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En los países con mayor tasa de criminalidad es necesario un aumento de las normas que
controlen los actos señalados como perjudiciales para la comunidad. Colombia tiene una tasa
excepcionalmente alta. En 2018 se registraron 12.458 homicidios, un incremento del 3,25 por ciento
respecto al 2017 (El Tiempo, 2019). El crecimiento de estas cifras implica el desarrollo de un discurso
sobre la sociedad de riesgo de parte del Estado que justifica la intensificación legislativa de conductas
punibles. Es claro que por parte de la población surge la necesidad de que el Estado criminalice las
conductas que consideran vituperables. Estas ideas convergen en la nueva producción legislativa que le
dan paso a un crecimiento exponencial en el derecho penal. Este crecimiento tendría como objetivo
reducir las tasas de criminalidad en el país.
Sin embargo, existe un trasfondo político en el marco de producción de este tipo de leyes,
que legitiman la intervención del Estado en el ámbito privado de la población. Respecto a esto surge
una problemática frente elaboración de normas inútiles que ninguna productividad le genera a la
sociedad (J. Sotomayor y F. Tamayo, 2004). Estas leyes que no toman en cuenta el contexto social de
la comunidad generan más problemáticas a la hora de solución de conflictos en las relaciones
horizontales (relaciones entre ciudadanos). En Colombia, cada vez van en aumento las leyes populistas
que realmente no tienen utilidad para el desarrollo social (Ámbito jurídico Legis, 2019). Se desdibujan
ciertas líneas entre lo que debe ser considerado criminal y el uso del populismo por parte de los
partidos políticos para manejar la producción legislativa. Este tipo de situación puede llegar a tener un
desenlace fatal, en el que las leyes creadas ocasionen más problemas de los que se figura deben
resolver.
Bibliografía:
Méndez, A. (2019). Tras 5 años a la baja, homicidios subieron en el 2018. El tiempo.