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Las características de la Iglesia de Cristo

Por Catholic Answer

Tomado de Apologetica.org

En una reunión, en el momento de las preguntas, uno de los participantes se puso de pie y
preguntó: "¿Cuál es el nombre de la Iglesia de Cristo, según el Nuevo Testamento?" . La persona a la
que iba dirigida la pregunta le cuestionó a la vez:   "¿Qué quiere decir?", ya que pensaba que la
pregunta iba orientada a demostrar que la Biblia no usa el nombre de "católica" para la
Iglesia. "¿Diría usted -continuo el que preguntaba- que el nombre de la Iglesia es 'Iglesia de Cristo'?
"Ciertamente -fue la respuesta-, podríamos llamar a la Iglesia 'Iglesia de Cristo', ya que de hecho es
su Iglesia". "Pues bien -continuó el interrogante- yo soy un ex-católico. Ahora soy ministro de la
Iglesia de Cristo [una denominación protestante] que se reúne en la otra cuadra. El mismo nombre
le dice claramente que la nuestra es la Iglesia de Cristo, la Iglesia verdadera "

El expositor no sabía bien que responder, pero no se impresionó mucho por esta lógica profunda...
Iba a preguntarle -no lo hizo-: "Entonces si nosotros los católicos cambiamos el nombre de nuestra
Iglesia por 'Iglesia de Cristo', ¿diría que la nuestra es la Iglesia fundada por Jesucristo?".

Pero si es imposible saber cuál es la Iglesia de Cristo partiendo de los cientos de miles de nombres
de las denominaciones protestantes, entonces ¿cómo podremos saberlo? (En la edición de 1986 del
conocido libro de referencia protestante "The Christian Source Book" -New York: Ballantine Books-
se nos dice que existen más de 21,000 denominaciones y sectas, según el último recuento, y que
aparecen anualmente unas 270 nuevas). Pues bien, la respuesta es que podremos saber cuál es la
Iglesia fundado por Cristo examinando las características de una determinada iglesia. Las
características que la Iglesia Católica puede ofrecer son las así llamadas "cuatro notas".

¿Qué es una "nota" (o característica)?

Tengamos presente que las "notas" deben contar con dos aspectos: En primer lugar, debe ser un
signo exterior, visible. Si no se trata de algo visible no puede llamárselo signo, no es identificable.
Es como el número de la casa donde se vive: es útil sólo si está en la parte de afuera y bien visible:
si el número cuelga en una de las habitaciones de la casa, no sería ya un signo de su casa, no
identificaría el lugar donde usted vive. En resumen, una nota debe ser evidente para todo el mundo,
no puede esta escondida "debajo del celemín" (Mt. 5:15). Este es el primer aspecto de una "nota" de
identidad.

En segundo lugar, la "nota" por la que identificamos algo debe ser esencial en esa cosa, en el caso
de la Iglesia, algo sin lo cual la Iglesia no existiría. Los milagros, por ejemplo, que son una
característica visible, no son esenciales a la Iglesia, y por lo tanto no son estrictamente hablando
"notas" propias de la Iglesia. En cambio la unidad, la santidad, la catolicidad y la apostolicidad son
visibles y esenciales, y esas son las cuatro notas de la Iglesia.

Cómo No presentar las notas

Antes de seguir adelante, recordemos la manera equivocada de tratar el tema. Este tipo de
razonamiento no es sano: "Si Dios fundó una Iglesia, ella tiene que haber sido una, santa, católica y
apostólica. La experiencia demuestra que la Iglesia Católica es una, santa, católica y apostólica.
Luego, ella es la Iglesia que fundó Cristo".

En primer lugar, no es evidente que Dios haya tenido que fundar la Iglesia con esas cuatro
características. Además, ese silogismo no prueba que otras iglesias no puedan mostrar también esas
notas. Lo más que prueba es que, si Cristo fundó una Iglesia, y que si esa Iglesia todavía existe, y si
ninguna otra iglesia tiene estas cuatro notas, entonces la Iglesia Católica es esa Iglesia.

Un argumento un poco mejor, aunque aún incompleto, es el siguiente: "Nuestro Señor dijo que su
Iglesia sería una, santa, católica y apostólica. La Iglesia Católica es todo eso, luego debe ser la
Iglesia que fundó Cristo".

