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PRESENTACIÓN
Sara Ladrón de Guevara
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Zona
Zona
Centro-Norte
Centro-Norte
Zona
Zona
Altas
Altas
Montañas
Montañas
Zona
Zona
Centro
Centro
Zona
Zona
Centro-Sur
Centro-Sur Los
Los
Tuxtlas
Tuxtlas
ZonaSur
Zona Sur
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En esta página:
Arriba: yugo del entierro secundario de Carrizal,
Museo de Antropología de Xalapa.
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cos
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Río
Río San Ju
Principales sitios
5 4 arqueológicos
an
de la región Olmeca
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1 La Venta
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2 Arroyo Pesquero
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Rí
3 Los Soldados
4 Las Choapas
Río
6
5 Cruz del Milagro
Usp
9 8
6 San Lorenzo
ana
pa
7 El Manatí
7 8 Loma del Zapote
9 Medias Aguas
10 Las Limas
11 Hueyapan de Ocampo
12 Cautotolapan
Zona Sur
13 Tres Zapotes
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0 5 10 15 20
km
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33
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Las primeras ocupaciones humanas registradas en el sur de la Costa del Golfo de Mé
xico se iniciaron hace unos 4 000 años, aunque de forma variable en algunas regiones
como las cuencas de los ríos Coatzacoalcos y Uxpanapa, en Veracruz (Symonds et al.,
2002; Ortiz et al., 1997), y en los pantanos del delta del río Grijalva en Tabasco (Gon
zález, 2001; Pope, 2001; Raab, 2001; Rust y Sharer, 1988; Von Nagy, 1997). También
en la vertiente occidental de la sierra de Los Tuxtlas existe evidencia de poblamiento
temprano (Arnold, 2000; VanDerwarker, 2006).
Estas ocupaciones prehispánicas llamadas preolmecas se caracterizaron por la apa
rición de caseríos o campamentos de carácter semipermanente, asentados en las cerca
nías de los pantanos y los ríos, donde era posible explotar los recursos de las selvas y los
Leyenda
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El gran felino de Loma del
Zapote-El Azuzul, Veracruz.
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El Mascarón de Medias
Aguas, Veracruz
(foto: Hirokazu Kotegawa).
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El sitio de El Picayo,
Los Tuxtlas, Veracruz
(foto: Roberto Lunagómez).
Patrones arquitectónicos
del periodo Clásico tardío-
terminal de Sur de Veracruz.
Tomado de Lunagómez,
2011.
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Los Tuxtlas es el nombre de una pequeña región que se encuentra precisamente entre
el centro y el sur de Veracruz. Desde las perspectivas histórica, biológica y arqueológica
se ha considerado como una región que merece un trato especial en términos de desa
rrollo social, cultural y ecológico debido a las características particulares que presenta.
Delimitar Los Tuxtlas en términos geográficos y culturales ha representado un proble
ma mayor de lo esperado, ya que la noción de Los Tuxtlas como espacio geográfico y
cultural se ha modificado por las concordancias y discordancias que presenta no sólo
con la Costa del Golfo sino con el resto de Mesoamérica.
La formación de Los Tuxtlas puede remontarse a la era Cenozoica, ya que tiene conos
volcánicos activos que datan del periodo Terciario (Geissert K., 2004); la biodiversidad
de esta región es muy relevante, rica en ecosistemas tropicales, mastofauna y diversidad
de otras especies, y es una de las últimas reservas de germoplasma de México.
La necesidad de particularizar sobre aspectos económicos y sociales específicos ha
originado la división en dos subregiones: la de San Martín Tuxtla comprende los mu
nicipios de Santiago Tuxtla, San Andrés Tuxtla y Catemaco; la de Santa Marta abarca
los municipios de Soteapan, Mecayapan, Tatahuicapan de Juárez y Pajapan. Cada su
bregión presenta sus propias dinámicas étnicas, sociales, económicas y políticas (inegi,
2006), y es posible apreciar distintos procesos de aprovechamiento, utilización y mane
jo de los recursos naturales (Olavarrieta Marenco, 1977).
La conformación ecológica, topográfica, hidrográfica y biológica de la región de Los
Tuxtlas tiene tres espacios microrregionales, que constituyen la plataforma para la zoni
ficación de la propuesta de conservación y manejo de la reserva de la biosfera (áreas de
zonificación, Semarnat, 2006).
En términos estrictos, Los Tuxtlas actualmente no forman una unidad político-admi
nistrativa —y en época prehispánica tampoco—, pero s������������������������������
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presentan una unidad geográ
fico-cultural en donde, desde nuestro punto de vista, la unidad tiene que ver con una
tradición de pensamiento compartida por las diferentes sociedades que han habitado la
región desde tiempos remotos: el culto y el aprovechamiento del paisaje.
Si pensamos en la región de Los Tuxtlas de forma fragmentada, encontraremos en
las diferentes áreas que la conforman creencias y tradiciones aisladas de los diversos
grupos étnicos, leyendas y cuentos acerca de serpientes gigantes que guardan el agua
en depósitos en la cima de las montañas, sirenas que lloran en una laguna, chaneques
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I
Volcán San
Martín Tuxtla
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4 6 Lago
5 8 Catemaco
II 10
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Sierra de
Principales sitios
Santa Marta
arqueológicos de Los Tuxtlas
11 1 Tres Zapotes
2 Totogal
III 3 Picayo
Volcán San 4 Ranchoapan
Martín Pajapan 5 Comoapan
6 Matacapan
7 Laguna de los Cerros
8 Agaltepec
9 Teotepec
10 Piedra Labrada
11 San Martín Pajapan
7
0 5 10 15 20
km
Los
Tuxtlas
que viven en las cuevas, la virgen que apareció en un lago, hombres que hablan con
serpientes y saben curar sus mordeduras, mujeres que curan con piedras antiguas, la
importancia de recordar los sueños, rituales para pedir permiso de entrar en la selva,
ofrendas de flores y ceras al pie de los árboles, gente quemando copal en las milpas, re
latos de ancianas que muelen a niños de cabellos dorados para convertirlos en alimento,
los nombres verdaderos o el Señor del Monte.
Sin embargo, si pensamos en Los Tuxtlas como una unidad de pensamiento, pese a
las etnias y los idiomas, encontraremos una región en la que los diversos sistemas reli
giosos, mágicos y medicinales del mundo mesoamericano han sobrevivido por medio
de mecanismos de la tradición, fragmentándose, mezclándose y adaptándose a las ideas
y costumbres de las diferentes épocas, resultando sincréticos sistemas contemporáneos
que, en su mayoría, están y han estado durante siglos relacionados con la forma en que
el hombre vive inmerso en la naturaleza.
Si existiera un paraíso terrenal, indudablemente estaría en Los Tuxtlas, no sólo por la
exuberancia sino por la abundancia de agua y vegetación: la precipitación media anual
alcanza 4 500 mm (Castillo-Campos, 2004), y se pueden distinguir nueve tipos de vege
tación en la región: selva alta perennifolia, selva media caducifolia, bosque mesófilo de
montaña, bosque de encino, bosque de pino, sabana, selva baja inundada, manglar y
dunas costeras (Castillo-Campos, 2004).
Tlalocan es el vocablo que utilizaron los nahuas para describirle a fray Bernardino de
Sahagún el lugar de donde vienen los olmecas, un lugar paradisiaco ubicado al este de Te
nochtitlan, con una gran riqueza de alimentos, animales y otros productos, incluido el hule:
[…] Y son muy ricos porque sus tierras son muy ricas, fértiles y abundosas, donde se da
todo género de bastimiento en abundancia; allí se da mucho cacao, y la rosa o especie aro Mapa de ubicación geográfica.
