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Génesis 4:4-8
Abel también presentó una ofrenda: lo mejor de las primeras crías de los corderos de su rebaño. El
Señor aceptó a Abel y a su ofrenda, pero no aceptó a Caín ni a su ofrenda. Esto hizo que Caín se
enojara mucho, y se veía decaído. «¿Por qué estás tan enojado? —preguntó el Señor a Caín—. ¿Por
qué te ves tan decaído? Serás aceptado si haces lo correcto, pero si te niegas a hacer lo correcto,
entonces, ¡ten cuidado! El pecado está a la puerta, al acecho y ansioso por controlarte; pero tú
debes dominarlo y ser su amo». Cierto día Caín dijo a su hermano: «Salgamos al campo». Mientras
estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató.
Cuantas veces Dios nos ha advertido de cosas o situaciones que solo el puede conocer, y aun así
terminamos tomando las decisiones incorrectas y preferimos vivir las consecuencias, siendo
muchas veces tan inmaduros de echarle la culpa a Dios de lo que nos pasa. ¿Cuantas veces te
advirtió de una relación de pareja, de un trabajo, de una sociedad, de una inversión económica, de
un viaje? Solo un verdadero hijo hace la voluntad del Padre. ¿Cual voluntad estas haciendo tu, la
tuya o la del Padre?