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HIST0RI4

D E G M A N A D A
CíáifrctótíJíbij líts b£ sttsfWotirff llríuincító^

ALM ERIA, JA E N , GRANADA Y MALAGA.

GRANADA,
-
. rtíS
I1II»ISEMM X EIBBEBÍA DB SA3ÍZ..
C á i t E BE LA M O K TEK EiaA HBMEKO O.

Í84S,
LkZ_■
los bárbaros y motivos de su emigración.— Procedencia
desvastaron á nuestras comarcas,—Su.
periOTidad de los godos, — Conquista de nuestro país
por Eiwico. —Controversias religiosas y discordias civí-
les. — Política y guerra de los imperiales, —Son estos
expulsados de nuestras comarcas en tiempo de Sisebn-
reinado de D. Rodrigo. 238
Apbhdicb. /, ^ ic io de Aníbal por Napoleón......................... . 293
Nzlm. 5, Escena de Silio Itálico” 295
Antigüedades, ruinas é inscripciones romanas no-
¿Vám 3 ®Escua * cuatro provincias de Granada. . . 298
298
Núm. 4,® lUiturgi. 301
iV^á^i. 5,® Gástalo. 307
Núm. 6,“ Áccinippo 310
Núni, 7,* Singilia. .................................................... . . . j i 318
o
.. Núm. 8.® Inscripciones de otros* pueblos* ; ! ! * ! ! 324
AhtIcumides be Grasada. Recientes descubrimientos en Sierra Elvira. 363
3 - t

É é i 2

-=«^-ííe®-
M S - r O M I A » £ «K A H íA JK A .
Esta obra es propiedad de su autor^ el que perseguirá ante la ley
á quien la reimprima sin su permiso.
DE

COMPRENDIENDO LA DE SUS CDATRO PROVINCIAS

(JC ÍA u e^ia f ^ a e t ^ ^ (^tcatcidcc ^ <5TLáfíX^.a^

DESDE REMOTOS TIEMPOS HASTA NÜESTROS DIAS |

l s g r it a

GRANADA.

:s a » fá I s jM M iá »1 M IS
CALLE DE L A MONTERERIA KÜM. S i

1843.
Res enim ardua est vetustis novitatem dare^
novis mthoritatem obsoletis nitoremj obscuris
lucemj fastiditis gratiamj dubiis fidem.

Ardua empresa es presentar con novedad co­


sas antiguas, dar autoridad á las modernas , in­
terés á las pasadas, claridad á las oscuras, ame­
nidad á las molestas, fe á las dudosas.

P l i k io el Jo v e n .

>.^ - I—
■C 4"‘ -
^ IL
En el prospecto de esta obra hemos dicho
lo siguiente: <cGranada, la bella Granada, ca­
rece de una historia general, que consigne los
muchos y notables hechos acaecidos en su re­
cinto, y en el hermoso territorio de que pue­
de llamarse metrópoli. Las cuatro provincias de
A lm ería, Jaén, Málaga y Granada, sometidas
á la jurisdicción de la audiencia y á la auto­
ridad del capitán general de esta misma ciudad,
pueden designarse con el nombre genérico de
granadinas. Aunque escritores de fama han
ilustrado algunos sucesos relativos á este país,
sus trabajos son mas bien fragmentos ó narra­
ciones parciales que una cabal historia. D. Jus­
tino Antolinez, Luis del Mármol, el ilustre D.
Diego de Mendoza, Pedraza, el P. Chica, el P.
( VI )

Echevarría y D. Simón Argote han prestado


trabajos útiles.
Algunas otras poblaciones de los dos rei­
nos han tenido laboriosos analistas. Sus libros
contienen materiales dispersos que pueden ser­
vir para la formación de una obra general, bien
que sea necesario consultar algunos con re ­
serva y detenida crítica. Wasington Irving ha
enlazado la poesía y la verdad escribiendo en
nuestros dias su apreciable crónica, pero se
ha limitado al breve y romántico período de
la guerra y conquista de Granada por los re­
yes Católicos. El Sr. Martínez de la Rosa, en la
vida de Pulgar y en su novela titulada Doña
Isabel de Solís^ esclarece muchos puntos de his­
toria y geografía relativos á Granada. Por úl­
timo, el Sr. Hidalgo Morales ha publicado eru­
ditas disertaciones sobre Iliberia, cuyo traba­
jo elogiaremos siempre; aunque no conveni­
mos en la existencia de los reyes Tago, Beto
y otros personajes & c.”
A la manifestación hecha en el prospecto,
debemos añadir: muchos, al leer el título de la
obra, exigiráii que el autor describa desde
luego la voluptuosa corte de los árabes, que
cuente las caballerescas aventuras de Alhamar,
las proezas de Ozmin, las hazañas de los indi-?
tos reyes de Castilla y de los muchos caballe­
ros, que siguiendo el pendón de la Cruz, se
granjearon en la conquista del país granadino
fama y riqueza. Mas deberá considerarse, que
las severas leyes de la historia y la coiiciencia
(vn)
del escritor, no permiten el silencio ó la transi­
ción rápida sobre otros acontecimientos intere­
santes, enlazados íntimamente con los anales de,
toda España, y que omitidos, dejarían incoin-
pleta la obra, y revelarían con su olvido some­
ra instrucción, ó escaso trabaja del autor. L a
narración de los sucesos, que lian tenido lugar
en el recinto de los dos reinos de Granada y
Ja é n , desde el tiempo en que prestan alguna
claridad los anales antiguos hasta el presente
año de i8 4 3 , es objeto, y materia de la H istcn
iiiA DE G ranada .
E l autor ha tenido que vencer sus propias
inclinaciones, para no entrar desde luego en
la seductora historia de los árabes; pero ha re ­
flexionado , que asi como no es posible que el
hombre recree su vista por> un horizonte espa­
cioso , ni que domine el conjunto de variados
países, sin tomarse el trabajo de superar una in­
cómoda pendiente, tampoco es dado recrear la
imaginación prescindiendo de la parte de his­
toria antigua, interesante y amena, aunque n a
tan poética como la de los árabes granadinos.
La clasificación de las antiguas razas, las re.
voluciones, guerras, rasgos magnánimos, crí­
menes, instituciones, monumentos que han mar­
cado las diversas épocas de dominación fenicia,
cartaginesa y romana en nuestra tierra, los pro­
gresos del cristianismo en ella, y por ultimo
el trastorno ocasionado por la avenida de bar-,
baros en el siglo V, son prelim inares indispeiit.
sables en esta obra.
(viii)
Debemos advertir que en el discurso de ella
se leerán los pronombres posesivos y demostra­
tivos/2 comarcas, nuestra tierra, este país
&c. con los cuales designamos á veces la gene­
ralidad de las cuatro provincias de Alm ería,
Jaén, Granada y Málaga que llamamos tam­
bién granadinas.
Granada 26 de Febrero de li
CAPÍTULO I.

feitiela«
El país granadino. = Primeros habitantes. = Sus usos y
costumbres. = Llegada y establecimiento de los feni­
cios. = Su comercio. = Fundación de algunas poblacio-
, nes. = Tradiciones paganas. = Colonias -griegas. = Re­
sultados de la dominación de los pueblos de oriente en
las comarcas granadinas.

L ProYidencia lia favorecido maravillosa­


a País gra­
nadino.
mente á las provincias granadinas. De cielo tan
risueño, de terreno tan fértil están dotadas, que
no ha faltado quien las compare con la mansión
de los bienaventurados Sus costas meridio­
nales, bañadas por el mar, facilitan comunicacio­
nes con todos los países del globo, y el cambio
recíproco de los productos del suelo y de la in­
dustria. Los habitantes de estas comarcas apa­
recen desde la época mas lejana de la historia,

^ Homero y otros poetas griegos que cita Estrabon, po-


nian los campos Elíseos en la Bética, á cuya prorincia per­
tenecía gran parte de las comarcas granadinas. Estrabon,
Geograf.j lib. 3, Homero , Odisea, vers. 190. Los moros
granadinos arrojados á las playas africanas, consideraban
los verjeles de su patria semejantes á los del Paraíso, y
desde aquellas rogaban todos los viernes á A lá , les devol­
viese su antigua mansión. Bermudez de Pedraza, Hist,
Ecles. de Granada, part. 1,^, cap. %% Mendez Silva , Po~
hlacion general de España, descripción del reino de Grana-^
da. Juan Botero R enes, Relaciones universales.
—2—
laboriosos, civilizados y activos Muchedum-a
bre de frutos exquisitos, apacible y deliciosa
temperatura, copiosas aguas, baños saludables,
minas riquísimas y laboriosidad suma de los mo-.
radores, hacen de este país una región privile­
giada y amenísima.
Provin Componen el reino de Granada las tres pro^.
cías.
vincias de Granada, Málaga y Almería; la dé
Jaén, denominada reino, puede numerarse como
la cuarta: á las unas y á la otra se extienden
igualmente la jurisdicción de la audiencia de Gra^
nada y la autoridad de su capitán, general.
Exten­ Forman estas cuatro provincias una superfi­
sión y po­
blación. cie de 1.083 leguas cuadradas ^, conteniendo
684 poblaciones ?: habitan en ellas 303.741
vecinos, y 1.345.296 almas \ Corresponden á
cada legua cuadrada 1.242 almas.
Antiguos Divididos en tribus nos representan antiguas
habitantes tradiciones á los habitantes de las comarcas gra­
nadinas: los del extremo oriental, vivianpobres,
desconocidos, bárbaros, y relegados en las as­
perezas de las montañas; los del extremo occi-,
dental, situados en parajes férties, eran agríco?,
las y patores Unos se denominaban según
el nombre del país de donde procedían; otros,
de los montes y rios donde se fijaron, y muchos

^ Estrabon, líb. 3. Plinió, Hist, nat,, lib. 3 , cap. 1.


Balustio habla del comercio que en la antigüedad mas re­
mota hacían los habitantes de estas comarcas con las tribus
del Africa. Nam freto divisi abMispama^ mutare res inter
se instituerant, Bell, Jugurt.
2 Cuadro estad, y geog, de España.
3 Decreto de 21 de abril dé ISSi"', sobre estadística
judicial.
^ Decreto de id, y boletines ofidales de lasj,cuatro pro-?,
vincias desde el año 1838 al 1842.
5 Estrabon , Geograf.^ lib, 3.
—3—
de los pueblos que eligieron para caljeza de la re^
<?ion. Estos pueblos eran los bastitanos, los ore?
taños los túrdulos , los bástulos y los céltico^,
que se subdividian en tribus secundarias y mct
nos notables
Los bastitanos se introducían por la parte de Bastlta-
Murgis (Mqjácar), extendíanse por Acci ( Gua- nos.
díx) 7 por M sti (Eaza) que era cabeza de la re­
gión, ocupaban á Mentesa Bastitana (hdL Guar­
d ia), y comprendían el nacimiento del Betis en
sierra Cazorla, y el de Táder ó Segura en la
misma Estos pueblos participaban de la rude­
za y barbarie profunda, en que se hallaban su­
midos casi todos los montañeses de España antes
de llegar los fenicios. Sus comidas eran frugales^
y sus lechos el áspero suelo; los hombres deja­
ban crecer sus cabelleras como las mujeres y
despreciaban la agricultura. Conio viyian en tier-,
ra mgraía y estéril para mantener la población,
reuníanse en bandas y saciaban su hambre y sus,
instintos rapaces en los campos cultivados, y en
las aldeas de otras tribus laboriosas y débiles.
Sus ejercicios y juegos eran luchas, carreras á
pié y á caballo, y escaramuzas marciales. Sus
danzas eran violentas ^y en ellas tomaban parte
las mujeres. Los ancianos y los guerreros mas
intrépidos eran altamente respetados. El traje

í Estrabon , Ub, 3. Tholomeo , Conductio geograf.j,


lib. 2 , cap, 4 y 5. Plinio , Histor. natur.^ lib. 3 , caps. 1
y 3, Flores, España Sagradaj, tomos ^ y 10. Juan Fer­
nandez Franco, Bélica antigua. Cean, Sumario de antigüe-^
dades rom,anas^ provincia hé t i c aCome nt o juridico car­
taginense.
^ Cean", obra y partes citadas. F lo res, Provincia Bé­
lica. limeña, Anales Eclesiásticos de Jaen^ Arcipreta^go
de Jaén.
—4—
era una especie de sago ó sayo que a})rigaba el
cuerpo 7 y le dejaba expedito para todos los mo­
vimientos. Los romanos adoptaron el uso de este
traje para sus soldados
Oretanos. , oretaiios coníinaban con los basíiíaiios
por oriente y mediodía; abrazaban en su territo­
rio á Castulo (Cazlona)j Mentesa Oretana (Santo
T om e),^¿am (Baeza),y otros pueblos que se
extendian por la Manclia basta Daiiniel. Histo­
rias fabulosas suponen, que en tierra de los ore-
taños poseyó Mdicoii, descendiente del rey Sí-
culo, un estado rico y floreciente: mas las tra­
diciones legítimas prueban solo, que en esta re­
gión lialíia algunas aldeas habitadas por morado­
res menos bárbaros que los bastitanos. Cuando
los romanos conquistaron ambas regiones, las
agregaron á la provincia tarraconense, cuya lí­
nea divisoria de la Bética comenzaba en Mojá-
car, y corria por Guadix y nordeste de Jaén
basta el Guadalquivir, donde se juntan los dos
pequeños rios el Herrumbral y el Guadalbollon
Túrdalos. Los túrduios, descendientes de los turdeta­
ños, y aun considerados por Estrabon como una
misma raza, confinaban por el oriente con los
oretanos, por el mediodía con los bástulos esta­
blecidos en el litoral, llamados despues bástalos
fenos por su mezcla con los fenicios, y con los
célticos instalados en la serranía de Ronda: por
occidente se internaban en los reinos de Córdo­
ba y SeviUa Habitaban por consiguiente la

^ Estrabon, lib. 3. Silio itálico, De ííeHoPinico j, lib. 3>


Mariana, Historia de España,, en todo el lib. 1.
2 Autores citados: véase el Diccionario de D. Miguel
Cortés y López, en sus artículos Bética j Bastitams.
3 Estrabon , lib. citado. Cean, Sumario de las anti-.
güedadfiS romanas^ Provincia Bética.
parte occidental del remo de Jaén ^ y casi todo
el territorio de las provincias de Granada y Má-
lao’a El pais de los íúrdulos coníenia pobiacio-
nes notables por su cultura y riqueza. Los tiir-
Julos estudialían la lengua por principios grama­
ticales; sus poemas y memorias escritas ascen­
dían á una prodigiosa antigüedad, y las leyes
que entre ellos regían contaban de lecba miles
de años *.
Los tiírdulos no participaban de las costum- Civiliza-
bres feroces con que describen á los pueblos bis-
panos los antiguos escritores. Ilabian abandona­
do la vida errante, y fijádose en parajes cómo­
dos para recliazar las agresiones de sus vecinos
y reservar los productos del trabajo. Sin em­
bargo, la cercanía de pueblos salvajes, belico­
sos y enemigos de toda civilización, bace com
jeturar que la cultura de los túrdulos y turdeta-
nos se halla exagerada en las obras de Esírabon
y de otros escritores griegos, y que se reduciria
alas artes ínfimas'de la industria humana, y á
algunas de aqueEas leyes imprescindibles en la
vida social. ^
Las exageraciones de los antiguos sobre la ci- jog griegos
vilizacion y cultura de los túrdulos, pueden atri- sobre la ci-

^ Estrabon, lib, 3. Cortés y López, en sus notas á Eiifo


Festo Avieno. La antigüedad de la civilización túrdola ha
hecho discurrir á ios críticos; pues siguiendo la cuenta de Es­
trabon, asciende am as de 6.048 años antes de la creación
del mundo, según el cómputo eclesiástico y la escritura. Es de
presumir que aquel geógrafo no designó años solares de doce
meses como los nuestros , y que los turdetanos contaron ios
Suyos, á la mañera de algunos pueblos antiguos, por divisio­
nes de seis, cuatro, dos y hasta de un mes solo. D. Miguel
Cortés y López pretende combinar la civilización turdeta-
ua con la venida de Túbal, y las tradiciones que conser­
vaban sus descendientes.
—6—
túrdiüa°^ i)uirse á los mai’inos de oriente que aiTibaron á
las costas granadinas 1.500 años antes de la era
vulgar. Habían surcado el Mediterráneo espar­
ciendo mercancías en sus costas habitadas por
salvajes j y al llegar á las nuestras hallaron con
sorpresa habitantes afables^ gente inocente y sen­
cilla que se prestaba á sus comunicaciones y tra­
tos. Halagados por lo apacible del clima, ferti­
lidad de la tierra y sencillez de los moradores,
comunicaron a su país noticias y relaciones abul­
tadas que íueron escuchadas con admiración, y
ennoblecidas por el genio de los poetas. Así es,
que en el territorio turdulo situaron los griegos
los campos Elíseos, én él supusieron que pacían
los innumerables rebaños de Gerion, celebrados
por Homero y Anacreonte; y la venida de Baco,
ia de su compañero el dios Pan, las hazañas de
Hércules, los remados de Hispan, Hespero y
Atlante, cuyas fábulas leemos reproducidas en
la mitología de los pueblos orientales, se fingen
también en la propia' comarca
Causas destello de civilización que brilla en el país
deladelau- de los tiírdulos, limítrofe al de los bastitanos
tamiento rudos y feroces, y al de los celtas belicosos y
de los túr
dalos. de costumbres groseras, no debe extrañarse: las
circunstancias locales explican este fenómeno. Los
bastitanos y celtas ocupaban tierras erizadas de
ásperas montañas, cubiertas de nieve casi todo el
año y surcadas de precipicios; vivían por lo tan­
to empobrecidos, incomunicados con las otras
tribus vecinas y en un estado de completa barba­
rie. Los tiírdulos, establecidos al contrario en

^ Estrabon , líb. 3. Plioio , Histor, mtur.fWa, 4^


cap. 22. Masdeu, Hist> critica de Espana^iamsi 1. Avala,
Hist. de Gihraltar^ líb. 1 , cap. 8 y siguieutes. ..
tierras d-GSCu&j^^^®? p3.is doiidc l&s ni&r^GiiGS
de los ños permiten riegos y trabajos útiles, y
abrisados en tralles templados y fecundos en fru­
tos de toda especie, abandonaron la vida errán-
te Y vagabunda, aficionáronse á la agricultura,
OTstaron las comodidades dé la vida civil, y ele­
varon aldeas. La dulzura del clima, suavizando
su ferocidad primitiva , explica los diferentes usos
y costumbres de tribus tan cercanas.
Los bástulos ocupaban todo el litoral desdé Bástuíos.
Gibraltar basta Vera ( ürci) La necesidad de
buscar medios de subsistencia hizo á estos pue­
blos familiarizarse con los peligros dél mar;
Salustio asegura, que antes de establecerse los
fenicios, los españoles de la costa meridional per­
mutaban con los númidas y otras trdíus africa­
nas , algunos frutos y utensilios Pomponio Me­
la, bablando de la costa granadina, afirma que en
toda su extensión liabia diseminadas aldeas; men­
ciona en-seguida las ricas y florecientes colonias
de los fenicios, y prueba que existían en ella po­
derosos elementos de civilización y de riqueza.
La fusión de los bástulos y de los fenicios fué tan
completa, que los prbneros adoptaron los usos,
costumbres, lengua y religión de los segundos,
y por esto son nombrados bástulos penos Junto
á Gibraltar ñvian los tartesios, en cuya comar­
ca refieren bistorias de fe dudosa, que reinó

^ Estrabon , lib. 3. Mela, De situ orbis_, lib. 2 , cap. 6,


Plinio, Historia natur,^lib. 3 , cap. 1. Tholom., lib, 2, ca­
pítulos 3 y 4. Flores, Franco, Cean, Cortés y L ópez, obras
y capítulos citados.
2 Salustio , De helio Jngurt.; véase la nota 1,% de la
pág. 2. Rufo Festo Avieno, Orce maritimee,]ih. 1, v. 420
hasta 465.
^ In illis orís^ igmhilia sm t oppida ^ et quorum mentio
-_8—
Aígáiitoiiiój íii<;>uarca opiilentlsioio^ y famo&opor
Su rara longevidad
Célticos Los célticos ó celtas ocupaban la serranía de
é Celtas. Ronda, poblando en ella y en sus inmediaciones
ocho ciudades. Estas eran Mcinippo (Ronda la vie­
ja ) , Anincla (Ronda) ^ Arunci (M oron), Turo-
inga (Turón), (Zallara), Aípesa (despo­
blado jimto á Gonii), Cepona (Fantasía), Serippo
(Los Molares) Los célticos, aunque mezcla­
dos con ios íúrdiilos, eran temidos y respetados,

tantum ad ordinem facit: Urci^in simi quod ureitanum vo~


bantj, extra Abdera^ Ex_, Menoba^Malacaj, Saldubha^ La-
cippo, BarbesuL Mela, De situ orbis, lib. 1 , eap, 6. Plin.,
Histor. natur.j Vih. 3, cap, 1.
< Estrahon, Jib. 3. Plinio , Histor. natur.;, lib. 7 , capi­
tulo 48. Ayala, Histor. de Gibrattar, lib. 2 , cap. %
2 Tal Tez no haya una cuestión de geografía antigua
mas controvertida , y en la cualesten mas divididos nues­
tros historiadores modernos y arqueólogos eruditos, que la
de averiguar si las tribus célticas habían avanzado hasta la
Serranía de Ronda, instalándose en el p a ís, ó si no ha­
bían traspasado los límites de la Betuna céltica, marcada
por Plinio entre el Guadalquivir y el Guadiana. Si nos hu­
biésemos de decidir, como ios antiguos, por argumentos de
autoridad, no hay duda que la mayoría favorece la opinión
de los que colocan á los celtas en ia serranía. Juan Fernan­
dez Franco y su comentador el cura de Montoro , Rodri­
go Caro, D. Macario Fariñas, e lP . Flores, Conde ( el autor
de las Conversaciones malagueñasj, los PP. Mohedanos,
B. Antonio Ponz y D. Agnstin Gean Bermudez están por
la afirmativa. Los que mayormente esfuerzan la Opinión
contraria son Rui Bamba, un im.pugnador( demasiado acre)
de los PP. Móhedanos, escudado bajo el seudónimo de Gil
Porras Machuca , y D. Miguel Cortés y López , que se ha
adherido á la opinión de estos, y reproduce sus argumentos.
Toda la cuestión estriba en esclarecer un párrafo de Plinio,
que es el cap. 1 del lib. 3 , y una indicación de Tholomeo
que coloca á los celtas de la Bética entre el meridiano
y 7.° y el paralelo 38 y 39. En esta variedad de opiniones
nos hemos decidido por la mayoría , no porque la suma de
votos dé mas peso á la opinión afirmativa , sino porque exa­
minadas unas y otras razones, creemos que Plinio y Tho-
porque conservaban las costumbres belicosas <le
sus ascendientes los celtas galos; tan arraigadas
estuvieron entre ellos, que en tiempo de Plinio
aun poseian su dialecto primitivo, su religión,su
singular ropaje, y despreciaban las costumbres
de "ios pueblos circunvecinos ^
=^Los celtas usaban del broquel galo , empuña- Costum-
ban picas armadas con punta de hierro, y cubrían bresdelos
la cabeza con morriones de bronce, adornados
de vistosos plumeros. Ceñían una espada aguda
de dos filos, cuya arma peligrosa adoptaron los
romanos, y tenían además puñales que maneja­
ban con destreza. En las batallas guerreaban con
táctica y orden: no reducian sus campañas á ta-

lomeo no favorecen á Rui Bamba ni á D, Miguel Cortés.


Plinio menciona la Beturia céltica entre el Betis y el Ana,
dividida en dos pueblos : los célticos del Convento Hispa­
lense 5 y los túrdulos dependientes del de Córdoba; desig­
na las principales poblaciones del primero j y añade, Prte-
terhcBc in céltica Áceinippo &c. Es decir, además de las
poblaciones de la Beturia hállanse pobladas por los celtas
Aceinippo &c. D. Miguel Cortés interpreta y suple el texto
de PÜnio , para probar que las poblaciones áeAccinippOj
Arunda&cc. son de la Beturia. Pero ¿cómo es que Plinio,
tan exacto en sus denominaciones, tan conocedor de este país,
como que en él había ejercido cargos importantes, no ex­
presa dichos pueblos al describir la Beturia, y los mencio-
, na cuando ya ha concluido el examen de él ? La preposición
de acusativo indica que además de la Beturia céltica
había otra región ocupada por aquellas tribus. Para que no
quede duda, continúa diciendo: altera Beturia^ luego es dis­
tinta esta región de la que anteriormente había nombrado.
Las inscripciones, medallas y monumentos hallados en la
serranía de Ronda y en los demás pueblos mencionados, ha­
ce mas y mas verosímil la opinión de Caro, á la cual nos
adherimos. En cuanto á Tholoraeo, es sabido cuán inexac­
tos están sus grados por errores y equivocaciones de los co­
piantes , y por la imposibilidad de acertar á medir el mun­
do en aquel tiempo desde el Egipto.
Estrabon. lib. 3. PUnio Histor. natur., lib. 3 ,cap. í .
T omo í 2
—le­
las y sorpresas ^ó á rápidas excui^siones para atrin-
clierarse en montes y selvas con el fruto de sus
rapiñas. Repartíanse las tierras ^ocupaban el país
y en él se instalaban con sus familias. El ropaje
celta era el sagum galo y el sagum cucuíatum: com
sistia en una tela cuadrada para abrigo del cuer­
p o , CORun capuchón en un ángulo para guarecer
la cabeza. Vestíanse también con un traje ceñi-
dbj semejante á los pantalones del dia , de que
lian usado todos los bárbaros de la «stirpe célti­
ca ó escítica que han poblado las tierras occiden­
tales®.
Carácter Eos celtas amaban con pasión la guerra-: para
belicoso de ellos era honorífico perecer en los combates, y
los celtas, enfermedad natural, baldón y ver­
güenza. Sus creencias religiosas eran las de los
antiguos galos, alteradas con supersticiones in­
humanas:; sacrificaban esclavos todas las noches
de plenilunio ante las puertas de sus casas, en
honor de -mna divinidad desconocida, recreándo­
se con regocijos brutales y ruidosas danzas ^.
Oscuro Tales eran el estado y situación de las tribus
origen de ocupaban en la antigüedad recóndita las pro-
vincias granadinas. La historia primitiva, y los
orígenes de estos pueblos son un arcano. Infruc­
tuosamente se remontan algunos curiosos á épo­
cas de las cuales no quedan monumentos litera­
rios; queriendo desplegar sabiduría, escriben fá-

í Estrabon, lib. cit. Cortés y L ópez, España antiguaj


íoap. i . ' ,, .
2 Estrabon , libro cit. Tácito atribuye á los pueblos de
la Germania las mismas costumbres civiles y religiosas, que
vemos consignadas en las obras de Estrabon con respecto a
los celtas españoles. En la obra admirable de Tácito, está
caracterizada profundamente la primitiva época de los pue=
blos todos de Europa. Tácito , De moribus germanorum.
s u ­
billas. Las leyendas del Asia oriental sobre la
creación de la tierra y el origen del género hu­
mano, ofrecen incertidumbre, oscuridad suma
y contradicciones grayísimas ‘.Losprimeros ana­
les interesantes sobre la historia del hombre
son ios libros sagrados ; y tanto por estas tradi­
ciones respetables , cuanto por otros antiquísi­
mos documentos, se conjetura que la población
de Europa es originaria del Asia, y que la de
estos países se verificaría con lentitud, y durante
el trascurso de muchos siglos.
Algunos escritores pretenden esclarecer el ori­ Opinio.
nes.
gen de la población primitiva con documentos no­
toriamente infundados: Nuestros compiladores ge­
nerales , atenidos á los escritos de los primeros
siglos del cristianismo, suponen que Tiibal, hijo
de Japhet, nieto de Noé, fué el primer poblador
que vino á España; otros aseguran que fué Tarsis,
hijo de Jaban, nieto de Japhet, biznieto de Noé.
Citan un capitulo del Génesis en que Moisés seña­
ló la división que cupo á los hijos de Noé como
pobladores del globo. A Tarsis, dicen, tocó una
tierra con el nombre de Tarteya, y como Polibio
y otros escritores griegos y latinos llaman tonescios
á varios países comprendidos en Andalucía, la
semejanza de nombre induce á creer que Tarsis
y sus descendientes fueron los pobladores primi­
tivos de estas regiones. Los que opinan por la
descendencia de Tiíbal, recurren á las obras de
S. Jerónñno, que indica su viaje á España, y á
las de Josepho, que cita la Iberia como la región
habitada por él mismo. Pero en Asia, entre la

^ Véase áH erder, Histoire de la, phílosophiede la hu-


mamí e^ tomo 2, caps. 5, 6 y 7 del iib. 10.
^12—
Cólchida y la Albania,ba existido mía región con
ebnoítíbre de Iberia, y á eEa se refirió Josepbo.
S. Jerónimo escribió en época posterior á los si­
glos en que suponen poblados estos países, y aun­
que sus opiniones exciten entre nosotros venera­
ción y acatamiento , quisiéramos que hubiera
trasmitido datos que las apoyasen.
Conlétara Los cronicones falsos biserían la sucesión de
probable. Jos hijos de Tiíbal, y entre ellos á íbero que dio
su nombre á Iberia,' y que se supone fundador de
Illiberis; refieren asimismo nombres y,vidas de
reyes famosos, y sus esclarecidas hazañas en la
BéAica. Tales fábulas, que el P. Mariana llama
consejas, son despreciadas por todos ios críticos.
Los escritores paganos dan noticia de estos paí­
ses en siglos próximos á la era vulgar, y ellos
nos confirman mas y mas en la idea de que tri­
bus asiáticas han avanzado lentamente desde los
mas remotos confines , y poblado con sus po­
bres familias la España y sus provincias meridio­
nales. El tiempo en que se fijaron estas eolonias
errantes no puede sujetarse á datos ci’onológi-
cos. Tribus nómadas, habiendo morado durante
siglos en las llanuras inmensas de la Tartaria y en
los bosques y páramos incultos de la Europa se-
tentriónal, descendieron á los climas, del medio­
día en busca de mas fértil tierra y de cielo más
apacible. Instalados en el país desde una remota
r antigüedad y descendientes de estas tríbns, los
bastitanos, los oretanos, los túrdulos y bástulos,
pueden considerarse como solariegos. Los célti­
cos ocuparon la serranía de Ronda posteriormen­
te, disputando con las armas la posesión del país.
Es un hecho confirmado por la-historia, que los
celtas descendían de los galos que subyugaron á
ios iberos, é iban recorriendo y devastando co­
marcas. Su3 costumbres eran idénticas á las de
-1 3 -
los cUltlí^’llOS OSClttlSj ÍJU.16I16S dCsCOlidltUl • y
aunque ligados con los iberos y con los túrdidos,.
conservaron su carácter marcial y sus. costum­
bres primitivas ^
Cada región tenia por capital una población, Cápítaleg
bierte por naturaleza ó por arte, y ios ríos ó región,
montañas separaban su respectivo límite. En es­
tas capitales celebrábanse juntas en las cuales,
presidiendo el mas anciano, se acordaba lo con­
veniente á la república. Esta congregación, lla­
mada por los latinos concilium, dió nombre á la
voz concejo 2 . Las habitaciones y muros de los Noticia
pobladores primitivos de este país, son de&srip-
tos por Plinio El diligente naturalista dice, que
los edificios de los españoles eran sencillos, pero^
sólidos; formados de tierra diestramente amasa- -
da, y endurecida al poco tiempo, resistían á los
vientos, á los incendios y á las aguas. Las obras
de cal y canto, los macizos muros de sillares que
aun subsisten en despoblados ó en el recinto de-
algunos pueblos, son trabajos de cartagineses y
romanos. La arquitectura de los túrdulos era sen­
cilla, acomodada á las escasas necesidades de
aquellos moradores , y propias de los tiempos en
que las artes se bailaban en su infancia. Las guer­
ras que pueblos, civilizados- sostuvieron en estos
países, y las necesidades y costumbres que en.eüos
introdujeron, alteraron el método de fortificacio­
nes, y la consímecion de edificios. Los modestos
recintos de los túrdulos no eran bastante sólidos
para resistir á las máquinas de guerra que hablan
perfeccionado sus conquistadores, ni los ricos y

^ PiíDio 5 lib. 3, cap. i.


2 Estrabon, lib. 3.
3 “
Plinio 5Histor-, natur.^ lib. 3 o , cap*. 14.
— 14—
voluptuosos comerciantes de Tiro y Sidoii, po-
dian acomodarse á vivir en las pobres mansiones
del litoral ni en las mezquiuas viviendas de gente
rústica. Así; los fenicios desde su instalación en el
paíS; construyeron sólidos muros, coronaron las
cúspides de los cerros con atalayas y torres tele­
gráficas para sus comunicaciones, elevaron sun-
íliosos templos ásus divinidades, y á despecho
de las corrientes dirigieron las aguas por canales
y firmes acueductos .
Ideas de El egoismo individual y el aislamiento de las
Estrabon tribus granadinas, les impusieron la fatal servi­
sobre elea dumbre de naciones extrañas. Estrabon indica la
rácter de
nuestros causa de que dominasen casi sin obstáculo en es­
pueblos. tos países, los fenicios y cartagineses. Pequeñas
repúblicas, sm unión ni fraternidad, no pudieron
oponer una vigorosa resistencia á sus invasores,
y simultáneamente sucumbieron á las ambiciosas
miras de aquellos pueblos Cuando los habitan­
tes de laBética, organizados y dirigidos por jefes
activos, hostilizaron á sus dominadores, dieron
iguales pruebas de valentía que los celtíberos y
cántabros
Escasas No nos quedan vestigios algunos de las cos­
tradicio­ tumbres religiosas de estas tribus independientes.
nes reli­
giosas.
El culto de Hércules, el de Baco, el de Isis, Se­
rapis, y otras divinidades paganas que consta en
monedas y raras antigüedades, fné introducido
porVlos griegos y fenicios. Silio Itálico refiere,
que las tribus salvajes de estas comarcas, aban-

í Véase á Cean Bermudez en su introducción á la obra


de Arquitectura y arquitectos^ redactada en ■vista de los
manuscritos de Llaguno.
2 Estrabon , lib. 3.
2 Cortés y L ópez, Españct antigua^ cap. 1.
— 15 —
donaban ios cadáveres al pasto de las aves, en
la creencia que sus alas remontában los espí­
ritus al cielo *.
A pesar de la dilereneia de- nombres, las tri­ Rudeza
bus aranadinas presentan generalmente enloses-
critos antiguos una notable semejanza. Lostum- bios anti-
bres rudas, atraso en las artes, un salvaje ais- guos.
lamiente, fraternidad suma entre los individuos
de una misma región, y rivalidades con los in­
mediatos, son las cualidades inherentes á pueblos,
incultos, y propias por lo tanto de los habitan­
tes de estas comarcas* Sus revoluciones nos son
absolutamente desconocidas; y aun cuando nodo
fuesen, sería molesta la uniforme y monótona
historia de pueblos bárbaros, que cual todos los
que ocupaban el inmenso espacio que media des­
de las fronteras de la China hasta las playas que
baña el Atlántico, se habian empujado como las
olas del mar, instalándose en los países que la.
fortuna les deparaba.
Tal vez estos habitantes habrian permanecido Llegada
ignorados y sumidos en su barbarie estacionaria
durante muchos siglos., si un pueblo de oriente,
rico, industrioso y culto, no hubiese arribado á
sus costas. La luz de la civilización penetró en­
tonces en estos países ; y como el sol con sus ra­
yos vivihcadores, desarrolló los gérmenes de ci­
vilización que permanecían infecundos en nues^
tro suelo. Este pueblo fue el de Fenicia,
La Fenicia es un cantón estéril, cercado por La Fení=
una cordillera de montañas ásperas á oriente, y cía.
bañado al poniente por el Mediterráneo. Los des^
cendientes de Cani y de Canaán poblaron este

S il itálico, lib. 3 , vers. 343.


-le ­
páis : hijos de un padre proscripto y maldecido
por las tribus circunvecinas, emigraron de las lla­
nuras de la Caldea, en donde prosperaban con
el comercio y la industria, y fiieron relegados
como extranjeros en las rocas y parajes estériles
de una tierra ingrata. La pobreza dei país les obli­
gó á buscar recursos, entregándose á merced de
las ondas; y la laboriosidad de los babitantos, la
posición del pafe ventajosísimo para el comercio,
la vecindad de naciones ricas, antiquísimas en ci-
>álizacion y adelantadas en todo género de cono-
eimientos titiles, elevaron á la nación fenicia al
mas alto grado de opulencia y esplendor. Tiro,
Sidon, Biblos, Arados y otras poblaciones cita­
das en los libros sagrados y profanos, se fómenta-
ron en las playas de la Siria y de Palestina, y
abrigaron en su recinto multitud de familias, go­
zando de riqueza igual á la que boy acumulan
las ciudades-industriosas de Inglaterra y de Bél­
gica
Comerck) fenicios tenían en un principio barqui-
'áe los fe- cbnelos peligrosos para internarse en alta mar.
nidos. Los adelantamientos de su industria les propor­
cionaron navios de altó bordo, y con ellos toma­
ron rumbos observando el curso de algunos luce­
ros y las constelaciones de ia osa Mayor: ya for­
talecidos con escuadras formidables, y adiestra-

< F. -Josepho, Antiquitatum judaicomm^ lib. í , cap. 12.


Herder, Phüosophie de la humanitéjMh. 1 0 , cap. Saha-
dor, Instüutions de MouéiYih. 3 , cap. 6. Pliiiio, Mistor.
natur., líb. 6 , cap. 1 9 , íib. 7 , cap. 34. El mismo celebra
además algunas manufacturas de Sidoo. Sidone quondam in
oficinis nobili, lib. 36 , cap. 26. Véase el Ub, 2 , cap. 103,y
el lib. 5j, caps. 20 y 31. Biblia Sacra, Isaías , cap. 2 3 , y en
los Libros de los Profetas Jeremías y Esequíel. Calmet,
Bissertf in S. Scrip. ad Jome, 1 0 , Í 1 , PmerL % cap. %
. —17—
dos en la marinería, dominaron en el Mediterrá­
neo Gomo elemento indispensable de vida para
toda nación mercante, fimdaron ricas y flore­
cientes colonias en los territorios giie descubrian;
con esta mira desembarcaron en las costas
Granadinas 1.500 años antes de la era vulgar. Á 1.500
Ja índole mercantil y á los conocimientos supe- antes
ríores de los fenicios, no pudo ser desconocida
la importancia de im país virgen, de delicioso
clima y de suelo feraz. Su ocupación ofrecia ven­
tajas incalculables, y desde luego pusieron aque­
llos extranjeros todo su conato en entablar rela­
ciones con los pueblos vecinos á la costa
El arribo de los fenicios nos ha sido trasmití- Tradlcio-
do al través de tradiciones fabulosas. Estas nos
dicen, que Hércules, primer caudillo que des­
cubrió estas comarcas, fundó á Garteya, y con
dos columnas limitó allí el orbe: y que los feni­
cios , habiendo explorado el mismo terreno , ere- .
yeron que las montañas de Galpe y Avila eran .
ios términos de la tierra y de las expediciones
militares del héroe Añaden, que en un paraje
inmediato á Almuñecar, hicieron aquellos mari­
nos sacrificios á los dioses; y no presentando las
víctimas buenos auspicios, pasaron el estrecho y
descubrieron una isla qne fué consagrada á Hér­
cules, edificando una ciudad y un templo mag­
nífico

< Flores, Clave historial. Roiney, Historia de España^


parte 1, cap. 1, Vázquez Clavel, Conjeturas sobre Mar~
conjetura 1. Roa^ Málaga ilustrada^ cap. 1. Vezraar,
Antigüedades de VeleZj cap. 1, Orbaneja , Almería ilus-^
ir aí/fl^parte 1.
2 Estrabon, lib. 3. Ayala, Historia de Gibraltar, lib. 1.
® Estrabon, lib; 3. Avieno, Oree maritimcB^ v. 267. Bo-
ehart, Geogr, Sagr.^ parte 1.
—1 8 -
Interpre­ La tradiccion mitológica es fácil de comprea-
tación .
der. Quisieron los fenicios instalarse en la costa
granadina, en donde fiieron hostilizados por sus
habitantes; y este contratiempo está indicado en
los poco favorables auspicios de las víctimas. En­
tonces, avanzaron hasta Cádiz, cuya posición les
ofrecía seguridad y medios de establecer su im­
perio en los países circunvecinos'. La situación de
la isla gaditana, favorable para el comercio, la
facilidad de ocuparla pacíficamente sin hostilizar
á los pueblos bárbaros, con quienes convenia en­
tablar relaciones amistosas, y la circunstancia
particular de ser mi recinto separado del conti­
nente por un brazo de mar, y resguardado por
la naturaleza misma de asaltos repentinos , les hi-
cicieron preferir este paraje, como capital de las.
colonias
Sentido Algunas de las tradicciones acerca de Hér-
de^iTfábu- corroboran verdades físicas. Es muy ex-
laantigua, presiya la que supone, que Hércules, despues
de haber muerto á Busiiás y vencido al gigante
Anteo, pasó de África á España, derrocó el es­
trecho, y unió el Mediterráneo con el Océano,
separados hasta entonces por un istmo. En este
esfuerzo atribuido á la pujanza del héroe, en el
apartamiento de los duros escollos que intercep­
taban la comunicación de ambos mares, está sim­
bolizada una de aquellas convulsiones horribles
que han variado la faz del globo, sumergiendo di­
latados continentes, alzando islas, y hundiendo
en profundos abismos regiones enteras
Los feni- Instalados los fenicios en Cádiz, dieron princi-

^ Obras citadas.
2 Plinio , lib. 4, cap. 5. Estrabon, lib. 8. Avala , Mi$-
tona de Gibraltar^ lib, 1, cap. 53 y siguientes,'
— 19—
pio á su tráfico con las tribus comarcanas, se cios en
fueron introduciendo lentamente en el interior
del país formalizaron alianzas con los antiguos
habitantes; y multiplicaron sus colonias, sus al­
macenes y sus pueblos. Poblaron en el litoral á
Barbesula (en la desembocadura del rio Guadia-
ro), á Salduba (Marbella), á Suel (Fnengirola),
á Malaca (M álaga), á Menoba (Velez Málaga),
á Sexti ( Torrox), á Exi (Almuñecar), á Selam-
Una (Salobreña), á Abdera (A dra), á Murgi
(Mojácar) , último pueblo de nuestras proyin-
cias
En lo interior engrandecieron algunas pobla- En tierra
dones: entre ellas á Castulo (Cazlona) , á Illiberi adentro.
(Elvira), i Escua (Archidona). La raíz fenicia
Ibbo, alterada en Ippo» y las de lili y Ebbor, fve-
cuentísñnas en la composición de los nombres de
lugares elevados en donde sagazmente se estable­
cieron , hacen conjeturar que en ellos tuvieron
asiento y morada. Tales son: Áccinippo (Róndala
vieja) enla región céltica, Cedrippo (La Alameda),
Illurco (ruinas entre Pinos é íllora), Hipponova
(Montefrio), Illiturgi ( Santa Potenciana), en el
país túrdulo. Estas, y otras muchas poblaciones,
de las cuales no quedan sino escasos vestigios en
estas comarcas, situadas ya énla costa, ya cer­
canas á los ríos, prueban que sus fundadores te-

Oram eam universam originis pmnorum existimavit


M. Agrippa. Plinio, lib. 3 , cap. 1. Sinus esi uUra^in eo
que CarteycB fud quidam putant alicuando TartessosJ et
quam transversi ex Africa Phoenices habitarunt. Mela, De
situ orhisj lib. 2, cap. 6. Rufo Festo Ayieno , despues de
describir toda la costa granadina , dice:
Ista Phojnices prius
loca emolebant.
Oree maritimXj lib. i , v. 459.
— 20—
nian por objeto dar estímulos á sii industria y co­
mercio, y plantear colonias ^ promoviendo ade-
kntos en la agricultura. Málaga era el emporio y
principal mercado de estas provincias, y su puer­
to, como boy dia, uno de los mas importantes y
concurridos del Mediterráneo. Los pueblos cerca­
nos acudían alb á vender las producciones esti­
madas, de miel, cera, minio , grana y todo gé­
nero de cereales. En toda la costa granadina se
hacia asimismo un tráfico lucrativo con los salsa­
mentos, cuya industria prosperó muchos siglos
Tradición Abdera, Selambina y Exi^ fueron la base de
relativa á
la riqueza los establecimientos que los fenicios fundaron
mineral. para espío tar las ricas minas del país granadino.
Todos los escritores antiguos encarecen las can­
tidades de metales preciosos que aquellos colonos
han extraído de nuestro suelo, y hasta refieren
que recargadas de plata sus naves, y no pudien-
do aprovechar toda la que ofrecia el país, arro­
jaban sus pesadas áncoras, substituyéndolas con
aquel rico y estimado m-etal.
Política La política de los fenicios fué mas noble, mas
de los fe­
nicios. generosa y mas humana que la de los cartagine­
ses y romanos, y por lo tanto -mas perdurable y
tranquila su dominación. Estos pacíficos negocian­
tes no debieron la prosperidad de su comercio á
p e rra s sangrientas, ni á manejos solapados. Aca­
riciaron con dádivas, con regalos y con los goces
que ofrecía su industria á los rudos pueblos en
donde plantearon sus colonias; y ensanchar mas
y mas el círculo de sus relaciones amistosas, sin

^ Esírabon , lib. 3. Véase la nomenclaíora de España


por D. Fermín Caballero, en su art. Fenicm. Comerse^
dones malagueñas^ lomo 1 , coisv, 3. PP, Mohedanos, HisU
Uter. de Esjiaña, tomo i .
— 21—

recurrir á la fuerza, fué el constante anhelo de


su política , . , . ^ .
Las noticias sobre sistema interior, constitu- Orgam=
cion pohticay civil de las colonias establecidas
en estas provincias, y sus obligaciones con ia me- nías en na
trópoli, son muy escasas. Sin embargo, podemos estro país,
comparar con algún fundamento la organización
de los establecimientos fenicios en las cosías gra­
nadinas con la liga de las ciudades anseáticas.
Ellos mismos adoptaron un sistema federativo y
se gobernaron por sí. Aunque respetaron ís& le­
yes fundamentales de su patria, nunca dependie^
ron de ellas, ni recibieron otras quedas sanciona­
das por libre consentimieiito. La colonia de Cádiz,
aunque ia mas rica y floreciente de todas las es­
pañolas, no ejercía predominio alguno sobre las
demás. El único vínculo que las enlazaba, redu­
cíase á un origen común y á la identidad de inte­
reses. La una y las otras elegían sus magistrados,
á quienes estaba encomendada la ejecución de
las leyes y el imperio de k fuerza piíbiica. Los
ciudadanos mas ricos formaban una especie de
junta ó consejo admimstrativo, que imponia las
contribuciones, redactaba ordenanzas y mantenía
correspondencia con las colonias vecinas. Cuan­
do había disidencia, los votos de la mayoría se
ventilaban ante el pueblo, que decidía definitiva­
mente en votación pública \ ^ ^ ^^
Los fenicios acarrearon beneficios considera-
bles á los pueblos granadinos. «Con una civiliza- Uzan el

Masdeu, España Fenicia. Conde, Conversaciones ma­


lagueñas^ conv. 3. Heeren, Política y comercio de los pueblos
antiguos, tomo 4. ^
2 Segur, Historia universal, gobierno de Cartago y oe
las repúblicas fenicias. B eeren, obra citada.
—22—
país gra­ «cion iimiensamente mas adelantada que la de las
nadino. c<tribus con quienes íraíicaban (dice Mr. Roney)
«proinoYieron una útil revolución j comunicando
«algunas de sus costumbres, su culto y sus ar­
ates.” El hermoso país granadino, ponremente
cultivado, prosperó entonces y en él se multipli­
caron los moradores. Las mezquinas aldeas del
litoral se ensancharon, conteniendo en su recinto
templos suntuosos y vistosos monumentos; y pue­
blos enemistados hasta entonces con rivalidades
implacables, entablaron recíprocas comunicacio­
nes de paz y de armom'a.
Los feni­
Los fenicios no solamente activaron los pro­
cios pro­ gresos de la civilización en nuestro país, sino en
movieron todas las costas del Mediterráneo. Los cartagi­
la civili­
zación de
neses y romanos acrecentaron su poder á sangre
Europa. y fuego; ios fenicios al contrario, útiles á sí mis­
mos y á los extraños, disenúnaron sus riquezas,
enseñaron la industria á pueblos bárbaros, y los
iniciaron en los elementos de las ciencias. EUos
preparan en la historia la aparición de Cartago,
la alth'a república comerciante , y el esplendor
asiático, creado bajo el imperio de innumerables
monarcas absolutos, queda oscurecido con el bri­
llo de la civilización griega, cartaginesa y roma­
na , revestida de formas democráticas, y promo­
vida únicamente por los fenicios.
Colonias Los griegos asiáticos también comerciaron en
griegas de nuestras provincias, y fundaron dos ciudades ri­
nuestro
pais. vales de las colonias fenicias. Menace y JJlisea son
citadas por Estrabon y Avieno * como estableci­
mientos de los focenses en nuestras costas. Situa­
da la primera al oriente de Málaga ( en Almaya-

Estrabon, lib. 3. Avieno, Om maritm(B_,Y. 431.


— 23—
te) y en el centro de la Álpujarra la segunda,
e r ^ ambas focos de actividad industrial y de ci­
vilización. Eo Elísea babia un templo dedicado á
Minerva, y de él como de todo el país comarca­
no escriió una exacta corografía un griego lla­
mado Asclepiades Myrlaneo, que enseñó huma­
nidades en la región turdetana. Á los griegos de
estas dos ciudades se atribuye la elaboración de
abunas manufacturas, y la introducción del uso
de^la moneda en el país, y del culto á Venus, Dia­
na y á otras divinidades gentílicas
Los florecientes establecimientos de esta tier- Peligro,
ra no pudieron menos de excitar la codicia de
una república poderosa, que desde las playas afri­
canas acechaba ocasiones de engrandecerse y de
avasallar nuevos países: nuestras provincias , ob­
jeto de la ambición cartaginesa, se convirtieron
en teatro de calamidades, guerras y desventuras.

EstraboD , lib. citado.


CAPITULO ÍL

C ^ p t a g í n e s e g#
Fundación, engrandeciraiento y política de C artago.=L as
intrigas de los cartagineses revolucionaii nuestras provin-*
cías. = Campañas y gobierno,-de Amílear, de Asdrúbalj
de Á n íb al.= Casamiento de este con una princesa del país
granadino. = Toma de Sagunto, y organización de ejér­
citos en las comarcas granadinas. — Guerras de Italia. =
Campañas de los romanos en nuestras com arcas.= Muer­
te de los dos Scipiones.

Desapa- La generacioa presente no puede contemplar


^estigios de los monumentos construidos en nues-
ricion de
^g"™®?'tras comarcas por los industriosos navegantes de
eios. ia Fenicia. En Marbella, en Málaga, en Yelez,
en Almnñecar, en otros muclios pueblos del in­
terior , y en selvas y despoblados, se divisan mu­
rallas vetustas, fortalezas carcomidas, que aun­
que Msíoriadoresy geógrafos antiguos mencionan
como trabajos de la raza fenicia, están hoy re­
novadas por gentes posteriores. Los escasos do-
' cumentos de la antigua civilización son los tínicos
datos que poseemos para juzgar la índole de un
pueblo, cuyas revoluciones nos oscurecen cua­
renta siglos. No sucede así con la historia de Car-
tago: los anales de esta república ofrecen copio­
sa suma de datos, que aunque trasmitidos por es­
critores parciales, arrojan lúvísima luz para co­
nocer ia forma de su gobierno, el fin de su polí­
tica y las grandes hazañas de sus capitanes.
_ V
Cartago era la mas floreciente colonia de Tiro Cartago.
en la costa del M editerr^eo; se conjetura que
su fu n d a ció n fué nueve siglos anteriores á la era
. vulgar *. La poesía y la fábula han dado á esta
ciudad un origen romántico: suponen que Dido,
huyendo de su hermano Pigrhaleon, rey de Tiro
y asesino de Siqueo su esposo, edificó una ciudad
en la playa africana, que denominó KaHaEadat,
(Ciudad Nueva). Virgilio, añadiendo nuevas fá­
bulas á la historia de aquella princesa, ha lega­
do a la posteridad las mas brillantes quimeras^.
Las tradiciones de la antigüedad encubren Aventa­
siempre verdades liistóricas: las aventuras de Di­ ras de Di­
do.
do, huyendo de su patria, buscando asilo en playa
extranjera, y rehusando enlaces con encumbrados
príncipes, revelan la fundación de una colonia li­
bre, independiente y resuelta á no admitir otras
leyes que las que á sí propia se dictase.
Inocentes y rudos los africanos, como otros Engran­
muchos moradores de la costa del Mediterráneo, decimien­
sucumbieron al poderío de la civilización sobre to de Car­
la barbarie. Los colonos de Cartago ahuyentaroji tago.
ó impusieron su yugo á algunas tribus indómitas,

^ Mentelle, Cosmográfica lecon 25. Las-Casas, Atlas


mstorique^tableau i et 5. Masdeu , Historia critica, Espa­
ña cartaginesa.

^ Urs antiqua fu it: tyrii tenuere coloni;


Cartago..,................................................ .
V irgii., Eneid.j lib. 1.

Pigmalionéis quondamper eoerula terris


Pollutum fugiens fraterno crimene regnum
Fatali Dido Libias apellitur orce.
Sil. Itá i., De bello Punico, lib, Í, v. 21.

P lin ., Hist. natur., lib. 5, cap. 19.


Tomol 3 ‘
— 26—
y las de moros y iiúmidas, que ocupaban las re­
giones comarcanas á la nueva república, se so­
metieron. Extendida la dominación de Cartago en
aquellas tierras, lanzáronse sus marinos á osadas
navegaciones, y á destruir con artificio ó con fuer­
za establecimientos rivales Las escuadras de la
altiva colonia se apoderaron déla Cerdeña y de
las Baleares, y sus jefes, fieles álos mandatos de
una poKtica implacable, arruinaron las factoHas
que los griegos y otras naciones débiles, pero im
dustriosas, babian fundado en las playas de Eu­
ropa. Los fenicios de las comarcas granadinas
eran sus hermanos; la identidad de origen, las
relaciones que habían mediado sin interrupción
durante siglos, y los intereses creados en tanto
tiempo, vedaban una agresión brusca y repenti-
Intrigas na. Pero turbaciones suscitadas entre los turde-
de los car- , p^j. manejos de los cartagineses mismos^
m e s- comenzaron á inquietar á los fenicios. Sus esta-
tro país, blecimientos, arruinados por una guerra obstina­
da y lenta como toda lid española, menguaban de
dia en día; una anarquía deplorable mterrumpia
su comercio; los bajeles de Malaca» de Carteya,
de Ábdera» de Exi» no podían abastecer losmer^
cados extraños con los ricos productos del suelo
granadino; y en tanto apuro fué preciso á los co­
lonos pedir auxilio á sus hermanos de Africa. El
gobierno de Cartago, previsor y sagaz, como el
de todas las naciones cuyo elemento fie vida es
el comercio, tuvo un pretexto para poner en eje­
cución sus bien meditados planes, y ofreció pre-

^ Yéase á Diodoro Sícuio ( lib. 5, cap. 17 ), de donde el


P. Mariana sacó la parte de historia relativa á este tiempo.
Mariana , R u t. gen. de España^ lib. 1, cap. 16.
_27—
fenroso sus éscuadí-as, sus soldados y sus cá“
pitanes *
Aparejada una escuadra formidable á las órde­ Desem-
nes de Maíiárbal; dióse á la vela desde Cartago, a-
bizo escala en las Baleares, se presentó en núes- ños antes
tras costas, y comenzó á hostilizar á los iiidíge- de J. G*
ñas, que se suponiaii enemigos de los fenicios.
Las tropas africanas ocuparon á Cádiz , y toda la
línea de poblaciones que los bástalos liabitaban
desde el estrecho de Gibraltar hasta Vera. Due­
ños ya los cartagineses de la costa granadina, se
internaron en el país, pusieron guarniciones fie­
les en las fortalezas y pueblos principales, y bajo
pretexto de favorecer á sus aliados, se Sobrepu­
sieron á ellos, haciéndose señores absolutos
Los fenicios observaban con recelo los progre-
sos de los cartagineses, y conocieron cuán pérfi- cios.
dos eran los amigos á cuya lealtad se habian con­
fiado. Al ver á los intrusos conquistadores pose­
sionarse de las plazas fuertes, conservar con ex­
quisita vigilancia toda la línea de pueblos que
ocupaban en el litoral, y resueltamente imponer
servidumbre á amigos y á vencidos, quisieron
enmendar su falta, y se revelaron en algunos pun­
tos contra el nuevo linaje de tiranía. Los cartagi­
neses, desenmascarados entonces, expulsaron de
Cádiz, que consideraban centro de todas las ma­
quinaciones, á los antiguos colonos, y recurrie­
ron á los ardides de su pofiíica, sembrando semi­
llas de discordia en el país. Esparcieron agentes
en nuestras comarcas, encargados de inspirar
aversión hácia los fenicios, de preparar los áni-

^ Mariana, E ktor. gen,^ lib. 1, cap . 17.


2 Mariana, historia y libro citado.
— 28 —

^ “0 ^ favor de Cariago, y de ganar la voluntad


antes
J.C* de los indígenas *.
Los jefes de las regiones granadinas, como los
de otras tribus andaluzas, seducidos por los ha­
lagos de los astutos cartagineses, hicieron alian­
za con Maharbal, quien comunicó al senado de
Cartago el favorable resultado de su empresa.
Estos sucesos, verificados 550 años antes de
la era vulgar, dieron á los cartagineses absoluta
superioridad sobre los pueblos que la industria
de los fenicios habia civilizado en las comarcas
granadinas. Setenta años (hasta 480 antes de J. C.)
continuaron los nuevos dominadores en tranqui­
la posesión del país, relacionándose mas y mas en
él, y entablando estrechas alianzas con los jefes
de las regiones ó tribus en que se hallaban divi­
didas nuestras provincias.
Carácter La ocupación del país granadino por los car-
inofensivo taffineses estribaba mas bien en su alianza con los
por ila
de los car- • W, j • • • ^ j
tagineses. indígenas, que en un domimo cimentado
fuerza. La política y las intenciones del gobierno
africano estaban satisfechas con el impulso con­
siderable dado á su comercio, planteando en nues­
tras provincias colonias agrícolas, esplotando los
ricos minerales que crian nuestras montañas, y
abasteciendo con los productos de la industria
africana los mercados de las tribus semibárbaras
que ocupaban las vecinas provincias. En este tiem­
po no emprendiéronlos cartagineses una conquis­
ta absoluta y difinitiva: respetaron la altiva inde­
pendencia de los bastetanos y oretanos, túrdidos
y célticos, é instalaron sus establecimientos bajo
la misma base que sus antecesores los fenicios.

Justin., lib. 44. cap. 5.


— 29—
Traficaban en los pueblos comarcanos; daban en
ellos salida á sus manufacturas; verificaban cam­
bios lucrativos ; pero se limitaron á ocupar todo
el litoral, las antiguas fortalezas y las poblacio­
nes fenicias , sin internarse en el riñon del país.
Era causa de la conducta inofensiva de los car­ Causas de
tagineses, no la imprevisión, sino la urgencia de su inac­
ción en
ocupar sus fuerzas en otros puntos interesantes, nuestro
ün triunfo era para ellos conservar en tranquili­ país.
dad absoluta los establecimientos españoles, mien­
tras se ocupaban sus escuadras en hacer una guer­
ra implacable á los griegos y thirrenos, cuyos ba­
jeles rivalizaban con los suyos ; porque los cartas-
gineses despojaban sin otro pretexto que su inte­
rés, y abatían sin mas derecho que la fuerza, las
naciones débiles que podían menguar con su co­
mercio , el poderío y grandeza de la antigua rei­
na del Mediterráneo.
Polibio cita bácia este tiempo el primer tra-^ Primer
tratado.
tado de los romanos con los cartagineses, que Año 480
posteriormente ratificaron con cláusulas mas ex-- antes de
pbcitas i se expresan en él los límites que las ex­ J. C.
cursiones y conquistas de ambos pueblos habían
de tener, y se estipula que los romanos no ha­
rían apresamientos, ni traficarían, ni edificarían
pueblo alguno en las costas de los bastetanos y
tartesios
Cartago, valiéndose para todas sus expedicio­ La juven­
tud grana­
nes de tropas auxiliares, hizo levas en las comar­ dina com­
cas granadinas, y los soldados de este país pelea- bate en la

^ Polibio cita et tratado antiquísimo celebrado entre vo-^


manos y cartagineses en el consulado de J. Bruto y M; Va­
lerio , en el cual se establece, que ni los romanos ni sus alia­
dos habían de avanzar á nuestro país , ya fuese con pretexto
de comerciar, ya con el fin de plantear colonias. Amicitia
^so -
primera J.QJ1 012 la guerra que durante dos siglos devastó
guerra p ú -S ic ilia y la Cerdeña. El empeño de apoderarse
de ambas islas y la idea de tener un puesto avan­
zado para vulnerar la Italia, donde los romanos
iban extendiendo su dominación ^ hizo á los car­
tagineses sostener una lucha tenaz, de la cual se
apercibieron aquellos. El resultado de la contien­
da, fué prodigar los cartagineses ricos tesoros,
derramar torrentes de sangre , y perder la pose­
sión de las islas por cuya adquisición habian he-^
cho inmensos sacrificios.
Hostili- Esta guerra, sostenida veinticuatro años con el
dad de nombre de primera piínica, fué como una lid
Koni^^ ^ parcial entre ambas repúblicas ^ un ensayo para
Año 24.1 medir mas adelante y en mayor escala sus fiier?
antes de zas. Los cartagineses, envanecidos con sus ricas
b colonias, altaneros con tener enarbolado su pa­
bellón en todas las costas del IfediteiTáneo, no
podían observar sin una punzante emulación,
las conquistas que los romanos hadan lenta, pero
sólidamente. La pérdida de Sicilia y de Cerdeña
liabia comenzado á desmembrar su imperio, y
esta desgracia pedia una pronta indemnización,
España, aunque espiotada por los fenicios, con­
servaba pueblos rudos que cmlizar, parajes fér?
tiles en donde plantear colonias florecientes, na­
ciones belicosas en cuya servidumbre se podia
ejercitar el soldado cartaginés; y con mas altas
miras, que dar aliento y vida al comercio, des-

esto populo romano j sociisquej et cqrtkagmemibus,...... i?o-


manij sodive romanorum ultra promontorium Pulcri ( cabo
de Gata) nec mercaturos gratia naviganto, nec civitatem ad-
quirunto I y añade el mismo Polibio i Adjectce fuerunt^ pro­
montorio Pulcro, Mqstia et Tarteyon. Polibio, Histor.^Wh,
3, Mastia es error de | qs copiante^ aatiguos, debe leerle
—31—
embarcó Amílcar con refuerzo consideraWe de

'^^TrailcarVSa^adquirido laureles y renombre


en ifacaT ásu p ru d m cia debía Cartago later-
. ¿e algunas discordias, que comenzaban Año 238
^turbar la paz y felicidad de las familias carta- antes de
^ e sa s. T a m b ié n liabia Yencido á los númidas re­
beldes, y temibles por su bravura. Militar aguer­
rido y eminente pobtico, alimentaba resentimien­
to profundo contra la nación que ofendía a su
patria, despojándola de colonias importantes. Su
altivo genio no podia soportar tal afrenta 5 y cal­
culando que nuestras provincias, joya del impe­
rio cartaginés, hablan de ser codieiadas por la
ambición romana, se propuso consolidar en ellas
un imperio poderoso, organizar un ejercito res­
petable, y conducirle á las puertas mismas de
Roma. Guerrero prudente, político hábil, solda­
do intrépido, afectuoso en su trato doméstico,
implacable enemigo de los romanos, era capaz de.
llevar á cabo tan osada empresa.
Apenas hubo desembarcado, entabló nuevas y Recorre
estrechas relaciones con los todetanos, impuso
absoluta dominación á los túrdulos, célticos y ore-
tanos, no muy favorables á la alianza cartagine­
sa. En esta expedición acopié tesoros riquísimos,
dió premios á sus soldados, y planteó pru­
dente y bien entendida administración
Al siguiente año (237) sometió á los basteta- Sumuerte,
nos y á otros pueblos de la parte oriental,
tiniió con una actividad incansable, gueireando.

^ Cornelio Nepote, Vita Ámikarís. Diodor. Sicul. , lib.

‘^ P o L , lib. 2. Sil. Itál.,llb. 1, Y. 141- Cornel. Nepot.,


Vita Amüc.
-3 2 -
confcra las tribus valerosas que se exteiidian por
toda la costa desde nuestras comarcas hasta el
E bro, y tal vez habría anticipado la guerra que
con tanta gloria sostuvo su hijo, si no hubiese
muerto á manos de los españoles en una batalla
dada en Castro Alto C
Asdrúbal, Le sucedió en eLmando Asdnibal, lugartenien-
^de y ’ P ? ? asegurar ¡as conquistes de
J. C. predecesor fundó á Cartagena, y construyó en
ella edificios suntuosos y un palacio espléndido:
desde su origen fué esta ciudad, por su posición
y su comercio, la capital del imperio cartaginés,
y el centro de las operaciones niilitares Asdrxí-
bal merecía por sus altas prendas reemplazar en
el mando al padre de Ambal. Dotado de una ac­
tividad igual á la de su antecesor, iniciado en los
secretos de su sagaz política, y notable por su go­
bierno paternal y benéfico, continuó con tan buen
éxito la campaña, que pasó el Ebro, y llamó pon­
derosamente la atención de los romanos. Ocupa­
dos estos en la guerra con los galos, solo pudien
ron contener sus progresos, estipulando mante­
nerse neutrales, con tal que los cartagineses no
pasasen aquel caudaloso rio, y respetasen como
utvio_able ei^teritorio de Sagnnto y demás colo­
mas griegas Al cabo de ocho años de mando
diuaníe los cuales conservó la paz de las comar­
cas granadinas, fomentó ia agricultura y el co.

‘ Tit. L iv., Jíbs. 20 y 24. No es muy cierta la posición


de esta ciudad: unos la ponen hácia Castro Alto ó CastriP
o^^ros hacia las orillas del Ebro; otros hácia las Columnas de
Hércules Véase áMondejar, Cádiz n ^ y l
^ art. Cmtmm
2 Pplib., lib. 2,
Polib., Ilb. 3, Tifo Livio, lib. 21. Silio Itálico ( lib.
33-
-

inercio y liGrnioseó runchas ciudades j pereció


asesinado por traidora mano *.
Muerto Asdrübal, el ejército aclamó por ge­ Aníbal
elegido ge­
neral á Aníbal. Amílcar su padre le había educa­ neral.
do con la severidad conveniente para formar un Año 225
héroe: siendo aun niño, le condujo al pié de los antes de
altares, y le hizo prestar juramento de ser ene- J. C.
niigo irreconciliable de los romanos. Como la
muerte de Amílcar le dejó huérfano á los diez y
ocho años, su cuñado Asdrubal completó su edu­
cación guerrera. Mientras Aníbal era aclamado
caudillo de las tropas en España, una oligarquía
turbulenta enervaba el poderío de Cartago, y
alimentaba discordias hereditarias en el seno de
las familias principales. La facción de Hannon, Debates
en Carta-
que veia con envidia el engrandecimiento de la go.
familia de Amílcar, se opuso á que el gobierno
ratificase el nombramiento de Aníbal. Expuso,
que era una imprudencia confiar el mando de las
tropas y encomendar el gobierno de España á
un joven ardiente, educado con instintos belico­
sos, y cuyo genio precoz iba á encender una
guerra desastrosa entre dos repúblicas, que po­
drían consolidarse con la paz y acrecentarse con
el comercio
El partido contrario á Hannon mostróse fiel á Retrato
su antigua pofitica, se decidió por la guerra, y de Aníbal.
aprobó el nombramiento de Aníbal. Al tomar
éste el mando, apenas contaba 26 años. Á tan
corta edad reunía la madurez de un anciano y

V. 145) hace una pintura de Asdrúbal , digna de un poeta,


pero contraria á las narraciones de los historiadores mas ve-
a'ídicos que elogian las altas prendas de este insigne capitán.
^ Tit. L iv., lib. 21.
^ IMut., Jn vita Armihalis,
— 34—
la fogosidad de un mancebo: lodo en él revela­
ba el genio de un hombre extraordinario. Dota?
do de una actividad y de una osadía sin ejem­
plo, concebía planes de hazañas grandiosas, y los
revelaba con la ejecución. En los mas arduos pe­
ligros desafiaba impávido la muerte 5 daba estímu­
lo y ejemplo á sus soldados, sufriendo al lado de
ellos incomodidades y privaciones penosas: desr
preciaba en campaña los lechos mullidos y toda
clase de regalo, como debihdad impropia de un
guerrero. Con exquisita sagacidad adivinaba los
pensamientos ajenos, y reservaba los suyos con
igual astucia. Su profundo talento le permitia
atender á planes complicados, y juntamente á
pormenores minuciosos. Era inflexible y pronto^
en sus mandatos. El historiador latino ensalza su
genio, pero vitupera su propensión á infringir los
tratados, sus rigores y su fiereza *. Tito Livio era
romano: Napoleón, irrecusable juzgador de los
grandes hombres, dice que Aníbal, mas entendi­
do que Alejandro, mejor soldado ^ e César, filé
el guerrero admirable de la antigüedad
Su agu­ El joven cartaginés reuma á tan notables pren­
deza. das, conocimientos extensos en literatura griega,
nobles modales, y particular hechizo para adqui­
rir ascendiente sobre los demás hombres. Su
conversación era agrádable, festiva á veces, y
casi siempre amenizada con las reflexiones bre­
ves y profundas, que cautivaula atención, pre­
disponen favorablemente y son indicio seguro de
la superioridad y del genio

1 Tit. L iv., lib. 21.


2 Las-Casas, Memorial de Sainte Helene, tom, 7, Nov.
1816. Montolon, Memoires de Napoleón, iom . 2 ; véase el
apéndice n. 1 .
3 VMBx,^,Yita Annibalk^
-3 5 -
L o3 soldados veteranos, que cuando jóvenes
habían sido conducidos á la victoiia por Amilcar, p^egencia,
entusiasmábanse al contemplar en el hijo la mis­
ma apostura, el mismo semblante, la misma ga­
llardía del padre; velan en él resucitado á su an­
tiguo general: los visoños, admiraban á un com- -
p&ero; y la plebe, preciada casi siempre de ex­
terioridades, victoreaba al bizarro mancebo y al
joven héroe
Aníbal, en los primeros dias de su gobierno, Recorrp
visitó las comarcas sometidas por sus anteceso-
res. Los pueblos granadinos, como todos los an-
daluces, habían abrazado resueltamente la cau^
sa de los cartagineses, que con una política há-,
bü y una administración feliz, consolidaban las
bases de un imperio poderoso. Cástulo, Illiturr;
gi, Illib erilílurco, Ilíipulu, Escm> Ebora^ se fo­
mentaban. La riqueza nacia en los surcos de la.
agricultma: tesoros riquísimos mantenian la opu­
lencia de las familias principales, dueñas de mU
ñas de plata y de otros metales esplotados en
nuestras comarcas; y solo eran temibles las irup-
ciones de algunas tribus feroces é indómitas que
vagaban en las provincias del norte
Se distinguía entre las poblaciones antiguas del ge~ena-
país la ciudad de Castulo^ corte y morada de al- mora en él
gunas familias españolas preciadas con orgullo de
su linaje esclarecido. Brillaba en ella, como un
modelo de discreción y hermosura, una tierna
doncella de nombre Himilce, Sus encantos cau-

^ Piutar.,id. m L iv .,lib .2 1 .
^ Las raíces lili j Ebur son púnicas; y por ellas se pue-
dep deducir las poblaciones en que dominaron los cartagine­
ses. Escua es voz fenicia, que significa cabeza principal.
Véase el art, de D, Miguel Cortés y López sobre esta pobla-
cjop, en su Diccionario^ y el apéndice n. 3 de este tomo.
-36-
tivaron el corazón del héroe cartaginés, que la
eligió por esposa. Aníbal, al ofrecer su mano á la
interesante Himilcej obedeció a las afecciones del
corazón y á los consejos de la política. Desde su
feliz enlace contrajo un nuevo vínculo con los pue­
blos granadinos, adquirió nueva patria, y se iden­
tificó con sus nuevos conciudadanos. Abrió camb
Siiad- nos yfortificó pueblos, construyó puentes, purgó
ministra -> las comarcas de salteadores y facinerosos, que se
abrigaban en las asperezas de las regiones célti­
ca y bastitana, y edificó en las cúspides de las
montañas y á orillas de los caminos, torres, que
durante siglos conservaron el nombre de Torres
de Aníbal, y servían para proteger á los viajeros,
dar seguridad y amparo á los habitantes del cam­
po , y mantener comunicaciones y una severa vb
gilancia por todas nuesti^as comarcas
La ventura de su nuevo estado no sosegó los
Sus osa- estímulos de su ambición; la idea de conducir un
desplanes ejército á Italia, ocupaba su mente noche y dia.
y prime- Para realizar con buen éxito el vasto plan, disb
ras cam- , habituó sus tropas á penosas fatigas, y las
pañas.
familiarizó con los peligros. Partió con su ejérci­
to organizado en nuestras comarcas, hizo corre­
rías en tierras de los olcades, vaceos y carpe-
taños (CastUla), quienes le opusieron un ejército
de 100.000 combatientes. Aníbal suplió con as­
tucia la inferioridad numérica de sus tropas, dis­
persó las turbas bárbaras, cautivó los principa­
les régulos, los colmó de mercedes en vez de
maltratarlos con castigo, y ya vencidos con las

SpeetaP etiam num speculas AnnibaUsj Mispaniüj,


terrenasque turres iugis montium impositas, Plin.^ Histor,
natur,, íib. 35, cap. \k. Sobre los amores de Aníbal véase el
fragmento de Silio Itálico, que insertamos en el, apéndice
nüm. 2.
— 37—
armas, los hizo amigos cou la clemencia. Mos­
trándose tan gran capitán como sagaz pohtico,
consiguió hacer aliados o tributarios todos los
pueblos que desde nuestras comarcas basta el
Ebro habían recorrido Amílcar y Asdriíbal con
insegura dominación. Todos le obedecían, ex­
cepto Sagunto. , . .
Sagunto (Murviedro) era una colonia griega cu­
yo territorio hablan ofrecido respetar los cartagi­
neses en el convenio celebrado con Asdriíbal. Los ^ Hostili-
^ g
romanos, que velan con inquietadlas rápidas con-
quistas de Aníbal, cultivaban mas y mas la amis­
tad de los saguntinos, y les daban seguras pren­
das de su fe y alianza. Aquella plaza importante
era el foco de las intrigas de los romanos contra
Aníbal, y la residencia habitual de sus agentes
encargados de esparcir el oro, y de sublevar los
pueblos que los cartagineses hablan domado con
sus esfuerzos, Aníl3al, á quien no podían ocultar­
se tales maquinaciones , hizo presente á su go­
bierno la hipócrita conducta de los romanos, las
turbulencias que encubiertamente suscitaban en
las comarcas vecinas á Sagunto, y las vejaciones
que hacían sufrir á los aliados de Cartago. Pidió
autorización para poner coto á los sordos mane­
jos de la pohtica romana, y hacer un escarmiento
en los sagnntínos. Su gobierno le otorgó plenos
poderes, y á los pocos dias un ejército formidable
tenia cercada la ciudad enemiga. La rendición de
esta plaza le importaba tanto m.as, cuanto que era
el principal obstáculo para emprender su expedi­
ción á Italia, que él juzgaba irrealizable, mien­
tras subsistiese á su espalda una ciudad tan impor­
tante ,tan hostil á Cartago, y tan favorable por su
posición para recibir socorros de los romanos.
Sabido en Roma el cerco de Sagunto, el se- Entrevis-
nado despachó embajadores que se avistasen con ta de em-
38-
-

íiajadorcs Aníbal, y le pidiesen explicaciones sobre su con-»


romanos Aníbal les bizo comparecer á su presencia
bal. y dar cuenta de su misión. Reducíase esta a notifi­
carle, (pie se abstuviese de atacar a los saguntinos,
por ser aliados del pueblo romano, y a recordar­
le el tratado delimitar sus campañas á las orillas
del Ebro. Aníbal les dio una respuesta decorosa
y enérgica; les dijo; a que él también era amigo
«de los saguntinos , pero (pae los romanos habían
« provocado la guerra, excitando discordias ofen-
ttsivas y perjudiciales á los aliados de Cartago;
« (pie cerciorado á fondo de las maquinaciones
«de los romanos,babia dado aviso a su gobierno,
«no acostumbrado á dejar impunes semejantes
«afrentas; (pie los saguntinos habían sido los
agresores, y que para evitar males sucesivos
«se le había autorizado; que proeederia con ar­
cereglo á los intereses de su patria, y (pie á su
c( gobierno solo daría cuenta de su conducta^^
Así se enojó mas y m as, y apretó el cerco de la
ciudad sitiada: sus moradores defendiéronse dm
rante ocho meses con una obstinación heróica.
Desconfiados de recibir socorros de los romanos,
extenuados por el hambre, menguados por la
peste y por el acero cartaginés, sucumbieron in­
cendiando sus propios hogares, y arrojando á las

< Polibio afirma, que Aníbal recibió á los embajadores,


y que les respondió con dignidad ( lib, 3 ). Tito Livio dice,
que rehusó darles audiencia, ocupado en el cerco de Sagun­
to , pretextando que él estaba allí para combatir, y no para
oir charlatanes ( lib. 21 ). Orosío afirma, que despidió des­
cortés á los embajadores: Legatos romanorum adse missos in-
iufiosisime de conspectu suo abstinuit (lib. 4, cap. 14). Plu­
tarco no esclarece este hecho. Silio Itálico es del mismo pa­
recer que Tito L ivio; sin embargo creemos á Polibio , co­
mo mas imparcial y menos interesado en presentar bajo un
carácter odioso ai general cartaginés. El voto de Orosio no
es de grande autoridad. ^
-3 9 —
ilamas f^raii parle de las preciosidades y riquezas
que conservaban. . e ^ ^ ' 4.
^ La rendición de Sagunto lue un reto a muerte impor^
entre Cartago y Roma. Las enemistades, que las lancia de
suerras liabian engendrado entre am- la toma de
bas repúblicas y que la política había sabido dis- ®
frazar, iban á mostrarse sin rebozo. Aníbal, des­
truyendo á Sagunto, habia dado á los españoles
una alta idea de su poder, removido un grande
obstáculo para su expedición á Italia, y vengado
los manes de Amílcar. Los romanos, morosos en
socorrer á los saguntinos, babian perdido un
punto importante y un fiel aJiado, é inspiradores
celo de sü fidelidad á otros pueblos, con quienes
la política les aconsejaba contraer estrechas re-^^
laciones.
Los romanos no comprendieron en un principio losError de
roma­
el genio de Aníbal, y creían invulnerable su Ita­ nos;
lia. Estaban muy lejos de presumir , que un joven
de 26 años fuese eminente político, consumado
capital!, y que á tan corta edad osase conducir
im ejército á la vista misma del Capitolio^ Pero
al saber la rendición de Sagunto, al cerciorarse
de que el joven caudillo organizaba en Cartage­
na mi ejército formidable, que nacía alianzas
con los galos, ávidos siempre de guerra como di­
ce Tito Livio, y que su prestigio j su poder se ha­
bían ensalzado con su reciente triunfo, el sena­
do romano concibió serios temores, y se aperen
“bíó para la guerra.
Sagacidad
Aníbal, que habia salvado del incendio de Sa­ de Aníbal.
gunto grandes riquezas y raras preciosidades,
distribuyó las primeras a sus soldados, y destino
las segundas para hacer dádivas á los amigos y
parciales, que en Cartago apoyaban su partido,
y celebraban sus triunfos.
Los romanos, indignados al saber el desastre indigna
=-40-
Rom a. Maguillo, pi^oiiunciaron discursos vehementes
en la tribuna de las arengas; diversos fueron los
pareceres sobre la paz ó la guerra ^ pero el sena­
do, antes de declarar la una ó la otra, exigió de
Cartago explicaciones, para saber si Aníbal había
obrado por sí solo, ó con arreglo á las instruccio­
nes de su gobierno. En el primer caso pedia la
entrega de la persona de iAaíbal ^ en el segundo
declaraba la guerra. Los embajadores romanos,
presentados ante la asamblea cartaginesa, escu­
charon solo manifestaciones hostiles, y fuertes
reconvenciones contra su gobierno , como pro­
movedor de las infaustas discordias ¿
gg pj.g_ Aníbal supo en Cartagena lo que en Roma se
para Aní- decia y preparaba en contra suya, y desplegó
bal para la entonces toda su energía para emprenderla guer­
guerra.
ra, que muy de antemano tenia meditada. Con­
vocó á los soldados españoles, y les dijo: « que pa­
cecificados ya los pueblos de España, era llegado
c<el momento de soltar las armas ó de marchar
c<á blandirías en lejanas tierras; que los pueblos
c< prosperaban con las ventajas de la paz, y se

ceengrandecían con los despojos de la victoria;


cc que debiendo ser lejano el teatro de la guer-

cc r a , incierto el dia en que les sería permitido

ce volver á su patria y abrazar á sus mas caras

ce personas j les daba licencia para abandonar las

ce filas, y recuperar las fuerzas en sus hogares,

cc hasta que convocados en la próxima primave-

ccra, comenzasen una guerra terrible, funesta al


cc pueblo romano, pero en la cual abundarían pa­

cera ellos los víveres, las riquezas, y los laure-


cc les de la gloria.” De esta manera hizo concebir

á sus soldados lisonjeras esperanzas, aligeró el


gravámen de su mantención durante el invierno,
y marchó mientras tanto á Cádiz á celebrar en el
templo de Hércules la rendición de Sagunto, y á
p o n er bajo el auspicio de los dioses sus futuras

'’^Al^Smenzar la primavera, reunió Aníbal su


piperito en las imnediaciones de Lartagena^ com^
puesto de 1 0 0 .0 0 0 infantes, 1 2 . 0 0 0 caballos y
40 elefantes. Le fué entonces preciso alejarse de
la tierna Himilce, y descubrirle sus grandiosos
planes. Himilce, cuya admiración y ternura eran
cada dia mas profundas bácia el joven cartagi­
nés , quiso apartarle de la carrera de la ambi­
ción, pintándole los peligros á que iba á exponer­
se , y la inalterable diclia que podia lograr en la
quietud de sus hogares domésticos. Aníbal, de-^
Vorado de la ambición y del odio á los roma­
nos , procuró consolarla, asegurando que no eran
graves los peligros, que volverla pronto cubier­
to de laureles á estrecharla entre sus brazos, y
á presentarla humilladas para esclavas de su ser­
vidumbre las matronas romanas. La sensible es­
posa se ofreció entonces á ser su compañera de
glorias y de penalidades. Aníbal la disuadió de
este empeño, la encomendó que educase bajo se­
veros principios á su hijo Aspar, se despidió de
ella por la vez postrera, y partió
En el ejército de Aníbal, compuesto de afrb
canos y españoles, militaban cohortes de jóvenes
granadinos capitaneadas por Phorcys y Araurico,
ilustres ambos, oriundos del país, y mancebos
notablemente valerosos Los tartesios, los ore-

SiL Itál., lib. 3: véase el apéndice n. 2.

2 Sos duúcére viros flaventi vertice Phorcys,


s’piciferisque gravis belator Arauricus oris^
oequales oevi ; genuit quos ubere ripa
palladlo Boetis umbratus cornua ramo.
Sil. 3, V. 403.
TomoI 4
táiios y los tiíi'dulos formaban al lado de los
astures, de los celtíberos y de los cántabros^ cu­
ya bravura y dureza hicieron derramar abundan­
tes lágrimas á la gente romana. Estas tropas lle­
vaban vestimenta y armaduras tan singulares y
ostentaban tan marcial continente, que su aspec­
to solo impuso rilas de una vez espanto á las fi­
las romanas. Vestían túnicas blancas recamadas
de púrpura y una airosa loriga, cuyos vivos co­
lores resplandecían desde lejos *; usaban broquel
como los galos, y una espada corta, agudísima^
afilada ^ de incurable herida. Polibio elogia la agi­
lidad y ligereza de estas cohortes y su bravura
admirable; y Tito Livio mismo no puede menos
de confesar en varias ocasiones, cuán aciago fue al
romano pesadamente armado, el veloz ataque de
nuestros bizarros soldados Así j las provincias
granadinas pueden vanagloriarse de las hazañas
de sus antiguos hijos: ellos escalaron los Pirineos
y los Alpes con Aníbal,infundieron como los ga­
los y los númidas, terror y muerte en las fila^
romanas á orillas del Téssin, del Treviay del lago
Trasimeno; en Caimas atacaron al lado de los ga­
los, y contribuyeron eficazmente al éxito de aquel
combate tan famoso en los anales históricos

^ Hispani Unteipr^t extis purpura tunicisj candore miro


fulgentibus constiterant: Polibio, Jib. 3. En el mismo sen­
tido se expresa Tito Livfo.
2 Hispanorum cohors..... assuetior montibus^et ad con-
comandum inter saxa rupesque aptior at levior^ tum velo--
citate corporum tum armorum habitu^ campestrem hos-
iem gravem armis¿ statatiunqucj pugnm genere facile elusit.
Tú. L iv., lib. 22.
^ Aráurico fué herido gravemente en la batalla del lago
Trasimeno : Sil. ít á l., lib. 5 , v. 556. Phorcys murió en la
batalla de Cannas , Sil. Itá l., lib. 10, v. 123 y siguientes.
.^43—
Anibal, cuyo genio militar preveía todas las PreTisi’on
eventualidades de una guerra ? calculó que los de Aníbal;
romanos procurarían llamarle la atención Iiácia
España, y frustrai’ su lejana empresa. Para evi­
tar este peligro reservó, como resguardo de las
provincias españolas, un ejército de 15.000 afri­
canos, y una escuadra de 57 navios^ á las ór­
denes de su hermano Asdrubal. Roma aprestó Los ro-
asimismo una escuadra de 160 galeras á las ór- manos,
denes de Giieyo Scipion. Este desembarcó en las
costas de Cataluña, hizo incursiones en sus co- j. c.
marcas, hostilizó cruelmente á los régulos que
se resistían, y formalizó alianzas con los que acep­
taban su amistad. Hannon, comandante de aque­
lla tierra, acudió con su ejército escalonado ha­
cia el Pirineo para tener expeditas las comunica­
ciones entre España y el país que en Italia ocu^
paba AníbaL Gneyo Scipion, calculando que si
Asdrúbal y Hannon remiian sus tropas pelearía
con notable desventaja, se apresuró á presentar
batalla. Quedaron tendidos en el campo 6.000 car­
tagineses, cautivados 2 .0 0 0 , y entre ellos el mis­
mo Hannon. Asdriíbal, que habia pasado elEbro
con 8 .0 0 0 infantes y 1 .0 0 0 caballos, no creyó
prudente arriesgar nuevo cómbate al saber la
pérdida de la división de Hannon; pero se di­
rigió calladamente hácia la costa, destacó caba­
llería, cautivó algunos soldados y marinos que
vagaban por las aldeas inmediatas entregados al
merodeo y al pillaje, y acuchilló sin misericordia
á las partidas diseminadas que pudo alcanzar. Re­
pasó en seguida el Ebro, y se retiró á Gartagena
á cuarteles de invierno, permaneciendo Scipion
en Tarragona *,

Polib., lib. 3.
-4 4 —
jPIerde Ás- ^41 coiiiénzar ia primavGra partio Asdrubal coil
drúbal su ejército, reforzado de tropas españolas, liácia
las regiones que ocupaban los rombos. Se enea-
antes de minó por iodo el litoral, no perdiendo de vista
la escuadra que auinentada con 1 0 naves man­
daba Amílcar su liermano. Cneyo aí saber este
movimiento aparejó las suyas, embarcó en ellas
las más escogidas tropas , y arremetiendo a la
armada cartaginesa en la embocadura misma del
Ebro^ la apresó casi entera: despecbado Asdrii-
bal veia deMe tierra aquella bnmillacion, y la
torpeza y cobardía de sus marinos. Este desas­
tre hizo álos cartagineses replegarse á nuestras
Drovincias meridionales, y abandonar á merced
de los romanos todas las comarcas de levante,
invaden Úna victOria tan señalada granjeó á Cneyo
los roma- gcipmn nuevas alianzas, y le dejó expedita la
^rimerr' uiar í uucstra costa franca á sus inesperadas im
vezlasco- Gursioues, le faciHtó entrada enla provmcia de
marcas Almería, y tierra de Baza y Jaen^ cometiendo
granad!- inliertes y cantiveriosi en ésta ocasión
ñas.
hollaron por vez primera los romanos nuestras
provincias ^ .
Capacidad Asdrúbal Sostenía únicamente el peso de la
de Asdrú- au erra, y estaba solo para reparar el desacierto
de sus capitanes; no se sabe qué admirar^mas en
él, si la actividad p ara organizar nuevos ejércitos,
la energía para desvaratar las alianzas de los ro-
inaiios, ó la firmeza de ánimo para hacer frente
á las desgracias que otros ocasionaban. Como

1 Remitimos por punto general al lector á las obras de


Polibío Tito L ivio, Plutarco , Diodoro Siculo, Appiano y
Floro , que hemos tenido á la vista y confrontado con dete­
nimiento ; el deseo de evitar interrupciones en la lectura, nos
excusa la anotación de minuciosas citas.
—45—
veía ea^Tandecerse la dominación romana en Es­
paña se retiró á la Lusitania, donde aun tenia
afirmWo sólidamente su imperio, con objeto de
oraanizar un nuevo ejército que oponer á las ar­
mas victoriosas de sus contrarios. Estos, mientras
tanto, Iticieron alianzas con los celtíberos, y con- Los celtí-
siguieron que sus temililes bandas entrasen en
nuestras provincias, talando campos, mcendían-
do ciudades, y empapando sus manos en la san­
gre de ios pacíficos moradores. Asdriibal les aco­
metió, vengando con usura las atrocidades que
habían ejercido.
Los romanos, que aunque maltratados en Ita- latencion
lia por Aníbal, recobraban en sus desgracias mis-
mas aliento y brio, conocían la importancia de
la guerra española. Apoderados los cartagineses
en la península de pobladas, y fértiles comarcas,
podian organizar y conducir nnevas huestes á
Italia, por el camino que había trazado Aníbal.
De aquí los conatos de Cneyo para hacer alianzas
con las tribus vecinas á los Pirineos, sus esfuer­
zos para interceptar las comunicaciones con Ita­
lia, y la tenacidad en disputar la posesión de
las comarcas imnediatas al Ebro. Sus campañas
habían correspondido á estos intentos 5 y cono­
ciendo el gobierno romano, que la guerra de
España, limitada hasta entonces en las provin­
cias del norte, debía ser ofensiva y minar por
su base la dominación cartaginesa, envió en re­
fuerzo de Cneyo Scipion á Publio su hermano con
30 naves, 8 . 0 0 0 soldados y gran copia de bas­
timentos. Año.2í5
Desde entonces el teatro de la guerra se tras-
lado á las provincias granadinas : en ellas tenían j . c.
los cartagineses sus mas opulentas ciudades, sus,
mas fieles aliados, su imperio mas profundamen­
te arraigado. Apoderarse de nuestras comarcas,
lis ­
era barrenar por sn cimiento el edificio que con
tantos esfuerzos liabian elerado. Para conseguir
este ob jetolos Scipiones ponian en juego los ar­
dides de la política y juntamente la yiolencia de
las armas: siendo altamente interesante captarse
la benevolencia de las gentes que habitaban las
provincias orientales, derramaron abundantes
dádivas, rescatáronlas muchas rehenes españo­
las que los cartagineses tenian en Sagunto, y re­
novaron de esta manera las alianzas que en aqne^
Ha población infausta habian sido menoscabadas.
Los dos hermanos se propusieron combatir por
mar y tierra, capitaneando Cneyo las tropas que
avanzaban por el interior, y encargándose Publio
de hostilizar á los pueblos marítimos, y de inter­
ceptar los socorros que Gartago pudiese enviar á
sus generales.
Sedición Asdrubal, no considerando sus ftierzas suficien?
4 e aigu- tes para arriesgar una batalla, se habia retirado á
Cádiz á esperar refuerzos. Desembarcados 4.000
ses en la y 500 cabaHos, safio en busca de los Sci-
regioncél- piones, dejando bien provista y armada su nueva
escuadra j pero interrumpió su marcha un acon­
tecimiento tan aciago como imprevisto. Algunos
de los prefectos de las naves cartaginesas que esca-
painn en la desembocadura del Ebro, habian sido
increpados con dureza por el rígido Asdrubal, que
atribuia á su imprevisión ó cobardía aquel desas­
tre. Resentidos los capitanes y temerosos de un
castigo severo, desembarcaronhácia Carteya (Gi-
braltar), sublevaron la región céltica (pueblos de
la serranía de Ronda), y izaron el estandarte de
la rebelión, cometiendo robos y violencias. As-
driíbal acudió con celeridad á apagar el fuego, y
á hacer un severo escarmiento en el jefe de los su­
blevados llamado Galbo. Al dar vista álos enemi­
gos los halló instalados en una posición inespngna-
__47—
ble ‘ con intenciones de atraerlos hacia parajes
llanos Y extensos, hizo avanzar alguims tropas
lio-eras que los provocasen ála pelea. Destacó al
Bronio'tiempo caballería, encargada de perseguir
liu cuartel á las bandas ávidas de pillaje, que de­
vastaban la parte occidental de la provincia de
Málaga. Los rebeldes, sabidas las disposiciones
de Asdriibal , acudieron por diversas vi as a los
reales de Galbo, y fiados en su muchedumbre
salieron prorumpiendo en horribles alaridos, y
acometieron á las legiones cartaginesas. Avanza­
ban en turbas desordenadas, y demostrando una
fiereza brutal. El ejército cartaginés, sorprendi­
do por aquella nuve de enemigos, rehusó el com­
bate, y se fortificó en una eminencia inmediata a
un rio. Erente á fícente los contrarios trabaron
durante algunos dias choces parciales, sostem-
dos á veces con encarnecimiento por los númidas
contra la caballería sediciosa, y otras por la in­
fantería africana, certera en sus flechas, contra la
española, que jamás esquivaba el combate.
No pudiendo los insurgentes provocar una ha- Ocupa-
tana campal, y muclio menos ¡saltar las trinche-
ras cartaginesas, dirigiéronse hacia Escua (Archi-
dona), y la tomaron á viva fuerza t. Esta pobla­
ción era hnportantísima en aquellos tiempos, por
tener una fortaleza sólida, extensa, comprendien­
do en su recinto las cimas de tres montañas que
dominan todas las comarcas circunvecinas, y
cuyas cumbres proporcionan la vista de un dilata­
do horizonte, y de variadas y amenas campiñas.
En esta plaza tenia acopiados Asdrubal w eres,
municiones y vestuarios para sus tropas, y no
creyendo qué hubiese enemigos^cercanos, la ha?

í Escua. Archidona: véase el apéndice n. 3.


-4 8 --
bia dejado escasa de presidio. Los sublevados se
apoderaron de la fortaleza, incurriendo sus turbas
indisciplinadas en ios mas abominal^les excesos
con los habitantes de la ciudad. Envanecidos con
la Ocupación de una plaza importante, y habitua­
dos al robo ^ desbandáronse en busca de nueva
riqueza, sordos á la voz y órdenes de sus coman­
dantes. Asdrubal, que desde su campamento vela
crecer la indisciplina y el desórdeti, mandó á sus'
soldados que callada y sigilosamente y sin desple­
gar banderas, acometiesen á la recien ocupada
fortaleza. Los centinelas y atalayas rebeldes reple­
gáronse atm’didos, anunciando la proximidad del
ejército enemigo. La alarma cundió rápidamente
dentro de la plaza, y fiados los que la ocupaban
en sus anteriores ventajas, salieron en tropel sin
orden ni concierto, y sin someterse á los manda­
tos y planes de sus jefes. Peleando estaban las
primeras turbas, y exterminadas por las espa^
das cartaginesas, cuando acudia una nueva que
dejaba á su espalda otras y otras. El impetuoso
choque de las primeras contuvo á los carta­
ginés, que recobrados luego y adquiriendo míen
vo brio, persiguieron sin piedad á sus contrarios;
unos pocos, acosados por las cohortes cartagine­
sas y apretados en estrecho cerco, murieron sin
b rí ’ algunos otros se dispersaron por mon-
drúbal. ~ Y breñas, y acobardados los muy contados
que custodiaban la fortaleza, entregáronse al si­
guiente dia.
Recibe Apenas había Asdriíbal apaciguado la rebelión,
órdenes de recibió Órdenes de Cartago mandándole nasar
Cartago.
C arlaan , . t i * ••
con su ejercito a Italia. La noticia cundió rápi­
damente por España y llegó á oídos de los roma­
nos. Asdriíbal representó á sn gobierno, haciendo
verla inoportunidad de semejante mandato; ex­
puso que si llegaba á ejecutarle, la España toda
— /i9 —
se someterla al dominio de los romanos antes de
pasar el Ebro, y quedarla á merced del enemigo
un imperio disputado con tanta sangre; c|ue solo
podi’ia verificarse la traslación del ejército es­
pañol á Italia, asegurando las provincias aliadas
con otro ejército numeroso y aguerrido. Estas
reflexiones causaron impresión en el senado de
Cartago, que resolvió mandar á Himilcon á Es­
paña con nuevo ejército y armada, para que As­
drubal quedase expedito en su marcha á Ita­
lia. No bien hubo desembarcado Himilcon, As­
drubal obediente á las órdenes de Cartago se pre­
paró para la futura campaña. Sabiendo que algu­
nas de las regiones por donde habla de conducir
sus tropas, estaban halDitadas por hordas pobres
y bárbaras, cuya fiereza podia amansar el oro
únicamente, exigió de los pueblos en que domina­
ba sumas crecidas, con cuyos recursos se puso
en movimiento y se dirigió hácia el Ebro.
Los Scipiones adquirieron noticia de la nueva Esfuerza
expedición que iba á reforzar las huestes de Aní- i®®
bal, y por estorbar su tránsito acudieron con
presteza hacia los Pirineos, presentaron en ellos
batalla á Asdrubal, y como las tropas de este eran
españolas, y_preferían ser vencidas en su país
que vencedoras en Italia, pelearon con flojedad
y dieron la victoria á los romanos. Asdriibal re­
trocedió hácia las provincias meridionales con los
restos de su ejército, perdida por entonces la es­
peranza de trasladarse á Italia.
Los Scipiones dieron parte al senado romano Escasez
de sus victorias y progresos en España, y al pro- ejérci-
pio tiempo de la penuria y escasez que sufría su
ejército. Sin vestuarios ni víveres que suministrar
á las tropas de ruar y tierra, y sin ánimo de vio­
lentar á los pueblos españoles, cuya benevolencia
procuraban captarse, pedían subsidios para em-
-^ 5 0 -
prender guerra mas empeñada en la parte flore­
ciente del imperio caríaginés, que eran nuestras
provincias. El gobierno romano, aunque vacilan­
te con los rudos golpes que le asestara Aníbal,
hizo esfuerzos y aprontó los auxilios pedidos: con
ellos filé reorganizado el ejército romano, y pu­
do acudir á marchas forzadas en socorro de la
Cerco de fortaleza de Éliíurgi (Santa Potenciana), apretada
Illlturgío en estrecb.0 cerco por otro ejército conti’ario, á
las órdenes de Asdrúbal, Amilcar y Magon. Illitiir-
gi, una de las principales plazas fuertes de nues­
tras comarcas, de cuya alianza jamás receló Asdru­
bal,se había pronunciado contra el cartaginés pro­
clamándose aliada del romano. Asdrúbal indignado
de tan inesperada traición, amenazaba álos cerca­
dos, jurando hacer en ellos un severo escarmien­
to ; pero los sublevados oponiendo heróica resis­
tencia, dieron tiempo á que acudiesen las tropas ro­
manas : estas se abrieron paso en reñido combate
por las filas cartaginesas, y despues de introducir
en la ciudad im convoy de víveres que ya escasea­
ban , y de inspirar aliento á los moradores, salie­
ron en busca de ios reales enem igos asentados enlas
Son batí- inmediaciones. Los romanos, aunque inferiores en
carta^ino- iidmero , ganaron la batalla dispersando el ejército
ses. sitiador, cautivando 3.000hombres, 1.000 caba­
llos, 60 banderas, y matando 5 elefantes. La de­
fensa de la ciudad rebelde y las victorias conser,
guidas por los Scipiones, rebajaron la fuerza mo-,
ral del ejército cartaginés en el país granadino.
Apoyados los romanos y sus agentes en tan im­
portante fortaleza, comenzaron á realizar el plan
favorito de hacer la guerra á los cartagineses en
nuestras ricas provincias

1 Illüurgij, Santa Potenciana: apéndice n. 4, M, S. de


López de Cárdenas , n. 3.
^ S i-
Los carta-
Durante el invierno, carlagineses y romanos gínesesre-
mantuviéronse pasivos en nuestras comarcas,pe­ doblansus
ro cobrando brios para nuevos combates, t n esfuerzos.
te tiempo Magon y Asdnibal con actividad suma antes Año 214
de
organizaron un nuevo ejército español, y al co­ J. C.
menzar la primavera dieron principio á la cam­
pana. Sus planes eran desliacer las alianzas que
los romanos habían entablado. Toda la España
ulterior, dice Tito Livio *, se habría perdido por
los romanos, si P. Scipion no hubiese pasado el
Ebro, y reanimado el espítitu de sus parciales.
Los cartagineses, reforzados con 5.000 africanos
á las órdenes de Asdrubal Gisgon, acometieron
al ejército romano en Castro Alto, lugar fomoso Batalla de
Castro Al­
por la muerte de Amílcar, Muy reñido fué el to.
combate, grande la mortandad de una y otra par­
te : los esfuerzos de los Scipiones contuvieron el
ímpetu enemigo, y dejaron indecisa la victoria.
Levanta­
Asdnibal, tomando la iniciativa en acometer miento de
á los romanos, se proponía vengar sus anterio­ Cazlona,
res derrotas; pero una nueva rebelión le distrajo,
haciéndole acudir precipitadamente hácia nues­
tras comarcas. Castulo, la ciudad opulenta y dis­
tinguida del imperio cartaginés en el país grana­
dino, patria de la esposa de Aníbal, y hasta en­
tonces sincera aliada de los cartagineses, se ha­
bía revelado contra sus antiguos amigos, y abra­
zado el partido de los romanos. Uliturgi era, co­ Nuevo
cerco de
mo lo fué Sagunto, el centro de las intrigas y Iliiturgi.
conspiraciones urdidas por los hábiles agentes de
Scipion contra la dominación cartaginesa; desde

^ Defecisset ab romanis ulterior Hispaniat nisi Pub.


