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CONSIDERACIONES PARA EL

ENTRENAMIENTO DE BOMBEROS
INTRODUCCIÓN
Los bomberos desarrollan un trabajo muscular extenuante en ambientes peligrosos y condiciones caóticas,
bajo presión de tiempo y estrés psicológico. Entender todas las demandas, tanto fisiológicas como
psicológicas, a las que se ve sujeto un bombero durante su trabajo es una cuestión muy importante si
queremos determinar un entrenamiento que mejore su condición física y potencie su rendimiento durante
el cumplimiento de sus tareas.

Una cantidad considerable de información disponible en la literatura ha demostrado al trabajo de los


bomberos como el empleo civil con la mayor exposición a estrés físico y riesgos. Durante las
emergencias, los bomberos tienen que filtrar un gran número de estímulos sensoriales (como las personas
en peligro, los eventos ambientales y los movimientos de sus compañeros) que terminan en acciones y
reacciones específicas.

Estas acciones y reacciones ocurren en múltiples formas caracterizadas por muchas variables como el
espacio-tiempo, la duración, las interrupciones, la naturaleza de la emergencia (fuego en un departamento,
un accidente de auto), y la biomecánica del movimiento (como pueden ser correr o subir escaleras).

Varios estudios documentaron que la combinación de actividad física, condiciones impredecibles,


condiciones de altas temperaturas y/o la exposición a fuentes externas de calor causan un aumento del
estrés fisiológico y psicológico. Además, la ropa de protección de los bomberos y los aparatos de
respiración que llevan son pesados y voluminosos (como 23kg). Esta sobrecarga puede tener efectos
adversos en la marcha (25% menos de velocidad de caminata), la eficiencia metabólica y termo
regulatoria (20% más de esfuerzo), tolerancia al tiempo de trabajo (22% y 75% menos en el trabajo de
baja y alta intensidad, respectivamente), fatiga y riesgo de lesión.

Cady et al. (citado por Perroni et al., 2014) han demostrado que los altos niveles de eficiencia física
pueden ayudar a los bomberos a llevar a cabo sus tareas (como levantar y transportar la manguera, llevar
el equipamiento arriba y abajo por las escaleras, entrar por la fuerza o trasladar a las víctimas) y tiene
menos riesgo de sufrir traumatismos.

Aunque el estrés físico y la carga de trabajo de las emergencias reales son difíciles de medir, varios
autores han dicho que la lucha contra incendios causa un ritmo cardíaco cercano a valores máximos con
disminuciones del volumen sistólico, y aumentos de la temperatura central, los niveles de lactato
sanguíneo y estrés psicológico.

Por esta razón, se reconoce que los bomberos deben poseer unas características fisiológicas que les
permitan responder a las emergencias. El estudio de Hammer et al. (citado por Perroni et al., 2014)
enfatiza la necesidad de una mayor prioridad para los programas de entrenamiento de los bomberos en
orden de asegurar la seguridad de los bomberos y la población.

Habiendo presentado todo esto, vamos estudiar la Revisión que realizaron Perroni et al. (2014) en donde
se propusieron examinar la evidencia sobre las demandas físicas y la carga de trabajo de la lucha contra
incendios, identificar la importancia relativa de varios factores y realizar recomendaciones sobre los
programas físicos y futuras investigaciones en esta área.

FACTORES DE RIESGO
Varios estudios han demostrado que el estrés ambiental y físico alcanzado por los bomberos puede
determinar riesgos ocupacionales que van desde las lesiones a la muerte. La elevada incidencia de
traumas circulatorios y musculoesqueléticos y muerte prematura ha sido atribuida a los considerables
compromisos físicos y mentales, el esfuerzo excesivo impuesto después de completar las operaciones de
rescate. Estos eventos traumáticos, usualmente asociados a la percepción subjetiva de fatiga física y
mental con repercusiones en la vida privada, pueden deberse a un pobre o incluso ausente entrenamiento
físico.