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mática llamada teonacaztli, y el otro género de cacao que llaman quapatlachtli; dase tam
bién allá el ulli, que es una goma negra de un árbol que se llama ulli y la rosa que llaman
yoloxóchitl, y todas las demás rosas que son muy parecidas. [De] allí es la madre de las aves
que crían pluma muy rica, y papagayos grandes y chicos, y el ave que llaman quetzalpapá
lotl. También se traen de allá las piedras muy ricas de chalchihuites y las piedras turquesas;
allí se halla también mucho oro y plata; tierra cierto fertilísima, por lo cual la llamaron los
antiguos Tlalocan, que quiere decir, tierra de riquezas y paraíso terrenal (Santley, 2007 ).
[…]
[…] nunca jamás faltan las mazorcas de maíz verdes, y calabazas y ramitas de bledos,
y ají verde y jitomates, y frijoles verdes en vaina y flores; y allí viven unos dioses que se
llaman Tlaloque, los cuales se parecen a los ministros de los ídolos que traen cabellos
largos. […] Y así decían que en el paraíso terrenal que se llamaba Tlalocan había siempre
verdura y verano (VanDerwarker, 2006).
Si bien es cierto que en esta región no existen minas de oro, plata o turquesas, es
cierto también que debido a su ubicación geográfica Los Tuxtlas sirven como corredor
para pasar del Altiplano Central a las tierras bajas mesoamericanas, en donde sí existen
estos productos. Pensemos en esta región como un punto estratégico para el control
de los recursos y de la economía entre los pueblos del centro y el sur de Mesoamérica.
Manifestación gráfico- Sin duda debemos pensar la zona costera de la región como una ruta alterna para el
rupestre prehispánica traslado de productos, ya que se encuentra amurallada naturalmente por la Sierra de
de Mirador Pilapa, Veracruz. Santa Marta y por el océano Atlántico, hecho que facilita el control del camino. Los
Representa un venado
estudios acerca de la navegación en Mesoamérica son aún incipientes, sin embargo se
elaborado mediante abrasión
sobre roca basáltica, Museo ha demostrado que esta actividad se llevaba a cabo. Gracias a la magnitud de los asen
de Antropología de Xalapa. tamientos de la zona costera y a la cantidad de esteros que existen, no es difícil pensar
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Preformas basálticas
de la zona de Santa Marta, Señor del Monte o Señor de
Huazuntlan Veracruz foto: San Martín,
de Sergio Vásquez Zárate. Monumento 1 de Pajapan,
Archivo Fotográfico del Museo de Antropología
PiLaB). de Xalapa.
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[…] la estela de Piedra Labrada constituyó durante el Preclásico una estela que pudo haber sido
lisa o bien que tuvo inscripciones que fueron borradas al trabajar una de sus caras, que fue rebastada
bajo técnicas y formas muy distintas, las que ocurrían en el Preclásico tardío y que consistían en el
tallado en bajorrelieve sobre una superficie absolutamente plana […]. Así, las caras posteriores del
monumento muestran un pulido muy distinto a la talla que sirve de soporte a la inscripción, mien
tras que el primero es suave y redondeado el segundo busca la planimetría (Santley et al., 2000).
Entre los años 100 y 300 d.C., un fenómeno natural obligó a los pobladores de Los
Tuxtlas a realizar una movilización social dentro de la región, propiciando así cambios
en la organización sociopolítica y económica. La erupción del volcán San Martín Tuxt
la generó una gruesa capa de cenizas que cubrieron el oeste de Los Tuxtlas (Arnold
III, 2008a). Posiblemente haya sido en ese momento específico cuando se produjo un
reacomodo de la población hacia la zona de Santa Marta y de San Martín, lo que originó
la formación de nuevos centros políticos en esta parte de la región, ya que en general
los patrones de asentamiento, así como los materiales arqueológicos, muestran que el
desarrollo principal de las poblaciones que habitaron la región de Los Tuxtlas ocurrió
durante el periodo Clásico, siendo la economía y la política los factores principales que
motivaron las relaciones con otras áreas de Mesoamérica, especialmente con el Altipla
no Central, específicamente con Teotihuacan.
La conformación ecológica y la riqueza de Los Tuxtlas pudo haber sido la manzana
de la discordia entre diversos grupos sociales mesoamericanos, ya que era el lugar idó
neo para la regulación de productos endémicos y externos que se movían en Mesoa
mérica. Durante el despoblamiento que sucedió tras la catástrofe volcánica, los grupos
teotihuacanos tuvieron una mayor presencia en la región. Matacapan fue uno de los
centros políticos que adquirió gran importancia después de la erupción del volcán,
convirtiéndose en el principal centro de la zona oeste.
[…] gran parte de este crecimiento regional era consecuencia de una inmigración adicional. El
río Catemaco proveyó una ruta de transportación mayor en el oeste de Los Tuxtlas y era usada
para importar materiales en la región y exportar bienes producidos en Los Tuxtlas. Las importa
ciones incluían obsidiana desde varias fuentes, incluyendo la muy apreciada obsidiana verde de
Hidalgo (Pachuca). Las exportaciones incluían cerámica manufacturada en el centro de produc
ción intensiva local de Comoapan, mientras que la tela de algodón, el liquidámbar y las plumas de
aves tropicales pueden haber sido transportados más allá de Los Tuxtlas (Arnold III, 2008b).
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Pensamos que no es una simple coincidencia que el siglo iv marque la primera presencia
teotihuacana en Matacapan. Parece extraño que Teotihuacan haya experimentado una
convulsión potencialmente significativa en su organización política y al mismo tiempo
haya establecido un enclave distante para mantener el control sobre un sistema econó
mico y político a gran escala. Es razonable, sin embargo, que un pequeño grupo de resi
dentes teotihuacanos, posiblemente huyendo de la inestabilidad reinante en el Altiplano,
haya dirigido sus pasos a la Costa del Golfo. […] El establecimiento de Matacapan no
fue un caso simple de colonización teotihuacana, ya que involucró a individuos directa
mente identificados con la metrópoli. Es notable que las serpientes emplumadas hayan
aparecido entonces en la cerámica Rojo anaranjado de pasta fina de Matacapan. Aunque
Quetzalcóatl pudo haber sido persona non grata en Teotihuacan, fue aparentemente bien
recibido en Los Tuxtlas (arnold III y Stanley, 2008a: 309-320).
La incursión de estos nuevos grupos en Los Tuxtlas trajo consigo nuevas formas de
“saber hacer”: elementos arquitectónicos característicos del Altiplano, como el talud-
tablero y las unidades habitacionales de cuartos múltiples; el uso de pastas finas de co
lores naranjas, grises y bayos se hace presente junto con nuevas formas en la producción
cerámica, destacando las vasijas cilíndricas trípodes de soportes rectangulares en pasta
fina, candeleros, braseros con soportes antropomorfos, incensarios, figuras efigie, sellos
rectangulares, metates con soportes en talud-tablero, esculturas de Tl��������������
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loc y Huehue
téotl; nuevas formas de enterrar a los muertos y estilos iconográficos diferentes.
Además, Santley observa que en el registro arqueológico de Matacapan se puede
apreciar un cambio en la materia prima que se comerci�����������������������������
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en un momento histórico es
pecífico, mismo que resulta ser también el momento en que despunta la presencia de
la obsidiana verde en la región, así como otros caracteres estilísticos en la construcción
que evidencian una presencia claramente teotihuacana. Por eso, es muy probable que la
obsidiana que circuló en ese tiempo en la región proviniera no del Cerro de las Navajas,
sino de Zaragoza, otro yacimiento igualmente controlado por Teotihuacan o de un sitio
relacionado estrechamente con la metrópoli, como Tajín o Cantona (Santley, 2001).
