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EL OBJETIVO DE LA VIDA

Principios generales de la sabiduría de la Kabala.


Cuando atravesamos nuestras barreras emocionales e intelectuales, arribamos al interrogante
fundamental y mas profundo que los seres humanos debemos cuestionarnos antes de emprender
cualquier proyecto: Cual es el sentido de la vida ? El sentido lo determina nuestro objetivo. Es decir que
el objetivo es lo que marca la dirección y razón de cualquier actividad. Por lo tanto, el interrogante sobre el
sentido de la vida desemboca en la pregunta que todos deberíamos hacernos, y es : Cual es mi objetivo
en la vida ? Encontrar la verdad, la solución para los conflictos o justificar mi egoísmo y la comodidad
momentánea. La Tora nos enfrenta constantemente a dichos interrogantes y nos ayuda a fijar los limites
entre lo real y lo imaginario. En la Parashat Nitzavim, por ejemplo, se nos presenta la siguiente disyuntiva:
"... la vida y la muerte la bendición y la maldición puse ante ti, elige la vida para que vivas tu y tu
simiente..." DVARIM / DEUTERONOMIO 30:19

Aparentemente hay una infinidad de posibilidades de elección y de objetivos. Sin embargo, la Tora nos
indica que eso es ilusorio ya que finalmente desembocamos en las dos posibilidades antes mencionadas:
la vida y la bendición o la muerte y la maldición. La Tora nos expresa elige la vida, como los padres que
aman a sus hijos y les dicen elige una parte de mi propiedad señalándoles la mejor. En hebreo el vocablo
vida/jaim es un plural sin singular, ya que la vida es infinita como lo es su raíz el Kádosh Baruj Hu. De
acuerdo a ello, cuando la Tora nos aconseja elegir las vidas se refiere a la continuidad de una vida plena
para nuestros hijos, nietos, las futuras generaciones, la sociedad y por ende el mundo. El saber elegir y
formularse la preguntas correctas es la base de todo sistema educativo, ya que quien no elige, eligen por
él.

La Tora le da al hombre los elementos para que el elija por si mismo y de esa forma haga uso de su libre
albedrío. La bendición es el altruismo ya que conduce a la vida. La maldición, por el contrario, es el
egoísmo y su fin: la disolución, la muerte espiritual; por lo tanto elige la vida.

En los primeros 6 días de la Creación el Kádosh Baruj Hu puso el bien:

... la luz era buena ... Gén 1:4 ... eso era bueno ... Gén 1:10, 12 ... muy bueno ... Gén 1:31 etc.
pero en el séptimo, en Shabat, puso kedusha y braja: ... y bendijo... y lo santifico... Génesis 2:3
No es suficiente el bien temporal de los primeros seis días de la Creación, sino que el objetivo es el
Shabat, la kedusha y la braja. Por eso, lo que parece bien en un principio no siempre es suficiente. Es
indispensable la kedusha y la braja. Solo así trascendemos la dependencia de los estados transitorios
provocados por nuestra percepción subjetiva de la realidad. El Shabat nos enseña que hay un objetivo y
un sentido en todo movimiento y actividad: la kedusha y la braja. “Elige la vida…” implica la elección de
trascender la satisfacción momentánea de nuestros deseos sin tomar en cuenta la consecuencia posterior
de nuestros actos. La kedusha nos eleva por encima de nuestra percepción limitada y egoísta de la
realidad y la vida.
Las mitzvot contenidas en la Tora nos ayudan a actuar conscientemente logrando así posponer nuestros
deseos momentáneos y muchas veces egoístas en pos del bien colectivo. La Tora nos transmite la forma
en que debemos actuar para llegar a la kedusha y la braja. El ideal de hombre que la Tora propone es el
tzadik, es decir el justo. Justo es quien hace la acción justa en el momento justo.

La justicia

De acuerdo a la Tora, la justicia es : «lo mío es tuyo, y lo tuyo es tuyo» tal como lo expresara Rabi Akiva,
el gran Sabio del Talmud y maestro de Rabi Shimon Bar Iojai autor del libro del Zohar. «Lo mío es tuyo»
significa que lo que yo poseo como individuo, no es sino para ayudar a mi semejante. Como el árbol que
es valorado por el fruto que da, lo mismo ocurre con el hombre: es superior cuanto mas da de si a la
sociedad.

