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RESPONSABILIDAD

EXTRACONTRACTUAL.

1. INTRODUCCIÓN.

El estatuto jurídico de la responsabilidad civil tiene como cuestión principal resolver en


qué casos los daños sufridos por una persona deben ser soportados por el patrimonio de
otra. Además, trata de determinar cuál regla de responsabilidad es la más justa y cuál la
más eficiente, esto es, la pregunta por el fundamento de la responsabilidad: o la culpa
(responsabilidad por culpa o aquiliana o subjetiva) o la relación causal (responsabilidad
estricta u objetiva).

Tanto el estatuto de responsabilidad civil contractual como el extracontractual persiguen


la reparación pecuniaria de los daños sufridos por el hecho de un tercero. Sin embargo,
la obligación de indemnizar en materia contractual es de segundo grado, solo surge una
vez que el deudor ha incumplido. En cambio, la indemnización extracontractual no
supone un vínculo obligatorio previo, su antecedente está en el quebrantamiento de
deberes generales de cuidado1.

Según BARROS, las reglas de responsabilidad extracontractual siguen teniendo el


carácter de estatuto general de la responsabilidad civil, porque sólo pueden ser
sustituidas por cláusulas contractuales en casos calificados. Para ABELIUK y
ALESSANDRI, el régimen general de responsabilidad es el contractual, porque éste se
trata a propósito “De los efectos de las obligaciones” (argumento exegético).

2. MODELOS DE ATRIBUCIÓN DE RESPONSABILIDAD CIVIL Y


RIESGOS.
El principio general es que la “pérdida de un accidente debe quedar donde caiga”.
Existen 3 modelos que pretenden explicar los casos en los cuáles el daño debe ser
soportado por un sujeto distinto de la víctima:

2.1. Responsabilidad por culpa o negligencia.

La razón para atribuir responsabilidad a un tercero radica en que el daño ha sido


causado por su acción culpable, esto es, con infracción a un deber de cuidado.
Constituye la regla general, aunque (1) la tendencia a la objetivación de la culpa y (2) la
expansión del régimen de presunciones de culpabilidad tienden a ampliar la
responsabilidad casi hasta los límites de la responsabilidad objetiva.

2.2. Responsabilidad estricta u objetiva.

1
Para PLANIOL en la responsabilidad extracontractual también se produce el incumplimiento de una
obligación previa, cual es el deber general de prudencia. Sin embargo, difícilmente este deber pueda ser
concebido como “un vínculo jurídico entre personas determinadas”, como se concibe tradicionalmente la
obligación.
La razón para atribuir responsabilidad a un tercero se funda en que el daño debe ser
consecuencia del ejercicio de una actividad considerada riesgosa. Tiene como fuente la
ley.

Seguro privado obligatorio.

Este no es un modelo propio de responsabilidad civil extracontractual, porque consiste


en el deber legal que recae sobre quien realiza una actividad o sobre quien está expuesto
a sufrir un accidente de contratar un seguro y así garantizar la reparación de la víctima.

En el derecho nacional, sin perjuicio de algunos casos especiales de responsabilidad


estricta, el modelo que predomina y que se manifiesta en el régimen general es el de
responsabilidad por culpa.

3. ELEMENTOS DE LA RESPONSABILIDAD POR CULPA.

Los elementos que integran la responsabilidad civil por culpa o negligencia son: 1) el
hecho voluntario; 2) la culpa o dolo; 3) el daño; y 4) el vínculo causal entre el hecho y
el daño. Hay quienes descomponen el primer elemento en dos: 1) el hecho voluntario y
2) la capacidad.

4. (A) EL HECHO VOLUNTARIO: ACCIÓN U OMISIÓN.

El hecho tiene dos elementos:

- El elemento material es la conducta o comportamiento, sea positivo (acción) o


negativo (omisión). Para que la omisión sea un elemento de responsabilidad
civil debe existir un deber especial de actuar en beneficio de otro.

- El elemento subjetivo la conducta debe ser voluntaria, esto es, libre y realizada
por un capaz. Estos son los únicos elementos subjetivos del juicio de
culpabilidad.

Capacidad

En sede extracontractual, son incapaces los menores de 7 años y los dementes, y son
capaces los mayores de 16 años. Entre los 7 y los 16 años son capaces aquellos que
actúan con discernimiento.

Respecto de los dementes, el decreto de interdicción no excluye necesariamente la


capacidad, pero bien puede servir como un antecedente para declarar la demencia en el
juicio de responsabilidad. En materia contractual, este decreto significa necesariamente
incapacidad. En materia extracontractual, es demente quien no puede controlar su
voluntad y es plenamente responsable quien teniendo voluntad no sabe distinguir lo que
es correcto.

Respecto de los menores entre 7 y 16 años, el discernimiento puede juzgarse desde dos
perspectivas: (1) aptitud del menor para discernir acerca de los efectos riesgosos o
peligrosos de la acción, o (2) capacidad del menor de discernir el patrón de debido
cuidado, esto es, distinguir lo correcto de lo incorrecto. La opinión más generalizada da
por sentado el segundo criterio para concentrarse en el primero.

Cuando el acto del incapaz se debe a negligencia de quien lo tiene a su cargo, de quien
tiene el deber de cuidarlo, éste responde directa, personal y exclusivamente. Es una sola
responsabilidad, no es doble como en el caso de la responsabilidad por el hecho ajeno.

Voluntad libre

Basta que el sujeto haya tenido control sobre su conducta para que ésta pueda serle
atribuida.

En los casos en que no hay control de la voluntad no hay propiamente una acción u
omisión, sino una actuación en razón de una fuerza irresistible. En cambio, cuando
existe una decisión, aunque sea en condiciones extremas, existe un hecho imputable. El
estado de necesidad no excluye la libertad sino la ilicitud. La responsabilidad por culpa
no supone un juicio de reproche personal al sujeto, sino que la comparación de su
conducta con un patrón general y abstracto (objetivación de la culpa).

Tal como explica BARROS, la pérdida de discernimiento debida a una acción


originariamente imputable al autor como beber o drogarse no excluye la responsabilidad
(2318 CC). Esto siempre que la ebriedad sea voluntaria. Para ALESSANDRI, no debe
distinguirse entre ebriedad voluntaria o involuntaria, porque la ley no distingue. En esta
línea, daría igual si la ebriedad ha sido provocada por el mismo ebrio o por un tercero.
No obstante, el mismo ALESSANDRI sostiene que habría que exceptuar a la persona
que ha sido embriagada en contra de su voluntad, ya sea por fuerza o por engaño, quien
no tendría que responder de los daños que se deriven de su embriaguez 2. En definitiva,
las posturas de BARROS y ALESSANDRI no distan sustantivamente, pues la clave está
en que pueda imputarse culpa al ebrio.

5. (B) CULPA O DOLO.

5.1. Culpa.

A. Juicio Objetivo. En el Derecho Contemporáneo, el juicio de culpabilidad no atiende a


cómo actuó el sujeto según sus circunstancias personales, sino que es un juicio
normativo, que atiende a cómo habría actuado cualquier persona en la misma situación.
La acción u omisión se valora en abstracto: el juicio de valor de la conducta se efectúa
sobre la base de un patrón objetivo de comparación3. En síntesis, no es un juicio
respecto de la persona, sino respecto de la conducta.

B. Juicio normativo. La culpa es un concepto normativo, referido a la diligencia debida,


y no a un criterio estadístico de comportamiento. La existencia de los hechos en que se
funda la infracción es cuestión de hecho, pero la calificación de éstos como culposos o
dolosos, es cuestión de derecho revisable por vía de casación en el fondo.

2
En estos casos, según Alessandri, tendría que responder el autor de la embriaguez.
3
En circunstancias que el juicio de culpa es un juicio objetivo, es que resulta impropio hablar de
“responsabilidad subjetiva” como sinónimo de “responsabilidad por culpa o negligencia”.
C. Estándar de cuidado. El grado de culpa por el cual se responde en materia
extracontractual es la culpa leve. Aplicar la regla de la culpa levísima nos forzaría a
actuar siempre con el máximo cuidado, llevando en la práctica la responsabilidad por
culpa a la responsabilidad estricta. Lo más lógico es responder de la culpa leve, porque
la idea de diligencia ordinaria se condice de mejor manera con lo que razonablemente
podemos esperar de los demás en sus comportamientos. Para ABELIUK es el juez quien
determina el grado de culpa en cada caso. Con todo, puede aplicarse la regla del artículo
44 inciso 3º que nos dice que la culpa sin calificación se refiere a la culpa leve, y en los
artículos 2314 y ss. la culpa siempre es tratada sin apellidos.

D. Previsibilidad como requisito de la culpa. La culpa supone la previsibilidad de


las consecuencias dañosas. Como la culpa se aprecia en abstracto, la cuestión es si el
autor debió prever las consecuencias de sus actos sobre la base del estándar del hombre
razonable. La previsibilidad del daño es requisito necesario, pero nunca suficiente para
establecer la culpa.

Así, para BARROS, el autor, en caso de culpa, sólo responderá de los daños previsibles.
Esta posición no es compartida por toda la doctrina, pues hay quienes piensan que todo
daño debe ser reparado, en virtud del artículo 2329 CC y la inaplicabilidad en materia
extracontractual del artículo 1558 CC.

E. La culpa como ilicitud o infracción de un deber de cuidado. El autor sólo debe


responder cuando realiza un acto ilícito. Una acción es culpable (y a la vez ilícita)
cuando infringe un deber de cuidado. Existen deberes de cuidado que provienen de la
(a) ley (culpa infraccional), (b) los usos normativos y (c) el juez

a.) La culpa infraccional es la infracción de un deber de cuidado establecido en la LEY.


Los deberes de diligencia son establecidos, en este caso, por la Ley o por la
Administración, en uso de potestades normativas. Esta clase de infracciones se
considera per se ilícita, aunque siempre debe probarse el vínculo de causalidad entre
esta ilicitud y el daño.

b.) Lo normal es que el JUEZ construya deberes generales de cuidado. Para PLANIOL,
la culpa es “la infracción de un deber preexistente”. Este concepto se refiere a la culpa
como la ilicitud de una conducta. Según BARROS, esta definición es adecuada en
cuanto la culpa implica el incumplimiento de un deber, pero se equivoca al hablar de un
deber preexistente, porque lo que en verdad sucede es que el juez construye ex post un
deber de cuidado. Con todo, si se tiene presente que la sentencia judicial no es fuente
formal de derecho civil, cabe sostener que el deber de cuidado que el juez construye ex
post debe derivar de normas preexistentes en nuestro ordenamiento jurídico. En este
sentido, el juez solo puede reconocer y concretar deberes de cuidado preexistentes,
aunque estos solo estén presentes en nuestro ordenamiento de manera implícita. De lo
contrario, se pondría en jaque la integridad del ordenamiento jurídico.

Ahora, alejando la culpa de la ilicitud de la conducta y acercándola al resultado


antijurídico de la acción ésta se ha definido como “la lesión de un derecho ajeno, sin
que pueda invocarse un derecho superior”. Con todo, en rigor esta definición proviene
de un intento de acercar la culpa a la antijuridicidad, elemento este último que en otras
tradiciones (como la alemana) es condición indispensable de la responsabilidad. En
general, en nuestro sistema puede prescindirse de concebir a la antijuridicidad como un
elemento adicional a la culpa, pues esta última, en tanto implica una infracción al
cuidado debido, supone por sí sola ilicitud.

c.) Las prácticas o usos existentes en determinada práctica no son en caso alguno
vinculantes a la hora de determinar el deber de cuidado, pues éstos no son
necesariamente justos. Cosa distinta sucede con LOS USOS NORMATIVOS, que son
normas que por lo general emanan de sistemas de autorregulación profesional.

F. Construcción judicial de deberes de conducta. Criterios:

1. Intensidad del daño. La gravedad del daño supone que el estándar de diligencia
que ha de observarse para su evitación sea mayor.

