liberar a quien sufre la opresión. P. ALONSO,
«La prostitución en la Biblia»: Razón y Fe 1.341-1.342 (2010), 56.
la vida en el puente Sal Terrae 35
10. Interesante análisis sobre «el puente» en la novela de Ivo ANDRIC, Un puente sobre el
Drina (Debate, Barcelona 1999), en la que se ponen en comunicación dos mundos
extraños entre sí: el Imperio Turco musulmán y la Austria cristiana.
11. Recuerdo, y me hace pensar, un artículo que leí no hace mucho y en el que se refle-
xionaba sobre cinco posibles miedos eclesiales: a la simplicidad, al sexo, a la crítica,
al futuro y a la libertad de los creyentes. También a esto le doy vueltas en el corazón.
36 Sal Terrae alicia ruiz lópez de soria, odn
12. F. TORRALBA, «Dar la palabra al huésped inquietante»: Crítica 938 (2006), 31.
13. Soy de las que piensan que el cristianismo ha de reconocer con humildad que su ex-
periencia de Dios no agota la manifestación de Dios. En la experiencia mística se al-
canza lo trascendente, y lo trascendente nos toca y nos abraza, de manera que se cru-
zan puentes, permitiéndosenos entrar en territorios ajenos.
la vida en el puente Sal Terrae 37
14. Al escribir una carta a los Reyes Magos, aconsejan poner la verdad (evitar los maqui-
llajes, puesto que sus destinatarios son benévolos y comprensivos), pensar en los de-
más (y decirles que piensen en ti a los familiares y amigos cuando ellos escriban su
carta), pedir los propios regalos (los mejores no tienen por qué ser los más caros), es-
cribir con buena letra (se les facilita la tarea), hacerlo pronto (de lo contrario, te lle-
vas un chasco) y, finalmente, enviarla. Espero cumplir más o menos estas condicio-
nes, pero pido perdón anticipadamente si así no fuera.
38 Sal Terrae alicia ruiz lópez de soria, odn
15. M. Buber nos dice que Dios es la más preñada de las palabras de los hombres, que
ninguna otra está tan marcada y tan desgarrada. Hoy en día tenemos el desafío, se-
guramente descomunal, de «levantarla del suelo» y «enderezarla en un momento his-
tórico y trascendental».
16. Resulta esclarecedora la lectura de S. MADRIGAL, «Los ministerios de la Iglesia hoy»,
en AA.VV., Retos de la Iglesia ante el nuevo milenio, Cátedra Chaminade, Madrid
2001, 137-173.
17. C.M. MARTINI, Las alas de la libertad. El hombre que busca y la decisión de creer, Sal
Terrae, Santander 2010, 41.
18. Multitud de documentos del Magisterio nos dicen que la esencia de la misión de la
Iglesia consiste en ponerse en camino y predicar el Evangelio: Maximum illud
la vida en el puente Sal Terrae 39
22. «La Iglesia es esencialmente un espacio abierto»: S. MADRIGAL, Iglesia es Caritas. La ecle-
siología teológica de Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, Sal Terrae, Santander 2008, 472.
23. Nos referimos a fieles cristianos que escuchan con sinceridad la palabra de Dios,
leen con docilidad la doctrina cristiana, piden consejo a expertos y pastores, oran con
hondura, se revisan constantemente y realizan un serio esfuerzo por comprender, sin
lograr entender del todo, la postura moral expuesta por el Magisterio. Se trata de fie-
les que –así le parece a más de uno– no pueden ser acusados ni de arbitrariedad ni
de subjetivismo ni de juicios ligeros, superficiales o laxos.
la vida en el puente Sal Terrae 41
24. Valiosa la lectura del artículo de F.J. DE LA TORRRE, «Para una lectura amable del Ma-
gisterio»: Sal Terrae (2009), 797-810.
25. «La Iglesia solo puede ser “maestra” si sabe también ser “discípula”; únicamente será oída
y aun entendida en el inmenso depósito de su sabiduría milenaria si, a su vez, escucha y
se deja interpelar por las plurales voces de esa otra sabiduría, no menos inmensa, que va
generando el proceso secular de la cultura». A. TORRES QUEIRUGA, Recuperar la creación.
