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Entendemos frustración como una respuesta de tipo emocional la cual tiene origen en un
conflicto de carácter psicológico ante alguna circunstancia o evento no gestionado.
Esto nos lleva pues a que tal evento produce un impacto sobre nuestra persona y que
dependiendo de diversos factores, algunos complejos de controlar, influyen en la correcta
gestión de dicho impacto. Es lógico pensar que no todos somos capaces de gestionar un tema
emocional de igual forma, porque como se suele decir cada persona es un mundo.
A lo largo del desarrollo vital nos encontramos con numerosas barreras que impiden o
dificultan la realización de nuestros deseos e impulsos. El proceso de madurez no es más que
una larga carrera de obstáculos.
Muchos problemas vienen del mundo de las frustraciones que desencadenan en las
personas comportamientos agresivos tanto hacia el exterior como hacia el interior,
transformando al individuo en un ser antisocial o autodestructivo.
Es evidente por tanto que cuando se produce una frustración reaccionamos, porque
devolvemos una respuesta, como una acción refleja para protegernos haciendo muchas veces de
forma involuntaria, esto se le conoce como mecanismo de defensa. Este mecanismo puede ser
introyectado en nuestro entorno muchas veces incluyendo al resto de personas a las que entre
comillas contagiamos con nuestro malestar. Por ello es importante tanto para nosotros como
para vivir en sociedad saber gestionar el conflicto en la aparición de la frustración.
Está claro entonces que si hablamos de conflicto, gestión y emoción debemos hablar de cómo
puede afectarnos:
Proyección: Cuando es proyectada hacía nuestro entorno de forma inadecuada (con ira
o agresividad, por ejemplo), muchas veces este tipo de conducta será inadmisible en la
sociedad.
Evasión: Se trata de una sensación de fracaso y por tanto provoca el abandono del
objetivo marcado.
Imitación: Muchas veces se intenta imitar al resto para conseguir lo mismo que ellos,
pero en exceso a la larga puede ser perjudicial porque se pierde identidad.
Presión: Nos referimos a la sensación de presión ante ciertos eventos que presentan
alguna dificultad. Dicha presión es notable en la gestión por su forma de afrontamiento,
especialmente en el mal resultado de su gestión.
Agresión: Cuando la frustración es muy alta, el modo de resolverlo puede ser desde la
agresión.