Cornelius raptim traducto exercitu iherum, dubiis sociorum
animis in tempore advenisset; Tit. L iv., Ub. 24.
-5 2 -
aílí mantenían secreta 'correspondencia con |og
magnates de las comarcas inmediatas, exageraban
la ambición y codicia de los cartagineses, ofre­
cían amplia libertad con su alianza, y no perdon
liaban medio de excitar la animadversión y el
encono de los naturales contra sus extraños se­
ñores. El resultado mas feliz de estas combina­
ciones filé el alzamiento de Cazlona. Los cartagi­
neses, sabida la traición de la ciudad, á la cual
se creian ligados con vínculos estrechos, juzga­
ron que los romanos de ííUturgi eran los autores
del levantamiento, y acudieron sedientos de ven­
ganza, sitiándola con nuevo y mas apretado cer­
co. Confiaban rendirla por hambre; pero Cneyo
Scipion consiguió introducir un convoy de víve­
res en la fortaleza , y alzo el cerco. En desquite,
presentáronse ante Biguerra (E n g arra), que á
imitación de Cazlona se había sublevado; mas
rehusaron el combate al aproximarse Cneyo Scb
pión, y retrocedieron hacia Munda.
Batalla de Los romanos seguían la bneUa de ios cartagi­
Munda. neses, que alcanzados en Mitnda, volvieron ca­
ras. Los primeros hubieran conseguido victoria
completa, si Cneyo Scipion, al contener algunas
de sus legiones que liiiian vergonzosamente, no
hubiese recibido una grave herida en el muslo
La noticia de esta desgracia cundió por las filas
de los romanos, que huyeron desalentados, ccr
diendo el campo á Asdriíbal. Este avanzó enton-

^ Tito Livio ( lib. 24 } indica que en esta batalla los car­


tagineses tuvieron una pérdida considerable; pero no da la
noticia como segura. E l impersonal dicuntur de que se vale,
hace conjeturar que se apoyaba en la voz pública. SI hubie­
sen perdido los cartagineses, se babrian retirado, y no avan­
zado háda los países en que los romanos estaban fortalecidos.
_53-
cesíiácla ias comarcas sublevadas, y ocupó á be Jaén.
Auringi (Jaén). Cneyo Scipion, aunque conducb
do en una litera, reorganizó sus huestes, y con
inaudita osadía , presentó batalla al ejército ene­
migo, en ias cercanías de la ciudad que ocupaba.
Los cartagineses quedaron vencidos, perdiendo
8.000 homÍ)res muertos, 1.000 prisioneros y 48
banderas.
Asdrubal, cultivando de acuerdo con Aníbal Los galos
estrechas alianzas con los galos, envió emisarios
que negociasen con sus régulos la organización
de un ejército, que viniese á combatir las legio­
nes victoriosas de los románoSi Desembarcaron
en Cartagena 8.000 galos, mandados por dos je­
fes de nombre Civísmaro y Menicato. Estos bár­
baros recorrieron nuestras poblaciones, hostili­
zaron á los aliados del pueblo romano, dieron
prueba de sus costumbres feroces, y al fin tra­
bados en batalla con el enemigo, hallaron su tum­
ba en nuestras comarcas: los collares^ anillos y
brazaletés de oro con que se engalanaban^ fue^
ron rico despojo de los vencedoreSi
Al siguiente año, ambos ejércitos se mantu- Intrigas
vieron pasivos; pero los romanos aleccionados roma-
por la experiencia y por el ejemplo de sns con- taeineses
trarios, que sublevaban en regiones apartadas en la corte
pueblos bárbaros y temibles en la guerra, liicie-
ron extensivas sus alianzas al África. En Siga, de
ciudad asentada en la costa africana enfrente de J. G.
Málaga, imperaba un reyezuelo pobre j bárba­
ro, de nombre Sífaz. Enamorado de Sofonisba, Solicitad
de Sífaz i
dama cartaginesa , la solicitó por esposa al go^
bierno cartaginés, ofreciendo su alianza en pre^
mió; el senado despreció su solicitud, excusándo­
se con la ausencia del padre, Asdrubal Gisgon,
ocupado en la guerra de España, sin cuyo con­
sentimiento era injusto enlazar á la hija. También
-5 4 -
ftc cuenta, que cl corazón de la pretendida don»
celia pertenecia al joven y despues célebre Masi-
niza 5 y que enamorada, rehusó el trono del in­
oportuno reyezuelo. Creyéndose este desairado,
formalizó alianzas con los romanos, y les pidió
jefes que organizaran sus hordas numerosas» Los
Scipiones dieron el encargo al centurión Quinto
Statorio, que adiestró en breve un ejército consi­
derable. Estimulado Sífaz por los romanos, inva­
dió el territorio de Gala, vecino suyo y aliado de
Rivalidad
Cartago, en donde moraba Masiniza, Este salió
de Masi- con Sil gente al encuentro del odiado rival, dis­
niza. persó su ejército, y le obligó á devorar su ver­
güenza y á ocultar su derrota en lejanos desier­
tos. Al vencedor fué ofrecida la mano de Sofo-
nisba, y se le permitió pasar á España en socor­
ro de su suegro con 7.000 infantes y 700 ginetes
niimidas, que desembarcaron venturosamente en
Cartagena.
Rosicion Durante algún tiempo, cartagineses y roma­
de los e- nos se limitaron á usar de la política, para des­
Jérátos.
pues renovar la guerra con mayor ardimiento.
Los cartagineses, reforzados con el ejército de
Masiniza y otros aliados españoles, tenían dividi­
das sus tropas en tres cuerpos* Mandaba el mas
cercano á ios romanos Asdrubal Barca, instala­
do en Ámtorgis (Requena ó Teruel). Los otros
restantes, cinco jomadas apartados de los ro­
manos, se hallaban de reserva en el reino de
Jaén, mandados por Magon y por el suegro de
h r n m Masiniza, Asdnibal Gisgon. Comenzada la cam­
antes de paña , los Scipiones creyeron prudente atacar la
J, C. división avanzada de Asdnibal Barca, paralo cual
contaban con fuerzas muy superiores; pero pre­
viendo que, si batían á este, Magon y Asdni­
bal Gisgon rehusarían el combate, esquivarían la
persecución, y prolongarían indefinidamente la.
— 55—
guerra, quisierou maniobrar en mayor escala, Traición
Itecando simultáneamente a un^s y a otros. Esta „bevos.
desunión les fué fatal. Publio Scipion con dos
terceras partes de su ejército, acudió en busca
de Asdrubal Gisgon y deMagon; Cneyo con la
otra tercera parte, compuesta de soldados vete-
‘ranosy celtíberos aliados, en busca de Ásdrii-
bal. En un mismo dia pusiéronse ambos en mar­
cha: Cneyo dió vista á Anatorgis, ocupada por
el ejército de Asdrubal: este se mantuvo atrin­
cherado en sus reales, esquivó el combate, es­
tuvo ala defensa, y prodigó mientras tanto el oro
álos jefes celtíveros^ que venían á hostilizarle en
las filas romanas; al propio tiempo les amenazó
que ejercería represalias, y tomarla rehenes en
las ciudades que estaban á merced de sus tropas*
Las dádivas y amenazas trastornaron tan viva-^
mente el ánimo de aquellos guerreros^ que á
banderas desplegadas y sin dar razón alguna, se
marcharon á sus comarcas, burlando la buena
fe de Cneyo i, y enflaqueciendo su ejército. Inme­
diatamente se puso en retirada, acosado por los
cartagineses.
Mientras tanto, su hermano Publio habla to- p. Scipíon
mado posición cerca de Cazlona (en Segura), y Segura
de ia Sier­
se veia bloqueado por un enemigo formidable. ra.
Masiniza, vivísimo, impetuoso, osado, coman­
dante en la flor de su juventud de los niímidas,
ginetes los mas esforzados y ligeros del mundo,
cercaba al ejército romano, y no le dejaba un
momento de respiro. De dia y de noche le tenia
en continua vigilia; unas veces se alejaba con in­
creíble celeridad, y pasaba á cuchillólos rezaga­
dos y partidas encargadas de buscar víveres y
forraje: otras veces atacabá el campamento ro­
mano en ei silencio de la noche, rompía por
medio de las legiones entregadas al descanso,
—5 6 -
sembraba el estrago y la muerte, desliada ca­
llados y IriDcheras, y se retiraba con la misma
prontitud antes que los enemigos se recobrasen
de la sorpresa.
^muCTte mas y mas la situación de Publio la no-
dePub^o! ticia de que IndÍYÍlis, jefe de los susetanos (gen­
te de Murcia y Valencia), venia á juntarse con'
los cartagineses, capitaneando un ejército de
7.500 hombres, Publio, al saber este movimien­
to, presumió qiie su hermano Cneyo habia teni­
do algún encuentro desgraciado ^ considerando
aislada y peligrosa su posición, resolvió burlar
la vigilancia de Masiniza, abandonar sus reales
en la oscuridad de la noche ^ y dejar en ellos á
Fonteyo su lugarteniente con tin escaso presidio.
Intentaba salir al encuentro de Indivilis y evitar
la reunión con los cartagineses; pero sus ardi­
des no pudieron burlar la sagacidad de Masiniza,
que seguía á sus alcances. Las legiones romanas
estaban ya atacando las tropas de Indivilis, cuan­
do vieron avanzar la caballería númida animada
por su intrépido caudillo. Publio quiso alentar á
sus soldados y hacer frente á ambos enemigos;
pero luego aparecieron las legiones de Magon y
de Asdriíbal, y avivaron mas el combate. El jefe
romano acudía con sus mas bravos soldados á
ios puntos que flaqueaban; pero en uno de los
rebatos fué atravesado con una lanza, cayendo
exánime del caballo.
Matanza Sus matadores recorrieron las filas cartagine-
de sus tro- sas, anunciando con ruidosas voces la muerte del
general enemigo. Los soldados romanos desalen­
tados , no pudieron resistir, rompieron filas y hu­
yeron á la desbandada. Los ginetes iiiimidascon
alguna infantería ligera, cargaron sobre los dis­
persos , causaiido en ellos una horrible mortan­
dad. Algunos pocos pudieron salvarse en Segura
—51'—
de la Sierra y en la ciudad cercana de líliturgii
otros muclios debieron su vida a la oscuridad de
la noche
Conseguida una victoria por la cual los carta­ Muerte
gineses recobraban la posesión absoluta de nues­ de Cneyo
Scipion.
tras provincias, Magon y Asdrubal Gisgon dieron Año 212
abun descanso á sus tropas, y corrieron á re- de
lunrse con Asdnibal Barca, que hacia frente á
Cneyo Scipion. Ignoraba este la catástrofe de su
hermano PubHo; pero al divisar las numerosas
huestes que acudiaii en su contra, presumió el de­
sastre, y se atrincheró en unas posiciones de difícil
acceso. Las tropas cartaginesas le estrecharon, y
asaltando los reales, hicieron horrible mortandad
en su gente: el desdichado jefe, con algunos com­
pañeros, se refugió áuna torre inmediata que fue
cercada al punto; habiendo rehusado rendirse,
sus perseguidores incendiaron la pequeña forta­
leza, y le vieron perecer en la hoguera, treinta
dias despues de morir su hermano Pubho. Con
tan señalados triunfos los cartagineses deshicie­
ron todas las alianzas que los romanos habian
contraido en nuestras provincias, y recuperaron
á Biguerra y á otras fortalezas. El partido car­
taginés cobró aliento en los pueblos que habian
abrazado la causa de los romanos. La plebe, que

^ B(etis in Tafraconemis Provincias^ non ut aliqui di^


acere j Mentesa oppido, sed tugiemi exoriens saltu, juxta
quem Tader fluvius, qui carthaginensem agrum rigat. Ille
ocior refugit Scipionis rogum. « EI Betis huye de la hoguera
en que í'ué quemado Scipion Plin. , lib. 3, cap- 1. Es muy
sabida la costumbre de los romanos de quemar los cadáveres.
P. Scipion pereció hácia Puerto Auxin, y su sepulcro ño está
en Illorci; una equivocación en varias ediciones de Plinio,^ ha
ocasionado un error sobre este punto : en vez de lile odor,
que es como debe leerse , se ha impreso lllord.
Toíto I 5
-» 5 8 -
cion^p^u- tiempos iia paseado en carro de triuu-
larenCaz- Y pi’odigado coronas de laurei á los vencedo-
lona élll!» re s, y ha escarnecido y gozádose en la liumiila-
tuí’gi- cion de los vencidos, se alzó en Castulo contra
los romanos, y á imitación suya lo hizo lííitur-^
gi; pero en esta ciudad, asesinos crueles acaba­
ron con los soldados dispersos que allí habían
salvado sus vidas, huyendo de los ginetes mi-
midas.
Así perecieron los dos primeros jefes á quie­
nes el gobierno romano encomendó los ejércitos
que disputaron á los cartagineses el imperio de
España. Durante seis años trabajaron con acti­
vidad, pelearon con valentía, mostráronse en­
tendidos capitanes y diestros políticos. Las pro­
vincias granadinas fueron teatro de sus glorias,
y tumba de uno de ellos. El país céltico j, Escua^
líliturgi, Castulo fBiguerra^ Munda^Auringif Sal-^
tus tugiensis, excitan recuerdos de sus hazañas y
correrías, de sus triunfos y desastres.
CAPÍTULO IIL

•Cartagineses y Momanos»

Cayo Marcio, Claudio Nerón, Scípion y Lelio combaten sú-


cesivamente contra los cartagineses.= Ocupación de Car­
tagena y cambio moral en nuestras provincias. = Anécdo­
tas. =Batalla de Bílches,= Nueva expedición á Italia. =
Cerco y rendición de Jaen.=BatalIa de Ubeda. =Ingra-
titud de los cartagineses con Masiniza.=Ocupación de
I lU tn r g i y Cdsi«fo.=Resistencia de Estepona.=Los ro­
manos dominan sin rivales en nuestras comarcas.

Con la derrota de los ejércitos romanos y la (jg”qs


muerte de sus dos caudillos, cobró tal aliento el tagineses.”
partido cartaginés, que Asdrubal hubiera expul­
sado fácilmente del territorio español los restos
enemigos. Pero la victoria suele adormecer con
sus laureles mismos, y los cartagineses no pudie­
ron sustraerse de sus halagos. Dueño Asdrúbal
de las regiones de la España ulterior, despreció
álos romanos replegados bácia Tarragona, y fué
en busca de ellos conleñtitud; algunos atribuyen
su inacción á los graves cuidados que le ocupa­
ban, organizando un ejército que debía pasar á
Italia. Entre tanto, un intrépido jóven llamado Ca- a. dTjfL
yo Marcio, reunió algunos fugitivos y dispersos,
reconcentró en Tarragona las guai^niciones dise­
minadas en las ciudades vecinas, organizó una di­
visión respetable, y con ella contuvo á Asdrúbal
empeñado en pasar elEbro: el jóven romano hi­
zo en esta ocasión recobrar el antiguo lustre á
las armas de su república. Deshaciendo los pía-
^60—
Importan­ nes del enemigo, reanimó el abatido espíritu de
te servicio sus tropas, fortificó las esperanzas de sus aliados,
de Marcio.
se gi-anjeó prez y renombre, y mereció que se
erigiese en Roma, en recuerdo de tan señalada
hazaña, un suntuoso monumento ^
Su ambi­ El senado romano, ya sabedor de la muerte
ción. de los Scipiones, recibió á principios del año 212
los despachos del jóyen Marcio, que referia sus
recientes triunfos, y el importante servicio qüe
acababa de hacer á la república. La inexperiencia
de sil juventud le hizo descubrir pasiones ambi­
ciosas , qüe en todas épocas han comunicado ar­
dor y energía alas almas jóvenes, y sido el estí­
mulo de proezas admirables. En sus comumcacio-
nes, adoptaba el título de propretor, con que el
ejército le habia aclamado. Sensatos y prudentes
los senadores vituperaron su autorización, per­
suadidos que un estado tiene cercana su ruina,
cuando los soldados elevan jefes á su arbitrio, y
principalmente en países no sometidos á la vigi­
lancia inmediata del gobierno. Así, le prodigaron
lisonjeros elogios, pero desaprobaron su nombra­
miento, y eligieron propretor á Claudio Nerón
Ineptitud El nuevo propretor era un jefe adocenado é in­
de Nerón. capaz de rivalizar con jóvenes mañosos y sagaces

^ Para ía comprobación de los sucesos que comprende es­


te capítulo, nos referimos en general á los historiadores an­
tiguos que hemos mencionado en el anterior; citaremos solo
algunas de las narraciones que aquellos padres de la historia
hateen con inimitable y enérgico estilo.
2 Masdeu vitupera la conducta del senado romano en es­
ta ocasión : los senadores romanos, mas sagaces en política
que el laborioso abate, conocían la necesidad de cortar el vue­
lo á los ambiciosos. Autorizado un ejército para nombrar sus
jefes, bien pronto adquiere el conocimiento de su fuerza , y
derriba al gobierno que le ha hecho partícipe de sus atribu­
ciones.
—61—
/«riTíin Aíiflriibal, SUS cabos V capitanes. Apenas
S m b ¿ t ó en Tarragona, tomó el mando de
las tropas que Marcio liabia disciplinado: con
ellas y^con las salvadas por Tito Fonteyo en
Sefíura de la Sierra , descendió á nuestras co­
marcas, donde Asdrubal tenia su ejército. En­
tró con tan favorables auspicios, que logró sor­
prender al cartaginés en un desfiladero llamado
entonces Lapides atri, entre Mentesa é Ilíiturgi Sorpresa
boy Puerto Anxin. Fácil hubiera sido á Clau- en Puerto
dio Nerón maltratar al ejército de Asdrúbal,
imprudentemente empeñado en peligrosas sR“ a. deJ.G.
gosturas. Pero el cartaginés suspendio las lios-
tilidades, y envió al general romano un men­
sajero , con encargo de manifestarle que su
ánimo era evacuar la España, dejando a merced
de los romanos este país, en cuya ocupación Car-
tago agotaba infructuosamente sus riquezas y ani-
qudaba sus ejércitos. Nerón, deslumbrado con
pueril credulidad, dió crédito a la propuesta, y
entabló serias negociaciones con Asdrúbal^ este
procuró diferirlas hasta que sus caballos, sus ele­
fantes y sus tropas ligeras, caminando de noche
con el mayor sigilo, se alejaron de la peligrosa
posición en que se hallaban, Claudio Nerón seña­
ló dia para conferenciar con Asdriíbal sobre el
definitivo arreglo del tratado pero apenas rayó
el alba, quedó sorprendido al ver desiertos los ¿^úbal al
reales cartagmeses, y se lamentó amargamente enemigo,
de su propia credulidad. Mando entonces a su
ejército avanzar en persecución délos enemigosj
pero solo medió una escaramuza insignificante
entre las avanzadas romanas y la retaguardia de
aquellos.
Decepción tan ridicula excito risa e hizo con- idea des-
cebir en Roma desventajosa idea del propretor
Clandio Nerón. El senado romano pensó enton- »
-6 2 -
raespaño- ces elegirle un sucesor, que reparase activamen-
te la pérdida de los dos Scipiones y los recientes
desaciertos. Ningún capitán de fama queria acep­
tar el mando, temiendo rebajar su nota, y mar­
chitar laureles costosamente ganados, haciéndo­
se cargo de la guerra española. Todos rehusaban,
desesperando del éxito de una lucha, sostenida
contra gente tan belicosa y obstinada como la
ibérica, y los astutos cartagineses. En esta incer­
tidumbre , se presentó Publio Cornelio Scipion,
que acababa de perder en España á su padre Pu­
blio y á su tio Cneyo, ofreciéndose á visitar ven­
cedor las tumbas de entrambos, y á satisfacer la
mas cumplida venganza , con el abatimiento y
muerte de sus matadores. Muchos, considerándo
una imprudencia encomendar tantos y tan gran­
des intereses como en España se disputaban á un
joven de 25 años, se opusieron al nombramien­
to, Pero el jóven candidato razonó con tanta cir­
cunspección y madurez, hizo tan oportunas refle­
xiones sobre su corta edad, con tal sagacidad ex-
Es elegido índole de la guerra española, que cautivó
procónsul la atención de su auditorio, y obtuvo el mando de
P. C. Sci- procónsul que ambicionaba. Contribuyéron pode-
pión. rosamente al triunfo de Scipion, su gentileza, su
noble presencia, las gracias y desembarazo de su
juventud , cuyas prendas naturales soñ eficaces
medios para cautivar el ánimo de la plebe, acos­
tumbrada siempre á pagarse de exterioridades y
á concebir la idea de un héroe en la admiración
Retrato pemojiá marcial y de gallarda apostura,
que hace Plutarco dice que la belleza física de Scipion
Plutarco, correspondía á la belleza moral de su espíritu. Su
cuerpo era esbelto, su semblante expresivo y

^ Plufc. 5 f ita Scipion,


63— —

agradable su mirada dulce, su frente despejada


V espaciosa, en señal ostensible de talento, su
compostura digna y decorosa. Tito Lfrio, mas se­
bero que Plutarco , insinúa que era algo afectado,
V propenso á la ostentación K
‘ Nombrado procónsul, partió de Italia con 10® Primeras
infantes v 30 navios, y arribó felizmente á Am-
purias. Üesde aquí, se dirigió con las tropas de
tierra á Tarragona, y en esta plaza convocó á la di­
visión de Cayo Marcio, procurando reanimar el es­
píritu de sus soldados, ratificar las antiguas alianzas -
y contraer nuevas. En este tiempo, los jefes carta-
'neses estaban en distintos puntos: Magon bácia
g ádiz, Asdrúbal Giisgon bácia la Mancba, y As-
drübal, bijo de Amücar, bácia Castulo,
Llegada la primavera, reunió Scipion su ejér- pian re­
cito en Tarragona, y enardeció los ánimos de servado,
sus soldados, anunciándoles en una fogosa aren­
Año 210
ga la proximidad de una penosa campaña, pefo a. de J. C.
omitiendo sagaz el nombre del país destinado á
sufrir el azote de la guerra. Aconsejábanle mu­
chos , que acometiese á una de las divisiones car­
taginesas, antes que reunidas las tres cargasen
con superiores frierzas; pero el caudillo romano
siguió adelante con su misterioso plan, y á mar-
chas forzadas fijó el campamento de sus legiones
bajo las murallas mismas de Cartagena. En este
proyecto estaban iniciados solos el jóven procón­
sul, algunos de sus íntimos confidentes y Cayo
Lelio, varón prudentísimo, á quien atribuyen los
historiadores antiguos casi todo el mérito de las
hazañas que consumó Scipion , su discípulo y ami-

^ F u it envfíi S cipio^ n o n 'oeris ta n tu m v ir tu tib u s m irábi-'


Us^ sed a r te qu a d a m ab ju v e n tu te in o s te n ta tio n e m eaTumcom =
p o s i tu s . Tit. Lív. , lib. 26.
-U —
go Lelio mandaba las fuerzas navales, y supo
conducirlas coa tanta oportunidad, que en los
siete dias invertidos por las tropas en su marcha
por tierra, navegó desde Tarragona á Cartagena ^
y dió vista á esta plaza.
Cartagena, asentada en la extremidad de un
Cartagena ? bañada por el mar á levante , poniente y'
mediodía, era la opulenta capital del imperio car­
taginés Todos los generales se habían esmera-
>do en engrandecerla. La comodidad de su puer­
to , mantenia un comercio activo con el África y
el oriente, y era el abrigo de los bajeles maltra­
tados por las borrascas del Mediterráneo. Las fa-

^ Solía decirse que « Cayo Lelio componía la comedia


que Scipion representaba.” Mariana, Histor, ^enér:^ íib. 2,
cap. 20. En efecto , el gobierno romano puso al lado de Seí-
pion á Lelio, para que este le guiase con su prudenci|.
2 Urhs colitur Teucro mondam fundata netusto^
Nomine Carthago j Tyrius tenet incola muros.
Ut Lyhice sua,sic terris memorabile Iberis
Hoce caput e$t„ non ulla opibus certaverit aurij
NonportUj, eelsove sitUjUcn dotibus arvi
Uberisj aut agili fabricanda ad tela vigore.
Sil. ItáL, De belL Pun.^Vús. 15,'ys. 193,
Bl P. Leandro soler, religioso franciscano, que escri­
bió á fines del siglo pasado una obra bastante erudita titulada
C a r ta g e n a de E s p a ñ a ilu stra d a ^ h a ce la descripción de esta
ciudad, patria suya, y dice; « Si se considera la ciudad se­
gún toda su superfiqie, en parte tiene la figura cóncaya , y en
parte plana./Poda aquélla parte que se^extiende entre los re­
feridos montes, y por los lados se levanta á sus faldas, es
cóncava; y toda aquella parte que, mirando al mgdiodia y
poniente , sale fuera del semicírculo de ellos , es de figura
plana. Esta disposición y figura en que hoy la vi'mos , es la
misma que tuvo en los tiempos de Asdrúbal y de Polibio:
pues en su descripción nos dice este antiquísimo historiador;
I p s a a u te m c iv it a s j m e d ie ta te m h a b e t co n ca va m , et á m e r i­
d io n a li la te r e p la n u m h a b e t. Hablo dc la ciudad en cuanto
encierra toda su población con sus barrios; y en este concép-
—65—
milias de los inaguates españoles, kís esposas de
los generales y jefes cartagineses mas distingiii-
dos moralían en ella; hermoseábanla por lo tan­
to el lujo y las artes, y aumentaban su magnifiT
cencía preciosidades y riquezas, acumuladas du­
rante largos años. Los dueños de Cartagena po­
dían considerarse política y militarmente señores
absolutos de nuestras proYmcias. Su posición cer­
cana permitia acudir con prontitud á ellas, y en
su puerto podia fondear una escuadra que domi?
nase nuestra costa. Todo esto conocía Scipion,
cuando al pié de la muralla dijo a sus soldados :
ccÁ escalar vais los muros de una sola ciudad; Proclama,
«pero dueños de eUa, lo sereis de lu España en-

to tuvo en tiempo de los cartagineses y romanos la misma


disposición y figura que hoy tiene en los nuestros.”
« No es asi en el sitio ev^terior que circunda a la ciudad y
sus collados : porque en los tiempos de Polibío y Tito Livio,
el mar y un lago que por la mayor parte ía cercaban , le da­
ban la forma y ser de una perfecta aunque pequeña penínsu­
la. Por el oriente y mediodía las aguas del mar lamían sus
muros, y por septentrión y poniente las aguas de un lago,
que uniéndose con las del mar, no dejaban mas unión á la ciu­
dad con el continente, que la de un istmo ó garganta de 250
pasos dé latitud por la parte que mira al norte.”
« Ya se perdió este lago, y la ciudad dejó de ser penínsu­
la. Yo estoy persuadido á que aquel lago era un depósito de
las aguas, que en tiempos de lluvias bajaban de los cam­
pos al puerto. Por estar en los tiempos antiguos mas bajo que
las aguas del mar todo aquel suelo que miraba á poniente y
septentrión en parte, y que hoy se dice e \ A lm a ja r j queda­
ban en él como en depósito las aguas que bajaban de los cam­
pos , y estas formaban el lago. Algo de esto se deja ver en
estos tiempos, pues siempre que corren las ramblas de aque­
llas partes del campo que miran á oriente y septentrión, que­
dan sus aguas estancados por muchos dias, y lorman cierta
especie de lago ; pero no permanente, por haberles dado sa­
lida al mar, aunque penosa: ni tan profundo, porqu^ con las
arenas y tarquín que han dejado las continuas avenidas por
mas de 17 siglos, se ha ido levantando todo aquel suelo.
Parte 1, cap. 2, núms. 43, 44 y 45.
- 66 -
sctera. Aquí moran en rehenes los nobles y inag-
«nates del país español; deban á nuestro esfuer-
ttzo su libertad, y verenios sometidas al poder
«romano las regiones que hoy domina el carta-
« ginés. Aquí están acumulados ricos tesoros, sin
«ios cuales no podrá el enemigo organizar sus
«huestes mercenarias, y cuya .presa servirá de
«dádiva para granjeamos la benevolencia de los
«bárbaros que hoy nos hostilizan. Aquí tiene al-
«macenados vestuarios el cartaginés, armas, ví-
« veres, de los cuales nos proveeremos en abundan-
«cia. Serenaos dueños de una ciudad bella, opu-
«lenta , fuerte para dominar la tierra y los ma-
«res, que son hoy teatro de la guerra. Esta pla-
«za sirve de fortaleza, de granero, de tesoro, de
«almacén al enemigo. Desde ella mantiene sus
«relaciones con el África, y amenaza las ciuda-
«des marítimas y terretres.^'
Asaltq, Los soldados contestaron á la arenga del pro­
cónsul con vivas aclamaciones, y fueron casi to­
dos colocados al norte de la ciudad, como único
punto vulnerable. Dispuesto el asalto, las prime­
ras legiones avanzaron con orden, y arrimaron
sus Escalas al muro; pero la guarnición las re­
chazó valiente, no solo estorbando la entrada,
sino saliendo en pos de ellas,y causándoles algu­
na pérdida. Cargaron entonces por orden de Sci-
pion compañías de refresco, y obligaron á los si­
tiados á replegarse dentro de la plaza: fue tal el
espanto que ocasionó en la ciudad esta retirada,
que en miicbos puntos quedó desierto el muro,
dando lugar á que se aproximaran nuevamen­
te los romanos, y afianzasen sus escalas. Los de
la plaza, advertidos del peligTO, acudieron al
punto amenazado , lanzando un diluvio de pro­
yectiles sobre los agi^esores. Estos llevaban es­
calas tan frágiles y. cortas , que caían despe-
—67^
fiados unos sobre otros, y las mas veces se es­
forzaban iínltilmente por ascender á la conve­
niente altura, Con tantos obstáculos se retiraron
segunda vez. . ^ n
Scipion había tomado en Tarragona informes . ^cupa-
exactos de la posición de Cartagena, y sabido por
irnos pescadores bastante prácticos en el terreno,
que durante la baja mar era fácil penetrar en ella
por la parte occidental, arrostrando el impedi­
mento del agua al pecho. Con esta prevención,
escogió una compañía de membrudos y ñiertes
soldados, que entrasen por la desguarnecida pla­
ya, mientras él llamaba hacia el extremo opues­
to la atención de los cartagineses. El gobernador
de la ciudad, de nombre Magon, tenia reconcen­
tradas sus fuerzas hácia el punto ostensiblemente
atacado, cuando en lo mas recio de la pelea sintió
á su espalda la presencia del enemigo. Aturdidos
los cartagineses, abandonaron el muro, dejaron las
puertas expeditas, y permitieron que las cohortes
romanas entrasen como un torrente devastador.
Viejos y niños, militares y moradores inermes, fue­
ron indistintamente acuchillados; las hijas, las ma­
dres, las esposas sufrieron feroces ultrajes, y hasta
ios perros y otros inofensivos animales fueron víc­
timas de la embriaguez y zana del vencedor. Mu­
chas familias lograron acogerse á un recinto inte­
rior, que defendía Magon con 500 hombres; pe^
ro estos, al ver ocupada la ciudad y al saber los
males y desgracias que su resistencia ocasionaba,
se rindieron á Scipion, que mandó cesar el de?
güelló, y que comenzase el saqueo.
Polibio y Tito Livio refieren prolijamente la Rica pre­
conducta del ejército romano en Cartagena, y
dan conocimiento de las costumbres bárbaras y
de las ideas de los antiguos, sobre el derecho de
la guerra. Era un principio entre ellos, conside-
- 68-

rar como propiedad del vencedor la persona y


bienes del vencido; y un acto de clemencia ha­
cer esclavo al que se podia matar impunemen­
te *. En virtud de estas leyes ^ mas de 10.000
personas fueron vendidas, como parte del despo­
jo; se recogieron alhajas primorosamente labra­
das , sumas crecidas de plata y de oro, repues­
tos considerables de víveres y de armamentos,
manufacturas, efectos artísticos de exquisito gus­
to ; y se apresaron en la confusión 30 naves ma­
yores y 18 menores. El oro y plata se pusieron en
maito del cuestor Gayo Flaminio, tesorero de la
repubhca, y el botín restante se repartió á los
soldados, por partes iguales, precedido justi­
precio
Política siguiente dia , convocó Scipion las tropas
deScipioo de mar y tierra, y despues de tributar gracias á
los dioses por sus favores en la primera campaña,
alabó á los mas valientes soldados, y les distribu­
yó premios y coronas murales. Entre los prisio­
neros de Cartagena, contábanse algunos magna­
tes españoles tenidos en rehenes por Asdrubal, co­
mo prendas que asegurasen la óbediencia de sus
esíados.Tambien en la capital del imperio cartagi­
nés se hallaban establecidas muchas familias opu­
lentas, que preferían, para vivir, una ciudad que
proporcionaba todo género de comodidades y el
brillo de un lujo espléndido, á las pobres al­
deas sometidas á su patrimonio. Scipion convocó
á los mas notables personajes, les exhortó con

^ VÍDÍo, I n s t i t . D e j u r e p erso n ,^ tít, 3. Grocio , D e j u ­


re lib. 3, cap. 7.
3 Tito Livio ( en el lib. 26 de s,u historia), detalla proli­
jamente las sumas que importó el botín de los cartagineses,
y da una idea de la riqueza que en Cartagena se encerraba.
— 69—
afabilidad y dulzui’s^? y les hizo saber, que los ro­
manos conquistaban los pueblos con beneficios, y
no con violencias: diciendo, que el amor á la re­
pública romana y no una odiosa servidumbre^ fia-
bia de ser el vínculo que con él los enlázase, los
despidió cordialmente en absoluta libertad. Hizo
formar un estado de los demás españoles cautb
vos, de sus nombres y patria, y regalando á los mas
jóvenes anillos y brazaletes, y á los viejos espa­
das y puñales, les permitió con dulces amonesta­
ciones volver al seno de sus familias.
La conducta de Scipion granjeó á los roma- Impresion
nos mas partido que la derrota de cien ejércitos,
Profundamente Gonocia el carácter español, quien tras pro-
aconsejaba al héroe romano rasgos tan inespera- vincias,
dos de benevolencia. El pueblo, rudo y desmora­
lizado por una guerra cruel, consideró á los ro­
manos como enemigos de los cartagineses solos,
y como generosos libertadores. Scipion apareció
á los ojos de la muchedumbre como un protector
humano , y un capitán clemente y justiciero.
Dieron mayor realce al triunfo del procónsul, Rasgo ca-
actos de humanidad y de justicia, que impresiona-
ron profundamente el ánimo de los españoles.
Una ilustre matrona, mujer de Mandonio, her­
mano de Indivilis, rey de los ilérgetes, se postró
á sus piés implorando protección para algunas jó­
venes interesantes, encomendadas á su cuidado,
y expuestas á los viles ultrajes de los vencedores.
El capitán romano la tranquilizó, y mandó que las
hermosas cautivas quedasen bajo la salvaguardia
de un encanecido y circunspecto centurión, con
expreso mandato de que les fuesen prodigadas
todas las atenciones, que el recato y la beldad
exigían en aquel momento, como un depósito
confiado al honor romano.
La continencia de Scipion es problemática. Continea-
-7 0 -
cia de Sci- Los bistoriadores romanos ensalzan su <lecoro y
su castidad: Polibio ^ yitupera al contrario sus
fogosas pasiones; pero aquellos y este convienen
en un hecho ^ que revela sobresalientes prendas
y un carácter amable. Los soldados , (|ue profa­
naban con todo el desenfreno de vencedores los
hogares domésticos, llevaron á merced de sü jefe
una doncella de peregrina hermosura. Tímida,
pudorosa, sensible, impresionó vivamente al jo­
ven victorioso. Este quiso cerciorarse de su es­
tado, patria y familia, y por bocado la tierna
cautiva supo, que de su coraron era dueño, y
que debía serlo de su mano, un guerrero celtíbe­
ro^ de nombre Alucio. Scipion hizo entonces con­
ducir á su presencia á los padres de la cautiva y
al esposo futuro^ y dirigiéndose á este, dijo: «Ved
ceahí una cautiva mía, que liberto y os dono,
ce creido que sabréis apreciar dignamente la dá-
ce diva. Mi amparo ha sido para ella seguro, co­

ce mo la vigilancia de su misma familia, que la

ce destinaba para esposa vuestra. Recibidla: y co^

' eenoced, por este acto, la índole de la nación


ee romana propensa siempre á generosos procedi-

ee mientes. Espero^ que en recompensa seáis ami-

ee go invariable de ella. Pero sabed; que así como

<t no es posible hallar aliado mas sincero que el


c< romano, tampoco es dable encontrar enemigo

ctmas poderoso j ni adversario mas inexorable


cc que el mismo pueblo magnánimo.” Los padres

de la cautiva y los jóvenes esposos se arrojaron

* P e r id a u te m te m p u s ado lescen tes q u id a m ro m a n iy m r -


ginem n a c ti (S ta tis flo rej et c o rp o r is c e m s t a t e re liq u a s
Iteres ciim Publiura rauiieribus delectari scirent,
veniunt illam ad eum ducentes. Polib., Mb. 10, Yolfang.,
interp.
—71—
á sus plantas, y Alucio ofreció las riquezfe que
aun poseía como rescate de su amada. Scipion las
devolvió asignándolas para dote de la esposa, y
aseguró para siempre la aKanza del valeroso ceí^
tíb^o *, Ucupado algunos dias en dictar órdenes
relativas al gobierno de la ciudad recien conquis­
tada , envió á Roma grandes riquezas, y partió á
Tarragona para pasar en ella el invierno.
Nos hemos extendido en los pormenores de la Cambio
toma de Cartagena, porque este hecho de ar­ moral de
nuestras
mas y la política de Scipion influyeron podero- provincias
sámente en la stiérte futura de nuestras provin­
cias. La rendición de la capital del imperio car­
taginés, permitió á los romanos asentarse en ellas
con planta firme. Aunque los cartagineses ocupa­
ban las fortalezas principales de nuestra tierra, y
conservaban numerosos aliados y todos ios ele­
mentos de resistencia, la pérdida de una capital
y la proximidad de un centro de operaciones ene­
migas , no podían menos de ser nn paso avanza­
do para la futura dominación. La conquista de
Cartagena favoreció rápidamente el cambio mo­
ral, que la política romana iba preparando con­
tra el gobierno africano. Asdnibal quedó sor­
prendido al saber el asalto y toma de Cartagena,
y desde las comarcas de Jaén, donde permane-
cia con su ejército, procuró atenuar la pérdida y
reanimar el espíritu de sus soldados y parciales.
Rara ello, quiso arriesgar una batalla, y provo­
có á Scipion.

^ Napoleón decía, que do debía Gonsidexarse este ac­


to de continenda tan celebrado en Sdpioo, como un rasgo ad-
Riirabíe de virtud, sino como el cumplimiento de un deber;
que si Scipion hubiese abusado de su triunfo, sacrificando á
la desventurada prisionera, habría cometido una iniquidad
abominable.
---- Am

Batalla cartagineses ociipaban recelosos el reino


Años ^209 Jaeoj porque el partido romano se habia enso-
a. deJ.G. berbecido, é inspiraba temores de un IcTanta-
miento. Scipion avanzó desde Tarragona para fo­
mentar el fuego j y encontró al ejército enemigo
en las cercanías de Ábuía (Bilclies) Al dar vis-^
ta á los reales cartagineses, destacó algunas cen-
tmaas ó compañías ligeras, que contuviesen á la
caballería niimida, temible por sus violentos ata­
ques los ginetes africanos se replegaron hostili­
zados por la guerrilla romana; y en todo el dia
ambos ejércitos estuvieron observándose mutua­
mente 5 y fortificando sus campamentos. Asdrubal
ocupaba una colina de ventajosa situación , baña­
da en sü falda por un arroyo (el Almuradiel)
y desde cuya cumbre se descubria un extenso
valle. Scipion, al rayar el alba del siguiente dia,
reconoció los reales cartagineses, los coiBideró
militarmente instalados, y entonces, hizo cona­
tos para atraer á sus contrarios hácia parajes mas
abiertos: pero trascurrieron dos dias, y durante
ellos Asdrubal se mantuvo inmóvil en sus posicio­
nes. Conociendo Scipion, que el jefe cartaginés
aguardaba las tropas de Asdriíbal Gisgon y de
Magon, y que la reunión de ellas pudiera serle
tan funesta como á su padre y tio, resolvió pro­
vocarle vivamente á la pelea. Perplejo en atacar
las legiones enemigas atrincheradas en su altura,
destacó algunas tropas , que las atrajesen al cam-

^ Abula^ Bilchesí en Polibio. Yéase á Jimena,


B a h y la
pág. 184.
A n a le s E c c o s. de J a é n ,
2 Algunos escritores han supuesto que este rio debió ser
el Guadalquivir, y que la B a b y la de Polibio estuvo situada a
sus márgenes: si así hubiese sido, no es creible que Tito Li­
vio hubiera dejado de mencionarle; habló de un rio en gene­
ral sin decir su nombre.
— 73—
po llano. Asdrubal lanzó en pos de estas algn-
nos jinetes niímidas, sostenidos por honderos ba­
leará y por otras tropas ligeras, permaneciendo
siempre apoyado en su eolina. Scipion determinó
entonces bloquearla, é interceptar la comunica­
ción de los cartagineses con la ciudad inmediata.
En estos moTimientos, los soldados romanos enar­
decidos, superando la aspereza del terreno y ar­
rostrando la lluvia de dardos que menguaban sus
filas, cruzaron sus espadas con las de las tropas
enemigas, que defendieron tenaces sus puestos; pe­
ro luego cedieron á la impetuosa acometida de los
que atacaron. Asbrübal, con escasa pérdida, se
retiró liácia el Tajo : Scipion ocupó á Bilcíies,
alentando mas y mas á sus parciales. Consiguien­
te á la sagaz política adoptada de antemano, li­
cenció sin rescate á muchos españoles cautivados
en esta batalla, que propalaron en nuestras co­
marcas voces lisonjeras de su clemencia, gene­
rosidad y recomendables virtudes.
Los soldados africanos prisioneros, quedaron
esclavos, y á disposición del cuestor, para ser
vendidos. Contábase entre ellos un jovencillo, no­
table por su rico traje, y de cuya nobleza dieron
razón los compañeros de infortunio. Fué llevado
á la presencia de Scipion, al que preguntando
quién era, y el motivo por que peleba tan joven
contra los romanos, respondió llorando: «que
« era mímida, huérfano desde sus primeros años,
« y que liabia venido á España con sn tio Ma-
« siniza , en calidad de agregado á la caballe-
c<ría : que este le tenia prohibido entrar en lides
« por su corta edad; pero que infringiendo su
« mandato, había tomado armas y caballo, y cor­
eerido al combate; que derribado de su montura
« en una acometida, babia quedado cautivo.’’ Sci­
pion le preguntó, si quería volver al lado de su
Tomo I ®
— 74—
lio ; y habiendo respondido entre sollozos afirma­
tivamente y le consoló ^ y le regaló un magnífico
anillo de oro : mandó en seguida ataviarle con
traje español, y ponerle mas galano con un rico
manto prendido de un elegante lazo; le hizo mon­
tar en un caballo magníficamente enjaezado, y
con una escolta le devolvió al lado de su tio Ma-
siniza. Este rasgo caballeresco, á tal punto sor­
prendió al jefe nümida,que convirtió su vehemen­
te antipatía contra los romanos, en reconocimien­
to y entusiasmo.
Tardanza Asdrubal Gisgon y Magon acudieron tarde al
de los ge­ socorro de Asdrubal: Scipion se retiraba hácia
nerales Tarragona por el puerto de Muradal, cuando
cartagine­
ses. aquellos dos generales visitaban el campo donde
se había dado la batalla. A pesar de su tardan­
za , la acción de Abula no tuvo resultado adverso
para los cartagineses, puesto que continuaron
con fuerzas numerosas, haciendo la guerra en
España, y desmembraron sus ejércitos para re­
forzar el de Aníbal.
Nuevo Reunidos para acordar un nuevo plan de cam­
plan de paña los dos Asdrúbales, Magon y Masiniza, re­
campaña.
solvieron, que Asdrubal Barca pasase á Italia;
que para ello se encargase Masiniza de llamar la
atención de los romanos hácia la parte meridio­
nal de España; que Asdrubal Gisgon vigilase las
provincias restantes, manteniéndose entretanto á
la defensiva; y que Magon fuese á las Baleares á
reclutar nueva gente.
Á principios del año 208 comenzó á realizar­
se este plan. AsdriilDal superó por las mismas vias
que su hermano Aníl^al los Pirineos y los Al­
pes, y descendió á las llanuras de Italia. La no­
ticia de esta nueva invasión causó tai zozobra en
Roma, que sus moradores creyeron inevitable la
ruina de la patria, y se juzgaron menos seguros
—7d-
íjue en los dias siguientes ala batalla de CannaS. Éxpe^
dicion y
Asdrubal cercó á Plasencia^ desde donde despa­ muerte de
chó cuatro galos y dos númidasá caballo, porta­ Asdrúbal.
dores de cartas para Aníbal, que se hallaba á la sa­ Año 208
zón en la extremidad opuesta de Italia. Extravia­ a. de J. C.
dos los emisarios en su larga carrera, cayeron en
poder de un destacamento romano, que los con­
dujo á la presencia del propretor Nerón, burlado
no había mocho por el cartaginés en Puerto Au-
xin. Examinados separadamente y con minucio­
sidad , y dando respuestas contraihctorias, fueron
amenazados con el tormento. Entonces declara­
ron la verdad, y entregaron las comunicaciones
que llevaban para Andíal. Descubiertos los |3la-
iies de aml30s hermanos y estorbada su reunión,
Claudio Nerón quiso vengar la afrenta que As-
drúl^al le había causado en nuestra tierra, y acu­
dió con todas las fuerzas disponibles bácia Pla-
sencia. Asdriíbal levantó el cerco, y queriendo
unirse á Aníbal, perdió la ru ta, frié acometido
en posición desventajosa, y bien pronto vió der­
rotado su ejército; él mismo murió peleando be-
róicamente. Nerón, implacable como todos los
hombres de escaso mérito encumbrados por la
fortuna, mutiló su cadáver, y dió lil^ertad á dos
prisioneros , para que arrojasen á los piés de
Aníbal la cabeza de su infeliz hermano. El guer­
rero cartaginés, conmovido con aquel espectácu­
lo y con la pérdida que acababa de sufrir su re­
pública, exclamó: «Se han disipado mis glorias
«y las esperanzas de Cartago 1""
Magon, Asdrúl^al Gisgon y Masiniza sostenían Se disemi­
na el ejér­
la guerra contra Scipion. Aquellos jefes rehusa­ cito carta­
ban el combate, y aguardaban noticias de Italia; ginés en
pero sabida luego la catástrofe de Asdrubal, re­ nuestras
ciudades.
solvieron tomar la ofensiva, y estimular para la
guerra á sus aliados, Magon se anticipó ponien-
—7 G -
do en conmoción á los celtíberos; mas el propre­
tor Marco Silano se dirigió contra ellos, los dis­
persó y cautivó sus jefes. El mismo Scipion se en­
cargó de perseguir á Asdrubal, que tenia en núes-
' tras provincias todo su ejército. Este , al aproxi­
marse los romanos, se repartió en cercanas for­
talezas y ciudades principales, y dejó burladas
las intenciones del enemigo. Gomo Scipion quería
trabar una batalla decisiva, juzgó perdida la opor­
tunidad , y conoció que era preciso poner cerco
á las plazas cuyas rendiciones exigían tiempo, y
en cuyas empresas, arduas por la tenacidad es­
pañola, se exponía á menoscabar su reputación:
entonces retrocedió á las provincias del norte, y
encargó á su liermano Lucio el cerco de Aiirin--
g i (Ja én ), coa 10.000 infantes y 1.000 caballos.
Cerco de A i i r i n g i ^ ciudad importante según refiere Tito
Jaén. Livio enriquecida con los sabrosos frutos de
Año 207 gu pingüe campiña y con los productos de minas
a. deJ. C. Jj2jjigüiatas, era la fortaleza en que se apoyaban
los cartagineses, para dictar leyes á todas nues­
tras comarcas. Esta plaza era el centro de sus
correrías para dominar todo el territorio que com­
prenden los reinos de Granada y Jaén: era, des-

■I S c ip ío.... L u c iu m S c ip io n e m f r a tr e m cum dec em milti-^


hus p e d itu m , e t m ille equ U u in , ad^oppugnandam o p u le n tis si­
m a m i n eis locis u rb em qu a m O r in g in b a r b a r i a p p e lla n t
m i t t i t : s i t a in M elle siu m fn ih u s e s t, H isp a n ic e g e n tib u s a g e r
f r u g i f e r , a r g e n tu m e tia m incolae fo d iu n t. E a a r x f u i t A s ­
d r u b a li a d e x c u rs io n e s c ir c a in M e d ite r r a n e o s p o p u lo s f a ­
c ie n d a s. TU. Liv., lib. 28. O r in g in , l a e n , Haraose también
en lo antigno A u r i n g i 6 A u r ig i. Véase á Mazas, B e t r a t o d e
J a e n , cap. 1. Aunque Tito Livio dice M e lle s iu m , de donde
el P. Mariana tradujo Melesios ( lib. % cap. 21), debe leer­
se M e n te s iu m , Mentesios ó Mentesanos. Limítrofe á las co­
marcas de Jaen estaba M e n t e s a ; ] i o j es La Guardia.
- 77—
pues de Cartagena, la ^ e importaba á los roma­
nos ocupar con urgencia. . i ,
Lucio se presentó delante de la ciudad é inti­
mó el rendimiento; ofreciendo tratar amistosa­
mente á los soldados y moradores: pero no ha­
biendo tenido respuesta su intimación ^ cercó la
plaza con doble foso y trinchera, compartió su
ejército en tres divisiones, y dispuso que una de
estas diese el asalto, descansando mientras las
otras dos, que debian acometer sucesivamente.
La primera avanzó á la muralla, y aplicó las es­
calas; pero fué rechazada, dejando el suelo sem­
brado de cadáveres. Muchos valientes caianraor-
talmente ofendidos , por los dardos lanzados des­
de la muralla; otros eran derribados de las esca­
las; algunos caian exánimes ensartados en horri­
bles garfios; y los mas perecían estrellados por
las máquinas que manejaban los déla ciudad. Lu­
cio, advirtiendo cuán desigual era el combate,
por las escasas fuerzas que de su parte acome­
tían, mandó que las restantes dos divisiones avan­
zasen simultáneamente. La gmarmcion se resistia
con denuedo; pero acobardados los moradores
con la nueva refriega, se retiraron de algunos
puntos que en la mm*alla defendían, dejándola
flanqueada; la tropa cartaginesa se acogió enton­
ces al segundo y último reducto.
Los vecinos, atemorizados, creyeron aplacar . - j
la ira enemiga abriendo las puertas. Salieron en ^
formación, cubiertos con sus escudos para defen­
derse de los tiros, y mostrando iuerme la mano
derecha en señal de sumisión. Los romanos, cre­
yendo que esta salida era un ardid de los astutos
cartagineses, acometieron con inusitada furia, y
convirtieron en un monton de cadáveres la bu-
milde hueste. Algunas cohortes entraron por la
puerta que se les había franqueado , y abrieron
78— -

las restantes. El ejército todo se precipitó enton­


ces en la ciudad, entregándoseámuertes, violen­
cias y saqueo. La caballería y las compañías de
tríanos se dirigieron á la plaza á observar los cer­
cados acogidos á un recinto interior, mientras
las demás tropas esparcían estrago y desolación.
Los soldados cartagmeses se rindieron al fin
con 300 ciudadanos, que con ellos se babian re­
fugiado y defendídose hasta el último trance: los
primeros quedaron esclavos ; los segundos libres.
Conseguido un triunfo tan señalado por Lucio Sci-
pion, su hermano le envió á Roma con noticias
del país español en unión de algunos cautivos, co­
mo prueba ^e sus victorias.
Colea, se-
uor pode- ^
senerales
o
de Cartazo
o
no se abatían con
roso de los estos reveses; tenaces en sostenerla guerra espa-
contornos ñola, organizaron un nuevo ejército de 50.000
de Grana- infantes y 1.500 caballos, en las provincias que
aun no habían pisado los romanos; y con él ocu­
paron á IHipa (Peñaflor) L Scipion, cerciorado
del nuHxeroso ejército que los jefes enemigos acau­
dillaban, se vio perplejo, por no contar con fuer­
zas suficientes que oponerle^, ni poder fiarse del
refuerzo de aliados, cuya deserción causó la des­
gracia de su padre y tio. Sin emlaargo, merecía su
entera confianza Coica, señor de veinte y ocho po­
blaciones diseminadas hácia Granada y sus con­
tornos , cuyo régulo le había ofrecido el auxilio
de 3.000 infantes y 500 caballos^. Scipion comi­
sionó á Marco Silano para conducir esta fuerza,
que se reunió al resto del ejército junto á Cazlo

< La S ilp ia de Tito Livio, es la U U pa de otros autores


(Peñaflor en el reino de Sevilla). Véase á Rodrigo Caro,
C o r a g ra fía d e l con ven to ju r id ic o de S evilla :, lib. 3, cap. 11.
2 La O bservación que hace Pedraza, para demostrar que
—To­
na, donde estaban los reales. Desde este punto,
salió el procónsul en busca de los enemigos con-
presados en las inmediaciones de Betula (übeda)
Al darles \ista, las filas romanas fueron atacadas
por una violenta carga de caballería conducida por
Magon y Masiniza, quienes lograron introducir
el desórden en ellas; pero Scipion acudió con
presteza, tomó posición sobre una altura, y pu­
so coto á la victoria del cartaginés. Masiniza con
sus mímidas molestaba cruelmente á los roma­
nos. Aquellos ginetes disparaban certeros dardos,
huian veloces, y cuando parecían acobardados y
fugitivos, torcían riendas y cargaban con mayo­
res bríos. Sus repentinos ataques no permitían á

Coica imperaba hácia Illiberi y sus coDÍornos, es exactísima.


Los cartagineses ocupaban la provincia de Málaga ,toda la
parte déla de Jaén perteneciente á la Bética , y los reinos de
Córdoba y Sevilla : solo podia contar Scipion en la Bética^
con aliados de la región granadina. Véase á Pedraza, Histor.
Eeca. de Granada, part. 1, cap. 13; y al P. Martin de Boa
en su Principado de Córdoba, cap. 12.
t Betula ó Bcecula, Ubeda la Vieja: el nombre de esta
ciudad se halla escrito con notables variaciones en los histo­
riadores antiguos. No podemos dejar de hacer una adverten­
cia relativa al articulo de Emula Betica,, que inserta D. Mi­
guel Cortés y López en su Diccionario. Á1 explicar el texto
de Tito Livio y el de Polibio, nos parece que se han confun­
didos unos lugares con otros ; las relaciones de los historia-:
dores citados versan sobre batallas sostenidas en diferentes
puntos. La primera, en que Asdrúbal Barca tuvo que retirar-:
se hácia el Tajo, fué en Abula, Babyla según Polibio (Bil-
ches), y no en Bcecula. Verdad es que Tito Livio escribe Be-
tula, pero como observan oportunamente Morales, el P. Boa
y otros, está adulterado el texto de Tito Livio. Es muy ex-r
traño que D. Miguel Cortés critique á Cean Bermudez por
haber estampado en su Sumario observaciones sobre una su­
puesta Babyla, Polibio ( lib. 10, fragm. 4j habla de esta ciu-
(lad, diciendo: «El jefe cartaginés se hallabá á la sazón en la
ciudad de Babyla junto á Cazlona, no lejos de los pozos de
plata.” Cean incurrió en una equivocación de nombre.
—so­
los romanos continuar los trabajos del real; en­
tonces Scipion les acometió, les hizo encerrarse
en sus trincheras, y retirarse hácia la provincia
de Sevilla. Algunos dias despues se dió hácia Car-
bona (Carmona) una batalla, en la cual fue dis­
persado el ejército cartaginés; y sus generales,
con escasos vestigios, viéronse obligados á encer-
rarse en
Ingratítad Una inconsecuencia punible en los cartagine­
de loscar­
tagineses. ses fué causa de su absoluta perdición. Masini-
za, siempre fiel á sus abados, siempre el prime­
ro en los pebgros, activo, bizarro sin par, era
como hemos dicho, el prometido esposo de So-
fonisba. Sífaz, su antiguo rival, alimentaba sin
embargo, esperanzas de ablandar el corazón de
la bella cartaginesa. Por este tiempo Scipion cre­
yó prudente hacer extensivas sus alianzas al Áfri­
ca, y embarcándose en Cartagena, arribó á la
corte de aquel rey con dicho fin. Asdrútal Gis-
gon, estimulado por su gobierno, acudió con el
propio objeto y á la vez que Scipion. Sífaz tu­
vo la complacencia de poner fi’ente á frente á los
dos ilustres rivales; oyoles conversar con familia­
ridad y hacer mutuas observaciones sobre sus ejér­
citos y bataUas, y sobre las probabibdades de la
guerra sostenida por ambas repúblicas; aun es
mas; les hizo comer en una misma mesa, y dorr
mir en un mismo aposento. Scipion quedó en apa­
riencia amigo de Sífaz; pero Asdrubal le ofreció
por esposad su hija Sofonisba, inflamó las pasio-
pes vehementes del africano, y le hizo seguir re­
sueltamente Bipartido délos cartagineses *. Una
ingratitud tan escandalosa ofendió el ánimo de

Plut,, V ita S d p , Tit. Liv., Ub. 28.


81— —

Masiniía que abrazó el partido de los romanos,


é inclinó’la balanza á fatror de estos.
Scipion desembarco en Cartagena, creyendo R^senti-
haber desempeñado cumplidamente su misión. A miento
su llegada supo que nuestro país se hallaba con-
movido, que inspiraba serios temores, y que los
cartagineses, ausente él, hablan procurado for­
talecer sus alianzas. Castulo ó Illiturgi eran hos­
tiles : el partido cartaginés, en ellas prepotente,
mostraba sin disimulo sus afectos é inclinacio­
nes. Scipion, mientras estuvo dudoso el resulta­
do de la guerra, se manifestó indiferente á los
agravios, y supo reservarse en lo mas hondo del
pecho su indignación, aguardando una oportuni­
dad, que le permitiera vengarse. Batidos los car­
tagineses, creyó llegada la hora del castigo, y
con este intento se encaminó hácia Illiturgi con
dos terceras partes de su ejército, mandando á
Lucio Marcio, que con la otra restante se apode­
rase de Castulo.
Los moradores de Illiturgi, sabiendo que los Defensa
romanos no perdonaban el asesinato de sus sol- lUitur- ,
dados, resolvieron vender caras sus vidas , y de-
fenderse hasta el último trance. Presentados los
sitiadores, niños y mujeres, jóvenes y viejos, con­
tribuyeron á rechazarlos; desde los muros des­
preciaban las amenazas de la soldadesca y pro­
vocaban con insultos su fiereza. Los parciales de
Cartago, ciertos de la venganza inexorable de los
romanos, peleaban por la vida en aquel momen­
to *. Tanta fue la valentía de los sitiados, que

• I g itu r j n on m ilita r is m odo cetas, a a t v i r i ta n tu m , s e d


fm m in ce quoque p u e riq u e s u p r a a n im i corporisqu as t i r e s a d ­
s u n t ; p ro p u g n a n tib u s te la m i n i s t r a n t , s a x a in m u ro s m u -
m e n tib u s g e ru n t. N o n U b erta s solu m a g e b a tu r quce v ir o r u m
— 62—
cuantas veces acometieron los romanos, retroce­
dieron con gran pérdida; los soldados, al ver
que la proximidad al muro era un tránsito para
la muerte, rehusaban acercarse. Scipion mismo
tuvo que darles ejemplo, poniéndose al frente de
ellos y aplicando por sí una escala: con este ar­
rojo consiguió reanimarlos; y tomando instruc­
ciones de algunos cartagineses, que desertores de
la guarnición se liabian acogido á sus banderas,
resolvió dar el último asalto. La fortaleza tenia
una altura considerable, desde donde los sitia­
dos podian hostilizar impunemente á los que con
arduo trabajo intentasen subir á ella. Scipion ideó
suministrar á sus soldados barras de hierro que,
clavadas en tierra, pudiesen servir de apoyo para
remontarse por la mas agria pendiente. Con este
artificio, y esforzándose mutuamente, escalaron
los romanos el muro, y penetraron á viva fuer­
za. Horrendo estrago siguió á esta entrada; car­
tagineses, pacíficos vecinos, indefensas mujeres,
inocentes niños, perecieron sin conmiseración
Es arra­ alguna á manos de los vencedores. La sangre
sada. derramada no bastó para apaciguar el rencor, ni
la sed de venganza: mandó Scipion aplicar com­
bustibles á los edificios, y las llamas devoraron
el asilo de aquellos moradores sin ventura. Las
pocas habitaciones salvadas del incendio, se ar­
rasaron por órden del general romano , y sus so­
lares fueron arados, como paraje solitario y yer­
mo. Así desapareció una de las ciudades mas ri­
cas de nuestro país, y mas célebres en la histo­
ria antigua. El viajero, al recorrer las inmedia-

fo r tiu m ta n tu m p e c to r a a c u it , sed u ltim a om n ibu s supplicia^


el fc e d a m o r s a n te oculos e r a n t, Tít. Líy., lib. 28.
^83—
dones de Andújar, puede aun contemplar las m i'
ñas y vestigios de la desdichada líliturgi % y ho­
llar entre sus escombros la sepultura de millares
de iuoeentes. ¡Recuerdo tristísimo de las violen­
cias con que naciones extrañas han devastado
nuestro hermoso país! ^
Scipion, destruida líliuirgi, se dirigió contra Capitula
Cazlona,
Castulo, defendida por guarnición cartaginesa,
compuesta de soldados, que dispersos en las an­
teriores derrotas, se, habían allí reunido. Antes
de llegar se había divulgado la noticia de aque­
lla catástrofe; y los Castulonenses, temiendo el
mismo rigor, quisieron entablar negociaciones
con Lucio Marcio, y esperar alguna clemencia de
los-vencedores. El comandante cartaginés, lla­
mado Himilcon, se opuso á eUo; pero Cerdúbe-
lo, rico morador de la ciudad, de acuerdo con
otros principales, le disuadió de este empeño, y
tuvo algnnas entrevistas con Lucio: al fin se en­
tregó la fortaleza sin efusión de sangre, templa­
do el enojo de los romaeos por la rendición vo­
luntaria. ^ Resisten-
Dominada por estos toda la parte oriental de eia é in-
nuestras provincias, quedaban aun en poder de
los cartagineses las regiones de poniente. Pero la ®
rendición de una ciudad, cuyo heroísmo mere­
ce tan alta consideración como Sagunto, acabó
de consolidar el poder romano en España. Asta­
pa ( Estepona ) ^ ^ era una ciudad tan aliada y
amiga de los cartagmeses, como enemiga acér-

* Illiturgiy Santa Pofcenciana. Véase el apéndice num. 4


anteriormente citado. ^ ^
2 Generalmeoté se ha creído que A s ta p a fué Estepa. D.
Antonio Ponz , voto respetable en materias de antigüedades,
dice así : « No rae parece que A s ta p a fuese la que se lia teni-
—84—
lima de los romanos. Estos habían recibido de
sus habitantes, injurias y pruebas inequívocas de
odio. Posesionados los cartagineses de Astapa^ te­
nían en continua zozobra á las ciudades comar­
canas que seguían el bando contrario. Desde eUa,
partidas ligeramente armadas, sostenian una guer­
ra lenta, pero peligrosa y molesta: tropas endu­
recidas en los trabajos, recorrían las regiones
circunvecinas; sorprendian los destacamentos de
poca fuerza; cautivaban los rezagados; despoja­
ban á los mercaderes y vivanderos; hacían mar­
chas durante la noche, y emboscándose en mon­
tes y breñas, atacaban y rendían sin dar cuartel
á las gentes desprevenidas. Contra estos activos
enemigos acudió Lucio Marcio, con ánimo de
exterminarlos. Valientes hasta el heroísmo los
moradores de Astapa prefirieron morir antes que

por ta l, y ahora llaman Estepa, en el reino de Sevilla^ cerca


íJe Ecija , sino este pueblo de Estepona : aquella se llamó sin
duda M u n icipit^ m O s tip p o n e n s e ^ j no fué la A s ta p a que han
creído con Morales otros célebres anticuarios. El Sr. D.
Erancisco Bruna tiene en su gabinete de Sevilla documentos
claros , así en medallas como en mármoles, que demuestran
no hacer sido A s ta p a la Eríepa del dia , sino que esta fué el
Municipio Ostiponense ; y por consiguiente había sido A s t a ­
p a Estepona, la que según Tito Livio no quiso Lucio Mar­
cio que se ásolase, por la famosa defensa que hizo.” Ponz,
V ia je de E sp a ñ a ^ tomo 18, carta 2.
‘ Los manuscritos mas interesantes de Juan Fernandez Fran­
co fueron reunidos por D. Francisco de Bruna, oidor que
fué de la audiencia de Sevilla, en cuyo gabinete vió D. Anto­
nio Ponz los documentos que reBere. Franco fué discípulo
de Ambrosio de Morales, y perfeccionó el estudio de la his­
toria con apreciables trabajos sobre antigüedades de la Bétí-
caj Una erudición inmensa, una delicada crítica y una incan­
sable perseverancia en el estudio, le granjearon de tal modo
el aprecio y aun respeto de su maestro, que no tuvo reparo
en colocarle á la misma altura de 1). Diego Hurtado de Men­
doza, de Floriaii de Ocampo, de Antonio de Nebrija y de Fr.
—85 —
rendirse: desesperados, pero no abatidos, reunié­
ronse , arnoiitoiiaron en la plaza sus mas precio­
sos efectos, hicieron sentar sobre combustibles á
sus esposas é hijos, y abrazados entre sí encendie­
ron la hoguera. Las llamas habían comenzado,
sus estragos cuando los romanos entraron furio­
sos. « Los soldados, dice Tito Liyio, se aba-
«lanzaban á la infausta pira, para disputar al
«fuego las riquezas que iban á servirle de ali­
amento; pero retrocedían ante los ardores de
«aquella siniestra lumbre. Fué tomada la ciudad,
« pero sinbotin ni cautivos; el hierro enemigo ex-
á terminó los pocos moradores que fueron débi-
«les ó tardíos en darse la muerte’’ *.
La rendición de Ástapa fué el último hecho de Expulsión
1 1 ^ • absoluta
armas de los romanos contra ios cartagineses en
las provmcias granadinas. Estos se retiraron á tagineses.

Alonso Chacón. El ilustre anticuario mantuvo corresponden­


cia con muchos de los sabios que florecieron en el siglo XVI,
y particularmente con Pablo de Céspedes, tan conocido por
su poema de La pintura, por sus buenos dibujos, y por su
saber.
Entre los buenos escritos de Franco se cuentan un tratado
sobre las Antigüedades de Marios^ y otro sobre la Demarca­
ción de la Bética antigua^ coateniendo al fin un tratado de
las Antigüedades de Estepa. En este opina, que Estepa es la
Ostippo de Plinio y la Astapa de Tito Livio, escrita por los
copiantes con una alteración leve. El cura de Montero Ló­
pez de Cárdenas, comentando á su paisano Franco, prueba
que Ostippo y Astapa son poblaciones distintas^ y que la pri­
mera corresponde á Estepa.— M. S. de Franco, y Notas al
mismo por D. F. J. López de Cárdenas, cura de Montoro,
part. 2 , cap. 8.
" La Astapa de Tilo Livio ocupaba un terreno llano y abíer-
to"( nec urbem aut situ, aut munimento tutam habebant.^ li­
bro 28), cuya descripción no es conforme con la localidad de
Estepa j, que está situada en una eminencia.
* Ita Astapa sine prteda ferroj, ignique asump-
ta est. Tit. Liv., lib. 28.
a^cie^J^C^ Cádiz, dejándolas francas y á merced de los ro­
manos ; y despues las cedieron con toda la Espa­
ña en el tratado que puso fin á la segunda guer­
ra púnica.
Así acabó la dominación de los cartagineses
en un país, donde fiabian imperado mas de 200
años. Durante eUa, florecieron los gérmenes, que
los fenicios habían sembrado en nuestro suelo.
Cuando los cartagineses, sobreponiéndose á los
primitiyos colonos, subyugaron las razas indíge­
nas, man tuvieron las diversas repiílfiicas federa­
tivas, que inocentes, industriosas y pacíficas, te­
nían leyes propias, y alguna cultura. De cada can­
tón era régulo un magnate, cuyas órdenes respe-
tal^a toda la tribu , y al cual procuraron atraerse
los cartagineses. La administración de Amílcar,
de Asdrubal, la política de Aníbal y su hermano
Asdrübal, á tal extremo identificaron los intere­
ses de Cartago con los de nuestro país, que su
conquista costó á los romanos tanta sangre y tan
arduos esfuerzos, como la del resto de la penín­
sula. Áuringi, Illiturgh Castulo y Astapa, apare­
cen en la historia importantes ciudades cuyos
moradores hicieron sacrificios heroicos en favor
de sus aliados. Tan marcada obstinación, y los
varios ejércitos organizados en nuestras comar­
cas, prueban que el gobierno de los cartagineses
no era violento, y que la familia de Amílcar ha­
bía sabido granjearse simpatías profundas Por
esto, no puede menos de considerarse con aflic-

í Todos los hechos relativos á las guerras de los carta­


gineses y romanos en nuestra tierra, nos han sido trasmitidos
por los historiadores romanos, y por los griegos, sus adula­
dores; muchas anécdotas curiosas no hubieran quedado igno­
radas, si los romanos hubiesen respetado los anales y memo­
rias de los cartagineses.
—87—
cion,el funesto trastorno que los romanos oca-
sionioiij aboliendo la confederación y los fueros
del país, que los fenicios y cartagineses habían
mantenido ilesos. Los desastres de las naciones
decrépitas son menos dolorosos que los de aque­
llas que aun conservan su energía, y que aun no
empiezan á relajarse. Pero nuestras provincias,
cuando comenzaban á elevarse vigorosas, sufi’ie-
ron las devastaciones consiguientes á una guer­
ra sostenida por dos repúblicas poderosísimas,
perdieron su independencia, y quedaron salpica­
das con la sangre que derramaban en su lucha el
leopardo del Africa y la loba de Europa.
CAPITULO IV.

^República R om au a.

Las rapiñas de los romanos apuran el sufrimiento de los


pueblos granadinos. = Conjuración j guerra de nuestro
país. = Correrías de Viriato en él. = Aventuras de C-ra-
so eo Málaga.= Proezas y guerra de Sertorio.= Desave­
nencias de nuestras ciudades durante las contiendas de
César y Pompeyo. — Fin de la república romana.

Falacia de Expulsados absolutamente los cartagineses del


los roma- país español, Scipion abandonó el teatro de sus
nos. primeros triunfos ^ y corrió á ganar nuevos lau­
reles en otras tierras. Quedó el gobierno á cargo
de sus dos lugartenientes Léntulo y Ácídino, quie­
nes en vez de imitar la cordura del jóven procón­
sul, cometieron agravios j seguidos siempre de
turbaciones y de motines. Mientras Scipion sos­
tuvo la guerra contra los cartagineses, procuró
halagar á los pueblos, asegurando que el soldado
romano derramaba generosamente su sangre y
prestaba desinteresado auxilio, para que los es­
pañoles pudiesen sacudir el }mgo impuesto por la
república africana j y entablar con Roma relacio­
nes de fraternidad y de recíproca conveniencia.
Ésta política siniestra contribuyó eficazmente al
triunfo de sus armas; pero al verse los romanos
señores absolutos', revelaron la falacia de sus
promesas, y con rapiñas, violencias y parcialida­
des injustas, comenzaron á ser el azote del país
que los babia recibido como amigos.
— 89—
L a s com arcas granadinas dependían de los je ­ Insopor­
fes d e las proTincias encargados de la adinm istra-
table tíra-
cion suprem a 5 civil y m ilita r . en cada ciudad im ­
portante gobernaba un su b a ltern o , ejercien d o en
su distrito las m ism as atribuciones q u e e l supe­
rior en ex ten so territorio. B ie n p u ed en calcular­
se las veja cio n es y p en alid ad es q u e á n uestros
pueblos ocasionaban je fe s e x tr a ñ o s , autorizados
para m andar segú n su c a p r ic h o , sin a fe c to s , ni
fam ilias en e l país. In sen sib les á lo s clam ores de
la Opinión, qu e n o ten ia e c o en unas region es d es­
preciadas co m o bái'baras, segu ros de h allar in­
d u lgen cia en sus je fe s , y sordos á lo s lam en tos de
los d e sv a lid o s, gobernaban co n rigoroso d esp o­
tism o. E l d esem p eñ o de los d estin os solia ser de
un a ñ o , y en tan b rev e tiem p o solo procuraban
lo s agraciados acum ular rico s tesoros con que
captarse la b en ev o len cia d el pueblo r o m a n o , y
adquirir una fortu n a in d ep en d ien te y segu ra
T a n ignom inioso y duro com portam iento y la Vasta con-

• « Los grandes , empobrecidos por el lujo y demás vi­


cios , tomaban los gobiernos solo para enriquecerse con los
despojos de las provincias. Su único cuidado era juntar por
toda suerte de medios sumas inmensas, para comprar en Ro­
ma nuevos empleos, y robar á los aliados para corromper á
sus conciudadanos. Los pobres pueblos oprimidos buscaban
en vano justicia en Roma; porque no la había contra los ri­
cos , ni menos quien se atreviese á acusarlos j pues la deci­
sión de tales cansas dependía de una mnltitud de jaeces de la
misma clase que los reos, y por lo regular lo eran de los
mismos delitos, y que prostituían sus sentencias por dinero ó
por favor.” Conyers Middleton, V id a de C icerón^ traduci­
da por D. José Nicolás Azara , lib. 7. Aquel escritor inglés
ba presentado con gran copia de erudición el estado de la re­
pública romana durante el tiempo en que brilló el ilustre ora­
dor romano? carece su obra del interés filosófico inherente á
la biografía de Cicerón , pero en cambio abunda en datos cu­
riosos y útiles para la historia de aquel tiempo.
T oso I 7
—90—
^aSÍ^I^V ^1^6 la guerra liabia engendrado,
a. de J. G. fon^^ntaban en nuestras provincias una eferves­
cencia peligrosa. Los jefes romanos, viendo con
recelo pulular los gérmenes de discordia, comu­
nicaron el peligro á su gobierno. El senado pro­
curó anticiparse al levantamiento, organizando la
administración de España bajo las mismas bases
que babia adoptado para otros países reconoci­
dos como provincias romanas; en su consecuen­
cia se crearon dos pretores para el gobierno de
de las dos, citerior y ulterior, en que fué dividi­
da la península. Esta determinación hizo ver á ios
españoles, que los romanos trataban de consoli­
dar su imperio y de imponer pesado yugo. Con­
ciliados para defender su independencia muchos
magnates, enarboiaron el pendón de guerra, pro­
testando contra el nuevo bnaje de tiranía: y Col-
Colea su- ca, de cuyas vastas posesiones hacia Granada y
bleva la su comarca hemos hablado anteriormente , tomó
pujarra activa en el levantamiento, sublevó la Ál-
pujarra, y cooperó á la resistencia con sus vasa­
llos. El pretor Marco Elvio corrió á sofocar el
fuego; los historiadores romanos, tan extensos y
minuciosos en las narraciones de sus victorias, se
abstienen de referir el éxito de esta guerra. Es
verosímil que sería fatal á los ingratos conquista­
dores , cuando sus analistas confiesan con mi la­
conismo que revela vergüenza, la derrota de sus
legiones, y la desgracia del caudillo Cayo Sem­
pronio Tiiditano, que falleció de sus heridas

^ E x H is p a n ia n u n tiu s a lla tu s e s tj C . S em pron iu m , pro^-


con su lem in u lte r io r i H is p a n ia proelio m e tu m e x e rc itu m q u e
ejus fu gatu m ^ e t ilu stre s v ir o s in acie c e c id is s e ; T u d ita n u m
cum g r a v i vu ln ere la tu m e x p r x l i o j h a u d i t a m u lto p o s t e x p i-
r a s s e i Tit. Liv., lib. 33.Pedraza, E i s t o r , E c c a . de G r a -
n u d a j part. 1, cap. 13.
—91—
Alarmado el gobierno de Roma con el incre- Activa
mento que iba tomando la guerra en nuestro país,
resolvió que uno de los cónsules acudiese con re- a. de J. C.
fuerzo de tropas. Entonces vino el célebre Catón
el Censor, capitaneando 30.000 hombres, conta­
dos entre ellos 5.000 ginetes En las inmedia­
ciones de Tarragona se vió el cónsul en peligro de
ser derrotado por los celtíberos y cántabros, que
en belicosas cuadrillas acudían sedientos de san­
gre romana: bravamente acometido, pidió re-
fiierzo á Marco Elvio, que ocupaba con su ejér­
cito las provincias granadinas. El pretor se des­
prendió de 6.000 hombres, que subieron á mar­
chas rápidas en socorro del cónsul, bien que ven­
ciendo obstáculos y sufriendo pérdidas; en las
cercanías de Amddjar, y en los difíciles pasos de
la sierra Morena trabaron serias escaramuzas con Conflicto
de los ro­
algunas partidas insurgentes, que recorrían la manos en
tierra, molestando á los destacamentos romanos. sierrrM^
Enflaquecido el ejército de Elvio, se hizo general rena.
el levantamiento de los pueblos meridionales, cu­
yo suceso atrajo al mismo Catón con todas sus
tropas. Su venida era tanto mas urgente, cuanto
que los tiirdülos, ayudados de los celtíberos, te-
nian abatidos y, en estrecho bloqueo á las legio­
nes romanas. Catón guerreó contra unos y otros,
pero con triunfos tan efímeros, que mandó á las
tropas desalojar y arrasar todas las fortificacio­
nes, cuya fragilidad no opusiese fuerte reparo
contra el ñnpetu de aquellas valerosas tribus. N^o
es creíble, que hubiese realizado vencedor una
determinación, hija siempre de la inseguridad
y del miedo Catón consiguió, que los celtílie-

Piular., I n v i t a C a tó n .
Pintar., I n v i t a C a tó n . Tit. Liv.,lib.
-9 2 —
ros evacuasen niiesti’Opaís, y iiiarclió íil norte de
la península, desplegando sin fruto contra sus
belicosos habitantes, la severidad de su genio ve­
hemente: volvió en seguida á Roma, dejando á
cargo de Scipion Nasica el gobierno de la Espa­
ña ulterior^
Los lu­ La guerra de España, parecida á la hidra cu­
sitanos en
nuestra yas cal3ezas renacían no bien eran cortadas , se
tierra. encendió nuevamente, siendo graves sus estragos
en las provincias granadinas. La Lusitanania ha­
llábase poblada de tribus agrestes, indómitas y
enemigas acérrimas de los romanos Pobres y
valientes consideraban la guerra como una gran­
jeria,'y se dedicaban á eMa por interés, y por
ía gloria que en sus azares, cifran los pueblos bár-
beros. Las huestes rapaces abortadas de aquel
país se desbandaron por la Bética, saquearon po­
blaciones, cautivaron gentes, hicieron presa de
ganados, y ya volvían á sus mcultas regione en­
riquecidas con un botín considerable, cuando Sci­
pion Nasica les salió al encuentro junto á Illipula
Laus { Loja). La batalla fue sangrienta; pero ven­
cieron los romanos, rescatando los cautivos y ri­
quezas que en sus correrías hablan reunido ios
enemigos.
Ocupa- Cayo Flaminio, sucesor de Scipion en la pretu-
zuza^^ ra de la España ulterior y gobierno de nuestro
país, ocupó á Libissosa (Lezuza), y fijó en eUa
una fuerte guarnición para perseguir algunas ban­
das, que guarecidas en las asperezas de la sierra
Morena, tenían en alarma continua á los habi­
tantes de la región oretana \

’* Estrab., lib. 3. Díod. Síc., lib. 15. Sil. Itálic,, B e belL


pun.j lib. 3, V. 554.
2 Tit. Liv., lib, 34.
-9 3 —
Uno de los errores mas deplorables del siste- Hué-
ma administrativo romano, era la limitación im-
pnesta á los jefes de las provincias, para no ejer­
cer so autoridad por mas tiempo que un año.
Los agentes superiores no podían en el preciso
neríodo de su mando cerciorarse de las necesi­
dades de los pueblos, ni conocer las costumbres
y usos del país encomendado á su administra­
ción. Aunque sus intenciones fuesen laudables y
benéficas, las leyes no cerrespondian á sus cona­
tos, ya privando al autor de cualquiera mejora
de la satisfacción que produce el fruto de traba­
jos útiles, ya restringiendo el tiempo en que pu­
diera desenvolverse un plan maduramente con­
cebido. Estos inconvenientes fueron causa de que
se prorogase el gobierno á Cayo Flaminio, pre­
tor de la España ulterior, y á Marco Fulvio de
-la citerior. Dorante la administración del prime­
ro , las poblaciones Sípponova y Vesci (Montefrío
y Huétor) fueron guarnecidas pítr destacamentos:,
romanos, encargados como los de Lezuza, de ex­
terminar algunas partidas rebeldes que vagaban
por las aldeas comarcanas
- Sucedió a Cayo Flaminio en el mando de núes- Batalkí^de
tras provincias Lucio Emilio Paulo, en ocasión Láchar.
que los lusitanos, dispersos siempre, jamás vem

^ Tit. Liv., lib. 35. César, durante su administración li­


mitó al tiempo de un año el gobierno de la provincias pre­
torias , y al de dos el de las consulares ( Suetonio, I n Ces­
ar,^ 42, 43). Esta medida fue muy aprobada de Cicerón
{'P h ilip , 1 ,8 ), que hubiera deseado una ley semejante para
los mejores tiempos de la república. Nos hemos anticipado,,
exponiendo la opinión del inmortal orador, que inducido^ de
un deseo laudable, no calculaba los iDeonvenientes gravísi­
mos de restringir el mando á los jefes.
^-91—
eidos j habian renovado sus irrupciones y exten-
a ^ d e d i d o s e hasta los mismos confines de Granada y
Jaen. EI pretor trabó batalla liácia Licon (Lá-
char), en cuyo punto fué tan violento el ímpe­
tu de los bárbaros, que los romanos huyeron des­
pavoridos, sufriendo en seguida despiadada per­
secución. Quedaron tendidos sobre el campo de
batallafi.OOO soldados, y los restantes encomen­
daron su salvación á la fuga. La noticia de este
desastre, sabida en Roma el dia mismo en que
Marco Asinio, vencedor de Ántioco, celebraba su
triunfo, cubrió de luto á los nuevos patricios que
participaban del regocijo
Tranqui­ Los esfuerzos de algunos pretores y los sacri­
lidad. ficios del soldado romano rechazaron las hues­
tes lusitanas , y durante 21 años mantuvieron
nuestras provincias en calma y al abrigo de cor­
rerías. Los vascos y cántabros, los celtíberos y
demás naciones belicosas del norte de España,
oscurecieron entre tanto la gloria de los caudillos
mas nombrados de la república, y aniquilaron la
flor de sus ejércitos
Quejas de Lc^ jefes y oficiales romanos , no teniendo pre­
nuBStros
pueblos. textos para esgrimir la espada en nuestras dóci­
les provincias , cometian actos crueles y excesos
de una avaricia insaciable; imponian contribucio­
nes á los vecinos ricos, arrancaban álos jóvenes
del hogar doméstico sin consideraciones ni res­
peto , para semeterlos á la ruda disciplina de sus
soldados; y los cuestores, encargados de hacer

^ Masdeu observa cuerdamente {^E spaña ro m . cap. 136),


que esta batalla Se dió en las inmediaciones de Granada, á
orillas del 6.eniL Tito Livio coloca á L ic o tij que nosotros re­
ducimos á Licha?, en el país de los v e sc ita n o s { 'V e s c ij Hué-
- tor)j y en efecto Huétor y Lácbar distan dos leguas y media.
2 Tit. Liv., lib. 39.
— 95—
6f6Ctivos los ? ti3.t3.ba.il con duroza
á los infelices contribuyentes, y les bacian pagar
su iiiYoluntaria morosidad con duplicadas sumas
Y apremios vergonzosos. Estas iniquidades se hi­
cieron á tal punto intolerables, que dos emisa­
rios autorizados con plenos poderes por los pue­
blos de laBética, acudieron á Boma en queja de
los males que sufrían. Introducidos á presencia
del senado los dos representantes, tuvieron fa­
vorable acogida; expusieron sus agraríos; acusa­
ron de avaros , insolentes y altaneros á los milita­
res romanos,haciendo ver que no eran dignos de
tales vejaciones,pueblos pacíficos, amigos fieles
y sinceros aliados de la república. Beclamacio-
nes tan enérgicas impresionaron vivamente al se­
nado, el cual ordenó la competente formación de
causa. Emilio Paulo y Cayo Sulpicio Galba abo­
garon por los intereses de nuestro país : fuertes^
y acalorados debates se sostuvieron en el proce­
dimiento, y aunque las probanzas aducidas jus­
tificaban incontestables los escandalosos latro­
cinios de los gobernadores romanos, quedó sin
embargo menoscabada la justicia é impune la
maldad de los reos. El senado, temiendo que el!
fallo injusto de la causa indignase á los qnejosos.
y fuese im pretexto de nuevas sediciones, y jun­
tamente sensible á los enérgicos clamores de Ca­
tón el Censor, de Seipion el Africano, de Emilio
Panlo y de Cayo Sulpicio Galba, cuyas voces
elocuentes habían formado en Roma una opinión
favorable á España, puso mstricciou á la autori­
dad excesiva de los gobernadores, y planteó una
útil reforma en la administración económica de
nuestros pueblos. Los emisarios consiguieron que
la prelura fuese abolida; que se prohibiese á las
autoridades romanas poner tasa á los granos en
venta; que los pueblos amillarasen por sí propios
-9 6 -
el cánoii dei 5 p que sus labradores pagaban
en frutos; y que los cuestores ó intendentes en­
cargados de la cobranza, quedasen reducidos á
recibir y manejar los fondos que las mismas mu­
nicipalidades ponian á su disposición. Estas con­
cesiones revelan el origen de los inveterados fue­
ros extensivos en remotos tiempos á varias pro­
vincias de España, y que basta nuestros dias han
podido conservar los descendientes de los cánta­
bros , cuyas cervices no domaron el cartaginés,
ni el romano, ni el vándalo, ni el árabe.
Funda^ En este mismo año se constituyó hacia nues­
cion de u-
na colonia tras comarcas la primera colonia romana. La di­
Año 171 latada permanencia de los militares romanos en
a. de J.C. España les habia hecho contraer relaciones con
mujeres del país, cuyos matrimonios estaban
prohibidos por derecho latino. Sus hijos, en nií-
mero de i . 0 0 0 , pedian que se les concediesen,
en calidad de romanos, hogai’es y tierras donde
establecerse para vivir sometidos á las leyes de
la república. El senado acogió favorablemente la
idea, y encargó su realización á C. Canuleyo: és­
te formó una lista ó padrón de todos los colonos,
y despues de manumitidos, les asignó tierras en
el término de Carteya (Gibraltar ). El gobierno
romano decretó que el nuevo establecimiento se
llamase Colonia de los Libertos, y para evitar ri­
validades, liizo extensivos á los moradores anti-
Córdoba privilegios que se otorgaron á los colo-
segunda nos Marco Claudio Marcelo, sucesor de Canu-
^Año^^Í69 gobierno, planteó despues á orillas del
a Betis una segunda colonia con el título de Patri­
cia^ cuyo engrandecimiento, cuya riqueza y cuyos

Tít. Liv,,.líb. 43. Eslrab., lib. 3.


^07—
cÍ3 ros ingenios le li3n lieclio iionibrftdíi. en I3 histo*
ria de la civilí^íicion española
Reinó la paz en nuestras proVincias durante Correrias
algunos años 7 á pesar de haber sido restablecida de Púnico.
la pretura: alarmaron solamente nuevas expedi­
ciones de los lusitanos^ quienes á las órdenes de
un jefe llamado Púnico, hicieron una rápida cor­
rería , saqueando pueblos como de costumbre, y
cometiendo abominables latrocinios, en la región
de los bástulos penos ( cercanías de Málaga y de­
más pueblos del litoral)
Las modificaciones introducidas en la admi­ Preven­
ción de los
nistración de nuestras provincias, en fuerza de pueblos
las enérgicas reclamaciones y actitud imponente del norte
de sus habitantes, no bastaban para contenerlos contra los
males. La tiranía de los pretores nuevamente ins­ meridio­ nales.
talados, las insolencias y rapiñas de las tropas en­
gendraban un descontento general,producían to­
dos los males de la insegmádad, y eran un estí­
mulo permanente de guerra. Los celtíberos, aré-
vacos y pelendones, las tribus agrestes de la Lu-
sitam’a fermentaban en hosíilidad común con­
tra los romanos; y nuestras provincias, someti­
das humildemente, eran miradas con desden y
airado ceño por aquellos bravos, acostumbrados
á despreciar como cobardes y á perseguir como
enemigos á los pueblos que carecían de valor pa­
ra rechazar el yugo extranjero
Entre los pretores que por su avaricia y cruel­ Yíriato,
dad se han granjeado una funesta nombradla,

^ Véase al P. Roa, P r in c ip a d o d e C ó rd o b a en la E s p a ñ a
andaluza^ cap. 2 ; y al comentador de Franeo , López de
Cárdenas j parte 1.®
- Apiano , D e belL J S is p ,, pág. 483.
^ Son unánimes los relaciones de los historiadores y poe-
-9 8 -
cuéntase Galba. En mia de sus entradas en la Lu­
sitania ^ incenció aldeas, degolló 9 .0 0 0 prisione­
ros, vendió como esclavos 2 0 .0 0 0 , y robó los ga­
nados de las tribus que no pudieron sustraerse de
su rapacidad. Escapó de las huestes asesinas uno
de esos genios valerosos, que, desdelas revolucio­
nes mas antiguas hasta las de nuestros dias, han des­
collado entre la muchedumbre y sabido encumbrar­
se desde humilde cuna, Yiriato, simple pastor,
capitaneó una escasa guerrilla contra los roma­
nos ; en sus correrías reclutó gente descontenta­
diza, y despreciado como un bandolero, fué per­
seguido flojamente. La inacción de sus adversa-

tas antiguos al hablar de las costumbres rudas y de la YÍda


marcial de los pueblos del norte.
Estrab., lib. 3. Plín., H i s t . n a t u r .^ lib. 3, cap. 3,
S epU m ej, G a d es a d itu r e m e e i m , e t
C a n ta b r u m in d o c tu m fe r r e ju g a n o s tr a .
Horae., lib. % od. 6, ad Septimium.
En alabanza de Augusto , dice también el gran poeta t
C a n ta b e r non a n te d o m a b ilis .
Od. 14, lib, 4.
Silio Itálico y Lucano han elogiado igualmente el vigor y
energía de aquellos pueblos.
C a n ta b e r a n te om n es hiem üque_, m stu sq u e, fa m is q u e
I n v ic tu s jp a lm a m q u e e x o m n i fe r r e la b o re.
M ir u s a m o r p o p u lo j qu u m p i g r a in c a n u it cetas,
Im b e lle s j a m du du m a n n o sp rc e v e r te r e s a x o :
N e c v it a m sin e M a r t e p a t i , qu ippe o m n is in a r m is
L u c is c a u sa s i t a , h . d a m n a tu m v iv e r e p a c i.

..... . E t celtoe s o c i a ti n o m e n I b e r is .
M is pugnee ced isse d ecu s .......... ............. ........ .
Sil. ItáL, D e b e l l .p u n ., lih . 3.
M k t r u x s t a t C a n ta b e r , a r m is
-9 9 -
Í’IOS 1g pGTlTíll'lt^ Gll^rOSSI* SLIS ílLiS j y (iGSCGlldG!*
con 1 0 .0 0 0 hombi’es á la Bética, alarmando á
los leÍGS romanos. El pretor C. Vetilio le salió al AñolSOa.
enenentro y le hizo redrarse hacia los Algarves. de J, C.
Yiriato organizó nuevamente sus legiones , entró
en nuestro país con mayor brío y ocupó la serra­
nía de Ronda. Vetilio acudió á perseguirle, pero Ocupa la
Yiriato envolvió al ejército romano y le derrotó Serranía.
completamente: 4,000 soldados perdieron la vi­
da ; mayor niimero cayó prisionero; el mismo pre­
to r, notable por su obesidad, fue cautivado por
un lusitano , que le mató bmdándose
Lograron acogerse á Carteya 6.000 dispersos, Sorpren­
los cuales se fortificaron bajo las órdenes de un de auxilia­
res roma­
cuestor; desde su asilo enviaron emisarios pi­ nos.
diendo auxilio á los pueblos inmediatos, en los Año 147
que se formó un somaten de 5.000 hombres, Yi­ a. de J. C.
riato salió al encuentro de los auxiliares, los pa­
só á cuchillo, y no considerando oportuno atacar
con sus tropas ligeras á Carteya ^ recorrió nues-

Q u i v it a m im p e n d it s o lis , g en s n e sc ia p a c is
A u tsic c o e m o r ti s , f e r r o p r a e v e r te r e s u e ta
Im b e lle s ann os : decus esse a b ru m p e re v i t a m ,
N a tu ro eq u e p u ta n t segn em d o n a re s e n e c ta m ,

C a lla ic i v e n iu n t, q u i, d e m to M a r t e , laborem
N o n ullum n o vere v i r i : n a n s e m in a su lc is
I n j ic i t J e t d u ro gleb a s i n v e r t i t a r a tr o
F cernina, du m m a n ib u s p e r a g u n tu r bella v iv o r u m .

E t V asco in su etu s g a le is , et C on can u s a u d a x .


Q u i se M a s s a g e tu m d u r a de s t ir p e f a t e t u r .
C o rn ip e d is co n su etu s e q u ip o ta r e c ru o re m .
C e ltib e r i, bello q u i c o rp o r a caesa su o ru m
Ig n e c r e m a n t. .................... ..................... .
S u p p i. L u c a n i A u c t, Thom. Maio, lib, 5.
Apiano, B e hell. H i s p . , pág. 490.
-lo o -
tras comarcas, exigiendo contribiicíoiies crecidí­
simas.
Superiori­
dad de Vi­ El gobierno romano, que habia desatendido los
riato. triunfos de Viriato, como correrías insignificantes
Año 14 .5 de un bandolero, sabida luego la derrota de Ve-
a.de J. C. tilio, adivinó la importancia del caudillo lusitano,
y proveyó remedio enviando al cónsul Quinto Fa­
bio Máximo coa mi cuerpo de tropas escogidas,
en número de 15.000 iníantes y 2 .0 0 0 caballos.
£1 cónsul ocupó á Orsua (Osuna) , por ser lugar
conveniente para proteger nuestras comarcas y
las de Sevilla, que el enemigo había elegido co­
mo teatro de sus correrías. El jefe romano, lue­
go que acomodó las tropas en sus cuarteles y abas­
teció la plaza de víveres, encargó á sus lugarte­
nientes que ejercitasen al soldado en continuos
ejercicios, prohibiendo expresamente empeñar
escaramuzas con las partidas rebeldes que recor-
iáan aquellas inraediaciones, mientras él marcha­
ba á Cádiz á visitar el templo de Hércules. Á pe­
sar de su prohibición, los destacamentos roma­
nos que salían en busca de leña y forraje, eran
sorprendidos y degollados, ó corrían á encerrar­
se en la fortaleza. Los lugartenientes, vivamente
ofendidos, intentaron escarmentar á las partidas
de Viriato, y salieron en su persecución con al­
guna gente. Viriato reunió la suya, cargó sobre los
romanos y les hizo buscar asilo en los seguros pa­
rapetos de Osuna.
Recobra El cónsul tomó el mando de las tropas, y co­
Q. Fabio
las fortale menzó la campaña sin iiingim resultado faxora-
zas de nu­ ble. Viriato huía como una sombra, dispersaba
estro país. su gente, la reunía en paraje determinado, ama­
Año 142 gaba á un punto, atacaba á otro, frustraba las
a.de J. G.
combinaciones y cálculos dei general romano, y
rendía de fatiga con marchas y contramarchas á
sus perseguidores. Con tales ^ardides se apoderó
—101—
de Tíicci (Marios), de Escua (Arcliidoiia), de
Obulco (Porcuna) y de Bmcta ( Baeza), princi-
pales plazas de nuestro país, desde las cuales do­
minaba como señor. . , , .
Sucedió á Quinto Fabio Maximo en el gobier­ Retirada
no ^de nuestro país Serviliano, también cónsul,
quien en los primeros dias de su gobierno re- a.deJ.G.
cobró á Tucci y á las demás plazas importantes
que ocupaban los lusitanos en el país granadino.
Viriato acudió con prontitud, recobró su antigua
superioridad, y consiguió celebrar con el cónsul
romano un tratado recíprocamente ventajoso;
por é l, los lusitanos prometieron evacuar nues­
tras comarcas, y los romanos no penetrar en la
Lusitania. Mas al siguiente año fué Serviliano re­
emplazado por Quinto Servilio, que infrigiendo
las estipulaciones de su antecesor, provocó la
guerra. Viriato se bailaba desarpercibido para
ella; pero bien pronto reunió sus compañeros de
armas, y molestó á los romanos. Servilio, no pii-
diendo vencer con las armas al caudillo lusitano, Su muerte
recurrió á reprobados ardides, y consiguió ase­
sinarle villanamente
Restablecida en las provincias granadinas la Paz noin-
situacion tranquila que las correrías de los lusi- terrumpi-

^ Apiano, id., pág. 492. Tít. Liv., E p í t o m .j Hb. 52.


Los romanos conjideraban á Viriato como un salteador de
caminos: sus nobles esfuerzos, sus prendas militares le
granjearon despues de algunas correrías, cumplidas alaban­
zas. A un historiador de español linaje estaba reservado dar
una idea exacta del caudillo lusitano, con estas concisas pa­
labras : L m i t a m s , V ir i a th m e r e x i t ^ v i r c a ll id i ta t is a c e r r i-
m x , q u i e x v e n a to r e latrOj, e x la tr o n e sú b ito d u x a tq u e im p e ­
r a t o r ; Floro, iib. 2 , cap. 17. Cicerón también elogia á Vi­
riato ; V ir i a th u s . ........cu i q u id em e tia m e x e r c itu s n o s t r i,
im p e r a to r e s q u e c e s s e r u n t; Cicer., D e o fficiis, lib. 2 , eap.
11. Véase ái Eutropio, lib. 4.
— 10 2 —
da en nu­ taños h ab iaii alterad o, una profunda paz sobrevi­
estras pro
■vincias. n o en e lla s: sus m orad ores, dedicados á las úti­
le s ta reas de la a g ricu ltu ra , evitaron los estragos
d e la lu cb a q u e las tribus d el n o r te , apoyadas en
N m n a n cia y en otras valerosísim as p ob lacion es,
sostu vieron contTa e l p o d er de R om a. E n lo s 4 2
años d e paz qu e gozaron nuestras p r o v in c ia s, los
p reto res y je fe s su baltern os acum ularoo riquezas
in ca lcu la b les.
Conspira­ Al cabo de este tiempo ocasionó alarma en el
ción sofo­ país granadino una conjuración, que hubiera sido
cada en
Gazlona y funesta á los romanos, si no la hubiese sofoca­
Jaén por do en su origen la serenidad y valor admirable de
Sertorio. un joven tribuno. Gomo si la Providencia hubie­
se querido ensayar en el país granadino el genio
de los grandes hombres que ilustran la historia
roniana, Sertorio, cual Aníbal y Scipion, comen­
zó á ennoblecerse en nuestra tierra. Descendien­
te de una familia medianamente acomodada en el
país de los sabinos, huérfano de padre desde su
niñez, se educó al lado de su madre, recomenda­
ble por sus virtudes, y abrazó la modesta carre­
ra del foro*. Inspiraciones marciales inquietaron
en la edad viril su genio extraordinario, y le hi­
cieron soltar la pluma para asir la espada. Se
distinguió desde sus primeras campañas á las ór­
denes de Scipion el Africano, y estuvo posterior­
mente á las de Gayo Mario, á cuyo lado prestó
servicios eminentes, averiguando cauteloso los
secretos y planes de los cimbrios, en cuyas jun­
tas tuvo valor para introducirse disfrazado. Con­
cluida la guerra de los cimbrios, vino el jóven
Sertorio con el grado de tribuno á guarnecer á
Castulo ( Gazlona); esta ciudad se había confa-

Plut., I n S e rto r,
—103—
bulado con la de los jisermos (Jaén) para ma-
tar á los romanos, debiendo secundar el levanta­
miento los celtíberos. Dió márgen á la conspi­
ración, la insolencia de la soldadesca que , habien­
do veiudo de las frías regiones déla dalia á nues­
tro apacible clima, vivia en la holganza y en el li­
bertinaje, y procuraba desquitarse de sus anterio­
res penalidades. Los conjurados se alzaron simul­
táneamente en Cazlona y Jaén, sorprendiendo en Año 98 a.
una misma noche á las tropas dormidas en sus
cuarteles. Los de Cazlona degollaron algunos sol­
dados de la guarnición; pero muchos romanos,
y Sertorio entre ellos, lograron salvarse huyendo
extramuros. El joven tribuno reunió los disper­
sos , infundióles aliento, y formándolos en colum­
na 5 entró por las puertas que, con la incuria pro­
pia de todo motm, no estaban resguardadas. Bien
pronto recobró el mando, y castigó con la muer­
te á los autores y cómplices del levantamiento
Fecundo en ardides, disfrazó sin pérdida de mo­
mento á sus soldados con la ropa de los rebel­
des prisioneros, y se encaminó contra los j¿serínos,
que abriéronlas puertas, engañados por las apa­
riencias del traje. No bien hubo penetrado la tro­
pa romana en el recinto de la ciudad sediciosa,
cuando despojada del disfraz hizo sentir sus rigo­
res: la conspfracion abortó completamente. Es­
tas prósperas hazañas granjearon tal renombre y
lama á Sertorio, que asistiendo despues á las re­
presentaciones del teatro en Roma, fué admira­
do por la plebe con lisonjeros aplausos
Reinó tranquilidad absoluta en nuestras pro- Estado de
viudas, hasta que las guerras civiles de Mario y g^^omana

^ Plut., J» jSerloK
^ Plut., I n S e r to r .
—104—
Sila las conmovieron. Roma, engrandeciéndose
con las conquistas, acumulaba en su recinto mis­
mo los elementos de una disolución peligrosa.
El poder romano era un cuerpo gigantesco, ma­
jestuoso , imponente en su exterior, pero corroí­
do en sus entrañas por un cáncer incurable. Ri­
quezas adquiridas por la violencia de las armas,
voluptuosidad, relajación de costumbres, impie­
dad, ambiciones, encontrados intereses y renco­
res mal reprimidos, alimentaban en el seno de la
sociedad romana un foco inextinguible de enemis­
tades y de guerra civil. La catástrofe délos Gracos
reveló claramente la existencia del fuego oculto
que estalló con horrores, y tomó incremento y
VTielo, manejado por dos rivales, dotados de tanta
energía como ferocidad. Las proscripciones de Si­
la y Mario mancillaron el esplendor de la repú­
blica, y allanaron la senda al despotismo. La histo­
ria antigua no ofrece ejemplo de crueldades tan
repugnantes, ni de persecuciones tan bárbaras, co­
mo las decretadas por las dos facciones que, dueñas
alternativamente del poder, teñían en Roma su
bandera con sangre enemiga En esta época de
horrores, un proscripto ilustre buscó hospitah-
dad en el país granadino, y salvó en él su vida

^ M oa; é p le b e in fim a C . M a r iu s^ e t n o b iliu m sasvissim u s


L , S y lla v ic ta m a r m is c im ta te m in d o m in a tio n e m v e r te r u n t,
Tacit., H i s t o r . f lib. 2 , cap, 38.
S y lla quoque im m e n s is a c c é s it c la d ib u s u lto r .
Lucano, P h a r s a l j lib. 2.
Plut., I n S y lla , Veleyo Paterculo, !ib. 2 , cap. 22. Delos
modernos véase á Montesquieu, C o n sid o r a t io n s s u r les caur
ses de la g r a n d e u r et d e c a d e m e des ro m a in s^ cap. 11: al mis­
mo en el D ia lo g u e de S ila ^ e t E u c r a te ; y á Mr. Bignon, D e s
p r o s c r i p t i o n s j i o m , 1, cap. 3.
— 105—
terriblGineiite amenazada ¿ era el célebre Craso. Aventii^
Marco Craso era hijo del cónsul Publio Lici- mT
nio Craso y (jue eu el ano 98 antes de J. C* habia laga.
guerreado eu España. Los decretos de Cinna y
Mario, proscribiendo á los partidarios de Sila,
comprendieron á Licinio, que en virtud de ellos
filé degollado. Huérfano y mozo aun Marco Cra­
so , huyó con presteza á nuestro país, en donde
su padre mantuvo amistosas correspondencias
desde el tiempo en que habia mandado. Acompa­
ñaban en su infortunio al jóven proscripto, tres
amigos y diez esclavos fieles. Creyendo Craso,
que nuestros pueblos estarían libres de pesquisas
y delatores, supo que el terror de Mario habia
salvado las distancias, y que ios habitantes esta­
ban atemorizados. Juzgó entonces oportuno per­
manecer desconocido, y retirarse secretamente
á una hacienda de Yibio Pacieco, amigo antiguo
de su padre, y rico hacendado en las comarcas
malagueñas. El generoso español le acogió bené­
volo , y le ocultó en una espaciosa cueva, forma­
da en la pendiente de la sierra llamada hoy de
Cantales, entre Velez y Málaga, cuya boca ocul­
taban zarzas, higueras bravias y maleza espesísi­
ma de yerbas silvestres. Con las precauciones que
en tales casos recomienda la prudencia, suminis­
traba Pacieco á ios proscriptos mantenimientos y
regalos; se valia para ello de un esclavo que, po­
niendo sobre una peña cercana las provisiones
sin inquirir para quiénes eran, estaba amenazado
con pena de muerte si revelaba el sigilo, y es­
peranzado con el premio de la libertad si cum­
plía fielmente su encargo. No se limitaban á esto
los beneficios de Pacieco: cuentan Cornelio Ne­
pote y Plutarco, que deseoso de proporcionar á
sus jóvenes amigos una grata sorpresa, condujo
hasta la puerta de la caverna á dos hermosas jó-
^ I s
—1 0 6 -
venes, esLÍmulándolas con dádivas para que en,
trasen en el oscuro asilo. Los refugiados, cre­
yéndose descubiertos, se sobrecogieron con tan
extraña aparición; pero recobraron luego su
tranquilidad, sabidas las intenciones de Pacieco.
El esclarecido cronista Ambrosio de Morales,
temeroso de consignar en su historia un hecho
que ofende las leyes del recato, se abstuvo de
referirle, y remite á sus lectores á las obras de
Cornelio Nepote y de Plutarco
Craso sa­ Permanecieron 8 meses Craso y sus compa­
quea algu­ ñeros ocultos bajo la protección de Tibio Pacie­
nos pue­
blos. co, hasta que, sabido el vencimiento de la fac­
ción de Mario y muerto Ginna, lograron respi­
rar libremente y proclamarse parciales de Sila.
Craso reunió todos sus amigos, y bajo pretexto
de vengar la indiferencia con que nuestro país
le habia recibido, hizo correrías, imponiendo
contribucionés exhorbitantes á los pueblos, sa­
queó á Málaga, y con el fruto de sus rapiñas se
embarcó para Africa, en cuy o.país Marcelo sos-
tenia la guerra contraía facción de Mario
Proscrip­ Los enemigos de Sila, vencidos dentro y fue­
ción y a- ra de Roma, no conservaban partidarios sino en
•venturas
de Serto­ España. Sertorio, arrastrado por el torbellmode
rio. las discordias civiles, abrazó la parcialidad de
Año 81 a. Marió~, reprobando sus intenciones sanguinarias^
deJ.C.
Con la muerte de esté jefe, y la ineptitud de

^ Plnt., I n C r a s . Morales, C ró n ic a de E s p a ñ a , lib. 8 ,


cap. 13. El autor de las C o n versa cio n es m a la g u eñ a s esclare­
ce esta anécdota histórica, insertando dos tratados; uno so­
bre las opiniones de los autores que han hablado sobre el si­
tio de la cueva, y otro sobre el subterráneo del Higueron en
los Cantales de Málaga: Conde , C o n v e rs. m a la g ., tom, 1,
eonvers. 5.
2 Plut., I n C r a s ,
sns amigos, que eran toi-pemenle derrotados,
creyó inevitable su perdición, y se refugio con
1 000 hombres á España, en cuya tierra hizo ai-
oiiTias correrías. Activamente perseguido por los
mrciales de Sila, se embarco y anduvo con sus
háleles á la vista de nuestras jilayas. Habiendo
conseguido reforzar su escuadra con 1^ embar­
caciones de unos corsarios de la Cihcia, terror
de los navegantes del Mediterráneo, hizo un des­
embarco en la isla de íbiza, se proveyó de víve­
res y de alguna riqueza, esquivó la persecución
de la escuadra de Sila á las órdenes de Anio, y
pasando el estrecho de Gibraltar, ancló en la des­
embocadura del Betis
Entonces oyó el ilustre proscripto las narra-
dones de algunos navegantes que se hablan inter-
hado en el Océano Atlántico, y recorrido las is­
las Afortunadas. La melancolía que engendran
los infortunios, y á la cual propendía el tempera­
mento de Sertorio, su exquisita sensibilidad, su ín­
dole reflexiva, se atemperaban cabalmente á la
pintura que escuchó de aquellos marinos. El
aire, decian, puro y trasparente siempre, tiñe de
vivísimo azul la atmósfera de las islas. El suelo
madura deliciosas frutas, y sazona frondosa miés
en todas estaciones. Amenas florestas, vestidas
de verdura inmarcesible, dan asilo á muchas ban­
das de pájaros, que recrean la vista con sus ma­
tices varios, y forman conciertos con sus dul­
císimos gorgeos. Los huracanes, que revuelven
fieros las aguas del hondo mar, al llegar á aquel
apacible clima, se amansan, se convierten en
blando soplo, y levantan un fresco rocío que hu-

^ Plut.,/n Seríor,
-1 0 8 —
medece las plantas y refrigera los aiiimales. Los
pobladores yiveii allí inocentes y pacíficos, sin co­
nocer las discordias fatales que hacen inhabita­
bles estas regiones. Es fama, aun entre gentes
bárbaras, que aquellos son los campos Elíseos y
la mansión de los bienaventurados que describe
Homero *.
Bello ideal Al oir Sertorio tan halagüeña descripción de
de Serto­ las islas Afortmiadas, concibió vehementes de­
rio.
seos de retirarse á sus recintos hospitalarios, pa­
ra devorar en la soledad las amarguras del cch
razon^ y huir de las maldades y acechanzas de
ios hombres, Pero sabedores de su resolución los
corsarios que le acompañaban, se opusieron^
obligándole á partir para África, en socorro de
Ascanio, rey de la Mauritania. El ilustre aven­
turero, desobedecido por una aborrecible turba
de piratas, se vengó tomando partido á favor de
los moros contrarios á Ascanio^ y dirigiéndoles
en sus operaciones militares. La permanencia
de Sertorio en África y el ascendiente que iba
adquiriendo en el país, llamaron la atención de
Siluj que envió en socorro de Ascanio una división
española á las órdenes de Pacieco, el libertador
de Craso. Sertorio, al saber la llegada de sus
nuevos enemigos, maniobró con destreza tal, que
dispersó el ejercito aliado, mató á Pacieco, y
obligó al rey Ascanio con toda su familia á en­
cerrarse en Tánger

^ Plut.,/w iSeríor. Salust., F r a g m e n ta M i s t a r ,, lib. G.


V liB . t^ H ito r. n a tu r . 3
lib. 6, cap. 32) ha trasmitido noticias
de estas islas, que Plutarco describió en un momento de ins­
piración. Hoy son bien conocidas las islas Canarias, A fo r tu -
n a d a s para los antiguos.
2 Plutar., I n S e r to r io .
-109—
Fenecida Ia guerra de África, los lusitanos im- Desem-
ploraron i Sertorio, que aceptase el nombra- t„rioju„to
miento de primer caudillo para delender la in- á Tarifa,
dependencia del país, amenazada por los gene­
rales de Sila. Sertorio, no pudiendo negarse á
disciplinar unos bravos, á cuyo frente podia ven­
gar las injusticias y persecución que había sufri­
do, sin pérdida de tiempo se embarcó en las cos­
tas de Tánger con dirección á España. La es­
cuadra romana, á las órdenes de Gota, espiaba
todos los movimientos del temible proscripto, y
quiso evitar su tránsito. Sertorio aceptó el com­
bate al fi’ente de Melaría (Tarifa), rechazó á Co­
ta y desembarcó hácia Gibraltar con 2.600 roma­
nos y 700 africanos, á los cuales se agregaron
brevemente 4.000 infantes de la Lusitania y
400 ginetes. La fama pregonó bien pronto las
hazañas del gran caudillo. Habiendo engrosado
su ejército con muchos descontentos españoles,
dispersó las legiones del pretor Lucio Domicio
en las orillas del Betis; menguó la gloria de Mé­
telo, y dió severas lecciones al jóven Pompeyo,
de cuya inexperiencia se burlaba, diciendo: «Si
«la Vieja (por Mételo) no viniese á su lado, yo en-
«viaria á ese niño á tomar lecciones de crianza
«en Roma.”
El genio de Sertorio concibió la idea grandio­ Su genio
admirable
sa (que estuvo próximo á llevar á cabo) de
emancipar la península de la metrópoli romana
y formar una república independiente. Para ello
reformó la antigua administración, consultan­
do el interés de los pueblos, cuya conquista
intentaba consolidar : alivió á los vecinos de
contribuciones , los eximió de alojamientos y ba­
gajes, y convocó en Ébora un congreso ó sena­
do compuesto de los españoles mas ilustres y ri­
cos, y de muchos romanos distinguidos, que se
-,1 1 0 -
habian refugiado en España, huyendo de los ri­
gores de Sila. Esta asamblea ejercía la autoridad
superior gubernativa, nombraba magistrados, dic­
taba leyes y oponía sus mandatos a los del sena­
do romano. Para asegurar mas y mas el fruto de
Uní ver- trabajos, fundó en Osea (Huáscar) * un es-
Haésc^ tablecimiento de educación pública , dotó cate-
' dras de letras latinas y griegas, y procuró por es­
te medio granjearse el afecto de las familias prin­
cipales. Los educandos vestían á la usanza roma­
na y adoptaban la lengua, las costumbres y los
usos admitidos en aquella culta sociedad. Los pa­
dres velan con satisfacción aldustre caudillo asis­
tir á los exámenes públicos, premiar á los discípu­
los mas aplicados, y condecorarlos con insigmas
de oro.' En su ejército introdujo las costumbres y
denominación del romano; repartió los soldados
en legiones y centurias; los puso bajo las órdenes
de prefectos y tribunos, y los discipbnó con la
táctica de las tropas de Italia.
Sostiene Un refuerzo inesperado aumentó las legiones
la guerra ¿ 0 Sertorio. Perpena, rico patricio, adicto á la
tS facción de Mario y extremadamente presuntuoso,
vino á España con una división de 20.000 hom-

^ No se crea que ei prurito de ensalzar á nuestro país,


nos hace colocar á O sea en Huéscar. Sabemos que muchos
designan á Huesca en el alto Aragón, como la ciudad en don­
de Sertorio instaló la célebre universidad. Favorece á nues­
tra Opinión el voto de muchos anticuarios é historiadores, en­
tre los cuales se cuenta el muy respetable delP. Mariana.
El cura de Montoro, á quien ya hemos elogiado como escri­
tor de buena erudición y de mejor crítica, es del mismo pa­
recer '/'M em orias de L u c e n a j. No es verosímil que Sertorio
se hubiese apoyado en la O sea del alto Aragón, amenazado
de continuo por las tropas de Metelo y Pompeyo. Esta ob­
servación misma se hace por ei Sr. Silvela , en su C o m p m =
dio de H i s t o r ia R o m a n a ,
—111—
bres que había logrado salvar de la persecución
de Lépido. Ciego de ambición creyó que su naci­
miento ilustre era un mérito mas recomendable
el genio de Sertorio y rehusó someterse á
las órdenes de éste, comenzando á guerrear por
cuenta suya contra Meíelo y Pompeyo. Bien pron­
to fué abandonado de sus tropas, que aclamaron
lefe al que él consideraba como rival. Con las nue­
vas fuerzas, Sertorio permaneció hácia Cataluña
y Valencia, haciendo frente á Metelo y Pompe-
vo, cuyas legiones hicieron una correría por nues-
t r ¿ provincias, batiendo áHirtuleyo, que las ocu­
paba con alguna gente. j t ♦•
Perpena, celoso del poderío y de las glorias de intrigas.
Sertorio, intrigaba sordamente para malquistar­
le con el ejército y paisanaje, ya vejando á los
pueblos con arbitrariedades y violencias, ya cas­
tigando cruel á soldados intrépidos: disculpábase
de sus rigores vociferando, que obedecia con re­
pugnancia las órdenes de su jefe. pérfidas
intrigas introdujeron el descontento y la indisci­
plina en el ejército, y promovieron lamentables
desórdenes en algunas ciudades. Sertorio, para
sn represión, adoptó medidas severas que engen­
draron descontento’. Perpena por último, confa­
bulado con Manilio amigo y confidente de Ser-
torio , ideó asesinarle. Los dos conjurados fingie­
ron, que acababa de llegar un mensajero con no­
ticias de una gran victoria alcanzada contra Pom­
peyo , y dispusieron celebrar en un festín esplén­
dido , acontecimiento tan fausto : Sertorio, con­
vino en ello, y asistió á la reunión. Tanto en su
trato familiar, como en reuniones públicas, guar­
daba el mayor decoro y la mas estudiada compos­
tura, sin consentir excesos, liviandades, ni mo­
lestas chanzas, que suelen agriar los ánimq^ y
convertir en insultos festivas imprudencias, o®
—112—
traidores, para provocarle, suscitaron al fin del
convite una disputa, sostenida por ambas partes
con expresiones indecorosas y malsonantes. Ser-
torio , indignado de aquella licencia, se levantó
de su asiento, volvió con desden la espalda, y se
acostó en su lecho. Perpena rompió entonces con
Asesinato violencia una copa, que era la señal de acome­
de Serto­
rio. ter, y viles asesinos dejaron allí ensangrentado y
Año 78 a. muerto al gran candiUo, que el acero enemigo
de J. C. respetó cien veces. Asesinado Sertorio, Pompeyo
venció sin dificultad á sus cobardes matadores, y
sonaetió nuestras provincias, con toda la España.
Perpena, prisionero, quiso captarse la benevo­
lencia del vencedor, entregándole todos los pape­
les reservados de Sertorio, y su correspondencia
con senadores y personajes ilustres de Roma.
Pompeyo, correspondiendo entonces al renom­
bre de Grande, que sus hechos de armas le ha­
bían granjeado, arrojó al fiiego, sin leerlos, to­
dos los documentos, y extirpó un germen de dis­
cordias y de persecuciones. Despues honróla me­
moria de Sertorio con exequias suntuosas, y ven­
gó sus manes con el suphcio de Perpena y demás
asesinos^. Algunos de estos pudieron escapar á la
Libia, en cuya tierra los bárbaros les dieron me­
recida m uerte: otros, complicados en la alevo­
sía, vagaron malquistos, pobres y oscurecidos en
nuestras comarcas h
Primera Permanecieron tranquilas 18 años las provin­
Tenida de cias granadinas, no refiriendo, para ventura de
César á
nuestras ellas, los anales de la antigüedad suceso alguno
tierras. memorable. César las recorrió con el cargo de

• Estrab., lib. 3. PHn., S ú t . n atu r^ L a u s P o m p e iMag--


m, lib. T, cap. 26. Plut., I n S e r t o r , e t P o m p , Middleton
Y id tt d e C k e r o n ^ írad. por Azara, tom. 1, lib. % ^
—113— ^
cuestor á las órdenes del pretor Anlistio : cua­
tro años despoes j las administró con la investidu­
ra de pretor. Durante este tiempo, los bajeles do
Pompeyo, encargados de perseguir los piratas que
infestaban el Mediterráneo, resguardaron nuestras
costas bajo el mando inmediato de Tiberio Claudio
Nerón C . , i aí
L os historiadores antiguos y los m od ern os que wigen de
han estudiado sus anales, explican las causas de
la guerra civil que cambió la situación política
de Roma. Esta narración no es de nuestra incum­
bencia; baste decir, que los republicanos descen­
dientes de Camilo, de Régulo y de Scipion, de­
generaron basta el punto de permitir que tres am-
ambiciosos, Craso, César y Pompeyo se repar­
tieron como herencia, el gobierno de las pro­
vincias. La España tocó á Pompeyo, quien, re- Afio 60 a.
tenido en Roma por los estímiños de la ambi- de J . C.
cion y por los encantos de Julia hija de Cé­
sar , delegó el mando á tres lugartenientes
Afranio, Varron y Petreyo. Muerta Julia, co­
menzó á relajarse el vínculo que ligaba á César
y á Pompeyo, quedando enteramente disuelto
con el fallecimiento posterior de Craso. La ambi­
ción de ambos rivales y los rencores de sus fac­
ciones , encendieron entonces furiosa guerra, cu­
yo azote siifrió el país granadino.
Pompeyo, al estallar aquella, había comisiona-
do á Yíbulo Rufo para que en España preparase Año 49 á.
los ánimos á favor suyo, organizara un ejército de J , C,
y avanzase hasta las Dalias, en cuyo país César
se apoyaba mayormente Víbulo Rufo, avista-

^ Plut., I n C aesar, e t P o m p .
^ Dion Casio , lib. 41. César, D e helio c i m l i , lib. 4?
eap. 5.
a lli­
do con Afranio, Petreyo y Varron, resolvió el
plan de campaña. Varron ocupó con dos legio­
nes á Gazlona y todas nuestras comarcas, exten­
diéndose los destacamentos de sus tropas por la
Mancha hasta cerca de Extremadura. Petreyo y
Afranio avanzaron hácia Cataluña, y a orillas del
Ebro y del Segre contuvieron las legiones que el
mismo César comandaba. Pasivo entre tanto Var­
ron, observaba desde Cazlona los accidentes de la
guerra, y desconfiando del triunfo de los pompe-
yanos, comenzó á hablar en sentido favorable á
César. Decia, que compromisos inevitables le ha­
blan adherido á Pompeyo, pero que no obstan­
te, era profunda su simpatía hácia César ; que
como simple lugarteniente, se habia sometido á
las reglas de la disciplina, obedeciendo al prime­
ro , aunque su voluntad le inclinaba al contrario
- bando *.
Sus dudas Solapado y astuto, y sin declararse ingenuo,
y vacila- Varron confidencialmente con los par­
cion
ciales de César, cuyo triunfo creyó seguro. Pero
sabedor de la tenacidad con que los marseUeses

1 Este Varron , cuya veleidosa conducta hallándose de


comandante en lo que hoy es provincia de Jaén, vitupera Cé­
sar , fué uno de los hombres mas célebre de su siglo, por su
amor á las ciencias y por su delicado gusto para las artes. Vi­
vió 100 años , ocupado desde su juventud en tareas litera­
rias ; su biblioteca era la mas escogida de Roma; fué íntimo
amigo de Cicerón , quien elogia particularmente su grande
obra de A n tig ü e d a d e s ro m a n a s . Plinio el Naturalista, Quin­
tiliano y S. Agustín le han considerado como uno de los
escritores mas doctos de la antigüedad. El ilustre D. An­
tonio Agustín anotó su tratado D e U ngua la tin a admi­
rando también su saber. El carácter de Marco Terencio
Varron no era á propósito para tomar parte activa en las
discordias civiles, y asi fué, que en nuestro país y cu lo res­
tante de Andalucía corrió graves riesgos y tuvo serios com­
promisos.
lis­
se defendían de las tropas de aquel, cerciorado
de la p e n u r i a á que Afranio liabia reducido a i
eiército enemigo en ios contornos de Lérida, pie­
n s e al v i e n t o de la fortuna, y se pronunció --
s.
diente------Para
pompeyano alejar toda sn™í
que este bando hubiera podido concebir por
su anterior conducta, recorrió nuestras comar­
cas, alistó soldados, y colmó los almacenes de
granos y provisiones que, trasportadas por mar
desde Sevilla y Cádiz, debían aliviar la esca­
sez de las tropas de Afranio y de los cercados
de Marsella. Al propio tiempo proferia arengas
ofensivas á César, y publicaba derrotas y deser­
ciones falsas de su ejército.
No satisfecho con esto cobraba de los caba­ Sus ex­
torsiones.
lleros romanos avecindados, en la Bélica, exor­
bitantes tributos; imponía crecidísimas derramas
á las ciudades sospechosas, y confiscaba las ha­
ciendas de los propietarios que tenían valor para
quejarse de sus violencias. Así comprometido,
supo que César liabia logrado importantes triun­
fos en Cataluña, y como ya no podía plegarse al
bando vencedor, se decidió á hostilizarle. Esco­
gió á Cádiz como punto de apoyo; pero receloso
de que sus enemigos, animados con las victorias
de César, se sutíevasen vengando los ultrajes
recibidos, corrió á guarecerse en aquella isla
César á la sazón dispuso que Casio Longino, Es perse­
guido por
tribuno del pueblo, avanzase con dos legiones César.
hasta nuestras provincias, protegiendo él mismo
este movimiento al frente de 600 caballos. Ape­
nas se hubo presentado, las ocupó sin oposición.

* César , De belL c m l.jV ib . cap. % Luean.,


lib. 4. Dion Casio , lib. 41.
s d lj
—116—
y convocando en Córdoba á todos los españoles
notables de los pueblos de la Bélica ^ les arengó
en términos amistosos, les restituyó las sumas
que Varron les babia hecho aprontar, y esfor­
zando su dulce y persuasiva elocuencia, se con^
cilió como amigos á muchos que antes le eran
hostiles. Varron, antes de llegar á Cádiz, fué
desamparado por sus tropas, y rechazado de las
ciudades principales. En tan penosa situación,
imploró la clemencia de César, sometiéndose hu­
mildemente á su autoridad: dió noticias minu­
ciosas del estado del país, y entregó al cuestor
el fruto de sus rapiñas. César, vencidos sus ene­
migos en España, marchó á Roma, y encomen­
dó el gobierno de nuestras provincias á Casio
Longino
Rapiñas Longino, fuese por inclinación ó por vengar
de Longi=
no. algunos desaires recibidos, comenzó desde los
primeros dias de su gobierno á hacerse tiránico
é insoportable, y á malquistarse con los pueblos
cuya administración le babia encomendado César.
Apenas dejó aposentadas sus tropas en cuarteles
de invierno, pasó á Córdoba á administrar justi­
cia; pero en vez de llenar cumplidamente su mi­
sión, desplegó una avaricia sórdida, sacando á
los pudientes crecidas sumas, apoderándose de
los fondos públicos de las ciudades, y recurriendo
á los mas inmorales artificios para atesorar ri­
queza. Sus robos, y crueldad ofendieron á tal
punto el ánimo de los naturales, que estuvo próxi­
mo á ser asesinado en su audiencia publica de
Córdoba: casualmente escapó con vida, y casti­
gó á los agresores y cómplices con la muerte y
tormentos refinados

í César, D e belL cm iL^ lib. 2, cap, % Dion Casio, lib.


2 Hircio, B e helL A h x a M . j cap. 11. Dion, lib. 42.
^117—
Á este tiempo, supo el tirano la gran victoria Insurrec-
conseguida por César contra Pompeyo en los
campos de Tesalia, y recibió la noticia con en­
contrados sentimientos de satisfacción y de pena.
Alegrábale el triunfo de su partido, y pesábale
juntamente, porque concluida la guerra, llegaba
mía época de regularidad y de órden, funesta pa-
ra él y para todos los genios malignos que Adven
y medran con las calamidades públicas Mas
no por ello se contuvo en sus robos: pretextan­
do ocurrir á perentorios gastos para trasportar
algunas tropas desde nuestro país al África, don­
de continuaba activa la guerra, impuso nuevas
contribuciones, y trató de reconcentrar hacia Gi-
braltar las cohortes diseminadas en las ciudades
principales. Los soldados, al saber cuál era su
nuevo destino, se amotinaron antes de llegar ai
puerto, asesinaron á algunos jefes y rehusaron
embarcarse^ Temió Longino, d ver indisciplina­
da su gente, que se alzasen los pueblos á quie­
nes habia agraviado, y comisionó á oficiales de
confianza para que estuviesen á la mira y evita­
sen el contratiempo; era tan profunda y general
la aversión contra su persona,-que no fué posi­
ble estorbar el levantamiento. Los sublevados
declararon depuesto del mando á Longino; y
Marcelo su cuestor, bien quisto de los pueblos,
se hizo cargo del gobierno. Longino, irritado de
la preferencia dada á un subalterno suyo, y de
las ostensibles demostraciones de odio que por
dó quier recibía, recorrió el país al frente de las
escasas tropas que aun le eran fieles, saciando
su venganza con incendios, talas y asesinatos.

^ Hircio, íib. y cap. citados. Rodrigo Caro,


lib. 1, cap. i9.
d e s de S e v i l l a ,
^118—
Lepido, gobernador de ia España citerior, acu-*
dió para apacigoar tan lamentables turbulencias;
mas cerciorado á fondo, confesó que habian sido
imprudentemente provocadas por Longino. Este,
sabiendo que Trebonio venia á sucederlé en el
cargo de que había sido depuesto, se apresuro á
huir de los muchos enemigos que se había gran­
jeado con sus maldades, w se refiigió á Málaga.
Longino g jj 0 g| 0 puerto se embarcó para Italia con el
en Málaga de SUS rapiñas; mas no le filé dado gozar
de ellas, porque una tempestad furiosa sumer­
gió la nave junto á las playas de Cataluña, y se­
pultó al avaro jefe con sus riquezas. Lépido, so­
segado el movimiento de este país, confirió al
procónsul Aulo Trebonio el mando, y marchó
á Roma *.
Guerra La guerra civil, que, según Petronio, había
eúsawg'reíifaí/o tierfas y mares y cmmtós climas
Pompeyo. alumbra el sol se renovó en nuestras provm-
cias, y en ellas vino á decidirse la suerte de
la república romana. Aunque Pompeyo el Gran­
de había perecido^ sus hijos heredaron su nom­
bre, que imponia graves compromisos, y altos
deberes que cumplir. Los estímulos de Catón
de Útica y el deseo de vengar la muerte de
un padre, decidieron á Cneyo Pompeyo á en-

< Hircio, B e belL A le x a n d .j, cap. 11.


2 Q u a m a re¿ qua terree^ qn a sid u s c u r r it u tru m q u e,
Potron,, C a rm e n , d e b e ll, c i v i l
3 M , C a to in t e r i m j q u i U tic c e p r m e r a tj C n , P o m p eiu m fi­
lium m u ltis v e r b is j assidu équ e o b ju rg a re non d e s is te b a t, T u u s j
in qu it^ p a t e r in s tu c ce la tis cum e s s e tj & a n im a d v e r tis s e t
R e m p . ab au d a cib u s sc e le ra tlsq u e civibu s oppressam ^, b o m s -
que a u t in te r f e c to s j a u t e x ilio m u lta to s^ p a t r i a c im ta td q u e
c a r e r e ; g l o r i d f k . a n i m i m a g n itu d in e e la tu s p r iv a tu s ., a tq u e
—1.19—
cender la guerrá. En nuestros país coníabá
este con amigos fieles y con argentes parti­
darios* la Europa, el Asia, el África contenian
disperso el partido, que, derrotado en Farsaiia,
solo necesitaba un pendón y una voz de mando
para levantar la abatida frente. Gneyo, fiado en
el apoyo de los españoles y en las esperanzas de
triunfo que inspiraban sus muchos prosélitos, hi­
zo desde África un llamamiento á todos sus ami­
gos, abrigando en su pecho la noble ambición de
representar en España el mismo papel que el
gran Sertorio.
Nuestras ciudades, divididas en opinión, se bíyersos
conmovieron pronunciándose unas en sentido fa-
vorabte a Fompeyo, y algunas otras éntrelas cua- tros pue-
lesse contaba 0 6 m/co (Porcuna) adictas á César: blos-
el partido pompeyano mas influyente y poderoso,
expulsó ai procónsul' Aulo Trebonio. El joven
Pompeyo acudió ligero desde las Baleares , en cu­
yas islas habia reclutado algunas tropas, y dete-
nídose dolorido y enfermo, y con ayuda de sus
amigos organizó un ejército imponente. Los par­
ciales de César despachábanle á Homa aviso so­
bre aviso para que viniese á fortalecer su partido,
y á sofocar el fuego que cada dia tomaba mayor
incremento. César, con increíble celeridad, des^

a d o le sc e n tu lu sj p a te r n i e x e r c itú s r e liq u iis c o llectisj p e n é o p -


p r e s s a n fu n d itu s & d e le ta m I t a li a m ^ nrh ém qu e R om an am ^ in
lih er t a t em m n d ic a v i t ................................... ........ .............
T u c o n tr a & p a t r i s n o m lita te j & d ig n ita te ^ & p e r te ip se
s a tis a n im i m a g n itu d in e d ilig e n tia q u e p rced itu s n onne e n ite ­
r i s , & p ro fic is ceris a d p a te r n a s clien telas^ a u x iliu m t i b i . R e i­
que p u b lic e s, a tq u e o p tim o cuique e ffla g ita tu m ? Eircio , I)e
bello, A f r i c . j C3tp. 5.
En el suplemento á la P h a r s a lia se lee una elegante aren­
ga del mismo Catón, animando al lóven Porapevo. S m p ,
L n c . , lib. 3 .
—120—
Activi- embarcó en Murviedro, corrió á Obuíeo/j alli­
ga mando desde esta ciudad á su partido, salió á
Año 4 7 campaña. Gomo interesábale ante todo ocupar á
a. deJ. G. Córdoba, defendida por numerosa guarnición á
las órdenes de Sexto, el hijo menor de Pompeyo,
avanzó bácia la capital con fuerzas respetables:
al propio tiempo destacó once cohortes y algima
caballería á las órdenes de Junio Pacieco, espa­
ñol partidario suyo, en socorro de Ulia (Monte-
mayor), fortaleza hostil á los pompeyanos, y apre­
tada en estrecho cerco por Cneyo. Pacieco con­
siguió mtroducir refuerzo de gente y abundantes
provisiones, y frustrar el intento de los sitiado­
res. El amago de César á Córdoba y la im.posi-
bilidad de rendir á Ulia, obligaron á Cneyo á le­
vantar el cerco, y á socorrer á su hermano que
defendía la capital *. ~
Opera- César no creyó prudente atacar al enemigo
cienes mi- encerrado en aquella ciudad; procuró atraerle
Ütares. con escaramuzas al campo, para decidir la guer­
ra en una sola batalla; no habiéndolo consegui­
do, cercó á Attegua (Teva la vieja) ^, ocupada por
los de Pompeyo, quienes en una de sus salidas
cautivaron un magnate español Uamado Indon,
caudillo de un cuerpo considerable de caballería
organizada á favor de César. Rendida Attegua,
Pompeyo se retiró á Attubi (Espejo) ; empeña­
dos los ejércitos beligerantes en acciones parcia­
les hácia las provincias de Sevilla y Córdoba, se
prepararon para la batalla de Munda (Monda),
Esta fortaleza era del bando de Pompeyo: César
acudió á combatirla, y sus enemigos á defender­
la. Ambos ejércitos se dieron vista en las inme-

1 Casio, lib. 43. Eirdo, B e belL E is p .j , cap. 1.


2 Hirc., E is p .j , cap. % S w p p . L n c .j lib. 6 ,
— 121—
ciiü.cioD-6S de I3. pobl&cion ^ y pGi’noctíiroii frciitc
á frente. El día despues César levantó sus rea­
les creyendo que Pompeyo rehusaría el comba­
te-pero sus avanzadas anunciaron que el enemi-
’ form ado en lín e a , m ostraba in ten cion es de
pelear. P om p eyo confiaba, para dar la batalla, en
la ventaja de su p osición defendida á retaguar­
dia por la p laza aliada
Hircio, á quien debemos todos los pormenores Batalla de
de esta contienda, dice, que nuestro país era muy ^ ¡ ” 17 de
á propósito para prolongar las guerras: erizado marzo del
de montañas el suelo, y fortalecido además con año 45 a.
reductos y torreones, ya en las cúspides de las
colinas, ya en los desfiladeros y gargantas, per^
mitia á los ejércitos contrarios defenderse con
ventaja, y apoyarse en posiciones igualmente fa­
vorables. lustaíaron César y Pompeyo sus ejérci­
tos en dos cerros contiguos á Munda ^ y separa­
dos por una llanura de cinco cuartos de legua,
al través de la cual corría un arroyo fangoso é
intransitable. Las fuerzas de Pompeyo consistían
en 13 legiones de gente veterana, protegidas por
alguna caballería, en 6.000 soldados de infante­
ría ligera, y en numerosos guerrilleros del país
que peleaban como tropas irregulares. El ejérci­
to enemigo constaba de 80 cohortes de infante­
ría pesada, y de 8.000 caballos. César, obser­
vando la posición del ejército contrario apoya­
do en la colina opuesta, quiso atraerle á sitio
extenso, donde su numerosa caballería pudiera
desplegarse y Lacer estrago : destacó para ello
alguna infantería hacia la llanura , con órden de
no pasar de ella, previendo que era peligroso

Dion, lib. 43, Hirc., D e helL .j,cap. 4.


Tomo I 9
—122—
empeñar el combate en la posición ventajosa que
aquel ocupaba. Los soldados de César, aunque
anhelaban pelear, se sometieron á las reglas mi­
litares, y no traspasaron el límite marcado, Pom-
peyo, sentido de la provocación, mandó acome­
ter, y ambos ejércitos vinieron á las manos con
ardiente furia. En la primera arremetida quedó
el suelo sembrado de cadáveres. La legión 10 de
Llésar, aunque aminorada en batallas anteriores,
comenzó á ganar terreno hacia el ala izquierda
de los pompeyanos. Estos, para reforzarla, de-
bihtaimn entonces su ala derecha , y César en
aquel instante crítico hizo cargar á su numerosa
caballería, que envolvió la línea enemiga, y co­
menzó á decidir la victoria, Ei rumor de los com­
batientes^ los lamentos y gritos de los moribun­
dos y el estruendo de las armaS infundieron pa­
vor á los soldados visónos de César. En Munda,
^ c e Ennio, se peleaba cnerpo á cuerpo, y las
espadas se cruzaban con las espadas ^ ; y César
dio á entender que en otras ocasiones babja pe­
leado por la victoria, en Munda por la vida
Largo rato duró encarnizada la locha, hasta que
la caballería de César arroyó las legiones enemi­
gas, y se enseñoreó del campo de batalla Los
soldados de Pomp<eyo se dispersaron, acogiéndo­
se algunos á la fortaleza inmediata, que dió nom­
bre á esta batalla insigne. La pérdida del ejército

^ P e § p e d e p r e m itu T y a r m is te r u n tu r a rm a . Ennio, cita­


do por Hircío en el cap. 4 déla Guerra de España.
2 Plut., I n Cees. Mariana, H i s t o r i a de E s p a ñ a . lib. 3 ,
cap. 2 0 .
^^ Plut. y Sueton.^' I n C m . Dion Casio y algunos otros
historiadores atribuyen el triunfo de César en Monda al ata­
que imprevisto que las tropas de Bogud, so aliado, rey de
& Mauritania, dieron i la retaguardia del ejército pompeya-
_123—
de P o m p ey o ascendióá 30.000 hombres; entre
ellos se contaban Labieno y Varo, á quienes Cé­
sar hizo suntuosos funerales, 3.000 caballeros de
Roma y de las provincias y 17 oficiales supe­
riores: fueron además trofeo de la victoria 13
águilas, y muchas haces y banderas.
^La batalla de Munda afirmó al partido de Cé- Resulta-
sa r: todas las ciudades hostiles ó neutrales de victorL**
nuestro país se sometieron al vencedor, y se pro­
clamaron parciales del caudillo que la fortuna
habia encumbrado. El joven Cneyo, despues del
desastre de Munda, se retiró á Carteya con al­
gunos restos de caballería y de infantería. Al
aproximarse á la ciudad, su salud, quebrantada
con las fatigas y los pesares, llegó ámalearse en
términos que no podia seguir á caballo: le fué
preciso pedir á su amigo Pubho Calvisio, que re­
sidía en ella, una litera en que caminar. Sa­
bedor el populacho de Carteya que entral^a fu­
gitivo el jóven Pompeyo, se amotinó pai^a ma^
tarle ó prenderle, y granjearse de este modo la
benevolencia de Césai\ Pero los parciales y ami­
gos de Cneyo tomáronlas armas, dispersaron las
turbas que pedían la muerte del jóven desgra­
ciado, y facñitaron su embarque. Didio, que cru­
zaba con la escuadra de César delante de Cádiz,

DO; las legiones africanas, animadas eon la esperanza del


botín, distrajeron algunas cohortes , y alcanzartn involun­
tariamente la victoria. Dion, lib. 43.

............................. N a m c a s tr a B o g u d es
E x t r a a c ü m p o s itu s j prccdm p e r d u o tm am orej,
P o m p e ia n a p e t i t . C o n tr a huno a d c a s tr a tu e n d a
E x a cie ed u cit L a h ie n m q u in qu e c o h o rte sj
P e r d id i t in f e li x P o m p e iu m h ic casusj, e t om ne
M t it a v it h e lU fa tu m .......... .
S u p p . L u e .j\ih . 6.
— 124—
fecibió órdea de internarse en el Mediterraneo,
y dar alcance al fugitivo. Al propio tiempo fue­
ron- destacadas partidas de caballería y de tropas
ligeras que explorasen el litoral de nuestras pro­
vincias. 'Didio consiguió dar vista a las naves de
PompeyOj que habiendo partido precipitadamen­
te de Curteya, se detuvo en las cercanas playas
pai^a acopiar bastimentos y agua: cumpliendo
aquel con las instrucciones de César, incendió
unas y apresó otras. Pompeyo consiguió salvar­
se con algunos amigos, saltando en tierra; pero
gravemente herido no podia caminar sino en li­
tera : sus activos perseguidores acudierón con
prontitud, le hostihzaron vivamente, y aprisio­
naron á sus fieles compañeros, Áuiiqúe consiguió
por el pronto ocultarse en las asperezas de las
montañas inmediatas, filé descubierto al fin, y
decapitado sin dilación. Sn cabeza, presentada á
César como trofeo-, quedó públicamente expues­
ta en Sevilla'*.
Adulan al- Mientras Pompeyo era perseguido y muerto,

Hifcio, B e le íL cap. 6 . Cicerón dió noticia á


Atico de !a retirada de Pompeyo á C a r te y a : E p is U f a m i l j
15,20. Floro , lib. 4, cap. 2. Cicerón, en las cartasá Atico,
habla de los hijos de Pompeyo en términos poco favorables:
según el ilustre orador romano, eran dos jóvenes arrebata­
dos, volubles, careciendo de las altas prendas y de las vir­
tudes de que debiln estar poseídos como jefes del partido que
peleaba por la libertad; así, desesperó del éxito de su causa,
y recibió sin sorpresa la noticia del desastre ocurrido en
M u n d a , hoy Monda. Labieno y Varo, jefes de mas mérito
que los jóvenes Pompeyos, dirigían comprometidos por sus
amigos las operaciones militares.
En el monasterio de S. Jerónimo de Guisando, pertene­
ciente al obispado de Avila, entre Cadalso y Cebreros, á 28
millas del Escorial, subsisten cuatro bultos de piedra berro­
queña bastante.desfigurados,.y son tenidos como una de las
antigüedades mas célebres de España. Representaron, se di-
— 125—
Mu,ida, último baluarte de ios de su partido, se ganos d,
entregaba á César, y las demas ciudades se apre- 4
suraban á enviar embajadores con encargo de César,
rendirle sumisión y vasallaje. Entonces nmclios
de nuestros pueblos, que conservaban denomi­
naciones antiquísimas, añadieron á ellas como
un timbre calificaciones adulatorias al vencedor.
(A lm u ñ é ca r) ad op tó el título d e Firmiim Ju-
Hum; Illiturgh e l de Forum Julium; Artigi ( Al­
b ania), e l d e Jidiense; Vesci (H u é to r ), el de Fa­
ventia; é Ituci (M a r m o le jo ), el d e Virtus Julia.
Los vecinos de Castulo y Salaria (Cazlona y Su­
bióte ), se nombrai’on Venales á César. Recuerdos

ce, á cuatro toros, cuyos plintos tuvieron inscripciones alu­


sivas á la batalla de M unda^ En la celda prioral de aquel mo­
nasterio , se conservaba un papel con explicación de los bor­
rosos letreros hecha eu el sentido siguiente: «En e l campo
feastetano dió Gésar la batalla , ea la cual deshtxo á los_ hijos
de Pompeyo, Sexto y Cneyoj despues de haber vencido al
padre en Farsalia: la pelea füé muy dudosapero animado
César por el capitán Prisco consiguió vencer. Los hijos de
Pompeyo, desaniparados-de su gente, se retiraron álascue-
vas del monte inmediato al monasterio, y en celebridad del
triunfo hicieron los-de César un h e e a to m b e ^ o T e \ número de
1 0 0 toros sacrificados; y estos perpetuaron la memoria del
suceso.” Otros aseguran que son figuras de elefantes, de las
que usaron los cartagineses en sus monumentos y trofeos.
Lo cierto es, que los toros de Guisando han adquirido
mucha celebridad. El inmortal Cervantes hace mención de
ellos 5 por boca del bachiller Carrasco* Una de las pruebas
de amor, que e] caballero del Bosque había de dar á Gasildeár
deYandalia, debía ser, levantar en peso las a n tig u a s p i e ­
d r a s de lo s v a lie n te s to r o s de Guisando^, (Di Qttí}’oír^-parte2. ^
cap. 14.). D. Antonio Ponz censura, con mucha razón a
nuestro entender, la creencia de que aquellas piedras
monumentos erigidos en recuerdo de la batalla de M u n d a .
( V ia je d e E s p a ñ a ^ carta 7, tomo 7 ). Masdeu ( H is L c n t . de
E s p a ñ a j tomo 4, párr. 334 y 394) opina lo contrario. Otros
autores juzga», que los iniuteligibles letreros sou alusivos a
la derrota de Hirtuleyo, vencido por Mételo durante la guer-^
— 126—
memorables son estos ^ que revelan el grado
de postración y abatimiento á que llegan los pue­
blos, cuando se prestan á borrar los nombres
trasmitidos por sus abuelos, adoptando otros dic­
tados por una servil adulación
Adtnmis- César, arregladas las disidencias de nuestras
tracíon provincias, nombró iefe de ellas á Asinio Polion,
da d e A s í - a m i g o de Virgilio
nio Polion J de Horacio La época de su mando filé des-
Año W a. graciada. Bandas de pompeyaoos dispersos y de
^ * ” gente descontentadiza recorrían y devastaban las
comarcas de Jaén y Baza, internándose en las
ocultas guaridas de sierra Morena y de Cazorla,
cuando las tropas romanas acudian en su perse-

ra de Sertorio. Es inverosímil y contrario á verídicas narra­


ciones , que los hijos de Pompeyo se retirasen desde la pro­
vincia de Málaga á Extremadura y Castilla; y es también di­
fícil trasladar cuatro enormes peñascos desde Monda, en cu­
yo campo se supone que estuvieron. Así, creemos que los to­
ros de Guisando son una antigualla de origen desconocido y
de forma enigmática.
^ I). Miguel Cortés y López, contradiciendo la opinión
razonada de nuestros mas acreditados anticuarios, y desen­
tendiéndose de las ruinas, ÍDscripciones, medallas y topogra­
fía de Monda ("MundaJ^ se empeña en probar que esta po­
blación célebre fué Montilla: para ello interpetra violenta-
niente el texto de Plinio. Es sensible que una obra, tan apre-
eiable como el D ic c io n a r io de la E s p a ñ a a n tig u a contenga
las equivopaciones que se advierten en muchos artículos re­
lativos á las provincias granadinas. Presumimos que su ilus­
tre autor no ha podido recorrer, como Morales, Franco,
i lores, Ponz , Medina Conde y otros hijos del país, los pue­
blos cuya geografía é historia esclarece. De haberb hecho,
creemos que estarían modificadas algunas páginas de la obra.
I H itu r g i fué reedificada y obtuvo bájalos auspicios de César*
el título de F o r u m J u liu m . Véase el apéndice núm. 4 y so­
bre Cástulo el ap. núm. 5.
_ 2 ^ Virgilio, B u c o l., égloga 6 , Esta égloga ha hecho discur­
rir á algunos críticos, que han creído hallar en ella revela-^
clones idénticas álas profecías de Isaías. Horác. lih. 2 , od. 1 ,
—127—
cucion. Asinio se fatigó en vano para extermi­
narlas. Hizo mas comprometida su situación el
fin tráoico de César. La noticia de su asesina­
to alarmó á nuestros pueblos, ó hizo revivir al
partido dePompeyo. Asinio Polion procuró con-
furar la tempestad, convocando mía junta en
Córdoba, en la que protestó seguir puramente la
volimtad del senado. Su protesta fué una de las
muchas superfluidades, que en todos tiempos lian,
pronunciado las autoridades y los gobiernos que
se ven fluctuar en el mar borrascoso de la guer­
ra civil. El partido de Pompeyo la encendió nue­
vamente, tomando la iniciativa de ella Sexto,
último vastago de la familia de aquel célebre ro­
mano. Sexto reclutó gente de Cataluña y de Ara-
gon, descendió por el remo de "Valencia, y con j>0mj0Yalflfe,.
un ejército improvisado se internó en nuestras guerra,
provincias. Ocupó á ílrci (ruinas de Aillaricos,
junto á Vera), y apoyado en este punto infundiá
aliento á su partido. Asinio Polion acudió con sus'
tropas para perseguirle, y presentando batalla
sufrió terrible descalabro. Sexto se enseñoreó de-
nuestras provincias, castigando duramente á los
enemigos de su familia. El gobierno romano, que
no habia heredado las enemistades personales de
César, comisionó á Lépido, compañero de Oc­
ia vio y de Antonio en el trimivirato, para que
ofreciese ventajosos partidos al jóven Pompeyo,.
liecbo ya dueño absoluto de casi toda España.,
El recuerdo de las proezas de Sertorio, y los con­
flictos en que los porapeyanos habían puesto mas
de una vez á la república, dictaron esta deter­
minación. Sexto transigió con sus adversarios en
términos ventajosos á sí propio y á sus amigos, j.
y desarmando su gente partió para Roma

1 Apiano, D&bell eiv.j lib. 3. Mariana, Historia de Es-


■128—
El triun­ Octavio, Lépido y Antonio formaron el céle­
virato.
bre triunvirato, que inundó á Roma de sangre
y puso término al período bistórico de la repú­
blica. En el repartimiento de las provincias, la
España tocó á Lépido; bien pronto se sobrepu­
so Octavio á sus dos rivales, y levantó el trono
Año 31 a Césares. Desde este tiempo comienza pa-
de J. C. ra la España y para nuestras provincias ima nue­
va historia. Hasta aquí nuestra pluma ha cor­
rido para narrar las guerras, los enconos de am­
biciosos, las depredaciones y maldades que han
ensangrentado las comarcas granadinas, y rara
vez acciones magnánimas y laudables proezas: la
paz, los suaves vínculos de la paz, la civilización
con sus goces, ofrecen en cambio, durante el im­
perio de Augusto, entretenimiento diverso y lec­
tura mas sabrosa y agradable.

3, cap. 22. Flores, A p é n d ic e


pañ a^ M b de la cla ve h is to r ia L
página 400.
CAPÍTÜLO V.

£ 1 Im perio.

Elevación de Augusto favorable á todas las provincias ro­


manas. i= Importantes reformas en las nuestras. = Clasi­
ficación de ciudades. = Régimen municipal. = Civiliza­
ción y felicidad, = Incidentes.

Como el árbol desgajado por los huracanes se Tiranía


reniieya con frondosas ramas, y recobra pompa durante la
y lozanía á beneficio de una estación bonancible, ^
así comenzó desde él imperio de Augusto á en­
grandecerse nuestro país. La dominación de la
república romana estuvo en él insegura y vaci­
lante : los cartagineses, disputando su posesión
con porfiada tenacidad, crearon hábitos behco-
sos, que unidos al carácter turbulento délos pue­
blos, ocasionaban conjuraciones y levantamien­
tos fatales al soldado romano. Expelidos los car­
tagineses , y exentos sus vencedores de las zozo­
bras que infundían tanAemibles enemigos, fue­
ron consideradas nuesfras comarcas como^ una
mina de donde podia extraerse inagotable rique­
za El gobierno romano, distraído con lejanas

í Gieeron, Pro leg. cap. p . B e officiiSjW h. %


cap. 1. Meiners^ en su obra fítulada H i s t o r i a de la d e e a d e n -
d a d e las co stu m b res e n tr e los ro m a n o s, lia acumulado con.
toda la erudición propia de los sabios alemanes, pruebas me
quiyocas de la villana conducta observada por los rom anos e
— 130—
guerras ó lucliaudo coa facciones, no pudo plan­
tear útiles establecimientos que realzasen la con­
dición de los pueblos, y les hiciesen concebir cor­
dial benevolencia. Nuestras provincias gemían
bajo el férreo cetro délos pretores ó de los procón­
sules encargados del mando supremo civil y mi­
litar. Acompañaba al jefe superior , un intenden­
te ó cuestor, encargado de percibir las rentas y
de acudir coa ellas á Roma. Guamecian á las
ciudades principales, cohortes y destacamentos
cuyos jefes j soldados molestaban á los ciuda­
danos con insolencias y arbitrariedades. El lujo
excesivo * que estos extranjeros, desde los su­
balternos hasta el pretor, desplegaban en Roma
al volver de España, revela la rapacidad de que
eran víctimas los infelices pueblos. La pobreza,
la inseguridad, la desmoralización, que tales des­
órdenes engendran, eran un estímulo de anar­
quía permanente y de hostilidad habitual. Ser-
torio alivió el primero la tiranía que pesaba so­
bre nuestros pueblos , nombrando autoridades
municipales en ellos, y otorgándoles fueros y úti­
les privilegios César también planteó institu­

ía repáblica, en los pueblos conquistados y principalmente


en la Bética. También un sabio inglés anteriormente citado,
dice; K Las grandes dignidades de procónsul, ó gobernador
de provincia y general de ejército, excitaban la ambición
de los romanos , porque producían de cierto los dos mayo­
res bienes de la fortuna, riqueza y mando” ........................
......... «Además de enriquecerse ellos tan desmedidamente,
llevaban en su compañía bandadas de amigos y protegidos
hambrientos, tenientes, tribunos y prefectos con legiones en­
teras de libertos y esclavos, que por todos los medios posi­
bles procuraban engordar con los despojos de las pobres
provincias, y vendiendo los favores de sus amos.” Middieton
Y id n d e C ta .j üb. 7 , trad. por Azara.
^ Meiners, obra cit., cap, 13 y 14.
2 riiit., I n S e r t o r ,
-131
Clones t* que i3ajo
Kciín S
Í5US auspicios
U& ^ i .habrían
, , ^ produci-
. Octavio
do inmeitóos bienes; pero el puiial de los conju-
vados le arrancó prematuramente el poder y la Año 42 a.
vida Aumsto heredó su autoridad y los estable- de J. C.
cimientos por él creados; y reprimiendo las faccim
nes que se disputaban en Roma el mando, y de­
ferente á los maduros consejos de sus amigos Me­
cenas y Agripa ^ y conservó las instiíiiciones de
César/mejoró otras, promulgó saludables leyes,
y elevó nuestras comarcas en pocos años al mas
i to grado de prosperidad y de opulencia.
Los pueblos granadinos, fatigados de las guei - de
ras y trastornos que la ambición Labia promo- nuestros
YÍdo hasta en los ángulos mas remotos del impe- pueblos,
rio, participaron bajo el mando de Augusto, de
las dulzuras de la paz, y conocieron las ventajas
de un gobierno que sabe resistir á los embates ^
de las facciones. La instalación de Octavio en el
trono imperial fué un bien incalculable para nues­
tro país y para las provincias restantes sometidas
al poder romano La anarquía, la horrible anar­
quía , iuevitable flagelo de todas las naciones en
cuyo gobierno prevalezca el elemento popular,
' y precursora eterna de la miseria y destrucción
de los imperios, babria seguido abismando en la

^ Plut., I n Cees. A g r is a lto s j a lto s im m u n ita te j c iv i­


ta t e n on n u llos a u t ju r e m u n ic ip a li d o n a v i t , q u a m v is hoc
ip s e e tia m n on g r a tu ito . Dion Casio, E i s t o r . r o m ., lib. 43.
2 Dion Casio, lib. 52.
3 Tácito revela con su profundidad admirable el motivo
de la Opinión, que se formó en las provincias, favorable á
Augusto. N e q u e p ro v in e ie e illu m re ru m s t a tu m abnuehant^
su specto se n a tu s p o p u liq u e im p e r i o , ob c e r ta m in a p o te n tiu m
e t a v a r itia m m a g i s t r a tu m , in v a lid o legum a u x ilio , quee v i ,
a m b i tu , p o s tr e m o p e c u n ia tu r b a b a n tu r . Tácito , A n u a l.,
lib. 1, cap. 1 . Véase al final del mismo libro y capítulo el
elogio ambiguo de Augusto.
—132—
tumba á esclarecidos ciudadanos^ y estampando
su sangrienta huella en inocentes pueblos ^ si Au­
gusto no la hubiese enfrenado. Su prudente po­
lítica puso en evidencia la necesidad de crear en
los gobiernos populares un regulador supremo^
que ponga coto á las turbulencias de la plebe
inconstante.
Mejórala Nuestras provincias, careciendo de toda li­
situación.
bertad, y habiendo servido durante siglos de
campo de batalla á naciones extrañas, estaban
abatidas, ajenas de derechos políticos, y anhe­
laban , io que todos los pueblos afligidos de guer­
ras y calamidades: seguridad,, orden, reposo.
-Augusto afianzó estos beneficios, y desde enton­
ces, nuestras ciudades comenzaron á engrande­
cerse ; se multiplicó la población; la agricultura,
el comercio, la industria prosperaron; y el há­
bito del trabajo sofocó el instinto de la guerra
Division llorante la república, habia estado dividida la
territorial España en dos provincias, la citerior y la ulte­
rior 2. Comprendia esta casi toda la Andalucía y
Portugal; aquella la parte oriental del reino de
Granada y las restantes provincias españolas
Territorio tan extenso, habitado por gentes de
índole, de costumbres diversas, y erizado de
cordilleras que estorban las comunicaciones, im­
posibilitaba la vigilancia inmediata de los agentes
del gobierno, necesitando por ello una divi­
sión territorial mas análoga á su topografía. Ade­
más, reducidos á vida tranquila y laboriosa los
habitantes de algunas regiones, reclamaban di-

* B ion, lib. 52. Suetonio, I n A u g .


^ Tito Liv.j lib. 42, Stadio, íu nof. F lo r u m , lib. 2 ,
ca p . 1 7 ,
^ P l i n ., Hi$t. nat, ^ lib . 3 , c a p . 1,
— 133—
versa administración que otros retirados alas sel­
vas V fugitivos como agrestes fier^ del aspecto
de tós romanos. Augusto, cuya noble rnision fue
civilEar y engrandecer los pueblos que los gene-
rales de la república habian devastado, conocio,
que una acertada división geográfica es la base
de un buen sistema administrativo, y tormo de
la península tres provincias; la Tarraconense, la ^ ^
Bética y la Lusitaria
El territorio que comprenden boy las coniar- Lineas
cas granadinas, correspondió según la nueva di- divisorias
visión á las provincias Tarraconense y Bética.
Una zona de la de Almería, y toda la parte orien- ^iocias.
tal de las de Granada y Jaén quedaron agrega­
das á la Tarraconense: lo restante de ellas, y la
provincia entera de Málaga lo fueron a la Bética.
La situación del terreno señala cabalmente la lí- ^
iiea: comenzaba esta en la misma playa entre
Vera y Mojácar, buscaba por el norte de Alme­
ría la cumbre de la sierra Nevada, proseguia en-
treGuadixy Granada al oriente de Jaén, corta­
ba al Guadalquivir en el punto donde este se acre­
cienta con el Herrumbral y el GuadalboUon, y
por el este de Maquiz se internaba en la sierra
Morena Se nota desde luego, que los romanos,
para establecer los puntos limítrofes de ambas
provincias, tuvieron presentes la elevación de
sierra Nevada que , sirviendo de antemural a la

^ PliD., H i s t . m u , lib 3, cap. 1. Apiano^ D e M l ^ s -


pan, Mariana, M isU de E s p . , lib . 3, cap. ^ 3 Gibbon,
jffisí. de ía ¿ecíiíí., tradncoioa de Mr. Gu'^ot, cap. 1.
= PUn., H k t . M t .. lib. 3 , cap. 1 y % Tolomeo, 1*. A
caps. 4, 5 y 6 . M m im c r ito s de Franco, y
Wicados por López de Cárdenas. El clarísimo Flores
blece con sumo acierto las demarcaciones de las antigua p
vincias en muchos tratados de su E s p a ñ a sa g r a d a .
—134—
provincia de Almería, la separa de la de Grana­
da, y al propio tiempo los ásperos montes del
adelantamiento de Cazorla, qne cierran la entra­
da á las comarcas de levante. Los modernos par­
tidos judiciales de Huércal Overa, Purchena, Ve-
lez Rubio, Baza, Guadix, Huesear, Baeza, Ca­
zorla, Huelma, La Carolina, Mancha Real, Se­
gura de la Sierra, VillacarriUo y Ubeda, queda­
ron asignados á la provincia Tarraconense: los
restantes, sometidos hoy á la jurisdicción de la au­
diencia granadina;; se incorporaron á la Bélica.
Clasifica­
ción de las
Agregados ya nuestros pueblos á la provincia
mismas. Tarraconense y á la Bélica, se clasificaron nue­
Año 27 a. vamente con arreglo á una ley tan célebre como
de J. G. trascendental. Augusto, al asir las riendas del go­
bierno , quiso lisonjear la vanidad del senado ha­
ciéndole partícipe dé su soberanía. Para ello ex­
puso sagaz, que se resignaba á conservar la ad­
ministración de las provincias belicosas y turbu­
lentas, y el mando de las legiones establecidas
en ellas; pero que le fuese permitido ceder la de
las provincias tranquilas á la paternal solicitud
de la asamblea El senado, accediendo á la de­
manda de Augusto, le confirió el mando supre­
mo de todas las fuerzas del imperio y consolidó
el trono de los Césares. Desde entonces se deno­
minaron las provincias senatorias ó imperiales,
según la autoridad á que estaban sometidas. La
Bética, en cuyas fértiles regiones solo moraban
tranquilos agricultores, gente apacible y poco
marcial, fué encomendada al senado y pueblo.
La Tarraconense, en la cual era necesaria la
presencia del soldado romano para reprimir la

Dion Casio, Hb. 53. Yáaiise Tácito y Suetonio.


-1 .3 5 —
propensión guen-era de sus habitantes, fue re­
servada para el empei a or. »,,1™
La autoridad, que los senadores y pueblo nom- A^or;
braban para gobernar la Bélica, era unprocon-
sul sorteado entre los ciudadanos que anterior­
mente habían obtenido alguna magistratura en
Roma, y desempeñádola satisfactoriamente por
espacio de cinco años El jefe popular era aten-
(üdo con las mismas consideraciones que los pro­
cónsules de la república : se instalaba en su go­
bierno con aparato de lictores, comitiva de ofi­
ciales militares ^ y lujoso séquito de jóvenes pa­
tricios que aprendían bajo sus órdenes el arte de
la guerra, ó estudiaban á su lado la práctica y
manejo de los negocios públicos. El cargo de pro­
cónsul era de un año; Irascurrido el cual, reasu­
mía ia jurisdicción su sucesor si se hallaba pre­
sente, ó el cuestor en caso contrario, debiendo
aquel alejarse en el término de 30 dias del terri­
torio de su mando. Antes de partir, depositaba
en las dos principales ciudades de su provincia
los caudales que había percibido por sí ó por sus
subalternos, formalizando cuenta debidamente
justificada. El jefe de la Bética solo intervenia,
como representante del senado, en la parte judi­
cial y económica de nuestros pueblos: para el
maudo militar y admmistracion de las rentas, nom­
braba Augusto cada año oficiales militares y em­
pleados civiles, cpiienes bajo su inmediata inspec­
ción cumplían fielmente, sin incurrir en los vitu­
perables excesos de los jefes romanos durante la
república

Dion, ]ib. 53. Suetonio, In Augmt.j cap 36.


/ DDion,
i OD- lib.
lili- 53. Adam,
A Ham A n tig ü e d a d e s
Á fn - í- ifiñ t f íilfi/ io o tOIHO
pag, 391, edie. de Cabrerizo.
— 136—
Autori­ Los pueblos granadinos agregados á la pro­
dades im­
periales. vincia Tarraconense, estaban sometidos á la ju­
risdicción suprema de mi lugarteniente ó propre­
tor, que en nombre de Augusto reasumia la au­
toridad civil y militar, administraba justicia, é
interviniendo en el repartimiento y cobranza de
las rentas, obraba absolutamente bajo los auspi­
cios del emperador. Augusto confió siempre el
gobierno de la provincia Tarraconense y de­
más imperiales, menos el de Egipto, á miembros
del senado y á pretores antiguos, expertos en el
manejo de los negocios, ó iniciados en la ciencia
administrativa. Fomentaba su propia causa, man­
teniendo la regularidad y el órden en las provin­
cias encomendadas á su vigilancia, y rendía una
fineza lisonjera á la corporación que le había en­
cumbrado. Los lugartementes del emperador pre­
sentábanse en nuestras provincias acompañados
de soldados en vez de lictores, ceñían espada y
traje militar, y conservaban el mando á volun­
tad del príncipe *.
Interven­ Residía en la provincia Tarraconense otro em­
tores. pleado de gran consideración con el nombre de
procurador de César, cuyas atribuciones, relati­
vas á intervenir en las rentas, eran idénticas á

^ £i régimen de las provincias bajo el imperio de Augus­


to se halla explicado por Díon Casio en el lib. B3 de su H i s t o ­
r i a r o m a n a ’, en esta pueden consultarse con provecho los dos
sistemas de gobierno ( p r o g r a m a s se llaman hoy) presenta­
dos por Agripa y Mecenas á aquel emperador.
Una antigua predicción sobre el Egipto decía, que este
recobraría su libertad, cuando aparecieran en él las haces
romanas y la toga pretexta. Dion, lib, SI. Cicerón, E p i s t ,
fa m . 1, 7. Tácito, H is to r .^ lib. 1. TrebelioPolion, I n M m i -
li a n .
Sobre las insignias véase á Gibbon, cap 3, y consúlte­
se la nota de Mr, Guizot al párr. 8 del mismo cap.
■—137—
las conferidas al de igual clase en la Bélica En
tiempo de la república acompañaron a los jefes
superiores de las provincias, intendentes milita­
res (jue cuidaban de la provisión de las tropas^
eran depositarios del dinero destinado al ejército,
vendian el botin hecho en la guerra, obligados
a justificar el fiel desempeño de sus encargos, y
el recto uso de la jurisdicción que en algunos ca­
sos les delegaban los jefes supremos. Augusto su­
primió tan importante destino, confiriéndolo á
los procónsules y propretores, y finalizó la con­
ducta de estos con la creación de un procurador
augustal ó interventor de rentas.
Los jefes militares, dependientes de Augusto,
ejercian una autoridad ilimitida sobre sus subal- ÜorSa'
ternes: tenían derecho de vida y muerte en los disciplina,
soldados que militaban bajo sus órdenes Sus
atribuciones eran á tal punto absolutas, que la
mas leve culpa, el menor síntoma de indisciplina
producían severísimos castigos. Los juicios eran
breves, proseguidos verbalmente sin ningún lina­
je de dilación, y la sentencia era en ellos rigorosa­
mente ejecutada. Esta rigidez puso coto á las in­
solencias de la soldadesca, que, habituada á ra­
piñas y á hurtos, había sido el azote de nuestros
pacíficos pueblos. Así, puede afirmarse que to­
dos ellos estaban bajo el inmediato amparo del
emperador. El jefe de la Bética, elegido por el
senado , ejercía meramente una autoridad efíme­
ra, que menguaban y restringían las altas atribu­
ciones del procurador augustal, y la potestad de
los agentes militares.

J Adam, A n t ^ , r o m .j tr a ta d o d& los m a g is tr a d o s p r o ­


v in c ia le s.
^ Gibbon, cap. 3, .párr. 6 .
TomoI 10
-1 3 8 -
Adminis­ Los jefes superiores de nuestros pueblos admi­
tración de nistraban justicia en época determinada del año;
justicia.
solia ser esta por lo común la estación de invier­
no, si urgencias y atenciones mas imperiosas les
distraían ’Cn los dias bonancibles de primavera y
estío. En tiempo de la república se constituyó el
tribunal alternativamente en las ciudades princi­
pales, proporcionando la duración de las sesio­
nes en términos, que se pudiese recorrer en bre-
Te la provincia entera y administrar justicia á to­
dos los litigantes. Los gobernadores escogían siem­
pre las mansiones mas cómodas, anteponiendo
su propio regalo al interés general de los ciuda­
danos. Los pueblos, que por órden del magistra­
do debían concurrir á su tribunal, eran convoca­
dos de antemano por medio de edictos, en los que
se determinaba la duración de la audiencia y el
paraje en que se instalaba Augusto, conociendo
los perjuicios de estos tribunales ambulantes y
movibles, asignó nuestros pueblos á tribunales fi­
Conven­ jos, llamados Conventos jurídicos. A semejanza de
tos jurídi­■las audiencias modernas, los habitantes de nues­
cos.
El deCór tras comarcas ventilaban en eUas con mayor
doba. acierto sus derechos. La Bética contenia cuatro
tribunales, establecidos en Córdoba, en Écija, en
Sevilla y en Cádiz [Conventus Cordubensis, Astiji-
ímus, Hispalensis, Gaditanus) Los pueblos Bé-
tico-granadinos estaban sometidos con escasas ex­
cepciones á los conventos mas cercanos de Cór­
doba y Écija. La región Ossigitana [cercanías de
Mengibar)^ que á manera de un vastísimo ver-

^ Adam, Á n tig . ro m . Sotelo, H i s t o r i a d e l derech o r e a l


lib, % eap. C, par. 8. Cortés y López, explica­
de E sp a ñ a ,
ción de la voz e o m e n tu s al fin del tomo 2 de su D ic c io n a r io .
2 Plin,, H i s t . n a t . , lib. 3, cap 1.
id ^ ostentaba risueñas aldeas, frondosas huertas
Yvesas doblemente fértiles con los riegos dehBe-
tis pertenecia al convento de Lordoba; también
Iliturgi, Spaturgi, Sitia, Obulco, Segeda, ürg^o,
Ebura, Mliberi, Illipula, Ilíurco, ÁsUgi, Vesci, m p-
mnova, Sucubo, Nudilanum, Menova, Caviclum,
Detunda, Selambina, E xi, Abdera, Portus Mag­
nus, todas poblaciones considerables estaban so­
metidas á la propia jurisdicción. La línea del con­
vento cordobés relativamente a nuestras provin­
cias, descendia desde sierra Morena á Mengibar,
seguia por Alcaudete a Montefrio, abrazaba a
Huétor, Loja y Alhama, y Amatando en la cos­
ta por Velez-Málaga, proseguía á levante hasta
Mojácar, en cuya playa comenzaba la de la pro­
vincia Tarraconense, límite simultáneo de la Be-
E ld e E c i-
tica y del convento cordobés \ ja-
Todo el territorio que hoy contiene la provin­
cia de Málaga, exceptuadas la región céltica (há-
cia Ronda) propia del convento de SeviUa y

1 B e t i s ......... B e tic c e p r im u m ah O ssig ita n ia in fu su s^ a m e-


no blan du s alveo^ c re b r is d e x t r a I m a q u e a c o litu r o p p td ts,
V lm io , H i s t o r . m t . , M h .B , c a p . _
2 C orresponden por e l m ism o órd en a S ta . r o te n c ía n a ,
L o s V illa r e s , ca stillo y rain as d e d a A ragon esa ( juoto_á A n -
d ú ia r ), P o r c u n a , A rjo n illa , A r jo n a , A lc a lá la R e a l, H um as
de S ierra E lv i r a , L o j a , P in o s P u e n te , A lh a m a , H u é to r ,
M o n te fr ío , J im e n a , A lc a u d e te , V e le z M á la g a , T orrox-, Ma­
r o , S a lo b r e ñ a , A lm u ñ é c a r , A d ra , A lm e r ía : ñ en m s guar­
dado e n la relación de e sto s p u eb los e l ord en de ^
c o n su lta d o , para fijar n u estra o p in ió n , á P to lo m e o , a M ela ,
a l itin erario de A n to n in o , á M o r a le s, á F ^ n c o y á su c o ­
m en tad or e l cu ra de M o n to r o , á J im e n a , á T e r r o n e s , al
F lo r e s , á C ean B erm u d ez y á J). M ig u el C o rtés y L ó p e z ,
cotejan d o co n prolijidad te x t o s y o p in io n es. ;i nae
3 A u tores cita d o s y e sp e c ia lm e n te L ó p e z d e C am en a
en s u n ota 2 0 á la s obras m a n u scrita s de F r a n c o .
^ V é a se lo dicho en la n otas al cap . 2 .
— 140—
la ciudad de Barbésula del de Cádiz ^^ pertene*-
cia al convento Ástigitano, La línea de este era la
misma orilla meridional del Genil hasta Iznájar;
torda luego al sur por Archidona y Antequera,
y confinaba con el convento cordobés por las sier­
ras de Loja, Alfarnaíe, y Yelez Distinguíanse
en él las siguientes ciudades: Gedríppo, ílluroy An-
íicaña, Escua» Singilia, Astapa, Cartima, Nesconia,
Siiel, Munda y Malaca Tucé, Itucij Aurigi,en-

^ B a rb é su la estaba en la desem bocadura del rio G u a d ia -


r o , ju n to á M arb ella. L a s antigüedades de esta p ob lación
han sid o objeto de cu rio sa s d iserta cio n es esc r ita s por el
p resb ítero D . P ed ro D íaz C la v e l, q u e .v iv ió en C órdoba á fi­
n e s d e l sig lo p asad o, y ob tu vo una p la z a ec íe siá stic a en M on -
to r o . E sta v illa puede van a g lo ria rse de hab er sid o patria na­
tu ral de F ra n co y de L ó p ez de C árdenas, y ad op tiva de V á z ­
q u ez C la v e l.
2 C e a a , S u m a r , de a n tig . r o m . C o n ven to s C ordobés y
A n tig ita n o .
^ C orresp on d en á la A la m e d a , A lo r a , A n te q u e r a , A r -
ch id on a, E l G a s tillo n , E s te p o n a , C ártam a, V a lle d e A bdala-
x i s , F u en girola M onda y M álaga. M edina C onde in serta en e l
to m o I I de la s C o n v e rsa c io n e s M a la g u e ñ a s d ocu m en tos q ue
ju stifican satisfactoriam en te la com paración que a n teced e, de
lo s p u eb los an tigu os y m od ern os.
E l autor del V ia je topográfico desde G ra n a d a á L is b o a h a
ilustrado la s an tigü ed ad es d e A n te q u e r a , del C a s tillo n , d e l
V a lle de A b d a la sis, y de o tr o s p u eb los com arcan os á aq u ella
c iu d a d , co n una eru d ición nada v u lg a r . A q u í d ebem os dar
n oticia de e se au tor p o c a c o n o c id o , del cu al habrá que h acer
m en ción ^ no una v e z s o l a , en el d iscu rso de nuestra ob ra.
E l P . S á n ch ez S ob rin o, natural d e A n teq u era, aunque d es­
cen d ien te d e una fam ilia esta b lecid a en A rchidona, ha sid o un
sabio de aq u ellos que pasan desapercibidos por su m o d estia ,
y cu y a fam a no ha so lid o trascen d er fuera d el cla u stro , a si­
lo no ha m u ch o de h om b res de m é r ito , dedicados á e stu d io s
se r io s y ora cio n es p iadosas. E l P . S á n c h e z , con tem p orán eo
y am igo de los P P . M o h e d a n o s, escrib ió e n tre otras obras
que corren in é d ita s, su s o b serv a cio n es sob re lo s ob jetos n o -
tab les que ad virtió en lo s p u eb los de su tr á n s ito , desde. G ra­
nada á L is b o a , y una d is e r ta c ió n so b re e l s itio p r i m i ti v o de
A n íe q u e ra . E n e sta obra m u estra in str u c c ió n v a sta ,e x q u isito
' — 141—

clavadas en el territorio del convento cord ob és,


tam bién correspondían al Astigituno *.
T odos los pueblos granadinos incorporados á El de Car­
la provincia T arraconense recon ocían la jurisdic-
cion del convento de C artagen a, que era uno d e
l o s siete en que aquella estaba dividida Acci^
Biacia, Castulo, Abla, Meníesa Bastitana, Bastí,
Mentesa Oretana, Lilnsosa, Betula, Ruradum y
Salaria eran las ciudades principales de nuestras
comarcas, que acudían á demandar justicia al
convento cartaginés Estas y las anteriormente
mencionadas, servian de capitales ó cabezas de
partido á los arrabales, castillos montanos, al­
deas, pagos y caseríos que formaban su distrito^
Los vecinos de cada jurisdicción estaban inscrL-
tos en el censo de la capital, y eran calificados
con un nombre genérico tomado de ella, como
illiberitanos ó liberinos, malacitanos, aurigitanos.
ó jiserinos, bastiíanos, biaciences, salarienses,-
castulonenses, ^ c.

g u sto para la s a r te s, delicad a crítica . E l b uen r elig io so p erte­


n e c ió á lo s fran ciscan os del orden te r c e r o , y falleció en sn
c o n v e n to de G ran ad a, á p rincipios de e ste s ig lo . H e m o s con ­
sultado tam bién á P o n z , V ia je de Msp-,, to m . 1 8 , carta 4 ; y
á Cean , S u m . de a n tig ü e d a d e s r o m .
^ L a s colon ias correspondan á H a r to s y á M a rm o lejo .
P lin io (iíis í.íM iíM r .jlib . 3 , cap. 1 ) d istin gu e á / ímcí, colon ia
V ir tu s J u li a , en e l co n v en to cordobés , d e I tu c c i población
estip en d ia ría en e l gaditan o. A u r ig i e s J a é n ; su s h ab itan tes
eran llam ad os aurigitanps y jis e r in o s , com o d igím os hablan­
do de la rev o lu ció n que apaciguó Sertorio; la d eriv a ció n , aun­
q ue in e x a c ta , no debe ex trañ arse a l con sid erar, q ue h o y m is ­
m o lo s v e d n o s de J a é n no s e llam an j a e n e s e s , sino jie n e r
s e s , y lo s d e B urgos n o b u rgu eses sin o b u r g a le s e s, y o tro s
m u ch o s q u e p u d iéram os c ita r .
2 P l i n . , H i s t o r . n a t . , lib . 3 , cap . 1 .
^ G u ad ix, B aeza, C azlon a, Á b la , L a G u ard ia, B aza,
Santo T o m é , L e z u z a , U beda, R u s , S ab iote.
^ P lin io M i s t o r . n a t . , lib. 3 , cap . 4 . C ortés y Lopes,
I d e a g e n e ra l de la E $ p . a n tig .
— 142—

Organi- limitó Augusto á instalar tribunales que


íof tribu! administrasen pronta justiciadlos organizó para
nales. que sus sentencias fuesen dictadas con prudencia
y sabiduría. Los procónsules del país agregado a
la Bética, y los propretores ó lugartenientes del
César en la provincia Tarraconense, promulga­
ban edictos nuevos relativos al órden y discipli­
na de los pueblos, ó reproducían los de su ante­
cesor ‘ : con arreglo á ellos y respetando siempre
los fueros y privilegios, aplicaban la ley. Sus tri­
bunales eran muy diferentes de nuestras audien­
cias , en las cuales determinado número de jue­
ces de asiento continuo falla los asuntos someti­
dos á su examen. El jefe romano .formaba un
concejo de 20 padres de familia elegidos entre
los mas ricos del país, los mas íntegros y de mas
acrisolada reputación, quienes aseguraban con
sus deliberaciones el acierto en los fallos de aquel
magistrado El respectivo jefe de cada provin­
cia presidia con espléndido aparato de^ toga pre­
texta, de siba curul, y ostentando bajo el dosel
la espada y la lanza como emblemas del imperio
y jurisdicción, el acto respetable en que decidía de
la vida y hacienda de los ciudadanos. Los conse­
jeros escogidos, los jurisconsultos citados para
esclarecer las cuestiones ó para defender á las
partes, ocupaban asiento inferior al del presiden­
te, aunque elevado sobre el lugar destinado para
el auditorio. Las partes alegaban pública y ver-
bálmentesus derechos , y fijaban en breve el pun­
to de la cuestión. Si era necesario justificar al­
gunos hechos con pruebas, se comisionaba á un

^ H e in e c io , M i s t . j u r i s r o m a n i, ca p . 3 , p árr. 7 7 y
sig u ie n te s.
2 A d a m , A n tig . rom ,¡ to m . 2 , p ág. 3 8 3 .
— 143—

jurisperito que exam inándolas, consignase su opi­


nión R educido e l ju icio a b r e v e s trá m ites, y ase­
gurada la iusticia con el voto d el jurado ó con ce­
lo popular , dictaba sen ten cia e l m agistrado su p e­
rior *. L a parte agraviada p o d ia apelar al sena­
do ó al em perador m ism o L o s d u n viros, co ­
m o m as adelante v e r e m o s, ten ian ju risd icción e n
asuntos de m ínim a cu an tía, y d e sus fallos se ap e­
laba al je fe d e provincia. E staba p rescrito á los
gobernadores y á cuantos agen tes in tervenian e n
fos j u ic io s , que u sasen exclu sivam en te d e la len ­
gua la tin a , valién dose en caso n ecesario d e intér­
p retes
La gloria mas pura, las alabanzas mas cumpli­ Alabanza.
das merecen los nombres inmortales de Mecenas.
y Agripa amigos de Augusto, á cuyos consejos,
debieron los pueblos contemporáneos y los d@=
nuestro país entre ellos, favores y prosperidad*.
Sujetos los soldados á mm disciplina severa, á
responsabilidad sus jefes, y sometidos b s demás
agentes á la vigilancia superior de un poder fuer­
te y vigoroso, tenian facultad para proteger, y
restricciones para oprimir. Nuestros pueblos, sin­
tiendo palpablemente un ventajoso cambio, ben­
decían la paternal autoridad del jefe del imperio.
Carecian, es cierto, de esa Ibertad política, que
cuando no afianza la paz, la seguridad y la justi­
cia es un nombre, una ilusión quimérica; mas

^ A d am , A n ti g . vom .^ % y T r a ta d o de la a d m in ú -
tr a e io n de j u s ti c ia . tí
2 B u le n g e r ió , D e im p e r io rom an o^ lib . 4 , cap . o i . i>u-
k n g e r io ó B o u la n g e r , je su íta fran cés sa p ien tísim o ^ cu yas
obras han sido deb id am en te elogiad as p or B aile y b abricio,
no debe se r confundido con otro B o u la n g er, fam oso por su im ­
piedad , su erudición in d igesta y su s estra v a g a n tes e s c n
3 V a le r io M á x im o , lib . 2 . C icer. In> V e rre m -
— 14 4 —
gozaban en cambio de orden >de reposo > y de los
dulces beneficios que constituyen la verdadera
libertad. La intervención dé ciudadanos respeta­
bles en los actos solemnes de justicia revela, que
no eran desconocidos á nuestros pueblos antiguos
los principios de una institución, que boy preco­
niza el error como resultado de la moderna sabi­
duría. Puede asegurarse que los generales de la
república devastaron nuestras comarcas, y que
Augusto las conquistó con su justicia y su pru­
dencia.
Reformas Si es laudable la conducta de Augusto, por
de hacien­
da. baber organizado con acierto la administración
de justicia, y asentado esta base primordial de
morabdad, merece igual alabanza por su cuerda
dirección para arreglar la bacienda, que es ele­
mento indispensable de buen gobierno. Los histo­
riadores, limitados por lo común á referir aque­
llos sucesos que cautivan la atención, y propor­
cionan amena lectura, desdeñan el exámen de las
instituciones parciales: guerras, combates, en­
tretenidas anécdotas oscurecen la narración árida,
pero útil de las disposiciones y de las leyes que
rigieron en nuestras comarcas, y á cuya influen­
cia debieron generaciones enteras feliz y .tranqui­
la vida. Las mejoras en el ramo de bacienda fo­
mentaron la riqueza, y la civilización de los pue­
blos granadinos. Durante la república los jefes
mismos que mandaban las tropas, disponian de
las rentas del país; fomentada su avaricia con la
fuerza, imponían contribuciones extraordinarias,
las arrendaban á especuladores inmorales, y los
repartimieátos eran asignados con injusticia y par­
cialidad. Augusto corrigió estos desórdenes en­
frenando el poder militar; fijó las cuotas de las
contribuciones, y á fin de precaver ulteriores abu
sos, nombró agentes que fiscalizasen la conducta
— 145—
del iefe superior, con obligación de dar cuenta
Y razón de los fondos manejados, y de fomentar
con su amparo á los pueblos que antes babian
sido impunemente escarnecidos Los tributos
repartidos variaban según la calidad de las pobla­
ciones, los derechos de que gozaban, y los pri­
vilegios particulares otorgados en clase de colo­
nias, municipios; ciudades latinas, confederadas
y estipendiarías.
Las provincias granadinas, favorecidas de un C olon ias,
cielo risueño, de tierra feraz, de suavísimo y
templado clima, hablan de ser necesariamente
antepuestas por los conquistadores del mundo
parapropagar su civilización, á otras comarcas
frias, nebulosas, inhabitables por la vecindad de
tribus bárbaras, y á las regiones del mediodía
molestas y abrasadas por los rayos perpendicula­
res del sol. Las circunstancias políticas de Roma
hicieron necesario el establecimiento de colonias.
La población acumulada en el estrecho recinto de
aquella capital, los veteranos que al fin de sus
campañas necesitaban ocupación y trabajo, y la
necesidad de atemperar los pueblos conquistados
á las costumbres latinas, dieron margen á aquellas
fundaciones. Roma se aliviaba del peso de la mu­
chedumbre que hervía en su seno, pobre, ham­
brienta y necesariamente inclinada á turbulencias
y motines. El soldado, que trocaba la paz de su
Logar doméstico por la penosa vida de marchas,
campamentos y combates, tenia un poderoso es­
tímulo para conquistar, sabiendo que al cabo de
sus años, cuando pasado lo mas florido de la edad
no pudiese su robusto brazo blandir la lanza, te­
nia asegurado el sustento de su persona y famh

Dion, lib. .53.


—146—
lia con una propiedad fija y estable; y Augusto,
al diseminar en regiones extrañas veteranos en­
durecidos en las rudas fatigas de la guerra, y ha­
bituados á los mas penosos trabajos, sabia aficio­
narlos fácilmente al dulce ejercicio de la agri-
cultura^ Por este medio, habitantes incultos co-
nocian los beneficios de la vida social, adquirían
mansedumbre, y se iniciaban en las costumbres
romanas: así la acritud y amargura del árbol
bravio se suaviza, ingertándole la dulce savia de
planta cultivada. Cinco colonias se establecieron
en nuestras comarcas con los nombres de Au­
gusta Gemela, de firtus Julia, de Julia Gemela,
de Fora Augustana y de Salariense, en las ciuda­
des de Tiicci, Ituci, Acci, Fibisosa y Salaria (Már-
tos, Marinolejo, Guadix, Lesusa, Sabiote ) *; en
algunas de ellas se fijaron bajo los auspicios de
Augusto legiones enteras despues de haber com­
batido contra los vascongados, siempre indómitos
y rebeldes al yugó extranjero Los colonos¡,
aunque ausentes de su patria, gozaban de los de­
rechos públicos y privados de ciudadanos roma­
nos; obtenian el beneficio de las leyes patrias en
sus matrimonios, en los derechos de paternidad y
filiación; adquirían sucesiones; otorgaban testa­
mentos ; teman facultad de aspirar á todos los
cargos civiles y militares, y trasmitían estos pri­
vilegios á sus hijos; en fin cada colonia era una
fracción de la misma Roma gobernada en un to-

< P lin ., H i s t . n a t u r , , lib. S ., c a p s. 1 y 2 , F lo r e s , MedU'-


lias de la s colon ias y m u n ic ip io s.
2 E n G uadix s e estab lecieron lo s sold ad os d e las le g io ­
n es 3 y 6 bajo lo s a u sp icio s de A u g u sto . F lo r e s , E s p . s a g r ,,.
tora. 7 , tra t, 7 . D . M iguel C ortés y L ó p e z , en su D ic c io n a ­
r i o , art. A c c i, y e n su s n otas á lo s g eó g ra fo s.
— 147—

do por las leves que en ella reglan ‘. Los habi-


tanfps de alaunas estaban exentos de impuestos;
los de todas ellas libres de la jurisdicción ordina­
ria de los aobemadores de provincia. La instala­
ción de nuestras colonias se hizo con solemne
aparato reUgioso. y era celebrado como un día
fausto y de regocijo publico el cumpleaños de la
fundación. Los comisionados para ella formaban
una lista ó padrón de todos los colonos, asignan­
do á cada uno tierras productivas con linderos
marcados, para que se dedicasen al cultivo ^ ;
puestos bajo la protección de los dioses los nue­
vos establecimientos quedaban declarados colo­
nias. Estas ciudades tenían el privilegio de acu­
ñar monedas, en las cuales se ostentan emble­
mas alusivos á su institución. Yénse grabados en
el anverso trofeos militares que recuerdan las
glorias de las legiones que en los respectivos pue­
blos reposaron de sus fatigas, y en el reverso los
animales mas útiles de la agricultura, un buey y
una vaca uncidos á la coyunda, significando que
el trabajo de la familia rústica y las tareas agrí­
colas, son el medio mas eficaz de prosperar y en­
riquecerse

* F l o r e s , M e d a lla s de las colon ias y m u n icip io sj, cap . 4 1 .


G ibbon j H i s t o r i a de la d e c a d .j to m o 1 , cap . 2 . C e a n , S n m .
de las a n t. ro m .j, en la in trod u cción . G r a v in a , V e im p e rto
rom ano^ lib. sin g ,j, cap . 4 6 . S igon io , D e ju r e a n tig u o uahce^
lib . 2 , c a p . 3 . F ila n g ie r i, C ie n c ia le g is la tiv a j c a p . 2 2 .
2 Colonice a u te m dictce s u n t , quod popu lu s ro m a n u s tn
ea m u n ic ip ia in s e r it colonos^ v e l ad ip so s p r io r e s m u m c tp to -
ru m populos coercendos^ v e l a d h o stiu m in c u rsio n e s re p e l e n -
d o s. S ic u lo F la c o , D e in d ic tio n e agrorum ^ cap . 2 .
^ O p p id a co n d eb a n t in L a ti o <, etru sco r i t u , m u lta ^
e s t , ju n c tis bobus t a u r o , e t v a c c a in te r io r e a r a tr o circuma-^
g e b a n t sulcum . V a r r o n , D e lin g u a l a t i n a , c a p . 1 . L a s m e a-
lla s de n u estras c o lo n ia s rep resen ta n á la vaca p or la par
de a d e n tr o , dando á e n te n d e r , por rito tom ad o de lo s e ru -
, -^148-
Mtmici- Augusto, al plantear colonias, atendió al inte­
pios.
res particular de Roma y á la recompensa inme­
diata de sus soldados; pero los privilegios y fue­
ros conservados á otras gentes, revelan la noble
intención de hacer mas y mas extensivos los be­
neficios de una bien entendida libertad. Había en
nuestras comarcas, además da las colonias, otras
ciudades que con el nombre de municipios con­
servaban las leyes, los ritos y ios usos de sus ma­
yores. Los moradores del municipio no podían
vanagloriarse con el título lisonjero de ciudada­
nos romanos, pero participaban de los privilegios
de tales, sin estar sometidos á sus cargas. El mu­
nicipe estaba exento de las leyes romanas, valía­
se con toda libertad de sus propios fueros, usos y
costumbres, que los romanos, como conquistado­
res sagaces, habían mantenido ilesos en los pue­
blos principales, y era admitido á todos los cargos
honoríficos que se concedían á los ciudadanos ro­
manos : podia militar en las legiones, con la mis­
ma consideración que cualquiera de estos; tenia
derecho á iguales ascensos y aspiraba sin obstá­
culo á magistraturas y altos empleos. Solo se di­
ferenciaban los municipios de las colonias, en que
estas eran una sección de la misma Roma, en
las cuales radicaban de hecho los privilegios de
ciudadanos romanos, y en los municipios se ob­
tenían los honores y cargos por participación y
otorgamiento especial Én calidad de municipios
florecieron el lílugonense y el Tugiense, agregados

CCS , que á la mujer corresponde el cuidado del hogar domés­


tico , y al hombre la protección de su compañera y el trabajo
fuera de la casa.
^ Aulo Gelío (iVoGí. aíícjlib. 16,cap. 13) explica con
s ^ a claridad la diferencia de colonias y municipios; M u n i­
cip e s ergo su n t m e s r o m a n i eas m m k i p m ^ legibus s u is j &
— 1 49—
al convento de Cartagena *; el Sinjri&nse y el
Anlkañense, al de Ecija; el d e F o m M tum, el
Urqabonense, el lUibentano y el Fontijicense. al
de Córdoba ®: alanos de ellos son hoy poblacio­
nes de importancia. ,
í^r»7ahan en nuestras comarcas otros pueblos , Ciudades
del derecho del Lacio, los cuales no participaron
de las altas prorogativas de ciudades romanas, ni
merecieron las consideraciones de las colonias y
municipios ; mas no por ello se privó á los mora­
dores de la esperanza de granjearse los privile- ,
gios é inmunidades de ciudadanos. Los vecinos
que hablan obtenido alguna magistratura munici­
pal , ó desempeñado algún cargo oneroso, ó que
por su mérito y sus talentos se hacian notables,
aspiraban seguros á los honores de ciudadano ro­
mano. Así no habla familia medianamente aco­
modada en la ciudad latina, que no solicitase una

m o j u r e v ie n te s ^ m u n e ris ta n tú m cu m p o p u lo ro m a n o hono­
r a r i i p a r tic ip e s ,* á quo m u n ere capessendo a p p e lla ti v id e n tu r
n u llis a liis n e c e ss ita tib u s, nec u lla p o p u li R o m a n i lege a s ­
t r i c t i ......... S e d C o lo n ia ru m a lia n ecessitu d o est^ n on e n im
v e n iu n t e x tr in se c u s in e iv ila te m y nec su is ra d ic ib u s n itu n tu r
sed e x civitate q u a si p ropagatoe su n t ¿ & j u r a im ii lu t a q u e
o m n ia p o p u li R o m a n i j n on s u i a r b i t r i i h a b e n t: quos ta m e n
c o n d itio , cu m s i t m a g is o b n o x ia j & m in u s lib e r a ; p o lio r ta=
m e n j & p ra esta b ilio r e x is tim a tu r p r o p t e r am plitu din em ^ m a ­
je s ta te m q u e p o p u li R o m a n ij cujus istae Colonice q u a s i effigies
p a rvo s j sim u la cra q u e esse qucedam v id e n tu r . Bermiidez de
Pedraza, ensalzando la calidad del municipio lllib ie r ita n o ,
hace oportunas observaciones sobre la organización de lasco-
lonias y municipios, H t s t o r . ecca. de éfra%part, i, cap. 12.
Buleng. De im p , r o m ., lib. 7, cap. 1.
- * B. Estéban y Toya. Jimena, A n a le s ecles. de J a e n ^ p é -
ginas lS, 37, Í89y 200.
^ El CastilloD, Antequera, SaniaPotenciana, Arjona,
Elvira y Porcuna, Algunos municipios y ciudades importan­
tes tenían calificaciones análogas á su posicioQ| á su culto d á
sus productos.
— 150—

gracia, por la cual sus hijos podían militar en las


legiones, desempeñar destinos lucrativos y ser
útiles á la patria que los adoptaba. De las pobla­
ciones que gozaban del derecho del Lacio en
nuestras comarcas, la mas célebre fué Cdstulo
(Cazlona) '
L ib res y Llamábanse libres otras ciudades, las cuales
federadas.
sin estar pobladas de ciudadanos romanos y sin
poder sus vecinos aspirar á los honores de estos,
cual los municipes y latinos, regíanse sm embar­
go por sus propias leyes. Como libres tenian dé-
recho de propiedad en sus campos y estaban en
ciertos casos exentas de la jurisdicción del ma­
gistrado romano. Convenian con las anteriores
las confederadas, á cuya clase pertenecían Ma­
laca y Suel ( Málaga y la Fuengirola), en las co­
marcas granadinas. Libres también, habían enta­
blado perpetua paz y alianza con el gobierno ro­
mano, pero reconociendo su poder y soberanía.
Gozaban el título de amigas y aliadas, que no se
concedía á las libres; y la memoria del pacto,
que afianzaba la unión recíproca, era perpetoa-
da en tablas de bronce tenidas en el Capitolio
E s tip e n - Los pueblos restantes eran estipendiarios, de­
diarias. pendientes de los magistrados romanos y some­
tidos al pago de las contribuciones directas que
de las personas y, de los campos (solí et capitis)

^ S lg o n io j u r . a n tig . ItalicB j lib . 2 ) y S p a n h e im , ó


Span h em io^ com o le nom bran m u ch o s a u to res e sp a ñ o le s
^ O rb . fo m .j, c a p s. 8 y 6 2 ) , han exp licad o n ro lija m en te la s
c o n d icio n es que con stitu ían e l derecho dep L a c io , é ilu s­
trado la n o m u y sabida leg isla ció n m unicipal de lo s ro m a ­
n o s . S a v ig n i ha prestad o un se r v ic io em in en te á la ju v e n -|
tud e s tu d io s a , dando n ocion es ta n e x a cta s com o con cisas de
m ism o a su n to .
2 P li n ,, H is to r * n a t . , lib. 3 , cap . 1 . F lo r e s , M edallas^
cap. 1 2 .
—151—
paeabaii los vecinos. Sus tributos ingresaban en
d erario de Koma. á diferencia de los exigidos
á los libres y confederados que se invertian en
beneficio de la misma ciudad, construyendo tem­
plos fuentes, acueductos, canales de riego y otras
o b r i de utilidad pública, y solian perdonarse en
tiempo de escaséz Aunque los pueblos estipen­
diarios se hallaban sobrecargados, prosperaban
no obstante en clase de tales los bastitanos, los
oretanos, los mentesanos, los biacienses, los ber-
gilienses, los aurigitanos, y otros de las provincias
granadinas reducidos á la misma desventajosa
condición
Clasificados de esta manera nuestros pueblos Quietud
de nues­
en tiempo de Augusto, continuaron en la misma tros_ pue-
forma bajo sus sucesores. Los habitantes todos, blos.
en vez de aborrecer el yugo extranjero, se acos- _
tümhraron á una dependencia bajo la cual con­
servaban las tradiciones de sus mayores, vivi an
amparados de leyes sabias, y libres de las turbu­
lencias que tan fatales fueron á sus abuelos. Ro­
ma, fiel á los principios de una noble política,
recogia el fruto de su moderación y de sus úti­
les establecimientos.
Aunque participaban nuestros pueblos de inal-Reformas
terable tranquilidad, Vespasiano, haciendo exten-

^ Flores, M e d a lla s .
2 Plin., H i s t . n a t . j lib. 3, caps. 1 y 3. Corresponden á
Baza, La Guardia, Santo Tomé, Baeza, Berja , Jaén. Algu­
nos han dudado sí Jaén fué municipio ó pueblo estipendia­
rio ; Plinio lo designa claramente en esta última categoría.
Habiendo clasificado á los pueblos antiguos del país grana­
dino , debemos advertir que A ceiy A b d e r a A c e in ip o , A s t a -
j

pa^ C a s tu lo j E scu a^ I l li b e r ij I l li tu r g h lllu r c o j Itu ci^ M u n -


d ü j M n rg ij. O bulco y T iíccí’acuñaron moneda. Véase la tabla
de pueblos antiguos y modernos al fin de este tomo.
— 152—
sivo ei derecho del Xacioá lodos iiidistiiitameate*j,
' afianzó mas y mas su quietud y ventura. Marco
Aurelio, modificando posteriormente los tributos
del imperio > concedió honores de ciudades ro­
manas á muchas de las nuestras, exiniiendo á
los vecinos agraciados de los cargos que imponía
el derecho de ciudadanoy privándoles de algu­
nas de las ventajas que el mismo proporciona­
ba Caracala por liltimo ®interpretó el edicto
de Marco Aurelio, ampliando para todos los súb­
ditos del imperio el derecho de ciudadanos, y
abolió las diferencias que mediaban entre las co­
lonias, los municipios y los demás pueblos de
nuestro país,
Adminis- Daríamos una idea imperfecta del estado de
mSiicbal provincias granadinas bajo el imperio, si li-
de uues- mitados meramente á la narración de los hechos
tros pue- notables, no descendiésemos á los minuciosos de-
blos. talles del régimen particular y de la admimstra-
cion de cada una de las poblaciones. La misma
oportunidad, el mismo acierto, la profunda sa­
biduría que han granjeado á las leyes civiles de

1 Universos Hispanice Vespasianus Imperator Angustus


jactatus procellis reipublicw^ Latii jus tribuit, Plio. Histor.
natur,, lib. 3, cap. 3.
3 J. P. Mahner. Commentatio de Marco Aurelio Antoni^
no, constitutionis de civitate auctore. TQYimos noticia de esta
disertación por una nota que Mr. Guizot pone en el cap. 6
de la obra de Gihbon; y pudimos adquirir un ejemplar casual­
mente , revolviendo vetustos libros en un baratillo de esta
ciudad de Granada. Parece verosimll que Marco Aurelio fué
el autor del edicto otorgando los derechos de ciudad á todos
los habitantes de las provincias , y no Caracala, á quien se
lo han atribuido algunos escritores.
3 Dion, líb. 77. Gibbon revela los motivos que tuvo el
abominable Caracala, para conceder los derechos de ciudad
á todos los pueblos sometidos á su imperio. El tirano fué es­
timulado por su avaricia.
-1 5 3 --
los romanos el título de razón eseriia, brillan en
sus disposiciones municipales y administrativas.
Las unas y las otras son el resniíado de la mas
detenida reflexión^ de la mas acrisolada experien­
cia , y aunque el estudio de las primeras goza de
mas merecimiento, puede afirmarse que las se­
gundas ejercieron en nuestra patria mayor y mas
eficaz influjo. Luego que una población contenia
suficiente número de vecinos , organizaba su cu­
ria ó ayuníamientOj cuyos miembros son llamados
en las leyes decuriones y curiales: de estos eran
elegidos los duúnviros y otros magistrados mu­
nicipales. Los hijos reemplazaban á sus padres en
el oficio de decuriones, y los nombres de unos y
oíros se inscribian en un registro tenido al efecto.
La corporación constaba de 7, 10, ó 20 indivi­
duos, según la calidad del pueblo y número de ve­
cinos: ningún morador podia ser curial antes de
los 25 años, ni despues de los 7 0. Los romanos,
que bajo los auspicios del senado babian condu­
cido sus águilas altaneras por remotas provincias,
quisieron asimilar el gobierno de los pueblos con­
quistados á la constitución de aquella asamblea, y
consideraron senados en pequeño, á las curias
ó ayuntamientos de cada ciudad: sus miembros
eran honrados con el título de consejeros y cuasi
senatores; no podían serlo los infames, los imbé­
ciles, los que obtenían otros cargos incompatibles
con el desempeño de aquel destino, y principal­
mente los que calvecían de una renta decorosa
Los decuriones estaban apuntados en un album 6
registro con expresión de las dignidades que an-

j yéase el lib. 50 del D igesto^ tifc. íO , A d m u n ic ip a le m


El decurión había de tener 100.000 sestercios,
e ae in c o lis.
que equivalen á 66.154 rs. vn. Adam , A n tig ü e d , ro m .
n
—154—
terioniiente hablan obtenido ^ bien fuese por en­
cargo del príncipe^ bien por nombramiento de la
misma municipalidad. En las votaciones prestaban
sil voto primeramente los agraciados por el prín--
cipe, despues los que habian sido decenviros ó
magistrados de otra categoría, y por último los
restantes miembros por el orden en que estaban
inscritos b La curia”celebraba sesiones, siempre
que alguna de las autoridades municipales babia
menester sus consejos, para adoptar providencias
interesantes al procomún; y para que fuesen váli­
dos los acuerdos, eran necesarios los votos de las
dos terceras partes de los individuos La corpo­
ración ilustraba con sus consejos á los magistra­
dos municipales, admitía los médicos, profesores
de la lengua griega, de ciencias y artes, y les
asignaba salarios con beneplácito del príncipe:
á la misma incumbía acordar la construcción de
obras públicas, y en una palabra, entender co­
mo consejo ó cuerpo consultivo en todos los ra­
mos de administración interior de las ciudades,
encomendando la parte ejecutiva á los duúnviros,
ediles, procuradores del público, defensores y
á otros agentes subalternos. El cargo de curial
aunque honorífico era oneroso; los decuriones
no podían enajenar, sino con ciertas restricciones,
sus bienes afectos á responsabilidad; costeaban de
sus fondos patrimoniales algunos espectáculos pú­
blicos, y suplían de sus haberes el déficit de las
contribuciones asignadas á la población, cuya co­
branza les estaba encomendada. En cambio go­
zaban el privilegio de que ni á ellos ni á sus bijos

^ lib. 50, tit. 3. D e


D ig e s to i albo sc rib e n d o .
2 lib. 50, tít. 9. D e
D ig e s to j d e c r e tis ah o rd in e fa c ie n ­
d is j y particularmente la ley 3.
til familias, sé les podia castigar con la pena áfrem
tosa de los plebeyos. Era además costumbre de
aquellos tiempos concadar á los decuriones y re­
munerarlos con espléndidos regalos, cuando al­
gún hijo de familia vestia la toga viril, contraía
nupcias ó cuando celebraban las familias del pue­
blo algún regocijo doméstico
Del orden de los decuriones se nombraban dos búanvi*
individuos, quienes^ con el nombre de duúnviros,
ejércian las atribuciones y obtenian los honores
y privilegios de autoridad principal del pueblo :
sus encárgos eran anuales ^ y se prorogaban en
la misma persona cuando los habían desempeñado
satisfactoriamente. El nombramiento de los dmín-
viros se verificaba en junta de decuriones, tenida
en las calendas de marzo ^ ; y se procuró desig­
nar para esta magistratura á hijos de familia ó á
padres de ella, quienes por su linaje y dotes per-^
sonales estuviesen al abrigo de la corrupción, y
por su riqueza ofrecieran garantía de una admi­
nistración pura y desinteresada. Si el duúnvir re­
husaba adnaitir el encargo ó se ocultaba, erares^
ponsable de los perjuicios ocasionados por su re­
beldía y precisado en castigo á desempeñar por
dos años el destino Los duiínviros vestian to­
ga^ iban precedidos de lictores con haces en sus
distritos; eran jueces preventivos de ciertos asun-^
tos que requieren perentorio y pronto despacho;
castigaban las culpas de los siervos; decidían en
juicio verbal puntos de mínima cuantía; daban

, ^ B ig e stO j iib. 50, tít. 2. D e d ecu rion ibu s e t filiis eoru m .