Durante un periodo de cinco años, 368 bomberos estadounidenses murieron en servicio durante
emergencias: 39% de ataques cardíacos y 61% de otras causas (quemaduras, asfixia y accidentes
vehiculares). Cada año, las enfermedades coronarias son la causa principal (90%) de la muerte de los
bomberos con un 45% durante actividades propias de la profesión. Karter and Molis (citado por Perroni et
al., 2014) indican que, por cada evento cardíaco fatal durante las tareas, hay un estimado de 17 eventos no
fatales en el servicio de bomberos los Estados Unidos.

Estudios recientes estimaron que los bomberos pasan 1% a 5% de su tiempo en actividades de lucha
contra incendios, a pesar de esto el 32% de las muertes ocurren por eventos cardíacos durante ese tiempo.
Fernhall et al. (citado por Perroni et al., 2014) examinaron las medidas estándar ecocardiográficas del
tamaño y rendimiento cardíaco en respuesta a un entrenamiento de lucha contra incendios de 3 horas,
donde han encontrado cambios cardiovasculares significativos.

El alto nivel de enfermedades cardiovasculares y la mortalidad de los bomberos depende de una


interacción de muchos factores como la activación simpática, carga de trabajo física, calor,
deshidratación, actividad física inadecuada, hábitos alimentarios, turno de trabajo, exposición al humo,
ruido y el estrés psicológico.

Un estudio de Baur et al. (citado por Perroni et al., 2014), sobre la asociación entre factores de
enfermedades cardíacas y el rendimiento cardiorrespiratorio en 968 bomberos, mostró que categorías de
equivalentes metabólicos más altos están significativamente asociados con una presión sanguínea
diastólica menor, grasa corporal, triglicéridos, colesterol LDL, y la tasa de colesterol total/HDL, y mayor
colesterol HDL.

ESFUERZO CARDIOCIRCULATORIO
Entre los diferentes parámetros estudiados, el consumo máximo de oxígeno (VO2Máx) es la variable
tomada en consideración más frecuentemente. En este sentido, hay recomendaciones que requieren
valores mínimos de VO2Máx > 33 ml/kg/min, con niveles deseables > 45 ml/kg/min, para completar
satisfactoriamente un protocolo de rescate estándar. El análisis individual de las actividades de los
bomberos mostró que: subir las escaleras con los elementos de protección personal más el aparato de
respiración durante 5 minutos requerían un promedio de VO2 de 39 ml/kg/min, levantar y mover la
manguera VO2 de 23.4-25.7 ml/kg/min, mientras que controlar un tubo flexible un VO2 de 30.9 ml/kg/min
(aproximadamente 75%-98% del VO2Máx) y transportar el equipamiento por las escaleras un VO2 de 36.6-
44 ml/kg/min. Varios estudios han determinado que la inmersión en el humo (buscar y rescatar) es la
tarea más desafiante enfrentada por los bomberos. Perroni et al. (2010, citado por Perroni et al., 2014)
durante el análisis de emergencia simuladas (rescate de niños, carrera de 250m, buscar y rescatar, carrera
de 250m) en 20 bomberos italianos han demostrado que el consumo de VO2 de buscar y rescatar era el
56% comparado con el requerimiento total de energía de la simulación de emergencia y el 67%
comparado con el VO2Máx evaluado en el laboratorio.

La frecuencia cardíaca ha sido evaluada en respuesta a una emergencia real, al sonido de la alarma, a
varias actividades de los bomberos y al uso del aparato de respiración de apoyo. Varios autores han
reportado que la frecuencia cardíaca varía entre 150 a 190 ppm, atribuibles al estrés ambiental, laboral y
el alto estrés psicológico. En particular, en respuesta a la llamada de desgracia la frecuencia cardíaca
aumentaba en un rango de 84% a 100% de la frecuencia cardíaca máxima individual, equivalente a un 63-
97% del VO2Máx. La frecuencia cardíaca aumenta durante un trabajo duro sostenido por un periodo de 15
min, por un periodo más largo y se mantiene elevado durante la fase de recuperación. Así mismo, Perroni
et al. (2010, citado por Perroni et al., 2014) mostraron que los valores de frecuencial cardíaca y VO 2
aumentaron durante las emergencias simuladas y se mantuvieron elevados después de 30 min de descanso
(FC: 108 ppm y VO2: 8.86 ml/kg/min) con respecto a los valores basales (FC: 66 ppm y VO2: 4.57
ml/kg/min). Después de una breve (352 seg) simulación de rescate en un hospital, Von Heinburg et al.
(citado por Perroni et al., 2014) han mostrado elevados valores de frecuencia cardíaca (96% de FCmáx),
esfuerzo percibido (8.9), concentraciones de lactato sanguíneo (13 mmol/L) y consumo de oxígeno (3.9
L/min) en bomberos.

