Es conocido que la referencia expresa al derecho de huelga en el texto constitucional reconoce el «derecho de huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses», remitiendo a una ley la determinación de las garantías necesarias para que su ejercicio no atente «al mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad». No es, sin embargo, la única mención que se encuentra a las medidas de conflicto de los asalariados, ya que los trabajadores (y los empresarios) pueden adoptar medidas de conflicto colectivo, sin perjuicio de que la ley que regule su ejercicio incluya «las garantías precisas para asegurar el funcionamiento de los servicios esenciales para la comunidad». La limitación del ejercicio del derecho por el interés de la comunidad a la prestación de los «servicios esenciales» provoca problemas interpretativos legales y jurisprudenciales. El mayor problema jurídico consiste en el señalamiento de límites a la discrecionalidad del Estado para su determinación, que entre nosotros, han venido dados por el establecimiento de garantías que impidan la actuación arbitraria de la autoridad gubernativa, y por la búsqueda de una definición al concepto basada en la naturaleza de la actividad prestada y no en la titularidad pública o privada del servicio; sin que los servicios atendidos por los funcionarios públicos estén dotados por una presunción favorable de esencialidad, ya que servicio público y servicio esencial no son nociones equivalentes o intercambiables. Se exceptúa de la suspensión de actividades a aquellas labores indispensables para la empresa cuya paralización ponga en peligro a las personas, la seguridad o la conservación de los bienes o impida la reanudación inmediata de la actividad ordinaria de la empresa una vez concluida la huelga
1.1. DETERMINACIÓN DE LOS SERVICIOS ESENCIALES
Un primer aspecto a tratar es el elemento de esencialidad de los servicios. Este, en principio, debe ser flexible, de tal manera que no se encuentre encorsetado en parámetros que no permitan la adecuación, ni la evolución de este concepto a las diferentes realidades. La esencialidad de un servicio puede modificarse en el transcurso del tiempo, a causa de los cambios operados en las necesidades de la población, como resultado de alteraciones en las conductas cultura-les, económicas, sociales, etc. Lo que para un sector de la población hoy es esencial, puede no serlo dentro de algunos años, o viceversa, lo que hoy día no es considerado como esencial podría convertirse en tal. Del mismo modo, la esencialidad de un servicio puede diferenciarse de un sector a otro, debido a que las prioridades o necesidades de unos no son las de otros. "La esencialidad de los servicios puede variar según las jurisdicciones, a tenor por ejemplo de la clase o densidad de la población, nivel de ingresos, etc., siendo las ciudades centrales más vulnerables que los suburbios; la proximidad al servicio y la necesidad de los diversos ciudadanos puede variar grandemente"
Si la esencialidad no es un elemento elástico y flexible, se puede
caer en el error de determinar o mantener un servicio como esencial para un sector o toda la población, cuando no lo es, y viceversa; de tal manera que puede acarrear una injustificada restricción al derecho de huelga, o una desprotección al ejercicio de un derecho indispensable de la población. Esto implica una necesaria valoración de las formas de determinar los servicios esenciales y el contenido de las mismas, con la participación de los sectores involucrados, de tal manera que se tenga una adecuada percepción de cuáles son los servicios esenciales y cuál debe ser su protección; evitando así las copias de otras legislaciones o la simple voluntad de restringir el derecho de huelga por motivos distintos a la protección de toda o parte de la población. La consideración de un servicio como esencial no significa la supresión del derecho de huelga de los trabajadores ocupados en tal servicio, sino la previsión de las garantías precisas para su mantenimiento». La finalidad de un sistema de garantías es el remedio para la colisión de derechos de rango equiparable sin olvidar la afectación al derecho de huelga, que como tal debe estar sujeta a la restricción menos gravosa. Es el término «mantenimiento» el que manifiesta la restricción constitucionalmente admisible. En todo caso el interés de la comunidad debe ser perturbado por la huelga sólo hasta extremos razonables, ya que la expresión mantenimiento dista de equivaler al desarrollo regular del servicio o al nivel de rendimiento habitual. «El criterio restrictivo, favorable al ejercicio del derecho de huelga, ha de tener en cuenta que ésta ha de mantener una capacidad de presión suficiente como para lograr su objetivo frente a la empresa, pero no debe serle añadida la presión adicional del daño innecesario que sufre la propia comunidad». Mantener servicios esenciales significa dar una cobertura adecuada. Que el nivel de cobertura adecuada se consiga conservando el funcionamiento normal de la prestación o por el contrario, reclame una reducción mayor o menor, serán cuestiones a determinar en función del juicio de adecuación de la garantía adoptada al objetivo de salvaguardar los derechos fundamentales, y entre ellos el propio derecho de huelga. La determinación de cuál sea el nivel de cobertura adecuada depende de muchas variables y la ponderación de las mismas debe entenderse en la medida que el mantenimiento de los servicios esenciales expresa la conformidad o disconformidad de la medida adoptada a la exigencia constitucional.