Ya desde la década de los treinta Valenzuela (1945b: 81-94), al ver de cerca los sis
temas constructivos de las estructuras prehispánicas de Matacapan, sospech����������
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esta re
lación debido a la presencia arquitectónica del talud-tablero y del glifo ojo de reptil
representado en algunas vasijas. Eduard Seler atribuyó a este glifo el valor de agua o de
lluvia, Alfonso Caso (1960: 158-161) lo asoció con el estilo teotihuacano y afirmó que
era un glifo calendárico de Ehécatl, el viento, y reconoció este símbolo en Xochicalco
registrado junto al numeral nueve; esta fecha fue interpretada durante algún tiempo
como la fecha de nacimiento de Ehécatl–Quetzalcóatl. Florescano (2007) se suma a
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Las planicies del sur de Veracruz, entre las cuencas de los ríos Blanco y Papaloapan,
han sido consideradas por los estudiosos como una subárea cultural (Torres, 1970: 13)
desde hace ya varias décadas. Este medio de tierras inundables, fértiles, adecuadas para
la agricultura, fue propicio para el desarrollo de grupos humanos a lo largo de varios
siglos en etapas precolombinas. Se trata de tierras bajas y llanas, sabanas fértiles y áreas
pantanosas. Esta característica explica la construcción de montículos de tierra como
base de sus habitaciones lo mismo que de sus templos. Reconocemos aquí los patrones
urbanos de montículos alrededor de plazas, en época de lluvia apreciamos plataformas
habitacionales elevadas que permitirían la construcción de viviendas por encima de
la subida del agua. Podemos imaginar que sus ocupantes podrían desplazarse con la
ayuda de embarcaciones durante las inundaciones. Las características de la región le
permiten disfrutar de una producción agrícola excelente. Varios tributarios del Papa
loapan forman pantanos y lagunas crecientes durante la época de lluvias y dejan tierras
fértiles para la siembra.
Desde los inicios de la exploración arqueológica de este espacio (Torres, 1979: 19) se
reconoce una continuidad de montículos a lo largo de toda la subárea, lo que dificulta en
ocasiones reconocer los límites de cada sitio. Temporalmente, es evidente el desarrollo
de dos tradiciones consecutivas: la más temprana presenta un elocuente complejo de es
telas, erigidas como monumentos conmemorativos, muchas de ellas con fechas inscritas
en cuenta larga o en su expresión corta. É���������������������������������������������
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stas fueron talladas durante el periodo deno
minado como Epiolmeca, por mantener algunas de las características de los olmecas,
tales como, precisamente, la erección de esculturas monolíticas monumentales, pero en
periodos considerados fuera de la cronología olmeca, hacia principios de nuestra era.
La segunda es una tradición que desarrolló la escultura cerámica con tal maestría
que se ha descuidado el estudio de otras de sus manifestaciones, y sólo recientemente
se reconoce su importancia en términos de arquitectura de tierra, patrones urbanos y
pintura mural.
En la iconografía de las esculturas primero pétreas, en la tradición de las estelas y
luego en las esculturas cerámicas reconocemos una importante distinción estilística y al
mismo tiempo un continuum en la utilización de insignias que parecen corresponder al
Joven sedente, terracota. ámbito de lo sagrado y del poder político, que sin duda estaban asociados simbólica
El Zapotal. mente y de facto.
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2
3
n
apa
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alo
6
Pap
Río
8
Principales sitios
arqueológicos de la Mixtequilla
1 Piedras Negras
2 Cerro de las Mesas
3 El Zapotal
4 El Cocuite
Zona
5 Dicha Tuerta Centro-Sur
6 Los Cerros
7 Nopiloa
8 Tierra Blanca
9 La Mojarra
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km
Cerro de las Mesas se encuentra en el delta del río Blanco, lo que le permite el aprove
chamiento de tierras fertilizadas por las crecientes cíclicas de las aguas.
La región de La Mixtequilla carece de canteras de roca, de tal manera que las piedras
que sirvieron para ser esculpidas y erigidas como estelas debieron ser transportadas
desde importantes distancias, para seguir la tradición olmeca de erigir esculturas monu
mentales como marcadores y mementos en el paisaje urbanizado de sus centros impor
tantes.
Pero si los olmecas retrataron a sus gobernantes en colosales cabezas y monumentales
retratos, en Cerro de las Mesas vemos coronada una tradición que, también iniciada por
los olmecas, se transformó en la región de la cuenca del río Papaloapan. Si los olmecas
preferían columnas basálticas y esculturas de bulto, ahora se opta por la escultura de es
telas paralelepípedas que retratan en bajorrelieve, sobre la superficie plana de sus caras,
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La estela de La Mojarra
A diferencia del sitio de Cerro de las Mesas, donde se encontró una serie, en el sitio de
La Mojarra sólo ha aparecido una estela hasta el momento, a pesar de una exploración
sistemática y magnetométrica encabezada por Richar Diehl en 1995. El tratamiento del
personaje esculpido sobre una de sus caras muestra un estilo muy particular: su tocado
y capa son sumamente complicados y recuerdan la laboriosidad de las representaciones
de los gobernantes mayas. Pero sin duda lo más relevante de esta estela es la serie de
glifos esgrafiados sobre la superficie que, con un total de 611, muestran una escritura
congruente con la que previamente había aparecido en dos artefactos, un fragmento de
cerámica esgrafiado procedente de Chiapas y la famosa estatuilla de Los Tuxtlas. Los
trabajos de John S. Justeson y Terence Kaufman (2008a: 55) han propuesto el desci
framiento de una escritura que correspondería a una lengua protomixe o protozoque.
En todo caso, reconocemos ya un registro gráfico complejo que antecede a la escritura
maya y comparte con ésta el preciso sistema de registro del tiempo.
Esta estela, a diferencia de las anteriores, está esculpida en sus cuatro caras. La escena
que se desarrolla en bajorrelieve muestra una compleja narración en la que participan
Estela de La Mojarra. cinco personajes humanos. El principal, de mayor tamaño que el resto, muestra las
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El Zapotal
Mictlantecuhtli, Señor de los
Un equipo de investigadores de la Universidad Veracruzana, dirigidos por el maestro Muertos, en barro sin cocción
Manuel Torres, trabajó en los años setenta en este sitio, donde fue hallada la sorpren y policromado.
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Estas sorprendentes figuras son las que siempre han atraído mayor atención. Trece pie
zas se hallaban formadas en hilera del lado oeste. El viaje de las Cihuateteo como acom
pañantes del sol ocurría míticamente cada tarde, desde el cenit, donde lo recibían de los
Cihuatetéotl
de El Zapotal.
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También hechas con molde, estas figurillas de pastas de color claro y muy finas muestran
una importante deformación craneana y complejos vestidos ornados con diseños de grecas.
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También producto de moldes, se distinguen por su calidad en la región las vasijas traba
jadas en bajorrelieve. Estas vasijas eran pulidas y modificadas después de cocidas.
Si bien siempre se emplearon pastas finas para su manufactura, éstas pueden ser de
diversos colores y a veces presentan engobe. En cuanto a las formas, se trata siempre de
cajetes, pero pueden tener paredes más o menos convergentes o divergentes y algunas
cuentan con soportes trípodes.
Sin duda, el trabajo más acucioso sobre estas vasijas es de la autoría de Hasso Von
Winning y Nelly Gutiérrez Solana (1996) y en él se denomina a la cerámica de vasijas de
coradas en relieve como complejo Río Blanco. Más tarde, El Tajín habría de heredar esta
tradición y allí se manufacturó una vajilla en bajorrelieve que celebraba a un gobernante.
En El Zapotal apareció una pequeña vasija correspondiente a esta tradición. Fue
hallada como ofrenda de un entierro doble, que contenía a un adulto femenino y a uno
masculino. Su ofrenda incluía un yugo, un hacha y tres vasijas.
El entierro se halló colapsado a partir de una posición sedente, similar a la que des
criben Torres, Reyes y Ortega (1975) como patrón de posición inhumatoria recurrente.
Los huesos mostraban aún restos de cinabrio. El yugo está decorado con tres huellas de
pies humanos levemente ahondadas y pintadas de color rojo; fue hallado con los brazos
hacia abajo.
La vasija tiene forma de cajete trípode; la imagen está dividida en tres cuadretes o
tableros: hemos ubicado al centro el encuentro frente a frente de dos personajes de pie,
vistos de perfil, que llevan tocados complejos, collares, pulsera y faldellín; entre ambos
se encuentra un elemento vertical con punta como flecha hacia abajo y con corchetes en
forma de U superpuestas, similar a un instrumento identificado en otras fuentes como
Figurillas silbato instrumento musical de percusión. Los dos corchetes laterales presentan a un personaje
de El Zapotal. cada uno; si observamos solamente el tipo de faldellín, es posible que reproduzcan a los
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1
1 El Viejón
2
2 Quiahuiztlan
3 Chalahuite
4 Trapiche
5 Zempoala
6 Paso de Ovejas
7 Isla de Sacrificios Golfo de México
8 El Faisán 3
9 Loma de los Carmona 4
5
10 Tenexapan Río
11 Guajitos Ac
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12 La Polvareda
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13 Remojadas A ntigu
R ío La
14 La Joya 8
15 Centro de las Mesas 6
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pa
ama
Río J
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Zona
Centro
Río Blanco
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—Sanders, quien en 1951 recorrió la cuenca media y baja del Cotaxtla, llegó a formular
a partir de entonces su famoso axioma de determinismo ecológico: no hay desarrollos
estatales con agricultura de roza y quema—. Sin embargo, la información de los recorri
dos sistemáticos que empezaron a realizarse desde los años ochenta no sustentan dicha
propuesta: en primer lugar, la evidencia arcaica deja claro que los agricultores tempra
nos del quinto milenio a.C. ya aplicaban alegremente la roza y quema en áreas costeras
de alta humedad y, en segundo lugar, la evidencia cerámica más antigua —preolmeca y
olmeca del segundo milenio a.C.— aparece generalmente en las terrazas aluviales y los
humedales, no en las áreas semiáridas.
En la zona semiárida la evidencia más antigua parece corresponder a materiales del
Preclásico medio (800 a 400 a.C.) en la región de Carrizal, pero aun así es bastante
escasa en comparación con las fases más tardías o con las densidades de la misma fase
halladas en áreas de mayor humedad, como las cuencas medias y bajas del Cotaxtla y
del Blanco (Medellín, 1950, 1953, 1960; recorridos sistemáticos: La Mixtequilla, Stark,
1999; cuenca baja del Jamapa-Cotaxtla, Daneels, 2008; cuenca media y baja del Jamapa
y del San Juan, Heredia, 2007; Valle de Córdoba, Miranda y Daneels, 1999; Carrizal,
Donner y Hernández, 2009). Plano del Centro-Sur
Por otra parte, el segundo complejo definido por Medellín Zenil, llamado Remojadas de Veracruz, con sitios
Superior, corresponde al periodo Clásico y está dividido en Superior I o Clásico tem del Preclásico (El Viejón,
prano (100 a.C.-400 d.C.) y Superior II o Clásico tardío (400-900 d.C.), y abarca desde Trapiche, Chalahuite),
del Clásico (Paso de Ovejas,
el Cazones hasta el Papaloapan en la segunda fase, momento de su máximo apogeo. No El Faisán, Loma de los
obstante, los elementos diagnósticos que reporta no ocurren en el territorio u ocurren Carmona, Tenenexpan,
también fuera de él. Las figuras sonrientes, por ejemplo, son desconocidas en el Centro- Guajitos, Polvaredas,
Remojadas), del Posclásico
Norte, pero abarcan del Centro-Sur hasta la sierra de Los Tuxtlas. Los yugos y hachas
(Zempoala, Isla de Sacrificios,
son típicos de toda el área, mas no las palmas, que sólo aparecen en el Centro-Norte Quiahuiztlan) y del periodo
durante el Clásico tardío. Las figurillas de “dioses narigudos” y las Xipe-Tlazoltéotl son colonial (Villa Rica).
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Como indicamos arriba, la sociedad del Centro de Veracruz giraba en torno al juego de
pelota. Siempre la cancha se asocia con el espacio principal: la plaza, lugar primordial en
la concepción del espacio construido mesoamericano, cuyo origen se remonta por lo me
nos a los olmecas (La Venta). Los arreglos arquitectónicos más tempranos, que aún care
cen de cancha, están conformados por una plaza monumental de más de una hectárea de
superficie, rodeada de grandes edificios en forma de pirámides o plataformas. Esta plaza
está abierta, los espacios entre los edificios son amplios y no hay desniveles de altura que
restrinjan el acceso o el tránsito. De los edificios no queda claro cuál es el más importante,
ya que tienen alturas o volúmenes similares. Había conjuntos formales de este tipo cada
cinco o seis kilómetros, a lo largo de los ríos; la población en este momento del Protoclá
sico estaba asentada de preferencia en las terrazas aluviales. Así, se puede calcular que los
territorios que dominaban estos conjuntos arquitectónicos eran muy reducidos, de 15 a
20 km2 cada uno, con densidades de población estimadas entre 150 y 200 habitantes/km2,
o sea poblaciones totales de menos de cuatro mil personas. En vista de esto, llama la aten
ción el gran tamaño de las plazas tempranas, que con sus 10 000 m2 acomodaban de sobra
a la población total del territorio. ¿Necesitaban el espacio para realizar danzas o proce
siones, o para poder invitar y acomodar además a gente venida de los territorios vecinos?
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Páginas siguientes
Reconstrucción en 3D de
la pirámide de tierra de La
Joya: fachada principal este y
fachada norte (datos: Annick
Daneels; 3D: Giovanna
Liberotti).
Reconstrucción en 3D de
la pirámide de tierra de La
Joya: fachadas Norte y Oeste
(datos: Annick Daneels; 3D:
Giovanni Liberotti).
113
114
115
116
117
Distribución regional de
algunos estilos de esculturas
Figurillas e ideología de terracota y de piedra.
Se nota que las llamadas
Desde siempre ha llamado la atención la gran cantidad y variedad de figurillas que “palmas” sólo ocurren en
el Centro-Norte, mientras
provienen del Centro-Sur de Veracruz, tanto del Protoclásico como del Clásico, que que las sonrientes abarcan
adornan todos los catálogos de arte prehispánico que incluyen el área. Su diversidad ha únicamenate el Centro-Sur y
resistido hasta la fecha muchos intentos tipológicos, aunque hay cuatro grupos tecno Sur de Veracruz.
118
* = Quetzalcóatl
119
ajenos a los registros iconográficos de las figuras de cerámica, salvo algunas notorias ex Dios Narigudo masculino
(tipo IIA), en la posición
cepciones. Son registros simbólicos que pertenecen a otros medios, otros ámbitos. Las
típica con un brazo
figurillas no se restringen a los centros de alta jerarquía: ocurren en todos los niveles de extendido.
la sociedad, desde el caserío más pobre hasta la capital, desde la casa del campesino has
ta la pirámide, el adoratorio, la cancha de pelota o el palacio. Sus materias primas son
de las más comunes, las mismas que requiere la cerámica doméstica de almacenamiento
y servicio: no hacen falta piedras finas importadas ni pigmentos especiales como para
la pintura mural. Sólo para las figuras monumentales y el tallado de los moldes dobles
pueden ser necesarios artesanos especializados, pero para las demás su manufactura
está al alcance de todos. Por lo tanto, se consideran expresiones de una ideología popu
lar, en el sentido etnográfico de la palabra, en oposición a la ideología institucionaliza
da, políticamente manejada, representada por el ritual del juego de pelota.
A pesar de la gran diversidad entre las figurillas, se puede apreciar que existen tipos
recurrentes, que se pueden definir bien tipológicamente con base en atributos, tamaños
y acabados. Además, en estos casos también es posible mostrar que estos tipos particu
lares tienen un área de distribución bien definida, que no necesariamente coincide con
las tradiciones estilísticas regionales de la cerámica: puede ser mayor o más restringida.
