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BUSQUEMOS LA MIRADA DE DIOS

En Mateo 20.20-28 tenemos una situación incómoda que se dio con los discípulos y Jesús. La
mamá de dos de los discípulos, intentó abogar por sus hijos para que fueran favorecidos en el
Reino terrenal de Jesucristo (que ellos esperaban ocurriera pronto) (v.20-21) Entonces el Señor
busca que los discípulos se hagan responsables de lo que su madre estaba diciendo a nombre de
ellos, al hacer que se comprometieran con la clase de sufrimiento que tendrían que atravesar por
seguirlo (v.22) Y finalmente, les dijo que en verdad esa era su parte, pero lo otro lo decía el Padre
(v.23) Y los otros diez estaban pendientes de esta situación incómoda, y les disgustó (v.24)
Entonces el Señor aprovechó para darles una lección ¿No es verdad que como iglesia nos ocurre lo
mismo? Posiblemente no estemos buscando estar entre los más destacados y reconocidos, pero
en alguna forma esperamos el reconocimiento de los demás. Es algo que se nos ha vuelto común
desde pequeños. Todos queremos el diez, la estrellita, el “excelente, buen trabajo”. El esposo
espera respeto, y la madre consideración; el empleado espera un bono, y el jefe colaboración. El
punto es que todos esperamos un poquito de atención y reconocimiento. Pero en la lógica de Dios
las cosas no funcionan así. Porque esa necesidad es justamente nuestra ruina. Es una necesidad
que nunca será satisfecha. Volvamos al consejo del Señor (v.24-27) Para el Señor, los que en
verdad son importantes y tienen el reconocimiento, no son los que lo buscan, sino los que asumen
su posición con gusto. E inmediatamente se pone como ejemplo (v.28) El Señor no vino buscando
el reconocimiento de su señorío, sino en calidad de siervo (en obediencia al Padre asumió su
posición), y con eso obtuvo la mejore de las atenciones: la del Padre.
Si queremos vivir a la manera del Señor, tenemos que orientar nuestra manera de sentir y pensar
a la lógica de Dios. Abandonar la loca idea de esperar el reconocimiento de los demás, y asumir
con gozo nuestra posición. A eso se le llama humildad. Y cuando eso ocurre en nuestras vidas,
obtenemos la mejor de las atenciones: la de Dios (Isaías 66:1-2)

1. El Señor Jesucristo señaló con valiosas ilustraciones esa tendencia humana de buscar el
reconocimiento (Lucas 14:7-11); y no dudo en denunciarlo como una señal de usurpación
aborrecible para Dios, y marca de una eminente condenación (Marcos 12:38-40) Porque a final
de cuentas se trata de aquella soberbia original que se apoderó del alma de Eva y Adán, y que
es la causa de todos los pecados. Eva creyó la mentira de que le hacía falta algo más de lo que
ya tenía, un mérito mayor que solamente ser una simple creatura (Génesis 3:4-6) Y ése pecado
llevó a Caín a cometer homicidio, creer que merecía el reconocimiento antes que su hermano
(Génesis 4:1-5) ¡Cuantos semblantes no han decaído a lo largo de la historia cuando no reciben
el reconocimiento que creen merecer! Y esa constante se ve a lo largo de la historia de
nuestras vidas.
2. Y el hecho de que seamos ahora cristianos no quiere decir que estemos exentos de este mal. Es
un pecado que yace en nuestra carne mortal, y constantemente nos hace creer que hay ciertas
conductas justificadas, y a las que tenemos cierto derecho. En tiempos de Pablo había un grupo
de judíos que estaban tratando de obtener reconocimiento al convencer a un mayor número
de creyentes a su modo particular de pensar (Gálatas 6:11-13), y Pablo mismo se sabía
vulnerable y apelaba a la Cruz de Cristo como su única razón por la cual sentirse honrado: ser
objeto de misericordia (v.14) Porque también lidiaba con el mismo sentimiento (2 Corintios
12:7-10) Pablo se gozaba de saberse débil, y de saberse bendecido con la gracia de Dios. Ese
era su recurso, y con ese pensamiento se armaba todo el tiempo. Y si nosotros queremos vivir
con el deseo sincero de obtener la atención de Dios, debemos de hacer lo mismo: gloriarnos en
la Cruz de Cristo.
3. El Señor Jesucristo contrastó la soberbia con la humildad al contar sobre dos hombres. El
fariseo estaba dentro del templo, y casi seguro, hasta adelante (Lucas 18:10-12) Y su oración no
estaba dirigida a Dios, sino a sí mismo, ya que el tema consistía en buscar el reconocimiento de
Dios; pero al mismo tiempo, se comparaba con los defectos del otro (v.9). En alguna medida
eso define la arrogancia de la que debemos librarnos.
a. Estar centrados en nosotros mismos, para resaltar los aciertos, con el fin de ser
reconocidos; y al mirar los otros, resaltar sus errores, sin ser capaces de mirar los nuestros.
b. Cuando te pase algo así, entonces debes saber que el pecado de la soberbia está ejerciendo
una influencia en tu vida que solamente ocasionará que Dios te resista (Santiago 4:1-6) Es
decir, se opondrá a todo lo que aspiras para volverte nada y entonces puedas recibir su
ayuda y retomar tu posición de siervo dependiente.
4. Pero el otro, ni siquiera estaba cerca, no alzaba los ojos, y suplicaba misericordia consciente de
la santidad de Dios y de su condición pecaminosa (Lucas 18:13) Es decir:
a. Cuando se centraba en sí mismo era para reconocer su penosa condición delante de Dios, y
eso lo hacía centrarse en Dios mismo y su santidad. Y obtuvo la atención de Dios (v.14;
Santiago 4:6, da gracia a los humildes)
5. Esto es justamente lo que permitirá que Dios nos brinde su gracia (fortaleza para la vida), el
hecho de que no perdamos de vista que no estamos en condiciones de exigir ninguna clase de
reconocimiento o atención, sino de que somos siervos que deben estar atentos a la mano de su
Señor (Salmos 123:2) ¡Atentos a las órdenes para cumplirlas! Esa clase de siervos que deben
estar concentrados en la voluntad de su Señor, ¿Cuál cree usted que es esa orden? Servir a sus
hermanos (Mateo 20:24-27) Y en eso el vuelve a ser nuestro ejemplo (v.28; Juan 13:14)
6. Observa con vergüenza como nuestro Dios abandonó su forma suprema, para tomar una que
fuera semejante a la nuestra. Y tenía derecho a aferrarse pero no lo hizo (Filipenses 2:6-7) Y
siendo hombre como nosotros, soportó la humillación de los hombres, de Herodes, de Pilatos,
de Caifás, por una razón: para que el Padre fuera glorificado en aquellos que serían librados de
la soberbia por su sacrificio, al reconocer que ellos no son el señor, sino los siervos (v.9-11)
7. Por eso el apóstol les exhorta a ser coherentes (Filipenses 2:1-2) Si han tenido un encuentro
con el Señor Jesucristo, ante semejante ejemplo, no debería existir otra cosa que completar la
voluntad de Dios sirviendo a los demás (v. 3-4)
a. Pero si yo centro la atención en mí mismo para exigir reconocimiento de los hombres,
ofendo el glorioso sacrificio del Señor; pero si en lugar de eso asumo mi posición de siervo
y busco ser de bendición a los otros, en lugar de solo menospreciarlos, exaltó la cruz de
Cristo. De eso se trata, gozarme de la Cruz de Cristo, para honrar su muerte.
b. Supliquemos esa misma mente, esa misma pasión (v.5) Que en todo momento tengamos
presente que fuimos creados, y salvados para él y solamente para él; y que no hay manera
más sublime de honrar su muerte (que nos libró de la soberbia), que amando a nuestros
hermanos que fueron, al igual que nosotros, objetos de su incomparable sacrificio. Y todo
para la Gloria del único Señor y Rey que es nuestro Padre Celestial. Entonces tendremos su
mirada atenta a nosotros, y nosotros nos inclinaremos agradecidos.

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