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VIGILIA DE PENTECOSTÉS

Año 2020

Ayuda para la celebración de la Vigilia en familia.


VIGILIA DE PENTECOSTÉS 2020
Año A – Solemnidad

Monición ambiental
Canto de entrada. Himno de la Ascensión.

Procesión con el Icono de la Virgen del Camino

Antífona de entrada (Rm 5,5; 8,11)

El amor de Dios ha sido derramado


en nuestros corazones
con el Espíritu Santo,
que habita en nosotros. Aleluya.

Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, que has establecido la celebración de la Pascua
durante este tiempo sagrado de cincuenta días, renueva el prodigio de
Pentecostés: haz que los pueblos dispersos se reúnan juntos y las distintas
lenguas nos unan para proclamar la gloria de tu nombre. Por nuestro Señor
Jesucristo.

LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a la lectura
Primera Lectura (Gn 11,1-9)
Se llamó Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra.

Del libro del Génesis


Toda la tierra hablaba la misma lengua con las mismas palabras. Al emigrar del
oriente, los hombres encontraron una llanura en el país de Senaar y se establecieron
allí.
Y se dijeron unos a otros: «Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos». Emplearon
ladrillos en vez de piedras, y alquitrán en vez de cemento. Y dijeron: «Vamos a
construir una ciudad y una torre que alcance al cielo, para hacernos famosos, y para no
dispersarnos por la superficie de la tierra».
El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres; y se
dijo: «Son un solo pueblo con una sola lengua. Si esto no es más que el comienzo de
su actividad, nada de lo que decidan hacer les resultará imposible. Voy a bajar y a
confundir su lengua, de modo que uno no entienda la lengua del prójimo».
El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y cesaron de construir la ciudad. Por
eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra, y desde
allí los dispersó por la superficie de la tierra.

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Canto: Salmo 34 Exultad, justos en el Señor.
Oración
Descienda sobre nosotros, oh, Padre, tu Espíritu Santo, para que todos los
hombres busquen siempre la unidad en la armonía y, derribado el orgullo de la
raza y de la cultura, la tierra se convierta en una sola familia, y toda lengua
proclame que Jesús es el Señor. Él es Dios y vive y reina por los siglos de los
siglos.

Monición a la lectura
Segunda Lectura (Ex 19,3-8a.16-20b)
El Señor bajará al monte Sinaí a la vista del pueblo.
Del Libro del Éxodo
En aquellos días, Moisés subió hacia Dios. El Señor lo llamó desde el monte, diciendo:
«Así dirás a la casa de Jacob, y esto anunciarás a los israelitas: «Ya habéis visto lo que
he hecho con los egipcios, y cómo a vosotros os he llevado sobre alas de águila y os he
traído a mí. Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, vosotros
seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra;
seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa. Éstas son las palabras que has
de decir a los israelitas».
Moisés convocó a los ancianos del pueblo y les expuso todo lo que el Señor le había
mandado. Todo el pueblo, a una, respondió: «Haremos todo cuanto ha dicho el Señor».
Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el
monte y un poderoso resonar de trompeta; y todo el pueblo que estaba en el
campamento se echó a temblar.
Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios y se
detuvieron al pie del monte. Todo el Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido
sobre él en forma de fuego. Subía humo como de un horno, y todo el monte
retemblaba con violencia. El sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés
hablaba, y Dios le respondía con el trueno. El Señor bajó al monte Sinaí, a la cumbre
del monte, y llamó a Moisés a la cima de la montaña.

Canto: Shemá Israel

Oración
Oh, Dios de la alianza antigua y nueva, que te has revelado en el fuego de la
santa montaña y en el Pentecostés de tu Espíritu, haz una hoguera con nuestros
orgullos y destruye los odios y las armas de muerte; enciende en nosotros la
llama de tu caridad, para que el nuevo Israel reunido de todos los pueblos
acoja con alegría la ley eterna de tu amor. Por Cristo, nuestro Señor.

