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MUS 235-2

03/05/2019
Jorge Garrido Morales

Invisibilización de la mujer en
la música del clasicismo

Si comenzamos a recorrer y analizar la historia, nos daremos cuenta que ésta


siempre llega escrita/narrada/manipulada por el hombre; todos los héroes, villanos,
mártires, cobardes, compositores, músicos, padres, intérpretes. Todos hombres. Esta
problemática no se ve exenta de las historias narradas acerca del clasicismo, por lo que nace
la siguiente duda: ¿Y las mujeres? ¿Acaso eran entes inexistentes, que no pensaban, ni
soñaban, ni creaban? Es claro que su rol no se veía limitado solo a las labores domésticas,
por lo que en el siguiente escrito se problematizará la invisibilización de la mujer en la
música del clasicismo y los diferentes caminos que le permitieron abrirse paso en la
música de la época.

Luego de la Revolución Francesa de 1789, el lema de “libertad, igualdad y fraternidad” fue


llevado a todos los contextos de la época, por lo que la música no se vio ajena a dicho
propósito; el público al que llega la música es cada vez más amplio, la gente va a escuchar
música por el simple placer de escucharla, sin tener la necesidad ni el objetivo de quedar
asombrados por la complejidad del lenguaje musical (Small: 1977). Esto se relaciona
completamente con los ideales propios del Clasicismo, liderados por el movimiento
intelectual de la Ilustración (promovido por la burguesía y la pequeña nobleza); se creó la
Enciclopedia de Diderot y D’Alambert, donde se recogieron los principios y conocimientos
característicos de la ilustración, los cuales fueron considerados como una nueva filosofía;
la posibilidad de leer dicha enciclopedia, causó una revolución sociocultural muy grande,
puesto que posibilitó a los sectores marginados de la población, un libre acceso al
conocimiento (Small: 1977).

Todo lo anterior, culminó en el descubrimiento de un nuevo público: La burguesía. Ellos


pagaban para apreciar composiciones musicales que, obviamente, eran compuestas por
hombres y tocadas por hombres -a excepción de las cantantes; situación que se describirá
más adelante-. También, la música poco a poco abandonó los círculos eclesiásticos, para
darse paso en las casas privadas, generalmente de burgueses o gente muy adinerada, y en
los espacios públicos (Waterman: 1994).

Pese a los grandes cambios que vivió la música de la época, el rol de la mujer se veía
limitado a las labores domésticas, siendo para ellas casi imposible el hecho de componer
música y estrenar obras con la facilidad y, por lo demás, con el apoyo que gozaban sus
esposos, o sus amigos. Ya fuere por las labores de las cuales se le responsabilizaba, o por la
nula (o casi nula) valoración del trabajo musical que pudiesen realizar, las mujeres se
enfrentaron a un escenario totalmente distinto que el expuesto hasta entonces en este texto;
un camino con vanas oportunidades, donde, para componer y lograr estrenar su música,
debieron hacerlo en base a un nombre falso –obviamente, asociado a un género masculino-,
o bajo el nombre de sus hermanos, de sus esposos, de sus hijos, de sus amigos (Briscoe:
1987).

Durante el periodo, las mujeres cantantes lograron encontrar una pseudo-independencia


mediante la práctica profesional de la música y la docencia. Es importante recalcar que este
camino fue gozado solo por aquellas mujeres que se dedicaban a cantar, cuya suerte no
pudieron gozar sus compañeras instrumentistas (Briscoe: 1987). Fueron dichas mujeres
cantantes quienes impulsaron academias musicales; allí se logró instruir musicalmente a
muchas mujeres más, dándoles espacios para crecer interpretativamente y
compositivamente; lograron que la mujer saliera a escena en salones y lugares donde se
reunían burgueses. En dichos salones se trataban muchos temas de contingencia para la
época, por lo que el hecho de estar en dichos espacios, también les dio la posibilidad de
nutrirse en temas como la filosofía, el arte en general, la literatura, etc.

En cuanto a la composición musical, fueron pocas las mujeres que lograron publicar y ver
editadas sus obras (Cohen: 1988); y quienes lograron esa hazaña, ciertamente no lo hicieron
bajo su propia autoría, por lo que el trabajo de la mayoría de ellas fue perdiéndose poco a
poco, sin ser publicado y, generalmente, sin siquiera gozar de la suerte de ser tocado. Es por
lo anterior, que hoy en día hay un gran movimiento que se encarga de recuperar dichos
materiales musicales, entendiendo lo valiosos que son para la comunidad y para reescribir
la historia de la música (Vernet: 2010).