Por ejemplo, las figurillas más famosas del Centro-Sur de Veracruz, las llamadas figu
ras sonrientes, tienen su mayor popularidad y calidad de producción entre el río Blanco
y el Papaloapan, siendo reportadas por miles entre La Mixtequilla y el municipio de
Joachín, y conocidas por las soberbias piezas halladas en los sitios de El Zapotal, Los
Cerros y Dicha Tuerta: grandes figuras huecas de hasta 50 cm de alto, que representan
hombres y mujeres con marcada deformación craneal, escasamente vestidos pero con
prendas muy decoradas. Fuera de esta área se encuentran hasta la cuenca del Actopan,
el Jamapa (Remojadas) y el Cotaxtla (en Plaza de Toros, Cotaxtla, Atoyaquillo), y al sur
hasta Los Tuxtlas (Tres Zapotes), pero en estos casos son piezas pequeñas de calidad
pobre, hechas con técnica mixta o molde completo, y siempre muy escasas. La repre
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130
El Centro-Sur y Mesoamérica
132
133
Tepeapulco
Altotonga
Teotihuacan Xiutetelco Ranchito
de las Ánimas
Calpulalpan
Cantona Napatecuhtlan Chachalacas
Tolme
El Seco
La Joya
Aljojuca
Tetimpa Cholula Toro Prieto
Maltrata Cerro
de las Mesas
Nopiloa
Tepeji de R.
San Juan
Ixcaquixtla Tehuacán
134
mundial” en el Clásico tardío (La Mixtequilla, Stark, 2001; Valle de Córdoba, Miranda
y Daneels, 1998; religión, Ringle et al., 1998). De forma recíproca, se observa la presen
cia de figuras sonrientes hasta la región de Los Tuxtlas y el río Coatzacoalcos, donde
ahora también ocurren yugos y hachas. Así es posible observar que para el Clásico tar
dío, mientras el conjunto del Centro-Sur sigue el patrón tradicional desde el inicio de
la era, sin abrirse a novedades, la estrecha franja meridional a lo largo del río Blanco se
reorienta e integra al dinámico eje de interacción comercial e ideológico que liga el gran
apogeo del mundo maya con las nuevas capitales epiclásicas del Altiplano.
135
El actual estado de Veracruz fue ocupado por diversos grupos humanos en la época
prehispánica, que los estudiosos han enmarcado en regiones geográficas y culturales
al tomar en consideración los rasgos culturales que presentan y centrando su atención
principalmente en las llanuras costeras y los grandes sitios. Sin embargo, aquella región
del Centro de Veracruz conformada por las tierras altas, la que limita con los estados de
Puebla y Oaxaca, ha sido sólo someramente analizada a finales del siglo xix y principios
del xx por algunos investigadores como Segura, Arroniz, Batres, Betancourt, Arroyo,
Noguera y Medellín. Ellos notaron su importancia como un espacio que formó parte de
una ruta de comunicación en el México antiguo. Recientemente en la zona montañosa
se han iniciado acciones en los sitios arqueológicos de Tehuipango, Tlaquilpa, Orizaba
y Fortín sin que hasta ahora se conozcan los resultados.
A pesar de lo escarpado del terreno en esta parte de la Sierra Madre Oriental, los
antiguos pobladores se adaptaron a la orografía natural y establecieron diversos pobla
dos, tanto en las crestas de los cerros y las pendientes de los mismos como en los valles
intermontanos. Ejemplo de estos últimos son los asentamientos humanos reconocidos
en los valles de Orizaba, Acultzingo y Maltrata.
Aquí nos enfocaremos al valle de Maltrata, donde en los últimos años se efectúa un
proyecto de investigación y colaboración entre el Instituto de Investigaciones Antropo
lógicas de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto de Antropología
Monolito de Maltrata
de la Universidad Veracruzana. Así, hemos podido profundizar en el estudio de los
Museo de Antropología antiguos pobladores y registrar y excavar diversos sitios, para comprender el desenvol
de Xalapa. vimiento de los asentamientos prehispánicos desde el año 800 a.C. hasta nuestros días
137
Cofre
de Perote
2
Ubicación de Maltrata y de
otros sitios arqueológicos
de las Altas Montañas del
3 Centro del Veracruz.
Zona
Vista panorámica del sitio
Principales Rincón de Aquila, del periodo
Altas
Volcán Pico
Montañas
de Orizaba sitios arqueológicos
de las Altas Montañas Clásico.
1 Tlacolulan
5
4
2 Xicoximalco Ubicación de Maltrata
3 Comapa en las rutas de comunicación
4 Toxpam
5 Maltrata entre la Costa del Golfo
y el Altiplano Central
0 5 10 15 20
km (Rees, 1976).
138
ote
Per
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Otumba Cofre
de Perote Veracruz
Teotihuacan Pinillo
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Popocatépetl
139
Los asentamientos
140
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142
El desarrollo cultural en el actual territorio mexicano data del periodo Preclásico (1500
a.C.-200 d.C.); en el sur de Veracruz y parte de Tabasco encontramos la primera civili
6. ??? zación mesoamericana: la olmeca. Es indudable que este foco civilizatorio se fue exten
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N Ñ
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21
20
R S
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K L M O P Q T
18
U V
17
W
16
16
15
14 Dibujo de planta
arquitectónica de una
estructura excavada en el sitio
13 Teteles de la Ermita, periodo
Preclásico.
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Las herramientas
150
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154
área de la Mixteca baja, paso obligado entre la Cuenca de México y los Valles Centrales
de Oaxaca, así como hacia la tierra caliente de Morelos y Guerrero” (Serra y Palavicini,
1996: 44, 56). Por otro lado, elementos culturales como las figurillas denominadas por
Vaillant E, E2 y G, entre otras, del Preclásico superior, algunas de ellas denominadas
jugadores de pelota, evidencian la relación con la Cuenca de México (Vaillant, 1930).
Con esto vemos que los sitios y áreas comparten características comunes y participaron
de una amplia red de intercambio por la que circularon ideas, bienes y materias primas
entre la Costa del Golfo, los valles de Oaxaca, el Altiplano Central y hacia los actuales
estados de Morelos y Guerrero, dicha red incluye a los habitantes del valle de Maltrata.
Para el periodo Clásico (150 o 200-900 d.C.), Maltrata presenta una dinámica muy
diferente en comparación con sitios de este mismo periodo de la Costa del Golfo. De
cisiva fue su posición y función en las rutas de comercio controladas por Teotihuacan,
al ser usado como un lugar de tránsito para el comercio a larga distancia y extender el
ámbito de la esfera cultural teotihuacana hasta esta región de las tierras altas del Cen
tro de Veracruz, para tener acceso al sureste, insertándose en la cultura local. Aunque
Maltrata conservó varias tradiciones culturales del periodo anterior reflejadas en los
sistemas constructivos, en parte de la alfarería, en la elaboración de herramientas líticas
y en los sistemas de enterramiento, la influencia de la cultura teotihuacana en la vida
cotidiana fue notable, sin embargo sólo dejó una parte relacionada con los productos
para el comercio a larga distancia que se distribuían como legitimadores de prestigio,
imitando algunas formas de vasijas elaboradas con barro local. Esto se refleja en la alta
frecuencia de la cerámica definida por los investigadores como Anaranjado delgado, en
las figurillas con rasgos teotihuacanos (aunque en menor proporción), junto con platos
de fondo plano y paredes divergentes con pulimento de palillos y soportes de botón, va
sijas de paredes cilíndricas con pulimento de palillos con pintura café y otras con franjas
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El Epiclásico, categoría temporal que los especialistas delimitan de 650-800 d.C. a 900-
1000 d.C., se ha definido para las culturas asentadas en el México antiguo como un
periodo de transición entre los periodos Clásico y Posclásico, cuando se produjo una
movilidad social tras la caída de Teotihuacan, hacia el año 650 d.C., al perder la prima
cía política y económica que había mantenido durante cuatro siglos, a la que siguió el
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El altépetl de Matlatan
A finales del Clásico y principios del Posclásico se dice que los grupos popolocas per
dieron importancia debido a la llegada de grupos nahuas y se organizaron en señoríos
militaristas de influencia tolteca. La historia tolteca-chichimeca narra la migración de
los nonoalca hasta la región sur del actual estado de Puebla y las zonas colindantes de
Veracruz y Oaxaca (Kirchhoff, 1940), pero al parecer no entran en Maltrata.
