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Dedicatoria
A todos aquellos que, en esta hora de la historia del mundo, viven con hambre y sed intensas por encontrar a
Dios mismo y no se satisfarán hasta que hayan aprendido a caminar diariamente con su Maestro,

Nota del autor: Los relatos contenidos en las siguientes páginas son verdaderos. Están relacionados con lugares y personas
reales, y algunas veces, cuando la historia no menoscaba al individuo, se han utilizado sus nombres reales. En otros casos, los
nombres y características de poca importancia se han alterado para proteger la privacidad de los individuos. Algunos eventos se
han abreviado para lograr claridad y brevedad. Los eventos, sin embargo, son verdaderos y todos aquellos implicados que lean
los relatos verán un claro reflejo de lo que sucedió y de las verdades que se pueden aprender de ellos 1.

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Notas del editor
En las citas bíblicas, se ha utilizado la versión Reina-Valera 1960 y la Nueva Versión Internacional (NVI).
El uso de cursiva en los párrafos se ha reservado para distinguir los diálogos interiores entre el autor y Dios, para evitar el
uso excesivo de comillas y guiones de diálogo, en un intento por reflejar lo mejor posible el lenguaje de la conciencia del autor.
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Prefacio
- Jim, realmente debieras volcar estos mensajes en un libro -urgieron Jack y su esposa. El pensamiento de semejante idea me
tomó por sorpresa. Después de todo, era fácil para Jack sugerir la redacción de un libro. Él era un escritor. Era una segunda
naturaleza para él. Para mí, "Lengua" era una materia del colegio en la que había aprendido lo absolutamente necesario para
aprobarla y pronto la olvidé. ¿Yo? ¿Escribir un libro? ¡Absurdo! Les agradecí, pero descarté la idea. Mis dones y habilidades
definidamente yacen en la comunicación verbal, y no en la escrita. Pero la idea no se quería ir de mi mente. Dondequiera que
fuera, parecía que los amigos y conocidos seguían diciéndome que necesitaba escribir un libro. Hasta las cartas que recibía
resonaban con el mismo eco persistente. Por fin, decidí que quizá Dios estaba tratando de decirme algo. Me arrodillé en oración
y le pedí casi incrédulamente: Señor, ¿realmente deseas que yo escriba un libro? Cuando la clara impresión en mis pensamientos
fue afirmativa, quedé aturdido, confundido y asombrado. Pero, no lo puedo hacer, Señor. No tengo el talento. Y por sobre todo,
¡no tengo el tiempo! Debido a compromisos de ministerio, mi vida ya estaba planificada con una anticipación de doce a
dieciocho meses. ¡Simplemente no sé cómo hacerlo, Señor! Intenté dejar la idea a un lado, en el fondo del baúl, por así decirlo,
pero seguía aflorando en mis pensamientos una y otra vez. Había observado cómo Dios utilizó a varias personas para darme la
idea de escribir y sabía que el empleo de muchas personas y de muchos talentos es uno de los métodos más comunes de Dios
para la realización de su obra. Cuando Dios llama a un hombre para una tarea, generalmente es un hombre que no está
calificado para hacerla. De ese modo, el hombre debe depender de Dios si quiere lograrlo. La tentación para todos nosotros es
llevamos la gloria, recibir el crédito por lo que Dios mismo ha logrado. Salomón dirigió la construcción del templo de Jerusalén.
Fue una tarea imponente que involucraba a miles de trabajadores, y sin embargo él se dirigió a Dios en la dedicación del edificio,
diciendo: ^Yo he edificado casa por morada para ti..." (1 Reyes 8:13). Salomón tomó el crédito por lo que Dios había hecho
mediante miles de trabajadores y el templo no sería llamado con el nombre de Dios. Aún hasta el día de hoy, cuando se
menciona aquel edificio magnificente, es conocido como el templo de Salomón. Yo no deseaba tomar la gloria de escribir un
libro tampoco. Yendo más al grano, no podía aceptar la gloria porque yo sabía que fuera de la intervención de Dios, no lo podría
lograr. Finalmente le dije a Dios que si él deseaba que escribiera un libro, entonces necesitaba que alguien más me lo dijera. Esta
vez quería que fuese alguien diferente de la gente bien educada y capaz que se había aproximado para decirme que escribiera.
Señor, deseo recibir el pedido del instrumento más humilde que puedas encontrar. Si me hablas a través de una persona así,
entonces me lanzaré a escribir un libro». Durante el otoño de 1995, llegué para una serie de reuniones a California. Las personas
amables que me vinieron a buscar al aeropuerto me contaron acerca de Eleanor. Ella era solo una pobre mujer anciana que
estaba cercana a la muerte en un hogar de ancianos, pero a ella realmente le gustaban mis mensajes y había experimentado una
paz con Dios que solo había conocido después de escuchar mis sermones. Con este cuadro en mente, ellos añadieron: -Jim, ella
está demasiado enferma para asistir a las reuniones, pero expresó el deseo de verlo. Significaría tanto para ella si pasara a verla,
aunque sea por unos pocos minutos. Luego de confirmar que tendríamos suficiente tiempo en el horario y de orar acerca de la
situación, sentí la impresión de que debía ir a ver a Eleanor. Así que, nos dirigimos al hogar de ancianos. No puedo describir
completamente los sentimientos que me sobrevinieron al entrar en la habitación y esta mujer con la que nunca me había visto
antes exclamó: -¡Jim Hohnberger! ¡No lo puedo creer! ¡Venga aquí! -continuó ella entonces-. El Señor me dijo que usted tendría
que escribir un libro. Ella hizo un gesto señalando el estante donde se encontraban varios de mis casetes y dijo: -Debe colocar
todo eso en un libro. Por favor Jim, prométame que pondrá eso en un libro. Es tan importante para nosotros tener esto por
escrito. Por favor ¡prométame que lo hará! Mi voz se entrecortó y se me llenaron los ojos de lágrimas porque supe que me
encontraba en suelo sagrado. Aquella mujer moribunda había sido el instrumento escogido por Dios para empujarme a la
acción. Era el 8 de setiembre de 1995. -Eleanor, usted es la respuesta a una oración-, alcancé a decirle. Eleanor había sentido
que sería una bendición conocerme, aunque fuera tan solo por unos pocos minutos, pero fui yo el privilegiado al conocerla en lo
que llegó a ser el último mes de su vida. Ella durmió en Jesús el 4 de octubre de aquel año. Dios dice: Antes que clamen,
responderé yo" (Isaías 65:24), y nunca lo había visto ilustrado más claramente que en mi experiencia de escribir el libro que se
encuentra en sus manos. Ahora que sabía que el libro debía ser una prioridad, luché con la idea de cómo iba a encontrar el
tiempo para escribir sin interrupción. Como de costumbre. Dios estaba manejando bien las cosas. Solamente debía tener
paciencia. Poco después de esto, mi hijo vendió una propiedad a un empresario de otro estado. Este hombre quedó tan
impresionado por la conducta de mi hijo, que me llamó para ver si con su esposa podían venir por un par de días para conocer y
observar a nuestra familia. Él quería ver lo que estábamos haciendo para producir un joven tan sobresaliente. Nos pusimos de
acuerdo y disfrutamos del tiempo que pasamos con ellos. Antes de partir, este hombre dijo: -Jim, tengo una casa de fin de
semana en la isla de Saint Croix. Si tu familia necesita alguna vez un lugar para salir y descansar, está a disposición de ustedes
para que la usen todo lo que deseen, gratuitamente.

Y aquí yo me había estado preguntado cómo podría encontrar tiempo sin ser interrumpido. Dios lo sabía y hasta había obrado
de modo que pudimos usar el kilometraje que teníamos acumulado para pagar los pasajes y pasar todo un mes de bendita paz y
tranquilidad en la isla de St. Croix.