«Lo tuyo es tuyo» refuerza a «lo mío es tuyo», ya que cuando todos colaboramos con nuestro semejante y
la comunidad sin esperar recompensa todos nos beneficiamos. Pero, para que esto se pueda llevar a cabo
debemos transformar nuestro deseo de recibir egoísta en altruismo, ya que el egoísmo aumenta
constantemente nuestra dependencia hacia el mundo material transformándolo en un fin en si mismo. En
general, nuestro deseo es incentivado por el anhelo de poseer mas, lo cual produce progreso material en
determinado sector a costa de un desequilibrio social, un aumento del egoísmo y por ende la disolución
de los valores espirituales, siendo el parámetro «lo que tengo» y no «lo que soy». Lo que el hombre tiene
le fue otorgado por el Kádosh Baruj Hu y por dicha razón lo importante no es lo que tenemos, dado que
eso no se encuentra bajo nuestro control, sino que el libre albedrío consiste en que hacemos con ello:
deseo de recibir egoísta o altruismo. El deseo de recibir no se puede anular ya que es la esencia del
hombre, la energía básica que nos mueve. De acuerdo a la Tora debemos educar nuestro deseo y darle la
forma correcta, es decir transformar el deseo egoísta en altruista: "No hagas al prójimo lo que no quieras
que te hagan a ti", "Amaras al prójimo como a ti mismo".

La Kabala, sabiduría interior de Israel, nos transmite la forma de cómo realizar conscientemente las
mitzvot y así darle la forma correcta a nuestros deseo, transformando nuestro egoísmo en altruismo.
El Kádosh Barij Hu es la Fuente Infinita de dar. Cuando el hombre actúa como EL, dando, se fusiona y
asocia a EL. De esa forma nuestra realidad se expande y tomamos conciencia de nuestro semejante y de
todos los ámbitos de la vida. Solo entonces el plano material deja de ser el objetivo final, transformándose,
ahora si, en un medio para el verdadero logro: la plenitud del hombre, la fusión con el Kadosh Baruj Hu.
Cada una de las diferentes ciencias, artes y formas de conocimiento existentes se concentran en
determinados aspectos de la realidad humana. Por ello debemos distinguir entre la Tora, conjunto de
principios universales que guían al hombre a equilibrar la realidad espiritual, mental, emocional y concreta,
de las diferentes sabidurías las cuales actúan en aspectos específicos de la realidad y la vida. Toda
ideología cuyo objetivo consiste en neutralizar nuestra iniciativa y libre albedrío se encuentra en sentido
inverso a la verdadera naturaleza del hombre. El equilibrio consiste en estabilizar dichas tendencias las
cuales conforman las características esenciales del hombre en un todo armónico. 

El altruismo

Lo verdaderamente Infinito que hay en el hombre, el altruismo, no se manifiesta automáticamente, sino


que esta latente en nuestro interior aguardando que creemos las condiciones para que se revele. Esto es
similar al talento con el cual nacemos. Cada niño viene al mundo con una potencialidad, lo que cada uno
tiene para dar de si como la semilla que contiene en potencia a todo el árbol y los frutos que dicho árbol
dará. Cuando la Tora es aplicada con altruismo logra educar al hombre a utilizar su potencialidad, su
talento para el bien de la comunidad y el mundo. Cuando una cultura, una filosofía o una forma de vida
genera una realidad parcial, es decir que ignora la individualidad, los valores espirituales y el libre albedrío,
esta destinada a fracasar ya que depende de parámetros temporales y espaciales que no responden a las
verdaderas necesidades del hombre. La verdadera naturaleza del hombre y la única forma de concretizar
justicia es el altruismo, lo Infinito, como lo es la raíz de todo lo creado: el Kadosh Baruj Hu.

La sabiduría de la Tora nos propone un sistema que no evade ni anula las necesidades existentes en el
ser humano sino que las armoniza. El principio general y mitzvá de la Tora, como ya fue expuesto
anteriormente es, amar al prójimo como a ti mismo. Es decir que es deber de cada uno ayudar a su
semejante a encontrar su lugar y rol para que tanto el individuo, y por extensión la comunidad y el mundo,
logren liberarse de su dependencia del deseo egoísta de recibir el cual es la raíz de todo los males.
Nuestra labor espiritual consiste en transformar el deseo de recibir, en deseo de recibir para dar- altruismo.
Y así como el cuerpo lucha ante una enfermedad, del mismo modo los hombres, células del gran cuerpo
de la humanidad, debemos unirnos ante nuestro enemigo común, el egoísmo, la verdadera enfermedad
espiritual de nuestro mundo. La única forma viable de lograr dicho objetivo es la educación, dado que toda
imposición es contraria a la espiritualidad. Pero no una educación simplemente intelectual e informativa,
sino una educación integral y formativa.

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