Por una religión humanizadora, Sal Terrae, Santander 19963, 81.
E. Y M. BARGHIGLIONI
LUCIANO MEDDI
Adultos en la
comunidad cristiana
216 págs.
P.V.P.: 14,50 €
A LOS CRISTIANOS
QUE VIVIMOS TENDIENDO PUENTES
EN LAS FRONTERAS DE LO COTIDIANO
MARÍA CANCELO BAQUERO*
Resumen
Los cristianos tenemos hoy una misión ineludible: hacer creíble y atractivo el
mensaje de Jesús en esta sociedad secularizada y postmoderna en la que nos ha
tocado vivir, cada vez más alejada de la Iglesia. Una misión verdaderamente
fronteriza. Las dificultades no se derivan únicamente del contexto sociocultural,
sino que tenemos que reconocer la parte de dificultad que procede de la propia
institución eclesial (de la que formamos parte). Por un lado está la imagen que
refleja y, por otro, la falta de adecuación a los nuevos tiempos en la transmisión
del mensaje. Este panorama implica nuevos retos para quienes tenemos que ir
construyendo, al aire del Espíritu, las alternativas. Cada uno con la parte de res-
ponsabilidad que le corresponde. Aquí se apuntan algunos.
Abstract
We, as Christians of today, have an unavoidable mission: to make the message
of Jesus believable and appealing in this secularised and post-modern society in
which we live, one which is moving increasingly further away from the Church.
A mission across borders indeed. The difficulties lie not only in the socio-cultu-
ral context but also in the ecclesiastical establishment itself (of which we all are
part), something that we need to recognise. On one hand, this refers to the ima-
ge projected, and on the other, to the fact that the message transmitted has not
adapted itself to the times we now live in. This outlook presents each one of us
with the challenge of continually finding new ways of doing this in our corre-
sponding area while keeping the air of the Spirit. Some of them are listed here.
Empiezo por presentarme. Soy una cristiana laica que ejerce su profesión
como funcionaria de una administración autonómica y vive en una ca-
pital de provincia entre lo que se podría llamar la clase media española.
En este entorno es donde pretendo desenvolver la misión a la que, como
cristiana, me siento enviada: anunciar la buena noticia que nos trajo Je-
sús a los que me rodean y colaborar humildemente, en la medida de mis
posibilidades y en mi espacio vital y laboral, a construir su Reino.
A primera vista, algo sencillo y vulgar. Nada que ver con esas misiones
punteras a las que son enviados los «elegidos» del Señor: entregar la vida
sin reservas en «tierras de misión», en las fronteras adonde los cristianos
de a pie no podemos llegar. Pero cuando una se enfrenta a ello, cuando
quiere colaborar en la construcción del Reino de Dios, encuentra canti-
dad de dificultades que muchas veces son auténticas barreras franca-
mente difíciles de franquear.
Muchas de estas dificultades se derivan del entorno sociocultural en que
nos ha tocado vivir: en tránsito, a paso apurado, de una sociedad católi-
ca confesante a una sociedad secularizada marcada por grandes y rápidos
avances científico-técnicos, económicos y sociopolíticos y un fuerte cam-
bio de valores. Cambios que han afectado a toda Europa, pero que en
España tienen una impronta especial, mucho más marcada por el rápi-
do cambio, de un nacional-catolicismo impuesto y prolongado artificio-
samente en el tiempo, a la nueva cultura moderna (o postmoderna) se-
cularizada que se impuso en todo el mundo occidental, hacia la que fui-
mos conducidos, como si de una panacea se tratara, por la llegada de la
democracia, y en la que nuestro país está ahora inmerso hasta la cabeza.
Una sociedad cada vez más alejada de la Iglesia institucional, con una ne-
cesidad de ruptura con lo anterior, que ensalza sobre todo la autonomía
y libertad del individuo, la realización personal, el disfrute, el placer y el
bienestar sobre todas las cosas; que solo acepta lo que se puede explicar
por la razón; y que identifica la cosmovisión cristiana como la que se
opone en gran parte a todo ello. Una sociedad en la que ser creyente es
todo un desafío y en la que uno se siente rodeado de cantidad de incer-
tidumbres, desconciertos y nuevos retos y sin muchas referencias válidas
para las nuevas circunstancias.
a los cristianos que vivimos tendiendo puentes... Sal Terrae 45
En todo este proceso fui dando con gente que, con la mejor de las inten-
ciones, me transmitió lo que tenía (una imagen de Dios más propia de lo
que hoy llamaríamos «el antiguo paradigma»), que acabó convirtiendo lo
que para mí estaba siendo experiencia de encuentro liberador en una es-
pecie de carga pesada llena de normas morales y reglas de vida que iban en
contra de todo lo que vivían las jóvenes de mi edad. Yo lo asumía como un
«impuesto añadido» que tenía que pagar por haber encontrado a Dios, pe-
ro suponía para mí la puntilla a mis vergüenzas. Cada vez me sentía más
un bicho raro. Vivía como algo difícil de conciliar, por un lado, mi vida de
fe y, por otro, mi vida de estudiante que quería ser normal.
La llamada a seguir al Señor que se me había despertado se había con-
vertido en una vida de negación y sacrificio consistente fundamental-
mente en el cumplimiento riguroso de mil normas y reglas anacrónicas
por las que pasaba el ser fiel a su llamada, según me decían en la direc-
ción espiritual. Mucho estudio escolástico, mucha exigencia moral y
doctrinal, pero poco encuentro personal y libre con Dios. Los medios se
absolutizaban, mientras que la experiencia de Dios se diluía. ¿Dónde ha-
bía quedado aquella preciosa experiencia de acercamiento al Misterio
que me anunciaba plenitud?
Además, tampoco era capaz de dar razón entre mis amigos de aquel cam-
bio de vida. ¿Cómo explicarles que admitir la buena noticia del Evangelio
suponía que me alejase de su «mala compañía»? ¿Cómo hablarles de ese
Dios y hacérselo atractivo a mis amigas y compañeras de facultad? Todo lo
que vivían era pecado: relaciones sexuales con sus parejas, coqueteos con la
droga y el alcohol, incluso algún embarazo indeseado al que dar «solu-
ción»... Había un poco de todo. ¿Qué debía hacer? ¿Alejarme de todo
aquello para no contaminarme? ¿Amenazarlas con la condenación? Admi-
tía que a mí se me exigiera otra vida, pero ¿cómo situar todo esto?
Y llegó la crisis, y mi reacción fue alejarme e intentar vivir mi vida y la
relación con Dios a mi aire. Pero no me resultó nada fácil. Mi concien-
cia estaba muy cargada de prejuicios, de temor a un Dios justiciero; la
culpa me atormentaba. ¡Cuánto sufrimiento innecesario...! Fueron tiem-
pos de desierto y desolación.
Años más tarde, en un viaje al otro lado del Atlántico, tuve la suerte de
encontrarme con una gente comprometida con la educación de los pue-
48 Sal Terrae maría cancelo baquero
los medios) de la pederastia, que tanto daño está haciendo en los últimos
tiempos. También hay muchos otros asuntos, no tanto de principios cuan-
to de tradiciones, que resultan un obstáculo, a mi entender, innecesario.
Y es que la Iglesia jerárquica quizá no ha sabido cambiar la imagen au-
toritaria de los tiempos del nacional-catolicismo y probablemente no sa-
be situarse como una parte más de la sociedad civil, a la que, para colmo
de males, se dirige a menudo dándole lecciones.
La Iglesia se ha quedado desfasada, anclada en otros tiempos, se pone a
la defensiva frente a toda novedad y carece además de comprensión. Así,
me parece, es prácticamente imposible que logre transmitir el mensaje
del Evangelio como buena noticia para esta sociedad. Ello es, en mi opi-
nión, muy grave, porque, si no es capaz de transmitir el mensaje, corre
el riesgo de perder su función y de no servir para nada.
Si creemos que nuestra fe sigue siendo una respuesta válida hoy, ni que
decir tiene que lo que se impone es la necesidad de ir desmontando la
imagen que la gente percibe de nosotros y mostrar que otra Iglesia es po-
sible. Una Iglesia más humilde, sensible al nuevo contexto y a la nueva
sensibilidad. Que sepa ocupar un puesto en la sociedad en defensa de las
causas más nobles y del bien de todos los ciudadanos. Que sepa ofrecer
sus opiniones y la riqueza de su tradición a la vida social, cultural y po-
lítica, siempre con respeto a la autonomía del Estado y sin tratar de im-
poner sus propios puntos de vista. Una Iglesia portadora de esperanza,
que despierte en la gente la utopía de una humanidad mejor, con una vi-
da más plena para todos y en un mundo en armonía. Pero, sobre todo,
una Iglesia que tenga su centro mucho más en Jesús que en sus dogmas
(que ya nadie entiende), símbolos (que ya no significan nada) y tradi-
ciones (mayoritariamente obsoletas).
Aunque gran parte de esta responsabilidad recae en la Iglesia jerárquica,
pienso también que nosotros tenemos mucho que cambiar y aportar pa-
ra el deseado cambio de imagen. La Iglesia es «el pueblo de Dios que tie-
ne una jerarquía a su servicio». Esta autodefinición alternativa, que la
propia jerarquía ha elaborado inspirada por el Espíritu en el Concilio Va-
ticano II, nos pide a nosotros que seamos de verdad pueblo de Dios, y
pide a los pastores que sean de verdad más servidores que gobernadores,
desde el poder, de ese mismo pueblo. Eso quiso enseñar Jesús con la li-
turgia del lavatorio de los pies en la última cena y la glosa que hizo el
mismo Jesús a sus apóstoles para explicitarla de una manera inequívoca.
Tenemos que romper la inercia a la que nos hemos acostumbrado de que
alguien nos diga lo que tenemos o podemos hacer. Tenemos que crear
comunidades cristianas que nos ayuden a vivir y visibilizar un nuevo mo-
do de ser cristianos. Unas comunidades cuya identidad y misión sea la
que nos marcó Jesucristo –«que os améis unos a otros»– y no tanto el
cumplimiento de unas normas ni la declaración impecable e inapelable
54 Sal Terrae maría cancelo baquero
208 págs.
P.V.P.: 20,60 €
Todos tenemos mucho que aprender sobre los niños y la infancia. Ojalá
supiéramos ayudarles a crecer en un mundo que concede un gran valor a
las cosas materiales y subraya los derechos individuales en oposición a los
de la comunidad. Son muchas las fuerzas que controlan a los niños, pero
la fe cristiana puede ayudarnos a confiar en que habremos de cuidarlos
bien. Lo que debemos hacer es redescubrir nuestra herencia. Sigue estan-
do en nuestra mano la oportunidad de revisitar y explorar los lugares fron-
terizos que antaño informaron nuestra andadura: en primer lugar, com-
prendiéndonos a nosotros mismos y, en segundo lugar, tratando de com-
prender a nuestros hijos.
Sal Terrae 57
EN POCAS PALABRAS
***
CIEN AÑOS
DE LA REVISTA «SAL TERRAE»
ORIGEN Y AFIANZAMIENTO
DE LA REVISTA «SAL TERRAE»
MANUEL REVUELTA GONZÁLEZ, SJ *
Resumen
Sal Terrae cumple cien años con buena salud. La revista zarpó en tiempos difí-
ciles a principios de 1912, capeó los temporales del siglo XX y ha puesto rumbo
al siglo XXI manteniendo los mismos ideales. Para conmemorar el centenario
lanzamos una ojeada histórica sobre la situación de España y de la Iglesia en el
momento de la fundación de la revista, la madurez que logró bajo la dirección
de la Universidad de Comillas, las dificultades durante la República y la gue-
rra, y su afianzamiento definitivo hasta el momento presente.
Abstract
Sal Terrae is turning one hundred and is still going strong. The magazine
started out in choppy waters at the beginning of 1912, rode out the various
storms of the 20th Century and headed into the 21st upholding the same ideals.
To commemorate this centenary, we are casting a historical eye back at the
state of Spain and the Church at the time of the magazine’s foundation, the ma-
turity that it attained under the guidance of Comillas University, the difficul-
ties faced during the times of the Republic and the war, and its definitive con-
solidation up to the present day.
1. V. CÁRCEL ORTÍ, Diccionario de sacerdotes diocesanos españoles del siglo XX, BAC, Ma-
drid 2006, 49-62; ID., Informe de la Visita apostólica a los seminarios españoles en
1933-1934, Sígueme, Salamanca 2006.
