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EL MITO DE LOS APELLIDOS

SEFARADITAS

Este es un tema escabroso, especialmente porque en los últimos meses


han aparecido una gran cantidad de listas de “apellidos sefaraditas”, justo
en relación al proyecto de ley con el que el gobierno español quiere corregir
una injusticia histórica, devolviéndole la nacionalidad española a los
descendientes de los judíos expulsados en 1492.
Se han dado situaciones extrañas. Por ejemplo, una persona de apellido
Ramírez busca en la lista, y encuentra que su apellido aparece allí. ¿Eso lo
hace judío? ¿Eso lo hace sefaradita? ¿Eso lo hace descendiente de aquellos
judíos expulsados en 1492 y, por lo tanto, beneficiario de la nueva ley
española?
Vamos desde el principio.
El apellido es un invento relativamente moderno. Durante siglos y siglos, la
forma generalizada en la que una persona se identificaba -además de su
nombre- era con el nombre de su padre: fulano hijo de fulano. Fue una
práctica casi universal. De ese modo, entre los antiguos hebreos se
desarrolló la costumbre de usar nombres como Yehoshúa ben Nun (por
mencionar un personaje bíblico), que en español se traduce como Josué
hijo de Nun. En árabe la variante es mínima: en vez de “ben” se usa “bin” o
“ibn”, como en Osama bin Laden (Osama, hijo de Laden).
En lenguas germánicas se usa la sílaba “son” o “sohn”, como en Jackson (hijo
de Jack), Johnson (hijo de John), etc. En español se acostumbró el uso de la
sílaba final “ez”, y en portugués “es”. Por ejemplo, Rodríguez o Rodrigues
como “hijo de Rodrigo”.
A partir de la Edad Media, cuando se empiezan a establecer los primeros
gremios organizados, comenzó a ser frecuente que algunas personas
empezaran a identificarse por su oficio, y que dicha identificación pasara de
generación en generación, porque un hábito muy común en los gremios fue
el oficio hereditario. De ese modo, empezaron a aparecer apodos -que más
tarde se convertirían en apellidos- como Pescador, Herrero, Zapatero, etc.
Que, naturalmente, aparecieron en diversos idiomas. Por ejemplo, en estos
casos el equivalente en germánico sería Fischer o Fisher, Schmidt o Smith, o
Schumacher.
No sólo los oficios pasaron a ser apodos que luego se convirtieron en
apellidos. También las características físicas y los toponímicos (nombres
derivados del lugar de origen). De ese modo, Chaparro o Klein, Bermejo o
Ross, Moreno o Schwartz también empezaron a usarse como distintivos.
En el caso de los toponímicos, puede citarse como ejemplo el caso de San
Franciso de Asís. “De Asís” no es su apellido, sino simplemente la ciudad de
origen de su familia. Dado que él nació en Francia durante un viaje de
negocios de sus padres, fue conocido como “el francés de Asís”, que en
italiano es Francesco D’Asis.
Por simple lógica, en esta etapa en la que más que apellidos se usaban
apodos -basados en lo que sea-, no existía el concepto de un NOMBRE
FAMILIAR. Es decir: si la persona era identificada por su oficio -digamos,
Herrero- pero su hijo no se dedicaba a eso, entonces el hijo no sería
identificado como Herrero.
La costumbre de poner nombres familiares inalterables generación tras
generación es relativamente moderna.
Ya se venía dando en los círculos aristocráticos por razones obvias,
vinculadas con la legitimidad de la sucesión, pero más que apellidos eran
toponímicos que señalaban el territorio sobre el cual se tenía el título
nobiliario.
El hábito de usar un nombre familiar, heredable generación tras generación
SIN IMPORTAR el oficio, el nombre del padre, el lugar de origen, o ningún
otro condicionante, es relativamente reciente. Apenas hacia el siglo XVI fue
que empezó a imponerse en algunos países de Europa, y sólo hasta el siglo
XVIII se volvió una norma generalizada. En el resto del mundo, los
“apellidos” siguen siendo elaborados conforme a los modos tradicionales ya
descritos.
Entendidas estas ideas básicas ¿se puede hablar de “apellidos judíos”?
Depende de la perspectiva. Si nos atenemos al uso tradicional de usar como
“apellido” el nombre del padre, no. En estricto, eso no es un apellido, ya que
no se hereda de generación en generación. Pero ciertamente tenemos que
mencionar que hubo familias judías que, desde muy antiguo, tomaron
nombres familiares.
De hecho, se sospecha que el primer apellido como tal -no sólo judío, sino
en general- fue Katz, debido a que la palabra “gato” en latín es CATUS, y las
consonantes de ésta (recuérdese que el hebreo se escribe sin vocales) son
CTS, que funcionan como un acróstico para decir KOHEN TZEDEK o KOHEN
TZADIK.
Entonces, las primeras familias en hacer uso de un apellido en forma
habrían sido algunas de la Casta Sacerdotal (Kohanim) judía, usando al gato
como emblema.
Pero, aún en ese caso, estamos hablando de un grupo reducido de familias.
La realidad es que la abrumadora mayoría de las familias judías no
empezaron a usar apellidos sino hasta después de la Edad Media.
En estricto, apellidos específicamente judíos serían los que muchos
inmigrantes tomaron a partir de 1948 tras la fundación del Estado de Israel.
El hábito fue hebraizar sus apellidos anteriores. Así, por ejemplo, un ilustre
humorista dejó de apellidarse Kauffman para luego ser llamado Kishón.
Así que una costumbre masiva de usar apellidos judíos apenas se puede
identificar en Israel desde 1948.
Pero entonces ¿apellidos como Slomiansky, Tartakovsky, Rusalsky o
Mofshovitz no son apellidos judíos? No. Estrictamente hablando, son
apellidos rusos o polacos. ¿Y qué pasa con Rosenberg, Blumenthal,
Goldstein o Meyer? Son apellidos alemanes. Lo que sucede es que fueron
apellidos -rusos, polacos o alemanes- frecuentemente usados por familias
judías.
Acaso en el contexto sefardita se definieron apellidos inmersos en el
contexto arábigo, y por ello son apellidos claramente semíticos, aunque
muchos pueden ser usados también por árabes.
Todo lo anterior nos sirve para ir comprendiendo lo difícil que es hablar de
“apellidos judíos” en general. Vamos con el contexto hispanoamericano en
particular, que es el que nos interesa.