Por ello las poblaciones del centro de Veracruz recibieron a varios grupos proce
Figura en barro de Tláloc,
periodo Epiclásico,
dentes del Altiplano Central durante el periodo Posclásico (900-1521), que fundaron
encontrada en el sitio La numerosos asentamientos o se instalaron en otros ya existentes. De esta manera, nahuas
Mesita. del valle de México (tenochcas, tlatelolcas, tetzcocanos), de la región Puebla-Tlaxcala
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La presencia hispana
Cuando los españoles llegaron al territorio mexicano a principios del siglo xvi e inicia
ron su tránsito al centro de México, hacia la gran Tenochtitlan, no pudieron transitar
por la ruta Veracruz-México que ya estaba trazada por las poblaciones del Posclásico a
través de la actual región de Orizaba-Maltrata-Acultzingo-Altiplano, dado que los az
tecas impedían el acceso, por lo que tuvieron que abrirse paso por la región de Xalapa,
donde recibieron apoyo. Sin embargo, llegaron a Maltrata, donde se asentaron sobre y
entre los edificios construidos por los habitantes del periodo Posclásico después de que
Gonzalo de Sandoval fuera enviado a someter a los pueblos rebeldes de la región de
Orizaba en octubre de 1521, poco tiempo después de la caída de Tenochtitlan. Aunque
el valle continuó con su función de ruta de comunicación evidenciada por los caminos
empedrados que encontramos en los recorridos y la abundante presencia de cerámica
denominada mayólica, la apertura de la ruta por Jalapa, preferida por los españoles, fue
una fuerte competencia para la ruta prehispánica por Maltrata; no obstante, los españo
les ocuparon el valle y se establecieron en los lugares denominados Los Reyes Aquila,
Palos Descascarados, Parroquia de San Pedro y el Vecindario de Españoles, y en 1544
el virrey Antonio de Mendoza ordenó que se fundara la República de Naturales de San
Pedro Maltrata (García, 2004: 160-161).
Comentarios finales
168
169
171
1
3 Golfo de México
Principales sitios
arqueológicos del Centro-Norte
5
4
1 Corralillos
2 Santa Luisa
3 El tajín
4 El Pital
5 Potrero Nuevo
10
6
6 Aparicio
7 Vega de la Peña
7
8 Cuajilote
9 Los Ídolos
8
10 Las Higueras
9
0 5 10 15 20
km
Zona
Centro-Norte
172
173
174
1500 d.C.
Postclásico
1400 Cabezas
tardío Fase Pos Tajín
1300
1200 Postclásico
temprano El Cristo
1100 Fase de destrucción
1000
Fase de expansión
TAJÍN
175
La herencia teotihuacana
Juego de Pelota 11 y 11bis
Teotihuacan, la gran urbe mesoamericana durante el Clásico, generó ideas, mitos y ritua del lado suroeste de la
Pirámide de los Nichos.
les e impuso estilos y modas que se establecieron como indicadores de prestigio en todo
el territorio mesoamericano. No es raro entonces encontrar en El Tajín algunos elementos Páginas siguientes:
y maneras de hacer que proceden o al menos muestran una influencia teotihuacana. Edificio 12 de El Tajín.
176
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181
186
187
191
La influencia maya
El sitio de El Tajín guarda por otro lado notables similitudes con los sitios mayas del
Clásico, lo que nos permite reconocer una coherencia no sólo en la cosmovisión sino
seguramente también en la organización política.
En términos de organización espacial, la ciudad de El Tajín, al igual que muchas
urbes mayas, opta por la conformación de un espacio diferencial basado en alturas oro
gráficas distintas, de manera que se construye en la cima una verdadera acrópolis desde
donde se ejerce el poder no sólo simbólico sino también político real.
Se ha propuesto que la lengua que se hablaba en este sitio corresponde a las lenguas
mayanses. Se han hallado incluso en El Tajín signos de escritura maya, pero no confor
mando un texto, sino como elementos decorativos en la iconografía de sus murales. Así,
en el mural del Edificio 11 hay, en el cuerpo de la greca escalonada, glifos de kin, que
192
Vecinos cercanos
Varios hallazgos en El Tajín revelan los contactos que la cercanía geográfica con los
huastecos, sus vecinos del norte, debió permitir. Restos cerámicos, escultóricos, líticos
y metalúrgicos, aunque escasos, muestran la importación de objetos que seguramente
se acompañó del intercambio de ideas y conocimientos. Por otro lado, algunos sitios
vecinos en los alrededores de El Tajín aparentemente le anteceden inmediatamente en
el tiempo y además parecen sentar las bases de algunos elementos que se hallan en él ya
desarrollados con una mayor destreza, como la escultura en bajorrelieve.
Arturo Pascual Soto (2006: 32) refiere que los antecedentes de la ciudad ocurrieron
en el Cerro del Oeste del sitio, donde afirma haber localizado cerámica del Clásico
temprano (350-600 d.C.). Asimismo, reconoce que los asentamientos vecinos de Mor
gadal Grande y Cerro Grande, que debieron haber florecido desde entonces para luego
someterse a la rectoría de El Tajín, hacia el Clásico tardío.
Dos sitios más que pueden considerarse subsidiarios de El Tajín debido a la evidente
similitud arquitectónica son Yohualichan y Coatzintla (Ruiz Gordillo 1997: 39). Son
193
194
195
El ocaso
El Tajín fue abandonado hacia el año 1200 de nuestra era. Este fenómeno, lo sabemos,
ha sido recurrente en otras zonas mesoamericanas, particularmente en el área maya, y
es objeto de diversas explicaciones. También sabemos que una pequeña población se
mantuvo en los alrededores. Se reconocen en periodos tardíos las cerámicas diagnósti
cas totonacas y se han hallado entierros en el sitio que, aunque prehispánicos, corres
ponden a un periodo posterior a la ocupación de la ciudad. Así, los entierros excavados
en la Plaza del Arroyo a menudo se efectuaban rompiendo la calzada original y alteran
do la estratigrafía de la plaza.
El hecho de que la Pirámide de los Nichos se mantuviera a la vista en un medio cuya
vegetación se reproduce con tal rapidez y exuberancia, evidencia que este edificio si
guió siendo limpiado y mantenido. Hasta hoy, los vecinos del lugar hacen ofrendas a la
pirámide.
La arquitectura
El Tajín presenta una calidad notable en las expresiones plásticas, además, inaugura un
estilo particular que impresiona tanto en las manifestaciones escultóricas y pictóricas
como, y particularmente, en la arquitectura. ����������������������������������������
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sta ha sido objeto de innumerables estu Páginas anteriores:
dios y se reconocen algunos aspectos que se derivan del estilo teotihuacano, pero con La niebla en la sierra de la
innovaciones con gran maestría. región.
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199
200
La escultura
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La pintura
209
La cerámica
Los materiales cerámicos del sitio pueden dividirse en cinco grandes grupos, que a su
vez incluyen varios tipos cerámicos: I) Cerámica doméstica; II) Cerámica con acabado
pulido o bruñido; III) Cerámica diagnóstica; IV) Cerámica utilitaria y V) Cerámica de
pasta fina.
