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Reflexiones Vegetarianas

Para celebrar el primer aniversario vegetariano

P. Albeiro Rodas, SDB

Jonathan Birdwhistle Tahamíe

Contenido

Salud física 3
Solidaridad con los animales 18
Comer, comer, comer... 22
¿No tienen sentimientos los animales? 27
Los animales según Occidente 28
Animal o humano 35
Las plantas 41
Religión, espiritualidad y lo trascendental 47
El ayuno 52
Experiencia de vida 55
Bibliografía 59

Si quieres ser fuerte como el bisonte,

no comas bisonte, sino lo que él come.

Proverbio Dakota

El 4 de noviembre de 2018 comenzó mi era vital vegetariana.


Desde ese día y esa noche, a la edad de 48 años, conduje mi vida
a no consumir carne de ningún animal posible, sean estos ​los
peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias
que se mueven sobre la tierra​ (Génesis 1, 28). En este texto
quiero describir las razones que me llevaron a tomar semejante
decisión y todo lo que he aprendido de ello en este año de

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Gracia del Creador, Dachizese, como era llamado por mis
ancestros tahamíes.

La generación actual vive en un tiempo único en la historia


de la humanidad entera. Todos los pueblos de la Tierra actual se
han visto confrontados por un gran movimiento que pretende crear
un sólo camino para todos. Vivimos en la época actual el imperio
del materialismo más absoluto posible. Este materialismo no
tiene un sólo origen. Se trata de una tendencia mundial que ha
surgido en muchas latitudes, pero la cual tiene de manera
especial dos brazos que parecen contraponerse, pero que en
realidad pertenecen al mismo cuerpo materialista. Uno de esos
brazos es el capitalismo y el otro es el comunismo.

Sea la dirección - o el brazo - que cualquier pueblo de la


Tierra tome, se llegará al mismo destino materialista absoluto
en el cual, la tecnología ha llegado a tal instrumentalización
del ser humano, que muchas cosas de la vida cotidiana que
realizamos nos convierten en esclavos del sistema. A este
sistema que se impone por todas las latitudes del Planeta, lo
​ tal cual la película de
llaman otros con justa razón la ​matrix,
los hermanos Wachowski.

Este sistema mundial que pretende imponerse por todas


partes para crear una única y dominada versión del ser humano,
descubrió que las masas podían ser manipuladas completamente por
medio de las tecnologías, especialmente aquellas de la
comunicación y de la información. Pero también a través de la
imposición de una sola dieta, de una sola ciencia médica, de una
sola cosmogonía religiosa, de una sola ​opción política, de un
sólo modo de vida al que llaman de manera sofista como
la ​modernidad​ y del seguimiento de los mismos
patrones ​aceptados​ ya no por una sociedad humana, sino por una
especie de ​gobierno mundial de los arquetipos. Todos tienen que
vestirse de la misma manera, consumir el mismo tipo de
alimentos, expresar las mismas opiniones políticas, creer en el
mismo estilo de religión, hacer los mismos ritos cotidianos que
no son otra cosa que actos que dan poder a dicho sistema.

En este contexto, existen tres razones simples por los


cuales una persona podría decidir ser vegetariana: la salud
física, la solidaridad con los animales o la naturaleza en sí
misma y la espiritualidad cualquiera que sea la idea que de ésta
se tenga. Estas tres razones las vamos a analizar una a una para
que puedan entender por qué dejé de comer carne animal y hay que

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incluir también el hecho de que cada viernes hago ayuno, todo
ello en una estrecha relación.

Salud física

Tenemos dos casas para cuidar:

La Madre Tierra y tu cuerpo.

Anónimo.

Cuando muchas personas conocen que me hice vegetariano,


algunas de ellas asumen que lo hice por cuestiones de salud.
Definitivamente se puede probar que el vegetarianismo es mucho
más saludable que el ser omnívoros (quienes comen carne,
vegetales, es decir, casi todo). Curiosamente, algunas personas
también asumen lo contrario. Creen que los vegetarianos se
privan de proteínas. Este dato es importante porque se repite de
manera general para justificar el consumo de carne animal.
Cuando se genera un mito, leyenda urbana o una especulación que
beneficia a un determinado grupo, es necesario mostrar
evidencias científicas de ello. Es toda una ironía que quienes
se preocupan por la salud de los vegetarianos bajo la idea que
sólo la carne provee proteínas, en realidad deberían ellos
preocuparse más de su propia salud como omnívoros.

Hay dos preguntas:

a) ¿Realmente sólo la carne animal provee las proteínas que


el ser humano requiere para mantener su salud física?

y b) ¿A quién beneficia que la gente crea que el ser humano


tiene que comer carne o si no se enferma?

El estilo de vida vegetariano es esencialmente más


saludable que la de un omnívoro y, sin embargo, imbuidos por la
sociedad contemporánea del consumo, se cree lo contrario. Es
cierto que un vegetariano puede tener riesgos en su salud y es

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cierto que un omnívoro puede mantener una buena salud hasta su
ancianidad. También es cierto que quien practica un deporte de
altos riesgos puede llegar a viejo y quien es aficionado al golf
puede morir de un ataque cardíaco en un campo tranquilo. Pero en
sentido estricto, quien practica un deporte de alto riesgo,
tiene muchas más probabilidades de morir en el acto de la
práctica de su deporte, que un golfista.

Una de mis preocupaciones en mi tiempo de discernimiento


antes de dar el paso hacia el vegetarianismo fue precisamente
cuántos riesgos podría tener para mi salud física dicho estilo
de vida. Aunque ello parezca una preocupación fútil y
materialista, el cuerpo físico es esencial, es un instrumento,
para la realización espiritual a la que hemos sido llamados. Es
posible encontrar tal realización con un cuerpo enfermo o
incluso con limitaciones, como lo han demostrado muchos maestros
de luz, los cuales vivieron sufrimientos en su cuerpo físico.
Pero la salud del cuerpo es un don y parte del plan de la
Creación para realizar la misión de la vida, la de encontrar la
senda de nuestro ser interior.

Los beneficios que trae el vegetarianismo para la salud


física, mental y espiritual son muchos. Entre ellos está la
​ porque son
prevención de lo que llamo las ​enfermedades modernas,
común a todas aquellas personas que viven a plenitud la sociedad
de consumo.

1. ​Previene el cáncer​:

El cáncer es una enfermedad muy común en nuestros tiempos y


tiene muchas causas: desde la exposición a la radiación de
tantos aparatos electrónicos actuales y la contaminación
ambiental hasta hábitos como el cigarrillo y el consumo de
alcohol.

Pero el consumo de carne es, sin duda, uno de esos hábitos


que genera diferentes tipos de cáncer, todos ellos asociados al
consumo de grasas animales. Es claro que el cáncer se presenta
menos en poblaciones con tendencia vegetariana.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, se estima


que entre 30 mil y 60 mil personas en todo el mundo mueren
anualmente a causa del consumo de carne animal (WHO, 2015, P.
3). Dicho número contrasta con el número de muertes por cáncer a

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causa del consumo de alcohol (60 mil personas), contaminación
del aire (200 mil personas) y tabaco (1 millón de personas).

2. ​Previene las enfermedades del corazón:

Al igual que con el cáncer, el consumo de grasas animales


tiene también una estrecha relación con problemas cardiacos.
Quienes consumen dietas vegetarianas, adquieren más fibras que
colesterol, este último como uno de los principales enemigos del
corazón y la causa de la arteriosclerosis. Ser vegetariano,
unido a una vida sana con ejercicios y lejos del cigarrillo y el
alcohol, sólo pueden producir un corazón fuerte y saludable.

En los Estados Unidos de América, estudios indican que el


consumo alto de carnes animales está relacionado con el
incremento de riesgos de enfermedades coronarios y ataques
cardiacos, así mismo como la tasa de mortalidad por esta razón
(​Kaluza, Joanna, 2019).

3. ​Previene la hipertensión:

En continuidad con el punto anterior relacionado con la


salud cardíaca, una dieta vegetariana reduce los riesgos de
presión alta. Incluso el solo hecho de practicar una dieta
vegetariana al menos por dos semanas, logra estabilizar la
presión en aquellos en los cuales esta suele dispararse.

4. ​Previene la diabetes:

Otra de las enfermedades comunes del sistema mundial de


consumo contemporáneo es este de la diabetes. Más adelante
analizaremos el problema del consumo de azúcares, aunque no se
trata de carne animal. Pero quien consume dietas vegetarianas,
ve regulado en gran medida el problema de diabetes. Una dieta
con pocas grasas y una buena cantidad de fibras y carbohidratos,
permite que la insulina sea más efectiva en el organismo. Para
aquellos que ya son diabéticos y dependen de la inyección de
insulina, el hacerse vegetarianos no les quita la necesidad de
inyectarse, pero sí hará que se reduzca la cantidad de insulina
que se tienen que aplicar.

5. ​Previene cálculos renales y biliares:

Como la carne animal es muy rica en proteínas, el exceso de


ellos tiene que ser eliminado del organismo en forma de calcio,
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ácidos oxálico y úrico, los principales componentes de los
cálculos renales. Los vegetarianos no tienen ese problema.

6. ​Previene la osteoporosis:

De la misma forma en que el consumo de carne genera mayores


niveles de calcio que crean cálculos renales, de la misma forma
descalcifican los huesos - una gran ironía ¿cierto? -. Esto crea
el riesgo de osteoporosis. Mientras que dicha enfermedad es muy
rara en poblaciones con tendencias vegetarianas.

7. ​Previene el asma bronquial:

Estudios realizados en asmáticos, los cuales fueron


invitados a seguir una estricta dieta vegetariana por un tiempo
determinado, demostró que mejoraron sustancialmente en dicho
periodo.

Todas estas enfermedades pertenecen al cuadro clínico


contemporáneo de sociedades occidentales que viven alrededor del
consumismo y que tienen a la carne animal como esencial para sus
dietas. Cáncer, paros cardiacos, diabetes, hipertensión,
cálculos renales, osteoporosis y enfermedades respiratorias,
podríamos llamarlas las ​enfermedades ​
modernas. Ellas se
encuentran casi siempre vinculadas a personas que viven una vida
muy ocupada, que no tienen tiempo para nada más que su trabajo y
que se sienten en sí muy modernas e imbuidas en las grandes
tecnologías de la información. También niños y jóvenes que
crecen en dichos ambientes, lejanos del contacto con la
naturaleza e indiferentes a todos los dramas que sufren los
ecosistemas. Niños que comen carnes de animales que ni siquiera
conocen de manera personal.

En contraposición, las grandes multinacionales de la


medicina ​moderna​, incluyen en las venas del consumismo, las
drogas que, supuestamente, ayudarían a erradicar dichas
enfermedades con un cinismo crónico de hipocresía. Se trata de
un espectáculo de engaños para beneficiar el bolsillo de un
grupo de poderosos de la peor laya. Unos que promueven la venta
de venenos como si fueran el elixir de la vida: carne animal,
azúcares, así como el consumo de petróleo, plástico y muchos
otros males que destruyen a la Madre Tierra y a nosotros mismos.

La gran mentira es esta:

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“La comida vegetariana no tiene proteínas”​: Se nos vende la
idea que sólo la carne animal tiene proteínas. Ciertamente la
carne animal es un cóctel excesivo de proteínas. La principal
prueba de que el cuerpo humano no requiere tantas proteínas es
la obesidad.

Quien mantiene una dieta cárnica, sumado a una vida


sedentaria (pocos ejercicios físicos), presenta cuadros críticos
de obesidad. Es la forma en la que el cuerpo se defiende del
exceso de proteínas: las almacena en ciertas partes del cuerpo
como grasas o colesterol. Infortunadamente, ello incluye lugares
muy inconvenientes como las arterias, lo que afecta directamente
la circulación y crea enfermedades del corazón, hipertensión y
otras cosas. La obesidad es un problema de las sociedades de
consumo, es decir, aquellas sociedades que se nos presentan a sí
mismas como ​modernas​. Aunque en el cine y la televisión nos
muestran personas hermosas, atléticas, con cuerpos
espectaculares, la realidad de dichas sociedades es bien
diferente. Según la Organización Mundial de la Salud, la
obesidad en todo el mundo se ha triplicado desde 1975. En 2016
casi ​dos billones de personas en el mundo​ eran obesos y los
países más obesos del mundo coinciden con aquellos países que
llamamos industrializados o desarrollados. Por ejemplo, Gran
Bretaña, Estados Unidos, Canadá, están entre las poblaciones más
obesas de la Tierra - gente de ​peso​, sin duda. También coincide
con países en donde el consumo de carne se considera parte de la
identidad nacional​, por ejemplo, Argentina, potencia en la
producción cárnica, es el país latinoamericano con el mayor
índice de obesidad de la región con un 28 por ciento de su
población masculina en ese grupo, según la red de expertos
NCD-RisC (Orgaz, C.J., 2019). Le siguen en orden de gordura
Uruguay (25%), Chile (25%) y México (25), países además que

presentan altos índices de ​desarrollo humano.

Si comes carne animal y sientes que no puedes renunciar a


ésta, entonces tienes que hacer un gran esfuerzo por mantenerte
saludable y eso implica un esfuerzo físico real y medible. Los
pueblos naturales que consumen carne son muy diferentes a las
personas que viven en ciudades o ambientes occidentales marcados
por la comodidad que ofrecen las tecnologías. Antes que nada,
los pueblos naturales ​cazan su propia carne​, lo que implica ya
un esfuerzo físico. También están los que tienen sus propias
​ lo que implica
granjas en donde ​crían animales para el consumo,
también un gran esfuerzo físico. Pero quienes viven en ciudades
occidentales, en realidad hacen muy poco esfuerzo físico:

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caminan poco, realizan actividades laborales que los mantienen
sentados por muchas horas y, en su tiempo libre, se sientan o se
acuestan para ver televisión o utilizar medios digitales por más
horas, mientras consumen alimentos sin tener hambre (meriendas,
dulces, grasas). Como alternativa, se crean los gimnasios o se
invita a este tipo de ser humano tan cómodo a realizar
actividades físicas que suplan esa carencia como caminar, correr
e incluir en sus dietas más fibras. Pero quienes realizan
actividades físicas para equilibrar el alto consumo de grasas
animales con una vida sedentaria, son en realidad muy pocos. Los
seres humanos de la modernidad parecen condenados a la obesidad
y a morir de enfermedades cardiacas, diabetes o cáncer.

Lo cierto es que las dietas vegetarianas ​sí tienen


proteínas​ y las tienen de forma equilibrada. La dieta
vegetariana provee al ser humano de la cuota necesaria de
vitaminas y, ni siquiera requiere
de ​complementos vitamínicos​ como quieren vender las
multinacionales de la medicina. Ciertamente con el aumento del
vegetarianismo, las multinacionales no se preocupan, sólo
quieren buscar la manera de adaptarse para seguir vendiendo sus
productos falsos. Incluso una mujer en cinta o en lactancia que
sea vegetariana, provee al bebé de todas las proteínas
necesarias, aunque es cierto que una madre en cinta debe tomar
complementos vitamínicos que un buen profesional puede
recomendar.

Lo más curioso es que quienes defienden el consumo de carne


como altamente necesario para la salud humana, no pueden enlazar
tal idea con el hecho de que consumen carne de animales que en
sí mismos son herbívoros (​vegetarianos​) y de grandes cuerpos
físicos como el ganado. Una vaca puede pesar 400 kilogramos, es
decir, más de 4 veces el peso de un humano adulto y dicho animal
no consume, de ningún modo, ​carne.​ Más allá del ganado, vemos
otros animales en la naturaleza aún voluminosos como el
elefante, el cual no consume carne para mantener las fibras de
su cuerpo.

Si bien el vegetarianismo no es un estilo de vida ​moderno o


reciente – se practica desde antiguo en muchos pueblos de la
Tierra -, en las sociedades occidentales va en aumento. Tan sólo
en los Estados Unidos de América se reportan para el 2016 un
total de 8 millones de adultos que no consumen carne, según un
reporte de la ​National Harris Poll (VRG 2016). De ese número, la
mitad son veganos. A esto se suma que el 37% de la población

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estadounidense (según dicha encuesta), ya no consume las
llamadas ​carnes rojas​ y solo comen pollo y pescado.

El resultado por edades es el siguiente:

● 3.2 % varones adultos.


● 3.5 % mujeres adultas.
● 5.3 % personas entre los 18 y los 34 años de edad.
● 3.1 % entre los 35 y los 44.
● 2.2 % entre los 45 y los 54.
● 1.8 % mayores de 65 años.