1.1.1. LA OPCIÓN PERUANA
La Ley de Relaciones Colectivas de Trabajo en su art. 83 ha determinado cuáles son los servicios públicos esenciales. Estos son: a) Los sanitarios y de salubridad b) Los de limpieza y saneamiento e) Los de electricidad, agua y desagüe, gas y combustible d) Los de sepelio, y los de inhumaciones y necropsias e) Los de establecimientos penales f) Los de comunicaciones y telecomunicaciones g) Los de transporte h) Los de naturaleza estratégica o que se vinculen con la defensa o seguridad nacionales i) Los de administración de justicia por declaración de la Corte Suprema de la República j) Aquellos cuya interrupción cree riesgo grave e inminente para personas o bienes
2. EL ESTABLECIMIENTO DE SERVICIOS MINIMOS
La fijación de los servicios mínimos es una de las más flagrantes
manifestaciones del intervencionismo estatal en el desarrollo de las relaciones laborales. Ello es así porque difícilmente se puede hallar un poder neutral que componga el conflicto de intereses. Admitida la limitación del derecho cuando se trata de un servicio esencial lógico es que no exista una posición más encontrada que la de los usuarios, en la intención del logro del más alto nivel de prestación, y la de los huelguistas, que pretenden incrementar al máximo la efectividad de la medida de presión. Sin embargo, cuando el interés de los primeros coincide con el empresarial puede ser fruto del azar, ya que lo que éste pretende es eliminar los efectos de la huelga, maximizar la actividad económica y no tutelar los bienes y derechos constitucionalmente protegidos que seguro está dispuesto a sacrificar sin ceder en las reivindicaciones que motivaron la huelga. Por ello de lo que se trata es de buscar la decisión en un tercero imparcial, distinto a las partes en conflicto, pero sin desatender a éstas, que pueden formular propuestas suficientes y eficaces y no se pueden olvidar ni desoír.
Son dos los momentos importantes de participación de las partes enfrentadas.
Primero, en fase previa a la fijación de los servicios mínimos, cuando se plantean propuestas alternativas en las que la autoridad gubernativa, en ocasiones, funciona como una especie de arbitraje, al elegir entre una de las dos, si bien con carencias manifiestas, al no existir compromiso de aceptación de la decisión por las partes. Después, en la puesta en práctica de los servicios determinados. Sin embargo, es la autoridad gubernativa la que debe decidir y «la previa negociación no está excluida, e incluso puede ser deseable, pero no es un requisito indispensable para la validez de la decisión administrativa desde el plano constitucional».
Así, fijados los servicios mínimos, a los sindicatos o al empresario le
corresponde completar técnica y funcionalmente las normas de mantenimiento. A juicio del TC es perfectamente admisible la delegación de la ejecución de los servicios mínimos determinados entendida como concreta designación de los trabajadores y no como designación de los puestos de trabajo, pudiendo realizarse la delegación, tanto en favor de la autonomía colectiva -bien por negociación colectiva, bien por disciplina sindical-, como a la dirección de la empresa, sin que sea la propia determinación de los servicios mínimos lo delegable en ningún momento a la dirección empresarial.
Bibliografía Gari, S. T. (Mayo de 2015). Laboral Social. Obtenido de Laboral Social: https://www.laboral- social.com/files-laboral/COMENTARIO%20SOBRE%20LA%20HUELGA.pdf