Pasaba cada mañana en oración, tranquila contemplación, y escribiendo. Las tardes las pasaba con mi familia en la playa, en el
agua y debajo del agua, buceando. Fue un período placentero de descanso que permitió que mi mente estuviera libre y abierta a
las impresiones del Espíritu del Señor. Dejé aquella isla con el esqueleto del libro hecho. Los capítulos, el boceto y las historias se
encontraban mayormente en su lugar, pero cómo pasar del esqueleto a crear un manuscrito era más de lo que podía hacer.
Sabía que necesitaba un editor, pero ¿dónde encontrarlo? Varios editores profesionales ofrecieron sus servicios, pero cada vez
que oraba sobre el asunto, el Señor siempre decía: No, este no. Yo sabía que necesitaba más que alguien que acomodara mi 4
gramática, ortografía, etc. Necesitaba ayuda con la redacción, y si alguien iba a escribir acerca de mi experiencia con el Señor,
entonces tenía que tener a alguien que tuviera la misma experiencia y un estilo de redacción que combinara bien con el mío.
¿Dónde en el mundo iba a encontrar a alguien así? "Antes que clamen responderé yo". De nuevo, la promesa se cumplió
abundantemente. Varios años antes, había conocido a un matrimonio, Tim y Julie Canuteson, quienes deseaban la experiencia
de la cual hablaba. Mientras los había estado aconsejando, empezamos a conocernos y vi que ellos comenzaban a hacer
cambios en su familia, permitiendo que Dios obrara en sus vidas. Durante un período de algunos años, intercambiamos cartas y
me asombraba frecuentemente al descubrir cuan similar era el estilo de redacción coloquial de Tim al mío. Le comentaba a Sally
al compartir sus cartas que a menudo sentía como si estuviera leyendo mis propios pensamientos. Él tenía la habilidad de tomar
la verdad práctica y de expresarla en declaraciones concisas. Me di cuenta de que ellos estaban comenzando a obtener la
experiencia que habían estado buscando.

Entonces en el otoño de 1998, Julie entró al lugar de recepción en nuestra reunión campestre de Virginia y sentí que el Espíritu
impresionaba mis pensamientos de que aquí estaba la persona a la que debía pedirle ayuda. A Julie le encantaba el idioma, y de
visitas previas sabía que ellos tenían cierto interés en el proceso de edición de libros. Me aproximé a ellos y manifestaron que
estarían encantados de revisar lo que había hecho. No tenía idea de la sorpresa con que me iba a encontrar. Envié los primeros
capítulos y regresaron completamente diferentes. No solo los habían editado sino que los habían vuelto a escribir y en el
proceso advertí el cambio de bueno a mejor y finalmente a óptimo. Pronto se nos ocurrió la idea de que les enviara solo un
boceto con las ilustraciones escritas que deseaba usar junto con una grabación en la cual registraría mis pensamientos, mis
metas y mis blancos para el capítulo. Con el tiempo, el correo traería el producto terminado para que lo revisara. Después de
unos pocos capítulos, estaba deleitado. Me sentía emocionado al ver cómo había obrado la mano de Dios. Este libro no tenía
que ser obra única de Jim Hohnberger sino un proyecto articulado de gente que Dios ubicó y llamó para su servicio. Observé a
Tim y a Julie mientras trabajaban para confirmar esta experiencia. Ellos se lanzaron entusiastamente a este proyecto, sin nunca
pedir reconocimiento alguno, recompensas financieras o siquiera que se les retribuyeran sus gastos. Cuando vi esta actitud
humilde, supe que Dios había escogido a las personas correctas. Lo que me había imaginado como una tarea difícil llegó a ser un
placer. Hoy, quedo asombrado cuando veo lo que Dios ha hecho. Debo confesar que, mientras los nombres humanos puedan
aparecer como los autores, todos los involucrados sabemos que nosotros no escribimos este libro. Fue el libro de Dios,
completamente. Al animarlo a leerlo, lo hago sin ninguna pizca de auto promoción, porque fue escrito tanto bajo el cronograma
como bajo la dirección de Dios, no por mi mano, ni para mi gloria. Puedan todos los que lean las palabras de este libro, captar el
propósito de su existencia: mostrar el sendero de escape hacia Dios.
CAPÍTULO 1 5

La búsqueda gloriosa
"Y antes que clamen, responderé yo" (Isaías 65:24).

Jim, ¿qué estás haciendo en este lugar perdido? -preguntó Warren. Pude leer sus pensamientos. Él estaba claramente
convencido de que yo estaba malgastando mi vida en este paraje solitario en las montañas cuando podría estar ganando un
montón de dinero allá abajo en la ciudad. Warren había venido para buscar una propiedad en este apartado lugar, y nos
encontrábamos avanzando por el desparejo camino rural en mi camioneta, junto con Warren y su esposa embarazada, para
buscarles una propiedad. -Bueno, Warren -comencé yo-, sabes, yo soy cristiano, y nosotros vinimos aquí porque... -¡No digas
una palabra más, Jim! -me cortó bruscamente Warren- .Yo no soy un cristiano, y no creo en el cristianismo. ¡No quiero escuchar
una palabra más sobre esto! La repentina fría hostilidad era inconfundible en cada rincón de mi vehículo. ¿Cómo puede Dios
alcanzar a una persona como esta? Pensé. Sin embargo, me sentí constreñido a decir algo más y con una oración silenciosa dije:
-Warren, todo lo que necesito es que me concedas un par de minutos y no diré una palabra más acerca del cristianismo. Warren,
el Dios que he llegado a conocer en estas montañas, te ama tanto que aunque tú lo estés rechazando, algún día, cuando lo
necesites, estará allí para ayudarte. Algún día ¡necesitarás de mi Dios! Si las cosas estaban frías en mi camioneta antes, después
de estas palabras pasaron directamente a congelantes. Parecía que había empeorado las cosas por mis comentarios.
Terminamos nuestro negocio y Warren partió, pero esta conversación me trajo a la memoria mi propio alejamiento de Dios. El
eco de mis propias palabras resonó en mis oídos: "Algún día cuando lo necesites, él estará allí para ayudarte. Algún día
necesitarás de mi Dios".

16 de diciembre de 1948

-Señor -dijo un médico de mirada cansada para atraer la atención de un hombre que parecía, si era posible, estar más cansado y
preocupado que el médico. -¿Sí? -respondió Henry esperanzado. Su respuesta parecía Cuera de lugar en la desgastada sala de
espera con su pesado olor al humo de cigarrillos y la siempre presente esencia de temor y expectación, que asalta semejantes
salas. -¡Es un varón! -una sonrisa fantasmagórica danzó sobre el rostro resuelto del médico-. ¡Un bebé de 4 kilos y medio! -
¡Fantástico! ¿Cómo está mi esposa? -preguntó Henry, animado ya con la noticia de su hijo. -Fue un parto difícil -una vez más fue
evidente la preocupación en el rostro del experto. -La podría ver ahora -contestó antes de que fuera formulada la pregunta.
Mientras yacía en los brazos de mi madre, no tenía idea de que en el momento de mi concepción llegué a ser un participante en
el conflicto entre Dios y Satanás. Aún mientras me iba formando en el vientre. Dios, en su infinita sabiduría, había puesto en
movimiento un plan individualizado para despertar en mi corazón un anhelo, una necesidad por él. Él sabía que estaba naciendo
en un mundo que estaba en oposición con él, en rebelión hacia sus principios, su voluntad y sus caminos. Dios sabía que yo
nacería con una naturaleza dañada por la experiencia del hombre con el pecado. Dios también sabía que yo naturalmente
seguiría mis propios impulsos e inclinaciones y que el mismo pensamiento de rendir mi voluntad y mis deseos a él sería
totalmente extraño. Él sabía demasiado bien, que Satanás se opondría a cada esfuerzo que hiciera. A pesar de estas
contrariedades, Dios puso en movimiento sus planes para mí. Después de haber esperado casi seis mil años de historia humana
para que naciera Jim Hohnberger, ahora tenía la oportunidad de intentar ganar mi amor. Dios me estaba buscando así como lo
hace con cada uno de nosotros. Es una gloriosa búsqueda de amor, nacida del corazón de Dios. Berenice y Henry Hohnberger
estaban complacidos con su tercer hijo. Me llevaron a casa en su modesto hogar en la ciudad de Appleton, Wisconsin, decididos
a hacer todo lo que pudieran para que yo creciera para llegar a ser un trabajador honesto y un buen ciudadano. Como niño, no
tenía una concepción de un Dios amante y, sin embargo. Dios me estaba hablando a través de mis padres. Ellos me enseñaron
mis primeras lecciones acerca del carácter de Dios por sus interacciones conmigo. Nací con una voluntad propia ¡que quería
salirse siempre con las suyas! Cuando tenía hambre, lloraba; cuando quería que me cambiaran los pañales, lloraba. Cuando no
me gustaba alguna cosa, lloraba en un intento de conseguir lo que deseaba. Cuando mi madre suplía mis necesidades, me
enseñaba, de una forma en que ni siquiera ella comprendía completamente, acerca de un Padre celestial solícito. Otras veces
lloraba porque me colocaba en mi cuna y yo que ría estar alzado. Mamá debió escoger: ella podría haber cedido a mi llanto o
podría enseñarme que yo debía rendir mi voluntad y deseo a ella. Cuando ella cedía y venía a levantarme, me enseñó que
llorando yo podía conseguir lo que quería, y se fortalecía en mi pequeño corazón mi propia voluntad. Cuando mamá decía, a
través de sus acciones: "No, no conseguirás que te levante cuando yo he decidido que tú necesitas estar en tu cuna", ella me
ensenaba a cómo rendir mi voluntad a la voluntad de Dios, cediendo a su voluntad. Los padres ocupan el lugar de Dios ante los
niños pequeños y, obedeciendo a sus padres, ellos aprenden a obedecer a Dios. De este modo comenzó la gran lucha por la
supremacía en mi vida. Algunas veces Satanás ganaría un conflicto y algunas veces lo haría Dios, pero a través de todo esto
siempre estaba creciendo y aprendiendo. Desde nuestro nacimiento existe un creciente deseo de encontrar satisfacción y
felicidad. A menos que sea guiado por padres sabios y por la gracia de Dios, demasiado a menudo esto significa que buscamos la
satisfacción en las cosas. Las cosas no son malas, porque cuando Dios hizo el mundo, lo llenó de cosas que brindan placer, pero
la tentación eterna de la gente es darle más valor a las cosas, que a Aquel que es el dador de las mismas. Piense en sus propias
experiencias de navidades pasadas. Después de abrir las cintas y papeles elegantemente coloreados para encontrar algún
juguete deseado, apenas podíamos expresar gratitud a aquel que nos había dado el regalo. Quizá balbuceábamos unas pocas
palabras de gratitud bajo las exigencias de nuestra madre, pero todo lo que nuestros ojos podían ver era la preciosa posesión. La
posesión había ocupado el lugar del dador. Para mí, era mi bicicleta cromada de tres velocidades. ¡Cómo me encantaba aquella 6
bicicleta! Era la mejor en el vecindario. Eventualmente, aquel amor desembocó en una "aventura amorosa" con un Pontiac
convertible de color rojo vivo. Lentamente me estaban entrenando, por el mundo que me rodeaba, a igualar felicidad con las
cosas que poseía. Las cosas no solamente consisten en las posesiones, sino posiciones, gente, poder, orgullo como también el
placer. Hay multitudes que creen que la felicidad y satisfacción provienen de obtener una posición prominente investida de
poder y orgullo. Aún otros creen que estar casado con cierta persona o visitar lugares exóticos trae gozo duradero. Otros desean
una vida de búsqueda de placer y libertad de responsabilidad esperando que esta libertad les traerá verdadera felicidad.

Todas estas cosas llegan a transformarse en una fuente real de competencia por los afectos de nuestro corazón, que es lo que
debiera pertenecer a Dios. Él lo observa todo y su búsqueda por nosotros comienza aun antes de que tengamos el deseo de
encontrar satisfacción en él: "Y antes que clamen, responderé yo". Alabado sea Dios porque planta en nuestros ambones el
deseo de la verdadera realización, que puede ser pálidamente satisfecho por los métodos del mundo. Existen evidencias a todo
nuestro alrededor de gente aparentemente exitosa que ha encontrado riqueza, poder y fama, todo lo que el mundo dice que
debiera traer felicidad. Y sin embargo, estas son algunas de las personas más miserables de la tierra, a menudo terminando sus
propias vidas con lastimosos suicidios inducidos por drogas. En esta controversia por las almas humanas, el diablo utiliza todo el
glamur y el oro del mundo para seducirnos. Sus métodos utilizan el engaño para hacer que nuestras peores elecciones parezcan
buenas. Invade nuestras mentes y bombardea nuestros sentidos con cada medio de difusión, revista y cartelera. Apela a
nuestros deseos, pasiones y apetitos y busca esclavizarnos. Basta con solo mirar las propagandas de tabaco y alcohol para ver
cómo los seres humanos se transforman en esclavos. Las propagandas transmiten la idea de que la gente que fuma o bebe
llegará a ser popular, sensual y atlética. En cambio, pronto se encontrarán a sí mismos como esclavos de una sustancia que les
roba su salud, su dinero y su felicidad. Dios está atado de manos, porque se auto limita en esta batalla por nuestros corazones.
Nunca miente. Nunca engaña. Él nos dice: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a
él, y cenaré con él, y él conmigo (Apocalipsis 3:20). Dios apela a nuestro intelecto, razón y conciencia. Nuestra respuesta tiene
que ser voluntaria. No desea robots. Dios puede colocar un deseo por él en nuestros corazones, pero nuestra respuesta a ese
deseo queda totalmente en nuestras manos. Dios nunca fuerza nuestra voluntad. Yo no sabía que tenía un problema con el yo
que quería salirse con la suya. Era todo lo que siempre había conocido. Sin embargo, Dios me persuadió y buscó durante 30 años
hasta que finalmente sentí mi necesidad de él. Llevó otros 10 años hasta que ganó mis afectos y luego otros 6 o 7 años hasta que
la ciudadela de mi corazón fue completamente rodeada y fui suyo. La Biblia nos cuenta de un hombre llamado Abraham a quien
se le había concedido milagrosamente un hijo en su vejez. Como muchos niños esperados por tanto tiempo, este muchacho fue
mal criado por su padre y rápidamente llegó a ser el orgullo y el gozo de la vida de este hombre anciano. Abraham conocía a
Dios, no solamente había oído acerca de él. Conocía íntimamente a Dios. Entonces Dios le pidió a Abraham que sacrificara a su
hijo como una ofrenda. "Toma ahora a tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en
holocausto sobre uno de los montes que yo te diré" (Génesis 22:2). ¿Por qué estaría Dios pidiéndole semejante cosa? ¡Pobre
Abraham! Cómo debe haber sufrido al pensar que su amado hijo le sería quitado. Con un corazón cargado, siguió adelante
obedientemente. Dios permitió que este anciano sufriente atravesara por esta prueba hasta el punto donde supo que no habría
retorno, y entonces se interpuso y dijo en realidad: Está bien, Abraham, yo nunca deseé a tu hijo como sacrificio. Isaac, tu hijo,
ha usurpado el lugar que solamente me pertenece a mí en tu corazón. Deseaba sacarlo del trono de tu corazón de modo que
pudiera reinar allí sin desafíos. Abraham estaba aprendiendo que los dones de Dios no pueden llegar a ser más importantes para
nosotros que Aquel que los otorgó. Dios hace esto con cada uno de nosotros. Dios nos busca hasta que nos posee
completamente. Él no deseaba a Isaac como un sacrificio. Él deseaba a Abraham. Dios no desea tus cosas, pero si esas cosas han
usurpado el trono de tu corazón, se las debe destronar. A menudo dudamos en renunciar a nuestras cosas por el Señor, porque
tememos perderlas. Esto es especialmente real cuando aquellos tesoros son ídolos largamente acariciados. Pero no necesitamos
poseer semejantes temores. Jesús no vino a destruir, sino a salvar. Todo está seguro cuando nos consagramos a él y nada está
realmente seguro de otra manera.

¡Necesito a tu Dios!

Seis meses más tarde de mi charla con Warren, me encontraba viajando por la zona central del oeste de los Estados Unidos.
Mientras estaba visitando a una familia, sonó el teléfono. La mujer de la casa dijo: -Jim, es para usted. -Hola, Jim. Soy yo,
Warren. -¡Warren! -dije casi gritando mientras mi mente viajaba de regreso a nuestra conversación en la camioneta-. ¿Cómo te
las arreglaste para encontrarme aquí? -No fue fácil -dijo él. Repentinamente la voz de confianza propia cambió y dijo-. Tuvimos
ese bebé, Jim. -¡Maravilloso! ¿Qué tuvieron? -Tuve un hijo... -y su voz se apagaba. -¿Qué está sucediendo, Warren? -le pregunté.
-Jim -dijo él, con angustia en su voz-, mi hijo nació con tres orificios en el corazón. ¡Necesito a tu Dios, Jim! ¡Necesito a tu Dios! El
enojo y el temor de Warren se habían barrido a un lado por su necesidad. Su historia trajo lágrimas a mis ojos mientras tenía el
privilegio de compartir con Warren las buenas nuevas de la gloriosa búsqueda de Dios por el corazón de cada ser humano.