Las tácticas utilizadas para combatir el fuego también pueden provocar mayores niveles de frecuencia
cardíaca, donde los ataques directos y mixtos durante luchas contra incendios reales provocan mayores
niveles de frecuencia cardíaca que los ataques indirectos.

Además de la sobrecarga fisiológica de las emergencias, los bomberos usan un equipamiento muy pesado
(escaleras, mangueras, etc.) y propios elementos de protección. Donde varios estudios han podido
demostrar mayores niveles de frecuencia cardíaca al utilizar los elementos nombrados, incluso aumentos
de 70-80% de los valores máximo en el primer minuto de la tarea.

Varios autores sugieren que el uso de todos estos elementos de protección personal afecta negativamente
a su VO2Máx, donde incluso el 10% de los bomberos fallan ciertos test físicos al utilizar los elementos.

Varios autores han mostrado que buenos niveles de potencia aeróbica son útiles para poder desarrollar la
lucha contra incendios con el uso de los elementos de protección. Por razones evidentes el uso de estos
elementos reduce la potencia máxima en torno a un 25%, aumenta el VO2 consumido en carrera y
aumenta la carga metabólica en un 50%.

Además, cuando la temperatura ambiental aumenta de 20° a 39°C (humedad 70%) la frecuencia cardíaca
aumenta y la fatiga se manifiesta mucho más rápido. Los aumentos de la frecuencia cardíaca y de la
temperatura interna podrían deberse a la deshidratación y la reducción de la tolerancia al calor y el
rendimiento físico.

Dada la naturaleza de sus tareas, se evidencia un declive fisiológico relacionado con la edad durante su
periodo como bomberos. Existe evidencia de que el rendimiento cardiorrespiratorio disminuía en menor
medida en los bomberos más magros y que reportaban mayores niveles de actividad física.

Estudios transversales en bomberos han mostrado un constante desmejoramiento de ciertos parámetros


relacionados con la edad como la capacidad aeróbica y el VO2Máx. Los investigadores han podido
identificar al ejercicio (4 a 5 veces a la semana) como el factor protector por excelencia, y el fumar
regularmente y el alcohol como los factores de riesgo que afectan de forma negativa la capacidad
aeróbica.

En este sentido, los reclutas de los bomberos de Inglaterra tienen un límite de admisión y retención de
potencia aeróbica máxima de 42ml/kg/min, y proponen entrenamiento adicional para aquellos que fallen
al alcanzar ese valor.

ASPECTO TERMOREGULATORIO
Varios estudios han demostrado que trabajar en un ambiente caluroso genera un estrés fisiológico y
psicológico mayor comparado con un ambiente termo-neutral. La exposición al calor durante la lucha
contra incendios varía en severidad, duración e intensidad. La duración de la exposición al calor está
usualmente determinada por el equipamiento de respiración y se limita a 20 minutos. Eglin & Tipton
(citado por Perroni et al., 2014) documentaron como los instructores de bomberos eran expuestos al calor
40 minutos durante ejercicios de entrenamiento mientras que en Ruby et al. (citado por Perroni et al.,
2014) la duración de la lucha contra incendios podía durar entre 12 a 18 horas. Además, el ambiente de
los bomberos puede tener temperaturas extremas y peligrosas, entre los 67 a 190 °C, aunque puede
alcanzar más de 200 °C.

Un estudio de Angerer et al. (citado por Perroni et al., 2014) buscó determinar la carga cardiocirculatorio
y térmica durante una lucha contra incendios y compararla con la carga durante evaluaciones médicas y
de rendimiento. Durante estas actividades, la temperatura central del cuerpo aumento en 0.9 °C y los
parámetros sanguíneos cambiaron acordemente. En este sentido, estudios de laboratorios, actividades
simuladas y emergencias reales mostraron un aumento térmico debido a la radiación de calor del fuego, la
actividad física y el uso de los elementos de protección personal y el equipamiento de respiración. Con
aumentos de la temperatura interna de 1.5 °C en sujetos utilizando equipamientos completos en ambientes
con altas temperaturas.

TENSIÓN COGNITIVA
Varios estudios sobre el estrés, debido a las agotadoras actividades realizadas durante la lucha contra
incendios en ambientes hostiles y calurosos, mostró un efecto negativo sobre la función cognitiva,
particularmente en la búsqueda de soluciones alternativas y una correcta toma de decisiones.

El estrés agudo es un estado que tiende a ocurrir en situaciones que involucran problemas poco
frecuentes, presión con los tiempos y una alta incertidumbre. El ruido o tareas secundarias reducen la
atención colocada sobre la tarea principal. Un estudio de Gohm et al. (citado por Perroni et al., 2014)
indicó que las reacciones afectivas pueden también captar la atención e influenciar el rendimiento
cognitivo. La ansiedad es un sentimiento de discomfort relacionada con la preocupación y es una reacción
afectiva común a factores estresantes en el ambiente.

En vista de la extensa literatura sobre los aspectos fisiológicos de los bomberos, hay limitada información
sobre el componente de estrés psicológico relacionado con sus actividades laborales. Varios estudios han
demostrado que las respuestas a un alto estado de ansiedad, puede afectar la función cognitiva resultando
en malas decisiones. Por lo tanto, niveles de activación altos o bajos puede producir un rendimiento pobre
y una considerable probabilidad de riesgo de lesión durante las emergencias de luchas contra incendios.
De hecho, Kolt & Kirkby (citado por Perroni et al., 2014) proponen que la posibilidad que ocurra una
lesión es aumentada por altos niveles de ansiedad y estrés.

A pesar de que Smith et al. (citado por Perroni et al., 2014) reportan aumentos significativos del estado de
ansiedad durante emergencias simuladas, no se observaron cambios significativos en los valores de estado
de ansiedad en un estudio de los autores de la revisión. Estos resultados podrían ser completamente
diferentes en condiciones reales.

Estudios previos de Smith (citado por Perroni et al., 2014) mostraron que la tasa entre la temperatura
timpánica y la ansiedad en condiciones de elevada temperatura no era significativa y que, aunque el
estado de ansiedad disminuyó después de 10 minutos después de la simulación, esta se mantuvo
significativamente elevada sobre la tasa pre-simulación. Kuorinka & Korhonen (citado por Perroni et al.,
2014) mostraron una elevada frecuencia cardiaca frente a la exposición a grandes estados de ansiedad
durante las operaciones de lucha contra incendios y este resultado no estaba conectado con la experiencia
laboral o la condición física.

ASPECTOS HORMONALES Y METABÓLICOS


El trabajo de los bomberos está caracterizado por eventos irregulares durante el día y la noche. A pesar
del alto número de estudios que han sido conducidos sobre las funciones fisiológicas de la lucha contra
incendios, escasa información existe sobre las respuestas hormonales de la actividad de los bomberos.
Los estudios de la literatura han remarcado el uso del cortisol salival y la alfa-amilasa salival como
marcadores del eje hipotálamo hipófisis adrenal. En particular, los estudios han mostrado un aumento de
la alfa-amilasa salival en respuesta al comportamiento social, las emociones y los exámenes escritos.
Consecuentemente, un estudio de los autores de la revisión analizó los valores del cortisol salival y la
alfa-amilasa salival después de una intervención simulada. Los resultados indicaron mayores valores de
alfa-amilasa salival en la mañana de la sesión experimental (102.3 U/ml) que el día de descanso (64.2
U/ml), y un aumento del 174% comparado con el momento antes de la tarea simulada. El cortisol salival
basal mostró valores menores en la mañana de la sesión experimental (11.3 nmol/l) comparado con el día
de descanso (16.7 nmol/l), y un aumento del 108.5% después de 30 minutos pasados de la intervención.

Ray et al. (citado por Perroni et al., 2014) buscaron identificar las respuestas conductuales, niveles de
catecolaminas en plasma y la prevalencia de síntomas neuroconductuales evaluando a 62 bomberos.
Comparado con sus colegas que no participaban de la lucha contra incendios, los bomberos mostraron
una mayor prevalencia de síntomas neuroconductuales e incluso también un aumento de más del doble de
los niveles plasmáticos de epinefrina y norepinefrina indicando una estimulación de la actividad
simpática.

Huang et al. (citado por Perroni et al., 2014) examinaron los cambios en la frecuencia cardíaca,
catecolaminas, citoquinas pro-inflamatorias y linfocitos en 9 bomberos profesionales masculinos
participando de dos condiciones de ejercicios:

(1) 37 minutos de cicloergómetro (60% de VO2Max)


(2) 37 minutos de cicloergómetro (60% de VO2Max) con 20 minutos de un desafío de estrategia y
táctica de toma de decisiones durante una lucha contra incendios computarizada

La condición con simulación computarizada produjo niveles significativamente mayores de frecuencia


cardíaca, catecolaminas, citoquinas pro-inflamatorias y linfocitos comparada con la condición de solo
ejercicio. Estas elevaciones sugirieron que la adición de un desafío mental al estrés físico puede alterar las
respuestas hormonales e inmunológicas durante la lucha contra incendios.

PROGRAMAS DE ENTRENAMIENTO
A pesar de que la literatura provee una visión de las demandas físicas de la lucha contra incendios,
respecto de una guía específica de acondicionamiento físico, hay una falta de información científica sobre
la identificación de un programa de entrenamiento físico apropiado que prepare adecuadamente a los
bomberos. Un estudio de Dennison et al. (citado por Perroni et al., 2014) demostró que los bomberos que
entrenaban regularmente y poseían mayores niveles de condición física tendían a realizar las tareas
específicas de su trabajo con mayor eficiencia que aquellos no entrenados y con menor condición física.
Por lo tanto, aunque pudiera parecer obvio, es de vital importancia que los bomberos tengan un
entrenamiento regular adecuado a sus necesidades.

Las investigaciones de Swank et al. (citado por Perroni et al., 2014) indicaron que se podrían obtener
beneficios derivados de programas de intervención para todos los bomberos diseñados para mantener o
aumentar el VO2Max. Cómo pudimos ver, este era un factor fisiológico clave a la hora de desempeñarse en
sus tareas laborales. Por lo tanto, mantenerlo y aumentarlo, en función de los niveles de cada sujeto,
parece ser una guía bastante clara para el entrenamiento de bomberos.

Hilyer et al. (citado por Perroni et al., 2014) compararon la efectividad de dos programas de
acondicionamiento físico dentro de la estación de bomberos. Un programa (1) incluía un entrenamiento
de fuerza y un entrenamiento aeróbico en cada estación de bomberos participante, mientras que el otro
programa (2) solo incluía trabajos de calistenia y entrenamiento aeróbico (caminar/correr). Los bomberos
que entrenaron en estaciones con equipamiento de fuerza y aeróbicos (programa 1) obtuvieron mejoras
estadísticamente significativas en 4 de los 6 parámetros de rendimiento medidos. Los bomberos que
entrenaron en las estaciones de calistenia (programa 2) no mejoraron sus medidas de rendimiento. Los
autores sugieren que las mejoras en rendimiento obtenidas por los bomberos con acceso al equipamiento
(programa 1) puede ser explicadas por:

(a) Mayores beneficios fisiológicos


(b) Motivación influenciada por la cantidad y calidad de trabajo realizado durante las sesiones de
entrenamiento
(c) La disponibilidad de equipamiento puede haber influenciado la cantidad de tiempo dedicado al
entrenamiento durante el tiempo libre

En este sentido, la información de Abel et al. (citado por Perroni et al., 2014) indicada que los
entrenamientos en circuito pueden producir un estrés anaeróbico similar al comparado con realizar tareas
de rescate y lucha contra incendios. Los autores proponen que los bomberos deben realizar ejercicios
cardiovasculares de alta intensidad y programas de entrenamiento en circuito periodizado al usar un rango
de volúmenes e intensidades de entrenamiento para las demandas de fuerza/potencia aeróbica y
anaeróbica de la lucha contra incendios.