Por ejemplo: en las listas de “apellidos sefarditas” aparecen algunos como
López, Ramírez, Rodríguez, Martínez o Sánchez. Incluso, alguno que otro
charlatán ha publicado en internet que “el uso de la EZ al final es
característicamente judío…”.
Errores y mentiras.
En primera, el uso de la EZ es perfectamente normal en España (en Portugal
es ES). No tiene absolutamente nada de judío. Es la forma típicamente
hispánica para construir apellidos patronímicos (derivados de un nombre).
La única posibilidad para que un apellido semejante pudiera considerarse
realmente judío, sería que se derivara de un nombre que sólo fue usado
por judíos. Por ejemplo, Maimónides, que es la forma española de Ben
Maimón (Hijo de Maimón). Pero aparte de esos casos extraños y poco
numerosos, el resto de los apellidos que terminan en EZ son hispanos.
Punto.
Pero ¿entonces por qué aparecen en las listas de “apellidos sefarditas”
algunos de estos? O más aún: en los registros inquisitoriales -entre otras
fuentes documentales- aparecen muchas personas con estos apellidos,
procesadas por practicar el Judaísmo en secreto.
Sí, es correcto: hubo familias judías que, en el entorno hispano, tomaron
esos apellidos. Pero aquí lo importante es diferenciar que UNA COSA ES UN
APELLIDO JUDÍO y otra cosa es UN APELLIDO USADO POR JUDÍOS.
Rodríguez significa “hijo de Rodrigo”. Hubo familias Rodríguez o Rodrigues
de origen judío, pero también las que no tenían que ver absolutamente
nada con el pueblo de Israel. De hecho, por simple lógica demográfica, LA
MAYORÍA de las personas que se puedan apellidar López, González,
Rodríguez, Hernández, Sánchez, etcétera, no tienen vínculos familiares con
ningún judío por vía de ese apellido (tal vez por otros sí).
¿Existen apellidos hispanos de indiscutible origen judío? Seguro que sí.
Algunos nombres pasaron directo del hebreo al español o portugués, pero
-nuevamente- son casos excepcionales.
Por ejemplo, no hay demasiadas dudas de que la mayoría de las familias de
apellido Abreu sean de origen judío. Abreu es la simple catalanización de
Hebreo. Sucede lo mismo con un apellido como Sábato, evidentemente
derivado de Shabat. O Tinoco, clara castellanización del hebreo Tinok.
Más ejemplos: se sabe que los judíos tuvieron un gusto particular por
tomar nombres de árboles. Eso hace muy probable -aunque no seguro- que
familias con apellidos como Olivera, Carballo, Robledo o Pineda hay sido,
hace siglos, familias judías.
Más relativo es todavía el asunto de apellidos derivados de un lugar
(toponímicos), como Madrid, Sevilla, Toledo o Portugal.
Siempre, invariablemente, nos vamos a topar con familias tanto judías
como no judías que usaron esos apellidos.
A todo lo anterior hay que agregar un detalle: los apellidos se pueden
cambiar por diferentes razones. Si se trata de ir a un evento relevante para
los mexicanos, basta con remontarnos a la Revolución (1910-1917). Fue una
época con tanta inestabilidad social y tantos riesgos, que mucha gente
cambió de residencia y al establecerse en su nuevo hogar se presentó con
otro nombre para poder rehacer su vida sin problemas.
En consecuencia, llevar un apellido actualmente no significa que la familia lo
haya llevado hace cien años.
O, si se trata de casos que se dieron entre familias judías, podría mencionar
el caso de la mía: los Gatell fueron, originariamente, una familia judeo-
catalana. En 1492 se exiliaron a Portugal -donde ya estaba asentada la
misma familia, aunque usaban el apellido en lusitano: Gateño-, y por ello en
1497 fueron obligados a bautizarse junto con todos los judíos portugueses.
En ese momento, los Gatel (en los registros portugueses están registrados
con esa ortografía) tomaron el apellido Henriques. Con ese nombre se
trasladaron a Holanda, donde retomaron el Judaísmo junto con todas las
familias que fundaron la comunidad sefardita de Amsterdam. Pero no
todos retomaron su apellido original; la mayoría se quedó como Henriques.
De cualquier modo, un grupo se trasladó a Alemania, y en Hamburgo y
Berlín retomaron el nombre antiguo, aunque con ortografía alemana:
Gattel, que luego se transformó también en Kittel o en Gotheil. Al salir de
Alemania, las ortografías volvieron a variar: en Italia se siguió usando Gattel,
pero en Francia pasó a ser Gatel, y en Estados Unidos la variante Kittel
devino en la nueva variante Keitel. En México, quiso la buena fortuna que
por un error de ortografía de un funcionario de registro civil, los nietos y
bisnietos de Ygnaz Gattel pasaran a apellidarse Gatell -como originalmente
era hace más de cinco siglos-. Personalmente, estoy seguro de que la
mayoría de los judíos del mundo pueden contar historias similares respecto
a sus apellidos.
Siguiendo con el caso de las familias judías, el asunto de los apellidos puede
ser muy subjetivo por otras razones. Por ejemplo: la identidad judía se
hereda por vía materna. Por lo tanto, un verdadero judío puede llevar
cualquier tipo de apellido: japonés, irlandés, nigeriano, aborigen, sioux, lo
que gusten. Si la mamá es judía, la persona es judía. Imaginen a un irlandés
que optó por la conversión al Judaísmo, y luego se casó y tuvo familia. Por
ello, habría una comunidad cien por ciento judía donde una familia cien por
ciento judía tendría un apellido irlandés. Pongámosles O’Shaugnessy.
Dentro de cien años, cualquier investigador genealógico encontraría que
hay registros de nacimiento, bodas o funerarios JUDÍOS de una familia
O’Shaugnessy. ¿Eso significa que los O’Shaugnessy son judíos? No. Sólo
significa que una familia judía -por la razón que gusten- usó ese apellido.
Pero O’Shaugnessy es y seguirá siendo un apellido irlandés.
Esta situación se dio muy frecuentemente con las familias Cripto-Judías en
América Latina. En muchas ocasiones, buscaron que las hijas se casaran
con cristianos sin ningún vínculo con judíos, para que el apellido a heredar
fuese un apellido no registrado por la Inquisición. Los hijos, naturalmente,
eran educados en secreto como judíos, si bien sólo se les revelaba su
origen después de cumplir los 13 años de edad. De ese modo, muchos
apellidos hispanos que no tenían ningún origen judío, pasaron a ser usados
por familias judías.