Monición a la lectura

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Tercera lectura (Ez 37,1-14)
¡Huesos secos! Os infundiré espíritu y viviréis

Del libro del profeta Ezequiel


En aquellos días, la mano del Señor se posó sobre mí y, con su Espíritu, el Señor me
sacó y me colocó en medio de un valle todo lleno de huesos. Me hizo dar vueltas y
vueltas en torno a ellos: eran innumerables sobre la superficie del valle y estaban
completamente secos. Me preguntó: «Hijo de Adán, ¿podrán revivir estos huesos?».
Yo respondí: «Señor, tú lo sabes» Él me dijo: «Pronuncia un oráculo sobre estos
huesos y diles: “¡Huesos secos, escuchad la palabra del Señor! Así dice el Señor a
estos huesos: Yo mismo traeré sobre vosotros espíritu, y viviréis. Pondré sobre
vosotros tendones, haré crecer sobre vosotros carne, extenderé sobre vosotros piel, os
infundiré espíritu, y viviréis. Y sabréis que yo soy el Señor”».
Y profeticé como me había ordenado y, a la voz de mi oráculo, hubo un estrépito, y los
huesos se juntaron hueso con hueso. Me fijé en ellos: tenían encima tendones, la carne
había crecido, y la piel los recubría; pero no tenían espíritu. Entonces me dijo:
«Conjura al espíritu, conjura, hijo de Adán, y di al espíritu: “Así dice el Señor: De los
cuatro vientos ven, espíritu, y sopla sobre estos muertos para que vivan”».
Yo profeticé como me había ordenado; vino sobre ellos el espíritu, y revivieron y se
pusieron en pie. Era una multitud innumerable. Y me dijo: «Hijo de Adán, estos
huesos son la entera casa de Israel, que dice: “Nuestros huesos están secos, nuestra
esperanza ha perecido, estamos destrozados”. Por eso, profetiza y diles: “Así dice el
Señor: Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros,
pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os
saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi
espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo
hago”». Oráculo del Señor.

Canto: Ven Espíritu Creador

Oración
Oh, Dios, Creador y Padre, infunde en nosotros tu hálito de vida: el espíritu que
se elevaba sobre los abismos de los orígenes vuelva a inspirar en nuestras
mentes y en nuestros corazones, como inspirará al final de los tiempos para
despertar nuestros cuerpos a la vida que no tiene fin. Por Jesucristo nuestro
Señor.

Monición a la lectura
Cuarta Lectura (Joel 3,1-5)

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Del libro del profeta Joel
Así dice el Señor:
«Derramaré mi Espíritu sobre toda carne:
profetizarán vuestros hijos e hijas,
vuestros ancianos soñarán sueños,
vuestros jóvenes verán visiones.
También sobre mis siervos y siervas
derramaré mi Espíritu aquel día.
Haré prodigios en cielo y tierra:
sangre, fuego, columnas de humo.
El sol se entenebrecerá,
la luna se pondrá como sangre,
antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible.
Cuantos invoquen el nombre el Señor se salvarán.
Porque en el monte del Sión y en Jerusalén quedará un resto;
como lo ha prometido el Señor
a los supervivientes que él llamó».

Canto: Un retoño brota del tronco de Jesé

Oración
Escucha, oh, Dios, a tu Iglesia unida en concordante oración en esta Santa
Vigilia como cumplimiento de la Pascua perenne; descienda siempre sobre ella
tu Espíritu, para que ilumine la mente de los fieles y todos los renacidos en el
Bautismo sean en el mundo testigos y profetas. Por Jesucristo nuestro Señor

ECOS DE LA PALABRA

Canto: Gloria a Dios

Oración colecta
Oh Dios, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia, extendida por
todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de
la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas
maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica. Por
Jesucristo, nuestro Señor.