En cuanto al papel de la mujer como compositora, dicho rol quedó en segundo plano
durante el desarrollo de la música clásica. Es obvio el motivo; la música clásica evolucionó
en un periodo donde la mujer se vio completamente invisibilizada de sus capacidades y
cualidades intelectuales, sin tener muchos privilegios, derechos ni libertades (Briscoe:
1987). Es por lo anterior, que durante el periodo de la música clásica (y tiempos posteriores
también) no era bien visto que una mujer dedicara tiempo para la composición; se
consideraba que el arte de componer era una actividad que solo los hombres podían y
debían realizar (Briscoe: 1987). Aun cuando algunas pocas mujeres lograron publicar un
par de obras y gozar de verlas editadas, la realidad de la mayoría era distinta: si querían
componer, debían hacerlo en privacidad y sin levantar la atención de nadie. Tenían
prohibida tanto la publicación como la interpretación de sus obras (Briscoe:1987)
Mientras en la mayoría de los libros de historia musical, se alaba en demasía al genio de
Mozart, a Beethoven y Haydn, ninguno de ellos nos habla de mujeres como Casdrona
Schroter (1751-1802), por ejemplo. Schroter fue una compositora del clasicismo, de quien,
por lo demás, se ha perdido la mayor parte de su obra. Aun cuando se sabe, gracias a las
recientes investigaciones, que su composición fue enorme, hoy en día se conservan dos
colecciones de lieder, los cuales han sido los primeros y más extensos compuestos por
mujeres; entendiendo que la información que se posee con respecto a este campo aún es
muy débil, por lo que asegurar por completo que haya sido la primera sería osado, sin
embargo, son los primeros descubrimientos que se tienen respeto a composiciones
musicales de ese estilo por manos de una mujer (Barkin: 1981).

Schroter tuvo un gran apoyo por parte del compositor Johan Adam Hiller, quien luchó
arduamente por los derechos de las mujeres, y por la emancipación de ellas en el campo
musical. Este compositor dio un gran espacio a aquellas mujeres que quisieron dedicarse al
canto. Es importante reconocerlo, puesto que es uno de los pocos compositores de la época
que pensaba que las mujeres poseían las mismas cualidades musicales que los hombres
(Barkin: 1981).

Casos como el de Schroter hay muchos: Marianne de Martínez, quien recibió clases del
mismísimo Haydn; María Anna Walburga Ignatia, más conocida por ser la hermana de
Mozart que por su bello trabajo musical; Hélèle de Montgeroult, considerada como una de
las pioneras en lo que se refiere a la enseñanza del piano en Francia. Todas ellas fueron
mujeres que lograron luchar contra las dificultades de la época, pero aun así, no logramos
leer más de un pequeño párrafo sobre ellas en los libros de historia musical que
frecuentamos en nuestra vida académica.
A lo largo de la historia, las mujeres han sufrido grandes batallas para lograr visibilizar,
tanto su trabajo actual, como el trabajo de todas aquellas que han sido silenciadas por la
historia, por las historias. Es importante entender que el relato histórico es algo que se
construye y reconstruye constantemente, por lo cual no está todo perdido respecto a las
problemáticas tratadas en este texto. Se hace fundamental la invitación hacia la
investigación, hacia el descubrimiento de nuevas mujeres, ya sean compositoras,
intérpretes, investigadoras, etc. Se hace necesario re-investigar la historia, volver a relatarla
e incluir en ella a todas quienes vieron su trabajo silenciado, a todas aquellas que se han
sido conocidas por ser hermanas, esposas, nietas e hijas de algún hombre, invisibilizando su
trabajo.

Nos encontramos en el siglo XXI y, aunque la mujer se vio envuelta en muchos problemas
y dificultades musicales, es nuestra labor generar memoria respecto a dichas problemáticas
y cuestionarnos las cosas. Seamos hombres, mujeres, músicos, artistas, personas. Está en
nuestras manos cambiar la historia y reescribirla, recorriendo y detallando una nueva,
donde el trabajo de todos y todas sea reconocido con igualdad de oportunidades.
Bibliografía

Adkins, Patricia
(1995) Las mujeres en la historia de la música. Madrid: Alianza Musical.

Barkin, Elaine
(1981) Reponse from women composers. New York: Perspectives of New
Musica

Briscoe, James
(1987) Historical Anhology of Music by Women. Indiana: Indiana University
Press

Cohen, Aaron
(1988) International Encyclopedia of Women Composers. New York: Books and
Music Company

Small, Christopher
(1977) Music-Society-Education. London: John Calder.

Rosen, Charles
(1986) El estilo clásico. Haydn, Mozart, Beethoven. Madrid: Alianza Editorial

Vernet, Anne Laure


(2010) Contra la leyenda del arte. Una historia plural y feminista de
las artes. Nuevos debates III, pp. 178-189.

Waterman, Ellen
(1994) Cassandra's Dream Song: A Literary Femenist Perspective.
Perspectives of New Music (XXXII), pp. 154-173.

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