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Las históricas relaciones dominico-venezolanas y la migración venezolana

hacia nuestro país.


A raíz de todo el revuelo que causa la migración venezolana en toda la región
latinoamericana y en especial en la República Dominicana, a veces con sesgos
xenofóbicos, es altamente necesario que conozcamos y difundamos la historia de estas
dos naciones y saquemos cuentas de nuevo.
Las naciones venezolana y dominicana han estado unidas por fuertes vínculos
culturales, políticos, económicos y geográficos, incluso desde la época precolombina.
Las razas indígenas que poblaron nuestra isla, también se encontraban en el norte
del subcontinente sudamericano, en los territorios que hoy ocupan Venezuela y
Colombia. Por tanto, existen las hipótesis de que por lo menos dos de las tres razas que
poblaban la isla de Haytí, provinieron de la citada zona; los Caribes y los Taínos, estos
últimos descendientes directos de los Arahuacos, probados pobladores de la Venezuela
precolombina, de quienes aprendieron la pesca y la habilidad para navegar y con
quienes coexistieron.
En los años en los que Santo Domingo era el centro del nuevo mundo, donde se
colocó la primera calle, la primera catedral, los primeros cabildos y muchas otras
instituciones y edificaciones, pero, sobre todo, la primera universidad, venían de todas
partes de las colonias españolas a estudiar a la ciudad primada de américa, gente joven y
según el historiador Sergio Reyes, ‘‘las más beneficiadas de ese intercambio cultural
fueron Cuba y Venezuela’’.
Venezuela dio cobijo y apoyo logístico a héroes dominicanos. José Núñez De
Cáceres, padre de la Independencia Efímera, tras la ocupación haitiana y, por
consiguiente, el fracaso de su proyecto independentista, tuvo que exiliarse en
Venezuela.
También se exilió en Venezuela Juan Pablo Duarte, para salvar la vida y poder
continuar su contribución económica y de ideas a la independencia dominicana. Más
tarde, cuando la patria corría peligro nueva vez, los venezolanos ayudaron a Duarte con
recursos y pertrechos para regresar y ponerse a la orden de la causa restauradora. Sin
embargo, regresó a Venezuela, enviado como parte de una artimaña para sacar su gran
amenaza del escenario político nacional, a recolectar apoyo logístico, misión que
humildemente aceptó y cumplió; los venezolanos contribuyeron nueva vez y como acto
último de hospitalidad, le acogieron hasta el día de su muerte.
Durante la tiranía trujillista también nos acompañaron y ayudaron los venezolanos.
Igual que en Cuba, nutridos grupos de conspiradores hallaban en Caracas, libertad y
respaldo para planificar sus proyectos contra el régimen. Muchos exiliados dominicanos
de la era, iban a parar a Venezuela y se les acogía con fraternidad. Tal fue el apoyo de
Venezuela en la lucha dominicana contra la dictadura, que el propio presidente
venezolano, Rómulo Betacourt, con cuyo nombre se adornan calles y avenidas de
nuestro país, alzó su voz en contra del sátrapa dominicano en cuantos escenarios
internacionales pudo hacerlo. Ello le valió un atentado con explosivos en su contra,
ordenado por Trujillo, que casi le cuesta la vida.

Israel Castillo de Jesús


En años posteriores a la dictadura trujillista, en los años 70 y 80, una importante
ola migratoria de dominicanos llegó a la República Bolivariana de Venezuela en busca
de una mejor vida, aprovechando la apertura que en esas décadas dio su gobierno en
ocasión de su expansión petrolera. Muchos de nosotros tenemos a algún familiar que
viajó a Venezuela en esa época.
La clase artística dominicana fue una gran beneficiada de las relaciones con
Venezuela, en especial los merengueros durante las décadas de los 80 y 90, quienes
tuvieron gran éxito en tierras bolivarianas. Todavía en la actualidad, nuestros
merengueros gozan de gran popularidad en la hermana nación y allí se baila el
merengue tanto como en Santo Domingo.
Tenemos tantas cosas en común, que hasta en la fisionomía de ambos nacionales,
hay similitudes. También el lenguaje; palabras como vale, coño y vaina, son parte
común de nuestras jergas.
Y, por si fuera poco, nos une el mismo deporte, la misma pasión por el béisbol.
Para muestra un botón; en el año 2017, en las Grandes Ligas Del Béisbol jugarán al
menos 97 dominicanos y 76 venezolanos, ocupando las posiciones número 2 y 3
respectivamente entre las nacionalidades que jugarán en la gran carpa, detrás de Estados
Unidos.
Esta tradición de hermandad dominico-venezolana fue continuada por presidentes
como Carlos A. Pérez, Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Los dos últimos, en especial
Chávez, dieron un trato en extremo deferente a la República Dominicana, pues cuando
los precios del petróleo alcanzaron alzas históricas y nuestra economía se sintió
presionada, nuestro país accedió a través del acuerdo de Petrocaribe, a petróleo ‘‘fiao’’
con muy cómodas facilidades de pago y con posibilidad de pagos parciales en especie,
como el caso de las habichuelas negras.
Hoy en día la República Dominicana, por causas de una aguda crisis política y
económica en Venezuela, está recibiendo una importante ola migratoria de venezolanos.
Estos ciudadanos venezolanos salen de su país, forzados por la presión de una situación
nacional que no les permite vivir allí, salen por la fuerza. Y llegan a nuestro país,
motivados por las históricas relaciones entre nuestros pueblos, por la similitud entre
nuestras culturas, que les permite adaptarse rápidamente y alentados por la estabilidad
económica y social dominicana, que les ofrece la posibilidad de ganarse la vida, aunque
sea duramente, en tanto su patria se estabiliza.
Debemos ser solidarios en estos momentos de dificultad con nuestros hermanos
venezolanos, que históricamente nos han tendido la mano y hoy necesitan de la nuestra.
Así que cuando usted vea a un venezolano vendiendo café o empanadas, cómprele algo,
que eso no lo hará más pobre a usted y ayudará a ese ser humano, por lo menos, a
sobrevivir.

Israel Castillo de Jesús

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