El problema con este argumento es que habrá que hacer malabarismos con cada uno de los textos
bíblicos que quiera usar para probarlo. "¿Dónde dice Cristo que su Iglesia debe ser 'una', 'santa',
'católica' -una palabra no usada en el Nuevo Testamento para referirse a la Iglesia- o 'apostólica'
-tampoco aparece esa palabra-?" Además, este argumento podría servir para los cristianos, mientras
que la misión de la Iglesia se dirige a todos los hombres, de tal modo que las "notas de la Iglesia"
deben convencer también a los no cristianos.

Cómo razonar con las notas de la Iglesia

Hemos señalado las características de la Iglesia, pero no hemos mencionado aún cómo deben ser
usadas. El método correcto de argumentación es el siguiente: Comencemos con que la existencia de
la Iglesia Católica es un hecho, existe, cosa que aceptaría su más empedernido enemigo (¿existirán
enemigos de algo inexistente?). Entonces considere las cuatro notas como algo que conocen o
pueden conocer todos los hombres, tomados en general. Explique el contenido de las notas.

En primer lugar, haga la explicación más gráfica posible, pues no es necesario tan solo
mencionarlas: eso no convencería a nadie. Cuando le hable a un no-católico sobre la unidad o
universalidad de la Iglesia, pinteles todo un cuadro de lo que usted quiere decir. De ejemplos
concretos, de tal manera que ellos sepan de que se esta hablando.
Haga lo mismo cuando hable de la santidad de la Iglesia. No se trata de escudriñar la conciencia de
las personas de la Iglesia, cosa que no se puede hacer y no viene al caso.

Hay hacer notar la santidad de la doctrina de la Iglesia (que no es fácil de seguir, exigente, más
elevada que la de otras Iglesias -se puede poner como ejemplo Humanae Vitae, o Veritatis Splendor,
alturas a las que otras iglesias ni siquiera aspiran), la santidad de los medios para alcanzar la
perfección (los sacramentos), y sobre la extraordinaria santidad de miles y miles de personas, los
santos (solo en la Iglesia se encuentra tal plenitud de virtudes heroicas).

Apostolicidad

Cuando se trata el tema de la apostolicidad, hay que hacer notar la sucesión ininterrumpida,
históricamente demostrada, de los obispos de la Iglesia Católica con respecto a los Doce Apóstoles,
en particular con el obispo de Roma. Haga resaltar el espíritu misionero de la Iglesia en todas las
edades, y no solamente desde el siglo XIX, como las iglesias protestantes.

Si usted hizo una buena descripción de la notas, no habrá dudas sobre su existencia. Entonces
tendrá que probar qué cosa ellas demuestran.

Unidad milagrosa

Échele otro vistazo a la unidad y catolicidad -universalidad-, que pueden ser consideradas en
conjunto. La clave aquí está en los milagros, ya que estas características son, precisamente,
milagrosas. No podríamos catalogarlas de otro modo: la Iglesia ha sido una por dos mil años,
enseñando una sola cosa.

Es muy cierto que algunos cristianos, tomados individualmente, han dañado esa unidad de una u
otra manera, frecuentemente a la manera de las sectas que se separaron de la Iglesia. Pero la Iglesia
como tal ha permanecido siempre una, no obstante el número de individuos que se alejaron de esa
unida.

(Nota: Es conveniente y bueno rezar por la unidad de los cristianos, pero no por la unidad de la
Iglesia Católica. La Iglesia ha estado siempre unida, es decir, ha sido una. Rezar por esta unidad,
como si se hubiera dividido en varias ramas, es, hablando propiamente, herético. Rezar por la
unidad de las iglesias cristianas, que en última instancia significa no otra cosa que la re-unión con
la ya una Iglesia Católica, es perfectamente apropiado.)

¿Por qué no desaparecieron?

La catolicidad o universalidad de la Iglesia es algo imposible de explicar por razones naturales.


Durante diecinueve centurias, si la Iglesia no hubiese sido milagrosamente protegida por Dios,
debería haberse destruido, o incluso desaparecido, y no una, sino varias veces. Hubiera sido
detenida antes de comenzar a extenderse (ver Hechos 5:34-39).

