Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
“La mayor señal del éxito de un profesor es poder decir: Ahora los niños trabajan
como si yo no existiera.” María Montessori
Dicen que las personas somos lo que comemos (cuerpo), y yo añadiría que
también somos el resultado del tipo de educación que hemos recibido (mente).
Las buenas prácticas educativas dejan huella, dejan la impronta necesaria para
que las personas podamos desarrollarnos de forma autónoma a la largo de
nuestra vida. En cambio, las malas prácticas educativas dejan cicatrices que
impiden que las personas alcancemos nuestra máxima plenitud, limitándonos e
impidiéndonos la adaptación a situaciones cambiantes.
Todos tenemos en nuestro interior huellas y cicatrices educativas. Eso es
inevitable en un proceso tan complejo como es el aprendizaje. Por ello, es
necesario que tratemos de identificarlas: las huellas para seguirlas y encontrar el
camino correcto; las cicatrices para intentar curarlas y que no nos impidan
avanzar.
El problema para los educadores es saber si nuestra acción educativa deja huellas
o cicatrices (entendamos educadores en sentido amplio ya sea desde la familia, la
escuela o la “tribu”). Porque partamos de la premisa de que ningún educador
pretende dejar cicatrices de forma consciente, sino más bien al contrario todo
educador pretende dejar huella.
Al margen de la familia y la tribu, me gustaría desenmascarar 5 tópicos educativos
escolares que, sin ser conscientes, pueden causar cicatrices: