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Las DEA son un grupo de alteraciones de origen neurobiológico que afectan directamente el rendimiento
escolar porque conllevan una dificultad en la adquisición de:
¿Cómo detectarlas?
No todos los indicadores desencadenarán en DEA. Un alumno con DEA puede presentar áreas evolutivas
acordes a su edad y otras en claro desfasaje.
NIVEL INICIAL
• Retraso en la aparición del habla (momento esperable: alrededor de los 2 años y medio).
• Dificultad para reconocer palabras que riman.
• Obstáculos en el incremento gradual del vocabulario.
• Problemas para recordar los nombres de sus compañeros.
• Dificultad para comprender consignas.
• Dificultad para reconocer los colores.
• Dificultad para reconocer cantidades.
• Antecedentes familiares de dificultades para aprender a leer y escribir, o de fracaso escolar.
NIVEL PRIMARIO
• Antecedentes familiares de dificultades para aprender a leer y escribir, o de fracaso escolar.
• Retraso en la aparición del habla (momento esperable: alrededor de los 2 años).
• Dificultad para reconocer cuándo las palabras riman. Obstáculos en el incremento gradual del vocabulario.
• Problemas para recordar nombres (de objetos, de sus compañeros, de los colores, etc.).
• Dificultades para reconocer el nombre de las letras enseñadas por el docente y cómo suenan dentro de una palabra.
• Obstáculos para recordar secuencias tales como los días de la semana, el abecedario, etc.
• Problemas de orientación témporo-espacial: reconocimiento de antes-después, arriba-abajo, adelante-atrás, etc.
• Problemas para comprender las consignas.
• Impedimentos para recordar datos.
• Dificultades de atención frente a actividades que requieren esfuerzo sostenido (lectura, escritura, cálculos
matemáticos) o conductas oposicionistas frente a estas actividades.
• Problemas en la organización sintáctica de las oraciones.
• Impedimentos para organizar las ideas.
• El vocabulario no se incrementa con la práctica de la lectura.
• Errores de ortografía frecuentes.
• Letra poco clara.
• Diferencia significativa entre el relato oral y lo escrito.
• Problemas en la comprensión de textos.
• Contar con los dedos para sumar y restar.
• Dificultad para comprender los enunciados matemáticos.
• Desorganización y olvidos frecuentes.
• Poca autonomía para estudiar.
• Baja autoestima y poca confianza en sus logros.
• Frecuente enojo y frustración frente a la tarea escolar.
• Manifestaciones físicas como dolor de cabeza o estómago, que aumenta durante las evaluaciones.
• Dificultad para aprender la hora.
• Problemas para entender el manejo del dinero.
• Dificultad en copiar del pizarrón.
NIVEL SECUNDARIO
• Antecedentes familiares de dificultades para aprender a leer y escribir, o de fracaso escolar.
• Dificultades de atención frente a actividades que requieren esfuerzo sostenido (lectura, escritura, cálculos
matemáticos) o conductas oposicionistas frente a estas actividades.
• Problemas en la organización sintáctica de las oraciones.
• Impedimentos para organizar las ideas.
• El vocabulario no se incrementa con la práctica de la lectura.
• Errores de ortografía frecuentes.
• Letra poco clara.
• Diferencia significativa entre el relato oral y lo escrito.
• Problemas en la comprensión de textos.
• Contar con los dedos para sumar y restar.
• Dificultad para comprender los enunciados matemáticos.
• Desorganización y olvidos frecuentes.
• Poca autonomía para estudiar.
• Baja autoestima y poca confianza en sus logros.
• Muchos adolescentes han logrado compensar parcialmente su dificultad: leen bien, pero de manera lenta y su
comprensión es baja.
• Persisten las dificultades para el manejo del tiempo y organizar el estudio.
• Dificultades en conceptos matemáticos.
• Dificultades para expresarse por escrito.
• Dificultades para tomar apuntes.
• Falta de motivación.
• Frustración frecuente frente al rendimiento, que provoca enojo y problemas de conducta.
• Desatentos y/o impulsivos.
• Bajo rendimiento escolar, su esfuerzo no se ve reflejado en las notas.
• Desconciertan al profesor ya que comprenden algunos temas y otros no.
Qué hacer: generar aulas amigables.
• Aprender con imágenes.
• Usar lenguaje directo.
• Discutir temas en clase.
• Dividir la información en pasos.
• Aprender por experiencia directa.
• Permitir el trabajo a libro abierto y tener las tablas o fórmulas.
• Dar prioridad a la oralidad, tanto en la enseñanza como en las evaluaciones, limitando la lectura y escritura a lo
indispensable, contemplando anticipar los textos.
• Dar más tiempo para la realización de tareas y/o evaluaciones. De ser posible, contemplar su fragmentación,
asociada al aumento del tamaño de las letras y espaciamiento del interlineado.
• Asegurarse de que las consignas fueron entendidas.
• Evitar copiados extensos y/o dictados, cuando se trate de niños/as con disgrafía (dificultad para la organización
del trazo al escribir).
• Facilitar el uso de computadoras, calculadoras y tablas de multiplicar.
• Comprender que las dificultades ortográficas y de lecto-escritura acompañarán a la persona durante toda su
vida, aunque existan diferentes grados de compromiso.
No es aconsejable esperar a que los/as alumnos/as presenten todos los síntomas enunciados, sino que se
debe intervenir estimulándolos en las áreas en las que presenten dificultades, informar a la conducción de la
escuela, a las familias y al EOE para que sean derivados a los profesionales adecuados. Aplicar las
sugerencias para aumentar la confianza del alumno no perjudica a ningún/a niño/a.
Recordá que existe una ley nacional Nº 27306 que garantiza el derecho a la educación y el acceso al
diagnóstico y tratamiento. Y establece que el sistema de salud cubre el mismo.