2. Probabilidad. Es el grado de posibilidad (previsibilidad) del daño. Lo propio de


una persona razonable no es rechazar absolutamente el riesgo, sino distinguir
entre aquel que es una consecuencia ordinaria de su acción y el que resulta
excesivo. Ahora bien, mientras más probable sea un daño, el estándar de
diligencia que ha de observarse para su evitación es mayor.

3. Valor social de la conducta que provoca el daño. Si el valor social de la conducta


es alto, entonces el estándar de diligencia exigible es más bajo.

4. Costo de evitar el accidente. Si el costo de evitar el accidente es alto, entonces el


estándar de diligencia exigible es más bajo.

5. Tipo de relación entre el autor del daño y la víctima.

Cabe aclarar que estos criterios prácticamente nunca actúan de manera aislada.

5.2. Culpa por omisión.

- Omisión en la acción. Se omite tomar las precauciones necesarias para la


realización de una acción. En cuanto a su tratamiento jurídico equivale a la
acción (defecto de la acción).

- Omisión propiamente tal. Frente a un riesgo autónomo, independiente de la


conducta del agente, éste no actúa para evitar el daño o disminuir sus efectos,
pudiendo hacerlo. En general, no existe el deber genérico de actuar para evitar
daños a terceros. Mientras el cuidado en la acción es siempre exigible, el deber
positivo de actuar requiere de una regla que así lo exija. En consecuencia, la
omisión acarrea responsabilidad civil sólo excepcionalmente en aquellos casos
en que existe una razón especial que obliga a actuar. En este orden, pueden
identificarse tres fuentes de responsabilidad por omisiones: a) la omisión
dolosa; b) la culpa infraccional por omisión; c) la culpa por inobservancia a
deberes positivos de conducta derivados de una posición de garante atípica.

- Omisión dolosa: la abstención está acompañada de la intención positiva


de dañar.
- Culpa infraccional por omisión: aquellos casos en que se incumple un
deber de actuar impuesto por la ley (494 Nº 12, 13, 14 CP)4.
- Culpa por inobservancia de deberes positivos de cuidado derivados de
una posición de garante atípica. Dado que el derecho civil no establece
un deber general de evitar daños a terceros, la responsabilidad por no
incurrir en una conducta positiva dirigida a la evitación de un daño solo
puede configurarse cuando exista una razón especial, a saber, una
especial relación entre la víctima del accidente y quien omite el cuidado
que habría evitado el daño.

5.3. Causales de justificación.

La culpa, en sede extracontractual, es sinónimo de ilicitud, por ello las causales actúan
sobre el ilícito, eliminando la culpabilidad.

1. Actos autorizados por la autoridad.

a. El ejercicio de un derecho elimina la ilicitud de la acción que causa daño. El límite


viene dado por el “abuso del derecho”. En sentido amplio, comete abuso quien ejerce un
derecho lesionando otro de mayor envergadura. En sentido estricto, comete abuso quien
ejerce un derecho con el único propósito de dañar a otro (ALESSANDRI).

b. El cumplimiento de un deber legal excluye la ilicitud.

c. Actos autorizados por usos normativos, esto es, usos o prácticas tenidos comúnmente
como correctos.

2. Consentimiento de la víctima.

a. Autorizaciones para realizar un determinado acto que puede causarle daño.

b. Convenciones sobre responsabilidad. Éstas no eximen la ilicitud del acto, el que


sigue siendo culpable, sino que eximen al autor de la obligación de indemnizar.
Estos pactos no sirven para eximir la reparación de daños en materia laboral, ni
aquellos imputables a dolo o culpa grave (1465 CC) y aquel que es provocado a las
personas.

3. Estado de necesidad.

Estado en que una persona se ve obligada a ocasionar un daño a otra para evitar uno a sí
misma o a un tercero. Requiere que (1) el peligro que se trata de evitar no tenga su
4
Será sancionado con multa: “12. El médico o cualquiera otro que llamado como perito o testigo se
negare a prestar una operación propia de su profesión u oficio o a prestar declaración. 13. El que
encontrando perdido o abandonado a un menor de 7 años no lo entregare a su familia o no lo recogiere o
depositare en lugar seguro, dando cuenta a la autoridad… 14. El que no socorriere o auxiliare a una
persona que encontrare en despoblado, herida, maltratada o en peligro de perecer, cuando pudiere hacerlo
sin detrimento propio.”
origen en una acción culpable y (2) que no existan medios inocuos o menos dañinos
para evitar el daño. Excluye la acción indemnizatoria de la víctima, no así la acción
restitutoria.

4. Legítima defensa.

Es una causal de eximición de responsabilidad penal, que se extiende a la


responsabilidad civil. Porque en esta circunstancia es difícil, siempre apreciando la
culpa en abstracto, exigir al hombre prudente una actuación diferente.

5.4. Prueba de la culpa.

A. Carga. La culpa debe ser probada por quien la alega.

B. Objeto. Se debe probar (1) el hecho voluntario y (2) el deber de cuidado infringido.
El objeto varía si se trata de culpa infraccional (ley), infracción de usos normativos
(profesión o ciencia) o de un deber de cuidado construido por el juez.

B.1. Culpa infraccional. La culpa se prueba con la sola infracción.

B.2. Infracción usos normativos. La culpa se prueba acreditando la infracción y la


existencia de estos usos.

B.3. Infracción de un deber de cuidado construido por el juez. La víctima debe probar
todas las circunstancias que permitan al juez calificar el acto como negligente.

C. PRESUNCIONES DE CULPA.

El CC civil contempla reglas que invierten la carga de la prueba a propósito de la


responsabilidad por el hecho propio, por el hecho ajeno y por el hecho de las cosas.

La presunción de culpabilidad por el hecho propio se encuentra contenida en el artículo


2329 CC. DUCCI fue el primer que entendió así este artículo. Él concluye que la norma
establece una presunción de culpabilidad cuando el daño proviene de actividades
peligrosas. ALESSANDRI amplía esta visión señalando que la presunción de culpa
opera cuando el daño proviene de un hecho que, por su naturaleza o por las
circunstancias en que se realizó, lo más razonable es que se haya producido por culpa o
dolo del agente. MEZA BARROS sostiene una interpretación distinta, según ella el
inciso 1º contiene el principio general de la culpa probada y el inciso 2º enumera
taxativamente presunciones de culpabilidad.

