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EDUCACIÓN ÉTICA EN LA UNIVERSIDAD

JUAN JOSÉ CARDONA CASTRO

UNIVERSIDAD DE MANIZALES
FACULTAD DE CIENCIAS CONTABLES ECONOMICAS Y ADMINISTRATIVAS
PROGRAMA DE MERCADEO NACIONAL E INTERNACIONAL
MANIZALES
22 DE OCTUBRE DE 2016
Vivimos en una sociedad en la que, tristemente se han perdido, si es que en algún
momento existieron, gran cantidad de valores éticos, lo que ha condicionado para
mal el desarrollo como sociedad al que tanto anhelamos. Resultan de esta
carencia de valores buena cantidad de los problemas que todos los días vemos en
los noticieros, y que sin ir más lejos, podemos presenciar e incluso ser
protagonistas en el día a día, empezando desde los más grandes desfalcos
financieros por parte de grandes empresarios y actores políticos, pasando por
ingenieros que por echarse unos cuantos pesos al bolsillo utilizan materiales de
baja calidad y hasta actos más pequeños como hacer trampa en un examen de
colegio. Se puede concluir, entonces, que, por lo menos en la sociedad
colombiana, la corrupción es algo inherente a nuestra cultura. Y no es nada raro,
cuando muchas veces se celebra que alguien se aproveche de la situación gracias
a la denominada “malicia indígena”.
Podemos especular indefinidamente de todos los daños que esta forma de pensar
ha causado en nuestro país, de las incalculables perdidas que ha causado, de las
oportunidades que nos ha hecho desperdiciar e incluso de las vidas que se han
perdido, pero ese no es el punto de este ensayo. Más allá de explicar las causas y
consecuencias de tal flagelo que ha dejado al común denominador de los
colombianos con una dudosa base moral, el objetivo de este ensayo es explorar la
o las posibles soluciones que se le pueden dar. Y como estudiante universitario, el
autor se ve obligado a abordar dicho problema con su respectiva solución desde el
punto de vista de la educación universitaria, pues es la que más le compete.
Cuando se es estudiante de colegio e incluso universitario, es extremadamente
común escuchar como compañeros, con un aire triunfalista, lucen de la trampa
que hicieron en el examen, o de quién copiaron la tarea, llegando al punto de
notarse que no se hizo el más mínimo esfuerzo por realizarles honestamente. Esto
tristemente hace parte de nuestra realidad, y de cierta manera lo aceptamos como
algo normal. Los casos de plagio son trágicamente comunes. Esto no demuestra
sino la tan arraigada noción que tenemos en nuestra sociedad colombiana de
tener éxito, ganar dinero, ser reconocidos, obtener títulos con el menor esfuerzo
posible, evidenciándose claramente la enfermedad que es la mentalidad facilista
que existe entre nosotros.
Es entonces donde entra la educación universitaria a jugar un papel fundamental
en la formación de valores en los profesionales en formación que son los
estudiantes. Para muchos estudiantes, la formación ética que se recibe en la
universidad en materias costura resulta, a lo mucho, mediocre, y en lo mínimo,
paupérrima o inexistente. Esto se refleja en las situaciones anteriormente
descritas, donde se evidencia una falta de valores tan básicos como la
responsabilidad, la honestidad y el respeto. Resulta entonces de esperar que en la
sociedad colombiana actual convivan cantidad de personajes corruptos en todos
sus niveles, ya que ni en sus casas ni en su colegio ni en su educación
universitaria recibieron una formación apropiada en valores éticos y morales.
Aunque esta falta de educación es tristemente normal, es particularmente
preocupante que incluso en la universidad se presente tal falta. No tiene
explicación que las instituciones encargadas de formar profesionales que se
supone aportan al progreso y mejoramiento de la sociedad no inculquen en ellos la
ética necesaria para ejercer de manera correcta.
Más allá de incluir enseñanzas éticas en el currículo universitario, o que endurecer
las reglas en contra del plagio y otros flagelos comunes en la vida universitaria y
en la vida cotidiana, también es de extrema importancia que los estudiantes sean
capaces de identificar en sus profesores líderes capaces de inspirar conductas
más éticas. Pocas cosas inspiran al cambio más que un líder, un modelo a seguir,
y en la vida universitario los profesores son quienes llenan este papel, por lo que
consecuentemente hay que primero formar profesores éticos y con capacidades
de líderes para poder lograr una mejor formación ética para los profesionales que
salen de la universidad a la sociedad.

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