Cuando la invité por primera vez a mi esposa Sally, para salir con ella, el potencial de respuestas era limitado. Ella podría
aceptar o rechazar. Seguramente, aceptar implicaba más riesgo. Pero rehusarse hubiera significado perder toda una vida de
compartir el gozo de un corazón que estaba a tono con el de ella y un matrimonio guiado por el cielo; ¡qué alternativa triste
hubiera sido esa! De la misma manera sucede en esta gloriosa búsqueda por el trono de nuestro corazón de parte de un Dios
amante. No existe una docena de respuestas posibles, solamente una buena elección o una alternativa muy pobre. Mi elección
ha sido escoger esa búsqueda, la cual no terminará hasta que esté de pie cara a cara con Aquel a quién he llegado a conocer y a
amar. ¿Cuál será tu respuesta?
CAPÍTULO 2
7

La religión ¿es suficiente?


"Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (Juan 17:3).

-Pero mamá, ¿tengo que ir realmente? No me gusta ir a la iglesia. Nunca saco nada en limpio.
Por supuesto, mi madre rehusó mi súplica, y encontré a mi yo involuntario asistiendo a los servicios de la iglesia cada fin de
semana. La iglesia era tal carga para mí que debo confesar que hubo momentos en que me deslizaba por la parte de atrás de la
iglesia, tomaba un boletín, y rápidamente salía al parque para esperar mientras se hacía la hora en que podría llegar de regreso
a casa con la "evidencia" de mi asistencia.

No es que mis padres no lo hayan intentado. Ellos me enviaron a escuelas cristianas y me llevaban a la iglesia cada fin de
semana, pero de alguna forma la iglesia era demasiado artificial, demasiado formal, demasiado aburrida para alcanzarme. Debía
asistir, así que aprendí a una temprana edad a "jugar el juego", por así decirlo. Posiblemente usted lo conoce en persona y no
porque fuera un miembro de mi iglesia que pudiera haberme me observado. Muchos profesos cristianos pasan por la mímica,
haciendo lo que se espera, mostrándose de alguna manera buenos en el exterior, pero sabiendo que sus corazones no están allí.
Puede ser que ni siquiera puedan explicarlo, pero sucede que no suple sus verdaderas necesidades, y sin embargo continúan el
juego porque, bueno, es lo que "corresponde" hacer.

Cuando me encontraba fuera de la influencia de mis amantes padres, dejé de asistir. Busqué mis intereses y mis caminos. Ya
tenía suficiente de esto de ir a la iglesia y de actuar como religioso. Al resumir todo, no me quedaba nada bueno de cualquier
manera. Dios no era más real para mí que lo que lo era para mis amigos no cristianos. ¿Por qué continuar la farsa?

Así que seguí mi propia voluntad y Dios comprendió. Él sabía que las iglesias a las cuales yo asistía estaban promocionándose a sí
mismas más bien que a él. No me culpó por irme. Solamente esperó a que llegara el momento adecuado para conseguir mi
atención.

Tenía 30 años, me había graduado del colegio y pasado 5 años vendiendo sistemas de computadoras, y ahora era el propietario
único de la Agencia Hohnberger: una agencia de seguros en varias líneas, especializada en automóviles, seguros de vida de
propietarios y seguros de salud.

Era joven, emprendedor, construyendo un futuro, un buen pasar para la vejez y un presente cómodo. Estaba prosperando en el
mundo. Tenía una hermosa casa, vehículos nuevos, una buena entrada de dinero y un negocio próspero. Estaba corriendo
detrás del "sueño de los norteamericanos", creyendo que la felicidad proviene de las cosas que hacen la vida interesante, có-
moda y emocionante.

Salomón, el hombre más sabio que haya vivido alguna vez, lo resumió tan bien cuando dijo: "Todo es vanidad" (Eclesiastés 1:2).
Vanidad es tener un vacío, es un espejismo, algo que nunca puedes manejar. Yo estaba persiguiendo este vacío, este mito
norteamericano, y Dios necesitaba conseguir mi atención. ¿Pero cómo? Él simplemente esperó, y cuando llegó el momento co-
rrecto me impulsó a venderle un seguro de vida a mi dentista.

Poco me imaginaba cuan drásticamente cambiaría mi vida por seguir ese impulso divino. Mi dentista era uno de mis clientes.
Aseguré su negocio, su hogar, su salud y su auto, así que pensé: ¿Por qué no venderle también algún seguro de vida? Hice una cita
para verlo cierto día para ofrecerle justamente eso. Él no estaba interesado, lo que no pude entender, porque sabía que era un
hombre razonable.

-Por qué no deseas comprar este plan de seguro de vida? –le pregunté.
-Porque yo creo que el Señor va a regresar antes de que necesite los beneficios de semejantes fondos -respondió él.
¡Me reí de él! Uno escucha toda clase de excusas en el negocio de seguros, pero esto era ridículo. Pensé que me estaba
haciendo una broma.
Cuál es la razón real? -lo sondeé-. ¿De dónde sacaste semejante idea?
De la Biblia. ¿Nunca lees la Biblia, Jim?
¡La Biblia! Mira, ese libro no es más que un montón de “Padrenuestros" y "Avemarías"!
-Oh no, no es así.
Así comenzó una hora y media de discusión pero no sobre seguros de vida, sino sobre una vida asegurada. Realmente atrapó mi 8
atención. Se despertó mi interés y se levantó mi curiosidad. De pronto observó su reloj y dijo:
Jim, debo ir a casa. Tengo obligaciones. ¿Por qué no vienes con tu esposa a nuestra casa el miércoles de noche así podemos
continuar nuestro diálogo?
¿Te puedo preguntar cualquier cosa y no te ofenderás?
Por supuesto -me aseguró él.
-¡Magnífico! -le dije-. ¡Estaré allí!
EI miércoles de noche, Paul y Ethel Conner nos recibieron con calidez. Después de unos pocos minutos de conversación en su
sala, Paul sugirió que nos trasladáramos al comedor donde los cuatro nos sentamos alrededor de la gran mesa. Contemplé cuan
extraña era esta gente. No nos habían ofrecido cerveza o ninguna otra cosa para comer o beber y ahora mientras nos sentába-
mos alrededor de la mesa, Paul se disculpó para ir a buscar algo.
Pensé que tal vez se había acordado tarde de ofrecer cerveza, pero no, apareció en el comedor con cuatro, las conté, ¡una, dos,
tres, cuatro Biblias! ¡Oh, no! Pensé. Debe ser algún tipo de fanático. Ni siquiera el papa posee cuatro Biblias!
Entonces Paul me pasó las Biblias y dijo:
-Jim, abre tu Biblia en Daniel.
-¿Qué es Daniel? -le pregunté.
-Es un libro en el Antiguo Testamento.
-¿Qué es el Antiguo Testamento?
-Realmente no estabas bromeando cuando dijiste que no leías la Biblia -dijo Paul con una sonrisa.

Con Sally dejamos su hogar a las 23:30 aquella noche. Nunca habíamos escuchado verdades tan sorprendentes en toda nuestra
vida. Estas verdades hicieron sonar la campana en mi corazón de tal manera que eventualmente se despertara el anhelo por
Dios que él mismo había plantado allí.

Ellos nos invitaron a regresar a la semana siguiente. Comencé a disfrutar con anticipación los miércoles de noche. Paul era un
erudito de la Biblia. Hacía que la Biblia tomara vida.
-¿Por qué nadie en mi iglesia me dijo estas cosas alguna vez? -demandé.
-No lo sé -dijo Paul simplemente-. Le tendrás que preguntar a ellos.

Y eso es justamente lo que resolví hacer. Conocía a dos sacerdotes. Salí a cazar con uno, y salí a tomar algo con el otro. Así que
le pregunté a uno de ellos.
-¿Con quién has estado estudiando? -respondió él.
-Con el Dr. Conner y su esposa.
-No, Jim. No quise decir con qué personas estás estudiando.
Lo que quiero decir es ¿de qué religión son?
Le contesté. Y me dijo:
-Pero ellos son fundamentalistas, Jim.
-¿Qué es eso? -le pregunté.
-Los fundamentalistas creen que cuanto lees en la Biblia, se la debiera tomar literalmente. Lo que quiere decir es que debieras
tratar de hacer exactamente lo que dice.
-Estaba confundido.
-¿Qué tiene de malo eso? ¿Y qué somos nosotros si no somos fundamentalistas?
-Jim, nosotros somos tradicionalistas. Nosotros creemos que la Biblia fue escrita hace miles de años y que debemos interpretarla
a la luz de las tradiciones de la iglesia y de la sociedad actual. De esa manera, no tenemos que vivir de la misma forma en que lo
hicieron en aquellos tiempos bíblicos barbáricos.
-¡Oh! Está bien, eso tiene sentido.
Armado con esta información, continuamos nuestros estudio! bíblicos con los Conner cada miércoles de noche por los
siguientes 18 meses. No tenía idea de que la Biblia contenía semejante: verdades. Al fin de cada estudio, Ethel me preguntaba:
-Jim, ¿qué tal sería si vinieran a la iglesia el próximo fin de semana?
A lo que yo contestaba:
-No, no hasta que esté absolutamente convencido de que esto es la verdad.
Esta respuesta llegó a ser casi una tradición para nosotros, así que su rostro registró un shock cierta semana cuando
anuncié:
-El próximo fin de semana voy a ir a la iglesia. ¡No puedo esperar para conocer a los santos que están viviendo esta clase de
verdad!
¡Estaba emocionado! Esto iba a ser una verdadera emoción porque si estas verdades me habían entusiasmado, entonces
seguramente conocer a aquellos que estaban viviendo estas verdades sería un evento maravilloso. Paul y Ethel no parecieron
tan entusiasmados como yo. De hecho, se mostraron un poquito incómodos.
-Jim -dijo Ethel-, hay unas pocas cosas que necesitamos decirte antes de que vayas a la iglesia... 9
Entonces trataron de explicarme lo que pronto descubriría por mí mismo. No todos los santos son santos. Más adelante
encontré que la Biblia habla acerca de esto de la siguiente manera: “No todos los que descienden de Israel son israelitas"
(Romanos 9:6), “porque no es judío el que lo es exteriormente; [...] sino que es judío el que lo es en lo interior" (Romanos 2:28,
29).

Palabras fuertes, pero poco me daba cuenta de cuan pronto se aplicarían a mi persona. Durante aquellos 18 meses, comencé a
enamorarme de la Palabra de Dios. Dios estaba utilizando su Palabra para despertar en mi corazón una respuesta hacia él. Sin
embargo, caí en una de las trampas que pone Satanás para aquellos que están buscando a Dios. Yo sentía que el sentimiento
intelectual de la verdad era todo lo que constituía llegar a ser un cristiano. Yo realmente creía, tal es así que las verdades
contenidas en su Palabra se transformaron en mi religión. Había anhelado toda mi vida que alguien me mostrara cómo ser un
cristiano y ahora sentí que había encontrado el camino. Poseía una voluntad fuerte y al ir descubriendo las verdades en la
Palabra de Dios, las iba aplicando a mi vida. Tenía un verdadero celo por mis verdades. Era sincero. Era honesto. Pero al mismo
tiempo estaba mortalmente equivocado acerca de lo que constituye transformarse en un cristiano. Mi fervor me llevó a tratar
de compartir con mi familia las maravillosas “verdades” que estaba descubriendo. Mientras trataba de mostrarles que sus
posiciones doctrinales no eran bíblicas, esto les cayó mal. No aceptarían mis verdades. Tampoco eran capaces de proveer una
explicación o defender su posición bíblicamente, pero se rehusaron a aceptar las mías. Esto fue una frustración para mí.
Porque seguramente cuando ellos estuvieran convencidos de la verdad, iban a desear obedecerla. Así que regresé una y otra
vez, con mayor celo aún, hasta que mi familia me hizo claro que no solamente no deseaban tener nada que ver con mi nueva
religión, sino que realmente no les importaba si tenían algo que ver conmigo tampoco. Mi actitud declaraba: “Yo estoy en lo
correcto y ustedes están equivocados. Yo tengo la verdad y ustedes creen una mentira”. Esto los cerró totalmente, y no era
para menos. Otros notaron mi celo por compartir mi fe, y pronto estaba dando estudios bíblicos a otras almas fervientes, que
así como yo, aceptaron las maravillosas verdades de la Biblia como su religión. Llegué a ser el primer anciano en la iglesia local
y parecía bueno por fuera.
Sin embargo, se volvió cada vez más claro aún para este terco alemán que algo en esta vida cristiana que estaba llevando no
estaba del todo bien. Podía ir a la iglesia y presentar un mensaje hermoso acerca de vencer el pecado, entonces al ir a casa, le
gritaba a mi esposa y me irritaba con mis hijos. Yo sabía que esto no estaba bien, pero aún con mi fuerte fuerza de voluntad
humana parecía no poder ganar la victoria en esta área.
La Biblia describe así mi problema: "De la misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.
¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? [...] Así también ninguna fuente puede dar agua sala-
da y dulce" (Santiago 3:10-12). "Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la
religión del tal es vana" (Santiago 1:26).
El Señor comenzó a hablarme en tales textos y una sospecha acuciante comenzó a introducirse en mi mente. ¿Me está
faltando algo? ¿Estoy realmente convertido? Estaba en la iglesia, pero ¿estaba realmente en Cristo? Estaba en la Palabra, pero ¿me
encontraba en la Palabra que fue hecha carne y habitó entre nosotros? Caí en la cuenta de que tan solo porque un ratón está en el
frasco de galletas, ¡eso no lo transforma en una galleta! Por un período de un par de años, el Señor finalmente atravesó mi
espíritu obstinado y dijo: Jim, necesitas retroceder y reconsiderar lo que estás haciendo. Necesitas asegurarte de que estás convertido. ¿Yo?
¿Por qué Señor? ¡Soy el primer anciano de la iglesia! He traído a más de una docena de personas a tu iglesia. ¿Yo, no convertido? Sí, Jim,
hay algunas cosas que tú no comprendes.
Llegué a comprender que ortodoxia, u opiniones doctrinal-mente correctas, solamente forman una pequeña parte de la ver-
dadera religión. Hoy, existen millones de profesos cristianos que sostienen opiniones "correctas", y que sin embargo ¿ha
existido algún tiempo cuando la verdadera espiritualidad estuvo en su punto más bajo?
Una exposición bíblica profunda es un deber absoluto para que cualquier cristiano sobreviva los grandes eventos finales de
la historia de la tierra. Sin embargo, podemos llevar de tal manera la exposición que llevemos a los oyentes a un sistema de
"verdades" en vez de guiarlos a Dios.
Porque no son las meras palabras las que reavivan el alma, sino Dios mismo, y hasta que los oyentes encuentren a Dios en
una experiencia personal, no siempre son mejores por haber escuchado "la Palabra". La Biblia no es un fin en sí misma, sino un
medio, una herramienta para llevar a la gente a caminar íntimamente con su Dios. Cristo nos habla hoy con las mismas palabras
que dirigió a los eruditos exteriormente religiosos de sus días: "Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en
ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida" (Juan 5:39,
40).
Yo tenía una comprensión teológica y podía presentar mi exposición bíblica en términos eruditos, pero si me hubiera encon-
trado cara a cara con una vivencia real de la cristiandad, mi gran conocimiento hubiera parecido necio.
Si yo hubiera podido permanecer al pie de la cruz y hablar con María Magdalena, ¿cuál hubiera sido nuestra conversación?
María, veo que no abandonaste a Jesús como algunos de los otros. ¿Estás haciendo estas buenas obras a través de la justicia imputada
o impartida? Si recibiste la justificación de Dios, entonces debes haber sido justificada ¿Cuándo fuiste justificada? Y ¿de qué clase fue esa
justificación, forense o intrínseca?
¿Qué? ¿Quién? ¿De qué me está hablando? podría haber preguntado ella. ¡Yo amo al Señor! ¡Él es mi Señor, mi Salvador! ¡Él me
redimió!
¿Quién de los dos poseía una verdadera religión, el primer anciano o la prostituta? Yo tenía todos los términos teológicos, 10
pero ella tenía la experiencia del corazón.
Las religiones organizadas pueden llegar a ser el mayor sustituto de un conocimiento salvador de Dios que el mundo haya
conocido. Yace un gran peligro en la complacencia. Hemos aceptado las doctrinas y asistido a los servicios semanales, por lo
tanto, nos sentimos contentos de que estamos seguros en el redil. Después de todo, estamos en la iglesia y en su Palabra, de
modo que debemos haber encontrado a Dios. Pero ¿lo hemos hecho?
La membrecía de iglesia y la profesión de fe se han transformado equivocadamente en sinónimos de la experiencia del nuevo
nacimiento. Porque todos a nuestro alrededor tienen aproximadamente la misma experiencia que poseemos nosotros, no
vemos peligro y no sentimos necesidad de una experiencia más profunda. Esta situación existe en casi todas las iglesias y de-
nominaciones de nuestros días y esta creencia espuria de que hemos encontrado la religión sólo a través del conocimiento, la
profesión y la asistencia, nos permite tratar a Dios como una conveniencia más bien que el núcleo de nuestra vida diaria.
Las iglesias en su mayoría están acallando hasta los últimos vestigios de la verdadera religión que permanecen entre ellos.
Ofrecen seguridad y comodidad, apartadas de cualquier conexión viviente con Dios. Los miembros se han vuelto como un bebé
al que se le ha enseñado a contentarse con un chupete en vez de "lo auténtico".
Podría parecer como que estoy en contra de la religión, pero no es así. Aunque la religión no me trajo a Dios, fue un
trampolín, un estímulo que ha abierto mis ojos e iniciado mis pensamientos. Ha sido un catalizador, si me lo permiten, para
colocarme en una dirección, para afirmarme en algunos principios y para proveerme de alguna estructura. Sin esto, pocos
entrarían alguna vez al sendero de una vida más profunda. Por esto estaré siempre eternamente agradecido.
Pero siento el anhelo de alcanzar a las personas de estas iglesias para que vean lo que se ha estado olvidando; que Dios es
una persona y que todos pueden conocerlo y experimentarlo. La interacción entre Dios y el alma ¡es el latido de la verdadera
experiencia cristiana! Diariamente, hora a hora y en todo momento, Dios está dirigiendo, Dios nos inviste con poder, Dios está
inspirándonos a vivir una "vida [...] escondida con Cristo en Dios" (Colosenses 3:3), que "Dios pueda ser el todo en todos" (1
corintios 15:28). Esta es la experiencia que sentía que estaba perdiendo. Yo no lo comprendía, pero de alguna manera la
anhelaba en lo profundo de mi alma.
Dios colocó ese anhelo en mi corazón, y deseaba darme esta experiencia, pero él sabía que iba a requerir serios cambios en
mi vida. Dios sabía que nunca lo encontraría en medio de la "iglesiandad" y "religiosidad" del mundo, con su orgullo, con su
pretendida pompa y propaganda propia. Así que Dios me dio el mismo mensaje que Jesús les dio a sus discípulos. Dijo así:
"Venid aparte [...] y descansad un poco" (Marcos 6:31).
Él me estaba entregando las primeras llaves para esta experiencia. Primero, debía responder a su gloriosa búsqueda y deci-
dir encontrarlo. "Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón" (Jeremías 29:13).
Entonces Dios dijo: Jim, debes estar dispuesto a recortar tu horario, reducir tus compromisos interminables, simplificar tu vida de modo
que puedas 'estar quieto, y conocer que yo soy Dios' (Salmo 46:10).
CAPÍTULO 3
11