Monición a la lectura

Quinta Lectura (Hch 2, 1-11)


Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar

De los Hechos de los Apóstoles

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Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De
repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba
fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas
lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se
llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el
Espíritu les concedía manifestarse.
Residían entonces en Jerusalén judíos devotos venidos de todos los pueblos que hay
bajo el cielo. Al oírse este ruido, acudió la multitud y quedaron desconcertados, porque
cada uno los oía hablar en su propia lengua. Estaban todos estupefactos y admirados,
diciendo: «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que
cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay
partos, medos, elamitas y habitantes de Mesopotamia, de Judea y Capadocia, del Ponto
y Asia, de Frigia y Panfilia, de Egipto y de la zona de Libia que limita con Cirene; hay
ciudadanos romanos forasteros, tanto judíos como prosélitos; también hay cretenses y
árabes; y cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia
lengua».

Canto: Pentecostés.

Monición a la lectura
Sexta Lectura (1 Cor 12, 3b-7.12-13)
Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo

Hermanos: Nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!», sino por el Espíritu Santo. Y hay
diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero
un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo
en todos. Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien
común. Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los
miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un
mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo
Espíritu.

Canto: Secuencia de Pentecostés


Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
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brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hambre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

Canto al Evangelio
Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos la llama de tu amor.
Aleluya.

Monición al Evangelio

Evangelio (Jn 20, 19-23)


Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo

Lectura del Santo Evangelio según San Juan


Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una
casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso
en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el
costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a
vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto,
sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los
pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

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ECOS DE LA PALABRA

ORACIONES DE LOS FIELES


Se hace ahora la oración de los fieles, introducida por el cabeza de familia, con las
cuatro intenciones generales de la Iglesia, a las cuales se pueden añadir algunas
intenciones particulares.

LA PAZ

Canto: Paloma incorrupta/ Aleluya, bendecid al Señor.

PADRENUESTRO* [* véase abajo]


- Se concluye con el Padrenuestro, introducido por el cabeza de familia:
Fieles a la recomendación del Salvador
y siguiendo su divina enseñanza
nos atrevemos a decir:

Todos: Padrenuestro…

A continuación, después de un momento de silencio, se hace la comunión


espiritual. Sugerimos dos textos (el primero del Papa Francisco) y otro:

A tus pies, oh, Jesús mío, me postro y te ofrezco el arrepentimiento de mi


corazón contrito que se abandona en su nada y en Tu santa presencia.
Te adoro en el Sacramento de tu amor, deseo recibirte en la pobre morada
que mi corazón te ofrece. En espera de la felicidad de la comunión
sacramental, quiero tenerte en espíritu.
Ven a mí, oh, Jesús mío, que yo vaya hacia Ti. Que tu amor pueda inflamar
todo mi ser, para la vida y para la muerte.
Creo en Ti, espero en Ti, Te amo. Que así sea.

(Papa Francesco, 19 marzo 2020)

- Otro texto:

Jesús mío, creo que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento.


Te amo sobre todas las cosas y deseo ardientemente
recibirte dentro de mi alma,
pero no pudiendo hacerlo sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Quédate conmigo, te abrazo y me uno a ti,
no permitas que me separe jamás de ti.
Eterno Padre, yo te ofrezco la Sangre preciosísima de Jesucristo
en remisión de mis pecados, en ayuda de las almas del purgatorio

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y por las necesidades de la Santa Iglesia.

* Si los Obispos (o los Párrocos) dan la posibilidad de recibir la comunión


sacramental (llevada con anterioridad por un ministro extraordinario), después del
Padrenuestro se canta o recita el Cordero de Dios, y después el cabeza de familia
distribuye la Comunión diciendo a cada uno:

- El Cuerpo de Cristo. R/. Amén.

Canto: Es paciente

Después de la comunión se hace un momento de silencio. El cabeza de familia


concluye con la oración después de la comunión:

Oremos.
Oh, Dios, que has comunicado a tu Iglesia los bienes del cielo: custodia en
nosotros tu don, para que en este alimento espiritual que nos nutre para la vida
eterna, esté siempre operante en nosotros la potencia de tu Espíritu. Por Cristo,
nuestro Señor
R/. Amén.

Canto final: Dayenú

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