No se puede explicar su duración y extensión por el hecho de que tuvo papas políticamente astutos,
por la sencilla razón que la mayoría de los papas era ineptos en lo político. Cuando hable con un
no-católico hágale ver cuan sobre-humana debe ser tal unidad y catolicidad. (Si la persona con la
que habla es protestante, recuérdele Mateo 16:19, 28:20, Juan 14:16).

Una cadena sin eslabones perdidos

Hable entonces de la apostolicidad. Esto demuestra que la Iglesia de hoy es una con la Iglesia de los
Apóstoles. Explique de que se trata el asunto señalándole eslabones de esa sucesión, para que su
interlocutor sepa de que se trata y de que no se trata: no es necesario tener los documentos de
todos los obispos del mundo y quien los consagró hasta los Apóstoles. Basta con la certeza moral
de que no hubo momentos en la historia en los que no existía esa sucesión. En general este es un
hecho que nadie discute, y que apela de manera particular a los demás cristianos.

¿Qué nos sugiere la santidad de la Iglesia?

La última nota de la que debe hablar es la santidad. Demuéstreles que la santidad evidente de miles
de santos nos habla de la santidad de la Iglesia, de la cual ellos sin duda recibieron la fe y la
santificación.

Note que hasta el momento usted no debió citar el Nuevo Testamento, por el muy buen motivo de
que la Iglesia existió antes que una letra del Nuevo Testamento fuera escrita en los Evangelios,
cartas, etc. Lo mismo se diga de las notas de esa Iglesia: las características de la Iglesia no
dependen del Nuevo Testamento y no se pueden probar con él -ellas existieron antes-, pero sí se
pueden explicar con él.

Aunque las notas por sí mismas pueden ser definitivas para un ateo, para un cristiano "evangélico"
podría ser útil terminar con citas de la Escritura, pero nunca se debe comenzar con ellas. Si lo hace,
se encontrará en la penosa tarea de explicar el significado de cada texto, cosa que puede
perfectamente evitar si primero esclarece el significado de las notas.

Las notas de la verdadera Iglesia: Una, Santa, Católica y Apostólica


19 octubre 2015
Sección: Espíritu Santo e Iglesia
Lo repetimos en el Credo, pero
¿realmente sabemos por qué la Iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica?

Fuera de la Iglesia Católica hay dentro del cristianismo algunas otras iglesias, las
principales son las protestantes y las cismáticas. Para distinguir la verdadera
Iglesia de las que no lo son, podemos acudir a cuatro notas, que la caracterizan,
señaladas por el mismo Jesucristo.

La verdadera Iglesia debe ser una, santa, católica y apostólica.

En estas notas, la Iglesia, 1leva en sí misma y difunde a su alrededor su propia


apología, Quien la contempla, quien la estudia con ojos de amor a la verdad, debe
reconocer que Ella, independientemente de los hombres que la componen y de las
modalidades prácticas con que se presenta, lleva en sí un mensaje de luz universal y
único, liberador y necesario, divino” (Pablo VI alloc. 23-VI-1966), cfr. Puebla, núm.
225.

a) Debe ser una, porque Jesucristo no quiso fundar sino una sola Iglesia con una
sola doctrina y un solo jefe.

Jesucristo prometió a Pedro que sobre él edificaría su Iglesia (“. – . edificaré mi


Iglesia Mt. 16, 18), no sus Iglesias. Expresa su deseo de que todos los hombres
formen “un solo rebaño bajo un solo pastor” (Jn, 10, 16), y manifiesta que “Todo
reino dividido sí mismo, será desolado” (Mt. 12, 25).

Y San Pablo, recomendando a los fieles de Efeso una estricta unidad, emplea la
fórmula: —Un solo Señor, una fe, un bautismo” (4, 5), en que está claramente
indicada la triple unidad: de doctrina (una fe); de gobierno (un solo señor) y de
culto (un bautismo).

b) Debe ser santa, porque Cristo la fundó para santificar a los hombres
Jesucristo manifestó la fuerza santificadora de su doctrina: “Yo les he comunicado
tu doctrina; santificándolos en verdad; la palabra tuya es la verdad misma” (Jn. 17,
17), y San Pablo declara: “Jesucristo amó a su Iglesia y se entregó para santificarla,
a fin de hacerla comparecer santa e inmaculada” (Ef. 5, 27) .

c) Debe ser católica, porque Cristo la estableció para todos los pueblos y para todos
los tiempos.

