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re Ta 8) LA PSICOLOGIA La psicologia del yo SALVAT DIGITALIZADO POR (QS< Colecciones “Titulo original: Capire le piclogia © 2016, Hachete Fascicoli sc, edicién original ‘© 2017, Editorial Salvat, SL. presente edicion. Editorial Salvat, $.L. C/Amigé, 11,5" plana (08021 Barcelona, Espanta ‘© Welleome Images por la foto de la pigina 2 © Dutels Nati © BasPhoto/Shutierstock.com por la fo Las fotos en las piginas 16 y 19 son de dominio pablo “Testor: Anna Giardini, Haria Baiardini, Barbara C Revision original: Mareo Barbieri iho: Stadio Dispa “Tradvecién: F, Javier Lorente Puchades Realizacids editorial: Ormobook, Servicios Editoriales ISBN Coleccion: 978-84-471-3172-3 ISBN Tomo: 978-84-471-3512. Depésito legal: B 12993-2017 Impreso en Espaita Servicio de atenciém al eliente (slo para Espatia Para ewalquier consulta relacionada con la obra: ial Archives, The Hague por la foo de la pigina 26, lela pagina 2 «ola, Marina Maffoni, Laura Ranzini, Francesca Sicuro ‘Teléfono: 900 842 421, de 9. 19h, de lunes 2 jueves; viernes de 94 16 98 B14 15 69. Correo: C/ Amigo, [1,5 planta. 08021 Barcelona, Esp Web: wiww.salvat.com Email ce atencin al cliente: infosalvat@ salvatcom Departamento de suscripeiones solo para Espaiia) “Teléfono : 900 842 840, de 94 19, de hines a jueves; viemes de 92 16 Fax: 93 814 15 69 Web: wovw.salvat.com Distribucién Espa Logista Publicaciones C/ Trigo 39, Poligono industrial Polvoranca 28914 Leganés (Madrid) Distribucién Argentina Distribuidor en Cap y GBA: Distripuidora Rubbo. io Limay 1600 C.A.B.A. “Tel. 4303 6283 / 6285 Interior: Distribuidora General de Publicaciones 8.8. 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Carl Jung, Jacques Lacan, Melanie Klein y muchos otros se aventuraron por tan arduo camino. A esta larga lista se afadid Anna, su hija. Sigmund Freud y su esposa Martha Bernays tu- vieron seis vastagos. Pero solo uno se dedicé al psicoanilisis y siguid el camino de su padre. Esa misma hija tal vez no llegé a ser concebida de manera intencionada, tal vez no lo hubiese logrado si sus padres hubiesen tenido acceso a métodos anticon- ceptivos eficaces, como afirmaba al referirse a su infancia, y tal vez no fuese la mas apreciada, pues se la consideré «inteligente» antes que «encantadora» 0 «guapa», a diferencia de su herma- na Sophie, por la que Anna sentia una mezcla de carifio y,celos. Sea como fuere, no cabe duda de que la hija de Freud ¢on- tribuy6 al desarrollo de sus teorias, sobre todo con su trabajo 6 ANNAFREUD en torno a la psicologia del yo y sus escritos sobre los mecanis mos de defensa y sobre el psicoanilisis infantil. Su tratamiento es culto y elocuente, a veces incluso pedante, pero siempre mo- vido por un desco de ser lo mas completo posible y dar cuenta de la mayor parte de las estrategias que puede implementar para protegerse de una libido excesiva o unas pulsiones dema- siado intensas a las que el yo no puede hacer frente directa- mente. Presentados de esta manera, los mecanismos de defensa pueden parecer abstractos y alejados de nuestra vida cotidia- na. Sin embargo, esta breve monografia permite descubrir y comprender hasta qué punto mantienen un vinculo firme fuerte con nuestra vida cotidiana. No en vano, solemos eli- minar, negar o sublimar fenémenos que nos resultan inedmo- dos e incluso Hegamos a atribuir a los demas algo que nos es propio. Anna Freud interpreta tal actitud como una proyec- ién mediante la cual asignamos a personas 0 cosas nuestros impulsos y deseos prohibidos. Anna Freud, pese a no haber tenido hijos ni haber tenido la oportunidad de seguir de cerea el crecimiento de sus sobrinos, desarrollé un fértil trabajo sobre el psicoandlisis infantil, de gran utilidad, en especial, para aquellos que sufrieron la trage- dia de la guerra; un trabajo de una profundidad insdlita que la condujo a un durisimo enfrentamiento con Melanie Klein. Con todo, su pensamiento posee la riqueza y la potencia su- ficientes como para favorecer la investigacién sobre el nifio. Quiza hoy algunas de sus posiciones resulten anacronicas y poco cientificas porque se basan en estudios de casos individua- les y carezcan de un enfoque cientifico moderno, Sin embargo, siguen siendo sugerentes y, con independencia de su naturaleza psicoanalitica, nos proporcionan puntos de vista muy interesan- tes sobre la educaci6n en la infancia. INTRODUCCION 7 La obra de Anna Freud puede considerarse tanto un viaje por la historia como, por nuestro presente. Ya hemos visto en esta coleccion’ que oratidho ores. se hallan profundamente arraigados etisufciillyra de y que incluso llegan a ale- gar la imposihitidlad aceon ser humano sin situarlo en un tiempsidettrininada. iat Freud, en cambio, intenta trascender dik is lin itacke ineshys ‘onsiderar los mecanismos de defensa del ys ASAE pepe atemporal, hecho que convierte sui higiot igo atual, libre de las limitacio- nes que pudierati otasionar! fa cillfwra, la clase social o el nivel de estudios. Anna Giardini LA VIDA Y LA EPOCA CRONOLOGIA HISTORIA ——, Freud publica La interpretacion de los suekos Estalla la Primera Guerra Mundial. Revolucién comunista en Rusia dirigida por Lenin. ‘Termina la Primera Guerra Mundial. ANNA FREUD ———— E13 de diciembre nace en Viena, ‘Anna, el sexto y iltimo hijo de ‘Sigmund y Martha Freud. 1895 1900 Anna comienza a asistir al Salka Goldman Cottage Lyceum de Viena. 1905 El interés de Anna Freud por el paicoandlisis es claro a partir de la edad de 14 afios, Esto allana el camino para el resto de su carrera, Se gradia. Tnicia sus estudios en su antigua escuela para obtener el titulo de maestra. Pese a la controversia que suscita el psicoanalsis entre padres € hijos, comiena su andlisis con el padre. Comienza a trabajar como profesora. Participa ep ef Congreso Internacional de Psicoaniilisis de La Haya. Presenta un informe en la Sociedad Psicoanalitica de Viena para convertirse en miembro acreditado. Imparte un seminario sobre la técnica del andlisis infantil en el Instituto de Psicoanalisis de Viena, 1925 Introduce a ta téenica del andi infantil 1927 Secretaria General de la Sociedad Psicoanalitica Internacional hasta 1934. Fleming descubre la penicilina. 1929 Hitler asume el poder en Alemania. 1934 1935 Ditectora del Instituto de Formacién Psicoanalitica de Viena. Guerra Civil Espafiola, 1936: El y0,y las mecanismas de deensa. Tras la llegada de los nazis a Viena, 1938 la familia Freud, judia, deja Austria ysse tralada al Reino Unido. El padre muere de céncer de mandibula, Anna se encuentra asulado hasta el final. Eatalla a Segunda Gucrra Muncial, 1939 0 Pda Guerra Mundial, Anna crea un refugio para nifios desplazados. Los choques entre Anna’ Klein originan diferentes co 1941-1945 Gentro de la Sociedad Psicoanalitca Briténica Publica diversas obras sobre traumas 1942-1944 i tantiles originados por el conflicto. Estados Unidos lanza bombas at6micas sobre Japén. Termina la 1945, Segunda Guerra Mundial. 1947 Funda una clinica de psicoterapia infantil en Hampstead. Naciones Unidas adopta la Declaracién Universal de los. 1948 Derechos Humanos. Descubrimiento de la estructura helicoidal del ADN. Estalla la guerra de Vietnam, Joan XXII, nuevo papa. ‘Muere Melanie Klein. Yuri Gagarin se convierte en clprimer hombre en el espacio. Sec erige el muro de Berlin. ‘Muere Garl Jung Martin Luther King recibe el premio Nobel de la Paz. Doctorado honoris cawa por la Universidad de Clark. 1950 Gira de conferencias por Estados Unidos. 1951 Muere Martha, su madre 1953 1955 - 9-< Investigaciones en la clinica de 1956-1965 sicoterapia infantil de Hampstead. 1958 1960 1961 1964 1965, Normalidad y patologia del niio. Problemas de téenicas y terapia psicoanatitica. 1967 Recibe el grado de Gomendadora de la Orden del Lmperio Britinico de manos de la reina Isabel I. 1970 Teoria psicoanalitca del desarrollo. tozy___Presienta de honor de la Sociedad Psicoanalitica Internacional. 1975, Doctora en medicina por Ia Universidad de Viena. Doctora por el Goethe Institut uel de Frankfurt. 1982 Muere el 9 de octubre. 1993 La slinica Hampstead pasa a Mamarse Anna Freud Centre. LA VIDA NACIMIENTO E INFANCIA La menor de los seis hijos de Sigmund Freud y Martha Bernays nacié en Viena el 3 de diciembre de 1895. Por aquel entonces, su padre se hallaba inmerso en el trabajo sobre la histeria que desarrollaba con Joseph Breuer e iniciaba la investigacion que lo Ilev6 a su primera gran obra, La interpretacién de suenos, publicada en 1899. Asimismo, proseguia su actividad como Privatdozent 0 profesor asociado en la universidad de Viena. Freud deseaba un var6n y ya habia elegido el nombre: Wilhelm, como el amigo y confidente de entonces, Wilhelrn Fliess, con el que, sin embar- go, no tard6 en romper relaciones. Sin embargo, nacido una nina. Gon gran lucidez, la propia Anna Freud admitié varios afios mas tarde que, en vista de las condiciones econémicas por las que pasaba su familia a finales de la década de 1890, su 14 ANNA FREUD nacimiento nunca se habria producido si sus padres hubieran tenido acceso a algiin tipo de anticonceptivo. Para Martha se trataba del sexto hijo en unos pocos afios y el parto fue compli- cado y doloroso. Su estado de salud qued6 tan mermado que se le recomendé que no diese el pecho al bebé, al que se alimenté de manera artificial, sin ponerlo al cuidado de un ama de cria. Su padre, pese a la decepcién, vio como aumentaba su prestigio y se abrian nuevas perspectivas laborales. La familia de la pequefia Anna disfruté de una mayor esta- bilidad, o no, segtin se mire, gracias a la llegada de Minna Ber- nays, hermana menor de Martha, quien acababa de enviudar. La sefiora Freud debia hacerse cargo de un hogar cada vez mas extenso y Minna se convirtié en una gran ayuda para su cufa- do, llegando a hacerle de secretaria durante un tiempo. Peque- fia y décil una, imponente y segura la otra, ambas mujeres se compensaban. Anna, ademas de su madre y su tia, contaba también con Josefine Charlitz, la nifiera, por la que sentia un. ~ gran carifio.Su relacién con sus hermanos y hermanas era ten- sa y fluctuante. Al principio, mostré grandes simpatias por Martin; luego, por Ernst, a quien consideraba el mas cercano. La pasion de Oliver por la ingenieria y la mecanica lo convertia en un muchacho muy atractivo para la jovencisima Anna (0 Annerl, como se la amaba en casa) asi como para el resto de la. familia. En cuanto a sus dos hermanas, queria a Matilde por su madurez y su caracter protector, mientras que Sophie le causa- ba una mezcla de amor y celos, en parte por haberse convertido en la preferida de su madre, en la hija con la que establecia una mayor intimidad. Entre ambas hermanas se establecié una ver- dadera rivalidad, basada sobre todo en su aspecto fisico. Si bien la mayor resultaba mas atractiva, la pequefia se habia converti- do en «la intelectual», dada sus preferencias por la literatura, en LAVIDA 15 especial la narrativa, y las lenguas (estudié francés, inglés e ita- liano), antes que por los quehaceres femeninos. Para su padre, Anna era su pequefia «impertinente» o Unartigheit, ademas de una fuente constante de episodios tiernos y curiosos en los que su hija lo conquistaba gracias a su descaro, genuino pero tam- bién afectuoso. Con todo, no solo era una cuestién de afecto: diversas anotaciones de Freud dan cuenta de como observaba a la pequefia con un interés psicoanalitico, en especial de sus fan- tasias y de sus comportamientos adolescentes. La mejora de las condiciones econémicas permite a Freud enviar a Anna a una escucla privada que frecuentan los hijos de las familias acomo- dadas de la ciudad, tanto judias como gentiles. En la Viena de principios del siglo xx, las barreras sociales y culturales seguian siendo altas: entre los recuerdos de infancia mas dolorosos de la pequefia Anna figura el hecho de que algunos compajieros la despreciasen por su origen y no es raro que, en el futuro, ya en plena investigaci6n psicoanalitica, se valiese de su experiencia como alumna para mostrar ¢iertos comportamientos que de- ben evitar los educadores. Una sencilla operacién, ocasionada por una apendicitis, se convirtié en todo un acontecimiento para la hija menor de Freud, no tanto por la gravedad de‘la afeccién como por fa actitud de la madre, decidida a mantener a la nifa a oscuras hasta el ultimo minuto. Aquella actitud'se convertiria en otra de las muchas que Anna condenaria siendo adulta al abordar la cuestién de la enfermedad desde la 6ptica del psicoanilisis infantil. No obstante, su infancia y su adoles- cencia se desarrollaron con tranquilidad. Por aquel tiempo, acompaiié a sus padres a numerosos viajes. En 1912 pas6 ocho meses en Italia en 1912 después de terminar sus estudios de Se- cundaria en el Cottage-Lyzeum der Salka Goldman de Viena. Sus padres querian que reflexionase sobre lo que de veras 16 ANNA FREUD Annelhfeudcon sy padre enit?13, deseaba hacer en la vida. Mientras tanto, la casa de los Freud se iba va- ciando. Solo queda- ban Anna, sus padres y su tia. «¢Gémo pue do afrontar yo sola las tareas que correspon- den a seis hijos?» lego a preguntarse en una ¢ ta que escribié en 1915, r- con dieciocho afios. ANOS DE GUERRA Y ENSENANZA El estallido de la Pri- mera Guerra Mundial en el verano de 1914, poco después del asesinato del archidu- que Francisco Fernando, sorprendié a la menor de los Freud en territorio enemigo. Anna pasaba las vacaciones en Inglate- rra y, tras el inicio de las hostilidades, se vio obligada a regre- sar a su casa dando un largo rodeo que la Ilevé a Gibraltar, Malta y Génova en compaiiia del personal diplomatico aus- triaco, Durante su estancia conocié a uno de los primeros se- guidores britanicos de su padre, Ernest Jones. Dieciséis ahos mayor, Jones intenté conquistar a la joven. Freud le reconvino su actitud en una dura carta y le exigié que desistiera, ya que lo consideraba demasiado viejo para su hija. En cuanto a Anna, Freud le escribié una larga carta en la que expresaba LaAviDA 17 sus preocupaciones paternales, se mostraba decidido a impe- dir tales escarceos en raz6n de su edad y dejaba entrever que la echaba de menos. En privado, llegé a confesar a ciertos de sus corresponsales su temor por el hecho de que su dedicacién a la familia y las diferencias de caracter y personalidad de Jones y su hija acabase por abocarla a la histeria. Aquel mis- mo afio, Anna se inscribié en un curso de formacion para pro- fesores en su antigua escuela secundaria. Sus superiores se mostraron entusiasmados con su talento y su vocaci6n natural para la ensefianza y el trabajo con los nifos. Al terminar los estudios, se le ofrecié un puesto en el centro como secretaria de direccién. Durante aquellos angustiosos afios de guerra, los jévenes alumnos encontraron en Anna un modelo de rigor, sensibili- dad y dedicacién al trabajo. La familia Freud no qued6 al margen de aquellas vicisitudes y debié afrontar grandes sacri- ficios. Anna compagin6 sus clases diurnas con otras en una academia nocturna para aportar unos ingresos mayores al ho- gar. A causa del esfuerzo y el duro invierno de 1917 a 1918 contrajo una tuberculosis que solo pudo curar gracias a cier- tas amistades, quienes le encontraron un lugar de veraneo mucho mas saludable que aquella fria capital de un imperio en crisis. En octubre de 1918 el conflicto llegaba a su fin. Los austriacos firmaron la rendici6n el 3 de noviembre, en Villa Giusti, en Padua, tras su derrota a manos del ejército italiano en Vittorio Veneto. Por aquel entonces, Anna comenzo a ana- lizarse con su padre. Las sesiones, semanales, tenian lugar a las diez de la noche y se prolongaron durante cuatro afios. Al igual que con cualquier otro paciente, la terapia reforz6 mu- cho el vinculo con su padre. Anna inicié una dedicacién in- tensa y casi exclusiva, hasta el punto de cultivar la fantasia de 18 ANNA FREUD que habia nacido de la mente de su padre, de un modo andlo- go acomo la diosa Atenea habia nacido de Zeus. Aquel vincu- lo se torné fisico, intelectual e incluso espiritual. Fue tan profundo que Freud, en algunas de sus cartas, se referia a su hija como «mi Antigona», compardndola con la heroina de la tragedia griega que acompafiaba a Edipo, viejo y ciego, en sus peregrinaciones. El hecho de que Anna decidiese someterse al analisis no se debia tan solo a ciertas manifestaciones sintomaticas, sino también a un interés genuino por la disciplina que ya habia desarrollado durante la adolescencia y su padre habia alenta- do con cierta cautela. Sin duda, hoy en dia se consideraria inaceptable una relacién de este tipo, pues contraviene todas las indicaciones. Sin embargo, en 1918, la disciplina se halla- ba todavia en su fase pionera. Eran tiempos heroicos. Ain no se habia alcanzado la normalidad. Y también eran tiempos dificiles, marcados por las estrecheces econdmicas originadas por la Primera Guerra Mundial. E] rigor de Freud y su nega- izar una biografia de aquellos pacientes que no Ile- garon a someterse por completo al tratamiento han hecho que no existan apenas registros de aquella experiencia tinica. Quedan algunos rastros en las obras de Freud, como en Pegan aun nifto. Contribucién al conocimiento de la génesis de las perversio- nes sexuales (1919), ademas de Fantasias de persecuciin y suefios diurnos (1922), de su hija Anna, un trabajo que le valid el in- greso en la Sociedad Psicoanalitica de Viena tras un riguroso proceso de seleccién en el que de nada sirvid su prestigioso apellido. La tragedia golped a la familia de improviso: la epidemia de gripe que asolé Europa en 1920 se Ilevé a Sophie, la quin- ta hija, a los veintisiete afios de edad. Anna se refugié en la tiva a real LAVIDA 19 ‘Anna y Sigmund Freud durante el Congreso Internacional de Psicoanalisis de La Haya en 1920, investigaci6n y en la escritura, componiendo poemas y prepa- rando una novela que titularia Enrique el trabajador, a los que tuvo acceso su entorno mas cercano. Freud ahuyenté a otro pretendiente de su hija. El vinculo con Anna se hacia mas es- trecho, El matrimonio de Martha y Sigmund, en un principio coronado por un amor genuino, parecia haberse convertido en mera rutina mientras aumentaba la complicidad entre Anna y su padre. La relacién se torné mas intensa cuando, en 20 ANNA FREUD la primavera de 1923, Freud se sometié a la primera de una larga serie de operaciones que intentarian paliar su cancer de boca. Anna afronté el trance con una serenidad que sorpren- did a parientes, amigos y colaboradores. La convalecencia transcurrié en Roma, la ciudad amada por el padre del psi- coanalisis. Alli, Anna se ocupaba de preparar boletines y car- tas que informaban puntualmente del estado de salud de su padre y hacia cuanto era posible para que fuese mas Ilevadera su lenta recuperacién. E] esfuerzo emotivo de la joven la llevé a confiar a una amiga, Lou Andreas-Salomé, varias ensona- ciones, fantasias masturbatorias y ciertos episodios altruistas de reminiscencias neuréticas que Anna aprovecharia para sus estudios de los mecanismos de defensa del yo. Por si fuera poco, comenzé a sentir unos celos apenas controlables hacia las pacientes de su padre, a las que Iegé a ver como posibles rivales venidas a turbar su idilio. Una de aquellas mujeres la marco de manera particular: la joven Dorothy Tiffany Bur- lingham, con la que establecié un vinculo que se mantendri durante toda su vida. Su papel en el panorama del psicoandlisis se volvia mas y mas importante, sobre todo después de los conflictos surgidos entre Freud y sus discipulos, cada vez mas enconados. Si bien habia recibido una formacién profana ~no tenia titulo de mé- dico-, Anna mostraba una gran agudeza intelectual que iba mucho mis alla de la polémica y la violencia verbal que carac- terizé a los afios heroicos del psicoanalisis. Anna desempeti un papel fundamental en cl nuevo Instituto Psicoanalitico de Viena como organizadora y formadora, dedicada especifica- mente al andlisis de los nifios y a la preparacion de profesiona- les interesados en este campo. Su creciente importancia quedé clara cuando, en 1930, el Ministerio de Educacién le encargd LAVIDA 21 que dictase una serie de conferencias que se publicaria con el titulo de Cuatro conferencias sobre psicoandlists para padres y profesores La relacién con Dorothy, a cuyos hijos Anna habia casi adop- tado después de que el marido abandonase a la familia, era cada vez mas estrecha. Ambas miijgres realizaron varios viajes juntas, si bien su amiga era corisciente de que no podia compe- tir con el afecto que ligaba a Anna con su padre. La vejez y los problemas.de salud que lo aquejaban, cada vez mas graves, se convirligro# en un motivo de preocupacién constante que afronto cer una templanza extraordinaria. Sin embargo, la politica se convertiria en una fuente de preocupaciones mayor si cabe. La crisis econdmica que estallo en 1929, la presencia angustiosa del nazismo y el aumento del antisemitismo provo- caron la diaspora de la Escuela Psicoanalitica Alemana, que se exilié en Inglaterra y Estados Unidos. El padre del psicoanali- sis, convencido en un principio de que la arrogancia de los na- zis austriacos se reducia a la mera palabreria, comenz6 a temer por su ae S : como fuere, Anna proseguia con su trabajo. En 1936 publicd: su primera gran obra: El_yo_y los mecanismos de defensa. El libro se convirtié en un regalo especial que brind6 a su padre con motivo de su octogésimo cumpleafios. Freud lo acepto con alegria. Reconocia, de manera definitiva, la emancipacion intelectual de su hija. Durante aquel tiempo, diversas donaciones permitieron poner en marcha la creacién de un centro para nirios, un proyecto al que Anna se dedicé en cuerpo y alma junto con el resto de su equipo, decidida a estu- diar la vida infantil en todos sus aspectos, desde las comidas a. los juegos. Por desgracia, la politica continuaba enrareciendo el ambiente. Tras la anexi6n definitiva de Austria por parte de la Alemania de Hitler, Freud y su familia se convirtieron en 22 ANNA FREUD objeto de un acoso incansable. La situacion se torné insopor- table para el viejo patriarca, atenazado por la.enfermedad. Anna llegé incluso a estar retenida durante un dia en un cuartel de la Gestapo, la policia secreta nazi, bajo la sospecha de que su asociacién encubria actividades terroristas contra el régimen. En junio de 1938, Anna y sus padres abandona- ban Austria gracias a los esfuerzos de una amiga, Marie Bonaparte. LONDRES, LA GUERRA Y LA CLINICA DE HAMPSTEAD Tras una estancia en Paris, el nimero 20 de Maresfield Gar- dens, en Londres, dio la bienvenida a los refugiados que huian de aquella locura. Anna asumié la gravosa tarea de cuidar de su padre en las ultimas etapas de su enfermedad. En febrero de 1939, se descarté cualquier posibilidad de operar el cancer. En julio, Freud se vio incapaz de recibir a sus pocos pacientes. Anna, siempre a su lado, acepto con reticencia su decision de recurrir a la morfina para combatir el sufrimiento. Lacido hasta el final, Freud pidié al médico que lo atendia que le in- dujese a un coma para emprender el ultimo viaje, que tuvo lugar la noche del 23 de septiembre de 1939. Una vez mas, Anna se volcé en el trabajo para afrontar el duelo. Atin no habia transcurrido una semana cuando comenzé a atender a sus jovenes pacientes para controlar aquel dolor insoportable. La situacién se habia complicado mas a causa del enrareci- miento en el seno de la comunidad psicoanalitica. Melanie Klein, una de las voces mds autorizadas de la Sociedad Psicoanalitica Britanica, no vio con buenos ojos la llegada a LAVIDA 23 Londres de la hija de Freud. Klein, residente en la capital in- glesa desde 1926, se dedicaba también al estudio de la infan- cia, aunque de una manera muy distinta. Las disensiones se originaron a la hora de determinar la idoneidad de la técnica psicoanalitica con los mas pequefios. Anna rehusaba el méto- do tradicional dada la incapacidad manifiesta del nifio para implementar la transferei mientras que Klein lo defendia. Incluso interpretaban el juego dé sendas maneras irreconcilia- bles: lo que para la hija elid era una actividad natural que no tenia por qué interpretarse en clave analitica, para Klein, si se levaba a cabo en ciertas condiciones, podia inter- pretarse simbélicamente desde un punto de vista psicoanaliti- co. Ambas se acusaron de haberse separado del legado de Sig- mund Freud. Entre 1941 y 1945, en plena guerra, la comunidad psicoanalitica se escindié y se enzarz6 en una discusién sin fin. Anna, pese a los obstaculos y los comentarios maliciosos sobre su relacién con Dorothy Burlingham, mantuvo siempre la compostura y reconocié en todo momento sti con aquellos colegas que la socorrieron en plex nazi. La actitud conciliadora y el esfuerzo de algunos miem- bros favorecieron el nacimiento de dos grupos paralelos dentro de la Sociedad Psicoanalitica Britanica para que esta pudiera sobrevivir a tan dura confrontaci6n. Las actividades de Anna en favor de la infancia recibieron un impulso significativo durante el conflicto. A partir de 1940, diversas donaciones le permitieron crear, junto con Dorothy Burlingham, varios centros dedicados a atender tiifias afectados por la tragedia y la destruccién de la guerra, sobre todo a raiz de los bombardeos alemanes en las ciudades britanicas. Estre- ché lazos entre el Reino Unido, Suiza y Estados Unidos, creé dos centros especializados, los Jardines de Infancia de Guerra, 24 =ANNAFREUD est Jones, Anna Freud y Melani una especie de «isla de tranquilidad» para aquellos pequetios que la locura habia arrebatado de sus casas y el amor de sus madres. No tenian un control tan rigido ni una organizacion tan estricta como los colegios, sino que estaban pensados para recrear y restituir aquel clima familiar perdido. Aquella expe- riencia deparé a Anna y a Dorothy un material muy valioso que dio pie a obras como Nios en tiempos de guerra (1942), Ninos sin familia (1943) 0 Guerra_y nites (1944). El enfoque analitico LaviDA 25 permitié reflexionar con gran profundidad sobre el comporta- miento de los mas pequeiios frente al peligro y el drama, asi como sobre su desarrollo y sus relaciones sociales. En resumen, aquellos trabajos constituyen un testimonio muy valioso sobre el estudio de la infancia. EI final de la guerra no interrumpié el proyecto. El gran grupo de expertos que se habia reunido en torno a la iniciativa de Anna Freud permitié la creacion y organizacion de otro proyecto atin mas amplio orientado a la formaci6n de analistas especializados en la infancia. Los numerosos cursos necesi- taban un lugar donde reunirse y, ademas, recibir a los j6venes. pacientes. Gracias a la Field Foundation de Nueva York, se cre6 en 1952 un centro especializado en el numero 12 de Marsfield Gardens, en Londres: la Hampstead Child Therapy Course and Clinic. El éxito profesional parecia compensar en parte el drama familiar: la guerra no habia perdonado a los Freud. Las cuatro hermanas mayores de Sigmund Freud, que se quedaron en Austria en 1938, habian sido deportadas y asesinadas en los campos de concentracién de Treblinka y Auschwitz. La noti- cia convencié a Anna Freud de que jamas regresaria a Austria y Alemania, sobre todo después de haber obtenido la naciona- lidad inglesa. Sin embargo, la tragedia volvio a golpearla en 1951, cuando fallecié su madre, Martha, a los noventa afios, justo en un momento en que Anna se hallaba preparando la primera edicién de la rica correspondencia de su padre con su viejo amigo Wilhelm Fliess. El luto, con todo, le brindé la po- sibilidad de romper con el pasado y buscar un nuevo comien- zo. Ya entrada en la cincuentena, buscé un nuevo hogar para la gran familia que formaba con Dorothy, sus hijos y sus pa- rientes. Las investigaciones que llevaba a cabo en la Clinica Hampstead proseguian su curso y publicé nuevas obras como 26 ANNA FREUD Anna Freud en 1956. Sobre el hecho de perder y ser perdido (1953; ree- laborado en 1967) y Normalidad y patologia del nifto (1965). La pri- mera, en particular, posee paginas extraor- dinarias y parte de un andlisis del sentido que la pérdida de un objeto amado puede tener para un_nifio, aun cuando se trate de un simple juguete. El enfoque de Anna Freud sobre la infan- cia resulta muy suge- rente. Su afan, su atencion a las necesi- dades de los niiios en todos los niveles y el respeto que siente por ellos nunca deja de sorprendernos. LOS ULTIMOS ANOS En 1967, su actividad recibié un importante reconocimiento. La reina Isabel II la nombré comendadora de la Orden del Im- perio Britanico, uno de los honores mas importantes del Reino Unido. En la década de 1970 se dedicé con mas empeno si cabe a los nifios desfavorecidos. Dicté una nueva serie de conferencias LaviDA 27 = ). “Ween Estados Unidos la Universidad Clark la habia nombrado 42 fy — doctéra horfbris causa en 1950-, en especial en las facultades de derecho de Yale y Harvard, recibié el titulo de médico por la Universidad de Viena y la Republica de Austria le otorgé la Gran Condecoracién en Oro de la Orden al Mérito. En 1973 publicd Problemas de técnica y terapia psicoanaliticas. Asimismo, des- de 1956, organizaba un ciclo de encuentros que se prolongs durante mas de veinte afios y en el que participaron diversos pediatras britanicos para discutir la relacion entre los nifios, las enfermedades y el psicoandlisis. Por aquel entonces, Anna Freud se interesaba mucho por la sintomatologia en la infancia e inicié la publicacién de varias obras sobre el cuidado de los nifios, que debe ir més alla de la patria potestad, y tiene en cuenta las complicadas relaciones entre la legislaci@n,, los tibu: nales de menores y la infancia. El mejor interés del niitto, Ant mejor interés del nito y Mas alld del mejor interés del nino se convir! ron en una profunda reflexién sobre los abusos y la violencige los que puede someterse a la infancia, y que pueden emplearse como guia en todos aquellos campos relacionados con los nifios y su proteccién. La presidencia honorifica de la Sociedad Psicoanalitica In- ternacional se afiadié a una larga serie de premios, condecora- ciones, titulos y homenajes que la hicieron sentir «ya muerta», segtin sus propias palabras. La edad trajo consigo numerosos problemas de salud, incluido un tipo de anemia severa. Sin embargo, el dolor y la pérdida de los seres queridos volvieron a ponerla a prueba. En 1977 fallecis Mathilde y, poco después, la hija de Dorothy, su amiga y compaiiera, se suicidé con una sobredosis de farmacos. Anna intenté lidiar con aquellos duros golpes con la misma determinacién con que su padre luché contra el cancer. E] luto, la convalecencia, la imposibilidad de 28 ANNA FREUD viajar, el hecho de depender de los demas no le hicieron perder el animo. Entre 1979 y 1981 se organizaron en la Clinica Hampstead tres simposios que duraron varios dias y que tuvie- ron un éxito extraordinario. Anna Freud tenia a la saz6n casi ochenta y cinco afios. Por desgracia, Dorothy fallecié poco después del primero. Su amiga, su «gemela», la persona con la que habia compartido su vida ~y con la que, se rumoreaba, mantenfa una relacién amorosa~ le ocasion6 un dolor solo comparable con el que sintié por la muerte de su padre, acae- cida mas de treinta afios atras. De manera un tanto paraddji- ca, le consolé la idea de que su gran confidente no estuviera Lacasa-museo de la familia Freud, en el ntimero 20 de Mansfield Garden, en Londres. LAVIDA 29 con ella cuando sufrié un grave accidente cerebrovascular en 1982 que le perjudicé gravemente al habla y a sus capacidades motoras, aunque sin perder su extraordinaria lucidez. El re- greso a casa tres meses después; én'una silla de ruedas, le de- par una cierta calma. En un paseo, custodiada por enferme- ras, hasta el namero 20 de Mansfield Garden, donde los Freud se habian instalado en 1938, Anna solicit6 que le trajesen el viejo manto de su padre, que se custodiaba como una reliquia en la casa-museo. Al tomarlo, lo abraz6 con afecto. El gesto tenia una carga simbdlica extraordinaria. Pero la enfermedad no daba tregua. Cuando la situacién se hizo casi insoportable, Anna Freud murié tranquilamente mientras dormia durante la madrugada del 9 de octubre de 1982. EL PENSAMIENTO EL YO Y SUS ANGUSTIAS OBRAS DE JUVENTUD E] debut de Anna Freud en el mundo del psicoandlisis tuvo lu- gar en 1922, cuando dicté una conferencia ante la Sociedad Psicoanalitica de Viena. Se trataba del modo habitual en que un candidato se postulaba para ingresar en la institucion. Tras someterse a un largo periodo de analisis con su padre, iniciado en 1918, Anna reunié sus primeras reflexiones en este breve texto que defendié ante el tribunal. Seis meses mas tarde, co- menz6 a practicar con sus primeros pacientes jovenes. En sus Fantasias de persecucién_y suefos diurnos (Schlagenphantasie und Tag- traum) echo mano, muy probablemente, de buena parte de su experiencia personal asi como de sus sesiones de anidlisis. La obra, un ensayo sobre la sublimacion, puede considerarse como una sublimacién en si misma. Estructurada en tres partes, 34 ANNA FREUD ilustra el desarrollo progresivo, en una paciente anonima muy joven, de una serie de fantasias sobre un joven desconocido al que persigue un adulto asi como de la subsiguiente creacién de fantasias conscientes «con los ojos abiertos». De acuerdo con el analisis, la escena de la paliza oculta una fantasia incestuosa entre padre e hija que se transforma mediante la supresiOn y la agresividad tipica de la fase sdico-anal, y desemboea en la s tisfaccion masturbatoria. La culpa lleva a convertir esas fanta- sias en un conjunto de «historias buenas» cuyos personajes par- ten de una confrontacién inicial que debe ser resuelta mediante la reconciliaci6n plena. En un proceso de este tipo, las pulsiones sexuales se satisfacen por completo aun cuando se presentan en parte reprimidas (tal como indica la fantasia de la persecucién) y en parte sublimadas (la buena historia). La superacién definitiva de estos deseos se llevé a cabo me- diante el esfuerzo creativo que acarrea la escritura: los persona- jes imaginados encontraron su propia existencia fuera de la imaginaci6n de la nifia y el deseo se satisfizo al pasar de una dimensi6n autista, desligada de la realidad, a otra centrada en la vida social. La btsqueda del placer dejaba de ser intima y personal, y salié al exterior: la actividad creativa y liberadora de la escritura propicié un modo de satisfaccién centrado en los lectores. El trabajo tuvo una buena acogida en la Sociedad Psicoanalitica de Viena, para gran satisfaccién de Sigmund Freud, y senté las bases para una reflexion posterior y mas elaborada que llevé a Anna a sus trabajos sobre el yo y su am- pliacién. Los escritos de los afios siguientes sobre sus experien- cias en el campo de la educacién se dirigieron a un publico no necesariamente versado en el psicoanilisis y le permitieron investigar en el papel de la disciplina psicoanalitica en la edu- cacién infantil. El ciclo de conferencias que dio en 1930 a ELYOYSUSANGUSTIAS 35 instancias del Ministerio de Educacién le permitié centrarse en las etapas de desarrollo del nifio y subrayar el hecho de que este no debe considerarse como un ser uniforme, una especie de adulto pequefi, sino un ser en proceso que atraviesa varias eta- pas (del nacimiento a los cinco afios; la fase de latencia en que se atentian las pulsiones; la preadolescencia, a los doce; y, por -énender en qué consiste un desarrollo equilibrado y céivie'se Hega a una edad adulta plena y madura. Todo depende de hallar un equilibrio entre las pulsiones y el control en cada uno de los estadios del desarrollo infantil a fin de no caer en ninguno de esos extremos, en buscar un punto medio entre la neurosis que pudiera ocasionar un ntimero excesivo de prohibi- ciones y un comportamiento rayano en la delincuencia por la falta absoluta de estas. Piénsese, por ejemplo, en un nifio al que le obsesionen los caramelos y los dulces no sera capaz de contro- larse y despilfarrara su dinero para adquirirlos. Su padre, a buen seguro, lo castigara y le. prohibird ‘tajantemente ese consumo desenfrenado. El nifio puede obedecer, pero cabe la posibilidad de que, siendo adulto y, por:lo tanto, independiente, se sienta agobiado por la culpa cada vez que tome una onza La falta de una comprensién adecuada tanto por }% como por parte de los adultos puede conducir a un tratamiento erréneo que tenga tristes consecuencias para su vida adulta. LA ATENCION AL YO La primera oy: imporiante de Anna Freud est directamente relacionada ¢@ti'xi. trabajo en Viena. A principios de la década 36 ANNA FREUD de 1930, el pensamiento freudiano cambié de ambito. Tras ha- ber determinado la division de la psique en consciente, pre- consciente ¢ inconsciente, con especial aeeheidn a este Ultimo, Sigmund Freud procedié a una estructiiraciin, distinta, basada en las instancias del ello, el yo y el supervei. De las tres, el yo se ocupaba de las tareas mas ingratas, piss debe siediar entre las pulsiones del ello, las imposiciones del superyé y las exigencias del mundo exterior. No obstante, el enfoque se concentra casi exclusivamente en el ello y el superyé ~es decir, en las pulsiones libidinales, las imposiciones, las restricciones~ y da pie a que los analistas conozcan muy bien el inconsciente y juzguen de manera equivocada el yo del paciente. El hecho de haber vivi- do de cerca la elaboracién teérica de la segunda etapa del psi- coanilisis le permitié moverse con libertad, sin distinguir de una manera neta e incompatible entre sistemas e instancias, algo mucho menos frecuente én las siguientes generaciones de terapeutas, que se formaron cuando la distincién se habia con- solidado. Asi pues, Anna Freud inicié una investigacién hasta cier- to punto auténoma respecto a su padre —cuya presencia se deja sentir en todo momento, sea para bien o para mal-, centrandose en el yo y su funcionamiento. Hasta entonces, la psicologia se habia dedicado de manera casi exclusiva a la dimensién inconsciente y los impulsos instintivos reprimi- dos. Solo las innovaciones de la investigacién freudiana le permitieron pasar de las instancias psiquicas para entender como, entre estas, el yo desempefia un papel clave. Todos los esfuerzos de trabajo psicoanalitico estan dirigidos a un objeti- vo: eliminar las enfermedades que afligen a dicha instancia y restaurar su integridad. Se trata entonces de analizarlo, de estudiar a fondo hasta qué punto depende del mundo exterior, ELYOYSUS ANGUSTIAS 37 como se relaciona con las otras dos instancias y qué respuesta puede proporcionar a sus tensiones (por ejemplo, como modi- fica y transforma los contenidos del ello, las pulsiones). Dicho de un modo mas general: Anna Freud procedié a un analisis exhaustivo del contenido del yo, de sus fronteras y de sus fun- ciones. Cuando las relaciones entre las instancias son pacificas, solo aflora el yo. Si las pulsiones se consideran licitas, el ello se encuentra en un estado de calma y no genera tension. Cuando el supery6 esta en perfecta armonia con el yo y por lo tanto no genera culpabilidad, no lo percibimos. En una si- tuacién «normal», los tres protagonistas de nuestra vida psi- quica parecen unirse, solaparse, y solo se nos aparece el yo. Por eso Anna Freud lo consides el mejor punto de vista, nuestra ventana a la vida psiquica, Por ejemplo, el yo puede disponer de sus propias fuerzas para satisfacer una pulsién del ello cuando la relacién entre ambos no genere ningtin pasa a convertirse en un iitruso qué rio del yo, quien se vera obligado a dé deshacer esa marafia de impulsos y sucedido a partir de los resultados. ANALISIS DEL ELLO Y ANALISIS DEL YO La aproximacién del terapeuta y los medios que emplea no pueden ser distintos de la instancia a la que se enfrenta. La 38 ANNA FREUD «hipnosis» siempre habia pretendido sondear las profundidades inconscientes del ello y hacer que aflorasen al yo los contenidos ocultos que pugnaban por emerger en forma de trastornos. Pero, en estos casos, la conciencia adquirida dura poco y el yo vuelve a hundir lo que le preocupa a nivel inconsciente. En cambio, mediante la «asociacién libre», se pide al yo que se aparte por un momento y deje que el ello aflore al nivel cons- ciente. El paciente, tumbado en el divan, traduce dicho conteni- do en palabras, aunque no tiene la capacidad para satisfacerlo directamente. A juicio de Anna Freud, tal condicién solo pue- de durar un tiempo limitado: el yo no puede dejarse de lado. Sin duda, la vigilancia puede relajarse, aunque no por un tiem- po lo bastante largo como para permitir que las asociaciones y el contenido climinado emerjan en la conciencia sin dejar rastro de su paso. El contraataque es inevitable. El yo no per- manece inactivo, recurre a sus «mecanismos de defensa» y res- ponde con rapidez. El terapeuta, pues, debe dedicarse al ana- lisis de ese atrincheramiento del yo tras el aparato defensivo que ha organizado para hacer frente a las presiones del ello. Sin duda, enfrentarse al ello resulta mas interesante, inquie- tante ¢ incluso fascinante que las respuestas del yo. Si ese contenido soterrado presiona para regresar a la superficie, las defensas del yo no ofreceran ning&n apoyo. Habra que seguir un camino indirecto, basado en el anilisis de los efectos que tales mecanismos tienen sobre el paciente. Los cambios que sur- gen permiten inferir cual de esas defensas se activa y el analista hara todo lo posible por desactivarla para desvelar el incidente y reanudar el analisis del ello donde se interrumpi6. Desde este punto de vista, los suefios y las asociaciones libres acttlan mediante procesos similares. El proceso de distorsién que la realidad onirica emplea para enmascarar los contenidos ELYOYSUS ANGUSTIAS 39 latentes no es muy distinto de las transformaciones que la aso- ciacién libre pone en juego cuando el paciente se muestra a la defensiva. Mediante el andlisis del suefio, el terapeuta puede averiguar lo que permanece oculto, el contenido del ello, y puede al mismo tiempo darse cuenta de los mecanismos que intervienen para ejercer la censura ¢ impedir que el incons- ciente aflore a la conciencia. Los «lapsus» constituyen otro ca- mino para verificar los procesos acaecidos. La «transferencia» aparece como el instrumento mas potente a nuestra disposi- cién. Para Anna Freud, todo depende de la distincién entre el yo y el ello. En la relacién entre médico y paciente afloran impulsos de «antiguas constelaciones emotivas» —como las de- finié— que enturbiardn el trabajo. Por eso habra que retro- traerse a la infancia, remontarla hasta dar con las causas del mal, comprenderlas y aliviar al paciente, permitiendo que ad- quiera conciencia de los impulsos del ello. El problema surge cuando el impulso queda velado por los mecanismos de defen- sa y no es posible que emerja. El analista debe entonces embar- carse en un nuevo camino: dejar la tierra del ello e inquirir al yo. Su tarea consiste en volver hacia atrs y seguir las pistas, los meandros, los cambios. Aventurarse en este dificil terreno le permitira sacar a la luz ~si utilizamos una metafora arqueol6- gica, tan querida por el mismo Freud~ la vida instintiva del paciente y el desarrollo de su yo. La tarea, sin embargo, es di- ficil porque el sujeto no es consciente de lo que ocurre: conside- ra que el yo y las defensas son perfectamente homogéneos, no advierte a estas como extrafias en el momento en que se esfuerza. por racionalizar la transferencia; por ello se esfuerza en evitar el dolor que supone admitir que la transferencia sea inapropia- da y que, en tal caso, el yo se convierta en el enemigo del pro- ceso analitico. 