Y sucedió lo contrario: personas nacidas en familias Cripto-Judías y que
llevaban apellidos que, aunque no necesariamente son judíos, pero que
fueron traídos a México por familias judías -como Fonseca, Silveira, Coronel,
Aguilera, Treviño o Cardozo-, en algún momento pudieron decidir
abandonar el asunto del Judaísmo y formar una familia cristiana normal. Al
casarse con una mujer que no tuviera ningún vínculo con el Judaísmo, la
siguiente generación dejó de ser judía, y probablemente los nietos ni
siquiera se llegaron a enterar del origen de la familia.
De todo lo dicho, son dos las ideas que quiero que queden claras:
1.Es muy difícil hablar de apellidos verdaderamente judíos. Casi imposible.
Las variables pueden ser tantas, que al final tenemos que llegar a una
conclusión por demás lógica: lo judío está en el individuo, no en el apellido.
2.Para el estudio de las familias Cripto-Judías en América Latina y su
identidad, los apellidos no son el mejor lugar para comenzar o fundamentar
nuestras conclusiones.
En realidad, este es un fenómeno más complejo que una mera cuestión de
apellidos, y vamos -poco a poco- a ir explicando por dónde se agarra el
tema.
Entonces, si usted está interesado en el tema y se encuentra su apellido en
una de las tantas listas de “apellidos sefarditas” no se emocione. Del mismo
modo, si no lo encuentra, no se espante.
Le puedo asegurar que cualquier conclusión rápida que se saque de esas
listas es, seguramente, falaz.
A partir de la siguiente nota, empecemos a desglosar quiénes son estos, los
judeo-conversos o Benei Anusim o Cripto-Judíos o Marranos o Cristianos
Nuevos.
Porque parece que son lo mismo, pero la realidad histórica es que no.

LOS JUDÍOS DE APELLIDO ESPAÑOL; LOS


VERDADEROS SEFARDITAS
14 OCT, 2019

ROGER MARTIN

ENTREVISTAS Y REPORTAJESOPINIÓN

1
Enlace Judío México e Israel.- Hoy en día es fácil creer que los judíos
tienen apellidos Alemanes, Polacos, Rusos o Árabes como si fuera
normal, como si ese fuera el origen de los judíos, (la mayoría de judíos
en el mundo no usan apellidos hebreos).
ROGER MARTIN
Esa creencia equivocada tristemente, mantenida por muchos judíos que
ignoran la realidad de sus propios orígenes mostrando una penosa
ignorancia, algo así como cuando en la serie “Friends” Chandler, no feliz que
su amigo Joey le estaba tratando de quitar la atención de una chica
holandesa, delante de ella le pregunta a Joey: “¿De dónde vienen los
holandeses?” a lo que un ignorante Joey responde -”Pennsylvania”, en clara
referencia a que en ese lugar migraron miles de holandeses, pero
realmente no son de allí, ese no es su lugar de origen étnico-cultural
realmente. Mientras que los judíos alemanes tienen apellidos alemanes, los
judíos polacos, polacos, los judíos rusos, rusos, los judíos ingleses, ingleses,
los judíos libaneses, libaneses etc., los judíos ashkenazíes (ashkenazí
significa “alemán” y el vocablo es usado por los judíos del este y centro de
Europa que hablan yiddish, lengua judeo-alemana) tienen apellidos del
norte y este de Europa por obvias razones, apellidos europeos no judíos
utilizados por familias judías para esconderse del antisemitismo, es decir,
los judíos utilizaron apellidos del lugar donde se habían establecido para no
llamar la atención; cambiaron, inventaron, tradujeron o modificaron sus
verdaderos apellidos hebreos por versiones totalmente europeas, (y en
muchos casos se mezclaron sin perder la cultura judía). Pero resulta que
uno de los grupos más importantes y prolíficos judíos, los sefarditas, siendo
Sefarad, España, son los únicos a los que no se entiende que por ser judíos
españoles, usen apellidos españoles.
No se puede ser sefardita si no se tiene apellido Español
Originalmente los Sefarditas tienen apellido Español, de igual forma que la
mayoría de los latinoamericanos, sin que sean estos grupos “españoles”. Así
como los indígenas nativo americanos que fueron hechos súbditos del
poder colonial español a la fuerza por motivo de la conquista terminaron
hispanizando sus identidades por regla e imposición de la colonia (los
indígenas americanos), los judíos españoles (sefarditas) que se habían
establecido en la península ibérica desde la diáspora romana, recurrieron a
lo mismo para esconderse del violento antisemitismo y de las conversiones
al catolicismo forzadas. A ambos grupos no les fue nada bien bajo el duro
control español, sobra decir. Pero descendientes de los verdaderos
sefarditas, así como los latinoamericanos, comparten esa misma
experiencia de tener al poder español dictando las reglas; casualmente la
tragedia de ambos grupos poblacionales inició en 1492. Los sefarditas son
de apellido español en su mayoría, como ya se mencionó. Otros tienen
apellidos de la misma rama latina heredera de Roma, apellidos
portugueses, franceses, italianos y fuera de esa regla: griegos. Los
sefarditas no tienen apellidos árabes, ni turcos, ni rusos, ni polacos ni nada
así. (Una minoría sefardita “arabizó” sus apellidos españoles por vivir en
zonas de mayoría musulmana y así fueron censados, pero no son apellidos
árabes, no existen en el mundo árabe, sino dichos apellidos atienden a
reglas de gramática árabe, lo normal es que sean españoles casi en su
totalidad) Los judíos sirios, iraníes, indios, iraquíes, yemenitas, armenios,
kazajos, etíopes y de otras regiones del medio oriente, Asia y norte de
África, no descienden de los judíos expulsados de España, por lo tanto no
son sefarditas; no tienen conexión histórica, racial ni cultural con la
península Ibérica. Importante aclarar que entre los judíos de Turquía y el
mundo árabe, en sí en el norte de África, sí hubo comunidades fundadas
por los sefarditas expulsados de España y otras de judíos árabes mizrahíes
sin conexión con España, por lo tanto, no todos los judíos establecidos en el
norte de África son sefarditas, sólo los que realmente entran en los
parámetros mencionados. Cada comunidad en esa región atiende a un caso
específico, unos sí lo son y otros no; árabes y españoles no son lo mismo,
De igual forma ocurrió en Siria, donde desde tiempos del Rey David existían
comunidades de judíos sirios en ese país, considerados “judíos arabizados”
en muchos casos mezclados racialmente con árabes como a simple vista se
puede constatar, pero allí también se establecieron judíos sefarditas
expulsados de España, entonces habían dos grupos judíos en Siria, la
mayoría, judíos árabes y la minoría, judíos españoles, el desastre de
clasificación ocurre porque en el siglo XX las prominentes comunidades de
judíos en siria migraron de ese país, en Alepo y Damasco existían grandes
centros judíos. Al establecerse en América principalmente, los judíos sirios
fundan sus organizaciones y templos, pero por lo motivos que fueran en
América, la división de judíos árabes y españoles no se mantuvo como en
Siria y tanto judíos árabes y españoles provenientes de Siria se afiliaron a la
misma comunidad en muchos casos, por eso en dichas comunidades hay
apellidos árabes (la mayoría) y españoles y portugueses,
sorprendentemente muchos de sus miembros no conocen su propia
historia y no tiene ni idea de porque hay apellidos árabes y españoles
creando la confusión si son descendientes de los expulsados por España o
no, me ha tocado conocer gente de apellido español que se identifica como
“árabe” en una clara desconexión sobre la realidad de su propia identidad y
origen.
