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RAMA JUDICIAL

En las conversaciones de pasillo de las entidades públicas y de las organizaciones que han
trabajado de cerca con la Rama Judicial se oye recurrentemente afirmar “eso se veía venir”, para
hacer referencia al más reciente escándalo de corrupción y venta de sentencias en la Rama
Judicial. Sin embargo, a partir de un análisis desapasionado del tema, que no parte del
conocimiento de los k
x

de nuestra Justicia sino de conceptos puramente teóricos, también se puede afirmar que lo que
sucede hoy en la Rama Judicial de Colombia era de esperarse. Afirmación que, reconozco, resulta
preocupante en un país que hoy más que nunca requiere de una administración de justicia
fortalecida y confiable para construir condiciones para la paz.

La dificultad para alcanzar acuerdos al interior de la Corte Suprema de Justicia ha venido captando
la atención de algunos medios de comunicación. Lo propio ha ocurrido con los escándalos de
corrupción que han golpeado a magistrados de la Corte Constitucional y de la Corte Suprema. Por
supuesto, lo que ocurre en las altas esferas de la Rama Judicial es más atractivo y noticioso, y por
eso suscita más atención. Pero el informe de World Justice Project nos está diciendo otra cosa: el
problema del sistema de justicia colombiano no está en las Altas Cortes, sino que es estructural.

Todos los problemas que se evidencian en las Altas Cortes son el síntoma de la enfermedad. Son la
fiebre causada por la infección. De manera que no es ahí donde debemos atacar el problema, sino
en la arquitectura y funcionamiento del sistema.

Si utilizamos este conjunto de condiciones para evaluar las probabilidades de corrupción dentro de
la Rama Judicial de Colombia, podremos ver un panorama bastante diciente. Al igual que los
demás colombianos, los funcionarios que componen la Rama Judicial han crecido en contacto con
una cultura en la que se les resta valor a las reglas jurídicas, y se les da mayor importancia a las
reglas sociales del intercambio de favores, la fuerza de las lealtades y las obligaciones recíprocas.
En consecuencia, aunque se espera que en el ejercicio de sus cargos los jueces y magistrados
respondan al espíritu del servicio público—y muchos así lo hacen—, lo que se ha visto aflorar en
algunos despachos de la Rama Judicial es una cultura propia de personajes ambiciosos que se
saltan las reglas de juego para conseguir lo que se proponen.

Entonces, en el caso concreto de la Rama Judicial nos encontramos ante un conjunto de


condiciones culturales e institucionales que, aunque no son siempre el común denominador,
hacían esperable la corrupción judicial que hoy vivimos. Si bien algunas de esas condiciones son
difíciles de cambiar en el corto plazo (como es el caso de la cultura del incumplimiento de reglas),
y otras son connaturales a la función judicial (como lo es la discrecionalidad de los jueces), existen
condiciones que desde hace varios años estamos en deuda de intervenir. Por eso, es hora de que
la Rama Judicial se tome en serio las obligaciones de transparencia que le impone la Ley 1712 de
2014 y de que el Congreso de la República estudie las diferentes opciones que se han propuesto
para reformar cuanto antes la Comisión de Acusaciones y el fuero de los magistrados. Pero,
además, es momento de que la sociedad civil se dé cuenta del impacto que el accountability social
2(por medio de estrategias legales, movilizaciones y mediáticas) y la sanción social pueden tener
sobre los elementos A y S de esta ecuación de la corrupción. De lo contrario, los corruptos
seguirán encontrando las condiciones propicias para reproducirse en el sistema de justicia
permanente del posconflicto.

SOLUCIONES

Quitarle las funciones electorales y de postulación a las altas cortes: Esta idea, que incluso
comparten varios de los constituyentes de la Carta de 1991, es la que más tiene fuerza y respaldo,
toda vez que se argumenta que dichas potestades no cumplieron con el fin que se pretendía, ya
que lo que hizo fue politizar a la Rama Judicial. Efectivamente, piden que se cambie totalmente el
sistema de nombramientos, a partir de un mecanismo participativo y pluralista y que esté bajo la
supervisión de las universidades.

Meritocracia en las altas cortes: Que sean escogidos todos los funcionarios judiciales por méritos
y excelencia y no por clientelismo o lobby político, este es clamor de la mayoría de los abogados
que sueñan con llegar un día a impartir justicia. Así mismo, que cada vez sean menos los puestos
en provisionalidad y que la carrera administrativa se constituya realmente con el mecanismo
general y preferente de acceso al servicio público, tal como lo establece el artículo 125 superior.

Reforma al Consejo Superior: No solamente se ha pensado en esta reforma últimamente, desde


ya hace varios años hay una serie de cuestionamiento sobre la función que ha tenido.

Revocar a todos los magistrados y que sean elegidos con el sistema de cooptación: Esta
propuesta es de las más radicales. Se trata de que todos los magistrados de las altas cortes sean
revocados y a partir de una comisión de destacados juristas se elijan de manera provisional estos
cargos, para implantar un sistema de cooptación. Sin embargo, también es muy criticada, ya que
se dice que castiga injustamente a los demás togados honestos y en otros países latinoamericanos
no ha traído buenos resultados.

Reducir el número de magistrados: Una ley estatuaria que reduzca sustancialmente el número de
magistrados de los altos tribunales, con el fin de que se pueda tener un mejor control de las
decisiones. Se critica el alto número de magistrados, incluso el número de altas cortes, que hay en
Colombia frente a otros sistemas judiciales del mundo, sin dejar de mencionar que también se les
exige para llegar a estos cargos una edad mínima de 50 años, en promedio.

Convocar a una asamblea nacional constituyente: Tal vez es la que genera más polémica y
revuelo, porque tiene por igual defensores y detractores. Lo que están a favor señalan que
ninguna reforma a la justicia va a tener el beneplácito de la Rama Judicial o el impulso de la
Legislativa, por lo que vaticinan que el único camino seguro es una nueva reforma a la carta magna
que reestructure y cambie por completo el modelo constitucional de la justicia.

Rendición de cuentas: Para darle una mayor transparencia a la actividad judicial, debería prestarse
total importancia al informe al que están obligadas las altas cortes respecto el manejo de dineros y
recursos que tienen bajo su administración, así como permitir a la ciudadanía un conocimiento y
control real de sus decisiones.

Decisiones públicas por televisión: Crear el canal de televisión de la Rama Judicial, con el
propósito de que cualquier persona pueda enterarse de manera directa de las trascendentales
decisiones que se adopten y, así mismo, pueda llegar a identificar las motivaciones de ciertas
ponencias cruciales para los colombianos. No hay que olvidar que mientras se destapan estos
casos en las altas esferas del poder judicial, las bases luchan a diario contra la congestión, la falta
de recursos y por mejoras en el sistema de carrera.

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