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En un hermoso texto el historiador francés Marc Bloch definió el oficio de historiador de manera
concisa e implacable: se trata de comprender el presente por el pasado y el pasado por el presente. Leí
la frase hace casi cuarenta años y no se me ocurre una mejor manera de plantear este problema, que es
esencial para la Historia como ciencia y como disciplina escolar.
La maestra de la vida
Durante mucho tiempo se creyó que la historia contenía lecciones sobre cómo enfrentar los problemas
y que había que buscarlas: al fin –se pensaba- la naturaleza humana es inmutable y lo que fue válido
Año: 2010 - INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DE LAS SOCIEDADES/HISTORIA DE LAS SOCIEDADES
Carreras: Profesorado en Letras / Técnico Univ. en Comunicación Social - Plan de Estudios: 2000 / 2004 - Profesor responsable: Mg.
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Marcelo D. Marchionni
en el pasado también lo será en el presente y en el futuro. Los historiadores han criticado esta idea, con
razón: la realidad histórica es demasiado cambiante y compleja como para tomar ejemplo de Julio
César, de Luis XIV o de Napoleón. En ese sentido, nadie espera de la historia consejos específicos ni
tampoco predicciones puntuales sobre lo que va a suceder cada día. Ningún historiador cree tener la
bola de cristal.
Y sin embargo, la vieja fórmula encierra una verdad más profunda. Quien estudia historia se pregunta
por sí mismo y por sus circunstancias, pues quiere vivir y actuar. Quizá quiera acomodarse a esas
circunstancias, quizá pretenda modificarlas, poco o mucho, de acuerdo con sus posibilidades. ¿Nos
ordena la historia cómo actuar? No. No hay una “ley de la historia” que demuestre que el mundo
marcha hacia la democracia, el socialismo o la redención, por más que alguna de esas cosas sea valiosa
para nosotros. El sentido que le daremos a nuestras acciones lo elegimos nosotros y depende de
nuestros valores, de aquellas cosas en las que creemos.
Empero, el conocimiento de la historia nos pone en situación, nos muestra las opciones y las
limitaciones. Nos explica, por ejemplo, cómo surgió en la sociedad occidental la idea de que el hombre
tiene derechos humanos, nos muestra quienes lucharon por ellos, cómo lucharon, contra quienes lo
hicieron y cuáles son los enemigos actuales de esos derechos. La historia nos explica cómo fue la
película hasta el momento en que nosotros mismos nos convertimos en protagonistas y nos invita a
actuar sin libreto definido. Ciertamente, las posibilidades no son infinitas para cada uno de nosotros:
nadie puede modificar todas sus circunstancias. Empero, dentro de esos márgenes de determinación las
maneras de continuar la historia son distintas y la obra tiene final abierto.
El pasado conforma el presente y lo abre a la acción. Nos muestra cuáles son nuestras posibilidades,
nos invita a asumir nuestras responsabilidades y nos deja ante la acción. Nuestros hijos o nuestros
nietos nos verán como parte de una película ya definida que ellos reciben abierta. La historia, siempre
renovada, mantiene constante su invitación a pensar, juntos, el presente, el pasado y el futuro.