2. A. MONEDERO MARTÍN, Siete años de propaganda (Crónicas de «Juan Hidalgo»). Es-
tudio introductorio por Manuel Revuelta González, Ed. facsímil, Diputación Provin-
cial, Palencia 2003.
3. R.M. SANZ DE DIEGO, ICAI 1908-2008. Lo que fuimos, lo que somos, U.P. Comillas,
Madrid 2009. V. COMES IGLESIA (dir.), Cuidados y consuelos. Cien años de Fontilles
(1909-2009), Generalitat Valenciana, Valencia 2009.
66 Sal Terrae manuel revuelta gonzález, sj
torum de Comillas bajo la dirección del P. Otaño, que por entonces com-
pone sus mejores obras4.
4. J. LÓPEZ CALO, Nemesio Otaño, SJ. Medio siglo de música religiosa en España,
ICCMU, Madrid 2010.
5. J.-F. BOTREL, «La Iglesia católica y los medios de comunicación impresos en España
de 1847 a 1917: doctrina y prácticas», en Metodología de historia de la prensa españo-
la, Siglo XXI, Madrid 1982, 119-176. P. PASCUAL, «La Iglesia y los periódicos cató-
licos durante la Restauración canovista»: Cuadernos de Investigación Histórica 17
(1999), 227-350. S. HIBBS-LISSORGES, Iglesia, prensa y sociedad en España (1868-
1904), Inst. Gil-Albert, Alicante 1995.
6. J.P. CRIADO Y DOMÍNGUEZ, Las órdenes religiosas en el periodismo español, Tip. E. Ca-
talá, Madrid 1907. Comenta 54 revistas publicadas por los religiosos.
origen y afianzamiento de la revista «sal terrae» Sal Terrae 67
ral, por lo que la nueva revista que iban a publicar los jesuitas de Bilbao
«será un auxiliar poderoso para los párrocos, sobre todo para los que vi-
ven en el retiro de las aldeas»8. Puede decirse que la única revista de ca-
rácter pastoral era La Ilustración del Clero, fundada poco antes por los
claretianos en 1907. Era una buena revista divulgativa y práctica que
pretendía fomentar «la bondad y el saber» de los sacerdotes en general,
especialmente de los párrocos, a través de las secciones de legislación,
ciencias eclesiásticas, consultas morales, oratoria, catequesis, jerarquía,
miscelánea y bibliografía9. La novedad de Sal Terrae parecía estar, más
que en el contenido de las secciones, en la forma de presentarlo, en el de-
seo de difusión por todas las parroquias y en su dedicación preferente a
los sacerdotes más necesitados.
En enero de 1912 salió Sal Terrae. Revista mensual para sacerdotes dirigi-
da por PP. de la Compañía de Jesús. El primer artículo era el prospecto,
que Vilariño titulaba: «Razón de esta revista»10. La primera razón estaba
en las peticiones de los amigos. Muchos sacerdotes aislados le habían pe-
dido repetidas veces «que hiciéramos una especie de revista como El
Mensajero, en que se ayudase a los sacerdotes a preparar sus sermones y
doctrinas y a ejercer con más eficacia y ánimo sus ministerios parroquia-
les». La segunda razón era la conveniencia de que la Liga de Santidad Sa-
cerdotal, que acababa de establecerse en España bajo la dirección del mis-
mo P. Vilariño, mantuviera la unión de sus socios, «para que no fuese
una reunión de arenas esparcidas por toda España, sino un bloque de
granito o, mejor dicho, una cadena de corazones que mutuamente se
prestasen auxilio, consuelo, defensa y todo bien»11.
4. Años de prueba
5. Restauración y afianzamiento
En enero de 1938, la revista reaparecía con los mismos criterios y sec-
ciones. En las primeras páginas se ofrecía el texto íntegro de la encíclica
contra el comunismo que Pío XI había publicado el año anterior. Pero
también se ofreció el texto íntegro de la carta del papa sobre la situación
de la Iglesia en Alemania, en la que condenaba los excesos del nacional-
socialismo. La publicación de este documento, tan comprometedor en
aquellos tiempos de alianza del régimen de Franco con el Reich alemán,
suponía un gesto de independencia y un compromiso con la verdad.
