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ERIC OWEN MOSS

Tal como Alexander McQueen, diseñador británico visionario,


adelantado a su tiempo y fallecido en 2010 dejando un legado eterno
dentro del mundo de la moda, Eric Owen Moss conoce de manera
erudita las bases y fundamentos arquitectónicos. Sólo así puede darse
el privilegio de transformar, deformar y deconstruir sin que se pierda
en absoluto la funcionalidad de una estructura, ofreciendo al paisaje
una representación distinta del objeto a partir de una concepción por
años arraigada.

En el libro La tercera muerte de Dios de André Glucksmann, el autor de origen francés


relata las tres muertes de esta figura icónica y que sentó las bases para gran parte de las
creencias actuales en el mundo judeocristiano. La primera muerte de Dios fue en la cruz, la
segunda gracias a filósofos como Nietzsche y Marx y, la tercera, una muerte cultural
ascendente dentro de una sociedad que ya no necesita deidad alguna y cree que puede
valerse en sí misma. Como analogía, en un principio hubo arquitectos que dictaron las bases
y marcos por donde debía moverse su disciplina, luego los discípulos de éstos esparcieron
sus reglas hasta que, finalmente, llegó la generación que cuestiona todo lo establecido.
Aquí, en contraste, no estamos hablando de la muerte de la arquitectura, sino de un
renacimiento alejado por mucho de los cánones y convencionalismos, donde se
comprende el tiempo en el que se vive y se es capaz de enfrentar la inercia de las tendencias
arquitectónicas del momento. Y en esa misma lógica, Eric Owen Moss es el disruptor que
lleva las riendas hoy en día.

Eric nació el 25 de julio de 1943 en Los Ángeles, California. En 1973, egresado ya de la


Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), de Berkeley y de la Harvard Graduate
School of Design, fundó su propia firma, Eric Owen Moss Architects. Hoy, su despacho es
una multipremiada oficina que diseña y construye proyectos en todo el mundo. Eric
sabe imprimir un sello distintivo en su proceso de creación. Son numerosos los ensayos
donde habla sobre teoría del diseño y sobre sus reflexiones acerca de la arquitectura como
disciplina y han sido publicados en colecciones como Gnostic Architecture (1999) y Who
Says What Architecture Is (2007).

Eric Owen Moss ha dedicado su vida a la arquitectura y al arte. Desde


centros educativos como Harvard, Yale, Columbia y la Universidad de
Artes Aplicadas de Viena ha logrado hacer de la academia un espacio
para pensar y cuestionar la arquitectura. No resulta extraño que la
revista Metropolis lo haya definido en 2014 como un game changer de la
arquitectura.

ALGO ACERCA DE LA DECONSTRUCCIÓN


Después de los contemporáneos, Eric toma la idea, la destruye y la vuelva a construir.
Propone un método de trabajo totalmente distinto:

“Un arquitecto a la vez. Sin reglas, sin sistema, sin método,


trabajando en ello intentándolo, la forma gnóstica es descomponerlo
en sus partes, interrogando […] y sugiriendo qué debe ser lo que
sigue.” afirma.

Los arquitectos contemporáneos, o por lo menos los que tienen un firme compromiso con
las sociedades, están cuestionando de muchas nuevas maneras cómo es que su obra se
inserta en la ciudad y si tiene necesariamente que obedecer a una tendencia arquitectónica.
Eric, por su parte, valora por encima de las comparaciones con otros arquitectos el valor de
volver una y otra vez a una pieza propia y reinventarla.

“Lo hago, lo interrogaré, lo investigaré, y luego lo desecharé e iré a


algún otro lugar. En otras palabras, no es una proposición, no estoy
diciendo esta es la forma de hacerlo y ahora lo haré 25 veces más
[…] Puedo ver lo que he hecho y preguntarme ¿Qué falta? ¿Qué fue
enfatizado? ¿Qué debe ser des-enfatizado?

Eric invita a los arquitectos a experimentar y bordear los límites preestablecidos. Bajo el
principio “Lo veré cuando lo crea”, invierte los parámetros y propone crear aquellas
ciudades que aún no existen. Esta propuesta puede explorarse en Culver City, en el centro
de Los Ángeles, donde el arquitecto ha reunido una extrapolación de proyectos realizados
en Kazajistán, Moscú, y la Ciudad de México, entre otros.

“Los Ángeles no es una ciudad con una larga historia, lo que resulta
afortunado. No obliga a los arquitectos a cumplir con ciertos
cánones, como pasaría en otras ciudades”, comenta.

“Lo que nosotros construimos en Los Ángeles es una ciudad


experimental, en otras palabras, construimos la ciudad que el mito
dice que existe”.
EL FUTURO HOY
Es casi innegable que hemos llegado ya al punto donde estamos viviendo en el futuro, y
para crear disrupción hay que entender el espacio donde se plasmará una obra
arquitectónica.

“Estar consciente de que crear algo y desarrollar ideas implica


cierto nivel de riesgo, no de un modo melodramático, sino en
términos de la habilidad que se requiere para llevarlo a cabo de una
manera más convencional y adecuada a lo que el cliente quiere”,
expresa Eric, quien finaliza de la siguiente manera: “Así que todo
ello comienza como una exploración y, si todo sale bien, para
cuando todo termina quizás ya se haya dominado el problema, lo que
significa que es tiempo de hacer otra cosa”.

Eric hace evidente que los retos siempre han formado parte de su obra; es, sin duda lo que
más disfruta de ser arquitecto: desafiar las formas y su declaración.
CABALLO EN EL CIELO
Ya no es discutible que la arquitectura es una práctica social que impacta en muy
distintos ámbitos. Se inscribe en las vidas de las personas que habitan los espacios, en las
relaciones que incita y en los diálogos que suscita; es el aporte de la arquitectura a la
llamada construcción de ciudadanía. A Eric, sobre todo, le interesa lo que provoca en las
personas que ven e interactúan con su obra.

“Creo en las reacciones de las personas que trabajan o viven en esos


edificios, las reacciones de las personas que van pasando por los
edificios, la reacción de mis contemporáneos, mi reacción sobre
personas que estuvieron antes que yo, y mi anticipación de personas
que van a seguirme” afirma.

Además, Eric es de la idea de que en realidad los límites de la arquitectura están ahí para
romperse. La oportunidad de crear algo trascendental recae en inventar nuevas maneras de
entender. La imaginación es el vehículo para compartir con otros aquello que todavía no ha
sido explicado.

“Para ser un arquitecto radical tienes que hacer dos cosas: de cierta
forma la idea tiene que ser original, conceptual, o que mueva la
discusión de alguna manera, interrogando esa misma discusión […]
Y después tienes que inventar los medios técnicos para ejecutarlo”.

Luces, sombras, asimetría, infinitud, perspectiva, abstracción y durabilidad. Estos son


tan sólo algunos de los elementos que Eric plasma en cada una de sus estructuras y
proyectos.

“En la parte de los molinos de viento en El ingenioso hidalgo Don


Quijote de la Mancha, Sancho comenta que el viento sólo es el viento
y nada más. Don Quijote menciona que el viento es un caballo que
corre en el cielo. Y es esa transmutación en la arquitectura lo que el
arquitecto aspira a hacer. Construir ese caballo en el cielo” dice.

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