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SEGUIDORES DE ESCOTO
A la segunda tendencia pertenecen Tifanio (+1641), Franzelin (+1885), en cierta
medida Galtier (+1961) y de un modo radicalmente nestoriano Deodat de Basly (+1937)
y Leo Seiller. Franzelin ha aportado un concepto de persona que enlaza el misterio de la
Trinidad con la Encarnación, pero hoy parece poco afortunado su intento de innovar la
doctrina de Sto. Tomás como base de su explicación: decididamente debería haberse
declarado escotista. Deodar de Basly, a pesar de su extremo intolerable, tiene el mérito de
haber destacado la realidad concreta y singular de la humanidad de Cristo mediante la
fórmula del “Assumptus homo”, como corrección de la abstracta humanidad que presenta
el tomismo.
En medio de ambas tendencias hay una intermedia, la de Francisco Suárez (1547-
1617), que a la luz del pensamiento de H. Diepen (1960) puede ahora redescubrir su
utilidad: se trata de acentuar el nexo o influjo dinámico de los divino sobre lo humano.
del ser del universo, el cual haría llegar hasta Dios. En cambio, la salvación por la obra
auto-inmolante de Cristo, consumada en el momento de su muerte en Cruz, ha sido
propugnada desde S. Anselmo como una teoría jurídica de satisfacción del honor divino,
que relega la Encarnación al rango de requisito previo; pues ya que sólo un hombre-Dios
podría satisfacer de la humano la ofensa infinita del pecado de los hombres, se requirió
para esta la Encarnación del Verbo.
En este problema del ser y el obrar se inmiscuye el tema del pecado. De no haber
pecado el ser de Cristo sería obra y la obra ser. No basta decir que, a causa del pecado, la
salvación resulta en Cristo una instancia doble y tan separable que sólo el ser
(encarnación) divinizará, y solo el obrar (cruz) redimiese. El ser de Cristo es salvífico
porque es obra cruzada. En este ser se concilian dos intenciones de alianza, la reclamante
del Padre y la aspirante de la Madre. En la vuelta al Padre donde Cristo realiza la
Salvación, la Pascua como Ascensión. A esto, lo que añade el pecado es el aspecto kenó-
tico, vicario, cruento, doloroso, de todo su existir.
Según el plan de Dios, el Hijo ha debido abrazar a la vez la humana naturaleza y la
condición pasible y castigada, es decir un ser afectado por un estar. En aquello es cabeza
para siempre, en esto es vicario temporal. Aquello es la Encarnación y esto es la kénosis.
Pero esta kénosis se ha vuelto eficaz por la misma virtud de la encarnación.
Bibliografía
GONZALO GIRONÉS: Cristología. Ediciones de la Facultad de teología “san Vicente
Ferrer”. Valencia, 1993
29.- SOTERIOLOGÍA CRISTOLÓGICA
1RAHNER, K., Para una teología de la encarnación, en Escritos de Teología IV, p.154.
BACHILLERATO EN SAGRADA TEOLOGÍA 3
1. Para Von Balthasar, las relaciones intradivinas del Padre y del Hijo, y de éste
con el Padre (en el Espíritu), se realizan en las relaciones creaturales de
recepción y entrega del ser del Hijo encarnado, en la obediencia y el amor de
Jesucristo. En esta unidad de Jesús con Dios se expresa su divinidad: en este
sentido, es la “exposición” de Dios.
2. Para Wiederkehr, Jesús es el acontecimiento de la revelación del propio Dios,
es el acontecimiento de la comunicación de su propia vida y gloria. En este
acontecer, Jesús no ocupa una función puramente extrínseca de mediador del
que después se prescinde. El mediador, que implica la mediación cristológica, es
la figura de Dios misma. Por tanto, Jesús obra remontándose intrínsecamente al
Dios que le envía y que en él se hace acontecimiento. De ahí, que a sus palabras
se les confiere el peso escatológico y absoluto de la declaración salvadora de
Dios. La historia del acontecer del mismo Dios es la historia de Jesús y
viceversa.
3. Según Kasper, Jesús pertenece a la definición de la eterna esencia de Dios,
porque Dios mismo se ha revelado y comunicado en él, en su obra y en su
persona, de manera definitiva e insuperable. Por eso, del carácter escatológico
del acontecimiento-Cristo se deduce que Jesús es desde la eternidad hijo de
Dios, y Éste es desde la eternidad el Padre de nuestro Señor Jesucristo.