40 ANNA FREUD Anna Freud era consciente de que el ello poseia un peso deci- didamente mayor en la practica analitica y que el yo, sobre el que deseaba concentrarse, huia de la observacién completa del tera- peuta. El mayor peligro que corre el psicoanilisis radica en el hecho de que acabe por centrarse en exclusiva en el ello. Reducir el yo a un mero mecanismo de defensa con el que se hace frente a los impulsos indica que no se entiende que incluso esa instan- cia posee un ntimero de «zonas de sombra» que permanecen inconscientes y deben ser llevadas a la conciencia al igual que los derivados del ello. En consecuencia, es importante estudiar las vicisitudes, las transformaciones. Resulta mucho mas util que traducirlas directamente. El riesgo radica en que, durante la transferencia, el yo no se deje analizar y se empefie en actuar para repeler todo este material pulsional que emerge del ello. ANALISIS Y DEFENSA La tarea del analista es hacer consciente lo inconsciente. No se trata de un juego de palabras. La practica psicoanalitica debe partir de un punto equidistante del yo, el superyé y el ello. La meta, sin embargo, es diametralmente opuesta para el analista y el yo del paciente. El camino es comin, pero el propésito muy diferente. Todo lo que se necesita para avanzar en el analisis de esta instancia se presenta como resistencia, obligandonos a ha- cer un esfuerzo real para analizar las defensas puestas en mar- cha en un nivel subconsciente y expresadas por la rigidez y la hostilidad hacia el terapeuta. El «pobre» yo intenta defenderse no solo de las pulsiones, sino también de los afectos asociados, por lo que requiere un trabajo adicional para comprender los mecanismos puestos en marcha para hacer frente a la pulsi6n asi ELYOYSUSANGUSTIAS 41 como a los afectos que estan relacionados con ella. Nos encon- tramos ante una «coraza caracterial» (0 Charaklerpanzerung, un concepto tomado del psicélogo austriaco Wilhelm Reich). Las defensas pasadas, puestas en marcha para manejar ciertos im- pulsos —comportamientos sarcasticos, despectivos, arrogantes 0 agresivos~, pueden mantenerse activas aun cuando aquello que las activé haya sido superado y convertirse ¢2 i caracter del sujeto. Esa coraza puede convertirseen un obstacu- lo dificil de franquear para el terapeuta, obligado a sondear todo tipo de resistencias. Anna Freud, por ejemplo, mostré el caso de una paciente que sufria de angustia aguda, y que durante el ana- lisis evité hablar de sus sintomas, que respondia con sarcasmos y se burlaba incluso del analista. Tal actitud de denigraci6n ironi- ca, confusa para el médico, obedecia a una actitud extremada- mente critica que la paciente tenia hacia si misma cada vez que alguien la trataba con afecto o ternura. Limitarse a analizar el contenido de la angustia no conduce a ningiin resultado si no se lidia con la coraza caracterial y se observa el mecanismo de de- fensa de la joven, que se identificaba con la figura del padre, tan querido como hipercritico, que se mostraba con la hija despecti- vo y sarcastico cada vez que esta manifestaba alguna emocién, dispuesto a inculcarle el autocontrol a toda costa. Solo aclaran- do la defensa de la paciente hacia sus propios afectos fue posible proceder a un analisis auténtico y acertado. LA ANGUSTIA El yo pone en marcha sus defensas contra los «peligros instin- tivos», que de hecho son siempre los mismos. Lo que varia son las motivaciones que lo Ilevaron a considerar peligrosa la 42 ANNA FREUD emergencia de una pulsin determinada. Sigmund Freud dedicé muchos afios al estudio de la angustia, desde Més alld del principio de placer (1920), Elyo y el ello (1923) hasta Inhibictén, stntomay angus- fia (1926): de un mero sintoma, de una condicién emocional del dolor, pasé a considerarla el desarrollo de los sintomas que na- cen en el yo, al que consideraba una instancia débil, torpe, some- tida a la tirania del ello, con sus exigencias instintivas y el super- yO y sus sentencias implacables. Su hija, en cambio, decidida a rescatar a aquel pobre yo maltratado, identificé un origen triple para esta situaci6n: «la angustia del supery6», «la angustia de lo real» y «la angustia instintiva». Véamoslas con detalle. Angustia del supery6 (en las neurosis de los adultos) Se trata de la situacion mas frecuente en el andlisis, la mas co- nocida y tipica de los adultos. Un deseo intenta abrirse paso en la conciencia y ser satisfecho con la ayuda de un yo que lo con- sidera perfectamente licito. Sin embargo, el supery6 se opone y obliga al yo a someterse, enfrentandose a la pulsién y desenca- denando los efectos devastadores habituales en tales situacio- nes. El motivo desencadenante se halla fuera del yo, convencido de la legalidad de la solicitud recibida. Se trata de una imposi- cin «desde arriba» que la considera peligrosa y, por lo tanto, debe ser encauzada, con el riesgo consiguiente de provocar un choque en la direccion opuesta entre el yo y el supery6. Aqui reside la dificultad del adulto neurético: teme a sus instintos por miedo a la censura. El supery6 se presenta como una especie de aguafiestas que prohibe cualquier acuerdo posible entre el yo y los instintos y estigmatiza la sexualidad y la agresividad. Sus exigencias pueden ser tan asfixiantes que Ilegue a imposibilitar el equilibrio fisico. Asi pues, el pobre yo queda encadenado, EL YO Y SUS ANGUSTIAS esclavizado, convertido en un instrumento de esa implacable voluntad superior, victima de la «angustia del superyé» hasta el punto de rechazar cualquier instinto jy. Sef inttapaz’ de ekpesi- mentar el placer. En tales situaciones, ell analist debe:eenfiarse en esa presencia molesta con el objetivo'de dismimiii el pose. y reducir su severidad, ademés de aliviar’Al'y6 ¥ miitiga 168 éon- flictos y las neurosis que puedan haberie'destntaderiado.Naes extraiio que Anna Freud recomiende a tiidestios, artsy. edu cadores que eviten el desarrollo de un stipé rya‘dembsiaglo ‘eStric- to, que tiendan a modelos educativos fue no. acultenslas éeBili- dades humanas y que se muestren tolerantes con los instintos en lugar de propugnar normas morales que resulten inalcanzables. Los nifios tienen derecho a exteriorizar su agresividad, sin re- primirla. Solo asi podran convertirse en adultos libres de an- gustia que puedan disfrutar de la vida. La angustia de lo real (en la neurosis infantil) En el caso de los nifos, nos damos cuenta de que el factor des- encadenante de la neurosis no es el superyé. La causa es ante- rior. En la medida en que un adulto neurético se debate por reprimir su sexualidad y su agresividad para no desencadenar un conflicto entre el yo y el supery6, el pequefio hace lo mismo con sus propios instintos, aunque para evitar la ira de sus padres al transgredir sus rdenes. La repulsa, el rechazo de los instin- tos no es algo natural y las defensas que se ponen en marcha para contenerlos son basicamente falsas. Lo real es la censura de los padres, sus amenazas con castigos y represalias en cl caso de que se abandonen a la satisfaccién de los instintos. El yo in- fantil teme y rechaza el deseo porque tiene miedo de los adultos que le han inculcado ese temor. Su miedo radica, pues, en el 44. ANNA FREUD mundo exterior; es una «angustia de lo real». Ante tal situa- ci6n, el yo infantil reacciona exactamente igual que el adulto: s, sintomas histéricos, angustia. Queda claro el fobias, neuros’ afan de poner en marcha los mecanismos de defensa del yo con independencia de su origen, sea el mundo real 0 el supery6. Si en el analisis nos centramos solo en los sintomas, no seremos capaces de determinar su origen. Tan solo cabe una esperanza: iniciar una reflexion pedagégica profunda. Los nifios son pro- pensos a desarrollar una angustia desproporcionada respecto a la realidad. Las amenazas y los castigos relacionados con la sa- tisfaccién de los deseos y los instintos suelen ser desproporciona- dos. Da la impresién, en ciertos casos, de que emergiesen de lo mas profundo vestigios de los castigos pasados, susceptibles de desencadenar miedos y aprensiones. De manera progresiva, ha- caicos a fin de redu- bra que abandonar herencias y temores cir al maximo el miedo a la realidad. Solo asi el pobre yo que- dara a salvo de otra fuente de angustia. El andlisis que Anna Freud Ilev6 a cabo puede resultar hoy un tanto desfasado, sobre todo si se tiene en cuenta que nos hallamos en el extremo opues- to, marcado por una considerable laxitud en la educaci6n. Angustia instintiva (miedo a la fuerza de los instintos) Todas nuestras aspiraciones a reducir las causas de la angustia no podran ser satisfechas en la medida en que descubrimos. que el yo, por su naturaleza, no tiende de manera espontanea a la satisfaccién de los instintos. Su adhesion es posible porque la diferencia con el ello no esta demasiado marcada. Cuando el principio del placer y el principio de realidad chocan, el yo no se convierte en un terreno fértil, sino en un pantano peli- groso para los instintos. La prudencia natural del yo hacia el ELYOYSUSANGUSTIAS 45 cumplimiento del pulso se vuelve imperceptible cuando se siente abrumado por la lucha (incluso violenta) entre el ello, el supery6 y el mundo exterior en que el pobre yo se convierte en un testigo casi pasivo, destinado a sufrir los efectos. Y cuando la exigencia «desde abajo» se hace demasiado apremiante, la prudencia se convierte en angustia y desesperacion. Los ins- tintos presionan, el yo se debate entre el miedo a la derrota y el miedo a la destruccién —como lo habia definido el propio Sigmund Freud- y la angustia triunfa. De ahi que se erijan las defensas y estallen las neurosis. : Otras formas de angustia Aunque estas son las tres principales formas de angustia, pue- den identificarse otras en las que puede caer el yo. Por ejemplo, las tendencias opuestas entre si (una actitud pasiva o activa fren- tea be vida, asi como la posibilidad de elegir entre orientaciones icas) pueden situar a la persona en una situacién aye Ae ee ida elegir y legue a desarrollar la angustia, hecho que intpide la armonia y el equilibrio. Del mismo modo, si el ‘inktinto obtiéne satisfaccion pese a las prohibiciones del superyo y elrfnundo: ‘exterior, el placer inicial se sustituye rapidamente por la lav ‘cul ‘a, generada a un nivel subconsciente, y por los casti- * xbos § qué el mundo exterior inflige a los transgresores. Cuando se dactigiea ébiistinto, el principio de realidad se activa para evi- tar el sufrimiento «secundario». El yo se defiende de cuanto pueda turbarlo, ya se trate de pulsiones 0 de afectos. Erigir defensas:¢6titra un impulso signi- fica hacerlo simulténeamente contra Jos sentimientos que lo acompafian. No importa que sean dolorosas, agradables, desa- gradables 0 peligrosas. El yo no importa. Si dicha fuente se 46 ANNA FREUD considera prohibida, el afecto también lo sera, con independen- cia de su naturaleza. Su destino esta sellado. La defensa que el yo contrapone a los afectos también esta ligada al conflicto en- tre el yo y los instintos. En el caso en que el yo deba rechazar un impulso que considera prohibido, tendra que rechazar también aquellos afectos que considere fuente de dolor y angustia. Por el contrario, se mostrara mas reacio a repeler afectos positivos 0 placenteros que considere como meras excepciones. Y todo por- que existe una relacién mas «primitiva» y basal. Si el yo no se opone a un deseo, no existe ninguna raz6n para oponerse al afecto con el que esta ligado. El principio del placer determina- rd la actitud hacia ellos. En resumen, el afecto agradable puede tolerarse; el doloroso, no. zY EN LA PRACTICA? El aparato teérico de Anna Freud pudo ponerse a prueba de manera directa en los pacientes para obtener datos valiosos y verificar todo cuanto se habia teorizado. El anilisis de los pro- cesos de defensa es titil para reconocer los diversos factores que contribuyeron a su creacién. Cuando un paciente se da cuenta de lo reprimido, puede aprovecharse su reaccién emocional sobre aquello que lo lev6 a protegerse. El primer paso consiste en eliminar los procesos defensivos con el fin de reintroducir en la conciencia los contenidos y los afectos reprimidos, y estimular el yo y el supery6 a buscar un acuerdo. Si el origen de la angustia es el supery6, el analista debe mer- mar las defensas para favorecer un acuerdo entre las diversas instancias y reducir tanto el miedo del supery6 como las patolo- gias subsiguientes. La terapia posee mayores posibilidades de para buscar pistas ELYOYSUS ANGUSTIAS 47 éxito en los nifios en la medida en que lucha contra la angustia de lo real. El terapeuta puede intentar reconfigurar la realidad para evitar la angustia y la culpa cuanto sea posible, cultivar una relacion mas pacifica con los instintos y reducir la fatiga para mantenerlos a raya. Si las causas se remontan a episodios traumaticos del pasado, el terapeuta deberd indicarselo al pa- ciente. No hay ninguna raz6n para temer que esa realidad dada se considere mas peligrosa de lo esperado. Las defensas erigidas contra el dolor pueden requerir incluso un esfuerzo que vaya mis alla del andlisis. Entre la infancia y la vida adulta, el nifio debera aprender a vivir con el dolor y estar bajo presién, sin tener que recurrir inmediatamente a los mecanismos de defen- sa del yo. Pero cuando las barreras se levantan para defender sus vidas del poder de los instintos, se convierte en una herra- mienta esencial para asegurarse de que el yo sea lo bastante fuerte para manejar la practica analitica y apoyar al paciente antes de retirarlas. Explicarle que la conciencia de los instintos y los deseos inconscientes hacen que estos sean menos peligro- sos y mas controlables constituye un argumento muy delicado porque si el yo no se halla lo bastante reforzado cuando se reti- ran las defensas, la conciencia termina por agravar la enferme- dad en lugar de paliarla. ANNA FREUD IDENTIFICA DIFERENTES TIPOS DE que activan los mecanismos ANGUSTIA | Getensivos det yo | ANGUSTIA DEL SUPERYO | ANGUSTIA DE LO REAL ——_ ———_ Es tipica de las neurosis de Es tipica de la neurosis los adultos: miedo a los infantil: el yo rechaza los instintos a causa de la instintos porque teme la estricta censura del censura de los padres. superyé. ’ La actitud censora de los El superyé considera padres amenaza al nifio peligrosa una pulsién que con el castigo y la venganza si se abandonaa la satisfaccién de los el yo trata como legitima: el yo se opone alos instintos y se vuelve incapaz de sentir instintos. | placer. | | La angustia nace del miedo | Et motivo de la angustia al mundo exterior. esté fuera del yoy esta - relacionado con el superyé. Incluso en los nifos se manifiestan fobias, Elanalista debe disminuir | neurosis, sintomas el peso y reducir la } histéricos, angustias | gravedad del superyé para | descargar al yoy atenuar el Los castigos y las conflicto y la neurosis. amenazas que impiden satisfacer los deseos y los Hay que privilegiar instintos pueden ser | modelos educativos que no desproporcionados. oculten las debilidades | | propiamente humanasy | Tenemos que optar por toleren los instintos modelos educativos no lagresividad y sexualidad), excesivamente punitivos en lugar de exaltar buenas | | ycensores costumbres que resultan inaleanzables por su | rigidez. ANGUSTIA INSTINTIVA ee | Elorigen de la angustia radica en el temor de la fuerza de los instintos. Cuando los impulsos del ello son demasiado apremiantes, la desconfianza natural del yo hacia la satisfaccién de las pulsiones se torna més | fuerte y se transforma en angustia. Elyo aumenta las propias defensas y las neurosis se manifiestan. OTRAS FORMAS DE ANGUSTIA La angustia generada por esas tendencias, contrapuestas puede poner al hombre en una situacién en la que no pueda elegir, hecho que hace imposibles la armonia y el equilibrio. La angustia generada por los sentimientos de culpa inconsciente y por los castigos cuando el instinto se satisface a pesar de las prohibiciones del superyé y del mundo exterior. El yo se defiende de cualquier cosa que pueda turbarlo, se trate de pulsiones o afectos penosos o dolorosos. LOS MECANISMOS DE DEFENSA ERIGIR DEFENSAS Bajo la amenaza, sea cual fuere su origen, el yo —como se ha. dicho activa mecanismos bien precisos para protegerse. El término «defensa», referido a tales estratagemas, fue uno de los primeros en figurar en el vocabulario freudiano. Apare- cié por primera vez en 1894, en un texto titulado Las neurop- sicosis de defensa, y Sigmund Freud lo empleé para referirse a la lucha del yo contra ciertos estimulos que considera doloro- sos ¢ insoportables. Posteriormente, «defensa» dejé paso a «supresién» o a «climinacién», sin que la distincién entre uno y otros quedase clara, antes de que lo recuperase en In- hibicién, sintoma, angustia (1926) y lo interpretase como todas aquellas técnicas que el yo utiliza cuando aparece un con- flicto que fluye en las neurosis, mientras que «supresién» 52. ANNA FREUD indica una peculiar tipologia de defensa y no un mero pro- ceso psiquico destinado a proteger al yo de las premuras de los instintos, ya que existen miltiples mecanismos con ese: propésito. Anna Freud identificaba mas tipos; los siguientes: regre- sion, eliminacién o supresién, formacién reactiva, aislamien- to, anulacién retroactiva, proyeccién, introyeccion, agitacion contra si mismo y sublimacién (0 desplazamiento de la finali- dad instintiva). Veamoslos con mas detalle. LA REGRESION Se trata de uno de los mecanismos de defensa mas frecuentes. Frente a la presién de la angustia, el sujeto busca una gratifi- cacion mediante técnicas pertenecientes a etapas psiquicas anteriores. Sigmund Freud la vinculd a la fijacion, al apego a una determinada fase evolutiva especialmente gratificante, segura para el individuo y su yo. El padre del psicoanalisis recurrié al ejemplo de un ejército que avanza por territorio hostil que deja por el camino parapetos en los que podra refu- giarse en el caso de que deba retroceder ante un ataque ines- perado. A nivel psiquico sucede exactamente lo mismo. El yo puede encontrarse en una situaci6n de angustia y peligro, y regresar a un estado anterior que se considera seguro. Su capacidad de resistencia y la magnitud de la dificultad determinaran la in- tensidad de esta retirada. Ante un obstaculo, el yo se debilita y, de manera inconsciente, realiza una regresi6n a un estado pri- mitivo pero bien organizado. El nifio que ha superado la fase anal puede, durante un tiempo, perder el control de sus esfinteres LOS MECANISMOS DE DEFENSA 53 por el trauma que le supone separarse de su padre cuando este va a trabajar. LA SUPRESION Con este término, Sigmund Freud se refirié al alejamiento o eliminacién de las pulsiones, de las experiencias traumaticas o inaceptables. La definié como «el acto de expulsar algo, de lanzarlo lejos de la conciencia». Al recurrir a la hipnosis, se dio cuenta de que la aparicién de las causas subyacentes de la neurosis, que sus pacientes parecian haber olvidado, resolvia los sintomas, aunque de manera momentanea. El hecho de haber sumergido el acontecimiento desencadenante en lo mas profundo de la psique permite mantener el equilibrio psiquico y