Uuleng., D e im p . r o m ., Iib. 7. cap. 3. D e c u riis c im ta tu m .
Buleng., D e im p . r o m ., Ub. 7, cap. 8. D e e le c tio n e de­
cu rio n u m e t m a g is tr a tu u m m u n ic ip a liu m .
^ Buleng., ¿e «wp. i*om.
—156—
tutores y curadores á los menores; adoptaban?
emancipaban, manumitían; eran ios encargados
de policía, persiguiendo á ios criminales y entre­
gándolos para ser juzgados al juez ordinario de
la provincia; tenianla iniciativa, como presiden­
tes de las ciudades, para proponer la construc­
ción de obras útiles y de ornato público; cuida­
ban dei recto manejo de los fondos municipales^ y
mantenían el orden y la tranquilidad, á preven­
ción con las demás autoridades
Duiínvi- Las respetables ruinas esparcidas en nuestros
Tos céle­
bres de
yermos y despoblados, y algunas inscripciones,
nuestras que ni los bárbaros ni la carcoma de ios siglos lian
ciudades. corroído aun, indican los nombres de algunos du-
únviros á quienes sus pueblos benévolos erigieron
monumentos y honorificas memorias. La colonia
Julia Gemella (Griiadix) ha trasmitido á la poste­
ridad recuerdos de Germánico yDmso, hijos de
Tiberio, quienes por los años 15 á 18 de la era
cristiana, obtuvieron en ella los honores de duún-
viros Lucio Porcio Sabilio, duúnvir de Anteqne-
ra, dedicó con dinero propio una estatua á Ves­
pasiano, que tantos beneficios prodigó á nuestros
pueblos Cayo Semproniano, dos veces duúnvir
de Jaén , costeó en compañía de Sempronia Fus­
ca Vivía, unas termas ó baños públicos, conoci­
dos hoy con el nombre de baños de D. Fernan­
do Marco Junio Longino, dos veces duúnvir

^ Leyes del B tgesto^ en todo el tít. 1 del lib. 50. Gotbo-


fredo , C o m e n ta rio á la ley 26 del mismo tít. y lib. Buleng.,
lib. 7, cap. 9. D e p o te s ta te d u u m v irú m .
^ Masden, M e d a lL de A c c i, n. 598.
^ Sánchez Sobrino , V ia je topográfico desde G r a n a d a á
L is h o a j pág. 123, iacripcioaes de Ántequera, nám. 10. Mas-
deu, inscrip. 664.
^ Morales, A n tig .j, fol. 61. Masdeu , inscrip. n. 669.
— 157—
de Málaga y tres sustituto, construyó un simtuo-
so-lavadero público con espaciosos aposentos y
ricos utensilios de cobre ^ La curia de Ronda la
Yieia erigió espontáneamente una estatua á Mar­
co Fabio^ronton, por los beneficios yie el vecin­
dario babia reportado bajo su administración 2 .
Lucio Memio Severo mereció en Arcíiidona idén­
tico honor por su buen comportamiento; mas
agradecido á la generosidad de sus conciudadanos,
costeóla dedicación Lucio Junio Juniano, duún-
vir de Ronda, oriundo de una familia distingui­
da y opulenta, mandó en su testamento que se
le sepultase en un suntuoso sepulcro; su liberto
y heredero Lucio Junio Aucilnio, propuso á los
decuriones que las cantidades legadas para la
sepultura, se invirtieran con mas honor en la
erección de dos estatuas. La curia accedió á ello
V se erigieron ambos monumentos bajo la direc­
ción del liberto En Barbernia, Lucio Fabio Se­
daño, desempeñó satisfactoriamente el propio
cargo de duúnvir En Martos, los duúnviros
Quinto Fabio Celso, Lucio Mumio Rufo, Cayo
Julio Scena, conservan en claras inscripciones sus
nomiores estampados por el pueblo y por familias
propias Marco Yalerio Pauliano, duúnvir de Por­
cuna, mereció por su celo los honores de una es-

^ Masdeu (n. 673) y el autor de las C o n v e rs. M a la g . ín-


sertaa la inscripción de donde hemos adquirido esta noticia.
Medina Conde pone algunos reparos á la inscripción de Mas­
deu, fundándose en el descubrimiento de una lápida que, se­
gún el P, Roa , se hizo en Eciia con idénticas letras.
2 Convers. Malag.j tomo 2, pág. 55, inscrip. 9.
2 C o m e rs , M a la g .jto m o %
^ Comers. M alag. tomo % pág. 92, ipsctip. ^eAmma^
núm. 2.
^ Clavel', Conjeturas sobre Marhella, inscrip. al fol. ^2.
® Masdeu, inscrip. núm. 674 , Q75^ 676.
158^ —

tatúa costeada por el vecindario. Cayo Cornelio Ce-


son, construyó en el mismo municipio un gracioso
monumento público, inscribiendo abajo su nombre;
y en él también ejerció el duúnvirato Aufidio Píra-
mo, que antes lo liabia obtenido en Córdoba
Ediles, De la clase de decuriones se nombraban otros
magistrados, que con el nombre de ediles, aten­
dían al régimen interior de cada ciudad. El edil
fiscafizalía escrupulosamente la conducta de todos
los ciudadanos; era un agente encargado de vigi­
lar por los intereses mas inmediatos del público;
cuidaba déla exacta proporción de los pesos y me­
didas, y de la fidelidad de los abastecedores, eter­
namente propensos á medrar con astucias: pre­
sente en los mercados, permitía la venta de man­
jares sanos y nutritivos, é inutilizaba los nocivos,
con facultad de multar á los estafadores y de man­
tener el órden en plazas y abacerías Casi todos
los duúnviros mencionados anteriormente obtuvie­
ron los cargos de edil, como asimismo otros mo­
radores, entre los cuales se cuentan Lucio Emilio
y Marco Junio en Porcuna, Lucio Octavio Rús­
tico y Lucio Granio Balbo en Málaga
D e fe n so - Para asegurai’ mas y mas la buena administra­
r e s de la cion de los pueblos y combatir la influencia de
p íe t e .
los decuriones y magistrados municipales, quie­
nes por su estado, riquezas y atribuciones hubie­
ran podido hacer perniciosas sus facultades, nom­
brábase en cada uno de aquellos, un procurador

< M asd eu , in se r ip . n ú m . 6 8 2 , 6 8 3 , 6 8 5 . V é a n se la s in s­
crip cio n es q ue reu n im o s en u n o de lo s ap én d ic. de e ste lo m o .
2 Buleng. D e im p . ro m .j, lib. 7, cap. 15. D e ed ilib u s.
Heinecio, H i s t . j u r ü rom.j> pár. 75, 218. Adatn, A ntig> ro m .
pág. 337. Caro, C o r o g r a fía d e S e m lla ^ cap. 10, pág. 17,
2 Masdeu, inserip. n, 713,714.
—159—
ó defensor de la plebe. Aunque en pequeño cír­
culo representaba este destino el mismo poder
nue el del tribuno del pueblo en Roma. Se ele-
L el procurador entre alguno de los vecmos dig­
nos V W a d o s que no pertenecían a la cuna. Sus
atribuciones eran idénticas a las que hoy se con­
ceden por nuestras leyes al síndico o procurador
del común; y su cargo duraba 5 años ‘ .
Nuestras ciudades tenían bienes propios , tier-
ras concejiles y extensos baldíos para común uso ¿g bienes
Y aproyecbamiento, y á veces fondos en frutos ó públicos,
en metálico que negociar: estos caudales reque­
rían estipulaciones 7 contratos y una ocupación
asidua en buena administración. Para ella nom­
braba la curia un empleado, que bajo seguras
fianzas y apremiada responsabilidad, se bacía car­
go de aquellos caudales, obligado á rendir cuen­
tas minuciosas de su administración. Mucbos de
ios bienes consistian en tierras incultas, en de­
besas para pastos y cria de ganados, en montes
que, exigiendo crecidos gastos su roturación, no
habían podido distribuirse a los ciudadanos ro
manos y quedaron por eUo baldíos y comuna­
les. Estas fincas, subastadas publicamente, se ad­
judicaban á los que querían cultivarlas por mas
precio, pagando un canon moderado los arren­
datarios de campos fructíferos, inferior os e
montes é ínfimo los de pastos: tales rentas se
aplicaban en beneficio de la ciudad. Los decurio­
nes tenían prohibición rigorosa de arrendar pm a
sí directa ni indirectamente este ramo de ha-
' cienda

1 Buleng., lib.7,cap. 12 , B e defem orihus


2 Caro, C o ro g r. de S ev illa ^ cap, 10, ^ ' ^
m m e r . e t oM c. al tit. SO del B i g e s t . ^ j las del tit. que tien
— 160 —
E m p lea ­
dos suba!_ ^ Los magistrados de las ciudades tenían á sus
te m o s . ordenes otros agentes subalternos que les ayu­
daban en el trabajo material de sus funciones:
eran porteros 5 copiantes ó escriba­
nos (cornicularii); encargados de formar el censo^
con expresión minuciosa de los bienes de los ciu­
dadanos, de los individuos de cada familia (ta-
bullani). Con este último título instituyó Antonino
Pio otros oficiales, empleados en llevar tablas ó
í*egistros de todos los acuerdos de la curia !.
Impues.
tos.' ^ Á las arbitrarias y capricbosas derramas de los
jefes de la república, sucedió un método en la
imposición y cobranza de tributos. Tan prove­
choso y trascendental fiié este arreglo, que nues­
tros pueblos, aunque recargados con impuestos
particulares en beneficio de Roma, pudieron re­
ponerse de los intensos males padecidos durante
la república, y acrecentarse en breve. Pagaban
nuestras ciudades ( menos las inmunes) una con­
tribución de cuota fija en granos, que por ser el
La vigé- 5 p 7o ó de 2 0 una, se llamaba vigésima. Estos
G¡ma.
frutos eran consumidos en la misma Roma, y el
senado señalaba el precio á que debían pagarse,
considerando la exacción como una venta forzosa.
Las curias ó ayuntamientos estaban encargadas
de su cabal recolección y de su entrega'al jefe
de la provincia. En tiempo de los primeros em^
paradores, compañías de banqueros tomaron á
su cargo por un precio alzado, la cobranza de
esta renta, que les procuró saneadas ganancias y
crecido lucro 7 .

por epígrafe I)e a d m im s tr a tio n e re r m n a d rernp v e r tin e n


tm m . Baleng., libr. 7, cap. 16.
1 Biileng., en torio el lib. 7.
Buleng, lib. 9, cap. 6, í ) e v e c tig a lib u s A fr ic m et U is~.
— 16J.—
En nuesü’as provincias cobrábase otro im­
puesto eventual, pero de rauclia consideración, Las su­
consistiendo en el 5 p ®/o de todas las sucesiones. cesiones.
Augusto estableció esta renta para tener fondos
con que cubrir los gastos extraordinarios de guer­
ra , atender á la paga de los soldados en activo
servicio, y recompensar á los veteranos. Un tri­
buto , que en el trascurso de algunos siglos ba-
bria devorado el patrimonio de todas las fami­
lias , produjo tan desagradable impresión y ori­
ginó tan graves dificultades, que su autor mismo
tuvo que modiñcarle con favorables excepciones.
Por ellas, no se exigió el 5 p % cuando la be-
rencia era escasa ó debía recaer en parientes pró­
ximos. Así no quedaron defraudadas las natura7
les esperanzas de los allegados, las afecciones
mas dulces de la vida podían satisfacerse cumpli­
damente por los testadores, y el patrimonio de
las familias pobres no se sepultaba en el abismo
insondable del fisco. Quedó por tanto limitado el
impuesto á las berencias tramitidas á extraños.
Justo era que aquel, cuya fortuna se acrecen­
taba de una manera inesperada > consagrase el
5 p % en beneficio del estado U
En A m , en Tucci, en Salariaren Malacar en benta de
Illiberi, en Obulco, en Wescania, en Cartima, en
otras muchas ciudades ricas que ya liemos men­
cionado , moraban familias distinguidas, romanos
de alta clase, que ostentando esplendente lujo,
vivían con la blandura, el regalo y la opulencia

p a n iw . Jovellanos, Xeí/ a g ra r .,p & T r. 9. InscripcioD hallada


en Cerro León ( despoblado junto á Antequera) que inserta
banchez Sobrino á la pág. 155 del V ia g . to p o g r,
. _ Dion Casio, lib. 55 y 56. Plinio el Joven, Panegir.
■I r a j . j cap. 37. Gibbon, Hist. de la demd., cap. é, inscrip­
ción de las Convers. Malag,^ tom. 2, pág. 78.
—162—
que proporcionan los refinamientos de la civili­
zación y el esmero de las artes. Para ello se hizo
necesaria la introducción de objetos preciosos y
rarosj los cuales, recargados con derechos exor­
bitantes 5 aumentaban considerablemente la renta
de aduanas. La canela, la mirra, la pimienta, los
aromas de Arabia, los diamantes y esmeraldas,
las pieles de Persia y de Babilonia, el ébano, el
marfil, los eunucos,adeudaban á su entrada un
P Vo He este modo recibía fomento la in­
dustria del país y la opulencia pagaba con usura
sus frívolos caprichos.
Los con­ Otra contribución indirecta sobre los consu­
sumos.
mos se exigía á nuestros pueblos. Era el derecho
del 1 hasta el 10 p ®/o cobrado del precio de to­
das las cosas vendibles, ya fuesen bienes raíces,
Otra ren ya pequeñas menudencias indispensables para los
ta. abastos y uso ordinario. Las rentas de las tierras
adjudicadas al estado en tiempo de la conquista,
constituían también una entrada importante para
la hacienda romana
Las minas Ninguno de los muchos ramos de riqueza col­
maba las arcas del tesoro romano tan cumplida­
mente , como el producto de las minas, que be­
neficiadas en los montes de nuestras provincias,
surtían de plomo, de plata, de cobre, de zinc, de
hierro y de estaño á todo el imperio. En la par-

^ Buleng., Da rom., lib. 9, cap, 6. D e v e c tig a lib u s


Según Plinio, las mercancías de la India se
p o p u li r o m a n i.
vendían en las regiones occidentales de Europa á un precio
cien veces mas alto que el primitivo. E x h a u r ie n t e I n d ia e t
m e r c e s r e m ite n te ^ quce a p u d nos c e n tu p lic a to v e n e r u n t. H is^
tg r . n a t u r ., lib. 6, cap. 23. La ley 36 del tít. k D e pu blica^
n is en las P a n d e c ta s puede considerarse como parte del
arancel de aduanas en tiempo del imperio.
3 Tácito, A n n a l.
- ,1 6 3 -
t6 oriental déla provincia de Alineria, en las sieiv
ras de Vera y Baza^ se descubren lioy vestigios de
explotaciones romanas, y por ell^ puede calcu­
larse la cantidad de metales extraídos de nuestro
suelo. En la sierra de Gádor, tan fecunda en plo­
mo se conservan trabajos antiguos: y Plinio y
Estrabon ‘ hablan de las minas inmediatas á Caz-
lona, que hoy dia permanecen inagotables, á la
misma altura de producción que en tiempo de los
dos ilustres geógrafos. En la serranía de Ronda
se descubren pozos y profundas galerías artificia-

Estrab.j lib. 3. Plínio encarece los metales españoles;


Metallis plumbij ferrij eeris, argenti^ auri tota fermeHispur
nia scatet. Histor. natur., lib, 3, cap. 3. Lospozos incoados
por Aníbal eran tan abundantes de plata, que Plinio se ma­
ravillaba de sus riquezas. Mtrum , adhuc per Hispanias ah
Annibale inchoatos puteos durare^ sua ab inventoribus nomi-
na habentes. E x queis Bebelo appellatur hodiequejqui CCC
pondo Annibali subministravit in dies. Plin. Histor. natur.
lib. 33, cap. 6. D. Antonio Ponz dice sobre la mina de Bébe-
lo: «A dos leguas de Linares está un sitio que llaman el Por­
tachuelo de la Jara, y á su lado al oriente cerca el camino de
Baeza y una legua de la nueva población llamada el Hospi-
talillo, se encuéntrala mina de los Palazuelos, donde se ven
las ruinas de una gran casa y castillo que sin duda se hizo pa­
ra guardar dicha mina, abundantísima de plata. Según histo­
rias remotas era posesión de aquella señora Himilce que casó
con Aníbal viviendo en. Castulo ( Cazlona), y este sin du­
da es el Pozo que Estrabon, Pünio y otros autores clásico|
llaman de Aníbal Bebelo. Pertenece hoy á la ciudad de Bae­
za por provisión ganada á su favor en 1550 para que Sanchq
Venero, Gonzalo Rodríguez y compañeros no trabajasen
mas en dicha mina.” Viaje de Esp., tom. 16, carta 2.^ Ma^
riana, Histor. de Esp., lib. % cap. 9.
Las profundas excavaciones que hoy se descubren en sier­
ra Almagrera, los enormes cerros hundidos hace siglos, por
haberles quitado sus cimientos, son á nuestro entender,
prueba de los trabajos emprendidos por Aníbal, que no se
limitó solamente á aquel paraje, sino que dirigió mayores
obras junto á Linares, Cartagena y otros puntos: los roma­
nos continuaron laboreando las minas.
— 164—
les anteriores á los tiempos godos. Algunos tor­
rentes , que en nuestras eomarcas arrastran oro
entre sus arenas, eran conocidos de los romanos;
y el mismo método, que hoy tienen los habitan­
tes de las márgenes del Darro para recoger sus
preciosas aristas, era empleado en la remota an­
tigüedad por los que, tal vez en el mismo punto,
se dedicaban á esta granjeria Hubo un tiempo
en que el gobierno romano benefició de su cuen­
ta las minas de nuestro país, y pudo hacerlo con
tanta mas utilidad, cuanto que en los trabajos se
empleaban centenares de esclavos y de crimina­
les. También cedieron los emperadores tierras
fertiles á algunos de nuestros pueblos, bajo con­
dición de que sus vecinos habían de laborear las
minas de su distrito en provecho del estado. Pos­
teriormente fueron cedidas en arrendamiento á
empresas particulares, las cuales despues de pa-

* Experimentos constantes han fundado en Granada la


tradición, de que el Barro arrastra oro entre sus arenas;
esta excelencia ha ocasionado elogios de historiadores y poe­
tas, y hecho á varios anticuarios deducir la etimología de
aquel rio, de las voces latinas d a t a u ru m . Los reyes moros
empleaban multitud de esclavos cristianos en recoger par­
tículas auríferas en las márgenes del Barro, y autores fide­
dignos aseguran que los productos de este trabajo eran con­
siderables. Los romanos sabían que algunos ríos de España
participaban del metal codiciado, y apreciaban como el mas
puro y brillante el que se sacaba de sus arenas flum inum ,
T a m d n tis J . Es indudable, que el cerro del Sol, cuya falda
bañan las aguas del Barro, contiene fragmentos de oro, pues
en su extracción se ocupan con provecho familias pobres:
estas han advertido, que no se encuentran partículas algu­
nas mas arriba de las alamedas de Jesús del Valle, desde
donde arranca la serie de colinas que forman dicho cerro. A
los naturalistas pertenece examinar el origen dé esta riqueW
y sí hay en el centro del cerro una masa considerable Je ora
ó si lás moléculas se forman superficialmente: esto última
parece mas verosímil.
—165—
gar una renta crecida y de costear los gastos do
exploíacion j ganaban considerableniente. Las im-
nas mas célebres de nuestro país eran las de sier­
ra Almagrera^ las de Linares donde se bailaba la
famosa de BébelOj y algunas de cobre en la sier­
ra Morena: solían designarse con nombres délos
emperadores y personas distinguidas, como Li­
bia, Augusta, Antonia
Bajo estos principios de ilustrada política y de Esmera-
da GÍvili-
arreglo administrativo, nuestros pueblos se iden- zacion.
tificai’on completamente con el romano, adqui­
riendo la lengua de éste, sus ritos y sus costum­
bres. El amor de las ciencias y el gusto de las
artes ^ se hicieron generales en ellos. La lengua
latina fue adoptada por las muchas familias indí­
genas que, unidas con indisolubles vínculos á las
romanas, hacían gala de estar iniciadas en los
principios de la literatura , compañera insepara­
ble de la riqueza y de la paz. Prescindimos de
los habitantes de (íüadix, de Marios, de Marmo-

^ Buleng., D e m ip . ro m .j,
lib. 9, cap. 22. D e m e ta llis e t
fo d in ib u s. W iB s m país tendrá
quizá tantos pozos , minas y
galerías subterráneas, practicadas por los romanos con el fin
de buscar metales, como las provincias granadinas. En la
serranía de Ronda, en las inmediaciones de Antequera, en
los contornos de Jaén, en la sierra Morena, en la de Cazor-
ia, en la de Baza, en la Álpujarra y sobre todo en sierra
Almagrera y otras inmediatas á Vera, se han reconocido
trabajos antiquísimos. La fermentación, que produjo el des­
cubrimiento del filón del Jaroso, ha hecho examinar muchos
de estos vestigios, conocidos antes por relaciones de viaje­
ros y naturalistas, entre los cuales merecen singular apre­
cio Bovrles, Ponz y Medina Conde. Los trabajos de los
cartagineses y romanos se diferencian de los morunos en
que aquellos , así como construían sus torres y cubos redon­
dos para que eludiesen la violencia de los arietes , formaban
también circulares sus pozos; y los moros al contrario, so­
lían fabricar con ángulos j y hacer en la propia forma sus ex­
cavaciones.
—166—
Jejo, de Sablotéj donde legiones y familias ente­
ras oriundas de Italia se aveeindaron; los nom­
bres de Antonio, Balbo, Seryilio, Granio, Do-^
mido, Valerioj Emilio, Clodio, Faldo, Rufo^
Bibio, Pomponio, Amando,Terendo, que se en­
cuentran consignados en las inscripciones y anti­
güedades de nuestras provincias, revelan que ya
se liabian trasformado enteramente en romanas
las comarcas granadinas á Los moradores de Cíts-
tulo^áeAcci^ deTiícd, de Okdco,áe SingUia, de
Cartima^ de Malaca j de otras ciudades opulentas,
no podian desconocer las glorias literarias de los
Sénecas^ de Lücano, de Colümela, de Marcial y
de Quintiliano, hijos de España todos, cuyos in­
genios han admirado y admirarán los siglos; y en
poblaciones vecinas á la cuna de tán ilustres es­
critores, no era posible que dejaran de recitarse
las inimitables odas de Horacio, las tiernas ele­
gías de Ovidio y las agudas sales de Juvenal É
bellas ar­ Nuestras colonias, municipios y ciudades im­
tes. portantes rivalizaban en el buen gusto de los
adornos pubhcos y en la magnificencia de los
edificios destinados para el culto, divertimiento,
Templos.
placer y utilidad del vecindario^ Aninda, Anúca-
ria» Tucéis Obulcos Abdera, Illiberis edificaron
templos para tributar solemne culto á sus gentí­
licas divinidades. M arte, Minerva, Neptuno, re-
cibian adoración en edificios suntuosos, aunque
construidos con la sencillez dórica, propia de los
atributos con que se califican estas divinidades.
Al contrario, el orden corintio, pomposo y agra-

^ D. Nicolás Antonio, el abate Andrés, Masdeu y los


ilustres PP. Mohedanos han acumulado en sus obras testi­
monios indudables de esta aseveración. N e s c a m a erigió una
estatua á Lucio ¿Eneo Séneca. Ap. de inscrip. en este tomo.
—167—
dable, se empleaba en los de Apolo y de Venus^
como dioses de índole menos sebera Habla
en nuestro suelo diseminada muchedumbre de
templos particularesde capillas y aras, don­
de se ofrecían sacrificios á los genios domésticos
y se tributaba culto á las mas altas divinidades.
ccLa superstición gentílica, dice Jovellanos, ba­
tebia mezclado laS ceremonias y símbolos de sü
«culto á todos los establecimientos públicos y á
« todas las ocüpaciones de la vida privada. Las
«entradas y salidas delaño, sus varias estación
ornes, las temporadas de siembra, siegay vendi-
«mia, los meses, los dias de la semana, estaban
ccconsagrados á alguna divinidad. Los comicios y
ccjuntas públicas, los ejercicios del foro, las fe­
tenas y mercados, los juegos y espectáculos, se
«regulaban por el ceremonial religioso. Habia
«por todas partes templos, aras, altares y á te ­
tedas horas sacrificios, lustracionesexpiaciones
«y agüeros; püdiendo asegurarse que ningún ins­
ectante ni lugar dejaba de estar consagrado á los
«dioses. Estos se habían muitipheado hasta un
« número increíble, porque Horna Labia tomado
«los de los pueblos vencidos y además habia dí­
te vinizado los entes puramente meíafísicos, como
«la Paz, la Victoria, la Salud, la Constancia, el
cc Temor, consagrando á cada uno con su culto
«peculiar. Se veian ídolos y simulacros no so­
alo en los templos, plazas, caUes y plazuelas,
«en los teatros, anfiteatros, circos y basílicas,
«sino también en las casas particulares donde los
«Penates, Lares y dioses caseros se tropezaban
« desde el umbral hasta el último retrete. Ni los

Flores, M e d a lla s de la s C o lo n , y M u n ic ip ,
—168—
«campos estaban libres de esta inundación, pues-
«to que además de los Janos, Sácelos, Lucos y
«bosques sagrados, sepulcros y otros lugares re-
«ligiosos babia dioses rústicos de ios caminos,
«veredas y encrucijadas en las lindes y cercas de
«las heredades, y hasta en los huertos y corti­
cenales, sirviendo de términos y mojoneras y al­
ceguna vez de espantajos ■^
Monumea Cayo Macer erigió un altar en Marios; y Pos-
ios cons­
truidos turnio dedicó dos en Antequera, el uno á Apolo
por p a r t í- y á Esculapio, y el otro al genio protector del
c u la re s, famoso venero de Fuentepiedra, cuyas aguas le
aliviaron de úna grave dolencia. Hércules era ve­
nerado en un templo cuyas ruinas conserva tam­
bién Hartos. En Antequera y Guadix eran ado­
radas Isis y Sérapis, á cuyas divinidades eleva­
ron altares Sexto Erófilo en la primera, y Julia
Calcedónica en la segunda. Lucio Galpafnio Sil-
vino construyó á expensas suyas en el municipio
de Arjona un momímento al dios Baco. Cayo Cre-
cencio dedicó otro igual en Cazlona. Quinto Lu­
crecio Silvano erigió otro en Baeza á Marte Au­
gusto. Lucio Porcio Víctor, en nombre suyo y de
su consorte, erigió en Cártama estatuas áMarte
y á Venus. Endovélico , dios desconocido de los
romanos, fué adorado en algunos de nuestros
pueblos y entre los celtas de lañerranía particu­
larmente Además de estas dedicaciones parti­
culares, Labia templos públicos edificados bien
por ciudadanos ric(>s, bien por los iefes suoerlo-

^ Joveilanos, nota 6 del E lo g io de D . V e n tu ra M o-


d r ig u e z .
2 C o n v e rs. M a la g ., íom, 2, cono. j3 y 14. Sanch. Sobr
V ia g . to p o g r . in s c r ip s , de A n t i c a r i a , S in g ilia y N e s c a m a ,
Apétt. de este tomo.
—169—
res de las provincias, para que la plebe pudiera
en ellos tributar homenaje á sus dioses. Entre to­
dos los monumentos que hermoseaban á nuestras
ciudades^ era notable el panteón que construyó en
!AntequeraMai'CO Agripa por los años 27 antes de
Cristo; en él se mostraban, representados con sus
atributos, todos los dioses gentilicos; y era tan
célebre, que hubo de restaurarse á principios del
siglo III por mandatos especiales de los empera­
dores Severo y Antonino Caracala*. Junia Rús­
tica, rica heredera del municipio Cartamitano,
construyó elegantes pórticos; reedificó una lonja
pública que con la vejez estaba ruinosa; invirtió
mucha parte de sus pingües rentas en pagar los
atrasos de contribución que adeudaba su muni­
cipio ; elevó en la plaza púbhca una estatua al
dios M arte; costeó suntuosos baños, y junto á
ellos jardines y un estanque poblado de peces,
en cuyo centro descollaba sobre un pedestal la
estatua del dios de los amores. La erección de
estos monmnentos se verificó con regocijos y fies­
tas pübhcas, y la curia permitió en recompensa
que la ilustre matrona erigiese estatuas para sí,
para su hijo, para sus padres y esposo. En el
mismo famoso municipio se colocaron estatuas,

^ En él apéndice insertamos la notable inscripción relati­


va al panteón de Agripa, que Masdeu publicó defectuosa
( tom. 6, pág. 462). El P. Sánchez Sobrino, que turo mu­
chas ocasiones de examinarla, la copia en su V ia je to p o g r á ­
fic o , y dice;« La renovación de este pantaon parece coincidir
con el año 203 de Cristo, en que fueron cónsules Septimio
Ceta y Septimio Planciano, obteniendo Severo la tribunicia
potestad la undécima vez, y su hijo Caraeala la quinta. Por
cierto, no debía ser inferior población la qué había en Cerro
León, de donde se trajo esta lápida á Antequera, cuando te-
Pynteon á similitud del de Roma y hecho como aquel por
. el célebre Marco Agripaj ” pág. 165.
T omo I ’
-1 7 0 -
monumentos de diversos dioses y emperadores,
é inscripciones en piedra y bronce para recuerdo
de algunos ricos moradores que en él pasaron su
vida *. En Monda, Julio Nemesio Momentano,
edificó en tiempo de Marco Aurelio casas para
la municipalidad. La misma ciudad costeó un mo­
numento en honor de Adriano, agradecida á la
generosidad con que perdonó los atrasos qüe de­
bían algunos pueblos de España, y al beneficio
de haber renovado la calzada romana desde Mon­
da á Cártama Lucio Calpurnio y Cayo Mario
Clemente, vecinos de Nescania, elevaron un tem­
plo á Júpiter, con un pórtico de cuatro órdenes
de columnas Málaga conserva inscripciones de
dioses, de aras, de templos, memorias de empe­
radores, de emperatrices, de cónsules, y tam­
bién de personajes que dieron lustre á su patria
con sus hazañas. Por ellas sabemos el nombre de
Lucio Valerio Próculo , que en uno de los años
posteriores al reinado de Tiberio, ejerció cargos
importantísimos en la milicia Quinto Thorio me­
reció que en Cazlona se le erigiese una estatua,
y se celebrasen en honra suya, durante dos dias,
juegos del circo, por haber reformado los mu­
ros de la ciudad, cedido terreno para un teatro
y para construir un baño, y compuesto los cami­
nos inmediatos, colocando en el arranque de ellos

^ Morales, En las excavaciones que se hicieron


en Cártama en 1752 se descubrieron varias de estas estatuas,
mucha parte del baño y de su pavimento, y hermosas co­
lumnas. Ap. de inscrip. en este tomo.
2 Medina Conde , Cowaers. 2, pág. 113.
3 Sánchez Sobr., Y iü j. to p o g r . , pág. 182, Medina Conde,
C o n v e rs. M a l a g ., io m . 2, pág; 121.
4 C o m e r s . M á la g ,^ tom. 2, pág. 32.
—171—
esculturas de Veuus y Cupido *. Eu Granada al­
zábase un templo gentílico ^ como se deduce de
algunos antiquísimos monumentos, encontrados
en excaYaciones hechas en la Alhambra
Nuestras provincias, teatro de guerras duran­ Fortale­
te siglos, estaban fortalecidas de muros, de cas­ zas.
tillos y de torreones, que se conservaban con es­
mero y hasta con veneración religiosa por la na­
ción guerrera que en ellas afirmó su imperio. Los
fenicios y cartagineses ciñeron de gruesas y só­
lidas murallas algunos pueblos, y pusieron in­
accesibles las cumbres de las montañas; pero los
romanos mejoraron estas fortalezas, agrandando
sus recintos, construyendo aljibes, y cuarteles
para abrigo y comodidad del soldado. La con­
servación de estas obras fué un objeto de aten­
ción preferente, durante el imperio. El ímpe­
tu de los vándalos arrasó muchas de estas for­
talezas; en otras se apoyaron despues los moros,
reedificándolas con inteligencia. Gazlona, Segura
de la Sierra, Antequera, Róndala Vieja, Los Vi-

^ Masdeu, tom, 5, pág. 408, ioscrip. 400.


2 Bermudez de Pedraza copia mutilada una de las ins­
cripciones mas notables que hay en Granada: de ella han pu­
blicado una exactísima copia el Sr. Perez Bayer, en sus
notas á la B ib lio th e c a v e tu s de D. Nicolás Antonio, y otra
el P. Flores en la E s p a ñ a S a g r a d a . Puede leerse en una losa
de mármol blanco, que hoy aparece fijada en el ángulo me­
ridional de la fachada de la parroquia de Sta. María de la
Alhambra. Es muy extraño, que estando en un paraje tan
público, y siendo, como dice Perez Bayer, un monumento
tan digno de examen, se hallan ocupado de ella muy pocos de
los escritores de antigüedades de Granada. Es.tanto mas no­
table esta omisión, cuanto que la palabra N a t i v o l a 6 N a t a ^
tiene mucha analogía con la de Gar-Nata, y puede dar algu­
na luz sobre ia etimología de esta antigua población. Véase
el apéndice de este tomo sobre las A n tig ü e d a d e s de Gra-^
n a d a , y en él, dicha inscripción.
-1 7 2 -
llares, Arcliidona, Jaén, Porcuna, Hartos, Ar-
jona, y algunos despoblados conservan vestigios
de cubos, cimientos y paños de muralla, cuya ar­
gamasa y solidez revelan su origen antiquísimo
en la forma que han explicado Plinio y Yitrubio *■.
Acueduc­ Por mandato de los gobernadores y por mer­
tos. ced de los particulares, se construyeron en nues­
tras provincias acueductos que conducian desde
largas distancias aguas potables para el vecinda­
rio, y riego para los campos estériles. Arcos y fuer­
tes paredones, sosteniendo encañados de plomo ó
arcaduces de barro, nivelaban el declive de va­
lles y quebradas, y de este modo se surtían las
fiientes públicas, los baños y las cisternas que en
tres receptáculos distintos dejaban clara y tras­
parente el agua. Quedan vestigios de acueductos
en Segura de la Sierra, en Las Bóvedas, en El
Castillon, en Fuengirola, en Jaén, en Málaga y
en los Villares. El P. Echevarría opina que el
acueducto señalado casi en la cumbre del cerro
del Sol, mas arriba del que conduce hoy á la Al-
hambra el agua del rio Barro, hié trabajo de los
romanos. Nosotros no combatimos esta opinión,
á la cual dan muchos grados de verosimilitud,
ruinas y vestigios que hacen conjeturar hubo po­
blación antigua en las inmediaciones de aquella
fortaleza
Baños ar­ El uso de los baños, tan general en las capita­
tificiales.
les déla moderna Europa, era una necesidadim-

^ Hircio ^ B e helL H i s p . J habla de las muchas torres


y fortalezas, que se hablan construido en nuestro país. Los
muros de las ciudades, según la legislación romana, eran sa­
grados. Buleng,, B e im p . roíw.^lib. 5, cap, 21. B e c a ste llis.
2 Echevarría, P a s e o s p o r G r a n a d a . A n ii g , de G r m ,
en el apén. de este tomo.
—173-^
p©riósa entre los romanos: las casas y las granjas
de personas acomodadas tenían una habitación
destinada para el baño exclusivamente. Los anti­
guos atendiendo en todos sus establecimientos
a la utilidad y placer, aun délos ciudadanos mas
necesitados, los construyeron públicos, hacién­
dose además indispensables por el uso del traje in­
terior de lana. En estas termas se admitía indis­
tintamente, por una módica retribución, á toda
clase de personas y como la limpieza, mayor­
mente de las familias pobres, influye tanto en la
salubridad pública, estaban bajo la inmediata ins­
pección de la autoridad unos establecimientos que
tanto contribuían á conservarla. Era rara la po­
blación de nuestras comarcas, que siendo de me­
diano rango, no proporcionase á sus vecinos el
úhl é inocente placer del baño.
Prescindiendo de estas termas artificiales, los
romanos conocieron muchos de los manantiales
de aguas saludables con que la Providencia ha
favorecido á nuestro país para alivio de las en­
fermedades, que en todos tiempos han aquejado á
la humanidad; sin perdonar gastos se esmeraron
en conservarlos cómodos y nimiamente pulcros.
Los prodigiosos baños de Alhama y de la Mala-
ha en la provincia de Granada, los de Álhami-
11a junto Almería, otros raudales beneficiosos en
sierras de Cártama é inmediaciones de Cazlona, •
fueron aprovechados y prescritos en algunas do­
lencias que combaten la frágil naturaleza del
hombre. Las aguas de Fuentepiedra, en las cer­
canías de Antequera , eran consideradas como un

^ Caro, C o ro g r. d e l c o m e n to ju r íd ic o d e S em lla » lib. 1,


cap. 17.
—174—
medicamento activo para sanar las enfermedades
de los riñones
Teatros. Bajo un nombre genérico comprendernos los
anfiteatros, circos y teatros, que, aunque desti­
nados á diferentes espectáculos, servian para di­
vertimiento y regocijo de la plebe. Preparados
estos edificios para reuniones numerosas^ en las
cuales es temible el turbulento pueblo, nó podian
construirse sin permiso del gobierno superior que
vigilaba la obra, así como dejaba al cuidado de
las mimicipalidades la erección de monumentos
menos importantes Málaga tenia anfiteatro cu­
yo edificio, de construcción parecida á la de nues­
tras plazas de toros, servia para diversiones aun
mas mbumanas y sangrientas que las que en es­
tas presenciamos boy. Allí veia una muchedum­
bre despiadada palpitar las entrañas de los gla­
diadores desgarrados por tigres y fieras del Áfri­
ca, y espirar á infelices combatientes atravesados
por el hierro de sus contrarios. La misma Mála­
ga, Cazlona, Ronda, Antequera , construyeron
teatros cuyo destino era provechoso y agradable:

^ Cean, S u m . d e á n ti g . r o m . Sánchez Sobrino, V ia je


io p o g r.j, pág. 185. C o m e r s . M a la g .^ toro. l,pág. 140, S o l r e
la s ag u a s d e F m n t e p ie d r a , té r m in o de A n te q u e r a . Los esta­
blecimientos de aguas y baños minerales creados en nuestras
provincias á consecuencia del real decreto de 29 de junio de
1816, y regidos por el reglamento de 3 de febrero de 1834,
aprobado por el gobierno, son los siguientes .*Provincia de
G r a n a d a : Alhama, Graena, Lanjaron.Id. de Jííew; Mar-
molejo. Id. de M á l a g a : Carraíraca. Además de estos hay
otros muchos de reconocida utilidad ; tales son los de Bilo,
junto á Periana; los Hediondos, en jurisdicción de Alhaurin
el Grandi; los del Sultán, junto á Almogia; los de Agua
Amargosa, en Tolox; los de la Tosquilla, junto á Archido-
na; los de la Malaha y sierra Elvira, junto á Granada; los
de Frailes; y los de Pórtugos.
^ 2 B i g e s t . , lib. 50, tít. 10, B e o p erib u s p u b lic is .
—175—
en ellos se asistían á representaciones trágicas ó
cómicas 5 y aun pueden verse en las rumas dees™
tas tres últimas poblaciones las mismas gradas don­
de espectadores, que boy duermen en el polvo de
los sepulcros, habrán reido con la festiva musa
de Plauto y Terencio, llorado con el hado fatal de
Esopo, ó estremecídose con los infaustos amores
de Medea. También en Cazlona se conservan ves­
tigios del circo construido para lucidos y nobles
espectáculos. En él brillaban el vigor y la destre­
za, sin derramar sangre como en el anfiteatro. El
circo era un espacio prolongado con una serie de
gradas y galerías, cuyas ventanas, puertas y ba­
laustradas servian para asistir á las corridas á
pié ó á caballo, á las de carros toados por dos ó
cuatro veloces potros, á las luchas, saltos violen­
tos y demás ejercicios gimnásticos, juegos favo­
ritos de la sociedad romana. Formaba el circo
una línea espaciosa, que dividia á lo largo en tres
partes iguales un pavimento, que alzaba algunas
varas del suelo un robusto zócalo?-En su centro
habia una plaza redonda, y en toda la extensión
de ella estatuas, obeliscos, trofeos, geroglíficos
y lujosos adornos. Con los vestigios de estos mo­
numentos podemos afirmar, que nuestras ciuda­
des imitaban en sus juegos y espectáculos á la
capital del mundo, y que poseían riqueza, nume­
rosa población y exquisito amor á las artes, sin
cuyos elementos es imposible costearlos

^ lascripciones de Masdeu, Cean, Flores, Conde, Saa-


cliez Sobrino y Ponz. Un escritor de la vecina nación fran­
cesa, que ha compuesto bajo el titulo frívolo de novelas, li­
bros de moral pura y de filosofía profunda j, pone en boca de
nn joven, noble amigo de una de sus heroínas, las siguien­
tes palabras, que, presentando con toda su odiosidad los
sangrientos espectáculos del coliseo, pueden aplicarse álos
—176—
Caminos. Mas espléiididos y suntuosos que los edificios
públicos que hermoseaban el recinto de nuestras
ciudades, fueron los caminos y canales con que
la administración imperial facilitó las comunica­
ciones de nuestros pueblos, dando yida é impul­
so á la agricultura y al comercio, y constituyén­
dolos en objeto de atención preferente para to­
das las municipalidades. Los cartagineses, y Aní­
bal especialmente, abrieron en nuestras comar­
cas rutas que, aunque ásperas y difíciles, sirvie­
ron para la marcha de sus tropas. Á los romanos
estaba reservado descuajar los montes, roturar
los bosques incultos, hacer transitables los preci­
picios y derrumbaderos de nuestra fragosa tierra
y vencer las pendientes mas agrias con hermosos
arrecifes y perdurables puentes. Castulo era el
punto céntrico de nuestro país, en el cual se en­
contraban los ramales de los diversos caminos
que cruzaban todas las provincias de España, y
que desde Cádiz proseguian sin interrupción has­
ta la Siria y otras regiones apartadas. Arrancaba
desde la misma Roma la gran cadena de comu­
nicación, y atravesaba la Italia y las Gallas por Ar-
áCa^oS^ lés y Narbona; segnia por los Pirineos orienta-
a az ona. ^ Tarragona, desde aquí á Cartagena, y pa-

celebrados en nuestros annteatros ;« Hombres adiestrados


peleaban cuerpo á cuerpo con animales feroces trasportados
á Roma desde los desiertos de Asía y de Africa, No era esta
lucha el mas innumano de aquellos eutretenimientos; los gla­
diadores, que libertaban su vida del león furioso, de las gar­
ras del tigre o de la pantera, combatían hasta morir contra
otros-gladiadores; y cuando exhalaban el postrer suspiro, ha­
bían de turnar posturas académicas para obtener los aplausos
de la plebe, y rendirse elegantes para morir con gracia.’’
Keratry, SüphiTCí^ ou P utís s t Rom& sous l ’ etnpire^ tom. 3
cap. 42. L e colysée. Véanse los apéndices de inscripciones V
antigüedades de este tomo, ^
saudo por Lorea entraba en nuestras provincias
por Yenta Moral (junto á Yelez Rubio) : desde
este punto se dirigía por Baza, Guadix, Huelma,
Noalejo, La Guardia á Cazlona b
Desde Cazlona babia dos caminos para Cór- be Cazlo-
doba; uno rodeando por Cañete de las Torres,
Arjona y Ándiijar , y otro mas dereclio por Mar­
molero á Montoro. Desde la misma Cazlona co­
municaba hasta Málaga otra carretera, cuya di- A Málaga,
reccion era por Toya, Hinojares, Ziijar, Gua-
díx; rodeaba la sierra Nevada por Abla; bajaba
áBei^*a; y seguía por Torbiscon, MotriL Almu-
ñécar, Torrox, Yelez-Aíálaga á Málaga. Desde
aquí continuaba basta Cádiz por la costa, atra­
vesando por la Fuengirola, Las Bóvedas, Marbella
y Gibralíar. Uno de losados ramales, que ponían
en comunicación á Córdoba y Cádiz, daba un ro­
deo por Estepa, Bobadilla, Antequera y Arclii-
dona, y siguiendo por Aguilar y Monte Mayor,
llegaba á Córdoba Trozos de estas magníficas
carreteras, que en muchos puntos de nuestras
provincias se conservan y sirven al cabo de 1800
años al pasajero indiferente que hoy transita por
ellas, estaban exactamente divididas por colum-

^ I tin e r a r io d e A n to n in o .
2 I t in e r . D, Miguel Cortés ha incurrido en algunas equi­
vocaciones al comparar los pueblos modernos del país grana­
dino con los antiguos, consignados en e l I tin e r a r io que se
atribuye al emperador Antonino. El número de millas-, que
marca este documento, no guarda proporción con las locali­
dades que indica aquel respetable anticuario, y estamos tan
convencidos de sus equivocaciones, como que hemos rocor-
rido el país, y aun examinado vestigios de estas grandes
vías como los que se notan en la cuesta de Gor, entre Gua­
dix y Baza. No es posible conformarse con la explicación de
D. Miguel Cortés y nos parece mas acertada la,de Cean
Bermudez. ■
- .4 7 8 -
nas que anunciaban la distancia de los pueblos?
elmimero de millas andadas, y las que aun resta­
ban para llegar á las poblaciones inmediatas.
Caminos Los caminos, que marca el itinerario de An­
secunda­
rios. tonino, eran vias principales con las cuales se en­
lazaban otros muchos que ponian en comunica­
ción á nuestras diferentes ciudades. En las inme­
diaciones de Granada, el sólido puente de Gend
de origen romano, indica la dirección del cami­
no de la Álpujarra; el de Puente Quebrada en la
subida del Sacro Monte, conducia á Guadix. El
de Tablate dal>a entrada á las asperezas de la Al-
pujarra, separada de las comarcas inmediatas por
un abismo, cuya profimdidad espanta á los via­
jeros. En el camino que conducía desde el muni­
cipio Illiberitano á Escua, á Anticaria y á Sin-
- gilia, aun subsiste un sencillo y sólido puente so­
bre el rio Frió en las inmediaciones de Loja.
De seis en seis millas se encontraban casas de
postas, y caballos de refresco, con cuya ayuda
el gobierno comunicaba rápidamente sus órde­
nes, y los particulares mantenian fácil y expedi­
ta correspondencia. Las postas, establecidas pa­
ra servicio público, podían servir á los particu­
lares, en caso de presentar autorización del em­
perador
Florecien- Pacíficos nuestros pueblos, sometidos á las re-
de l a í a í pí’íi^iente administración, elevaron
cultura. ' agricultura al mas floreciente estado: Pli­
nio, Varron y Columela nos han trasmitido no­
ticias relativas á la riqueza agrícola de nuestro
suelo y a la activa exportación de granos y de

\ Gibíjon., E i s t . de U decad,^ cap. 2 , C a m in o s d e l i m ­


p e r to .
—1 7 9 -
toda clase de frutos que se bada por la costa. Los
iRiruerosos colonos, que Tinieron a nuestras fer­
tiles comarcas á juntar riqueza y á adquirir pro­
piedad que el mero título de ciudadano romano
noles proporcionaba,pueden muy bien llamarse
verdaderos conquistadores. Fueron liombres pa­
cíficos, que no regaron con sangre la tierra que
Jes dió asilo, y que supieron granjearse el afecto
de los mdígenas, por su amor al trabajo y su
constante apbcacion á la agricultura. Los natu­
rales del país fraternizaron prontamente con los
nuevos pobladores, se atemperaron á sus usos y
costumbres y aprendieron nuevos métodos de
cultivo y el arte de aclimatar plantas y animales
del oriente. Las aguas del Guadalquivm bácia Ma-
quiz (junto á Mengíbar), las del Genil bácia Gra­
nada , los muchos arroyos que dan jugo á nues­
tra tierra, mantenian por canales y acequias nu­
merosas el verdor ,y la frescura en las anchas
campiñas que pueden gozar de sus beneficios.
Prados artificiales aseguraban el sustento de nu­
merosos rebaños. La viña, el obvo, el naranjo,
fueron cultivados con esmero; y sus frutos, tras­
portados por Málaga, por Adra, por Almuñé-
car, por Almería y por Vera al pmito de Ostia,
abastecieron con lucro de nuestros labradores la
regalada mesa de los magnates romanos Al­
gunos emperadores, inducidos del error, quisie­
ron contener los progresos de nuestra agricultu­
ra para favorecer la decadencia de la italiana

^ * Esírab., lib. 3, B c s ti e a ,... c u n e ta s p r o m n c ia r u m á w i -


e t qu odam f e r t i l i ac p e c u lia r i n ito r e p rc e c e d it. Plin.,
i i i s t . n a tu r . j lib, 3 , cap, 1. B o stic a qu idem u b e rr im a s m e s­
ses in t e r M eas m e t it . Id., id., lib. 17, cap. 12.
2 Bajo el imperio de Domiciano se promulgó la famosa
-^180-=
pero süs medidas fueron ineíicaces , y mies iros
granos se expendieron siempre con ventaja en
ios mercados extraños. La buena disposición de
los caminos y puertos, la facilidad con que las
provincias de Córdoba y Sevilla exportaban sus
granos por el Genil y Guadalquivir, navegable
el prúnero basta Écija y el segundo basta Córdo­
ba , daban pronta salida á los frutos. Los babi-
tantes de las regiones granadinas, animados por
un lucrativo comercio, multiplicaron los produc­
tos del suelo. Consistían estos, según Estrabon
en trigo, vinos, aceite, miel, cera, gomas, gra­
nos de púrpura, bermellón, maderas de construc­
ción, sal, lana finísima. También se bacía un co­
mercio activo con los artículos de caza y pesca,
en que siempre ban abundado nuestra tierra y cos­
ta: de ellos se abastecían la Itaba y algunas pobla­
ciones del Áfiica. El espíritu de asociación fo­
mentaba estas empresas. Por una inscripción
bailada en Roma, sabemos que Publio Clodio
Atbenio representaba en la misma capital los
intereses de algunos malagueños que negocia­
ron en salsamentos; y en otra que existe en
Málaga, se refiere que el gremio de marinos
de esta ciudad dedicó una estatua á su rico pa­
trón y protector Quinto Emilio Proculo

ley que concedió privilegios tan favorables á la agricultura de


Italia, como perjudiciales á la de nuestro país. Probo dero­
gó este injusto decreto. H is p a n is p e r m is s it, u t v ite s h aberen t
vinum que conficerent. Vopisco, H is t. A u g u sta in Pro}). Mas-
deu ( tom. 7 , cap. 157, pág. 221) opina que no fué Probo
quien permitió plantar viñas en España y elaborar vino-
pero su Opinión no nos parece fundada. Era necesario, para
contradecir á Vopisco, haber citado el texto de otro histo­
riador antiguo. '
^ Estrab., lib. 3.
2 Huet,, H i s t %d el com er, y naveg, de los flwíi^.jCap. 40,
—181—
Una profunda seguridad, una quietud inalte­ Inciden-
tes pasaje­
rable, la ignorancia de las cuestiones políticas, ros desde
que para su mal ventilan hoy las sociedades Augusto
modernas, un acrecentamiento visible, la abun­ hasta
dancia con todos sus placeres, mantenían á nues­ Constanti­
no.
tros pueblos en un dulce sosiego ‘.T an afianza­ Desde 42
dos se hallaban estos beneficios, que en la larga años antes
serie de años que media desde Augusto hasta de J. C.
hasta 3Ü6
Constantino, incidentes extraños alteraron solo despues.
la profunda paz que en ellos reinaba. Fue el pri­
mero el levantamiento que hicieron necesario las Rapiñas
rapiñas y extorsiones de Bibio Sereno, goberna­ de Bibio
Sereno.
dor de la Bética por recomendación de Tiberio. Año 22
Julio Beso acudió con algunas tropas del África de J . C.
para contrarestar el alzamiento; pero cerciora­
do de las maldades que á la sombra del tirano se
habian cometido, depuso al culpable y calmó las
pasiones. Las tropelías y escándalos de Bibio Sere­
no habian sido tan alarmantes, que el senado no
pudo menos de condenarle á destierro. Tiberio,
resentido dé los pueblos cuyas quejas habian he­
cho ostensible la culpa de su recomendado, afli-

trad. de F. Plácido Regidor. RR. PP, Mohedanos, H i s t . h'-


íer. d e E § p ., disert. 11, part. 2.
‘ Agripa, del cual hablan S. Lucas en las A c ta s de los
A p ó s to le s j j Josepho en la G u e r r a J u d a ic a { lib. 2, cap, 16},
hizo á los judíos rebeldes en la Palestina, una descripción
brillante del imperio romano y una pintura de los pueblos
belicosos sometidos al mismo, para probarles la inutilidad de
sus esfuerzos; y les habló de las provincias de España en es­
tos términos: N e c v ic in u s O cceanus e tia m a cco lis su is fr a g o r
Te te r r ib i li s , s a tis f u i t v in c e n tib u s r o m a n is ; se d u ltr a colum^
ñ a s H e r c u lis p r o tu le r u n t a r m a s e t ip s a s nubes P y r in e o r u m
m o n tiu m e g re s si v e r tic e s ^ d e d itio n i suce su b d id e ru n t R o m a ­
nis A t q u e i t a p u g n a n t i b u s g e n t i s , t a n t o q u e f u t diooij
SPATIO BlREMPTIS, LEGIO IN PB.ESIDIO UNA SATIS EST.
-1 8 2 -
gió con exacciones y con refinada crueldad á los
patricios de nuestro país
Levanta­ También ocasionó movimiento la infame tira­
miento
contraNe- nía de Nerón. Galba, gobernador de la provincia
ron. Tarraconense j filé estimulado por Tubo Vindex,
Junta en célebre galo, para lanzar del trono al monstruo
Cartagena
Año 68 que le deshonraba con sus maldades. Nuestras
deJ. G. comarcas, conmovidas por los ricos romanos
que en ellas moraban, eligieron entonces em­
perador á Galba, Para este acto celebraron los
principales ciudadanos en Cartagena una junta,
y en ella declararon unánimes su resolución de fa­
vorecer al nuevo emperador. Los pocos partida­
rios de Nerón quisieron oponerse, pero muerto
el tirano, Galba fué reconocido por el senado, y
empuñó las riendas del gobierno
Acusación Imperando Trajano, á cuya bondad debieron
y trágico
fin de Ce­
inmensos beneficios los pueblos españoles, Ceci­
cilio Clá­ lio Clásico, procónsul de la Bética, se apropió
sico. riquezas y cometió extorsiones gravísimas. Nues­
Año 98 tros pueblos, con los restantes de la provincia
de J. G.
senatoria, elevaron sus quejas á la corporación
de quien dependian, Plinio el Jó ven, interesante

a
la esmerada educación que babia recibido al
de su tio el Naturalista y por el talento que
desplegaba en su corta edad, abogó por los inte­
reses de la Bética: tan comprobados estaban los
cargos, tan fundadas eran las quejas, tan elocuen­
te y animoso peroró Plinio, que Cecifio Clásico,
no pndiendo tolerar su afrenta, se suicidó por

^ Sueton., I n T ib é r .j cap. o3. Mar., H is t. de Esp._, lib.


4, cap, 1. Masdeu, H is t. c r i t . j tom. 7, cap. 34,
2 Suet. N e r . , caps. 40 ^ 41 y 42 ; y el mismo !n
Galh.j, caps. 8 , 9 y 10. Orosio, H i s t o r . , lib. 7, cap. 7 y 8.
Masdeu, tom. 7, cap. 59.
-183—
no sufrir el castigo: El senado acordó la restitu­
ción de los tienes usurpados; hizo que la hija de
Cecilio devolviese la rica herencia que las rapi­
ñas de su padre le hahian trasmitido 5 y condenó
á destierro á todos los magistrados encubridores
y cómplices de las exacciones *.
Remando Marco Aurelio gozaban nuestras co- incursión
marcas de los beneficios, que todo el imperio lo-
gTÓ bajo los auspicios del emperador filósofo, nos.^* ^
Este dulce sosiego fue alterado por una cala-
midad espantosa. Los mauritanos, rebeldes al
yugo de Roma, liabian conservado su vida nó­
mada y agreste en los vastos desiertos del África
occidental y en las impenetrables asperezas del
monte Atlas. Fácilmente evitaban la persecución
de las legiones, tribus sin domicilio fijo, errantes
en calurosos arenales, y defendidas por el mismo
rigor del clima, de enemigos extraños. Esto no im­
pedia que sus bordas, hambrientas y ávidas de
pillaje , hiciesen frecuentes acometidas en las pro­
vincias Tingitana y Cartaginense, en las cuales
los romanos hablan introducido su civilización y-
sus artes \ Un ejército de aquellos bárbaros, sal­
vando la barrera que en todo el litoral de África
oponían los romanos, apareció en nuestras co­
marcas corriéndolas á sangre y fuego. Bien pron­
to cundió el terror que infundían los feroces nñ-
midas: los pueblos, desapercibidos para la guer­
ra, eran impunemente saqueados 5 sus vecinos,
muertos; la hermosura y la castidad, reducidas á
cautiverio. Singilia (El Castillon junto á Ant'eque-
ra ), una de las ciudades mas codiciadas por su

2 Jóven, E p i s t .j lib. 3.
T 1* 3 y 4. Sparciano, I n J S L A d r iá n .
Julio Capitolino, I n A n tó n . P h ilo s .
— 184—
cia^de 5 opiiso yigorosa resisíencia y contuvo el
gilia. ímpetu de los africanos empeñados en arrasarla.
Cayo Yalio Maximiano, procurador aiigiistal, y
Severo, cuestor entonces de la Bética y empe­
rador despues, reunieron tropas y acudiendo con
presteza la liliertaron, liaciendo estrago en la
ñiieste bárl3ara. Perseguida ésta por las tropas
imperiales, buyo á sus desiertos. Los magistra­
dos de Singüia, Gayo Fabio Riistieo y Lucio Emi­
lio Ponciano, dedicaron una estatua á Cayo Ya-
lio Maximiano, en i^econocimiento de la eficacia
y celo que había desplegado socorriéndola
Osadía de En tiempo de Probo parecía que las regiones
eos norte abortaban á emulación enjambres de
Año 278 fiáid)aros. Emperador ninguno hizo esfiierzos nía-
de J. C. yores para oponer diques ai torrente. Una de
las precauciones que adoptó fu é , trasladar á
países lejanos familias bárbaras cediéndoles tier­
ras , ganados , aperos de labor y todos los ele­
mentos necesarios para formar razas de solda­
dos dimos y activos Una colonia de francos

^ Cum Mauri Eispaniaspene omnes mstarent^ res per


legatos bene gestes sunt. Jalio Capitalino , Hist, Aug, In
Antón, Bajo Liocleciano y Constantino fueron recopiladas
las vidas del emperador Adriano y las de sus sucesores has­
ta los hijos de Caro. Los biógrafos fueron Sparciano, Julio
Capitolino, Elio Lampridio, Vulcacio , Trebelio Polion y
Flavb Vopisco; y la cpleecioo de memorias de éstos se Ha­
ma Historia Augusta ó AugustaL La narración que hace
Vopisco, relativa á las correrías de los africanos, se confir­
ma con la lápida encontrada en las ruinas del Castillon (^Sin-
giliaj^ y fijada hoy en el arco de los Gigantes de Antequera;
en ella se lee la misma inscripción que inseríamos en el apén­
dice : la han copiado algunos defectuosa, y entre ellos el au­
tor de las Conversaciones Malagueñas. El P. Sánchez Sobri­
no, y D. Cristóbal Fernandez , autor de la Historia de An-
tegueraj la han publicado con fidelidad.
2 Vopisco , In Probo, Gibbon, tom. 2 , cap. 12..
—1S5—
fue establecida bacía la desembocadura del Da­
nubio , en el mar Negro, para defender aquella
frontera de las incursiones de los alanos: pero las
esperanzas de Probo quedaron burladas. Bárbaros
inquietos, enemigos del trabajo, habituados á yi-
yir del robo, no podían atemperarse á las frenas
lentas de la agricultura. Despreciando las dádivas
del emperador, que ieshabia desterrado del sue­
lo natal, empañaron las armas y se hicieron ban­
doleros. Aunque feroces y turbulentos suspiraban
por contemplar el cielo de su patria, y este sen­
timiento les hizo acometer una empresa casi fa­
bulosa, y de la cual fueron por desgracia testigos
nuestros pueblos marítimos. Resueltos los fran­
cos á volver á su patria, apresaron algunos baje­
les que fondeaban en una bahía del Ponto Euxi­
no, y tomando rumbo por el Bosforo y el Heles-
ponto se internaron en el Mediteri-áneo. En las
costas del Asia, de la Grecia y del África hicie­
ron rico boím; se presentaron inesperados en el
puerto de Siracusa, y asesinaron sin piedad á mu­
cha parte del vecindario. Navegando desde la Si­
cilia con dirección al estrecho de Gibraltar, pi-
ratearon en las costas de Almería, de Adra y
Malaga, y aumentaron en ellas sus riquezas y el
número Be sus víctimas A Lanzados por último
al Océano arribaron yentiirosamente alas playas

^ Zozimo , lib. í.
dn lo periodo floreciente del iráperío , ha sí-
T) r, con tanta claridad como sabiduría por el ióven
liceo en sus lecciones dadas en el
184o V ateneo de Madrid , durante los cursos de
ñ a , e Í sp r-i H ü t o r i a de la c m l iz a c io n de E s p a ~
In trodticem m 7 bosquejado la misma época en su
¿ m r o a m c t m a la H i s t o r ia m o d ern a ,
1 OMO I ^j
— 186-
qiie les vieron nacer, excitando el asombro dé
sus compatriotas-
Tales son los acontecimientos, que interrum­
pen la monótona y pacífica historia de nuestro
país, en el curso de años que median desde el im­
perio de Augusto hasta el de Constantino. Ann-
que ya habian cundido en esta tierra los dog­
mas déla religión santa, predestinada á mejorar
la condición del linaje humano, á propósito nos
hemos abstenido de hacer referencia de ellos,
porque es narración que merece especial y ais-
-lado capítulo.
CAPITULO VI.

OI Cristianism o*
Origen , espíritu y progreso del crist¡anismo.= Propagación
de la doctrina evangélica en el país granadino desde los
primeros siglos de la Iglesia. = Tradiciones religiosas. =
Fábulas de los falsos cronicones. = Considerable número
de paganos convertidos en nuestras provincias á la fe de
J. C. = Concilio de Illiberi. = K.esuItados de la paz con­
cedida por el edicto general de Constantino á las iglesias
creadas en nuestra tierra. = Establecimiento de los ju­
díos en ella. = Consideraciones sobre el estado del país,
bajo el gobierno de Constantino y demás emperadores,
hasta la irrupción de los bárbaros.

Corría el año 752 de la fundación de Roma Nacimien-


(42 del imperio de Augusto y 38 de la era lia- todeJ.C,
mada española) ^, cuando tuvo principio la revo-^
Ilición mas importante de cuantas han influido en
la suerte del linaje humano. En un oscuro asilo
de la Judea, nació del regazo de una madre po­
bre, aunque modesta y santa, el Salvador anun­
ciado por los profetas. Pastores, convocados por

El origen y significado de la voz era han sido objeto


de eruditas disertaciones. La que inserta el P, Flores en el
tomo 2 dé la España Sagrada, vindicando á nuestros anti­
guos escritores , qué Mondéjar y D. Gregorio Mayans ha­
bían calificado de inexactos , merece examinarse: nosotros
seguimos la cronología de los primeros. Flores, Esp. Sagr.,
c^p. 1. Mondéjar, Obr, Cronol. y Mayans en
prefacio de esta obra. Memoria del Sr. Ulloa, en las publí*
canas por la academia de la Historia , tomo 2.
- 188 -

los ángeles, según las tradiciones sagradas de todo


cristiano, trbiiitaron adoración y acudieron con
ofrendas al hijo de María: Magos, alumbrados en
su incierto camino poruña estrella, se postraron
humildes á presencia de aquel niño, ofreciéndole
aromas y regalos que produce la tierra en las
claras regiones donde nace el sol
Su TÍda. Jesús, oscurecido y pobre hasta los 30 años de
su vida, fué consagrado á orillas del Jordán por
Juan el Bautista, que en el desierto de la Judea,
no lejos de Engaddi y de Jericó, había vivido so­
litario anunciándose precursor del Mesías. El bau­
tizado, sometido á rigoroso ayuno, permaneció
en el desierto JO dias; y al cabo de ellos, co­
menzó á predicar en los pueblos cercanos al mar
de Galilea, en Nazareth, en Cafamaum y en las
inmediaciones de Betsaide La dulzura de su pa­
labra, el bálsamo saludable de su doctrina, la
fama de su consoladora predicación , le granjea­
ron pronto el respeto de la muchedumbre. Acom­
pañado de doce discípulos, pobres como él pero
sufridos y bondadosos, anunció á los hombres la
existencia de una vida mas allá de la tumba, un
reino celestial, cuyas puertas estarán únicamente
abiertas para los que hayan pasado por esta tier­
ra de tránsito, con un corazón puro, con fe sin­
cera, con virtud sin mancilla.
Su doc­ Cristo y sus discípulos, asociados para socor­
trina. rer al pobre y enjugar las lágrimas del afligido,
propagaron una religión contraria á la sensuali­
dad grosera\en que se fundaba el culto, pagano,
y combatieron las doctrinas del interés y del

S a n io s E m n g e l m j lo s e x p o sito r e s C a lin eí y T iricL


r i r i n i , C o ín cíit, in M a th .^ cap. 3 y sig u ie n te s.
egoísmo, contra las cuales Sócrates y Cicerón
iiabian declamado sin fimto. En una sociedad en
que la esclavitud era elemento indispensable de
existencia, los cristianos alababan la libertad; en
un tiempo en que la sed de placeres devoraba á
los gentiles, predicaban desprecio de las vanaglo­
rias del mundo; en un siglo en que la guerra todo
lo devastaba, afirmaron que los hombres eran
hermanos y que debian amar á sus enemigos *.
« Jesucristo, dice un escritor elocuente apare-
« ce entre los mortales dotado de gracia, de ver­
et dad, y cautivando con la dulzura de su palabra.
<cDestinado á ser la mas desventurada de las cria-
« turas, obra sus prodigios en beneficio de los
«desgraciados. Sus milagros, según Bosuet, son
«efecto mas bien de la bondad que del poder.
«Propone sus preceptos en forma de parábola
«para fijarlos fácilmente en el entendimiento de
«la muchedumbre. Al través de ios campos, da
«sus lecciones; al aspecto de las flores, exhorta
«á sus discípulos para que esperasen en la Pro-
«videncia que proporciona jugo á las plantas y
«sustento á los tiernos pájaros; al contemplar
«mieses en la tierra, instruye al hombre con el
«resultado de su trabajo; en presencia de un ni-
«ño, recomiéndala inocencia; entre pastores,
« adopta para si el titulo de pastor de las almas
.« y se llama conductor de la oveja descarriada...
« Los que obedecen y los que desprecian sus pre-
«ceptos, son comparados con dos hombres que
«edifican dos casas fia una sobre cimientos de
«granito, la otra sobre endeble arena."

^ Hiligite inimicos mstrosj Bt b e n e fa c ite ii s q u i ode=


rm t tíos.
2 Chateaabriand.
-1 9 0 -
Su rápida La religión de Cristo, extendida por una aso­
propaga­ ciación de pobres, fué insinuándose en el cora­
ción.
zón de muchas personas piadosas y sensibles que,
al comprender las máximas de la nueva doctri­
na, desdeñaban el mundo como el tránsito para
otra vida feliz y perfecta. Pronto se difundió la
fe en las regiones del oriente, y por ello dice un
autor eclesiástico ^, « que así como el sol despide
«claridad antes que sus rayos hieran la vista de
« los hombres, y ostentando luego su disco de fue-
« go en el horizonte, sacude el letargo que duran-
ccte lanoche ha embargado á los vivientes, del mis-
«mo modo la luz de la religión cristiana, nacida
Cíenlas comarcas orientales, se propagó por todos
«los ángulos de la tierra.” Egipto, la Grecia y
Roma, metrópoli del imperio, tuvieron en breve
muclios y fervorosos cristianos
Persecu^ Confundidos estos con los judíos, desapercibi­
cione3. dos en un principio, llamaron la atención del go­
bierno romano, con sus numerosas asambleas, y
con su ardiente celo. El desden con que miraban
las efigies de los Césares, el desprecio del culto
pagano que suponían tributado por las malignas
inspiraciones del demonio, fueron causa de los
primeros edictos contra ellos ?. Algunos empera­
dores encomendaron á los jefes de provincia una

Eusebio , H i s t . eccles. j lib. 3, cap.


2 Eusebio , H i s t . ecc le s.j en los cuatro primeros libros.
3 L diC lam io , D e m o r te jpersecu toru m cap. 2.
Las obras del poeta zaragozano Prudencio, y especialmen­
te sus libros contra Symaco,’ son indipensables para conocer
la aversión que los cristianos habían concebido contra todos
los objetos y emblemas del culto pagano. |Aunque Prudencio
.floreció á fines del siglo IV, fué un diestro apologista de las
creencias y ceremonias adoptadas por los cristianos de. los si­
glos anteriores.
— 191 —

rigorosa viaUancla sobre los orislianos; y sus ór­


denes fuerón cumplidamente ejecutadas. Estas
persecuciones revelaron la inocencia de los nue-
U sectarios, la pureza de su doctrina, su cons­
tancia invariable. L a fe de los mártires impresio­
nó vivamente á la muchedumbre,dio celebridad
á la religión por cuyo triunfo morían, ó inspiro
entusiasmo místico : la sangre derramada ]ior los
tiranos, fructificó como la simiente esparcida so­
bre la tierra en sazón oportuna. Promúl-
E1 país granadino, permaneciendo en inacción
V profunda calma, mantenia activas relaciones
¿omeréiales con las provincias del oriente ; y la
doctrina de J. C ., analoga al carácter de pue os
tranquilos y laboriosos, fué propagada en los
nuestros desde el siglo I. No recurriremos para
demostrarlo á las fabulas que en tiempos de su­
perstición y de ignorancia ha fingido la malicia,
oscureciendo la verdad, é infringiendo las leyes de
la historia. Libros respetables, testimonios de
SS.PP.^ antignedades venerandas, revelan que
la semilla del cristianismo arraigó en nuestro país
desde los primeros siglos, produciendo opimos
Y sazonados frutos. ^ i i tt Pruebas
S. Ireneo, probando á los herejes del siglo II
la unidad de la fe propagada en todas las regio­
nes del imperio, dice: «Idénticas son las creen-
« cias y tradiciones establecidas en la Germania;
«idénticas las que siguen las iglesias de la Iberia,
«las que hay entre los celtas, las del Egipto, las
«de la Libia, y las que se haUan consfituidas en
«los términos mas remotos de la tierra” Euse-

^ Huet , H i s t . y
d el com . n a v , de los a n t . , cap. S'O.
2 Ef neque hm qum in G e rm a n ia f u n d a W su n t eecies w
:
a lite r e r e d u n t, a u t aliter t r a d u n t neque hce quee m to e r
-1 9 2 -
bio asegura, que en el primer siglo de la iglesia
la fe evangélica se difundió milagrosamente por
todo el imperio; y que en ciudades y aldeas in­
mensa muchedumbre abrazaba la verdadera re­
ligión También es atendible Lactancio cuando
afirma, que en el espacio trascurrido desde la
muerte de Cristo hasta el imperio de Nerón, los
santos discípulos echaron los cimientos de la Igle­
sia en todas las provincias del imperio Tertulia­
no, demostrando á ios judíos Ja propagación ad­
mirable de la fe cristiana en pueblos y regiones
rebeldes al poder de Roma, afirma que recono-
cian la fe de Cristo los gétulos y moros, y las re­
giones todas de la España Orosio, deplorando las
crueldades de Nerón , cuenta que afligió en Roma
á los cristianos con suplicios y muertes, y que or­
denó exterminarlos con igual saña en todas las
provincias Por el mismo y por otros autores de
historia eclesiástica, sabemos ? que Trajano mo­
dificó sus decretos rigorosos contra los nuevos

s u n tj neque hm qu osin C e ltis , neque hm qum in O rie n te , n e­


que ew quae in M g t p to , néque has qum in L y b ia , ñeque hm
qum in m edio m u n d i su n t c p n s tü u tm , lib. 1 , A d v e rsu s hmre^
s e s , cap. 31. S, Ireneo escribió á fines del siglo |I.
^ P e r om nes c iv ita te s et vicos inm ensos m u U itu d in e s , v e -
lu t m e ssiu m tem p o re fr u m e n ta ad a r e a s , i t a a d ecclesias po-
p u lic o n g re g a b a n tu rjÉ n s e h lo ^ H i s t . e c d e s .j Vih. 2 ,cap* 3,
■ 2 Lactancio, B e m o r t. p e rs e c u t.j, cap. 2.
3 G etu loru m v a r ie ta te s et m a u ro ru m m u l ti fin es H ispa-
Kioauji OM^'ES TERMINI, et G a llia r u m diversos n a tio n e s ,
e t B ritan n oru m , in a ccesa r o m a n is lo c a , C h r is to v e ro s u b d ita .
Así se explicaba Tertuliano CA d v e r su s J a d e o s , cap. 7 ) que
escribía en el siglo III.
^ N a m p rim u s R om ee c k r is tia n o s s u p l m i s , et m o r tib u s
a ffecit, ac p e r om nes p r o v in c ia s p a r i p e rs e c u tio n e e x c r u c ia r e
im p e r a v it. Orosio, H i s t . a d v . p a g a n o s , lib, 7, cap, 7.
¿ Qrosio, iib. 7, cap. 12. Eusebío, H is t» e c c le s., lib. 3,
cap. 22 y 23. Tertuliano, I n apolog.
^ 193—

prosélitos diseminados por todas las provincias, y


que depuso su severidad á instancias de Plinio el
Joven, que habiendo estudiado las máximas del
cristianismo, admiró esta creencia sin encontrar
en ella preceptos que ofendiesen la moral, ni las
buenas costumbres.
Estas tradiciones generales á toda España, se
confirman reía tivamente al país granadino, al con-
suUar otros testimonios, que guardando con ellas
perfecta armmnía, prueban que estaban arraiga­
do el cristianismo y organizadas é influyentes las
iglesias de nuestras comarcas á principios del si­
glo ÍY. En algunas diócesis presidian obispos res­
petables por su ancianidad, cuyos nombres apa­
recen, como mas adelante veremos, en las actas
del concilio de illiberi; y aquellos prelados obtu­
vieron sin duda sus dignidades en los primeros
años del siglo III Es evidente que fué cono­
cida la jerarquía eclesiástica en nuestro país des­
de este tiempo, y de aquí se conjetura que muy de
antemano se habia difundido. la doctrina evangéli-
lica. Como las acerbas persecuciones de algunos
emperadores no permitieron al germen de la nue­
va religión desarrollarse sin obstáciiio, parece ve­
rosímil que nuestras provincias recibieron la fe de
Cristo en los dias bonancibles del siglo I y II, en
que los cristianos lograron algún respiro.
La propagación de la doctrina evangélica en el Tradicio»
país granadino desde los primitivos tiempos de
la Iglesia, originó en los posteriores tradiciones
místicas que han estimulado el espíritu religioso
de la muchedumbre, proporcionando patronos

^ Véase alP. Flores en sus disertaciones de la E sp a ñ a


relativas á las iglesias dé las provincias Cartagi­
S a g ra d a ^
nense y Bética.
—1 9 4 -
para los pueblos, nombres para los liijós, y san­
tos á quienes pueda inYOcar la devoción en sus
plegarias. Guadix venera á S. Torcuato ‘ , Án-
dújar á S. Eufrasio 2, Berja á S. Tesifon Al­
mería á S. Indalecio Tarifa á S. Hiscio Bil-
cbes á S. Segundo ® y Granada á S. Cecilio
Discípulos del apóstol Santiago , dicen las tradi-

í Suarez , H i s t o r i a d e l obispado de G m d i x y B a s ü j ca­


pitulo % J c
2 Terrones, Vida^ m a r tirio ^ tr a s la e to n y m ila g ro s de *.
E u fra sio ^ y A u d ú ja r ilu stra d a ^ caps, desde el 7 hasta el 10.
3 Qrbaneja , V id a de 5. Indalecio^ y A lm e n a ilu s tr a d a
en su a n tig ü e d a d j or ig e n y gran deza^ part. 2.^
4 Según las tradiciones, S. Tesifon instaló su cátedra en
ü r c i ( Villaricos junto á Vera). Orbaneja , que no era muy
fuerte en antigüedades, ni muy sagaz para conocer lo absur­
do de algunos hechos, supone que aquella población corres­
ponde á Almería.
5 Flores , E s p . S a g r . , tora. 3, trat. 1, y tora. 4, trat. ü.
6 Bus Puerta, El P. Vilchez y Jimena son de parecer
que \dí A b u la de S. Segundo es Bilches ; la M ah ila de que ya
hemos hecho mérito. El P. Flores y Masdeu juzgan que es
Avila, en Castilla.
Bermudez de Pedraza f H i s t . ecles. de G ra n ,^ part. 2,
y particularmente el cap. 5 ) y Jimena ( A n a L ecles. de J a é n
y Bae%a^ fu n d . de i g l . j párr. 2,3, 4, 5 y 6), han recapitula­
do todas las especies rélativas á la venida de los siete varo­
nes apostólicos. Sus obras , apreciables por los muchos su­
cesos profanos que en ellas consignan con toda verdad, y
por los sagrados de los tiempos modernos, que ilustran con
documentos fidedignos, se leen adulteradas con las citas de
los cronicones falsos, tan oportunamente criticados por D.
Meólas Antonio , por Mayans y por otros sabios españoles.
Consideraciones respetables no pos permiten profundizar en
un terreno resbaladizo. Bemitimos al lector á las obras de
Pedraza y Jimena; á la del Dr. Suarez, H i s t o r i a d e l o b is­
p a d o de G u a d ix y B a z a ; á la de Terrones, V id a y m ila g ro s
d e 5. E u f r a s io j y A n d ú ja r ilu s tr a d a ; k la de Yezmar, A n t i ­
gü edad de V e le z; k la de Orbaneja, A lm e r ía ilu s tr a d a ; y á la
de Padilla, H i s t o r ia e c le siá stic a . Estos libros, sin necesi­
dad ^(3e otros muchos que hemos examinado sobre la historia
eclesiástica de nuestro país, revistiéndonos de no poca pacien­
cia , revelan los motivos que la gente piadosa ha tenido para
— 1 95—
Clones y consagrados en Roma por B. Pedro?
vinieron á las fértiles regiones granadinas á pre-^
dicar la fe de J. C. Poseídos de fervor religioso
desembarcaron en las playas cercanas á Adra, é

tributar culto á los siete santos; consulte también aquellos


libros, quien desee saber prolijamente la biografía de cada uno
de estos.
t Los documentos mas notables que apoyan las tradi­
ciones de nuestra tierra, van insertos á continuación , para
que cada uno forme Juicio de ellos, según su erudición ó sus
sentimientos religiosos.
Es el primero el himno del M i s a l M o zá ra b e^ cuya compo­
sición atribuyen unos á S. Isidoro que floreció en el siglo
V il, y otros á un autor de época mas reciente. Lice asú
HYMNUS.
Urbis Romuleae jam toga candida
Septem Pontificum destina promicat
Missos Hesperiae quos ab Apostolis '
Adsignat fidei prisca relatio.
Hi sunt perspicui luminis judices
Torquatus, Tesifons , atqUe Hesicius^
Hic Indalecius , sive Secuiidus
Juncti Eufrasio , Caecilioqué sunt.
Hi Evangélica lampade praediti
Lustrant occiduae partis arentia, •
Quo sic catholicis ignibus ardeant,
Ut cedant facibus furna nocentia.
Accis continuo proxima fit Viris
Bis senis stadiis, qua procul insident.
Mittunt asseclas esculenta quaerere,
Quibus fessa dapibus membra reficerent.
Illic discipuli Idola Gentium
Vanis iuspiciunt ritibus excoli:
Quos dum agere fletibus inmorant,
Terrentur potius ausibus impiis.
Mox insana fremens turba satellitum
In his cum fidei stigmata nosceret,
Ad pontem flnvij usque per ardua
Incursu celeri hos agit in fugam.
Sed pons praevalido murice fortior
in partes subito pronus resolvitur,
—196—
internados hácia Giiadix, descansaron en las in­
mediaciones de esta colonia célebre. Torcuato, á
imitación de J. C. que reposó en la fuente de Ja­
cob mientras sus discípulos entraron en Sicar,

Justos ex manibus hostium eruens


Hostes flumineo gurgite subruens,
Hsec prima fidei est Tia plebium,
Inter quos mulier sancta Luparia
Sanctos adgrediens cernit & obsecrat,
Sanctorum monita pectore conlocans.
Tunc Christi famula adtendens obsequio
Sanctorum, statuit condere fabricam ^
Quo Baptisterii undae patescerent,
Et culpas omnium gratia tergeret.
Illic Sancta Dei foemina tingitur,
Et vitse lavacro tincta renascitur.
Plebs hic continuo pervolat ad fidem ,
Et fit catholico dogmate multiplex.
Post hae Pontificum chara sodalitas
Partitur properans septem in Urbibus ,
Ut divisa locis dogmata funderent,
Et sparsis populos ignibus urerent.
Per hos Hesperis finibus indita
Inluxit fidei gratia praecox :
Hinc signis variis , atque potentia
Virtutum , homines credere provocat.
Ex hinc justitiae fructibus inclyti
Vitam multiplici foenore terminant,
Consepii tumulis urbibus in suis,
Sic sparso cineri una corona est.
Hinc te turba potens unica septies
Orata petimus pectoris abdito
Ut vestris precibus sidus in ^theris
Portemur socij civibus Angelis.
Sit Trino Domino gloria, unico
Patri cum Genito , atque Paráclito ,
Qui solus Dominus Trinus & Unus est
Saeculorum valide saecula continens. Arnen.
EI O f d o M o z á r a b e contiene además el rezo de vísperas
maitines, laudes y misa, aplicado á la fiesta de los siete apos!
tólieos. '
Entre ios manuscritos del Escorial, se conserva un eédi-
—197—
permaneció en las arboledas y frescura del rio
Fardes, y algunos compañeros entre tanto pene­
traron en la ciudad en busca de provisiones.
Cabalmente (continua la tradición) eran festeja-

go antiguo de concilios, llamado E m U ia m m e , cuya escritura


es del siglo X : en este código se lee e! siguiente documento,
que trascribimos con la misma ortografía del original:
« Igitur cum aput Urbem romam beatissimi confessores
torquatus tísefons indalecius secundus eufrasius cecilius, &
esicius. á sanctis apostolis Petro & Paulo saeerdocium susce­
pissent. & ad tradendam Inspanie catholicam fidem, que
aduc gentili errore detenta idolorum superstitione pollebat
profecti fuisent. divino gubernaculo comitante ad civitatem
accitanam seutrique converterent, deinde non mente se se­
gregantes nec fide, sed pro dispensanda Dei gratia per di­
versas urbes dividuntur, torquatus , aeci.* tisefons, bergij:
esicius, carceses; indalecius , urci: secundos, abula : eu­
frasias, eliturgi Í cecilius , eliberri. In quibus Urbibus com­
morantes ceperunt de inicio vite inmortalis predicare. Sic-
que factum est ut dum famuli Dei celestia dona impertiunt
magnum sancte ecclesie credentium fructum adquirunt, ad-
que ita sicut ab apostolis missam doetrinamque acceperunt,
per ispaniam ordinatis episcopis supradictis urbibus tradide­
runt. Et sic crevit fides catholica paulisper, donec de ortodo-
lis & catholicis viris fuit inlustrata ; id est fulgencio, petro,
leandro . isidoro , ildefonso, juliano ; ab illis exemplum te­
nuerunt , & nobis reliquerunt.”
Otro de los documentos es la vida de los mismos siete
compañeros, sacada del Leccfonano CompÍMíenae, que es una
colección de memorias ó lecciones sobre vidas de santos. De
este manuscrito hablan D. J. Tamayo en el tomo 3 de su
M a rtiro lo g io ^ Morales, D. Juan Bautista Perez y eiP. Flo­
res , que inserta parte de él en el tomo 3 de la E s p a ñ a S a ­
g r a d a . Su escritura resulta posterior al siglo Xill* aunque
se han hecho esfuerzos para probar que es obra de los prime­
ros siglos de la Iglesia , no es posible convenir en e.sío , al
considerar que el estilo es impropio de aquellos tiempos , y
que es extraño que Sv Isidoro , S. Julián y otros diligentes
escritores del siglo VII, no hayan hecho referencia alguna
de los hechos que constan en dicho L e e c io n a rio . Insertamos
un extracto que comprende lo suficiente para formar idea de
esta antigua memoria: en la publicación que hizo Tamayo
hay algunas variantes.
-1 9 8 -
dos por numeroso concurso cii el mismo dia los
dioses jentílicos de Acci, y no pudo menos de es-
trañarse la aparición de aquellos peregrinos. Cer­
ciorado el populacho de que la misión de los extran-

« Igitur cum apud urbem Romaiii beatissimi Confessores


Torq^uatus, Secundus, Indalecios, Tisefons ^ Eufrasios, Cae­
cilius , & Isicius á Sanctis Apostolis Sacerdotium suscepis­
sent , &: ad tradendam Hispaniae Catholicam fidem, quae ad­
huc gentili errore detenta, indolorum superstitione pollebat,
profecti fuissent; Divino gubernaculo comitante ad Cbitatem
Accitanam devenerunt. Qui cum procul ab Urbe ^ a si stadia
duodecim fatigatis artubus resedissent ^ ut membris quae fue­
rant itineris prolixitate confecta, paulisper indulgerent, &
sese animantibus , in quo longaevus itet adtriverat, quies­
cendo reficerent, atque arrepro calle inlassabiliter gradiren-
tur. Et licet membris corporeis, quibus gestabantur, vide­
rentur attriti, erant tamen cselesti auxilio & gratia spiritua­
li firmati, ocurrente sibimet testimonio, quot a it: Sancti
qui sperant in Domino mutabunt fortitudinem, & assument
pennas ut aquilae: current &; non laborabunt ambulabunt &
non deficient. Ideoque ut ipsi comperimus venerandi Antis­
tites indoco quo jam diximus, requiescere expectivissent, ad
Civitatem Accitanam propter escarum indigentiam Sequispe-
des suos mitunt.
« At igitur die illo cum Jovi, Mercurio , vei Junoni ri-
tuosa Gentilitetis inunanitas festum celebraret, & oblita su­
perni solij residentis Domini mutis & mortuis imaginibus
vanissimo cultu solemnia his celebrata pelsoverent: Tunc
videlicet in praeditae Urbis Venerabilium Senum discipuli
meenia ingredientes viderunt infelicissimam turbam decep­
tionis summae laqueis irretitam , & perpetui baratri praeci­
pitatione dimersam , ut per id quod vedebatur pollutis mani­
bus perpetrari, per hoc roderetur se posse salvari. Cumque
sanctorum Senum comitibus eorumdem hominum pestifera
conventio obviasset, agnito in eis religionis venerabilis cul­
tu , & piae fidei habitu Sacerdotum., fervidus eos usque flu­
vium , in quo pons erat antiquo more constructus , infandus
hostis insequitur. Ibique divino laborante miraculo opus quod
nulla aetas posset credere dissolutum eodem momento con­
teritur : &: cum cruento populo in ipsius fluminis alveo sedi­
tio pugnans submergitur; & cantantibus Sanctis : Equum &
adscensorem projecit in mare, Dei famuli liberantur.
« Quem -videntes eventum, pars maxima terrore vehe-
-199—
joros ora. contrari*! al culto falso de los ídolos^
les amenazó colérico. Fugitivos Torcuato y sus
compañeros y casi alcanzados por las tm’liasj pa­
saron un sólido puente, que no bien fué ocupado

menti comprimitur.’Inter quos fuit qusedam Senatrix , rebus


inclyta, & inflammatione S. Spiritu adornata, genere nobilis­
sima , nomine Luparia : quse ipsorum Sanctorum opinionem
ut reperit, ad omnes Nuntios suos alacriter destinavit, per
quos summis precibus ut suam eidem prasentiam exhibe­
rent optavit. Quos ubi primum mulier videre meruit, cujiis
materna pectoris jam superna dona dictaverant, unde sanc­
tissimi Senes essent, vel de quibus regionibus advenissent,
audacter interrogat. Et cum illi se a Sanctis Apostolis missos
ad praedicandum Dei regnum & Evangelium denuntiare prae­
ceptum , perquirenti foemina faterentur; docentibus illis, &
dicentibus, quia omnis qui credit in Christum Filium Dei
mortem non gustabit in aeternum , sed vitam possidevit An­
gelorum , continuo sanctae doctrinae novella discipula crede­
re adquievit, & doaum sacri baptismatis postulans , jubetur
non prius petita percipere, quam baptisterium quo Sancti ele­
gerant fabricaret. Quae tali jussione percepta , tandiu operi
jugem, curam exhibuit, quousque omnem fabricam ad cul­
men reduceret, &c caepti templi fastigia explicaret. Cumque
jam perfectum opus existeret, &c universa Sanctis, ut jus-
serant, placuissent ^ fontem ex more construunt, in quo i
sanctae devotionis foemina salutaris lavacri unda perfunditur.
Cujus sanctum sequentes exemplum cunctus populos, qui
idolorum vacuam superstitionem colebant^ veternosi crimi­
nis templum relinquunt, & Sanctorum Seniorum doctrinam
avidis mentibus assecuntur.
« Ex time jam idolorum polluta sedes relinquitur, & ibi
Joannis Baptistae consecrato Altario, Ecclesia Christi cons-
¡truitur, & crescente fide Dei populus augmentatur. Deinde
non mente se segregantes , nec fide, sed pro dispensanda
Dei gratia , per diversas Urbes dividuntur. Torquatus Acci;
Tisefons Bergi: Secundus Abula ; Indalecius Urci; Caecilius
Eliberri: Isicius Carcesae ; Euphrasius Eliturgi: in quibus
Urbibus commorantes caepemnt de nequitia vitae mortalia
redimere.”
Por último, el religioso dominico Fr. _Rodrigo Manuel
Cerratense , escribió á fines del siglo XIII una Y id a de S .
T o rc u a to y su s com pañeros^ y se halla entre otras que
compuso, en el S a n to ra l, dé: que habla el P. Flores (tomo
- 200 -

por los perseguidores, se desplomó milagrosamen«


te, sepultando á estos en las aguas. Aterrados los
gentiles con el maravilloso suceso, convirtieron el
odio en afecto, el desprecio en veneración: una

2 de la E s p a ñ a S a g ra d a ^ pág. 204). Es como sigue:


«Torcuaíijs, Tisefons, Indalicius, Secundas, Eofrasius,
Cecilius, & Esiciiis, Eom» ab Apostoiis Episcopi ordinati
misi sunt Hispaniam, adhuc gentili errore detentam, ut ibi fi­
dem catholicam prfficlicarent.Qiii cum ve'nlssení Urbem Ac-
citanam , & procul ab Urbe fatigati resedissent, miserunt
discipulos suos in Civitatem, ut cibos emerent. Quibus Urben
ingredientibus obviavi multitudo Gentilium , qui eadem die
festum Jovi & Mercurio celebrabant. Et agnito in eis piae fi­
dei habitu persequuntur eos usque ad fluvium. Fracto ponte
Gentiles submerguntur, & Dei discipuli liberantur. Quod au'^
dientes Cives magno terrore constricti sunt. Ex quibus Lup-
paria mulier nobilissima Spiritu Sancto praeventa mittens ad
eos nuntios^ & eos devoté suscipiens, audita causa adventus
eorum, doctrinae san» credidit & petiitbaptizari. Cui dixerunt:
Fac ergo ecclesiam, & baptisterium construe. Quae jussa per­
ficiens, baptízala est: & eyus exemplo omnis populus bapti-
zatus est. Post haec pro dispensanda Dei gratia per diversas
Urbes divisi sunt, & multas gentes fidei subjugantes , Tor­
quatus Acci , Tisefons Bergi, Indalecius Urci, Secundus
Abula , Eufrasfas Eliturgi, Caecilius Eliberij , & Esicius
Carcesi , felici obitu ad Dominum migraverunt. Quorum re­
liquiis multa multis beneficia conferuntur: nam Daemones
expelluntur : lumemcmsis redditur, &c petentes eorum suf­
fragia mox eis caelitus conferuntur. Sed Sc illud mirabile ta­
cendum non est, quod in eorum aniversariis Deus usque ho­
die voluit operari. Nam ante fores Ecclesiae ab ipsis Sanctis
radix Olivae adhuc modica posita est, quae in Vespera festi­
vitatis eorum pluribus floribus vernatur, quam foliis. Mane
vero concurrens populus uberes Olivas maturas colligit. Qua­
rum copia si simul colligi posset, plures cophinos adim­
pleret.”
Suponiendo á S. Isidoro autor del rezo M osárah e^ resulta
que el primer documento que hoy se posee relativo á los sie­
te apostólicos, faé extendido TOO años despues de la venida
de estos. Haríamos una injuria al lector si tratásemos do
examinar los cronicones falsos de Dextro, Mareo Máximo^
Luitprando, Julián Perez y oíroscuyas citas deslucen á mu­
chas obras de mérito. En el apéndice de A n tig ü e d a d e s de G m ~
-201
matrona de Guadix, tan ilustre como opulenta,
hospedó entonces á los siete cristianos, abrazó la
fe de Cristo, fundó una iglesia, y fomentó con
su influencia la santa empresa de los discipulos

nadüj nos ocaparemos de las del Sacro Monte. *


Terrones inserta en la V id a de S . E u fr a s io y Á n d ú ja r
ilu strada^ una canción místico-profana, alusiva al desem­
barco délos siete varones apostólicos, que publicamos,-no por
su mérito literario, sino por su rareza, con la misma orto­
grafía.
CANCION.
A u r e a fu lg e b a t ro se is a u r o r a ca p illis
E t m a tu tin o ro se m a d e b a t h u m u s.
ViRG., E pig . De outu solis .

Por las rosadas puertas del Oriente


Ya se assomaua la purpúrea Aurora,
Esparciendo mil flores de su falda,
De perlas y cristal de oro luziente,
Las flores aljofara, el campo dora
Con los rayos que arroja su guirnalda :
Quando sintió hender su ondosa espalda
El gran Rector del piélago espumante,
Y en ver tal marauilla
Dexó el asiento de cristal bruñido,
Y la cana cabeza alzando vido
Sus ondas cercenar, libre y pujante,
Vna (aunque pobre) célebre barquilla,
Que a vnos siete varones dá ospedage,
De altivo aspecto, mas de pobre trage.
El Céfiro las ondas encrespando,
Y del Aurora el resplandor hiriendo,
Las aguas en cristal las convertía,
Y asi la alegre barca deslizando,
Segara yva, y con impetu hendiendo
La rapida y veloz argentería,
Y a la blanca marea que bullía
Se vieron las Nereydas y Tritones
Danzar en torno della,
Y los delfines por hazelles salvas
Por la boca brotar espumas alvas:
Y hacer diferencias de mil sones
De las Ninfas la esquadra aleare v bella,
..i , T omo I “ I4
' —202—
de Santiago. Torcnato quedó en Guadix j los seis
restantes instalaron sus cátedras en las ciudades
que hoy recuerdan sus nombres y veneran sus efi­
gies. Todos ellos, perseguidos por los gentiles,

Fauoreciendo su deuido iotento


Tritones, Ninfas, Mar, Aurora y Viento.
Y el claro Dios del húmido tridente,
Mirando su segura confianza,
Con que las ondas rinde, el viento enfrena,
Tres vezes sacudió la elada frente
Diziendo, vete en paz, que mucho alcanza
Quien a mi reino y viento se encadena,
Be que deydad me di, barca vas llena,
Que de mis aguas triunfas tan segura.
Que enojarte no puedo;
O qué escuadrón és esse de essos siete,
Que mil grandezas cada qual promete,
La menor de las quales te assegura,
Te otorga triunfos y me pone miedo ?
Vete en paz, pues que puedes, como es cierto ,
Rendir mar, salvar hombres, tomar puerto.
Assi la alegre barca sossegada
Del blando golpe de la mar valida,
Tomando tierra despreció las olas,
La tierra digo, invicta y laureada,
Con rail bienes del Cielo enriquecida,
Que medias Lunas huella, y pisa colas,
Y quando en las arenas Españolas,
Los siete Heroes de valor inmenso,
Y del mundo blasones,
Pusieron las desnudas Sacras plantas
Que aora pisan las Estrellas Santas,
Con vn silencio tacito y Suspenso,
Del gran Eufrasio escuchan las razones,
Que assi mouido de vn impulso Santo
Da valor, pone brío y quita espanto.
Ya veis la tierra, a quien promete el Cielo
Mil glorías, mil triunfos, y mil palmas.
Para sembrar, dispuesto el sacro grano,
Dispuesta está la mies, dispuesto el suelo
Para poblar el Cielo de mas almas,
Que los arboles hoja, arena el llano,
Y para la labor de vuestra mano
Os dá qual veys España tallos tiernos,
^203—
coíisic^uieroiij bajo la tiranía de Nerón ^ la palma
del martirio • despues de este suceso^ se dice j tjue
durante si0’los floreció milagrosamente en los dias
destinados por los cristianos para celebrar la

Y ofrece vides tantas ,


Que llenen fruto, que produzcan flores,
Que enamoren al Cielo con olores,
Y quebranten la furia a los infiernos
La mies, tallos^ olor, granos y plantas,
Y puedan imitando essos exemplos
Creer en Dios, tener Fé, levantar Templos.
Ved el ganado, que por altos riscos
De la Fe verdadera se remonta,
Y a Dios con ritos barbaros vltraja,
Vuestro es, recogedlo a los apriscos
De verdadera Fe, de virtud tanta,
Que ensalza humildes y soberbios baxa,
La virtud veis tan pobre, humilde y baxa,
De que Dios nos leuanta y entroniza
A tan deuido oficio
Pues que nos haze ( ó marauilla estraña!)
Los primeros Apóstoles de España,
Porque en sus estatutos eterniza,
Da Fe al ganado, ritos quita , y vicio,
Porque pueda la gente deste suelo
Ver a Dios, vestir Luz , hollar el Cielo.
ISÍo nos promete purpura de Tiro,
A quien las crespas hondas del mar ciñe,
M los Palacios con foUages de oro,
No diamantes, rubíes, perlas, safiro,
Ni la corona que a los reyes ciñe,
Ni los montes de inmortal tesoro,
Ni guardando el sincel bello decoro,
Ebúrneos lazos de sobervias tallas,
Dorados capiteles,
Ni arcos altiuos de artificio raro,
De los bruñidos mármoles de Paro,
No estatuas, no trofeos, no medallas,
Milagros raros de vnicos pinceles,
Por conocer riquezas de esta suerte,
Tener fin, ser escoria, alcanzar muerte.
Mas en lugar de purpura nos manda,
Quien rige el glouo de inmortales luzes,
Nuestra sangre que tiña aquestos llanos,
—^04—
memoria de Torcuato y de sus compaiieros ima
frondosa oliva que estos habían plantado. For­
mábase la trama del árbol, la víspera del aniver­
sario de alguno de los mártires, y eran mas es-

Y en lugar de oro fulgido, demanda


Convertir estos pueblos Andaluces,
Fieros al mundo, y a su Dios profanos,
Estos son los blassones soberanos,
Perder la vida, y dalla a la esperanza,
Por cumplir su mandado,
"^Que obedecer á Dios y sü decoro
Esíeino, mando, honor, riquezá, oro.
Pues el que sirve á Dios todo lo alcanza ^
Y cada quabdel conclaue sagrado
Al razonar del Capitán valiente
^Las cejas enarcó, y alzó la frente.
Y assi Cecilio , Tesifon , Segundo,
Torcato, Hiscio, con San Indalecio,
Animo cobran para el sacro oficio,
Y a entrambos Polos visitar al mundo
Aman y quieren ( la virtud por precio)
Desterrar la maldad, quitar el vicio,
Porque el honroso fin de vn ejercicio,
A honrosos pechos a valor incita,
Que la virtud'es rayo
Que en lo dificultoso siempre emprende,
Y al roble el rayo, y no a la caña ofende,
Y da dificultad el premio quita,
Y el oro se acrisola en el ensayo,
Y assi respondió firme comunmente ^
En nombre de los cinco Tesifonte,
Puede el rigor de la arrogante Roma,
Y el fiero orgullo de Nerón tirano,
Las fieras manos de sús gentes fieras
Mostrar su furia que a medrosos doma,
Su rabia ayrada, su furor insano
Afilar armas, encender hogueras,
Inventar mil crueldades carnizeras:
Tiros de bronce, a quien la llama inflama,
Mil equleos y abrojos,
Que la Fé mostrará su vigor luego
En equleos, abrojos , tiros, fuegos,
Venciendo su rigor sangriento infame
Y alcanzando por el tales despojos
—sos­
pesas que las mismas hojas las menudas flores:
mas al ra y a r el alba del dia festivo,.el pueblo adr
mirado se apresuraba á recoger el yn maduro
fruto* Fácil es conocer, que esta leyenda religio­
sa envuelve una de aquellas sencillas alegorías,
usadas por los cristianos para hacer ostensibles
los maravillosos resultados de la religión de JesiH
cristo *. ' T f
Referimos como una tradición respetada por
el pueblo la venida de los siete varones apostó- ero-’
licos: el monumento mas antiguo que de estos nicoiies,,
hace referencia es el Misal Mozárabe ^ : pero fmi-
dados en leyendas adulteradas, en patrañas y false­
dades de la mas supina ignorancia, escritores sin
conciencia han mancillado las páginas de la histo-.
ria,. fingiendo vidas de mártires, inventando su-^
cesos inverosímiles, y forjando armas para que el
escepticismo lance su amarga y envenenada críticas
los falsarios, oscureciendo y envolviendo en du^
da hechos verosímiles y dignos de exámen con.
otros absurdos y acreedores de. censura, han fo-^

Qae pueda el resplandor de auestra llama ^


Ser blasón, tener vida darnos fama.
Parad canción, y barca , pues al puerto,
De tierra prometida aueys llegado,
Escusado es passar mas.adelante.,
Que con vuestra venida oy han brotado .
Pimpollos en España, y hecho vn huerto.
Está de Caridad y Fé constante, ;
Y auiendo esta constancia
Podreys tener segura codfianza. . ^
^ Suares, Orbaneja, Terrones , .Eedraza, Jlmena, obrase,
citadaSi
2 Misal Mx>%árdbe, en el oficio de los .siete apostólicos. _
Baronio, In Martirologio^, dia 15 de mayo. Alderete, lib. -i,,
cap. 13...
—206—
mentado la predisposición adversa con qne se
considera la parte histórico-religiosa de nuestro
país. Afortunadamente la historia de las regiones
granadinas puede apoyarse en sobrados elemen­
tos de verdad, y presentar testimonios auténticos
é irrefragables en su apoyo, sin mendigar las
malhadadas imposturas de Dextro y Juliano, de
Yiver, de Higuera y de los modernos impostores
de la Alcazaba, que han burlado á laboriosos
analistas y hécholes mezclar entre purísimo oro
partículas de cobre enmohecido
Desde el Consultando las historias verdaderas, los do-
siglo I I I cumentos fidedignos y sin necesidad de recurrir
hay certi- á ficiones, puede asegurarse que en el siglo III
durabre. estaba difundida en el país granadino la religión
cristiana, la cual influyó en las costumbres de
nuestros pueblos con la misma energía y poder
irresistible que en los restantes del imperio. Los
obispos, los presbíteros, y la numerosa concur­
rencia de cristianos que asistieron en los prime­
ros años del siglo IV al concilio de Illiberh prue­
ban los esfuerzos que en estas comarcas habían
hecho para propagarla fe y la instrucción entre el
pueblo, y para organizar la iglesia en los términos
que nos presenta aquel documento célebre. Bien
friesen los siete varones, los primeros que derra-
maixm en el país granadino su sangre por la reli­
gión, ó bien otros celosos cristianos los que die­
ron á conocer los principios de la fe, es induda­
ble que el cristianismo había hecho en él rápidos
progresos desde los primeros siglos, y que se

^ Hacemos referencia á escritores laboriosos, como Ji-


mena, Pedraza, Rodrigo Caro, Terrones, Padilla y otros,
que han adoptado con k mayor sinceridad fábulas tan ridi­
culas como perjudiciales á la religión enemiga de la mentira.
-2 0 7 -

hallaban establecidas iglesias en casi todas sus.po-

cualidades de perseverancia, dé
1- inorenpiKlp. nfirmion con eme los

g S n la Grecia, en elEgipto y en el AsiaMe- «anos,


ñor debieron tener los primeros que propMaron
en nuestra tierra el conocimiento de ella. Exten­
der los principios de la nueva doctrina desdfr las
ciudadei principales y capitales de provincia, has­
ta los parajes mas recónditos y agrestes, fue el
constante objeto de sus trabajos. De *^4 ®^
en las reglones granadinas vemos instalados desde-
los primeros tiempos de la Iglesia y.obispos elegi­
dos por el concurso de presbíteros y diáconos que
eomponian entonces k jerarquía eclesiastiea .
Aquellos prelados ejercian igual autondad, arre-
calada á k s sencillas tradiciones de k época, y
vigilaban la conducta de los presbíteros, diáconos^,
fiSes y catecúmenos qpe componiaa el gremio

No pudiendo los obispns ejercer por si todos


los oficios inherentes á su dignidadv yalianse e
auxiliares que,, con el nombre de presbíteros, pen-
decian, predicaban, absolvían, imponían pemten- ñas.
cia, y desempeñábanlos cargos espirituales^e
el obispo les conferia en k ordenación. También^
fueron conocidos en nuestro país, desde remo o
tiempo, los diáconosr estos eran ios encargados.
de recibir las oblaciones de los fieles, de puDU-

1 Cenni, De antiqmtate E celesim B ispanim ^M eT^^*

Cenni D e antiquit Ecel Htsp.. disert.