Una vida sencilla


En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza" (Isaías. 30:15).

Su convención era la más grande que el mundo hubiera visto alguna vez. Vinieron delegados desde cada rincón de la tierra,
preocupados porque en lugar de destruir al oponente, ellos mismos parecían estar en peligro de destrucción. Esa noche se
desarrollaría el discurso clave de su extraordinario líder. Los delegados hablaban entre sí en tonos bajos y repetían: "Si hay al-
guien que puede dar vuelta la situación, ¡es el expositor de esta noche!"

Desde que tenían memoria, él había sido su líder. Más aún, era a quien todos deseaban emular. Él poseía tanto sus afectos como
su lealtad y a través de los años se había transformado, in esencia, en su dios. Un aplauso atronador se eleva espontáneamente
de parte de los delegados cuando aparece al frente y Ocupa el lugar que le corresponde en la plataforma. Observa cui-
dadosamente al mar de ansiosos rostros vueltos hacia él y como un político, se sacia con la aprobación de la multitud. Al irse
calmando la ovación, inspira profundamente y comienza. "¡Escuchen ustedes, diablos! No vamos a impedir que los cristianos
vayan a las iglesias. ¡Van a asistir! No podemos impedirles que se aterren a sus doctrinas o que hagan sus oraciones. ¡Lo seguirán
haciendo! Debemos cambiar nuestras tácticas si queremos seguir disfrutando del éxito. "El tiempo es la clave, mis amigos.
Podemos concederles sus doctrinas, sus oraciones, y su asistencia a la iglesia si podemos controlar su tiempo. El tiempo es el
ingrediente esencial, porque sin él, ellos nunca encontrarán una conexión salvadora con 'Jesús'!" dijo, escupiendo
maliciosamente la última palabra. Satanás continuó hablando. "Permitámosles pensar que son salvos, en tanto que nosotros
controlemos su tiempo y serán nuestros, tan seguramente como aquellos que nunca asentaron un pie en una iglesia. ¿Cómo lo
lograremos? Simple. Manténganlos ocupados en las cosas superficiales de la vida e inventen innumerables estratagemas para
ocupar sus mentes. Anímenlos entonces a gastar, gastar, gastar y luego a trabajar, trabajar, trabajar para poder pagar sus
deudas. Llenen sus buzones con catálogos llenos de las ofertas más seductoras. A continuación, añádanles ofertas de tarjetas de
crédito para pagar todo lo que han comprado. "Enséñenles que la felicidad proviene de las cosas e induzcan a los esposos a
trabajar ocho, diez o doce horas por día, seis días a la semana. Háganlos trabajar en dos trabajos si es necesario. Hagan que
parezca una necesidad que las esposas trabajen. Díganles que no hay otra salida, si quieren mantener el estilo de vida que
desean para sus familias. Entonces consigan que las esposas trabajen duro por largas horas sumadas a las responsabilidades del
hogar, así no les quedan energías al fin del día para sus esposos o hijos. "Estimulen por demás sus mentes así no pueden
escuchar los susurros de Jesús a sus conciencias. Bombardeen sus sentidos con música que se escuche en cada hogar, lugar de
trabajo y negocio. Asegúrense de que las malas noticias los alcancen cada día por todos lados. Utilicen los diarios, revistas, la
radio y la televisión las 24 horas del día.

