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LA IMPORTANCIA DE LA CENA DEL SEÑOR

I. INTRODUCCIÓN.-
1. 1 Corintios 11: 23 – 26; Luc. 22: 7 – 15.
2. El servicio de la Santa Cena es una ocasión solemne y de escudriñamiento del corazón, de regocijo y de
expectación. Planeado y llevado a cabo en forma adecuada, trae ánimo y renovación espiritual a la
congregación.

3. “Todas las cosas relacionadas con este rito deben sugerir una preparación tan perfecta como sea posible...
Esta ceremonia no ha de realizarse en forma indiferente” (Ev. 205).

4. Por lo tanto, debemos ser conscientes del significado importante que tiene la Santa Cena para nuestra salud
espiritual, motivo por el cual compartiremos en esta ocasión la importancia que tiene la Santa Cena y la
preparación previa para poder participar de este rito.

II. EL LAVAMIENTO DE LOS PIES (O RITO DE HUMILDAD)


1. Juan 13: 13, 14.
2. El lavamiento de los pies era una costumbre de la época de Jesús. A todo huésped que llegaba, los sirvientes
le lavaban los pies para sacarle el polvo como señal de hospitalidad. Esta ceremonia humillante fue
transformada por nuestro Señor en rito consagrado que debía ser observado por los discípulos, a fin de que
recordasen siempre sus lecciones de humildad y servicio.
3. “Ahora habiendo lavado los pies de los discípulos, dijo: Ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho,
vosotros también hagáis”.
4. “Este rito es la preparación indicada por Cristo para el servicio sacramental. Mientras se albergaba orgullo, y
divergencia y se contiende por la supremacía, el corazón no puede entrar en comunión con Cristo. No
estamos preparados para recibir la comunión de su cuerpo y su sangre. Por esto Jesús indicó que se
observara primeramente la ceremonia conmemorativa de su humillación” (DTG. 605).
5. La experiencia espiritual que encierra el acto del lavamiento de los pies deja de ser una costumbre común
para convertirse en un rito sagrado. Conlleva un mensaje de perdón, aceptación, certeza y solidaridad,
primeramente, de Cristo al creyente, pero también entre los mismos hermanos.
6. En el acto del lavamiento de los pies de los discípulos, Cristo ejecutó una limpieza más profunda, la del
corazón manchado de pecado. Jesús quería lavar el enajenamiento, los celos y el orgullo de sus corazones...
El orgullo y el egoísmo crean disensiones y odio, pero Jesús se los quitó...Mirándolos, Jesús pudo decir:
“Vosotros limpios estáis” (DTG. 603).

III. LA CENA DEL SEÑOR.-


1. 1 Corintios 10: 16
2. La Cena del Señor es una participación de los emblemas del cuerpo y la sangre de Jesús como expiación de
fe en El, nuestro Señor y Salvador. En esta experiencia de comunión Cristo está presente para encontrarse
con su pueblo y fortalecerlo.
3. El pan que representa el cuerpo de Cristo, elaborado previamente por las diaconisas, no se transforma en
nada, ni tampoco el vino que representa la sangre derramada en la Cruz del Calvario. El vino sigue siendo
vino y el pan no deja de ser pan; sin embargo, estos son símbolos que representan la presencia de Cristo, en
ocasión de la Santa Cena y su muerte expiatoria hasta que venga por segunda vez a buscarnos.

4. La Santa Cena es tan importante y vital como el bautismo. El bautismo es indispensable para testificar
públicamente que una persona está aceptando a Cristo como su único Salvador y que vive con Cristo por
medio del Espíritu Santo. Y la Santa Cena es indispensable como testimonio de lo que ocurre al poner en
práctica el cristianismo. El bautismo es un símbolo de la limpieza de nuestros pecados pasados.

5. La Santa Cena es el lavamiento de nuestros pecados presentes que como cristianos podemos cometer en
nuestra experiencia diaria, mientras crecemos en la victoria sobre su tendencia pecaminosa.
6. Estos símbolos nos proveen la oportunidad de manifestar nuestra fe en la obra redentora de Cristo; y son
los medios para expresar nuestra confianza en su poder, que nos permite vivir, constantemente, en armonía
con El.
7. La Cena del Señor debe ser una ocasión de gozo, y no de tristeza. El servicio de humildad que lo precede
provee la oportunidad de realizar un auto examen, confesar los pecados, reconciliar las diferencias y
perdonarse mutuamente las ofensas.

IV. LA CENA DEL SEÑOR REEMPLAZA EL FESTIVAL DE LA PASCUA DE LA ÉPOCA DEL ANTIGUO PACTO.

1. Conmemoración de la liberación del pecado .- Tal como el festival de la Pascua conmemoraba la liberación
de la esclavitud en Egipto, la Cena del Señor conmemora la liberación del Egipto espiritual, la esclavitud
del pecado. (Éxodo 12: 3 – 8; Juan 6: 54).

2. La comunión colectiva con Cristo.- En este mundo lleno de divisiones y conflictos, nuestra participación
colectiva en estas celebraciones contribuye a la unidad y estabilidad de la iglesia, demostrando verdadera
comunión con Cristo y con los hermanos.

3. Anticipación de la segunda venida .- (1Corintios 11: 26) El servicio de la Comunión abarca el tiempo que
transcurre entre el calvario y la Segunda Venida. Mantiene unidos el sacrificio del Salvador y su Segunda
Venida: Salvación provista y salvación consumada. Proclama que Cristo está presente por medio del
Espíritu hasta que venga en forma visible.

V. QUIÉNES PARTICIPAN

1. Todos los que lo desean en su corazón, después de haber comprendido su importancia. El ejemplo de Jesús
de incluir a Judas en el servicio donde se instituyó la comunión demuestra que la participación no debiera
limitarse sólo a los cristianos ejemplares. Porque, ¿quién puede leer el corazón? (DTG. 612).

2. El pecado abierto excluye a una persona de participar de la Santa Cena. Esto lo enseña claramente el
Espíritu Santo (1 Corintios 5:11).

3. Los niños no debieran participar hasta que tengan la madurez necesaria como para recibir la instrucción
formal del significado de esta ceremonia religiosa y se entreguen a Cristo por medio del bautismo.

VI. ¿Y EL QUE NO PARTICIPA DE LA SANTA CENA?


1. La celebración de la Santa Cena me ofrece una oportunidad para crecer en la fe. Si acepto a Cristo
participo de ella; si no participo lo rechazo.
2. El cristiano que se resiste a participar de la Santa Cena es un cristiano que padece “amnesia espiritual”.
3. Lo único que debe dejarnos sin participar es nuestra incredulidad, pues si creemos, participamos, aunque
hayamos pecado. Al hacer esto, declaramos nuestra fe en Cristo porque la única solución para el pecado
es su muerte.

CONCLUSIÓN.-
1. “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan
6:32-35).

2. Cristo ofreció su cuerpo y su sangre para satisfacer el hambre y la sed que producen nuestras necesidades y
deseos más profundos (Juan 6:50-54).

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