Sei sulla pagina 1di 2

El lenguaje de los números -I-

Diácono Orlando Fernández Guerra

En lengua hebrea a cada letra le corresponde un número. Y era muy común usarlos en la Biblia de
modo simbólico. Por lo que cuando se leen pasajes donde se enumeran eventos o personas, hay que
poner mucha atención para no tomarlos al pie de la letra, a menos que haya razones para ello. Este uso
simbólico de los números está en el comienzo de un método de investigación bíblico que usaban los
rabinos judíos llamado gematría. Los números que tenían un valor sagrado o simbólico son: 1, 3, 4, 5, 6, 7,
10, 12, 40, 70, etcétera. Vamos a ver algunos, que por su frecuencia parecen ser los más importantes.
El número uno se utiliza para expresar el concepto de unidad en Dios. La primera oración de Israel
reza que “El Señor nuestro Dios, es el único Dios” (Dt 6,4). La raza humana proviene de un solo hombre
(Hch 17,26). Y por uno solo entró el pecado en el mundo (Rom 5,12). El don de la gracia se obtiene por
medio de Jesucristo (Rom 5,15). Su sacrificio cruento es una ofrenda que se hizo de una vez por todas
(Heb 7,27), y Él es el primogénito de entre los muertos (Col 1,18; 1 Cor 15,20). “Uno” expresa también la
unidad entre Cristo y el Padre (Jn 10,30); y la unidad entre los cristianos (Jn 17,21; Gal 3,28). Este número
está en la enseñanza de Jesús sobre el matrimonio, “no son ya más dos, sino una sola carne” (Mt 19,6).
El número tres se asociaba con algunos de los actos portentosos de Dios. En el monte Sinaí el
Señor descendía para entregar su ley en el tercer día (Ex 19.11). En la profecía de Oseas el Señor se
proponía dar vida a su pueblo al tercer día (Os 6,2). Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres
noches (Jon 2,1; Mt 12,40). Tres de los discípulos disfrutan de condiciones especiales de intimidad con
Cristo (Mc 9,2; Mt 26,37), y en el Calvario hubo tres cruces (Lc 23,33). Cristo resucitó al tercer día (1 Cor
15,4). Pablo pone el acento en tres virtudes cristianas (1 Cor 13,13).
Otro uso del número tres, en relación con períodos de tiempo, es la elección que se le ofreció a
David: de tres días de peste, tres meses de derrotas, o tres años de hambre (1 Cro 21,12). El despliegue
del ejército de Gedeón tuvo lugar en tres cuerpos de trescientos hombres cada uno (Jue 7,16). Puede
indicar énfasis, porque en hebreo no había superlativo: “Santo, santo, santo…” (Is 6,3; Jer 7,4; 22,29). En el
Nuevo Testamento, el tres está consagrado por la revelación de la Trinidad (Mt 28,19; Jn 14,26; 15.26; 2
Cor 13,14; 1 Pe 1,2); y de la bendición apostólica (2 Cor 13,13). Estas fórmulas son muy abundantes en
San Pablo (Rom 1,4; 1 Cor 2,10-16; Gal 4,6; Flp 2,1; Ef 4,4-6).
En el relato de la creación Dios creó al hombre y a la mujer en el sexto día (Gen 1,27). Seis días se
le asignaron al hombre para trabajar (Ex 20,9; 23,12; 31,15). El siervo hebreo tenía que servir durante seis
años antes de ser liberado. El número seis, en consecuencia, se halla íntimamente asociado con el
hombre. En el libro del Apocalipsis tenemos unos de los casos más sobresalientes de gematría bíblica. Es
el del famoso número 666 que se asocia a la bestia (Ap 13,18). Se han propuesto muchas interpretaciones
pero la más probable es la que lo identifica con el Emperador romano Nerón.
El siete ocupa un lugar prominente entre los números sagrados en las Escrituras, y está asociado
con la idea de consumación, cumplimiento, y perfección. En el relato de la creación Dios descansó de su
obra en el séptimo día (Gen 2,2-3). Esto sirvió de modelo para el día de reposo judío (Ex 20,10), para el
año sabático (Lev 25,2–6), y para el año jubilar (Lev 25,8). También las fiestas judías tiene esta estructura
septenaria: la fiesta del pan sin levadura y de los tabernáculos duraba siete días (Ex 12, 15,19; Núm 29,12).
El día de la expiación correspondía al séptimo mes (Lev 16,29). En el culto, el siete aparece en relación con
los sacrificios: se rociaba con la sangre del becerro siete veces (Lev 4,6), el holocausto de siete corderos
(Núm 28,11); el leproso, para purificarse, debía ser rociado siete veces (Lev 14,7), y el profeta Eliseo envió
a Naamán el leproso a lavarse siete veces en el Jordán (2 Re 5,10). En el tabernáculo, el candelabro tenía
siete brazos (Ex 25,32). Tenemos seres y objetos sagrados con el siete: los siete ángeles ante la Gloria del
Señor (Tob 13,15), la piedra que tiene siete ojos (Zac 3,9), los siete ojos de Yahveh que observan toda la
tierra (Zac 4,2-6).
Otras referencias son: los siete hermanos que murieron mártires (2 Mac 7,1ss); el elogio a la nuera
de Ruth, preferible a siete hijos varones (Rut 4,15). Los sacerdotes dieron siete vueltas a Jericó tocando
siete trompetas (Jos 6,4). El sirviente de Elías miró al mar siete veces en busca de lluvia (1 Re 18,43). El
salmista alababa a Dios siete veces al día (Sal 119,164). De este valor sagrado procede el empleo del siete
para cálculos: el justo cae siete veces (Prov 24,16), Caín será vengado siete veces (Gen 4,15), siete
espíritus simbolizan el estado de perdición total del poseso (Mt 12,45) y siete veces cree Pedro que son
suficientes para perdonar (Mt 18,21).
(Continuará….)

Potrebbero piacerti anche