Institutiones juris canonici^ part. j c
T a la r io , p* ^
3 Baronie, A n m L e c c l.j A. 303.
- 208 —

car los nombres de los paganos convertidos y de


leer los santos Evangelios en los templos; ins-
truian á los catecúmenos en todas las fórmulas y
solemnidades del culto, y formaban con los pres­
bíteros, bajo la autoridad del obispo, el senado
de la Iglesia
Sagacidad Ea instalación de los agentes eclesiásticos en
de los pri- ciudades principales de nuestro país, era ineficaz
para extender la nueva doctrina entre la muclie-
dumbre, en cuyo ánimo habrá de infiuir preci­
samente quien desee preparar con buen éxito las
revoluciones de los pueblos. Morando en las gran­
des poblaciones gentes distraidas con el torbe­
llino del mundo , poco inclinadas á las prácticas
de los cristianos, que aunque sencillas son pro­
pias para impresionar almas tiernas, corazones
puros no estragados por las pasiones, fué ne­
cesario á aquellos comunicar con las clases ínfi­
mas , que componen lo que hoy se llama pueblo,
y son el \igor y nervio de un estado. Esta nece­
sidad dio origen al establecimiento de las parro­
quias. Establecidas, á despecho de las autorida­
des , tanto en las colonias y municipios, como en
las aldeas mas pobres, eran centros que atraían
prosélitos numerosos, y servían para extender
una vasta red, un sistema completo de instruc­
ción. En los reducidos límites de cada alquería,
en los asilos mas pobres y agrestes de nuestras
comarcas, introdujéronse desde los primeros si­
glos hombres fervorosos, promulgando la ley cris­
tiana. Calcúlese la influencia que había de ejer­
cer en un país maltratado por la guerra y hecho
juguete de las pasiones mas inhumanas, únadoc-

^ Paleotimo, O r ig in . E e c l , lib. 2, cap. 16, D e P r e s b y te ­


y cap. 17, D e D ia c o n is .
ris ,
—209—
trina que infundía en el corazón la caridad, la
misericordia y la benevolencia para sus semejan­
tes; y todo en nombre del cielo. No se limitaban
aquellos hombres piadosos á socorrer y á prestar
alivio á s u s hermanos de religión: también los
idólatras, libres ó siervos, niños ó adultos, eran
favorecidos en la desgracia, socorridos en la in­
digencia, y mantenidos por las dádivas volunta­
rias de los que se imponían el alto deber de amar
indistintamente á todos los hombres Así, los
cristianos crearon sentimientos de compasión
y de respeto entre las masas populares, é inspi­
raron aversión contra los magistrados servilmen­
te crueles, que aumentaban con sus atrocidades
el catálogo de los mártires.
Instalados los obispos y párrocos en medio de Prác ticas
y cere­
sus hermanos, constituidos en guias y oráculos de monias.
la gente inocente y sencilla, adoptaron costum­
bres y ceremonias adecuadas para infundir pre­
ceptos morales, y fijar con signos exteriores el
nuevo culto en el ánimo de la plebe. Algunos
cristianos, dice Ensebio ^ , renunciaban sus bie­
nes, posponían las dulces emociones del sagrado
matrimonio y todas las comodidades de la vida,
para dedicarse al servicio de Dios y al amor de
las cosas celestes; otros, si bien de diferente vo­
cación , vivían en feliz enlace atendiendo á sus fa­
milias, sirviendo en los ejércitos, ó ejerciendo los
empleos de la magistratura civil; pero atempera­
dos siempre á las reglas de la religión, cuyos
ritos practicaban burlando la vigilancia de los ti-

^ Ensebio ensalza los generosos oficios de los cristianos


con los gentiles, én poblaciones afligidas de la peste y
calamidades. H i s t o r . E c c a .j, cap. 8, líb. 9. Paleotírao, lio- 9.
2 P r a e p a r a t, lib. 12.
—210—
ranos. Las ceremonias, de que nos han trasmui­
do noticia los documentos eclesiásticos de los pri­
meros siglos, y relativamente al país granadino,
los cánones del concilio de Illiberi y la sagrada
musa de un poeta español *,, eran sencillas, y
propias de aquellos tiempos de pureza evangéli­
ca en que se tributada culto á Dios, mas bien en
las interioridades del hogar doméstico, qué en
templos públicos expuestos á la investigación de
los magistrados. Nuestros cristianos leian con fre­
cuencia los salmos de la Biblia ^; al lucir el alba,
á las horas de comer, al acercarse las sombras
de la noche, recitaban himnos sagvados dando
gracias á la Providencia que les proporcionaba
vida y sustento Sus niños aprendian algunas
de las interesantes anécdotas en que abundan los
libros sagrados. La fortaleza de Jacob, luchando
con el ángel; el abandono de Agar, socorrida en
el desierto por querubines; la historia de José y
sus hermanos; las sublimes parábolas del Evan­
gelio entraban por mucho en la educación de la
tierna mfancia *. Algunos cristianos fervorosos
peregrinaban á Jerusalen, para visitarlos lugares

■* Las obras poéticas de Prudencio, son una joya res­


plandeciente entre las tinieblas q^ne oscurecen la gloria de la
literatura latina, en la decadencia del imperio. Son aprecia-
bles , tanto por la valentía con que ridiculizan y combaten
los errores del paganismo, cuanto por los curiosos datos que
suministran para conocer las costumbres délos primeros
cristianos.
2 Euseb., lib. 12.
3 Euseb. P rcB parat.^ lib, 12. Prudencio compaso elegan­
tes himnos para estas ocasiones, Á u r e lii P r u d e n ti i o p e ra ;
H y m n a r iu s de te m p o re e t de s a n c tis p e r ta tu m a n n u m . An •*
tonio de Nebrija, Érasmo y Fabricio han comentado las poe­
sías del piadoso Zaragono.
^ Euseb., P e m o n s tr . lib. 6.
—211—
inmortalizados por Cristo y los apóstoles, y para
purificarse en las aguas del Jordán; otros daban
al c^reinio de la Iglesia la primicia de sus cose­
chas- todos tenian en tanta veneración la señal de
la cruz que la usaban en sus mismos anillos h
Redoblaban las pláticas religiosas, los ayunos y
la lectura de los santos Evangelios, al acercarse
las solemnidades de la pasión, la conmemoración
de algún santo, y el aniversario del suplicio de
los mártires
No fueron solo seres desgraciados, hombres aba- Vírgenes
tidosypobres, los que al^razaron en nuestras pro-
vincias con ardiente entusiasmo la fe de J. C.
También el cristianismo influyó poderoso en el
ánimo del sexo débil, propenso á recibir las im­
presiones de tierna sensibilidad, de dulcísimo
afecto que excita aquella religión. Nobles donce­
llas retirábanse del torbellino del mundo, renun­
ciaban sus distracciones, y se ligaban con sagra-.
dos votos á una perpetua castidad^. En grande
estima se tenia este estado, dice Ensebio, por­
que las vírgenes ocuparán preferente lugar en el-

1 Eo el periódico L a A lh am h ra^ que publica el liceo de


Grauada, y en la R e v is t a de E s p a ñ a y d e l E x t r a n j e r o cuyo
director es D, Fermín Gonzalo Moron, se ha dado cuenta
de las antigüedades descubiertas en las inmediaciones del
Atarfe, y entre ellas de los anillos con el signo de la cruz,
extraidos de algunos sepulcros de cristianos que, según fun­
dadas conjeturas, fueron enterrados en el siglo^ V. Eusebio
en el lib. 6, de su D e m o stra c ió n e x a n g e lie a dice, que los
cristianos veneraban extraordinariamente la cruz, y en el
C o m e n ta rio d Isaías^ que la usaban basta en sps anillos.
Véase el apéndice de este tomo sobre A n tig ü e d a d e s a e
G ran ada.
- Euseb,, M is ta r . E c c a ., lib. % cap. ÍT.
3 En los escritos de los Santos Padres son fr ec u e n te s los
elogios de las vírgenes consagradas á Dios. Véase el canon
13 del Concilio lilíberitano.
— 212—

reino de los cielos^ y serán presentadas á Dios


‘ por ministerio de los ángeles
La mu­
chedum­ Introducidas en el siglo III estas costumbres
bre de entre los cristianos del país granadino, acrecen­
cristianos tado el número de los fieles,, tuvo lugar en uno
hace nece­
saria la ce de los. mas célebres mumcipios. la celebración del
lebracion primer concilio español. La bístoria de Grranada
de un con­ presenta el testimonio mas auténtico, el mas an-
cilio.
íiguOj el mas fidedigno de cuantos ofrecen los
anales eclesiásticos de España, para Justificar el
floreciente estado de la religión á principios del
siglo IV. La necesidad de afirmar á los prosélitos
en la fe que babian abrazado, la precisión de fi­
jar algunos puntos del dogma, y el deseo de man­
tener pura y exenta de imperfecciones la congre­
gación de los fieles, dieron margen á la fiimosa
asamblea cristiana, tenida en Illiberi.
Situación Al contemplar el bermoso; cuadro que presen­
de Illiberi.
ta la vega de Granada, llaman desde luego la
atención sus alamedas y sotos, su verdor casi per­
manente , la prodigiosa fertilidad de toda su lla­
nura. Sobresalen en medio de esta, y forman
singular contraste con su lujosa vegetación, las
colmas de sierra Elvira, siempre áridas, siempre
rebeldes al cultivo, y en cuyo ingrato suelo ni se
crian flores, ni dora mieses el estío, ni maduran
frutas para el sustento y regalo dé los babitantes
de estas comarcas. Aun es mas i la nieve, que en
los rigores del invierno cobija las cumbres de las
sierras inmediatas y cubre a veces la superficie
de la vega, jamás blanquea la de sierra Elvira,
que liquida los campos apenas caen. La causa de
este fenómeno se explica fácilmente, alverdise-

Euseb., I n P s a lm . 44.
—213—
minadas en su suelo piritas de liierro, cobre y
azufre rellenas sus cavidades de moles de cas­
cajo , y una insondable caverna por donde brota
un raudal de agua caliente. La formación volcá­
nica de esta sierra es causa de su constante este­
rilidad, y de los frecuentes terremotos que añi-
gen á Granada y su comarca. Casi todos los años
la sierra Elvira hace sentir su funesta influencia
con violentos temblores : en algunas ocasiones,
aterrados los habitantes de los pueblos circunve­
cinos , la han observado despedir en la oscuridad
de la noche exhalaciones sulfúreas, parecidas á
relámpagos. Todo en ella revela la existencia de
un foco temible. En la vertiente meridional de la
sierra, al oeste del lugar del Atarfe, en el pago
conocido con el nombre de cortijo de las Mon­
jas, estuvo la ciudad de lllibeñ, que Plinio cali­
ficó de celebérrimd. Elevada á la clase de munici­
pio durante el imperio, rivalizó en riqueza y es­
plendor con otros pueblos que obtuvierou el mis-
-mo privilegio. El curso de los siglos, y los estra­
gos de la guerra han derribado sus.edificios, han
dejado yermo su término,y raido de la faz de la
tierra sus monumentos. Hoy se descubren cimien­
tos de casas, cisternas, un acueducto, y un vasto
cementerio, de cuyos sepulcros se extraen des­
carnados esqueletos. En el recinto que ocupan
las ruinas de tan famoso municipio, tuvo lugar
la celebración del primer concilio español
Antes de exponer los cánones de este concilio, Opiniones
ocurre el inconveniente de fijar con exactitud el
tiempo en que fué celebrado. Los escritores, aun- concilio,
que varían en algunos años, convienen sin em-

t Ap. de este tomo sobre A n tig ü e d a d e s d e G ranada^


-2 1 4 -
bargo en que se veníicó en los primeros del si­
glo IV. TUlemont, Mendoza, Flores y Yillanu-
ño * lo han determinado en el año de 300 á
301 de J. C.; el cardenal Águirre ^ marca su ce­
lebración en 303; Ambrosio de Morales y D.
Antonio Agustín ®la atribuyen con alguna va­
riedad al 325; Natal Alejandro, Gravesson, y
Cenni * ofrecen notable desacuerdo. De tan di­
versos pareceres, resulta mas acertado el de
los que suponen, que fué tenido en el interme­
dio de los años 300 á 304- de J. C. La circunstan­
cia de haber concurrido á la asamblea los céle­
bres prelados, Osio, obispo de Córdoba, y AV
lerio, de Zaragoza, y la historia de ambos hacen
mas verosímil la ultima opinión. Osio, persegui­
do por Diocleciano, fué [desterrado á Italia:
desde aquí pasó á oriente, y asistió en 325 al
concilio general de Nicea, qiie tuvo la gloria de
presidir. En aquellos años estuvo ausente de Cór­
doba , y no le fué dado volver á ocupar su süla,
hasta despues de muerto el emperador Constan-

^ Tillemont, M e m o r , p a r a la H i s t o r . E c c a .j tom. 5,
tít. de S a n t a E u la lia de M é r id a . Mendoza, De c o n c il Illih e -
r i t . c o n f.r m ., lib. 1, cap. 2. Flores, E s p . S a g r ., tom. Í2,
trat. 37. Villanuño, S u m . C o n c ilio r. H i s p . j i o m . 1, pág. ñ ñ .
2 Aguirre , C o lle c t. m ace, con cil. H is p . tom. 1, nota, al
cap. 2, de Mendoza, pág. 259.
^ Morales, C ró n ic a g e n e r, d e E s p . j lib, 10, cap. 31, n,
1.“ D. Antonio Agustín en la carta á Jerónimo de Blancas,
al fin délos C o m e n ta rio s de A r a g ó n . En M e m o r ia s de la
academia de la Historia hay un informe del ilustre Campo-
manes sobre el ano en que fué celebrado el concilio Illi-
berítano.
^ Natal Alejandro, H i s t o r . e c c a .j tom, 4, sec. 1, diserí. 21,
Gravesson, H i s t . ecca.¡ sec. 4, diálogo 3. Cenni se reduce
á citar á Natal Alejandro , y á contradecir la opinión del P.
Morin; pero no fija su opinión. D e a n tiq . e c c l H is p .^ Disert,
1, cap. 4.
— 215^
lino en 337 ^ Valerio, complicado en la misma
causa de Osio, se trasladó á Valencia, en donde
recibió amargos sinsal^ores. Sobrellevando con
resionacion su infortunio, se retiró á una modes­
ta aldea en las márgenes delCinca, en cuyo asi­
lo falleció el año de 315 La persecución de
estos clarísimos prelados revela cpie el concilio
Illiberitano, al cual asistieron, fué convocado
antes de promulgarse la persecución de Biocie-
ciano, y reunido despues de pubbcada. Por ello
carecen sus actas del año y consulado que expre­
san los demás conciKos españoles, y no se hicie­
ron públicas sus decisiones hasta que congrega­
do el de Nícea en tiempo de Constantino, goza­
ron de paz las iglesias granadinas. Consta solo en
el Illiberiíano, que sus disposiciones fueron pro­
mulgadas en el año 324, y que fue tenida la re­
unión en los idus de mayo (15 de Ídem).
El concilio 4.® de Toledo y un precioso ma- Cererao-
nuscrito publicado por Losaysa^^ describen exac-
tamente la gravedad y circunspecion con que fué
celebrada nuestra asamblea cristiana. Al rayar el
alba fueron despedidos de la iglesia los fieles que
á prima hora babiaii concurido á orar. Cerradas
las puertas, los ostiarhs (porteros) dieron entra­
da, por una sola que quedó expedita, á los in-

^ S. Isidoro de Sevilla copió inadvertido al escribir la


historia de Osio f D e S c r ip ts e c d e s i a s t.J , las fábulas que un
presbítero cismático llamado Marcelino, forjó á principios
del siglo V ; de ellas no hacemos referencia,
^ S. Isidoro, D e S c r i p t. eccles.^ ca p , 1. Aguirre, C oUect.
m aoe.j tom. pág. 270.
^ Concilio 4,“ de Toledo, cán. 4, y M. S. del Escorial,
publicado por Loaysa en su C olección de c o n c ilio sí tiene
por epígrafe, I n c ip it ordo de celebran do concilio.
— 216 —

dividuos dignos de asistir á los debates. Los obis­


pos dirigiéronse primero á la iglesia j y ocuparon
sus asientos por el orden de antigüedad; en se­
guida fueron llamados los presbíteros, y coloca­
dos estos y entraron los diáconos. Formando se­
micírculo los asientos de los obispos, puestos á su
espalda los presbíteros, al frente los diáconos,
entraron los legos iniciados, y también los no­
tarios ó escribientes fieles, con encargo de copiar
las actas. Completa la reunión, fueron cerrádas las
puertas; los asistentes se postraron en tierra, y
recitando algimas oraciones dieron principio al
solemne acto.
Personas F1 concilio de Illiberi fué celebrado por 19
notables obispos, 24 presbíteros y considerable número
tieronáéV diáconos y de legos. Felix, obispo de Gua-
dix, era el mas antiguo; seguían Osio, de Córdo­
ba; Sabino, de Sevilla; Camerimno, de Martes;
Sínagio, de Cabra; Secundino, de Cazlona; Par­
do, de Mentem (la Guardia); Flaviano, de El­
vira; Cantonio, de Urci (Villaricos); Liberio, de
M érida; Valerio, de Zaragoza; Decencio, de
León; Melaiicio , de Toledo; Januario, de Sabio-
te; Yicencio, deHuelva; Quinciano, de Evora;
Suceso, de Lorca; Entyquiano, de Baza; Patri­
cio, de Málaga: los presbíteros eran Restituto,
de Montoro; Natal, de Osuna; Mauro, de Illi-
turgi (Santa Potenciana); Lamponiano, de Ca-
zalla; Barbato, de Écija; Felicísimo, de Teba;
León, de Ronda la Vieja; Liberal, de Lorca; Ja­
nuario, de Álhaurin; Januario, de Aguilar; Vic­
torino , de Cabrá; Tito, de Noalejo; Eucario, dol
municipio Rliberitano; Silvano, de Salobreña;
Victor, de MontemayOr; Januario,, de Villa-
neos; León, de Mar tos; Turrino, de Cazlona;
Lujurio, de Rute; Emérito, de Vera; Eumancio,
de Feria; Clemenciano, de Maquiz; Eutiquio, de
— 217—
Cartagena; Juliano, de Córdoba Las actas del
concilio no han trasmitido los nombres de los diá­
conos y legos que, según consta en ellas, asistie­
ron á la reunión. Los 81 canones son reglas de '
conducta para los fieles, rígidos preceptos de
moral, y prohibiciones severas para mantener en
toda su pureza las costumbres de los cristianos.
El primer cánon del concilio previene, que ío- Exámen
do el que en la edad de la razón acudiese al tem-
plo pagano para ejercer la idolatría, no fuese re- De la re­
conciliado ni aun al fin de su vida. Muy severo ha concilia-
parecido este decreto á algunos autores, conside-
rándolo opuesto al espíritu del Evangeho; pero
se justifica su rigorosa disciplina al considerar,
que el crimen de idolatría voluntaria menosca­
baba la pureza y el decoro de los primeros cris^
lianos, que admitian solamente en su congrega--
cion á los que tuviesen invariable ánimo de so­
meterse á la fe de J . C. Era necesaria mucha fir­
meza para retener á algunos neófitos en sus debe­
res ^ para darles á conocer la importancia de la
religión que abrazaban Los cánones 2 y 3 son

^ apéndices de este tomo publicamos el


concilio ÍU iberü an oj, como escriben muchos, ó E U b e r ita m ^
siguiendo la impresión de la magnifica obra C o lle c tio can o­
n u m E c d e s m H ispanice^ que en 1808 dió á luz la imprenta
Real, bajo la dirección de D. Francisco Antonio González,
Según las conjeturas de Mendoza ( D e e o n c il, l l l i b . , lib. L
cap. 1) asistieron 54 diáconos. López de Cárdenas escribió
un tratado sobre los presbíteros que asistieron al concilio
Illiberitan O y cuyo manuscrito, adquirido en Montero por una
persona entendida, hemos examinado con detenimiento. De­
seáramos publicar este precioso libro inédito, que es un mo-
uelo^ de erudición y de crítica ; pero su inserción baria de­
masiado voluminosa esta obra.
_ autores han comentado los cánones del conci­
bo t m b e r i t a n o ; las ilustraciones de Mendoza, del P. Flores
Toao I - 15
— 218—
relativos á los‘flamines ó sacrificadoi-es de los
ídolos. El uno impone á los cristianos iniciados en
el cargo de tales ó que hubiesen hecho sacrifi­
cios j la pena de no ser reconciliados ni aun al
tiempo de la muerte. El otro, les concede esta
gracia en la hora postrera, si han cumplido la
debida penitencia; mas se la niega si hubiesen
sido reincidentes. Algunos cristianos ambiciosos
intrigaron para hacerse elegir flamines: estos sa-
crifieadores estaban encargados, bajo los empera­
dores paganos, de celebrar diversos espectácu­
los. Siendo estos por lo común crueles y sangrien­
tos , las personas que los costeaban eran miradas
por la Iglesia como culpables de todos los homi­
cidios que en ellos se verificaban. Sucedía á ve-
• ces que los cristianos eran desgarrados por las
bestias feroces, y no podia haber culpa mas pu­
nible ni mas propia para rehusar la reconcilia­
ción j que la inhumanidad de los que fomentaban
aquellas sangrientas escenas. También los mimos
y juglares recorrían los pueblos y ciudades, re­
presentando ante el público escenas de inconti­
nencia , ofensivas á la moral. Los padres del con­
cilio consideraron mancillados con la impureza
del adulterio á los que se prestaban á tan indeco­
rosos divertimientos. Era antigua costumbre de
la Iglesia no conceder el perdón, mas de una.vez,
y dejar á los reincideníes en el ejercicio de una
segunda penitencia; así lo previene el canon'3,
uniforme con el 7 y el 4*7, que reprueban alta­
mente algunos delitos ofensivos al decoro y á las
buenas costumbres

y las del abate francés Duguet. en el tom. 1 de las C o n fe-


n m i a s é c c a s .j son las mas apreciables,
í r C án on es r e s p e c t m s .
— 219—
Los cánones 11, 39, 4-2^ tó y 68, ha-
blan del término en que se ha de probar la fe de
los catecúmenos, de sus admisiones, de sus gra­
dos de stis órdenes y de sus edades diferentes.
Los catecúmenos que, no interviniendo en sacrh
ficios impíos, liabian imprudentemente costeado
espectáculos, eran privados por el término de 3
años del bautismo, cuya santidad no conocian
aun. El catecúmeno permanecía mas ó menos
tiempo, según la calidad de su crimen, sin recon-^
cilíacion. La de unos se prolongaba 5 años, co­
mo en la soliera que siendo catecúmena hubiese
dado su mano á un hombre separado de mujer le^
gítima sin razón alguna; y asimismo era diferida
hasta la muerte, en la mujer también catecúme­
na, que hubiese incurrido en la culpa de idola­
tría ó de aborto. La entrada qne pretendían los
fieles en la asociación cristiana y la ceremonia que
los iniciaba á los catecúmenos en las fórmulas del
culto, consistía en un acto llamado hi impoúcÍQn
de mano. Había tres órdenes de catecúmenos: 1.^
oyentes: 2.® arrodillados, los cuales despues de
salir los anteriores del templo, asistiau á las ora­
ciones de los fieles y recibían la bendición del
obispo: y por último iluminados ó competentes,
porque estaban ya enterados de los misterios y
ceremonias.
Los cánones 5 y 6 son relativos al crimen he los bo­
de homicidio que se distinguía en voluntario é
involuntario; el culpable del primer delito no pa*Jies^.^
podia reconciliarse sino al cabo de 7 años: el
que lo era del segundo, al cabo de 5. Los cáno­
nes 8, 9 ,1 0 y 12, reprueban las costumbres de
las mujeres que, olvidando sus deberes, ofrecían
escándalos públicos, sin someterse á las leyes del
matrimonio. El cánon 13 es relativo á la pure­
za de las vírgenes cristianas, que se hablan obli-
-^220—
gado con promesa y reclusión solemne á guardar
castidad
Del ma­ Loscánones 14^, 15, 16 y 17 hacen referen-
trimonio.
cia del matrimonio, y son seguramente de los mas
notables. En ellos, así como se ennoblece con la
bendición de la iglesia y se ratifica santamente
él acto mas solemne de la vida del hombre, se
reprueban los enlaces de las cristianas con gen­
tiles , con herejes y con judíos. Las legislaciones
paganas habian prescrito reglas para la celebra­
ción del matrimonio , y supuesto que intervenían
los dioses en el momento mismo en que se deci­
día la suerte de dos esposos. La importancia de
este acto, elevado á sacramento por los cristia­
nos , no pudo menos de ocupar á los padres del
concilio IlUberilano.
De los mi- La conducta de los obispos, de ios presbíte-
nistros e- ros, de los diáconos y de otros eclesiásticos no
clesiásii- podia ser indiferente á los padres del concilio, que
prescribian minuciosas reglas a los catecúmenos
y á los fieles de ínfima categoría. Los cánones 18,
19, 2 0 ,2 7 , 28 y 33 establecen reglas para man­
tener el decoro del estado eclesiástico, para exi­
mir á los clérigos de las obligaciones que impone
el matrimonio y para que puedan sin obstáculo
ejercer sus importantes funciones: se consig­
nan en ellos la alta dignidad de que estaban re­
vestidos y sus delicados deberes
De la con- Yjié necesario promulgar ios cánones 21, 22,
los^legosf 21 y 26 para estimular álos fieles á concur­
rir con frecuencia á las iglesias; para apartarlos
de las herejías; para instruirlos á fin de que re-

* C a n o n , r e s p e c t.
^ C á n o n . re s p e c t.
--221—
cibiesen con sinceridad el bautismo; y también
para íju6 celebrasen los ayunos llamados de su­
perposición. Estos eran obsei vados con todo ri­
gor durante los dias de cuaresma y los viernes y
Silbados de cada semana. Se acordó en el conci­
lio, que continuase la abstinencia en el tiempo
acostumbrado 5 menos en los meses de julio y
agosto, por la debilidad de algunos que no po­
dían permanecer sin alimento durante los fuertes
calores del estío. Los cánones 25 y 58 han sido
interpretados de diferentes maneras : en ellos se
habla de cartas comunicatorias que , según unos,
eran documentos conferidos por los presbíteros
á los penitentes, para que los obispos á quienes
fuesen presentados, absolviesen á éstos de los
crímenes que aquellos no habían podido perdo­
nar. Opinan otros, que estos cánonés no son alu­
sivos á pecadores, ni á su reconciliación, y sí á
cartas comendaticias ó de comunidad, dadas por
los confesores á los fieles, para que, viajando, íue-
sen atendidos y considerados por sus hermanos
de religión en pueblos extraños. Parece mas ve­
rosímil este juicio al considerar que los cristianos,
sin otros vínculos que los déla fe y los de una mis­
ma creencia, se consideraban fraternales ami­
gos. La hospitalidad era una de las virtudes mas
recomendadas de los primitivos cristianos, y Ter­
tuliano deduce de ella, razones para impedir
á las mujeres cristianas dar su mano á maridos
infieles. Las cartas comendaticias eran una pre­
caución Utilísima para no recibir impostores ni
herejes, que pudiesen participar de los santos
misterios y de las dulzuras de un coloquio fran­
co y peculiar. Exigíanse de los desconocidos, en
aquella especie de sociedad secreta, cartas de
comunión con que justificaran pertenecer á la
hermandad de los fieles.
— 222—
De loi Los cánones 2 9 ,3 0 , 3 1 ,3 2 , 3 7 ,3 8 , 4-2,46
energú­ y 48, fueron dictados para eliminar del grernio
menos, de
los pecado de la iglesia á los energúmenos que las creencias
resydjelos de los primeros siglos suponían agitados por los
bautiza­ espíritus malignos j para imponer penitencias á
dos.
algunos, que iniciados en el gremio de las fieles,
habían cometido culpas^ para fijar tiempo y mo­
do con que se habla de administrar el bantfemo;
y para prevenir á los padrinos que no arrojasen
cantidad alguna en la pila bautismal como retri­
bución del sacerdote
De la po­ Los gentiles, que habían venerado mucho el
licía ecle­ terreno donde yacían los restos de un ser huma­
siástica en no, no elevaron el respeto de las sepulturas al
las sepul­
turas, ya- alto grado que los cristianos. Algunos de éstos,
domo de llevados* de un sentimiento que degeneraba en
los tem­ idolatría, acudían con frecuencia á orar sobre las
plos. tumbas de sus mas caras personas, encendiendo
luces; siendo á veces esta ocurrencia, un origen
de escándalo y de punibles desórdenes. Los pa­
dres del concilio, para reprimirlos, prohibieron
que se encendieran cirios en los cementerios, y
que en ellos sigilasen las mujeres. La inteligencia
del cánon 36 ha suscitado serios debates. En él
bán creído algunos hallar justificada la opinión
de los iconoclastas que vituperaron en los que §e
postraban ante las pinturas y esculturas, senti­
mientos propios de los antiguos idólatras y con­
trarios á las ideas meramente espirituales del cris­
tianismo. Es doctrina admitida hoy, que el en­
canto de lás bellas artes puede ofrecer á los sen­
tidos del hombre físico un objeto material, que
presente á su imaginación ideas, que de otra ma-

< C á n o n , r e s p e e t.
— 223—
ñera tendría dificultad en comprender. Sin duda
la decadencia de las bellas artes que representa­
rían en aquellos tiempos, indecorosos y ridiculos
los obietos sagrados, y quiza también la necesi­
dad Ae quitar á los tiranos un medio de prueba
™ra peraeguir á los fieles, dictaron la prohibí­
a n de que se colocasen pinturas en las iglesias. ^
Los cánones 40 y M previenen, que los fieles
no reciban objetos que hubiesen seryiao para sa- los
orificar á los ídolos, bajo pena de 5 años de ex- fieles,
romunion, V qne los señores no consientan a sus
siervos adorar á los mismos. El 53 manda , que
la fiesta de Pentecostés se celebre 50 días des­
pues de la Pascua; el 54 dice, que las mujeres
infieles que, despues de observar una conducta
relaiada, estuxiesen arrepentidas de susextravios
Y casadas, sean admitidas al bautismo^ La c^an-
dad de estos cánones, excusa explicaciones; su
simple narración da á conocer el esmero de los
padres del concilio para incluir en el gremio de
la Iglesia á aquellas solas personas que otreciesen
garantías de perseverar en la fe L \
^ Muchos de los judíos arrojados de su país na- J
tal, se establecieron enlas provincias granadmas,
que habian mantenido desde remotos tiempos co­
municaciones y un comercio activo con as po la
clones de Siria y otras del oriente. Aunque aje­
lados de su patria, perseveraban los proscriptos
en sus antiguas supersticiones , y teman trato y
relación con nuestros cristianos. Los pa^es del
concilio , cerciorados de que algunos de estos se
dejaban seducir por las malignas msmuaciones de
lo^udios y practicaban algunas de sus ceremo-

^ C d n o n . resp ^ ct.
—224—
nías, resolvieron severamente que éstos no ben­
dijesen los frutos de las heredades y que los cris­
tianos no ofreciesen su mesa á los israelitas.
De los Los cánones 51, 52 y 53 previenen, que el
excomul-
sados. que hubiera sido hereje, no fuera admitido á las
órdenes sagradas; que sean excomulgados los que
hubiesen puesto libelos infamatorios ; y que ios
obispos no admitan al excomulgado por otro obis­
po; y en caso de hacerlo, que incurriese en res­
ponsabilidad. Los padres que quebrantasen las
condiciones de los esponsales de sus hijos, los sa­
cerdotes de los gentiles, los duúnviros y magis­
trados municipales, las personas que prestaban
sus trajes á los paganos, los fieles que subían al
capitolio de Illiberi á practicar ceremonias pro­
fanas, y los que en el acto de destruir los ídolos
eran maltratados por los gentiles, fiieron objeto
de los cánones 56 y siguientes hasta el 60
De los mi. Los comprendidos desde el 61 hasta el 73
raos Y ju= (excepto el 62, relativo á los cómicos y juglares
glares.
que podían ser admitidos en la sociedad cristia­
na , abandonando su profesión , debiendo ser ex­
pulsados inmediatamente que á ella volviesen ) ,
establecen reglas de buenas costumbres, fulmi­
nan anatemas contra ios que mancillan el honor
de los esposos, y reprueban otros vicios y desór­
denes contrarios á la honestidad. También los de-
latores y testigos falsos, los que hubiesen perse­
guido á los obispos, presbíteros y diáconos por
crnnenes imaginarios, y dado motivo para que
los magistrados romanos ejerciesen su cruda per­
secución , fueron por ellos excluidos parcial ó de­
finitivamente del gremio de la Iglesia.

C anon, re sp e e t
-2 2 5 —
El que se ordenaba, habiendo cometido algún
delito grave, y se confesaba expontáneamente conducta,
culpado, podia ser admitido á la comunión, des­
pues de tres anos de penitenciay despues de cin­
co si el crimen era revelado por otro. El bau­
tizado por el diácono, debía ser confirmado por
el obispo. El cristiano, que mantenía ilícitas re­
laciones con mujer judía ó gentil, los tahúres y
personas de mala vida ó viciosas costumbres, eran
privados de la comunión, podiendo reconciliarse
á los cinco años de penitencia. Prohibíase á los li­
bertos de patronos seglares, ser promovidos al
clericato, y á las mujeres casadas escribir ni re­
cibir cartas sin licencia de sus maridos
Tales son las disposiciones del concilio Illiberi- Gelebri-
tano; en ellas está reasumido todo el espíritu
de la doctrina cristiana , explanada por los mas
ilustres escritores de los primeros siglos de la Igle­
sia, Algunos cánones fueron dictados con la seve­
ridad que hizo necesaria la posición de los cris­
tianos del país granadino y de las provincias cir­
cunvecinas. Ensañados los perseguidores, fue
preciso establecer reglas enérgicas para que
los débiles se confortasen, los tímidos cobraran
ánimo, y todos adquiriesen valor de arrostrar
los pehgros que amenazaban, Los cánones de
aquel concilio han servido de base á disposicio­
nes adoptadas en posteriores asambleas. En el
Arelatense primero, vemos reproducidos siete
cánones enteros; en el Ni ceno cinco; en el Sar-
dicense uno; el cánon 13 del Toledano es una
copia del 29 Illiberitano Muchos autores

^ C a n o n , re s p e c t, Masdeu, c r í t.y tom. 8 , art.


... y siguientes. a t
2 Duguet, C on feren ces ecclesiastiqu es^ tom. 1, oiseri;.
—226—
eclesiásticos y profanos citan las decisiones de
éste, y aprecian sus 81 reglas como unos dór
cumentos importantes y de autoridad en la his­
toria de la Iglesia.
---------
Edicto de Algunos años despues de celebrado el concilio
Constan- A os eáictos de tolerancia publicados
por Constantino, removieron los obstáculos opues­
tos al progreso del cristianismo. Los ministros ce­
losos, que ocultos antes, escarnecidos y vilipen­
diados tenian que huir de la luz del dia para ex­
plicar su fe, quedaron libres y autorizados para
emplear en su favor todas las razones que pue-r
den subyugar al entendimiento ó conmover las
pasiones del pueblo *. El paganismo, moralraen-
te abolido á principios del siglo I I I , lo fué de he­
cho desde el mes de marzo del año 31 3 , en que
se publicó el edicto de Constantino. Por el conce­
dió la paz á la Iglesia, y verificó un cambio com­
pleto en nuestro país y en todas las provincias del
imperio. Sin controversias, sin (Elaciones, sin
gastos, fueron repuestos los cristianos en la ple­
na posesión de las iglesias y tierras que sus ene­
migos les babian confiscado. Los compradores
de buena fe que babian adquirido estas fincas,
recibieron créditos contra el tesoro imperial, de
cuyos fondos se mandó pagar el valor efectivo de
aquellas adquisiciones Una tolerancia universal
de todas las sectas y opiniones fué prescrita á

15. Pedraza, H i s t o r , ecca . d e G r a n .^ ’g s H . % cap. 14.


1 J a m v e ro s i q u is p e r g r a tia m D o m in i in s p ir a fu s , s e r ­
m o n e m p r o f e r r e t a d populum ^ cu m o m n i sile n tio orce^ cu n c­
to r u m in eum^ ocu liqu e con versi^ ta m q u a n c w litu s s ib i p e r
eum d e n u n tia r i a liq u id e x p e c ta b a n t.K u s e h io , M is to r , ecca.},
lib. Q, cap. 10.
2 Eusebio, H i s t o r . ecca.^ lib, 9, cap. 9. Sozomeno, E t s t .
ecca. tr ip a r t it a ^ lib. 1, cap. 10. h e t c i m m / D e m o r te p e r -
— 227—
los oobernadores de las provincias, con^encargo
de conformarse estrictamente al sentido claro
del edicto , en que se establecía y aseguraba sm
restricción de ningún genero , la bbertad reb-

" T a propensión de Constantino á reformas in- Retomas


tempestivas, ha sido vituperada severamente por
alauW escritores antiguos y modernos , cons:-
aerándola como una de las causas que aceleraron
la ruina del imperio Al recibir su investidura
aquel emperador, aun subsistían las formas del
gobierno civil y militar que Augusto babia plan­
teado en las provincias; y las granadinas estaban
asignadas bajo los mismos Ibnites establecidos
por Agripa Mas Constantino, cual rico se­
ñor que habitando un alcázar suntuoso y sólido
en otro tiempo, pero desfigurado á la sazón por
el curso de muchas estaciones, repara el edifi­
cio , le adereza y restaura sin que baste el esme­
ro para evitar su ruina, creyó oportuno mejorar
con un nuevo régimen la caHuca y ya viciada ad­
ministración de Augusto y de Adriano. No adopto
para ello una de las bases mdispensables de refor-

se c u to ru m cap. 48) inserta el edicto que Licinio, compa­


j

ñero de Constantino, dirigió al presidente de TJíicórpedia, ex­


tendido bajo las bases acordadas en Milán para la paz de la
Iglesia.
^ Gibbon, H i s t o r , d e la d e c a d ,, cap. 20. ^
2 Zózimo, lib. 2. O n e r a v it e n im re m p u b ltc a m i n u t il i offi­
cio ru m a c d ig n ita tu m tu r b a . Cambefisio, I n A m m ia n u m .
Grutero, De offic. d om u s a u g .j lib, 1, cap. 44,^
2 La generalidad de los historiadores españoles, apoya­
da en un párrafo oscuro de Aurelio Victor, ^asegura que la
alteración de provincias fué hecha bajo Adriano. El P.
res ha rebatido victoriosamente esta opinión, y probado
que hasta Constantino no hubo variacioTi en las nuestras ni
en las demás españolas. Véase también á Masdeu, tomo o.
—228—
mas administrativas, que es la economía concilia­
da con el respeto de los intereses existentes. Creó
nuevos destinos; despojó á la autoridad imperial
de algunas de sus altas atribuciones; y en vez de
Adminis­
robustecer su poder, le enflaqueció imprudente­
tración m ó te. Dividido el imperio en cuatro diócesis, man­
nueva de daba cada una de estas un gobernador supremo,
nuestras con el título de prefecto del pretorio: á éste obe­
provin­
cias. decían los vicarios de las provincias asignadas á
su jurisdicción; y á él estaban subordinados los
gobernadores de distrito. El vicario de la dióce­
sis española, residente en Sevilla, dependía del
prefecto de las Gallas > cuya autoridad se exten-
dia a esta y á las otras dos de Inglaterra y Espa­
ña. El prefecto confirmaba, cuando le parecía
oportuno , los nombramientos de gobernadores
de provincias; les prescribía reglas de adminis­
tración; nombraba, en renuncias y muertes, jefes
suplentes, hasta que el emperador designaba un
propietario; removia á unos y á otros cuando
había causa justa; circulaba las órdenes de la su­
prema corte, y centralizábalos tributos de las
diócesis de su mando.
Autorida­ El vicario, sometido al prefecto, era el jefe
des de de toda España: á su tribunal superior podia ape­
nuestros
pueblos. larse délas providencias de los gobernadores; así
como al supremo del prefecto, de las dictadas
por aquellos. El jefe de la España entendía sola­
mente de los asuntos gubernativos y contenciosos
del ramo civil : para el mando militar se nombra­
ba un jefe, que con el nombre de conde, ejercía
en su línea una juridiccion igual á la del vicario
Las demarcaciones de España, dividida hasta en­
tonces en tres provincias, variaron bajo Constan­
tino. Comprendía la diócesis de España las pro­
vincias Lusitana, laBética, la Galíecia, la Tar­
raconense, la Cartaginense y la Tingítana, sin
—229—
CJU6 por ollo r6Sult3^so on iiuGstro píiis notnljlc si"
teracion. Los mismos límites que hablan servido
de separación a la Betica y Tarraconense j sub­
sistieron entre la primera y la nueva provincia
Cartaginense. En los pueblos incorporados á ca­
da una de ellas mandaba un jefe , bajo la inme­
diata inspección del vicario ó del conde: en ca­
da provincia un agente superior con el nombre
de magisterscolce, estaba encargado déla recau­
dación de las rentas. Estos personajes obtenian
tratamientos pomposos, que contrastaban con la
sencillez y llaneza de los generales antiguos de la
república. El prefecto del pretorio se titulaba
ilustre; el vicario y el conde, espectable ó res­
petable ; el consular, clarísimo; el presidente, per-
lectísimo ; los demás agentes subalternos, egre­
gios : tan de fórmula eran estos títulos, que la ley
imponía la pena de 3 libras de oro á quien no los
tributase con respeto
Nos ba sido preciso interrumpir con la narra- Se atem-
cion de disposiciones profanas el hilo de los su- e! go-
cesos rebgiosos que nos ocupan en este capítulo.
Se baUa tan íntimamente enlazada la historia al civil,
civil con la eclesiástica, que es imposible conocer
á fondo la revolución obrada por el cristianismo
sin dar idea de las disposiciones administrativas
de Constantino. La nueva división de prow cias
sirvió de ejemplo álos cristianos para atemperar
su gobierno eclesiástico á las reglas del civil. Én

^ Sexto Rufo, B rebiar^ r e r . g e s t ., pág. 549., tom, 1 dé


la colección de Francfort, año de 1588. Paucírolo, I n m t ,
d ig ñ it. im p.^ cap. 7, Paleoíimo, O rig , eccLj. lib.9, cap. 6, de
B io c e sib u s GallicB et H isp a n ice. Los doce primeros tomos de
la E s p a ñ a S a g r a d a son un repertorio de curiosas noticias so­
bre el estado del país granadino, durante los primeros siglos
de la iglesia. -
^230- .
cada una de las capitales de provincia se estable^
ció un obispo metropolitano, bajo cuya depeu-
dencia estaban todos los sufragáDeos de la mis­
ma. Á la metrópoli de Cartagena (cuyo priviier
gio de metrópoli obtuvo despues Toledo) cor­
respondían las sillas sufragáneas de Basti (Baza)^
de Memtesa (La Guardia), de Salaria (Sabiote),
de Acci ( Guadix), de Castulo (Cazlona), y de Z7r-
ci (Villaricos), que eran las ciudades principales
incorporadas de antiguo á la provincia Tarraco­
nense. Á Sevilla, metrópoli de laBética, estaban
sometidos los obispos d e //f c n (Elvira), deJíd/a-
ca (Málaga), de Tucci (Marios) y de Abdera,
(Adra) *. Yernos pues, que nuestros pueblos,
desde el tiempo de Constantino, empezaron á
conocer los dos poderes el temporal y el espiri­
tual y á acatar la jurisdicción de los obispos.
Los obis- La extensión y términos de las diócesis pue­
pos y su den calcularse por la localidad de las ciudades
elección. donde resídian los prelados: estos gobernaban
su territorio y bacian que sus subalternos ejer­
ciesen en todos los distritos de su gobierno ecle­
siástico los deberes pastorales. Los obispos sufra­
gáneos tenían consideración igual y un carácter
independiente. En un principio eran libremente
elegidos los obispos por el pueblo'cristiano: el
derecho de sufragio perteneció al clero infe­
rior;, á los decuriones y nobles de los pueblos^

^ Cárlos de S. Patilo, y su comentador Lucas Holste-


nio, ponen el mismo numero de 10 obispos establecidos en
nuestra tierra; y añaden con recelo que en I l t ü u r g i hubo
también prelado; IlH tu r g i cuyus S. E v f r a s iu s E p isc o p u s d i­
c itu r . C. de S. Paulo, N O tilia a n tiq u a d io cesiu m o m n iu m ,
lib. 7. E p is c o p ., H is p a n . Cayetano Cenni (cap. 4 , di-
sert. 1) incurrió en una gravísima equivocación de geogra­
fía, al designar las diócesis de nuestra tierra. \
-1 3 1 —
á todos los que teuian destino ó propiedades fi­
las V también á la muchedumbre que mas de
una vez turbó las pacíficas asambleas cristianas,
con sus acaloramientos y disputas. Los antiguos
curas algún presbítero respetable por su celo y
por su piedad, solian obtener los votos de los
electorel Los tumultos y desórdenes á que dió
márgen la concurrencia para elegir obispo, fue­
ron causa de que se limitase á fiines del siglo lY
el número de los electores Ya en el anterior
los diacones no fueron nombrados por la comu­
nidad de los fieles: los obispos proponían im can­
didato á sus parroquianos, y estos podían úni­
camente bacer objeciones sobre su conducta y
sus costumbres.
Los emperadores babian exceptuado, al ele- Se aumen-
ro de todo servicio piíbKco y de las onerosas
gabelas que en los últunos tiempos deJ imperio clérigos,
menguaban la fortuna de los ciudadanos; y al­
gunos candidatos ambiciosos se refugiaban en
el santuario de la iglesia, para exonerarse délos
cargos municipales que la calidad de vecino ó de
propietario imponían según la legislación romana.
Constantino, para reprimir este abuso, promul­
gó en 320 un edicto, prohibiendo á los decurio­
nes y curiales abrazar el estado eclesiástico , pre­
viniendo á los obispos que no admitiesen nuevos
clérigos, hasta tanto que quedaren vacantes pla­
zas por muerte de los que las ocupaban Como
ordenada una persona, componía parte déla ge­
neración espiritual y entraba bajo la inmediata
jurisdicción del obispo, y como los privilegios

S. Cipriano, E p t U . 33. Tomasino. D é a n tiq u a d is c i’-


p l i n a Ecel&$i(B\¡ tona. 2, lib. 2, cap. 18. "
2 C od, T h ió d o s .j íib. 12, tít. i , f í e decu rión -
—í>32—
otorgados al clero y sus muchas exenciones ha­
cían á los individuos que abrazaban este estado
de mejor condición que al resto de los dudada»
nos ^ se multiplicaron el rango y número de los
eclesiásticos. Además de los sacerdotes, diáconos
y subdiáconos, fueron creados acólitos, exorcis­
tas, lectores, sochantres, porteros, para mayor
solemnidad del culto, que hoy vemos, á pesar
de tantas revoluciones, atemperado en las igle­
sias actuales, á las mismas reglas que se consti­
tuyeron en el siglo IV.
S. Grego= Afirmado el poderío, y eficaz la influencia del
clero en el país granadino, triunfante en él la
nueva religión, ocupó la sede episcopal de Illibe­
ri un escritor elocuente que supo ensalzar la nue­
va doctrina, y oponer la sabiduría evangélica á
la frivolidad del culto pagano, la pureza de su
moral á las ideas impuras del politeísmo, su ma­
ravilloso triunfo á la incredulidad de algunos in­
fieles. Almas enardecidas pensaban con dulces
ilusiones, que la fe cristiana iba á renovar la-in­
alterable fraternidad de los tiempos patriarcales,
y á sofocar las guerras de los pueblos y las que­
rellas dé los individuos; que ningún sentimiento
deshonesto, ni pasión maligna podrían abrigarse
en corazones poseídos del espíritu evangélico ; y
que la espada de la justicia quedariá sin ejerci­
cio en una sociedad de hermanos Contribuyó
eficazmente á fortalecer las ideas de clemencia.

Discordes linguis populos, et dissona cultu


Regna volens sociare Deus, subjungere uni
Imperio , quidquid tractabile moribus esset,
Concordique jugo, retinacula mollia ferre
Constituit qui corda hominum conjuncta teneret
Religionis amor. Nec enim fit copula Christo
Digna , nisi implicitas societ mens unica gentes.
—233—
de }iümímidad,y á proclamar que la conducta
del verdadero cristiano es el ejercicio de todas
las virtudes. S. Gregorio, obispo de Illiberia con­
temporáneo de Osio^ compuso tratados de moral,
explicó en otros los dogmas cristianos y dio com­
plemento á sus trabajos con un libro sobre la fe
cotólica, del cual S. Jerónimo liace honorífica
memoria
Tales fueron los resultados de la importante Resulta­
revolución consumada en nuestros pueblos á prin­ dos.
cipios del siglo lY : sus influencias son aun pode­
rosas en el XIX. Las diócesis de Illiberíj,
ca^ Tuccií Abdera, Büsti, Mentesa, Salaria ^ Acci»

Sola Deum novit concordia; sola benignum


Rite colit tranquilla Patrum: placidissimus jlluríi
Fiederis humani consensus prosperat orbi:
Seditione fugat, sevis exasperat armis,
Munere pacis alit, retinet pietate quieta.
Omnibus in terris, quas continet Occidualis
Occeanus, roseoque Aurora illaminat ortu,
Miscebat Bellona fnrens mortalia cuncta,
Armabatque feras in vulnera mutua dextras.
Hanc frenaturus rabiem Deus, undique gentes
Inclinare caput docuit stib legibus iisdem,
Romanosque fieri, quos Rhenus et Ister,
Quos Tagus auriiluus , quos magnus inundat Hiberus
Corniger Hesperidum quos interlabitur, et quos
Ganges alit, tepidique lavant septem hostia TSlli.
Jus fecit commune pares, et nomine eodem.
Kexuit, et domitos fraterna in vincla redivit.
Prudencio, C o n tr a S y m m a cu m j. lib. p o s te r ,
jr 583 hasta 608.

S, Ambrosio en sus controversias con Symaco, no estu­


vo mas elocuente que el ilustre poeta español. Es muy nota­
ble la omisión de Mr. Vilmain, quien al tratar en s a s M e l a n -
g es k is to riq u e s e t feííeratm de la elocuencia cristiana, y de
las discusiones entre Symaco y S. Ambrosio, no habla es-
presarneote de Prudencio.
D e S e r i p to r . eccl. D. Nicolás Aníonío,
M i b k o t h .v e t ., lib. 2, cap. 3. Flores, E s p . S a g r .y tó m : 12.,
T omo I
—234—
Castulo y Utci. la fama y erudición de algunos
prelados, y la particularidad de poseer un docu­
mento que justifica la antigüedad y excelencia de
la iglesia lliberitana, prueban que en estas co­
marcas se trabajó eficazmente para la decaden­
cia y ruina del politeísmo.
iios cánones del concilio de Illibefi onecen
conYencimiento de que los judíos se establecieron,
en número considerable en el país granadino, des­
de los primeros siglos de la era vulgar. Rebeldes
al yugo de Roma las tribus de Jacob, sucumbie­
ron ante el poder de Tito y de Adriano, y fueron
obligadas á diseminarse por todas las provincias
del imperio. En nuestra tierra hallaron asilo mu­
chas desdichadas familias, y se dedicaron al co­
mercio^ á la industria y también á la usura. Los
extraños accidentes de aquel antiquísimo pueblo,
le granjearon la aversión de todos los demás, y
mayormente el odio de los cristianos, para quie­
nes la gente israelita era unaraza maldecida y des­
preciable. Los judíos vivían en barrios separados
y no podian enlazarse con cristianos, sin abjurar
antes los errores de su secta. Al oriente de Illiberi
ocupaban una colina, quefué considerada por los
árabes instalados en las cercanías de este municL
pio, como una posición conveniente para construir
fortalezas. La colonia judía poblaba una de las emi­
nencias que, con el nombre de barrio de S. Cecilio,
forma hoy parte de la ciudad de Granada. Aun­
que ignominiosamente vejados los israelitas, pros­
peraron con el comercio, se multiplicaron á pe-

trat. 37. Pedraza, deslumbrado por los cronicones falsos, es­


cribe difusamente de S. Gregorio. Véase el anónimo autor de
las dáce Vidas de varones ilu stresj publicadas por Loaysa al
fin de su colección de concilios.
--2 3 5 —
sar de sus desgracias, y se Yeiigaroii luego de su
humillación, fraternizando con los conquistado­
res árabes
Nuestras comarcas, pacíficas en todo el tiem- Tranqui-
po que medió desdé Constantino hasta el malha-
dado reino de los hijos del gran Teodosio, han
legado muy escasos materiales á la historia. Si­
tuadas en el extremo del mundo entonces cono­
cido, separadas por montes y mares de otras pro­
vincias, lio padecieron guerras extrañas ni frie­
ron conmovidas con discordias interiores. Pero ya
que las pasiones humanas no promovieron cala­
midades , uno de los mas terribles fenómenos de
la naturaleza ocasionó una espantosa catástrofe.
En el año 2.® del reinado de Yalentiniano y Horrible
Yalente, al rayar el alba del día 21 de julio de
365 , se sintió en las provincias granadinas y en
otras del imperio un violento terremoto. Las
olas del Mediterráneo hirvieron como en la mas
desecha borrasca^, Á muchas varas de distan­
cia de Malaca^ de E x i, de Abdera, quedaron en
seco las playas, que siempre habian estado baña-

^ Concil. Illib .j cáns. 49 y 50, La disertación de


Martínez Marina, inserta en las M em orias de la Academ ia
de la H is to r ia , revela el origen de las vulgaridades adopta­
das por algunos autores españoles , suponiendo que los bu­
ques de Salomon, y las incursiones de Nabucodonosor intro­
dujeron en nuestro país las primeras familias judías. Los he­
breos de España propalaron estas especies para vindicarse
de la acusación que les hacían los cristianos, de haher con­
tribuido sus ascendientes á los padecimientos y muerte de
Jesús. Los desgraciados judíos se esforzaron para probar,
que sus padres no tuvieron culpa, porque estaban mucho an­
tes de aquel suceso establecidos en España. Para nosotros es
.mas que verosímil que los judíos poblaban un arrabal de Illi­
b eri, correspondiente hoy á uno de los barrios de Granada.
Mas adelante ilustraremos este punto con el testimonio de las
historias y geografías árabes.
-2 3 6 —
das por las aguas: los pescados, faltos de su na­
tural elemento, eran cogidos amano sobre la are­
na sin redes ni anzuelo. Absortos los habitantes
de la costa, vieron la profundidad de los abismos,
que colmados de agua quizá desde el principio
del mundo, les habiaii facilitado navegaciones
cómodas. Al cabo de algunas horas retrocedió el
mar con ímpetu furioso:los buques, que liabian
encallado en la arena, fueron lanzados con irre­
sistible empiije dentro de tierra, y estrellados al­
gunos contra los edificios de las ciudades cerca­
nas. Las aguas inundaron los pueblos de la ribe­
ra, ahogando á multitud de familias. La noticia
de este desastre, que describen Amiano y otros
historiadores contemporáneos, cundió en breve
y atemorizó de tal suerte á los habitantes del im­
perio , que muchos le consideraron precursor de
mayores calamidades. Creyeron otros que estaba
cercano el fin del mundo, y que Dios lo anuncia­
ba de aquella inanera, para ^ue los pecadores
tuviesen lugar de preparar sus conciencias y de
purgar sus culpas con austeros rigores
Prescindiendo de este desastre pasajero, nues­
tros pueblos prosperaron con la agricultura y el
comercio; y á pesar de una viciada y corrompi-

í £ a t A u g . eom ule V alentiniano prim um eum fratre^


horrendi terrores p e r omnem orbis ambitum g ra ssa ti sunt
s u b iti: concutitur omnis te rre n i stabilitas po n d erisj mareque
dispulsum retro fluctibus evolutis abscesit. Innum era qucedam
civitatibu sj et u bi reperta sunt (edificia complanarunt, Amia-
DOMarcelino, lib. 26, cap. 10. Orosio habla también de este
terremoto, líb. 7, cap. 32. Warbungton hace referencia de
él en su D isertación sohre el proyecto de Ju lia n o , y advier­
te que no se debe confundir con el temblor que se experimen­
tó durante la reedificación del templo de Jerusalen. Consúl­
tese á Gibbon, H is io r . de la d ecad., cap. 26, y la nota 2 del
mismo capitulo.
— 237—

da administración, fueron considerados como los


mas bellos y ricos del imperio. Mas el cáncer que
consumía la existencia de la sociedad antigua,
habia llegado á su mayor intensidad: las legiones
romanas perdieron su vigor; los pueblos su ener­
gía; el cristianismo introdujo costumbres incom­
patibles con la actividad de la guerra. Algunos
emperadores, y Teodosio mayormente, sostuvie­
ron la arruinada mole del imperio; pero muerto
este emperador y divididos sus estados, el norte
se desplomó sobre el mediodía, y sobrevino el
cataclismo que dió nueva forma á la sociedad an
tigua.
CAPITULO Yll.

X as triliiis ^ el M®FÍe*
Situación del imperio. =Ideíi de los bárl)aFOS y motivos de
su emigracion.= Procedencia de las tribus que devastaron
á nuestras comarcas,= Superioridad de los godos,.= Con­
quista de nuestro país por Eurico. = Controversias reln
glosas y discordias civiles. = Política y guerra de los im-
periales,= Son éstos expulsados de nuestras comarcas en
tiempo de Sisebuto. = Sucesos notables hasta el reinado,
de D. Rodrigo.

Nuevo ca- Acabamos de bosquejar una revolución en la&


rácter de i¿|eas , debida á la piedad^ al noble entusiasmo y
1^ historia ^ preceptos de una religión dulce y consola-.
toria. Tócanos aliora describir el trastorno de eos-?,
tambres, las escenas aterradoras, las desventuras
y catástrofes que representa á la imaginación el
funesto nombre de los bárbaros. Cuando b o y , ca­
torce siglos trascurridos desde el imperio de Ho­
norio , consultamos los anales de su infeliz reina­
do, nos parece un sueño, que aquí, que en esta
fértilísima vega de Granada , que en las campiñas
de la opulenta Málaga, que en.los confines de
Jaén y Almería, tierra venturosa toda, convidan­
do cual no otra á gozar de los beneficios de la mas
refinada civilización, hayan acampado bordas fe-,
roces, venidas de los desiertos del Asia, y de los
tristes páramos de la Europa Septentrional. Pero
á la duda sucede una triste realidad, al examinar,
no solamente las relaciones bistóricas que nos
pintan al vivo las rapiñas , los cautiverios, las ta-?
—239—
las, los incendios y minas qne marcaron ia hue­
lla de los fieros conquistadores en este rincón de
Enrona sino también al escuchar el eco de aque­
lla calamidad trasmitido de gente en gente. Las
irruDciones bárbaras suelen citarse como un re­
cuerdo espantoso, como el mas duro azote con
oue la Providencia haya afligido á los pueblos por
medio de los mismos hombres; y aun es mas, la
tierra bien pareciente feraces Andalucías, con­
servan su nombre, legado por una de las mas tor-
midables tribus K Pero | contraste smgular* el
bárbaro que reducia á polvo el edificio ae la so­
ciedad antigua, descubria los cimientos de la mo­
derna ; y como los resultados de tan importante
revolución influyen aun en la suerte de la_ gene­
ración actual, es necesario dar á copocer las tri­
bus que se instalaron en nuestros países, los mo­
tivos que ocasionaron su venida, y las vicisitudes

1 Vi las provincias de España poniente,


la de Tarragona, y la Celtiberia ,
la menor Carthago qne fue de la Esperia,
con los rincones de todo occidente :
mostróse Vandalia la hi6npar 8ci6ntej
y toda la tierra de la Lusitania,
la brava Galicia con la Tingitania
donde se cria feroce la gente.
J. de Mena, copla 48 del Lahermto.

Según la opinión de autores respetables, el


ialucia con une hoy se califican los cuatro remos de Sevilla,
S S a , Grfnada y' Jaén, cuyo territorio perteneció
mente á las provincias Bética y Cartaginense, p ^ ,
de los vándalos que en ellos reinstalaron. Véase » Ma™ol,
Jiabei.de to, Morisc., lib. 1, eep -/-D - Fermín CabalW^^^^
Nomenclatura geográfica^ caPr^L del año
Geógrafo Xerit Alfcdris, pag. Í / , , h « ¿eriva.
1T99. Otros juzgan qué la denominación Andalucía nema.
del árabe.
_240—
y accidentes que sufrieron en nuestra tierra aque­
llos inesperados conquistadores.
Becadenr- Muerto el gran Teodosio j á cubras fatigas, á
perfo.^™’ cuyo valor y á cuya prudencia debió el imperio
Año 395 algunos años de quietud, sus dos hijos Arcadio y
deJ, C. Honorio fueron reconocidos emperadores legítir
raos. De diez y ocho años de edad el primero,
ocupó el trono de oriente; de once el segundo,
el de occidente. Sienes tan frágiles no podian sOr
hrellevar el peso de sus diademas Aunque las
glorias y virtudes de Teodosio granjearon a sus
dos hijos el respeto de los pueblos, ambos ejer­
cían meramente una sombra de autoridad: niños
inexpertos, incapaces de sostener la enorme ba-r
lumha que habia acelerado la muerte de su herób
co padre, confiaron las riendas del estado á intri­
gantes y á ambiciosos. Rufino, avaro, desleal, pér­
fido I , administralia las provincias de oriente, Es^
tilicon, vándalo de origen, enlazado con la fami­
lia de Teodosio, valeroso, activo, ambicioso tam­
bién gobernaba las de occidente. Los resenti­
mientos y las enconadas rivalidades de ambos

* A rcadius et H onorius^ suscepto ja m imperioj, m nbram


du m taxa t ta n ti nom inis sustinebant. Zozinió , lib. 2. Juan
Magno, H is to ria 6othorum_,\íh. 1 5 ,cap. 4. Orosio, H ist.j,
lib. 7, cap. 36. Saavedra, Corona góticaj en Aladeo. « El
genio de Roma espiró con Teodosio, el último de los suceso­
res de Augusto y de Constantino , que osó ponerse á la fren­
te de las tropas. ’’ Gibbon, H is t. de la decad.j cap. 29.
2 La musa de Claudiano ha trasmitido á la posteridad el
nombre de Rufino , cubierlo de oprobio y de ridiculo. Mu­
chos han atribuido á exageraciones y al deseo de lisonjear el
amor propio de Estilicon, enemigo del ministro de oriente y
favorecedor del célebre poeta , las violentas diatribas de és­
te : pero los resultados de la administración de Rufino y el
testimonio de otros autores confirman la idea que Claudiano
hace formar del favorito de Arcadio.
^ Orosio censura con expresiones tan acres como enér-
—241
ministros, fomentaron mía guerra civil, de que
supieron aprovecharse los godos. Instalados estos
por fuerza en las provincias de oriente, se hahian
asociado á los romanos en calidad de auxilia-
res . Teodosio consiguió apaciguar sus instintos
belicosos; pero muerto él, conocieron la oportu­
nidad de enarbolar el pendón de guerra,^ em­
puñaron simultáneamente las armas, y ejercieron
crueles devastaciones en la Grecia. En seguida
fueron conducidos por Alarico á Italia, donde
Estilicon les presentó batalla, obligándoles á ajus­
tar UQtratado de paz. Algamos años despues, otro
ejército bárbaro, mandado por Radagisio, siguió
casi las mismas huellas del godo y también fue Año 406
dispersado por el ministro de occidente , En él áe J. C.
militaban los suevos, los vándalos, los silingos y
los alanos que fueron los señores de nuestras co­
marcas, y los que por espacio de algunos años las
ensangrentaron con sus atrocidades y sus fuaes-
tas discordias: es indispensables por lo tanto, co-
nocer la procedencia de estas gentes.
Desde las orillas del Danubio y del R in, has- Idea ge-
ta los parajes mas septentrionales de Europa y j*
Asia, se dilata un vasto continente, cuya extern
sion ignoraban ios romanos; sus armas nunca
reflejaron en tales comarcas. El interior de estas
regiones desconocidas, bailábase ocupado por in­
numerables tribus de cazadores y pastores, po­
bres, brutales y dañinos; que tal es la condición
del hombre en el estado de naturaleza. Aguijo­
neábalos el hambre, desgracia casi habitual de

gicas el linaje de Estilicon, Comes S tilic o w ndalorum , imbe­


llis, avarae, perfidcB et dolosae gentis genere editus. H is t ., líl>-
T, cap. 38. Pablo el Diácono, M ist. m iscell., lib. 13.
í Niceforo, H is t. ecca.j, cap. 3. Gíbb., cap. 30.
- 242 - ^

las tribus salvajes, y como la pereza no les per­


mitia cultivar la tierra ni dedicarse al trabaju,
que concilia las tribus liosíiles y fija la vida va­
gabunda de los pueblos, eran violentas sus afi­
ciones á los azares de la caza y á las turbulen­
cias de la guerra, para ganar algún sustento y
sacudir el hastío de la vida sedentaria César ^
y Tácito ®liabiaa dado conGciniieiito de algunos
pueblos cercanos á la raya del imperio; pero no
pudieron describir las costumbres de los mas in­
ternados, ni presumir el daño que podian oca­
sionar. El nombre desagradable de bárbaros con­
tribuía eficazmente al desprecio con que eran
mmados y á la ignorancia de su poder y muche­
dumbre. Aunque los hijos del norte amagaron en
los tiempos gloriosos de Roma, fiieron obligados
á replegarse, cediendo al vigor de las legiones
y á la energía de los emperadores, que los es-
carmental^an 'dm*amente. Algunos jefes activos
y valerosos, sebabian internado en sus sombrías
florestas, y perseguido á hierro y fuego á las
hordas indómitas que en ellas tenían su asien­
to Pero el esfuerzo de los emperadores y la
energía de las legiones, no bastaban para cubrir

^ Tácito CBe m or. gorm an J y Kerodoto ( lib. 4, Melpo^


m en ejhan descrito las primitivas costumbres de los pueblos
del norte ; el primero, las de los bárbaros europeos; el se­
gundo , las de los asiáticos. Procopio, Amiano Marcelino,
Casiodoro y Jornandes han hablado de ellos cuando ya esta­
ban diseminados por el imperio.
2 César, De bell. galL
3 Tácito , De m or. germ an.
^ Herodiano , lib. 10. Plinio el Jóveti, P an eg, T r a j.^
cap. 12. Yéase la colección de memorias históricas de la
gu sta, y especialmente las vidas de Adriano, Aureliano y
Probo.
—243—
iíl 6xt,GiiScí. iinG9- cjUG scpársbíi ü. líi civilizBcion dc
la barbarie; ni era posible acudir simultánea­
mente á todos los puntos rumei ables. De arjUi
sucedía, que mientras los germanos eran perse­
guidos y exterminados en una región, atraídos
en lejano punto por la abundancia de países mas
apacibles, cuUmdosy fértiles, por el halago de
un cielo mas risueño, reuníanse al áspero sonido
de sus trompetas, y en hordas tumultuarias, inun^
daban las provincias civilizadas, Puede asegurar­
se que los emperadores, desde Augusto basta
Constantino, habían logrado vencerlos; desde
Constantino basta Teodosio, transigir con ellos y
contener sus ímpetus; y que los ministros de Ar­
cadio y Honorio les cedieron el imperio. Clasifi^
car las diversas tribus, expresar sus nombres,
referir sus costumbres, describir sus emigracio­
nes, sería enredarnos en un oscuro laberinto y
prestar un trabajo tan prolijo como incipropio de
nuestra narración. Además, ofrece escasa varié-;
dad y poquísimo agrado la historia de bordas fe­
roces, vagando con sus rebaños de pradera en
pradera, enemistadas con rivalidades implaca­
bles é impacientes de lanzarse desde sus frias re^
giones sobre la del mediodía, para lograr en ellas
todos los goces de la abundancia, los regalos y
placeres con que la guerra brinda á los conquis­
tadores de climas afortunados. Habiendo sido los
del nuestro, los suevos, los vándalos, los siluigos,
los alanos y los godos, de ellos nos ocuparemos
exclusivamente.
Los suevos ocupaban cien cantones de las co-
marcas interiores déla Alemania, desde las ori­
llas del Oder á las del Danulíio, Eran los mas
bravos y temidos de los germanos. Sus esfuerzos
y la muchedumbre de guerreros les habían gran-
jeado tal fama entre los bárbaros, que las tn-
_2M —
bus de ucipeíes y teuteros, aunque muy valien-
tes^ confesaron á César la superioridad de sus
enemigos *. Anualmente nombraba cada cantón
1,000 combatientes, para que reunidos defen­
diesen ios intereses generales de todas las tri­
bus, é hiciesen sentir á las circunvecinas el
azote de la guerra. La caza, la carne y la leche
de los rebaños que pacian en sus bosques, les
proporcionaban un frugal alimento. Retazos de
pieles groseramente curtidas cubrían algunas
partes de sus cuerpos , endurecidos con las incle­
mencias del cielo á tal punto, que en los mas
crudos inviernos toleraban frios y escarchas sin
sentir impresiones desagradables. Las presas ga­
nadas en la guerra eran los únicos objetos que
trocaban por mercancías, que especuladores ro­
manos osaban introducir con peligro de ser ase­
sinados ó robados en aquellas pobres aldeas. Sin
bridas ni monturas cabalgaban en sus caballos,
y burlábanse de la delicadeza de los ginetes ro­
manos , suponiendo que montaban en aparejos y
manejaban riendas, para huir de los peligros y
sustraerse rápidamente de la persecución del ene­
migo. ]N^o bebían vino, creídos que este licor ener­
vaba las foerzas , y les quitaba el brio para pe­
lear. Habian exterminado todas las tribus veci­
nas, abrasado sus aldeas y formado anchos desier­
tos, y se vanagloriaban de ello con orgullo, di­
ciendo que su proximidad aniquilaba los pueblos

^ S ese m is suevis com edere quibm nec D it quidem im ­


m ortales p a re s esse possunt. César , D e belL galL Séneca en­
salza la reputación de los suevos :

Aut quos sub axe frígido suecos legunt


Lucis, suevi nobiles hercyníis.
Sén. el Trág., M edeá, acto 4.
—245—
mmediatos^y que el nombre solo délos suevos
imponia espanto c r •
La religión de los suevos era analoga á sus ru- ^urebgioH
das costumbres. Mas allá del Elva, en distrito del
marquesado de Lu^asia, conservábase un bos­
que sacrosanto, venerado por suponer que en él
habia tenido origen la nación. Los cien cantones
mandaban cada año representantes que asistiesen
á los ritos bárbaros, en los que se sacrificaba un
hombre entre supersticiones y agüeros. Nadie
penetraba en el recinto sacro sin ser antes ma­
niatado, para que reconociese por aquella espe­
cie de humillación, el poder de la divinidad. Dis­
tinguíanse los suevos del resto de los germanos
por sus rubias cabelleras, que dejaban crecer y
anudaban sobre la cabeza para presentarse cor­
pulentos y terribles en el campo de batalla
Eran vecinos de los suevos los vándalos, ins- Los ván-
dalos y si-
talados desde el siglo l í l en el país situado al po- sos.
niente del Niemen, del Yístula y del Teis: ex­
tendíanse por las oriUas del Oder y costas marí­
timas del ducado de MecMemburgo y la Pome-
rania, hasta las montañas Krapacs Según opi­
nión de algunos sabios alemanes los vándalos
en sus correrías y emigraciones avanzaron hasta
las orillas del Elva ydel Saal, que pertenecían á

^ César , D e helL g a ll.


2 S t a t o tem pore^ in s ilv a m a u g u riis p a tr u u m e t p r i s c a
fo r m id in e s a c r a m , q u id em om n es sa n g u in is p o p u li le g a tio ­
n ib u s co e u n t; ccesoque p u b lic e h o m in e , ce le b ra n t b a r b a r i
r i tu s h o rre n d a p r im o r d ia . E s t e t a lia luco r e v e r e n tia . N e-
m o n is i lig a tu s in g r e d itu r u t m in o r , e t p o te s ta te m n u m im s
p rc e se fe re n s. Tácito , D e m o r . g e r m ., part 2.
^ G iM i,^ B is t.d e la d e c a d .,c a p .iti.
^ Tácito , Plinio y Dion Casio hablan de los vándalos
sin marcar con exactitud la posición de ellos. Niceforo los
— 246—
tieiTa de los suevos. Be este rio Saal, parece que
adoptaroa el nombre de saalios ó siUngos algu­
nos de los vándalos Unos y otros vagaban co­
mo el resto de los germanos en sus bosques incul­
tos; chozas miserables les resguardaban de los
frios y escarchas; la caza y sus ganados les pro­
porcionaban algún sustento, y participaban del
amor á la independencia y de la salvaje libertad
que nos ha revelado el buril de Tácito. Los sue­
vos, los vándalos y los silingos eran notables por
la gallardía de sus personas , la blancura del cu­
tis, el azul de sus ojos, y sus rubias cabelleras.
Pertenecían á las razas puramente germánicas , y
hablaban un dialecto común, designado hoy con
el nombre de teutónico
Los ala­ Los alanos pertenecían á los bárbaros de raza
nos.
asiática, y sobrepujaban en fiereza, en barbarie
y en fealdad á los de raza germánica: estableci­
dos en el espacio que media entre el Tanais y el
mar Caspio, habían extendido su fama ysuscon-

considera simplemeníe como uno délos cuatro pueblos mas


notables de la Germania ; Ex quihus rationabiUores cuatmr
suntj Gothi scilicetj Hippogothi, Gepidi et vandali, Histor,
eccUj, cap. 3, Sobre el origen , emigraciones y conquistas de
les vándalos, pueden consultarse Schoeder, Eist. unwers.
del nortCj Y GrallereT, Ensayo de historia universal. El
magnífico atlas aleman de Nicolás Yisscher, titulado (réo-
graphia orbis terrarum, marca en los mapas, desde el núm.
\ hasta el 78 , las estancias de los vándalos, de los suevos v
demás pueblos antiguos del norte. '
^ «Se llamaban asimismo saalios del rio Saal, que riega
su tierra, como lo dice Marcelino. De estos saalios se dijo la
muy famosa ley Sálica que veda á las mujeres suceder en las
herencias de los francos.” Mariana, Histor. de Esp., lib 5
cap. 1. ‘ ’
2 JJnde habitus quoque corporum, quamvis in tanto ho­
minum numero, truces et cerulei oculi, rusticae cornee, mag­
na corpora. Tácito, De mor, german., part. 1.
—247—
quistas largamente* por el norte, hasta las regio­
nes heladas de la Siheria, donde se encontraban
salyaies que coímaii carne hiimana, por el me­
diodía, hasta la Persia y la India. La tez de ios
alanos era cobriza; su pelo ensortijado; y unido
esto á sus anchas y aplastadas narices, formába­
se una figura repugnante y grotesca. La deformi­
dad de esta raza se habla mejorado con la mez­
cla de los sármatas y de algunas tribus germáni­
cas; mas no por esto habían mejorado sus cos­
tumbres. Pteunidos constantemente los individuos
de una misma tribu, vivían animados siempre de
un valor temerario y de una emulación recípro­
ca. Sus viviendas eran frágiles chozas, cubiertas
de retamas y cortezas de árboles, en donde ha­
bitaban sin separación las personas de ambos
sexos, y cuya reducida magnitud facilitaba su
trasporte de pradera en pradera, sobre carros
tirados por bueyes. Apurado el forraje de un dis­
trito, la tribu de pastores marchaba con orden y
regulaiádad en busca de nuevos pastos; y la po­
sición de sus campamentos era marcada por la
frondosidad del suelo y la variedad de las esta-
Gioiies. Nacidos y criados ios alanos en sus mo­
vibles chozas, no tenían adhesión al suelo na­
tal. En cualquier punto en que la tribu asentaba
su ranchería, estaba la patria. Numerosos reba­
ños de cabras, ovejas y ganado vacuno consti-
tuian su riqueza y ejercitaban sus cuidados. Consi­
derando un ejercicio innoble y vü andar á pió, cria­
ban con esmero multitud de caballos, de que
usaban hasta en las mas leves excursiones. Las
mujeres y los niños eran trasportados en car­
ros; los viejos y los que por sus achaques no po-
dian incorporarse en las filas de los combatien­
tes, eran un objeto de aversión y de risa; entre
ellos era desconocida la esclavitud doméstica;
^.248—
tínicamente comprendían la libertad ó la muerte.
Nutridos con ideas feroces; consideraban el in­
cendio de una aldea enemiga y la mortandad de
la guerra, como la suprema dicha y la sola glo­
ria del hombre. Todo el objeto de su culto reli­
gioso , consistía en un sable, cíayado en tierra.
Los jaeces de sus caballos eran compuestos de
calaveras humanas y de huesos de los enemigos
que habían matado en la guerra. En medio de
su ferocidad eran crédulos como niños ; respeta­
ban á sus mágicos y á sus viejas encantadoras,
que pronosticaban el sino favorable ó adverso de
la tribu
Son ex­ Los alanos permanecian en sus desiertos, ama­
pulsados
de su ter­ gando de vez en cuando por las fronteras de
ritorio y las provincias orientales, cuando un suceso ines­
avanzan perado , les hizo emigrar al occidente de la Eu­
hácia occi­
dente. ropa. Todas las tribus guerreras alarmáronse ins­
Año 375 tantáneamente al saber, que un numeroso ejér­
de J. C. cito de enemigos desconocidos violaba su terri­
torio, esparciendo el terror y la muerte. Á es­
tos motivos de indignación, se agregaban senti­
mientos de antipatía. Las mejillas prominentes,"
las narices chatas, los ojos pequeños y hundi-

< H o c tr a n s it u in im m e n su m e x te n ta s S c itim s o litu d i­


n es Á la n i in h a b ita n t j e x m o n tiu m a p p e lla tio n e cogn om in ati^
p a u la tim q u e n a tio n e s c o n te r m in a s c r e b r ita te m o to ria ru m a t ­
t r i t a s , , ^ g e n tilita te m s u i vo c a b u li tr a x e r u n t u t P ersa e .....*
iVec en im u lla su n t illisc e tu g u r ia , a u t v e r s a n d i v o m e r is eu­
roe; se d c a rn e e t co p ta v e c tita n t la c t is ,p la n t is s u p e r s id e n te s ,
qujB o p e rim e n tis c u r v a tis c o rtie u m p e r so litu d in e s c o n fe r u n t
s i n e ^ n e d is te n t a s . ..... Hablando dei culto religioso reducido
a Ia veneración de una espada: N e e tem p lu m a p u d e o s v is i­
t u r a u t d e lu b r u m , nec tu g u riu m qu idem culm o c e r n i u sque
p o t ^ l se d g la d iu s b a rb a ric o r i tu h u m i fig itu r n u d u s, eum que
u t M a r te m , re g io n u m qu as c ir c u n te u n t proesulem v e recu n ­
d iu s co lu n t, Amiano Marcelino, lib. 31. Ovidió, condenado
—249—
dos, las extendidas espaldas y las costumbres
semibestiales de aquellos hombres *, les baciaii

á vivir en los países habitados por estos bárbaros, hace la


pintura de ellos en una de sus mas tiernas elegias :
ín quibus est nemo, quí non coryton, «Se arcum,
^ Tclaque vipireo lurida íelle gerat.
Voxfera, tras vultus, verissima mortis imago.*
Non coma, non ulla barba resecta manu.
Dex tera non seguís stricto’dare vulnera cultro:
Quem victum lateri barbarus omnis habet.
Vivit in his heu, non vestrorum oblitus amorum,
Hoc videt, hos vates audit, amice, tuus.

Sive locum specto; locus est inamabilis, & quo


Esse nihil toto histius orbe potest:
Sive homines vis funt homines, hoc nomine digni,
Quamque lupi, save plus feritatis habent. ,
Non metuum leges, sed cedit viribus aequum,
Victáque pugnaci jura sub ense jacent.
Pellibus, & laxis arcent mala frigora braccis,
Oraque sunt longis horrida tecta comis.
Ovidio , T r i s t .j V i b , 5, eleg. 6 .
Véase también á Justino, iib. 2. Aquí debemos
aventurar nuestra opinión , contraria á la de Voltaire y á la
de otros autores, que han supuesto á las tribus de gitanos
oriundas de Bohemia y de Egipto. El retrato que los hísto-
TÍadores del bajo imperio hacen de los alanos y demás tribus
asiáticas , nos parece semejante al que hoy puede formarse
de los gitanos pnros. Las inclinaciones vagabundas de éstos,
su afición al tráfico y manejo de bestias, y las simpatías que
se observan entre todos los individuos de la misma casta,nos
hacen juzgar que son descendientes de aquellas familias, con
las cuales tienen muchos puntos de semejanza en figura
y costumbres.
^ Ámiano Marcelino, lib, 31. Jornandes pinta con estilo
épigramátíco la figura de estos salvajes,: S p e c ie s p a v e n d a
n ig r id in e j queedam d e fo r m is o ssa n on f a c i e s / h aben tgu e m a ­
g is p u n c ta q u am lu m in a . «Raza de espantable aspecto , cu­
yo semblante, parecido á un deforme esqueleto, tiene por
ojos dos reducidos puntos.'’ Jornandes, Hr re6 . nefíCi, ca­
pitulo 24. ■
;
TomoI. 17
—150—
parecer feos, salvajes y deformes á' los alanos
mismos. La superstición bárbara les atribuía un
origen digno de sus cuerpos y gestos horrorosos:
- suponia que las brujas de la Scida, expulsadas
de la sociedad por sus abominaciones, habían
formado maridaje en los desiertos con los dia­
blos del iníierno, siendo aquellos guerreros
monstruosos el fruto de tan fantásticos amores *.
Estos bárbaros eran los hunos que desde las fron­
teras de la China avanzaban hácia occidente,
obedeciendo á la fermentación general, que po-
^ nia en movimiento á los habitantes del norte,
tidos” por alanos salieron al encuentro de los hunos;
los hunos, trabóse la pelea en las márgenes del Don, y los

^ =■ Jornandes, cap. 24. Gibbon dice H i s -


D e re b . g e t i e .j
que el cuento de las brujas pudo trasmi­
io r , de la decad. J
tirse á los scitas por los griegos, entre quienes tenia vali­
miento una fábula casi igual; pero no explica cuál era ésta:
debemos referirla porque en ella se hace mención de liues-
ííos países, y porque es conveniente dar á conocer el ori­
gen de las tradiciones bárbaras. He aquí lo que dice Hero­
doto, lib. 4: «Hércules, pastoreando los rebaños de Ge-
rion, monstruo que habitaba junto á las montañas de Galpe
y Avila, llegó á los desiertos mas remotos: rendido de can­
sancio, quedóse dormida y arropado con su piel de león. So­
brevino una tormenta, sin que le'despertasen los torrentes
de agua ni el golpe de los granizos, y en lo mas profundo de
su sueño, una bruja le robó sus mejores yeguadas. Apenas
hubo despertada, notó la falta, y recorrió el país en busca
de su ganado, hasta la región llamada É ijle a . En una caver­
na de esta tierra, encontró una doncella de indeterminada
naturaleza: las extremidades inferiores eran de serpiente 5
lo restante del cuerpo de mujer. Hércules, admirado de
aquella visión, le pidió noticias de sus yeguadas, y la bruja
respondió qpe ella las tenia ocultas , y que no las devolverla
si no se prestaba á participar de los placeres con que desde
luego le brindó el monstruo impuro. El fruto de estos amo­
res excecrables fueron tres hijos, Agatyrso, Gelon y Scita,
padres de otras tantas tribus bárbaras que vagaban en los
desiertos asiáticos.”
— 251—

primeros quedaron dispersos. Obligados á emi­


grar, cedieron sus bosques á los vencedores, y
avanzando liácia occidente, fraternizaron con los
suevos y vándalos, y penetraron en las Galias *.
Los godos, oriundos de la Scandinavia ó Sue- Los godos
cia, se babian instalado desde remotos tiempos
en las inmediaciones del Vístula y en las cerca­
nías de Konigsberg y de Dantzick K Confinaban
por occidente con los vándalos, con los que te­
nían semejanza de costumbres y lenguaje. Divi­
díanse en ostrogodos y visigodos, ú orientales
y occidentales. Los godos correspondían á las
razas mas gallardas y puras de la Germania, y
sus guerreros eran formidables en los comba­
tes Sometidos á jefes supremos, tenían una
\entaja notabfo sobre los demás bárbaros, que
no contaban como ellos con una autoridad íuer-
te, que diese a los consejos pronta ejecución. El
dios de la guerra , la diosa del amor y el dios
de las tempestades eran sus preferentes divini­
dades. En bonor de estas, celebraban cada nue­
ve años espléndidas fiestas, en las cuales soban
sacrificar dos animales de varias especies, y dos
hombres, cuyos cuerpos sangrientos colgaban
de las ramas de un bosque, para ellos sagra­
do. Se dice, que Odin, mágico, legislador y Odín su

2 Marcelino, lib. 31.


-1 L o? M is to r ia a n tig u a de los a le m a n e s, pág. 2 0 2 ,
Gibbon, H i s t o t . de la d e m d ., cap. 1 0 . -
^ ^ Zozomeno habla en la H i s t o r ia t r i p a r t i t a de la raza
^ términos: C u m qu e e ss e t in bellis p ro n a ^ e t
w ttu a m e a t m a g n itu d in e co rp o ru m se m p e r e x e r c ita ta ^
g u id e m b a r b a r is p r m m le h a t. Zozom., I n Tnn.Jcap.
wk* Lidoro copió de Orosio, eh su
^ aquellas fuertes expresiones : I s t i
»>«<*«/fw* ^ tia m A le ja n d e r v ita n d o s p r o n u n tia v it. P y r -
ru s p e r i i m m t f C m sar e x h o r r u it.
- 252—
legislador, guerrero, instituyó las ceremonias del culto go­
do. Según las tradiciones mitológicas del nor­
te , Odin era caudillo de una tribu bárbara, es­
tablecida en las inmediaciones del mar r^egio,
en tiempo que el gran Pompéyo -venció a Mi-
trídates, y puso en peligro la libertad de los iii-
jos del norte. No pudiendo contrarestar enton­
ces el poder de Roma, guió su tribu á las co­
marcas mas internadas de la Suecia, y aislándo­
se en parajes inaccesibles para el soldado roma­
no 5 inspiró á sus prosélitos sentimientos de ypn-
ganza qué debían trasmitirse de padres á bijos,
para que los guerreros de la SéandinaTÍa, sedien­
tos de gloria y de renganzaj descemberan al­
gún día de sus regiones heladas á castigar á los
opresores del linaje humano
Victorias En el año 250 de J. C. se establecieron los
hácia elMester, y coinenzaron áhostilizar
á los romanos. El emperador Decio y su hijo
murieron combatiendo contra ellos. Ocupahan
pacíficos 5 pero amenazadores, algunaá provin-

1 E f ü n t a p u d v e te r e s g o th o s p a g a n o s .,., tr e s D i i p r tm u
v e n e r a tio n e o b s e r v a ti: quorum p r im u s e r a t p o te n tis s im u s
T h o r j q u i in m e d io T r ic lin io s t r a to p u lv in a r i colebatur,^cu­
ju s huic in d e la te r a duo a lia n u m in a O dh im v id e lic e t et F r ig -
na c in g e b a n t. Olao Magoo, R i s t o r . de G e n t. S e p te n t^ lib. 3,
cap 3 Gibbon dice, que cada nueve años se hacían las fies­
tas soíemoes de los godos en él célebre templo, que existia
aun en Upsal, en el siglo Xí. Qlao Magno , á quien Gibbon
dice que no pudo consultar, refiere que s^e Yerificaban de
nueve en nueve meses. E t q ú am vis D iis su iis su m m u m c u l-
íu m h e b d o m a d a riu m e t q u o tid ie e x h ib e r e n t / ta m e n o m n i no­
no m en se so le n n io re m v e n e ra tio n e m ip s is im pen den tes^ n o­
v e m d ies s u c r if c i is r i t e a t re lig io se ab so lven d is t r ib u e r u n t :
singuU sque d ie b u s n o vem a n im a n tiu m g e n e ra im m o la b a n t^
quibus e tia m h u m a n a s h o s tia s a d ju n g e b a n t. 01. Mag. D e
j e n t . S e p t e n t ., lib. 3, cap. 6 . Gibbon, H i s t o r . de la d e c a d .,
cap. 10 .
^ 253 —

cias orlentalesj cuando los liiinos, que kabian dés-


aloiado á los alanos, comenzaren á maltratarlos
obligándolos á implorar de la corte de Constan-
tinopla permiso de pasar el Danubio y de es­
tablecerse en la Tracia. La corte accedió á ello,
V esta imprudencia aceleró la ruina del impe­
rio. Apenas hubieron pisado una tierra rica que
despertaba codicia, desplegaron su bandera hos­
til y sin rebozo hicieron ostensibles sus pérfi­
dos designios. Yaiente acudió contra ellos, y
quedó muerto con la mayor parte de su ejérci­
to, en las inmediaciones de Andrinópoli El
gxan Teodosio los contuvo durante su imperio;
pero bajo el gobierno de sus dos hijos Arca-
dio y Honorio, no fué posible contrarestar el
torrente. Alarico. que en valor , en política y
en sagacidad, imitó al gran Teodosio, apenas
es aclamado rey de aquella gente belicosa, ar-.
ruina la Iliria, devasta la Italia, estrecha, rinde Año410
y saquea á B.oma, y facilita á otras tribus ger- de J.C.
mánicas la ocupación de las Gallas . ir h a
Mientras Alarico recorría vencedor la Italia,
nuestras comarcas continuaban tranquilas, aun- comarcas
que aniquiladas con duras y tiránicas exacciones
de los agentes romanos, que prevalidos de la
anarquía, obraban según su capricho. La Espa­
ña, dependiente de la autoridad superior del pre­
fecto de las Gallas, se sometió á los emisarios del

- t Orosio, lib. 7 , cap. 33. Amiaoo Marcelino, al final


de sa H i s t o r ia . S. Isidoro de Sevilla, H i s t o r i a g o th o ru m ,
pág. 153 de la edic. real de sus obras, en tiempo de
II. Severo Sulpicio, C h ro n ie o n , pág. 450 del tom. 4 de
la E sjp. S a g r .
^ S. Isid., H i s t o r , g o th o r . , pág. 156, y en su C k r o m -
con^ pág. UO. Orosio, lib. 7, cap. 40. Severo Sulpicio,
C h r o n .f pág. 451.
^254-
usurpador Constantino, aclamado emperador de
occidente, por las legiones amotinadas de la Bre­
taña. Opusiéronse en vano á las miras ambi­
ciosas de los sublevados, cuatro hermanos pa­
rientes de Honorio, que habian obtenido por
la munificencia de Teodosio, grandes riquezas y
amplias posesiones en algunas provincias de la
península. Constantino, dueño de las Galias y de
la Bretaña, hizo reconocer su autoridad, persi^
guiendq en la Lusitania al partido enemigo, y
derrotándole en el Pirineo. Expedita con este
triunfo la comunicación de las Galias y de la Es­
paña guardaron los desfiladeros de aquellos montes
destacamentos bárbaros organizados por Constan­
tino, con el nonxbre de honorianos, para hacer la
Anarquía, guerra á los secuaces del joven Honorio. El con­
de Geroncío, dependiente del jefe sedicioso, aca^
bó de introducir en nuestro país la mas completa
anarquía, revelándose contra éste y dando pretex­
to a los auxiliares de Constantino para invadir la
España L
deíosbár • mismos bárbaros vengaron la persecu-
bLos. parientes' de Honorio, sublevándose
Año 409 contra Constantino, y facilitando á sus compañe-
de J. C. ros la entrada en la península. Caudillo de los
suevos, era Hermenericoj Atace, de los alano s^
Gunderico, de los vándalos. Cada uno de ellos
capitaneaba numerosas huestes de fieros y deno­
dados conibatientes, de las cuales eran séquito
turbas de muchachos, viejos y mujeres, que ha­
bian emigrado de los melancólicos páramos del
^ norte para instalarse en otras comarcas placen-

^ Orosio , lib. 7, cap. 40. S. ísidor., H i s t o r i a vándalo^


pig. 163.
rum ^
—255—
teras. Esta iuvasion filé una especie de torreiite,
un hursc&n d.0S6iic3.d6iiíi(io por Is. irs dol ciolOj
que aflkíó á la generación del siglo Y. Los cam­
pos españoles fueron cubiertos de tiendas y ran­
cherías bárbaras. Mieses destrozadas, aldeas de­
siertas, ciudades arruinadas, señalaban los es­
tragos de aquella plaza desoladora: por dó quie­
ra orfandad, desconsuelo, ruinas y muerte. Los
cadáveres yacían msepultos , sirviendo para pas­
to de los animales carnívoros, y atrayendo ban­
dadas de siniestras aves L Los míseros habitantes,
que lograban salvar la vida en aquel piélago de
infortunios, veíanse reducidos á ignommiosa ser­
vidumbre. Saciados de matanza y de pillaje, con­
vinieron los bárbaros en repartirse las mas fér-
tiles provincias. Los alanos se establecieron en j^iento de
Portugal, Castilla la Nueva y parte oriental del provin-
reino de Granada : los vándalos y silingos, en lo
restante de las provincias granadinas, en Cór-^gj^^
doba y Sevilla: los suevos y otra tribu de vánda­
los, ocupáron la Galicia y Castilla la Yieja K
Hecha esta división, dicen Idacio y S. Isido­
ro ®, que los bárbaros quedaron por algún tiem­
po pacíficos. No podia esto menos de sucederles,

< V a n d a li, A la n i e t S u e v i H is p a n ia m occu pan tes^ n eces,


v a sta c io n e sq u e c fu e n tis discuTsioni& us f a c i u n t, w h e s in c e n ­
d u n t,s u b s ta n tia m d ir e p ta m e x h a u r i u n t.^ , Isid,, H i s t . v a n ­
d a l ., pág. 163 de la edición real de Felipe H. Idac.^ C h r o n .,
á la pág. 354 dal tomo 4 de la E s p . S a g r . S. Isidoro copio
casi toda su historia del Géroníco» dél ohispo Idawo, que
aprisionado por los bárbaros, fué testigo presencial de sus
CTUSlel S
2 S. Isid.^ H i s t . v a n d ., pág. 165, y en.el C h r o ^ , ^g-
lio . Idac., C h r o n ., pág. 354. Rodrigo de Toledo, V a n d a l.
H i s t . , cap. 12.
2 Idac., C h r o n ., pág. 354. S. Isid., H t s U r . G o th o t.,
pág. 163.
-2 5 6 -
Sensuali- constituidos en tiranos de países, que les oíre-
MÍblrof cian los goces de la abundancia, los manjares
en nuestro y delicias que babian envidiado cuando pasa-
país. ffio y liambre y todas las penalidades del
desierto. Sirviéndonos de las expresiones de un
poeta inglés, al instalarse en las comarcas grana­
dinas «losbijos de la niebla vieron por la vez
«primera con la risa del placer, una luz pura y
«un cielo teñido de azul; por la vez primera as-
«piraron el perfume de la rosa reden abierta, y
«gustaron eljugo de la uva pendiente de la vid”
La suavidad de nuestro clima, mitigó sus ñas- y
ablandó sus cosíombres. Pasado el primer ímpe­
tu , desearon los bárbaros reposar de sus fatigas
y gozar del fruto de sus conquistas . Habituados
á vivir en cliozas ahumadas, á buscar abrigo ba­
jo la copa de algún árbol espeso, veíanse aquí
dueños de habitaciones cómodas, de jardines, de
7 granjas, con que la opulencia romana bahía her­
moseado las campiñas granadinas: eran señores
de ciudades ricas y populosas: los regalos que en
ellas encontraban, Ies hacían ya molestos los
trabajos, y odiosos los peligros de la guerra. Cor­
ridas de caballos, espléndidos banquetes, orgías
brutales, expediciones de caza, emliargaban el
ánimo de los proceres y caudillos que asistían con
tanto mas placer á aquellos entretenimientos,
cuanto que recordaban la pobreza de sus anti-

The prostrate SMEéIilo the destróyer yields


Her boasted tilles , and her golden fields:
With grím delighí the brood of winler view
A brighter day, and skies of azurebue;,
Sceiit the new fragance of the opening rose ,
And qHaff the pendent vintage asit grows.
Fragin. de G ra y ,
—257—
£fuas moradaS j la tristeza de su país natal y las
dificultades que al mas leve pasatiempo ofrecian
sus bosques y lagos Los liabitantes de nues­
tras comarcas, no pudiendo contrarestar el tor­
rente alcanzaron toda la ventaja posible de la
modificación que la conquista de otros países ci­
vilizados y las delicias del nuestro, ejercieron en
la educación y carácter de los rudos conquista­
dores. Yeneedores y vencidos otorgaron pactos
recíprocos de obediencia y de protección; las con Convenio
nues­
tierras comenzaroíi á cultivarse, y los antiguos tros pue-
habitantes lograron algún respiro. Los romanos, blos
que habian defendido algonas fortalezas y ciuda­
des principales, acogieron familias distinguidas,
á quienes era doblemente penoso sufrir las bii-
miliaciones é insultos de una gente brutal
Aunque los bárbaros habían obrado de acuer­
do en la conquista, observábanse unos á otros
.con intenciones siniestras, y uo podían acallar
las pasiones que fermentaban en sus espíritus ma- '
íignos. El orgullo de su bravura, la rivalidad deí
mando, el hastío de la paz, la impaciencia de la
subordinación, y las discordias entre caudillos
nunca acostumbrados á bumillarse ni á ceder,
eran sobrados elementos de desavenencia. Los ,
alanos, mas turbulentos y dañinos que sus com­
pañeros , se habian instalado en los pueblos de la
provincia Cartaginense, y avecindal^an con los

^ Procopiq velL vand._, lib. 4 , pág. 349) habla de


las costumbres voluptuosas que los vándalos habían adquiri­
do en los países meridionales de España, y del contraste que
formaba el lujo bárbaro de sus caudillos, con la miseria y
pobreza de los pueblos.
^ H i s p a n i p e r c iv ita te s e t c a ste lla residui á p la g is h a r -
h aroru m p e r p r o v in tia s d o m in a tiu m ^ se su b jic iu n t f
t i . Idac., C h r o n .jp k g . 354. S. Isid.,¿sí. H v a n d .j, pág. loa*
-258—
vándalos y süingos por la misma línea que sepa­
raba la provincia Bélica de la Cartaginense, ná-
cia los partidos judiciales de Jaén y Andújar.
Provoca- Átace, de acuerdo con sus amigos y parciales^
don de los
alanos. supuso que aquellos trataban de formalizar un
nuevo convenio con los pueblos de la Bélica,
y tomando de ello pretexto para desplegar el
pendón de guerra, convocó su gente y acome­
tió á los vándalos, que se bailaban desaperci­
bidos. Pronto los acometidos se recobraron,
Guerra y acudieron á vengar los ultrajes. Los padeci­
con los mientos de nuestros pueblos pueden calcularse al ^
vándalos.
considera!’, que la guerra tan fecunda en cala­
midades cuando estalla entre pueblos cultos, era
entonces sostenida por bárbaros contra bárbaros.
Las comarcas granadinas, aunque devastadas en
la primera ocupación, conservaban casas sun­
tuosas, tierras cultivadas, sus municipios y ciu­
dades considerables. Estas, pronto presentaron
el triste aspecto de la soledad y de las ruinas.
Los bárbaros, que babian aprendido á forjar ar­
mas, y que en sus largas correrías, perdieron
la inocencia primitiva de sus padres sin suavizar
Desoía.,
su ferocidad, hacíanse guerra de exterminio, en
don de el cu^ eran envueltos los babitantes de las pro­
nuestro vincias de Jaén, Almería y Granada, teatro de
país. sus discordias Los moradores, agoviados ba­
jo el peso de aquella calamidad, elevaron sen­
Quejas á
la corte de tidas quejas á la corte de Honorio, pidiendo am­
Honorio. paro y protección. Era entonces caudillo de los
godos Walia, sucesor de Sigerico el asesino de
Ataúlfo, y estaba posesionado, en calidad de
auxiliar de los romanos, de la Galia meridional

Idac., pág. 356.


—259—
y de toda la provincia Tarraconense. Walia re­
cibió órdenes del gobierno de Honorio, para
avanzar con sus huestes, y perseguir sin miseri­
cordia á los bárbai'os que ensangrentaban con sus
furores los países mas bellos del imperio. Estos
mandatos bieron cumplidamente ejecutados: el Extermi­
nio de los
rey délos godos dispersó las turbas feroces de los alanos por
alanos, mató á su régulo Atace, y castigó sus atro­ los godos:
cidades con el exterminio de toda su gente. Di­ expulsión
rigiéndose en seguida contra los silíngós, los ex­ de los si-
língos.
pulsó del país granadino, obligándolos á buscar Año 419
un asilo en Galicia, al lado de sus compañeros de J. C.
los vándalos ^. Nuestras comarcas quedaron li­
bres entonces del duro azote, y sometidas al go­
bierno de Honorio, bajo la protección do los
godos.
No duró Imgo tiempo esta quietud: la guerra Discdr-
estalló entre los suevos y los vándalos, con toda dias de los
vándalos
la furia propia de dos naciones bárbaras, desave­ y s^evos^
nidas , y estrechamente reconcentradas en algu­
nos distritos de Galicia. Según Orosio, unos y
otros escribieron á Honorio suplicándole que per­
maneciese neutral y expectador tranquilo de sus
discordias, porque haciéndose ellos guerra á cu­
chillo, y debiendo quedar exterminado uno de
los dos pueblos, no podia su disencion menos de
serle ventajosísima Es probable que sin esta

Oros., lib. 7, cap. 43. S. Isid., Hísíor. G o fh o r.^ pág.


