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La más sólida distinción conceptual (la distinción entre libertad negativa como no-impedimento y libertad
positiva como obediencia a las leyes que nosotros mismos hemos elaborado) se puede aclarar más, superando la poco
perspicua idea del no impedimento, si se la formula así:
La libertad negativa requiere que las LEYES DEJEN AMPLIO ESPACIO para que los individuos tomen
decisiones por sí solos;
La libertad positiva requiere que los individuos mismos sean autores de las leyes, esto es, requiere que la
colectividad de los ciudadanos tome las decisiones al menos sobre una serie de cuestiones fundamentales.
La libertad negativa quiere maximizar el ámbito de las decisiones privadas; la libertad positiva reivindica
decisiones colectivas. Ahora bien, si las cosas son efectivamente así, la confrontación entre los sostenedores de los
antagónicos conceptos de libertad se plantea de la siguiente manera .
1. Parece innegable que la autolegislación democrática acrecienta la libertad de los individuos ; de hecho, no
les arrebata la libertad de que gozan en el ámbito en que las leyes callan, sino que les atribuye otra adicional: la
de concurrir a la determinación de las leyes.
2. Sin embargo, los sostenedores de la libertad negativa podrían responder que nadie querría pertenecer a
una colectividad democrática de legisladores que legislase incluso sobre los aspectos más insignificantes
o privados de la vida del individuo: sería difícil hablar de libertad si las decisiones colectivas se ejerciesen en
cualquier ámbito y sin limitaciones.
Sin negar la validez de esta objeción, los sostenedores de la libertad positiva podrían, a su vez, argumentar lo
siguiente: suponiendo que se deba poner un límite a los ámbitos que las decisiones colectivas pueden
regular, ¿quién tendría competencia para fijarlo? ¿no deberían ser los propios ciudadanos quienes lo fijaran, de
modo que, una vez más, se trataría del fruto de decisiones colectivas? ¿no implica esto, entonces, reconocer
nuevamente la primacía de la libertad positiva, entendida como autolegislación, respecto de la libertad negativa?
El debate podría continuar; por el momento, nos basta con resaltar el punto al que hemos llegado: no nos
parece defendible la pretensión de identificar un aspecto del concepto de libertad con la «verdadera»
interpretación del concepto mismo. Más atendible parece la idea de que el cometido de la teoría política es construir
una visión que refleje lo mejor posible los diversos aspectos del concepto de libertad; no obstante, hay que tener
presente que no se trata en absoluto de una tarea que se pueda dar por descontada, pues las diversas dimensiones de
la libertad pueden estar en conflicto entre sí, por lo cual no está asegurado que se las pueda aunar en un
horizonte coherente. La confrontación entre las ideologías políticas de los dos últimos siglos puede
interpretarse, justamente, como una confrontación entre interpretaciones de la libertad en conflicto; con
esta clave de lectura pasaremos a describir ahora algunas líneas que nos parecen esenciales.