Los primeros cuatro grupos abarcan los tipos utilitarios, mientras que en el último se
agruparían aquellos utilizados para el ritual. En los grupos I y II se reunieron formas de
platos, cajetes y cuencos; se distingue la doméstica por su pasta burda frente al grupo
de los que tienen acabado pulido. En el grupo IV se clasificaron los comales, que son
también de uso doméstico y con una función muy específica en los procesos culinarios.
El grupo III reúne la cerámica que distingue al sitio de El Tajín. Aunque hay aquí una
clasificación de seis tipos, se trata de cerámicas de composición y decoración similar,
cuya característica distintiva es la decoración denominada de “bandas ásperas” y “ras
treado o escobillado”.
El grupo V agrupa las cerámicas de pasta fina. Aquí se ubican tipos con varios colores
que incluyen Naranja, Rojo, Negro sobre rojo, Rojo sobre blanco y Marfil. Estos tipos
son proporcionalmente más escasos que los que tienen un acabado burdo. Particular
mente hay ejemplares de pasta fina de colores crema o bayo que corresponden a una
tradición costera del Posclásico temprano y tardío y que se extienden a lo largo del
Norte y Centro de Veracruz.
En términos generales podemos decir que los tipos que caracterizan a El Tajín y que
están considerados como diagnósticos son de pasta y terminados burdos. Uno se llama
de “bandas ásperas” por su acabado, y otro tipo de vasijas grandes se conocen como Friso de la Pirámide de Los
apaxtles de baño rojo interior (Yamile Lira, información personal). Nichos.
210
Religión
Los dioses
Los rasgos de las deidades de El Tajín son compartidos por otros númenes mesoameri
canos, por eso podemos identificarlos. Utilizaremos aquí los nombres conocidos para el
centro de México; seguramente no eran los nombres con los que fueron invocados en
El Tajín, pero nos permiten reconocer claramente sus características similares. Esta co
herencia de elementos en Mesoamérica posibilita también identificar en El Tajín a algu
nas deidades que fusionaron elementos de dioses reconocidos como distintos en otros
periodos prehispánicos. Así, veremos cómo una deidad tiene atributos de la deidad de
la lluvia y de la del viento, o cómo la deidad solar y lunar es portadora del trueno o una
deidad de doble cuerpo asume atributos conocidos para el dios del viento.
Quetzalcóatl
Quetzalcóatl es la deidad que recibió un extendido e intenso culto durante el Epiclási
co, etapa de florecimiento de El Tajín. Con distintos nombres y diversas advocaciones,
con múltiples representaciones, esencialmente se pueden reconocer en El Tajín elemen
tos que revelan su importancia.
La práctica del juego de pelota está ligada al culto a Quetzalcóatl y Xólotl, de manera
que el importante número de canchas (17) para este ritual es un indicador de su culto.
211
Tláloc descendente en un
bajorrelieve de El Tajín.
212
Xólotl
Esta deidad, correspondiente al acompañante, gemelo o nagual de Quetzalcóatl, tiene
cuerpo humano y rostro de perro y aparece en El Tajín en el tablero noroeste y en frisos
llenos de volutas entrelazadas procedentes de la Pirámide de los Nichos.
Tláloc
Con sus características anteojeras y su boca dentada, Tláloc aparece representado en
varias ocasiones. Se representa descendente, como la lluvia generosa. Su rostro aparece
de frente y su cuerpo flexionado. Es interesante una representación de un personaje de
cuerpo humano, pero con máscara de Tláloc. Aparece en la misma columna en la que
en la escena vecina descendía auxiliado por cuerdas sobre un personaje femenino se
dente. En esta ocasión, al personaje se aproxima una mujer noble ataviada con el tocado
típico de Trece Conejo; acaso se trataba en esta ocasión de reivindicar la proximidad o
incluso el linaje de este gobernante con la deidad pluvial.
Mictlantecuhtli
El dios de la muerte aparece en las cuatro esquinas de la cancha del Juego de Pelota Sur.
Recuerda así la dramática asociación del juego con la muerte por sacrificio que allí ocu
rre. Está representado con la cabeza como cráneo descarnado, se observan también sus
costillas, su columna vertebral, su esternón y los huesos de sus brazos, pero sus manos
no están descarnadas. En algunos frisos aparece también el cráneo descarnado pero con
la vírgula de la palabra adornada por joyeles saliendo de su boca.
En el Tablero Noreste de la misma cancha del Juego de Pelota Sur aparece la repre
sentación del ser descarnado, esta vez descendente, se cierne sobre la víctima sacrificial
y recibe una vírgula que parece surgir del sacrificado.
Todas estas representaciones nos recuerdan a la muerte viva, como fue representada
en varios otros sitios de la costa del Golfo en el Centro-Sur de Veracruz, como ocurre en
el Señor de los Muertos en El Zapotal, en La Mixtequilla, o en el ejemplar de Los Cerros.
En todos los casos el dios se ve sonriente, fatídico, macabro, vigoroso, poderoso, vivo.
213
Dios Tajín
La escultura llamada dios Tajín, ubicada y hallada en el Edificio 5, tiene atributos de
descarnado, vírgulas sobre las cejas y porta en sus manos un objeto sinuoso que ha sido
interpretado como el relámpago.
Álvaro Brizuela ha advertido que los totonacas contemporáneos la conocen e identi
fican como divinidad Tajín, que encarna a la tempestad. En este sentido, reconoce esta
escultura como “símbolo meteórico que representa la síntesis del fenómeno climático
como viento, lluvia, rayo-relámpago y trueno” (Brizuela, 2008: 957). De cualquier for
ma debemos insistir en que tempestad no es sinónimo de huracán.
Dios Solar
En los tableros centrales del Juego de Pelota Norte, así como en un tablero de la Pirámide
de los Nichos, reconocemos un ser sedente representado de perfil y rodeado por diseños
de plumas que forman una especie de rodela. Este diseño nos permite equipararlo con
el sol. Lo circundan los cuerpos de dos serpientes emplumadas entrelazados. Aparece
sentado sobre un trono, símbolo de poder, similar al que usa Trece Conejo en su entroni
zación sobre un relieve de las columnas. Hemos mencionado ya que Galindo propuso la
identificación de este ser con el sol, rodeado por las serpientes que representan a Venus,
cuyo paso por el firmamento sigue y rodea la eclíptica solar (Galindo, 2004: 383). La muerte representada
En el tablero central sur del Juego de Pelota Sur aparece sobre las almenas de la es con la vírgula de la palabra
tructura arquitectónica central un personaje, de nuevo sedente y de perfil, parcialmente enjoyada.
cubierto por un diseño solar. Lleva en la mano un diseño sinuoso que ha sido interpreta
Dibujo de un sacrificio
do como el relámpago, que también porta el conejo, asociado con la luna en este mismo representado en bajorrelieve
tablero. Nuevamente aparece el símbolo del trueno, que da nombre al sitio en totonaco. sobre una columna
de El Tajín.
¿Dios Huracán?
Tablero de El Tajín que
Desde las exploraciones de José García Payón se señaló a Huracán como la deidad representa a un jugador
principal de El Tajín. Esta idea ha sido aceptada y reproducida por varios autores. La de pelota.
214
El juego de pelota
El juego era mucho más que un deporte. Su enorme expansión en Mesoamérica, la gran
cantidad de canchas que evidencian su práctica particularmente durante el Epiclásico,
aunque no son exclusivas de este periodo, dan cuenta de la importancia no solamente ri
tual sino, seguramente también, política y económica. En términos simbólicos se trataba
de la escenificación del enfrentamiento cósmico de las fuerzas contrarias que hallan en el
juego el equilibrio procurador de la supervivencia. Sus alineaciones señalan la eclíptica
solar que habría de delimitar el cosmos en su recorrido por las esquinas del mundo du
rante los solsticios. Al final del juego se decapitaba a un jugador, sacralizando su muerte
ofrecida a los dioses como alimento necesario para que siguieran creando vida.