protegerlo, Dicho mecanismo se formaria en la fase edipica y seria decisivo para superarla, ya que permite suprimir los deseos sexuales hacia la madre. En la vida adul- ta es comin cuando se padecen episodios traumaticos como ser objeto de una agresi6n o ser testigo de una muerte repen- tina. Quién se halla involucrado en tales acontecimientos a menudo no recuerda nada de lo sucedido. El yo se encarga de borrar lo que paso. LA FORMACION REACTIVA Ante algo que se considera impropio, prohibido, inaceptable, se desarrollan comportamientos opuestos. En tales casos, suele intervenir la supresién. Cuando el contenido rechazado queda sumido més alla de la conciengia, entonces emergen 54 ANNA FREUD comportamientos conscientes que se le contraponen a modo de reaccién. Este fenémeno se da sobre todo en cuadros de histeria o de neurosis obsesivo-compulsiva. La formacion re- activa puede manifestarse, por ejemplo, mediante una acti- tud rigidamente moralista, intolerante, asi como en una fo- bia sexual que responde a un deseo sexual violento que ha sido eliminado. Toda la personalidad queda sometida a este mecanismo que la sofoca con un comportamiento rigido, in- capaz de adaptarse a los requerimientos externos y a la infi- nita variedad de estimulos. Una madre excesivamente pro- tectora puede, en estos casos, albergar un odio agresivo hacia su hijo que se manifestaria de manera violenta si el pequeno no la obedece. Una persona desinteresada que se sacrifique por los demas puede ocultar un profundo desprecio por el prdjimo que, no obstante, transfigura y elimina. Dichas ac- titudes no son perjudiciales en si mismas, sino la intransigen- cia y la rigidez que ocultan, Ahi se encuentra la clave de la formaci6n reactiva EL AISLAMIENTO Puede suceder que el paciente sea consciente de un evento trau- miatico pero que, al referirse a él, no muestre ninguna implica- cin emocional. Es mas: en algunos casos, se opone a la terapia, no se presenta a la cita con el terapeuta y, si lo hace, no presen- ta ningan reparo en hablar del problema. La actitud hacia el trauma se convierte en una especie de intelectualizacién, como si lo observase desde fuera 0 hubiese ocurrido a otra persona. Como cabe esperar, el tratamiento del paciente en estos casos plantea grandes dificultades, ya LOS MECANISMOS DE DEFENSA = 55 que interpreta el trauma como algo ajeno. Lo describe, pero no lo vive. LA ANULACION RETROACTIVA En la célebre tragedia de William Shakespeare, Lady Mac- beth siente la necesidad compulsiva de lavarse las manos tras el asesinato de Duncan, el rey de Escocia. Desea borrar las pistas, mas psiquicas que fisicas, de tan terrible acto. El me- canismo defensivo de la anulacién retroactiva pretende repa- rar el dafo hecho, el deseo prohibido, el pensamiento consi- derado impropio. Freud presenté el ejemplo de un paciente obligado a rezar por la salud de su madre gravemente enfer- ma. Su accién entraba en conflicto con los sentimientos nega- tivos que sentia hacia su madre y produjo un sintoma inusual: la necesidad de darse una palmada en la boca después de la oracion. Mediante aquel gesto, su psique dejaba emerger el deseo reprimido, como si quisiera engullir las palabras de aquella plegaria que, temia, podria lograr la tan temida sanacion. LA PROYECCION Los deseos y afectos rechazados se asignan a otra persona, a un objeto, al ambiente. Este mecanismo se encuentra en la base de la paranoia, si bien Freud deja bien claro que no esta necesa- riamente conectado con algo patologico. Los mitos y arquetipos pueden representar formas de proyeccién primordiales, cuando el ser humano deposita en los dioses y las criaturas legendarias 56 ANNA FREUD PARANOIA Vv SS El término, del griego xapavora, («locura, insensatez»], se emplea | para referirse a una psicosis caracterizada por un delirio crénico ba- | sado en un elaborado conjunto de creencias, sobre todo de naturale- | za persecutoria, que no tienen correspondencia con la realidad. Estas | creencias se manifiestan en unas capacidades cognitivas y racionales completamente intactas que dan lugar a trastornos del pensamiento (juicios distorsionados e incorrectos} que el paciente rara vez advier- te. No es raro que, en estos casos, se muestre convencido de que al- | guien lo persigue o lo espia, o bien que se halla bajo una amenaza o un | peligro constantes. Las casualidades y las coincidencias se reinter- pretan como pistas, como indicios de una conducta intencionada. El | paranoico agrede a quien considera responsable de su mal y siempre | se siente una victima. Rechaza cualquier explicacién, a la que consi- dera un engafio. La paranoia puede aparecer acompafiada de otras psicosis como la esquizofrenia 0 surgir a ralz del consumo de ciertas sustancias, como las anfetaminas. sus propios deseos, sus propias expectativas, sus propias aspira- ciones. Sin embargo, la proyeccidn se torna patolégica cuando el sujeto atribuye al exterior aquellos deseos y comportamientos propios de su yo que se niega a aceptar. Un hombre que traicio- na a su esposa puede llegar a justificarse diciendo que es una manera de protegerse y de encontrar el afecto que le falta en casa. Mediante la proyeccién, el marido se niega a admitir que no siente nada hacia su mujer y, en cambio, la acusa: niega algo para atribuirlo a los demas. Para controlar esa negatividad, no se limita a rechazarla, sino que la achaca a otro para condenar- la sin condenarse a si mismo. LOS MECANISMOS DE DEFENSA 57 LA INTROYECCION El yo asimila, 3) (lis desde el exterior y lo hace propio. Se trata del mistRaNeGHyNMo que permite al nifio asimilar las figuras de los tiplear algunos de sus atributos sin que ellos estén necésaviarenite presentes. Desde un punto de vista defensivo, puede tener efectos muy graves. En su forma mas inofensiva, puede implicar la identificacion son una persona fa- mosa 0 una figura historica, y adoptar algunas caracteristicas que les son propias. Sin embargo, cabe el riesgo de que la intro- yeccién desemboque en una depresién cuando una persona ha adoptado un modelo demasiado idealizado y falla ante un pro- blema o una situacién desagradable. LA VUELTA CONTRA Si MISMO En este proceso defensivo, las pulsiones y los impulsos no se re- primen, sino que el objeto se desplaza del exterior al interior y se oculta su identidad. En estos casos, el odio que se siente hacia otra persona no se manifiesta de una manera directa, la agre- sin no se desata en el exterior, sino que el objeto sobre el que se descarga es la propia persona. Este mecanismo puede traer consigo una conducta autoles tanto fisica como metaforica, que desemboque incluso en el suicidio. LA SUBLIMACION (0 DESPLAZAMIENTO DEL OBJETIVO INSTINTIVO) De todos estos mecanismos de defensa, la sublimacién quiza sea el mas comin, el més «normal». Incluso en este caso, 58 ANNA FREUD como en algunos de los anteriores, la pulsion se orienta de una manera distinta, pero encuentra satisfaccion. Los otros meca- nismos, de hecho, niegan esa pulsion, la eliminan, no le dejan espacio. La sublimacién, sin embargo, permite que se pueda encontrar un alivio adecuado. El deseo que el yo considera molesto se convierte en algo socialmente aceptado y con efec- tos positivos para el sujeto. La actividad fisica, el deporte —piénsese en la esgrima o el boxeo, por ejemplo~ puede llegar a ser una forma efectiva de asimilar un impulso violento, Una discusién en el lugar de trabajo no tiene porqué desembocar en una pelea, pero puede ser un buen aliciente para desfogar- se en el gimnasio durante una hora. Un deseo sexual conside- rado inapropiado puede encontrar satisfaccion en una intensa actividad intelectual o artistica. EVENTOS TRAUMATICOS Y MECANISMOS MULTIPLES Este conjunto de mecanismos permite que el yo se defienda de los instintos y los afectos que provocan angustia. En algunos casos, varios se activan casi simultaneamente para «limitar los daiios», si bien entrafan el riesgo de empeorar aan mas la situacién al distorsionar y cambiar la situaci6n sin afrontarla correctamente. Una paciente joven de Anna Freud desarrollé una envidia del pene contra uno de sus hermanos que vino acompafiada de unos profundos celos con cada nuevo emba- razo de la madre. Los celos por estos «recién legados» que podrian restar amor y atenci6n se entretejian y mezclaban con el amor profundo que la hija sentia por ella. Surgid un conflicto violento contra estos sentimientos negativos que trajo LOS MECANISMOS DE DEFENSA 59 consigo diversas estrategias defensivas orientadas a contener- los. El miedo a perder el amor de su madre la empujo a criti- car duramente sus propios deseos de venganza y su yo pugndo. por encontrar el equilibrio perdido. En primer lugar, recurrid a la proyeccion. El afecto por la madre se mantuvo intacto, si bien buscé otra figura femenina en la que depositar todo su odio y su desprecio. El sentimiento de culpa se torné borroso, pues al fin y al cabo el odio por una extrafia no es tan horrible como el que pueda sentirse hacia una madre. Sin embargo, aquella solucién solo era aparente y temporal. Aquel odio se debia al desequilibrio y a la angustia, y aquel cambio no tardo en mostrarse insuficiente. El yo comenzé a odiarse a si mis- mo. Los sentimientos de culpa y un desgarrador complejo de inferioridad persiguieron a la paciente hasta el umbral de la edad adulta, en una continua mortificaci6n que la condujo a subordinar las necesidades de los demas a las suyas propias, en una situacién que lindaba con el masoquismo. No obs- tante, la solucién parecia funcionar. El odio hacia las otras mujeres y el odio hacia si misma se proyectaron de nuevo y aquella mujer acabé por convencerse de que se habia con- vertido en el objeto del odio de los demas. Los malos senti- mientos que sentia por otros se convirtieron en los malos sen- timientos que los demas sentian hacia ella. Surgié la paranoia, con graves consecuencias. Todos los esfuerzos y las estrategias del yo fracasaban en su intento de restituir el equilibrio y la serenidad perdidos. Los mecanismos de defensa estaban preparados para activarse cada vez que la paciente temia desarrollar sentimientos negati- vos hacia la madre. El analisis le permitié superar el miedo~ y liberarse del efecto fatidico que los mecanismos de defensa podrian tener en su personalidad, sobre todo cuando deben 60 ANNA FREUD Se trata de una anomalia psiquica de la sexualidad en la que el pla- cer $e asocia exclusivamente a las condiciones de sufrimiento, do- tor fisico, humillacién y malos tratos, a os que se considera cru- ciales para obtener la satisfaccién y el orgasmo. El término aleman Masochismus lo acuAé en 1869 Richard von Krafft-Ebing, psiquia- tra alemén de la segunda mitad del siglo xix, en referencia a Leopold von Sacher-Masoch, novelista obsesionado con la violencia sexual y la dominacién. Freud, en su reflexién, distingue dos formas: la moral, en que el sujeto, aplastado por la culpa, asume el papel de victima, y la erdgena, en ta que el placer sexual se halla unido al sufrimiento. En el caso femenino, en cambio, se liga la perversion a la feminidad. afrontarse instintos a los que se considera negativos y que dan lugar a crecientes sentimientos de culpa. Cuando se pretende recuperar a toda costa un equilibrio perdido, los mecanismos de defensa pueden tener efectos noci- vos. Otra paciente desarrollé durante su primera infancia una profunda envidia de pene hacia su padre. Las fantasias sexuales llegaron hasta el punto de sentir la necesidad de morder el miembro y arrancarlo de un mordisco. El yo intervino, imple- ment0 las defensas y la mujer eliminé aquel deseo y lo transfor- mé en su opuesto. El impulso de morder quedé bloqueado, aun- que de un modo tan estricto que la paciente sentia repulsion ante la mera idea de masticar y comenzé a padecer trastornos alimentarios. ‘Todo esto muestra que, de todos los mecanismos de defensa, la repulsién es el mas eficaz y también el mas peligroso. El Los contenido oculto en las oscuras prof de causar una disociacién del yo, pr sta Talpant instintos y afectos que puede erosionar la personalidad de ma- nera permanente. Existen otros mecanismos peligrosos por su capacidad de distorsién y modificacién, aunque ninguno es tan devastador como este. REGRESION SUPRESION FORMACION REACTIVA AISLAMIENTO MECANISMOS DE DEFENSA ANULACION RETROACTIV. Todas las técnicas que emplea el yo cuando surge un conflicto que se traducen en neurosis. Su tarea es proteger el yo cuando se siente amenazado, aunque a menudo la situacién se distorsiona se modifica y no se aborda de manera concreta PROYECCION INTROYECCION VUELTA CONTRA Si MISMG SUBLIMACION El yo, en una situacién de angustia y peligro, vuelve a una condicién previa que se considera segura. Es uno de los mecanismos més frecuentes. (Por ejemplo, el nino que pierde el control de sus esfinteres al separarse de su padre o de su madre} Eliminacién {«cancelacién>] de las pulsiones, de las experiencias traumaticas o inaceptables de la conciencia. Activa durante el periodo edipico, también es frecuente que los adultos cuando son victimas de eventos traumaticos (violencia, muertes, etc]. Ante un contenido considerado inapropiado, inaceptable o prohibido, se manifiestan comportamientos opuestos. (Por ejemplo, una actitud moralista e intolerante en respuesta a un deseo se: lento que se ha eliminado). tote El trauma se intelectualiza, como si se observase desde el exterior. El conocimiento del trauma y la emocién vinculada permanecen separados. (Por ejemplo, se habla de un trauma con desapego, como si lo hubiera vivido otra personal. Comportamiento que pretende reparar el dafio hecho, el deseo prohibido, et pensamiento inconveniente. [Por ejemplo, la compulsién de lavarse las manos que Lady Macbeth padece tras el asesinato del rey de Escocial. Los deseos y afectos rechazados se atribuyen al exterior, a otra persona, a un objeto, al ambiente. Negar algo propio para atribuirlo a los demas. El mecanismo se halla en la base de paranoia. (Por ejemplo, un cényuge que ha sido infiel reniega de lo que ha hecho y se justifica acusando al otro). Elyo asimila, absorbe algo desde el exterior y lo hace propio hasta tornarlo indistinguible. A veces, cuando no existe un modelo, se produce la depresién (Por ejemplo, una persona que se identifica con alguien famosol. Las pulsiones y los impulsos no desaparecen, pero el objeto se mueve desde el interior hacia el exterior y su identidad se oculta. El objeto sobre el que se descarga la agresién es la persona que siente este impulso violento. (Por ejemplo, las autolesiones 0 el suicidio).. La pulsion no se niega, pero se dirige de manera distinta para encontrar satisfaccién en algo aceptado por la sociedad y que proporciona un efecto positivo para el sujeto. (Por ejemplo, practicar deporte para aplacar una pulsién violental. OTROS MECANISMOS ORIGENES DE LOS MECANISMOS Durante la terapia, el analista puede identificar facilmente el tipo de defensa que el yo ha activado. La negacién permi- te contrarrestar una amenaza procedente del mundo exte- rior. La supresion o la sublimacion, en cambio, se emplean contra una amenaza interna o un estimulo instintivo. Sin embargo, tal distincién no es tan sencilla cuando intervienen varios mecanismos al mismo tiempo. Conviene tener en cuenta ademas que, bajo el marbete de «mecanismos de de- fensa», se incluyen mecanismos de naturaleza estrictamente defensiva, como el aislamiento o la anulacién retroactiva, 0 mas instintiva, como la regresién o la vuelta contra uno mismo. Anna Freud no excluyé la hipétesis de que los me- canismos mas complejos que entran en juego cuando falla G6 ANNA FREUD el mecanismo basico ~la supresién— 0 se muestra insuficien- te, afloran a la conciencia parte de los contenidos reprimi- dos. Tampoco cabe descartar que ciertos deseos instintivos desencadenen unos mecanismos de defensa determinados. El propio Sigmund Freud se mostré muy cauto a la hora de , ya que la supresi6n entra en juego solo después de que el yo y el ello se hayan diferenciado a lo largo de las diversas fases del desarrollo psicosexual, de manera que anicamente pueda hablarse de proyeccién e introyeccion cuando el yo es consciente de su propia diferenciacién res- pecto al mundo externo. Proyectar afuera un contenido problematico puede ser reconfortante en la medida en que el yo tiene presente la existencia de ese mundo exterior del mismo modo en que introyectar contenidos del mundo exte- rior resulta enriquecedor si se tiene conciencia de ese «afue- ra». La sublimacién, sin embargo, opera traduciendo las pulsiones en acciones y valores socialmente aceptables, y resulta enriquecedora en el momento en el que somos cons- cientes de que estos estan presentes, es decir, cuando es evi- dente la existencia del supery6 que los encarna. Sin embar- go, Anna Freud se negaba a dar todo esto por sentado. Si para muchos la supresién es un mecanismo de defensa que se da en las etapas avanzadas del desarrollo, la practica con nifios sugicre que las primeras manifestaciones neurdticas durante la infancia son perfectamente explicables en térmi- nos de la supresi6n y sus efectos. Del mismo modo, aunque la escuela psicoanalitica britanica ~una clara referencia a la controversia con Melanie Klein, aunque nunca llegé a acep- tarse de manera explicita~ considera la proyeccién y la in- troyeccién los mecanismos basicos para el desarrollo de la estructura del yo, Anna Freud, consideraba que solo era clasificarlos OTROS MECANISMOS 67 posible si el yo lograba diferenciarse plenamente del mundo exterior. INCORPORAR MECANISMOS Ademas de los mecanismos de defensa que podrian conside- rarse tradicionales, Anna Freud presté atencién a otros dos tipos. En el proceso que conduce a la formacion del supery6, la capacidad de identificarse con figuras «de autoridad» como padres 0 maestros constituye un momento fundamen- tal. Nuestra personalidad se forma, crece, se diferencia a tra- vés de una larga serie de identificaciones. Freud recurre a la «identificaci6n primaria» para la construccién del sujeto. Durante tal proceso, el nifo se identifica con la madre, de la que recibe recompensas para sus necesidades basicas. Poste- riormente, en la «identificacién secundaria», el pequefio se identificard con ciertos atributos de los padres 0 de los miem- bros de la familia. Sin embargo, es posible que la identificacién puede des- empefiar un papel clave como mecanismo de defensa, un ie emplea contra objetos exter- LA IDENTIFICACION CON EL AGRESOR El terapeuta, en su consultorio infantil, debia hacerse cargo de un pequeiio de unos seis aiios. El profesor se habia quejado de su comportamiento, que consideraba inaceptable: cada vez que lo reprendia o regafiaba, el alumno provocaba la risa de 68 ANNA FREUD TIC vw Considerado un trastorno del mo- vimiento, el tic es un gesto este- reotipado, repentino, involuntario, frecuente y rapido que realiza la musculatura de la cara (por ejem- plo, un parpadeo o el fruncimiento de la nariz] o de otra parte del cuer- po (una contraccién de los dedos oel golpeteo ritmico del pie}. Los casos més graves incluyen, por ejemplo, los sintomas del sindrome de Toure- tte. A ojos del espectador, tales com- portamientos pueden parecer cémi- cos e incitar la risa, para mayor vergiienza del paciente. Las causas pueden ser bioldgicas en la medida en que se halla implicado el sistema nervioso o bien atribuirse a la an- gustia, el estrés, una fuerte emo- cién, una dificultad, un malestar in- terno, etc. la clase. Por mucho que lo rifiese, las muecas del niio eran tan comicas que sus compafieros no podian contener las carcajadas. cAcaso se estaba burlan- do? ;O quiza se tratase de un tie? Mientras el maes- tro ponia al tanto al tera- peuta, el nifio volvid a hacer aquellas muecas. Al mirar de cerca a los dos, el terapeuta se dio cuenta de que aquellas expresiones tan extrafas que provocaban la ira del maestro y las risas del resto de estudiantes no eran mas que una carica- tura. El nifio, al ser re- prendido, hacia frente a su miedo imitands ineens- cientemente | la, ¢ara. del maestro, defo nada’ ‘por la rabia. El objeto externo, tan temido, se exostizaba me- diante la identificacién. La nifia de seis afios que tiene miedo a recorrer a oscuras cl largo pasillo de su casa porque creia que la acechaban los fantasmas lo conseguia si hacia unos extrafios gestos con los brazos. Cuando se le pregunté por aquel comportamien- to, la pequefia respondio satisfecha que no habia por qué OTROS MECANISMOS 69 tener miedo. Bastaba con caminar como si fuera el propio fantasma que podria atacarla. Sus gestos imitaban el movi- miento de la criatura sobrenatural que la turbaba. Como puede verse, los juegos y los comportamientos infan- tiles aportan informacién muy valiosa. Imitar los gestos del agresor $6, convierte en una manera de identificarse con este y el superar-«| ‘ Un pequetio paciente de Anna Freud, de unos seis afios de edad, presumia ante sus padres