-Respecto a la divinidad de Jesús se plantea también hoy la cuestión acerca del
sufrimiento de Dios, de hasta qué punto puede Dios sufrir. Es el problema, en definitiva,
de la inmutabilidad de Dios. La teología cristiana ha ido más allá del axioma griego de la
impasibilidad divina: puesto que el Dios-hombre es uno y el mismo, no sólo sufre la
humanidad sino el Logos encarnado; sufre Dios en cuanto asume la historia dolorosa del
hombre, y cual Dios-hombre la refiere a su divinidad redimiéndola y acogiéndola en sí
con amor esencial. Ahora bien, según las líneas de reflexión actual, que hemos expuesto,
podemos hacer dos observaciones sobre este particular:
1. Hemos dicho que Jesús es la “exposición de Dios”, luego, no encontramos a
Dios en la abstracción de lo concreto, sino en la historia y la vida de Jesús de Nazaret.
2. A partir de la cruz y resurrección de Jesús, Dios revela su poder en la
impotencia, en el sufrimiento ilimitado. De ahí, que su eternidad se manifiesta,
no como inmutabilidad, sino como movimiento de vida y amor, que se da
totalmente.
pertenece al destino ontológico del hombre (...) Con su venida se abrió a todo el mundo y
a todos los hombres un nuevo kairós, una nueva posibilidad de salvación” (cf. Kasper
252s).
Bibliografía
BEINERT, W., Diccionario de teología dogmática, Herder, Barcelona 1990. (DTD)
KASPER, W., Jesús el Cristo, Sígueme, Salamanca 19845.
OCARIZ-MATEO SECO, El misterio de Jesucristo, Eunsa, Pamplona 1991.
SANNA, I., Redención I. El gesto pascual del Redentor; en VV.AA. Diccionario teológico
interdisciplinar (volumen IV), Sígueme, Salamanca 1983. (DTI)
SESBOÜÉ, B., Jesucristo el único mediador, Secretariado Trinitario, Salamanca 1990.
WIEDERKEHR, D., Esbozo de cristología sistemática: Jesús como intervención
escatológica de Dios y la doctrina de las dos naturalezas; en Mysterium Salutis
III, Cristiandad, Madrid 19802.
Revisado por D. José Vidal Talens
30.- MARIOLOGÍA
los cielos, y todo por que la Asunción corporal es un hecho simétrico a la Inmaculada
Concepción, es el término de un mismo proceso de salvación.
La tradición de María Asunta comienza a manifestarse en los apócrifos, en algún
Padre del siglo IV (San Gregorio de Nisa). Más claro es el testimonio litúrgico en Libias
de Palestina (s. VI), Constantinopla, Roma, España... (s. VII). En definitiva, cuando
termina el siglo VII, se encuentra ya una doctrina clara en la práctica cristiana: “María
murió sin dolor; su cuerpo incorrupto fue resucitado y tomado por los ángeles a la gloria del
cielo”.
Marginando las dudas en cuanto si María murió o no (la opinión general es que sí)
el Papa Pío XII en 1950 definió como dogma la Asunción de María (Dz. 2333).
Asunción del cuerpo unido al alma, no separado. Se le asigna la resurrección integral que
nosotros esperamos tras la resurrección de la carne en la Parusía.
- El nacimiento (Lc. 2, 1-20): Dios quiere que de María se transmita a los “suyos”
el mismo Salvador que ella ha concebido, sin dejar ella misma de guardarlo (como
Palabra) en su corazón. El Mesías será recibido, en nombre de todo el pueblo, por unos
pastores que están vigilando en la noche, previo anuncio de aquel ángel del Señor. Ellos
mismos saldrán a anunciarlo (tipo de apóstoles), María se queda con Él (germen de la
Iglesia).
- La presentación (Lc. 2, 21-39): cuando es presentado Jesucristo en el templo por
su madre, ya empieza a declararse la realidad definitiva que sustituye la prefiguración
ritual. El mismo pasaje alude al cumplimiento actual de toda profecía sobre el Salvador
(Cfr. Simeón).
- La búsqueda de Jesús (Lc. 2, 41-52): el Niño ha pasado de víctima pasiva (ofrece
la Madre) a víctima voluntaria. Lo encuentran al tercer día (anuncio de la resurrección).
Con esta última estampa queda completo el retrato lucano de María. La hemos visto
implicada en el misterio de la recepción (transmisible) y de la vuelta (sacrificial) del
Salvador.
Bibliografía
GIRONÉS, Gonzalo La humanidad salvada y salvadora.. Facultad de Teología “San
Vicente Ferrer”. Series Académica IX. Valencia 21987
Revisado por D. Gonzalo Gironés
31.- COMPRENSIÓN DE LA IGLESIA EN LA ESCRITURA Y EN LA
HISTORIA: EL MISTERIO DE LA IGLESIA
PUEBLO DE DIOS
Esta expresión ha hecho fortuna a partir del Vaticano II, porque expresa muy bien
el ser común a toda la Iglesia. Sin embargo, está expuesta a dos peligros: olvidar que
debe ser completada con la noción de “Cuerpo de Cristo”, y relegar los ministerios como
parte esencial de la misma.