La revista continuó sin interrupción. Puede decirse que Sal Terrae mantu-
vo su finalidad religiosa y sacerdotal, sin implicarse en la política. Fue un
ejemplo más del trabajo silencioso y fecundo en los años de la posguerra.
Al cumplir sus bodas de oro en 1962, su director, el P. Ángel Santos, no-
taba que la revista había ido ganando en madurez y había dado origen a
una fecunda proliferación. Se refería a las sucesivas divisiones de la revista
en otras nuevas. En 1954 salía una Sal Terrae Teórica cada mes, y otra Prác-
tica, cuatrimestral (para catequesis, predicación y pastoral). Esta última se
dividió en 1961 en dos revistas, llamadas Homilética y Catequética.
184 págs.
P.V.P.: 10,50 €
184 págs.
P.V.P.: 15,00 €
LOS LIBROS
RECENSIONES
¿Qué tienen que ver entre sí el Ca- tas. Pero, gracias a que el principio
pitán Trueno, Juan XXIII, el Coyo- «seriedad» no se ha impuesto como
te «Correcaminos», Joaquín Sabina, criterio último, tenemos ahora entre
Teresita de Lisieux o «El Roto»? En las manos un libro en el que el per-
principio, parecería que nada, y el fil del autor garantiza que no vamos
índice del libro de Fernando Millán a encontrar ninguna tontería, y en
provoca una considerable sorpresa. cambio nos ofrece otro tipo de «se-
La explicación es que estamos ante riedad»: la que nos posibilita acer-
la recopilación de una serie de cartas carnos a unos personajes reales o
que fueron apareciendo mensual- imaginarios y participar del diálogo
mente durante tres años en la revis- ameno, original y espontáneo que el
ta «Escapulario del Carmen», una autor mantiene con cada uno de
revista mariana de devoción popular ellos. Tenemos también ocasión de
de los PP. Carmelitas. El criterio ele- conocer mejor a tipos que para algu-
gido para seleccionar a los persona- nos pueden resultar menos conoci-
jes es que fueran «intemporales», dos, gracias a las pequeñas introduc-
que conectaran con un público di- ciones que en cada carta nos invitan
verso y que posibilitaran hablar de a saber algo más y a simpatizar con
diferentes temas, objetivos que se ellos. Un ejemplo: Abebe Bikila es
cumplen con creces. un atleta etíope que ganó en dos
El autor reconoce que «no es se- ocasiones la prueba de maratón y
rio» que un Prior General de la Or- nos permite enterarnos, de paso, de
den (y antes profesor de Sacramen- que este Prior General tiene un afi-
tos en la Universidad de Comillas) ción desenfrenada por correr y ha
se dedique a escribir semejantes car- cometido la locura de participar en
78 Sal Terrae los libros
Desde la elección de Joseph Ratzin- pero que tiene una significación es-
ger como sucesor de Pedro, las reedi- pecial en el ámbito de la eclesiología.
ciones de sus obras y los estudios so- No es de extrañar, por tanto, que en
bre los diversos campos de su teolo- el siguiente libro, dedicado (ya total-
gía se han multiplicado. Santiago mente) por el profesor Madrigal a
Madrigal, profesor de Eclesiología en Benedicto XVI y que versa sobre la
la Universidad Comillas de Madrid, eclesiología del Papa, la discusión en
ya escribió en 2006 Karl Rahner y Jo- torno al Vaticano II se encuentre
seph Ratzinger. Tras las huellas del con- muy presente desde el principio (si
cilio, donde, de la mano de estos dos bien aparece tematizada en las pp.
peritos conciliares y grandes teólo- 351-381).
gos, se acercaba a las diferentes sesio- El libro que comentamos es una
nes del Vaticano II y a la época pos- presentación de la eclesiología de Be-
conciliar. Abordó en ese libro uno de nedicto XVI –algo que no se había
los temas de más hondo calado en la hecho hasta ahora con tal amplitud–.