“Id y enseñad a todas las naciones- (Mt. 28, 19). -Yo estaré con vosotros hasta la
consumación de lossiglos”. “Me serviréis de testigos hasta los confines del mundo”
(Hechos 1, 8),

La expresión Iglesia Católica (universal) aparece por vez primera en San Ignacio de
Antioquía (Smyr, 7, 2)y ya en el S.VI se ha convertido en nombre propio de la
Iglesia.

La Iglesia no es católica por el hecho de estar actualmente extendida por toda la


superficie de la tierra y contar con un crecido número de miembros. La Iglesia era
ya católica la mañana de Pentecostés, cuando todos sus miembros cabían en una
reducida sala… Esencialmente, la catolicidad no es cuestión de geografía, ni de
cifras… Es primordialmente una realidad intrínseca a la Iglesia (Henry de Lubac,
Catholicisme).

d) Debe ser Apostólica, ya que si la catolicidad nos presenta la presencia de Cristo


en todo el mundo, la apostolicidad nos habla de su continuidad a través de los
siglos. La Iglesia es Apostólica porque todos sus elementos esenciales proceden de
Cristo a través de los Apóstoles, y están garantizados por una sucesión
ininterrumpida hasta el fin de los tiempos. La apostolicidad es uno de los
argumentos más utilizados para mostrar la legitimidad de la misión de la Iglesia:

“¿Cómo es posible tener por pastor a aquél que no sucede a nadie, y que es ya de
entrada un extraño y profano?” (San Cipriano, EP. 64, 3, l).

Esta continuidad profunda de la Iglesia a través de los siglos constituye uno de los
signos más claros de la asistencia divina.

