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“BENITO JUAREZ”
FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN
MTRA. VIRGINIA CORONA ÁNGELES
ENSAYO
ALUMNA
Yessica Espinosa de los Monteros Amador
Algunos de los temas propuestos para analizarlos y discutirlos se refieren a los derechos de
los niños y grupos socioculturales o étnicos; la cuestión de si todos los niños deben tener
derecho a la educación provista por el Estado y, de ser así, si esta educación está por
encima de las creencias y las costumbres de todos los grupos y cómo puede ser alcanzada;
el problema de la educación para una sociedad democrática; la pregunta por el sentido de la
educación, así como los ideales y los objetivos que ésta debemos plantearnos para ejercer
nuestra futura profesión.
DESARROLLO
Como sabemos, el docente es el pilar principal sobre el cual se sostiene la educación; es un
ejemplo a seguir, una autoridad, un guía, es la fuente de los conocimientos. Para ser
docente se requiere vocación o como decimos popularmente “amor al arte” y no sólo eso,
es esencial una preparación continua, una buena formación y estar consciente de que ser
maestro implica ser un ejemplo para los niños y la sociedad en general.
Es por esto que la formación docente en la actualidad es compleja si se compara con los
métodos tradicionalistas de hace algunas décadas. Es preciso enseñar a los maestros a
pensar por sí mismos, a ser críticos y reflexivos, a no requerir un instructivo sobre qué
conocimientos transmitir y de qué manera transmitirlos, a ser innovadores, a estar en
continua preparación, a no limitarse a lo que los planes y programas de estudio señalan sino
pensar en las necesidades de sus alumnos para así crear ambientes de aprendizaje
adecuados a ellos.
Hoy en día son realmente necesarios los profesores así, es importante también que sean
personas con valores bien arraigados, que los lleven a la práctica tanto en su vida
profesional como en su vida cotidiana pues los alumnos aprenden con el ejemplo. Es difícil
exigir que los alumnos cambien sus actitudes y acciones si los maestros no son capaces de
cambiar ellos mismos. Sería pertinente preguntarnos continuamente si somos congruentes
con nuestros pensamientos y acciones pues todo empieza con uno mismo.
“Todo lo cual, exige de los docentes, más que a cualquier otro profesional,
por su singular puesto en el mundo y en los procesos de transformación del
mismo, una decidida y sólida formación, sustentada en contenidos validos e
iluminada por una adecuada visión antropológica; no desligada de su entorno,
sino que en continua referencia a él, para así poder conocerlo, asumirlo y
promoverlo, llevando al hombre (al que él es y a quien educa) a Ser Plena y
Verdaderamente Hombre, recuperando con esto el auténtico significado y
vocación del docente, de la escuela y de la educación.” (Villanueva, 2006)
En los últimos años la educación de nuestro país ha puesto un especial énfasis en establecer
en sus planes y programas de estudio una educación basada en el favorecimiento y
potenciación de competencias para la vida, en las que el niño pueda conocer, hacer, ser y
actuar en su vida cotidiana, y que al término de la educación básica éste puede estar
preparado con un alcance de estándares curriculares los cuales avalen que es un ser íntegro
para enfrentarse a su realidad social. Y esto lo hace explícito textualmente en los propósitos
educativos que se establecen en cada uno de los programas.
La educación que se ofrezca en la escuela sea para la vida, ciertamente esto puede parecer
muy alentador para la mayoría, sin embargo, es muy comprometedor para aquellos que
tienen la tarea de educar.
Ya que educar para la vida comprende una formación en la que se tome en cuenta la
individualidad del niño como ser auténtico y como un ser social, al cual hay que
posibilitar su formación de la manera más óptima. Según se explica en la teleología
de Aristóteles que para que el ser humano pueda llegar a ser un ciudadano virtuoso
la consistencia está en” la realización de las potencias humanas, entre las que se
descuella el entendimiento. Con dicho desarrollo, el hombre consigue,
simultáneamente, su propio bien, su fin último, la felicidad, la virtud, y, por lo tanto,
el valor moral. “(Sáenz, 2007; 60.)
