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Introducción

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La calidad educativa es una de las expresiones más utilizadas actualmente en el ámbito

educativo, como punto de referencia que justifica cualquier proceso de cambio o plan de

mejora. En este contexto, la eficacia y la eficiencia son sus dos pilares básicos.

Resulta ya un tópico afirmar que vivimos en una sociedad cuya principal característica

es el cambio y los permanentes procesos de transformación que se dan en el seno de la

misma.

La escuela forma parte de esa sociedad y tiene su razón de ser en el servicio que presta a

la sociedad; por ello está afectada por los cambios sociales, económicos y culturales del

medio o entorno en el que se encuentra.

Como organización, debe adaptarse de forma inteligente a su entorno cambiante y

reflexionar de forma permanente sobre la calidad del servicio educativo que presta a la

sociedad: en el campo de los conocimiento es preciso una revisión permanente ante la

caducidad de los mismos; surgen nuevos conocimientos y destrezas en la búsqueda y

tratamiento de la información, con la aplicación de las tecnologías de la información y

la comunicación; la formación en valores es un reto permanente, cuya importancia se

acrecienta con la apertura hacia una sociedad cada vez más intercultural; en las

relaciones familia-escuela-sociedad; en el campo laboral; en la continua revolución en el

ámbito de la pedagogía, de la metodología y de la organización; etc.

Responder a todos estos retos desde la institución escolar es una tarea compleja como

compleja es la organización escolar y los procesos de enseñanza y aprendizaje:

organización del centro, clima escolar, ambiente de trabajo, enseñanza-aprendizaje,

evaluación, orientación y tutoría, apertura y participación a la comunidad educativa, etc.

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Sólo desde una perspectiva de reflexión permanente y de innovación se puede conseguir

una educación de calidad, que responda a las necesidades y demandas del alumnado.

Innovar es responder a las necesidades de una sociedad en permanente cambio cultural,

científico, tecnológico, etc., lo que exige a la escuela formar a sus alumnos para el

futuro.

Por otro lado, conviene recordar que Calidad no es un concepto estático, es una

característica de las cosas que indica perfeccionamiento, mejora, logro de metas.

Calidad no es igual a perfección. Ninguna acción humana y por lo tanto, ningún sistema

educativo puede ser perfecto, pero sí puede -y debe- aspirar a mejorar. Cuando

hablamos de un programa o sistema educativo de calidad, nos referimos a aquél que ha

alcanzado estándares superiores de desarrollo, en lo filosófico, científico, metodológico

o en lo humano.

¿Qué es la educación de calidad?

Entendemos que una educación de calidad es aquella que forma mejores seres humanos,

ciudadanos con valores éticos, respetuosos de lo público, que ejercen los derechos

humanos, cumplen con sus deberes y conviven en paz. Una educación que genera

oportunidades legítimas de progreso y prosperidad para ellos y para el país.

Si bien todos podemos estar en principio de acuerdo en que es importante impulsar la

calidad educativa, el significado de la expresión “calidad educativa” es controvertido

porque siempre tendrá una connotación histórica ya que puede evolucionar en el tiempo

y representará un cierto ideal o aspiración de la sociedad en su conjunto o de grupos y

por sí mismo. La diversidad de posturas existentes siempre le va a condicionar a lo que

cada persona o grupo de personas considera que debe ser el fin o propósito principal de

la educación como actividad humana. Por lo tanto, no se trata de un concepto neutro,

sino que tiene una fuerte carga social, económica, cultural y política.

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El propósito que definamos para la educación es determinante para dar sentido a la

expresión “calidad educativa”. Muchos creen equivocadamente que existe un consenso

sobre cuáles deben ser los fines de la tarea educativa, cuando en realidad esto depende

de la manera como las personas conciben la sociedad ideal, a cuya consecución debería

contribuir el sistema educativo como mecanismo de socialización y de creación de

capacidades y emprendimiento para transformar y mejorar la sociedad.