De Interés
LOS TRES ESTADOS DE LA IGLESIA
Hasta el día de la segunda y definitiva venida de Cristo al final de los tiempos, “sus discípulos, unos
peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican; mientras otros están glorificados,contemplando
claramente a Dios mismo, uno y trino, tal cual es” (Lumen gentium 49).
Estas tres estados del Pueblo de Dios componen una misma y sola Iglesia: la única Iglesia de Cristo. Pera
cada uno de los estados de la Iglesia ( Iglesia militante, la iglesia en purificaciòn y la iglesia triunfante)
habrà un papel al final de los tiempos. 
*La Iglesia militante que es la formada por los que caminan todavìa en la tierra. Es Iglesia siempre
“misionera”. Tendrà que predicar el evangelio hasta los confines de la tierra.
*La Iglesia purgante es la formada por todos los que precisan una última purificación:  Segùn el Catecismo de
la Iglesia Catòlica son (1030): “los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente
purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación a fin
de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo”. Estos estaran intercediendo por la
iglesia militante.
*La Iglesia triunfante es la del cielo, constituida por todos los que han muerto en gracia de Dios y están
debidamente purificados. Es el modelo de la Iglesia en la tierra, y su meta: el objetivo final de la misión que
Cristo le confió. Tambièn interceden por la iglesia militante.
LA IGLESIA MILITANTE ES MISIONERA
La misiòn de Jesùs se prolonga en la de sus propios enviados, los Doce, que por esta razòn se les da el
nombre de apòstoles. Han de predicar el Evangelio y curar, son los obreros enviados a la siembra, los
servidores enviados por el Rey para conducir los invitados al banquete celestial del Hijo.
*Los apòstoles han de anunciar el Evangelio y hacer discìpulos de todas las naciones y llevar hasta los
confines de la tierra su testimonio.
*Para llevar a cabo esta misiòn ellos han de contar con la fuerza del Espìritu Santo que el Padre enviarà en
el nombre de Jesùs. Este Espiritu Santo les enseñarà todas las cosas.
*Pentecostès como manifestaciòn inicial de esta misiòn del Espìritu durarà todo el tiempo que permanezca
la Iglesia entre la ascensiòn y la parusìa final.
LA MISION DE LA IGLESIA
La constitucion pastoral del concilio Vaticano II Gaudium et spes dice: “Para cumplir esta misiòn
corresponde a la Iglesia el deber permanente de escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a
la luz del Evangelio, de forma que, de manera acomodada a cada generaciòn, pueda responder a los
perennes interrogantes de los hombres sobre el sentido de la vida presente y futura y sobre la relaciòn
mutua entre ambas.”
TODOS SOMOS MISIONEROS
El decreto conciliar Ad gentes dice que “La Iglesia peregrinante es, por su naturaleza misionera” y tambien
dice que: “La misiòn de la Iglesia se cumple por la actividad con la que, obedeciendo al mandato de Cristo y
movida por la gracia y caridad del Espìritu Santo, se hace presente en acto pleno a todos los hombres y
pueblos para conducirlos con el ejemplo de su vida y la predicaciòn, con los sacramentos y los demàs medios
de gracia…a participar plenamente en el ministerio de Cristo.”
 MISION E IGLESIA PARTICULAR
*“La Iglesia particular tiene la obligaciòn de representar del modo màs perfecto posible a la Iglesia
universal, debe reconocer que tambièn ella ha sido enviada”
*”Es conveniente que las Iglesias jòvenes participen cuanto antes activamente en la misiòn universal de la
Iglesia, enviando, tambièn ellas misioneros que anuncien el Evangelio por toda la tierra.”
*“La actividad misionera, en ùltima instancia, es la manifestaciòn, epifanìa y realiazaciòn del plan de Dios
en el Mundo y en la historia, en la que Dios, por medio de la misiòn, realiza abiertamente la historia de la
salvaciòn.”
EVANGELIZACION Y MISION
La exhortaciòn apostòlica Evangelii Nuntianti de Pablo VI ve los tèrminos misiòn y evangelizaciòn como
sinònimos y afirma: “De ahì que se haya podido definir la evangelizaciòn en tèrmino de anuncio de Cristo a
aquellos que lo ignoran, de predicaciòn, de catequesis, de bautismo y de administraciòn de otros
sacramentos.
Ninguna definiciòn parcial y fragmentaria refleja la realidad rica, compleja y dinàmica que comporta la
evangelizaciòn, si no es con riesgo de empobrecerla e incluso mutilarla. Resulta imposible comprenderla si
no se trata de abarcar de golpe todos sus elementos esenciales.
EVANGELIZACION Y LIBERACION
La Redemptoris Missio de Juan Pablo II dice que:
*El mensaje que lleva la evangelizaciòn afecta toda la vida, es un mensaje de liberaciòn, ya que “entre
evangelizaciòn y promociòn humana existen efectivamente lazos muy fuertes. Vìnculos de orden
antropològico, lazos de orden teològico y vìnculos de orden eminentemente evangèlico como el de la
caridad”
*La Iglesia, aunque “rechaza la sustituciòn del anuncio del Reino por la proclamaciòn de liberaciones
humanas” asocia liberaciòn humana y salvaciòn en Jesucristo, aunque no la identifica, y “se esfuerza por
inserir siempre esta lucha cristiana por la liberaciòn en el designio global de salvaciòn que ella misma
anuncia.”
EJES DE LA MISION DE LA IGLESIA
Eje cristòlogico: incluye la teologìa de la cruz y del misterio pascual de su resurreciòn.
Eje antropològico: atiende al hombre, su historia, su cultura, sus valores, su dignidad. Toma en cuenta las
miserias y las injusticias.
Eje dialogal: Dios usa el diàlogo entre los cristianos y los no cristianos y los no creyentes como camino para
comunicar la plenitud de la gracia.
Eje diaconal: en el que se hace conciencia de la misiòn de la Iglesia al servicio de los pobres, los oprimidos y
los marginados.
LA IGLESIA EN PURIFICACION
*Los que mueren en la gracia y en la amistad con Dios, pero imperfectamente purificados, aunque estàn