357. Idac. C h r o n ,, pág. 357. Sidouio Apolinar habb tam­
bién de las proezas de Walia en estas tierras:
Quod tartessiaccis avus hujiis Walia terrís
Vandalicas turmas, et juncti Martis Alanos
Stravit, et ociduam texere cadavera Calpem.
Sid. ApolL, I n p a n e g . A n th e m ,
^ Oros., lib. 7, cap. 43. Con este último suceso concluye
Orosio su historia.
- 260 -
adverteiicia ^ los romaoos no se dolerían de las
querellas suscitadas entre aquellos guerreros in-
liumanos. Los vándalos, aunque menguados con.
sus combates y derrotas, quedaron fuertes para
imponer espanto á las tropas de Honorio, y agra­
var la desdicha de nuestros pueblos, con otra jor­
nada de calamidades. El conde Asterio, nombra­
Córrense do por k corte de Ravena para guerrear en Ga­
los vánda­ licia, persiguió á los vándalos; los cuales apreta­
los á nues­
tra tierra. dos al mismo tiempo por los suevos, abandona­
Año 420 ron las posiciones que ocupaban en aquella pro­
de J. G. vincia, y se corrieron álas nuestras, baciéndolas
teatro de la guerra. Gasíino, gobernador de la
Bética, acudió contra ellos al freníe de un ejér­
cito de romanos y godos aliados, arriesgó una ba­
talla, y completamente batido, tuvo que refagiar-
Año 42^
deJ. C. se eu Tarragona. Los vándalos se enseñorearon
entonces de nuestras comarcas L
Loscaudi- Capitaneábanlos Gunderico y Genserico su her­
Uos denlos mano ilegítimo. Careciendo el primero de energía
vándalos.
y de valor, era Genserico el verdadero candido.
El retrato que de él hace Jomandes, le represen-

í S. Gregorio de Toars ( Mb. % cap. 2 ) habla de la guer­


ra entre vándalos y suevos, y refiere un combate novelesco
semejante al de los Horacios y Curacios; P o s t hcec V a n d a ­
li á loGo s m d ig r e s s ij cum G u n derico reg e in G a llia s r u u n t.
Q u ibu s v a ld e v a s t a t i s j H is p a n ia s a p p e tu n t. H o s s e c u ti S u e­
vi^ id e s t A la m a n n ij G a llic ia m a d p re h e n d u n t. N e c m u lto
sc a n d a lu m in t e r v tfu n q u e o r itu r populum ^ qu o n ia m
p r o p in q u i s ib i e ra n t-: cum que a d bellum a r m a ti pro ced eren tj,
■ac ia m ia m q u e in con flictu p a r a t i e ss e n t, a i t A la m a n n o ru m
rcúc: Q uousque bellu m su p e r cu n ctu m p opu lu m com m o vetu r?
ne p e r e a n t quceso p o p u li u triu sq u e ph alan gee : se d p ro c e d a n t
duo de n o s tr is in c a m p u m cu m a r m is bellicisj, & ip s i in U r se
co n flig a n t. T u n c ille cujus p u e r v ic e r it , re g io n e m sin e certa--
m in e o b tin e b it. A d keee cu n ctu s co n se n sit p o p u lu s , n e u n i­
v e r s a m u ltitu d o in o r e g la d ij r u e r e t. Salviano atribuye la der-
^ 261 —

ta como un rival digno de Álarico y de Aída. Me­


diano de cuerpo, encojado dd una caída a caba­
llo, casi siempre taciturno, pero sagaz y profun­
do en sus determinaciones; sobrio, iracundo, as­
tuto para secundar sos planes de guerra con las
intriaas de la política, abrigaba una ambición
desoiedida A Mientras vivió su liemiano^liffunüe-
rieo ^ ’econoció su poder, y le prestó útiles ser-
YÍcios- pero muerto éste, reasumió exclusivamen­
te el m^do. Los padecimientos y crueldades de
los alanos estaban demasiado recientes en iines-
iro país, para atreverse los habitantes á esperai
á los Yándalos. Las familias, al saber que se apro-
ximaban las legiones bárbaras en número e
100.000 combatientes, buian atemorizadas a la
costa del África, acopiaban TÍveres en los casti­
llos y fortalezas para defenderse, ó buscaban asi­
los en los montes. Las islas Baleares se poblaron
entonces de personas fugitivas, que abandonaban
sus hogares y posesiones para buscar abrigo ai
través del mar. S. Agustin prestó en Hipona asi­
lo y benévola acogida á multitud de prelados y
presbíteros respetables, expuestos á las borribies
persecuciones de los bárbaros, inficionados en la ,
L reiia arriaiia L Tantos temores se Justificaron
cumplidamente: los vándalos penetraron por las ^uelda-
provincias de levante, y aiTuiiiaron completa- des.

rota de Gastino á su irreligión, siendo así que los vándalos


ayunaban, oian la leolura de laBiblia y tenían p.adoaos qer-
cicios D e q ü b ern a tio n e D e i, lib. 7. La ineptitud de G
qne n; sapa como Walia contrarestar
de los bárbaros, fue causa de su vergonzoso desastre. Véase
á Idae., C h ron .^ pág. 3o8. _^
1 Jornandes, D e rebu s g e h a s , cap. <>d. _
2 I t a qu idem s a n c ti E p is c o p i de • -:[
p r iu s plebibu s fu g a captis,partimpere m tis ^ p a r tim cap .
—2G2—
mente á Cartagena, la antigua ciudad de Asdrú^
bal y teatro de las glorias de Scipion. Avanzaron
por la gran via militar que conduela á Cazlona^
y sepultaron bajo escombros todos los monumem
tos de esta población insigne. Ocupando á Jaén,
Guadix, Granada, Málaga, dgaron marcada su
huella con destrozos y ruinas. Ni la dignidad ecle­
siástica, ni el, prestigio de la riqueza, ni las gra­
cias del sexo débil desarmaban las brutales pasio­
nes de aquella gente despiadada. Ansiosos de ri­
queza los soldados de Genserico, atormentaban
á sus prisioneros para que les revelasen los para­
jes en que suponian ocultos tesoros, inventando
padecimientos agudos y de refinada barbarie.
Abrían á unos violentamente la boca con liorqui-
llas de palo, y les introducían en el paladar fé­
tido y repugnante cieno; maniatábanlos á veces
y les azotaban en la frente y en las plantas de los
pies, hasta verlos desfallecer. Amarraban á otros
fuertemente, y poniéndoles embudos en la boca,
les echaban como á odres, agua salada, vinagre,
alpechín, y sebo derretido Burlábanse de los
trabajos de la ciencia; mutilaban con desprecio

ta te d ispersis: sed v n u lto p lu tés illie m anentibus p ro p e r quos


m anerent^ sed eorundem p ericu lo ru m d en sita te m a n seru n t,
S. Agustín, E p i s t. 228^ n. 5.
t Idae., CArow., pag. A liis p a lo ru m vectibus ora re ­
serantes^ foetidum cwnum ob confessionem pecunice fauscibus
in gereban t. N onnullos in fro n tib u s et tib iis n ervis rem ugien ­
tibu s torquendo cru cia b a n t, P lerisq u e aquam m a rin a m f a liis
acetum^ amurcam ^ Unquamenque'et a lia m u lta atque crude-
liu j tam qu am u trib u s im b u tis ore p o s s itis , sine m iserico rd ia
p o rrig eb a n t. Vitor Vítense, D e p e rse c . v a n d ., lih , 1, cap. 1.
Aunque las lamentaciones de Víctor son ocasionadas por
la conducta de los vándalos en Africa, es necesario conve­
nir en que habiendo estos asolado antes nuestras comarcas
cometieron en ellas iguales atrocidades : además Victor, al
— 263—
las estatuas que ornaban las plazas públicas y las
casas particulares, y afearon todos los adornos
con que el buen gusto y esplendor de las artes
liabian hermoseado nuestras ciudades. Al aban­
donar aquellos salvajes una población, las ruinas
humeando, los escombros y cimientos de edifi­
cios eran una prueba de su perversidad *.
L a traición del conde Bonifacio, gobernador
del Áírica, libró á nuestros pueblos déla inso-
portable tiranía de los vándalos. Habíase rebela­
do aquel jefe contra el gobierno de Placidia, ma­
dre de Valentiniano H I, emperador de occidente;
y no siéndole fácil sostenerse contra las tropas
imperiales, envió á Gunderico, que vagaba por
nuestras provincias meridionales con sus huestes,
un emisario encargado de proponerle un tratado
de alianza con ventajosísimas condiciones. Gunde­
rico aceptó gozoso la oferta;y ya se preparaba pa­
rapasar al África con sus tropas, cuando la muer­
te puso fin á sus designios. Pero su hermano y
sucesor, el terrible Genserico, llevó á cabo con
mayor prontitud la expedición. En el mes de ma- ^^9
vo
«j del año '
reuniéronse todos los vándalos deJ.C.

final del libro y capitulo citados, dice: que en España habian


hecho lo mismo, y que los autores españoles podían quejarse.
El obispo Idacio y S. Isidoro hablan de sus crueldades, aun­
que no con los detalles que nos ha trasmitido Víctor, Idac.,
Chron.^ pág. 359. S. Isid., H is t, v a n d a l.j pág. 163.
^ El Dr. Rivera, autor de unas M em o ria s p a r a la histo­
r ia de R o n d a , prueba con las ruinas de A cein ip p o , el espíri­
tu destructor que animaba á los vándalos. « Es también argu­
mento , dice, el ver las torres y murallas derribadas á fuer­
za de brazos; las estatuas, columnas y obras de primor que­
brantadas con porras y almainas: estrago muy propio de
aquellas naciones bárbaras , que desestimaban las letras y
obras de curioridad y arte.” M em o r. 3.
Cean Bermudez , en el discurso preliminar de la obra de
-2 6 4 —
que quisieroR parlicipar de las riquezas/y tomaT
parte en las aventuras que les iban á ofrecer las
intactas provincias del Áfoca. Considerable nii-
rnero de barcas y de navios se babia aprestado por
el conde Bonifacio y por las gentes de nuestro
país j impacientes de que brisas favorables empu­
jasen aquella nube á lejanas playas. Estaban los
vándalos agolpados junto á Tarifa, en iiámeim de
80.000 combatientes, y en víspera de pasar á la
orilla opuesta, cuando G-enserico supo que nii
destacamento de suevos, habiendo avanzado ha­
cia Sevilla ,■recorría las comarcas que él acababa
de abandonar. Enardecido con el recuerdo de sus
antiguas antipatías , corre contra ellos ^con sus
huestes; los persigue hasta cerca de Mérida; ma­
ta á su comandante Hermigario, y dispersa en
las orillas y ahoga en las aguas del Guadiana, los
soldados bárbaros. Satisfecha su vengañga, vol­
vió á Taiáfa, se embarcó con su gente, y las pro­
vincias del África quedaron devastadas h

Llaguno sobre la A rq u ite c tu ra de E spaña^ dice: « La cnar-


ta época (de arquitectura) comenzó en principios del siglo V,
con una impetuosa avenida de suevos, alanos, vándalos y si-
lingos , que mandó la España y destruyó todo lo que habían
edificado los romanos. ¿Qué soberbia, dice el P. Martin de
Roahablando de estos bárbaros, que no derribasen ? Y ¿ qué
lustre que no afeasen, qué lindezas que no manchasen ? Que­
brantaron mármoles, despedazaron estatuas , asolaron edi-r
ficiosy sepultaron la majestad de las ciudades en sus ruinas.”
Debemos advertir, sin que se ofenda la susceptibilidad de
las personas piadosas, que los cristianos contribuyeron antes
de los bárbaros á la total ruina de las artes. Los jefes del
cristianismo se vieron en la necesidad de extirpar la idolatría
y destruir los ídolos, y comprendieron en clase de tales,
muy bellas obras.
í Idacio, Chronie.:, pág. 359. Victor Vitense, De p erse-
secui. V a n d a l, iib. 1.“, cap. l.° , al principio. G e m e ric u s...
de B cbHcwprovincicB litoream Ymdalis ómnibus eorumque
— 265—
' Yolvieron nuestras comarcas á reconocer la Correrías
autoridad de los magistrados imperiales, quie- 4 “ennul
lies no solo no procuraban remedio délos inten- estro país,
sos males ocasionados por los vándalos, sino que
agravaban con rapiñas y extorsiones que de ellos
babian aprendido, la miseria de nuestros pue­
blos. La autoridad de los agentes romanos era
tan efímera , que los suevos bajaban de la Gali­
cia y de la Lusitania y bacian frecuentes ex­
cursiones en los reinos de Sevilla y Granada.
La impunidad les alentó á establecerse en la
Bélica, que les proporcionaba, aunque arrasa­
do, un país mas fértil y ameno que Galicia y los
Algarbes. Rechila, jefe de ellos por enfermedad
de Hermenerico su padre, despreciando las re- ® ' •
clamaciones de los romanos, ocupó como con­
quistador la Bética. Andevoto , jefe imperial,
acudió con sus tropas, trabó batalla en las már­
genes del Genil, y quedó derrotado con pérdi­
da de preciosas alhajas de plata y oro, que ca­
yeron en poder del caudillo bárbaro Asuntos
domésticos retardaron por algún tiempo las ope­
raciones mibtares de Recbila; pero libre de
ellos, rindió á Sevilla, avanzó por nuestras co-,
marcas y se enseñoreó de ellas y aun de las que
hoy componen el reino de Murcia

fa m iliis ad M a u rita n ia m e t A fric a m , re lic tis H ispaniiSy


tr a n s fr e ta b it. S. Isid, M is ta r. V a n d a l., 163. P o s th w c
prosecuentibus A lam ann is usg^ue ad T ra d u c ta m , tra n sito
m a r i V an dali p e r to ta m A fric a m ac M a u rita n ia m su nt
d isp ersi. „
^ Idae., C h ro n ., pág. 363. S. Isid., H is to r . su evo r.,
pág. 165. _ u* 7 ?.
2 H erm erieo defuncto, R ech ila filius ejus...» H is p a lt ob~
te n ta , Beúcam e t C arthaginensem pro vin cia m in suam po ­
te sta te m re d u x it. S. Isid.,^S^^síor. su ev o r., pág. 165. Idae.,
C/non., pág. 364. .
T omo I , ÍS
-2 6 6 -
üedoblan esta razón, ios yándalos del África, tan
los males, ^^^r como activos y valientes en la
tierra, pirateaban en el Mediterráneo y tenian
en continua zozobra á los pueblos de la costa
granadina. Los males se agravaron con la im­
prudente provocación de Yito, general nombra­
do por la corte de Ravena, para desalojar á los
suevos de las posiciones que ocupaban en An­
dalucía. Al fidente de un ejército, no muy diseipli-
Año446 ^^dode godos y romanos, entró en la tierra con
de J. G, la misma rabia que pudieran haberlo hecho los
enemigos, saqueando las esquilmadas poblacio­
nes^ maltratando duramente á los naturales y ha­
ciendo la dominación romana tan odiosa y tiránica
como la de los mismos suevos. Rechila congregó
sus guerreros., derrotó completamente al gene­
ral romano, y tuvo un pretexto para aumentar
sus rapiñas *.
Los ba- Los habitantes de las comarcas granadinas,
gaudes, abandonados á sus propias fuerzas, considera­
ban envilecido el nombre y autoridad de los
romanos, y conocían que las armas del empera­
dor de occidente eran ineficaces para coníra-
restar el poder de ios suevos. La condición cíe
los habitantes era la mas deplorable; todas las
familias acomodadas habían emigrado^y busca­
do asilo en las Baleares y en otros países recón­
ditos, libres de la insoportable tiranía de los
bárbaros. Muclies vecinos que, no podiendo
abandonar sus bogares, liabian logrado salvar
sus vidas, fueron reducidos á cautiverio, y tu­
vieron que rescatarse con grandes sumas, ó ce­
diendo las posesiones heredadas de sus mayores,

Idac., Chron.y pág, 366.


—267—
si prini6r bárb^-i*^ ^ (jui6íi S6 íiiitojíil)3. (JcciüTíir"
le su cautivo. Otros, viendo aquella horrible
anai’quía, desesperados con la destrucción de
sus hoqai^es, con los ultrajes de sus esposas e hi-
jas Ycon la desaparición de sus pueblos reduci­
dos a pavezas, resolvieron vengar de algún mo­
do la pérdida de tantos intereses y morir con
dignidad, antes que someterse como rebaños á
la mas baja servidumlDre. Estos sentimientos die­
ron origen á ia confederación de los bagaudes
con cuyo nombre se designaban en aquellos
tiempos desventurados, guerrillas y partidas de
índole sem ejóte á las famosas creadas en la lu­
cha contra Bonaparte, y á las temibles facciones
de la guerra civil. Las bandas de bagaudes sa­
queaban los restos de las poblaciones,^ y perse­
guían sin piedad á los bárbaros. La miseria, la
aversión al trabajo, la inseguridad de las perso­
nas, engrosaron considerablemente las fuerzas
de estos nuevos enemigos. Los condes imperia- Año 4 5 3
les, Mansueto y Fronto, que habían conseguí- J-G.
do con hábiles negociaciones desalojar á los sue­
vos de nuestro país, promulgaron decretos de
proscripción contra los bagaudes, mas y inas
poderosos cada dia con la agregación de bárba­
ros dispersos, de foragidos temibles y de toda la
hez de hombres inquietos y turbulentos, que pu-

^ Idac., C h ro n .j pág. 365. Sálviano se c o n stitu y ó én


apologista de los bagaudes, H i qui ad barbaros non co i^ u -
q im tj, b a rb a ri tam en esse coguntur^ u t est p a rs m agn a J lts -
p a n o ru m .... B e bagaudis nunc serm o e st, qu i p e r m alos ju -‘
dices et cruentos s p o lia tij afflicti^ n e c a tij postqu am ju s ro­
mance lib e rta tis a m isera n t e tia m honorem ro m a n i nomints
p e rd id e ru n t... vocamus rebelles ^ vocam us p e rd ito s
compulimus crim inosos. S a l \ . D e gu bern .j B e i, lib. 5. Vea
al P. Flores, en la nota 11 al Chronieon de Idacio.
-^268—
iülan en las sociedades civilizadas, y que tan da­
ñinos son cómo los bárbaros , aunque menos ino­
centes. Inútil era la severidad, porque no iba
acompañada de la fuerza. -Sumidas en un caos
se bailaban nuestras comarcas, y hundidas para
siempre se consideraron entonces todas las ga­
rantías que sirven de egida á la civilización, con­
tra los rudos ataques de la barbarie.
Los sue- Los suevos, no pudiendo dominar su propen­
■vos son sión turbulenta, quebrantaron las estipulaciones
expulsa­
dos ?para con los reiñanos y entraron de nuevo en la
siempre provincia Gartaginense. El conde Fronto recla­
de nues­ mó enérgicamente el cumplimiento del tratado;
tra tierra.
Año 456 pero los infractores-, -acostumbrados á ceder so­
4e^J. C, lo á la fuerza, despreciaron sus amonestaciones,
y se ensañaron mas y mas.-La corte de Rave-
n a , recordando los servicios que los valientes
godos.babian prestado bajo Walia, cornijón©
á'Teodorico II, caudillo de éstos entonces, para
que escarmentase á los insolentes bárbaros. Teo-
dorico idesempeñó cumplidamente su encargo,
dispersó á los suevos, matando á su jefe Re-
cbiario; les liizo guarnecerse en las montañas de
Galicia, y puso coto para siempre á las corred
rías* de aquella gente intratable-, que se filé ani­
quilando lentamente con sus propias desavenen-
Política
de Teodo- ciás El vencedor, apenas hubo -recobrado
rico. nuestras provincias en calidad de auxiliar del em­
perador romano, reveló el proyecto que Ataúl­
fo y demas caudillos liabiao procurado reali­
zar en una coyuntura favorable: consistía en ex­
tender la fama y acrecentar el poderío de los go­
dos á la sombra de los romanos, para aniquilar

- í Idac. € h ro n .^ págs. 370, 372 y 373, S. ísid., H h to r .


su e v o r., pág. 165.
^269—

indepenaiences ue uix
Teodorico con este fin, mando a tiurda,jeie de
su confianza, que ocupase con un ejército godo
nuestras comarcas, en donde no era cumplida^
mente reconocida la legitimidad de su poder;
Mas habiendo tenido que acudir Ciurila á Gali­ deAño 459«
l. C.
cia para apaciguar las turbulencias de los suevos,
el mismo Teodoricodas recorridcon un poderoso
ejército
Á este tiempo los vándMbs del Africa hacían los Inutilizan
vánda­
continuos desembarcos en nuestras playas, cau­ los en nus-
tivaban gentes, robaban las pocas riquezas^ que estro país,
los habitantes habian salvado de las anteriores aprestos
de guerra.
.rapiñas, y esearnecian impunemente el poder del Año 460 >
emperador, que se suponía jefe de estas provine ^ J.C.
cias. May orí ano, de acuerdo con Teodorico;
aprestó una numerosa escuadra que, surta en los
fondeaderos de la costa granadina y en la bahía de
Cartagena, estaba preparada para recibir las le­
giones godas, establecidas en el mediodía de Es­
paña, y otras tropas que aquel activo empera­
dor habla organizado. El rey de los vándalos,
previendo que no le era posible resistir al empe­
rador de occidente auxiliado de los godos, re­
currió á las- intrigas y a las seducciones para des---
hacer los formidables aprestos. Osados emisa­
rios se introdujeron en medio de las escuadras
romanas, echaron á pique unas naves, incendia^
ron otras:, apresaron en la confusión las-mas,^ó
inutilizaron los preparativos de la guerra que iba

» lilac., G hr^n,, pág. 378. S. Isid., H 4 $ to r. suemr.


pág. 158.
-m -
á destruir el imperio vándalo del África
Eurico se Mientras vivió Mayoríano, Teodorico perma­
hace due­
ño de la neció fiel á los tratados ^ por los cuales los godos
España. se consideraban meros auxiliares de los romanos;
pero muerto aquel, reveló sin rebozo el designia
de fundar un imperio independiente con toda la
España y la Galia Narbonesa. Este plan fué rea­
lizado por Eurico, que habiendo asesinado á su
hermano Teodorico, ocupó el trono, desplegó en
medio de su ferocidad cualidades militares y sa­
gacidad política, y emancipó nuestras comarcas
con toda la España del poder de Roma.
-,_Caráetef Bajo el reinado de Eurico comienza una nueva
ñuevíj de
la historia historia: los pueblos granadinos, que por espacio
Año 466 de siete siglos hablan reconocido el poderío de
de I. G. naciones civilizadas, obedecían á los descendien­
tes de las tribus de la Scandinavia. Los alanos,
suevos y vándalos no dejaron en nuestra tierra,
sino memoria de sus crueldades y devastaciones.
No solamente no perpetuaron sus recuerdos con
monumentos de ciencias ó artes, sino que destru­
yeron casi todos los que probaban la civilización
de un pueblo feliz y laborioso. La historia de
nuestro país, desde la primera entrada de los bárba­
ros hasta el reinado de Eurico, preséntalos tristes
resultados de correrías militares de bárbaros, per­
siguiéndose con implacable furia, las desavenen­
cias de sus caudillos, y la relajación de todos los
vínculos sociales, incompatibles con el carácter de
tribus guerreras, tan duras y crueles en los com­
bates, como Hojas y perezosas en la paz. Las cos­
tumbres de los godos eran mas blandas y suaves;

' /¿ 7 Severo Sulpicio, C hron.j,


pag. 453, del tom. 4 de la Esj^. S g r . S. Isidoro reproduce
« 1 texto de Idacio en su H i s t o r i a m n d a h n m ^ pág 164
^271—
SUS estrechas relaciones con los romanos, el em
lace de sus caudillos con princesas de sangre iin-
pe?*ial y el genio de algunos de ellos j fueron caU"
sa de que fundasen una monarquía poderosa, de
la cual eran un rico floron las provincias grana-,
dinas. En ellas dejaron momimeiitos y tradicio­
nes; y los acontecimientos políticos verificados., en
las mismas ^ merecen ocupamos.
Destruido elimperio de occidente por Odoa- Estado.ds-
ero, rey de los ostrogodos, Eurico pidió y obtu-
vo la cesión de todas las posesiones romanas des­
de los Alpes y el Rin hasta la España K Los go­
dos tuvieron uo título legítimo para declararse
reyes de la península^ y supieron defender con
energía y con sns talentos los estados que debían
á las victorias y á la política de sus predeceso­
res. Nuestras comM*cas obedecían á condes ó je­
fes militares que las mantenían en ima completa
tranquilidad, abatidas corno se hallaban con los.
pasados inforíunios. Fermentaba en ellas sin em- Góntro-
bargoun gérmen de discordia, que ocasionó guer- yersias re­
ras, trastornos y padecinñentos gravísimos. Los
godos habían adoptado la herejía de Arrio y
atemperaban sns creencias á la doctrina de esta,
secta, en tanto que el clero de nuestro país aca­
taba los dogmas del concilio de Nicea, é inspi­
raba al pueblo profunda aversión contra los sec-

^ Procopio, De fceíL 1, cap. 12.


2 Sócrates y Teodoreto revelan en la B i s t o r i a T r ip a r - -
tífííj los motivos que hicieron á los godos convertirse á la
secta arriana. Los dos caudillos Fritigernes y Atanarico,
hahian promovido guerra civil. Yalente prestó auxilios
al primero, fugitivo en laTracia,. con los cnales faé ven­
cido Átanarico; y Fritigernes, agradecido, abrazó con los
suyos los dogmas de aquella secta, ülpbilas, célebre obispo
godo, contribuyó eficazmente á la propagación de la,doctri­
na herética.
—272—
tarios de aquel lieresiarca. Mientras que ios par­
tidos se enardecían con disputas religiosas, las
tropas de Justiniano, á las órdenes de Bell sario,
destruían el imperio de los vándalos en África,
ocupaban á Ceuta, y llamaban poderosamente la
atención de Teudis, rey godo de España, alar­
mado con la proximidad de un enemigo podero­
so. Abiertamente hostil á los imperiales, organi­
zó un ejército, le embarcó en los puertos de Má­
laga y Tarifa, y cercó á Ceuta, en cuya empre­
Cerca sa quedó completamente desairado Los impe­
Teudis á
Ceuta. riales. en venganza, comenzaron á intrigar, fó-
Año 531 mentando contra el gobierno arriano la aversión
del,C , qu 0 gi clero había creado en la muchedumbre:
declarábanse defensores de la verdadera rehgion,
y enemigos irreconciliables de los que no abra­
zaban la fe ortodoxa ni reconocían la unidad
católica. Con sus sordos manejos consiguieron
asesinar á Teudis, sublevar contra Agila su suce­
sor los pueblos dei territorio que hoy forman las
las provincias de Málaga, Córdoba, Jaén, Alme­
ría y Murcia, y proclamar rey á Atanagildo
Éste accedió á las solicitudes de los agentes de
Justiniano, quienes bajo pretexto de proteger á
los sublevados, ocuparon con fuertes destaca­
mentos á Tarifa, á Málaga, á Adra y á otros pue-
Atzamien htoral, hasta los confines de Valencia
todenaesr ^as turbas, entusiasmadas por el clero, conside-
tras pro- rabaii á los imperiales como defensores de la ver-
vmcias. dadora fe. Liberio, amigo de Justiniano y caudi­
llo de ios imperiales, era el instigador de la re-

^ S. Isid., H i s t o r . g o th o r.j, pág. 159.


2 S, Isid., H i s t o r . go th o r.j, pág. 160.
S. H i s t o r . goth or.^ pág. 160. Mariana,
5y6. ’
—273—
vuelta: seguro del buen éxito del alzamiento, no Ano 548
deJ.C.
ocupó á sus tropas en guarnecer ciudades, sino
las puso á las órdenes de Atanagildo , quien ba­
tiendo cerca de Sevilla a Agda, fue aclamado
rey de toda España, y cayó incauto en los lazos
preparados por la sagaz pobtica de Justiniano.
Los imperiales, fingiendo favorecer únicamen­ Miras ul­
teriores de
te á Atanagildo , abrigaban las miras ulteriores los impe­
de destruir el imperio godo de España , como lo riales.
babian hecho en Áñáca con el de los vándalos. Año 554
Tranquibzado el país, Liberio dispuso que aque­ de J. G.
llas mismas tropas que contribuyeron á derribar
del trono á Agda, se diseminasen en las fortale­
zas y ciudades principales de estos países meri­
dionales; porque vecinas del África podían ser­
vir de base para fiituras operaciones en la pe­
nínsula. Además abstó gente, impuso contribu­
ciones y comenzó á tratar duramente á los na­
turales. Los pueblos elevaron quejas á Atana­
gildo, quien reconociendo su imprudencia, de­
claró guerra á sus antiguos amigos , consiguien­ Intencio­
do algunas ventajas^. Estaba reservado á Leo- nes hosti-
vigildo, uno de los monarcas godos, intrépido, leide Leo-
enérgico y valeroso entre los que ocuparon con \igildo.
estas cuaíidades el trono de España, enmendar
en lo posible los errores de Atanagildo, hacer
ver á los imperiales que las imprudentes estipu­
laciones de su antecesor no podían ser ratifica­
das, y disputarles con las armas las provincias
que falazmente habían ocupado. Leovigildo se
apercibió para la guerra prontamente, por haber
reunido, muerto su hermano Luiva, el gobierno

S. Isid., M is ta r , g o th o r,^ pág. 160.


—274—
de la España entera y de alguna parte de las Ga-
lias
Operacio­ El primer empeño de Leo’sdgildo era desalo­
nes milita­
res de jar á las tropas imperiales de Baza, Cazlona,
Leovígil- Jaén, Granada, Málaga, ArcMdona y serranía
do en nu­ de Ronda, en donde se sostenían con mengna
estro país.
Año 570 del trono fundado por Ataúlfo, y se apoyaban
á S72 de mas y mas, procurando granjearse la afección
J.G. del pueblo como únicos defensores de la fe or­
todoxa. Dominaba Libério las comarcas mas fér­
tiles y hermosas de España; y su ejército, forta­
lecido para recibir ' cómodamente de Tánger y
Ceuta refuerzos de gente, armas y bastimen-
íos, era el oprobio del monarca y una amenaza
continua para la nación: además atizaba el fuego
de ios católicos y arríanos, y la guerra podía
cundir á las provincias del norte. Leovigildo, de­
cidido á sostener las prerogativas de su corona,
entró al frente de un ejército arriano por las
comarcas de Baza; avanzó por Granada é hizo á
los imperiales reconcentrarse bácia Málaga. Eli
esta correría desplegó mucha severidad contra
los católicos; les hizo pagar los gastos de la guér-
r a ; castigó á algunos con tormentos y muerte,
y rescató las poblaciones y fortalezas principales
de nuestras eomarcas. Habiendo perseguido al
enemigo hasta Málaga y serranía de Ronda, ocu­
pó á Medina-Sidonia y á Córdoba, y marchó en
seguida á.Galicia, en cuya tierra los suevos an­
daban revueltos

^ S. Isid., H i s t o r . g o tk o r.^ pág. 160, Saavedra, C oro^


n a góticas, en Luiva I y Leovigildo. La crónica del Bicla-
rense comienza en el reinado de Leovigildo, y suple la con­
cisión de la historia de S. Isidoro.
- L e o v íg ild u s R e x ¡oca B a s ta m m et M a la c ita n o s u r U s ,
—275—
Leovigildo coiioció que las medidas detnasia- Partidas
do severas son ineficaces para mantener tranqui-
los á los pueblos: apenas se liubo retirado de Templañ-
nuestropaís^ aparecieron partidas rebeldes bá- zadeLeo-
cia la tierra montuosa de Alearas y Cazorla. En-
tonces le fue preciso proponer edictos de toleran- ¿e J. G.
cia, y quiso conciliar los ánimos de los arríanos
V católicos. Una revolución inesperada alteró sus
planes, y acibaró los últimos dias de su remado,
haciéndole desplegar una severidad contraria á
sus sentimientos. Habla agregado al gobierno á
sus dos hijos Hermenegildo y Recaredo, cedien­
do al primero la administración de toda la An­
dalucía , y dándole por esposa á la hermosa In-
gunda, hija de Sigisberto, rey de Austria, y de
la célebre Brunechilde Ingmida pertenecía al Las dis-»
partido católico de la corte arriana de Toledo,
y habla recibido por ello tratamientos indecoro-
sos , de los que era autora Goswinda su suegra, de guerra,
vieja atrabiliaria y fanática, y arriana inexora­
ble. La jóven princesa, maltratada por su resis­
tencia á recibir un segundo bautismo, ceremo­
nia particular de los arríanos, había sido su-

re p u lsis m ilitib u s v a s t a t j e t v ic to r so lio réd ito Juan Bicla-


rense, C h ro n ic o n , pág. 377 del tom. 6 de la E s p . S a g r . El
autor de esta crónica fué un godo lusitano, natural de S c a -
lah is ( Santaren), el cual, despues de viajar por oriente y
de haberse ilustrado con erudición griega y latina, volvió á
España en tiempo que Leovigildo perseguía cruelmente á los
católicos. El nombre de Biclarense provino del monasterio
que fundó en Cataluña, llamado Biciaro, sito á dos leguas
de Montblanc, donde hoy es la villa de Validara, y perte­
neció á la abaría de Poblet.
^ Biclar., pág. 381. S. Isid., H i s t o r . g o th o r.j,
pág. 160. S. Gregorio de Tours cuenta minuciosamente
( H i s t o r . F r a n c o r ., lib, 5, cap. 8 ) las discordias domésti­
cas de la familia real de España.
—2 7 6 -
mergida con TÍolencia enim baño de agua fría
Las lágrimas y el dolor de la bella esposa, des­
pertáronla venganza de Hermenegildo, y las in­
sinuaciones de algunos prelados, los escrúpulos
de su conciencia. Estimulado por los obispos
de las diócesis granadinas y también por los de
Sevilla, Córdoba y Mérida, se declaró abierta­
mente católico, y vengó los ultrajes de Iiigun-
da, persiguiendo á los lierejes. Dirigió procla­
mas á los francos, á los suevos de Galicia y á
los restos de los vándalos de África con venta-
j osos ofrecimientos, si entraban en Andalucía para
favorecer á su partido. Los imperiales, que ocu­
paban á Málaga y otras plazas del litoral, fo­
mentaban la sedición. S. Leandro, arzobispo de
Sevilla, escribió á la corte de Constantinopla,
pidiendo auxilios. Leovigildo acudió á sofocar
la rebelión y á conírarestar las poderosas in­
fluencias que contra él se babian declarado. Los
rebeldes, débiles y desconcertados, cedieron á
foTrSitr y á la actividad de Leovigildo: su mis-
des.^ ^ Hermenegildo quedó prisionero y fue
Año 58'i< desterrado á Yalencia, desde donde continuó
de J . c. las intrigas, que dieron márgen á un proceso,
^ en el que se le condenó á muerte: su perseve­
rancia en la fe católica, y su lamentable fin, le
han elevado al rango de los mártires españoles.
La bella Ingunda abandonó un país tan fecundo
para ella en amarguras, y conducida por m ará
Constantinopla, lallecio en el camino. Leovigil­
do, que atribuía á la presencia de los imperiales
la revolución que conmovía parte de sus es-

^ Este segundo bautismo era una especie de confir­


mación.
—277—
tados , guerreó enérgicamente contra ellos
La tenacidad de los católicos de nuestro país Son per­
provocó medidas terribles para extinguir ios res­ seguidos
los católi­
tos de un partido, considerado por la corte arria- cos.
na de Toledo como una facción impía. Leovigiido
se apoderó de los bienes de nuestras iglesias ca­
tólicas; derogó los privilegios y fueros del clero;
castigó en el cadalso á muchas personas distin­
guidas, que habían abrazado la causa de Herme­
negildo ; y colmó las arcas del erario con las con­
fiscaciones de sus haciendas Esta acerba perse­
cución hizo que muchos católicos se retractasen
y abrazaran los principios de la secta arriana. En­
tre los prelados que arrostraron valerosos la per­
secución, cuéntase Severo, ohispo de Málaga, Severo,
obispo de
que en aquella recia tempestad logró conciliarse Málaga.
el respeto de los tiranos, por su erudición, su pie­
dad y su fe inalterable. Fué compañero de Lici­
niano, obispo célebre de Cartagena, y ambos son
designados por S. Isidoro como varones ilustres y
personajes célebres de aquel tiempo
La persecución ariaaa cesó con la muerte de Cambia
Leovigiido. Ápenas hubo ocupado el trono su hi­ la situa­
ción por
jo Recaredo, convocó los próceres y prelados no­ muerte de
tables de España, para consultarles, cuál era el Leovigiido

< I n g m d a . . , , , S i c i l w a t t i g i t , e t m o r tif e r a csg ritn d in e


c o rr e p ta s p ir itu m e x h a la v it. Juan Magno, H i s t o r . g o th o r .j
lib. 16 , cap. Biclar., C h ro n . ^pág. 338. S. Isid., H isto r^
g o th o r ., pág. 160.
2 S. Isid., H i s t o r . g o th o r ., pág. 160. Mariana, H i s t o r .
de E s p : f lib. 5, cap. 13.
^ S. Isid., D e v i r . il lu s tr . ^ cap. 43. Severo, obispo de
Málaga, y Liciniano, de Cartagena, escribieron contra Vln-
cencio, que lo fué de Zaragoza, por haber abrazado la secta
arriana. Mariana , H i s t o r . de É s p .^ lib, 3, cap. 13 C o m e r s .
M a l a g .j cap. 22. Soler, C a r ta g e n a ilu s tr a d a ^ tomo 2,
pág. 533.
—278—
Ano 586 niedio mas prudente de sosegar ias turbulencias
de J. G. y consolidar mi gobierno fuerte j pode­
roso. Casi todos los estados de Europa estaban so­
metidos á la fe católica: nuestros pueblos detes­
taban cada dia mas y mas los dogmas de la secta
arriana, y solo permanecían fiiera de la comunión
la corte de Toledo, y algunas provincias del nor­
te de la España. El clero católico se mostraba en
aquellas altanero , á pesar de las persecuciones;
los prelados mantenían vivísimos debates con
los arríanos , y nuevamente asomaba el fuego que
Leovigildo habla procurado extinguir. Estas cir­
cunstancias hicieron á Recaredo proceder con el
acierto que no tuvieron su padre y hermano, y
reunió el célebre concilio de Toledo, en el cual
públicamente declaró que era católico, obligan­
do á todos los prelados á que hiciesen igual ma­
nifestación , anatematizando los errores de Arrio.
Formaron parte de aquella respetable asamblea
y contribuyeron con sus opiniones y sus votos á
la promulgación de los cánones en ella aproba­
dos , Juan, obispo de Mentesa ( La Guardia )5
Esteban, de Illiberi; Teodoro, de Baza; Liliolo,
de Guadix; Teodoro, de Cazlona; y Velato, de
Martos. Estos y otros prelados de nuestro país,
fueron repuestos en la posesión de las rentas de
que habían sido despojados y en el pleno ejerci­
cio de su jurisdicción, á pesar de las intrigas de
los arríanos, que tramaron desdichadamente una
conspiración para neutralizar el infalible resulta­
do del espíritu de aquel siglo

^ Concilio Toledano 1.", I n co lle c t. c a n . H i s p . S. Isido­


ro dice de Reearedo : P r o m n c ia s a u te m q u m p a t e r b e lh conr-
q u is iv it ^ is te p a c e c o n s e r v a v itj, cequ itate d is p o s u it_y m o d e r a -
m in o r e x i t . E i s t o r . g o th o r .^ Biclar., pág. 385. Los tras-
—279—
Leovigüdo había querido cimentar sn trono con y
la fuerza: ñecaredo lo consiguió con su piedad
y su prudencia; fortaleció el seotimienio reli-moiásHca
gioso, y ensalzó al clero, que habla sido antes hu- en n u estro
millado. Sus historiadores refieren que enrique-
ció las iglesias y monasterios *■, y como en su rei­
nada comenzó á aumentar el mímero de monges
y cenobitas que durante siglos han ejercido po­
derosísimo influjo en nuestra sociedad, nos es
preciso dar á conocer el origen y progresos de
las instituciones monásticas ^aunque apoyados en
escasísimos y oscuros anales. Hubo un tiempo, en
que una falsa filosofi'a atribuyó á la yanidad, á la
estravagancia ó al fanatismo, el origen de las ór­
denes religiosas; pero no pudo negar, que el has­
tío de Ja vida, los pesares profundos y la tierna
sensibilidad se han complacido siempre en sólita^
rías contemplaciones. Los paganos ya habían da­
do ejemplos de ello: ios galos tenían sus driiidas;
los indios, sus giamosofistas; los griegos, sus pi­
tagóricos; los judíos, sus eseuios, recabitas y ta-
rapeutas. Sobtarios eran todos que preferían la
satisfacción del espíritu á los placeres del cuerpo.
Los cristianos, promulgada su religión, dedicá­
ronse también en los desiertos al estudio, y á
plegarias asiduas, y adoptaron costumbres aus­
teras. Hombres dé imaginación ardiente, almas
ansiosas de meditación , retirábanse del mundo,

tornos ocasionados por la guerra de los imperiales, fueron


pretextó para variar las demarcaciones primitivas de las dió­
cesis de Cabra y Málaga. El obispo de esta ciudad, se quejó
en uno de ios concilios de Sevilla, de las usurpaciones del
de Cabra, y consiguió que le fuesen devueltas algunas par­
roquias.
■* S. Isid., H istor^ gothor._, pág. 161, E cclesiarum et m o­
n asteriorum conditor efficiUir. Biciar., pág. 385.
280
- -

que no les ofrecía sino sinsabores j para ejercitar­


se en]a YÍríud, que ellos creían incompatible con
los engaños del mundo: este método de vida cun­
dió en nuestras comarcas desde los primeros si­
glos de la Iglesia. En el concilio de IMiberi se ba-
ce mención de las vírgenes consagradas á Dios *:
á fines del siglo IV , el papa biricio, en carta di­
rigida al obispo de Tarragona y á otros prelados
de nuestro paisj previene que sean expulsados de
su congregación ios monges ó monjas que, con des­
precio de su estado, contraían nupcias, ó escanda­
lizaban con sus Yícios y desórdenes Una ins­
cripción encontrada al occidente de Málaga, en
sierra de Mijas, nos ba revelado, que un solita­
rio llamado Amazuiüdo, edificó por aquel tiempo
un pequeño oratorio, y pasada la vida mas aus­
tera, falleció invocando el nombre de J. G. Los
religiosos fervientes, como Amazuiudo, vivían en
Método de principio aislados en cuevas y yermos, y so­
lida de los metidos á las reglas que voluntariamente querían
cenobitas, imponerse: con ásperos cilicios, con pesadas ca-
- denas, con ayunos continuos y con otras doloro­
sas macoraciones, afligían sus cuerpos. Los mu­
chos cenobitas, que en nuestras comarcas y en
todas las restantes de la España habían instalado

1' C on ciL lllib e r . j en el ap. de este tomo.


2 Siles, I m e s tig a c io n e s sobre el m onacato españ oL Esta
memoria erudita^ publicada por la academia de la Historia,
nos ba ilustrado al par de Baronio, Pagi, Vau, Esnen y Ca-
valario. ^ íva t •
3 C o n re rs. m a la g , ^ tomo 2, cap. 2j . La inscripción
que nos ha trasmitido la memoria de este solitario, se halló
en 1590 en una sierra al occidente de Málaga. Según Conde
(el autor de las C o n v e rsa c io n e s ) la existencia de Amazuiudo
no debió ser posterior al siglo VI. Ambrosio de Morales, el
P. Boa y Masdeu hablan dé distinto letrero en xerso, relativo
á otro Amazuindo del siglo X. Véase el ap. de este tomo.
—281— ^
SUS viviendas, hicieron necesaria la autoridad de
un superior que dirigiese sus acciones y arregla­
ra su método de vidaé Donato, discípulo de un
santo ermitaño retirado en los desiertos de lá
Libia, se embarcó para España, huyendo de la
persecución y barbarie de los moros : asocia­
do con 70 compañeros, trajo por riqueza una
escogida hiblioteca. Los monges africanos in­
trodujeron las primeras reglas monásticas, y
contribuyeron eficazmente á la propagación de
esta vida en iiuestrás comarcas En las cerca­
nías de Granada, de Málaga y de Martos se ha­
bían construido muchos monasterios de frailes y
monjas, y tan influyentes llegaron á ser sus reli­
giosos, que filé necesario ventilar algunos años
despues en el concilio 2.® Hispalense, la condi- Concilio
cion y prerogativas de ellos. Se determinó (coa hispalense
dictamen de los prelados de aquellas tres diócesis 619
sufragáneas de la de Sevilla), que los monaste- *^®^*^*
ríos establecidos, fuesen respetados, sin que na­
die se atreviesen molestar á los monges, ni á
destruir sus asilos. Se dispuso también que las
monjas viviesen sometidas á la autoridad de los
monges de la misma órden; y que éstos, en las
conferencias con sus hermanas de religión, ha­
blasen por medio de una reja y á la presencia de
tres de aquellas En las imiiediaciones de Caz-
lona, en las de Bailen y en algunos otros parajes
de las comarcas granadioas, se han descubierto
vestigios de templos y de conventos edificados
por los antiguos monges. Estos administraban laa

^ S. Ildefonso, I)e v ir is illu s tr ib u s ^ cap. 4.®


^ C o n c ii H i-spaí, 2.", en la eoleccíoa decánoues publica­
da por el bibliotecario González.
T omo i 19
—282—
flacas rústicas y urbanas que poseían las monjas,
é invertían sus rentas en objetos piadosos
Se -vicia Los monges, desprendidos en un principio de
la institu­ todos los bienes mundanos, abandonaban sus ri­
ción.
quezas á los pobres ó á sus parientes, y vivían del
fruto de su trabajo personi. Formaban jardines
en parajes agrestes , socorrian á las familias rús­
ticas, roturaban bosques incultos; y tierras, que
entre zarzales y maleza abrigaban, fieras y ani­
males dañinos, fueron hermoseadas con sus su­
dores. Esta pobreza degeneró luego en un lujo
opulento. Las leyes permitieron á los novicios,
donar sus bienes al convento en que profesa­
ban, como asimismo todas las herencias que pu­
dieran sobrevenirles. Este abuso corrompió la
institución; los monasterios, en vez de ser un se­
millero de hombres útiles, dedicados á moralizar
al pueblo con sus virtudes, se convirtieron en asi­
los de la holganza y de la miseria,
Imposíbi- Recaredo, dando estímulos al sentimiento re-
lidad de bgioso y ensalzando al partido católico, apaciguó
trtr*Ti¡n discordias civiles que habían ensangrentado
nuestras nuestro suelo, y falleció á principios del siglo
provincias YH. Los pueblos granadinos permanecían en el
d^T mayor abatimiento, y en la inmobilidad que oca­
siona una dolencia grave.El gobierno godo, aun­
que comenzó á consolidarse bajo Recaredo, ca­
recía de las facultades tutelares, de las ideas

í Véase el ap. El impulso religioso continuó bajo Ibs re­


yes posteriores á Recaredo. Sisebuto construyó en las inme­
diaciones de Andújar un templo á S. Eufrasio: hacia Grana­
da se edificó otro á S. Vicente y fné consagrado por Liliolo,
obispo de Guadix. Inscripción que insertan en sus obras Pe-
draza, D, Nicolás Antonio, Flores y Masdeu: ya hemos ha­
blado de ella como fijada en la pared meridional de la iglesia
de Sta. María de la Alhambra.
—283—
de administración y de orden con que algunos
emperadores habían proporcionado la felicidad
de generaciones enteras. La legislación romana,
las disposiciones municipales habían naufragado
en la borrasca universal ; y los resultados de es­
ta pérdida, funestos para todas las provincias
de España, eran mas y mas perjudiciales á las
nuestras, convertidas continuamente en cam­
po de batalla. Los imperiales no soltaban las
posesiones de que habian hecho presa: tenaces
conservaban algunas plazas del litoral de nues­
tras provincias. Era una mengua para los descen­
dientes de Álarico, ver las provincias de Sevilla,
Málaga, Granada y Almería sometidas á las ar­
mas del emperador de oriente, y desmembrada la
parte mas rica y amena de la España. De aqiú
era, que al empuñar el cetro, contraían los mo­
narcas godos el compromiso tácito de pelear
contra los imperiales. Viterico recorrió nuestras ,
comarcas, y guerreo consiguiendo algimos triun- ¿gj
fos. Gnndemaro hizo grandes aprestos para pro-
seguir la guerra, y tal vez hubiera dado ím á
ella sin la sublevación de los vascongados, que
le distrajeron en la ocasión crítica, y facilitaron
á los imperiales la ocupación de nuestras provin­
cias , con grande alarma de la corte de Tole­
do Sisebuto mandó tropas al pafe granadino,
y Suintila, su general, consiguió notables venta­
jas. Éste logró estrechar á los enemigos hácia
Gíbraltar, los desalojó de las fortalezas que
ocupaban tierra adentro, y aunque Cesario, je­
fe de ellos, hizo esfuerzos para recobrar las pla-

^ Aíiiínimo continuador del Bielarense j n. 5 , á la pág.


422 del tomo 6 de\a Esp.S a g r , = S . I s iá ., Hisíor. gothor.
pág. 161.
—284—
Vencidos zas perdidas, quedó Yencidp: vivamente acosa­
los impe­ do ^ propuso ála corte de Toledo condiciones de
riales pro­
ponen la paz. Yaliose para ello de Cecilio, obispo de Men~
paz. tesa (La Guardia) 5 que habiendo dejado su si­
lla para retirarse á un monasterio establecido en
tierra de dominación imperial, era llamado por
Sisebnío para que se pusiese ai frente de su
diócesis, sometida ya al gobierno godo Con
este motivo, Cesario dió instrucciones al obispo
de Mentesa, y le envió á la corte de Sisebuto, en
compañía de un emisario autorizado para ajus­
tar las paces, Sisebnío recibió con agrado al pre­
lado y al embajador, y propuso medios de ave­
nencia, que Cesario aprobó con la reserva de
que habian de ratificarse por Heraclio, empe­
rador de oriente. É ste, accediendo á las condi­
ciones propuestas por Sisebuto, comunicó ór­
denes para que sus tropas evacuasen todas las
plazas que en nuestras provincias y cosías del
Mediterráneo poseian, y las bizo retirarse bácia
Alentejo; exigió en recompensa que el gobierno
godo persiguiera á los judíos, basta su total es-
terminio
Proscrip­ Sisebuto sacrificó los intereses de las muchas
ción de los faniilias hebreas que en nuestro país moraban,
judíos.
Año 612 á las exigencias caprichosas del emperador de
de J. C- oriente. Publicó un edicto mandando, que los
judíos habian de abrazar la fe de J. C. en el

< Sisebuto fué un monarca digno de rivalizar con Ataúlfo


ó con Walia en bravura, con Recaredo en política y con S.
Isidoro en ilustración. Véanse el Continuador del B id a r e n -
s c j S. Isidoro y sobre todo el lib. 12, tít. 3 del Código viso -
godoy y los interesantes documentos publicados en la E s p .
iScigr.^ al fol. 320, y siguientes del tomo 7.
2 S. Isíd,, H isto r, gothor.^ pág, 163. Chronicon Á lh e h
dense ^ n. 37. Fredigario, Chronicon^ a. 33.
—285—
término de un año, incurriendo los desobedien­
tes en la pena de ser rapados y reducidos á cau­
tiverio , y despojados de sus bienes. Aparente­
mente se sometieron algunos á una religión que
detestaban; muclios'emigraron con sus rique­
zas á la Francia y á Italia, y los impruden­
tes , que se negaron á recibir el bautismo ó á de­
jar un país en que eran proscriptos, fueron vio­
lentamente, encarcelados, condenados á trabajos
perpetuos, y conducidos á sus destinos con la
misma dureza que si bul3Íesen sido' bestias dé
carga b Esta persecución injustísima no pudo
menos de despertar la caridad y el celo piadoso
de los prelados españoles, que consideraban
aquellos despojos como una iniquidad, y la ex­
pulsión de familias ricas y laboriosas como un
error político. Así, la severidad de la ley de Si- pg^gg^
sebuto fne modificada bajo Sisenando, en el con—cncion •
cilio 4^." de Toledo: se decretó en él, que única- leyes so­
mente debian ser oblipdos á permanecer en el
culto cristiano los judíos, espont^eamente con- ¿g"j. c.
vertidos; que los hijos de israelitas fuesen edu­
cados en conventos, ó bajo la dirección de fami­
lias cristianas, que pudiesen inspirarles aversión
de la secta impía; que los convertidos fuesen
amparados en la posesión de sus bienes; que los
hebreos bautizados no comunicasen con los ju­
díos rebeldes. Aunque en el concüip Toledano
3.® se prohibió el casamiento de mujeres judías

< S. Isidoro 'Vituperó esta encarnizada persecución. Po-


testate emm ccm pulit guos pf'ovocare fid ei ratione^ oportuit.
H isto r. go th o r.j pág, 161. Isidoro Pacense y el anónimo au­
tor del Chronieon M o u d a c e n s e h ^ ld x x e o . el propio sentido
de ella. Así expresa la ley el género de pena en que incurría
el judio rebelde. F la g e la decalvatm sm eipiat^ et debita rmtc-
tetur e x ilii pcena. L e g . uissogoth.j, líb, 12, tít. 3, leyó.
— 286—

con cristianos y al contrario, la ino^bservancia


de este decreto, dio motivo en el 4.® á una amo­
nestación, para que los prelados cuidasen de que
los hebreos enlazados en sus diócesis con perso-
sonas cristianas, fuesen inmediatamente separa­
dos si no abrazaban lá verdadera fe de sus con­
sortes. Los hijos de judío y cristiana ó vice versa
debian seguir la religión del cónyuge cristiano;
el dicho de los judíos era tachado en juicio; nin­
guno de ellos podia aspirar á cargos públicos, ni
conservar esclavos en su poder, ni obtener los
privilegios de ciudadano, ni pasar de una provin­
cia á otra, sin presentarse inmediatamente á la
Preven- autoridad eclesiástica La influencia de la secta
dones á hebrea había crecido en las inmediaciones de
las autori­
dades de Andújar, Baeza, Los Yillares y en los demás dis­
nuestras tritos de las provincias de Granada y Jaén, en tér­
comarcas. minos , que la corte previno espeeialmente á las
autoridades de estas comarcas, que vigilaran á
los judíos y ejecutasen rigorosamente las estre­
chas órdenes del gobierno y las disposiciones de
los concihos
Sisebuto recibia frecuentes quejas de nuestros
Piratas en
nuestras pueblos marítimos, acometidos por los habitantes
costas. de Tánger, Ceuta y de otras poblaciones del li­
Conquista toral de África, las cuales, habiendo quedado
de Ceuta
y Tánger. sin autoridades ni gobierno por el abandono de
Año 620 los imperiales, se habían convertido en asilo
deJ. C. franco de todo malvado y en guaridas de asesi­
nos y piratas. La tranquilidad de estas provin­
cias reclamaba la ocupación de aquellas plazas
con tanta mas urgencia, cuanto que ya se había

< C o lle c tio c a n o n . H is p .j, T o led a n o 4 , d esd é el cándn 5 9


al 66.
2 L e g . v is s o g o tk . lib . 1 2 , t ií. 2 , le y 3.
- .2 8 7 —
conocido lo peligrosa que es para la España, la
permanencia de enemigos osados y actiros en la
costa de África. Sisebuto aprestó ima escuadra, y
embarcando en ella la flor del ejército godo, se
apoderó de Tánger y de la fortaleza de Ceuta,
de que en aciaga borafué gobernador algunos
años despues el famoso conde D. Julián . La re-
rÍAl rP(v intermiimió su oían de en-

yincia Tingitan a. ,
Ascendió al trono Recaredo l í , que falleció
niño á los cuatro meses de reinado ^ fué entonces poetante
elegido rey Suíntila, que babia sostenido sobre en nuestro
el trono á Sisebuto y se babia granjeado el odio
de algunos grandes intrigantes en la corte de To- ¿qHhasta
ledo. El nuevo monarca expulsó absolutamente á E g ic a .
los imperiales de algunas plazas que ocupaban
bácia Portugal’, promulgó leyes relativas á ia ad­
ministración de justicia, y se preparó para ina-
yores empresas, cuando las rivabdades de los
magnates y los auxilios de Dagoberto, rey de
Francia, le bicieron abdicar el trono y retirar­
se á vida privada. Poderosos serian sns respetos,
cuando no fué asesinado. Sisenando, Cbintfla,
Tulcfá, Cbindasvinto,-Recesvinto, Wamba , Er-
vigio y Egica ocuparon el trono, y remaron desde
el año de 631, basta el de 701. En este interva­
lo j levantamientos y guerras^ de otras provincias
desquiciaron la administración que Recaredo y

í Masdeu dice, que D. Rodrigo de Toledo interpreto


mal el texto de S. Isidoro de Sevilla, cuando f ^
te habló de la expedición á Ceuta. D. Rodri^go tu\o a ,
no manuscritos y documentos preciosos, ademas de ^ _
rir del santo, para atribuir á Sisebuto la conquista e
plazas.
—288—
Sisebuto habían planteado ; pero las nuestras per­
m an ecieron in a ltera ld es: publicáronse sin em bar­
go algunas ley es que m ere cen m ención especial^
p o r su im portancia y p or la influencia que ejer-
cieroli en nuestros p u eb los.
Leyes no­ C om o la reyolu cion ocasionada por los bárba­
tables.
ros fué Yerdaderam ente s o c ia l/ y los orgullosos
hijos d el n orte se desdeñaban de ten er puntos d e
con tacto co n las n acion es Y encidas, resultaron
antipatías y obstáculos para m an ten er al país
en tranquilidad com p leta. L o s altÍYOS godos n o
p od ían enlazarse con las don cellas rom an as, n i
lo s jó v en es de antigua casta eran dignos de dar
e l título de esposos á las hijas de a q u e llo s.R e c e s-
v in to abolió estas d iferencias, y p rocuró am alga­
m ar á ven ced ores y ven cidos, perm itiendo lo s en ­
la c es en tre los individuos de am bas razas *. T am ­
b ién al tiem po de la con q u ista, Ictj dom inadores
se h abían adjudicado caprichoáam eníe d eh esas
para p astos y crias d e g an ad os, com o granjeria
qu e se atem p erab a á sus antiguas costum bres,
cam pos cultivados, p in gü es p osesion es qu e la au­
s e n c ia , m u erte ó cau tiverio de sus d u eñ os deja­
ban á m erced d el prim er ocupante: la s desaven en ­
cias entre los d escen d ien tes de am bas ra za s, r e ­
clam ando la prop ied ad de aquellos te r r e n o s, lle ­
garon á ser tan v io le n ta s, que fu é necesario con­
ciliarias, L a división d e propiedad en tre godos y
rom anos subsistió: se d eclararon válidas y legíti­
m as las adquisiciones d e los p rim ero s, con tal
que no ex ce d iesen d e las dos terceras p artes d el

^ T a m g o th u s ro m a n a n i >q m m e tia m g o th a m r o m m m ^
s i sib ic o n ju g e m h abere m lu e r it^ y r c e m is s a p e tU io m ^ d ig n issi­
m a fa c u lta s eis m b e n d i su b ja c e a t. B e v is s o g o th .j lih. 3, tí­
tulo l .°5 ley 1.®
-^289—
pí-ecio de la fieca; y se dió orden á ios jueces de
los pueblos, para que amparasen sin dilación ni
entorpecimiento á los romanos en la otra tercera
parte restante
De monarcas que tenian necesidad de sancio-
liar usurpaciones y despojos, se puede decir que d
imperaban en una nación exánime. La ruina to- drígoíapa-
tal sobreYÍno en ios desventurados tiempos de
Witiza y Rodrigo. Una conspiración, tramada por
este último, lanzó del trono al primero y derribó
del poder á su partido El conde B. Julián era
á la sazón gobernador de Ceuta y parcial del rey de J. G.
destronado; y á los rencores que le ocasionara la
humillación de su bando ^ se agregaron la amar­
ga pena, el desconsuelo y la sed de yenganza,
que destrozaban su corazón de padre, al saber que
las impuras pasiones del jóyen monarca habian
mancillado la honra de una hija tan inocente co­
mo bella El pecho ulcerado de D. Julián pidió
sangre, y toiTeiites de ella derramados durante
siglos han sellado en la España la memoria de su
afrenta. Mientras la facción de D, Rodrigo cele-

^ L e g . v is s o g o th . j lib. 10, tít. l . “ , leyes 8 , ’9 y 16.


2 Isidoro Pacense, el autor del C h ro n ico n Silense^ el anó­
nimo M o is s ia c e m e f P. Rodrigo Jiménez > D. Locas deTuy
y con estos otros autores, han atribuido á los desórdenes de
Witiza la causa de la revolución que le lanzó del trono.
Cualquiera otro monarca, por muchas virtudes de que hubie­
se sido dotado, habría tenido la misma suerte. Engendraron
á la guerra civil de Rodrigo y Witiza, la falta de adminis­
tración y de gobierno, el abatimiento del pueblo, la osadía
de las facciones fomentadas desde Toledo por los magnates,
la impotencia del monarca para contrarestar los elementos
de discordia y la debilidad del gobierno para hacer frente á
la anarquía.
^ Berganza, quejándose de Pellicer y de otros escritores
que han negado como fabuloso el ultraje de Florinda, prue­
ba que fué cierto.
-2 9 0 -
braba su triunfo con orgías y festines en la corte
de Toledo *, escuadrones de guerreros descono­
cidos aparecieron en las playas de Gibraltar, ex­
plorando las comarcas ciixunYeciiias y recorrien­
do 5 con daño de los habitantes, las provincias de
Málaga, Córdoba y Sevilla. Aquellos ginetes ma­
nejaban Yeioclsimos caballos, y deslumbraban con
los rayos de sus negros y brillantes ojos ^ : sus
presencias causaban estrañeza y tanto mas terror
á las gentes, cuanto que la soltura de sus cuer­
pos, el color oscuro de sus semblantes, y las Iñ
geras y airosas formas de sús arreos, contrasta­
ban con la gravedad, las facciones pálidas, el
penachudo casco y la férrea vestidura de los
guerreros godos Cundió por España la noti-

< Así pinta el P. Mariana el estado de la corte, bajo D*


Rodrigo: «Todo era convites, manjares delicados y vi­
no, con que tenian estragadas las fuerzas, y con las desho­
nestidades de todo punto perdidas, y á exemplo de los prin­
cipales los mas del pueblo hacían una vida torpe y infame.
Eran muy á propósito para levantar bullicios, para hacer fie­
ros y desgarros; pero muy inhabiles para acudir á las ar­
mas y venir á las puñadas con los enemigos. Finalmente el
imperio y señorío ganado por valor y esfuerzo se perdió por
la abundancia y deleytes que de ordinario le acompañan. To­
do aquel vigor y esfuerzo con que tan grandes cosas en guerra
y en paz acabáron, los vicios le apagáron, y juntamente
desbarataron toda la diciplina militar, de suerte que no se
pudiera hallar cosa en aquel tiempo mas estragada que las
costumbres de España., ni gente mas curiosa en buscar todo
género de regalo.” H i s t o r . de lib. 6, cap. 21.
2 D. Alonso el Sabio, en cuyo tiempo se conservaban
memorias y tradiciones relativas ála primera entrada de los
árabes, dice : » Las riendas de sus caballos, tales eran como
de fuego; las sus caras de ellos como la pez.... asi relucían
sus ojos como candela, el su cabello de ellos ligero como un
león pardo, é el su caballo mucho mas cruel é dañoso , que
es el león y el lobo en la grey de las ovejas en la noche,”
C ró n ic a d e E s p a ñ a .
3 H a b e n t c a p itib u s in te c tis G etoe. . . . G a llo s ca n d id a c u tis.
S. Isid., E tim o to g ., lib. 12,cap. 23.
__291—
cia de haberse presentado, sin saber cómo ni de
dónde, hombres de tostado rostro y de rarísima
Yestimenta b El vulgo presagió mal de la aparición,
y murmuró suponiéndola precursora de alguna
calamidad: muchos creyeron que era una ’sisioii
simesti'a; los mas que un ejército de fantasmas
Eran los árabes encargados por Tariff y Muza de
reconocer los países en donde los hijos del profeta
debían tremolar el pendón muslímico. Nuestra
historia cambia desde este momento, cual ve­
mos en un prolongado drama aparecer tras de
una situación desagradable, escenas de vivísimo
interés, decoraciones lujosas y espléndidas.

^ El gobéroadoT de Andálocía comunicó á D. Rodrigo


la aparición de gente desconocida, y no sabia su proceden­
cia, cuando dijo: a Señor, aquí han llegado gentes enemigas
de la parte de Africa, yo no sé si del cielo ó de la tierra; yo
me hallé acometido de ellos de improviso &c> ” Conde,
Dom inación de los árabes en E s p a ñ a , tomo í , part. 1 , ca­
pitulo 9.
2 Muchos autores han despreciado, con alguna ligereza en
nuestra opinión, la leyenda del palacio encantado, que, se­
gún el arzobispo D. Rodrigo (lib 8, cap. 17), había en Tole­
do, cerrado con gruesos cerrojos y fuertes candados, para
que nadie entrase eu él j porque se decía que apenas fuese
abierto se perdería España. El rey D. Rodrigo, burlándose
de esta voz y por demás curioso, rompió las puertas, entró
y halló un arca que encerraba un pergamino lleno de figu­
ras fantásticas, con hábitos y rostros de moros, y al pié de
él 5 ualetrero que decía: p o b e s t a g e n t e s e r a e n b r e v e
CONQUISTADA ESPAÑA. Pop supucsto , uo creemos los en­
cantamientos del palacio; pero estamos persuadidos que es­
tas vulgaridades pudieran muy bien ser propaladas por los
árabes, para impresionar con ideas térribles al pueblo cris­
tiano; y también es verosímil que el vulgo novelero conside­
rase como fantasmas á los primeros árabes, y añadiese,^ pa­
ra mayor amenidad, el suceso que cuentan D. Rodrigo Jimé­
nez y otros autores.
m m .

NÜMERO 1."

jm C IO ®1 M ÍB ñSi F 0B . M1.F©11©M»

J u eves I k d e n o v ie m b re d e 1816.

EI emperador se ha ocopado en la lectura y corrección de


algunas notas preciosas, que habia dictado al gran maris­
cal, sóbrela diferencia de las guerras antiguas y moder­
nas, sobre la administración de los ejércitos, su organiza­
ción, &c. &e.En seguida, con ademan reOexivo, prorum-
pió diciendo: «El éxito de las grandes hazañas no depende
de la casualidad ó de la fortuna; deriya siempre de la combi­
nación y del genio. Rara vez encallan, los hombres grandes
en las mas arduas empresas. Considérense Alejandro, César,
Aníbal, Gustaxo el Grande y otros que han realizado siem­
pre sus planes; no han sido héroes porque les haya elevado
la suerte favorable, sino porque han sabido apoderarse de lá
fortuna. Cuando se estudian los resortes de sus altos desti­
nos, es sorprendente conocer, que habían puesto de su par­
te todos los medios de engrandecerse.”
«Alejandro, no bien salido de la infancia, conquista con
un puñado de gente, parte del globo, sin que pueda calm­
earse su empresa como una irrupción, ó una especie de di­
luvio. Todo en ella está calculado con exactitud, ejecutado
con audacia, consumado con sabiduría. Alejandro aparece
simultáneamente gran militar, gran político, gran legisla­
dor; por desgracia, se trastorna su cabeza , y se pervierte
su corazón, cuando se remontaba al zenit de la gloría. Reve­
ló al principio una alma como la de Trajano, y degenero con
—294—
las entrañ as de N erón y la s co stu m b res de H e lio g a b a lo . ”
Y el em perador exp licab a las cam p añ as d e A le ja n d r o , y y o
v e la ilustrado e l punto con d escon ocid a claridad.
I)e C ésar d e c ia ; íque al r e v é s de A le ja n d r o , había c o m e n ­
zado su carrera m u y t a r d e , pasando su s p rim ero s añ os ocio­
so y encenagado en los v i c i o s , desp legan d o lu ego una alm a
a c t iv a , e le v a d a , n o b le ; le con sid erab a uno de lo s caracteres
m a s am ables de la h isto ria . « C é s a r , a ñ a d ía , con q u ista las
C a lía s , é im p on e le y e s á su p a tr ia ; pero ¿ d e b e á a n a fortu ­
na ciega su s g ran d es p r o e z a s ....... . A n alizab a la v id a de
C ésar, com o había h ech o de la de A lejan d ro.
« ¿ Y e se A n ib a l, d e c ia , e l m a s in tr é p id o , e l m as a d -
« m irab le de t o d o s , tan a u d a z , tan certero , tan grandioso
« en su s p la n es ? A l o s 2 6 a ñ o s co n cib e lo que parece ín -
« c o m p r e n s ib le , y re a liz a u n a e m p resa c a si q u im érica. R e ­
tí uunciando á toda com u n icación con su p a í s , p a sa al tr a -
« v é s de p u eb los en em ig o s q u e ataca y v e n c e • escala lo s P i-
« ríñ eo s y los A lp e s , q ue s e con sideraban in su p e r a b le s , y
« d escien d e á I ta lia , pagando con la m itad de s u ejército la
« so la adquisición del cam p o de b a ta lla , e l so lo d erech o d e
« c o m b a tir ; o c u p a , re c o r r e y gobierna la m ism a Italia du-
« r a n te 1 6 añ os ; p on e v a r ia s v e c e s á la te r r ib le , á la fo r -
« m idable R om a al borde del p r e c ip ic io , y no su elta su p resa
« s in o cuando su s en e m ig o s , aleccion ad os por é l , le hacen
« la guerra en su s prop ios h o g a res. ¿ S e creerá que s e gra n ­
ee je ó ta n to s la u reles , por lo s ca p rich o s de la su e r te ó lo s
« fa v o r e s de la fortu n a? N o ; estab a dotado de un te m p le for=
« tísim o de a lm a , y debía ten er un a alta id e a de su c ie n c ia ,
« el gu errero que in terp elad o p or su jo v e n v e n c e d o r , n o da­
te daba c o lo ca r se, aunque v e n c id o , en te r c e r lagar d esp u es
« de A lejandro y de P ir r o , á q u ien es ju zg a b a lo s d o s pri-
« m eros del a r te ” (m e tie r ). L a s -C a s a s , Memorialde Sainte-
Helene, tom o 7 , n o v ie m b r e 1 8 1 6 .
E l año 2 1 8 a n tes d e J . C ., p artió A n ib a l de C artagena,
p a só e l E bro , lo s P ir in e o s , d escó n o cid o s h asta e n to n c e s á
la s arm as c a r ta g in e s a s , a tra v esó e l R ó d a n o , lo s A lp e s u lte ­
r io r e s y se in s t a ló , d e sd e su p rim era c a m p a ñ a , en m edio
de lo s galos c is a lp in o s , que en e m ig o s siem p re d el p ueblo ro­
m a n o , v e n c e d o r e s algu n as v e c e s , v e ü c id ó s la s m a s , no e s ­
taban so m etid o s co m p leta m en te. C inco m e se s in v ir tió en e s­
ta m arch a de 400 le g u a s , sin dejar á retaguardia gu arn icio­
n e s n i d e p ó sito s; no c o n se r v ó com u n ica ció n con E s p a ñ a , ni
C artago , con la cual no tu v o corresp on d en cia , sin o desp u es
de la b atalla de T r a sim e n o , p or e l A d riá tico . N o se ha ejecu ­
tado u n plan rnas v a s t o , n i m as e x te n s o ; la ex p ed ieio n de
A lejan d ro fu é m e n o s a r r ie sg a d a , m as fá c il, y te n ia m as pro­
babilidades de buen é x ito . E s ta guerra o fe n s iv a , fué m e tó ­
dica ; lo s cisa lp in o s de M ilán y de B olon ia se co n v irtiero n
— 295—

csrts^iQGScs p s r s A.Dii)3l» S i tiul)iGS6 6st^l)lccido á sii cS’^


p s ld s ^QsrnicíoD6S y d sp o sito sj Iisbrid ©iifls^iiccido s u sjo rci”
to y com p rom etid o e l éx ito de su s o p era cio n es ; hubiera sid o
■vulnerable por m u ch os p u n to s. E l año 2 1 7 pasó e l A p e n in o ,
b a tió e l ejército rom ano de los cam p os de T r a s im e n o , avan ­
z ó hacia R o m a , y s e en cam in ó á la s co sta s in ferio res del
A d r iá tic o , por donde com u n icó con C artago.
E l.a ü o 2 1 6 le atacaron 2 0 0 .0 0 0 r o m a n o s , y fueron der­
r o ta d o s en lo s cam p os de C a n a s : si s e h u b iese p resentado
s e is dias d esp u es en la s p u ertas de R om a , C artago era señ o­
ra d el m undo. L o s resu ltad os de e sta v icto ria fueron in m en ­
s o s : Capua abrió su s p u e r ta s ; tod as la s co lo n ia s g r ie g a s , un
n ú m ero con sid erab le de ciudades de la Italia in fe r io r sigu ie­
ron la fo r tu n a , y abandonaron la cau sa d e R o m a . E l p rin ci­
p io de A n íb a l e r a , ten er su s tro p a s r e u n id a s , no c o n se r v a r
guarnición sin o en u n so lo pun to q u e procuraba c o n s e r v a r ,
para guardar su s r e h e n e s , su s m á q u in a s , su s p rision eros y
su s e n fe r m o s , fián d ose para su s co m u n icacion es de la sin c e ­
ridad d e su s aliad os. D ie z y se is a ñ o s se m an tu v o en Ita lia
sin recibir so c o r r o s de C a r ta g o , y no la e v a c u ó sin o p or o r ­
d en de su g o b ie r n o , y para acudir a l socorro de su p atria:
la fortuna le h iz o tra ició n en Z a m a , y Cartago c e s ó de e x is ­
tir . Memoires de Napoleón. Notes et melanges. De la guer--
re ofensivo. M o n th o lo n , tom o 2 .

NÚMERO 2.“

Sabido e s q u e S ilio Itá lico s e aju stó á la v e r d a d , a l escrib ir


s u p oem a de la segunda guerra p ú n ic a : en é l in s e r tó e l io f e -
r e sa n te ep isod io que á con tin u ación tr a s c r ib im o s , realzand o
e l m érito de la jo v e n H i m i le e , celebrada por T ito L iv io y
o tr o s h isto r ia d o r e s g r a v e s. E s una m em o ria grata para e l
p a ís gran ad in o, la particularidad de h ab er sid o Castulo (C az-
lo n a ) patria de la m ujer que A n íb al con sid eró digna de lla ­
m a r su e sp o sa . P o d ero sísim o s se r ía n lo s e n ca n to s que im ­
p resion aron á un o de los h o m b res m a s adm irab les que han
figurado en el m u n d o , y á un m ilita r distraído con p la n es de
guerra y p r o y e c to s g ig a n te sc o s. H i m i le e , n om b re de p ro­
nunciación d u lce y agradable a l o id o , e s palabra púnica que
signifi^ea p r in c e s a , com o M ú rice tie r n a , delicada : A n íb a l,
§ o fo n is b a , A sd rú b al tien en un sen tid o a le g ó r ic o , y tal v e z
-2 9 6 --
los árabes h ered arían de lo s fen icio s, la costu m b re de poner
á su s m u jeres n om b res in g e n io s o s , com o f l o r , p e r la , gra­
c io sa , lin d a , r o s a , & c .
A ten d ien d o al m érito de H irailce no e s in v e r o sim il la e s ­
cen a sig u ie n te ;

Curarum, p rim a e x e r c e t , su bducere b e llo


C on sortem th a la m i, p arvu m q u e sub u b ere n a tu m .
V ir g in e is ju v e n e m t e d i s , p rim oque h ym enaeo
Im b u erat e o n ju x : m em orique ten eb a t am ore.
A t puer obsessae gen eratu s in o r e S agu n ti,
B iss e n o s lunae nondum co m p lev era t orb es.
Q u o s , u t sep on i s t e t i t , & se c e r n e r e ab arm is y
A ffatur d u cto r; sp e s o Carthaginis altas
N a t e , n ec iE n ead u m le v io r m e t u s , am plior oro
S is p atrio d e c o r e , Sc fa ctis tib in o m in a c o n d a s ,
Q u is su p eres b ella to r a v u m , jam q u e « g r a tim o r is
R om a tu o s n u m eret la cry m a n d o s m atribus a n n o s.
N i praesaga m e o s ludunt praecordia se n s u s ,
In g e n s h ic te r r is c r e sc it la b o r : ora p arentis
A g n o sc o , to rv a q u e o cu lo s sub fro n te m in a c e s ,
V ag itu m q u e g r a v e m , atque iraru m elem en ta m earu m .
S i q u is forte D eu m ta n to s in cid erit a c tu s ,
E t n ostro abrum pat leto prim ordia r e r u m ,
H o c pign u s b e l l i , e o n ju x , se r v a r e labora.
Q uum que datum fa r i, duc per cunabula n o s t r a ,
T a n g a t E lis s e a s p alm is p uerilibus a ra s,
E t cin eri ju ret patrio L au ren tia b ella .
In d e ubi flore n ovo p u b escet firm ior s t a s ,
E m icet in M artem , & , calcato foedere, v ic to r
In cap itolin á tu m u lu m m ih i v in d ic e t a rce.
T u v e r ó , ta n ti fe lix quam gloria p artd s
E x p e e ta t, v en eran d a fid e, d isced e p ericlis
In c e r ti M a r tis , durosque relin q u e la b o r e s :
N o s clausae n ivib u s ru p es , sn p portaque coelo
S a x a m a n e n t; n o s , A lc id a m iran te n o v ercá
S u d atu s la b o r , & , b e llis labor a c r io r , A lp e s.
Q uod s i p rom issu m v e r ta t fortu n a fa v o r e m ,
L aevaque sit c o e p tis, te lo n g á stare s e n e c t i ,
iS v u m q u e e x te n d isse v e l i m : tua ju stio r a t a s ,
U ltra rae im p r o p e r a d ucant cui fila so ro res.
S ic ille . A t con tra C y r r h a i san gu is Im ilc e
C a s t a lii, cu i m atern o d e n om in e dicta
C astu lo P boebéi se r v a t cogn om in a v a t i s ,
A tq u e e x s a c r a ti rep eteb at stir p e p a ren tes
T e m p o r e quo B acch u s p op u los d om itabat I b e r o s :
C on cu tien s t h y r s o , atque a r m a ti M a n a d e C alp en ,
L a sc iv o ggenitus S a ty r o , n y m p h aq u e M yrice
— 297—
M ilich a s in d ig ea is late regn arat in o r i s ,
C ornigeram a tio lle n s gen ito ris im agin e fron tem .
H in c P atriam , clarnm que gen u s refereb at Im ilce ,
Barbarica p au liu m y itia to n o m in e lin gu á.
Qu® tunc sic la e r y m is se n s im m an an tib u s in fit i
M e n e , ob lite tuá n ostram pen d ere s a lu te m ,
A bn u is incoeptis c o m ite m ! sie foedera n o t a ,
Priraitigeque to r i? g e lid o sn e scan d ere t e c u m ,
D eficiam m on tes co n ju x tua ? cred e v ig o r i
F e m in e o . C astum haud su p era t labor u llu s am orem .
Sin so lo asp icim u r s e x u , fixum que r e lin q u i;
Cedo e q u id e m , n ec fata m o r o r , D e u s ann u at o ro .
I fe lix , i n u m in ib u s, v o tisq u e s e c u n d is :
A tq u e , a c ie s in te r , flagrantiaque arm a relictos
C on ju gis, & n ati cu ram se r v a r e m e m e n to .
Q uippe nec A u so n io s ta n t u m , n ec t e l a , n ec ig n e s
Q u p t u m t e m etu o ; ru is ip s o s acer in e n s e s ,
O b jectasq u e cap u t t e l i s , n ec te ulla secu n d o
E v e n tu sa tia t v i r t u s t i b i gloria soli
F in e c a r e t , cred isq u e v ir is ign ob ile letu m
B e llig e r is in pace m o ri. T rem o r im p lica t artu s :
N e c q u em quam h o r r e s c o , qui s e tibi c o n fera t u n u s ;
Sed l u , b elloru m g e n ito r , m ise r e r e , nefasq u e
A v e r t e , & se r v a caput in v io la b ile T e u c r is.
Jam que adeo e g r e ss i ste te r a n t in lito r e p rim o ,
E t prom ota r a tis , p en d en tib u s arbore n au tis
A ptabat se n sim p u lsa n ti carbasa v e n t o ;
Q uum le n ir e m e tu s p r o p e r a n s, sg r a m q u e le v a r e
A tto n itis m en tem c u r is , sic H a n n ib a l o r s u s :
O m inibus p a r c e , & la e r y m is , fid issim a co n ju x ,
E t p a c e , & bello cu n c tis sta t term in u s a a v i,
E x trem u in q u e diem p rim u s t u l i t : ir e per ora
N o m en in a&iernum p au cis m en s ig n ea d o n a t,
Q u os p a ter aethereis C celesium d estin at o r is .
A n R om an a juga , & fam ulas C arth agin is arees.
P erp etiar ? S tim u la n t m a n e s , n o ctisq u e p er u m bras
in c r e p ita n s g e n it o r : sta n t arae, atq u e horrida sacra
A n te o c u lo s , b r e v ita sq u e v e ta t m u tab ilis horae
P ro la ta r e d iem . S e d e a m n e , u t n o v e r it una
M e tantum C arth ago! & q u i sim n e scia t o m n is
G en s h o m in u m ? le tiq u e m e tu d ecora alta r e lin q u a m ;
Q u an tu m eten im d ista n t a m orte silen tia vitae ?
N e tam en in ca u to s laudum e x h o r r e sc e f u r o r e s : -
E t nobi e s t lu cis h o n o s , gaudetque se n e c tá
G lo r ia , quum lo n g o titu lis celeb ratu r in aevo.
T e quoque m agna m an en t su sc e p ti praemia b e l l i :
D e n t m odo se S u p e r i, T h y b r is tib i s e r v ie t o m n is j
iliacaeqne n u r a s , &c d iv e s D ardanus auri.
T omo I 20
—2 9 8 -
D u m que ea p erra stis in te r se fletib u s oran t.
C onfisus pelago c e ls á de puppe m agister
C u n ctan tem c i e t : ab rip itu r d iv u lsa m arito.
H aerent in ten ti v u lt u s , & litora s e r v a n t ;
D o n ec iter liquidum v o lu c r i ra p ien te carin a
C o n su m sit v is u s p o n t u s , tellu sq u e r e c e sit.
S ilio ItsMco, Be bello p ú n i c o 3 , v . 6 2 . 1 5 7 .

RIMASE INSCEiPClOSES ROIASAS

tifltttbles la@ íwatrír pr0flmcta0 6ranatra.

_ .NÜMERO 3.°

t - ^ lESCUA.

A r c h id o tia , v illa de an tigu o señ o río secu lar en la p r o v in -


'^cia de M á la g a , cab eza de partido ju d ic ia l , situ ad a d os leg u a s
n o r te de A n te q u e r a , tr e s y m ed ia aL pon ien te d e L o j a , p u e­
de red u cirse con m u ch o fu n d a m e n to , á la Escm de D lin io ,
3a Egm de ÍEstrabon , la Asena de T ito L i v i o , y á la Ascua
de alg u n a s ra rísim as m e d a lla s. L a v a ria ció n de nom b re no
e s de e x tr a ñ a r , p or la in cu ria de lo s co p ia n tes encargad os
de r e p r o d u c ir io s antigjjos m a n u s c r ito s , y m u ch o m en o s si
se a d v ie r te la an alogía que h a y e n tr e Escuáy Egua^ Astm y
Asem. L a form ación de la r y de la e s c a si id én tica en la
le tr a m a n u s c r ita , y p or e llo v e r o s ím il que h a b ién d o se e x ­
pendido Ascua en lo s c ó d ic e s , s e h u b iese im p reso Asena.
M u y p o co s an ticu arios h a n ex am in ad o las ru in as y v e s t i-
ígios notab les de A r c h id o n a , y lo s q u e han hablado de e llo s ,
lo h an h ech o co n la c o n ism o . A m b rosio de M o ra le s refiere
e x is te n te s en a q u ella v illa , láp id as a n tiq u ísim a s con u n os ca­
r a c te r e s tan b o r r o so s, que n o se p odia form ar ju icio algu n o.
E l au tor de la s Conversaciones Malagueñas s e h a ce cargo d e
l a op in ión de M o ra le s y cop ia la in sc r ip c ió n q u e le fu é rem i­
tid a p or D . A n ton io T o m á s d e H e r r e r a , adm inistrador d el
duque de O s u n a ; e s com o s i g u e :
— 299—
L. MEMMIO. QVIR
SETERO AEDIL::r Y ;;: ( II, YIS )
BB
L. MEFíMIYS. SEYERYS
HOKORE YS; ::::: ( YSYS im p eo sa m )
REMISIT.

D ed ica ció n que p o r decreto de los decu rion es se p u so d


L u c io M e m m io S e v e ro , d e la tr ib u Q u ir in a j e d il y d u u m v ir
d e i p u e b lo . L u cio M em m io S e v e r o , ag ra d ecid o a l honor que
se le h a b ia d isp en sa d o ^ costeó la -d ed ica ció n .
E s te letrero e stá eñ una colum na q u e , d esd e e l cortijo de
S a a y e d r a , fu é lle v a d a ai c o n v e n io de r e c o le to s fran ciscan os
de la A lg a id a . E l P . S á n c h e z Sob rin o habla de la s ru in as in­
m ed ia ta s á Á r c h id o n a . en e l cortijo de la s A n im a s y m o n tes
de T in e o , con jetu ran d o que son la s de Y e sc i. D . M igu el Cor­
t é s , un eru d ito articu lista d el p eriód ico E"/ G u a d a lh o r c e p iM í-
eado en M álaga , y e l m oderno autor de la H i s t o r ia de A n te -
q u e r a ^ h m opinado q ue fuéEscMcr.- e ste Juicio parece acertado.
E s c u a e s v o z p única q u e sig n ifica cab eza p r in c ip a h ¡a
im p o rta n cia de esta p la z a h iz o á lo s rom an os llam arla A ra;
D om in a^ d e donde lo s m o r o s pron u n ciaron A r x id u n a , com o
se le e en la geografía de lo s árab es. D o ra n te la dom inación
de é s to s , fué un a cin d ad ela in exp u gn ab le, com o lo h abia sid o
en tiem p o de lo s c a r ta g in e se s* io s cu a les ten ían am urallada
la cú sp id e d el cerro en cu y a falda está asen tad a A rch id on a,
la d el C o n ju ro , y la s c r e sta s d e la sierra de la C u eva ; así
quedaba defendida un a h o y a e sp a c io sa , in co n q u ista b le, a n tes
de la in v e n c ió n de la p ó lv o r a . T ito L iv io lla m a á E s c u a for­
ta leza y de ella se c o n serv a n n otab les Y estigios.
C o n sisten en un paño de ¡muralla de silla r e s y argam asa, q ue
ciñ e n la sierra de la V irg e n de G r a c i a , m u n o s cu atrocien tos
p a so s de e x t e n s ió n : solo s e p en etra en su recin to por dos
p u ertas q ue d efienden to r r e o n e s en o rm es y só lid o s c u b o s: de
tr e c h o e n trech o s e en cu en tran m u ch o s d e ésto s q u e dan
c o n siste n c ia al m u r o , y serv iría n para im p ed ir la aproxim a­
5
ción á é l é s t e e s e l p rim er r e c in to . L a forta leza rem ata en
la cú sp id e m ism a de la s ie r r a , donde s e c o n se r v a un segundo
r e c in to q u e form a u n a exp lan ad a de d o sc ie n to s p a s o s , á la
cu al s e su b e p or una agria p en d ien te y s e en tra por la puer­
ta de otro t o r r e e n , q u e , au nque v a ced ien d o y a á la s inju­
rias d el tiem p o , e s adm irable por su so lid é z y bien en ten d i­
da c o n str u c c ió n . E n la exp lan ad a s e h alla p erfectam en te con­
servad o un aljibe con tr e s d ep ó sito s para recoger y clarifi­
car e l ag u a : el b roca l aun co n se r v a algu n os la d rillo s f o r n á ­
ceos ^ cu y o diám etro y e x te n sió n lo s hacían m u y á p ro p ó sito
jiara e l p a v im en to . E n tr e uno y otro recin to s e en cu en traa
m u ch as ru in as d e e d ific io s , que serían d e p ó s ito s , alm acen es
-3 0 0 —
cuarteles con todas las habitaciones indispensables en una
plaza de importancia. El primer recinto de la fortaleza enla­
zaba 5por medio de una cortina de muralla, con el baluarte
que coronó á la encumbrada sierra del Conjuro; accesible
ésta por un camino abierto en las rocas hácia la parte que mi­
ra al sur. Desde alguna distancia se ye señalada la línea que
forman hoy los yestigios de este camino; y la particulMidad
de desaparecer toda señal aproximándose, ha dado origen á
una tradición popular que Wasington Iryiog refiere en los
Cuentos de la Alhambra, Mucho trabojo costaría leyantar en
la cumbre de dos altísimas sierras fuertes muios, formar al-
gibes y construir otros edificios. La muralla enlaza, desde la
sierra del Conjuro con la de la Cícera/por otra cortina cu­
yos restos se yen en el paraje llamado del Cambullón; y
aquí se conservan silos y otro aljibe.
Toda la cresta de la sierra de la Cueva se hallaba tam­
bién fortalecida, como prueban los cimientos de los muros;
y en el punto mas culminante se ha descubierto, por uno de
los muchos que han hecho en nuestros días indagaciones en
busca de minas, otro hermoso aljibe, cuyos arcos sostenían
columnas de piedra. Esta obra estaba intacta; pero presu­
miendo el minero que era indicio de algún tesoro, la ha
destruido y roto las columnas. El muro comunicaba desde
la sierra de la Cueva con la de Nuestra Señora de Gracia,
por ios campos que llaman de la Bellida^ y así quedaba cir-
eumbaláda la Hoya. Los moros solo conservaban los dos re­
cintos de que hemos hablado primeramente. La población es­
taba parte en la Roya, donde se encuentran ruinas; parte fue­
ra de ésta, extendiéndose por el paraje que hoy se llama las
Moraledas y Cruz del Doctor. A corta distancia de estos si­
tios, en el cortijo llamado de la Samiaja, se han descubierto
muchos sepulcros romanos. Las ruinas que hay en los encina­
res del cortijo de las Animas, según refiere elP. Sánchez So­
brino y nosotros hemos examinado, son de población reducida
y no de ciudad celebérrima como asegura Plinio de Escua.
Las medallas de Ascua ó Escua representan con caracte­
res desconocidos al elefante, figurado en casi todos los tro­
feos y memorias de Cartago.
Además de la inscripción que ya hemos copiado, D. Mi­
guel Cortés y el autor de la Mistoria de Antequera, publican
la siguiente:
IMP. CM. JDLIUS VEnrS
aiAXIMINíTS PIDS FELIX
AÜU. GERMANICDS MAX.
SARaiATlCÜS DAX.

El emperador César Julio Vero Maximino, pió, feli%,


augusto, máximo , germánico, sarmático, dácico.
—301—

NÚMERO L"

5 1j Si 5

Illiturgi estab o en e l distrito de Á n d ú ja r , d os leguas;


al poniente de esta ciudad^ en la ribera se p íe n tr io n a l del Gua­
d alq u ivir, donde se halla la ca sa de Sta. Potenciana, Se v e n
en e ste paraje d ilatad os v e s t ig io s ; en tre e llo s s e h an descu­
bierto lápidas con in s c r ip c io n e s, m ed allas y otras an tigüeda­
d es. Se co n serv a m em oria del nom bre antiguo, en la s Cuevas
de LituergOf con tigu as á la s ru in as. T e r r o n e s, h istoriad or de.
A n d ú jar, h abla de e lla s con proligidad, d icien d o a s í :
« A y u d a n y fa v o recen m u ch o e ste in ten to la s se ñ a le s d&
la s ru in as de m u rallas , to rres y ed ificios que h o y s e v e n e n .
e l dicho sitio , m u y esle n d id a s. L o s cim ie n to s de la s cuales-
para la p arte d e l rio corren por un as tierras de labor tan lle ­
nas de p ed azos de piedras lab rad as, la d rillo s, tejas y guijar­
r o s que apenas andando p or ellas se h u ella tie r r a j y e sta
m uralla se' llega tan to al rio que se ha llevad o m ucha partea
dlla dejando las peñ as sobre que e sta v a fundada ta n c o m i­
das y gastadas d el a g u a , que en e lla s e stá b o y una torron ­
tera de treinta varas de altura (q u e e s por donde d ice T ito .
L ív io que su b ieron io s r o m a n o s): co rren p u es estos- m uros-
rio abajo h asta lleg a r á un grande arroyo que llam an M ar­
tin G ordo, y rio arriba h a sta otro m a s caudaloso que llam am
E sco b a r , aunque p or algunas p a rtes e s tá tan gastad as ó
cubiertas de tierra que no se p a r e c e n , s r b ien to d o está lie—
no d e d esp ojos de lo s ed ificios, por lo cu al se en tien d e a v e r
estad o poblado todo aquel sitio . E l a r ro y o arriba de E s c o ­
bar parece se iv a continuando la población hácia sierra M o ­
rena , y d esp u es de un largo trech o da h u elta al p on ien te
p or m ed io de u n os gran d es encin ares y o liv a r e s, donde se
h a lla n lo s m ism o s fragm en tos de teja s g r u e s a s , p ied ras y
la d r illo s, sep u lcro s de ro m a n o s, y ed ificio s an tigu os, e n tr e
lo s cu a les e stá uno en form a de p ulpito (q u e h o y llam an el
P r e d ic a to r io ) al p ié del cual se h alló u n sep u lcro p ocos a ñ o s
ha, y dentro d él u n as arm as á m odo de la s co ra za s que an ­
tigu am en te se u s a b a n , de con ch as de acero con c la v o s
h e v illa s de latón y con e lla s un hierro de la n z a . Clara señ a l
que e l que a llíe s t a v á enterrado era el nob le y valeroso ca-~
p itan, ó in sig n e sold ad o, y com o tal ie hablan enterrado con.,,
su s arm.as.
—302—
« P oco m as ad elan te d este e d ific io , liácia la sierra corre
otro m as la rg o , á m od o de m uralla b a ja , de una v a ra de al­
tu ra , por partes m a s, y p or p artes m e n o s ; que p arece ser
acu ed u cto p or do v e n ia e l agua de un cerro que llam an el
A ta la y a , y se v e clara la señ a l por lo alto della p o r do v e ­
nía e l agua acanalada. A un b uen trech o m a s ahajo h a y un
alb erca grande y h on d a, desvarafcados lo s dos lie n z o s della
que d evia se r e l arca del agua que a llí se reco g ía . A llí se
p ierd e la raullareja, y s e h u e lv e á h allar o tro p ed azo d ella
ju n to al P red ica to rio , y á p oco trech o se h u e lv e á p erd er,
q ue hiria y a e l agua por a ta n o res y ca u ch íles.
« D ando la buelta p or e s to s en c in a r e s y o liv a r e s al p o­
n ie n te (c o m o h e d ich o) se v e n la s m ism a s ru in a s h a sta lle ­
gar al a r ro y o que queda dich o de M artin G o r d o , por cu y o
m argen s e va n continuando h a sta dar la b u elta al rio G ua­
d alq u ivir. A rgu m en to claro y m a n ifiesto que fu é aq u ella
una m u y grande y exten d id a p ob lación , y co m o ta l T ito L i­
v io la llam a á ella y á C astulo ciu d ad es in s ig n e s en grande­
z a . P o r m ed io de c u y a s ru in as passa e l cam in o d e C órd ova
á C a zlo n a ( com o lo d ice e l em p erad or x^ntonino en s u I ti­
nerario ) dejando la m itad de la ciudad a l m ed io d ía ( que e s
T a p a r te d el rio) y la o tra m itad d onde e stá el P red ica to rio
y acu ed u ctos al se p te n tr ió n , q u e e s la parte de la sie r r a .
KN o le jo s de las m u rallas q u e está n á v is ta d el r ío , se d e s­
cubren la s m in a s de u n ca stillo (q u e d e v ie r a s e r e l p r in c i­
pal de la c iu d a d ) con su puerta d e arco de la d r illo s a n ti­
gu os m u y la r g o s , con una torre cuadrada ( ó por m e jo r de­
c ir ) lo s c im ie n to s d e lla , de m edia v a r a en a l t o , con o tr o s
ed ificios con tin u ad os , y en e llo s só ta n o s y c u e v a s , q u e to ­
do p a rece se r del m ism o c a stillo . T o d o lo cu a l m u ch a s v e ­
c e s p a rece con a ten ción y cuidado lo h e pasead o y v is to y
ú ltim a m e n te aora p or feb rero d el año p r e se n te de m il y
s e isc ie n to s y t r e in t a , b o lv i a l m ism o sitio en c o m p a ñ ía de
o tra s p erso n a s c u r io sa s, en ten d id as y b ien in ten cio n a d a s á
con sid erar y ta n te a r ( con un m edidor d e tierra que lle v a ­
m o s ) aq u el d espoblado y su s ruinas y la altura q u e tie n e la
to rron tera que cae á la p arte de e l rio ( que m ed id a se h a lló
haber trein ta v a ra s d esd e su o rilla al c im ien to d e la m u ra­
lla que h o y se d escu b re) no le jo s de la cual estatau a u n a p ie­
dra labrada d escu b ierta por un la d o , y cabando para acabarla
de d e s c u b r ir , h a lla m o s q ue ella y o tra s lo s a s d elgad as y la­
bradas form aban un sep u lcro bien c o m p u e sto , sin c o sa alguna
den tro m a s que tie r r a , en la cual se h a v ia c o n v e r tid o e l cu er­
po q u e a llí estab a con ía m a ch a an tigü ed ad que ten ia .
« O tros m u ch os se p u lc r o s s e han h allad o en a q u el sitio , de
que y a no se hace ca so p or s e r tan ord in arios que cad a dia se
h a lla n . B ien cerca del q ue aora h a lla m o s, h a lló A m b ro sio de
M orales (v in ie n d o de p ro p ó sito á v e r aq u el s i t io ) una p ie -
—303 —
dra que trata de IlUturgh sin otra que p o u e en su lib r o , que
se la había hallado un v ecin o de Á n d ú ja r , y m o strá n d o sela
s e aficionó á e lla , y se la lle v ó ju n ta m en te con la otra que
é l se h a lló , su traslado de la s cu ales se pondrá co n su d ecla­
ración en e ste lib ro.
« Son in scrip cio n es áe ílUtufgi:
ORUO ILLITÜRGITANA
5ÍOR. IHPENSAM F V -
SEBIS - BECREVIT.

« E s sep u ltu ra de ro m a n o s, y en lo roto de la p ied ra falta eb


nom bre del que a llí fué sep u ltad o, la cu al e n ca stella n o d i c e :
Elregimiento dé los ilUturgitams le mandó dar el gasto del
entierro.
RESPVBLICA ILLITTRG.

La república illitwrgitma.
«O tras piedras se h an h allad o y cada d la s e h a y a n con letras,
antiguas latin as que dan á en ten d er ser d e s e p u lc r o s d e ro­
m a n o s, d ed icad os á su s fa lso s d io s e s, u n a d e la s c u a le s s e h a­
lló M artin de T o le d o , v e c in o y n atu ral de A n d ú ja r , q u e la
tie n e e n s u c a sa , y e s de m árm ol b lan co, c o n e s t a s le tr a s ,*

P OLLVCI. AVGv
P ORCIA. GAMICE
F LASÍÍNICAM.
H A. TRTVMPHALIS.,
n . D .

« A la s cu ales le tr a s, añadidas otras cuatro q ue son la s deh


in á rg en , q ue p a rece faltan en lo q ue e stá quebrado de la p ie ­
d r a , d ice, q ue Porcia Gamice Flaminica dedica la memoria
deste altar triunfal á Polluoc Augusto. F la m in ic a ( segú n sa n
A g u stín ) era una dignidad y cargo m u y h o n r o so , y lo m ism o
que sacerd otisa d el d io s Supiter, y com o P o lu x era hijo d e la -
p iter, p o r e s o e sta P o r c ia co m o su sa cerd o tisa le d ed ica e s ­
ta m em oria. T r iu n fa lis era tam b ién dign id ad m e n o s que C en­
so r ni q ue P r e to r , c o m o lo d ice A n d rés P a lla d io en su Mira­
bilia. Y tam b ién p u ed e s e r q u e e sta P o rcia fu ese natural d el
Spaturgi^ lu gar ce r c a de (Iliturgi^ a l que llam ab an triu n p h a-
le , com o lo d ice P lin io , lib. te r c io , ca p . p rim o , y v en d ría á
h acer esta d ed icación á ílliturgi^ com o lugar de sa crific io s,
p orque üli sig n ifica lu g a r (com o queda dich o ) y liturgia U-
turgiem e s e l sa c r ific io , com o lo d ice e l bocabulario e c le s iá s ­
tic o , y otros a u to r e s, y a si d ic e n , lacohi Apostoli Liturgia^
que e s lo m ism o q u e d ecir la M isa d e S an tiago A p ó sto l.
—304—
«Otra piedra se halló en el arco de una hermita que llaman
de los SantoSj que está un cuarto de legua de los Villares, y
hoy está puesta en la puerta de la hermita, y es de mármol
cárdeno, con estas letras;
VE5ÍERI AYG.
L. CORNELIVS.
AMANDVS.
L . CORNELITS.
TE R . V. N.
A r
«Es dedicación que hacen ^ la d io sa V e n u s jL u c io C orn elio
A m a n d o y L u c io C o rn elio T e r e n d o ^ n ie to s de P u h lio .
«Otra piedra halló luán de Torres, vecino y natural de An-
dújar, pn el dicho sitio de lo s Villares, la cual yo tengo en mi
poder y está en esta forma, con estas letras y puntos:
D. M. S.
H. M. lífSl
vs. AKKV
CLVMMI.
í ‘ S. T. T . L .

«Parece sepultura de los romanos, y^ por lo que yo puedo


conjeturar dice r M e m o r ia c o n sa g ra d a á los dio ses dé los d i­
fu n to s . A q u í e s tá M a r c o lu n io j, h ijo de A n n u C lu m in io : s é a -
te la t i e r r a liv ia n a .
eEstas últimas piedras aunque no hacen al propósito princi­
pal como las primeras, las he querido poner para cornprova-
cion de la antigüedad dé aquella ciudad, y sitio de l l l i t u r g i y
que en ella huvo muchas memorias y dedicaciones á los^dio­
ses de aquella gentilidad, con que se presume que fué una
muy grande é insigne ciudad y población, de quien los anti­
guos romanos hicieron mucho caso, y á quien los empera­
dores honraron dándola privilegios de libertad y franqueza,
como adelante se verá. Y aunque las piedras arriba referidas
están divididas, y algunas fuera deSta ciudad que son las que
se llevó Ambrosio de Morales, se han hallado en el sitio de los
Villares que queda referido, otras muchas piedras bazas, lá­
minas y monedas antiguas, que pondré aquí por ser su lu­
gar, para mas prueba y evidencia de esta historia y sitio de
lllitu r g i.
«La primera es una baza de piedra que parece aber sido
de estatua del emperador Adriano, la cual se halló fijada
en el edificio de las aceñas de Belíran, en el mesmo rio de
Gurdalquíví, á el mesmo márgen do estuvo antiguamente
ímáaiásL l l li tu r g iji n e á io legua, rio arriba, y en ella estala
ÍDscripcion y letras que se siguen:
—305—
IMP. C

HAD.

PP. TR.

COLONIAL» F.

ILLITVRGIT.D.

aQue según he visto otras piedras de dedicaciones á este


emperador, en particular la que pone el Padre Mariana en la
historia de España, libro vigéssimo primo, cap. 7, me pare­
ce, supliendo las letras que faltan, que quiere decir en nues­
tra castellano: A el e m p e ra d o r C e sa r T r a ja n o j A d r ia n o A u ­
gusto^ p a d r e d e la p a t r i a , trib u n o la m z d é e im a c u a r ta , la
B o lo n ia F o ru m I u lij, de los illitu r g ita n o s , la d a y ded ica . Y si
á el propósito de mi historia hicieran los apoyos desta decla­
ración, me alargara; quien quisiera verlos lea la vida destos
emperadores, y lo que Ambrosio Morales dice en sus anti­
güedades, el Padre Mariana y otros autores que escriben so­
bre estas declaraciones, que yo rae contento con los dos ren­
glones últimos.
«Otra piedra muy grande, en forma de basa que en un carro
aun no se podia traer de! gran peso, se halló orillas del Gua-
daiquivi, por la parte baja del sitio dicho de I llitu r g i la anti­
gua, por unos maestros de azudas que andaban buscando pie­
dras labradas grandes para reparar las azudas que llaman de
Valtodano, como gente que anda en el agua. Tuvieron noticia
que en el lugar dicho, orillas de Guadalquiví, debajo del
agua había mucha cantidad de losas y piedras labradas y se­
ñas de un suntuoso edificio, llevaron gente, y un barco para
sacarlas y llevarlas á su obra, y habiendo sacado algunas, y
llevadolas, bregaron con la dicha basa, y la metieron en el
barco y con el peso se les volcó hácia la orilla, quedando
por la parte alta las suscripciODes, y letras que se siguen:
—306—
IM P*C A E S.L.SEPTI­

MIO. BEYERO PIO ,

PERTINACI AVG.

ARABIGO ADIABENICO PONTIFE

MAXIMO IM P .X .IR IB .P O T E S T

V I.C O S .II. PACATORI ORBISj

RESPVBLICA ISTYRGITANORVM.

D. .D D.

«Esta piedra es berroqueña ,por otro nombre, sal y pes, de


las del Éscurial, durísima, por cuya causa están mal forma­
das las letras, y con poca ortografía, dificultoso de imprimir
los caracteres, y por esto, y culpa del cantero tiene algunos
errores; de largo es de siete cuartas y media, y de ancho
tres, y otras tres de gruesso.

a r á s ic o j a d g a h in ic o , p o n tífic e , m á x i m o , que fu e c a p itá n g e­


n e r a l de los e jé r c ito s d ie z veces , tr ib u n o s e is , c ó n su l d o s , p a ­
cifica d o r d e l m undo ¡ la re p ú b lic a de los i l l i t u r g i t a n o s , en do­
n a , la d a ^ d e d ic a . Y aquí por no haber parecido la estatua
mas que la base, se suple.
«Este emperador imperó año despues la Natividad de
Cristo 194.
«Dice Esparciano, que siendo de edad de 32 años fué cues­
tor en la Andalucía.
«Esta piedra se trajo por mandado de esta ciudad de An-
dújar á sus casas de cabildo, donde está de presente.
«También se han hallado dos láminas cerca del dicho sitio
que llaman los Villares y Andüjar la Vieja, con las suscrip­
ciones que se siguen:
ILLITYR. COLONIA OP­
TIMO CIVÍ. CATI. II. YIRANN
LXSssYiin. M. ni. d . xm.
il.M .P .I.L .R .D .D .
-^307—
B. M. S.
M
IN HAC VSIVA- C.ATILLI.II.YIBi.C.

ILI.i t . M.I'.CL-OSSE.F. CON.

D . CLASAQYE. ET. HOC.

TVMYLVM ILLl.ERECT.

INCLITO. HEROI. OB. MVLTA

IN BELLO. IN. PACE. ERGA. SV.

AM.R.MERITA, ILLITVRG.

SVO OP. G. ANI. DOLENTES.EVN.

E IE .D .D .L .