En el Ministerio de Educación trabajamos con un concepto de calidad educativa

complejo y multidimensional, según el cual nuestro sistema educativo será de calidad en

la medida en que los servicios que ofrece, los actores que lo impulsan y los productos

que genera contribuyan a alcanzar ciertas metas o ideales conducentes a un tipo de

sociedad democrática, armónica, intercultural, próspera, y con igualdad de

oportunidades para todos.

Todo esto implica que, para que el sistema educativo sea de calidad, debemos tomar en

cuenta no solo aspectos tradicionalmente académicos (rendimientos estudiantiles en

áreas académicas como matemáticas y lengua, usualmente medidos mediante pruebas de

opción múltiple), sino también otros como el desarrollo de la autonomía intelectual en

los estudiantes y la formación ética para una ciudadanía democrática, por citar

solamente dos ejemplos. También son ejemplos de contribución a la calidad las buenas

actuaciones de los docentes en su acción profesional o la efectiva gestión de los centros

escolares. Los sistemas educativos de las sociedades contemporáneas son sistemas

complejos que en la práctica confieren un alto nivel de autonomía a los agentes en los

centros escolares, y por eso cualquier cambio profundo debe ser gestado desde su

interior. Tradicionalmente, los intentos de mejorar la calidad educativa en nuestro país

han sido procesos predominantemente verticales, dirigidos desde el Estado central.

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Queremos modificar esta dinámica, y procurar que el cambio sea impulsado desde los

propios centros educativos, y con la participación de la comunidad.

La calidad en el ámbito educativo

La calidad en el ámbito educativo es un concepto polisémico, complejo y multifactorial.

No hay un concepto unívoco de calidad en el sector educativo, aunque se reconoce dos

enfoques básicos: el que se funda en instrumentos de medición (producción,

productividad, crecimiento económico), y cuyos criterios esenciales son la eficiencia, la

eficacia y la pertinencia. Y el que se fundamenta en derechos, que significa el paso de

un proceso de transmisión de conocimientos a otro de meta cognición, que implica no

solo el desarrollo de saberes (saber, saber hacer, saber convivir) sino las competencias

para fomentar el pensamiento crítico, reflexivo, y las capacidades para resolver los

problemas de la vida. En este sentido, la calidad tiene directa relación con la formación

integral, en un contexto dado, y en un sentido amplio aspira a construir una sociedad

educadora.

¿Qué son los estándares de calidad educativa?

Los estándares de calidad educativa son descripciones de los logros esperados

correspondientes a los diferentes actores e instituciones del sistema educativo. En tal

sentido, son orientaciones de carácter público que señalan las metas educativas para

conseguir una educación de calidad. Así por ejemplo, cuando los estándares se aplican a

estudiantes, se refieren al conjunto de destrezas del área curricular que el alumno debe

desarrollar a través de procesos de pensamiento, y que requiere reflejarse en sus

desempeños. Por otro lado, cuando los estándares se aplican a profesionales de la

educación, son descripciones de lo que estos deberían hacer para asegurar que los

estudiantes alcancen los aprendizajes deseados.

Estándares de la calidad educativa

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La Constitución política de nuestro país establece en su artículo 26 que “la educación es

un derecho de las personas a lo largo de su vida y un deber ineludible e inexcusable del

Estado”, y en el artículo 27 agrega que la educación debe ser de calidad.

Para establecer qué es una educación de calidad, necesitamos primero identificar qué

tipo de sociedad queremos tener, pues un sistema educativo será de calidad en la medida

en que contribuya a la consecución de esa meta.

Adicionalmente, un criterio clave para que exista calidad educativa es la equidad, que en

este caso se refiere a la igualdad de oportunidades, a la posibilidad real de acceso de

todas las personas a servicios educativos que garanticen aprendizajes necesarios, a la

permanencia en dichos servicios y a la culminación del proceso educativo.

Por lo tanto, de manera general, nuestro sistema educativo será de calidad en la medida

en que dé las mismas oportunidades a todos, y en la medida en que los servicios que

ofrece, los actores que lo impulsan y los resultados que genera contribuyan a alcanzar

las metas conducentes al tipo de sociedad que aspiramos para nuestro país.

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