Estudios realizados en España en 2019 demuestran, además, que


la llamada ​revolución verde está liderada por mujeres y por las
nuevas generaciones. El 64 por ciento de los veganos en el país
europeo son mujeres y una de cada ocho españolas sigue ya ese
estilo de vida, mientras que la franja más numerosa de
vegetarianos españoles por edades es la de jóvenes entre los 18
y 24 años de edad (Igualdad Animal, 2019).

Según la ​Unión Vegetariana Internacional,​ existen más de 600


millones de vegetarianos en el mundo, entre los cuales, el 42%
son menores de 35 años. La siguiente es una tabla con los países
más vegetarianos del mundo actual y el porcentaje de su
población que ya no consume carnes animales. Los datos son
tomados de diferentes fuentes, sin embargo, dan una idea de la
tendencia mundial al vegetarianismo y al veganismo:

● India, 38%.
● México, 19%.
● Israel, 13%.
● Taiwán, 12%.
● Italia, 10%.
● España, 9.9%.
● Austria, 9%.
● Alemania, 9%.
● Reino Unido, 9%.
● Brasil, 8%.

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● Irlanda, 6%.
● Colombia, 6%.
● Chile, 6%.
● Australia, 5%.
● Argentina, 5%.

Veamos de dónde vienen las proteínas de un vegetariano:

Científicamente está demostrado que las dietas vegetarianas


son más saludables que las de quienes dependen ​mentalmente​ del
consumo de carne animal y que pueden disminuir el riesgo de
muchas enfermedades como las del corazón, hipertensión,
diabetes, cáncer, asma y muchas otras. Al mismo tiempo, una
persona que decide hacerse vegetariano, se vuelve más atento a
lo que come y de la manera en qué lo hace, por lo tanto, también
se reduce el riesgo de descuidar su propia salud, sin por ello
decir que no hay riesgos en el hacerse vegetariano.

En términos generales, existen dos clases de vegetarianos:


los que consumen vegetales y ciertos productos animales como
huevos, leche y sus derivados, pero no sus carnes y quienes
estrictamente no consumen ningún producto animal, lo que incluye
huevos, leche y sus derivados. Esta división también se conoce
como vegetarianos y veganos respectivamente. Los veganos
requieren poner más atención a su nutrición y utilizar ciertos
complementos vitamínicos, pero los vegetarianos tienen un mayor
coctel de proteínas en sus dietas diarias.

Las demás distinciones que pretenden presentarse como


“vegetarianos” son, a mi modo de ver, falsas. Por ejemplo,
muchas personas consumen carne de pescado, mariscos o carnes de
aves y dicen ser “vegetarianos”. Los peces y las aves son,
estrictamente animales y, al comer sus carnes, no puedes argüir
que eres vegetariano de ningún modo.

La siguiente es una descripción de diferentes estilos de


consumo alrededor de la idea del vegetarianismo:


● Ovolactovegetarianos: Este término se utilizaba en la
década de 1970 para definir a los vegetarianos, es decir,
los que consumen vegetales, pero también productos de
origen animal como huevos y leche. Pero poco a poco se
presentó también una distinción entre ambos: quienes
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consumían huevos, pero no leches, se les llamaba
ovovegetarianos y quienes consumían leche, pero no huevos,
se les llamaba ​lactovegetarianos. ​ Para evitar tantas
especificaciones, llamaremos ​vegetarianos a quienes
consumen vegetales, pero también productos de origen animal
como huevos y leches. Después explicaré la razón por la
cual pienso que es lícito consumir huevos y leches, probado
que en dicho acto no exista un origen abusivo o destructivo
de los animales mismos. A esto lo llamaremos ​consumo
responsable.​
● Crudiveganos: ​ Estos son aquellos que prefieren consumir
alimentos crudos. Este estilo de consumo tiene buenas
razones naturales, aunque puede ser difícil de llevar y es
bastante estricto dentro de la dieta vegana.
● Veganos​: Quienes consumen estrictamente productos vegetales
y nada que sea de origen animal, incluidos huevos y leches
y todos sus derivados. Ello también va más allá del consumo
de alimentos y se extiende a utilizar productos de origen
animal como cueros, productos fabricados de huesos animales
y otras partes, las cuales abundan en la oferta del consumo
diario en el mundo, muchas veces sin saberlo. Aunque quien
se hace vegetariano y vegano en solidaridad con los
animales, tarde que temprano deja de utilizar todo producto
animal que implique el sacrificio o la tortura de un
animal, así como el uso de animales en actividades que son
vistas como abusivas, esclavistas y para el entretenimiento
del homo sapiens.
● Pescatarianos​: Este grupo, estrictamente, no tiene derecho
a reclamar el título de vegetariano de ningún modo. Por lo
general, quienes ven a los peces como seres sin sensaciones
y que no pueden sentir sufrimiento, desconocen la
naturaleza. Los peces son animales y, por lo tanto, no cala
el principio que no comes cerdos, reses y gallinas, pero sí
pescado. En la actualidad, la sobrepesca es uno de los
daños al medio ambiente más serios y parece que no importa
mucho a los países.
● Flexitarianos​: Este grupo tampoco puede reclamar el título
de ​vegetariano, ​ porque no lo son. Sin embargo, consumen
menos carne que el normal de la población. Se presentan
como vegetarianos, pero son ​flexibles a consumir carnes de
vez en cuando.
● Reducetarianos: ​ Como su nombre lo indica, reducen el
consumo de carne en gran medida, para preferir comidas de
origen vegetal. Pero ello no los hace vegetarianos si, en
cualquier ocasión, comen carne animal.

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● Practicantes de yoga solar: ​ Esta es ya una dieta de
ángeles. El yoga solar, conocido en inglés como el
Sungazing ​(Mirar el Sol), propone que la luz de nuestro
Padre Sol puede proporcionarnos todo el alimento que el
cuerpo necesita. Esta que a simple vista parece una locura,
la han practicado algunos yoguis reconocidos como Hira
Ratan Manek, quien lleva más de veinte años sin consumir
alimentos, más que los ​baños de sol​ y líquidos.
● Practicantes de ayuno: ​La práctica del ayuno ha sido
retomada en muchas partes del mundo como un ejercicio que
no sólo trae beneficios positivos a la salud humana, sino
también una base del crecimiento espiritual, la meditación
y la unión con la naturaleza misma.

Existen tres tipos de fuentes de alimentación para los


vegetarianos: frutas, vegetales y granos. Quienes se quedan
estrictamente en estas tres fuentes de consumo se conocen como
veganos. Pero quienes incluyen también la leche de otros
mamíferos (especialmente de las vacas) y los huevos de muchas
aves, hace que también dichos elementos sean una fuente de
proteínas.

Es necesario que se asegure el consumo de hierro, calcio,


vitamina D y vitamina B12 si se excluye el consumo de leches y
huevos y solo se admiten frutas, vegetales y semillas.

Los granos como el pan de trigo entero, pasta, tortilla,


arroz integral, quinua, etc., son fuente rica en carbohidratos,
fibra y vitaminas que son requeridos por los músculos y el
cerebro.

Cuando se deja de consumir carne, se reduce la ingestión de


grasas, lo que es muy positivo, porque, como vimos antes, la
obesidad es una de las enfermedades ​modernas​ que más causa
problemas, ya que el cuerpo no requiere de tanta grasa como se
nos quiere hacer creer. Sin embargo, se requiere de grasas,
porque ellas son la combustión del organismo. Dan energía para
que el cuerpo funcione. También la dieta vegetariana posee
grasas sanas y esta se puede encontrar en productos como las
nueces, las mantequillas hechas de frutas secas, aceite,
aguacate y muchos otros. Las proteínas garantizan el crecimiento
del cuerpo humano y estas no están solo en la carne animal, como
dicen. Las encuentras en abundancia suficiente en nueces,
mantequilla de maní, productos hechos de soya, granos, legumbres

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como frijoles, guisantes, lentejas y, prácticamente, existen
proteínas en todo lo que es comestible.

Otro elemento importante para la salud del cuerpo es el


zinc. No es que te vayas a cocinar las tejas de zinc de tu casa,
pero sí lo puedes encontrar en granos enteros como los granos
refinados del pan o de la pasta hechos de harina blanca, los
cereales fortificados, productos de soya y legumbres y, si
consumes leche animal, en productos lácteos. El zinc es el
encargado de fortalecer nuestro sistema inmunológico.

El hierro tiene que ver con la sangre y lo encuentras en


frijoles, semillas, productos de soya, cereales (como las que se
sirven al desayuno), hojas de vegetales como la espinaca y
muchos otros productos. En cuanto al hierro procedente de las
plantas, este no es absorbido por el cuerpo humano de la misma
manera que el hierro procedente de carne animal. El cuerpo
humano tiende a desecharlo si procede de plantas. Pero para
ello, la Madre Natura nos dio una manera de garantizar que el
cuerpo humano lo acepte: a través de la vitamina C, la cual
permite el proceso de absorción. Por lo tanto, para que ello
ocurra, es bueno incluir en dicha dieta productos ricos en
vitamina C como todos los cítricos (naranjas, limones, toronjas,
mandarinas, etc.) y vegetales como el tomate.

Otro elemento vital en la salud humana es, sin duda, el


calcio, bastante abundante en la carne animal, pero, como vimos
antes, cuyo exceso causa problemas como los cálculos renales y,
paradójicamente, el debilitamiento de los huesos. Pero el calcio
a la justa medida lo encontramos entre las plantas y en
productos lácteos (si no eres vegano, como las leches, yogur,
queso, etc., estos productos tienen una gran cantidad de
calcio). El calcio de las plantas (menor que en los productos
lácteos) se encuentra en productos como brócoli, calabazas
verdes con cuello, frijoles negros, frijoles blancos, soja,
kale, garbanzos, almendras, sésamo, berros, higos secos, alubias
blancas y tofu, entre otros. Es importante anotar que, para
facilitar la absorción del hierro en el cuerpo humano,
especialmente en la sangre, tienes que hacer ejercicios, no
consumir demasiada sal y, algo muy especial, tomar baños de sol,
todo esto crea la vitamina D, la cual ayuda a fijar el hierro.
La vitamina D también ayuda a fijar el calcio y fortalece tus
huesos. Lo más curioso es que basta que te pongas al sol todos
los días, por al menos 15 minutos y tu cuerpo genera esa
vitamina. Como las plantas, también somos hijos del sol. Si

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vives en un país en donde la luz solar es un lujo y solo la
tienes en algunos meses del año, entonces busca consumir
alimentos vegetales que la posean como los lácteos y huevos (si
no eres vegano), setas (hongos), aguacate, germen de trigo y
muchos otros.

La vitamina B12 tiene que ver con la salud de las neuronas


y los glóbulos de la sangre, la elaboración del ADN y previene
la anemia. Productos que tienen esta vitamina son, en gran
cantidad, carnes animales, por lo que los vegetarianos tenemos
que buscarla en productos como los cereales que se sirven en el
desayuno, las levaduras nutricionales y todo alimento que sea
fortificado con vitamina B12. Las leches animales y los huevos,
si no eres vegano, también poseen esta vitamina, así como la
leche de soya.

Otro elemento vital en la salud humana es el de los ácidos


grasos conocidos como omega 3. Estos rodean las membranas de las
células y tienen una concentración especial en la retina de la
vista, el cerebro y los espermatozoides. El cuerpo humano puede
producir estos ácidos grasos, pero en cantidad muy menor, por lo
que es necesario buscar su consumo. También dan caloría al
corazón, los vasos sanguíneos, pulmones, sistema inmunitario y
sistema endocrino. Hay que buscarlos en alimentos fortificados
con este producto, así como en nueces y semillas, aceites de
plantas como el de linaza, soya y de canola y en huevos y
productos lácteos.

Por último, el yodo es un mineral importante en la síntesis


de las hormonas tiroideas y en la regulación del organismo. Su
carencia puede causar hipotiroidismo (la causa del bocio) y su
exceso ocasiona adelgazamiento, nerviosismo y problemas
cardíacos. La sal yodada suple la carencia de yodo en el
organismo y es necesario tener en cuenta que algunos vegetales
entorpecen su acción, especialmente si se consumen crudas, como
la coliflor, la col, el repollo, las coles, etc. También hay
yodo en frutas, algunas especies de algas, productos lácteos y
huevos.

Como vemos, la carne no es estrictamente esencial para


mantener la salud física y mental. La Madre Natura nos brinda
todo en todas partes. Quien se hace vegetariano, como ya lo
mencioné, se hace también más atento a lo que come y, por lo
tanto, tiene un mayor cuidado con su salud en general. Toda
dieta vegetariana tiene que estar acompañada efectivamente por

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ejercicios físicos que no necesariamente tienen que llevarte al
gimnasio, pero sí te invitan a disfrutar más del aire libre, el
campo, el caminar, el correr o nadar. De la misma manera, tienes
que regular cosas como el consumo de alcohol, nicotina, azúcares
y otros productos que en exceso pueden perjudicar el cuerpo
humano.

En la actualidad, vegetarianos y veganos tienen a su


disposición toda una biblioteca de guías, grupos y
recomendaciones prácticas para poder ser fieles a este estilo de
vida de manera sana y a la vez agradable. Quienes siguen una
dieta vegetariana, tienen la posibilidad de tener hábitos
saludables mejores de quienes consumen carne animal, según la
Asociación Estadounidense de Diabéticos. Por ejemplo, el
Ministerio de Salud de los Estados Unidos tiene en línea una
guía dietética para vegetarianos (ODPHP, 2015) que está
disponible para todo el que la quiera consultar y seguir, con la
certeza de que fue elaborada por dietistas expertos en el tema.

Todas las fuentes que busques y que tienen bases


científicas, demuestran los beneficios de la dieta vegetariana.
Pocas fuentes desaconsejan el vegetarianismo como estilo de vida
y no encuentran a decir verdad razones sólidas de riesgos
preocupantes. Definitivamente grupos que dependen del consumo de
carne, no sólo como una adicción, sino también como dependencia
económica o grandes multinacionales de la carne, pueden querer
promocionar el consumo de carne como más saludable, pero carecen
de referencias creíbles para ello y sólo pueden crear mitos o
mofarse. El único riesgo probable es la pérdida del complemento
B12 que, como dije antes, viene en la carne y es muy reducido en
las plantas. Este problema compete especialmente a los veganos.
Pero es una vitamina que puede encontrarse fácilmente en el
mercado.

Como conclusión, tenemos tres aspectos que anotar en la


comparación entre vegetarianos y omnívoros:

1. Los vegetarianos y veganos tienden a perder peso,


especialmente al reducir las grasas de su cuerpo​. Como
caso contrario, los omnívoros consumen más grasas de
las que necesitan y, sumado a una vida sedentaria que
no garantiza la utilización natural de dichas grasas,
corren el riesgo de la obesidad con todas sus
consecuencias.

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2. Los vegetarianos y veganos ven reducido el riesgo de
enfermedades cardiacas, diabetes, cáncer, cálculos y
problemas respiratorios​. En contraste, los
consumidores de carne corren todos esos riesgos si no
logran balancear dicho consumo.

3. Los vegetarianos y veganos corren el riesgo de


deficiencias en vitaminas​. Las tres vitaminas que
deben tener en cuenta son zinc, B6 y B12, las cuales
pueden ser adquiridas en el mercado como complementos
y con una dieta balanceada. La fortaleza es que la
mayoría de vegetarianos y veganos tienen una mayor
conciencia de lo que consumen.

También es importante concluir que, si bien los


vegetarianos se dan la licencia de consumir huevos y productos
lácteos, es necesario hacer esto con un profundo sentido de
responsabilidad. Esto tiene que ver directamente con el bien
estar de los animales y el respeto y amor por la naturaleza.
Personalmente creo que consumir huevos y productos lácteos no
significa sufrimiento para los animales o los pone en riesgos de
extinción. Pero, atentos, ello no significa que todo producto
lácteo o huevos que se encuentran en los mercados, provienen de
lugares convenientes. Consumo responsable – y esto es una
invitación también a los omnívoros que consumen carnes animales
– significa que tenemos que ser conscientes del lugar de
procedencia de los productos que consumimos.

Todos hemos visto galpones de gallinas y vacas encerradas


de por vida en lugares estrechos, que apenas les permite el
movimiento, para que sus ​dueños / torturadores les puedan sacar
leche y huevos de manera diaria para vender en los mercados.
Todo ese dolor, ese anhelo de libertar de un ser completamente
inocente y humilde, viene incluido también allí en esos huevos y
leche que parecen tan inocentes. En este sentido, exigir
productos orgánicos es, a mi modo de ver, un punto clave en un
estilo de vida vegetariano. Es necesario ser exigente en lo que
es orgánico. Las multinacionales de la alimentación lo manipulan
todo con tal de vender y ponen etiquetas de “orgánico” en
productos que no lo son. Por ​orgánico entendemos aquella
producción agrícola que es respetuosa con los ritmos de la
naturaleza y que no la pone en peligro, por ejemplo, al utilizar
pesticidas químicos, destruir bosques para producciones
industriales o criar animales en condiciones insoportables.