«Por las dos láminas hallamos que fueron suscripciones de


sepulturas antiguas, y buelta la primera en nuestro castella­
no dice;
L a co lo n ia de los ilK tu r g ita m s d ió y d o n é e ste s itio p a r a
su e n tie r r o á C ayo A tila ^ p o r los se r v ic io s que h a h ia hecho
á la rep ú b lic a s fu é cón su l tr e s veces ^ c a p itá n n u eve , buen
soldado jp ia d o s o j ju s t o ^ lib e r a lj r e c t o : m u r ió de n o v e n ta y
ocho a ñ o s.
«Y en la segunda dice;
M e m o r ia c o n sa g ra d a d los dioses de los d ifu n to s . E n e s te
tú m u lo e s tá e n te r ra d o C ayo A ti ll a h ijo de o tro C a yo . Reco~
g ió sus h'uessos M a r e o F la v io C lo d io , y los en cerró en él.
E r a v a r ó n ín c lito y heróico^ acabó g ra n d e s cosas en la g u er­
r a y en la p a z ‘. p o r su s m é r ito s y buenas obras los ilU tu r g i-
ta n o s lo hisieron^ dieron^ d e d ic a r o n y don a ro n el año que
m u r i ó . Terrones, V id a de S . E u f r a s io y o rig en y an tig ü e­
d a d es de A n d ú ja r j lih. í , cap. 2 y 3.

NÚMERO 5.“

C A ST ÍIIiO .

Una de las poblaciones mayores y mas insignes que hubo


en las comarcas granadinas durante la dominación cartagine­
sa y romana, fué C a stu lo ( Cazlona). En esta ciudad eligió
Aníbal su esposa, y se han Terificado otros sucesos, que he-
—3 0 8 -
mos referido en el curso de nuestra historia. Morales, B.
Martin de limeña, el P. Flores, el Sr. Mazas ( autor del R e -
tr a to d e J a é n ), López de Cárdenas (en sus M S .), Cean Ber-
mudez, Perez Bayer, y Pon z, han hablado de sus ruinas. Ven-
se éstas hoy á las márgenes del rio Guadalimar, nombrado
T a g u s p a r n a s u s j y distarán de Baeza tres leguas, según
unos ; y dos , según otros.
El circuito de C a stu lo fué grande*, como demuestran sus
vestigios que se extienden por espacio de una legua, en ter­
reno quebrado. Por el norte y mediodía hay ralles: por
oriente hay una altura considerable sobre el rio, resguarda
de una colina, que servia de bastión para la defensa. Por
occidente tiene entrada llana, pero angosta, y las ruinas
prueban fortificación de torres y muros.
D. Antonio Ponz, dice (F«a/. de E s p . ^ tomo Í6, carta 3):
«Atendiendo á la extensión de escombros esparcidos en
aquel despoblado, y al gran espacio que ocupaba, pocos pue­
blos habría en España que igualasen el municipio Castulo­
nense, aunque entren en cuenta sus colonias romanas mas
famosas : asi no es de extrañar que un pueblo tan insigne fue­
se la cuna de la rica ffimilce, mujer del grande Aníbal en
í aquel tiempo, cuando C a stu lo eva devota de los cartagineses.”
Su mayor grandeza la debió á los romanos , de los cuales
son las siguientes inscripciones :

M. C., F.
L. Q. V. L. F.
Q .I S . C. F.

CAST. SOCED.
ISCER.
- SACA

Las inicíales de la primera M. C. F. pueden significar


^ M u n ic ip iu m C a stu lo f e l i x ^ antigua
ciudad, conocida hoy en
día con el nombre deCazlona, entre Guadalquivir y sierra
Morena, á poca distancia de Linares. El C a s t. S o c e d . de la
segunda es de mas difícil inteligencia. El P. Florez conjetu­
ra que se puede leer C a stu lo n en ses S o c ii E d e ta n o r u m , Be
cualquiera manera las monedas son anteriores al imperio, y
si, como parece, se había de d u ú m m ro s^ sus nombres pue­
den ser ios siguientes: L u c io Q u in e to j h ijo de L u c io ^ y
Q u in to I s a u r o j, h ijo de C a y o : h a u r o C e rv in o ^ y S a l-
v io C a tó n .
-309-

Q, THOSÍO
Q. F . CVLLEOFÍI
PROC. ATG, PROVIHC. BAET.
QYOB. MYB.OS
y e t v s t a t e . collapsos
P . S. REFECIT
SOLYM
AD. BALEYM. AEDIFICAIS'DVM '
DEDIT
YIAM
q v a e . p e r . c a stv l. salty m
SISAPONEM. DVCIT
ASSIDYIS, IM BSIBYS. CORREPTAM
MYNIYIT
SIGNA
Y EN ERIS. GENETRICIS. ET . CYPIDINIS
AD. THEATRYM. POSYIT
H S. CENTIES '
QVAE. IL L I. SYMMA
PYBLICE. DEBER AT YR
■ _ . ADDITO. ETIAM. EPYLO.
POPYLO. BESIISIT
MVNÍCIPES. CASTYLONENSES
E D IT IS. P E R . BIDVYM. CIRCEKS.
D. D.

A Q u in to T h o r io C u U o n j h ijo de Q u in to j, p r o c u r a d o r
a u g u s ta l de la p ro vin cip , B é l i c a ^ p o r h a h er r e s ta u r a d o d sus
e x p e n sa s los m u ro s de la c iu d a d j, arruinados^ con e l tiem po^
cedido u n te r re n o p a r a edificar u n hóMo^ fo r ta le c id o e l c a m i­
n o que conduce p o r e l s a lto C a stu lo n e n se (sierra de Cazorla)
h a s ta S is a p o n a { e n el dia Almadén), cam in o m a ltr a ta d o
de la s aguas c o n tin u a s j p o r h a b e r colocado c erca d e l te a tr o
la s im ágen es de la m a d r e V enus y C u p id o , dado u n b a n q u ete
a l p u eb lo ^ y con don án dole u n a deu da p ú b lic a de d ie s m illo^
n es d e se s te rc io s ( escudos romanos, trescientos cincuenta
mil). L o s ciu dadan os d e 'C a stu lo n (Gaziona), á cu ya d iv e r ­
s ió n se d iero n dos d ia s d e ju e g o s c ircen ses j le e rig ie ro n e s ta
e s ta tu a p o r d e c r e to de los decu rion es.
—3 1 0 -
L,__
VA L EBIA E CIPATISAE
tvccitaaae
SA C EB D .
COLONIAE. PATBICIAE. COSBVBENSIS
FLAMINCAE
COLONIAE. A Y G . GEM ELLAE. TUCCITANAE
FLAMINICAE. SIV E . SACERDOTI
M VNICIPII. CHASTVLONENSIS

Valeria Cipatina, Datural de T mccíV á quien se dedico esta


memoria, fué sacerdotisa ó flaminica de tres ciudades; de la
c o lo n ia P a t r i c i a C ordubense^ hoy Córdoba; déla colonia
A u g u s ta G em ella T m c i ta n a j,hoy Martes, y del municipio
C a stu lo j, ó C a s ta h U j 6 C a s ta o j ó C a s ta c a j ó C a s tlo n a ^ n o j
Cazlona-la-YÍeja, distante doce millas de Baeza. . ^

NÚMERO 6."

A C C ISilPP® .

Accinippo fué ciudad insigne: extractamos con algunas


aclaraciones, de una obra sobre antigüedades de Ronda, lo
siguiente í « Yacen las ruinas de esta ciudad sobre la llana
y espaciosa cumbre de un monte, tan alto, que señorea la
Andalucía baja,registrando con su vista la sierra Morena, el
mar de Cádiz, y las altas sierras de Granada, Laja y sier­
ra Bermeja, con los campos de Utrera, Sevilla, Arcos, Mo­
rón y Osuna. Está á dos leguas de Á n m d a j ó Ronda, en el
camino que va á Sevilla, y junto á la villa de Setenil por la
parte que mira al ocaso, y se rodea al septentrión: está so­
bre un alto peñasco tajado ó escarpado, sin entrada alguna
por las otras partes; solo por una en que es muy difícil y
agria su entrada: y subida con sola una puerta. Tendrá la
cima y llano sobre dos caballerías de tierra que, conforme á
nuestra medida que es" la de Córdoba, hace 62 fanegas, por
ser cada una 666 estadales y 2 tercios. Este sitio estuvo
cercado de anchas y gruesas murallas, con espesos cubos y
torreones de piedra menuda y mezcla derretida, según la
describe Yitrubio, al fin del libro 8 de A rq u ite c tu r a ^ y des­
de allí descienden las ruinas de los arrabales, ocupando ca-
— 311—
si 2 0 caballerías de tierna, con demostración de grandes y
ríeos edificios, que se conocen por ios sillares y mármoles
labrados curiosamente, y muchos de ell(^ con letras; y en-
tr 6 otros 6 n ol cortijo do D» Bernardíno L uz o d ^ en las rui—
ñas de un templo, que estaba hiera de poblado, y sobre onos
silos de argamasa, se halló un gran pedestal, cuya dedica­
ción comienza:
MARTÍ.

no pudiéndose leer lo demás. Este está ahora en el camino,


que viene á Ronda, y junto á él estaba otro pedestal menor
también de jaspe; y en él se descubre expresamente el nom­
bre de la ciudad á e A c d n i p f o .
«En el mencionado año^ intentando Ronda hacer portada
nueva para sus casas de ayuntamiento, propuse á la ciudad,
que trayendo los jaspes del pavimento del templo de Ácei-
nippo, por estar estos pulimentados, se ahorraba una gran
parte-del costo: codescendió el consistorio en ello, y sepa­
radamente pedí al diputado D. Juan de Giles se trajese el pe­
destal mencionado : lo qne efectuado, se colocó á un lado de
la puerta del ayuntamiento, y no lejos de una de las rejas de
la real cárcel, donde permanece; y copiado como está hoy
es en esta forma;

FABIAE MATRI
L . EABIVS VICTOR
TESTAMENTO STATVAM
PONI IVSSIT
ORDO ACINIPONENSIS
LOCYM DECREVIT
M. AEM ILIVS S . . . . . P . . . é . .
S T A ........F .......R I ........
P ............. - O:

L m i o F a l t o V íc to r m a n d ó f o r su te s ta m e n to se le f m í e ­
se u n a e s ta tu a á s u m a d re F a b ia , E l o rd en ó m a g is tr a d o de
los aciniponensesj ó de A cin ipo^ d e c re tó el lu g a r don de se h a ­
b ía de colocar j y M a r c o E m ilio orden ó se h ic ie se d ic h a e sta ­
tu a con s u d in e r o j y que se le p u s ie s e á su c o sta .
«En el cortijo de B u ja m b r a y en las caserías de los corti­
jos en contorno, los labradores han puesto para cimiento de
sus paredes muchos pedestales, y mas de ciento yacen en
las ruinas de aquella ciudad ; unos de estatuas , otros de co­
lumnas, algunos con letras que se dejan leer: en otros se
imposibilita esto por lo gastados. Hay muchas losas, colum­
nas y comizas quebradas, y pedazos de estatuas y de
ídolos, todo quebrantado con grande estrago. Hállense por
-3 1 2 -
el suelo muchos despojos, y raeDudencias de la antigüedad:
tengo entre otras una sigilla de Venus desnuda con la mano
diestra en el cabello, como enjugándole, memoria tal vez de
su salida del mar: es de bronce y con asa á la espalda, co­
mo para colgarla. A esta clase de imagencillas liacian fiesta
en las kalendas de mayo. Tengo también una hechurifia de
arpía de bronce con rostro de mujer, cuerpo de ave y gar­
ras de águila. Hállanse por el suelo muchas y diversas mo­
nedas de municipios, colonias de laJléíica é Imperiales, y
del mismo A ccin ippO j no en pequeña abundancia: las mas
son de tercera forma, y de estas se hallan en el museo de
nuestro paisano Rivera mas de cuarenta, y hasta doce cuños
ó matrices distintas, ün solo cuño contiene una cabeza va­
ronil desnuda, vuelta á la izquierda con el nombre del pue­
blo, y por el reverso una hoja de higuera ó de parra que
uno y otro es adaptable, por ser el terreno proporcionado á
higueras y viñas, aunque por estas está de presente la expe­
riencia en su famoso P a r ti d o de leches. Otro de los cuños
contiene el nombre de uno de los ediles, llamado Lucio;
los demás cuños contienen el nombre del pueblo entre dos
espigas tendidas, que en tal cual cuño bien tallado se reco­
noce ser la una de trigo, y la otra de cebada: y en el rever­
so el racimo. Otros contienen unos ramos, el nombre del
pueblo, el racimo, j - algunos otros de varia colocación y nú­
mero en cuños diversos del citado museo, donde también se
hallan monedas del m\mÍQ,\p\o fo n tificen g e¿ y sobre el relie­
ve de sus marcas el cuño de Á ccim po^ lo que creo deberse
atribuir á haber ocurrido falta de metal en alguna ocasión ; ó
para que las monedas de Obulcoy que con motivo del comer­
cio habían Y eniño á, A ccin ippo^ allí permaneciesen, como
sucede hoy día en la plaza de Gibraltar con la moneda espa­
ñola, que contramarcan , para que se quede en el tráfico y
comercio del pueblo. Cierto sugeto pronosticó á unos parien­
tes del Sr, D. Fernando', serían felices con las labores de
A c e in ip p o , y lo vemos cumplido puntualmente. El docto
Florez , en el libro citado, trata de estas medallas á el fo­
lio 151.
(f El ya mencionado D. Bernardino, á instancia mia, colocó
en la casa de su cortijo otro pedestal de jaspe con la estam­
pa y señal de los piés de uoa estatua, dice asi:

VICTORIAE
AVG
E :;: PB.OC¥XVS^

P r o c u lo p u so á la V ic to r ia a u g u sta .
—s i s ­
eeAllí cerca está una lápida destrozada, á la que solamente
se lee ;

PATLO AEMILIO

PauJo E m ilio .

«Otro pedestal está arriba de la mesa de la ciudad de Acci-


nippo, junto á las ruinas del templo grande y principal, y
es como esta copia dice;

M. MARIO M. F . M. Tí.
FRONTONI
POPVLVS ET C ALLI. II
v i r :::;
::;E n t e p a t r o n o ob
m e ::: t a e x a e r e
CO :;;: to RD.

E l-p u e b lo ( de Accinipo ) y el C allo d e d ic a ro n e s ta e s ta tu a


con d in e ro s que se les r e p a r tie r o n y o fr e c ie ro n de su volu n ­
ta d los v ecin o s j á M a r c o M a r io F r o n tó n de la tr ib u Q u i­
r in a j, h ijo d e M a r c o y n ie to de o tr o M a r c o ^ p o r sus m é r ito s
d e d m n v i r ^ c lie n te y p a tr o n o .

« Noto en este mármol que el C a llo j de cuya plaza se hace


mención en la lápida de la albóndiga de esta ciudad, fué
pueblo de magistrados; y aunque no he podido averiguar su
sitio, por haber diversas ruinas de pueblos entre A ru n d a y
A c c in ip o , estoy como inclinado á que estuvo en el sitio, que
llaman los V illa r e s . Está este pedestal con otros en las rui­
nas del pórtico del templo mayor. Son muchos los trozos de
estatuas, que los labradores, por ser tantos, han reducido y
congregado en montones para sembrar el suelo. Era el tem­
plo cuadrangular de sesenta varas de largo: tiene cubierto
todo el pavimento de los materiales de su fábrica en mas de
una vara de cascote, y habiendo escombrado un gran pedazo
pareció el enlosado todo de grandes losas de jaspe de mas
de tercia de grueso.
«La fábrica es notable, porque todo está formado de apar­
tadizos, como aposentos cuadrangiilares de ocho varas de
largo: las paredes que los dividen, son solamente losas de
las referidas ; de modo que servian de asientos para las gen­
tes que sacrificaban , pudiendo sentarse los unos en un apar­
tadizo, y en otro los otros en una misma losa, espalda con
espalda. Hay en cada uno de estos sitios á la parte oriental
Tomo I 21
-3 1 4 -
Uü pedestal de "vara y media de alto eoo señales de los piég
del ídolo I y eo frente una ara para sacrificar la víctima. Son
distintas de las que pinta Guillermo de Choiil ? y de las que
vemos en algunas medallas; ni tienen labores algunas. Cor­
ren no lejos délos asientos unas gruesas canales por el pa­
vimento, que paran en un sumidero, para la sangre, que se
desperdiciaba de los animales sacrificados, los que por ser
muchos, eran las losas gruesas y muchas las aras, por ha­
berse de sacrificar en distintas. Traidronse estas piedras á
H on du j V de ellas sé labró la vistosa portada de las casas de
ayuntamiento: es de órden toscaso desde las bases hasta el
capitel del arehitrabe ; y desde allí se eleva en orden dórico
todo el frontispicio, con sus remates, varias cartelas y escu­
dos de armas: labróla Francisco Cordon, Son ^todaS estas
piedras de una misma cantera y de colores tan aiyersos en­
tre si, que parecen de distintas, y entre las que trajeron para
esta obra, escogí una para mi uso , y de ella hice hacer un
bufete que muestra catorce colores, que admitieron lustroso
pulimento. _^ i . .
«Hállaiisé también en el raencionado sitio de A c c im p p o
muchas puntas de saetas de varias formas y hechuras ; sor­
tijas de oro finísimo, de las que llaman versátiles , talisma­
nes , dlaspros j camafeos de cornerina y ágata oriental, de
que hay algunos en el gabinete dicho de nuestro paisano; y
de esta última especie se halló uno, poco hace, del tamaño de
un real de plata, aunque algo ovalado, que está en poder de
un particular de esta ciudad, tan singular en su clase , ^que
parece no tener precio. Supongo que raro es el año que á los
tiempos de sementera , siega y escarda, no se hallen mil co­
sas primorosas, en términos tales,, que ha habido quien
piense en arrendar dichas tierras, solo con el fin de desem-
volverlas , y creo que en esto se baria gr.üE negocio,
«Hállanse en aquel sitio muchos enladrillados muy fuertes
y algunos patios con los ladrillos del tamaño mismo, y for­
ma de una baraja de naipes. Hay muchas tejas grandes casi
dea vara, llanas y gruesas con ajustes y encájes á los la­
dos, que los latinos iíamaban tég u la s / p n e s en muchos tiem­
pos no usaron las acanaladas, que llamaron m m s e s . No he
podido descubrir el sitio del baño; si bien mucha parte del
suelo está sembrado de piezas de vidrio,
«Nuestro amigo Hivera tiene parte ée una porción de bálsa­
mo, que en la figura y tamaño de un pan. se bailó habrá
ocho meses, y es justamente de aquella composición, de
que dijo Dioscorides ser trasparente como ía asta del buey,
y de la que trata Choul á el folio 465 de su libro de D is c u r ­
sos de la R eligión ^ hablando de los baños y bálsamos de que
en ellos se usaba: está muy solido y trasparente: arde á la
luz y despide una singular fragancia. También se hallan mu-

chos búcaros colorados, como los qué se labran en Estre-


moz y en 4 rat^ou y á poco mas de cien pasos bácia las viüas
de leches aue Intiguamente se llamaron o r a U t h e i , ^ <á rio
L e tJ ie o .m Q por allí cerca pasa ( distinto de! de Galicia, y
del que á i\o Silio Itálico: E t T k e r o n p o ta to s aqvM suh n o ­
m in e L e th e s ) se descubren los sepulcros gentílicos, bon
unas urnas de piedra cuadradas, de dos tercias por lado,
con sus cubiertas de encaje y dentro las cenizas de ios cuer­
pos que quemaban ; si bien es constante se han hallado en
otros sitios del contornó sepulcros singulares con cajas de
«Consérvase en medio de lo alto de la ciudad, á el sitio lla­
mado la M e s a de A c e in ip p o , un gran pedazo de su teatro, sé-
mejante á el que descubre Vitruhio, lib.5, cap. 6 de su arqui­
tectura, Está arrimado á el ribazo de la cuesta de la Peña,
de la forma misma que refiere Sebastian Serlio estar el de la
ciudad de Pola. Tiene nuestro teatro veinte y tres gradas
con sus versuras: tiene escena, podio, y pulpito. Está en­
tero el paredón de luna con sus balbas regias, y las^ dos bó­
vedas , miembros del teatro y una de las células ó casillas
en que ponían los vasos de metal armónico, para que hirién­
dolos las voces, sonaran agradables. Está parte del pórtico
en pié, y lo demás derribado; iguálase con el paredón de la
sierra , y aun se aparta tres varas á distancia el uno del otro.
• Fatigábanse allí muchos ingenios, pareciéndoles cosa imper-
rectísima en dos paredes tan ilustres pieza tan angosta; por­
que entendían habían sido salas del eüificio I mas cuandcryo
llegué á verlo, les mostré que era el sitio de las esealeras
para los cuartos altos¿
«Están ya las mezclas de estas paredes tan gastadas, que
por pocas partes se reconocen, y las piedras se conservan con
su trabazón , por ser miiy grandes. Están manifiestas á las
dos entradas las cuadras que llamaban H o s p ita lia ^ ó delCon-
vite. Está limpio el suelo y su empedrado sin lesión. Vénse
enteras las versuras ó subidas de las gradas y asientos, y se
rastrean algunas de las puertas por donde la gente saliá de
la representación, y está la orquesta cubierta con ios mate­
riales, que cayeron de los techos y encubren cinco gradas,
todo muy maltratado del tiempo. No tenia éste edificio bó­
vedas, ni separaciones para las fieras, como otros teatros.
Hay no lejos del pórtico un pedestal, que solo conserva el
nombre: Q u in to S e r e ilio . En lo alto'del templo mayor de
A c c in ip o está un pedestal, que copié en esta forma:
—ai6—
ClENio OPPI:::
SACRVM
M. SERVIIIVS
ASPER GENII
SACRORVM
CVRIARVM
1). S, PP,

A r a p m s t a 6 dedicación, h ech a á el d io s G en io ¿ tu te la r y
p a tr o n o d e e ste p u eb lo . P ú s o la de su d in e ro ó de d in e ro d e l
público^ M a r c o S e r v ilio A spero^ sa c e r d o te d e l tem plo^ ó cu­
r i a de los sa crificio s d e l d io s G e n io ,

Además de las inscripciones que anteceden, hay de A c d -


n ip p o las siguientes:
E . L . C. FIL. CAI
..I .Y I R O . VÍR
ANN. T . . . . N I O I .... R
Üí,.................... .
DECVRIÜNVM
ACCINIPONENSIVM
B. D.

Esta piedra muy máltraíada es de jaspe basto, encarnado


y blanco, cuya figura es de pedestal; está existente en la
villa de S e te n il. Por ella consta el nombre de A ccin ippo^ cit^
yos decuriones, ó por decreto suyo, se hizo esta dedicación
de alguna estatua á un Flavio Cayo/hijo de Cayo, por su
mujer, sin que lo demás haga sentido por lo defectuoso de
la inscripción, que solo tiene de húeno el ser geográfica, ó
con el nombre de A c c in ip p o .

MARIAE ............ MA R .. p
FABIVS. VICTOR
................PO________ S V . . . . . .
^ ORDO. ACCINIPONENSIS..........
.......... LOCVM. DECREVIT
M. AEMILIVS S . P . T . D . S.
R. D.

F a b io y i c t o r m a n d ó se p u s ie s e e s ta e s ta tu a á M a r í a t t a
E ló r d e n 6 m a g is tr a d o de A c c m ip o d e c re tó el lu g a r de su colo=
c a c io n , y M a r c o E m ilio con su d in e ro la c o ste ó , &c.
—317—

............L . A R O ...* ..............................


....................... .........
a n n ....... ................................ n t
..................................... ........... COIII. ON
DECVRIONVM
a cin ipo n en
SIVM. D. r .

Este es un fragmento muy gastado que se halla en un cor-


tiío cerca de las ruinas de d c c in ip o , que es muy aprecíable
por ser geográfico, según la expresión de los d e e m o n é s de
Accinípo j. con cuya licencia se hizo esta dedicación. Pónela
Flores, tomo 9, pág 16, á quien se la eomiinicó D. Luis
Velazquez, que la copió por su mano.

M.IVNIO. L. r.
TERENTIANO. SERVILIO
SABINO. II. VIR
TE ( l e n s e M m i c i p i ) p .
(Reipuh)
PATRONO
' OB f m e r i t a j
STATVAM
D. S. P. DECREVIT
M. rVNIVS. TERENTIANVS.
SERVILIVS. SABINVa-
HONOR. VSVS
IMP. REM

M ütco J u n io T eT e n c ia n o S e f o ilio S a b in o , Hijo de J u n ­


c t o , d u ú m ir d e l m u n ic ip io T e (^bensej^ d e c re tó u n a e s ta tu a
d e i u d in e ro r f a l t a el d e d ic a n te j á e ste p a tr o n o p o r su s m é­
r i to s sin g u la re s : y el m ism o M a r c o J u n io T e re n c ia n o S e r ­
v itio S a b in o , a cep ta n d o e ste h o n o r ^ y u san do de é l , no p e r ­
m i ti ó la c o ste a se el p ú b lic o , sin o é l á su s e x p e n sa s .
-3 1 8 —

g I S e iI ilA .

« Síogilia estuvo una legua al poniente de Aníequera, en e|


sitio del C ü stillon ^ sobre un nionte elevado, inaccesible por
lev ante y mediodía, parte por naturaleza y parte por indus­
tria ; pues para este efecto habían tajado una piedra viva por
gran trecho. Sn lo mas alto del monte había dos grandes y
profundísimos aljibes ó depósitos de agua llovediza para
abasto dei pueblo, principalmente en tiempo de asedio, y so­
bre los peñascos que coronan el cerro , labradas como espe­
cie de camas, que serían tal vez, para que sobre las lade­
ras , aunque muy escarpadas , velasen centinelas en tiem­
po de guerra, sin ser vistos de! enemigo. Como á los 400 pa­
sos de la cumbre, descendiendo entre levante y norte, había
otro aljibe ó cisterna muy grande. Un poco mas abajo se
descubre el muro interior, que ceñía la ciudadela ó forta­
leza, dentro de la cual cabrían 4 ó 5® personas. El muro ex­
terior se extendía hacia el norte, y poniente hasta lo llano
de la vega, y sería capaz de abrigar 82) vecinos. Todo el si­
tio que Ocupa el cortijo del C a stU lo n es una cadena de sepul­
cros, que se extiende hácia el poniente y norte por mas de
400 pasos, sin haber apenas palmo de tierra, donde no haya
sepultura. Desde el monte hasta el rio G uaduljorce^ que dis­
ta mas de un cuarto de legua, salían dos minas, cuyos vesti­
gios se conocen aun, principalmente cuando está sembrado
el terreno. Vénse también las ruinas de su gran teatro en
. el declive del monte y sitio que los naturales llaman las C a r -
n ic e r ia s . Se conocen asimismo los vestiglos de un lago, que
pudo ser situado junto á la fuente con 400 pasos
delargoy Í 2 0 de ancho, queesla misma medida que pone
el P. Cabrera. Estaba enlosado este edificio con finísimas
priedrecitas de alabastro de diferentes colores df^l tamaño de
una haba, labradas, y sentadas sobre mezcla con graciosa
simetría.
«Por iodo el sitio que ocupaba la población se encuentran
en abundancia fragmentos de toda especie de mármoles y
alabastros, como también de finísimos búcaros, en nada in­
feriores á los de fábrica fenicia, que se descubren en Adra, y
otros pueblos de esta nación. El acueducto que venía desde el
arroyo del A lc á z a r por ia ladera de los olivares de S o lo m a n -
_319—
do, se conoce toda’?ía , y se encaentra muclio plomo por to­
do el espacio de su tránsito. También traían encanada otra
fuente que llaman de la mora.y esta a la parte del sur,
poco diente del C a s tillo n . Salíanse con frecuencia por to-
do este sitio, monedas antiguas, lacnraatonos, urcéolos, pa­
t a y to d a especie de antiguall^ en esta oca­
sión un ladrillo hallado cerca del teatro, de una tercia de lar-
so y poco menos de ancho, con el m_onograraa de Christo,
irine pio y fin de todas las cosas, cuyo hallazgo y chnstiano
mturaento, medulciflcóel trabajo de trepar por el monte
las mas yeces á gatas, para examinar sus rumas.
«De este sitio pues se trajeron á Ántequera muchas de las
lánidas, qüe adornan el arco de la puerta de los Gigantes, y
otras que están esparcidas por la ciudad,. Las que yo pude
copiar por mí mismo, son las siguientes

M, ACILIO rnONTOÍíl
SING. BARB. NEPOTI
ACILIAE P lL C yS ^ .

M o n u m en to ú e s ta tu a e rig id a á M a rc o A c ilio F r o n tó n ,.
n a tu r a l de Singilia de las Bárlanos ú B a r l i t a m s , m e t o de
A c ilia P ilc u s a .

ACILIAE SEDATAE
SEPTVIÍINAE
SIIíG. BARB. XEP.
TI ACILIAE PILCySAE.

E s ta t u a e r ig id a en h on or de A c ilia S e d a ta S e p tu m in a , n a
tu r a ld e S ig ilia de los B a r h m o s , n ie ta de A c ilia P ílc m a ..

ACIL. MASL. B. S E P T .=
SING. BARB. DD,
M.M. SING. BABB. ACILIA P I L =
cyS A . MATER
aOXORE ACEPTO IMP. R E =
MIS.

E l m u n icip io de S in g ilia de los B á r la n o s


tu a á A c ilio S eptu m in o^ higo de M a n lio , n a tu r a l de S i g
d é lo s B a r la n o s , A c ilia P il c u s a s u madre aceptó el h on or,
y p erd o n ó ios ga-síos. Estas tres basas
k la calle de la Alameda, en casas de Ghnstobal González
—320—
de Aranda; las dos primeras en los umbrales de la puerta, y
la última en el patio, y á instancias mías se derribó una pa-
redj para que se descubriesen enteramente. Trajéronlas del
C a stiU o n en el siglo pasado.

SDíG. BARB.
ACILIA PLECVSA MATEE
D. D.
HVIC ORDO SAKCTISSIMVI
SINO, BARB.
“o r n a m e n t a DECT
RIONLIA DECREYIT.

A M a r c o A c ilio P h le g o n t, n a tu r a l de S in g ü ia de losBarbi-^
ta ñ o s ó B a fb a n o s dedicó e s ta e s ta tu a A c ilia P le c u s a su m a ­
d r e , con d e e re to d e lo s d e c u r io n e s ;y e lse n a d o s a n tís im o d e S in ~
g ilia de los B a rh a n o s le d e c re tó los o r n a to s de d ecu rió n . En
esta lápida ó por dirección de algún sciolo, ú de propio ca­
pricho , se conoce haber enmendado el cantero algunas le­
tras, que, alteran y desfiguran la inscripción. En efecto la
madre de Ácilio que se dice aquí PLECUSA, se llama cons­
tantemente PILCUSA en las inscripciones que anteceden.

M, AGIL. QTIR. FRO NTQ =


NI SING. BARB. PRAEF,
FABRTM DD,
M. M. SING. BARB. AGIL. P I L =
CVSA PATRONO ET
MARITO HONORE ACCEP. I M P .=
REMIS.

E l g r a n m u n icip io de S in g ü ia de los B a r h a n o s . dedicó es­


t a e s ta tu a á M a r c o A c ilio F ro n tó n ^ de la tr ib u Q uirina^
n a tu r a l de S in g ü ia de los B a rh a n o s., y p r e f e c to de los a r te s a ­
nos ú o f d a l e s : A c ilia P ü c u s a a c e p tó el h on or hecho d su p a ­
tr o n o y m arido^ y p erd o n ó los ^asíos. Estas dos lápidas exis­
ten hoy en la calle de Estepa, en una dé las casas que hacen
esquina á la de Comedias.
—321—

IMP. CAES.
DIVI TRAÍANI PARTHICI F,
DIVI NERBAE N .
TRAIANO HADRIa NO AVG.
P , M. TRIB. POT. VI
IMP. V I. COS. III. P .P .
M. AGLIVS C. F. QUIR.
AVG. A SING.
DE SVA P . DD.

M a r c o A c ilio h ijo de C a y o A u g u s ta l y n a tu r a l d e S in g i li a j
dedicó á su s e x p e n sa s e s ta e s ta tu a a l em p e ra d o r C é s a r T r a ^
ja n o A d r ia n o A u g u sto , p o n tífic e m á x i m o , ejercien do s e x t a
v e z la tr ib u n ic ia p o te s ta d , y o tr a s se is la im p e r a to r ia , y tr e s
veces el con su la d o , p a d r e de la p a t r i a , hijo d e l d iv o T r a j a -
no P a r t i c o , y n ie to del d iv o N e r v a . Pertenece esíe monu­
mento, segiin la cronología del Medio Barbo^, al año CXXII
de Jesucristo, en que Adriano obtuvo sexta vez la potestad
tribunicia. Esta lápida y las que se siguen están en la puer­
ta de los Gigantes, y fueron también traídas del C a s tillo n .

G. VALLIO MAXVMIASO
PROG. AVGG.
EV . ORDO SIKG. BARB.
OB MVNÍGIPIVM
DIVTINA OBSIDIONE LIBERA=
TVM
PATRONO DVRANTIBVS
G. FAB. RVSTICO ET L . A E ^
MILIO
POSTIANO.

E l cabildo ú a y u n ta m ie n to de S in g iU a de los M a r ia n o s, d e
d ic ó e s ta e s ta tu a á C a yo V a lió M a x i m i a n o , p r o c u r a d o r a u -
g u s ta l de los E v o c a d o s, p o r h a b er lib ra d o a l m u n ic ip io d e un
la rg o c e rc o ; sien d o co m isa rio s p a r a la d ed ica c ió n C ayo F a ­
bio R u s tic o , y L u c io E m ilio P o n lia n o . Llamábanse E v o c a d o s
los soldados veteranos, que cumplidas sus campañas, y lla­
mados despues á ruego de sus Jefes, volvían á la milicia vo­
luntariamente, gozando cada uno del grado, é insignias de
c e n tu r ió n .
Por lo que hace al cerco de que habla la inscripción, fué
sin duda en tiempo de Marco Aurelio y Lucio Vero, como
conjetura muy bien el P= Cabrera; porque Yaiio Maximiano
era procurador augusíal en tiempo que dominaban juntos dos
—322—
3
em p erad ores q u e esto quiere d ecir; P K O C . A U G G . , y en
una de las o ca sio n es en que lo s m auritanos h icieron irru p ­
ció n en n u estra B élica; lo cual n o p uede atrib u irse á los tiem ­
p o s de S ep tim io S e v e r o , pues aunque en e llo s entraron e sto s
bárbaros y arruinaron m ucha p arte de A n d alu cía, com o co n s­
ta d e lo s h istoriad ores an tig u o s, e ste e m p e r a d o r , o i antps n i
d esp u es de v e n c e r á su s r iv a le s en é U m p e r io , d ivid ió esta
dignidad n i aso ció á n in gu n o de su s h i j o s , reinando solo
h a sta su m u erte. E s n ecesa rio p u es fijar e ste su ceso durante
e l im p erio de M arco A u relio y L u cio V e r o , en cu y o tiem p o
sa b em o s que en traron tam bién e n la B é lic a lo s bárb aros de
la M auritania. B ien pudo se r , que e ste C ayo V a lió M axim ia­
n o , com o so sp ech a e l P . C abrera, fu e se uno d e lo s cap itan es
q u e h icieron fe liz m e n te la guerra á lo s barbaros; pero n o rae
con form o con e l año d e C L X I V de C risto , en q ue se ñ a la es­
ta guerra da lo s leg a d o s, y su feliz é x ito c o n tra lo s m aurita­
n o s; p orq u e e s to no su ced ió h asta e i año C L X V I , e n que
M arco A u relio e m p e z ó á lla m a rse IM P . I V ó cu arta v e z em ­
p era d o r.

L. IVNIO NOTHO
ORDO SINGILIENSIVM
STATVAM ET HONORES
QVOS CVIQVE PLVRIMVS
LIBERTINO
DECREüIT.

El Ayuntamiento de Singilia decretó estatua a Lucio Jur^


nio Nothoj, y todos los honores que pueden concederse a un
libertino 4 ahorrado.

L . IVNIO NOTHO
VI, VIR. AVG. PERPBTVO
CIVES SINGILIENSES
ET INCOLAE EX AERE
CONLATO.

Los ciudadanos y moradores de Singilia, concurriendo cada


uno con su parte, erigieron esta estatua a Lucio Junio
tho, sevir Augustalperpetuo.
--323—
G. MVMMIO G. F .
QYIR. HISPANO
PONT. CIVES ET INCOLAE
M. M, FLA V l L IB . SING.
EX AERE CONLATO
OB MERITA DEDERVNT.

Los ciudadanos y moradores del gran municipio Flavio, li­


bre, singiliense^ haciendo la costa entre todos¿ erigieron esta
estatua por sus méritos alpontifice Cayo Mumio Eispano^ hi­
jo de CayOj de la tribu Quirina. E s ta e s una colu m n a de már­
m ol encarnado que e stá sir v ie n d o d e m ortero en la cocina de
lo s P P . d e sc a lz o s de la S an tísim a T rin id ad . P o r esta inscrip­
ción sa b em o s, que el gran m u n icip io sin g ilie n se era lib re,
y que se denom inaba F la v ío .

CORNELIAE BLANDINAE
SINGILIENSI
^ L . CORNELIVS TH EM ISO N=
PATER
ET CORNEELA BLANDA MATER
POSVERVNT.
HVIC
ORDO M. M. LIB. SING,
IMPENSAM FVNERIS
ET LOCVM SEPVLTVRAE
DECREVIT. '

Erigieron este monumento d Cornelia Blandina^ natural


de Singilia, su padre Lucio Cornelio Themison^ y Cornelia
Blanda, su madre. El ayuntamiento ú cabildo del granmuni-
cipio Ubre sigiUense, le decretó los gastos del funeral,y el
lugar de la sepMÍíwra. E s tá sir v ie n d o e sta lápida de basa en
la parroquial de S . J u a n .” — S an ctiez S o b rin o , Viaje Topo-.
gráfico.
—324—

NÚMERO 8.°

1N S G E Z F €301I1S O T E O S IP ü IS ll^ O S .

I ''

T I. CESAR
DIYI. AVG. F .
AVGVSTVS
ABDERA

La ciudad de AMera, q u e acnfió esta m edalla e n tiem p o de


T ib erio , e s !a que h o y llam an A d ra lo s esp a ñ o les , y e stá so ­
b re la costa m erid io n a l d el rein o de G ranada.

ABliA.
E. AVRE. I. NO. ARN
AVITIA NO
BISIBllSCO
ORDO REIPj,
N . • : . r : x . D. i,
ARIV, TNIN,
T IS O B A T ..;.

D .l. ilt.

D e lo im p e r fe c to y con fu so de esta in scrip ción no se p u e­


d e form ar sen tid o c a b a l, y so la m e n te se c o lig e y puede c o n ­
je t u r a r , que e l cab ild o ó r eg im ien to de la república de
A b la , dedicó e sta m e m o r ia á A u r e lia n o , que se r ía algún s e ­
ñ alad o m a g istra d o e n tiem p o de rom an os , sin o e s que
fu e se e l e m p e r a d o r ; e l q u a l, d e sp u e s de haber sid o có n su l
v a r ia s v e c e s , tu v o e l im p erio desd e el año 2 7 2 de C risto ,
h asta e l d e 2 7 8 .
—325—

A B IJ IiA A U G U S T A .

TIT. CAESARI
AVG. F .
TESPASIANO
IM P. PON.
TEIC. POT. VI
COS. DES, VI
CENSORI
D . D.

A T it o C é sa r A u g u sto F la v io Y esp a sia n O f em perador^


p o n tific e f cern o r j en e l s e x to a ñ o d e su p o te s ta d trib u n ic ia ^
s e is veces cón su l d e stin a d o . P o r d e c re to de los decu rio n es.

ACCI.

lY L IA GHAECEDONICA
ISIDI. DEAE, D.
H .S .E .
ORNATA. VT POTVIT.
IN . COLLO. H . MONILE. GEMMEVM.
IN .D I6 1 T IS . SMARAGD. X X . DEXTRA

A q u í ya ce J u lia C alcedón ica (ó de Dombre ó dé patria ),


d e v o ta de la d io sa I s is y c o n s m m ejo res g a l a s , con un collar
d e p e d r e r ía y con v e in te esm e ra ld a s en tos dedos d e la m a n o
d e re c h a .
-3 2 6 —
AV&VSTVS
DIVI^ F .
LEG. III. '
COLONIA. IFLIA
GEMELLA. ACCI

AVGVSTVS
DIVI. F-
L E G .IV .
GOL. G. ACCI

La antigua Jcc* corresponde á la ciudad de Guadix en el


reino de Granada. De estas dos monedas ó medallas se dedu­
ce haberse señalado la ciudad de A c c i por establecimiento á
los veteranos de las dos legiones, á saber, la tercera y sexta;
razón por que se denominó C o lo n ia G em ella ó G e m im j,c o m o
si dijéramos doble.
C. CAESAR. AVG.
GERMANICVS
COL. IV L. GEM. ACCI

C o lo n ia J u lia G em ella A c c i son los antiguos nombres de


Guadix, ciudad del reino de Granada. La moneda es del tiem­
po de Cayo César Germánico, mas conocido con el nombre
de Caligula.

T I. CAESAR
AVGVSTÍ. F .

C. I. G. A.
GERMANICO
E T . DRVSO
C O N S.II. F IR

L a C o lo n ia J u lia G em ela IccG indicada en las iniciales


de la tercera linea, corresponde á la ciudad de Guadix. De
ella fueron dminviros los dos cesares G e rm a n ic o y D rm o j,
hijos de Tiberio, emperador. Habiendo muerto Germánico á
fines del año XIX de la era christiana, ya se ve que
su dnúnvirato es anterior á este tiempo, aunque se ignora
precisamente cuánto.
— 327—

IV LIAE. MAMMEAE. AVG =


MATBI. IMP* CAESARIS
MARCI. AVRELII. SEVERI
ALEXANDRI. FII. F. AVG,
M. GASTROaVM
e O L .IV L . GEM. ACCITANA
DEVOT. NVMINI. M. Q. EIVS

A J u lia M a m m e a A u gu sta^ m a d r e d e i em p era d o r C é sa r


M a r c o A u re lio S e v e r o A le x a n d r o , pioj, f e l i z y A u g u sto j y m a ­
d r e de los reales^ L a e rig ió la c o lo n ia J u lia G em ela A c c i t a -
nuy d e v o ta a l p o d e r y m a je s ta d de la p r in c e s a .

ILIPV.
HALOS.
VALER.

En los montes de Granada habla antiguamente una ciudad


llamada H lip u la -L a u s^ Se puede atribuirá este país la meda­
lla presente en la cual se ven esculj)idos un javalí, una me­
dia luna, y una cabeza con yelmo. H a lo s io y V a le rio pue­
den ser los duúnviros compañeros.

POSTVMIA. M. F.
ACILIANA. BAXO
PONT.
STATVAM. SIBI
TESTAMENTO'IVSSIT. P.
HS. SVIII::;;

P o s tu m ia A c ilia n a ,,, y h ija d e M a r c o , m a n d ó en el te s ta ­


m en to y que la le v a n ta se n u n a e s ta tu a j y dejó p a r a esto ocho
m il se s te rc io s (doscientos y ochenta escudos romanos).

T. DOMITIVS. T. F.
PAP, CLEMENS.
ANN. LXXV,
S. P.
S. T. T. L.
—328—
T. DOMITIVS. T. F-
PAP. TGRESTIS
AKN. L X n .
S. P.
S, T. T. L.

T. DOMITIVS. T. F.
PAP. OPTRTVS
VNX. XXXII.
S. p.
s. T. T. L,
Son tres epitafios de tres hermanos de Ia casa Domicia, y
de la tribu Papia , los cuales bicieron un sepulcro común á
propias expensas; si es que por las dos iniciales S. P, se de­
be entender S u a p e c u n ia , pues también pueden significar
S i b i p o s u it. Los hermanos están nombrados por orden de
edad. Clemente murió de setenta y cinco años 3 Agreste de
sesenta y dos, y Optato de treinta y dos. /
POSTVMIA M. E. .
ACILIANA BASSO
PONT.
STATVAM SIBI
TESTAMENTO IDSSIT
P . HS. VIH.

P o s tu ín ia A c ü ía n a B a s e a p o n tific e n e e , h ijo de M arcoj,


mandó por su le s la m e n to que le e rig ie se n e s ta tu a ^ dejan do
p a r a ello ocho m i l se s te rc io s. ( Ya la hemos copiado con al=,
guna variedad).
—329—
IJR C i^ A S O .

l ib e r o , p a t r i a v g .
SACRVM
ilV. ONOREi POKTIFICATTS
L. CALPTEÍÍIVS. L. F.
GAL, SIL YIN VS

i i VIR. BIS
FLAMEN, SACR. PYB.
MVNICIP. ALB, V R ..;
PONTIFEX. DOMVS. AYGYSTAE
B . S. P. B. D.

M o n u m e n to con sagrado d L ibero^ p a d r e A n g u sto ( Baeo),


L u c io C a lp u rn io S ilc in o ^ h ijo de Lucioj, de la tr ib u G a le ría j
dos veces du u m viro ^ flam en de los sa c r iflc io sp ú b lic o s d e i m u­
n icip io A lb en se U r g abón en se y p o n tific e de la c a sa im perial^
h iz o u n don á e x p e n sa s p r o p ia s en h on or d e l p o n tific a d o í

m . CAES, AYGi
PONT. MAXIMO
TRIB. POT. XXI.
e o s XIII. P. P.
YIGTORI
SACR.
L. AEM. L . F¿ NICELIYS
AEB. II. VIB
B . S. P. F,

S e co n sa g ró u n a a r a j 6 e s ta tu a a l e m p e ra d o r C é s a r A u ­
g u sto pon tífice m á x im o condecorado tr e c e veces de la p o ­
te s ta d co n su la r y y v e in te y u n a de la tr ib u n ic ia j p a d r e de la
p a tr ia j, y ven ced o r. L a h iz o con su d in ero L u c io E m ilio N i -
c e lib i h ijo de L u c io e d il y d u ú m v iro en dich o a ñ o.

T omo I
—330—
IMP. CAESARI
DIVI TRAIANl PAETHICi
FILIO
DIVI. jNERVAE. n e p o t i
TRAIANO. HADRIANO
AVGVSTQ.
PONTIFICI. MAXIMO
TEIB. POT. XIII.
COS. III. P. P.
MVNIGIPIVM
ALBENSE. VEGAVONENSE.
D. D .

Esta y otras lápidas semejantes, que se han hallado en


Arjona de Andalucía, y el itinerario de Antonino, que puso
ü r g a v o n e cuarenta y cinco millas despues de Córdoba, ma­
nifiestan la antigua situación'de esta ciudad en el lugar en
que está hoy Arjona. Su nombre fué U rgavoj, o U r g a o , ó
Y i r g a o , ó rirca O f j ix n o el renombre de A lb a , ó A lbensis^
Pero es menester distinguirla de otra AZáít (que todavía se
llama así), la cual, según el itinerario de Antonino, estaba
en el reino de Granada, treinta y dos millas despues de
Guadix, caminando hácia mediodía. El mármol, que contie­
ne una dedicación al emperador Adriano, se puso por los
años ciento y treinta, ó ciento treinta y uno, cuando el em­
perador español contaba tres consulados, y corría el año ca­
torce de su potestad tribunicia.

® U C C I.

C. MACEE
HANC. ARAM. EREXIT
TT . DIIS
SACRA. FACEEET.

C ayo M a c e r e rig ió e ste a lt a r p a r a h a c e r los


los d io ses.

HERCVLIS. ANTICVA. CLARISSIMA. RVPE. COLVMNA


DICERIS, A. CLARO. ESTEMATE. NOMEN. HABENS.

Estos dos versos se leen en una peña elevadísima cercana


á Hartos, á la cual los antiguos daban el nombre de C olum na
H e r c u l i s en el dia de hoy la llamamos Peña de Marios.
—331—
her cvli . isr ic T o
T l. I T L I T S . A T G Y S T L F ,
D I T I . 2ÍEPOS
C A ESA R . A T G . IM F .
P O N T IF E X . M AXIM VS
DED.

A H é r c u le s, I n v ic to T ib e r io J u lio C é sa r A u g u sto ,
p e r a d o r p o n tifice m á x im o , h ijo de A u g u sto , n ieto d el D iv o
C é sa r.

L IBY C O . H E R C T L I
D E O . IN Y IC .

,
ST A T V A M . A E G . C. L . P»
C IY IT A S. M A E T IS
D. S, P. P. P.

Habla de una estatua de plata dei peso de cien libras, que


erigió en honor de Hércules Líbico la ciudad de Marte cono­
cida el día de hoy con el nombre de Martos en el reino de
Jaén. C. L. P. significa C en tu n L ib r a r u m P o n d o . Las letras
D. S. P. P. P. se podran leer así Ha S u a . P u b lic a . P e c u n ia .
P o s u it. T m c i es el nombre antiguo mas conocido de la ciu­
dad de Martos; se llamó también C iv ita s M a r t i s , de donde
pudo derivarse la moderna denominación.
y .lY L lY S
Q. F . T. N.
SE E G . C ELSY S
A E D . I I . Y I S . BIS
D E . SYO D S D I T ,

Memoria de un don que presentó al dios Hércules,


Quinto, nieto de Tito, de la tribu
to Ju lio C e ls o ,h i]o á e
Sergia, edil que fué de Martos, y dos veces duúmviro.

L . ®rVMMIO
L . F . RVFO
I I . Y IR - PO NTIFIC I
D- D.
A L u c io M u m m io R u fo , hijo de L u c io , d u d m viro y p o n ­
tifice de M a r to s , p o r d ecreto de los decu rion es se le p u so e sta
e s ta tu a .
-3 3 2 -
C. IVLIO. t . F.
SER. SCAENAE
DECVRIONl. EQ.
CENTVRIONI. HASTATO. PRIMO
LEG. IIII.
II. VIR
' LAETA. FILIA '

A C a y o J u lio S c e m ^ M jo de L u c io j de la tr ib u S erg ia ^
decu rión de c a b a lle ria , p r i m e r c en tu rió n d e p iq u ero s de la
legión c u a rta ^ y d u ú n viro ( de Martes), S u h ija L e ía le p u ­
so e s ta m e m o ria .
IVLIAE. AVG.
MATRI. CASTRORVM
RESPVBLICA. TVCITANOSVM
D. D. P.

Es una dedicación á Julia Augusta, mujer del emperador


Septimio Se¥ero, madre de los ejup^iadores Severo Greta y
Antonino Garacala.

IMP. CAISAEI
GETAE. SEVERO. AVG.
WVI SEPTIMI SEVERI
P n . PERTINACI AVG.
ARABICI. ABIABENICI
PARTHITl. MAXIMI
PACATORIS. ORBIS
F.
E T . M. AVEELII
ANTONINI. IMPERAT.
FRATRI
R E S. P V BLIC A . TVCCITANORb
D. D . B .

A I e m p e ra d o r C é sa r G e ta Severo^, A u g u sto , h ijo d e D iv o


S e p tim io S e v e r o , p i o ,p e r t i n a w , A u g u s to , a rá b ic o , a h d ia b é -
n ic o , p d r tic o m a x im o , p a c ific a d o r d c l m u n d o , h erm a n o de
M a r c o A u re lio A n to n i n o , e m p e ra d o r , den o m in a d o C a ­
r a c o la .
— 333—
IMP. CAES-
BIVI. SEPTIMI. SEVERI. P lI
ARABIGI. AjB-DIAB. »
PART. MAS.
BRIT. MAX.
EILIO
D IV I.M . ANTONINI PH
6ERM .SARM.
nepoti
DIVI. ANTONINI. PII
pronepo ti
DIVI. TRAIANl. PART.
ET. DIVI. NERVAE.
a dnepo ti
M. AVBELIO. ANTONINO PlO
AVGVSTO
PARTHICI. MAX.
BRIT MAX.
PONT. MAX.
TRIB. POT. XV.
IM. BIS.
COS. IV. P . P.
PACATORI. ORBIS
RESPVB. TVCCITANORVM
D .D .

A I em p e r a d o r C é s a r M a r c o A u re lio A n to n in o P io ( Cara-
cala) h j o de D iv o S e p tim io Severo^ p i o , a r d U c o , a d t ^ e -
n ico^ p d r tic o m á x im o , b r itá n ic o m á x i m o , n ie to d e D iv o
(Marco Aurelio) A n to n in o P i o , g e r m á n ic o , s a r m a tm o ,
b is n ie to de D ivo ( Elio) Á n to n in o P i ó , d escen d ien te d e ivo
T r a ja n o p á r l ic o , y d e D ivo N e r v a , A u g u s to , p a r t ic o masci^
m o , b ritá n ic o m á x im o , p o n tific e m a x im o j a d o rn a d o guin-~
ce veces d e la p o te s ta d tr ib u n ic ia , dos de la im p e r ia l, c u a tr o
de la c o n su la r, p a d re de la p a t r i a y p a c ific a d o r d e l m u n do,
L a re p ú b lic a d e T u c c i (Martos) p o r d e c re to d e los de-^
cu rion es.
-^334—

IMF. CAESARI
M. a v r e l i o . pr o b o
PIO. FEL. INVICTO. AV&. E. M.
TRIB. POTESTATIS. V I. COS. IV
^ESFVELICA. TVCITAKORVM
DEVOTA. NVMINI
MAIESTATIÜVE. ETVS,
D. D.
CVRATORE. TIRIO. CLAVDIO
SVB. COLOSSO

Ploriano usurpó el imperio, y lo obtuvo dos meses; el


legítimo sucesor de Claudio Tácito fué Marco Aurelio Probo,
á quien pertenece esta inscripción. La república de T uqcí
(hoy día Hartos en Jaén) por decreto de los decuriones, le
dedicó una estatua"á cargo de Tirio Claudio, lo que se ejecu­
tó el año doscientos ochenta y uno, en que el emperador,
cónsul cuatro veces, empezaba el año sexto de la tribunicia
potestad. El S u h . C olosso de la última línea significará por
ventura, que la estatua era á manera de coloso, y que de-?
bajo debía colocarse la base con la inscripcion.

M. VALESIO
M. F. a. N. Q PRON.
GAL. PAVLLINO
II. VIRO
LEG. PERPETVO MVNIC. PONTIE.
PRAEF. FABR.
FLAM. PONTIF. AVG.
MVNICIPES. ET INCOLAE

A M a rco V a le rio P a u lin o ^ h ijo de M a r c o j n ie to d e Mar-*,


QOj¡ b is n ie to de Q uinto^ de la tr ib u G aleria^ duúnoiro^ e d il
p erp etu o d e l m u n icip io p o n tific e n se f p r e f e c to de los a r te s a ­
nos j fla m en j p on tifieS j a u g u r. L o s m u n icip es o ciu dadan os g
d e m á s vecinos le d e d ic a ro n e s ta e s ta tu a .
—335—
C. CORÑBLIVS
, C- ¥ . C. K.
g a l. caeso .
AED. f l a m e n . 11. VIE
MVNICIPI. p o n t i f i c .
c . CORNELIVS. CAESIO. F.
SACERDOS. GENT. MVNICIPII
SCROFAM
CVM. PORCIS. TRIGINTA
IMPENSA. IPSORVM
D. B . PONTIF.
EX............

C ayo C o r m lio C eso tij h ijo d e Cayo^ n ie to de C ayoy de la


tr ib u G a le r ía , e d il, flam en y d u ú m ir o d e i m u n icip io p o n ttf i-
c e n s e ,y C a yo C orn elio C eson m h i j o , sa c e rd o te g e n til (o be=
r e d ita r io ) d ei d ich o m u n ic ip io , h ic ie ro n e n tr a m b o s a p r o p i a
c o sta , con decreto de los d e c u rio n e s, e s ta lechona de m a r m o l
con tr e in t a lech on cillos.

L. PORTIVS. L. F.
GALERIA. STILO
OBVLCONENSIS
ann. lxv.
aedilis
II. VIR. BESIGNATVS
P . I. S.
H. S. E S. T, T. L.
HVIC
ORDO,. PONTIFICENSIS
OBVLCONENSIS
LOCVM SEPVLTVRAE
IMPENSAM. FVNERIS
LAVDATIONEM
STATVAM. EQVESTBEM
DECREV.

L u c io P o rc io E s ti la n , h ijo de L u c io , de la tr ib u G a le r ía ,
n a tu r a l de O bulcon 6 P o r c u n a ; fa lle c ió en edad de se s e n ta y
cinco a ñ o s. E je r c ió el cargo de e d il, y e sta b a d e stin a d o a l
d u ú m ir a to . E l m a g is tr a d o p o n tificen se obulconem e le d e­
cre tó el lu g a r de la s e p u ltu r a , los g a sto s de las h o n ra s con
ora ció n fú n eb re , y u n a e s ta tu a ecu estre.
—336—
D. M. S.
( av ) F . PTRAMVS
II. YIR. PATRICIEKSIS
ET. M, P.
ANN. L X X .
P I. IN . SVOS
H . S. E . S. T . T L .

En Ia primera linea léase: D iis . M a n ib u s . S .a c r im : en la


última: H i c . S e p u ltu S j e s t : S i t . T i b i T e r r a L e v is . Es una
lápida secpulcral de A ufidio P ir a m o j que falleció de setenta
años. Fué duúnviro de la colon ia P a tr ic ie n s e y d e l m u n icip io
Pontificiense^f esto es, de Córdoba y Porcuna,

V . V . N,
OBVLCÓ
I LNO

O bu lcoj como hemos dicho m.uchas veces, es el nombre an­


tiguo de la villa de Porcuna, Las iniciales F. Y . N . pueden
siguifícar V rb s Y ictricp N o v a , En las otras cuatro pueden de­
notarse los duúnviros compañeros, llamados J u lio L a tin o y.
N e v io O p ta tñ .

OBVLCO
L. ALMIL.
M. IVNI.
AID.

L u c io E m i li o y M a r c o J u n io fu e ro n ediles d e Obulcon.

M. VALERIVS
M. F . CEBIALIS.
AN. XII.
PIV S, IN . SVIS
H. S. E . S. T. T . L.
M. VALEMVS
M. L . TEETVLLVS.
V I, VIR. AVG.
AN . L v n ,
S. T. T. L.

Las iniciales de esta lápida se han explicado en otras oca­


siones. El liberto Marco Valerio Tertulio, que fué seviro
—337—
Áugustal de Porcuna, murió de cincuenta y siete años; y
Marco Valerio Cerial, que está nombrado en primer lugar,
murió de solos doce. Si no hay error en el número délos
añosde este segundo, Valerio Tertulio no hubo de ser líber*?
ío de Valerio Cerial, sino de Marco Valerio, padre de Cerial.

M. CALPVRNIVS
M. F . M. N .
GAL. M O ( d EST V S)
AN . LX X XII.
HVIC
OB. m e r i t : i :

A M a r c o C a lp u rn io M o d esto ^ h ijo de M a r c o ^ n ie to de M a r ­
co de la tr ib u G a le r ía ¿ de edad de o ch en ta y dos años,, en
atención, á sii m ucho m é r ito .

P. RVTILIVS
P . L. MENELAVS
INCOLA
E X . D. D.
MYNICIP. PONTIF.
D. S. P .

Las iniciales B. S. P. quieren decir Be S u a P e c u n ia , ó


D e Suo P o s u it, Entiendo, que Publio Kutilio Menelao, li-
berto de Publio, habiendo obtenido el domicilio en el m u n ic i­
p i o P o n tifc e n s e j levantó en agradecimiento úna estatua á sus
expensas ó hizo otra obra que no sabemos, con acuerdo de los
decuriones.
—338—

M EM OBA.

KEROm. CAESABI
GERMANICI. F .
TI. AVGVSTI. N .
PIVI. AVGVSTI PRON
FLAMINI. AVGVSXALI
SODALI. AVGVSTALI
Q. SOVANIVS. Q. L. SALVIYS
C. CVLMINIVS, Q. F . FVSGVS
L. FVLVIVS. L. F . DECIMVS
L . FVLVIVS. L . L , RECTVS
L- POPILLIVS. L . L . APOLLOmVS
L . FVRIVS. L . L . GEMELLVS
V I. VIR, AVGVST.

L o s se m ro s A u gu stales^ G ayo C u lm in o F u sc o , L u cio F u l­


v io D écim oj Q u in to N o v a n io S a lv ia , L u c io F u lv io R e c to j L u ­
cio P o p ilio A p o lo n io y L u c io F u r io Gemelo^ los dos p r im e r o s
ingen u os ó n acidos libres y los o tr o s c u a tr o lib e r to s j á N e r ó n
C é s a r j hijo de G erm ánico^ n ie to de T ib erio ^ b iz n ie to de A u -
gusto^ flam en y so d a l A u g u s ta l.

l E im C O .

ILVRCON.

llu r c o j ó M u n ic ip iu m llu r c o n e n s e .

p e r p e t v o , l o n g io
L. F .
ILVRCONENSI

FABIAE
L . F . BROCILLAE
DECRETO
ORDINIS ILVRCONENSIS
FABIVS. AVITVS. PATER

A P e rp e tu o L o n g io llurconense_, h ijo d e L u c io . L a segun­


d a la p u so L u c io F a v io A v i t o s u h ija F a b ia B r o d íla ^ p o r
d e c re to d e l M a g is tr a d o llu rc o n e n se .
-3 3 9 —-
SíVREIA CRESGEHTINá
ILVRCOHETfSiS
ANNORVM. C S ¥ .
H. S. E .
g. T. T. 1 .

M u r r ia C r e s c e n tim j n a tu r a l de llu reO f de cien to y quince


añ o s de ed a d j a q u í e stá e n te r ra d a . L a ti e r r a te sea leve.

SÍA'MA,
MARTI. AVG.
Q. LVCRETIVS. Q, E ,
SILVAKVS
AVRVSTALIS
OB. HONOREM. DEC.
IDEMQ. DEDIGAYIT

A M a r te A u g u sto . Q u in to L u c re c io S ilva n o j, lib e r to de


L u c io j sa c e rd o te Á ugustal^ lo erigió., y lo dedicó él m ism o
p o r el hon or d e l d ecu rio n a to .

SVTVNIO, DE O
L. AVFIDIVS.MASCVLINVS
S E S G ,... PLICARIYS
P . , . . P . PAC. CVE.

Faltan algunas letras en la tercera y cuarta línea por estar


rota la piedra de ja inscripción. Yo leería S escu p U ca riu s F r i-
(estoes Primipilus) fa c ie n d u m c u r a v it. Llamábase
cupUcariOf ó S e sq u ip lic a rio el soldado que recibía una paga y
media como d u p lica rio á quien daban el pre doble.
—340—
SAGRYM
lO V Í.
C. FLAVIVS. C. ^
FL, FAVS t I . LIB.
, GORYDON. OB
HONOREM, T IR A T vS.

D D

E s t e tem p lo con sagrado d J ú p ite r , lo dedico C a y o F la v io


C o rid o n lib e r to de C ayo F la v io F a u s t o , p o r h o n r a y m em o­
r i a d e su se v ira d o .

CEDKIPP©.
L . CAESIVS. MAXIMINVS
CEDRIPONENSIS
ANN. X X I.
HIC. INTERFECTVS. EST
SIT, T IV l. TERRA. LEVIS

L u c io C esto M a x i m i n o , h ijo de C a y o , n a tu r a l de C e d rip -


p o , fu é m u e rto en e ste lu g a r en la edad de v e in te y un a ñ o s. L a
t i e r r a te se a lig e ra .

C, MEMMIVS. OPTa T I. F . QVIRINA. NIGER


STATVAS. DVAS. AEREAS. YNAM. NOMINIS SYI
ALTERAM .PATRIS. PONI IV SSlT .
G. MEMMIYS. SEYERVS. HAERES. SOLO. SVO
FECIT.

C. MEMMIVS. OPTATI. F . ÜVIRINA. SE


YERVS. STATVAS. DVAS. ÁVREAS. YNAM
NOMINIS. SVI. ALTERAM. FIL U . SYI. PONI
IVSSIT. C. MEMMIVS. RVFVS. HAERES
FECIT.

Así se explican en el F r a n c o ilu s tr a d o estas dos inscrip­


ciones ;
« Los dos títulos inseripcionales de arriba de esta villa de
—MI—
Estepa DO los he visto; pero diómelos este año el Sr. cronis­
ta Ambrosio de Morales , quien por su propia mano los ha-
bia sacado. Estos otros de la Alameda, tampoco los he vis­
to , mas que habérmelos enviado D. Alonso do Padilla, arce­
diano de Ronda en la santa iglesia de Málaga ( que Dios ha­
ya), cronista que también fué de S. M : y cierto son muy
elegantes , como de aquellos bellos tiempos de los romanos
en eso. Eran de la familia de los Memniios de la tribu Quiri­
na , que era de las urbanas de la ciudad de Roma, denomi­
nada de su monte Quirinaí. Falta algo en Franco? Dedicacio­
nes de las dos estatuas de metal, que cada uno mandó hacer^
y poner en su testamento. La de la primera de su nombre; y
otra de el de su padre; y la de la segunda, una de el de su nom­
bre, y otra de el de su hijo, declarándose en ambas que sus he­
rederos las pusiesen. Esta familia de Optatos, que acá decimos
Deseados, se halla muy mencionada en las memorias de nues­
tra Bélica, ó Andalucía, y señaladamente en Alcaudete : y
siendo cierto que estas dos piedras existen en la Alameda,
que es como aldea de la señoría de Estepa, se deberían reco­
ger á esta dicha villa para su conservación.”

E30E*
P . lYLlVS PRIMVS
HIG. SITVS. EST
CVM, SVIS
S. T . T . L .
COLVMBABIA. P O S tiT
NVMERO VI
DEXTRA. E T . SINISTRA

P u b lio J u lio P r im o e s tá a q u í e n te r ra d o con to d o s los d e su


c a sa . L a ti e r r a te se a leve. E l d ifu n to y u s o a q u í seis colum-^
b a rio s á d ie s tr a y & s in ie s tr a .
— 342—

K U H A B U a i.

IMP. CAES.
SEPTIMIO. SEVERO
PIO. PERTINACI
ARABICO. ADÍABENICO
PARTHICO. M AS.
TRIB. POT. S I . GOS. III. (PRO CO S.)
R . P . RVRADENSIVM
E S . ( d . D .)

L a rep ú b lica de los R u ra d e n se s p o r d e c re to de los decurio^


nes le v a n tó m a e s ta tu a a l e m p e ra d o r C é s a r S e p tim io S e v e -
r o j p i o j p e r t i n a z t arábico^ adiabenico^ p a r th ic o m á x im o j
p ro c ó n su l ( el año de doscientos y tres de la era cristiana)
cuando e l p r in c ip e c o n ta b a tr e s con su lados, y once añ os de
p o te s ta d tr ib u n ic ia .

IMP. CAESARI

L, SEPTSMIO. SEVERO.

PIO. PERTINACI. AVG.

ARABICO ADIABENICO .

PARTHICO. P . MASIMO

T R .P O T E S .IM P .S I.C O S .il.

.........................................OPTIMO.

........................... OB. P . . . . R . LIB,

R. RVRADENSIVM. E S .

SENTEN. D, APPON. D.

.......... S........... S . . ...........N . . . . . . . . .

L a rep ú b lica de los R u ra d e n se s d e te r m in ó p o r acu erdo del


regim ien to^ que se e rig ie se e s ta e s ta tu a a l em p era d o r C é sa r
L u c io S e p tim io S e vero ^ p io ^ p ertin a z^ augustoj, ven cedor de los
árabes^ adiaben os y p a rth oS j,pon tifí,ce M á x im o ^ tr ib u n o d e l
pueblo^ c a p itá n g e n e ra l la u n d écim a vez_, cón su l segu n da
v e z . . . . . . . . ...m u y bu en o. ....... ...p o r h aber re p a r a d o la p ú b li^
ca lib e rta d .
-343-

SAIiAKlA.

H. PONTIFEX OPT. C. Q. F. SERGIVS


FABVLVS VINDELITIOR. PROV. LEGATVS
IX . VIR. COL. SALARIAE. ET. MANLIA LYCIAE. F . SI
LANAE LAMINITANAE D D.
I

R esu lta esta in scrip ció n in co m p leta , y aparece ser dedica­


ción de C ayo S ergio, hijo de Q u in to, pontífice legado de la pro­
v in cia de lo s V in c e lic io s ,d u ú n v ir de la colon ia Salaria^ y de
M a n lia , h ija de L u cia S ilana L am in itan a.

Q. POMPONIO. ARTIG.
ORDINE. MYN. LAGIB.
ET POPULO PETENTE
L . DOMITIVSFAB.
D. S. P . F , G.
EDEMQVE DEDICAVIT
D. D.

A Q u in to P o m p o n i o n a tu r a l de A lh a m a , p id ié n d o lo el ca­
bildo y p u eblo d e l m u n ic ip io L a c ib i ta n o : h iz o e s ta e sta tu a á
su c o sta L u c io D im ic io F abio^ y él m ism o la dedicó p o r de~
creto d e los decu rion es.
— 344—

BIMSíTESÁ.

VESTAE
AYG, SACEVMi
L . CLAVDIVS FELIX
LIB, CLAVLU
FORTVNATi LIB^
ACCEPTO LOCO
AB ORDiNE
MENTE SANÓ
OB HONOREM
VI VIRATVS
D. S ,P . BD.

L u c io C íau dio F e l i z , lib e rto de C la u d io F o r tu n a to í i -


l)e r to ,p u s o d su c o sta y con orden de los decu rion es a q u el mo~
n u m en to con sagrado á lá A u g u sta V e s ta , h abiendo consegui­
do el te r re n o p o r e l a y u n ta m ie n to m e n te sa n o , en h o n o r d e l
s emir ado.

AGRIPPINAE
C. CAESARIS AVGVSTI
GERMANICI MATRI.
Q. FABIVSHISPANVS
FLAMEN AVGV8
BE CRETO ORBINIS BEB.

Jbedicacion h e c h a p o r Q u in to F a b io h is p a n o , sa c e rd o te
g u s ta l con órden d e l a y u n ta m ie n to , d A g r ip a , m a d re de C ayo
C é sa r A u g u sto G e rm á n ic o , lla m a d o v u lg a r m e n te Caligula^
%
IMPERATOR CAESAR AUGUSTUS
, COS X I.
TRIBUNITIA POTESTATE X .
PONTIFEX MAX.

E I e m p e ra d o r 6 sien do e m p e ra d o r C é s a r A u g u s to , cónsul
la u n d écim a v e z , trib u n o d e la p le b e la d é c im a j p o n tifice
m á x im o .
-345—

AUM ISíl*

IVL. FABIVS FLORINVS AVRItí *


VI v m * M. F . FLAVn A V aiG . F .
ANM. L X X . PIVS IN SVIS HíG
SITY SEST. SIY TIBI T. L .

j u l i o F á b io F lo r in o A u r i g t t a m j ó n a tu r a l de A u rig i^ s e -
n ir o , h ijo de M a r c o F la v io Á u rig ü a n ó j, que m u rió de edad de
^i) a ñ o s , sien do p ia d o s o p a r a con los su y o s , e s tá a q iii sepu l-
to d o . S é a te la ti e r r a Hviana>

B* M. S.
M, FABIVS PROBVS ÁVBIG.
FLá M. M. F . PONT. PEBFí
AVG. ANN. X X X V im . PIYS
IN 5YOS. HIC SITYS EST. SíT
TIBI TERRA LETIS.

C o n sa g ra d o á los dio ses M a n e s , é d los d io ses de las aU


m a s de los d ifu n to s . M a r c o F a b io P r o b o A u r ig ita n o , fia--
m e n ó s a c e r d o te , h ijo de M a r c o , p o n tific e p e rp e tu o a u g u s ta l,
m u r ió de 39 a ñ o s. F w é p ia d o s o p a r a con los su yo s. E s t á co­
locado en e s te se p u lc ro . S é a te la t i e t r a liv ia n a ó lije r a .

B. M. S.
Q. VALERIO FOSTYMO BEA
TIANO Q, YALERIIC ASTVL
F . Q. YIXIT ANN. X X X II. AN
TOM A. AYR. E X . TESTAM.
B. M. P.

M o n u m e n to co n sa g ra d o d los d io se s M a n e s . A n to n ia A ii=
r i g it a n a p o r su te s ta m e n to m a n d ó p o n e r e s ta buena m em o ­
r i a d Q u in to Y a le rio P o s th u m o , n a tu r a l de B a e z a , h ijo de
o tro Q u in to V a le rio C a s tu io n e m e , ó de C a s tu lo , que v iv ió
32 años^

Tomo í 23
-346-^-
D. BI. S.
Q. ANNIVS,
FELIX AVRG.
ANNOR. LXXV*
PÍVS I. s. H. S, EST.
. . T. L.

C o n sa g ra d o d los dioses M a n i s , Q u in to A n n io F e lix j,


au rgilan o^ de ed a d de 73 a ñ o s^ y p ia d o s o e n tr e los suyos^ cs-
i á a q u í se p u lta d o . S é a te la ti e r r a ligera.

APOLLINI AVG,
Q. ANNIVS. Q, ANNÍI. ¥.

D e d ica d o a A p o lo A u g u sto p o r Q u in to A n n io j h ijo de o tr o


d e l m ism o n o m b re.

A W T m A B IA .

L , POMPEIVS
RVFVS LIMI
AN. X X X . H . S. E. S. T. T. L,
CALPYMNIVS VEGETYS LIMI
CTS. AK. X Y i.
H , S. E . S. T . T . L.

A q u í ya c e l u c i o P o m p eyo L im k o ó n a tu r a l de L im ica ^ de
edad de 30 a ñ o s. S é a te la ti e r r a U jcra. A q u í y a c e C a lp u rn io
V eg eto L w iic O j que tn u rto a los 16 a ñ o s. S é a te liv ia n a la
tie r r a .

LIYIAE BRVSI DIVI F,


MÁTEI T I. CAESARIS
AVG. PRINCIPIS ET
CONSERVATORIS ET
DRVSI GERMANICI
Ge n i a l i s o r b is
MAECVS CORNELIVS PROCVLVS
PONTIFEX CAESARVM.

Á larcQ C o rn elio P ro c u lo P o n tific e de h s C ésares^ e r ig ió


-^347-^
e s ta e s ta tu a á L i v i a , h ija d e l D iv o DrusOy m a d r e de L tb e r io
C é sa r A u g u s to , p r ín c ip e y c o n se r v a d o r, y de D ru so G e rm á ­
n ic o , reg o cijo d e l m undo.

LIBERTATIS
SIGNVM CVM SVA BASI
C. FABÍVS C. F. QVIE.
FABIAHYS PECVNIA SVA
DD.
C ayo F a b io F a b ia n o , h ijo de C a y o ,d e la tr ib u Q u ir in a d e d ic é
á s u c o sta e s ta e s ta tu a de la L ib e r t a d A u g u s ta , con su b a sa ,

C. CAESAR CERM.
IMP. AVG. D. TI F .
DIVI AVG. N.
DIVI IVL. P . K.
TRIBVN. POT. II.
e o s . II. POIíT. M.
CORNELIVS BASSVS
POOTVF. CAESS.
B . S. P . DD.

C o rn elio F a s o , p o n tífic e de los C é s a r e s , p u so e s ta e s ta tu a


á su c o sta d C ayo C é sa r G erm á n ico (Caligula), e m p e ra d o r,
A u g u sto , h ijo d e l D iv o T ib e r i o , n ie to d e l D iv o A u g u s to , b iz ­
n ie to d el D ivo J u li o , p o n tífic e m á x im o , ejercien d o segu n da
v e z la tr ib u n ic ia p o te s ta d y el segundo con su lado.

IMP. CAESARI
VESPASIAKO AVG.
PONT. MAX.
TRIB. POT. Vim. IMP. X IIX .
eos. v m p p
L. PORTIVS SABELLIVS II. VIR.
PECVNIA SVA
D D 1)

Lucio Porcio Sábelioj duúnviro,por decreto de ¡os deeu-


fdones, dedicó esta estatua d su costa, al emperador César
Vespasiano Augusto, nueve veces tribuno de la plebe, diez y
ocho veces emperador, cónsul la octava vez,padre de la patria.
—348—

SES. p e d v c a e ív s s e x . f ,
HEEOPHILVS
IS l ET SERAPI
D D L . M,

S e x to P edu ceo S e r o p h i lo j h ijo de S e x to ^ de m u y huenu


vo lu n ta d p r e s e n tó este do n á la d io s a I s is y a l dio s S e r a p is ,

QVIJÍTIAE í». F. g a l l a e
ANTIK HOSPITALIS F .
P. QYINTIVS HOSPITALIS
D. S. P . D D ,

A Q u in ie la Gala^ H ija de P u M io , n a tu r a l de A n ti k a r tO jpu-^


so e s ta m e m o ria H o s p ita l su h ijo , P u b lio Q u in cio H o s p ita l
la dedicó o su c o sta .

M . AGRIPPA L . F , COS I I I =
FECIT.
IMP. CAES. SEPTIMIYS SEVERVS
PERTIN AX. ARABICVS P A R T H I=
CYS
PO N TIF.M A X . TRIB. POT. X I .—
eos.
III. PP. PROCOS. ET IMP. GÁESi
MAECYS, AYRELIVS ANTONINVS
PIYS. FELIX . AVG. TRIB. POT. V
COS, PROCOS. PANTHEYM
VETVSTATE COLLAPSYM CYM
OMNI CYLTV RESTíTVEBYNT.

H i z o e ste p a n te ó n M a r c o Á y H p tij tr e s veces c ó n s u l h i j o


de L u c io j y a rru in a d o ij á p o r s u a n tig ü e d a d j ¡o r e s titu y e r o n
con iodo su cullO j el em p e ra d o r C é sa r S e p tim io Severo^ p e r -
t i n a x j a r á b ic o jp á r tic o ip o n U f ic e jm á x im o ., ejercien d o la t r i ­
bu n icia p o te s ta d la u n d écim a v e z y la te r c e r a el consuladoj,
p a d r e de la p a tr ia ^ p r o c ó n s u C y e l em p e ra d o r C é s a r M a r c o
A u re lio A n to n in o ( C a r a e a la ), p>ioj fe liz¿ augusto^ despues de
h aber obten ido q u in ta v e z la tr ib u n ic ia p o te s ta d ^ la co n su la r
y p ro c o n su lari
— 349—

]í^es € a :s í a .
L a s sig u ie n te s lá p id a s, que adorn an la p uerta de lo s
G igan tes de Á n teq u era , fueron traíd as d el v a lle de A bda-
la x í z , d istan te dos leg u a s a l m ediodía de aq u ella ciudad,, sitio
de la antigua Ñ e s c a n ia , y q ue c o n se r v a aun sus r u in a s :

IH P . CAES A SI D IV 1 ÍÍE R =
VAE F .
INVICTO TRAIANO A V a . =
GEEM. DACICO
ARMENICO PONT. M AX. T E iB .’=
POT.
X U I IMP. V IP P . OPTUMO M A =
' . XVMO
QVE PRINCIPI NESCANIENSES
DS.

L o s n escá n ien ses d e d ic a ro n e s ta e s ta tu a a l in v ic to empe-^


r a d o r C é sa r T r a ja n o ^ h ijo d e l D iv o N e r v a , a u g u sto , g e r­
m á n ic o , d á eico , a r m é n ic o , p o n tífic e m á x im o , trib u n o de la
p le b e tr e c e v e c e s , y e m p e ra d o r s e i s ,p a d r e de la p a t r i a , ó p ti­
m o y m á x im o p r ín c ip e ,

POSTÜMIVS ASTRENSÍS
APOLLINI ET AESCVLAPIO
AVG. *DD,

D ed icó e ste m o n u m e n to P o s tu m io A s tr e n s e á los dioses


A p o lo y E s c u la p io a u g u sto s,

L.CALPVENIANO
NESC ANIENSI
TERENTIA
L . LIE. F. ET CORNELIA
TESTAMENTO PONI
IVSSIT. FABIA
L . F . FABVLLA
SOROR. ET HERES
DEDICAVIT.
M

A L u cio C a lp u rn ia n o j n a tu r a l d e N e s c a m a , e rig ió este


-3 5 0 —

m o n u m en to T e re n c ic ij h ija de L u c io L ib e r t o ; y C o rn e lia lo
m a n d ó p o r su te s ta m e n to ^ y lo dedicó F a b ia F a b u h j h ija de
L u c io j su h e rm a n a y h e re d e ra .

L , ANNAEO SENECAE
ÓB. BENEFICIA
NESCANiENSES
F. C.

L o s n esca n ien ses cu id a ro n d e e r ig ir e s ta e s ta tu a á L u cio


A n n eo S en eca^ p o r los beneficios que les h a b ía hecho.

CExNIO
BíVNICIPÍ NESCANÍENSIS
L . POSTYMIYS STILÍCO
NESCANIENSIS
SIGNYM AEREVM
PECYNIA SYA F.
EX. n s . cxD N. FIERI
EX SESCANIAE. IN FORO
PONI lYSSIT.
QYOD BONYM \ ”T
CONSYMÁRl POSSET
M. CORNELIYS KI6EE
NESC.
BE SYO IMPENSAS
OPERIS L . P , CYM
AL. BEDICAYIT.

L u c io P o s tu m io S t i l k o n , n a tu r a ld e N e sc a n ia ^ m a n d ó ha-^
c e r á su c o sta u n a e s ta tu a de bron ce d e l v a lo r de nueve m i l
se s te r c io s en h on or d e l gen io d e l m u n ic ip io n esc a n ie n se j y
que se co lo ca ra en la p la z a . P a r a cu m p lim ie n to d e e ste d o n ,
ded icó M a r c o N e g ro j, n a tu r a l de Ife sc a n iá ^ de su fo n d o los
g a s to s de la o b r a , e l lu g a r p ú b lic o y el a lt a r ju n ta m e n te .
— 351—

C. MARIO QVIR S C I P .=
NESGAN. F .
g r d o n e s c a n i e n s i s STATTAM
PONI 1VSSÍT CIV. DECREVIT.
FABIA SESTITVVA MATER
HONORE ACCEPTO
IMPENSAM REMISIT
EPVLO DATO DECVBION.
ET FILIIS EORVM NESCANIEN.
SINGVLIS X . BINOS CIVIBVS
ATQVE INCOLIS. ITEJS,
SERVIS s t a t i o n a r I s
SINGVLIS X S I5G V L 0S
DEDICAVIT.

E I a y u n ta m ie n to 6 c a lild o de N e sc a m a j, m a n d ó e r ig ir es=
t a e s ta tu a d C ayo M a r io de la tr ib u Q u irin a^ h ijo d e Sct-^
p io n N escá m en se: la c iu d a d la d e c re tó y F a b ia B e s ti tu t a j su
m a d r e j a cep ta n d o el h o n o r, p erd o n ó los g a s to s , dan do u n ban­
quete á los decu rion es y d los h ijo s d i e sto s n e sc a n ie n se sj d
los ciu dadan os y m o ra d o re s 4 ca d a uno dos r e a le s , y u n r e a l
4 ca d a u no de los sie rv o s e s ta c io n a r io s .

FONTI DIVINO ARAM


L. POSTHVMIVS SANVS
ET TVLIYS E X VOTO
D. PD.

L u c io P o s tu m io , re c o b ra d a SU s a lu d , y T u lio , ded ica ro n


p o r vo to u n a r a d la F u e n te D iv in a .

IliIJK ® .

STATVAM QVAM TESTAMENTO


SVO. C. FABIVS VIBIANVS IL V R ...
FIERI IV SSIT. VIBIAE LVCANAE
MATRI FABIA FIRMA HERES
DEDICAVIT.

L a e s ta tu a que p o r su te s ta m e n to m a n d ó h a cer C ayo F a ­


bio V ib ia n o , n a tu r a l de l l u r o , á su m a d re V ib ia L u c a n a , la
dedicó F a b ia F ir m a su h ered era .
— 3.52—

IMP, CAESARI. L . A V R E U O =
YERO
AVG. ARMEKIACO. T K I B . =
POTEST.
xmi. IMP. X. cos. ir. pbo=
cos
B IT I ANTOKINI F . DIV I
X E P O ... DIVI TRAIAJil PAR
PROX. p i T l KERTAB A B =
KEP.
RESPYB. I L Y ..,...S l ¥ a £
DECE. O ED IN iS. D .D .
STB CVM. Y I B Í ..............

L u Tepúblícü de los iluvenseB 6 de llu r o hi%o e s ia d e d ic a ­


ción d e e s ta tu a con d e c re to d e i órden de Jos decu rio n es a l em­
p e r a d o r C é s a r L u c io A u re lio V e ro j a u g u s to , ven cedor d e los
a r m e m o s , con Ia tr ib u n ic ia p o te s ta d c a to r c e , c a p itá n gene­
r a l diez], cón su l p o r la seg u n d a v e z y p r o c ó n s u l: h ijo d e l B ú
v o A n to n in o , n ie to d e l D iv o A d r ia n o , v iz n ie to d el D iv o T r a ­
j a n o , ven ced o r de los p a r t o s , y te r c e r n ie to d e l D iv o N e r v a ,
h abien do te n id o el cargo de la d e d ica c ió n u n ta l V ib io ,

I M P . D O M IT I AXO -
CAESAEÍ
A Y O. G E i l S f S I C O
L. MY.NIYS. QVIR. '
AYRELIAKYS
T I. coa........ .

n . v í a . GO NSTITV TI
D . S. P . D . D .

D e d ica ció n a l em p e ra d o r C é s a r D o m ic ia n o A u g u s to , g e r­
m á n ic o , que le h iz o L u c io M u n io A u r e lia n o , de la tr ib u Q u i­
r i n a , y falta hasta d u ú n v iro s c o n s titu id o s , los que h iciero n
e s ta d ed ic a c ió n que p u sie ro n con su d in e r o .

L . FA B IO . M . F .
G A L E R . SE PT IM IK O
EILO M . PR A E F. YRB.
C. V . eos. II.
M, Y IB L T S. M A TERÍÍY S
I L V u E K S i S A . MILICIÍS
C A N D ID A T Y S . E I Y S

M a r c o V tb io M a tern o ^ n a tu r a l de ll u r o , soldado c a n d id a -
-3 5 3 --
io de la milieia, ( ó iegioa) de Lucio Septimino Cüon, hijo de
MarcOjde la tribu Galeriüj prefecto de la ciudadj, varón cla^-
risüno ó consular y cónsul por la segunda vez.

MAIiA€A,
IK P. CAES.
L . SE P T . SEVERO.
PIO. PERTINACI. AÜG,
P A R T E . ARAR. ADIAR.
PACATORI. ORBISi
E T . FUNDATORI. IM P, ROM.
IN . EIV S. HONOREM.
R ESP. MALACIT.
. TEMPLUM. MARTI.
D. D.

A le m p e r a d o r C é sa r L u c io S é p tim o S e v e r o j p ió j p e r ti n a x j,
a u gu sto^ pártico^ a r á b ig o , a d ia b é n ic o , p a c ific a d o r d e l m u n do
y fu n d a d o r d e l im p e rio r o m a n o , la re p ú b lic a d e M á la g a d e ­
d ic ó u n te m p lo á M a r t e , en h on or de dich o p r in c ip e ,

SS, IM P. DIOCLEC. E T . MAXIM. AUG


P . M. P A T. PAT, P B . NOYAM.
SUPERSTITIONEM. PURGATAM.
SVB. ARAM, D IT IS. P A T . ORDO. MALAC.
D. S. P .

E l ó r d m de M á la g a c o ste ó , ó h iz o á su c o s ta , m sa crificio
en e l a r a d e l d io s P lu t o n , 6 de la s r iq u e z a s , en h o n o r de los
sa g r a d o s ó s a n tís im o s em peradores D io clec ia n o y M axim i-^
n o , a u g u sto s, p o n tific e s m á x im o s y p a d r e s de la p a t r i a , p o r
h a b e r lim p ia d o la ciu d a d de la n u e v a su p e r stic ió n .

M. ÁYRÉLIVS. AN
TONIiVVS. P IV S . MAX. AY
GVSTYS. PA R T E , MAX. BRIT.
MAX. PONT. MAX. TBIB.
POT. XVII. IMP. im. eos.
V III. RESTITVIT.

M a r c o A u r e lio A n to n in o , p i o , m á x im o , a u g u sto , g r a n
ven ced o r d e los p a r t h o s , y de Jos b r ita n o s ó in g le se s, p o n tífi­
ce m á x im o , ado rn a d o d ie z y s ie te veces con la tr ib u n ic ia p o ­
te s t a d , c u a tro veces c a p itá n g e n e ra l, y ocho có n su l, el cu a l
r e s titu y ó e ste c a m in o .
—354—
L . V A L E B IO . L . F . Q T IR . PROCVLO
P B A E F , COHORT, I I I l . TRACHYM
STRIACAE. l I I I . LEGION
V I I . C L A V D IiE . P . I.
P R A E F . C LAS SI S. A L E X A N D R IN
E T . POTASIO. P Y L A C I A I . PROC
A V G . A L P I V N . MARITVSIAR
D E L E C T A T O R . AVG. PROCVR
PRO VINO. V L T E R I S . H I S P A N
B A E T I C . , . . . , ? R 0 C . PROVINC. CÁP
P A D O C I A E , PROC. PROVIN CÍAE
A S I A E . PROC. PROVISCIARVM, BIV SI

.,.,..111. R. p,
MALACIT. fatro no
D. D,

L a re p ú b lic a de ¡os in a la c ita n g s j p o r d e c re to de los deeu-^


riones^ p u so e s ta m e m o ria a s u p a ir o ito ^ u c io T^alerio P r o ’^
culoy h ijo de L u c to j, d e la tr ib u (Juirvn a ^ el cu a l f v é p r e f e c to
de la co h o rte I V d e los soldados tro c h o s ó d e T r a e i a , de la
S y ria c a ^ y de otra de que solo se liaüan estes tres letrastbi:
de la legión V J L lla m a d a C la u d ia : tal vez presidente de Ita­
lia , que puede leerse en estas dos siglas; p. i. d pice invictes^
p r e f e c to de la a rm a d a de A le ja n d ric ij de la de P o la m o , de la
P y ia c ia : p r o c u r a d o r a u g u s td l ( ó por Augusto), de los A lp e s
m a r í t i m o s : d ele c ta d o r a u g u sta l {ó que de orden del empera­
dor escogía los mejores soldados para la guerra): p r o c u r a ­
d o r de la p r o v in c i a u lte r io r de la E s p a ñ a B é li c a • p r o c u r a ­
d o r de la p r o v in c ia de C a p a d o c ia : p ro c u r a d o r de la p r o v in c ia
de A s i a , y p ro c u r a d o r de las tr e s p r o v in c ia s de A u g u sto (ó
sujetas á él, que por faltar las letras no sabemos sus nombres).
I . PO M P O N I. F O R T V N A T V S . SI'BI, E T . M A LA
C IT. S V I S . P O S T E R I S Q . EÓ R Y M . E T . M .
ACVLIO. F I L I O . O P T I M . . . . . E 1 V S F I
L I I S . P O ST E R ISQ . E OE VM , GYM
NATIVM. E E S T lT V iT

^Junio^ ó L u c io P o m p o n io F o r tu n a to , r e s titu y ó , 6 reedifi­


co el a n tig u o g y m n a s io que h a b ía en esta ciu dad p a r a r e c r e a ­
ción s u y a , d e su s p a isa n o s^ p r e s e n te s y fu tu r o s , y señ a la d a ­
m e n te p a r a su m e jo r hijo^ M a r c o Á c u ilio y p a r a sus hijos y
d e sc e n d ie n te s.
—355—
D. M.
P . CLODIVS. ATHENIO
NEGOTIAS. SALSARIVS. Q.
CORPORIS. KEGOTIANTIVM. MALA
CITANORTM. ET. SCANTIA. SYCCESSA
CONIVX. E ÍT S . Y ÍY I. FECERVNT. SIBI
ET . L IBE R IS. SVÍS. ET . LIBERTIS. LIBERTA
BYSQYE. SYIS. POSTERISQYE. EOEYM
IN . FRONTE, P . X III. IN . AGRO. P . X II.

Esta inscrlpeion sepulcral, aunque existente en Roma,


pertenece á Málaga, y como tal la copian Florez en esta cíu?
dad, tomo 12 de su E> S. pág. 284, y novísimamente Masdeu,
tomo 6, pág. 180 y 81, aunque el scantia lo pone con s
SCANSIA, y ambos la tomaron de Grutero que la trae pág.
647. núm. 1 como existente en Roma en el campo de Flora.
Por el contenido de ella sabemos de una compañía que ha=
bia en Roma de comerciantes españoles malagueños, que
negociaban en salsanientos, que Publio Clodio Athenio, que
comerciaba en todo género de pescado salado, era cuestor
quinquenal de dicha compañía ( que tendría tal ygz por cinco
años el cargo de la caja y de cobrador ). Este tal negociante
Glodio y su mujer Scancia Succesa, hicieron en vida en Ro­
ma para sí, para sus hijos, libertos y libertas, y para todos
sus descendientes un sepulcro común, que tenia de frente
(esto es, por la parte que miraba directamente al camino)
13 piés de largo, y hacia el campo 12.
El citado Masdeu atribuye á solo el marido la fábrica del
sepulcro; pero la inscripción clama por los dos, que nom­
brados en la lápida, prosigue en [A iitú m v i fe c e r u n t.

liACCIFff®*

F O R T V N ^ . AYG. SACRUM
C. MARCIVS. DECEMBER. OB
HONOREM. SEVIRATVS. SVI
E X . XDCCL. EEM ISSÍS. SIBI
A B . ORDINE. X . D .
D E. SVA. PECVNIA
D. D,

mo
-3 5 6 —
D ecem b er en hon or de su se v ira íO f de los d in e ro s que le h ábia
p e rd o n a d o dich o cabildo. H i z o la d ed ica c ió n con su dinero^ 6
con d e c re to de los d ecu rion es.

AHATI§FI.
IM P.
CAESARI. DIVI
TRAIANI. PARTHICI. F.
DIVI. NERVAE. NEPOTI
TRAIANO. HADRIANO
AVG. PONTIFICI. MAX
TRIB. POTEST.... II. COS. III. P. P.
RESP. ARATISPITANA “
P. D.

L a re p ú b lic a de A r a t i s p i h iz o e s ta dedicación:, p o r d ecreto


d e los decu rio n es, a l e m p e ra d o r C é sa r T r a ja n o A d r ia n o , h ijo
d e l D iv o T r a ja n o , p á r tie o , n ie to d e l D iv o N e r v a , a u g u sto ,
p o n tífic e m á x im o , p a d r e d e la p a t r i a , en la tr ib u n ic ia p o te s ­
ta d ( segunda) y en su te r c e r con su lado.

IMP. (C.4ESARI, BIVI, NERVAE F.

DIVO. TRAIANO. OPTVMO '

AVG. GERM. DACICO. PARTHICO

PONTIF. MAX. TRIB, POTIÍST. XXI IMP

X III. e o s . VI. PATRI PATRIAE. OPTVMO

MAXVMO. QVE. PRINCIPI, CON

SERVATORI. GENERIS. HVNANI

RESPVELICA. ARATISPITANORVM

DECREVIT. DIVO. DEDICAVIT

La repúblicadeAratispi, levantó al Divo emperador Cé­


sar Trajmo, óptimo, augusto, hijo del DivoNerva, ger-
-3 5 7 -
m á n ic o , d á c ic o , f á r t i c o , fo n ii^ c e m á x i m o , condecorado
con la tr ib u n ic ia p o te s ín d 2í v e z , a clam ado e m p era d o r í o ,
cón su l Q, p a d r e de la p a t r i a , ó p tim o y m á x im o , p r i n c ip e , y
co n serva d o r d e l gén ero humano^

AmOTIIA.
LICINIANO. IVNIO... ........ .
L ........... COR..
M EALIA. L . . . IV N I. LICINIANI
PA TER ___ T S . AMICO
M IR. ST A T V A M ... L O C O ... aS ....
BISS. ORBINE. ARVNDENSI
CIRCENS. LVO
. . . . . . . . . TVS. D . D .

A u n L ic in ia n o J u n io , ó á u n a m ig o s u y o , h abien do s e ñ a -
lado e l s i ti o e l e sp len d id isim o o rd e n d e A r u n d a , y celebrado
tos ju e g o s c ircen ses en la dedicación^

L . IT N IO . L . F . QVR
' IVNIANO. I I . YR I I .
O V l. TESTAMENTO SVO CAVERAT SEPVLCRVM SIBI
F IE R l AD X OS CCET VOLVNTATI FATEO Nl CVM OB
TEMPERATVRVS ESSET L. IVNIVS AVCILNIVS LIB
ET H ^ R E S EIYS PETITVS AB ORDINE ARVND
VT POTIYS STATVAS TAM LVGY A A F F ( q u íz á JFGf )
QYAM
FT ^ lY S CALLI IN FORO PONERET Q Y A M F J S
SVMPTV MAIORI AD&RAVARE T F R
J D R y i T i m E i IV NI NECESSAEIVM
R E C F R J O N E S ARVNTINI ORDINIS O B S E R F J R I
JT J FOLFERE.

D ed ica ció n de e s ta tu a hech a á L u cio J u n io J u n id n o , h ijo


dé L u c io , de la tr ib u Q u ir i n a , d u ú n v iro p o r la seg u n d a v e z ;
qu ien p o r su te s ta m e n to h a b ia m a n d a d o se h h ic ie ra un se­
p u lc ro en que se g a s ta s e n h a s ta 1200 d e n a r io s ; y querien do
L u c io J u n io A u c ü n io ,ó A m i l n o , su lib e rto y h e re d e r o , cum ­
p l i r su v o lu n ta d , p r o p u s o , y p id ió a l o rden ó cabildo d e
A r u n d a , que e r a m e jo r se le p u sie se n dos e s t a tu a s ; u n a en
-3 5 8 —
e l bosque de los A u g u s to s j y o tr a en ¡ a p l a z a d e l C a llo (que
padeceefa lugar suyo) aunque en esto fu ese m a y o r e l g a stO j
p o r e s ta r y s e r esto m a s d ecen te á la a u to r id a d , buena cuen­
t a y ra z ó n que h a b ía dado J u n io en su s em pleos , y a s i se de­
c r e tó p o r los decu rion es a ru n tin o s_ , ó d e Á r u n d a .

L . FABIO. GAL. CAESIAÑO


I I . VIR. FLAMINI. PERPETYO
M, M. BARRESVLANI
FA BIA . C. F IL . FABIANA
E T . FVLVIA. SEX. F IL .
HONORATA. HEREDES
E X . TESTAMENTO. EIYS
EPÜL. DA T, POSVERVNT

F a h a F a b m n a , h ija de C a y o , y F u k i a H o n o r a t a , h tjá
d e ¿ i e x l o , s m h ered era s , p o r su te s t a m e n t o , p u sie ro n e s ta
m e m o r ia , o e s t a tu a , habiendo hecho un c o m i té á L u cio F a ­
rno L e s ta ñ o , de la tr ib u G a lé r i a , d u ú n e ir y ñ a m e n . 6 s a ­
c e rd o te p e r p e tu o d el g ra n d e m u n ic ip io d e B a r b é s u la .
-3 5 9 —

CA^TIMA.
IV N IA . D . F . EYSTICA
SACERDOS. P E RPÉTYA. E T . P lllM -4
IN . MYNICIPIO. CARTAMITÁN.
PORTICYS. P V B L ie . YETYSTATE
CORRVPTAS. REFECIT. SOLEYM
BALNEI. DEDIT. VECTIGALIA
PVBÍJG A. YINDTCAYIT. S l G N .....^
AEREVM . SIARTtS. IN F O R O . POSVIT
PORTICYS. AD . B A L N E V ..... SOLO. SVO.
CYM. PISC INA . E T . SIGNO, CVPIDlNIS
EPVLO» DATO. SPECTACYLIS. EDITIS
D . P . S. D . D . STATVAS. S IB I. E T . C. FABIO
IVNIANO . F , SYO. AB. ORDINE. CARTAMI
TANORYM. DECRETAS
REB3ISSA, IMPENSA
AV IA E. STATVAM
\

I T . C. FA BIO . FABIANO. Y IRO . SYO


D . P . S. F . D .

J u n ia R m tic a j, h ija de D e c io j s a c e r d o tis a p e rp etu U j y


ta m b ié n p r im e r a y p r in c ip a l en e l m u n ic ip io C a r la m ita n o j
la c u a l re p a r ó los p ó r lic o s j ó lon jas ¡nlblicas de la ciu dad que
con la veje^ e sta b a n r u in o s a s : d ió s o la r p a r a que se h iciese
u n bañ o : g a s tó u n a su m a de d in e ro p a r a e x im ir de a lc a b a la s
á los c iu d a d a n o sf y que qu edasen lib res la s r e n ta s p ú b lic a s
de los p r o p io s : a dorn ó la p l a z a con u n a im a g e n de bron ce d e l
d io s M a r l e \ h iz o á su s e x p e n sa s en te r re n o su yo unos b a ñ o s
p ú b lic o s ó ju n to a l baño un e sta n q u e de p e c e s don de p u s o u n a
e s ta tu a d e ld io s Cupido^ H i z o un b a n q u e te j fie s ta s y reg o cijo s
p ú b lic o s j y con su d in e ro e rig ió dos e sla lu a sj, u n a p a r a s i y
o tr a p a r a su h ijo. C ayo F a b io J u n ia n o ^ las que fu e r o n decre­
ta d a s p o r el ó rd en ó a y u n ta m ie n to dé los c a r ta m ita n o s ; p e r o
e lla no c o n sin tió que e l pueblo g a s ta s e n a d a , a c e p ta n d o e l ho­
n o r que le h a b ía n h ech o , las que se p u sie ro n á su c o s t a : y á
m a s de e sto , h iz o p o n e r con su d in e ro o tr a s dos e s ta tu a s , u n a
d s u a b u e la , y o tr a á su m a r id o C a yo F a c ió F a v ia n o .
- 3G0—

Y IBÍA E L. F.
TüRRINAE
SACERBOT. PERPETYAE
ORDO. CARTAMITANES
STATVAM. PG:NEKDAM
DECREVIT
QVAE. HOMORE. ACCEPTO
IMPENSAM. EEMISSIT

D e d ic a c ió n de e s ta tu a que el ó rd e n c a r ta m ita n o d e e re tó se
le p u sie se á V ib ia T u rrin a ^ h ija d e L u cio ^ s a c e r d o tis a p e r ­
p e tu a en d ic h a c iu d a d , la que h abien do a c e p ta d o e l honor^ hi->
%o ú su c o sta to do e l g a sto .

M ARTÍ. Aü&
t. PORTÍVS.
QVIR. VICTOR
CARTIMITAN
TESTAMENTO
PO N I, iVSSÍT
ÍRVIC. DONO
HERES X X . NON
DED VXIT. EPVEO
D . D,

L u c io P o r c io V ic to r ^de la tr ib u Q u ir in a j n a tu r a l d e C a r -
tirnUp m a n d ó en s u te s ta m e n to se e rig ie se e s ta e s ta tu a á M a r ­
te A u g u sto . E l h ered ero no sacó la v ig é s im a d e la h eren cia
y celebró l a ded ica c ió n con u n b an qu ete.