discusión eclesiológica actual: la in- El autor responde en su obra a dos
terpretación del Concilio Vaticano preguntas: ¿qué es lo que da unidad
II, tema «transversal» de la teología, interna a la eclesiología del Papa? –lo
recensiones Sal Terrae 79
que podríamos llamar el objeto for- ciones que marcan también la divi-
mal del estudio– y ¿qué evolución ha sión de esta parte: el origen de la Igle-
habido en el pensamiento del Papa? sia, su naturaleza y las estructuras de
–el objeto material–. La primera pre- la Iglesia. En esta eclesiología, desa-
gunta aparece respondida ya en el rrollada por Ratzinger en los años se-
subtítulo del libro. Para Madrigal, es- senta, aparecen ya todos los temas
tamos ante una «eclesiología teológi- fundamentales de su reflexión: a ni-
ca», o sea, de la consideración de la vel general, la unidad esencial entre
Iglesia como una realidad que no la dimensión vertical y la dimensión
puede convertirse en fin para sí mis- horizontal de la Iglesia (relacionado
ma, cuyas preocupaciones más im- con la Iglesia como pueblo de Dios y
portantes no pueden ser ni su situa- como cuerpo de Cristo); la impor-
ción ni sus estructuras, sino Dios... y tancia del concepto de «communio»
cómo ayudar a llegar a Dios. Escribir, (tal como lo entendían los Padres de
pensar, enseñar eclesiología lleva irre- la Iglesia) para una eclesiología teoló-
mediablemente a pensar, enseñar y gica; y el tema de la sacramentalidad
escribir sobre Dios. Esto queda pa- de la Iglesia. A nivel particular tam-
tente en las múltiples páginas que de- bién están presentes ya temas que
dica el autor a la reflexión de Ratzin- han acompañado a Ratzinger du-
ger sobre las relaciones entre la Ecle- rante toda su vida y que han dado
siología y la Cristología y la Eclesio- lugar a acentuaciones diversas: la re-
logía y la Pneumatología (buena sín- lación Iglesia universal-Iglesia loca-
tesis en las páginas 146-155). les, la colegialidad episcopal, prima-
Para responder a la segunda pre- do y episcopado...
gunta el autor divide su obra en dos La segunda parte del libro se cen-
partes. En la primera (la más extensa) tra fundamentalmente en la obra
nos ofrece un comentario detallado Iglesia, ecumenismo y política, del año
de un curso (no publicado) que J. 1986, que Ratzinger subtituló «Nue-
Ratzinger impartió en Münster en el vos esquemas de eclesiología» (sin ol-
año 1965 y que después recogería, en vidar otras obras, entre las que mere-
gran parte, en otras publicaciones, ce una atención especial La eclesiolo-
principalmente en su obra El nuevo gía de la constitución «Lumen Gen-
pueblo de Dios. Esquemas para una tium», del año 2000). Esta parte
eclesiología, que publicó en 1969, año mantiene los tres bloques que ya apa-
que toma Madrigal como línea divi- recían en la primera, por lo que se
soria entre la «eclesiología de primera puede ver con mayor claridad el de-
hora» de Ratzinger y el desarrollo sarrollo y los nuevos acentos que el
posterior, al que dedicará la segunda entonces ya cardenal Ratzinger iba
parte. Este curso se divide en tres sec- poniendo.
80 Sal Terrae los libros
La colección Escritos esenciales nos aquel «hombre enviado por Dios lla-
tiene acostumbrados desde hace ya mado Juan», al que tanto deben la
algunos años a valiosas presentacio- Iglesia y el mundo. Aun cuando es
nes («muestrarios», mejor que sínte- tan conocido de todos, recordamos
sis) del pensamiento de autores espi- que Angelo Giuseppe Roncalli
rituales de nuestro tiempo. En esta (1881-1963), que fue elegido en
ocasión, Maalouf es el responsable de 1958 como papa «de transición» y
«recordar» la voz del «Papa bueno», adoptó el nombre de Juan XXIII, re-
84 Sal Terrae los libros
res de su tiempo, así como una opor- lo algunos aspectos de nuestra Iglesia
tunidad para aprender, al contacto y nuestro mundo.