Cualquier apellido español podría ser sefardita, pero esto no significa
que los apellidos españoles sean apellidos judíos. Lo que significa es que
muchos judíos tomaron apellidos españoles para huir del antisemitismo,
(así como los judíos alemanes, rusos, polacos, árabes, húngaros hicieron los
mismo, tomar apellidos “locales”) sobre todo en España, que hubo
conversiones al cristianismo impuestas con dura violencia y para eso la
inquisición se dedicó a buscar entre los “nuevos cristianos” a aquellos que
se convirtieron al cristianismo pero que en secreto seguían siendo judíos,
como pasó en muchos casos, y escondían su fe judía para evitar expulsión,
tortura y confiscación de bienes.
La inquisición duró más de tres siglos destruyendo prácticamente la cultura
sefardita de la península ibérica, pero esta cultura se fue con los expulsados
que la restablecieron en otras partes del mundo, tanto en América como en
otros países europeos.
Las Américas
En 1492 el edicto de expulsión de los judíos entró en vigor. Ese mismo año
España descubre América. Desde ese año miles de migrantes judíos, ya
sean judíos que se negaron a convertirse al cristianismo o muchos “nuevos
cristianos”, llegaron a América para ser libres y practicar la fe de sus
antepasados, pero con la conquista llegó la inquisición de igual forma y los
judíos sefarditas tuvieron que esconderse de nuevo tras identidades
españolas, portuguesas, italianas y francesas principalmente. Se sabe que
el mismo Colón (Columbus) era un judío sefardita cuya lengua materna era
el judeo-español o ladino. Se sabe que su traductor Luis de Torres era un
sefardita que se convirtió al cristianismo horas antes de partir a la aventura.
Se sabe que existía una intención de buscar una tierra donde se pudiera
practicar libremente el judaísmo sin estar sometidos a los volubles reyes
europeos, y así como ellos, miles de sefarditas se dispersaron en todo el
nuevo continente fundando comunidades secretas aún vigentes hoy en día
en diferentes países de América latina. Con la conquista, el poder colonial
Español impuso a los nativos americanos su cultura por encima de la
cultura pre-hispánica. Impusieron también su idioma, religión y costumbres
de nombramiento, así como los ingleses hicieron lo propio con los esclavos
africanos que trajeron a América o los Franceses a Haití o los portugueses a
Brasil; es decir, impusieron sus apellidos a los pobladores locales o esclavos
traídos sin que estos sean realmente ni españoles, franceses, ingleses o
portugueses, lo cual para los judíos fue positivo porque al difundirse los
apellidos europeos en América, ellos pudieron seguir escondidos de
muchas formas.
Este tema de los apellidos ha dado mucho de qué hablar, porque al
existir registros de familias judías, por ejemplo, con el apellido Pérez,
Sánchez o Hernández etc., se ha creado una desinformación sobre el
origen familiar de la gente. El tener estos apellidos o cualquier apellido,
en este caso español, no significa que el portador sea español o sefardita,
cada caso es distinto y sólo la historia familiar, su genética, su aspecto, sus
rasgos culturales etc. definen quién es qué. Recordemos que los españoles
impusieron sus nombres a la población local, por eso mismo existen
apellidos españoles en África, América y Asia sin que los portadores sean
ibéricos. Al igual que los judíos, los nativos americanos fueron obligados a
“hispanizarse” dejando su cultura atrás; en el caso de los judíos solo como
fachada en muchos casos. Por ejemplo, el apellido “Hernández”. Hay
registros que hubo judíos que utilizaron este apellido relativamente común
en su lugar de origen (España), pero en México es el apellido más común; la
explicación de este fenómeno se debe a que el conquistador de la
Tenochtitlán, posteriormente La nueva España, era un militar extremeño
llamado Hernán Cortés. Siendo “Hernández” un apellido patronímico, “Hijo
de Hernán”, fue impuesto a una gran cantidad de indígenas nativos sobre
sus propios apellidos por ser súbditos de Hernán Cortés, su conquistador.
Como resultado, una gran cantidad de apellidos indígenas se perdieron en
la historia al ser reemplazados por “Hernández”, borrando la cultura local.
Eso en referencia al apellido más común, pero prácticamente la mayoría de
los apellidos españoles en México y América latina fueron impuestos por
los conquistadores europeos hacia sus súbditos como una declaración de
propiedad. En esa historia los judíos y los indígenas americanos comparten
la misma tragedia; una gran cantidad de apellidos judíos o hebreos se
perdieron en la historia para siempre al ser reemplazados a la fuerza, y a
veces de manera “voluntaria”, por apellidos europeos con el fin de
sobrevivir. Al final del día los apellidos son accidentes históricos que no
representan realmente el origen racial o de procedencia del portador de
forma homogénea, o exclusivamente; es decir, un “Hernández “en México o
Perú o Filipinas o Cuba o Madrid o Grecia podría arrojar orígenes diferentes
tanto indígenas, españoles, africanos, chinos o judíos. Los apellidos en las
colonias europeas dejaron de ser exclusivos de los europeos porque los
traspasaron, y si a eso le agregamos que hay árabes, africanos y asiáticos
que también castellanizaron su identidad, como los esclavos negros en
EE.UU anglonizaron sus apellidos y así cada poder colonial ya sea francés,
holandés, español, portugués o inglés etc., la confusión es mayor.