seguros de su eterna salvaciòn, sufren despuès de su muerte una purificaciòn,a fin de obtener la santidad
necesaria para entrar en la alegrìa del cielo (CIC 1030).
*La Iglesia llama Purgatorio a esta purificaciòn final de los elegidos que es completamente distinta del
castigo de los condenados. (1031)
*Desde los primeros tiempos la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su
favor, en particular el sacrificio eucarìstico, para que, una vez purificados, puedan llegar a la visiòn
beatìfica de Dios. (1032).
LA IGLESIA TRIUNFANTE
La Iglesia triunfante es la conformada por todos los que mueren en la gracia y la amistad con Dios y estàn
perfectamente purificados. Estos viven para siempre en la visiòn beatìfica de Dios porque lo ven tal cual es,
cara a cara. A estos la Iglesia les llama Santos.
Esta vida perfecta con la Santìsima Trinidad, esta comuniòn de vida y de amor con ella la comparten los
Santos con la Virgen Marìa y los àngeles.
MARIA COMO PARTE DE LA IGLESIA TRIUNFANTE
Lumen gentium 54: María es quien, “después de Cristo, ocupa en la Santa Iglesia el lugar más alto y a la vez
el más próximo a nosotros”.
Desde el Calvario y hasta al final de los tiempos, María Santísima lleva a cabo junto a Cristo una singular
misión maternal entre los miembros del pueblo de Dios.
De su maternidad divina provienen todos sus títulos y privilegios.
La Iglesia siempre ha considerado a María, además de Madre de Dios, también Madre de los fieles cristianos
en el orden de la gracia porque:
1. precede a la Iglesia, porque su concepción inmaculada es el primer acto redentor de Cristo, y su fe y
obediencia libre son requisitos previos para la entrada de Jesús en el mundo.
2. está activamente presente en todo momento de la fundación de la Iglesia (encarnación, vida, muerte,
resurrección de Jesús y Pentecostés).
3. “asunta en el Cielo, no ha dejado esta misión salvadora, sino que con su múltiple intercesión continúa
obteniéndonos los dones de la salvación eterna” (Lumen gentium 62).
MARIA MADRE DE LA IGLESIA
El 21.XI.1964, Pablo VI proclamó a María “Madre de la Iglesia”. En su discurso de clausura de la tercera
sesión del Concilio
Vaticano II afirmó: “Por ser Madre de Aquel que desde el primer instante de la encarnación en su seno
virginal se constituyó en Cabeza de su Cuerpo Místico que es la Iglesia... María, pues, como Madre de Cristo,
es también Madre de los fieles y de los pastores; es decir, de la Iglesia”.
La santìsima Virgen llegò ya a la perfecciòn, sin mancha ni arruga.
En Maria podemos presentar la Iglesia realizada.
COMUNION DE LOS SANTOS
En la Iglesia existe una íntima unión entre todos sus miembros, estén donde estén: en la tierra, en el
purgatorio o enel Cielo = la Comunión de los santos. Es como una suerte de corriente interior de gracia y de
vida divina, que circula entre todos los miembros de la Iglesia y a todos aúna.
Tiene dos significados estrechamente relacionados:
- comunión en las cosas santas = los fieles de la tierra participan en los bienes espirituales de la Iglesia;
- comunión entre las personas santas = compenetración que se da entre todos los fieles: “la unión de los
miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos que durmieron en la paz de Cristo de ninguna manera se
interrumpe” (Lumen gentium 49).
Los modos de participar en la Comunión de los santos son distintos, según la situación y estado de cada uno:
1. Los fieles de la Iglesia militante en estado de gracia pueden intervenir a favor de los demás y de las almas
del purgatorio, con su oración y el mérito de sus buenas obras.
2. Los miembros de la Iglesia purgante pueden recibir la ayuda de los demás para su purificación y, a su vez,
interceder a favor de los fieles de la tierra.
3. Los bienaventurados de la Iglesia triunfante ya han alcanzado su meta y no necesitan auxilios. Pero
ayudan mucho a los fieles de la Iglesia peregrina y de la purgante con su intercesión ante Dios.
IGLESIA Y ESCATOLOGIA
La Iglesia no puede faltar o desaparecer: no sólo en el sentido de perseverancia en el tiempo, sino en el de
persistencia en ser tal y como Cristo la ha querido y fundado, hasta el final de los siglos. Verdad de fe
basada en dos promesas de Jesús: Mt 16, 18: “las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella”, y Mt 28,
20: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
Lumen gentium 48: “La Iglesia... sólo logrará su plenitud consumada en la gloria del cielo, cuando llegue el
tiempo de la restauración de todas las cosas y cuando, junto con el género humano, también la creación
entera... quede perfectamente renovada en Cristo”.
Ignoramos por completo cuándo ocurrirá el fin del mundo (cfr. Mc 13, 32). Pero sabemos que varios
acontecimientos precederán a la consumación o perfección final de la Iglesia estos son:
1. La Iglesia se verá sometida a una gran prueba: Mc 13, 19-23.
2. Resucitarán los cuerpos de todos los hombres: CCE 990: “la ‘resurrección de la carne’ significa que,
después de la muerte, no habrá solamente vida del alma inmortal, sino que también nuestros ‘cuerpos
mortales’ volverán a tener vida”.
3. Cristo glorioso vendrá para juzgar a todos los hombres = Parusía. CCE 1039: “Será puesta al desnudo
definitivamente la verdad de la relación de cada hombre con Dios”.
Entonces la Iglesia alcanzará su meta y su consumación o plenitud tal como Jesucristo la quiere, sin mancha
ni arruga.
Es sorprendente ver como a pesar de sus enfermedades y limitaciones humanas, es
testigo viviente del amor de Cristo hacia los demás, un enamorado de la oración y la
eucaristía, pero ante todo las actitudes de humildad para reconocer sus fallos, sus
carencias y los logros de Jesús en su vida, y la valentía para anunciar el amor de Dios
y denunciar la ausencia de éste, junto con el servicio desmedido, son lo que más me
asombra, y me he dado cuenta de que es a Jesús a quien veo en él.

