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¡Wm 1
POR
c?r. JSucas ó© San Jfosé
Carmelita Descalzo
PUBLICADO
ce
BURGOS:
TIPOGRAFÍA DE «EL MONTE CARMELO1»
1906.
PROLOGO
Nada te turbe,
Nada te espante:
II
Nada te turbe,
Nada te espante;
porque
Todo se pasa
Dios no se muda.
Aquí todo se pasa, porque el mun-
do es un lugar de continuas mutacio-
— 21 —
(1) I s a í a s X I I I . 19.
— 27 —
III
La paciencia
Todo lo alcanza.
Dudo que el mundo sepa apreciar
toda la verdad y belleza de este pen-
samiento, uno de los más sublimes
que han brotado de la pluma de la
Santa; porque no es fácil que com-
prenda la fuerza soberana y actividad
incomparable de la humilde virtud de
la paciencia. Estudiemos con alguna
detención esta virtud que parece yace
siempre en perezoso reposo, y, no
obstante, domina el mundo y posee el
secreto de la fuerza de las almas, y
nos convenceremos que así en el or-
den filosófico como en el dogmático
cristiano tiene bien merecido el sin-
gular elogio de nuestra Doctora. ¡Aht
cuando la Santa habla ó escribe, bro-
tan de su pluma y de sus labios de
ángel, lo mismo las verdades más su-
— 33 —
Todo lo alcanza.
IV
VI
(1) I n P s a l . X X X I X . v . 13.
- 73 —
(1) J o a n n . c a p . I . 17.
— 74 —
la delicadeza y de la sensibilidad.
Estas dos facultades están hechas
para armonizarse y completarse.En la
voluntad existen la fuerza y la ener-
gía; en el corazón la sensibilidad y la
poesía. E l corazón sin la voluntad es
voluble, inconstante, todo le impre-
siona, tiene mucho que sufrir. La vo-
luntad sin la ternura del corazón, es
de hierro y saca sangre á los que toca.
Un hombre que sólo tiene corazón sin
las energías de voluntad, inspira lás-
tima. Un hombre de mucha voluntad,
pero sin corazón, impotente para sen-
tir, es repulsivo: sólo sirve para nego-
cios, no para la vida de familia ó de
sociedad.
La perfecta armonía entre estas dos
facultades constituye la perfección
moral del hombre; pero son muy po-
cos los que la poseen. Aquí es donde
dejó más honda su huella el pecado.
Son generales las discordias entre la
voluntad y el corazón.
De dos maneras puede el corazón
apartarse de la voluntad: porque se
cansa ó porque se extralimita. La con-
ciencia nos dicta que hemos de cum-
plir un penoso deber: con la voluntad
lo queremos y lo queremos de veras;
pero el corazón con su ternura y sen-
sibilidad se subleva, ó al menos no
puede acompañar á la voluntad; se
cansa, desfallece, no sentimos gozo
alguno, sino repugnancia en el cum-
plimiento de aquel deber. Entonces
queremos, pero no sentimos, ó lo que
es lo mismo, querríamos querer, 6 co-
mo diría David en su hermosísimo
lenguaje: Deseamos tener vehementes
deseos: Concupivit anima mea deside-
rare justificationes tuas. (1) Hay oca-
siones en que parece como que lleva-
mos á remolque nuestro corazón.
Dicen que es muy fácil amar ó que-
rer. Sin entrar en los profundos ar-
canos fllosóñco-teológicos de quién
sea el inmediato motor que- suave-
(1) P s a j m . C X V I I I , 20.
.- 79 —
(1) P s a l m . X X X I X , 13.
— 81 —
VII
(4) P r o v . XIX, n.
— 85 —
(1) A p o c a l i p . X X I I , 5.
— 88 —
(1) PsalmXXXI,6.
— 91 —
{!) I b i d e m . v e r s . 7.
- 92 —
(1) L u c a e X I I , 31.
— 97 —
(1) S. M a t t . V I , 25 y s i g .
(2) S, L u c . X I I , 29 y 30.
— 99 —
VIII
(1) I a d C o r . I I I . - 2 2 y 23.
— 109 —
IX
(1) C o n f e s . L . X cap. X X X I I I .
— 115 —
(1) S. T h o m a s , I - I I . Q u a e s . I V a r t . V y V I .
— 118 —
(1) F i l o s , f u n c l a m . l i b . I I I . cap. X X X I .
— 119 —
(1) R o m . X I V — 1 7 y I . C o r . V I . 13.
(2) M a t t h . X X I I — 2 9 , 30.
- 124 —
Quien á D i o s tiene
N a d a le falta,
(1) P s a l m . X X X I V , 9.
(2) P s a l . X X V , 10.
— 128 —
S o l o D i o s basta.
— 132 —
S o l o D i o s basta.
XI.
(1) J o a n . I I I . 5.
(2) I J o a n . I I I . 9.
(3) U P e t r . I . 4.
— 146 —
(1) Sess. V I , C a n X I .
— 148 —
(1) I . J o a n . , I I . 19.
— 153 —
(1) G a l . I V . 19.
— 154 —
(1) I . J o a n n . I I L 2.
— 158 —
(1) P s a l m . X X X V . 10.
— 159 —
(1), D i v . T h o m . I . I L — X I I . 1.°
(2) Card. Cayet. Comment. I . I I . — X I I .
A r t . V . Acl secundum Scoti. :
— 160 —
XII
S ó l o D i o s basta.
D a r á s de m i s tristes penas
U n amoroso recuerdo
A la l u z inaccesible
D e l sol de J u s t i c i a eterno.
(1) I I . Cor. X I I 4 .
— 174 —