Por ejemplo, los miles de judíos de apellido alemán, es decir askenazíes,
jamás se identifican como “alemanes”, aunque eso significa askenazí,
porque saben perfectamente que sus apellidos son producto de
persecuciones y cambios necesarios por supervivencia y no
necesariamente por linaje de sangre. Por eso, las listas de apellidos
“sefarditas “que sobran hoy en día en internet, realmente no arrojan ningún
tipo de información veraz; lo único que han logrado es confundir a la gente
sobre si el hecho de que si su apellido esté en esa lista, por arte de magia
son españoles o en este caso judíos y no es así. Hay millones a los que sí les
aplica la información y hay millones a los que no, cada caso es diferente y
personal y cada familia sabrá conocer su propia historia familiar y el
verdadero origen e historia de su apellido. Pero lo importante no es el
apellido, como dice el “espíritu del oeste” (una divinizada versión de Clint
Eastwood en sus westerns) en la película Rango: “No importa el nombre,
sino el hombre, son las acciones las que te definen”.
Sangre Sefardita
Está demostrado que al menos el 25% de los españoles tiene orígenes
judíos de los miles de sefarditas que se quedaron en España sin que mucha
gente sepa que tienen origen judío o les interese. Ese 25% de españoles
que son descendientes directos de los judíos de España no practican el
judaísmo y no les interesa hacerlo. Por ejemplo, el tenista Rafael Nadal
tiene un origen sefardita, en algún grado; el apellido Nadal aparece en las
lista oficiales de apellidos sefarditas. Alguna vez lo ha comentado él mismo,
pero no es algo relevante en su carrera o vida privada, es más algo
anecdótico, una curiosidad familiar, y eso mismo ocurre a millones de
españoles en Europa y los españoles en Latinoamérica. Como por ejemplo
otro tenista, el mexicano Leo Lavalle que es descendiente de sefarditas, y
de igual forma miles o millones tal vez de mexicanos y latinoamericanos
tendrán por simple lógica y probabilidad matemática algún origen sefardita
entre sus antepasados, porque los sefarditas se quedaron en América y se
mezclaron, en la mayoría de los casos se sabe, entre ellos mismos. Existen
comunidades en México como la de Cotija en Michoacán fundada por
familias sefarditas y que se casaron durante siglos entre sefarditas. Si
bien no practican el judaísmo, esos genes siguen allí como afirman sus
pobladores. Monterrey fue fundada por familias sefarditas que se
establecieron y quedaron en esa región, otros grupos se mezclaron con
españoles o franceses y otros con indígenas en mucho menor medida,
prácticamente nula, pero no imposible. Obviamente hay genes de los judíos
llegados a América en muchas familias, no significa que por eso sean judíos
sefarditas todos, o que deban buscar hacerse judíos, a menos que los
interesados así lo consideren, lo que significa es que los judíos sefarditas
llegados al nuevo mundo, se quedaron aquí y dejaron sus orígenes que hoy
en día perduran. En México casi el 20% de la población es de origen
europeo, en la mayoría de los casos descendientes de las oleadas de
españoles y en menor medida los demás grupos europeos que se han
instalado en el país en los últimos siglos. Es casi el mismo número de
españoles con origen sefardita en España. Son datos que no tienen
importancia social, pero valen para entender la magnitud de la
supervivencia de los sefarditas en la cuna de su cultura. Al final del día se
puede decir que nunca se fueron de España. Y sobra decir que no existe tal
cosa como que un origen es mejor que otro, o cierto idioma o cierta cultura
o cierto aspecto; una cosa es conocer la historia nacional y familiar y otra
creer que vale algo más que unas anécdotas nada más porque las
nacionalidades en América son eso, nacionalidades y no referencias de
grupos étnicos. Los países se llenaron de migrantes de todo el mundo en
coexistencia con los pobladores locales más un grado de mestizaje.
Una vez en Puebla vi a un señor blanco, pelirrojo, ojos verdes y de cabello
muy rizado y barbas rojas que parecía una postal de un judío, tenía todos
los rasgos característicos de lo que define el fenotipo hebreo. Me acerqué a
platicar con él, le pregunté si era judío, y me dijo que no, pero que su
padres aseguraban ser descendientes de sefarditas de esas comunidades
secretas establecidas en México, que era católico y se consideraba
descendiente de nuevos cristianos, y como él debe haber millones. Si algún
lector es judío sefardita, o sabe que tiene algo de sefardita o algún
antepasado judío de los llegados de España, lo felicito, comparte sangre con
uno de los grupos judíos más prolíficos en la historia del judaísmo y de la
humanidad y esos genes están ligados directamente con un evento
histórico de relevancia mundial: el descubrimiento del nuevo mundo.
¿Quién es sefardita y quien no lo es?
A este problema le sumamos la ignorancia. Desde los Estados Unidos hasta
la Patagonia hay una cantidad enorme de ignorantes que no tienen ni idea
de nada. Por ejemplo, en EE.UU. creen que los apellidos españoles
comunes en América Latina por obvias razones de la conquista y sus
reglas, son apellidos “indígenas”, y cuando se les aparece un
latinoamericano de origen europeo o un español o un judío sefardita
latinoamericano de nombre español, los vecinos del norte no
entienden por qué luce “occidental”, no entienden por qué alguien de
aspecto occidental habla español y muchos menos que sea judío. Están
acostumbrados a poner etiquetas con juicios simplistas y mal informados
contribuyendo con eso a la desinformación en todo el mundo, gracias a la
capacidad de exportar su cultura a todo el mundo por el cine y la televisión.
También entran en shock cuando se enteran que los llamados allá “nativo
americanos”, los indios de los westerns esos a los que John Wayne mataba
200 con una bala, son el mismo grupo racial que los indígenas mexicanos.
Por ejemplo, Michigan y Michoacán son palabras del mismo idioma
indígena culturalmente hablando, algo así como español y portugués,
idiomas hermanos, simplemente no lo entienden, confunden los términos o
peor aún creen que son sinónimos los términos: hispano, latino,
latinoamericano, Spanish etc. cuando obviamente no son equivalentes. Y
ese triste fenómeno de pena ajena también existe en México. Hay personas
que no saben nada de historia del país, o no saben porque hablan español.
Alguna vez platiqué con un judío árabe que no estaba seguro porqué su
apellido era árabe y no judío siendo él judío; no sabía que Sefarad significa
España o que los apellidos españoles y el idioma que habla como lengua
materna (español) no es un idioma mexicano sino europeo, y hablamos de
una persona nacida y educada en México (si el término “educada” es
aplicable) y esto me lleva al tema del artículo: dentro y fuera de la
comunidad judía no se entiende que los sefarditas tengan por lógica
apellido español. Una vez más (Spoiler alert), Sefarad significa España.
La confusión
Un problema grave a la hora de desglosar las comunidades judías es lo mal
informados que están muchos judíos. En EE.UU. se entiende como
“sefardita” todo lo que no sea yiddish, así de arbitrariamente simple e
ignorante se decide. Se consideran como sefarditas a las comunidades de
judíos árabes y africanos sin distinción de los ibéricos. Parte del problema
es que un gran número de comunidades “sefarditas” no son realmente
sefarditas en el sentido correcto sobre la conexión con España, ya sea por
idioma, cultura o apellidos de sus miembros. Lo que ocurre es que muchas
comunidades judías del mundo árabe tomaron el rito religioso
sefardita y en ese sentido se consideran “sefarditas” cuando
realmente no lo son. Esto tiene que representar un problema ahora que
muchas personas intentaron conseguir pasaporte español basados en la
corrección del gobierno de España a reconocer y permitir regresar a los
descendientes de los judíos expulsados en 1492, pero que como mencioné,
las comunidades de judíos árabes que se auto nombran “sefarditas” no son
descendientes de los verdaderos sefarditas expulsados. Probablemente hay
verdaderos y muchos más descendientes de los judíos expulsados de
España en cualquier lugar de américa latina sin que sean judíos o se
consideren así, que en la comunidades de judíos árabes que usan el
término “sefardita” por rito religioso y no por conexión con España.
Los verdaderos sefarditas están ligados a España más allá de la religión, los
descendientes de conversos, en muchos casos familias cristianas,
realmente tienen más sangre judía que muchos judíos tradicionales.
Los Sefarditas son de España y Portugal
He conocido miembros de comunidades “sefarditas” que son de judíos
árabes sin conexión con España pero que algunos de sus miembros sí son
verdaderos sefarditas, que se afiliaron a esas comunidades por el uso de la
palabra “sefardita” sin saber realmente el origen de esos grupos y se sabe
que esos sí son judíos españoles porque son los únicos con apellidos
españoles. Esa es la verdadera identidad sefardita. Algunos llegados de
Turquía donde se instalaron grandes grupos de los expulsados de España al
igual que en Grecia y los Balcanes, Holanda, Francia e Inglaterra. El asunto
es el siguiente: cuando los reyes Católicos expulsan en 1492 a los judíos
españoles, y 1497 a los judíos portugueses, estos judíos ibéricos huyen a
ciertos lugares como Holanda (Flandes), Inglaterra, Francia, Italia, Serbia,
Turquía, Grecia, Croacia, Bulgaria y grupos pequeños a Hungría y la
península escandinava. Eso en Europa.
Importante notar que en esa época no existían esos países como se les
conoce hoy en día, pero muchos otros huyeron a diferentes partes de
América desde la Nueva Ámsterdam (hoy Nueva York), hasta lo que es hoy
Argentina, pasando por todo el continente, así como al norte de África,
Marruecos, Argelia, Tunisia etc. Prácticamente se instalaron en la cuenca
mediterránea, ya sea la parte europea o la del norte de África, Turquía y
regiones en los Balcanes con mayorías musulmanas. Allí se fundaron
comunidades sefarditas de expulsados de España y de los judíos árabes
que tomaron el rito religioso sefardita como se ha mencionado,
aumentando con esto la confusión sobre quiénes son sefarditas, aunque la
solución es muy simple: los apellidos españoles destacaran para aclarar lo
obvio, o los que saben que su apellido se adaptó de uno español en clara
conexión con Sefarad. Por ejemplo, la comunidad judía que se instaló en
Venecia nombró a su templo “Templo Español”. Hubo otras congregaciones
llamadas “Templo Toledo” o “Templo Portugués de los hijo de Israel”, etc.
Hoy en día existen en comunidades judías de sefarditas reales y de judíos
árabes con miembros sefarditas con algunos de los siguientes apellidos:
Torres, Balas, Fernández, Martínez, Solís, Valencia, Galante, Sevilla, Catalán,
Maya, Mercado, Martin, Martins, Cardozo, Abreu, Calderón, Israel, Toledano,
Henriques, Enriquez, Pinto, Picazo, España, Rozales, Espinoza, Maldonado,
Garza, Ramones, Cazorla, Kassorla, Fábregas, Hidalgo, Hidalgo y Costilla,
Columbo, Carbajal, Carvajal, Peres, Pérez, Mendes, Bilbao, Buitre, Benado,
Bessudo, Bezos, Inojar, Sabala, Zabala, Velasco, Belasko, Zorrilla, Leno,
Olivares, Olivas, Silva, Gigante, Hernández, Santos, Curiel, Marques,
Sanchez, Daniels, Azaria, Espinoza, Bivas, Vivo, Madrid, Sabat, Sabato,
Ancona, Romano, Moreno, Garci, Amarillo, Del Valle, Luxemburgo,
Lumbroso, David, Soriano, Lugo, Villegas, Pardo, León, Franco, Varon,
Baron, Rodas, Lázaro, Lazarus, Moscatel, Ballestero, Gaón, Gaona, Laniado,
Silvera, Palombo, Saltiel, Ferrera, Touriel, Mayo, Laredo, Gabriel, Víctor,
Amar, Castro, Calvo, Gonzales, Pariente, Pacifico, Vidal, Alvares, Banon,
Aspe, Da Costa, Ángel etc. Es decir, apellidos españoles, y uno que otro
portugués que como mencioné anteriormente, el tener uno de estos
apellidos no significa que el portador sea sefardita, podría ser, depende de
su historia familiar, pero por obvias razones los sefardim (españoles)
usarán apellidos españoles, muy distintos a los apellidos de los judíos
ashkenazíes que son como Woldenberg, Epstein, Waintraub, Duchinsky,
Schwartz, Grossman, Stark, Greenberg, Berger, Rosenblum, Bernstein,
Kleinman, Tenenbaum, Sandler, Goldsmith o Weissman entre otros etc. o
los árabes que son también muy distintos, como Tawil, Al Azraque, Hadad,
Habib, Chiprut, Azoulay, Awat, Hakim, Mansour, Salam, Ibn Salam, Mizrahi,
Smeke, Faruk, Abud, Abdul, Hadid, Abadí, Jalife, Hasan, Samir, Halwani, Ibn
Ibrahim etc. En otras palabras es muy fácil reconocer apellidos españoles,
apellidos latinos.
Algunos sefarditas famosos son la nadadora norteamericana olímpica y
multipremiada Dara Torres, el Director inglés de películas como Belleza
Americana, Camino a la Perdición, Skyfall  etc. Sam Mendes, el actor
norteamericano Hank Azaria (que hace muchas voces para The Simpsons),
el co-fundador de Facebook Eduardo Saverin, el ex-capitán del equipo
estadounidense de waterpolo Tony Acevedo, el ex juez de la suprema corte
de justicia de los EE.UU. Benjamín Cardozo, el filósofo Holandés Baruch
Spinoza, el padre de la economía clásica el inglés David Ricardo, el
empresario griego fundador de Danone (siendo el primero en comercializar
el yogurt) Isaac Carasso y su hijo Daniel Carasso, los pintores impresionistas
Camile y Lucien Pissaro, el fundador de Guess? Paul Marciano, el escritor e
historiador Miguel de Barrios, el poeta español Daniel López Laguna, su
editor Mardoquero Nuñez Almeyda, Los hermanos Pereire, financieros
franceses rivales de los Rothchild, Luis de Carvajal y de la Cueva explorador
portugués y Gobernador del Nuevo Reino de León, México, (Nuevo León) su
sobrino, Luis de Carvajal “el mozo” considerado el primer escritor judío de
América, Rodrigo López, médico de la Reina Isabel I de Inglaterra y espía de
esta de Felipe II Rey de España, Benjamín Rodrigues matemático Francés,
Miryam Moscona novelista y poeta Mexicana, Pierre Méndes France ex-
primer ministro Francés, Benjamín Disraeli ex-primer ministro Británico,
Franklin Delano Roosevelt ex-presidente de los EE.UU., Manuel de Piña
escritor y humorista holandés, Avraham Toledano político Israelí, Amadeo
Modigliani pintor rival de Picasso, Miguel Hidalgo y Costilla libertador de la
Nueva España (hoy México, sentenciado a él y su familia por “judaizantes”
por la santa inquisición), Daniel Mendoza conocido como “el padre del
boxeo científico” fue un boxeador inglés campeón en ese país, Moisés
Ajuelos líder francés en Marruecos de la comunidad sefardita, Elías Canetti
escritor y pensador búlgaro premio nobel de literatura 1981, Aarón Castro
empresario griego fundador de la tienda de ropa de moda juvenil israelí
“castro” popular en ese país y varios países europeos, Christophorus
Columbus marino y explorador genovés, Primo Levi escritor italiano y
sobreviviente del holocausto, su obra “Si esto es un hombre” es
considerada una de la obras literaria más importantes del siglo XX, Emma
Lazarus poeta estadounidense y activista de causas judías, su más famoso
poema está instalado en una placa de bronce en el pedestal de la estatua
de la libertad en Nueva York, David Guetta DJ, cantante y productor musical,
la familia Guetta es sefardita fraco-italiana de Marruecos, Jacques Derridá
filoso francés postmodernista, Los hermanos James Franco y Dave Franco
actores y modelos contemporáneos estadounidenses, James famoso por
películas como la trilogía de “ El Hombre araña” donde interpreta a Harry
Osborn amigo de Peter Parker interpretado por Tobey Maguire, también en
películas como “127 horas”, “James Dean”, “Pinneaple Express”, “True Story”
etc. de padre sefardita, “Shimon Ben Maimón “Maimónides” sabio español y
uno de los escolares más importantes del judaísmo entre otros famosos
sefarditas.
En algunos lugares aparece el nombre del hombre más rico del mundo Jeff
Bezos (fundador de amazon.com) como judío sefardita, el apellido Bezos es
español, es Besos en español antiguo, entendiéndose que el ladino o judeo
español (el idioma de los sefarditas) utiliza las reglas gramaticales del
español del medievo y no del moderno, pero Jeff Bezos no es judío
sefardita, él es adoptado por un judío sefardita cubano, su verdadero padre
era noruego, pero el apellido Bezos sí es sefardita. Nada mal para los
apellidos de los judíos ibéricos me parece.
El famoso músico andaluz Paco de Lucia, autoridad en el Flamenco, aseguró
que el flamenco es muy similar a la música que los sefarditas tocaban en el
templo, de igual forma el jamón serrano fue obra sefardita, para
esconderse de la intransigente inquisición, los judíos españoles curtían la
carne de cerdo en sal para que dure mientras la dejaban secar en las
ventanas para que la gente vea que en esa casa se comía carne de cerdo,
descartando el hecho que se podría tratar de judíos, obviamente después
esto se ha convertido en un manjar y un festín para el paladar, o la
introducción del aceite de olivo a España e Italia por parte de los sefarditas,
que se hicieron grandes productores de este llamado oro líquido, Jaén
Andalucía es la región en el mundo con más olivares por metro cuadrado y
fue cuna de una importante judería en el medievo, tan importante que siete
años antes de 1492 los Reyes mandaron a expulsar a los judíos de Jaén,
¿Quiénes eran esos judíos? Algunos datos históricos revelan y confirman
que allí se escondieron llegados del exilio de Babilonia judíos de sangre
David, En otras palabras España tiene en su gente su cultura y su alma una
gran presencia judía.
A pesar de todo, los Sefarditas sobrevivieron
El nivel de ignorancia sobre este obvio hecho ha creado que, por ejemplo
aquí en México, algunos desinformados judíos al conocer a un judío de
apellido español lo vean bajo sospecha, como si los judíos no pudieran
tener apellido español, como si estuvieran mintiendo sobre su origen por el
simple hecho de que los apellidos españoles son comunes en muchas
partes del mundo, como si eso fuese algo “negativo” cuando de hecho fue
lo mejor que les pudo pasar a los judíos expulsados de España, porque
facilitó el escondite durante más de tres siglos de persecución
inquisitorial. La popularidad de los apellidos españoles se debe al
alguna vez gran poder español que conquistó tierras en todo el
mundo. A los sefarditas, los tratan como si fuera algo imposible que los
sefarditas (españoles) tengan nombre español, o consideran que dicha
persona, un sefardita auténtico, sea tomado por alguna persona que
decidió cambiarse de religión y hacerse judío, lo cual puede ser considerado
como ofensivo para el judío español, porque es como si toda su dolorosa
historia y orgullo sefardí no existiera. La ignorancia ofende. Sería como
considerar que cualquier judío entonces de apellido alemán sería
descendiente de nazis o cualquiera de apellido árabe sería un terrorista
islámico, pero por las razones que fueran jamás he escuchado a un
sefardita pensar esas salvajadas ignorantes de los judíos ashkenazíes o
mizrahíes.
