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Introducción
Hoy la Iglesia nos propone que la alegría de la Resurrección que estamos viviendo en este
tiempo sea alimentada, sea motivada, enardecida por la consideración de Jesús como el Buen
Pastor, este pastor que una vez más nos muestra la grandeza de su amor hacia nosotros.
La Imagen de Jesús como buen pastor, es una imagen que conmueve profundamente los
corazones de los cristianos
Bajo la imagen, serena, del Buen Pastor que llama a sus ovejas, que las saca fuera y las guía
hacia las verdes praderas manifiesta ese gran amor que se da enteramente por el otro.
1. yo soy la puerta
Es la puerta que nos abre hacia la intimidad con Jesús: en donde él mismo es nuestro alimento,
nuestro refugio, en donde escuchamos su mensaje de amor. Es la puerta de la intimidad con
Dios.
Pero también esta puerta se abre para que salgamos al camino: al encuentro de los demás
llevando el mismo mensaje de Jesús. Esta puerta que se abre hacia el camino nos invita a otra
forma de vida (vivir la vida de Dios, su mensaje)
El mensaje de Jesús es realmente atrayente, nos entusiasma (cuando explicaba las escrituras
ardían los corazones) así arden nuestros corazones cuando realmente escuchamos el mensaje
de Jesús
Cuando vivimos realmente el mensaje de Jesús, Ese mensaje contagia. Las ovejas se sienten
atraídas hacia esa forma nueva de vida.
Escuchar la voz del pastor nos hace recordar el amor del cual fueron revestidas, que les hace
recordar el momento de su conversión, el momento en que fue bañada de la Divina
Misericordia.
Porque este Divino Pastor como dice san Lucas ama a sus ovejas, a todas igualmente que a
cada una. Por eso apenas se le pierde alguna deja a las noventa y nueve en un lugar seguro y
sale a buscar a la perdida hasta que la encuentra y lleno de alegría la coloca sobre sus espaldas
y la lleva con las otras.
Que alegría debe tener esa oveja que se siente segura sobre las espaldas del Buen Pastor
Cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles. Y Dios nos ama como una madre ama con
un amor particular a cada uno de sus hijos. Y puede tener muchos hijos, pero se preocupa por
cada uno como si fueran únicos.
Así es Dios con nosotros
Ese ladrón, son todas aquellas propuestas que experimentamos en nuestro interior y que nos
quieren robar la verdadera alegría.
Incluso, podemos pensar hasta en cosas buenas, pero que en el fondo nos quitan el verdadero
centro de nuestra espiritualidad que siempre tiene que ser Jesús.
Por ejemplo: ¿Por qué voy a misionar? Si lo hago simplemente porque me gusta conocer otros
lugares, o pasarla bien con amigos, estoy quitando el foco de lo esencial y en el fondo esas
intenciones son como el ladrón que nos roba lo esencial de nuestra espiritualidad: Jesús. Jesús
quiere estar en el centro de mi vida porque en el fondo es lo que mas alegría me da. Alegría
verdadera.
Quizás hemos escuchado muchas veces esta frase. Y tenemos un peligro: acostumbrarnos y
perder el entusiasmo de todo lo que contiene.
Cuando pedro estaba predicando, como escuchamos en la primera lectura, sus oyentes se
entusiasmaron de tal manera que le preguntaron ¿Qué tenemos que hacer? Pedro, entre otras
cosas le dice “Conviértanse”.
Este convertirse puede significar muchas cosas, como dice pedro en la segunda lectura, el
tomar la cruz, el hacer el bien. Pero yo creo que hay una invitación al asombro. Pedro nos
invita a que nos volvamos a asombrar ante el mensaje de su pasión, muerte y resurrección,
que nos asombremos de nuevo ante el amor de Dios por nosotros.
Dios quiere darnos vida en abundancia, quiere compartir su vida con nosotros y esto es algo
para asombrarse, para maravillarse por mil años y más. Dios quiere compartir su vida conmigo
¿Qué es el hombre para que te acuerdes de el?
En el salmo Él nos dice que es nuestro pastor y que nada nos podrá faltar. Sin poner peros, sin
condiciones.
El salmo no nos dice que no nos va a pasar nada, sino que Jesús nada nos va a hacer faltar que
sea necesario para que podamos también nosotros ser reflejo de Jesús como buen pastor.
En otras palabras, decía san pablo: “todo ocurre para el bien de los que aman a Dios”
Conclusión
Tenemos una gran tarea: ser reflejo del buen pastor. Y esto implica un proceso, un proceso
entusiasmante, un proceso que tenemos que vivirlo mas que como un desafío, como una
aventura. Un proceso que nos llena de alegría.