En A.T. : “laos” = pueblo (de Israel)
“ezné” = naciones (de los gentiles)
“Laos” añade a “ezné” el hecho de ser una comunidad basada no en la sangre, sino
en la elección. Así, Dios sacó de muchos “ezné” un “laos”.
Israel es Pueblo de Dios en tanto que todos sus miembros están unidos entre sí por
su relación colectiva con Dios. Ese centro divino origina al pueblo (laos) y lo constituye
como tal. Así mismo, el Pueblo de Dios es el pueblo del éxodo, un pueblo que posee su
unidad por ser el de los seguidores del único Dios, que es quien lo conduce. Finalmente,
el Pueblo de Dios es la “tropa de Yavé”, sus huestes en la guerra. La comunidad nómada
es también guerrera, y esta característica se halla en todos los estadios del A.T. (Como un
fundamento bíblico de la posterior visión cristiana de la Iglesia como “militante”).
2 FACULTAD DE TEOLOGÍA «SAN VICENTE FERRER» VALENCIA
RESTO SANTO
Israel, a pesar de todos los hechos históricos, fue siempre y continuará siendo una
idea y un ideal. El pueblo de Israel con el que Yavé concluye la Alianza no es una
dimensión tanto empírica cuanto espiritual, en la que es muy relativa la cantidad
numérica. Aparece así la idea de “resto”, un restringido Pueblo de Dios heredero de la
promesa.
En A.T. descubrimos la idea de un “resto” de tipo histórico: los que escapan a la
invasión asiria, en tiempos de Isaías; también la de un “resto” escatológico: los que han
sido liberados y viven en la Sión de los últimos tiempos, reunidos en torno al Mesías.
Puede decirse que el núcleo esencial de la idea de “resto” ya se da al hablar de la elección
de Israel, por el hecho de ser elegido entre muchos.. Pero la crisis continúa después, aún
dentro del propio Israel. Si ha de corresponder a su ser y a su misión, necesita purificar
constantemente su propia orientación.
El “resto” por antonomasia son los pobres, que se han salvado gracias al amor
misericordioso de Dios. Son los “creyentes” quienes al retornar del exilio se dirigen a
Yavé, confiando en él y sólo en él. En términos paulinos: el “resto” será el Israel según el
Espíritu, frente al Israel según la carne. Mientras el pueblo como totalidad busca una
garantía humana de su propia existencia, el “resto” renuncia a ella y vive sola fide y sola
gratia, pues renuncia a todo protagonismo propio y lo deja todo en manos de Dios. Por
eso, el “resto” no es lo último, sino que es una semilla que se convertirá en retoño santo.
COMUNIDAD CULTUAL
qahal - ekklesia = convocatoria, llamamiento.
eda - sinagogé =comunidad reunida.
El hecho de que en el griego jurídico la comunidad religiosa judía se llamara
“sinagogé”, hizo que la Iglesia neotestamentaria optara por el término “ekklesia”, para
diferenciar su comunidad cultual.
El pueblo de Israel se sabe una comunidad cultual en razón de su existencia, que se
constituye por el llamamiento de Yavé. Dios es quien la ha reunido y convocado, y ella
se agrupa en torno a él. En medio de la comunidad, y para la misma se revela Yavé
anunciando su voluntad, “hace escuchar su voz”. En el culto halla la comunidad su
máxima expresión, porque reuniéndose el pueblo en torno a Dios es santificado cada vez
más y renovado una y otra vez.
REINO DE DIOS
Ni el término hebreo (“malkut yhwh”) ni su equivalente griego (“basileia tou
Theou”) significan “Reino de Dios” en un sentido de ámbito en el cual se ejerce la
soberanía, sino más bien a su propia condición, a su realeza y soberanía. Sin embargo,
Israel puede ser designado como ámbito de la soberanía de Yavé en cuanto que éste es
rey de Israel de una manera especial y única.
Este título aplicado a Yavé procede originariamente del antiguo Canaán: la
divinidad se hace rey por su victoria sobre las potencias y el caos; así, aparece su reinado
como eterno, y llega a ser rey de los dioses por su victoria sobre los poderes diabólicos.
Hay un cierto paralelismo entre estos dioses y Yavé, que crea el mundo venciendo el
caos y las aguas, que es cantado en A.T. con los “salmos de entronización”, y aparece
reinante sobre todos los otros dioses y seres. Sin embargo, este “reinado” tiene en Israel
una características peculiares, que lo distinguen y definen: La soberanía universal y
BACHILLERATO EN SAGRADA TEOLOGÍA 3
ECLESIOLOGÍA EN SINÓPTICOS
PUEBLO DE DIOS
La Iglesia es el Pueblo de Dios, es decir, el cumplimiento del Israel verdadero (en
línea con A.T.), pero hecho nuevo y compuesto por judíos y gentiles, aunque hay una
continuidad clara entre ambos. Es el pueblo de los últimos tiempos, que surge por todas
partes, y se hace presente en las comunidades dispersas por la “oikoumene” con su
universalidad y unicidad al mismo tiempo. Se manifiesta, según el llamamiento santo de
que es fruto, primordialmente en sus asambleas sacras festivas, y es contemplada como
una colonia de la Ciudad Celeste sobre la tierra.
