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2. BIOGRAFIA.-
En 1889, el astrónomo francés Herve Faye (1814-1902) digamos que replantea
la Hipótesis de Kant-Laplace mejorándola al explicar la diferencia en el sentido
de giro de los planetas. Faye da a entender una teoría más completa donde
una masa esférica nebulosa, que posee movimientos de rotación como un
todo. Así que las regiones más exteriores formarían anillos que se irían
rezagando con respecto a la rotación de la condensación central de la
nebulosa.
De esta manera los planetas más interiores adquieren su rotación en el mismo
sentido de la rotación de sus movimientos de traslación
La mejora de Faye pasa por alto los diferentes ángulos de inclinación de los
ejes rotación de los planetas.
Con el ánimo de rescatar la teoría de Laplace, su compatriota H. Faye inventó
un mecanismo de formación de planetas que explica la rotación directa de
Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter y Saturno, pero admite el sentido
retrógrado de rotación de los restantes, es decir: Urano y Neptuno (debemos
recordar que Plutón aún no había sido descubierto). Faye aceptaba las
condiciones iniciales planteadas por Laplace, es decir: se formarían
condensaciones anulares comenzando por la parte interior de la nebulosa en
dirección hacia su periferia; cuanto más alejada estuviera una partícula mayor
sería su velocidad, ya que la nube se movía lentamente como un todo. En
estas condiciones se habrían formado los seis primeros planetas. Al mismo
tiempo, o bien algo después, se formó el Sol.
Una vez conformado el Sol comienza a predominar la fuerza de atracción
gravitatoria y hace que las partículas restantes se muevan ahora según las
leyes de Kepler, no como un todo único: su velocidad disminuye a medida que
se alejan del centro. Por esta razón, los planetas más alejados (que se habrían
formado después) debieron tener una rotación retrógrada. Así, los seis
primeros planetas serían más viejos que el Sol mientas que el dúo Urano-
Neptuno, más joven. Muchos opinaron que el modelo de Faye resultaba
demasiado especulativo y, además, que dejaba planteado igual número de
inconvenientes que la teoría de Laplace
3. TEORIA DE FAYE.-
El eminente astrónomo francés. Faye, antes citado, convencido de que la
hipótesis de Laplace está en plena contradicción con el estado actual de la
ciencia, y con los recientes descubrimientos astronómicos, ha imaginado para
reemplazarla una nueva teoría que expuso el 15 de Marzo de 1884, en una
conferencia dada en la Sorbona, y que luego publicó en su interesante libro
sobre el origen del mundo. Toma Faye por punto de partida los torbellinos de
Descartes, no para caracterizar el estado presente, sino el primitivo del mundo
solar. Considera que el radio de la nebulosa primitiva era a lo menos diez
veces mayor que la distancia de Neptuno, y que su densidad venía a ser 250
millones de veces menor que la del aire que queda en la máquina neumática,
después de apurar el vacío hasta un milésimo. Esta nebulosa era, en su origen,
fría y oscura, pero a medida que se ha ido condensando en virtud de la
atracción mutua de sus moléculas, la temperatura se ha elevado dotándola de
una débil luz.
El autor resume así su hipótesis: “El universo ha sido sacado del caos, es
decir, de reuniones informes de sustancias de una excesiva raridad que
ocupando los espacios inmensos y animadas de movimiento de traslación en
sentidos diversos, han dividido el caos general en fragmentos separados. Por
la condensación progresiva de esos fragmentos o nebulosas caóticas hacia
ciertos centros de atracción, es que se han formado las estrellas
innumerables”.
Su incandescencia viene del calor desenvuelto en el acto de su formación. Su
provisión de calor es limitada
Entre todos los sistemas variados casi hasta el infinito, a los cuales esta
subdivisión del caos primitivo ha dado origen, el sistema solar se presenta
como un caso particular; la nebulosa primitiva que le ha dado nacimiento era
esférica y homogénea. Al separarse de las demás partes tuvo trazas de un
lento movimiento en torbellino. Este giro se regularizó enfoco tiempo, gracias a
la ley particular de la pesantez interna, resultante de su forma y homogeneidad,
pesantez que variaba en razón directa de la distancia al centro. Anillos
nebulosos se formaron así, en el mismo plano, mucho antes de la aparición del
Sol central; y dieron nacimiento a masas nebulosas que se movían en ese
plano en el mismo sentido y en órbitas circulares alrededor de su centro
común.
Los sistemas secundarios, formados por el mismo procedimiento en esas
nebulosas parciales, se separaron netamente en dos categorías; los que
precedieron la formación del Sol, giran sobre sí mismas en sentido directo,
mientras que los sistemas secundarios más lejanos, posteriores a la formación
del Sol, giran en sentido retrógrado. Estos fenómenos han singulares que
presenta nuestro sistema solar, son, sin embargo, consecuencias naturales de
los primeros supuestos y de las leyes de la mecánica.
3.1. Explicación del autor sobre su teoría: