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Curso: 1° Año medio

Asignatura: Biología
Unidad I
Mes: Marzo
GUÍA 1: “Chile inexplorado”.

NOMBRE: Beycker Montaña FECHA:15/05/2020 CURSO:1° F

Unidad I “Evolución y diversidad”.


Objetivo de Aprendizaje Explicar, basándose en evidencias, que los fósiles:
- Se forman a partir de restos de animales y plantas.
- Se forman en rocas sedimentarias.
- Se ubican de acuerdo a su antigüedad en los estratos de
la Tierra.
Indicador de - Infieren características de seres vivos de acuerdo a
Evaluación evidencias fósiles de especies extintas.
- Explican los procesos de fosilización por medio de
modelos, considerando la formación de rocas
sedimentarias, entre otros fenómenos.

Fósiles de Chile y Antártica revelan los


últimos 'minutos geológicos' de la era de
los dinosaurios.
El análisis de restos de dinosaurios, reptiles marinos, madera, hojas, polen y flores sugiere
que existieron conexiones terrestres entre Antártica y Suramérica mucho antes del
Cenozoico, como comúnmente es aceptado. 
Por Ángela Posada-Swafford el 4 de abril de 2016

Créditos: Pablo Ruiz, INACH.

Las formas geométricas de mesetas, picos y afloramientos de roca parda desnuda se


asoman sobre valles de pastizales amarillos oliváceos. Su rigor y majestad –junto con los
rebaños de guanacos y caballos salvajes– anuncian que este es un paisaje decididamente
patagónico. En la cima de una de las colinas, Marcelo Leppe contempla la ladera de tierra
suelta a sus pies. Está cubierta de piedras claras dispuestas caprichosamente. De pronto, la
luz del atardecer ilumina oblicuamente los trozos semienterrados, revelando su verdadera
identidad.

Son fragmentos de fósiles desarticulados. Cientos y cientos de ellos. Puntas de costillares,


cabezas redondeadas de fémur, astillas de vértebras, algunas de unos cuantos centímetros
de largo, otras alcanzan hasta un metro. Bajo la superficie uno imagina que existen trozos
mayores. Es una cama de fósiles de hadrosaurios, dinosaurios herbívoros de la familia de
los pico de pato, que se extiende por siete kilómetros. “Algo grande pasó aquí”, dice Leppe,
paleobotánico y jefe científico del Instituto Antártico Chileno (INACH), quien desde 2012
ha estado excavando y analizando el repositorio de fósiles de dinosaurios y plantas más
importante de Chile –y en algunos respectos de Suramérica–, con un equipo
interdisciplinario e internacional. “Eran miles de animales cuyos huesos están
parcialmente quemados, lo que nos hace pensar que quizás habrían sido víctimas de un
incendio forestal. Es algo extraño”.

Los hadrosaurios, que son los dinosaurios más australes hallados hasta el momento en el
continente, son solo el principio. En efecto, los sitios de excavación de El Puesto, Las
Chinas y Cerro Guido, parte de las formaciones Dorotea y Cerro Fortaleza cerca de la
frontera con Argentina, son una especie de “Piedra de Rosetta”: aportan una resolución sin
precedentes a los períodos Campaniano y Maastrichtiano, hace entre 72 y 66 millones de
años cuando el Cretácico llegaba a su fin, minutos geológicos antes del impacto fatídico del
meteorito de Chicxulub, en la península de Yucatán, México, el presunto responsable de la
desaparición de los dinosaurios. “Es un récord marino y terrestre muy extenso de lo que
hasta ahora era una parte faltante de la historia, y nos habla de un momento bastante
activo de nuevas especies, competencias y distribuciones de organismos”.

Este hueso de hadrosaurio parcialmente quemados hace pensar que estos animales quizás habrían
sido víctimas de un gran incendio forestal. / Pablo Ruiz, INACH

La gran cantidad de fósiles incluye


restos de saurópodos titanosaurios
(los más grandes hallados en Chile),
reptiles marinos, madera, polen,
flores casi tridimensionales y las
hojas del árbol del género
Nothofagus (de la familia del roble,
coihue y lenga) más antiguas de
Suramérica, entre otras 40 especies
de plantas. Gracias a estas secuencias
de sedimentos, el grupo de Leppe
está reconstruyendo la biogeografía y
las condiciones ambientales y
geológicas no solo del extremo sur de
América, sino de la península
Antártica, en una era de grandes
cambios climáticos, cuando ambos
continentes intentaban decidir su
geografía actual.

Uno de los efectos más dramáticos de esos cambios de clima hacia finales del Cretácico fue
la fluctuación de los niveles marinos –llegando a caer al menos 25 metros en tan solo un
millón de años–. En varias ocasiones, las recesiones del océano dejaron al descubierto
puentes de tierra entre ambos continentes, formados sobre los peldaños de las antiguas
rocas de Gondwana.

Los fósiles que Leppe está hallando en Patagonia y en las islas Shetland del Sur y la cuenca
de James Ross, en Antártica, apoyan las teorías de que el nivel del mar bajó en al menos
tres momentos, obedeciendo a tres pulsos de frío consecutivos hace 73, 70 y 68 millones
de años. Y establecen conexiones terrestres entre Antártica y Suramérica mucho antes del
Cenozoico, la era de los mamíferos, como es comúnmente aceptado.

“Esos eventos de enfriamiento son de nuestro interés específicamente porque ayudan a


explicar que los puentes de tierra firme no solo fueron corredores de intercambio de fauna
y flora, sino sitios donde quizás evolucionaron especies”, explica el investigador una tarde
gélida, sentado ante la estufa de leña de un refugio en la que ha visto mejores días.
“Entonces aquí entra a jugar el nuevo paradigma de que el cambio climático, y no solo la
deriva continental, la tectónica, es uno de los mecanismos que rigen la evolución en
términos de nuevos nichos y especies”.

La riqueza de lo que se ha descubierto está manteniendo ocupados a los más de 25


expertos de Chile, Brasil, Alemania, Argentina y Japón, quienes cada año disponen de tres
semanas de verano para peinar estos cerros que guardan las instantáneas del tiempo
pasado. El terreno está en medio de las 100.000 hectáreas que pertenecen a la empresa
privada de la Estancia de Cerro Guido.

El equipo, financiado en gran parte por la Comisión Nacional de Investigación Científica y


Tecnológica de Chile, incluye expertos en paleomagnetismo, polen, plantas, geología,
dinosaurios y reptiles marinos. El estudio, que tiene trazas de extenderse durante años,
contempla hacer bioestratigrafía, análisis isotópico de estroncio, carbono y oxígeno,

microglendonitas (cristales hidratados que se forman en ambientes marinos)


paleodiversidad y clima a partir de las plantas, entre otras líneas de investigación en los
cinco países, con el pronto involucramiento de Inglaterra.

Un conglomerado en la parte superior de la secuencia en El Puesto apoya las teorías de que el nivel
del mar bajó varias veces, obedeciendo a pulsos de frío consecutivos, formando puentes de tierra
entre Sur América y Antártica. / Pablo Ruiz, INACH.

Viajeros en el tiempo

Caminando por laderas, valles y cumbres patagónicas sin fin aparente, los paleontólogos
se desplazan en el tiempo geológico: con solo avanzar o retroceder algunas docenas de
metros, pasan del Campaniano al Maastrichtiano, y con solo ascender a la colina de
enfrente, aterrizan en el Cenozoico. También se mueven entre la tierra y el mar, ya que en
algunos lugares la secuencia de sedimentos marinos y terrestres se superpone en vetas
pardo claro y oscuro.

“Ahí se ven claramente las transgresiones y regresiones marinas, ya que esta fue una zona
sensible a las mareas, y ese alejarse y acercarse del océano con los cambios del clima”, dice
el geólogo Gerson Fauth, de la Universidad de Unisinos, en Brasil. “Nosotros buscamos
trozos de tierra que contengan los foraminíferos y otros microfósiles porque son excelentes
indicadores de las condiciones marinas en que vivían, así que trabajamos a fondo en su
estudio y datación”, explica pausadamente.

Su compatriota, el paleobotánico Thiérs Wilberger, en cambio, no puede contener la


emoción al recordar su descubrimiento, tres días antes, de una pequeña flor que podría
tener 72 millones de años y ser una solanácea. “Eso es algo bastante raro porque los
pétalos de las flores son delicados y hallar una tan antigua y tan perfecta, es un regalo. Yo
estaba separando una delgada capa de sedimento suavemente con mi martillo, como si se
tratara de las hojas de un libro. Y cuando la vi, tuve que tomar aire, alejarme y dejar que
mi corazón se aquietara y los ojos se secaran”.
El porqué el registro fósil del planeta no muestra flores anteriores a 120 millones de años
es algo que el mismo Darwin llamó “el abominable misterio de las angiospermas”, que de
pronto explotaron en el Cretácico para dominar el mundo hasta hoy en día.  Debajo de la
flor original, Wilberger halló una capa de muchas otras, “como si hubieran caído ayer del
árbol”.

“La flor es maravillosa, y la estamos describiendo, pero una de las evidencias clave en la
teoría de los puentes de tierra firme entre Antártica y Suramérica son las hojas de
Nothofagus, que hemos hallado en ambos continentes”, interviene Marcelo Leppe.

El análisis paleobiológico de esta antigua planta revela que sus semillas son intolerantes al
agua de mar y que el viento no las dispersa sobre largas distancias. En otras palabras, el
Nothofagus necesita tierra firme para avanzar.

Las hojas de Nothofagus


patagónico, de 68 millones de años,
son muy similares a las que
pueblan los bosques modernos del
sur de Suramérica. / Pablo Ruiz,
INACH

“No muy lejos de aquí, en el


área conocida como El Puesto,
encontramos la primera hoja
fosilizada de este género, y la
más antigua de Suramérica
hasta el momento”, señala
Leppe con un gesto hacia el
horizonte. “Tiene 68 millones de años y parece moderna en sus características. Es la
misma familia de los árboles lengas, ruiles y coihues que hoy en día pueblan la Patagonia y
Nueva Zelanda. Al mismo tiempo, Tania Lindner Dutra, de Universidad de Vale do Rio dos
Sinos (Unisinos), Brasil, halló en Antártica hojas de Nothofagus más antiguas hasta el
momento. Su edad exacta está siendo analizada con métodos radiométricos en Alemania, y
ronda entre los 83 y 81 millones de años”.

No obstante, la dispersión del Nothofagus hasta Nueva Zelanda aún requiere una
explicación satisfactoria por la falta de puentes de tierra entre este país y Australia que
justifiquen la presencia de fósiles en ambos lugares.

“No todo está dentro del saco”, dice Leppe riendo. “En cambio, el año pasado en isla
Nelson, Antártica, hallamos una cama de los Nothofagus más grandes y mejor preservados
del momento, cercanos en edad los de Tania Dutra. Son hojas de 15 centímetros de largo,
adaptadas a condiciones cálidas, es decir nivel del mar alto, así que probablemente
vivieron en un momento de desconexión Suramérica-Antártica. Los siguientes Nothofagus
en nuestra historia son los que están aquí en Cerro Guido. Los tamaños de esas hojas no
son muy grandes, por lo tanto hay correlación con clima más frío”.

El trabajo forense ha revelado una sorpresa más: para finales del Cretácico, el bosque
antártico y el del extremo de Suramérica eran bastante parecidos al moderno bosque de
Valdivia, en Chile, y aquellos propios del sur del Brasil. Además de los Nothofagus, el
pasado y el presente tienen en común araucarias, podocarpáceas (familia de coníferas),
proteáceas (familia de angiospermas), licopodiales (plantas vasculares) y equisetales (cola
de caballo). Es fácil imaginar a un titanosaurio navegando lentamente entre ellos, quizás
masticando una suculenta bocanada de flores.

“Antártica está viva hoy en los bosques de Chile”,  afirma Leppe. “Necesito
que los chilenos entiendan que eso es algo muy especial”. 
En un momento dado, estamos vigilados por ocho cóndores de los Andes flotando en
círculos sobre nuestras cabezas, sus collares blancos resplandeciendo bajo la luz de la
tarde. Ocasionalmente algunos se abaten en dirección de los investigadores que
permanecen largos ratos tumbados boca abajo sobre la ladera. 

“Vienen a ver si estamos muertos”, dice el investigador. “A veces se han acercado tanto que
les podemos ver los ojos”. Cóndores al acecho, alpinismo de ocho horas bajo morrales
cargados de palas y rocas, noches donde lo único que separa al durmiente de los fríos
vientos de la primavera austral es la delicada tela de una carpa. Esta es la moneda con la
que se negocia la paleontología extrema en el sur profundo de Suramérica. 

La temperatura durante comienzos de la primavera varía entre 1 oC y 27o C, con posibilidad de nieve, y
vientos huracanados que asolan las laderas de las montañas. / Pablo Ruiz/INACH

Discute con tus compañeros, y responde en tu cuaderno las siguientes preguntas:


a) ¿Para que nos sirven los registros fósiles?

R: La gran cantidad de fósiles incluye restos de saurópodos titanosaurios (los más
grandes hallados en Chile), reptiles marinos, madera, polen, flores casi tridimensionales y
las hojas del árbol del género Nothofagus (de la familia del roble, coihue y lenga) más
antiguas de Suramérica, entre otras 40 especies de plantas. Gracias a estas secuencias de
sedimentos, el grupo de Leppe está reconstruyendo la biogeografía y las condiciones
ambientales y geológicas no solo del extremo sur de América, sino de la península
Antártica, en una era de grandes cambios climáticos, cuando ambos continentes
intentaban decidir su geografía actual.

b) ¿Qué información nos brindan dichos descubrimientos?

R: Nos explican que los puentes de tierra firme no solo fueron corredores de intercambio
de fauna y flora, sino sitios donde quizás evolucionaron especies.

c) ¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan los paleontólogos?
R: Los cóndores y las altas temperaturas.
d) Describe en tu cuaderno la importancia de las investigaciones hechas por el equipo de
paleontólogos en Magallanes y la Antártida.

R: La importancia que a ganado, es que en los últimos años se han encontrado registros de
fósiles de dinosaurios y otras especies.

e) Explica que significa la frase: “La Antártica está viva en los bosques de Chile”. ¿Qué nos dice
la frase respecto a la información que podemos extraer del conocimiento geográfico de
nuestros Bosques?
R: Que necesita que los chilenos entiendan que es algo muy especial.

f) ¿Creen que los restos fósiles es responsabilidad de toda la humanidad preservarlos y


estudiarlos?
R: No yo creo que no ya que muchas personas no están interesadas en dichos fósiles, pero igual
pienso que tienen que tenerles respeto a los fósiles.

g) De no contar con la información brindada por los fósiles ¿Qué cosas cambiarían en la vida de
hoy?
R: No tendríamos conocimiento de que en una época existieron muchos tipos de especies.

h) ¿Cuál es su importancia?
R: La importancia de los fósiles nos permite reconstruir a la perfección la Forma de Seres Vivos que
habitaron nuestro planeta en épocas pasadas.

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