16
También incluyamos la procedencia de los mismos vegetales.
No creo que sea positivo que tengamos que comprar productos
vegetales allí en donde se aumentó la frontera de la agricultura
en detrimento de las selvas del mundo. Tenemos que regresar a
producir nuestros propios alimentos, en nuestras casas, incluso
apartamentos. Rompe el cemento de tu patio y conviértelo en un
jardín de hortalizas y flores. Creo que esta tendencia va en
crecimiento y eso es positivo. Como hacían todos nuestros
ancestros, comemos lo que nosotros mismos plantamos.

17
Solidaridad con los animales

Si hablas con los animales,

Ellos hablarán contigo

Y os conoceréis.

Si no hablas con ellos,

No los conocerás

Y lo que no conoces

Te da miedo,

Y lo que te da miedo, lo destruyes.

Jefe Dan Georges.

Otra razón que se intuye de la elección por una dieta


vegetariana es la de solidarizarse con los animales. Se trata de
una razón muy compleja. Existen muchas razones por las cuales
una persona siente ​solidaridad ​con los animales. Unas razones
son muy válidas, otras son misteriosas y otras son hipocresía.

Comencemos con las razones hipócritas, nacidas todas de una


sociedad de consumo materialista, la cual es utilitarista a
ultranza. La misma sociedad que cosifica a los animales y los
convierte en producto de consumo, de uso, de intercambio,
también puede utilizar máscaras de protección para tapar las
modas repentinas de ​amor por los animales​, cuando oculta en
realidad crueldad. Una de ellas es la mascota como un símbolo
social. Los animales exhibidos como un elemento particular de
poder personal o de clase. Aquellos que anhelan tomarse fotos
con animales salvajes, vivos o recién fusilados, para exhibirlos
en sus vanas redes sociales para quedar bien con sus amigos
hipócritas. Los que quieren tener una mascota para exhibirla
como su ​tótem​ o ​mejor amigo,
​ aunque en privado las tratan mal,
las descuidan o las ignoran completamente hasta que lleguen las
circunstancias de exhibición social que alimentan sus egos
grandilocuentes. Esta realidad hace que en todas las llamadas

18
ciudades ​modernas​ del mundo aumente la sobre-población de
mascotas abandonas o rescatadas de amos inservibles o que las
utilizan como objeto de desahogo de sus enfermedades
psicosociales y sexuales. Cantidades incontables de perros,
gatos, pájaros enjaulados y mascotas exóticas que llenan
refugios que no dan abasto y que no encuentran otra solución que
la del diario sacrificio de tantos seres inocentes que fueron
traídos al mundo por una sociedad de consumo egoísta. Esto sin
contar centenares de animales salvajes, muchos de ellos en
peligro de extinción, que son robadas de su medio ambiente y
llevadas a manera de contrabando sólo por la vanidad de ricos
sin espíritu.

En 2017, la ​Fundación Affinity reportó que 138.000 perros y


gatos fueron recogidos de las calles tan solo en España, de los
cuales tan sólo un 18 por ciento pudieron ser devueltos a sus
dueños gracias a que tenían microchips de identificación
(Affinity, 2019).

Pero ¿qué sucede con los que no pueden regresar a sus


hogares originales?

Los centros de acopio de animales perdidos o callejeros


crean campañas para que sean adoptados, pero tal acción no salva
a todos. La inmensa mayoría tienen que ser sacrificados en
dichos campos de concentración.

En México, la asociación civil Defensoría Animal reportó


que 500 mil perros y gatos son abandonados cada año en el país:

Una parte de ellos son adquiridos como regalos de Navidad, Día


de Reyes y de San Valentín, pero meses después los dueños
pierden el interés en ellos, dijo Emmanuel Pedraza, director
general de la asociación civil Defensoría Animal. "El abandono
es muy notable en los meses posteriores a las festividades. A
partir de marzo hasta julio que empiezan los cachorros a
crecer, si es que sobreviven", señaló Pedraza en entrevista.
(Excelsior, 2018)

Por lo mismo, si eres realmente un amante de los animales y


quieres tener una mascota, en lugar de ir al mercado a comprar
un perro o un gato, es mejor acudir a uno de esos refugios y
adoptar a uno o dos. Pero es aún más importante que pienses bien
si tener una mascota te queda o si simplemente es un impulso

19
pueril. Una mascota implica serias responsabilidades que no
puedes ignorar:

● Tienes que dedicarle tiempo​: si eres una persona muy


ocupada, de viajes regulares y todas esas cosas, es mejor
no tener una mascota a la cual terminarás por abandonar.
● Tener un espacio conveniente que sirva como un ecosistema
auténtico​. Un apartamento de tamaño reducido en donde tu
mascota no podrá tener contacto con la naturaleza, no es
apropiado para ningún animal.
● No te animes a tener mascotas exóticas que motivan el
contrabando mundial de fauna salvaje.
● Debes cuidar de su alimentación y salud física​.
● Crearle una identidad que prevenga su pérdida como los
microchips o collares con tus datos.
● Haz todo lo posible para que tu mascota no represente una
molestia para la comunidad en la que vives o ponga incluso
en peligro la vida y salud de otras personas.
● No le regales una mascota a una persona de la cual no estés
seguro será un dueño responsable.
No todo el que dice que ama a los animales dice la verdad
en nuestro mundo. Muchas veces los dueños de ranchos de cría de
ganado, cerdos y otros animales para el consumo, pueden sentir
más amor por los animales que semejantes vanidosos que sólo
quieren exhibir sus egos inútiles.

Lo cierto es que los seres humanos todos tenemos que sentir


solidaridad por el resto del Planeta que es nuestra Madre
Tierra, no por los animales mismos, sino porque se trata también
de nuestra propia sobrevivencia. Tenemos que empezar a reconocer
que los seres humanos ​no somos los únicos dueños del planeta que
pisamos, sino que lo compartimos mal que bien con otros seres
muy especiales, a los cuales llamamos animales y plantas.

Poco a poco hemos creado una distinción lejana entre la


naturaleza y entre nosotros, como si nosotros no fuéramos parte
de la naturaleza. Esa es una falsedad peligrosa, porque nos pone
en sentido directo hacia nuestra propia extinción. A pesar de
que construimos ciudades en donde parece que nos ​protegemos d​ e
la naturaleza misma, en realidad dependemos cien por ciento de
la misma. Vivimos con la intención de aprovechar al máximo los
recursos naturales como si fueran exclusivamente nuestros y como
si los animales y las plantas fueran simples objetos, ellos
20
mismos objeto de nuestra administración. Las casas ​modernas​ en
las ciudades ​modernas​ son refugios en contra de la naturaleza,
estructuras de cemento, loza, tejas, con ventanas y puertas
herméticas en donde no pueden entrar otros seres vivos que no
sean el mismo ser humano. Los jardines son una estricta
selección de plantas que dan flores específicas para nuestra
vanidad, con la exclusión de centenares de plantas, muchas de
ellas medicinales - lo cual no parece interesar - y que
llamamos ​maleza​ y la destrucción de todo insecto, reptil o
cualquier otro ser al que llamamos ​alimañas​. La naturaleza de la
que procedemos todos nos da miedo, pero también incomodidad. Le
decimos salvaje, inhóspito, peligroso a la Madreselva y a los
pueblos naturales, nuestros hermanos, que viven en ella. A estos
los tildamos de salvajes, incivilizados, feos, atrasados,
mientras que nuestro mundo ​moderno​ en donde todo tiene que pasar
estrictamente controlado, es ​lo civilizado, ​ lo ​avanzando​, así
muramos de tedio, estrés, enfermedades del corazón,
hipertensión, cáncer, diabetes y muchas enfermedades ​modernas​.

Todo lo matamos​: cualquier insecto que se atreva a entrar


en nuestras casas de cemento, hasta los reptiles más diminutos y
cualquier felino, chacal, águila o delfín. No toleramos nada,
somos el animal más depravado de la Tierra, el que mata no para
comer sino para tomarse una foto. El que mata una culebra por
miedo a que lo pique, sin saber que el ser humano es más
peligroso que cualquier culebra del mundo.

Con todo, a pesar de querer crear una barrera entre la


naturaleza y el ​mundo humano​, la naturaleza nos sigue. Las
ciudades modernas no pueden evitar las invasiones de las ratas,
los ratones, los gorriones, los gusanos y lombrices de cada
especie, las bacterias que son las que en verdad dominan la
Tierra, los reptiles de toda especie e, incluso, animales que en
antaño fueron perseguidos a muerte en desiertos y selvas como
los zorros, chacales, lobos, gatos salvajes, osos. Con todo el
cuadro de destrucción de las selvas que vivimos en la
actualidad, muchos de esos animales se han venido a vivir con
nosotros y para quedarse, como un látigo de Dachizese hacia el
humano infiel e indiferente al sufrimiento de la Madre Tierra.
Todos esos animales que menciono han desarrollado adaptaciones
genéticas a los intentos del ser humano ​moderno​ de destruirlos
con venenos, trampas y demás: desde las más diminutas bacterias,
hasta los ratones y zorros.

21
Uno de los problemas de la indiferencia del ser humano hacia
la Madre Naturaleza de donde procede, tiene que ver con algunas
religiones y la manera en la cual concibieron la creación del
antropoide humano. En el Génesis vemos este texto claramente:

Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que
está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da
semilla; os serán para comer. Y a toda bestia de la tierra, y a
todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la
tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y
fue así​. (Génesis 1, 29-30)

Este hecho es importante para entender el comportamiento del


ser humano de hoy, especialmente el occidental, en cuya base se
encuentra la cosmogonía judeo-cristiana. Un dios que parece
haber creado la Tierra para alimentar al ser humano, como si
fuera esta todo un banquete. Posiblemente para el hombre
paleolítico, que fue el que vio la escritura de este texto, eso
no tendría un impacto tan global como lo tiene hoy en día. Pero
muchas personas de hoy toman esos textos antiguos de manera
literal y, escudados en premisas religiosas, no tiene el más
mínimo remordimiento del mal que causan al medio ambiente.

Ese texto del Génesis fue además creado por pueblos del Medio
Oriente, más enseñados a la aridez de los desiertos con la
escasez que esta conlleva, que pueblos crecidos en bosques
tropicales. Los relatos de nuestros ancestros indígenas en las
Américas son diferentes a estos. En casi todos los relatos, si
bien el ser humano tiene un rol especial a causa de su capacidad
de raciocinio, se mantiene una hermandad con los animales y las
plantas que parece superar en ello a los relatos de las
religiones monoteístas, todas nacidas en los desiertos del Medio
Oriente.

Comer, comer, comer...

Cuando mostramos nuestro respeto

por otros seres vivos,

ellos responden con respeto por nosotros.

Arapaho

Partimos entonces de esta acción simple y necesaria. En el


Génesis Dios le da al hombre a todas sus otras criaturas,

22
plantas y animales como ​comida​. Ninguna compasión divina para
con los demás seres de la Tierra. De ese hecho, se desarrolla un
corriente de civilizaciones que piensa que la Naturaleza es un
banquete, que el hombre es el ​administrador de la Tierra y que
​ Esa idea moldeó las culturas
puede hacer con ella ​lo que quiere.
europeas, las cuales son la base de la cultura occidental de
hoy. Esa idea no sólo llevó a cosificar a todos los animales y
las plantas como objetos de uso, sino también a los demás
pueblos de la Tierra que no fueran del grupo de los ​civilizados​,
​ o del grupo de los que se sienten
o del grupo de los ​cristianos,
dueños de todo. Con esa conciencia, los europeos salieron
durante el siglo XV a ​conquistar ​el resto del mundo y no
pudieron ver en otros pueblos el rostro de Adán y Eva.
Esclavizaron a pueblos enteros, cuando no los exterminaron,
porque ni siquiera estaban seguros de ​que fueran humanos​.

Todo por la orden divina de comer​. Comerse el Jardín del


Edén mismo: ​De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol
de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que
de él comieres, ciertamente morirás​ (Génesis 2, 16-17).

Las sociedades occidentales, basadas todas en banquetes,


comen tres veces al día: desayuno, almuerzo o comida y la cena.
La mayoría de los occidentales son muy ignorantes hacia todos
los demás pueblos que no sean occidentales. A donde vaya en la
Tierra, los occidentales u ​hombres modernos​, piensan que son
superiores a los demás pueblos, que van a enseñar cosas a los
demás pueblos, que sus tecnologías son siempre las mejores y que
la solución a los problemas todos están en occidente. De esta
manera, piensan los occidentales que todos los seres humanos de
la Tierra comen tres veces al día.

Nuestros ancestros, ciertamente no hacían eso. Los animales


no siguen tal regla. Quien convive con pueblos naturales de la
actualidad, descubre bien pronto que no hay entre
ellos ​desayuno, almuerzo y comida​ y, si los hay, es porque hay
una influencia occidental. Los animales que comen carne como los
grandes felinos, no comen todos los días. Comen cada que cazan y
después de saciarse, descansan por días, para consumir solo agua
hasta la próxima caza. Seguramente un occidental refugiado en
sus selvas de cemento podría pensar que el león africano se
levanta temprano en la mañana, ​mata un venado para el desayuno,​
después cerca del mediodía ​mata una cebra para el almuerzo y, al
final de la tarde, ​mata una gacela de cena​.

23
Los animales que comen carne ayudan a ​preservar el balance
en la naturaleza. Los grandes felinos, los lobos y todo
depredador, viven cerca de grandes grupos de herbívoros a los
cuales caza y los cuales, a su vez, tienen un gran índice de
reproducción. Este balance es vital para la naturaleza misma,
afecta de manera positiva la reproducción de las plantas, las
fuentes de agua y la subsistencia de animales más pequeños. Pero
el ser humano ​moderno​ está en abierta destrucción de dicho
balance y tal acto nos lleva poco a poco a la hecatombe.

Los pueblos naturas que consumen carne siguen ese principio


de balance. Todos los pueblos naturales, tanto aquellos que
habitan zonas desérticas, regiones polares o selvas tropicales,
cazan de acuerdo a la necesidad y ​no ponen en peligro de
extinción a esos animales​. Los pueblos naturales que en la
actualidad participan de actividades de deforestación y de
agricultura masiva, son aquellos que han sido de una u otra
manera obligados por la sociedad de consumo imperante.
Especialmente aquellos pueblos que han sido víctima del robo de
sus territorios ancestrales para convertirlos en plantaciones al
servicio de las grandes multinacionales.

Pero las tres comidas diarias del occidental ya dejaron de


ser tres hace mucho tiempo. La sociedad de consumo, ​fiel al
mandato divino en Génesis​, le ofrece al hombre ​moderno​ la
posibilidad de ​comer siempre y a precios reducidos​. Entre las
tres comidas principales están las meriendas, cada una tan llena
de proteínas como las llamadas tres comidas principales.
Hamburguesas, presas de pollo frito, panes de todo tipo, bebidas
calientes y frías, helados inmensos, todos para llenar la vida
banal del ser humano de las sociedades tecnológicas. Un ser
humano que come todo el tiempo, que se come al Jardín del Edén
todo el tiempo sin poder llegar a comerse ni una hoja del ​árbol
de la ciencia y del conocimiento del bien y el mal ( ​ Génesis 2,
9; 21).

La publicidad nos presenta toda esa comida a diario por


todos los medios de comunicación y a precios cada vez más bajos.
Los jóvenes de las sociedades tecnológicas jamás han visto a una
gallina, a una vaca, pero pasan el día y la noche comiendo
dichos animales en la comodidad de habitaciones de cemento que
los protegen del medio ambiente, de la lluvia, de la nieve, del
sol, de todo...

24
Pocos saben cómo murieron todos esos animales y mucho menos
cómo vivieron. Poco a poco, cada que llega la Gran Conciencia al
corazón de muchos, podemos enterarnos de la grave realidad que
nos oculta toda esa publicidad mentirosa que enciende nuestro
apetito sin tener hambre, que nos ofrece proteínas que no
necesitamos, que esclaviza nuestra mente. Cuando el tedio de la
vida ​moderna​ comienza a crear depresión, soledad, falsedad,
entonces la comida es el refugio ideal. Comer, comer, comer,
ayuda a olvidar. Es el vicio especial, porque el animal humano
se excita completamente y olvida sus fatigas, su desesperación,
su tristeza, su falsedad. Pero detrás de esas presas de pollo
inmensas, esas hamburguesas con carne de res o de cerdo, esos
embutidos, salchichas, latas de atún... se esconde una realidad
brutal que no podemos ignorar.