215
216
Cosmovisión
217
El altar procedente del Edificio 4 del sitio de El Tajín es absolutamente congruente con
imágenes de códices y otros documentos gráficos mesoamericanas que tenían por obje
tivo representar el orbe. Su imagen es rectangular; en su centro horadado se ha repre
sentado la imagen del sol, identificable por las plumas que lo ornamentan y las flechas
que lo atraviesan, pues, como sabemos, las flechas aluden al carácter guerrero del sol.
En los extremos inferiores izquierdo y derecho hay representaciones de agua asocia
da a los perfiles de una cabeza de serpiente estilizada con cejas de volutas.
Alrededor del diseño del sol, dos cuerpos de serpientes ornados de plumas lo rodean en
roscándose dos veces, una abajo y otra arriba del diseño solar. Cada nudo descrito por los
cuerpos de las serpientes forma el conocido glifo de movimiento conocido como ollin en
náhuatl. Todo este diseño descansa sobre un altar que a su vez se asienta sobre una tortuga.
Hay cuatro personajes humanos en la escena. Los centrales, principales, son de edades muy
distintas. El viejo se reconoce por tener arrugas en el rostro y porque porta símbolos asocia
dos con la muerte, como el cuchillo sacrificial y una mano mutilada en el tocado. El personaje
joven, en cambio, lleva un atado de cañas, símbolo del renacer del Fuego Nuevo cada ciclo
de 52 años. Mientras estos dos varones pisan el suelo, los otros dos, que parecen secundarios,
tienen los pies inmersos en el agua. Ambos cargan bolsas de copal. Los cuatro personajes
tienen tras sus tocados el emblema omnipresente de la deidad en El Tajín, el ojo de volutas.
Esta es la representación ideal de un universo cuadrangular, heliocéntrico, compues
to de agua, tierra, fuego y viento, integrados y arreglados por el quinto elemento esen
cial: el movimiento, el que soluciona el paso alternado entre contrarios, el que permite
el movimiento de los astros alrededor del plano terráqueo, alrededor de un eje, el que
soluciona la oposición de contrarios, el que se reproduce en el ritual del juego de pelota
y acaso, de alguna forma, también en la transición de poder de un señor a su heredero.
No sólo en la iconografía hemos reconocido la coherencia de la cosmovisión de El
Tajín con el resto de Mesoamérica; resaltaremos aquí la correspondencia del plano ur
banístico de la ciudad con la imagen del universo. En efecto, si revisamos ahora el plano
de El Tajín, el mismo que a muchos pareció azaroso, reconoceremos la reiteración de
los elementos simbólicos principales en la escena descrita.
Al centro de la ciudad se erige la Pirámide de los Nichos, cuyo número, 365, no podía
aludir con mayor claridad al sol y su recorrido por el cosmos.
El agua transcurre al lado este y oeste del centro ceremonial por los arroyos que
corren norte-sur. Del mismo modo, la gran área mesoamericana estaba rodeada en los
lados este y oeste por el agua.
El aire evocado por las serpientes emplumadas en todo el sitio, también está repre
sentado en la construcción llamada Gran Xicalcoliuhqui, cuya planta describe un cara
col cortado, geometrizado, cuyo número probable de nichos, 260, alude al calendario
ritual que corría conjuntamente con el de 365 para medir el transcurrir del tiempo.
La tierra es el asiento de toda la ciudad y en el altar está representada por la tortuga
vista de perfil, que sirve de asiento a la representación del altar mismo, ubicado al cen
tro de la ceremonia.
El movimiento, que se representaba en el altar mediante los cuerpos anudados de las ser
pientes, aparece en el plano mediante la construcción de las canchas que eran sede del juego
de pelota, ritual que evocaba este transcurrir cíclico entre contrarios que significa la vida.
Este movimiento astral y cíclico es equiparable con el transcurrir del tiempo. La obsesión
por la cuenta del tiempo tiene que ver con ese movimiento cósmico. De esta forma, podría
mos reconocer que la imagen del cosmos mesoamericano no es solamente tridimensional, si
consideramos las cuatro direcciones como la horizontal y los niveles superpuestos como la
vertical, sino que se reconoce una dimensión más, la del tiempo, eje del movimiento solar al
rededor del plano terrestre. El transcurrir del tiempo es conceptualizado como el movimien
to, ollin. El tiempo es la otra dimensión, la que permite el cíclico devenir de la existencia.
De la misma manera que los cuerpos de las serpientes emplumadas representadas en
el altar rodean y se enredan alrededor del sol, los paseantes en la ciudad de El Tajín se
ven obligados a zigzaguear alrededor de los edificios para desplazarse en el sitio. A dife
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El registro del paso del tiempo fue un asunto absolutamente relevante en toda Mesoa
mérica. La medición del tiempo incluía dos cuentas calendáricas que avanzaban cíclica
y simultáneamente. El conocimiento de los ciclos era un asunto de poder, pues signifi
caba la predicción de los ciclos de los astros, de las temporadas de lluvia y sequía y por
lo tanto de la siembra y la cosecha. Incluso la fecha de nacimiento conformaba parte
del nombre tanto de los hombres como de los dioses, pues ésta significaba también el
augurio de su carácter, de sus habilidades, de sus inclinaciones.
Podemos reconocer que en El Tajín se compartía esta inquietud tanto por el registro
de nombres de personajes en el que, de hecho, sólo se consignó la fecha, como por la
representación de atados de caña, símbolos comunes para representar la celebración
del Fuego Nuevo, que ocurría en Mesoamérica cuando las dos ruedas calendáricas co
menzaban sincrónicamente. Esto ocurría cada 52 ciclos de 365 días, equivalentes a 73
ciclos de 260 días.
Sorprendentemente, en El Tajín se representaron también los ciclos calendáricos en
la arquitectura: el Edificio 19 del Grupo del Arroyo proyecta su sombra sobre la balaus
trada poniente de la escalinata norte durante el equinoccio (Galindo, 2004: 386), como
en la ciudad maya de Chichén Itzá, donde los 18 cuerpos de El Castillo representan las
18 veintenas del año y cuya sombre semeja una serpiente descendente. Además, al igual
que El Castillo, el Edificio 19 tiene cuatro escalinatas, una en cada fachada, marcando
a grandes rasgos los cuatro rumbos y estableciéndose como centro, que acaso lo fue en
los albores de la ciudad.
La Pirámide de los Nichos, estructura piramidal central del sitio, tiene 365 nichos,
con lo que manifiesta materialmente la cuenta calendárica del ciclo solar. Además, aun
que hoy sólo restan 15 nichos sobre sus escalinatas, se calcula que se desplomó una serie
de más de tres nichos, con lo que se marcarían las 18 veintenas. Otro número signifi
cativo es el 52, que es el número de años que forman un ciclo y que corresponde en la Páginas anteriores:
fachada a los nichos que la escalinata dejó al descubierto, así como al número de nichos Altar del Edificio 4
en el cuarto cuerpo del edificio. de El Tajín.
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ABREVIATURAS
CONABIO – Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad
CONAPO - Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas
INECOL – Instituto de Ecología (UV)
INE – Instituto Nacional de Ecología, A.C.
INI – Instituto Nacional Indigenista
INAH – Instituto Nacional de Antropología e Historia
INEGI – Instituto Nacional de Estadística y Geografía
FAMSI – Foundation for the Advancement of Mesoamerican Studies, Inc.
MAX – Museo de Antropología de Xalapa
MNA – Museo Nacional de Antropología
PiLaB – Proyecto Arqueológico Piedra Labrada
UNAM – Universidad Nacional Autónoma de México
PSSM – Programa Sierra de Santa Marta A.C
UADY – Universidad Autónoma de Yucatán
UV – Universidad Veracruzana
SEMARNAP –Secretaría de Medio Ambiente Recursos Naturales y Pesca
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