"Corrompan la trama moral de sus matrimonios y de sus jóvenes colocando imágenes sensuales que provoquen pensamientos
impuros en las carteleras, en las películas, en los diarios o tapas de revista, y, por supuesto, en la televisión. Utilicen los shows de
la TV para que desfilen por las salas de sus hogares los miembros más pervertidos de la sociedad. Hagan que disfruten de los
detalles más sórdidos de conducta inmoral hasta que comiencen a considerar al mal tan solo como otra alternativa. "Háganlos
morar en la basura, 'en lo trivial y en las aflicciones del mundo. Describan en detalle los delitos de los ricos y famosos.
Distráiganlos de las realidades serias de la vida mediante esperanzas vanas con rifas, loterías y juegos de casinos. Llenen sus
estantes con libros, revistas y más libros aún. Estos representan tiempo; y cuanto más tiempo pasen con esto, menos tiempo
pasarán con Dios. "Llenen sus hogares con computadores y háganlos andar por las autopistas electrónicas donde nosotros
controlamos la mayoría de las salidas. Envíenles montones de correos electrónicos. Empantánenlos con la repetición de
información interminable. Denles computadoras portátiles así podrán estar siempre trabajando. "Asegúrense de que todos
tengan un dispositivo electrónico de su preferencia, aun los niños. Llenen sus días con llamadas telefónicas. Denles teléfonos
celulares de modo que sea fácil hablar todo el tiempo. Estén seguros de que sus máquinas contestadoras estén repletas de
mensajes. "Sobrepasen a los niños con actividades, programas de deportes en la escuela y después de la escuela, danza, ballet,
clubes, escultismo, clases de música, representaciones escolares y fiestas. Cáusenles estrés con tareas escolares que vayan en
aumento a edades cada vez más tempranas. Envíenlos a preescolar y programas de atención temprana para niños,
manténganlos lejos de la influencia de los padres y permítanles llevar una vida tan separada de sus padres como sea posible, así
para la edad en que lleguen a la adolescencia, no tengan nada en común con papá y mamá. Ténganlos tan estresados que
respondan a nuestra estimulación para que sean sexualmente activos, a que usen cigarrillos, alcohol u otras drogas como un
escape. "Permítanles que sean excesivos aun en sus recreaciones. Envíenlos en vacaciones caras. ¡Háganlos salir, salir, salir!
Háganlos regresar de sus vacaciones exhaustos, intranquilos y sin preparación para la semana entrante. No les permitan salir a la
naturaleza. En su lugar, envíenlos a parques de entretenimiento, eventos deportivos, conciertos y películas. Hagan de esto su
dicho: "Las vacaciones los cansan lo suficiente como para regresar al trabajo y los empobrecen lo suficiente como para que
tengan que ir"! "Si evitan estas trampas, utilicen sus propias iglesias en su contra. Denles tantos cargos, responsabilidades y
problemas con los cuales lidiar que su tiempo sea consumido por "buenas obras'. Cuando tengan reuniones sociales de la iglesia,
ocúpenlos con chismes y críticas de modo que salgan con conciencias perturbadas y con sus emociones agitadas. Traigan crisis
tras crisis a sus iglesias así se mantendrán ocupados "apagando fuegos' de modo que no haya tiempo para encender la llama del
evangelio en sus corazones. Anímenlos a estudiar doctrinas y evangelismo. Déjenlos que asistan a seminarios de entrenamiento, 12
talleres de liderazgo y a grandes reuniones de evangelismo. "Despejen el camino para grandes marchas Ínter denominacionales
que busquen reformas. Asegúrense de que verbalmente coloquen a la familia antes que a los valores de la familia. Dejen que se
involucren con los grandes temas sociales, como el aborto. Déjenlos que tengan estilos de vida conservadores pero, a toda
costa, y de toda forma posible, eviten que acudan a la Biblia y a Dios como pecadores en necesidad de salvación. Porque si lo
hacen, todo está perdido para nosotros. "El tiempo es nuestra gran herramienta y nuestro mayor amigo, mis colegas.
Utilicémoslo con sabiduría y déjenlos dormir en sus engaños tan solo un poquito más. Entonces, tanto el mundo como la iglesia
serán nuestros y ganaremos una victoria eterna. ¡Adelántense, mis amigos, hacia la victoria!" Con ambas manos en alto. Satanás
exhorta a sus huestes ser es. "¡Adelante hacia la victoria! ¡Adelante hacia la victoria! ¡Adelante hacia la victoria!" Hasta que solo
el eco restante de esta reunión culminante llega hasta nosotros hoy. ¡Fue una convención realmente notable! Puede ser que no
haya supuesto todos los detalles de la reunión, pero sea usted d juez de los resultados. Los ángeles malignos fueron ansiosos a
cumplir con sus tareas para causar que los cristianos de todas partes se mantengan ocupados, ocupados, ocupados que corran
do aquí para allá. No estamos viviendo vidas sencillas, mis amigos. Nuestras vidas están demasiado congestionadas. Todo el
sistema está sobre estimulado. ¿Ha sido exitoso el diablo con su estratagema? El plan ha funcionado muchísimo mejor de lo que
se esperaba. Satanás se las ha arreglado para conseguir que el mundo entero se suba a bordo de un tren que se mueve
rápidamente. Ese tren va cada vez más rápido y más rápido con cada día que pasa, y él no está dispuesto a frenarlo de modo
que alguien pueda bajar. Pasé más de treinta años de mi vida en ese tren, sin sospechar del sendero en que estaba viajando. Los
humanos somos extraordinariamente adeptos a no ver lo obvio. Esta experiencia era realidad en mi vida, pero se necesitaría la
combinación de uno de los páramos más conocidos del mundo y un pequeño lago virtualmente desconocido para bajarme de
ese tren. Dándonos cuenta de que necesitábamos un tiempo de alejamiento del mundo del trabajo cotidiano, con Sally
comenzamos a planear lo que llamamos "time out". A fines de junio de 1982, subimos a los chicos en la camioneta rural y nos
dirigimos al norte de la península de Michigan para acampar a la orilla del Lago Imp. Prácticamente no había nadie a nuestro
alrededor en aquella época del año y establecimos campamento y caminamos a solo unos pocos pasos desde nuestro
campamento hasta la orilla del lago. Matthew, de 5 años, y Andrew de 3 años, inmediatamente comenzaron a tirar piedras en el
agua y mientras ellos estaban ocupados, junto con Sally nos sentamos en la playa y tratamos de descansar. La carrera había
terminado.

Yo estaba de vacaciones por diez días sin problemas, sin teléfonos y sin responsabilidades fuera de mi familia. Sin embargo,
mientras me encontraba allí sentado en la playa, sentí como si todo mi cuerpo estuviera acelerado. Me volví a Sally y le dije: -
Querida, ¿me tomarías el pulso? -¡Por supuesto! -dijo ella, tomando mi muñeca en su mano y volviendo a su papel familiar de
enfermera-. Es de 88. -¿Está bien esa cifra? -le pregunté. -No, Jim -dijo ella, y su hermoso rostro se nubló con preocupación-. Eso
no es bueno para un hombre de 33 años que no está más que sentado en la playa. Unos pocos días más tarde, me encontraba
saltando entre las piedras en la misma playa con mis hijos. Ellos estaban admirando mis esfuerzos con el asombro que solo los
niños pequeños tienen por su padre. Me sentía descansado, renovado y calmo. -Querida, ¿me tomarías el pulso? -pedí otra vez.
El resultado fue 68. ¡Quedé asombrado! La matemática era fácil. Con solo descansar, mi ritmo cardíaco había bajado 20 pulsos
por minuto. Esa era una diferencia de casi 29.000 pulsos por día. Comencé a darme cuenta del grado de estrés bajo el cual
estaba viviendo y el daño que esto le estaba haciendo a mi cuerpo. Este evento simple estableció el estilo para el resto de
nuestra vacación de diez días. ¿Qué era lo más importante en la vida realmente? Por primera vez me cuestioné mi éxito. Si gané
100.000 dólares el año pasado, ¿tengo que ganar 150.000 dólares este año y un cuarto de millón el año que le sigue? ¿Cuándo
detener esta carrera y cuándo me considero exitoso? Al mirar a mis muchachos tirando piedras al agua, me di cuenta de un
hecho estremecedor y dolorosamente le dije a Sally: -No conozco a mis propios hijos. Yo sabía quiénes eran. Conocía sus
nombres. Sabía su tamaño de pantalones. Me responsabilizaba de que tuvieran comida para sus estómagos, pero realmente no
los conocía a ellos como individuos. Después de todo, ¿qué era exactamente lo que estaba buscando? ¿Cuál era el costo que
estábamos pagando? Regresamos a la civilización inquietos, llenos de dudas acerca del sendero que seguíamos en la vida.