Más allá del hecho que muchos judíos en la actualidad carecen de sangre
judía como diferentes datos de genética confirman, pero que practican el
judaísmo y son miembros de alguna comunidad judía por herencia cultural
y ya no por linaje de sangre, el aspecto denotará otros orígenes raciales, ya
sean europeos o árabes, mientras que muchos de los sefarditas
mencionados siguen siendo judíos de sangre más allá de su religión. Es
decir, un judío sefardita en España que no sabe que es judío y descendiente
de los sefarditas que allá se establecieron y que practique el catolicismo
puede ser visto como no judío (a pesar de serlo genéricamente) por un
judío que genéricamente no lo es pero que sí practica el judaísmo y que su
aspecto sea el de cualquier alemán o de algún sirio, mientras que el
sefardita sí luce como judío ¿Quién sería judío y quién no? Yo
personalmente creo en la sangre como primer criterio, porque de la sangre
se pasa la psique y el fenotipo hebreo que es lo que ha distinguido a los
judíos por logros y no por religión, por ideas y no por aspecto, por
precursores del espíritu humano y no por recitar oraciones. Una de las
diferencias de la forma de pensar entre los judíos es que los sefarditas
son los liberales de los judíos, los precursores del reformismo,
hablando exclusivamente de los verdaderos sefarditas-españoles y no
de los judíos árabes que se identifican por rito como sefarditas, ya que
estos últimos son de tendencia muy conservadora (ya lo decía
Maimónides, gran sabio judeo español que cuestionaba la circuncisión al
considerar que era una práctica que debilita al hombre y su masculinidad y
que originalmente no era como se hace hoy en día, era algo menor, de
hecho en España se interrumpió este rito por mucho tiempo en muchos
casos, pero ya ese gran sabio y uno de los escolares más notables del
judaísmo se había atrevido a cuestionar esos ritos ortodoxos con bases
médicas y hace siglos). Se dice que los sefarditas están más interesados en
la razón y en el conocimiento, mientras que los ashkenazíes en el dinero y
los negocios. No significa con esto que no existan grandes financieros
sefarditas o intelectuales ashkenazíes, son más generalidades culturales, tal
vez sea porque los sefarditas están más cerca del espíritu de la Grecia
clásica y los ashkenazíes del alemán. Un viejo sefardita que conocí me decía
que eso se debía a que los Sefarditas siempre han seguido siendo
mediterráneos y que respiraban el mismo aire que los griegos, mientras
que los ashkenazíes se habían “germanizado” y que por eso eran mejores
en temas “fríos”. Quién sabe.
El primer grupo europeo en instalarse en América fueron los españoles y
por esa vía el primer grupo judío en hacer de América su hogar fueron los
sefarditas. Fundaron las primeras sinagogas en América, en 1651 en
Curasao, Brasil y Barbados, la primera en EE.UU. en 1654 en Nueva
Ámsterdam hoy Nueva York: Shearith Israel, la prominente congregación en
Manhattan de judíos sefarditas de España y Portugal. Dice uno de sus
miembros Norman Benzaquen: “Los verdaderos judíos sefarditas son los
descendientes de los judíos de España y Portugal”, el resto solo se hace
llamar “sefarditas”. Importante notar que en esa congregación aseguran
que los Sefarditas reales son descendientes de las tribus de Levy y Judáh, y
que entre los sefarditas españoles hay mucha sangre David según sus
devotos miembros.
Los Sefarditas: los salvadores de Israel
Existe documentación que asegura que Cristóbal Colón era un sefardita que
no pudo pisar tierra la última noche antes de partir a la expedición ya por
demás famosa, porque agentes de la inquisición lo esperaban en tierra
para apresarle por judaizante. No sólo la expedición no fue patrocinada
como erróneamente se ha dicho por la Reina Isabel (ella sólo la autorizó),
sino que fue patrocinada por dos mecenas sefarditas “nuevos cristianos”
que habían burlado muy bien a la inquisición, los señores grandes de
España y grandes de Israel Louis de Santángel y Gabriel Sánchez en
complicidad con el Rabino Abarbanel ministro de Finanzas de la Reina, que
entregaron los recursos a Colón para hacerse de los navíos y pagarle a la
tripulación, que de igual forma se llenó de sefarditas huyendo de la
inquisición porque se sabe que uno de los planes de Colón era buscar a las
tribus perdidas de Israel. Por fantasioso que se escuche, existe evidencia en
correspondencia sobre esto, y no llegar a la India como era la información
oficial. Tampoco se dice el hecho que no sólo partieron cuatro barcos al
mando de Colón, (uno colapsó en el viaje) sino que barcos de muchos
tamaños llenos de sefarditas en exilio también zarparon con muchos
rumbos en la conmemoración del día más triste del calendario hebreo: la
fecha de la destrucción del templo. Un día cruel sin duda para la historia
judía y doblemente cruel para los judíos expulsados de España. Yosef Ben
Halevy Haivá primer judío en pisar América o más conocido en la historia
por su nombre español: Luis de Torres, traductor de Colón (Columbus), de
Torres no hablaba las lenguas que se hablan en la India, su especialidad era
el hebreo como se ha confirmado con la correspondencia de la
época. Entonces existe la posibilidad que los viajes también fueran
motivo de una búsqueda de las tribus perdidas de Israel y de una
nueva tierra donde los judíos pudieran respetar la ley de Moisés sin
ser acosados o atacados por ese hecho, como si esa misión fuera una
especie de sionismo medieval. Después de un largo viaje, un día fue
diferente, tal vez ese día el cielo fue más azul o el sol más caliente, ese día
cambió la historia del mundo para siempre. A la distancia Imponentes
bestias marinas de madera fueron vistas rompiendo el mar desde la costa
virgen por unos aterrados indígenas. Luis de Torres, el aventurero judío
sefardita traductor del almirante Colón, pisó tierra en el nuevo mundo en
1492 y al entablar comunicación con los nativos que encontró lo primero en
lo que les habló fue en hebreo, buscando con emoción los rastros de las
tribus perdidas de Israel.
 
 

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