Siendo el pensamiento de ALESSANDRI el aceptado por la mayoría de la doctrina, esta


presunción se aplica en dos grupos de casos:

1. Casos en los cuales el daño se produce en actividades particularmente


riesgosas.

1. Casos en los cuales los daños son ocasionados a consecuencia de accidentes


que, en el curso ordinario de los acontecimientos, no ocurren en ausencia de
negligencia, que derivan de la actividad de una persona natural o jurídica que
puede controlar todos o la mayoría de los aspectos de dicha actividad. En
estos casos se aplica la regla res ipsa loquitur (“dejad que las cosas hablen
por sí mismas”), resulta más razonable atribuir el daño a culpa que a un
evento que escape de ella.

5.5. Dolo.

El artículo 44 define el dolo como la intención positiva de inferir injuria en la persona o


propiedad de otro. Este concepto es muy restringido y se refiere sólo al dolo directo. La
distinción entre dolo eventual y dolo directo pierde interés práctico en el Derecho Civil,
por la asimilación entre dolo y culpa grave. Con todo, (1) la prueba de la culpa grave es
objetiva, la del dolo subjetiva, (2) el abuso del derecho requiere dolo directo, y (3)
nunca puede exonerarse el dolo futuro, prohibición que no afecta, según BARROS, la
exoneración de la culpa grave5.

6. (C) DAÑO.

El daño es todo menoscabo que experimente un individuo en su persona y bienes, la


pérdida de un beneficio de índole material o moral, patrimonial o extrapatrimonial. Para
que el daño sea fundamento de la responsabilidad debe ser significativo. El principio
general en materia de indemnización de daños es que esta comprende todo daño, esto es,
que la indemnización debe ser íntegra, debiendo producirse una equivalencia entre el
daño generado y la indemnización pagada.

A. Daño material.

Es daño material el que afecta el patrimonio.

A.1. Daño emergente

El daño emergente es el empobrecimiento real y efectivo que sufre el patrimonio de una


persona; la pérdida o disminución patrimonial, actual y efectiva que sufre la víctima a
causa del accidente. Incluyen pagar la pérdida de la cosa, su deterioro y su pérdida de
valor, los gastos en que debe incurrir la víctima a causa del accidente, y los daños
económicos o puramente patrimoniales.

A.2. Lucro cesante

El lucro cesante es la pérdida del incremento neto que habría tenido el patrimonio de la
víctima de no haber ocurrido el hecho imputable; la pérdida de una ganancia o utilidad
esperada. También lo es la pérdida del uso y goce de la cosa dañada.

B. Daño moral.

Antiguamente se concebía el daño moral como el que afecta los atributos o facultades
morales o espirituales de la persona. Actualmente se estima que esta noción del daño

5
La mayoría de la doctrina discrepa de Barros en este punto, sobre todo a la luz de que el artículo 44
asimila la culpa grave al dolo y que uno de los efectos de tal asimilación es justamente que hay objeto
ilícito en la condonación de la culpa grave futura.
moral solo atiende al pretium doloris (precio del dolor), en circunstancias que el daño
moral comprende también la privación de placeres de la vida (perjuicio de agrado). En
esta línea, hoy en día se define el daño moral como toda lesión a un interés
extrapatrimonial.

Ahora, una vez aceptada por la jurisprudencia la reparación del daño moral, debe
desentrañarse su sentido. Aquello que se pierde o deteriora no tiene valor de
intercambio en el mercado, por lo tanto, su indemnización solo puede tener una función
compensatoria del daño con un beneficio, reconociendo una ventaja pecuniaria a quien
ha debido soportar esa carga. Con todo, el análisis de la jurisprudencia permite concluir
que ha tenido una marcada función retributiva (pena privada en beneficio de la víctima),
al determinar la indemnización según la gravedad de la conducta y las facultades
económicas de las partes.

C. Pérdida de una chance.

La pérdida de una chance consiste en la frustración de la expectativa de obtener una


ganancia o de evitar una pérdida. Se distingue del lucro cesante, pues, mientras la
pérdida de una chance hace alusión a la oportunidad perdida (no a la ganancia o pérdida
misma), el lucro cesante se refiere a la utilidad perdida. En este sentido, cuando existe
pérdida de una chance, el daño que ha de repararse es la oportunidad perdida, que
normalmente se traducirá en un porcentaje que indica la probabilidad que existía de
obtener la ganancia o de evitar la pérdida. La oportunidad perdida, sin embargo, ha de
ser significativa. En otras palabras, no cabe la reparación de oportunidades remotas o
poco plausibles.

Si bien esta categoría no encuentra asidero expreso en el Código Civil, en los últimos
años, particularmente en el ámbito de la responsabilidad médica, la pérdida de una
chance ha sido reconocida por la jurisprudencia. Existe discusión doctrinaria en cuanto
a si la pérdida de una chance debe ser concebida como una clase de daño autónoma (con
implicancias patrimoniales y/o extrapatrimoniales) o como una hipótesis especial de
daño emergente. Como sea, en los casos en que se ha reconocido jurisprudencialmente,
la oportunidad perdida usualmente ha tenido una naturaleza extrapatrimonial (por
ejemplo, la oportunidad perdida de disfrutar la existencia de un ser querido cuando, a
consecuencia de un error de diagnóstico o de un retardo excesivo en la atención, se le ha
privado de la posibilidad ser sometido a un procedimiento médico adecuado).

Principios que rigen la determinación del daño indemnizable.

El principio que ha de inspirar la determinación del quantum es el principio de


reparación integral, que exige que la indemnización sea completa. En este sentido, la
reparación debe incluir tanto el daño material, como el moral, más reajustes e intereses.
Los reajustes, por el daño material, se cuentan desde que se produce el daño, y por el
daño moral, desde la dictación de la sentencia. El monto de la indemnización depende
de la extensión del daño y no de la gravedad del hecho. La indemnización no puede ser
mayor al daño, porque habría enriquecimiento injusto.