...... . . . v e NERI. AVG


......... -RVSTICANA
r
Ül£-^L CARTIMITANA. TESTA
_ . r- m e n ü O . PONI. IVSSIT
■■iT'i'r. ■rru i" ...AmIG. dono. HÉR. XX.
r-ir; ' i''JTfc'- ...wON. DEDVXERVNT.
i '. tEPTjp
D. D. D.
....... .R usticana^, n a tu r a l d e C a r ti m a j m a n d ó p o r su te s ­
ta m e n to se le p u s ie s e u n a e s ta tu a á V enus A u g u s ta í p e r o sus
h erederos no sa ca ro n la v e in te n a d e l cau dal p a r a cos te a r la .
—361=:
' M. DECIMIO. QVIR. PROCYLO
PONTIFICI. PERPETVO^
ORDO. GARTIMITANVS
STATYAM. PONENDAM
decreyit
OYL HONORE- ACCEPTO
IMPENSAM. REMISSIT
E l cabildo de C a r tim a d e c re tó $e le p u sie se u na e s ta tu a á
M a r e o D ecim io P ro c u lo de la tr ib u Q u ir in a que e ra su p o n ­
tifice p e rp e tu o j p e r o é lj h abien do a c e p ta d o el h on or que se le
haciU j la costeó de su cau dal.

m u n í d A .

lYL. NEMESIAS. NOMENTANms


: VICE. M. AYREL. IMP. SACRA "^
BETICAM. GVBERNaMs
PRAETORIAM. IN. ARRE. MANDA
QAO. PATRSS. ET. POPaZws
OB. REMPkíI«co«i. RITE. ADMINISTm«d'o»í
CONAENíomí
Fieri. MANDaü^í.
J u lio N e m e sio N o m e n ta n o , g o b e rn a d o r de la B é lic a ^ d
n o m b re d e l em p era d o r M a r c o A u relio^ m a n d ó h a c e r en la
ciu dad de M u n d a u n p r e to r io ó c a sa d e a y u n ta m ie n to ^ d o n ­
d e se ju n ta s e n los p a d r e s y p u eblo p a r a la r e c ta a d m in is tr a ­
ción y gobiern o de la re p ú b lic a .
iMP. CAESAR
D. NERAAE. TRAIANI. F.
NERAA1> NEPOS
HADRIANAS. TRAIANAS. AAG
DACICAS. MAXIMAS
BRITANICAS. MAXIMAS
GERMANICA?. MAXIMAS
PONTIFEX. MAXIMAS
TRIE. POTEST. II. COS. ii. P. P.
PRAETORQAAM QAOD
PROAINCIIS. REMISIT
DECIES. NONIES. CENTENA. AIILLIA. N
SIBI. DEBITA
A. MANDA. ET. FLAAIO. SIGILA
AD. GARTIMAM. ASQAE
XX. M. P.
P. S. RESTITAIT
E l em p era d o r C é s a r H a d r ia n o T r a ja n o , a n g u sto ;,h ijo del
Temo I 24
—362—
D iv o N e r v a T r a ja n o y n ie to d e N e r v ü j dácico m á x im o ^ b r i­
tá n ic o m áxim o^ g e rm á n ic o m á x im o ^ pontífice m á x im o , ador--
n ado dos veces con la tr ib u n ic ia p o te s ta d y dos con la consu­
la r ^ p a d r e d é l a p a tr io j, á m a s d e l u n m illó n y n o vecie n to s
m i l se s te rc io s que le d eb ía n las p ro v in c ia s de E s p a ñ a y se los
h a b ía p e rd o n a d o , re n o v ó á su s p r o p ia s ex p en sa s v e in te m i l
p a s o s é m illa s d e l c a m in o d e l rio S igila^ y M u n d a h a s ta
C a r tim a .

SCEKi.
NEPTVNO. AVG
SÁCflVM.
L. IVNIVS. PVTEOLANVS
VL V m . AVGVSTALIS
IN. MVNICIPIO. SVELITANO
D. D. PRIMVS. ET. PERPETW S
OMNIBVS. HONORIRVS OVOS
LIBERTINI. GERERE
POTVERVNT
HONORATVS. EPVLO. DATO
D. S. P . D. D.

L u c io J u n io P u te o la n o , a u g u s ta l el p r im e r o y p e r p e tu o en
d m u n ip io S u e lita n o , h abien do ten id o to d o s los h on ores que
p u ed en te n e r los U b e rü a n o s, p o r d e c re to de los decu rion es
dedicó é h iz o con su d in e ro e s ta e s ta tu a á N e p tu n o A u g u sto
h a b k iú o celebrado la ded ica c ió n con u n c o n v ite .
DESCUBRIMIENTOS EN SIERRA ELVIRA (1 ).

Al contemplar el hermoso cuadro que presenta la vega de


Granada, llaman la atención desde luego sus alamedas y so­
tos , su verdor casi permanente y el esmerado cultivo de to­
da su llanura. Sobresalen en medio de ella y forman singular
constrasíe con su lujosa vegetación , las colinas de sierra El­
vira , siempre áridas, siempre rebeldes al cultivo, y en cuyo
ingrato suelo ni se crian flores, ni dora mieses el estío, ni
maduran frutas para el sustento y regalo de los habitantes de
estas comarcas. Aun es mas: la nieve, que en la estación de
invierno cobija las cumbres inmediatas y cubre á veces la
superficie de la -vega, nunca blanquea la de sierr?i Elvi­
ra , que liquida los copos apenas caen. La causa de este
fenómeno está bien ostensible. La sierra de Elvira presenta
todos los indicios de su origen volcánico. Las piritas de hier­
ro , cobre y azufre que se ven esparcidas por su suelo, las
moles de cascajo, con que se encuentran rellenas sus cavida­
des , y sobre todo las aguas templadas brotando por un inson­
dable boquerón, donde toman batios en la estación oportuna
algunas personas que no pueden menos de concebir recelos y
pavor al penetrar en aquel subterráneo y espantosa caverna,

(1) Este tratado fue publicado en mayo del año pasado de 1842,
eu el periódico Za Alhambra y en la Revista de España y del ex­
tranjero. Aunque se consignan en él algunos hechos pertenecientes
á la historia árabe, ha sido necesario anticiparlos, para esclarecer
las antigüedades de Granada í él mismo puede servir de preliminar
para cemprendér el capítulo relativo al cristianismo, en el cual he­
mos hablado de la posición de lUiberi,
Nuestras opiniones fueron amargamente criticadas por dos herma­
nos aficionados a antigüedades, los cuales copiaron con muy pocas
variantes á Pediasa, y no dijeron cosa cueva.
-3 6 4 -
revelan la existencia de un foco que en tiempos remctos ha
ocasionado estragos y que no se encuentra extinguido aun.
Los terremotos que afligen á las comarcas de Granada, y por
los que perdió ésta la yentaja de ser corte de Carlos Y y de
los monarcas sucesores, son mas yiolentos en la circunferen­
cia de sierra Elvira, y van perdiendo su fuerza é intensidad
á proporción de la distancia adonde se extienden sus funestos
sacudimientos. Jóvenes nosotros, no pudimos ser testigos de
los temblores que en esta sierra se experimentaron á princi­
pios del siglo actual, pero hemos oido referir la consternación
y asombro de los labriegos y aldeanos de la vega que pronos­
ticaban, encomendándose á Í)íos, el riesgo del terremoto lue­
go que oían un estruendo sordo hácia la sierra Elvira, y yeian
á ésta, en la oscuridad de la noche, despedir fogatas sulfúreas
parecidas al relámpago. Los sencillos labradores, incapaces
de presumir que aquella lumbre era el asomo de un fuego sub­
terráneo qne encendido bajo sus plantas amenazaba sepultar­
los instantáneamente en un lago de betún encendido, huían
de sus hogares convertidos en ruinas, y se creían seguros
cuando estaban en despoblado. Posteriormente se han repe­
tido tan calamitosas escenas, aunque no de una manera tan
funesta y lamentable como en el año de 1804. Todos los habi­
tantes délos contornos granadinos saben por experiencia, que
es raro el año en que terremotos mas ó menos violentos de­
jan de recordar la funesta proximidad de un foco temible.
Tiempo ha notable la sierra Elvira por sus baños y por su
peligrosa influencia, lo será mas y mas desde hoy por un des­
cubrimiento que interesa vivamente á los arqueólogos y eru­
ditos , y del que nos apresuramos á dar cuenta. En su vertien­
te meridional, á distancia de medio cuarto de legua del pue­
blo de Atarfe, en un paraje agreste cercado á manera de
anfiteatro por una línea de rocas áridas, cuyo aspecto re­
cuerda el yermo de los dos piadosos solitarios que un artista
español ha pintado en un acceso de melancolía ( 1 ), se han
descubierto un vasto cementerio romano, un acueducto
antiquísimo y otros vestigios de población. Exceden de 200
las sepulturas que en muy pocos dias se han abierto ; se en­
cuentran en ellas esqueletos íntegros, cuyas descarnadas ma­
nos se ven adornadas con los anillos signatorios de los caba­
lleros romanos: aSgunos cooservaij en ia boca las monedas

(1) Hacemos referencia al cuadro que representa á S. Antonio


AbadyáS. Pablo primer Ermitas ^ que podrán recordar los que
hayan yisitado el museo de Madrid; está colocado en la primera
sala de escuela Española , junto á iin rincón de la izquierda con­
forme se entra.
—365—
t-oinaaas v casi todos la áafora sepulcra! eu la cabecera. Unos
tienen brazaletes ricos de oro y de plata, cuentas de ámbar
y de cristal, pendientes de plata con ransirnos adornos;
otros, restos de armaoura y piezas desconocidas , figuras
de cuadrúpedos y antiguallas y menudencias cuyo uso no
adhinamos hoy. i-j i ir
Este descubrimiento se debe á una casualidad. Lomo el lu­
ror minero ha excitado la codicia de toda clase de personas, y
mayormente la de los pobres que sueñan por aquí con los te­
soros de L a s t m l y u n a n och esf á io ocasión á Tarios jornde-
ros de Atarle, que hallándose sin trabajo en la cruda esta­
ción que acabamos de sufrir, resolvieron salir por aquellos
campos á buscar tesoros. Las tradiciones populares de este
país han halagado siempre las esperanzas del vulgo, creído
(y con algún fundamento) que los moros dejaron escondidos,
al emigrar, sus dineros y efectos preciosos. Desde luego se
dirigieron hácia la próxima sierra, en donde se encuentran
torreones, cimientes de casas , cisternas y otras ruinas. De-
terraÍDaroo hacer excavaciones háela la parte meridional en
el pago que conserva el nombre arabe de M aT u gan ^ en tier­
ras propias delSr. D. Gonzalo Enriquez de Luna, y a poca
profundidad oyen sonar en hueco los golpes de la azada. Vi­
vamente estimulados aquellos inféliees, redoblan su trabajo,
desenvuelven la tierra y encuentran una gran losa sostenida
por otras dos colaterales. Bendiciendo la buena estrella que
les había guiado á aquel paraje, donde ellos veian ya las arcas
de algún príncipe moro atestadas de riquezas, la levantan.
Calcúlese cuáles serían su admiración y extrañeza , al ebn-
templar, en vez de reluciente oro, la descarnada armazón de
un esqueleto humano, que al lado del cráneo tenia una ánfo- •
ra , y en la falange de un dedo un anillo enmohecido.
No desalentados con tan singular hallazgo los del tesoro,
y calculando que no estada sola aquella sepultura, siguen ca-
vando á derecha é izquierda, y por ambos lados en linea
recta descubren nuevos sepulcros. Mas no quedaron del todo
defraudadas las esperanzas qne en un principio concibieron.
En un esqueleto encuentran, además del anillo, unos aretes
de oro, que fueron vendidos á D. N. Sancho, platero de esta
ciudad, en 14 duros. Estehuen resultado les animó doble­
mente 5 y emprendidos con ardor los trabajos, en pocos dias
van descubiertos mas de 200 sepulcros, y un acueducto que
varios particulares de Átarfe han mandado desenterrar en
mayor extensión.
La noticia de estos descubrimientos, picó la curiosidad de
algunos individuos del liceo, quienes, con su Junta de Go­
bierno, acordaron examinarlos , y tener un día de esparci­
miento en el ameno campo de Granada. Nosotros , que he­
mos sido de este número, podemos afirmar la exactitud de
—366—
ias antigüedades descubiertas, habiendo comprado á los tra­
bajadores con los demás compañeros, diversos brazaleles,
ánforas, anillos, cuentas de ámbar y de cristal, monedas con
caracteres ininteligibles, que deberán presentarse en la pri­
mera exposición del liceo. A presencia nuestra se abrieron
varios sepulcros, y alzada la losa de uno de ellos, contem­
plamos la armazón completa de un cadáver, cuya ánfora y
anillo tuvo la curiosidad uno de los concurrentes de extraer
con su mano de la misma huesa. Los esqueletos, apenas se
tocan se deshacen, y los huesos se pulverizan con facilidad.
Tristes emociones embargaban el ánimo, al mirar esparcidas
al viento aquellas cenizas que han reposado en paz durante
tantos siglos, y despreciados los únicos restos de hombres
que tal vez ha Í5G0 años contemplaron el mismo sol que
en aquellos momentos nos alumbraba, las mismas montañas
que nos cercaban y el hermoso paisaje que á corta distancia
se ofrecía á nuestra vista. ¡Quién sabe, decíamos, si nues­
tros huesos al cabo de siglos , blanquearán como estos en la
superficie de la tierra, y serán un objeto de curiosidad para
futuras generaciones i
Ya que referimos los pormenores de tan raro descubri­
miento, nos parece oportuno dar razón de ios motivos que
nos hacen presumir su remota antigüedad, y esclarecer una
cuestión de geografía antigua relativa á este país. Creemos
evidentemente que este cementerio debió pertenecer á la cé­
lebre ciudad de Illib eri^ situada ál poniente 'de Atarfe, en el
descenso meridional dé la sierra, término é inmediaciones del
cortijo llamado de las Monjas. Los descubrimientos hechos
en breves dias y los que contÍDÚan sin iotérrupcion, la abun­
dancia de las alhajas encontradas revelan la proximidad de
una ciudad populosa y opulenta. Tres celebérrimas, según
Plinio (1), existían en las inmediaciones de la sierra: I h r c o ,
lU ip u la é I llib e r i. La primera estaba situada á dos leguas de
distancia en el camino que media entre Pinos é libra. La po­
sición de la segunda es incierta; unos la colocan hácia Pulía-
nas y otros hacía el Padul; y la tercera se designa por los
anticuarios mas acreditados, cabalmente en el paraje que
hemos indicado, sosteniendo oíros, que estuvo en la Alca­
zaba de Granada. La autoridad de los geógrafos antiguos es
Ineficaz para decidir esta última cuestión. Plinio nombra á
I llib e r i como ana de las varias ciudades notables situadas en­
tre el Betis y el Mediterráneo, y se limita á decir que sus
moradores se llamaban U berinos ¡ I llib e r i quod lih e rin i. Nos-

(t) Hist natur., Ub, 3; cap. 1,


-.3 6 7 —
tstros entendeoios por esta calificación que era la uapital ó ca­
beza de partido de las muchas aldeas y alquerías que pobla­
ban sus fértiles contornos. Tolomeo (1 ) hace referencia de
I llib e r i colocándola bajo los grados de longitud y latitud que
corresponden á la posición de la sierra Elvira. Las grandes
vias militares que el itinerario de Antonino marca hacia este
país , Yque tan convenientes son para esclarecer la geografía
y la historia, distan de Illib eri^ á pesar de que en el Sotp de
Roma se han descubierto trozos de un camino romano. El
nombre de I llib e r i aparece modificado ea los códices del con­
cilio celebrado en esta ciudad á principios del siglo I V , eon la
variación de I llib e r i en E lib e r i; y por los cánones 3|i y 35
relativos á ciertas ceremonias en el cementerio, conocemos
la importancia que los cristianos de los primeros siglos da­
ban á este lugar sagrado , y el esmero con que conservaban
los paganos las sepulturas de que son muestra las que hoy
acaban de encontrarse. De E K b e r i firman varios obispos en
el concilio de Toledo, y aquel nombre adoptado definitiva­
mente en tiempo de los godos, fué corrompido por los árabes
en el de E lv i r a con que aparece en sus historiadores y geó­
grafos. Estos, á nuestro modo de ver, presentan iestimooios
irrecusables de que I llib e r i ( Elvira ) era distinta población
de Granada , cuyo origen es enteramente árabe , aunque
engrandecida y hermoseada con los vecinos monumentos de
aquella insigne ciudad. *,
Hundido el trono de D. Rodrigo en las orillas del Guadale-
te, Tarif dividió su ejército en tres cuerpos, y encargó el
mando del segundo, que invadió estas comarcas, á uno de
sus lugartenientes llamado Zaide Ben Kezadi. Este halló al­
guna resistencia en Eeija, pero rendida luego, siguieron su
ejemplo las ciudades de Málaga y Elvira (2). En esta ocasión
no se hace referencia de Granada. Reforzadas al poco tiempo>
las huestes agarenas con la venida de Muza, el jóven Adde-
lazis, hijo suyo, avanzó hasta Murcia, y de retorno entró en
Bazta ( Baza), y en Aeti, ( Guadix), y en Jayen ( Jaén), y
en Elvira y en Garriata que tenían los judíos (3). Sabido es,
cuán poderosamente sirvió á la política de los árabes la aver­
sión que habían concebido los judíos contra los cristianos, por
las humillaciones y desprecio con que siempre éstos los ha­
bían tratado, y la confianza que de aquella desdichada raza
hicieron los conquistadores, entregándoles la custodia de las

(1) Lib.2, cap. 4.


(2) Conde, J)om. délos Arab,^ parte i, cap. 11,
(3) Obra citada, cap. 15 : véase la Historia de las dinastías ara^
bes qae el Sr. Gayaogos acaba de publicar en inglés. ;
^368—
fortalezas que no bastaban á ocupar sus escasas tropas. Esta
narración de Eltira y Garnata indica ya dos poblaciones di­
versas.
En la división de territorio y arreglo de provincias que hi­
zo Jusuf el Feheri á mediados del siglo Vlií, se nombra á El­
vira como lina de las ciudades importantes de Andalucía, sin
hacer referencia de Garnata. El mismo Jusuf, durante la
guerra que con tanta bizarría sostuvo contra el grande Ad-
derrahamen fundador del trono de Córdoba, ocupó á Elvira;
y convenio celebrado con el príncipe Ommlda en el
año 7Ó6, le entregó dicha ciudad y las nuevas fortificacio­
nes que había en Granada. Ya se designan ambas poblacio­
nes clara y terminantemente: á Elvira como ciudad abierta
y á Granada como fortaleza; y mal podría estar situada El­
vira en ía Alcazaba, donde la ponen Pedraza y otros, cuan­
do los torreones y murallas que en ellas se conservan , re­
velan una fortaleza antiquísima que nunca tuvo Elvira. Con­
firman mas y mas nuestra opinión los doeumentos árabes
consultados por Mr. Romey, ai escribir la historia de Es­
paña (1). Por ellos, por la historia de Conde, y por la re­
ciente del Sr, Gayangos , sabemos que el wali de Elvira
Asad el Scbecbani, fué quien dispuso fortificar á Granada,
y por decirlo así, quien levantó esos enormes torreones de
la Alcazaba primer recinto de Granada, diversa de Elvi­
ra que era ona ciudad abierta y de difícil defensa por su mu­
cha extensión.
La conveniencia de la nueva fortaleza donde podían abri­
garse tropas y las familias de Elvira , hechas juguete de las
facciones y expuestas á los padecimientos de la anarquía y de
las guerras civiles movidas entre los árabes durante los si-
glor IX y X, fueron cansa de que insensiblemente refluyesen
los vecinos hácia Granada como paraje mas seguro, ameno
de suyo, y mas propio para instalar sus viviendas , que las
vertientes de una sierra triste, estéril, y que á esta ingrati­
tud de la naturaleza reunía una inséguridad permanente. Des­
de este tiempo se nombran con mas frecuencia é interés á
Garnata y sus fortificaciones y íangbíen á Elvira. A fines del
siglo IX fas facciones de los caudillos Hafsun y Suar(2), apo­
yadas en las Alpujarras y sierra de Alhama y Archidona, se
apoderaron de las fortalezas de Garnata^ batieron las tropas
del wali encargado de perseguirlas, etí términos, que hicie­
ron necesaria la venida de un ejército considerable con el que

( í ) Parte 2, cap. 27.


(§) Conde, obra citada , parte 2, cap. 6"í.
—369—
trabaron batalla en las iomediadones de Elvira, quedando
derrotadas. Los árabes historiadores de esta guerra hablan
distintamente de Granada y de Elvira.
En 923 el rey moro de Córdoba visitó estas comarcas pa­
ra extirpar las semillas de la guerra civil, y habiendo entra­
do en Granada se detuvo en ella porque la posición de esta
ciudad le agradaba mucho (1). A pr incipios del siglo XI ha­
cen gran papel los walies de Granada y de Elvira en la guer­
ra que por aquel tiempo dosoló este país; y por último el geó­
grafo Núblense Xerif Áledris, que escribió á mediados del si­
glo XIT, habla en distintas ocasiones de Garnata y de Elvira
como ciudades diversas y distantes entre sí. Desde este tiem­
po se oscurece el nombre de la ciudad de Elvira, quedando
meramente un recuerdo en la sierra del mismo nombre: Gra­
nada por el contrario , es mencionada con frecuencia como la
plaza fuerte y residencia habitual de los walies y reyezuelos
de esta comarca, hasta que Alhamar el de Arjona instaló aquí,
en tiempo de S. Fernando, su trono y su corte. A esta sazón
Elvira había quedado asolada; la ventajosa posición de su ri­
val Garnatój elflageb de las guerras y talas de moros rebeldes
y de cristianos enemigos, la residencia en esta de los jefes y
autoridades y también quizá el miedo á los terremotos, con­
tribuyeron á dejar yermo y sembrado de ruinas el sitio de la
ciudad antigua, que con razón creemos estuvo en las inme­
diaciones del cementerio descubierto a! oeste de Atarfe, en
tierras que pertenecen al cortijo de las Monjas. En este
paraje se descubren pozos, cislernas, pedazos de tejas y la­
drillos y ruinas de casas ; y los mismos propietarios de
esta tierra nos han asegurado, que. tratando de beneficiarla
por la esterilidad que atribuían á mal cultivo, abandonaron
los trabajos por tropezar con paredones de agramasa, suelos
de casas y vestigios de edificios. En Atarfe hemos visto un
trozo de columna úe grandes dimensiones , al parecer ro­
mana. El acueducto descubierto tiene su dirección hácía el
sitio que indicamos.
Prescindiendo de estas pruebas de hecho, que según Fran­
co y Morales, son las mas eficaces para conjeturar la posición
de las ciudades antiguas, hay otras fundadas en la autoridad
de nuestros mas sabios arqueólogos, que colocan á Elvira en
las inmediaciones de la sierra de este nombre. Conde, cuyos
estudios y conocimientos de antigüedades árabes son tan
apreeiables, dice en las notas á Xerif Aledris :« Elvira es la

(1) Obra citada , parte 2 , é ^ . 79,


(2) Así nos lo aseguró el Sr, Moleon , vecino de Atarfe.
—370-~
« OQtigaa Illib e ris situada en donde la sierra de Elyira ; con
« sus ruinas se fundó Granada; había en Elyira un castillo
«llamado de Masaobat y algunos pueblos y alquerías.” Ca­
balmente el nombre de torre de M a r u g a n q u e couserya la que
hoy se halla inmediata al paraje de los descubrirníentosj fa-
yorece aunque con alguna corrupción el dicho de Conde. Ha-^
blando despues de Garnata la designa en el paraje que hoy
ocupa y explica la etimología de Gar-natha, cueva del Mon­
te, ó de la Eminencia (1). Anteriores á Conde, D. Diego Hur­
tado de Mendoza y Luis del Mármol fueron de la misma opi­
nión, certificando este último que había leído en un pergami­
no viejo que conservaba un morisco como prenda heredada
de sus abuelos, el título de alcaide de la torre de Elvira, que
fué arruinada en una de las talas que hicieron los cristianos
en ¡a vega en tiempo de los reyes católicos.
Contra estas razones, y la opinión igualmente favorable
de otros autores nacionales y extranjeros que no citamos,
porque pudieran recusarse como jueces incompetentes en

( 1 ) Mucho han disputado los eruditos acerca de la etimología de


Granada. D, Diego Hurtado de Mendoza inserta en la Guerra de
Granada varías derivaciones. Unos dicen que el rey moro Aben
A buz colocó en lo mas alto de su palacio, ijamado antes Casa del
Gallo y hoy de la Lona, en la parroquia de S, Cristóbal, una esta­
tua ó caballo con lanza y adarga, que á manera de veleta se movía
á todos vientos, con la inscripción de

Dice el sabio Aben Abiiz


Que así se ba de defender el andaluz^

y que del nombre de Naath sa mujer, se llamó Gar-naath.


Otros aseguran que el nombre de la ciudad proviene de una cueva
que habia en la puerta del castillo de Bibataubin ( hoy el Campillo)
morada de la Cava, hija del conde D. Julián, y que de Gar, cueva"^
y de Nauta, que era el nombre propio de aquella, se llamó Gar-na-
ala, cueva de Nata, D, Diego Hartado de Mendoza tiene por mas
Terdadero, haber tomado nombre de una cueva que desde el centro
de la ciudad se prolongaba hasta Alfacar.
Luis del Mármol, que á nuestro parecer ha escrito con mas acier-
to,y mayor copia de datos que otros autores, dice que la primera
fundación de_Granada (no de Illiberi'^ debió ser en el sitio llamado
Villa de los Judíos; y que cuando los árabes conquistaron el país co­
marcano, ediücaron un castillo fuerte sobre el cerro de la Alcazaba:
y á este castillo llamaron Izna Román, castillo del Granado.
Pedraza se esforzó para probar que lafundadora de Granada des­
cendía por h'nea recta de N oé, y escribe una genealogía de persona­
jes fabulosos, entre los cuales cuenta á Líberia bija de Hispan cuya
doncella casó con Espero , principe griego hermano de Atlante.
Antes délos árabes habia fundación con el nombre dé Nata en el
recinto de Granada, cuya voz puede considerarse como raíz del
nombre de la ciudad.
—371^
cuestión de historia del país, tenemos las del analista de Gra­
nada Bermudez de Pedraza, que en su libro de antigüedad y
y excelencia de Granada y en la historia eclesiástica de la
misma se esfuerza en probar que iZ/afterí y Granada han si­
do siempre una misma ciudad, s itu a d a en el re c in to de la A l­
c a z a b a . Entre todos los argumentos que aduce para ello, me­
rece respuesta únicamente el que funda en la existencia de
columnas y lápidas romanas del imperio halladas en dicho
barrio, y en las piedras que los moros pusieron en la esquina
déla torre de Gomares, en un aljibe del Albaicin y en algu­
nos otros edificios.
Para fortalecer mas sus argumentos insertamos todas las
inscripciones romanas halladas hasta él día en Granada.
A fines del siglo XVÍ excavando los cimientos de una ca­
sa inmediata al aljibe del Rey, mas arriba del convento de
las monjas de Santa Isabel la Real, se encontró una columna
de piedra parda de la sierra de Elvira, que despues se tras­
ladó por disposición del muy ilustre ayuntamiento al frente
de las casas consistoriales, en que se lee esta inscripción:

FüíUAE SABISIAE TRANOVILINAE


AVG
CONIVG, IMF. CAES. M. ANTONI
GORDIANI P II. FÉL
AVG OgDO M. FLo. R. ILLIBER
RITANÍS DEVOTVS NVMINI
MAIESTATI QUE SVMPTV
PVBLICO POSVIT
D. D.

E l ap,donado cabildo d e l florido m u n ic ip io I llib e r ita n o p u ~


so é c o sta p ú b lic a e s t a m e m o r ia á la m a je s ta d de F u r ia S a =
h iñ a T r a n q u ilin a A u g u s ta j m u je r d e l em p e ra d o r C é s a r
M a r c o A n to n in o G o r d ia n o , p ió ^ f e l i z ^ a u g u sto .

Mas abajo del mismo aljibe del Rey estaba sirviendo de


quicio á la puerta de otra casa una piedra blanca y cuadrada
de cinco pies de ancho y otro tanto de largo en que había
otras inscripciones, que aunque con dificultad, por estar
gastadas la mayor parte de las letras con el continuo piso,
leyó el licenciado D. Francisco Bermudez de Pedraza, y de­
cía así t
IMP. CAESAR.. M.
AVR. PROVO. PIO
FELICI INVICTO AVG.
NVMINI MAIESTATI
QVE PIVS DEVOTIS ORDO.

E l p ia d o so y afleion ado cabildo d e I llib e r ia p u so e s ta m e~


-3 7 2 -
m a r iá a l e m p e ra d o r C é sa r M a r c o A urelio^ p i o j feliH j in ­
victo ^ a u g u sto .

En otra calle frente del mismo aljibe vió también Pedraza


otros varios pedazos de piedras con restos de inscripciones,
y una de ellas decía así:

ONSVLIS
ENTINI ILIBERIT

Leyó otra aunque muy rayada que decia:

u . VI. GORNE
NIGIPI FLORENTINI
ILIBERRITANI DEVOTUS
ORDO NVMINI MAIESTATI
QVE SVMPTV PVBLICO POSVIT

Otra con estas letras :

GORNELIAE F.
SEVERINAE FLAMINIGAE
AVG. MATRI BALERI
AVGVST

En el bosque de la Álhambra junto á la torre de Gomares


estaba cubierta de tierra otra piedra, cuyo descubrimieuto
parece dió ocasión á Ambrosio de Morales para haber muda­
do de Opinión, y decir que Illiberia fué Granada, que di­
ce asi:
IMP. GAES. M. AVRELIO
PROVO PIO FELIGI INVI
CTO AVG. NVMINI M ATEST.
QVE DEVO I VS ORDO
ILLIBER. DEDICAT
D. P.

E l a ccio n a d o c a iild o de I llib e r ia d ed ica e s ta m e m o ria á la


d e id a d y m a je s ta d d e l e tn p e m d o r M a r c o A u relio^ hueno^ p i ó ,
f e l i z j a u g u s to , in v ic to .

Otra está encima de la puerta de una casa de la torre del


Agua en la fortaleza de la Alhambra, que aunque muy
gastada, y mal escrita se lee así:
SER. PERSIVS OB HONOROEM
VI VIRIATVS FOR. IIBASILLII
CAI III CONS. ITERBLIGIIS
HOSLIBVS PECVNIA SVA
EX V. NAIADI RESTITVTIS
NATAsDI

Está tan gastada que no se puede leer.


Sirviendo de pilar en la esquina de otra torre en la misma
fortaleza de la Alhambra hay otra piedra que aun el dia de
hoy se lee muy bien, y diee así:
IMP. CAE M. AVRELIO
PROBO PIO FILICI mVIG
TO. NVM MAIESTATI QVE
DEVOTVS ORDO ILLIBER.
D. P.

E l aficionado cabildo de J llib e n a ded ica e s ta m e m o ria á la


d e id a d y m a je s ta d d e l e m p e ra d o r C é s a r M a r c o A u r e liO jp r o -
bo j p io j fe liz^ a u g u sto .

Cerca del monasterio de Cartuja, y con inmediación al rio


Beiro estaba colocada otra piedra cuya inscripción era ;
ILLIB. VESP. m HON.
HIEROS. BELLI DE
LET. GEN. HVMAN.

I llib e r ia en m e m o r ia de la h o n ra que V e sp a sia n o ga n ó en


la g u e r r a d e J e ru s a le n , d e la a le g r ía d e l g én ero h u m an o .

En una esquina de la torre llamada del Homenaje, está


sirviendo de pilar an pedestal de siete cuartas de alto y tres
cuartas y media de ancho, en la que se lee otra inscripción,
de que es muy extraño no hagan mención alguna los histo­
riadores que hemos manejado, por estar colocada en uno de
los lugares mas públicos de la misma fortaleza: dice asi;
CORNELIAE Ls F.
COREELIANAE
P . VALERIVS LVCANVS
VXSORI INDVLGEN
TISSIMAE. D. D.
L. D. O. D.
P u b lio V a le rio L u c a n o dedicó á su m u je r C ornelia^ h i­
j a de L u c io j e ste m o n u m e n to , p o r s e r d ig n a de m e m o ria su
g r a n d e in d u lg e n c ia .
E n e l lu gar d e stin a d o a l su prem o D io s.
— 374—
Las demás razones apoyadas en ja autoridad de D. Alon­
so el Sabio, y en los desdichados cronicones que le hicieron
estampar las ridiculas concejas del rey Hespero, y sus amo­
res con la reina Liberia y otras lindezas de este jaez, no
merecen refutarse. La vasta erudición de Pedraza le hizo
acumular con tan buen deseo, como mala crítica, todas las
noticias honoríficas á su patria, dió igual crédito á Piinio v
á Juliano, y mezcló entre oro purísimo partículas de cobre
enmohecido. Asi pues, la única razón atendible es el hallaz­
go de las piedras é inscripciones romanas. Mas esto se expli­
ca con la reseña histórica que ya queda hecha. Los habitan­
tes de Elvira emigraron lentamente á Granada que iba en­
grandeciéndose á proporción que aquella se arruinaba. Para
construir sus aljibes , torres y otros edificios sólidos, que
son cabalmente donde se encuentran aquellos monumentos,
necesitaban los moros surtirse de losas y sillares que nin®u-
na sierra podia proporcionar mejor ni con mayor proximi-
midad que la de Elvira : y siéndoles mas útiles los fragmen­
tos de columnas, pedestales y losas romanas inutilizadas y
sio provecho entre minas, es claro que de ellas usarían
trasladándolas para las obras de Granada, como vemos hoy
á los vecinos de Atarfe, Pinos y aun de esta misma capital
surtirse de las muchas que se descubren en los sepulcros.
Hallándose en innumerables edificios modernos de esta ciu­
dad columnas árabes, sillares enormes, cimientos de piedra
de sierra Elvira, ¿cómo co hemos de suponer que trasporta­
ron los obreros las piedras labradas que encontraban en El­
vira? Equivocado estuvo Pedraza cuando dijo que en lasin-
mediaciones de Atarfe no se encontraban vestigios de edifi­
cios que in sin ú e n co sa grande^ Nosotros que, en compañía de
otros sugetos aficionados á la arqueología, hemos recorrido
aquellos parajes, estamos persuadidos de la equivocación en
que incurrió un escritor tan erudito, no obstante de haber
compuesto sus obras á principios del siglo X VII, en cuyo
tiempo debían conservarse mayores vestigios que Tos halla­
dos hoy.
Hay además un documento poco citado que prueba evi-
^Dtemente la existencia de una población con el nombre de
E l v i r a en las inmediaciones de Atarfe, y es la bula de erec­
ción de iglesias del arzobispado de Granada. En ella se hace
referencia de todas las parroquias establecidas en la nueva
diócesis á principio del siglo XVI, y de la de E lu i r a como
aneja á la de Atarfe.
No puede sin embargo el historiador granadino desconocer
que en las inmediaciones de sierra Elvira hubo población
antigua ; para salvar esta dificultad interpreta á su arbitrio
un psaje de Estrabon, suponiendo que I b e r ia no I l li b e r ii ü é
la ciudad que hubo en ella. Sabido es que ni Estrabon, ni
-3 7 5 -
Plinio, ni Pomponio Mela, ni Toiomeo, ni el anónimo de
Ravena, ni ningún historiador ni geógrafo árabe mencionan
ciudad alguna con el nombre de Iberia hacia estas comarcas.
El mismo autor, inducido de un sentimiento plausible á
favor de su patria, cita muchedumbre de autores para pro­
bar con argumentos de autoridad, tenidos muy en boga en el
siglo en que escribió, que Granada está en el mismo sitio que
estuvo Hiberia, Hcv sabemos lo que valen los argumentos
de autoridad cuando no van apoyados en buenas razones. No
sería difícil oponerle otra falange de autores entre los cuales
contamos á Mármol y á D, Diego Hurtado de Mendoza, que
en esta cuestión valen ellos solos por mil de los otros.
Escritores de menos autoridad, menos erudición y menos
conciencia que Pedraza (1) han querido esclarecer la posición
de la a n t i g u a s i n decirnos nada de nuevo. El descu­
brimiento reciente de los sepulcros romanos, da muchos
grados de verosimilitud á la opinión de los qué sostienen que
la Illiberi calificada por Plinió de celebérrima, la Eliberi
donde fueron promulgados los primeros cánones de la iglesia
española, es la Elvira de las historias y geografías árabes,
destruida á principios del siglo X I, y reproducida en la Gra­
nada moderna. En aquella fueron promulgados los cánones
del siguiente concilio.

CONCILIUM, ELIBERITANÜM ( 2 )
DECEM KOVEM EPISCOPOKÜM ,

CONSTANTINI TEMPORIBUS EDITUM EODEM TEMPORE

QUOET KIC^NA SYNODUS HABITAEST (3).

Quum consedissent sancti et religiosi episcopi in eccleisia


Eliberitana, hoc est; Felix episcopus Accitanus, Oslous epis­
copus Cordubensis, Sabinus Hispalensis episcopus, Camerim-
nus episcopos Tuccitanus, Sinagins episcopus Epagrensis,Se-

(1) Aludimos á Chavarría, á Flores y á los demás cdmplices


en las falsedades de la Alcazaba.
In codicibus ; Eliberrítanum. (♦)
[Sj ÍE. T. 1. 2. era ccci.su.

('*J Las iniciales son relativas á las mriantas de los diversos


códices, M , Emilianense ¡ T , i. Tolsdam j/rimero i T , 2. Tole­
dano segundo : ER, Biblioteca R eal: U, Urgelitano : G. Gerundese,
—376—
cundirías (i) episcopus CastuloRensis, Pardus episcopus Men-
tesanus, Flabíanus (2) episcopus EliberiíanuSj Caníonius epis­
copus Urcitsnus, Liberius episcopus Emeritensis, Valerius
episcopus CEesaraugustanus, Decentius episcopus Legionensis,
Melantiua episcopus Toletanus, Januarius episcopus de Fibu-
ria, Vincentius episcopus Ossonobensis, Quintianus episco-
lapusElborensis, Sucesus episcopus de Eliocroca, Eutychia-
nus episcopus Bastitanus, Patricius episcopus Malacitanus ;
item presbyteri (3), Restitutus presbyter de Epora, Natalis
presbyter Ursona, Maurus presbyter Iliturgi, Lamponianus
de Carbula, Barbatus de Astigi, Felicissimus de Ateva, Leo
Acinippo, Liberalis de Eliocroca, Januarius a Lauro, Ja-
nuarianus Barbe, Victorinus Egabro, Titus Ajune, Eucha-
rius Municipio, Silvanus Segalvinia, Victor Ulia, Januarius
Urci, Leo Gemella, Turrinus Casielona, Luxurius de Dro-
na, Emeritas Baria, Eumantius Solia, Clementianus Ossigi,
Eutyches Carlhaginensis, Julianus Corduba ; die iduum ma-
yarum apub Eliberim residentibus cunctis, adstantibus dia­
conibus et omni plebe, episcopi uDiyersi dixerunt:
L
Da his qui post baptismum idolis immolaverunt.

Placuit inter eos : Qui post fidem baptismi salutaris adul­


ta eetate ad templum idoli idolatürus accesserit, et fecerit
quod est crimen capitale (4), quia est summi sceleris^ placuit
nec in finem eum communionem accipere.
IL
De sacerdotibus gentilium quipost baptismum immolaverunt.
Flamines qui post (3) fidem lavacri et regenerationis sa­
crificaverunt, eo quod geminaverint scelera, accedente ho­
micidio vel triplicaverint facinus cohsereute moechia, placuit
eos nec in finem accipere communionem.

(1) BR. Secundus.


(2) T. 1. 2. Flavius.
(3j Presbytererum nomina desumpta sunt ex codicibus U. et
G. in quibus nonnulla locorum nomina depravata reperiuntur
quae prout in ipsis extant exprimere satius duximus.^ ’
f4) BR. T. 1. 2, principale.
(5) U. G. post baptismum regenerationis.
-3 7 7

III.

Be eisdem si idolis munus tántim dederint.

item flamines qui non immolaverint, sed 'munus tantum


dederint, eo quód se a funestis abstinuerint sacrificiis, pla­
cuit in finem eis praestare communionem, acta tamen legiti­
ma poenitentia: item ipsi si post poenitentiam fuerint moecha­
ti 5 placuit ulteriiis his non esse dandam communionem y ne
illusisse (1) de dominica communione videatur.
IV.

De eisdem si catechumeni adEuc immolant (2)


quando baptizentur.

Item flamines si fuerint catechumeni et se a sacrificiis abs­


tinuerint j post triennii tempora placuit ab baptismum admit­
ti debere.
V. ^
Si domina per zelum ancillam occiderit^
Si qua foemina (3) furore zeli accensa flagris verberaverit
ancillam suam, ita iit intra ( 4 ) tertium diem animam cum
cruciatu effundat, eo quod incertum sit voluntate an casu oc­
ciderit; si voluntate, post septem annos, si casu, post (5)
quinquennii tempora, acta legitima poenitentia ad communio­
nem placuit admitti; quod si infra tempora constituta fuerit
infirmata, accipiat communionem.
VI. -

S i quiqumque per maleficium hominem interfecerit.

Si quis vero maleficio interficiat alterum , eo quod sine


idolatría perficere scelus non potuit, nec in finem impertien­
dam esse illi (6) communionem.

.E. BR. T. 1. 2. U. G. lasisse.


U. G. inmolarent.
T, 2. domina.
TJ. G. infra. _ .
T, 1. 2. post quinquenium, acta-
U, G, ei. -
T omo I 25
—378—

YII.
Le pcsnitentibus mcechm si rursus mcechaverint.
Si quis forte fidelis post lapsura moechise, post tempora
.constituta acta poenitentia, denuó fuerit fornicatus, placuit
nec in finem habere eum communionem.
VIIL
De fceminis qum relictis viris suis aliis nuhunt.
Item foemince, qu® nulla praecedente causa reliquerint vi­
ros suos et alteris se copulaverint, nec in finem accipiant
communionem.
IX.
De f(Bminis quw adulteros maritos reliquunt et aliis nubunt.
Itemfaemina fidelis, quae adulterum maritum reliquerit
fidelem et alterum ducit, prohibeatur ne ducat: si duxerit
non priús accipiat communionem > nisi quem reliquit de
seculo exierit, nisi forsitam necessitas infirmitatis dare
compulerit.
X. ._
De relicta catechumeni si alterum duxerit.
Si ea quam, catechumenus relinquit duxerit maritum, po­
test ad fontem lavacri admitti: hoc et circa feminas cate­
chumenas erit ohdservandum. Quod si fuerit fidelis qo® du­
citur ab eo qui uxorem inculpatam relinquit, et quum scie­
n t illum habere uxorem, quam sine causa reliquit, pia-
cmt (1) in finem hujusmodi dari commonionem,
XI. ■, ’ . .

De catechumena si graviter mgrotaverit.


Intra quinquennii autem tempora catechumena si graviter
luent infirmata, dandum ei baptismum placuit non de­
negari. r j

nem T®’l'
nem. ‘‘i thmc nec in" finem
i . i. 2. placmt r dandam. ' commniiio-
—379—

XII.
Be mulieribus quce lenocinium fecerint.

Mater vel parens Tei quaelibet fidelis, si lenocinium exer­


cuerit, eo quód alienum Tendiderit corpus vel potius suum,
placuit eam nec in finem accipere communionem.

xm.
Be virginibus Beo sacratis si adulteraverint.
Virgines quae se Deo dicaverant, si pactum perdiderint
virginitatis, atque eidem libidini servierint non intelligentes
quid admiserint, placuit nec in finem eis dandam esse com­
munionem. Quod si semel persoas® aut infirmi corporis lap­
su vitiat® omni tempore vit® su® hujusmodi foemin® ege-
rint poenitentiam, ut abstineant se a coitu, eo quod laps®
potius videatur, placuit eas in finem communionem accipere
debere.
XIV.
Be virginibus secularibus si moechaverint.
Virgines qu® virginitatem suam non custodierint, si eos­
dem qui eas violaverint duxerint et tenuerint maritos, eo
quod solas nuptias violaverint, post annum sine pcenitentia
reconciliari debebunt; vel si alios cognoverint viros, eo quod
moechat® sunt, placuit per quinquennii tempora acta legiti­
ma poenitentia admitti eas ad communionem oportere,
XV.
Be conjugio eorum qui ex gentilitate veniunt,
^Propter copiam puellarum gentilibus minime in matrimo­
nium dand® sunt virgines christian®, ne ®tas in flore tu­
mens in adulterium anim® resolvatur.

XVI.
Be puellis fidelibus ne infidelibus conjungantur.
H®retici si se transferre noluerint ad ecclesiam catholi­
cam , nec ipsis catholicas dandas esse puellas; sed neque Ju-
^ i s neque hpeticis dare placuit, eo quod nulla possit esse
societas fideli cum infidele; si contra interdictum fecerint
parentes, abstineri per quinquennium placet.
X V IÍ.

De his qui filias suas sacerdotibus gentilium conjungunto


Si qui forte sacerdotibus idolorum filias suas junxerint,
placuit nec in finem eis 4andam esse Gommunionem.

X Y IIÍ.

De sacerdotibus et ministris si mcechaverint.


Episcopi, presbyteres et diacones si in ministerio positi-
ti detecti fuerint quód sint mcechati, placuit propter scan­
dalum et propter profanum crimen nec in finem cos com­
munionem accipere debere.
XIX.
De clerecis negotia et miniinas sectantibus.
\

Episcopi 3 presbyteres et diacones de locis suis oegotiandL


causa non discedant, oec (1) circumeuntes proyincias quaes­
tuosas nundinas sectentur : sané ad victum sibi conquiren­
dum aut filium aut libertum aut mercenarium aut amicum
aut quemlibet (2) mittantj et si voluerint negotiari, intra
provinciam negotientur.
XX.
De clericis et laicis usurariis.
Si quis clericorum detectus fuerit usuras accipere, placui-ir
eum degradari et abstineri. Si quis etiam lalcus accepisse
probatur usuras, et promiserit correptus jam se cessatarum
nec ulteriüs exacturum, placuit ei veniam tribui: si vero in
ea iniquitate duraverit, ab ecclesia esse projiciendum.
XXI.
De his qui tardiés ad ecclesiam accedunt.
Si quis in civitate positus tres dominicas ad ecclesiam non

(1) U. ne circamenntes provincias, quiestuosas nundinas sec-


tantes in periculo incurrant.
(2) U. quemlibet fldelem.
—381—
accesserit, pauco tempore abstineatur, ut correptus esse vi»
deatur.
XXIL
DechatoUcis inhwresem transeuntibus j si revertantur^

Si quis de catholica ecclesia ad hEeresem transitum fecerit


rursusque recurrerit, placuit huic poenitentiam.nouesse de­
negandam eo quod cognoverit peccatum suum; qui etiam de­
cem annis agat poenitentiam, cui post decem annos praestari
communio debet; si vero infantes fuerint transducti, quod
non suo vitio peccaverint incunctanter recipi debent (1)^
XXIIL
De temporibus jejuniorum.
t
Jejunii superpositiones (2) per singulos menses placuit ce­
lebrari , exceptis diebus duorum mensium Julii et Augusti
propter quorumdam infirmitatem.
XXIV.
De his qui inperegré baptizanturut ad olerum non veniant.
Omnis qui in peregré fuerint baptizati, eo quod eorum mi­
nime sit cognita vita, placuit ad clerum non esse promoven­
dos in alienis provinciis.
XXV.
De epistolis communicatoriis confessorum.
Omnis qui attulerit litteras confessorias sublato nomine
confessoris, eo quod omnes sub hac nominis gloria passira
concutiant simplices, comanicatorias ei dands sunt litterae.
XXVI.
Ut omni sabbato jejunetur.
Errorem placuit corrigi, ut omni sabbati die superposi­
tiones celebremus.

1) BR. debebunt.
2) M. T. superimpositioceS'
-3 8 2 -

XXVII.
M c le r ic is y u t e x tr a n e a s f cerninas in dom o non h a b e a n t.

Episcopus Yel quilibet alius clericus aut sororem aut filiam


Tirginem dicatam Deo tantum secum habeat ? extraneam ne­
quaquam habere placuit.
XXVIII.
D e o b la tio n ib u s eoru m q u i non c o m m u n ic a n t.

Episcopum placuit ab eo, qui non communicat, mu­


nus (1) accipere non debere.
XXIX.
D e en erg u m en is q u a lite r h a b e a n tu r in ecclesia .

Energumenus qui ab erratico spiritu exagitatur, hujus no­


men neque ad altare cum oblatione esse recitandum, nec
permittendum ut sua manu in ecclesia ministret,
XXX.

D e h is q u i p o s t la v a c ru m m oech ati sunt^ ne su h diacon es fia n t-

Subdiaconos eos ordinari non debere qui in adolescentia


SUÜfuGrint mcGcIiati ^€o quod postiiiodum pGr subroptioneni
ad altiorem gradum promoTeanturvel si qui sunt in prote­
ntum ordinati, amoyeantur,

XXXI.
D e a d o lescen tib u s q u i p o s t la v a c ru m m o ech a ti s u n t.

Adolescentes qui post fidem lavacri salutaris fuerint moe­


chati^ quum duxerint uxores, acta legitima poenitentia pla­
cuit ad communionem eos admitti.

(1) M, BR. T, 1. i . G. munera.


-38a-
xxxn,
Db BOSCOmWMíliCCLtis prBsbyÍBTtS 3 ut zn ñBCBSSZídtB
communionem dent.

Apud presbyterum, si quis grayi lapsu in minam mortis


inciderit, placuit agere poenitentiam non debere, sed potius
apud episcopum; cogente tamen infirmitate necesse est pres*=
byterem communionem praestare debere , et diaconem si ei
iusserit sacerdos.
^ XXXIII.
BB episcopis et ministris j ut ah uxoribus abstineant.

Placuit in totum prohibere episcopis, presbyteris et dia=


conibus vel omnibus clericis positis in ministerio abstinere
se a conjugibus suis, et non generare filios: quieumque ve*--
ro fecerit, ab honore clericatus exterminetur..
XXXIV.
Ne cerei in coemeteriis mcendantun

Cereos per diem, placuit in coementerio non incendi, in­


quietandi enim sanctorum spiritus non sunt. Qui haec non
observaverint arceantur ab ecclesiae communione..
XXXV.
Nefceminxir
Placuit prohiberi ne foeminae in coementerio pervigilent,,
ó quod saepe sub obtentu orationis latenter scelera com­
mittunt.
XXXVI.
Ne picturcB in ecclesia fiant.

Placuit picturas in ecclesia esse non debere , ne (1) quod?


colitur et adoratur in parietibus depingatur.

fi) BR, E. 3. T. 1. 2. nee.


^384—

XXXVII.
D e en ergu m en is n o n l a p t i s a t i s .

Eos qui ab immundis spiritibus vexantur, si in fine mor-^


tis fuerint constituti, baptizari placet; si fi deles fuerint, dan=
dam esse communionem. Prohibendam etiam ne lucernas hi
publicé accendant; si facere contra interdictum voluerint,
abstineantur a communione.

XXXVIII.
U t in n e c e ss ita te e t fideles b a p ti z e n t ,

^ toco peregré navigantes aut si ecclesia proximo non fue­


rit, posse fidelem^, qui lavacrum suum integrum habet nec
sit bigamus, baptizare in necessitate infimitatis positum ca­
techumenum, ita ut si supervixerit ad episcopum eum per­
ducat , ut per manus impositionem perfici possit.
XXXIX.

D e g e n tilib u s s i in d is c r im in e b a p t i z a r i ex p e tu n to

Gentiles si m infirmitate desideraverint sibi manum im­


poni, si fuerit eorum ex aliqua parte honesta v ita , placuit eis
manum imponi et fieri Christianos.
XL,

N e t d quod id o lo th y tu m e s t fideles a c c ip ia n t.

Prohiberi placuit, ut quum rationes suas accipiunt posses­


sores , quidquid ad idolum datum fuerit accepto non ferant?
si post interdictum fecerint, per quinquennii spatia tempo­
rum a communione ese arcendos.
XLI.

U t p r o h ib e a n t d o m in i id o la colere s e r v is s m s .

Admoneri placuit fideles, ut in quantum possunt prohi­


beant ne idola m domibus suis habeant; si vero vim metu­
unt servorum vel sejpsos puros conservent, si non fecerint,
alieni ab ecclesia habeantur. ’
—385-

XLII.

D e h is q u i a d i fidem v e n iu n t^ quando b a p tiz e n tu r .

Eos qai ad priraam fidem credulitatis accedunt, si bonae


fuerint conversationis , intra biennium temporum placuit ad
baptismi gratiam admiiti debere j nisi infirmitate compellen­
te coegerit ratio velocius subvenire periclitanti vel gratiam
postulanti.
xLin.
De cele b ra tio n e P e n te c o s te s .

Pravam institutionem emendari placuit juxta auctoritatem


scripturarum 5 ut cuncti diem (1) Pentecostes celebremus,
ne si quis non fecerit novam hseresem induxisse notetur.
XLiy.

D e m e r e tr ie ib u s p a g a n is s i c o n v e r ta n tu r .

Meretrix quse (2) aliquando fuerit et postea habuerit ma­


ritum, si postmodum ad credulitatem venerit, incunctanter
placuit esse recipiendam.
XLV.

D e ch a te c u m e n is q u i ecclesiam ' n on f r e q u e n ta n t.

Qui aliquando fuerit catechumenus et per infinita tempora


uumquam ad ecclesiam accesserit, si eum de clero quisque
cognoverit esse Christianum, aut testes aliqui extiterint fi­
deles, placuit ei baptismmm non negari, eo quod (3) veterem
hominem dereliquisse videatur.
XLVÍ.

D e fidelibu s s i a p o s ta s ta v e r in t q u a m d iu p e e n ite a n t.

Si quis fidelis apostata per infinita tempora ad ecclesiam

(1) T. 1. diem Pentecostes post Paselia celebremus , non


quadragesimam nisi qaiuqaagesitnam: qui non fecerit.
U* pagana aliquando fuerit.
io) jE. T. 1. 2. TJ. quod in veterem hominem deliouisse
videatur, ^
- 386^
non accesserit j si tamen aliquando fuerit reversus nec fuerit
idolator, post decem annos placuit communionem accipere.
XLVII.

D e eo q u i u x o r e m h a b e n s m p ié s m ceehatu r

Si quis fidelis habens uxorem non semel sed SEspe fnerit


moechatus, in fine mortis est conveniendus ; quod si se pro­
miserit cessaturum, detur ei communio: si resuscitatus rur­
sus fuerit m.cecatus j placuit ulterius non ludere eum de com­
munione pacis.
XLVffl,

D e b a p ti z a t i u t n ih i l a c c ip ia t cleru s.

Emendari placuit, ut hi qui baptizantur. ut fieri solebat,


nummos in concha non mittant, nec sacerdos quod gratis
accepit pretio distrahere videatur ; neque pedes eorum la­
vandi sunt a sacerdotibus vel (1) clericis.
XLIX.

D e fr u g ib u s fid eliu m ne ajudceis b e n e d ic a n tu r.

Admoneri placuit possessores, ut non patiantur fructus


suos, quos a Deo percipiunt cum gratiarum aedone, a Judaeis
benedici, ne nostram irritam et infirmam faciant benedictio­
nem ; si quis post interdictum facere usurpaverit, peniius ab
ecelesiá abjiciatur.
L.
D e C h ristia n is q u i cu m v e sc u n tu r.

Si vero quis clericus yel fidelis cum Judaeis cibum sump­


serit ^ placuit eum a communione abstineri ut debeat emen­
dari.
LL

D e h c e r e tic is , u t a d cleru m non p ro m o v e a n tu r.

Ex omni h^rese fidelis si venerit, minimé est ad clerum

(!) T- 1. sed.
promovendusvel si qui sunt in protentum ordinati, sine
dubio deponantur.
LII.

D e h is q u i in e cclesia libellos fa m o so s p o n u n t.

Hi qui inventi fuerint famosos in ecclesia ponere anathe­


matizentur.
Llil.
D e ep isco p is q u i e x c o m u n ic a to a lien o c o m u u ic a n t.

Placuit cunctis, ut ab eo episcopo quis recipiat communio­


nem , a quo abstentus in crimine aliquo quis fuerit; quod si
alius episcopus praesumpserit eum admitti , illo adhuc mini­
me faciente vel consentiente a quo fuerit communione priva­
tus, sciat se hujusmodi causas inter fratres esse cum status
sui periculo prostaturum.
LIV.

D e p a r e n tib u s q u i fidem sp o n sa lio ru m fr a n g u n t.

Si qui parentes fidem fregerint sponsaliorum, triennii tem­


pore abstineantur; si tamen idem sponsus vel sponsa in
gravi crimine fuerint deprehensi, erunt excusati parentes:
si in eisdem iuirit vitium et polluerint se, superior senten­
tia servetur.
LV.
De
q u i j a m n o n sa c r ific a n t.

Sarcedotes ^ tantum coronas portant nec sacrificant nec


de SUIS sumjitibus aliquid ad idola praestant, placuit post
inenmum accipere coramunionen.
LVI.

D e m a g is tr a tib u s e t d u u m v iris.

Magistratus vero uno anno quo agit duumviratum, prohi­


bendum placet (1) ut se ab ecclesia cohibeat.

(1) T. 1, 2. placHit.,
•388-

LVlí.

D e h is q u i v e s tim e n ta ad, o rn a n d a m p o m p a m d ed eru n t.

Matron® vel earum mariti vestimenta sua ad ornandam


seculariterpompam non dent; et si fecerint, trienio absti­
neantur.
Lvm,
D e h is q u i c o m m u n ic a to ria s li tt e r a s p o r t a n t , u t d e fide
in te rro g e n tu r»

Placuit ubique et maximé in eo loco, in quo prima chate»


dra constituta est episcopatus , ut interrogentur hi qui com­
municatorias litteras tradunt, an omnia recté habeant suo
testimonio comprobata.
LIX.

D e fid e lib u s, ne a d C a p ito liu m ca u sa sa c r if,c a n d i a sc e n d a n t.

Prohibendum ne quis Christianus, ut gentilis, ad idolum


Capitolii causa sacrificandi ascendat et videat; quod si fece­
rit, pari crimine teneatur .*si fuerit fidelis, post decen annos
acta peenitencia recipiatur.
LX.

D e h is q u i d e s tr u e n te s id o la o c c id u n tu r.

Si quis idola fregerit et ibidem fuerit occisas, quatenus (1)


In evangelio scriptum non est neque invenietur sub apostolis
umquam factum^ placuit in numerum eum non recipit mar­
tyrum.
LXI.
D e h is q u i duabus so r o rib u s c o p u la n tu r.

Bi quis post obitum uxoris sum sororem ejus duxerit, etip-


sa fuerit fidelis, quinquennium á communione placuit absti­
neri, nisi forte velocius dari pacem necessitas coggerit infir­
mitatis.

(Í) Q. qualenns quia ia eyaogelio.


-389-

LXÍL

D e m irig is e t p a n to m im is s i c o n v e r ta n tu r .

Si auriga aotpantomínms credere volueriot, placuitutpriüs


artibüs suis renuntient et tune demum suscipiantur, ita ut
ulterius ad ea non revertantur; qui si faeere contra interdic­
tum tentaverint, projiciantur ab ecclesia.
LXIII.

D e u x o r ib u s quae fd io s e x a d u lte rio n e c a n t.

Si qua per adulterium absente marito suo conceperitj id-


que post facinus occiderit, placuit nec in ñnem dandam esse
communionem eo quod geminaverint scelus.
LXÍV.

D e fo e m in is quae usque a d m o r te m cum a lie n is v i r i s a d u lte r a n t.

Si qua usque infinem mortis su® cum alieno viro fuerit


moechata, placuit nec in finem dandam ei esse communio­
nem : si vero eum reliquerit, post decem annos accipiat eo-
munionem acta legitima poenitentia.
Lxy.'
D e a d u lte ris u x o rib u s c le ric o ru m .

Si cuyos clerici uxor fuerit msechata et scierit eam ma­


ritus suus moechari et non eam statim projecerit, nec in
finem accipiat comunionem, ne ab his qui exemplum bongs
conversationis esse debent, ab eis videantur scelerum magis­
teria procedere.
LXVI.

D e h is q u i p r iv ig n a s su a s d u c u n t.

Si (1) quis privignam suam duxerit uxorem, eo quod sit


incestus, placuit nec in finem dandam esse communionem.

(1) T. 1. Si quis antenatam priTignam.


—390—

LXVIÍ.
B e conjugio catechum ence foem inm .

Prohibendum ne qua fidelts Tel catechumena autcoraatos


aut^iros cinerarios (1) habeant : qugecnmqiíe hoc fecerint a
communione arceantur.
LXTin.
B e catec h u in en a aduiteT ü guce film m necata

Cejachumena si per adulterium conceperit et praafocave-


cit, placuit eam in fine baptizari.
L X ÍX .

B e v ir is c o n ju g a tis p o s te a in a d u lte riu m la p s is.

Si quis forte habens uxorem semel fuerit lapsus placuit


eurn quinquennium agero debere poenitentiam efsic ^ e c S
iian, niSi necessitas infirmitatis coegerit ante tempus dari
communionem: hoc et circa foeminas observandum.
LXX.

B e fm m in is quw con sciis m a r itis a d u lte r a n t.

Si cum conscientia mariti uxor fuerit moechata, placuit nec


Iinem dandam ei (2) esse comunnionem : si vero eam re-
iquent,^ post decem annos accipiat communionem, si eam
quum sciret adulteram aliquo tempore in domo sua retinuit.
L X X I. ,

B e stu p r a to r ib u s p u e ro ru m .

Stupratoribus puerorum nec in finem dandam esse com


munioaem.

(1) Ex M. BR. T. 1. U. In. A. E. 3. cenorarios. In. T 2


generarlos. m a, ^
(2) BR. Ü. G. eis.
-391-

LXXIL
B e ú idü is mceehis s i eum dem p o s te a m a r itu m d u £ e r m t.

Si qiia TÍdua fuerit mcschata et eumdem postea habuerit


maritum , post quinquenii tempus acta legitima poGnitentia
placuit eam communioni reconciliari: si alium duseri relicto
illo, nec in finem dandam esse communionem; yel si fuerit
ille fidelis quem accepit, communionem non accipiet, nisi
post decem annos acta legitima 'pmniteniia, yel si infirmitas
coggerit Telocius dari communionem.
LXXIIL
D e d e la to rib u s.

Delator si quis estiterit fidelis, et per delationem ejus ali­


quis fuerit proscriptus yel interfectus, placuit eum nec in fi­
nem accipere communionem; sl levior causa fuerit, intra
quinquennium accipere poterit communionem; si catechume-
nusfuerit, post quinquenni tempora admittetur ad baptismum.
L xxiy.
D e fa ls is te s tib u s .

Falsus testis prout est crimen abstinebitur: si tamen non


fiierit mortale quod objecit et probaverit, quod non tacuerit,
bienmi tempore abstinebilur; si autem non probaverint, con­
vento clero placuit perquinquennium abstineri.
LXXY.
D e h is q u i sa c e rd o te s v e l m in is tr o s a c c u sa n t nec p r o b a n t.

'f a'Jfem episiopum vel presbyterum vel diaconum


falsis crimimbi^ appetierit et probare non potuerit, nec infi-
nem dandam ei esse communionem.
LXXVI.
D e diacon ibu s s i a n te h on orem p e c c a sse p r o b a n tu r .

Si quis diaconum se permiserit ordinari et postea fuerit


e ec us in crimine mortis quod aliquando commiserit, si
spon uerit confesus, placuit eun acta legitima peenitentia
pos riennmm accipere communionem: quod si alius eum
—392—
detexerit, post qoiDqueoBium acta pnitentia accipere com­
munionem iaicam debere.
LXXVII.

D e b a p tiz a tis q u i n on du m c o n firm a ti m o r iu n tu r .

Si quis diaconos regens plevera sine episcopo vel presby­


tero aliquos baptizaveritj episcopus cos per benedictionem
prefieere debe bit: qiiod si ante de seculo recesserint, sub fi­
de qua quis credidit poterit esse justus.
LXXVÍÍL

D e fidelibus c o n ju g a tis s i c u m ju d w a nel g e n tili mcechatce


fu e r in t.

Si quis fidelis habens uxorem cum judoea vel gentili fuerit


mmchatus, á communione arceatur; quod si alius eum dete­
xerit,' post qoinqiienium acta legitima poenitentia peterit do­
minicae sociari communioni.
LXXÍX,

D e h is q u i ta b u la m lu d u n t.

Si quis fidelis aleam, Id est tabulam luserit nummis, pla­


cuit eum abstineri: et si enmendatus cessaverit, post annum
poterit communioni reconciliari.
LXXX.

n e lib e r tis .

Prohibendum ut liberti, quorum patroni in seculo fuerint,


ad clerum non promoveantur.
LXXXI.

n e foem in aru m e p is to lis .

Ne foeminae suo potius absque maritorum nominibus laicis


scribere audeant, quae fideles sunt vel litteras alicujus paci­
ficas ad suum solum nomen scriptas accipiant.
-393»-
Una de las inscripciones mas notables que hay en Grana­
da, es posterior al tiempo en que fué celebrado el concilio
Illiberitano. Han publicado copia exacta de esta el Sr. Perez
Bayer en sus notas al libro 5, capítulo S de la B ib lio th e c a
Detus de D. Nicolás Antonio, el clarísimo Florez en el trata­
do 7, capítulo 5 de la E s p a ñ a S a g r a d ü j y el Sr. Hidalgo Mo­
rales en la página 153 de su libro sobre I llib e r ia . E s una lá­
pida de mármol blanco que tiene una anchura de casi dos ter-
mas, y altura de media vara; está fijada hoy en la pared me­
ridional de la fachada de Sta. María de la Alhambra, donde
la mandó colocar Fr. Pedro González de Mendoza, ha­
biéndose hallado en unas excavaciones del mismo sitio. Es

IN NOIE. DNI. KSI. IH V . XEI. CONSACRATA.

EST. ECLESIA. SCI. STEFASI. PRIMI. MARTYRIS*

IN. tOCVM. NATIVOLA. A. SCO. PAVEO. ACCITANO PONFC.

................ DAT, KSI. VVITTIRICI. R E ^ .

ER. DCXLV. ITEM. CONSACEATA. EST, ECLESIA

SCI. i o h An i . m a r t y r i s , t e . ..............

ITEM. CONSACEATA. EST. ECLESIA. SCI. VINCENTII.

m a r t y r is . VALENTINI. A. S W . LILLIOLO. ACCITANO,

PONFC.

XI. KAL. PEER. A N ...... &L. DNI. RECCAREDI. REGS. ER.

DC. XXXII.

HEC. SCA. TRIA. TABERNACVLA. I>'. GLORIAM. TR IN IT ....

....HOPERANTE. s e i s . EDIEICATA SVNT. AB. INL. GVDILA..

"...VM . OPERARIOS. VERNOLOS. ET. SVMPTV. PROPRIO.

En p ta memoria se hace referencia de tres iglesias dedi­


cadas á S. Estéban, á S. Juan y á S. Vicente. Pablo, obispo
de Guadix, consagró la primera en la era 643 reinando Wi-
termo (año 607 de J, C.). En la era 632 ( año 594) reinan-
doRecaredo, Liliolo, obispo también de Guadix, consagró
la de S. Vicente, Púsose la ceremonia del obispo Pablo antes
que la de Liliolo, por atender á la dignidad de S. Esteban
Tomo I 26
—391—
Pjotomartir. Los gastos deístas dos iglesias y la-deS. Juan
íueron costeados por un noble caballero llamado Gudila, el
cual dedicó los tres tabernáculos en el paraje llamado N a t i -
v o la en honra déla Sma. Trinidad que poco antes había sido
blasfemada por los arríanos. -
Véase como hay un documento que prueba la existencia
de un pueblo ó lugar en cuyo nombre aparece la raíz n a ta .
Esto nos hace creer que G a r n a ta fué una de las muchas po­
blaciones dependientes de I l li b e r i, y que estuvo en el recin­
to de la Álhambra y ea sus inmediaciones, hácia el barrio de
S. Cecilio.
Hanquerido suponer algunos que la torre de S. Juan de
los Reyes y los paños de muralla que ciñen la Alcazaba son
fábrica de fenicios. A esto solo puede contestarse con la difi­
cultad de reconocer hoy las fábricas de aquellos extranjeros,
con la imposibilidad de conservar sus monumentos, y sobre
todo con la memoria de las historias árabes, que consignan
el tiempo en que fueron construidos aquellos muros, dé lo
cual nos ocuparemos en el tomo II.
En el tomo IIÍ nos ocuparemos detenidamente de los mo­
numentos y reliquias dejos mártires del Sacro Monte: en
unas láminas, que se han calificado de auténticas, se dice,
que varios santos discípulos de Santiago padecieron marti­
rio en el año segundo del imperio de Nerón, en el mismo si­
tio , donde hoy están abiertas las S a n ta s C u e v a s. Atempera­
dos á las reglas de nuestra religión nos sometemos al juicio
de los sugetos que han calificado aquellas reliquias; pero nos
abstenemos de analizar sus opiniones y de someterlas á las
reglas de la critica , que en estas cuestiones debe ser pruden­
te y harto circunspecta.
—395-»

P IW GRANADINOS
c^uc^&ea^ / ^ *

F m o iT iife ji. @ B ñ M ii® ñ a '

üllltluol.

Albondon. Mecina Fondales.


AlbuñoL Narlla.
Alcázar y Barjis, Nieles.
Alfornon. Notaez.
Almejijar. Pitres,
Atalbeitar. Polopos.
Busquistar. Pórtugos,
Cástaras. Rubite.
Cadiar. Sorvilan."
Ferreirola. Timar.
Fregenitey Oiiar. Torbiscon.
Juviles. Trevelez.
Lobras.

Allistma.
Acula. Jatar.
Agron. Moraleda.
Albama. Noniles.
Arenas del Rey. Santa Cruz,
Cada. Tajarja.
Chimeneas. Torro.
Fornes. Ventas de Huelma.
Jayena. Zafarraya.
B aza.
Baza. Cullar de Baza.
Benamaurel. Freila.
Caniles. Zujar.
Cortes de Baza.

(1) Este estado , y la tabla que siguen está extendido con ar ■


reglo al decreto de 31 de abril de 1834.
—396—
Granada.

Álbolote. Huetor Vega,


Alfacar. jun.
Armilla, La Zubia,
Beas de Granada. Maracena.
Cajar, Monachii.
Calícasas. Nivar.
Chnrriana, Ojíjares.
Cogollos, Peligros.
Dilar, Pinos de Genil.
Dudar, Pulianas.
Gojar, Pulianlllas.
Granada. Quentar.
Güejar Sierra. Senes.
Güevejar, Tiznar.
Huetor Santillan.

Guadix*
Alamedilla. Gobernador.
Albuñan. Gor.
Alcudia de Goadix. Gorafe,
Áldeire. Graena.
Alicun de Ortega. Guadix.
Alquife, Güélago.
Bacor. Huéneja.
Beas de Guadix. Jérez.
Bejarin. Laborcillas.
Benalúa de Guadix. La Calahorra.
Ceque, Lanteira.
Charches. La Peza.
Cogollos de Guadix. La Rambla del Agua,
Cortes. Logros,
Dehesas. Marchal.
Dolar. Pedro Martínez.
El Raposo. Policar.
Esfíliana. Purullena.
Ferreira. Villanueya de las Torres ó de
Fonelas. D. Diego.

Huesear.
Castillejar. Huesear.
Castril. Orce.
Galera. Puebla de D. Fadrique.
—397—
Iziietlloz.
Benalúa de las Villas. Modín.
Campotejar. Montejicar.
Cárdela. Montillana.
Colomera. Moreda.
Daifontes. Piñar.
Barro. Puerto Lope.
Biezma. Sillar el Bajo.
Botniogo Perez. Tiena.
Guadahortuna. Tojar.
Izoalloz. ^ Trujillos.
Limones. üleilas ba|asi
Los Olivares.
Orgiva.
Acequias. L ai^ofl,
Albuñuelas, Mondujar.
Barja. Melejís.
Bajacas. Murchas.
Beznar. Nigüelas.
Bubíon. Orgiva.
Cañar. Padul.
Capileira. Pampaneira.
Carataunas. Pinos del Rey.
Chite. Restabal.
Conchar. Saleres.
Cozvijar. Soporíujar.
Búrcal, Tablate.
Izbor. Talará.'

lioja»
Huerto-Tajar del Rio. Salar,
Loja. Villanueva Mesía.
Puebla de Sagra.

Mlontefrao.
Algarinejo. Illora.
Alomartes. Montefrío.
Brácana. Tocon.
Eseoznar.

Almuñecar. Cuajar Alto.


Cásulas. GuajarFaragüít.
-3 9 8 -
Guajar Fondon. Lobres.
Gualchos. Lujar.
Itrabo. Molvizar.
Jete, Motril.
Jolucar. Otivar.
Lagos. Salobreña.
Lentejí. Velez de Benaudalla.

Santafé»
Alhendin. Gavia la Grande.
Alitaje. Hijar.
Ambroz. Jau.
Atarle. Lachar.
BeÜcena. La Malá.
Caparacena. La Paz.
Gijuela. Otara.
Chauchína. Pinos Puente.
Collar. Purchil.
Escuzar, Romilia.
Fuente-baqueros. Santafé.
Gavia la Chica.

UJiJap«
Bércboles. Mecina Tedel.
Cojayar. Murías.
Cherin. Nechite.
Jorairata, Picena.
Jubar. Turón.
Laroles. Ujijar.
Mairena. Valor.
Mecina Alfahar. Yator.
Mecina Bombaroo. Vegen,
—399—
RESUMEN.

Total
de pue­ Id. de Id. de
Partidos íudicíaíes. blos. vecinos almas.
Aíbuñoi..... .............. . ......... 6141 29802
Alhama...................... . 16 3994 J6981
Baza.............. .................. ........ 7 6237 23870
Granada......... ................. 29 22348 82000
Guadix................. 39 8239 32505
Huesear........................... ......... & 4705 17999
Iznalloz.......................... ...... . 23 367*2 17551
Orgiva........ ..................... ......... 28 5872 24520
Loja............................... . 4589 18293'
Montefrío......................... ......... 7 4490 19529
M otril.................. . ........ IB 8595 41224
Santafé. ............. 23 5635 23264
üjijar...................... . .......... 18 5236 23236
244 89753 370974

Aimería.
Álmadraia. Mazariilleque.
Almería. Pecliina.
Benaliadaz. Rambla de Morales.
Cañada de S, Urbano Rioja.
E díx. Roquetas.
Felix. Saníafé.
Gader. * Viator.
líaercal. Vicar.
MarchaJv

Adra. Darrícal.
Beninar. La arquería de Adra.
Berja. Lucaiuena de Alpujarra.
Dalias.
€a5aja,ya.re
Alcolea. Alicum de Almería.
Alharna la Seca. Álmócita.
-400-
Bayarcal. Instincíon.
Benecid. Laujar.
Bentarique. Ohanez.
Beires. Padules.
Canjayar. Paterna,
Fondon. Presidio de Andarax,
Huécija. Ragol.
Illar. Terque.
■ Gergal.
Abla. Escullar.
Abrucena. Fiñana.
Alboloduy. Gergal.
Alharra. ‘ Nacimiento.
Alsodus. Ocaña.
Bacares. Olula de Castro.
Belefique. Sta, Cruz de Marcbena,
Castro. ^ Tabernas.
Doña María. Turrillas.

Hueresil OTera,

Albox. Huercal Oyera.


Arboleas. Zurjena.
Cantona.

Purcliena.
Albanchez. Olula del Rio.
Armuña, Oria.
Bayarque. Partaloba.
Chercos. Purchena.
Cobdar. ' Serón.
Fines. Sierro.
La Roya. SomontÍD,
Lijar. Sufu.
Lucar, Tíjola,
Macael. Urracal,
Sorbas.
Alcudia. Locainena de las Torres.
Benitagla. Nijar.
Benitorafe. Senes.
Benizalon. Sorbas.
Huebro. Tahal.
La Huelga. Uleila dei Campo.
—401—

Telez RuM o.
ChiriYel. Velez Blanco.
Maria. Velez Rubio.
Taberno.

V era.

Antas. Pulpi y las diputaciones de


Cabrera. Fuentes de Pulpi y Benzal.
Carbonera. Turre.
Cuevas de Vera. Vedar.
Lubrin. Vera.
Mojacar.
RESUMEN,

Total
de pue­ Id. de Id. de
Partidos judiciales. blos. vecinos almas.
Almería..... .................. . IT 7332 28357
Berja..................................... 7 6386 20955
Canjayar.............. ......... . . 20 6177 24695
Gergal...... ................................ 18 7335 31190
Huercal Overa........... ......... . 5 6521 26084
Pnrcheiia,...,............................ 20 7831 31206
Sorbas.................................. . 12 4144 17099
Velez Rubio............. . S 5242 24370
Vera......................................... 10 7679 30833
114 58667 234789

wm.©mm€m © i m asaba.

A lora.

Almogía. Cártama,
Alora. Casarabonela.
Alosayna. Pizarra.
—402-

‘Aiitequera.
Antequera. Humilladero.
Bobadilla. Mollina.
El valle de Abdalaxiz. Villanueva de Gaulie.
Fuente de Piedra.

Areliidoiia.
Alameda. Cuevas Bajas.
Algaida. Saucedo.
Archidona. Trabuco.
Cuevas Altas ó Villanueva Villanueva de Tapia,
de S. Marcos.

Campillos.
Almargen, Cuevas del Becerro.
Ardales., Peñarrubia.
Campillos. Serrato.
Cañete la Real. Sierra de Yeguas.
Carratraca. Teba.

Coin.
Alhaurin el Grande. Monda.
Coin, Tolox.
Guaro.

Colm enar.
Almadiar, Cutar.
Borje. Puebla de Alfarnate.
Casabermeja. Puebla de Alfarnatejo.
Colmenar. Puebla de Periana,
Comares. Rio Gordo.
Eistepona.

Estepona. Manih'a.
Genalguacil. Pugerras.
lubrique la Nueva. -
Ganeiit.
Algatocin. Benadalid.
Atájate, Benaiauría.
-403—
Benarrabá. Gaucín.
Casares. Jimera de Libar.
Cortes,
m álaga.
Alhaurin de la Torre. , Moclinejo.
BenagalboQ. Olías.
Churriana. Torremolinos,
El Palo. Totalan.
Málaga.
Ularbella.

Benalmadena. Marbella.
Benahavis. Mijas.
Fuengirola. Ojen.
Istan.

Ronda.
Alpandeire. Farajan.
Arriate. Juscar.
Benaojan. Montejaque,
Burgo. Parauta.
Cartagima. Ronda.
Igualeja, Yunquera.

Toprox.

Algarrobo. Maro.
Arches, Nerja,
Canillas de Albaída. Salares.
Competa. Sayalonga.
Corumbela. Sedella.
Frigiliana. Torrox.

Telez jHálaga.
Alcaucin. Daimaloz.
Arenas de Velez. Iznate.
Benamargoza. Macharaviaya.
Benamocarra. Torre del Mar.
Benaque. Velez Málaga,
Canillas de Aceituno. Vihuela.
Chilches.
— 404—

RESUMEN.

Total
depue­ Id. de Id. de
Partidos judiciales. blos. vecinos almas.

Alora......................... . 6 S738 23944


Antequera....... 7 6980 28063
Archidona........ ....... .......... . 8 5305 22145
Campillos.............................. ..... 10 5098 21589
Coin................ ...................... 5 5606 22604
Colmenar..................... 5701 23200
Estepona................... 4229 16022
Gaucin.......................... ........ 5178 21454
Málasa..................... 15141 60757
Marbella.................. ............. 4094 16470
Ronda.......................... ........ 8356 33546
Torrox.................................. 5835 24812
Velez Málaga.............. . 6046 24836
113 83507 338442

A lca lá la Real»

Alcalá la Real y sus cortija» bera, S. Isidro, Sta. Ana


das de Cantera blanca, Cha- y Valde-Granada.
villa, Fuente-álamo, Gra= Aícaudete.
geras, Ermita Nueva, Hor- Castillo de Locubin.
tihuela, Mures, Rávita, Ri­ Frailes.

Andujap.
Audújar. Higuera de Arjona.
Arjona. Lopera.
Arjonilla. Marmolejo.
Cazalilla. Menjivar.
Espeluí, Villanueva de la Reina.
Baeza.
Baeza, Ibros.
Bejijar. Javalquinto.
—405—
Linares. Tovaruela.
Lupion. Villargordo,
Torreblasco Pedro,
Cazorla.

Cazorla, Peal.
Ghillevar. Pozo-blanco.
Pircar. Quesada.
Hinojares, San Julián.
Huesa. San Martin.
Iruela. Santo Tomé,
Iznatoraf de Beas. Toya.
Molar. Villacarrillo.

- H uclm a.

Belmez de Moraleda, Huelma.


Cabra del Santo Cristo. Larba.
Cambil. Noalejo.
Campillo-Arenas, Solera.
Carcñel. Tarahal.
Garchelejo.
Ja e u .
Fuente del Rey. Los Villares.
Jaén. Torre-campo,
La Guardia.
liB Carolina.

Aldea Quemada. Vista alegre.


Arquillos y su aldea de Par- Montizon y sus aldeas de Al­
rosillo. dea Hermosa y Venta de
Baños. los Santos.
Bailen. Nayas de San Juan.
Carboneros y sus aldeas de Navas de Tolosa,
Acebucha, Cuellos, Esco­ Ramblar y su aldea de Hu­
lástica y Mesa. milladero.
Concepción de Almoradiel. San Estéban del Puerto,
Guarroman y sus aldeas de Santa Elena y sus aldeas de
Arellanos, Línea de Baños, Correderas, Magaña, Mi­
Los R íos y Martin Malo. randa , Portazgo y Venta
La Carolina y sus aldeas de Nueva.
la Fernandina, la Isabela y Vilches.
—406—

Maneb» Keal»

Albanchez, Pégalajar.
Garciez. Torre Qaehradilla.
Jimena. Torres.
Jodar. Vezmar.
Mancha Real.
ülartos.
Escañuela. Porcuna.
Fuensanta. Santiago de Calatrava.
Higuera de Hartos. Torre D. Jimeno.
Jamilena. Valdepeñas.
Hartos. Villar D. Pardo.

^e^u*a de la Sierra.
Reas. Canalejas, Casas de Car­
Benatae. rasco, Casicas de Rio-Se­
Bujaraiza. gura, Gorgollitas, Honra­
Castellar de Santisíeban. res , Huecos de Bañares
Chiclana. Lentiscares , Peñolite y
Genare. Pontones.
Horcera. Siles,
Hornos. Sorihuela.
La Puerta, Torres de Albanchez.
Santiago de la Espada. Villanueva del Arzobispo.
Segura y sus diputaciones de Villa Rodrigo.

IJlieda.
Canena. Sabiote.
Hármol. Torre de Pedro Gil.
Rus. übeda.
^407—

RESUMEN.

Total
de pue­ Id. de Id. de
Partidos jadiciaies. blos. vecinos almas.

Alcalá la Real............... 4 7046 25882


Andújar. ....................... 10 7064 25934
Baeza..... .................... . ............ 9 7091 25977
Cazorla.................... ........... 16 7172 27419
Huelma....... ............ 11 3737 13689
Jaén........................................... 5 6924 26489
La Carolina.,...... . ............ 15 5295 20128
Mancha Real............... 4825 17821
Hartos.................... . 8402 31340
Segura...................... 6881 27556
übeda............................ 6383 24684
111 70820 266919
QUE

c/e^ ^^9^¿%^^t€icÁnaé m a ú 'eé auíó^Mo-é p m o-^9m aé / /

t tt Cf&«
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Sf.
D eaom iiiaciou anligua. Deuomijxaciou moderna. Ilegíon aul igua. Pái Lido ju dicia l moderno. P rovincia antigua.. Pj'ovincia moderna. Convenio juiídico. Audiencia»

A bdera, . . . . . . . . A dra. B á s t a lo F en icia . . . . B erja, . , , . . B é l i c a .................... A lm ería, . , . Cordubense, . Granada,


A b l a , ............................... - . A b la . . . . . . . . . . Eastifcana, . G er g a L , , . . , . . . . C artagin en se. . . . . . A lm ería. . . . . Cartaginense. . Granada.
A b u la A u g u s t a . . . . . V iie b e s ., . . . . . . . O retana. . L a C a r o lin a . . . » i • C a rta g in en se. . . > . > J a c ú . •» , » . Cordubense. , Granada.
A c c a l u c i .................................... H u e l m a ...................................... E a slita n a , . . . . . . . llu e lm a . . . , . , * . C arta g in en se, , . . ♦ * Jaén. 1 i . s • • Cartaginense. . Granada.
A c c í ............................................... G u a d i x ol V i e j o . , . » . E a slita n a . , G uadix* . . . , * * . C a r t a g i n e n s e . . ft 4 • • Granada, . . . . Cartaginense. , Granada.
A c c iu ip iT O .. K o n d a la T i e j a . . . . . C éltica. , , R o n d a ......................... . . . B ética . . . . , • * 4 ♦ M ála g . j . Astigitano, .
Z u j a r .,.
, Granada,
A cla ra . B a s L it o n a . . . • . . . » B aza,............................. 6 * C a rta g in en se. . • 4 4 • Granada. . . , Cartaginense. . Granada.
A m lo risa . A lh a u r in e IG r a n d o .. , . B a s t i l l o F e n i c i a ..................... C cin , . . . , . B é t i c a .................... M á la e a . . . . Astigitano, .
A n d ú jar. . . . . . . .
. Granada.
A n d u r a .. T ú r d u l a , . ......................... A nd ú jar. . . . . . B élica . . . . . Jaén. Cordubense. . Granada,
A n tik a ria . D esp o b la d o do Cerro
L e o n ............................. . , T li r d u l o . , A ntequera. . , , B é t i c a ................... Málaeja. . . . Astigitano. . • Granada.
A r u tísp í., C aucho. T u rd u la . . A n teq u era. . , ,
• • • B é l i c a ................... » » 4 » M áJae n. . . . f Astigitano. . - Granada.
A r tig i. A lh a m a . T ú rd u la. . * * . e ■ , A lh a tn a , . , , « • . B é t i c a ................... Granada. . , . Cordubense, . Granada,
A r u n d a . . ................................ Honda. C éltica, , . R on d a. . . , , . * « A B élica . . . . . » 6 * • M ála ga, . . . Astigitano. . . Granada.
A s t u p a .......................... ..... E step on a. . . . . . . . B á s t u l o F e n i c i a , . . . , E s t e p o n a .................. B élica . . . . . Málaga,, . . , Astigitano. .
Jacn.
. Granada.
A u rig í. O retana, . . . . » . • Jaén. . « » B é l i c a .................. Jaén. . . . . Astigitano, . . Granada.
lifBGuia B é l i c a , . . . . . B a i l e n .................................... ..... O retana. . L a C a r o lin a . . . • » » C a r t a g i n e n s e . , J a é n . l. . . . ginense. - Granada.
B n rb u ria n a , . . . . . . G f i u c i n ........................................ B á s t u l o F e n i c i a ..................... G a u c i n , . , . . B é lic a . . . . > » , i 4 M ála ga. , . . Astigitano. , . Granada.
B a rb esu la . R u i n a s j u n t o al G u a d i a r o B á s t u l o F e n i c i a ..................... M a r b c l l a . . . . . » i B ética , * . . , • 4 4 » M álaga. . . . Gaditano. . . . Granada.
B a s t í ............................................. B a z a ................................... ..... . E a slita n a . , Baza. , i , . , , . . . C a rta g in en se. , . . . . Granada. , . .
B e r ja .. . . . . . . . .
Cartaginense, . Granada.
E e - ’L . . . . . . . . . E á slu J o F en icia , . , ■. . B e r j a , , . . . . • • * C a r ta g in e n s e . . A lm e n a , . . . ínense.
Baeza. . . . . . . . .
. Granada.
E ia lia ., . . . . . . . . O retana, . B a e z a ......................... » , a C a rta g in en se. , • 4 • » Jaén, • nenso.
B ío rra ,
• Granada.
B i g u e r r a ..........................^ . O retana* . . . . . . . D e sp o b la d o en tre Jaén y
B a e z a .................... C a rta g in en se. . Jaén. Cartaginense. . Granada.
B iirjin a lu ru , . . . . . . B ejig a r. . ................................ O retana. . C arta g in en se. . Jaén,
C a s a li ll a .
Cartaginense. . Granada,
C a l i c u l a .................. .... T ú rd u la . , . . . . . . A n d ú j a r ..................... » ■ . B é l i c a . . . * . Jacri. Cordubense, . Granada.
G íirü m a . . . . . . . . C á r t a m a .......................... B á s t u l o F en icia . . . . . A lo r a . . * * . . B é lic a . . . , , Málasra. . . . Ásligitauo. . . Granada.
C a s t u l o . .................................... C a z lo n a . O relaua, . . . . . . B a e z a ..................... ..... , « • C a r t a g i n e n s e . Jaén, iliense. . Granada.
C a v i c l ü i n . ............................... T o r r o x ................... .... B á s t a l o F en icia . . . . , T o r r o x . . . . . , 4 4« B ética . . , , . Málafí 1. . . . Asligitauo, . • Granada.
C ed rip p o . . . . . . . . L a A la m e d a .. . . , , . T ú rd u la . a 4 « * 0 » A r o h id o n á , . , - , • ♦ B é lic a . . . . . Málafit/i, . . . Astigitano. . • Granada.
C o rb u la . D e sp o b la d o del cerro del
C o r b o n . , .......................... T ú rd u la . . A n d ú j a r ..................... * « k B ética , , , . . • « • • Jaén, Cordubense. * . Granada.
D etu n d a. . . . . . . . M a r o .......................................... B á s t a l o F o m e i a .................... Torrox. . , , . • • • B élica . , . * , Málafi-fi. . - .
o C ordubense,, • Granada,
E b u la C e r e a lis .. . . . . A l c a l á la R e a l . . . . . . T ú rd u la . . A l c a l á la R e a l , . « « flB é tic a , , . . , •Tacn. A stigitano.. . . Granada,
E s e u a . .................................... A r c h i d o n a . , ¿ . , . , . T ú rd u la . , * • • ^ » a A rch id o n a , , . . ► • • B é lic a , , . , . M á la g a , . . . A stigitano,. , • Granada-
E x i ............................ A lm u ñ ó c a r , . , . « • » B á s t u l o F e n Oía..................... M o t r i l ......................... . . . B é lic a . , , . . Granada, , . , Cartaginense. - Granada.
E in ia n a , F i h a u a . ..................................... B astitan a, , » 9 • f G ergal, , , . , * , . » C a rta g in en se. , 4 « « » A lm ería, . , . Cartaginense. • Granada.
F r a x in u m ., . ^ . F reila . . ^ . . . . , . B á stila u a . . ^ • Baza, . , . . . • * , C arta g in en se. . Cordubense, .
G r a n a d a .. . , • Granada.
U ip p o n o v a , . . . . . . M o n teírlo . T ú rd u la . , M o n tefrio , . , . • » * B é l i c a ................... Granada, . . , Cordubense. , - Granada.
ll U b o r i .................................... ..... E l v i r a . , ............................... T ú rd u la . . G r a n a d a .................... * , • B élica . , , . , G ra n a d a ,, . . Cordubense. . • Granada.
l l l i p u l a ........................................ L o j a . ......................................... T ú rd u la . , G ranada. . . . . » » % B élico . » , . , Granada. . . .
Santa F o te n c la n a . . . .
C ordubense,, • Granada.
lU itu rg i.. T ú r d u l a . * . .......................... A ndújar, . . . * • ♦ • B ética . . . . , Jaén, Cordubense. . • Granada.
] l l u g o ................................ • . S u n E s l ó b a n de! P u e r t o , O retana. , . . . . . . . L a C a r o lin a , , » B ética , , , , .
III u r c o ........................................ R u i n a s e n t r e l l l o r a y P i -
Jaén. Cordubense. . ' Granada.
nos P u e n te .. . ^ . T ilr d a la . . S a n ta fe . . . , . B é l i c a ................... Granada* * . , Cordubense, . • Granada.
1 l l u r o ........................... . . . A l o r o . , . . * ..................... B á s t u l o F e a i cia» . . . . A l o r a .......................... * » > B é t i c a , . . . .
Astigitano, .
Málasra, O' . . . ‘ Granada.
ItucL. M a r m o l e j o ............................... T ú rd u la . . • » * * ♦ K A n d ú ja r , . . . . 4 * * B élica . > . , . Jaén. Cordubense. , < Granada.
L iU ir o n a .......................... ..... . A l h a u r i n d e la T o r r e . . B n s l u l o F e n ic i a . . . . . M á l a g a ...................... * 4 • B é t i c a ................... M á l a oo a . . . . Astigitano. , • Granada.
L en trix. Er u c i a ...................... ..... . - , O retana. . C a z o r la . . - . . • « 4 C a r t a g i n e n s e . , Jaén, . Cartaginense, ^ Granada.
L erza ., . . . . . . . . D esp o b la d o de Cerro C o -
r o n ..........................., O retana, * Baeza. . . . . , C a rta g in en se. , Jaén. Cartaginense, ‘ Granada.
L u p a rla .. . . . . . . . L u p io n . O retana. , Baeza. . . . . . C arta g in en se, , Jaén* . Cartaginense, • Granada,
MnlaGii. M á l a g a . , .............................. B á sta lo F en icia, . . . . M á la g a . . . . . B élica . . . , • M á la g a C ordubense,. ‘ Granada,
M e n o b a .. V elezM á la g a ^ . . , , . B á s t u l o F e n i c i a ..................... V c le z M á la g a , . , B é t i c a ................... Bí ála ga C ordubense,, - Granada.
M o n a co .. A lm a y a te. B á s t u l o F e n i c i a ..................... Y elez M á la g a , . , B ética. . . . . M á la g a C ordubense,. ■ Granada.
M o n to sa B atista n a . . . . L a G uardia. . . . . . . E a s li t a n a . . Jaén, , . . „ . B é tic a . . . . . Jaén. Cordubense. , • Granada,
M e n t e s a O r e t a n a . . . . S a n t o T o m ó ......................... O retana. . C a z o r la . . , . . C artagin en se. . Jaén.
B astitana. . * * « » * <
Cartaginense. • Granada.
M o r u m , . ............................... V e n t a M o r a l .................... ..... Y elez R u b io , . . C a rta g in en se, . A lm e r í a . . . . Cordubense. . • Granada.
M u n d a . .................................... M o n d a , ................................... B a s l u l o F e n i c i a ..................... Goí . 0 B é lic a . , . , , Málafra
,— - , , Cordubense,. ■ Granada.
M u rg i. M o j á c a r .................................... B á s t u l o F e n ic i a . , , » . Y e r a ............................ B é l i c a .................... A lm e r ía . . . . Astigitano. , • Granada.
N e sc a u ia . V a l l e A b d a la j i s . . . . ^ 1 ú r d a la . . • • • « « « A n teq u era. » , . B élica * . . . . M á la g a Cordubense. . ' Granada.
O b u l c o . .................................... P o r c u n a ............................... ..... T ú rd u la . , M a rio s, . . . . B ética . . . . .
* * , Jaén. C ordubense,. «; Granada.
O s s i g i . .................................... B l a q u i z ....................................... T ú r d u la . . k 4 « « 4 ■ A ndújar. . . . .
P o r tu s ilfagn u s ( 2 ^ . , ^ A h n e r ía . . . . , . . .
B é l i c a .................... Jaén.
"
Cordubense. , • Granada.
.B ástu lo F e n i c i a . , , . . A lm ería . . . . . Cordubensa, ,
B élica , . . - , 4lmcr¡}i ' Granada*
B im u lu m ,. . . . . . , R u s . .................................... . O retana. , U b e d a ......................... . . [ C a rta g in en se, . • 4 • K Jaén. , Cartaginense. - Granada.
Sala ria. S u b i ó t e ....................... O retana. . . . . . . . U beda. , . , . . C a rta g in en se, * Jacn, , Garüiginense. • Granada,
S a ld u b i i................................ ..... M a r b c l l a ................................... B á s t u l o F e n i c i a ..................... M a r b c l l a ................... B é lic a ,. , . . Gíiditano. . ,
* 4 . M á la g a . Granada.
S e g e d a A u g u r i n a . , , . A t'j o n ill a . . .......................... lu rd u la . , A ndújar. . . * , B é t i c a ................... Jaén. Cordubense., . Granada,
S o la i n b in a , . . . . . . S a lo i n ’tíña. B á sta lo F en icia . . . . . M o tril. , . . . , B é t i c a ................... Granndí) . . . Cordubense. , i Granada.
S i n g i l i a . ................................... R u in a s del C astillon . . , T ú r d u la . . A n teq u era, . . . B ética. . . . . Astjo'itano. •
M á la g a
• ^ . Graoada.
S u e J ......................... ..... . . . L a F u eiig iro la . . . . . B ástu lo F en icia . . » . . M a r b id l a , . , . > . B é l i c a ................... Astigitano. .
M á la g a . Granada.
S paturgi. . . . . . . . L o s V illa res. . . . , . T ú r d u la . . J a e n , :^'", . . , «1 > • Cordubense.,
B é t i c a .................... Jaén. , . Granada,
T n cci. . . . . . . . . M a r t o s ....................................... T ilrd u la. , • a « « » • M artos „ . ^ . B é tic a .. , , , Jaén. Cordubense.; , Granada,
T u j ia , T o y a . ...................................... O retana. . • « » * « • C a zo rla * . . . . C a rta g in en se. , Jaén. . Cartaginense. . Granada.
T u r a n ia n a . N íja r. B a s tita n a , . • 0 * » • Sorbas, . . . . Cartaginense.
C a rtá g in én se. , Almeriíi . , . , - Granada.
T u r b a . , , , .......................... T o b a r u e l a , . .......................... T ú rd u la , , ^ « « • B aeza. . . , . , . . . C a rta g in en se. , ♦ • • Jaén, • • • CarLagiuetiSB. . Granada,
'JÍ'rabaRonensü Mu n ic i-
p iu m ( 3 ) .............................. A lc a u d e t e , . , . . , , T ú rd u la , . A l c a l á la R e a l , . , Cordubense, .
B ética . . . . . Jaén, , . Granada.
U r c i . , . . .......................... V i l l a r i c o s .................................. T ú r d u l a . . , » . » « , Y era. . . . * , B ética . . , 4 , A lm ería Cordubense. , . Granada.
U r g a b o ....................... ..... A rjona. B ástu lo F e n ic ia . . . . . A n d ú jar. . . . . B ética , » , . . Jaén. . Cordubense. . . Granada,
V e s c i. H u étor. • t • * T ú r d u la . . , . . . . , L o j a ....................... ..... B ética . 4 . . . Granada. . . . Cordubense. , . Granada,
V i n i o l i s ................................. ..... N o a l e j o . ................................... T ú rd u la , . , . , « « H u elm a, , , , . , . . C artagin en se, , ,Taen. , « < . • . Cordubense. . . Granuda.

Casaubon, Wesenling,
. Sánchez Sobrino ^ Con-
Fernandez.
(3)
1 Algunos .{uzgun cjuc AJciuidete se llamó JSudiLanum

•ífc
iT n j i n d ............................ .n ú ú -
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INDICE

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V
ADVEfiTEKGJA. • •. » • ? ■ * • * ' ^ ° ,° “ ‘ j-
CAWTnto Í, Puellos antiguos y dominación Fenicza.^ M país granaai-
no.—Primeros habitantes. — Sus usos y costumbres.—
Llegada y establecimiento de los fenicios. — Su comer­
cio. — Fundación de algunas poblaciones.—Tradición^
paganas. — Colonias griegas. — Resaltados de la domir
^ nación de los pueblos de Oriente en las comarcas gra­
nadinas. . . . . . i í . • 1
C ap. II....... Cartagineses. = Fundación, engrandecimiento j política
de Cartago. — Las intrigas de los cartagineses r;eT,olueio-
nan nuestras provincias. — Campañas y gobierno de
Amilcar, de Asdrúbal, de Aníbal. —Casamiento de e's-
te con una princesa del país granadino. — Toma de Sa­
gunto , y organización de ejércitos en las comarcas gra­
nadinas. — Guerras de Italia, —Campañas de los roma­
nos en nuestras comarcas.—Muerte de los dos Scipiones, ^4
Cap. III...... Cartagineses y romanos. =Q oyo Marcio, Claudio Nerón,
Scipion y Lelio combaten sucesivamente contra los car­
tagineses. — Ocupación de Cartagena y cambio moral en
nuestras provincias. — Anécdotas. — Batalla ,de Bilr
ches.— Nueva espedicipn á Italia. —Cerco y rendición
de J a én ,— Batalla de Úbeda.— Ingratitud de los car,-
taglneses con Masiniza. — Ocupación de Illiturgi y CaSr
tulo, — Resistencia de Estepona. —Los romanos domi­
nan sin rivales en nuesfras comarcas. . . . . . . 59
C^,p. l y ...... República romaMa. = L a s rapiñas d,e los romanos apuran
el sufrimiento de los pueblos granadinos. ~ Conjuración
y guerra de nuestro país. — Correrías de Firiato en
él. - Aventuras de Craso en Málaga. — Proezas y guer^
ra de Sertorio. — Desavenencias dé nuestras ciudades
durante las contiendas de César y Pompeyo,. — Fip .de
la república romana. . . . . . . . . “ . • RP
Cap. V ...... EL ráperm. = Elevación de Augusto favorable 4 todas las
provincias. —Importantes reformas en las nuestras, y
Clasificación de .ciudades.-.-Régimen —iCi'vlI-1':’
aacion y felicidad,— Incidentes. . . . . . . . . . 129
Cap. y i ...... E l cristianismo. = Origen , espíritu y progreso dol .cristia­
nismo. — Propagadon de la doctrina evangélica en el
.V- país granadino desde los primeros siglos dé la Iglesia.—
Tradiciones religiosas.—Fábulas de los falsos cronicp.r
nes. —Considerable número de paganos convertidos en
nuestras provincias á la fe de J. C. — Concilio de Illi-
•Ijeri._Resultados de la paz concedida por el edicto
general de Constantino á las iglesias creadas en nuestra
tierra,— Establecimiento de los judíos en ella.—Consi­
deraciones sobre el estado del país , bajo el gobierno de
Constantino y demás emperadores, hasta la irrupción,
de los bárbaros. 187
Ctjúe. VII...,. L.asfrihvs ■?-.Situación del imperio. — Idoa de
los bárbaros y motivos de su eiaigracion.— Procedeada
de las tribus que desvastaron á nuestras comarcas.—Su­
perioridad de los godos. — Conquista de nuestro país
iorEurico. —Controversias religiosas y discordias civi-
f
es. —Política y guerra de los imperiales. — Son estos
expulsados de nuestras comarcas en tiempo de Sisebu-
to._— Sucesos notables hasta el reinado de D, Rodrigo, 238
ArÉxmcE. Ném. Juicio de Aníbal por Jíapoleon. . . , , . . 293
Núm, 2 .” Escena de Silio Itálico* 295
Antigüedades, ruinas é inscripciones romanas
tables de las cuatro provincias de Granada.
Ném. 3 .‘ Escua. . . 298
Núm. 4.' Illiturgi. , 301
■Núm. S.° Cástuio. 307
Núm. 6.” Accinippo 310
Núm. 7.® Singilia. 318
.. Núm. S.® Inscripciones de otros pueblos. 324
ANTisusDAnES DK Geasaua. Recientes descubrimientos en Sierra Elvira* 363

J
FE DE ERRATAS-

Pág. Lin, Dice. Léase.

66 18 terretres terrestres
201 36 Zaragono Zaragozano
233 7 TÍrtudes. S. Gregorio obispo virtndeSj S. Gregorio, obispo de
de Jllilieri^ lU ileri:
este tomo á Airéales m G rapda en la libre-
5APTZ, calle de la Mouíérería, y á 26 en k s puntos
^níes.-
M a d eíd í C we sta ^ H m Ateo t K i os ^
lUjacete Méhero y \ ;Ct%np Bdüte^edfra^ &dcid,
i_ P e d r & n ,^
^0ldpu.
Algeclras^ dtf Xaféii:^
Q r i^ a M i. , Ramos. Salamanca, Morán.
AliCáate j C d fT a fd lÁ ^
^Sheyíi^G al^e's y Paíd~ ^.ntander ,, Mdptimz¡.
^mería , ú m s id é s .
cáfóíí^-V^ SaütSa|ó , %ey Romero.
Aníe^aeca, G & ílfír -i» ^ «Taea, San, Fernando, Dias.
A^xla j JdTet i MuMo y ^rydelips Serilia, M idi^a y^óm^ ,
_Badajoz , C d r r i/^ ,
.Le^on, ’i'ermm^s:.
. Baeza, y odfit^láyptipip^
J a -
tdrida, E.spznQss¡, -Soria, GetofHp.,
• r $ ñ ,o ^ 4- ^
B^romo, Muím.
Barcelóni, P tfe p v ^ í^
didja , Gmm
§3Má Gtaa (ie Teneri­
IBniíao'j fe, Ramírez. ~ ?
Í )A v i^ s -»
.Idigo, PiijaJ. (.:
Mhidid,. Málaga, Garrm'ns-.
.Tarragona , RmyruM.
Toledo, D0};imüdizy Cm.
n
wacefés, B te r ^ e s .
Mallorca, Guasy. -
Cádiz., Xlbeda. Alhambra y Ja^
r e íiíé ,
3 I o r tiÍ ^ d jd , y
. ■- Molííls ÉdllñslMbs toña..
Murüa, - V alenda ,, J^meña, _
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Oroiisg I riandy Qrg¿, -
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