Cada minuto, mientras escribo y lees estas líneas, millones


de animales sufren torturas y muertes masivas para alimentar esa
sociedad no hambrienta, sino enviciada a propósito por la
sociedad de consumo a la carne animal. Es posible que visites
centenares de páginas de Internet en donde podrás ver vídeos
escalofriantes de animales inocentes que son criados en
condiciones terribles y son sacrificados de manera horrenda para
que puedas disfrutar de esas chuletas de carne en el café de tu
barrio. A esto debemos sumar cosas aún más banales como la
muerte horrenda de animales despellejados vivos para que hombres
y mujeres ​de sociedad puedan vestir prendas lujosas en ciudades
occidentales.

Muchos cínicos de esas sociedades de consumo se atreven a


compararse con nuestros ancestros: dicen que el ser humano es
carnívoro ​por naturaleza​ y que nuestros más primitivos
ancestros, así como nuestros hermanos de pueblos naturales,
todos son carnívoros. Si bien puede ser cierto, es solamente el
titular. De ningún modo se trata de la misma realidad: nuestros
ancestros, como los pueblos naturales que existen todavía, no
rompen el balance de la naturaleza como lo hace el llamado

hombre ​moderno. Nuestros ancestros tomaban estrictamente lo
necesario y comían la carne que ellos mismos cazaban. La caza
era, además, un acto místico que incluía una preparación humilde
en donde el ser humano pedía permiso al Creador y a la Madre
Tierra para tomar a uno de sus hijos. Era un acto humilde en
donde se pedía perdón al animal sacrificado e, incluso, al árbol
por talar.

25
Eso está muy lejos del acto vicioso y cruel del
hombre ​moderno​ que come carnes que no cazó y que mira a la Madre
Naturaleza como su esclava, que debe proveer lo que él quiera.

En este vicio moderno del comer carne, existen tres


animales especialmente populares y que surten los restaurantes
de las ciudades occidentales o ​modernas. ​Esos tres animales
infortunados, aunque no son los únicos, sí son los más
sacrificados para alimentar los apetitos del homo sapiens, son
la res, el pollo y el cerdo. Curiosamente el cerdo fue prohibido
desde antiguo por las religiones monoteístas por considerarlo
un ​animal impuro ​(Levítico 11, 7; Isaías 65: 1-5; Corán 2, 173)​.
Ciertamente en religiones nacidas en el desierto, el cerdo no
podía atraer simpatías porque ensuciaba las pocas fuentes de
agua disponibles. Pero los europeos, quienes desde antiguo
consumían el cerdo como manjar, lograron ​editar bien las páginas
del cristianismo para que dicha prohibición no les llegara
(Hechos 10, 15) y hoy por hoy la carne del cerdo es parte de las
comidas ​modernas.

Millones de millones de reses, pollos y cerdos son


sacrificados cada día en todos los continentes de la Tierra y
sus carnes se distribuyen en cada restaurante, cada
supermercado, cada sucursal de las grandes multinacionales de la
alimentación en todo el mundo. El 36 por ciento del consumo de
carne en todo el mundo proviene del cerdo, seguido de un 35 por
ciento por carne de pollo y un 22 por ciento de carne res (FAO,
2014). ​

En un cálculo realizado sobre ​cuántas vacas deben ser


sacrificadas en un año para surtir la demanda mundial de las
hamburguesas de McDonald,​ el número impresiona y eso tan solo
para dicha cadena de alimentos que se ha convertido en un ícono
occidental en todo el Planeta. El cálculo da un número de 1.445
vacas ​por día para surtir la demanda de hamburguesas y medio
millón de vacas por año (Sánchez, 2017), de nuevo, sólo para los

de ​McDonald.

No se trata sólo del sacrificio de estos tres tipos de


animales (entre muchas otras especies consideradas de ​cría para
el consumo humano​), sino también las formas en que se crían y se
mantienen y, muy especialmente, la promoción de un número masivo
que es en sí antinatural.

26
Millones de hectáreas de tierra en todo el planeta se han
destinado a la cría de estos animales para el solo consumo
humano. Ello implica inmensas áreas de tierra en donde antes
existían bosques tropicales húmedos como en la selva del
Amazonas, en selvas africanas, en Indonesia, Malasia, Australia
y en muchos otros lugares. Evidentemente ello implica el aumento
de gases que inciden en el calentamiento global, la destrucción
de ecosistemas, la deforestación desmedida y el desplazamiento
de muchas especies animales y vegetales, muchas de las cuales se
ponen al borde de la extinción. Millones de cabezas de ganado,
de pollos y cerdos que tienen además un inmenso consumo de agua.

Por otra parte, cada vez es más común la denuncia de


mataderos en muchos países supuestamente ​civilizados​ en donde se
crían y se sacrifican estos animales en condiciones crueles.
Pollos que crecen sin ver la luz del sol, asegurados sus cuerpos
a barras o jaulas en donde apenas sí pueden moverse durante toda
su vida. Cerdos que reciben tratos violentos, como si fueran
seres despreciables. Ganado que es sacrificado sin ningún
sentimiento de empatía, cortados sus cuellos para verse
desangrar lentamente. Los terneros, los porcinos recién nacidos,
son separados violentamente de sus madres sin ningún asomo de
piedad. "​No tienen sentimientos los animales" ​ , se quieren
justificar no sólo sus verdugos, sino muchos miembros de la
sociedad contemporánea de la hipocresía. Millones de pollos
machos recién nacidos son ​tirados a la basura​ porque no tienen
un ​valor comercial​.

¿Eran así nuestros ancestros? Comían carne, sí, pero no


llegaban a este drama dantesco, a esta ofensa diaria a la Madre
Tierra, a este pecado tan terrible que se comete cada día y cada
noche en la más completa impunidad.

¡Qué deliciosa pechuga de pollo! ¡Qué rica esa chuleta!


¡Quiero una hamburguesa! Todas estas cosas las dicen día a día
millones de miembros de la sociedad de consumo, muchos de ellos
han firmado campañas para que las autoridades arresten a un
hombre que ejerció un acto de crueldad en contra de un perro o
muchos de ellos saben con horror que en algunos países de Asia
se consume carne de perro y que se trata a los perros como ellos
tratan a los cerdos.

El consumo de carne es un negocio jugoso que beneficia a


una larga cadena de individuos, corporaciones, grupos
financieros, multinacionales. Los animales no importan en su ser

27
natural, en la posibilidad de que tengan sentimientos o que
posiblemente tengan derechos y, como una cadena de ironías, los
consumidores ingenuos importan menos, como que el consumo de ese
tipo de carnes venidas del sufrimiento de los animales, produce
serias enfermedades en el corazón, la sangre, los riñones, el
hígado, el cerebro... cáncer, derrames cerebrales, diabetes,
​ Al
obesidad, colesterol dañino, acné y hasta ​disfunción eréctil.
final, presa y depredador terminan muertos, pero el negociante
macabro de este drama, termina con los bolsillos llenos.

¿No tienen sentimientos los animales?

Nuestro primer maestro es nuestro propio corazón

Cheyenne

No entremos por el momento en reflexiones teológicas.


Dejaré el tema religioso sobre el vegetarianismo para lo último.
Pero quiero reflexionar sobre este punto, porque para muchos,
los animales ​no tienen sentimientos​. Es decir, son objetos
animados en sí. Esta idea, que es muy común en sociedades
occidentales, crea ya una gran impunidad y limpia la consciencia
de muchos. Si alguno coge una piedra y la golpea en contra de
otra piedra, nadie pensará que en ellas hubo dolor o miedo en lo
absoluto. Son piedras, seres inanimados, objetos. Para muchos,
los animales entran en este mismo terreno. Son cosas que, por
alguna razón, no tienen conciencia de su ser. ​Los animales no
saben que son. ​ Yo mismo llegué a este pensamiento y eso me
sirvió para comer carne por mucho tiempo sin ningún asomo de
remordimiento.

En la antigüedad sabemos de muchos casos de antropofagia.


Hoy en día vemos esos casos como terribles. Que un ser humano
mate y se coma a otro ser humano, lo vemos como algo absurdo,
como una locura y como el acto más inmoral posible. Incluso este
pecado fue señalado insistentemente por los castellanos cuando
llegaron a las Américas en relación con nuestros ancestros. Se
repetía que nuestros ancestros eran antropófagos y que
practicaban ritos humanos, como si los antiguos europeos y las
tribus del Medio Oriente no hubiesen hecho algo similar en
​ los europeos se dieron la
tiempos remotos. Para ​salvar la causa,
licencia de sacrificar a muchos de nuestros ancestros y de
destruir mucho de nuestras culturas.

28
Para que un pueblo practicase la antropofagia y venciera el
instinto natural de proteger a los miembros de su propia
especie, se tenía que despojar a la víctima de su condición
humana misma. Se creaba la noción de enemigo o demonio. Un ser
humano que no tenía el derecho a presentarse como humano. Por
eso, podía matarse y consumirse. Los europeos mismos, que
describen en sus primeras crónicas con horror los sacrificios
humanos que hacían muchos de nuestros ancestros, los despojaron
de su condición humana para hacer exactamente lo mismo.

Por eso mismo, para garantizar el consumo de carne animal,


se ejerce una situación similar que incluso retrasa el avance
del conocimiento sobre la naturaleza. Se tiene que despojar a
los animales y a las plantas de toda pretensión de alguna forma
de conciencia e, incluso, de sensaciones. ​Los animales no
sienten, no piensan, no saben que son... s ​ e trata de otra
mentira más, una mentira macabra que justifica los actos de
crueldad más aberrantes que se puedan ejercer en contra de
nuestros compañeros de planeta.

Los animales según Occidente

Cuando el hombre blanco vino,

nosotros teníamos la tierra

y ellos tenían la Biblia.

Nos enseñaron a rezar con los ojos cerrados

y cuando los abrimos,

ellos tenían la tierra

y nosotros la Biblia.

Jomo Kenyatta

Por ​Occidente entendemos a un grupo de personas y


sociedades que, en la actualidad, se creen más listos que el
resto de la humanidad, no sólo de la humanidad presente, sino,
incluso y de manera muy confundida, de la humanidad pasada. El
término nace claramente en el antiguo mundo greco-romano y, más
allá, en los antiguos griegos, quienes se asumían ​más listos que
el resto de las civilizaciones conocidas. Los griegos se creían

29
el centro del mundo y llamaron a los no-griegos como bárbaros.
Pero, incluso, dentro de esos barbaros, hicieron distinciones:
pueblos como los egipcios y los del llamado Medio Oriente como
​ pero no tanto como, por
los persas, eran para ellos ​bárbaros,
ejemplo, las antiguas tribus germánicas de la Europa nórdica.
Los griegos se desarrollaron en antagonismo con los persas, los
cuales estaban al oriente. Son, entonces, los griegos los
primeros en llamarse así ​occidentales en el sentido de ​más

civilizados.

Entonces llegan los romanos, los cuales estaban más al


occidente de Grecia. Los romanos se sienten herederos legítimos
de la civilización griega y asumen muchos elementos griegos sin,
por ello, llegar a serlo del todo. Cuando los romanos se hacen
cristianos, la antigua división entre griegos y romanos se hace
más evidente, lo que se expresaría ciertamente en la decadencia
que llevaría a la división en dos mundos: el mundo latino
occidental y el mundo griego oriental. Los griegos, quedaron,
entonces, al oriente, los que darían forma al imperio bizantino
que incluía los Balcanes, Asia Menor, Egipto y el Levante. El
cristianismo también quedó dividido, hasta el sol de hoy, en
esos dos pedazos: el cristianismo latino, que daría forma a la
Iglesia Católica, de la cual se desprenderían las iglesias
protestantes, curiosamente de los descendientes del mundo
germánico, considerado en antiguo como tierras bárbaras, y el
cristianismo griego. De ambos, el latino tendría un mayor
poderío militar, económico, geopolítico debido a la llamada
1
Donatio Constantini , ​la cual, sea auténtica o una falsificación
histórica, es real en términos históricos en el sentido en el
cual el cristianismo romano recibió de manera efectiva un poder
político centrado en Roma.
La idea de Occidental, entonces, tiene un sentido
geopolítico. Una cultura o un grupo de sociedades, se ve a sí
misma como el centro de una civilización superior y llama a las
​ . La
demás bárbaras, salvajes o incivilizadas (​lo no-occidental)

1
La ​Donatio Constantini se refiere a un acto en el cual el emperador Constantino Magno en el siglo IV, le habría
concedido poder político al papa de Roma sobre la parte occidental del Imperio Romano. En la actualidad esto se
considera una falsificación probablemente realizada en el siglo VIII, pero que se utilizó especialmente en el siglo
XIII para resaltar el poder terrenal del pontífice.

30
distinción del mundo en Occidente, Oriente, Medio Oriente,
Lejano Oriente, parte de esa perspectiva del mundo que se
origina más que todo en Europa. Poco a poco, con la
consolidación de dos Europas: la Europa Occidental, derivada del
mundo romano latino y la Europa Oriental, el otro pedazo (el
bizantino), se perpetua dicha división del mundo.
La era de las colonizaciones de la Europa Occidental
alrededor del mundo, será el primer catalizador mundial. El
nacimiento de la ​globalización n ​ o nace a fines del siglo XX,
sino que tiene sus raíces hondas en la colonización europea en
otros continentes desde el siglo XV. Son los europeos
occidentales, no los orientales, los que lideran las gestas de
conquista de otros continentes y llevan consigo la imposición de
las banderas del concepto occidental. Por eso mismo, es posible
​ la cual es
utilizar el sinónimo como ​cultura europea occidental,
una serie de normas sociales, valores éticos, tradiciones,
costumbres, sistemas de creencias basados en el cristianismo,
sistemas políticos, instrumentos y tecnología. En sentido
estricto, los países contemporáneos de la Europa occidental son
los occidentales,​ pero ello también incluye a países ligados
directamente a Europa a causa de las colonias europeas en otros
continentes (específicamente las Américas y Australia) o a
culturas no-occidentales que han asumido plenamente los
arquetipos occidentales (países asiáticos que han tenido un gran
desarrollo tecnológico y han construido sus sociedades entorno a
valores occidentales como el Japón, Corea del Sur, Singapur y
otros).
El caso de Latinoamérica como parte del mundo occidental es
motivo de álgidos debates, los cuales no pretendo discutir en
este libro. Sólo diría por lo pronto que Latinoamérica es, en
conjunto, una parte de dicho mundo occidental, debido a que sus
estados se basan en principios políticos, religiosos y
culturales de la Europa occidental y, además, porque
Latinoamérica tiene un papel preponderante en el desarrollo del
mundo occidental contemporáneo, especialmente con el aporte que
hizo durante su tiempo colonial. Sin embargo, dentro del mundo
occidental, Latinoamérica conserva (y eso es muy positivo),
elementos originales de sus culturas ancestrales, las cuales
juegan un papel relevante en su identidad, elementos estos que
ni Europa ni América del Norte poseen. Esos elementos

31
ancestrales se encuentran actualmente en una lucha por
reivindicarse y eso conlleva procesos muy complejos y
conflictivos, pero también esperanzadores.

Toda esta reflexión sobre lo que es occidente nos sirve


para ubicarnos en la pregunta sobre cómo occidente ve a los
animales. Para Morales Muñiz en su estudio ​Los animales en el
mundo medieval cristiano-occidental: Actitud y mentalidad
(1998), la forma en la cual el ser humano occidental ve a los
animales hoy, tiene raíz en el mundo europeo occidental del
Medioevo:
La tradición oral, el lenguaje, los refranes y los
cuentos, la carga simbólica contenida en nuestras
manifestaciones artísticas, entre otras muestras, pueblan
nuestra mente y nuestro mundo haciendo referencia a una forma
de concebir los animales que hunde sus raíces en nuestro pasado
medieval. Seguimos teniendo prevención ante las serpientes y la
paloma continúa simbolizando la paz, decimos que alguien come
como una bestia o se comporta como tal cuando se guía por sus
instintos o se conduce de forma violenta, también hablamos de
que alguien tiene vista de lince y se lloran lágrimas de
cocodrilo. Todo esto es, en buena medida, un legado cultural
influido, en parte, por la fe cristiana, indisociable de la
cultura medieval (Morales Muñiz María Dolores Carmen, 1998, p.
308).

Durante el Medioevo, Europa era una región cubierta de


selva y una gran cantidad de animales salvajes, hoy por hoy
extintos o reducidos a vivir en zoológicos. Los animales se
dividían entonces en salvajes y domésticos y la manera en la
cual estos eran percibidos por las sociedades feudales europeas
tenía que ver por una cosmogonía judeo-cristiana simbólica.
Los animales en las Escrituras tienen una carga profunda de
significados. Por ejemplo, las serpientes y el dragón
representarían al diablo, las avispas y abejas tienen relación
con la guerra y los enemigos del Israel, el asno con la
humildad, la araña y su tela con la fabricación inútil, los
caballos con poder y riquezas, el cerdo y la comadreja como algo
inmundo y así, cada animal que aparece en las Escrituras asume
un símbolo en relación con el mundo de lo humano. A esto se suma
el rol del animal como el expiatorio de los pecados humanos. El

32
chivo expiatorio era un chivo que se despeñaba en un risco y que
llevaba en sí ​todos los pecados del pueblo ( ​ Levítico 16). De
esta manera, los animales son presentados en los relatos
bíblicos como víctimas del sacrificio a Dios. Estos reemplazaron
los antiguos sacrificios humanos, que no eran exclusivos solo de
nuestros ancestros indo-americanos. Para los medioevales, este
hecho llegó a darle ​responsabilidad a los animales de sus actos
y se dieron los llamados ​juicios a animales ( ​ Evans, Edward P.,
1906). En la actualidad no se hacen juicios a los mismos, pero
se tiene como norma que un animal puede ser ejecutado ​in facto
si mata, por ejemplo, a un ser humano. Esta sentencia inmediata
sólo puede leerse como continuidad con ese sentido medioeval de
​ de alguna forma, ​de sus actos.
los animales como ​responsables,
Esta manera de ver a los animales, influenciaría
poderosamente al europeo medioeval, el cual tiene a los animales
como productos de intercambio y riqueza, pero también de estatus
social y simbología. La abundancia de animales salvajes en
Europa como lobos, chacales, felinos, haría de la caza un acto
de defensa de las poblaciones, pero también lo convertiría en un
deporte de la clase alta, del señor feudal. La literatura
medioeval nos cuenta de hombres que luchan en contra de dragones
o poderosas bestias para rescatar a una princesa. Dicho acto,
tiene el sentido de poder social, sube al individuo a un
estatus. El héroe se casa con la princesa y llega a ser rey.
Este acto de cazar como una actividad realizada por la casta
superior de la sociedad, nos llega hasta nuestros días con los
macabros safaris en África en donde multimillonarios pagan
cuantiosas sumas para ir a disparar a leones, osos y elefantes,
que después exhiben con orgullo en sus redes sociales. Es el
mismo sentido del señor feudal que ponía la cabeza de la bestia
cazada en la sala de recibo de su castillo medioeval.
Los animales representaron también la presencia de Dios o
del diablo. Por ejemplo, los gatos, hoy tan queridos por las
sociedades occidentales, fueron tenidos como la ​encarnación de
la brujería y, de este modo, perseguidos casi hasta su
exterminio.
La manera en la cual las sociedades europeas medioevales
veían al animal tuvo su evolución. Desde una intención expresa
de dividir estrictamente el mundo animal del humano, leída esta

33
preocupación en la teología católica, la cual ponía al ser
humano como el ente superior de la creación, hasta una tendencia
que se presenta ya casi a fines del Medioevo con el rol de
varios santos católicos, los cuales se hacen benignos a los
animales salvajes. Casos como el de san Francisco de Asís, santa
Warburga, san Guinerfort y otros (​Morales Muñiz María Dolores
Carmen, 1998, p. 326). Pero dicha benignidad de los santos hacia
los animales corresponde con este principio de los mismos como
representación de algo y, muy especialmente, del dominio en el
ser humano de su parte animal, es decir, de su parte más
inferior. La conversión del lobo por parte de san Francisco de
Asís, representa la predicación al señor feudal que explota y
aterroriza a los ​siervos (otra palabra del mundo animal para
designar al campesino casi esclavo de los feudales). Es probable
que dichos santos vieran a los animales con simpatía e incluso
compasión, pero en el fondo estos no representaban una
preocupación por los animales mismos, sino lo que ellos
representaban desde el mundo de lo humano – las ​pasiones
animales​ que no son otra cosa que el pecado mismo.
Para los medioevales, había una gran preocupación por
definir y separar lo humano de lo animal. Los animales, a pesar
de ser también ​creaturas de Dios​, no tienen ​el mismo estatus del
ser humano​, porque carecen de la razón. Por lo tanto, no pueden
decidir por ellos mismos y están condenados a ser ​esclavos para
siempre del humano, lo que incluye el ​ser su alimento. ​ Es al ser
humano al cual Dios da en la Biblia el privilegio de la ​imago
Dei.
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar,
en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y
en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al
hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra
los creó (Génesis 1, 26-27).
La ​imago Dei corresponde además a la ​teoría geocéntrica que asumía
que la Tierra (plana por demás), estaba al centro del Universo y todos los
astros, incluido el Sol, giraban en torno a nuestro Planeta. Dicha teoría,
concebida por Claudio Ptolomeo en su obra ​Almagesto en el siglo II, estuvo
en vigor hasta el siglo XVI, cuando fue reemplazada por la teoría
heliocéntrica. De la misma manera en la que la Tierra, principal escenario
de la Creación en la cosmogonía de las religiones monoteístas, el ser

34
humano es el centro de la naturaleza misma como creatura hecha a ​imagen y
semejanza de Dios​.

Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para


él​ ​(Romanos 11:36).

Si bien el texto se refiere a Jesucristo, es claro que esta


es la idea que prima en las culturas occidentales
judeo-cristianas y musulmanas hasta el sol de hoy. La razón es
la división que se asume entre lo divino, de lo cual
participaría de por sí el ser humano debido a la ​imago Dei y
entre la naturaleza, considerada lo mundano, lo terreno, lo
salvaje, lo inferior y sometido a la voluntad humana.
En la actualidad, muchos discuten la responsabilidad de la
cosmogonía judeo-cristiana y musulmana en las maneras en las
cuales las sociedades occidentales tratan a la naturaleza y la
ponen en peligro de aniquilación. Eric Baratay dice en su obra
Le christianisme et l’animal, une histoire difficile​ (2011):
Desde los orígenes del cristianismo, la imagen de la bestia se
forja en oposición a la del hombre y se convierte en una
constante mirar a uno solo a través del otro. Los primeros
escritores cristianos, en particular los Padres de la Iglesia,
son gradualmente ganados al neoplatonismo. De hecho, este
último presenta ante sus ojos la ventaja de estar cerca del
cristianismo, debido a su creencia en una divinidad
trascendente. Así, el neoplatonismo permite dar una
interpretación adecuada de la "imagen de Dios" del Génesis,
argumentando que el alma humana es de naturaleza intelectual e
inmaterial, por lo tanto, está relacionada con lo divino. El
enfoque neoplatónico también permite que el cristianismo
continúe sobresaliendo entre las religiones paganas, colocando
la relación con Dios en una esfera supra-terrestre. Este
interés es respaldado por San Agustín, cuya filosofía domina el
cristianismo sin oposición hasta el siglo XIII, y luego
permanece bien anclado (Baratay Eric, 2011, p. 124).

Es decir, el cristianismo, en su carrera de imponerse en el


mundo europeo pagano de los dioses greco-romanos, muchos de los
cuales asumen formas zoomórficas, trata de definir al ser humano
como una creatura superior, más cercana a una divinidad que se
encuentra por fuera de su propia Creación, en contraposición con
el mundo animal, al cual considera inferior y ante el cual es
válido ejercer todo acto de dominio e incluso de desprecio.

35
En este capítulo quiero discutir la idea de si los animales
tienen o no conciencia. Por lo tanto, estos conceptos parecen
más apropiados para el capítulo sobre religión y animales. Pero
es ineludible la referencia, porque la manera en la cual los
occidentales contemporáneos ven aún a los animales, tiene que
ver con estas maneras de concebirlos ya desde antiguo y, muy
especialmente desde el medioevo.
La distinción entre el ser humano ​civilizado ​y ​divino en
oposición a lo ​salvaje y ​ ​mundano​, jugaría un papel vital en la
historia de la humanidad y en cómo los europeos occidentales
impusieron su visión del mundo en otros continentes. Es lógico
que, cuando los castellanos llegaron a las Américas, catalogaron
inmediatamente a nuestros ancestros indígenas como salvajes y
mundanos, casi o completamente ​
​animales. Muchos pueblos
indo-americanos iban desnudos (como aún lo hacen muchas tribus
amazónicas nómadas), lo que debió causar un gran desprecio por
parte de los europeos, los cuales concebían el vestido como una
manera de diferenciar al ser humano del animal. Las iconografías
aztecas, maya, quechua, con la evidente presencia de figuras
zoomorfas, les valió un gran desprecio ante una iconografía
cristiana europea en donde Jesús, la Virgen María, los ángeles y
todo lo celestial, domina sobre la naturaleza de lo salvaje, con
un sentido estrictamente humano-divino. Los animales en la
iconografía cristiana tienen un entramado complejo de
significados que se debaten entre el bien y el mal. Hay animales
malos y animales buenos. Los animales de las Américas, sin
ninguna excepción y, especialmente aquellos animales
desconocidos en Europa, fueron tenidos como malos, demoniacos,
signos de las religiones ​paganas de nuestros ancestros. Los
europeos incluso traerían desde su continente a sus animales
domésticos, la mayoría de los cuales no eran conocidos en las
antiguas Américas, como el cerdo, la res, el caballo, el perro,
el gato, incluso las gallinas, palomas y muchas plantas de
cultivo que hoy pululan en nuestros pueblos, provienen de
Europa. A cambio, los animales domésticos de los pueblos
indígenas fueron marginados completamente, considerados
inferiores por la civilización conquistadora.
Esta dicotomía aún es expresada por la gente occidental de
hoy: las culebras, por ejemplo, causan un gran temor en el
hombre occidental, mientras que los corderos una gran ternura, a

36
pesar de que son objeto de sacrificio y consumo. Por lo mismo,
el jaguar, por ejemplo, uno de los animales tótem en numerosos
pueblos ancestrales de las Américas, debió ejercer una condena
inmediata por parte de los españoles y sus misioneros. El
jaguar, un animal sagrado para muchos de nuestros ancestros, no
tenía cabida en la cosmogonía cristiana más que como el diablo
(1 Pedro 5, 8-9) y, por ende, debía ser exterminado. Hoy por
hoy, el jaguar, también conocido como ​el tigre americano y el
cual es el tercer felino más grande de la Tierra después del
león y el tigre, se encuentra en vías de extinción. Ahora bien,
si la cosmogonía dominante asume de manera ciega que el jaguar
es un animal ​malo ¿cómo podrían los cazadores de hoy sentir
algún tipo de remordimiento al perseguirlo por su piel o al
destruir su medio ambiente?
Contrario a la cosmogonía cristiana de distinguir ​animales
buenos y animales malos​, nuestros ancestros no hacían tal
separación. Los animales en sí eran parte activa de la Creación
misma y, como los humanos, podían asumir actos buenos o actos
malos. En el caso del jaguar, quizá uno de los más comunes a la
mayoría de los pueblos indoamericanos, de Suramérica a
Norteamérica, explica la antropóloga María del Carmen Valverde
Valdés sobre el jaguar:
Dentro de la visión general que los grupos mesoamericanos
tienen sobre la bipolaridad del cosmos, al jaguar le
corresponde originalmente, por sus hábitos, el mundo de abajo,
el femenino, el reino de la oscuridad y de la noche. Este
animal guarda un estrecho vínculo con las deidades asociadas al
inframundo y con las diversas puertas de entrada a este sector
del universo como podrían ser las cuevas, el interior de los
montes y; en ocasiones, la espesura de las selvas y los
bosques. Así, el felino ejerce su hegemonía tanto en la tierra
como debajo de ella, al igual que, durante la noche, en el
cielo. Por lo tanto, es un animal poderoso y peligroso y maneja
formas de conocimiento o saberes que corresponden a los poderes
subterráneos, donde radican fuerzas y espíritus que están fuera
del control de los humanos (Valverde Valdés, María del Carmen,
2005).

Con estas reflexiones, no quiero condenar de ninguna manera


el aporte de Occidente a la humanidad. Es necesario también
encontrar los valores esenciales que nos permita establecer un
diálogo. El desarrollo de la ciencia y la tecnología adquirió un

37
desarrollo sin igual en Europa, especialmente a partir del siglo
XV, lo que conduciría al Iluminismo, la Revolución Francesa, la
Revolución Industrial y otros eventos esenciales en la historia
de la humanidad. El mismo colonialismo ejerció un proceso de
globalización del conocimiento. Todo esto se dio,
paradójicamente, debido a una lucha del hombre europeo con la
concepción mítica del universo. Si bien la Edad Media significó
el triunfo del teocentrismo más fundamentalista en la historia
de Occidente, la salida de éste nos condujo a una revisión del
Universo por fuera de los hábitos de Dios. Tan sólo pudo
descubrir la electricidad, aquel que perdió miedo al rayo como
instrumento de Dios. Ahora tendríamos que resignificar el rayo,
por utilizar el mismo ejemplo. Aunque sabemos con certeza que el
rayo es una descarga eléctrica y no la furia de Dios, también
debemos saber que este hace parte de una armonía del Universo
que ha permitido, sino generado, la vida misma a través de
millones de milenios.
Animal o humano

Humano estúpido.

La gorila Koko cuando le explicaron el problema del desastre


ambiental.

Las religiones monoteístas, como vimos antes, tienen un


fuerte conflicto ante este dilema. El ser humano como ​imagen de
​ se define sólo a partir de esto y en contraposición con
Dios,
los animales. Este conflicto sigue vigente y las religiones
monoteístas no parecen cambiar o actualizar su discurso en este
sentido, a pesar de que la ciencia ha demostrado muchas cosas
que nos hacen decir que el ser humano tiene mucho más de animal
de lo que él mismo asume y que el concepto de lo humano es en
realidad bastante ambiguo.
Uno de los casos contemporáneos en los cuales podemos
evidenciar esta tendencia occidental de separarse de la
naturaleza lo encontramos en la búsqueda de vida en otros
planetas. Aunque sabemos que es una tarea difícil y que cuando
encontremos un planeta con vida, nuestras generaciones actuales

38
no tienen ninguna posibilidad de llegar físicamente a ellos, las
discusiones sobre las posibilidades de vida por fuera de la
Tierra nos llevan a una multitud de posibles escenarios. Uno de
estos es la idea que, posiblemente, el ser humano mismo proviene
de ​otro planeta​. La teoría que la vida en la Tierra se originó
2
en el espacio es conocida como ​panspermia y ​ , aunque no es
descabellada porque sabemos que muchos de los elementos de la
vida pudieron llegar a la Tierra desde asteroides como el agua,
los que proponen que los humanos vinieron de otro planeta o
fueron una creación de extraterrestres, ponen una vez más el
anhelo humano de no parecerse o tener nada que ver con los
animales.
Aunque los antiguos ya sospechaban que los seres humanos
tienen una relación cercana a los animales, el primer estudioso
moderno que le da una bofetada a los defensores de un ser humano
semidiós es Charles Darwin con su ​selección natural​. La
propuesta que el ser humano no era nada más ni nada menos que un
miembro de la familia de los primates, causó una gran alarma en
la Europa del siglo XIX. Pero llegó Darwin y la sociedad
occidental siguió su curso como si nada.
En la actualidad hemos hecho descubrimientos que no sólo
confirman las investigaciones de Darwin, sino que van más allá.
Las asunciones en las cuales los animales carecen de
pensamiento, del uso de instrumentos para transformar su medio
ambiente y de sentimientos, se desmoronan día a día y arrinconan
el concepto de lo humano.
Hemos visto como muchas especies animales no sólo utilizan
instrumentos, sino también los fabrican, aunque sea de manera
rudimentaria. Antes pensábamos que sólo el ser humano fabricaba
y utilizaba herramientas, un elemento que nos definía
estrictamente como humanos. Pero eso ya no es tan preciso,
porque sabemos que muchos animales también lo hacen y con
propósitos similares a los del humano: encontrar agua,
alimentos, para mejorar su propia apariencia en el rito del
cortejo sexual, para defenderse, para recrearse, para la
construcción e, incluso, pueden ejercer actos de transmisión de
su conocimiento a otros o copiar de otros el resultado de

2
La Panspermia (griego: πᾶν (pan), 'todo', y σπέρμα (esperma), 'semilla') es la hipótesis que dice que la vida
en la Tierra es de origen extraterrestre.