CUERPO DE CRISTO
La Iglesia es también Cuerpo de Cristo. Es como el cuerpo cuya Cabeza es Cristo,
y cuyo cuerpo es la Iglesia, por medio del cual cuerpo, permanece Cristo en la tierra. Está
estrechamente unida a él, como cuerpo suyo que es, y vive sometida a él, de él y para él.
Cristo es quien la ha atraído hacia sí, la mantiene en su presencia y se une
constantemente con ella. En cuanto “cuerpo” abarca unificadoramente al mundo entero
dentro de su estructura y, al mismo tiempo, separada del mundo en la comunidad de sus
creyentes, envía unos para la salvación de otros con vivo amor.
Bibliografía
Mysterium Salutis. Manual de teología como historia de la salvación. (IV/1).Ediciones
Cristiandad, Madrid 21984. (MystSal)
PAYÁ, Miguel. Eclesiología. Apuntes de clase tomados por los alumnos curso 1993-94.
Facultad de Teología “San Vicente Ferrer”. Valencia, sección diócesis. No publicados.
32 Y 33A: UNIDAD Y SANTIDAD DE LA IGLESIA
cuerpo visible están unidos con Cristo, el cual la rige mediante el Sumo pontífice y los
obispos por los vínculos de la profesión de fe, de los sacramentos, del gobierno y de la
comunión eclesiástica. Y permanecen en ella en cuerpo y corazón(las dos dimensiones de
la unidad).
Se entra en ella por el Bautismo “como por la puerta”. Tiene obligación, para su
salvación, de entrar y perseverar en la Iglesia todo aquél que conoce su institución divina.
Vinculación
Vinculados a la Iglesia están en primer lugar los catecúmenos, pues el Espíritu
Santo, los atrae hacia ella. Los elementos de vinculación a la Iglesia católica son:
• Sagrada Escritura como norma de vida.
• Sincero celo religioso.
• Creer en Dios-Padre y en Cristo.
Así hay quienes sin pertenecer a la estructura visible de la Iglesia católica, están
bautizados, celebran los sacramentos (entre ellos hay quienes poseen el episcopado).
Incluso fomentan la piedad a la Virgen. Éstos se hallan vinculados a la Iglesia. Todos
ellos están movidos por el Espíritu Santo a la unión por la que ora constantemente la
Iglesia.
Ordenación a la Iglesia
Ordenados a la Iglesia, en general, están todos aquellos que no reciben el
evangelio: el pueblo de Israel, los musulmanes. También aquellos que ignorando
inculpablemente el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan a Dios con sincero corazón y
se esfuerzan bajo la gracia a cumplir con obras su voluntad por el juicio de la conciencia.
También todos aquellos que no conocen a Dios y se esfuerzan en llevar una vida recta.
pecadores llamados a conversión hombres que se esfuerzan por adquirir una santidad
todavía no consumada.
Ecclesia congregans y congregata
La santidad de la Ecclesia congregans(Santidad objetiva). La Iglesia es santa en
sus principios formales. En lo que Dios le ha concedido para ser Iglesia. El deposito de la
fe, los sacramentos, ministerios, etc. Estas realidades son santas en sí mismas por
proceder de Dios y apuntan a la santidad. La Iglesia es el instrumento santo de Dios, por
el que ha querido santificar a los hombres.
La santidad de la Ecclesia congregata(Santidad subjetiva). También la Iglesia es
santa, en el sentido de que es la Iglesia de los santos. La institución eclesial procura la
santidad y salvación de los hombres. No cesa de suscitar por sus operaciones
innumerables santos. Estos santos que viven en la caridad, en la comunión, en el ejercicio
de los carismas recibidos para la utilidad común, constituyen la santidad de la Ecclesia
congregata. (N.B. El pecado, en tanto que se debe atribuir a un sujeto personal individual,
no se puede atribuir a la Iglesia, por lo que ella es totalmente santa, sin mancha de pecado).
Bibliografía
VV.AA. Mysterium Salutis. Ediciones Cristiandad. Vol 4a.
PAYA, M. Eclesiología. Apuntes de Clase curso 1994-1995. 1º semestre. Valencia.
KASPER,W. El Dios de Jesucristo.Ed Sígueme.
FORTE, Bruno. La Iglesia, icono de la Trinidad. Sígueme. Salamanca-1992.
Catecismo de la Iglesia católica.