Como se puede leer ya desde mucho tiempo atrás este filósofo había estipulado bases
esenciales en relación a la educación para la vida. De tal manera que en este documento se
pretende hacer una vinculación sobre lo que actualmente se establece en el programa de
estudios de educación preescolar, para una educación basada en el desarrollo de
competencias para la vida, con lo que antaño Aristóteles proponía para el mismo fin,
haciendo especial referencia al papel del docente para hacer posible el cumplimiento de
este propósito.
Así también, una de las propuestas de este filósofo es que el conocimiento se favorezca a
partir de la experiencia del individuo con su entorno, es decir que el niño conozca a través
de los sentidos (empeireia). Este acceso al conocimiento que propone Aristóteles significa
que el estudiante aprenda a través de su experiencia con lo real; con lo observable,
manipulable, aquello que también pueda oler, probar, etc.
Siendo así que una vez que los niños han llegado al conocimiento a través de los sentidos,
éste se convierte en un recurso para favorecer en ellos procesos más abstractos, es decir que
posteriormente se puedan plantear a los pequeños situaciones en la cuales tendrán que
verse en la situación de encontrar soluciones, y ya no necesariamente acceder directamente
a lo manipulable, sino que por su experiencia estos ya serán capaces de resolverlo a través
de la reflexión.
En la guía para la educadora está establecido que los aprendizajes esperados son los que
definen lo que se espera de cada alumno en términos de saber, saber hacer y saber ser; le
dan concreción al trabajo docente, al hacer constatable lo que las niñas y los niños logran, y
constituyen un referente para la planificación y la evaluación en el aula; gradúan
progresivamente las competencias que los alumnos deben alcanzar para acceder a
conocimientos cada vez más complejos, y son una guía para la observación y la evaluación
formativa de los alumnos. Es decir, se hace énfasis en graduar el conocimiento para que los
niños accedan a conocimientos cada vez más complejos.
La tékhne (técnica o arte, los latinos traducen ars) es el saber que rige la producción de
algo, es decir, ese tipo de acción que en griego se llama poíesis. La poíesis es aquella
acción en que cabe distinguir la acción misma y su objeto. La tékhne es un saber superior a
la mera experiencia, porque mientras por experiencia se sabe de un número concreto de
casos, por tékhne se sabe de todos los casos de un mismo fenómeno. (DUERERIAS, 2011:
35)
Es decir, que el conocimiento que el niño va desarrollando sea el recurso para que éste
pueda ser y hacer. Ejemplos de ellos son; que cuando el niño está aprendiendo lo que es la
coordinación pueda ejercitarla de tal manera que el pequeño posteriormente desarrolle la
habilidad para coordinar su propio cuerpo, si se refiere al aprendizaje del conteo, el niño
consiga ser hábil para conocer las cantidades que tiene en diferentes situaciones y a partir
de ahí tome decisiones, etc. Por lo cual, el trabajo del docente consiste diseñar situaciones
didácticas y crear un ambiente de aprendizaje en el que el niño pueda llevar a la práctica lo
que está aprendiendo y desarrollar así las habilidades.
CONCLUSIÓN
Cursar esta asignatura condujo a abrir espacios de reflexión y crítica sobre las condiciones
actuales en las que se encuentra la educación en México. Se revisaron varias teorías,
pedagogías, estrategias que han formado parte de la historia de la educación y nos dimos
cuenta de que se ha evolucionado paulatinamente la concepción que se poseía sobre la
mejor forma de enseñanza – aprendizaje.
Revisar diversos contenidos que manejan diferentes posturas permite tener una visión
amplia y enriquecedora sobre la forma en que nosotras queremos conducir nuestro quehacer
docente.