y sus amigos que no tenia miedo al dentista. De hecho, se burlaba de quienes acudian a la consulta asustados. Durante una sesién que tuvo lugar des- pués de una visita al dentista particularmente dolorosa, el nifio se mostré de mal humor, hostil, e intenté destruir todo cuanto caia en sus manos: una goma, una bobina de hilo, un sacapuntas, unos lapices..., todo lo rompia pese a los repro- ches de la terapeuta. En aquella ocasién, el niiio no se identi- ficaba con el agresor ~es decir, con el dentista que le habia causado tanto dolor— sino con el mismo acto de agresién, con la operacién que le habia hecho tanto dano. E] mismo pa- ciente, en otro momento, se convirtié en la victima de un pequefio incidente durante la clase de gimnasia. Distraido, chocé con el brazo extendido del profesor y se hizo una pe- quefia herida en el labio superior, que comenz6 a sangrar. Durante la sesién, el pequenio cubria la herida con la mano y no hubo manera de consolarlo. Al dia siguiente, se present con un gorro militar, una ¢s- pada y una pistola de juguete, y se movié por el despacho como si fuera un aguerrido soldado. Aunque al preguntarsele la razon de su comportamiento se excus6 con que estaba ju- gando, su comportamiento dejaba entrever una clara identifi- cacién con la virilidad del maestro implicado en el incidente 70 ANNA FREUD ocurrido la vispera. Sus actos no se referian a una persona en particular, sino que eran una r rosa y angustiosa por la que habia pasado. Gracias a estos juegos aparentemente inofensivos, los nifios ponen en marcha herramientas que les permiten hacer frente a episodios angustiosos. El propio Freud habia observado en Mds allé del principio del placer que los nino juegos las intervenciones médicas a las que han sido sometidos. No solo se identifican con el agresor, sino que obtienen placer sometiendo a sus compafieros de juego a la misma experiencia desagradable por la que pasaron. Un mecanismo como este adquiere un significado particu- spuesta a la experiencia dolo- s suelen reproducir en sus lar no solo cuando se refiere a un acontecimiento pasado, como se ha podido ver en los ejemplos anteriores, sino tam- bién a alguno que atin no ha sucedido. Por otra parte, Anna Freud proporciona muchos ejemplos tomados directamente de su experiencia clinica. A un nifo le gusta tocar el timbre con insistencia hasta que la criada abre la puerta. Tan pronto como lo hace, el pequeiio le reprocha su lentitud. ;Por qué? El miedo a ser reprendido por su broma, por la diversion que le depara el ruido del timbre, se transforma. E] nifo vuelca so- bre la persona que abre la puerta la agresividad que teme re- cibir. El agredido se convierte en agresor, evita la angustia y la descarga en otro. La agresividad de un nifio puede llegar a ser un signo claro de este. Un paciente de cinco afios, timido e inhibido, comenz6 a comportarse de manera violenta y agresiva. Jugaba con una fusta que usaba para golpear a la madre y a la abuela, y se interes6 por los cuchillos de cocina. El andlisis revelé que todo se debia a la angustia. El nifio interpreté los primeros impul- sos sexuales y el descubrimiento de la masturbacién como OTROS MECANISMOS 71 algo peligroso que, si sus padres lo supiesen, llegarian a casti- garlo con azotes o incluso cortandole los genitales. El castigo temido y esperado se evité mediante una introyeccién y una identificacién con los agresores. Las agresiones desaparecie- ron cuando el pequefio pudo sincerarse con el terapeuta y afloraron los sentimientos prohibidos. En esta etapa del desarrollo del nifo, la interiorizacion de las imposiciones morales, de las criticas, proporciona un ma- terial valioso para la formacién del supery6. Sin embargo, esta claro.que los nifios atin no son capaces de manejar y ccién de la culpa. El yo utiliza la identificacion y la proyeccién para incorporar en el superyé en formacién la autoridad de quien teme al reproche. Al descargar en los de- mas la severidad contra si mismo, aprende a reconocer lo que debe ser condenado y, al mismo tiempo, ejerce una do- lorosa autocritica. Culpar a otra persona se convierte en una forma de evitar la culpa. Anna Freud definia este paso como algo previo al sentido moral, algo que se habra logrado por completo cuando la critica interiorizada coincide con la conciencia de las pro- pias carencias. A partir de ese momento, el superyé vuelve su severidad hacia el interior, no hacia el exterior. De todos: modos, el precio a pagar es la aceptacion de un dolor tal vez mas agudo, que esta motivado por el sentimiento de culpa. La interrupcién de este paso puede causar una falta de «in- teriorizacién del proceso critico». El sujeto, en este caso, s muestra muy agresivo y asume la culpa pero no se hace res- ponsable. Los casos clinicos de Anna Freud aportan otros ejemplos esclarecedores. Una paciente joven padecia de manera perié- dica episodios agresivos y violentos tanto hacia el terapeuta 72 ANNAFREUD como hacia sus padres o hacia personas practicamente desco- nocidas. En aquellos momentos estaba convencida de que todo el mundo era consciente de un secreto que no querian. contarle. Luego, se mostraba muy decepcionada con los defec- tos ajenos. La terapia descubrié que estas situaciones coincidian con el afloramiento a la conciencia de ciertas pulsiones reprimi- das. Las fantasias masturbatorias que estaban a punto de sa- lir a la luz hacian que profiriese unas criticas a los demas que coincidian con las que esperaba recibir por haber cedido a ciertos impulsos. La condena que el mundo exterior le po- dria haber hecho se volvia contra este. El secreto oculto para todos era su masturbacién, cuya existencia negaba a los de- y, sobre todo, a si misma. La agresividad desaparecié cuando la prohibicién dejé de pesar sobre los impulsos in- conscientes y se anulé el miedo al castigo y al supery6. La identificacion, al igual que la proyeccién, son mecanismos normales del yo que varian de acuerdo con las condiciones y el material con el que operan. La identificacién con el agre- sor, es decir, la unién de estos dos aspectos, constituye un mecanismo de defensa valido cuando se trata de evitar la angustia y la ansiedad. mas ALTRUISMO Hasta cierto punto, la proyeccién no se diferencia demasia- do de la eliminaci6n. El vinculo entre los impulsos peligro- sos y el yo se rompe, y ambos mecanismos dejan de ser per- cibidos —a diferencia de otros, como la vuelta contra uno mismo, que se hacen mas patentes. La supresién permite OTROS MECANISMOS = 73 sumir una idea desagradable en los abismos de lo incons- ciente. La proyeccién, en cambio, expulsa a esta hacia el mundo exterior. Lanzar algo afuera es un comportamiento habitual en la infancia: la responsabilidad tras haber roto un jarr6n se achacara a un animal doméstico o a un miem- bro de la familia. Para el yo infantil, es habitual liberarse de impulsos y deseos asignandolos a otros para evitar castigos y sentimientos de culpa. Este mecanismo puede ser proble- matieo en la medida en que permite transferir a otra perso- na nuestra agresividad, aunque también resulta positivo ala hora de estrechar ciertos vinculos. Anna Freud denominaba a este ultimo proceso «renuncia altruista» (Altruistische Abtre- tung). Una vez mas, un caso clinico permite entender mejor el concepto. Una joven paciente contaba cémo, de nifia, experiment el deseo obsesivo de poscer mucha ropa y traer al mundo muchos hijos. Su desco fue tan apremiante, y en apariencia insaciable, que hizo todo lo posible por sobresalir en todos los campos. Ya adulta, se mostraba como una persona mo- desta, poco exigente, soltera y sin hijos. Y vestia con una sencillez rayana en el descuido. Una lectura superficial se limitaria a argumentar que su personalidad se habia desa- rrollado en la direccién opuesta a los deseos primitivos. La joven se hallaba muy implicada en la vida sentimental de amigas y conocidas, se mostraba muy afectuosa con los hijos de los demas, siempre estaba dispuesta a ayudar y aconsejar en materia de vestimenta, y no reparaba en esfuerzos a la hora de apoyar a sus personas queridas. En apariencia, su vida estaba dedicada por entero a los demas. Vivia las vidas ajenas en lugar de la propia. IDENTIFICACION Vv MECANISMO QUE, JUNTO CON LA PROYECCION, CONTRIBUYE ALA FORMACION, EL CRECIMIENTO Y LA DIFERENCIACION DE LA PERSONALIDAD. Mw Mw YY SIN EMBARGO, TAMBIEN ES MM a ww UN MECANISMO DE DEFENSA CONTRA EL YO CONTRA OBJETOS EXTERNOS QUE GENERAN ANGUSTIA. IDENTIFICACION CON EL AGRESOR ww EL OBJETO TEMIDO SE AFRONTA Y SE EXORCIZA MEDIANTE LA IDENTIFICACION: EL AGREDIDO SE CONVIERTE EN AGRESOR. IMITAR AL AGRESOR O SUS GESTOS, PASADOS O FUTUROS (= IDENTIFICARSE CON EL, SER COMO EL), PERMITE SUPERAR EL MIEDO. EJEMPLO DE ANNA FREUD a ae Np oS OP GR UN NINO DE SEIS ANOS [AGREDIDO) VA AL DENTISTA (AGRESOR) Y SE SIENTE AGREDIDO: EXPERIMENTA DOLOR Vv Mecanismos de defensa para hacer frente a la angustia: IDENTIFICACION CON EL AGRESOR. Vv EL NINO DESTRUYE TODO CUANTO ENCUENTRA: IMITA AL AGRESOR. 76 ANNA FREUD De acuerdo con Anna Freud, la renuncia a los propios deseos habia Ilevado al desarrollo de un supery6 muy rigido y a la creacion de un mundo exterior poblado de impulsos y fantasias. ‘Todo cuanto consideraba inaceptable lo toleraba e incluso lo fomentaba en los demas. La proyeccién y la identificacion le permitian satisfacer de manera indirecta las pulsiones propias a través de la satisfaccién de las pulsiones ajenas. Su altruismo era una forma de egoismo muy claborada. Otra joven mantenfa una relacién muy estrecha con su suegro. Cuando la suegra fallecié, se negé a aceptar ninguna de sus prendas. No queria nada que le hubiese pertenecido, pero luché con denuedo para que una prima lograse la parte que le correspondia. ¢A qué se debia tal comportamiento? El deseo prohibido y reprimido de poseer a su suegro y de susti- tuir a la mujer difunta hasta el punto de vestir sus ropas se volcé en su prima. Su supery6, que habia ahogado aquellos impulsos, se habia vuelto tolerante y considerado ante la idea de que tal reemplazo simbédlico lo hiciese otra persona. Otro paciente, de una tacafierfa rayana en la codicia, usaba su di- nero con generosidad cuando se trataba de hacer un regalo o un donativo. La agresividad y la identificacién forman parte de nuestra vida diaria y forman parte de nuestros mecanismos de defen- sa. Los deseos se transfieren a otra persona para que puedan llevarse a cabo. El sujeto supera las prohibiciones del superyd y satisface sus deseos, aunque de manera indirecta, a través de una persona interpuesta. El sujeto libera su agresividad para luchar contra los obstaculos que se alzan contra estos deseos (el asesino que mata al opresor en nombre de los oprimidos seria un ejemplo extremo de tal comportamiento). Un origen probable de esta actitud se hallaria en un conflicto no resuelto OTROS MECANISMOS = 77 rt leinfaneia, cuando se impuso al sujeto la renuncia a los prpiossdesms. Con todo, la eleccién de la persona a la que se transferiran los deseos puede deberse a diversos factores. Por ejemplo, el «beneficiario» puede ser alguien que en el pasado haya sido objeto de envidia. La mujer que porfia para que su hermana esté bellisima en su primera cita con el hombre al que ama de verdad actia de ese modo porque no se considera lo bastante bonita y atractiva. Su renuncia altruista le permite superar los celos y la humillacién narcisista que siente ante su hermana. El] padre que se empefia en que su hijo estudie una carrera en particular puede depositar en él sus antiguas ambiciones, frustradas por diversas circunstancias de la vida 0 por una simple negativa de sus padres. El altruismo y el egoismo se entrelazan para cumplir con una antigua necesidad: proyec- tarse en las nuevas generaciones. La literatura nos ofrece otro bello ejemplo, Cyrano de Bergerac, de Edmond Rostand. El protagonista de la obra teatral es un caballero valiente, un soldado heroico y un extraordinario poeta que, por des- gracia, ostenta una nariz enorme y fea. Cuando se enamora de su prima Rosana, renuncia de inmediato a sus sentimien- tasiconvencido de que no podra satisfacerlos por culpa de su aspecto,s decide ayudar a un caballero mas atractivo para que; Con. su-talento y su arte, pueda conseguir su mano. El pobre .Cyratio esta convencido de que su rival tiene mas de- recho que él a lograr a la mujer que ama y a satisfa deseos mas reconditos. El altruismo también puede interpretarse como'una ma= nifestacién del miedo a la muerte. El hecho de proyectar so- bre los demas los propios instintos permite, en cierto modo, conjurar esta forma de miedo, quiza la mas antigua y pri- 78 ANNAFREUD EDMOND ROSTAND | “= | Edmond Eugéne Alexis Rostand (1868-1918] fue uno de los mas fa- | mosos poetas y dramaturgos franceses de su época. Su brillante carrera literaria desperté un entusiasmo extraordinario en el pu- blico y le granje6 toda clase de premios y condecoraciones, inclui- do un asiento en la Academia Francesa, la institucién cultural mas prestigiosa del pais. Su obra més célebre, Cyrano de Bergerac, se representé por primera vez en 1897. El protagonista, caballero y soldado, reunia unas cualidades humanas e intelectuales extraor- dinarias que desgraciadamente pasaban desapercibidas por culpa de su enorme nariz. Su aspecto lo llevo a descartar la posibilidad su rival, el joven Cristidn. Cyrano se propuso mantenerlo a salvo de cualquier peligro y poner a su disposicién su gran cultura y suta- | lento como poeta y escritor para que pueda conquistar a Rosana. Para Anna Freud, la obra es un claro ejemplo de cémo funciona el que se convierte en el objeto y el vehiculo con el que satisfacer la | | | de pedir la mano de su bella prima Rosana y ayudar en lo posible antigua pulsién. altruismo: el deseo, mortificado y anulado, se traslada a un rival | J mordial. La persona altruista esta dispuesta a sacrificarse para ayudar a los demas, esta dispuesta a ignorar su propia vida mientras se preocupa, mientras combate la angustia, mientras se hace todo lo posible por salvar al objeto de su atencion. La dedicaci6n a los sustitutos de su satisfaccion llega a ser tan radical, tan profunda que estas personas terminan por asimilarse inconscientemente a las figuras en la que han de- positado sus instintos y sus deseos. Cyrano esta dispuesto a arriesgar su vida para rescatar a su rival ~o, mejor dicho, OTROS MECANISMOS 79 «sustituto»— en el amor durante una batalla. Y lo hace por- que la vida del otro se ha convertido practicamente en la suya. Su muerte impediria que sus deseos Hegasen a satisfa- cerse, Al igual que en el proceso de identificacién con el agresor, la pasividad se convierte en actividad y la frustra- cidn, en gratificacion. ALTRUISMO Forma extremadamente elaborada de egoismo: la persona supera las prohibiciones del superyé transfiriendo sus deseos sobre otro individuo al que se apresta a satisfacer. La gratificacion se obtiene de manera indirecta, a través de una persona interpuesta EJEMPLO Vw CYRANO DE BERGERAC DESEO: AMAR A ROSANA Vv SATISFACCION DIRECTA SE CONSIDERA IMPOSIBLE A CAUSA DEL ASPECTO FISICO (NARIZ GRANDE) SATISFACCION INDIRECTA POSIBLE: PONE SU MENTE Y SU ARTE AL SERVICIO DE UN RIVAL QUE CONSIDERA MAS ATRACTIVO. Mw ~~ wv CYRANO ADOPTA UN COMPORTAMIENTO ALTRUISTA PARA AMAR A ROSANA A TRAVES DE OTRA PERSONA HUIR DEL PELIGRO: LOS ESTADIOS PRELIMINARES DE LA DEFENSA NINOS, ANIMALES Y NEGACION Con independencia de los mecanismos de defensa empleados, todos tienen un mismo objetivo: ayudar al yo en su lucha con- tra los instintos. La angustia de lo real, sea instintiva o moral, acecha y los propios instintos pueden enfrentarse entre si, En tales situaciones, el yo tiende a rechazar parte del ello y recu- aciertas medidas defensivas para alejar el dolor y aprender a reconocer los estimulos, las exigencias y las amenazas de! mundo exterior. Alli encontraremos el objeto de nuestro amet y la base de nuestro conocimiento. Durante nuestra infanci nos guiamos tinicamente por el principio de placer. Careces mos del conocimiento y los medios para actuar en el mundo.¥: someterlo a nuestra voluntad. Es una etapa de inmadurez y dé IT 82 ANNA FREUD dependencia: nuestra satisfaccion esta anclada a los padres y el yo da sus primeros pasos para defenderse del dolor y el pe- ligro. Un célebre caso clinico de Sigmund Freud permite ha- cerse una idea de la complejidad de esta maraiia de impulsos, amenazas externas y mecanismos de defensa. Los hechos se: remontan a 1909 y se conocen como «la historia del pequefio Hans» (Herbert Graf, quien llegé a ser un famoso productor de cine austriaco). Hans, un nifio activo y muy despierto de tres afios, comenz6 a mostrar una curiosidad morbosa por los genitales, especialmente los de sus padres. Estaba convencido de que todos los adultos, con independencia de su sexo, tenian pene. De hecho, se lo sorprendié varias veces tocdndose sus partes, por lo que se lo castigaba. En una ocasién, su madre Ilegé a amenazarlo con llevarlo al médica: para que lo castra- sc. Ambos progenitores evitaban que sw hbijo los viese desnu- dos y se negaban a darle ninguna explicacién sobre las dife- rencias entre hombres y mujeres. El nacimiento de su hermana reavivé la curiosidad, aunque solo obtuvo por respuesta que la pequefia habia venido colgada del pico de una cigiiefia. Cuan- do contaba unos cinco afios, Hans desarroll6é una fobia a los caballos y cay6 presa de ataques de angustia en los que afir- maba, aterrorizado, que alguien iba a abandonarlo. Durante esas crisis, se aferraba a la madre. Su fobia empeoré hasta el punto de negarse a salir de casa por temor a que los caballos Jo mordiesen 0 le diesen coces. Para Anna Freud, quedaba claro que se trataba de diferen- tes mecanismos de defensa, dirigidos tanto a amenazas inter- nas como externas. La neurosis del pequefio puede relacio- narse con las pulsiones tipicas del complejo de Edipo. El amor por la madre y los celos generan sentimientos agresivos hacia el padre que contrastan con el afecto que el pequeno solia HUIR DEL PELIGRO: LOS ESTADIOS PAELIMINARES DE LADEFENSA 83 mostrarle. Los mecanismos de defensa se pusieron en mar- cha. La angustia ante la posibilidad de recibir un castigo de su padre, quien podria castrarlo por haber deseado a la ma- dre, se trasladé al caballo y la regresion fijé la angustia en Ja oralidad y el mordisco. La agresividad hacia el pa transformé en el miedo de ser amenazado. El objetive pare- cia alcanzado: los impulsos instintivos prohibidos (el amor por la madre y los celos hacia el padre) habian desaparecido de la conciencia. El andlisis, llevado a cabo anteriormente por el mismo padre (amigo y seguidor de Freud), y luego por el propio analista, permitié disolver las distorsiones imple- mentadas por las defensas y desentrafiar el verdadero objeto de la angustia, que era el padre, con el fin de afrontarla y superarla. La neurosis del pequefio s¢ curé. Hans habia nega- do la realidad con sus fantasias, habia transformado los hechos para satisfacer sus deseo: LA NEGACION EN LA FANTASIA ‘Transformaciones de este tipo, en las que un animal sustituye a una figura humana, no son raras en los nifios. Un pequeiio pa- ciente de Anna Freud solfa disfrutar con la idea de poseer un. gran leén domesticado, décil y afectuoso con su dueiio y feroz y agresivo con los demas. El trabajo de analisis permitid recono- cer en el le6n a un sustituto del padre. El pequefio habia trans- formado el terror que le inspiraba su padre en lo contrario y le daba la vuelta convirtiéndolo en un leén domesticado que solo se comportaba agresivamente con los demas. Otro paciente, de diez afios, pasaba mucho tiempo fantaseando con animales: po- seia un enorme circo y domaba’a las bestias mas feroces, les 84 ANNA FREUD ensefiaba a comportarse con docilidad y a ser inofensivas, sin recurrir al ]atigo ni a otra forma de violencia. Un dia, alguien se col6 en el circo y comenzé a golpear al nifio. Los animales, dispuestos a proteger a su amo, comenzaron a perseguirlo pero poniendo mucho cuidado en no lastimar a nadie mas. Solo que- rian capturarlo y darle un buen escarmiento, aunque sin exage- rar. En aquella fantasia infantil, el padre temido adoptaba la figura tanto de los animales como del agresor al que estos atra- paban y castigaban. La actitud ambivalente del pequerio, entre el amor y el odio, queda clara en la naturaleza del castigo, no demasiado severo, y en el hecho de que los animales, en lugar de vengarse, se contentasen con regafiarlo y conminarlo a que no volviese a comportarse de aquel modo. Las fantasias de este tipo también se reflejan en cuentos ¢ historias para nifios que, segtin Anna Freud, pueden leerse de la. misma manera. Un cuento habla de un cazador injustamente expulsado del reino que se adentra en-el bosque y se encuentra con varios animales que le entregan una pareja de cachorros con el mandato expreso de que los proteja. De este modo, logra reunir un ejército con el