Como sabemos la Iglesia se encuentra “dividida” en tres niveles, la Iglesia triunfante,


que son aquellos hermanos que ya disfrutan de la Gloria de Dios en su presencia en el
cielo, la Iglesia purgante que son aquellos que todavía no entran en el cielo sino que se
encuentran purificando en el purgatorio, y por último la Iglesia militante formada por
todos aquellos que aún nos encontramos en ésta vida y a quienes nos corresponde
seguir esforzándonos para algún día disfrutar la gloria del Señor.

Pues bien, uno de los aspectos a denotar de ésta Iglesia terrenal, es el hecho de que
para ser parte de la Iglesia Triunfante necesitamos ser santos, y el camino a la
santificación es un camino que comienza aquí en la Tierra, es decir, comenzamos a ser
santos en esta vida para ser Santos consumados en la presencia de Dios en el cielo.

Pero la santidad no es un camino fácil. De hecho, si rememoramos a algunos de los


grandes santos de nuestra historia podremos apreciar que sus vidas han estado llenas,
en algunos casos, de grandes sacrificios, sufrimientos, abandono en Dios, obediencia y
de una confianza y fe dignas de admirarse. Sin embargo no hay que olvidar, que ellos
al igual que todos los seres humanos tuvieron defectos y limitaciones, pues nunca
dejaron de ser humanos.

Un claro ejemplo de esto se me presentó cuando conocí al Padre Rubén Vega,


sacerdote de la cuasiparroquia el Espíritu Santo, en bosques de San Sebastián. La
primera vez que me encontré con aquel hombre fue el sábado nueve de enero de
1999. Recuerdo que me levanté bastante tarde, desvelado y cansado por haber ido a
un concierto la noche anterior. Después de ducharme encendí la televisión y al ver un
capítulo de “El toque de un ángel (Toch by an angel)”, sentí la necesidad innegable de
acercarme a Dios.

Sin saber porque me dirigí a la Iglesia, y al llegar me encontré a aquel hombre


celebrando misa. Todo aquello me parecía extrañamente inusual, pues yo era un ateo
declarado”. Pero cuando me preguntaba la razón de mi presencia en aquel lugar que
me hacía sentir tan fuera de lugar, ocurrió algo que no tenía previsto. Llegó el
momento de la consagración y como es debido todos se pusieron de rodillas menos yo.