39
experiencias medibles con los sentidos. Cada que estudiamos a
los animales, es como cuando estudiamos el Universo: nos damos
cuenta de lo poco que los conocemos y cuán ciegos hemos sido al
utilizarlos como un objeto para nuestro único beneficio.
Animales que incluso no tienen en sentido estricto un ​cerebro
como los moluscos, específicamente el pulpo, nos han demostrado
que tienen un gran nivel de inteligencia. Si la inteligencia es
aquel aspecto que nos diferencia de los animales ¿cómo podemos
entender entonces la inteligencia animal?
Nosotros mismos hemos creado un mundo que pone en
entredicho las ideas que teníamos como exclusividad de lo
​ A cada segundo, los sistemas
humano: la ​inteligencia artificial.
de información tecnológica adquieren mayor cantidad de datos y
van hacia un estado en el cual ​toman más decisiones de manera
autónoma. En la obra de Raymond Kurzweil, ​La singularidad está
cerca​, este argumenta que ese ritmo de adquisición de
información por parte de sistemas ​inteligentes se da de manera
exponencial y no lineal. Llegará un momento de no retorno en el
cual los sistemas de la información copiarán todo el espectro
tecnológico y neurocientífico humano y es a este punto al cual
llama la ​singularidad tecnológica (Kurzweil, Ray, 2005). Una vez
alcancemos la singularidad tecnológica, las máquinas
inteligentes podrían tomar decisiones tan extremas como eliminar
al ser humano mismo, si consideran que es innecesario o que es
un peligro para su propia existencia. Películas como la ​Matrix,​
Terminator y otras no parecen tan de ficción. Pero aparte de tal
preocupación contemporánea y la preocupación por que las
máquinas terminen dominando al Planeta entero, volvamos al
concepto de lo humano. Si las máquinas llegarán a un cierto
nivel de conciencia de sí mismas ¿serían humanas? ¿qué nos
separaría de ellas aparte de nuestra constitución biológica,
nuestra carne, nuestra parte, precisamente, ​animal​?
Las máquinas inteligentes tendrían más razones para
establecer una diferencia real y medible con los animales – lo
que nos incluye, debido a que ellas carecen del componente
biológico. Sin embargo, es posible que ellas traten mejor a los
animales y a las plantas de lo que lo hacemos nosotros, si
descubren quién ha puesto al Planeta entero en peligro y quién

40
es más necesario para conservar el equilibrio natural, si es que
llegan a conclusiones de ese tipo.
Cómo es posible que sintamos tanta ansiedad por descubrir
vida en otros planetas y, especialmente, ​vida inteligente, ​
cuando parece que asumimos que nosotros, los humanos, somos ​los
únicos seres vivos inteligentes sobre la faz de la Tierra. ​ Esta
gran ironía nos conduce a la destrucción de nuestro propio
entorno y a nuestra propia extinción. Ya que hemos tocado el
tema bíblico para buscar explicaciones sobre nuestra
indiferencia frente al mundo animal y vegetal, a los cuales
vemos como esclavos, instrumentos de uso y supeditado a nuestro
pie, tenemos que recordar también que en la misma Biblia
encontramos el relato del ​Diluvio Universal (Génesis 7 y 9).
Este relato ha demostrado ser, además, un elemento
auténticamente universal, porque aparece expresado en las
tradiciones creacionistas de muchos pueblos de la Tierra y de
lugares distantes en la geografía del mundo. De nuevo tocamos un
tema religioso que iría mejor en el capítulo siguiente, pero en
todo esto vemos como cada parte se entrelaza. Lo que es
necesario anotar aquí es que, en dicho evento, según la Biblia
judeo-cristiana, Dios ordena la extinción de los seres humanos
por su comportamiento inmoral (Génesis 6, 5-7), pero a la vez
tiene la voluntad de conservar las semillas de su Creación y
darle la oportunidad de hacer algo nuevo. Dios escoge no solo a
un grupo de humanos para salvarlos (Noé y su familia), sino
también a todos los animales (Génesis 7, 2-3), aquellos
considerados ​limpios y aquellos considerados ​impuros,​ según la
cosmogonía judía. Con el enorme aceleramiento de la extinción de
especies que vivimos en la actualidad, nos oponemos sin duda al
plan divino de la salvación según la cosmogonía judeo-cristiana.
Queremos salvarnos, pero solo a nosotros, los humanos, mientras
permitimos y causamos de manera consciente e inconsciente, que
centenares de especies animales y vegetales perezcan para
siempre, lo que marca nuestro propio fin.
Pero los descubrimientos de Charles Darwin fueron tanto
solo la apertura a un proceso que hacía más difícil definir a lo
humano y nos acercaba a los animales. Esto tendría aún más
sentido con el advenimiento de la revolución genética. Pudimos
abrir nuestro ADN y ocurrieron dos cosas: la primera, pudimos
enlazar a toda la humanidad a un origen común que derribó

41
también los mitos racistas y los anhelos de exclusividad humana;
y, segundo, tuvimos que comparar nuestro ADN no sólo con el de
los animales, sino también con el de las plantas para descubrir
que, quiérase o no, todos ellos son nuestros primos ​lejanos ​o
cercanos​, como quieras leerlo. Aquel axioma de ​todos estamos
conectados​ comenzó a tener un sentido científico.
La revolución genética nos permitió saber que todos los
humanos modernos son una sola especie, hijos de una ​sola madre y
que todos compartimos el 99.9 por ciento de información
genética, dejando tan solo un 0.01 por ciento que establece
diferencias de color de piel, cabello, ojos, estaturas y otros
rasgos puramente étnicos que no nos hacen más o menos humanos.
Sólo hay una especie humana. Pero incluso hemos descubierto que
las otras antiguas especies humanas extintas como el Neandertal
y el Homínido de Denísova, nos legaron su propio ADN (Green,
R.E. et al., 2010).
Pero si Darwin pudo sacar sus conclusiones a partir de sus
detalladas observaciones, las pruebas de ADN nos permitieron
comprobar que tenía mucha razón. Los seres humanos somos simios
(el ​planeta de los simios es real y es esta Tierra) y esta
afirmación debe chocar mucho al hombre contemporáneo occidental.
Debe ser una ofensa a esa idea del ​Imago Dei tan querida en el
Medio Evo, pero que logró escabullirse hasta nuestra sociedad de
consumo y tecnocracia moderna. Los humanos, el homo sapiens,
pertenece al grupo de los grandes simios, el cual incluye
también a los gorilas, orangutanes, chimpancés y bonobos. De
todo este grupo, los humanos están más cerca del chimpancé y de
los bonobos con los cuales comparte el ¡​98,7 por ciento de su
secuencia genética! (Deziel, Chris, 2018). Según los
científicos, el ancestro común de humanos, chimpancés y bonobos
vivió hace 6 y 8 millones años. Hace 25 millones años, tenemos
el ancestro común entre simios y monos y, mucho más en el
pasado, cerca de la extinción de los dinosaurios que fue hace 65
millones de años atrás, el ancestro común de todos los
mamíferos. Según Deziel, los humanos comparten el 93 por ciento
de su secuencia genética con los monos y es este el mamífero más
cercano a los humanos que no sea el chimpancé. Pero la cercanía
con otros mamíferos que parecen más disímiles es aún más
impresionante: los gatos comparten el 90 por ciento de su ADN
con humanos y, más atrás, los ratones el 85 por ciento, razón

42
por la cual han sido tan importantes en las investigaciones
médicas. El 80 por ciento con las reses (las cuales son
consumidas en restaurantes de todo el mundo) y 61 por ciento con
los ​insectos​ ​que tanto te molestan.
Aún más allá, los humanos también tenemos una fuerte
relación con las plantas. El 50 por ciento de nuestro ADN es
compartido con el reino vegetal y este dato lo tendremos en
cuenta para nuestra referencia al mundo vegetal, la dieta y la
medicina.
Si el ser humano es un simio, un animal más, entonces
tenemos un conflicto profundo: ¿qué nos hace ​humanos? ​ ¿qué
significa el ​Imago Dei​? Personalmente creo que no hemos llegado
a una respuesta final y eso es muy positivo. Ciertamente el
cerebro humano tiene un nivel de evolución muy superior al de
todos los animales, incluso aquellos que demuestran una gran
inteligencia. Pero queda otro problema: la evolución. Si el
cerebro evolucionado del homo sapiens es lo que lo hace ​humano
y, si existe la evolución como un proceso en continuidad
exponencial ¿quiero ello decir que los animales podrían llegar a
ser humanos? Ese problema es más fascinante que la singularidad
tecnológica, porque si bien las máquinas podrían llegar a tener
conciencia de sí mismas, no tendrían el componente biológico,
mientras que los animales definitivamente lo tienen. Esa es una
pregunta abierta para la historia contemporánea.
El significado del ​Imago Dei se hace oscuro ante el
misterio de la vida en la Tierra. Lo entendemos como la
posibilidad de la razón y de la conciencia de sí mismos. Pero
hemos visto como muchos animales pueden realizar actos que en sí
y por muy primitivos que sean, son semillas de razón y de
conciencia de sí mismos. Muchos animales, por ejemplo, pueden
reconocer su propia imagen en un espejo y esto deja muchas
incógnitas. ¿Será posible que algún día los chimpancés lleguen
al conocimiento del bien y el mal y puedan tomar decisiones por
sí mismos, fundar culturas y crear civilizaciones? En tal
momento ¿serán humanos y, por ende, ​hijos predilectos de Dios​?
Otro desafío para la sociedad occidental egocéntrica.
Muchos aspectos nos podrían definir como humanos. Entre
ellos, ciertamente, la gran evolución de nuestro cerebro, pero
también la inmensa capacidad de transformar el medio ambiente,

43
muchas veces para su propio detrimento. Pero aquello que nos
hace humanos tiene que tener un sentido más profundo, más
trascendental. Ello puede marcarse por el valor de la compasión
y la simpatía por otras especies. El valor de avanzar en nuestra
evolución hacia la salvación de toda forma de vida, como en el
arca de Noé, de ​animales puros e impuros o, para utilizar
términos más contemporáneos de la sociedad de consumo, ​animales

útiles y animales “inútiles”.
No está dicha la última palabra sobre lo que nos define
como humanos. Pero con nuestro nivel de razón y conciencia,
somos esa parte del Universo que puede pensarse a sí misma, o,
como dice el astrofísico estadounidense Neil de Grasse en la
serie Cosmos, nosotros los humanos somos ​el universo que se mira
a sí mismo​. Somos posiblemente el Universo que se piensa y ello
nos hace seriamente responsables de velar por la protección de
la vida en nuestro Planeta y en todo planeta posible que la
albergue.

Las plantas

La planta que tienes en casa… ¿la has mirado detenidamente alguna vez?
¿Has permitido que ese ser familiar pero misterioso que llamamos
planta te enseñe sus secretos? ¿Te has dado cuenta de lo pacífica que
es, de que está rodeada de un campo de quietud? En el momento en que
te das cuenta de la quietud y de la paz que emana, esa planta se
convierte en tu maestra.

Eckhart Tolle

En una visita que hice una vez al canal de YouTube de una


vegana, esta dijo una frase que me supo mal. Mencionaba ella,
como justificación para comer vegetales, que ​las plantas no
sienten​. Le dejé un comentario en el cual le decía que dicha
idea no era tan exacta. Dicho comentario causó revuelo no solo
de su parte sino de sus seguidores. Las respuestas mostraron una
gran indignación y me trataron de ignorante. Comprendí que, sin
duda, les había movido el piso sobre el cual aseguraban su
estilo de vida vegano.

44
Si te haces vegetariano bajo la idea de solidarizarte con
los animales, tienes en la mente el compromiso de no causar
dolor y sufrimiento a creaturas que son inocentes en sí, que
tienen muy pocas formas de defenderse de la voracidad humana y
que además poseen un sistema nervioso muy parecido al nuestro,
especialmente aquellos animales que la sociedad de consumo pone
en el menú. Por lo tanto, quieres pensar que todo aquello que
consumes es correcto y que no causas ningún dolor. Por lo tanto,
asumir que las plantas no sienten es una especie de tabla de
salvación.
Resulta que no es una idea completa. Las plantas sí
sienten, sólo que de una forma muy distinta a la humana y al
animal. No podemos proyectar las formas tradicionales de
conocimiento frente a aquello que no conocemos. Nuestra
experiencia del mundo se registra a través de nuestro complejo
cerebro. Por lo tanto, asumimos de manera absoluta, que aquello
que no tiene un cerebro, es un objeto sin sentidos. Muchos
animales carecen de cerebro, al menos de la manera en la que
nuestra mente nos dice que es concretamente ​un cerebro.​ En su
lugar, tienen células especializadas, los ​ganglios, ​ que les
permiten funciones básicas de supervivencia. Entre ellos están
las medusas, esponjas de mar, corales y muchos otros, la mayoría
marinos.
Muchas personas asumen, por esta razón, que creaturas
marinas como moluscos y peces, ​no sienten y eso les ayuda a
apaciguar su conciencia para poder comérselos e, incluso,
lanzarlos vivos a peroles con aceite hirviendo, come he visto en
balnearios turísticos. Cuando algunas personas saben que soy
vegetariano, me quieren ofrecer pescado y mariscos como una
alternativa. Pareciera que dichos animales marinos no entraran,
en su mente, dentro de la categoría de ​animales​. Los llamados
pescatarianos​, por ejemplo, deben construir una idea muy
similar. Esta idea, por supuesto, es la causa de la sobrepesca
masiva en todos los océanos del mundo y un negocio jugoso que
afecta millones de especies marinas, desde pequeños bancos de
peces, hasta la supervivencia de animales marinos mayores como
ballenas, delfines, tiburones y, obviamente, animales especiales
como los corales, los cuales son bien desconocidos para el

45
hombre de la sociedad de consumo que respira, pero no sabe de
dónde le llega el aire.
Entrar en el mundo de las plantas es fascinante. Igual que
con los animales, sabemos muy poco de ellas. Pero es seguro que
sabemos más de los animales, porque estos se mueven y participan
de alguna manera activa dentro de la sociedad humana, aunque sea
como mascotas, como esclavos o como comida. Pero las plantas nos
parecen inmóviles y, sin embargo, no lo están.
Tenemos el siguiente dilema: si las plantas sienten ¿les
causamos dolor al comerlas?
Antes de adentrarnos en el complejo mundo de cómo sienten
las plantas, miremos este punto de las plantas como comida.
Definitivamente el ser humano no las utiliza solo para comida.
También tienen que ver con la medicina y como productos
madereros. Como objeto de consumo, causaron una de las grandes
revoluciones en la historia humana: el nacimiento de la
agricultura. Como medicina, ellas están a la base de los avances
en el terreno de la salud. Y como productos madereros, les
debemos muchas cosas.
Nuevamente todo tiene que ver con el balance de las cosas.
Los humanos tienden a tomar cosas del medio ambiente sin sentir
la responsabilidad de devolver en contraposición con los ritmos
de la naturaleza, que son un sistema universal de intercambio,
lo que garantiza incluso nuestra supervivencia. Por siglos, la
madera ha sido un producto de fabricación de innumerables
objetos de uso cotidiano. Ello incluye a culturas naturales y a
sociedades sofisticadas como la occidental. Pero nunca como
antes habíamos visto el peligro de una deforestación masiva en
todo el Planeta. Las culturas naturales hacen uso de la madera
de manera diaria, pero tienen un aprecio ejemplar hacia los
árboles. Las sociedades de consumo, en cambio, todo lo reducen a
precios en el mercado. Como dice León Tolstoi, ​hay quien cruza

el bosque y sólo ve leña para el fuego.
La observación de los ritmos de la naturaleza nos permite
ver que las plantas tienen más influencia en el Planeta del que
queremos ver o reconocer. Para comenzar con la alimentación,
todas las especies animales, lo que nos incluye, dependen del
reino vegetal. Todos los insectos, reptiles y mamíferos dependen