que se presenta ante el rey. Este, por temor a una guerra, recapacita, se da cuenta de su error y le entrega la mano de su hija. El choque entre los dos hombres es similar al que suele darse entre padre ¢ hijo. Este tltimo vence y obtiene el permiso para satisfacer sus deseos. ‘Tanto en los cuentos como en las fantasias de los pacientes mis jOvenes, opera el mismo procedimiento: la situacién real se niega y se transforma. El nifio es al mismo tiempo el ganador y el educador que convierte al villano en una persona buena. La angustia hacia su padre se convierte en la angustia que otros sienten hacia los animales que los nifos pueden controlar (y he aqui otra fuente de placer y satisfaccion). El yo del nino se niega HUIR DEL PELIGRO: LOS ESTADIOS PRELIMINARES DE LADEFENSA 85 a reconocer una realidad desagradable y la reemplaza con he- chos fantasticos exactamente opuestos. Si la conve: éxito, el pequefio puede mostrarse insensible a ciertas realida- des desagradables y el yo se salva de la angustia, evitando que se activen los mecanismos defensivos y que pueda generarse ion tiene una neurosis. Esta negacién de la fantasia es, por lo tanto, una etapa preli- minar a la defensa que puede actuar de manera preventiva. En los nifios se da con frecuencia. Los problemas surgen en la me- dida en que este fendmeno se repita posteriormente e incluso dé lugar a trastornos mentales graves. Un trauma repentino, la pérdida de un objeto amoroso, por ejemplo, puede conducir a que los adultos nieguen la realidad y desarrollen fantasias deli- rantes que les resulten agradables. Una de las 6peras mas famo- sas de todos los tiempos, Lucia di Lammermoor, de Gaetano Doni- zetti, puede servir de ejemplo. Narra una historia en la que el amor y los intereses familiares y politicos se entrelazan y luchan. La protagonista se ve obligada a casarse con un hombre al que no ama por voluntad de un hermano tiranico y es repudiada por alguien a quien realmente ax ‘uyo amor fue correspon- dido. El trauma es tal que llega’ ‘matar a su marido y se con- vierte en victima de un engajio en el que imagina que final- mente sera llevada al altar donde la espera Edgardo, su amante. A diferencia del yo infantil, el yo adulto no recurre a este tipo de negacién sin sufrir unos efectos devastadores (de hecho, su uso socava su capacidad para abordar la realidad de una mane- y objetiva). El pequefio puede distinguir la fantasia de la realidad; su negacién actia en el nivel emocional y la imagi- nacién le permite sobreponerse a un dolor real. El adulto, que también recurre a fantasias fugaces para obtener un alivio mo- mentanco a su dolor, no puede quedarse atrapado entre lo real ra critit 86 ANNA FREUD y lo imaginario. El apego al mundo real esté muy arraigado, la objetividad se ha apoderado de su psique. El hecho de in- vertir demasiada energia en las fantasias resta fuerzas al mun- do real. Cabe elegir uno de los dos. El yo adulto, que pretende escapar de la angustia sin renunciar en modo alguno a los instintos y niega la realidad, acaba por encontrar una gratifi- cacién en las alucinaciones y desarrolla una grave enferme- dad psicética. Este afianzamiento en un mundo de fantasia separa el yo adulto de la realidad y los mecanismos defensivos dejan de funcionar. NEGAR CON PALABRAS Y ACTOS La fantasia puede ser el instrumento con el que el yo infantil, sin dejar de estar anclado a la realidad, recrea sus conflictos y desarrolla una estrategia para superarlos. Que la fantasia sea un instrumento «propio» de la edad infantil lo demuestra el hecho de que los adultos la empleen para estrechar lazos con los mas pequefios. Expresiones como «jqué grande estas!» 0 «jeres tan valiente como un le6n!», mentirijillas como «jpapa vuelve enseguida!» cuando el padre se va a trabajar 0 un palo que se entrega al pequefio para que lo use como espada deben inter- pretarse como intentos de cambiar la realidad para adaptarse a los nifios. Sin embargo, chasta qué punto un padre o un educa- dor deben recurrir a ese mundo imaginario? ¢No seria mejor que animasen al nifio a tomar conciencia de la realidad? Los adultos suelen practicar este juego dentro de unos limi- tes bien determinados. Los pequefios que gatean por la sala de estar imitando los movimientos y los rugidos de un tigre feroz deben estar preparados para alzarse y sentarse a la mesa tan HUIR DEL PELIGRO: LOS ESTADIOS PRELIMINARES DE LADEFENSA 87 pronto como el padre avise de que la cena esta lista. La indul- gencia cesa cuando esa transformaci6n es repentina y cuando la fantasia impregna la realidad, cambiando conductas y acti- tudes, y se convierte en una obsesién. Una pequefia paciente no aceptaba la diferencia entre hombres y mujeres. La rela- cién con sus hermanos la condujo a una profunda angustia que debja afrontar y asimilar de alguna manera. El creciente deseo de poseer un pene la llevé a querer también «algo que mostrar». En lugar de traducir este deseo, por ejemplo, en una actitud arrogante, luciendo hermosas ropas, la pequeiia opto por algo mas rapido. Se resistia a la idea de que no tenia pene y se empefié en lucir aquel 6rgano imaginario. Comenzé..a levantarse la falda en pablico e invitar a los pre: varla o desarrollaba clabogadas: fantasias en las que lo mostra ba a alguien. El juego se ¢« manera de librarse de la angustia de no poseer aquel pene tan codiciado consistia en negar su privacion y desarrollar un ca- racter obsesivo. Con frecuencia, los nifios imitan a los adultos, intentan ves- tir como ellos o reproducen alguna tarea en concreto: tal era cl juego favorito de otro pequeiio paciente. En una ocasi6n, se negé a devolver a su padre el sombrero. Lo llevaba puesto todo el dia y protestaba airadamente cuando debia quitarselo (por ejemplo, para dormir): lo aferraba con ambas manos aun cuando tuviese que interrumpir lo que estaba haciendo. En ‘asion, mientras buscaba un sitio donde colocarlo y le sé las manos libres, se le ocurrié sujetarlo con las piernas. La‘eleccién.del lugar, muy cerca de los genitales, era clara- mente simbélica. El sombrero se habia convertido en la de- mostraci6n de su tan deseada virilidad y la respuesta a la an- gustia de la castracién. irtié en una fijacién. La unica 88 ANNA FREUD Aunque estos comportamientos tienen algo en comin con los sintomas de la neurosis obsesiva, hay algo profundamen- te distinto. Las defensas del yo no se levantan contra un conflic- to interiorizado, en contra de la vida instintiva. El vinculo con el mundo exterior se mantiene. De hecho, se lo considera una fuente continua de frustraciones contra las que cabe tomar cier- tas medidas defensivas. El yo infantil recurre a la negacion para sustraerse de algo doloroso que viene de fuera. En estos pacien- NEUROSIS OBSESIVA El trastorno obsesivo-compulsivo, también conocido como neurosis 0 psicosis obsesiva, es un tipo particu- lar de trastorno psiquiatrico que puede manifestarse de diversas ma- neras. Una de las més comunes y re- conocibles es el sindrome anancas- tico, en que el paciente muestra una fijacién obsesiva en ciertas acciones 0 rituales para neutralizar o al me- nos aliviar su tormento. La vida coti- diana del paciente esté marcada por gestos y acciones repetitivos que le ocupan mucho tiempo e interfieren en sus actividades normales, asi como por pensamientos recurrentes y persecutorios. El paciente es cons- ciente de que tales comportamien- tos y tales ideas son absurdos, pero no puede hacerles frente. tes jévenes, la realidad se niega no solo mediante la fantasia, sino también a través de acciones y pala- bras que les permiten trans- formar la realidad. El yo infantil realiza un gasto constante de energia, que Freud denomin6 antica- texis, para mantener la negacién y alimentar sus fantasias. Al igual que en la neurosis obsesiva, la in- terrupcién de la actividad obsesiva perturba un equi- librio ya de por si precario, de un modo similar a como lo hace el mundo exterior al interferir en las fanta- sias. El estimulo externo, negado por estos mecanis- mos de defensa prelimina- res, irrumpe de nuevo en HUIR DEL PELIGRO: LOS ESTADIOS PRELIMINARES DE LADEFENSA 89. la conciencia y provoca an- gustia y dolor al yo. Como en el caso ante- rior, la negacién con pala- bras y hechos se emplea siempre y cuando no llega a poner en cuestién la rea- lidad. A ciertas edades, la negaci6n se abandona y el yo alcanza la madurez ne- cesaria para distinguir en- tre el plano real y el plano fantastico, logrando la ne- cesaria sintesis. Su reapa- ricién es un signo dramé tico dela total incapacidad de poner en marcha lo que Freud denominaba la prueba de la realidad. En su delirio, el psicdtico puede fijar su atencién en un trozo de madera para representar a un ser queri- CATEXIS Y ANTICATEXIS En el psicoandlisis, la catexis es la cantidad de energia psiquica y emo- cional vinculada a una persona, una idea 0 un objeto. La palabra griega kathexis (xa0eets; «cargam) se utiliz6 para traducir el término aleman Be- setzung, que Freud empleé en sus trabajos. Su adopcién no ha estado exenta de diséiidi@si ya que algunos traductores y sstiidipsos consideran que no capta bienet’Sentido original. Una sensacién dolorosa puede evi- tarse mediante la inversin de esa carga de energia y su desvio a otros objetos de atencién. Sin embargo, cuando esa energia se gasta en ali- mentar las fantasias del nifio para manipular lo real, se habla de anti- catexis. do que ha perdido o lo ha abandonado. Sin embargo, a diferen- cia de la negacién en la fantasia, este segundo tipo de negacion posee otra limitacion. El niiio es dueiio y sefior de sus fantasias, y no permita que nadic se inmiscuya. La negacién mediante palabras y actos, por el contrario, posee una clara manifesta- cién en el mundo exterior, que luego entra en juego, aceptando o negando tales fantasias y, de hecho, condicionandolas. Para el nino con sombrero, esta estrategia de negacién funcionaba | | | 90 ANNA FREUD PRUEBA DE LA REALIDAD Va rs Este concepto psicoterapéutico acu- jiado por Freud designa la capacidad de nuestro yo para reconocer las di- ferencias entre el mundo exterior y el mundo interior, formado por pen- samientos y sentimientos, La prueba de la realidad nos permite evaluar la situacién por lo que realmente es, separandola de las expectativas, los deseos y los temores. Esta claro que este concepto asume un papel muy importante en todo lo referente al yo yasu fortalecimiento, site siempre y cuando se le per- mitiese mantener esa pren- da en la cabeza o entre las piernas. No obstante, era muy consciente del riesgo que corria al atraer una atencién inesperada. Al crecer, tuvo que ponerse de acuerdo con el mundo exterior y sus reglas, y adaptar su mecanismo al ambiente para hacerlo compatible y lograr que pasase desapercibido. El sombrero dejé paso a una pluma estilografica que guardaba en el bolsillo y que nadie consideré extra- fia o inadecuada. En términos de angustia interna, sin embar- go, la situacién seguia siendo la misma. E] terror a la castracion se mantuvo y la mera idea de olvidar o perder la pluma, aunque fuese solo por unos instantes, desataba terribles y dolorosas cri- sis de angustia, idénticas a las que lo obligaban, siendo nitio, a aferrarse al sombrero con desesperacion. LAS LIMITACIONES DEL YO La negaci6n se activa para convertir un hecho real en su con- trario y defenderse de situaciones en las que parece imposible afrontar el dolor ocasionado por el mundo exterior. Al llegar a HUIR DEL PELIGRO: LOS ESTADIOS PRELIMINARES DELADEFENSA 91. la edad adulta, el yo puede resistir los estimulos dolorosos de otras maneras y no es preciso recurrir a este mecanismo que consume tanta energia psiquica. El yo adulto tiene la capacidad de escapar y evitar, en sentido literal, situaciones dolorosas. La fuga quizd sea el método mas primitivo y natural y, al mismo mpo, el mejor, pues demuestra la presencia de un yo maduro pien desarrollado. Nolviendo de nuevo al caso del nifio con el sombrero, Anna Freud recuerda otro episodio tinico. En una de las sesiones, el pequefio encontré un libro para colorear, tomé unos lapices y comenz0 a jugar con alegria. Se sentia tan contento que invitd a la terapeuta a participar. Todo iba bien. El nifio hizo una pausa para observar el resultado. Algo le preocupaba y le dijo a Anna que preferia mirar cémo ella continuaba pintando. El hecho de que la terapeuta lo hiciese mejor le ocasioné una sen- sacion de angustia. Por eso decidié dejar de «competir», cons- ciente de las consecuencias tan desagradables. La interrupcién de aquella actividad que, hasta entonces, le habia deparado tanto placer le permitié refugiarse de los otros asi come de dar pic a und sitixacion desagradable. Cualgitier| ‘hecho que le resul- tase placenter» podia interrumpirse en el, ‘aso de que el resul- tado no fuese equiparable al del resto y, de inmediato, perdia interés. Si, por el contrario, al pequefio se le daba bien una tarea concreta, se lanzaba de leno de una manera casi obsesi- va, repitiéndola sin cesar. Dicho comportamiento también era frecuente en la escuela. Si en una actividad, tanto lidica como didactica, tenia la impresién de que no lo haria tan bien como sus compafieros, se negaba a participar y preferia convertirse en un espectador pasivo. El yo infantil y sus funciones eran muy limitados, con el consiguiente riesgo que suponia para su desarrollo. Interrumpia todo cuanto pudiese procurarle dolor 92 ANNA FREUD t ouna sensacién ‘de sicted bade dna Solo se encontraba a gusto con nifios mas peqnetios o}en actividades que le salie- sen bien. Gracias a la observacién de campo, en numerosas escuelas vienesas primero y britanicas después, Anna Freud pudo com- probar que esos casos eran muy frecuentes. Asimismo, detecté que tal situacin se daba sobre todo en los nifios mas activos y vivaces, mientras que apenas era frecuente entre los mas pasi- vos y menos interesados. Aquellos nifios, pese a tener una inte- ligencia y unas cualidades completamente normales,.se nega- ban a participar en cualquier actividad. El miedo-a fallar-y a recibir toda clase de improperios los llevabs-a rebtsar cuatyuier responsabilidad 0 compromiso. En al: sos, Hepaban a incluso a desarrollar conductas asociales que 16s aislabati del resto del grupo. Ese miedo a competir-posée ula fun if Susti- tutiva. El hecho de que otras personas tengan mayor éxifo pue- de desencadenar —como le ocurria al pequerio del sombrero— una envidia tfpica de la fase edipica que desemboca en unos celos y impide adquirir conciencia de la distincién de sexos. El caso es bastante andlogo al de un adulto aficionado al piano que, de manera repentina, abandoné su interés por la musica. El problema hundia sus raices en el pasado. El rechazo del pia- nista no se centraba en la interpretacién, en el mero hecho de tocar las teclas, del mismo modo que el nifio no se negaba a realizar una actividad concreta. El problema radicaba en el he- cho de que el yo habia relacionado una actividad en apariencia inofensiva con un antiguo deseo sexual reprimido, de tal modo que la interpretacién musical se habia convertido en una fuente de placer. EI nifio, sin embargo, puede modificar su condicién de es- pectador pasivo si las condiciones cambian, a diferencia del HUIR DEL PELIGRO: LOS ESTADIOS PRELIMINARES DE LADEFENSA = 93, adulto, que requiere un apoyo terapéutico y practico mas efi- caz. Una pequefia paciente que solia actuar como espectado- ra, alejada de la escuela por motivos de salud, comenzo a es- tudiar con éxito. Su profesor privado le ensenaba, a veces recurriendo al juego, conceptos que en el aula se negaba a aprender. Otro nifio, en condiciones similares, logré excelen- tes resultados, siempre y cuando un profesor privado se encar- gase de darle clases. La cuestién no radicaba en la ensefianza sino en la actitud hacia una actividad que hasta entonces se consideraba dolorosa porque acarreaba un gran ntimero de inhibiciones y prohibiciones externas. E] mecanismo actuaba de manera inconsciente, sin que hubiese.un interés especial por iniciar o interrumpir una actividid¢oncreta, Lo impor tante era evitar el dolor y la angustia."”"” = Esto no significa que todo responda a una necesidad de evi- tar el dolor motivada por la conciencia de la propia inferioridad respecto a los demas. Un paciente de diez afios poseia un gran talento para jugar al futbol. De hecho, solia participar en parti- dos con compafieros mas mayores, hecho que lo Ilenaba de or- gullo. Sin embargo, los suefios y las fantasias comenzaron a perturbar el placer que le deparaba el deporte. La idea de que alguien podia herirlo de un balonazo o de que otros nifios iban a pisotearlo lo inhibieron y acabé por perder todo interés en jugar. A partir de entonces, desarroll6 un insospechado gusto por la lectura y la escritura. El andlisis mostr6 que el rechazo a su talento y la angustia que le ocasionaba el miedo a una ven- ganza por parte de los jugadores mayores habian coincidido con el deterioro de la relacién con su padre. Un caso similar sucedié con una nifa que se preparaba para su puesta de largo. Ansiaba que llegase el momento y sofiaba con bailar con el chico mas guapo de la fiesta. De pronto, temié 94 ANNA FREUD que su torpeza desencadenase las burlas de los asistentes, perdié cl interés por el baile y se centré en los estudios. La fuga del yo no se debia al micdo o a un sentimiento de culpa, sino a una experiencia traumatica que habia vivido siendo pequeiia. Cualquier persona que sufre una inhibicién relacionada con la neurosis, se protege a si misma de los impulsos dolorosos que surgen del interior, Incluso cuando sus reacciones parecen mi- rar hacia afuera. La limitacién del yo, sin embargo, rechaza ciertas actividades porque aleja situaciones y sentimientos mo- lestos que proceden del exterior y que podrian resucitar viejos traumas. E] neurético esconde descos instintivos tras las activi- dades de las que se inhibe. La inhibicién es el espejo en el que se contemplan el yo y el ello. El paciente se debate y consume sus energias en manejar un ello dispuesto a aceptar la satisfac- cidn del deseo, aunque sea de manera indirecta, mientras el yo impide que tal deseo aflore a la conciencia. La limitacién, con todo, no se centra en una situacion especifica y contribuye a la lucha del yo por lograr una plena satisfaccion, por alcanzar la felicidad y rechazar cl dolor. El yo rechaza cualquier activi- dad que pueda desencadenar el dolor, abandona intereses y aficiones que se han cumplido de manera desafortunada y se dedica a otras aunque sean diametralmente opuestas. El yo no se bloquea: abandona una cosa y recupera otra que ya posee, dandole un nuevo impulso. Al igual que otras formas de negacion, la limitacion del yo representa sobre todo una etapa normal de su desarrollo. Cuan- do todavia es joven, puede manifestarse en una vasta gama de intereses y aficiones, y cabe la posibilidad de pasar de un campo a otro para buscar el placer y el éxito que ambiciona. Sin em- bargo, cuapdo madaura, se vuelve rigido y no puede vivir con el dolér. De hecho, si no se ha desarrollado adecuadamente, sus HUIR DEL PELIGRO: LOS ESTADIOS PRELIMINARES DE LADEFENSA = 95 resultados seran mediocres y pasara de un interés a otro sin cesar, Algunas escuelas de pensamiento psicoanalitico reco- micndan que se deje al nifio escoger con plena libertad. De ese modo, el yo podra determinarse a si mismo, sin prescindir de nada. Anna Freud, por el contrario, consideraba que la limita- cién del yo era un momento muy importante en el proceso for- mativo y que la plena libertad y la ausencia de todo control acarrearian un empobrecimiento antes que un enriquecimiento del yo. La negacién y la limitacién son formas «normales» de aproximaci6n al yo infantil. Conviene tener en cuenta que cl nifio depende por completo de los demas y que los adultos son, en Ultimo término, los tinicos responsables de que desarrolle una neurosis. NEGACION ee Defensa contra la angustia para socorrer al yo en su lucha contra los instintos. Es frecuente y normal.