Sei sulla pagina 1di 5

ESCUELA NORMAL DE ECATEPEC

Licenciatura en educación primaria


Curso: Textos Narrativos
Tema: Ensayo
La pedagogía de la muerte. Un reto Formativo.
Cuarto Semestre Grupo I
Cortes Soria Estefanía
¿Es suficiente con educar para la vida?

Siempre se ha dado mucha importancia a la calidad de la educación. Se


pretende formar a individuos preparados para afrontar la vida en todos
aspectos, aunque no en todos sus sentidos. ¿No es la muerte parte de la
vida? En la escuela se nos enseña acerca de cómo, tanto nosotros los
humanos como animales y plantas, nacemos, crecemos, nos reproducimos,
desarrollamos hábitos y valores, como cuidar y proveernos del medio
ambiente. En resumen, nos enseñan nuestro ciclo vital casi por completo, a
excepción de ahondar sobre el fin: la muerte. La muerte existe desde que
existe la vida, aunque la población adulta piense que hablar sobre temas
tabú como éste a los pequeños es traumático e irrelevante. Sin embargo,
ellos tienen conciencia de la muerte desde edades tempranas. Entonces,
¿qué justifica hurtar al niño el derecho a saber qué es y no es la muerte? (de
la Herrán & Cortina, LA EDUCACIÓN PARA LA MUERTE COMO ÁMBITO
FORMATIVO: MÁS ALLÁ DEL DUELO, 2008)

Educar sobre la muerte significa tratarla de manera natural, tanto como lo


es la vida. Incluir transversalmente esta conciencia sobre la finitud de la vida
tiene un potencial educativo, que se puede abordar abierta y
profundamente en la medida de la edad a la que se dirige el tema.
Conviene aprender sobre la muerte a través de las situaciones de la vida
cotidiana y de los hechos trágicos en la historia de la humanidad, no solo
tratando el tema, sino también educándose en la conciencia.

De este modo, cuando en el futuro los infantes se tengan que enfrentar a la


perdida biológica, enfermedad o a un ambiente adverso como la actual
pandemia, puedan gestionar mejor el suceso y/o dolor para incorporarlo
como una experiencia, en la medida de lo posible, llevadera en la vida

De la Herrán y Cortina (2008) mencionan que puede utilizarse una


adecuada metodología para tratar el tema a través de actividades de tipo
simbólico-creativo y grupal: música, danza, pintura, creación de cuentos,
escenificación, relajación, entre otras. Además de recursos didácticos como
lo pueden ser refranes y dichos populares, greguerías, mitos-cuentos,
cuentos tradicionales y modernos, vídeos, películas y series, obras de teatro,
poemas, canciones, obras musicales, recursos naturales y botánica
relacionada, obras de arte relacionadas, proyectos transversales, en fin,
medios hay de sobra, y al alcance de todos para llevarse a cabo.

No obstante, ha de existir una especial intervención si en el centro escolar


sucede un evento trágico. Dado que la tarea de la formación es
compartida, es menester la colaboración de familia y escuela.

A continuación, hago paráfrasis de algunas pautas psicopedagógicas que


señala (Taltal)

a) No aumentar los temores infantiles, ni fijarlos ni tratar de abolirlos por


completo. En ocasiones el temor, precaución, huida, moderado nivel
de ansiedad pueden ser emociones y conductas adecuadas.
b) Evitar inducir pánico a través de experiencias míticas.
c) Favorecer el autocontrol y cierta resistencia para conseguir confianza
y seguridad necesaria para la comunicación.
d) Gestionar el miedo con cuidado, suavidad, empatía, disponibilidad y
continuidad. Pues, aunque parezca desaparecer con el tiempo,
existen aún manifestaciones.

Como se mencionó anteriormente, la pedagogía para la muerte a la que


aludimos, es un medio, de adaptarse a la realidad en su entereza. Se
propone que las personas aprendan a asumir sus propias limitaciones,
asimilar y comprender sus miedos, y crecer interiormente. (de la Herrán &
Cortina, Introducción a la pedagogía de la muerte., 2007)
Con la implicación de la familia y del centro escolar se puede lograr una
comprensión más plena. Para los infantes tendrá sentido y valor la vida y la
finitud de la misma, pues les dará una conciencia de humanidad porque
todos compartimos la conciencia de la muerte. En otras palabras, señala
Parra (2017) Educando a los niños para la muerte, se educa a una sociedad
más abierta, orientada al progreso y desarrollo humano. Gracias a la
educación para la Muerte podemos trabajar con los niños la
independencia, la creatividad y el desarrollo de la inteligencia, sobre todo,
la emocional.
El punto reside en que se asuma como un contenido curricular importante y
parte de la educación de los estudiantes para su vida, un tema que amerita
un espacio y tiempo para gestionarse en lo emocional, en lo cognitivo, y
objetivo, tampoco se trata de obsesionarse hablándolo. Como se
mencionó, no necesariamente se tiene que abordar muerte como tal, pues
además de que la educación actual es laica, es conveniente que los
alumnos propiamente construyan su concepto de muerte, la implicación del
profesorado desde luego ha de ser una vez mas de orientación, guía y
apoyo puntual ofreciéndoles cariño y sin miedo a decir no sé.
Referencias

de la Herrán, A., & Cortina, M. (2007). Introducción a la pedagogía de la muerte. Madrid:


Educación y Futuro.

de la Herrán, A., & Cortina, M. (2008). LA EDUCACIÓN PARA LA MUERTE COMO ÁMBITO
FORMATIVO: MÁS ALLÁ DEL DUELO. Madrid: PSICOONCOLOGÍA.

Parra, L. (2017). La pedagogía en el ámbito escolar. Pamplona.: Univesidad de Navarra.

Sánchez, F. (11 de 05 de 2020). Alma, corazón y vida. Obtenido de Elconfidencial.com:


https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/educacion/2020-05-10/por-que-en-
los-colegios-no-se-educa-sobre-la-muerte_2584832/

Potrebbero piacerti anche