El circuito debe incluir 5 a 15 ejercicios multi-articulares funcionales que simulen los patrones de
movimiento usados en las tareas de los bomberos (Deadlift o peso muerto, subir escaleras con cargas,
arrastrar maniquíes de rescate, etc.) Los bomberos deben ser instruidos a realizar tantas repeticiones como
sea posible dentro de un tiempo de ejercicio predeterminado. Se deben utilizar breves periodos de
recuperación (20 – 60 segundos) entre ejercicios, de forma que la tasa trabajo/descanso sea
aproximadamente de 1:1. Finalmente, es importante que los bomberos realicen una entrenada en calor,
una vuelta a la calma, y además un entrenamiento de la flexibilidad.

Además, varios estudios han mostrado que el uso de elementos de protección afecta negativamente al
equilibrio. Punakallio (citado por Perroni et al., 2014) mostró que el equilibrio postural era
significativamente menor en los testeos con el equipo de protección que los niveles iniciales con ropa
deportiva. Por esta razón, parece evidente la necesidad de incorporal un componente de equilibrio a los
programas de entrenamiento, incluyendo trabajos con y sin los elementos de protección.

Finalmente, no podemos dejar de remarcar que, más allá de la importancia de estas indicaciones generales
sobre el acondicionamiento de bomberos, la planificación final de un programa de entrenamiento para
bomberos debe estar basada no solo en las mismas, sino también en los principios del entrenamiento
(sobre la prescripción del entrenamiento de fuerza y aeróbico, concurrente y sus correspondientes
particularidades), atendiendo a las individualidades de cada sujeto, sin olvidar la especificidad de las
actividades laboral de los bomberos.

CONCLUSIONES
Desde el análisis de la literatura, se pudo observar como el estrés ambiental, físico y emocional al que los
bomberos se ven sujetos durante sus actividades laborales puede llevar a daños, lesiones laborales e
incluso eventos fatales. Las respuestas cardiovasculares, térmicas y psicológicas derivadas de los
bomberos pueden ser debidas a la fatiga y esto puede comprometer la salud y seguridad de los bomberos.
Se reconoce que el aumento de la temperatura corporal lleva a un descenso del rendimiento físico y
mental. Además, existe un declive fisiológico relacionado con la edad que puede ser esperado durante el
periodo de trabajo de los bomberos.

Por esta razón, el éxito en la tarea de los bomberos depende de su habilidad de soportar actividad física
intensa. Programas adecuados de acondicionamiento físico y evaluaciones de condición física periódicas
son necesarias para asegurar que el personal es físicamente capaz de realizar su responsabilidad de
seguridad pública. Un alto nivel de condición física es crucial para la reducción de los riesgos inherentes
de las actividades institucionales de los bomberos.

Es útil proponer y desarrollar iniciativas relacionadas con la aplicación sobre todos los bomberos, a través
de un grupo de trabajo establecido (fisiólogos del ejercicio, psicólogos, doctores y administradores), de
procedimientos estándar de salud y condición física. Una evaluación regular (anual) puede proveer un
valor inicial para una futura comparación, identificación de deficiencias y asistir al establecimiento de
objetivos individualizados de salud y rendimiento. Sin lugar a duda, un adecuado apoyo financiero debe
centrarse en el establecimiento y aumento de las capacidades físicas de los bomberos para reducir
efectivamente sus riesgos de saludo relacionado con las emergencias.

FUENTE:
Perroni, F., Guidetti, L., Cignitti, L., & Baldari, C. (2014). Psychophysiological responses of
firefighters to emergencies: A review. Open Sports Sciences Journal, 7(1), 8-15. Traducido y
Adaptado 05/08/2017

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