46
de la energía que producen las plantas, sin dejar de lado a los
animales carnívoros, los cuales se alimentan de animales
herbívoros.
Que las plantas estén a la base de la cadena alimenticia no
las destruye para nada. Parece que, al contrario, es eso lo que
ellas quieren. Estos seres tan especiales pueden procesar la
energía solar y el humus de la Tierra y crear una gran energía
que después comparten de manera abundante con los animales. A su
vez, los animales ayudan a distribuir las plantas por todo el
planeta. Las semillas creadas dentro de frutos y flores y
consumidas por animales, sobreviven dentro del proceso digestivo
de simios, pájaros, insectos, los cuales las esparcen en los
bosques y en otras regiones del mundo. Los grandes sembradores
de la Tierra no son los humanos, sino los pájaros y los monos,
por decir tan solo dos especies que viven entrelazadas con los
bosques. Las plantas crean los frutos para el paladar de los
animales. Ellos están hechos para ser comidos y, de esta manera,
garantizar su propia generación.
Es por ello que un bosque no es solo la reunión de árboles
y plantas en un lugar determinado. La presencia de animales de
toda especie es vital para la salud y el crecimiento de dicho
bosque. En las ciudades occidentales modernas es posible ver la
presencia de innumerables jardines e incluso árboles inmensos,
lo que es en sí algo muy positivo. Sin embargo, también se ve la
inversión en pesticidas que ponen en riesgo la fauna que puede
buscar refugio en dichos bosques urbanos.
Así como vemos a los insectos como ​alimañas a las cuales
hay que matar, extinguir, hacer desaparecer de la faz de la
Tierra, mientras ignoramos su importancia para el balance del
ecosistema, también clasificamos a muchas plantas como ​maleza
con la misma idea: su destrucción. En mi caso, he quitado esas
dos palabras de mi vocabulario. Todos los animales y plantas
existen por alguna razón, sea que estemos o no de acuerdo con
ello, nosotros no somos la medida de la Creación o del Cosmos.
No hay alimañas ni malezas, existen animales de toda especie y
plantas, muchas de ellas medicinales que deberían ser llamadas,
más bien, ​buenezas.
Esto nos lleva a la idea de que las plantas pueden ser
comidas, utilizadas en la salud del ser humano e incluso para la

47
construcción de cosas útiles a nuestras culturas, pero dentro de
un cuidado por el balance de la Madre Naturaleza.
Ello no significa que las plantas no sientan. Por el
contrario, es importante que descubramos la manera en que lo
hacen, diferente de las sensaciones animales, pero no por ello
inferiores. Por el contrario, al saber que el reino animal
depende del reino vegetal, tenemos que acercarnos a ellas con un
gran respeto y aprecio.
Por lo tanto, no podemos ser vegetarianos solo por
solidaridad con los animales. También por un gran respeto y
admiración por las plantas, las mismas que garantizan nuestra
supervivencia y nos proveen de la energía necesaria para
construir nuestro propio cuerpo físico, mental y espiritual.
Todo vegetariano y vegano debe obligarse a ser un experto en las
plantas, lo que le garantizará, además, una buena salud, porque
sabrá muy bien qué debe comer y qué le proporciona la energía
conveniente para su salud. Pero también, un vegetariano o un
vegano, al sentirse amigo o hermano de los animales, también lo
debe ser de las plantas. Cincuenta por ciento uno y cincuenta
por ciento otro.
Desde las plantas microscópicas y unicelulares como las
bacterias, que no vemos pero que están prácticamente en todas
partes y nos ayudan a desarrollar ciertos metabolismos como la
digestión, hasta las plantas marinas y las de las selvas que
generan grandes cantidades de oxígeno para respirar.
Hoy sabemos que las plantas tienen sus procesos de
comunicación y de relación con su propio entorno. La ecologista
forestal Suzanne Simard ha demostrado que organismos vivos del
suelo como ciertos hongos, ayudan a los árboles a crecer y a
desarrollarse. Muchos de esos hongos viven dentro de las raíces
de los árboles y les ayudan a adquirir nutrientes y agua del
suelo a cambio de carbono. En 1997 descubrió con otros miembros
de su equipo que los árboles estaban conectados, unos a otros, a
través de una red creada por los hongos de micorriza - la
simbiosis entre un hongo (mycos) y las raíces (rhizos) de una
planta -. Dicha comunicación consiste en el intercambio de
carbono, nutrientes, agua y otros elementos necesarios. Por
ejemplo, descubrieron que, dentro de un bosque, cuando un árbol
estaba enfermo, los otros árboles le proporcionaban a través de

48
sus raíces, los elementos necesarios para su mejoría. Así mismo,
Simard descubrió que, en todo bosque, existe lo que ella llama
el árbol madre, ​ un árbol del cual proceden muchas de las
especies presentes en dicho lugar. “Los grandes árboles estaban
subsidiando a los jóvenes a través de las redes de hongos. Sin
esta mano amiga, la mayoría de las plántulas no lo lograrían"
(​Simard, Suzanne, 2016)​.
Simard llamó a este sistema de cooperación que sucede por
debajo de la tierra de un bosque como “red micorriza” y definió
el “árbol madre”, aquel árbol inmenso, viejo, que se eleva por
encima del follaje de los demás árboles, casi como el que
​ Este “árbol madre” está conectado a
describe la película ​Avatar.
todos los demás árboles del bosque a través de la red micorriza
y maneja los recursos de la comunidad arbórea. Si el árbol madre
es talado, la sobrevivencia de los demás se ve disminuida.
Si a través de la ciencia hemos podido encontrar hechos tan
fascinantes como la comunicación vegetal y muchas otras cosas,
las culturas naturales nos enseñan aún más sobre la relación
posible entre humanos y bosques. En sentido estricto, cuando nos
referimos a la definición de “pueblo indígena”, no lo hacemos
sólo de aquellos que constituyen una cultura nativa con sus
costumbres y lengua particular. Un elemento vital en la
definición del indígena es su relación estrecha con el
territorio que habita y dicho territorio es, en la mayoría de
casos, un territorio natural (selvas, desiertos, islas, ríos).
Por ello, la pérdida de un territorio para una comunidad
indígena es un drama terrible que la gente que vive en ciudades
occidentales no imagina, además porque no les importa. No sólo
el territorio ancestral y natural es la casa de la comunidad
indígena, sino que la comunidad indígena es la auténtica guardia
del territorio natural.
Los indígenas, como humanos que son, también transforman el
medio ambiente y hacen uso de los recursos naturales, entre
ellos la madera, así como los minerales que se encuentren en su
territorio e, incluso, la caza y la pesca. Pero son las
comunidades indígenas las únicas que saben mantener un balance
entre la acción humana y la naturaleza. Por esto, en la actual
crisis ambiental global, las comunidades indígenas están en el
ojo del huracán: por una parte, se ven arrinconadas por la

49
avaricia, la codicia y la voracidad de la sociedad de consumo
que requiere el acaparamiento de todos los recursos naturales de
la Tierra para mantener su creciente consumo sin control y, por
otra parte, el reconocimiento paulatino que la misma ciencia les
confiere como el verdadero modelo de conservación del Planeta.
Es importante mencionar que algunos movimientos ecologistas
contemporáneos que luchan por la defensa del medio ambiente
global, no tienen en cuenta a los pueblos indígenas y los
quieren separar de sus territorios, con lo cual hacen más mal
que bien.
Los pueblos indígenas no ven a los bosques como madera,
como los ven los hombres de la sociedad de consumo. Quien ve un
bosque como madera, es un constructor de desiertos. Los
indígenas ven a los árboles como sus hermanos, como sus
ancestros, como sus ángeles guardianes. Antes de talar un árbol,
realizan ritos que, aparte de su significado religioso, conectan
a la gente con el sentido pleno de la naturaleza.
El bosque no solo les provee de alimento y madera para sus
construcciones sencillas. También es la farmacia y, en ello,
conservan conocimientos ancestrales que hoy la ciencia comienza
a valorar. La misma medicina moderna u occidental, proviene de
las selvas. Muchas drogas que se venden en los mercados de la
sociedad de consumo, son la síntesis de plantas naturales que
botanistas estudiaron por años de la mano de las mismas
comunidades indígenas. Estos casos pueden comprobarse en toda la
historia de la humanidad. Cada vez se aprecian más áreas como la
medicina china, la cual se basa en medicina natural. Pero el
advenimiento de los europeos a las Américas fue vital para el
desarrollo de la medicina moderna, como lo atestigua la obra del
fraile español Bernardino de Sahagún y su ​Historia general de
las cosas de Nueva España publicado en 1793 y en donde narra
cómo vivían los aztecas antes de la llegada de los españoles,
con una extensa parte dedicada a las plantas medicinales.
Por donde busquemos, sólo podemos comprender que todo en la
Tierra depende esencialmente del reino vegetal y, sin embargo,
parece el que menos llama la atención. La extinción de una
especie de planta es tan desastrosa como una especie animal,
pero todos se centran más en los animales. Ningún elemento de la
Madre Natura debe ser ignorado o no valorado apropiadamente.

50
Vemos la mano de las plantas en todos los aspectos del Planeta,
pero también en nuestra vida cotidiana. Incluso las religiones
en sus ritos utilizan las plantas. Cuando los sacerdotes
católicos celebran la Eucaristía, utilizan el resultado de dos
planticas para el sacrificio sagrado: una viña y una espiga. Es
decir, la esencia de lo Sagrado se manifiesta al mundo terrenal
en dos plantas.

Religión, espiritualidad y lo trascendental

Cuando la Tierra está enferma, los animales comenzarán a desaparecer,


cuando eso suceda, los Guerreros del Arco Iris vendrán a salvarlos.
Jefe Seattle

Si bien el vegetarianismo no es ajeno a las religiones


monoteístas y, como veremos más adelante, este juega un rol
importante dentro del camino espiritual de las mismas (tanto en
el cristianismo como en mahometismo y el judaísmo), el
vegetarianismo se ha asociado de manera directa – y con justa
razón – a tradiciones más orientales como el hinduismo, budismo
y jainismo entre otras del sur y oriente de Asia.
Las prácticas vegetarianas más antiguas de las que tengamos
evidencia tienen más de 3 mil años y están relacionadas con el
vegetarianismo jaina, es decir, la dieta de los jainas o
seguidores del jainismo de la India y considerada la dieta
religiosa más estricta conocida. Los jainas se niegan a comer
carnes animales bajo el principio de no-violencia, la cual es
conocida en sánscrito como A ​ hiṃsā, el cual aboga por la
no-violencia y el respeto a la vida. Quien come carne, por lo
tanto y según este principio, apoya la muerte de un ser vivo,
por lo cual entra a participar dentro de un acto violento
(himsa) y, en consecuencia, crea un ​karma ​dañino. Quien practica
ahiṃsā (no-violencia), evita la acumulación de karma o de culpa.
Aunque este principio es compartido con hinduistas y budistas,
son los jainas los más estrictos en este principio, quienes
consideran que el vegetarianismo es condición esencial para
liberarse de los ciclos de reencarnaciones. Y es a partir del
vegetarianismo, que un discípulo está listo para la práctica del
ascetismo.

51
De acuerdo a las leyes de Manu, es imposible participar de
ningún modo en el sacrificio de animales para comida y venir
con las manos limpias.

El deseo de algunos hindúes de cortar caminos cuando se


trata de violencia en contra de los animales, inspiró a santos
como Vardhamana, conocido por sus seguidores como Mahavira o el
“Gran Héroe”, a fundar en el siglo VI aC el movimiento de
reforma conocido como jainismo. Las enseñanzas de Mahavira
ponen gran atención en la presencia de Brahma en cada cosa
viviente y en las doctrinas de karma y reencarnación.
Consecuentemente, su reforma se embarca en una atención
escrupulosa a la presencia y protección de toda vida, desde los
microbios hasta los humanos (Walters, Kerry, 2012, p. 165)

El vegetarianismo no era extraño a los griegos y los


primeros en practicarlo fueron los seguidores del orfismo a
partir del siglo VI aC, cuyo movimiento cuestionaba las
religiones oficiales del mundo helénico. Los orfistas pensaban
al ser humano como un compuesto de cuerpo y alma, esta última
como elemento eterno y esencial del ser humano y lo cual debe
mantenerse puro para lograr la salvación. Para mantener la
pureza del alma, los orfistas, muy similar a los jainas de la
India, hacían prácticas estrictas, lo que incluía el
vegetarianismo para evitar derramar la sangre de humanos o
animales.
Por su parte, las religiones monoteístas del Medio Oriente
nunca basaron sus credos o dogmas sobre prácticas vegetarianas
y, sin embargo, estas no son ajenas. El ascetismo cristiano, por
ejemplo, con las prácticas purgativas, buscaba dominar los
apegos sensitivos. En este sentido, una vida vegetariana era
preferible para quien intentara seguir el camino asceta en
búsqueda de la unión con el Creador. En este sentido, algunas
órdenes católicas practican o recomiendan el vegetarianismo como
una manera de purificación del alma, entre ellos los
franciscanos, trapenses, cistercienses y cartujos, como los más
conocidos. Por su parte, algunos líderes de iglesias
protestantes o grupos cristianos, han recomendado el
vegetarianismo, entre ellos John Wesley, fundador de la Iglesia
Metodista, William y Catherine Booth, fundadores del ​Ejército de
Salvación y William Cowherd de la Iglesia Biblia Cristiana, este
último fundador de la primera sociedad vegetariana en 1847. Por

52
ejemplo, la Asociación Vegetariana Cristiana promueve el
vegetarianismo desde una perspectiva bíblica y la
responsabilidad por la Creación a través de una dieta que ponga
en evidencia el ministerio de Cristo en amor, compasión y
misericordia. Dicha asociación busca la reducción de productos
de origen animal:
Estamos dedicados a un estilo de vida libre de crueldad a
través de una vida vegana de acuerdo a la ética
judeo-cristiana. Amor y compasión incondicional es la fundación
de nuestros medios pacíficos para lograr este propósito para
todas las creaturas de Dios, sea éste humano u otro
(All-Creatures.org, 2019).

Si bien la palabra ​religión enfrenta una crisis de


identidad y credibilidad en el mundo occidental, es importante
recordar que esta proviene del latín que significa ​liga, enlace
hacia lo divino, en ello muy similar a la palabra sánscrita ​yogi
que tiene una denotación similar. En dicho sentido, todo anhelo
humano de encontrarse con la esencia trascendental, lo divino o
lo espiritual, es un acto religioso en sí que no requiere de una
institución religiosa jerárquica y dogmática.
El reconocimiento del origen divino de todas las cosas
cambia la manera en cómo las percibimos. Si bien tenemos que
agradecer el avance de la ciencia que ha permitido ir más allá
de las percepciones, dogmas, asunciones, no podemos perder de
vista el origen trascendental del alma humana, cualquiera que
sea la manera en cómo la llamemos o pensemos. Ni las ciencias
pueden negar la trascendencia divina, ni las religiones pueden
proveer pruebas de lo que no puede llevarse a un laboratorio,
porque Dios, el Creador o lo Trascendente, no necesita ser
demostrado, sino que tiene que ser encontrado a través de la
experiencia mística de cada persona o de los grupos que se unen
para dicho fin. Está incluso la manifestación de lo divino a
aquellos que aparentemente no lo buscan (Mateo 11, 25-27).
Con todo, las razones principales que subyacen a la
experiencia religiosa para asumir el vegetarianismo, son dos: la
compasión y el anhelo de purificación.
La compasión es un don de todas las religiones. Por lo
general se entiende dicha compasión hacia las otras personas o
sociedades humanas. Pero la compasión es superior a ello. Si

53
entendemos al ser humano como integrante activo y pasivo de la
Naturaleza o de la Creación, todo acto de compasión hacia dicho
ser humano debe incluir necesariamente a los animales, plantas e
incluso a los elementos que constituyen la vida misma (tierra,
agua, fuego y aire). Quienes temen abandonar la adoración de un
​ para arrodillarse ante las creaturas,
principio absoluto, ​Dios,
tiene que meditar en este don divino de la compasión. La
compasión en sí es primacía de Dios mismo. Es Dios quien nos
crea y preserva por compasión. Por lo tanto, en el momento en el
cual un ser humano siente y ejercita la compasión hacia los
otros, participa de una característica esencialmente divina
(Lucas 10:25-37).
La segunda razón es el anhelo de purificación humana. En
muchos sistemas religiosos ello tiene muchos nombres y
conceptos: desde la purificación del alma hasta el alcance del
nirvana. Una meditación insistente en ello nos hace sentir que
necesitamos purificar todas nuestras intenciones humanas y
vencer la tentación, la cual va de la mano de las pasiones,
vicios y engaños. De la misma manera que con la compasión, esta
tiene muchas formas de ser llamada en todas las religiones.
Vencer al diablo (Juan 14:12), es también vencer a ​mará​, la
ilusión, la tentación, lo que es también el ego. Especialmente
en esta época en la cual el consumo de carne se convirtió en un
negocio de proporciones millonarias que enriquece día a día a
grandes multinaciones y que ha creado un sistema de tortura y
cosificación de seres inocentes como son los animales, no
podemos pensar, sino que los consumos de esas carnes
sacrificadas sólo pueden traer un gran dolor, un karma o un
pecado, como queramos llamarlo. Lejanos estaría del corazón de
Dios la complacencia en semejante realidad tan escabrosa. Sólo
quien es capaz de poner a los animales y a las plantas por fuera
del objeto del amor de Dios, podría pensar que a Dios no le
importa el sufrimiento de los animales, la destrucción de los
bosques y de la Creación entera (2 Pedro 3:13).
La compasión y el anhelo de purificación son
correspondientes. Son un ​ying ​y ​yang. ​ Sólo quien siente
compasión, puede alcanzar a la purificación, la cual es la
destrucción del ego, y quien destruye el ego, sólo puede sentir
compasión.