Ahora bien, el daño debe satisfacer ciertos requisitos para su reparación, a saber: 1) que
sea directo; 2) que sea cierto; 3) que sea probado; 4) que sea personal; 5) que sea
significativo.
1. El daño debe ser directo, esto es, una consecuencia necesaria del hecho ilícito
(exigencia de causalidad).

2. El daño debe ser cierto.

3. El daño debe probarse.

El daño material puede probarse por todos los medios legales. El daño moral también
debe probarse, aunque la jurisprudencia en algunos casos lo ha presumido respecto de
víctimas por rebote (en concreto, en casos que la víctima directa ha muerto a
consecuencia del hecho imputable y se ha acreditado en el juicio un vínculo de
matrimonio o parentesco entre la mentada víctima directa y la víctima por rebote).

4. El daño debe ser personal, esto es, sufrido personalmente por la víctima. La
víctima, no obstante, puede ser directa o por rebote. En este sentido, el daño
sufrido por una víctima por rebote, con tal que sea personal, también debe ser
reparado.

5. El daño debe ser significativo.

Cabe finalmente aclarar que, una vez cumplidos estos requisitos, la determinación y
fijación del monto de la indemnización suele estimarse como una cuestión de hecho, no
revisable por vía de casación en el fondo.

7. (D) RELACIÓN DE CAUSALIDAD.

El requisito de la causalidad exige: (1) una relación natural de causalidad entre el hecho
y el daño y (2) que el daño resulte normativamente atribuible al hecho imputable, esto
es, que exista una razonable proximidad entre ambos.

La pregunta por la causalidad es generalmente de fácil solución. Solo presenta


problemas en casos límite.

1. Elemento naturalístico: el hecho como condición necesaria del daño.

Tradicionalmente, la doctrina y jurisprudencia han estimado suficiente para dar por


acreditada la causalidad que el hecho sea condición necesaria del daño, aunque hayan
intervenido otras causas. Esta es la doctrina de la equivalencia de las condiciones (VON
BURI). Para saber si un hecho es causa del daño, basta realizar su supresión hipotética.

Esta teoría aplicada a casos concretos presenta serias dificultades. El hecho como
condición necesaria es un elemento mínimo de la causalidad. Para el Derecho, el daño
debe ser además consecuencia directa del hecho.

2. Elemento normativo: el daño como consecuencia directa

El daño reparable sólo es el directo, sea porque se cree aplicable el artículo 1558 CC,
sea porque es un requisito racional y lógico del concepto de causalidad. La pregunta
acerca de si el daño es directo o indirecto supone un juicio normativo respecto de si el
daño puede ser objetivamente atribuido al hecho. El juez debe discriminar entre todas
las consecuencias dañinas del hecho aquéllas que pueden ser atribuidas al ilícito,
estableciendo así un límite a la responsabilidad (es elemento y límite a la vez). Este
juicio queda sometido al control jurídico por vía de casación en el fondo. Doctrinas:

2.1. Razonable proximidad. El sentido común lleva a considerar como directo el


daño que tiene una razonable proximidad con el hecho ilícito. No agrega
criterios para establecer esta proximidad.

2.2. Causalidad eficiente, adecuada o determinante. (VON KRIES)La atribución


de un daño supone que el hecho del autor sea generalmente apropiado para
producir esas consecuencias dañosas. Desde la perspectiva de un observador
objetivo, la ocurrencia del daño debe ser una consecuencia verosímil del
hecho. Agrega un criterio de previsibilidad (el problema es que la doctrina
incluye este criterio como elemento de la culpabilidad).

2.3. Riesgo creado por el hecho. Sólo si la acción u omisión culpables han creado
un riesgo o han aumentado la probabilidad o la intensidad de un riesgo de
daño ya existente, hay una relación relevante entre el hecho y el daño
resultante. No presenta diferencias prácticas con la teoría de la causalidad
adecuada. El límite de la responsabilidad viene dado porque no deben
indemnizarse los daños que objetivamente sean atribuibles a los riesgos
generales de la vida.

2.4. Conexión de ilicitud. Hay causalidad cuando el deber de cuidado infringido


tiene como objetivo evitar los daños que se han producido.

La causalidad debe ser probada. Se admite la prueba de testigos. Por regla general, es
una prueba fácil. Excepcionalmente, en los casos difíciles, solo podrá ser probada
mediante presunciones judiciales. Las razones para dar por establecida una presunción
legal de culpa por el hecho propio, de acuerdo al artículo 2329 CC, rigen también para
dar por acreditada la causalidad: si de acuerdo a la experiencia el daño puede ser
imputado objetivamente al hecho doloso o culposo de un tercero este resulta
responsable.

Puede existir pluralidad de causas:

1. Pluralidad de responsables.

1.1. Si varias personas son responsables por el mismo hecho, todas ellas son
solidariamente responsables (2317 CC). En cuanto a las relaciones internas,
la contribución a la deuda puede dividirse equitativamente o en forma
proporcional a su participación en el daño.
1.2. Según Barros, también existe solidaridad entre el autor del daño y aquel que
lo tiene bajo su dependencia o cuidado. Otros, en cambio, estiman que esta
última hipótesis es de indivisibilidad pasiva de pago y no solidaridad. Según
una tercera opinión, lo que habría es solidaridad imperfecta. Como sea, en
este caso el tercero tiene acción de repetición contra el autor del daño (2325
CC).
1.3. Si varias personas son responsables de distintos hechos, la reparación se
divide entre los autores según su grado de participación en el daño.

1.4. Distintos hechos son igualmente aptos para producir el daño. En estos casos
cada partícipe ha de responder por todo el daño, configurándose una especie
de indivisibilidad o solidaridad imperfecta.

2. Concurrencia de la culpa de la víctima.

Si en el hecho ilícito que causa daño concurre la culpa de la víctima, se reduce


proporcionalmente el monto de la indemnización. La culpa de la víctima puede
intervenir de tal modo en el nexo causal, que el hecho ilícito inicial resulte
insignificante, y en consecuencia deje de ser considerado como causa determinante del
daño.