con su persona, sabiduría evangélica
y, también, conocer desde otro ángu- Mª Ángeles Gómez-Limón
Felicísimo Martínez es un sacerdote las luces y las sombras de los dos mo-
dominico muy conocido por todos delos que en el último siglo han da-
los lectores por sus aportaciones a la do consistencia a la vida religiosa, se-
reflexión sobre la vida religiosa a tra- ñalando lo que en cada uno de ellos
vés de sus escritos, conferencias, han sido fuerzas y debilidades, para,
cursos... en un apartado final del capítulo, lle-
En su preocupación, siempre ha gar a diseñar «una vida religiosa ver-
ofrecido «un paso más adelante» de daderamente evangélica», con los pe-
aquel en que se encuentra la vida re- queños indicios y apuntes que van
ligiosa actual, planteando posibilida- surgiendo, pero que tiene dos ejes
des, ensayando nuevas iniciativas; en irrenunciables: opción por la pobreza
suma, dando pistas sobre el nuevo y por los pobres y experiencia comu-
rostro que la vida religiosa debe mos- nitaria.
trar en el hoy. El capítulo segundo dirige su mi-
El presente libro no solo es fruto rada hacia los jóvenes: ellos tienen
de la reflexión, el estudio y la pro- una palabra sobre la vida religiosa
fundización del autor, sino que, co- que esta debe escuchar y que debería
mo él mismo dice, los temas en él ser motivación para su renovación y
tratados han sido comentados, com- profundización evangélica. El autor,
partidos en distintos foros, en comu- teniendo como telón de fondo una
nidades tanto masculinas como fe- encuesta que se hizo en 1999, va se-
meninas, y ello hace posible que ten- ñalando valores de la vida religiosa
ga la frescura, la cordialidad y la ri- con los que los jóvenes conectan, va-
queza de lo que es hablado y no sólo lores que los jóvenes consideran de
pensado. una forma negativa y valores que des-
En el primer capítulo se ponen de de la cultura de hoy dificultan la op-
manifiesto, de una forma concreta, ción vocacional.
86 Sal Terrae los libros
El libro Cuaresma y Pascua con los Pa- car a relucir la originalidad y al mis-
dres de la Iglesia es una antología pu- mo tiempo la actualidad de cada uno
blicada por la Editorial San Pablo en de los Padres» (p. 7). Es un libro que
2010 y editada por Marco Pappalar- permite gustar, de modo hondo y
do, cooperador salesiano que ya ha sintético, el pensamiento que hace de
colaborado en la publicación de va- la tradición de los Padres una tradi-
rias obras que relacionan espirituali- ción preciosa. Se consigue un libro
dad y pastoral juvenil, y en este libro de bolsillo estructurado según el ca-
pone al servicio de los lectores su ca- lendario litúrgico que se puede seguir
pacidad de actualizar el mensaje que los días de las Cuaresma y Pascua, o
nos llega de los Padres de la Iglesia. leyendo partes, según le guste al lec-
Este libro está inspirado en las Au- tor. En cualquier caso, la selección de
diencias Generales del papa Benedic- textos y las prácticas introducciones
to XVI entre 2007 y 2008, en las que permiten al lector entrar en los textos
el Sumo Pontífice presentó el recorri- mismos e interiorizar el mensaje.
do de los padres de la Iglesia. Marco Además, cada texto es completado
Pappalardo ha seleccionado en este por precisas referencias bibliográficas
libro unos breves textos de los Padres para ayudar al lector, atraído por el
para cada día del tiempo litúrgico de pensamiento de uno u otro Padre, a
Cuaresma y Pascua, anteponiendo a profundizar en su pensamiento y en
cada uno de ellos unos sintéticos co- su obra.
mentarios capaces de ayudar al lector Este libro está indicado tanto pa-
en la comprensión de los mismos, así ra jóvenes que quieren una ayuda es-
como a actualizar su sentido. De este piritual honda y valiosa para vivir el
modo, este libro puede ser un «va- importante momento litúrgico de la
liente compañero» que acompañe a Cuaresma y la Pascua, como para los
la reflexión pascual desde el Miérco- adultos que hagan pastoral con jóve-
les de Ceniza hasta la Semana Santa, nes y deseen actualizar el mensaje de
y a lo largo de la sexta semana de Pas- la Tradición cristiana.
cua hasta la fiesta de la Ascensión del
Señor. Así, el intento del autor es «sa- Ronny Alessio, SJ