* Negacién en el plano afectivo. Realidad y fantasia se mantienen diferenciadas. Dramatizacién de conflictos para superarlos. Por ejemplo: fantasia de tener un leén domesticado > transformacién del terror por el padre. *Excepto cuando la fantasia impregna la realidad y ocasiona el afloramiento de obsesiones. La situacién real se niega y se transforma mediante cuentos o fantasias. Vv Enel adulto: Pueden conducir a graves trastornos psiquiatricos. El contacto con la realidad entra en crisis. Gratificacién en las alucinaciones. Por ejemplo: Lucia di Lammermoor, de la dpera homénima de G. Donizetti El acceso a la edad adulta permite al yo hacer, frente a los estimulos dolorosos de otras maneras (por ejemplo, mediante la fugal. NEGACION MEDIANTE ACTOS Y PALABRAS ee La realidad se niega y se tergiversa mediante actos y palabras. NORMAL si se utiliza hasta que el yo logra distinguir entre realidad y fantasia. PATOLOGICA cuando no se puede aplicar la «prueba de la realidad» (delirios). Por ejemplo: el hecho de que un nifio use un sombrero para responder a la angustia de castracién. RESTRICCION DEL YO a Momento importante en la formacién del individuo. El rechazo de las actividades especificas para alejar situaciones y sentimientos desagradables provenientes del exterior y con los que podrian reaparecer viejos traumas. El yo rechaza intereses que han tenido resultados desfavorables en favor de otros Por ejemplo: dejar de practicar deportes debido a la competencia ya las consecuencias, desagradables. EL YO Y LA PUBERTAD EL YO Y EL ELLO, A PRUEBA En el tiltimo capitulo de El yo y los mecanismos de defensa, Anna Freud afirma que la pubertad podria entenderse como una suerte de banco de pruebas, pues durante esa etapa los procesos instintivos desempefian un papel fundamental. El cuerpo ma- dura y evoluciona, se producen cambios de comportamiento, contradicciones «incomprensibles e irreconciliables» parecen poner en peligro el equilibrio psiquico... Su descripcién qui: sea una de las mas rigurosas y, al mismo tiempo, poéticas de la literatura psicoanalitica. Los adolescentes son muy egoistas. Se consideran el centro del universo, el tinico objeto digno de interés. Pero en ningin otro momento de sus vidas son capaces de mostrar un mayor espi- ritu de sacrificio y dedicacién. Viven las historias de amor 100 ANNA FREUD més apasionantes para truncarlas con el mismo impetu con que las iniciaron. Mientras se adhieren con entusiasmo a la vida en comunidad, aspiran a la soledad; pasan de la obediencia ciega a un lider elegido voluntariamente a !a rebelién violenta contra to- das las formas de autoridad. Son egoistas y materialistas, y al mismo tiempo, poscen ideales elevados. Son ascetas y, al mismo tiempo, sienten la necesidad de satisfacer los impulsos mas primi- tivos. A veces, se relacionan con los demas de una manera grose- ray sin escrapulos; otras, se muestran extremadamente sensibles. Su estado de 4nimo cambia del optimismo mis brillante al pesi- mismo mas negro. A veces estan trabajando con incansable celo y en ocasiones se muestran indolentes y apaticos. (Anna Freud, Elyo_y las mecanismos de defensa) Esta compleja fenomenologia de la adolescencia puede expli- carse de varias maneras. La biologia, la psicologia acadé- mica y el psicoanalisis ofrecen diferentes inter- PSICOLOGIA pretaciones. La primera | ACADEMICA se basa en alteraciones | \-sscT quimicas ~es decir, la ac- aa i tividad de las glandulas Disciplina cientifica relacionada con | el comportamiento y el funciona- miento de los procesos mentales fundada por el psicdlogo, fisidlogo y filésofo alemén Wilhelm Maximilian Wundt (1832-1920), autor de numero- sas aportaciones teéricas y experi- mentales, y autor de un célebre Ma- nual de psicologfa publicado en 1896. Debe distinguirse de la préctica cli- nica conocida como psicoanilisis. ee sexuales— y relaciona los fenédmenos psiquicos con las funciones fisiolégicas. La segunda se refiere a la mayoria de edad de la psi- que, simultanea a la ma- durez fisica. Ambos pos- tulan que los fenémenos mentales y fisicos de la pubertad constituyen un ELYOYLAPUBERTAD 101 momento fundamental en el desarrollo de la perso- | CLIMATERIO na, tanto en su sexuali- V dad como en su dimen- : : i Del griego xAwarip [«escalén»), conjunto de cambios que experi- menta el cuerpo y la psique que coin- cide con a menopausia en las muje- res y con la andropausia en los hombres. si6n afectiva. Para el psicoandlisis, la pregunta es mucho mas compleja, pues estas explicaciones no son suficientes. La di- vergencia se debe, sobre todo, a la consideracién de la pubertad como inicio de la vida sexual. Para el psicoa- nalisis, el punto de partida es muy anterior: coincide con el primer afio de vida. Durante la primera infancia se desarro- llan los procesos que conducen al desarrollo psicosexual a través de las fases «pregenitales», en las que tienen lugar los primeros impulsos y el modo en que se controlan, muy im- portante a la hora de determinar la normalidad o la anor- malidad del individuo y su capacidad de amar. Para el psi- coanalisis, la pubertad ~segin Anna Freud~ es la fase en la que se recapitula la sexualidad infantil. Posteriormente, la sexualidad y sus impulsos volveran a reconfigurarse durante el llamado elimaterio. YO INFANTIL Y YO PUBERAL Estos tres momentos clave en la sexualidad (primera infan- cia, pubertad y climaterio) coinciden con una dinamica psi- quica peculiar en la que un ello fuerte se contrapone a un yo mas débil. En el curso de nuestras vidas, el ello permanece 102. ANNA FREUD casi idéntico. Los deseos sexuales estan siempre presentes, dispuestos a superar cualquier limitacién y cualquier supre- sion, y a emerger a la conciencia bajo la influencia de la libi- do. Corresponde al yo cambiar y adaptarse con el paso del tiempo. Entre la primera infancia y la pubertad, por ejem- plo, el yo cambia su enfoque, su potencial, su contenido y sus competencias. Se defiende de una manera distinta de las pulsiones y desarrolla diferentes angustias. En los primeros afios de vida, los deseos que surgen de la etapa oral, anal y falica son apremiantes; las fantasias relacionadas con el com- plejo de Edipo y su superacion afectan a la vida del nifio; y el yo que debe hacerles frente todavia es débil y se halla en crecimiento. Pero tiene unos aliados muy poderosos: el mun- do exterior y la educacién recibida. El amor y los castigos que puede recibir modificaran su relacién con el ello. Y este nuevo aliado para el yo, el mundo exterior, se cuela en la dinamica psiquica a través de la angustia de lo real, que pre- cede a la formacién del supery6, la instancia superior. La oposicion entre las pulsiones del ello y la angustia de lo real favorece el desarrollo del yo, que se convierte en el media- dor, en el encargado de mantener un equilibrio (a veces pre- cario) entre las dos oposiciones y que puede presumir de ha- ber hecho su trabajo solo cuando alcanza esa situacién de equilibrio entre la satisfaccién y la renuncia con que hace frente a los conflictos presentes y futuros. Es una tregua, pero una tregua armada. Durante el periodo de latencia, las pulsiones parecen des- aparecer, ¢l individuo puede dedicarse a aumentar sus cono- cimientos, sus habilidades y sus capacidades defensivas con- tra el mundo exterior y sus exigencias. La introyeccién de valores y principios consagrados por las figuras autoritarias ELYOYLAPUBERTAD 103 y educativas le permite buscar fuera de si mismo sin experi- mentar la angustia de lo real. Asimismo aparece en escena y de forma permanente un nuevo actor, el supery6, que sin embargo trae consigo nuevos temores: a partir de ese mo- mento, el mundo interior también se revela como fuente de miedos. La moral y la culpa serdn las nuevas herramientas que pueda utilizar en su lucha. La antigua tregua parece destinada a acabar muy pronto. La fisiologia y la madura- cién sexual contribuyen a una nueva e irreprimible afluen- cia de la libido que se interpone entre las dos instancias e impide cualquier mediacién. Pulsiones y fantasias antiguas emergen con fuerza. E] contenido de la sexualidad infantil regresa a la luz con fuerza recobrada. Pero el yo no es tan débil como en la primera infancia. Es mucho mas fuerte, sabe lo que quiere y cémo conseguirlo. El yo puberal se man- tiene firmemente en su trinchera, parapetado frente a las pulsiones del ello, siempre dispuesto a agredirlo, y siguiendo Jas instrucciones del superyé. El yo debe mantener el equili- brio a toda costa. El caracter de la persona depende de la interacci6n de estas tres instancias. En esta lucha por la su- premacia entre el ello y el yo, la satisfaccion sexual pregeni- tal, la agresividad, la creciente influencia de la fantasia fren- te a lo real constituyen victorias parciales del ello, mientras que la angustia en sus diversas formas, las inhibiciones, las manifestaciones neuréticas corresponden al yo. Solo el logro de la plena pubertad y la madurez fisica y sexual determinan una nueva tregua. El conflicto interno puede llegar a dos soluciones extremas, opuestas entre si. El ello pugna por conseguir una ventaja, el equilibrio se altera y la entrada en la vida adulta se caracteriza por una turbulenta satisfaccién de los instintos. A veces, el yo logra 104 ANNA FREUD imponerse y el individuo recupera el caracter que se formé durante el periodo de latencia. Las pulsiones quedan confina- das dentro de unas limitaciones muy estrictas. La unica ma- nera de mantenerlas a raya consiste en un juego constante en- tre los mecanismos de defensa y los sintomas. El precio a pagar por este control excesivo y costoso (en términos de energia psiquica, de anticatexis) sera el de una personalidad rigida e inflexible, refractaria a los cambios que el mundo exterior, en constante movimiento, exige. La (nica manera deseable es encontrar un equilibrio, un delicado mecanismo de compen- sacion reciproca entre las diferentes instancias. Cuando las demandas instintivas se tornan demasiado influyentes, el yo activa los mecanismos de defensa. Cuando las pulsiones se atentian, el yo se ablanda, se muestra mas dispuesto a adap- tarse a los requisitos y a conceder alguna gratificacién. Todo esto puede determinarse por una serie de factores: la fuerza de los impulsos del ello, influida por procesos fisiologicos de la pubertad; la actitud del yo hacia los instintos, determinados sobre la base de la personalidad desarrollada durante el perio- do de latencia; y la eficacia de los mecanismos de defensa dis- ponibles y su implementacién. ANGUSTIA INSTINTIVA Y PUBERTAD El estudio de esos momentos de la vida humana en la que la libido aumenta y adquiere una mayor preponderancia se con- sidera fundamental para el estudio del ello y su funcionamien- to. Parece claro, sin embargo, que esos momentos también son fundamentales para un enfoque como el de Anna Freud, basado en una psicologia del yo interesada en sus funciones, ELYOYLAPUBERTAD 105 su equilibrio y su fortalecimiento, con el fin de rescatarlo des- de el conflicto. El aumento de los impulsos instintivos se refle- ja necesariamente en el yo y sus esfuerzos para contenerlos, que pueden alcanzar un nivel tal que se deforme el caracter hasta un extremo enfermizo. Dos en actitudes particulares re- sultan particularmente vivos (e interesantes para la observa- cién psicoanalitica) durante la pubertad: el «ascetismo» y la «intelectualizacion». EL ASCETISMO PUBERAL Durante la pubertad, en el flujo abrumador de los instintos, de los excesos del ello y sus incursiones, no son raros los ca- sos de actitudes diametralmente opuestas, al limite de la contradiccién. Se desarrolla un antagonismo contra los ins- tintos sin parangon, que supera en intensidad al que suele darse cuando se activan la supresion y la defensa. En la neu- rosis, es habitual observar cémo se conserva sin embargo un vinculo entre el instinto eliminado y su calidad. En la histe- ria, se elimina el impulso genital asociado con el deseo edi- pico, pero se mantiene una cierta tolerancia hacia los demas deseos instintivos, sean anales o agresivos. La neurosis obse- siva lucha y suprime los descos sddico-anales, vehiculos de una sexualidad debidos al mecanismo de regresién, pero se muestra tolerante con la satisfaccion oral. Los pacientes fobi- cos luchan contra impulsos relacionados con el complejo de castracién. En una u otra forma, en estas enfermedades, hay un rechazo generalizado de los instintos, que no se niega de manera indiscriminada. El andlisis permite encontrar una relaci6n entre el tipo de instinto abolido por la conciencia y 106 ANNA FREUD las razones que llevaron a la persona a comportarse de ese modo. El ascetismo puberal posee un rasgo completamente dis- tinto. El punto de partida no es original: la prohibicion de todo instinto relacionado con fantasias incestuosas y la activi- dad masturbatoria como un medio para descargar el mismo deseo, dos rasgos sometidos a unas prohibiciones y restriccio- nes especificas. Aunque, a juicio de Anna Freud, al adoles- cente no le importa la satisfacci6n o la frustracién de un de- seo particular, el aumento de la libido lo lleva a buscar la gratificacién o la frustracion. El adolescente que vive una dindmica de este tipo no se preocupa por la «cantidad» de sus instintos, sino por la «calidad». Desarrolla una cautela, una renuencia a disfrutar en general, y cree que los deseos mas apremiantes y urgentes pasan frente a las prohibiciones mas estrictas. El yo esta a cargo y, a cada peticién, responde con una negativa severa. E] hecho de que el adolescente des- confie demasiado de sus instintos puede tener efectos devas- tadores en el futuro, al trasladar estos a las necesidades fisicas mas elementales e inofensivas. Un control tan exagerado pue- de transformarlo en un verdadero fanatico, un puritano que se aleje de cualquier impulso que remita siquiera vagamente a la sexualidad y rehtya el contacto con sus compafieros y la posibilidad de disfrutar de los placeres mundanos. La situa- cién puede volverse atin mas preocupante, rozando la morti- ficacién, si hace caso omiso de su propio cuerpo y su propia salud, si renuncia a todo lo que depara una cierta satisfac- cién, ya se trate de actividades fisiolégicas normales, tales como ingerir alimentos, orinar o defecar. Se rechaza cual- quier cosa que satisfaga una necesidad, con independencia de su naturaleza. Si se tratase de una neurosis ordinaria, el deseo eliminado seria re- emplazado por otro que lo satisficiese. Los sintomas tales como la histeria, los tics 0 los actos obsesivos pueden convertirse en ins- trumentos de compromiso para adaptarse al mismo tiempo a las exigencias de todas las instancias psiqui- cas. En condiciones «nor- males», la sublimacién y el desplazamiento se con- ELYOYLAPUBERTAD 107 AMBIVALENCIA hoo Término acufiado por Eugen Bleuler para referirse a una actitud mental en que dos pulsionesy Enel plano analitico, sorprende y mucho la diferenciacién ‘entre el pensamiento y la accién. Esta profundidad intelec- tual en apariencia increible no parece influir demasiado en el comportamiento. La empatia no tiene por qué traducirse en una actitud de comprensién y respeto hacia los miembros de la familia, los profesores u otras personas de su entorno. Las preguntas sobre la naturaleza de los sentimientos pueden coincidir con una turbulenta vida amorosa, episédica, fugaz. aplica- Su interés por los problemas sociales importantes no determi- nar el lugar que ocuparé en la sociedad dentro de unos afios. Al hablar de intelectualismo, suele indicarse ~incluso con una vaga connotacion negativa~ un enfoque centrado en la especulacién y la actividad racional, y no en el ambito practico y concreto. En los adolescentes, el termino adquiere diferentes tonalidades. Por lo que respecta a los intereses inte- lectuales de los adolescentes, los elementos que provocan con- flictos entre las instancias psiquicas cambian y encuentran su espacio. Nos hallamos frente a una reflexion real sobre como relacionar los aspectos instintivos con la vida cotidiana, sobre 110 ANNA FREUD cémo elegir entre la satisfaccién del deseo y su renuncia, so- bre cémo navegar entre la libertad y el control. El ascetismo puberal prohibe el instinto; la intelectualizacién proporciona una manera de desarrollar positivamente el conflicto instin- tivo. En lugar de rechazarlo, el instinto es bienvenido. Sin embargo, estos se dan en un nivel «seguro», el intelectual. Las discusiones se convierten en un medio con el que super- visar los instintos y convertirlos en algo controlable. La in- quictud del yo pasa a través de una traduccion de los procesos instintivos al lenguaje intelectual. Se trata de apoderarse de las pulsiones y resolverlas «en otro lugar». No se trata simple- impulsos asociandolos con ideas con- trolables. Se trata, dice Anna Freud, de uno de los compo- nentes esenciales del yo, una de las conquistas mas necesarias del yo humano. La voluntad de intelectualizar ciertos sucesos psiquicos no es propia solo, obviamente, del adolescente. Pero esta claro que, durante la pubertad y después de un periodo de pulsion libidinal, esta actividad asume unos rasgos muy peculiares y significativos. En la vida humana, el peligro es uno de los principales estimulos para la inteligencia. Las situaciones al limite espolean la actividad intelectual. Un peligro inmediato, la percepcin de que algo terrible va a suceder, pueden empu- jar al individuo a encontrar soluciones ingeniosas. Una relati- va seguridad y comodidad terminan por contribuir a lo que Freud llama una «cémoda estupidez». Concentrar la inteli- gencia en el control de los procesos instintivos y pulsionales no se aleja mucho de la capacidad de vigilancia que el ser huma- no debe adoptar para hacer frente a problemas reales. Para el psicoanalista, los brillantes primeros logros intelectuales de la primera infancia estan estrechamente vinculados con el mente de dominar los ELYOYLAPUBERTAD 111 descubrimiento de la sexualidad; la pubertad reaviva instintos e impulsos tras el periodo de latencia, y la inteligencia rebrota con fuerza y vigor. E] adormecimiento de las pulsiones duran- te el periodo de latencia y la capacidad de control adquirida con la edad adulta permiten, en cambio, una menor intelec- tualizacién de estos procesos. La diferencia, sin embargo, es- triba en que la actividad intelectual adulta, aunque menos viva en su oposicién contra el instinto, da mejores resultados, y mas concretos, en la vida cotidiana. AMOR OBJETUAL E IDENTIFICACION Se puede llegar a la mortificacién, en detrimento del propio cuerpo y la propia salud, a la renuncia a todo lo que le daria satisfaccién, ya sea de alimentos o actividades fisiolégicas ordinarias. Se pasa de la imposicién de limitaciones exageradas al rechazo de cualquier limite: erupcién de los instintos como muestra de una curacién provisional. El seguimiento forzoso de la condicién ascética puede llevar a la suspensién de las actividades vitales (estado psicético 0 cataténico] 9 : INTELECTUALIZACION —————— YOO Modalidad para elaborar positivamente el conflicto instintivo. Enfoque centrado en la especulacién y la actividad racional antes que en la esfera practica y conereta. El instinto se acepta y se afronta en un nivel seguro, intelectualizado. El peligro [determinado por la cantidad de impulsos reactivados] estimula el intelecto. Las discusiones se convierten en una manera de supervisar los instintos, amortiguarlos y controlartos Aumento de la inteligencia y la curiosidad por el mundo exterior ~~" gue permite reforzar sus intereses intelectuales. Diferenciacién entre el pensamiento y la accién: la increible profundidad intelectual no parece tener ningun impacto en el comportamiento (por ejemplo, |a empatia no puede traducirse en una actitud de comprensién y respeto hacia los demés]. DESAFIOS Y PROBLEMAS DEL ANALISIS INFANTIL ENFERMEDAD FISICA Y VIDA PS/QUICA La infancia esta salpicada de numerosas e¢ inevitables enfer- medades fisicas. ;Qué impacto pueden tener en el desarrollo psiquico? Para la observacién psicoanalitica seria una condi- cin extremadamente interesante, aunque de dificil acceso. El cuidado de los niiios se reparte hoy entre los padres, la escue- la, los médicos y asi sucesivamente: la puericultura, la pedago- gia, la familia, el andlisis infantil y la pediatria influyen en diversos campos de la vida infantil. No es facil, en tal situa- cin, observar la enfermedad de un modo totalizador. Los educadores y los profesores no ven al pequefio cuando enfer- ma, pues se queda en casa o, en el peor de los casos, se le in- terna en un hospital. Y los médicos y enfermeros no pueden 120 ANNA FREUD observarlo cuando esta curado. Solo la madre permanece a su lado en todo momento. Pero su punto de vista no es objetivo, pues queda eclipsado por una preocupaci6n legitima y urgen- te: el cuidado del nifio. La psicoterapia cuenta, no obstante, con una gran cantidad de material referida a los efectos tar- dios de la enfermedad fisica y, en especial, a los cambios men- tales que tienen lugar durante la convalecencia. De las con- versaciones entre padres y terapeutas suele emerger una conexion entre los trastornos neuréticos de los mas pequenos y el curso de una enfermedad, como si en ese momento el nifo hubiese comenzado a ser distinto, con cambios de humor, cambios en la actitud hacia padres y hermanos, ira, trastornos de la alimentacién o del suefio, regresién a etapas mas tem- pranas del desarrollo, apatia e impaciencia. Estos fenodmenos pueden ocurrir tanto durante su estancia en casa como duran- te su internamiento en el hospital. En cualquier caso, el niflo esta sufriendo y, dado su grado de desarrollo mental, es dificil distinguir entre el sufrimiento de la enfermedad como tal y el sufrimiento causado por el exceso de celo de alguien que se preocupa. Para un padre, un nifto enfermo