Me encontraba de pie en la puerta de aquella Iglesia mientras todos permanecían


hincados, pensé lo risible que resultaba aquel acto de sumisión y entonces Él me miró,
ese hombre santo fijo sus ojos sobre mi. Pensé que dentro de su mente tal vez me
estaría juzgando por no ponerme de rodillas, pero en realidad, estaba orando por mí,.
Le pidió al Señor por mi, por mi conversión, por mi alma, aún sin conocerme. Fue
increíble, un hombre como él, pidiendo por un muchacho al que no conocía, pero que a
leguas se veía necesitado de salvación y amor divinos.

Casi un mes después, el 16 de febrero del mismo año, decidí ir a confesarme después
de casi seis años de no haberlo hecho. En realidad algunos sucesos en mi vida me
habían orillado a tal acto, pues después de casi cuatro años de ateismo mi alma estaba
vacía y la culpa reinaba en mi corazón, sin mencionar que mi vida entera era un
desastre.

Me acerque completamente desalentado, pensando que aquel hombre me condenaría


por todos mis pecados, que me correría al saber mis faltas... me acerqué y comencé a
narrarle lo que me ocurría, las noches que pasaba sin dormir por tener que cargar con
mis propias culpas, el tormento en que se había convertido mi existencia la tener que
luchar con los demonios de mi pasado, y sobretodo la necesidad de encontrar la
manera de hacerme a Dios. Y cuando terminó de escucharme, aquel hombre pronunció
las palabras más maravillosas que jamás había oído en toda mi vida: “Dios te ama.”

Fue inevitable que estallara en un mar de llanto, no podía contenerme. Y aquel hombre
lo entendió, poco a poco me explicó cuan grande era el amor de Dios, y como Él me
daba una segunda oportunidad al reclamar mi vida, no para vivir angustiado y
atormentado por mis errores sino para comenzar de nuevo y ser feliz. Me explicó
entonces mi gran misión en la vida, y más aún, la forma de hacerlo. Me dio el
conocimiento de lo que es la santidad, sinónimo de felicidad. Y que la forma de
conseguirla es “haciendo las cosas elegantemente bien”.

Aquel hombre me explicó como podía ser un buen hijo, no el mejor del mundo sino el
mejor que yo podía ser, como ser un buen estudiante, un buen trabajador, un buen
cristiano y un buen hombre, y que en casa aspecto de mi vida solo tenía que
esforzarme por ser el mejor, el mejor que yo mismo podía ser.

Poco después me uní a las actividades en la cuasiparroquia y desde entonces hasta la


fecha he sido testigo de cómo éste hombre sigue demostrando con hechos aquello que
me ha enseñado. Es sorprendente ver como a pesar de sus enfermedades y
limitaciones humanas, es testigo viviente del amor de Cristo hacia los demás, un
enamorado de la oración y la eucaristía, un hombre con la humildad suficiente para no
pretender tener el “título” de párroco y ser mucho más para nuestra comunidad sin
esperar ningún reconocimiento a cambio.

Pero ante todo las actitudes de humildad para reconocer sus fallos, sus carencias y los
logros de Jesús en su vida, y la valentía para anunciar el amor de Dios y denunciar la
ausencia de éste, junto con el servicio desmedido, son lo que más me sorprende. Es
así como he comenzado a entender que el camino a la santidad se traza en vida, todos
los días, a cada instante siempre con la gracia de Dios.

He tenido la fortuna de convivir con éste hombre en diferentes situaciones, desde la


misión en la sierra, hasta en la platica común y corriente de cualquier día, y me he
dado cuenta de que sin importar si se encuentra celebrando en el altar o emparejando
la tierra con una pala, es a Jesús a quien veo en él. Siempre preocupado por el proceso
de sus feligreses, dándose incansablemente al ministerio, éste sacerdote maravilloso
es hasta el día de hoy cabeza de nuestra comunidad y servidor inseparable del Señor.

A varios años ya de conocerlo y compartir muchas cosas con él, doy gracias a Dios por
poner en mi camino a un santo en la Iglesia militante, que con un testimonio diario ha
conseguido hacer algo que pocos hombres han podido hacer: enamorarme de Jesús
cada vez más.

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