El caso fortuito excluye la causalidad. En responsabilidad extracontractual, como en las


obligaciones de medio, la ausencia de culpa excluye la ilicitud. Por ello, la fuerza mayor
no opera en sede de culpa, sino de causalidad. Si el daño se debe al caso fortuito y no al
hecho imputable, no hay causalidad. Los elementos de la fuerza mayor son la
irresistibilidad, la imprevisibilidad y la exterioridad. Este último elemento es crucial en
la responsabilidad objetiva, porque solo puede haber caso fortuito si el daño se produce
por un hecho externo al riesgo normado por la regla de responsabilidad estricta.

8. RESPONSABILIDAD POR EL HECHO AJENO

El principio general se encuentra en el artículo 2320, inciso 1º: “Toda persona es


responsable no solo de sus propias acciones, sino del hecho de aquellos que estuvieren a
su cuidado”. Es un principio general, porque se aplica a todas las hipótesis en que existe
dependencia o cuidado, y porque establecida esta relación, se presume la culpabilidad
del tercero por el hecho ajeno, siendo su única excusa válida probar que con la autoridad
y el cuidado que la respectiva calidad le confiere y prescribe no hubiere podido impedir
el hecho, lo que en la práctica significa probar el caso fortuito.

La responsabilidad por el hecho ajeno puede construirse bajo las reglas de la


responsabilidad estricta, y en este caso toma el nombre de “responsabilidad vicaria”, o,
como en el Derecho chileno, construirse sobre la base de un doble ilícito civil: el del
dependiente (autor) y el de quien lo tiene bajo su cuidado (guardián). La culpabilidad de
este último se presume, pero se trata de culpabilidad por el hecho propio, por el
incumplimiento de los deberes de vigilancia, organización o cuidado.

La jurisprudencia ha tendido a expandir el régimen de responsabilidad por el hecho


ajeno hasta la responsabilidad vicaria (estricta), expandiendo la presunción de culpa y
limitando las excusas de diligencia del guardián.

9.1. Responsabilidad por el hecho de los incapaces.


De los hechos ilícitos cometidos por los incapaces, esto es, los menores de 7 años, los
dementes y los menores de 16 años que actúan sin discernimiento, son responsables
quienes los tienen a su cargo, por el hecho propio, y su culpa debe ser acreditada. Existe
una sola responsabilidad.

La culpa debe probarse. Sin embargo, el artículo 2321 establece una presunción general
de responsabilidad de los padres por los delitos o cuasidelitos de sus hijos menores, que
conocidamente provengan de su “mala educación, o de los hábitos viciosos que les han
dejado adquirir”.

9.2. Presunción general de culpa por el hecho de personas que están bajo cuidado o
dependencia.

El fundamento de la presunción del artículo 2320 inciso 1º, ya transcrito, es el vínculo


de autoridad que existe entre el guardián y el autor del daño. Los casos que contiene
este artículo son sólo ejemplos, y no excluyen otras hipótesis:

1. Responsabilidad de los padres por el hecho de los hijos menores que habitan en
la misma casa (inciso 2º). Debe entenderse referido al padre que tiene el cuidado
personal de sus hijos menores.

2. Responsabilidad de los guardadores por el hecho de sus pupilos que viven bajo
su dependencia y cuidado (inciso 3º).

3. Responsabilidad de los jefes de colegios y escuelas por el hecho de los


discípulos, mientras están bajo su cuidado (inciso 4º).

4. Responsabilidad del empresario por el hecho de sus dependientes.

Para que opere la presunción la víctima debe probar el cuasidelito o delito del
dependiente y la relación de subordinación entre este y el guardián. Una vez establecida
esta responsabilidad por el hecho ajeno, el ofendido puede dirigirse contra el autor del
daño o el tercero. Según Barros, la posibilidad de que el ofendido se dirija contra uno u
otro se sustenta en que, según el artículo 2317, ambos son solidariamente responsables;
para otros autores se trataría de una hipótesis de indivisibilidad pasiva de pago y según
una tercera opinión solidaridad imperfecta. Conforme con el artículo 2325, el tercero
puede repetir contra el autor del daño.

9.3. Responsabilidad del empresario.

El artículo 2322 acota el ámbito de responsabilidad del empresario, ya que esta solo se
refiere al tiempo en que el dependiente se encuentra en ejercicio de sus funciones.
También especifica la excusa del empresario: debe probar que los criados o sirvientes
han ejercido sus funciones de un modo impropio “que los amos no tenían medio de
prever o impedir, empleando el cuidado ordinario y la autoridad competente”.

La tendencia generalizada es hacia la responsabilidad estricta de los empresarios por los


hechos de sus dependientes, porque parece justo que quien goza de los beneficios de la
actividad de sus dependientes, asuma también sus riesgos. Nuestra jurisprudencia ha
seguido la tendencia, llevando al empresario a los límites de la responsabilidad vicaría,
ampliando el ámbito de aplicación de la presunción del inciso 4º del artículo 2320 y
siendo muy exigente con las excusas que esgrime el empresario.

Como toda responsabilidad por hecho ajeno, requiere un delito o cuasidelito del
dependiente y una relación de subordinación, y además, se agrega en este punto, que el
daño se haya ocasionado en el ámbito de la dependencia o en el ejercicio de las
funciones del dependiente.

9.4. Responsabilidad de las personas jurídicas.

Tradicionalmente, se ha sostenido que la persona jurídica responde por el hecho propio


cuando el ilícito ha sido cometido por un órgano en ejercicio de sus funciones. Esta
noción, un poco difusa, ha sido extendida a todas aquellas personas que tienen
permanente poder de representación de la persona jurídica. Además, puede ser que un
defecto de la organización cause daño, y la persona jurídica responda por el hecho
propio, en aplicación de la teoría de la causa difusa. Nada obsta a que la persona jurídica
repita contra el autor material del daño.

La persona jurídica responde por el hecho ajeno en la misma forma que el empresario.

