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La arquitectura (del latín architectūra, architectūrae, a su vez del griego antiguo

ἀρχιτέκτων, architéctōn, ‘arquitecto’ o ‘constructor jefe’, compuesto de ἀρχός,


archós ‘jefe’, ‘guía’ y τέκτων, téctōn, ‘constructor’) es el arte y la técnica de
proyectar, diseñar y construir edificios,1 modificando el hábitat humano y
estudiando, la estética, el buen uso y la función de los espacios, ya sean
arquitectónicos o urbanos.2

La arquitectura nació con el hombre de la prehistoria, durante el Neolítico, cuando


diversos grupos humanos desarrollaron un estilo de vida sedentario basado en la
agricultura. Este nuevo modo de vida conllevó al desarrollo de viviendas estables y
recintos ceremoniales,2 los cuales fueron evolucionando estéticamente a partir de
elementos simbólicos presentes en el contexto sociocultural donde se desarrollaban.
Así surgieron, por ejemplo, los dolmenes y crómlechs en Europa, construidos con
enormes bloques de piedra. A medida que las sociedades se hacían más complejas y
extensas, surgieron los primeros núcleos urbanos cerrados, con viviendas agrupadas
en torno a lugares sagrados. De esta forma nacieron las altas culturas de Medio
Oriente: Mesopotamia y Egipto, que legaron numerosas obras arquitectónicas, de las
que destacan, por ejemplo, los sistemas de irrigación, los zigurats, los templos y
las pirámides.3

Fueron los antiguos griegos y romanos quienes perfeccionaron la arquitectura,


sentando las bases de la arquitectura clásica y convirtiéndola en punto de
referencia para los siglos venideros. Durante esta etapa se desarrollaron los arcos
y columnas estilizadas, se trabajaron la piedra caliza y el mármol, los sistemas de
irrigación y acueductos, ciudades saneadas y se dio origen al concreto. Como
ejemplos del alto grado de desarrollo arquitectónico durante aquella época, se
tienen al Partenón de Atenas y al Coliseo romano.4
Según el tópico popular, en el tratado más antiguo que se conserva sobre la
materia, De Architectura, de Vitruvio, en el siglo I a. C., se dice que la
arquitectura descansa en tres principios: la Belleza (Venustas), la Firmeza
(Firmitas) y la Utilidad (Utilitas). La arquitectura se puede definir, entonces,
como un equilibrio entre estos tres elementos, sin sobrepasar ninguno a los otros.
No tendría sentido tratar de entender un trabajo de la arquitectura sin aceptar
estos tres aspectos.

Sin embargo, basta con leer el tratado para percatarse de que Vitruvio exigía estas
características para algunos edificios públicos muy particulares. De hecho, cuando
Vitruvio se atreve a intentar un análisis del arte sobre el que escribe, propone
entender la arquitectura como compuesta de cuatro elementos: orden arquitectónico
(relación de cada parte con su uso), disposición («las especies de disposición […]
son el trazado en planta, en alzado y en perspectiva»), proporción («concordancia
uniforme entre la obra entera y sus miembros») y distribución (en griego οἰκονομία,
oikonomía, consiste «en el debido y mejor uso posible de los materiales y de los
terrenos, y en procurar el menor coste de la obra conseguido de un modo racional y
ponderado»). Sus dudas al respecto son bastante intensas, pues cuatro páginas más
adelante divide la arquitectura en tres partes: construcción, gnómica y mecánica.
Por interesante y sugerente que sea, no debe olvidarse que este tratado es el único
tratado clásico que nos ha llegado, y la probabilidad de que sea lo mejor de su
época es pequeña.

La historia de las diversas versiones del tratado de Vitruvio resume bien el


conflicto a la hora de definir la arquitectura. En 1674 Claude Perrault, médico
fisiólogo especializado en disección de cadáveres y buen dibujante, publica su
traducción resumida del tratado de Vitruvio, que queda totalmente reorganizado. El
resumen de Perrault es el medio por el que se conoció Vitruvio y que desde entonces
influyó en los tratados y teorías de los siglos siguientes. En ese resumen en el
que la tríada vitruviana va a ver la luz.

En general, los más reconocidos arquitectos del siglo XX, entre los que se puede
mencionar a Mies van der Rohe, Le Corbusier, Frank Lloyd Wright, Louis Kahn, Alvar
Aalto, Luis Barragán, Tadao Ando, Richard Meier, César Pelli o Pedro Ramírez
Vázquez han dado a su oficio una definición distinta, enfocando su finalidad de
manera diferente. William Morris, fundador del Arts and Crafts

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