puede ser algo que altera por completo los quehaceres diarios. Un padre austero y es- tricto no estara dispuesto a renunciar ni siquiera en estos ca- sos para no malcriar al pequefio. Otros, sin embargo, caen en el extremo opuesto y rodean al hijo con un amor sofocante solo para dar rienda suelta a unos deseos y necesidades que normalmente no estarian satisfechos hasta el final de la pose- sion exclusiva € indiscutible de la madre que cuida de ellos. Algunas madres tienden a olvidar su gravedad habitual y muestran un grado de permisividad hasta entonces desconoci- do. Otras anteponen la curacién de su hijo a cualquier otra DESAFIOS Y PROBLEMAS DEL ANALISIS INFANTIL 121 consideracién, a riesgo de olvidar su educaci6n. En cualquier caso, el nifo puede acabar por no saber cémo comportarse, pues si bien esta acostumbrado a una rutina y a unos valores, no sabra por qué debe renunciar a todo cuanto se le ha per- mitido durante la enfermedad. En el caso de que la enferme- dad evolucione de otro modo, resulta muy util fijarse en la actitud de un adulto en una situaci6n similar. Un adulto sano a nivel mental y emocionalmente, pero enfermo desde un punto de vista fisico, se sentira molesto e incluso humilla- do por haber perdido autonomia. ¢Acaso no suele repetir, y muy a menudo, una frase tan comin como «no quiero que se me trate como a un nifio»? Si asumimos el punto de vista del pequefio, comprendere- mos cémo esa condicién es, sin embargo, un problema. La conquista progresiva de la autonomia constituye una de las etapas fundamentales del desarrollo infantil. En el proceso de formacion y consolidacién del yo, el control de sus funciones fisiolégicas y la independencia del cuerpo de la madre son objetivos importantes que deben alcanzarse. La enfermedad, por su propia condicién, provoca una regresi6n inevitable que representa una pérdida considerable para el yo en formacién. El yo se encuentra todavia en una fase de desarrollo incipiente y los avances pueden perderse con rapidez. Algunos niiios se oponen con vehemencia a esta regresion y no se dejan tratar. Otros, en los que estas funciones atin no se han adquirido, retroceden, sin resistencia, a una etapa anterior, mas pasiva. Aun mas problematica es la pérdida de movilidad que impli- can ciertas enfermedades. Anna Freud recordaba que, cuan- do se dedicé a esta cuestién, habian aparecido muchos estu- dios sobre los efectos de la limitacién de la movilidad de los. pacientes jovenes. En el plano terapéutico y analitico, la 122 ANNA FREUD pérdida de movimiento termina por influir en la satisfaccion de la descarga libidinal. La limitaci6n de la movilidad puede conducir al fortalecimiento de las tendencias agresivas o, cuando se controlan, en la aparicién de inquietud, irritabili- dad o lenguaje obsceno. Una pequeiia paciente de Anna Freud, postrada en cama a causa de un complicado trata- miento ortopédico, usaba sus ahorros para pagar a sus ami- gas para que le visitasen cada dia y le contasen los nuevos insultos y palabrotas que hab{an aprendido en la escuela. Aquella pequefia coleccién de obscenidades se habia conver- tido en una pequefia valvula de escape para la agresividad que se iba acumulando durante su postracién. Quiza parezca traumatico, pero lo es mucho menos que las restricciones ali- mentarias, muy preocupantes en aquellas personas que han regresado o se hallan ancladas en la fase oral, para quienes la disminucién de las ingestas —que entrafia una satisfaccion li- bidinosa considerable- puede suponer una reduccién del afecto y dar pie a fantasias de abandono y repulsion. Una cuestién mas delicada es la actitud de las madres que obligan a sus hijos a comer: los comportamientos de este tipo pueden ocasionar graves trastornos alimentarios. La privacién de movimiento, asi como de comida, representan un castigo gravisimo para el nifio. No en vano, en el pasado ~y atin hoy— eran frecuentes los castigos en que se colocaba al nifio cara a la pared o a dormir sin cenar. Mencién aparte merecen las operaciones quirtirgicas, muy vinculadas al complejo de castracién. No es tan importante el tipo o la gravedad de la intervencién como las fantasias vio- lentas que suscitan. En algunos casos, esta angustia puede desarrollarse con independencia del grado de desarrollo psi- cosexual en que se encuentre el pequefio. El hecho de infor- DESAFIOS Y PROBLEMAS DEL ANALISIS INFANTIL 123 marle de la operacién que le espera requiere mucho tacto. Si se hace demasiado pronto, dispondra de mucho tiempo para crear una fantasia que sera dificil de controlar; si se hace de- masiad tarde, no podra preparar su defensa. Dos peligros. amenazan la psique del nifio: lo real, lo externo (el cirujano) y lo interno, que intensifica sus fantasias. En algunos casos, puede echarse mano de mecanismos de defensa bien desarro- llados, aunque por lo general no es asi y conviene evitar las neurosis y los estados de panico. EL DOLOR FISICO, LA ANGUSTIA, LA LIBIDO, LA HIPOCONDRIA La reaccién de los nifios frente a los fendmenos que afectan a su aspecto fisico puede caracterizarse como inversiones libidi- nales y agresivas, dificiles de predecir y comprender. Lo que para un nifio es un dolor insoportable y dificil de manejar, otro apenas lo percibe como tal. El umbral del dolor fisico no es tan importante como su reflejo en el plano psiquico. El dolor, en el nifio, se relaciona con fantasias inconscientes y esto se experimenta como un castigo y una amenaza. Cuan- do un evento particularmente doloroso se asocia a la angus- tia, permanecera indeleblemente grabado en su mente, lo recordara y tratara de hacerle frente, llegando a desarrollar defensas y fobias. El contenido de la imaginacién ligada al dolor puede conducir al desarrollo no solo de la angustia, sino también de la ira y la agresién, 0 la sumision masoquista y la culpa. Las observaciones de este tipo, su imbricacidn con as- pectos fisiolégicos, psicolégicos, son obviamente mas com- plejas si hablamos de la primera infancia. En las etapas em- 124 ANNA FREUD brionarias del desarrollo psiquico, el nifio no es capaz de escindir una sensacion desagradable que ocasiona el dolor y circunscribirla a una parte concreta de su cuerpo. Durante los primeros meses, ciertos sentimientos que luego no tendran ninguna repercusién dolorosa pueden experimentarse como un auténtico trauma. Al crecer, la respuesta al dolor se con- vierte en un indicador del desarrollo psiquico. Por ejemplo, la manera en que el nifio reacciona al dolor fisico durante la etapa ed{pica puede indicar al terapeuta si su masculinidad esta ligada a lo genital o si se trata de una reaccion agresiva a las tendencias pasivas. En el primer caso, el dolor fisico tiene poca importancia; en el segundo, sin embargo, una lesién, por minima e insignificante que sea, puede alterar el equilibrio psiquico. Incluso la libido se ve afectada por la enfermedad. En algunos casos, el nifio enfermo experimenta una especie de distanciamiento. Rechaza los juegos y el contacto con el mundo exterior, como si estuviese débil y agotado. Durante la enfermedad permanece inmovilizado en la cama, donde reci- be la comida y el afecto de manos de otras personas. Su acti- tud puede cambiar de tal modo que, por lo que respecta a sus reacciones, no pueda distinguirse un simple resfriado de una enfermedad més grave. La diferencia va mas alla de lo fisico. La gravedad de la dolencia no es un indicador fiable. El cam- bio tiene lugar sobre todo a nivel psiquico. El nifio ha suprimi- do toda su carga libidinal respecto al mundo exterior y con- centra todas sus fuerzas en la curacién. A medida que esta progresa, la carga se distribuye de nuevo de manera equitati- va y uniforme, aunque con cierta lentitud y sin descartar una posible recaida. DESAFIOS Y PROBLEMAS DEL ANALISIS INFANTIL = 125 HIPOCONDRIA } El término procede del latin tardio hypochondria y este a su vez del griego bxoysvépia, compuesto del prefijo vno- (hipe, «por debajo den, y 6vpos (céndros, «esternén»l. ELnombre se debe aque, antiguamen- | te, se asocié la dolencia con el abdomen. Solo mucho mas tarde se de- terminaron sus factores psicolégicos. La hipocondria es un trastorno mental que se caracteriza por una preocupacién excesiva e infundada por la salud que lleva a interpretar cualquier sintoma de manera pe- simista. El hipocondriaco vive en un estado de alarma y angustia que desemboca en una certeza delirante, refractaria a cualquier argu- mento. Los exémenes médicos y las pruebas especializadas no disi- pan sus dudas y sus miedos, que sobreviven incluso cuando se confir- ma que los sintomas son inexistentes o bien demasiado leves como para justificar esa angustia. A través de ese trastorno mental, el hipo- condriaco busca escapar de las frustraciones y los conflictos actuales [Freud traté la cuestién en Introduccién al narcisismo, 1914). Anna Freud identificé la hipocondria con una regresién que pretendia resta- blecer la unién original entre madre e hijo, con una introyeccién ex- presada por el yo adulto, que asume la parte de la madre amorosa y preocupada por el cuerpo, al que convierte en objeto de su atencién. El vinculo entre madre e hijo que se crea durante la enfer- medad también ofrece unas perspectivas psicoanaliticas muy interesantes por la relacién que mantiene con la hipocondria en los adultos. La asuncion del control pleno del cuerpo no per- tenece a la infancia. Ni tampoco se circunscribe tnicamente a Ja salud: también lo hace al cuidado personal y a la alimenta- cién. Ciertos comportamientos relacionados con este control son vistos en los nifios como una muestra de precocidad y de autonomia, aunque en ciertos casos deberian interpretarse 126 ANNA FREUD como un claro sintoma de otros problemas. Una madre se enor- gullece de que su hijo se lave las manos antes de sentarse a la mesa sin que nadie se lo diga o de que manipule los alimentos con mucho cuidado. Quiza ese nifio esté desarrollando un ca- racter obsesivo y su fijacién por la higiene denote una neurosis que le sirve para defenderse de la suciedad y la enfermedad. La preocupacién por la comida podria estar relacionada con fan- tasias de envenenamiento. De hecho, otros comportamientos que llaman mas nuestra atencién son mucho mas «normales» de lo que cabria esperar. Si el nifio no se muestra especialmente prudente, se lleva la comida a la boca sin haberse lavado las manos, come sin me- dida, corre al aire libre sin tener en cuenta la temperatura 0 las condiciones climaticas, ni que deberia abrigarse o arreglarse un poco, no hay nada de qué preocuparse. En esa etapa de su vida, la madre se ocupa de su cuerpo. Nada de eso le compete todavia. Muchos de esos comportamientos se han mantenido hasta la pubertad y se han convertido en un motivo de discu- n perenne entre los adolescentes y sus padres. La situacién cambia si observamos a los nifios huérfanos o separados de su familia e internados en una institucion. Sin su madre, se toman muy en serio el cuidado de su cuerpo. Algunos de los pacientes jovenes de Anna Freud que vivian en un centro para nifios abandonados se mostraban reacios a desnudarse por temor a contraer frio y prestaban mucha atencion a la dieta asi como a las horas de suefio nocturno. En suma, habian interio- rizado las preocupaciones que una madre suele sentir por su hijo. Como si quisieran sustituirla. Tal actitud recuerda a la que mantienen los hipocondriacos. E] adulto que sufre este trastor- no retira la carga libidinal del mundo de los objetos y la trans- fiere a su propio cuerpo. De este modo, se convierte en un DESAFIOS Y PROBLEMAS DEL ANALISIS INFANTIL 127 niiio y su yo adulto, en la madre que deberia cuidarlo. Cuanto mas fuerte sea la identificacién con la figura materna, mas susceptible se mostrara el adulto a todo cuanto pueda ocurrir- le. En el fondo, su hipocondria es una regresién en la que, a nivel inconsciente, se restituye la antigua unidad que forma- ban madre e hijo, propia de la primera infancia. LOS RETOS DEL PSICOANALISIS INFANTIL Mas alla del caso particular de'la enfermedad, el analisis infan- til comporta ciertas dificultades, tal como Anna Freud explicé en un articulo de 1968, Indicaciones y contraindicactones del andlisis infantil, cuyo titulo recuerda a otros de su padre como Una difi- cultad del psicoandlisis (1917) y Andlisis terminable e interminable (1937). El analisis de los mas pequefios plantea tres en concreto: el publico, el paciente y el analista. El publico, a partir de los primeros trabajos de Sigmund Freud, ha cambiado de opinidn a lo largo dé les afios. La his- toria, marcada por las cicatrices de dos guerras mundiales, habia Ilegado a superar el mito de la inocencia infantil y, has- ta cierto punto, se comenzaba a aceptar que el nifio experi- menta pulsiones, posee una sexualidad y un inconsciente di- namico. Ademas, la practica psicoanalitica habia pasado del ostracismo al éxito no sin polémicas e incluso escisiones, a ve- ces dolorosas. El paciente, parte crucial del analisis, siempre puede brindar la oportunidad de aprender algo nuevo e incluso participar en la mejora de conocimientos y habilidades. Anna Freud estaba segura al respecto. Sus paginas abundan en historias de pa- 128 ANNA FREUD cientes jévenes que lo han hecho. Sin embargo, la terapia tam- bién puede encontrarse con numerosos obstaculos. El mismo Freud era plenamente consciente de las dificultades que debe afrontar el trabajo psicoanalitico. La duracion de la terapia, la existencia de un final mas o menos claro, el criterio que debe emplearse para determinarlo, la fuerza de las pulsiones, los li- mites de la practica y la posibilidad de que esta tuviese una funcion preventiva eran algunos de los problemas que se plan- teaba en el texto de 1937, no sin un cierto escepticismo, acen- tuado en parte por la vejez y la enfermedad. Anna Freud creia que podian establecerse otros cuatro en el caso de la terapia infantil. Los nifios mas pequefios poseen un umbral de muy baja resistencia a la frustracién de los deseos instintivos que choca con el trabajo analitico, dedicado a forta- lecer dicha resistencia para dominar la avidez del deseo de agradar. Por otra parte, la resistencia a la angustia, todavia dé- bil, puede exacerbar los mecanismos de defensa al mismo tiem- po que se exacerban los sintomas. En tercer lugar, la etapa de desarrollo, al ser tan breve, no permite que se ponga en marcha el proceso de sublimaci6n, lo cual complica la posibilidad de satisfacer los impulsos libidinales mediante la sustitucién. Por ultimo, cabe tener en cuenta el peligro de que los mas pequefios sufran una regresién, pues su yo es todavia muy fragil y se halla en plena formaci6n. Por lo que respecta a los pacientes, especialmente nijios, el esfuerzo para mejorar el andlisis y su eficacia solo puede ir en una direccién precisa que contribuya a superar las resistencias. El objetivo debe ser ante todo reforzar el yo y sus defensas, tal como subrayé Heinz Hartmann en sus estudios y ha demos- trado el trabajo de Anna Freud a partir de su obra El yoy los mecanismos de defensa. DESAFIOS Y PROBLEMAS DEL ANALISISINFANTIL 129 En cuanto al analista, se sabe que posee una capacidad de intervencion considerable. Su personalidad, con fortalezas y debilidades, sus competencias, la presencia de los requisitos de los que hablaba Freud (el amor a la verdad, el equilibrio psiquico, la capacidad para llevar a cabo una transferencia y una contratransferencia completas) son elementos que inci- den en el éxito del trabajo terapéutico. Para Anna Freud, el buen terapeuta no tiene que inventar nada nuevo ni mostrar HEINZ HARTMANN Fe oe | | | | Psicélogo y psiquiatra austriaco, nacié en Viena en 18% y murié en | Nueva York en 1970. Hijo de un profesor de historia y una pianista, es tudié y trabajé en el Instituto de Psiquiatria y Neurologia de la Univer- sidad de Viena. En 1927, publicé Los fundamentos del psicoandlisis, obra en que senté las bases de sus futuras contribuciones al estudio del yo. Discipulo de Freud, con quien se sometié a andlisis, se convir- tié pronto en uno de los psicoanalistas mas brillantes de su genera- cidn, En 1938 se trasladé a Estados Unidos para escapar de tos nazis. | | Poco después se convirtié en miembro de la Sociedad Psicoanalitica | de Nueva York. En 1945 fundé, con Anna Freud, la revista cientifica The Psychoanalytic Study of the Child, ain vigente, y en la década de 1950 se convirtié en presidente de la Asociacién Psicoanalitica Internacio- nal (IPA). Sus obras lo convierten en uno de los principales exponen- tes, junto con Anna Freud, de la psicologia del yo. Aunque el psicoand- lisis «ortodoxo» se centra en la patologia y el ello, conviene centrarse también en el yo, al que se otorga una importancia capital en el desa- rrollo del individuo. Dicha instancia no solo se halla en una pugna con- tinua con el ello, el superyé y el mundo exterior, sino que, en su padre libre de conflictos, asume un papel fundamental para la adaptacién a la realidad y el desarrollo de la personalidad. | | LW 130 ANNA FREUD METAPSICOLOGIA ae Sigmund Freud usé el tén primera vez en una carta escrita a Withelm Fliess, con fecha del 13 de febrero de 18%, para referirse a las teorias que explican el origen de fe- ino por némenos clinicos mediante modelos abstractos. Tiene como objetivo pro- porcionar los fundamentos tedricos a la practica clinica, Describe el ori- gen, la estructura y la dinamica de los procesos mentales, asi como su papel en la economia de la energia psiquica ningtin talento creativo en particular. El] buen tera- peuta debe tener la capaci- dad de observar, explorar y comprender; ademas debe conocer y reconocer los he- chos clinicos en su origen y en su desarrollo dinami- co, saber cémo aprove- char la energia invertida y determinar con exactitud la instancia involucrada. La metapsicologia y la practica clinica deben ir de la mano. No tiene sen- tido hablar de fuerzas y conflictos si no puede de- terminarse con precision su estructura y su localizaci6n en el aparato psiquico. LECTURAS RECOMENDADAS El yo y los mecanismos de defensa El interés de Anna Freud se dirige principalmente al fortaleci- miento y la preservacién del yo, la instancia psiquica que su padre tuvo menos en cuenta, ya que la redujo a un papel se- cundario en comparacién con el ello y su presién libidinal, siempre en busca de satisfaccién, y el superyé y sus 6rdenes imposiciones, que no toleran concesiones ni componendas. ¢Qué instrumentos posee el yo para ganar terreno y defender- se de sus vecinos invasores? Los principales medios de defensa (ya conocidos por el psicoanalisis) pueden abordarse catalogan- dolos de acuerdo con situaciones ansidgenas muy especificas en las que debe defenderse y de las que existe una coleccién de historias de casos que permiten conocerlos mejor. El origen de también desempefia un papel clave. Por ejemplo, n constituye un eficaz mecanismo de defensa contra 132 ANNA FREUD los instintos; la negacién representa una proteccidon eficaz con- tra los estimulos externos; la formacin reactiva permite que el yo evite el retorno de los impulsos reprimidos; la intelectualiza- cion es un intento de asimilar los impulsos de una manera con- trolada y medida. Sin embargo, {qué impulsa al yo para elegir un mecanismo en lugar de otro? El doble origen de las amena- zas lo obliga a adaptarse constantemente y a realizar un esfuer- zo continuo para adaptar sus propias armas a la situacion y a los desafios. El yo infantil, asimismo, puede recurrir a mecanis- mos especiales que lo protejan del dolor y el peligro. Puede ne- gar las amenazas mediante los suefios diurnos 0 la inversion de una realidad dolorosa en algo que esté al alcance de sus medios. y capacidades (piénsese, por ejemplo, en aquellas fantasias en que el padre malo se convierte en un animal imaginario que defiende al pequefio de cualquier daiio). Se puede escapar de la angustia negando el origen de este dolor a través de las palabras y las acciones: la nifia que no es capaz de hacer frente a la dife- renciacién entre los sexos puede llegar a convencerse de que tiene pene y levantarse el vestido para mostrarlo a los transeun- tes y dejar constancia de la posesién del érgano cuya privacion no acepta. El deseo de evitar la reaparicién de situaciones dolo- rosas del pasado y desagradables puede empujar al yo infantil a rechazar algo que desencadenase recuerdos angustiosos. Otros mecanismos de defensa extraordinarios pueden permitir que el yo asuma el papel de agresor y escape del ataque, introyec- tando algo que causase angustia y usarlo contra el mundo ex- terior. O también puede desarrollar formas tinicas de altruis- mo con el fin de satisfacer sus propios deseos —que bajo la presi6n del superyé se consideran reprobables— en otras perso- nas. El yo renuncia a su deseo y se activa para que otra per- sona pueda satisfacerlo. De este modo, se logra aplacar el

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