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El ayuno

Enseguida el Espíritu Lo impulsó a ir al desierto. Y estuvo en el


desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; y estaba entre las
fieras, y los ángeles le servían.

Marcos 1, 12-13

Aunque este pequeño libro es una reflexión sobre el


vegetarianismo, estilo de vida que he acogido abiertamente,
quiero incluir una mención especial al ayuno, el cual siento
como una consecuencia directa del vegetarianismo.
De la misma manera en que el vegetarianismo tiene tres
razones esenciales (salud, solidaridad con la naturaleza y

55
espiritualidad), el ayuno tiene tres razones: salud física,
política y espiritualidad.
Ayunar es abstenerse de consumir alimentos o reducir el
consumo de los mismos por un periodo de tiempo. El ayuno
parcial, por ejemplo, dice que una persona no consume grasas o
líquidos o regula de manera estricta el consumo de alimentos o
substancias de manera intermitente, es decir, consume ciertos
productos sólo cada cierto tiempo.
En realidad, incluso aquellas personas que no practican el
ayuno de manera sistemática, sí lo hacen de manera cotidiana. En
idioma castellano tenemos una indicación directa a ello cuando
llamamos a la primera comida del día como ​desayuno​, es decir,
terminar el ayuno​, el cual es la abstinencia de comidas durante
la noche, cuando dormimos. Ese momento es, fisiológicamente, un
ayuno. Ese momento de ayuno permite que nuestro sistema
digestivo termine bien su proceso metabólico de absorción de los
alimentos.
Otro ejemplo de ayuno por fuera de motivaciones
espirituales es cuando tenemos que hacer un examen de
laboratorio de sangre u otros fluidos físicos y nos piden ayunar
por entre 8 y 72 horas, lo que permite que se puedan detectar
mejor la constitución química de dichos fluidos. De la misma
manera, personas que van a ser sometidas a operaciones
quirúrgicas, se les pide ayunar para prevenir complicaciones con
la anestesia general, por ejemplo, para evitar que el cuerpo
rechace la anestesia mediante el vómito, lo cual puede incurrir
en problemas respiratorios.
Según investigaciones neuropsicológicas, el ayuno mejora la
atención, el estado anímico y los sentimientos subjetivos de
bienestar, lo que puede ayudar a prevenir o mejorar problemas
como la depresión (Fond G., 2018). Al mismo tiempo, personas que
practican el ayuno de manera regular o intermitente, pueden
combatir de manera efectiva problemas como la obesidad (Whitney,
Eleanor Noss, 2012).
El ayuno también ha sido utilizado como un instrumento
político o de presión social. Cuando alguien quiere ejercer una
presión contra un sistema político o social, se declara en ayuno
indefinido hasta que logre el objeto que quiera. Un caso célebre

56
de ayuno como forma de presión social lo realizó el líder
político y religioso de India, Mohandas K. Gandhi, el cual
realizó varios ayunos como una forma de protesta social y
no-violenta en contra de la colonización británica en su país.
También es célebre el caso de Bobby Sands en Irlanda del Norte,
el cual protagonizó la huelga de ayuno de 1981 para exigir
mejoras en el sistema penitenciario de ese país. Sands murió
después de 66 días de ayuno, pero su funeral fue atendido por
100 mil personas, lo que causó una auténtica revisión de las
peticiones, especialmente después de la muerte de otros
prisioneros que también estaban en ayuno.
Por último, el ayuno es prescrito por casi todas las
religiones del mundo. En el caso de las religiones mayoritarias
y dominantes, los líderes fundadores tienen una relación
estrecha con el ayuno. Sabemos que Siddhartha Gautama realizó
varios ayunos notables antes de alcanzar la Iluminación y
convertirse en el Buda. De estas experiencias, logró definir el
​ o Noble
llamado ​Camino Medio (en sánscrito ​madhyamā-pratipad)
Camino Óctuple (āryāsṭāṅga mārga), en el cual se describe el
camino de la moderación entre los extremos de la sensualidad
indulgente y la mortificación:
Monjes, estos dos extremos no deben ser practicados por
alguien que ha salido de la vida doméstica. Existe una adicción
a la indulgencia de los placeres sensoriales, que es baja,
tosca, como la gente común, indigna e inútil; y existe una
adicción a la auto mortificación, que es dolorosa, indigna y no
rentable.

Evitando estos dos extremos, el ​Tathagata (el Perfecto) se


ha dado cuenta del Camino Medio; da visión, da conocimiento y
conduce a la calma, a la comprensión, a la iluminación y a
​ ¿Y cuál es ese Camino Medio realizado por el ​Tathagata
Nibbana.
...? Es el camino Noble Óctuple, y nada más, a saber:
comprensión correcta, pensamiento correcto, discurso correcto,
acción correcta, sustento correcto, esfuerzo correcto, atención
correcta y concentración correcta (Piyadassi Thera, 1999).

​ Jesucristo
Por su parte, antes de iniciar su ​vida pública,
realiza un ayuno notable en el cual vence al diablo (Mateo 4,
1-11):

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​Jesús fue conducido del Espíritu de Dios al desierto, para que
fuese tentado allí por el diablo. Y después de haber ayunado
cuarenta días con cuarenta noches, tuvo hambre (Mateo 4, 1).

El propósito cristiano del ayuno es presentado por Jesucristo en


esta sentencia:
Entonces los discípulos, llegándose a Jesús en privado,
dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo? Y Él les
dijo: Por vuestra poca fe; porque en verdad os digo que, si
tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte:
``Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.
Pero esta clase no sale sino con oración y ayuno (Mateo 17,
19-21).

En el cristianismo, el ayuno tiene un sentido de


purificación del cuerpo y del alma para vencer las tentaciones.
Contrario al vegetarianismo que, si bien tiene presencia en el
cristianismo no es mencionado como una doctrina, el ayuno en
cambio sí posee mayor prestigio en el camino hacia la santidad.
Para muchas personas del mundo moderno, especialmente de
las sociedades occidentales, saber que Jesús, Buda y otros
muchos maestros y santos ayunaron por días e incluso meses,
parece una locura difícil de creer. Especialmente en una
sociedad de consumo en el cual el comer se convierte en un
auténtico vicio y en una forma de manipulación de las masas.
Existen personas que piensan que comer es la principal actividad
humana y comen todo el tiempo con las consecuentes situaciones
adversas. Por lo mismo, ayunar parece un desafío difícil y
reservado sólo a personajes heroicos, cuando no legendarios. Esa
idea de un Jesús que ayuna 40 días y 40 noches “debe ser una
alegoría”. Sin embargo, es real no como principio de fe ciega,
sino como hecho real en nuestro mundo de hoy. En un país como la
India es posible encontrar anacoretas que practican el ayuno por
largos periodos de tiempo sin ningún problema real para su salud
física.
El ayuno es una gran ayuda para vencer las tentaciones de
la carne, para utilizar un término cristiano. Las tentaciones
establecidas por una sociedad de consumo en donde la naturaleza
se nos presenta como un gran banquete que hay que consumir todo
el tiempo. El ayuno permite que regulemos los alimentos y
participemos además de una solidaridad con aquellos que no

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tienen los mismos privilegios de comprar comidas a bajos precios
todo el tiempo, en mercados y supermercados. Los que no tienen
la nevera llena con mil cosas que ​nos gustan o que la sociedad
de consumo nos presentó como la ​delicia​.
Al acoger en mi vida el estilo vegetariano, el ayuno me
llegó como una inspiración y creo que ha sido un complemento
excelente. Practico el ayuno por 24 horas entre el jueves en la
noche y el viernes por la tarde. Al inicio de cada ayuno
determino un propósito. ¿Por qué o por quién realizo ese ayuno?
Creo que el propósito es vital. No sólo tiene que ser un
beneficio para mi cuerpo físico, sino también que tiene que
estar conectado con la oración y la meditación.

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Experiencia de vida

Un scout es amigo de los animales

y respeta la naturaleza que le rodea

(VI punto de la Ley Scout creada

por Baden Powell)

He escrito este texto para celebrar mi primer aniversario


de vegetarianismo. Sólo puedo decir como San Agustín en sus
Confesiones ​“¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva,
tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por
de fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas
cosas que tú creaste”.
Si bien he sido sensible a las cosas trascendentales desde
mi niñez y fui vegetariano por un tiempo en mi primera juventud,
siento que no tuve las agallas suficientes para profundizar más
en aquellos días tempranos de mi vida. Sin embargo, todo llega a
su tiempo, como decía Mahatma Gandhi.
No se trata de que tan sólo hace un año dejé de comer carne
animal por las razones que explico en este texto. Se trata de un
largo proceso de vida que inicia desde mi niñez. Mi padre y mi
abuelo eran campesinos por los lados de Amalfi, Antioquia y
hombres muy cercanos a la naturaleza. Desde su niñez, mi padre
pasaba semanas con mi abuelo en fincas y en minas en medio de la
manigua antioqueña, la cual y a pesar de la deforestación y la
degradación del medio ambiente, aún conserva mucho de su
exuberancia y de especies animales maravillosas como el jaguar y
otros animales que hoy se encuentran en vías de extinción.
Aunque mi padre, que después se volvió soldado, policía y,
finalmente profesor de escuela, reconoce que con su padre se
dedicaron muchas veces a la caza de muchas de esas especies, en
la mayoría de los casos para sobrevivir, todo ello le marcó la
vida profundamente y siempre me habló de la naturaleza con el
mismo sentido en el que lo hubiera hecho uno de nuestros
ancestros indígenas tahamíes.

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Ese primer contexto se complementó poderosamente con mi
participación en el movimiento juvenil más grande del mundo: el
escultismo de Baden Powell. Los mejores momentos de mi
adolescencia los viví en campamentos scouts en los bosques
andinos de mi tierra antioqueña. No se trataba solamente de
admirar la belleza de nuestra Madre Naturaleza, sino y como
enseña Baden Powell en sus textos para muchachos, de saber
convivir con ella.
Confieso que el encuentro con la naturaleza es esencial a
un encuentro con lo trascendental. Yo he vivido ese encuentro,
primero de una manera posiblemente intuitiva, pero sin mayores
compromisos, luego y en los últimos años de una forma más
iluminada.
Al dar el paso al vegetarianismo, me hice la promesa de que
no haría de ello nunca un dogma y que no discriminaría a nadie
por no ser vegetariano. Ante todo, aquellos que consumen carne
no tienen en sí una culpa personal en ello. Son milenios en los
que el ser humano ha sido un depredador carnívoro y,
posiblemente, ello nos ha salvado la vida como una manera de
adaptarnos a medios ambientes hostiles. Lo vemos hoy por hoy en
pueblos naturales, los cuales, inmersos en comunión con la
naturaleza que habitan, son cazadores, como lo fueron mi padre y
mi abuelo en las maniguas de Amalfi. El punto que necesitamos
resaltar es que, incluso en esos tiempos de dependencia humana
del consumo de carne – ese tiempo de ​pueblos naturales ​– nunca
se puso en peligro de extinción a todas las especies animales
como hoy. Eso sólo puede significar que se ha roto un balance
entre el ser humano y la naturaleza.
Si he de hacer un llamado a todos mis hermanos humanos en
algún sentido, no sería propiamente a ser vegetarianos – una
condición ideal, la cual cada vez reúne a más personas en todos
los países -, pero sí a ser consumidores responsables en donde
quiera que te encuentres. Ser un consumidor responsable es una
actitud ​más accesible para una sociedad en general. Si consumes
carne, tendrías que preguntarte ciertamente ​qué te comes de
manera certera.​ Una ley de los cazadores naturales es comer la
carne que cazan. Hoy en día vemos como la cacería que presenta
la sociedad de consumo, es un lujo macabro realizado por elites
egoístas que se pagan safaris en África para dispararle a

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grandes animales salvajes puestos en situación indefensa y
tomarse fotos para sus redes sociales. Esos no son, ciertamente,
cazadores nobles según el espíritu humano más ancestral, sino
monstros que matan por matar y ponen en peligro aún más a
nuestro planeta y su medio ambiente. Si vives inmerso en una
sociedad occidental moderna, posiblemente no podrás ir a cazar
para tu propio consumo. Por lo tanto, tendrás que ir siempre a
los supermercados en donde compras con facilidad cualquier
producto que tu apetito te señale.
Un consumidor responsable, entonces, no sería ese que coge
del mercado lo primero que ve, sin importarle la procedencia.
Tendrías que comenzar a cuestionarte las cosas. No todo lo que
ves es real. No todo lo que dice la publicidad de la sociedad de
consumo es palabra sagrada. Te engañan y lo hacen de manera
simple, con todo un sistema de manipulación masivo en donde los
medios de comunicación electrónicos se han convertido en el
principal instrumento. Esa carne que pones en la nevera de tu
apartamento ¿de dónde viene? Esos animales que consumes ¿cómo
vivieron?
En muchas ciudades modernas occidentales, los niños comen
carne de animales que ni siquiera conocen directamente. Y no me
refiero a animales exóticos, sino a los que se convirtieron en
el principal producto de consumo moderno: gallinas, reses y
peces.
Poco a poco vemos una gran evolución de las llamadas
granjas orgánicas y familias enteras que convierten sus jardines
en generadoras de alimentos sin utilizar pesticidas. Poco a poco
vemos como muchos grupos occidentales han comenzado a buscar los
conocimientos ancestrales para aplicarlos en el contexto del
lugar en donde viven. Esa es ya una gran esperanza. Cuando me
refiero al consumidor responsable, es a ese al cual me refiero.
Todo comienza por el preguntarse ​qué comemos, de dónde viene
esto que comemos, qué tipo de daño causo al medio ambiente, cómo
​ sas preguntas hacen en sí
es mi relación con el medio ambiente. E
ya una gran diferencia.
Al mismo tiempo que me hago responsable del cuidado que le
debo a la naturaleza, también me hago responsable de mi propia
salud. Esta sociedad de consumo no tiene interés en que vivamos
una vida sana y evitemos enfermedades. Por un lado, vende una

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imagen de una ​eterna juventud​, por otro lado, nos conduce a una
vejez enferma y débil, con enfermedades ​modernas que nos
destruyen, mientras que caemos en la otra trampa que es la de la
llamada medicina moderna que no es otra cosa que un negocio
jugoso para las multinacionales. Estas multinacionales combaten
a muerte la medicina tradicional, los tratamientos con plantas,
para vendernos drogas que destruyen nuestro cerebro y nos hacen
dependientes de sustancias químicas que no curan, sino que crean
dependientes/clientes de ellos mismos.
Es de todo eso de lo que tenemos que liberarnos. Tenemos
que ​desconectarnos de la Matrix y comenzar a vivir una vida de
libertad y de encuentro con todas las potencialidades humanas en
relación con la Creación y con Dios, cualquiera que sea la idea
que de Él tengamos.
En este año de vegetarianismo, he podido ver cómo mi opción
causa en inquietudes en muchas personas. He podido comprobar
como el consumo de carne es un elemento básico de esta sociedad
de consumo actual y cómo nos volvemos dependientes del estímulo
de los sentidos. Para muchos abandonar el consumo de carne de
manera absoluto o parcial, es algo imposible de hacerse. Si una
persona se siente dependiente de ello, podemos entender que
dicha persona está bajo el control absoluto de la sociedad de
consumo contemporánea y que obrará siempre bajo los parámetros
que otros les impongan. ¿Cómo poder encontrar a Dios cuando
vivimos bajos los efectos de una dependencia?
Veo entonces el vegetarianismo como una manera de liberar
más mi ser y encontrar al Trascendente. No es este el único
camino, ciertamente, pero es poder caminar ligero de equipaje
hacia el encuentro con quien puede iluminar nuestro cuerpo,
mente y alma.

FIN… POR AHORA.

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