9. RESPONSABILIDAD POR EL HECHO DE LAS COSAS.

A propósito del hecho de las cosas existen presunciones específicas de culpabilidad del
dueño o custodio de aquellas, y casos también específicos de responsabilidad estricta.

9.1. Presunción de culpa por el hecho de los animales.

El dueño o la persona que se sirve de un animal ajeno, se presume culpable de los daños
causados por este, aun después de que se haya soltado o extraviado (2326 CC).

9.2. Responsabilidad estricta por el hecho de animales fieros.

El que tenga un animal fiero, que no reporta utilidad para el predio, responde por sus
actos dañosos (2327 CC).

9.3. Responsabilidad del dueño por ruina de edificios.

Para prevenir el peligro que implica la obra ruinosa, el afectado tiene la acción
posesoria de querella de obra ruinosa (932 CC) y la acción general de prevención por
daño contingente (2333 y 2334 CC).

Para la reparación del daño, el afectado puede ejercer el derecho que le concede el
artículo 934, cual es la indemnización de todo perjuicio, una vez notificada la querella
posesoria. De no haberlo hecho, debe recurrir a las normas de responsabilidad
extracontractual.

La responsabilidad recae sobre el dueño, o dueños a prorrata de sus cuotas dominio (no
hay solidaridad), si la ruina se produce por haber omitido las reparaciones necesarias, o
haber faltado de otra manera al cuidado de un buen padre de familia. Esta norma,
contenida en el artículo 2323 CC, ha sido interpretada por la doctrina y jurisprudencia
como una presunción de culpabilidad.

9.4. Responsabilidad del constructor, primer vendedor, arquitectos y proyectistas.

El constructor y los demás nombrados se presumen culpables por los daños ocasionados
por la ruina de un edificio si esta se debe a un vicio de construcción.

9.5. Responsabilidad de las municipalidades por ruinas de edificios.

Las municipalidades responden por falta de servicio si la ruina de un edificio se debe a


sus omisiones.

9.6. Responsabilidad estricta por caída de objetos desde la parte superior de un


edificio.

Para prevenir el daño, existe una acción pública para que se remuevan de la parte
superior de un edificio u otro paraje elevado objetos que amenacen caída y daño (2328
inciso 2º CC).

Para reparar el daño, el artículo 2328 inciso 1º establece una presunción de culpabilidad
en caso de daños causados por la cosa que cae o se arroja de la parte superior de un
edificio, respecto de todas las partes que habitan la misma parte de aquél. Si los
responsables son varios, la indemnización se divide entre todos ellos (no hay
solidaridad).

ACCIÓN DE RESPONSABILIDAD.

La acción indemnizatoria es personal, mueble, patrimonial y transmisible.

El objeto de la acción indemnizatoria es la obtención de una reparación o compensación


en dinero por el daño causado.

El sujeto activo es quien sufre personalmente el daño (víctima), sus herederos o


cesionarios, aunque hay casos en que un mismo daño afecta a distintas personas:

a) Daños en las cosas. Tienen acción indemnizatoria el dueño, el poseedor, el mero


tenedor, en ausencia del dueño y en su nombre, y todo aquel que tenga algún
derecho real sobre la cosa. El mero tenedor, a nombre propio, no puede reclamar el
precio de la cosa, porque no tiene sobre ella ningún derecho real, pero sí tiene
acción indemnizatoria como titular de un derecho personal, por el perjuicio que
experimenta el crédito.

b) Daños a las personas. Tiene acción la víctima directa y las víctimas por rebote.
Tratándose de daños patrimoniales, la doctrina y jurisprudencia han reconocido
titularidad a todo aquel que recibía ayuda económica de la víctima. Respecto del
daño moral, la tendencia ha sido conceder acción a la víctima indirecta en caso de
muerte a condición de que se acredite un parentesco cercano con la víctima.

c) Acciones populares por daño contingente.

El sujeto pasivo son el autor del daño y sus herederos, sin perjuicio de los casos de
responsabilidad por el hecho ajeno. También puede ser demandado quien se aprovecha
del dolo ajeno, por el monto de su beneficio.

Extinción de la responsabilidad y de la acción de responsabilidad.

La responsabilidad, en cuanto obligación de indemnizar, se extingue, en general, por


alguno de los modos de extinguir las obligaciones.
La acción, por su parte, prescribe, según el artículo 2332 CC, en 4 años desde la
perpetración del hecho. Con todo, la jurisprudencia ha entendido que la responsabilidad
civil no está completa si falta el daño y así la prescripción sólo empieza a correr desde
que el daño se manifiesta en la víctima. Este plazo de 4 años se suspende a favor de las
personas que enumera el artículo 2509 CC, porque no se trata de actos o contratos, sino
de hecho jurídicos que dan origen a responsabilidad.

En sede civil, tratándose de una acción mueble debe demandarse en el domicilio del
demandado. En sede penal, se puede interponer esta acción indemnizatoria, siempre que
se ejerza por la víctima en contra del imputado.

RESPONSABILIDAD CIVIL EXTRACONTRACTUAL Y RESPONSABILIDAD


PENAL.

Responsabilidad extracontractual Responsabilidad penal


Son siempre incapaces los menores de 7 Son siempre incapaces los menores de 14
años y los dementes. años.
El deber de cuidado puede ser establecido La conducta debe ser típica.
con posterioridad por el juez.
La culpa se aprecia en abstracto. La culpa se aprecia en concreto.
El daño es elemento esencial. El daño no es esencial, porque se sanciona
también el desvalor de la acción.
Las personas jurídicas son responsables. Sólo son responsables las personas
naturales.
La acción es particular (renunciable). Por regla general, la acción penal es
pública.
Los tribunales civiles no tienen competencia Los tribunales penales pueden conocer
civil. asuntos civiles (acciones reparatorias, y
acciones indemnizatorias de la víctima
contra el imputado)
Estándar de prueba probabilístico. Estándar de prueba de la duda razonable.

La sentencia penal condenatoria, por regla general, produce cosa juzgada en sede civil,
sin perjuicio de que en ésta debe siempre acreditarse el daño. El artículo 178 CPC
prescribe que “en los juicios civiles podrán hacerse valer las sentencias dictadas en un
proceso criminal siempre que condenen al procesado”.

La sentencia absolutoria o que ordene el sobreseimiento definitivo sólo produce cosa


juzgada, según el artículo 179 CPC, cuando se funde en alguna de las circunstancias
siguientes:

“1ª. La no existencia del delito o cuasidelito que ha sido materia del proceso. No se
entenderán comprendidos en este número los casos en que la absolución o
sobreseimiento provengan de la existencia de circunstancias que eximan de
responsabilidad criminal;

2ª. No existir relación alguna entre el hecho que se persigue y la persona acusada, sin
perjuicio de la responsabilidad civil que pueda afectarle por actos de terceros, o por
daños que resulten de accidentes… en conformidad a las reglas de responsabilidad civil
extracontractual; y

3ª. No existir en autos indicio alguno en contra del acusado, no pudiendo en tal caso
alegarse la cosa juzgada sino respecto de las personas que hayan intervenido en el
proceso criminal.”

La absolución en materia penal, nunca tendrá efecto de cosa juzgada en sede civil
respecto de quien tiene una obligación de restituir.

Los efectos de la cosa juzgada criminal en sede civil se limitan a dos aspectos: (1) a lo
resuelto por el tribunal en el juicio penal y (2) a los hechos que sirven de necesario
fundamento a lo resuelto. Así, el artículo 180 CPC dice “Siempre que la sentencia
criminal produzca cosa juzgada en juicio civil, no será lícito en éste tomar en
consideración pruebas o alegaciones incompatibles con lo resuelto en dicha sentencia o
con los hechos que le sirvan de necesario fundamento.”.

RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL Y EXTRACONTRACTUAL.

Responsabilidad Extracontractual Responsabilidad Contractual


Son capaces los mayores de 16 años y los Son plenamente capaces los mayores de 18
mayores de 7 que actúan con años.
discernimiento.
Se discute de qué culpa se responde. Según Se responde en forma gradual, según el
algunos, de toda culpa. Según la mayoría, caso, por culpa grave, leve o levísima.
solo de culpa leve.
La obligación de indemnizar nace desde el La obligación de indemnizar nace con la
momento mismo del ilícito. mora.
Según parte de la doctrina, no opera el Opera el artículo 1558 CC. El dolo es un
artículo 1558 CC y todo daño debe ser agravante.
reparado, se trate de un cuasidelito o delito.
Banfi opina que sí debe aplicarse el artículo
1558 o al menos construir una regla
análoga.
La responsabilidad de los autores es Por regla general, la responsabilidad
solidaria. contractual es simplemente conjunta.
La prescripción es de 4 años. La prescripción es ordinaria de 5 años.
La culpa debe ser probada. La culpa se presume.
Nace en forma principal, por la infracción Nace en forma secundaria, por el
de un deber de cuidado. incumplimiento de una obligación
previamente contraída.

El cúmulo de responsabilidades.

Es la concurrencia de estatutos de responsabilidad que se produce cuando un mismo


hecho importa a la vez el incumplimiento de una obligación contractual y un delito o
cuasidelito. Es un problema que ocurre comúnmente en sede de responsabilidad
profesional (médicos, abogados).

Esta hipótesis contiene dos preguntas: ¿pueden acumularse? NO, porque habría
enriquecimiento injusto; y ¿puede la víctima optar entre uno u otro estatuto?
Tradicionalmente, tanto la doctrina como la jurisprudencia han respondido
negativamente a la opción, ya que la posibilidad de la acción atentaría contra la
obligatoriedad del contrato. Además, gran parte de la doctrina considera que este es el
estatuto general de responsabilidad y en caso de duda corresponde aplicar éste. Sin
embargo, en seguimiento de ALESSANDRI, muchos admiten dos situaciones en las
cuales la opción es excepcionalmente permitida:

(1) Cuando así lo han estipulado las partes, y

(2) Cuando el incumplimiento del contrato constituye a la vez la


comisión de un ilícito penal.

Actualmente hay quienes abogan derechamente por reconocer el derecho de opción,


bajo el entendido de que ninguno de los estatutos de responsabilidad es especial
respecto al otro y que, en consecuencia, si un mismo hecho puede ser calificado a la vez
como incumplimiento contractual y como cuasidelito o delito civil, la víctima puede
optar por uno u otro estatuto para canalizar su pretensión indemnizatoria. En los últimos
años, el derecho de opción ha sido reconocido por la Corte Suprema, la que, además, ha
señalado que los regímenes de responsabilidad han tenido a unificarse en la práctica.

¿Cuál es el estatuto de derecho común?

Gran parte de la doctrina considera que el estatuto de aplicación general es el régimen


de responsabilidad contractual, porque es el único que se regula genéricamente a
propósito “De los Efectos de las Obligaciones” (ABELIUK, ALESSANDRI).

Otros autores, como BARROS, estiman que el estatuto de la responsabilidad contractual


opera solamente cuando existe un vínculo obligatorio previo, aplicándose en los demás
casos el estatuto extracontractual. Desde esta perspectiva, el estatuto general y común
sería el de la responsabilidad extracontractual. No obstante, el mismo Barros, de manera
un tanto contradictoria, sugiere que en casos de responsabilidad por infracción a
obligaciones legales o cuasicontractuales cabe aplicar el estatuto contractual, pues
también existe un vínculo previo. De esta manera, y en atención a que las fuentes de las
obligaciones son el contrato, el cuasicontrato, el delito, el cuasidelito y la ley, el estatuto
contractual terminaría aplicándose ante la infracción de obligaciones contractuales,
cuasicontractuales y legales, mientras que el extracontractual ante delitos y cuasidelitos.

CORRAL, en una línea diversa, estima que no existe propiamente un estatuto común,
debiendo aplicarse, por analogía, el estatuto contractual ante la infracción de
obligaciones cuasicontractuales, y el estatuto extracontractual ante la infracción de
obligaciones legales.

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