Mi exitosa venta de seguros me “premiaba” con un viaje con todo pago a Reno, Nevada. Todo lo que tenía para ofrecer esa
malvada ciudad iba en contra de lo que había llegado a creer como cristiano, así que le pregunté a la compañía: -¿Puedo obtener
el dinero en efectivo en lugar del viaje? -No. -¿Puedo hacer un viaje a algún otro lugar? -No. Es ese viaje o nada. Con Sally
miramos el mapa de Nevada y notamos que al sur de Reno había un lugar llamado Yosemite National Park. -Sigamos adelante
con el plan y aceptemos las reservas de aerolíneas y esa habitación de hotel y entonces vayamos a Yosemite cada día -sugerí yo.
Esta era una oportunidad para que con Sally pasáramos un tiempo juntos así que hicimos los arreglos. Partimos de Wisconsin
hacia Reno y al MGM Grana Hotel a principios de agosto. Más tarde, en Yosemite, estacionamos el automóvil y caminamos
subiendo hasta una corriente de agua cristalina que atravesaba las montañas. Nos cautivó de tal manera que nos sentamos a su
lado durante una hora y media disfrutando tan solo del canto del agua entre las rocas. La esencia de los pinos era tan fuerte que
sentimos que podíamos absorberla directamente con nuestros pulmones con cada respiración. Para escalar nuestras primeras
montañas usé mis caros zapatos de cuero de marca. ¡Qué ocurrencia! En el apacible escenario junto a aquellas corrientes
tranquilas, trepando aquellas montañas majestuosas y en los valles entre las montañas cubiertos de rosado y lila, escuchamos a
Dios hablándonos de una manera como nunca lo habíamos experimentado antes: Jim y Sally, bájense del tren. Nos dimos cuenta
de que no decidir ya era tomar una decisión. Cada vez que Dios nos coloca frente a una decisión, la tomamos, aun si la decisión
es no hacer nada. Dios ha dicho: “¡Escápate! No mires hacia atrás [...]. Huye a las montañas” (Génesis 19:17 NVI). Se necesitaba
acción. Decidimos en el viaje de regreso en el avión que íbamos a tratar de vivir de la forma en que sentíamos que Dios nos
estaba llamando a vivir. Cuando Dios creó al hombre, lo colocó en un jardín preparado para él. Nosotros no podíamos vivir en el
Jardín del Edén, pero sentíamos que cuanto más pudiéramos acercarnos al plan original de Dios, mejor sería para nuestra vida
física, mental y espiritual. Decidimos seguir el llamado que Dios había colocado en nuestros corazones y así como Abraham hace
tantos años, nos sentimos como peregrinos siguiendo a nuestro Dios hacia la Tierra Prometida. Estábamos decididos a poner 13
nuestros planes en acción. Pusimos la casa y el negocio en venta. Entonces sacamos un mapa de los Estados Unidos y planeamos
a dónde deseábamos ir. Inmediatamente eliminamos algunas de las áreas. A ninguno de los dos nos gusta el clima caluroso y
húmedo del sur. Aparecieron objeciones para algunas otras áreas. La búsqueda pronto se circunscribió a tres áreas geográficas:
a la Upper Península de Michigan, la parte norte de Maine y la zona del noroeste del Pacífico. Habíamos visitado Glacier National
Park hacía unos pocos años y nos sentimos atraídos por esta gema del continente. En setiembre, visitamos Montana
nuevamente y buscamos ampliamente toda el área que rodea el parque. Nuestra preocupación era que se llegara a poblar en
los alrededores del lugar donde nos radicáramos, forzándonos de este modo a mudarnos nuevamente. Finalmente en el límite
occidental del parque recorrimos uno de los valles apartados más hermosos que quedan en nuestro país. En el este se
encontraba limitado por el Glacier National Park y en el oeste por la cadena montañosa Whitefish. El 98% de la tierra era
propiedad del gobierno federal. Era obvio que aún si cada terreno de tierra privada fuera trabajado nunca podría llegar a
poblarse demasiado. Mirándonos el uno al otro, ambos levantamos nuestros pulgares hacia arriba. Habíamos encontrado
nuestro valle. ¡Nos íbamos a Montana! El valle, atravesado por un hermoso río agreste, recorre 96 kilómetros de norte a sur. La
población de nuestro valle es de 175 personas en toda la zona de 96 kilómetros. Había solamente un lote de 16 hectáreas de
tierra en venta. El agente vendedor de la inmobiliaria nos informó que había estado en venta ¡durante cinco años! Estas eran
realmente buenas noticias, porque teníamos que vender nuestra casa antes de que pudiéramos comprar cualquier otra cosa. Si
la propiedad no se había vendido por cinco años, existían muy buenas probabilidades de que estuviera todavía allí cuando
vendiéramos nuestra casa. No había muchas formas de ganarse la vida en este valle, pero nuestros planes, de todos modos, no
incluían que yo trabajara al comienzo. Queríamos usar algo de la diferencia sobrante de la venta de nuestra casa para que yo
pudiera permanecer en casa los primeros años para ayudar a Sally con los muchachos y tener tiempo para desarrollar una
verdadera conexión con Dios. Estábamos seguros de que el Señor nos había guiado. Regresamos a Wisconsin con planes
definidos para reubicarnos en Montana. Nuestros planes para reubicarnos podían estar tomando forma, pero nuestros amigos y
nuestra familia se manifestaron totalmente opuestos a lo que estábamos haciendo. Solo pensar en la idea les chocaba y les
resultaba fanática, extrema y necia. Pero nosotros estábamos decididos a cortar toda influencia que pudiera entorpecer una
plena y completa rendición de nosotros mismos a Dios. Íbamos a proveer el mejor ambiente posible para nuestros hijos. Les
daríamos lo mejor y los guardaríamos de todo el resto. Los que más se oponían eran nuestros compañeros miembros de iglesia.
-¡Tus normas son demasiado altas! -decían ellos-, ¡no se lo puede lograr! Realmente, el mundo aprobaba más la idea de lo que
estábamos planeando hacer, que nuestros compañeros cristianos. No éramos de la idea de sobrevivir. Solamente deseábamos
cortar las distracciones que nos impedían desarrollar la relación con Dios que estábamos buscando. Eliminaríamos de nuestras
vidas aquellas cosas que eran buenas y, más aún, hasta aquellas cosas que eran mejores para que pudiéramos poseer ¡lo
óptimo! Planear la compra de una tierra sin cultivar tenía varias consecuencias, la más importante de las cuales era que
teníamos que vender nuestro lugar a más tardar en marzo si queríamos construir una casa y tenerla lista para ocuparla a
principios del invierno en la montaña. Cualquier fecha ulterior a esto, y hasta con constructores profesionales, nos encontraría
compitiendo con el clima. Pero marzo vino y pasó sin un vestigio de poder vender la casa a pesar de toda la propaganda hecha.
No podía entender lo que estaba sucediendo. Sabía que Dios nos había llamado, y sentía que él nos había guiado en nuestros
planes, y ahora me encontraba desconcertado. Los amigos y familiares comenzaron a burlarse de nosotros y trataron de
convencernos de que habíamos estado equivocados. Después de todo, la casa no se había vendido en la fecha que habíamos
pensado como última. Señor, le dije, ¿comprendí realmente lo que tú deseabas? Finalmente retiré la casa del mercado
confundido y desalentado. A principios de mayo, recibí una llamada del dueño de una inmobiliaria, quien dijo: -Hace unas
semanas vi que tenían su casa en venta. Tengo un cliente que está interesado en ese tipo de propiedad. ¿Podría llevarlos para
que los vea? -Por supuesto -le dije-. Nos trajo un cliente muy interesado que pasó un período considerable de tiempo con
nosotros viendo la propiedad y el equipo que utilizaba para mantenerla. Nos hizo una oferta de 6.000 dólares por encima del
precio que estábamos pidiendo, así podría comprar el tractor y máquinas de cortar pasto junto con la propiedad. Nos pagó el
precio de venta como si fueran nuevos a pesar de que eran usados. Se nos renovó la esperanza. Nuevamente se pusieron en
marcha nuestros planes. La siguiente tarea era vender las cosas que no eran indispensables para reducir el exceso de nuestras
vidas, ¡y teníamos un montón de excesos! Sally quedó para hacer la venta mientras yo me dirigía a Montana ¡a comprar nuestro
lugar! Cuando llegué al negocio que tenía el único teléfono público en kilómetros a la redonda, llamé al agente de la inmobiliaria
para asegurarme de que la propiedad estaba todavía en venta. -Voy a ir a mirarla una vez más y entonces regresaré para hacerle
una oferta -le dije. Luego de examinar la propiedad una vez más, sentí que realmente iba a suplir nuestras necesidades, regresé
al negocio y al teléfono a las 14:30 esa misma tarde. -Lo siento -dijo el agente-, la propiedad se vendió a las 13:30 esta tarde. ¡No
lo podía creer! En shock e incredulidad, llamé a Sally para darle la noticia. Entonces descorazonado, subí a una pequeña colina y
oré acerca de la situación. Jim, súbete al auto y recorre el valle, dijo el Señor. No teniendo otra cosa que hacer, me dirigí hacia el
norte a Canadá sintiendo mucha auto compasión. Hacia el fin de la región norte del valle, me encontré a mí mismo entrando en
la propiedad de alguien, ni siquiera seguro de porqué lo estaba haciendo. Un hombre mayor, evidentemente jubilado, estaba
afuera cortando lo que habría sido césped, si hubiera habido alguno. En realidad estaba pasando la máquina sobre un yuyal.
Bueno, le preguntaré por propiedades, pensé. Así que me aproximé y le expliqué lo que estaba buscando. A lo que me contestó
inmediatamente: -Bueno, le voy a vender mi propiedad. -¿Está en venta? -le pregunté. -Lo está ahora -replicó él. Me guió en un
recorrido por la propiedad y por la pequeña cabaña de 89 metros cuadrados. Lentamente caí en la cuenta. Dios tenía un lugar
diferente seleccionado para nosotros durante todo ese tiempo. Compramos la pequeña cabaña de troncos construida en un
terreno de 2 hectáreas con vista hacia el Glacier National Park limitando con tierras del servicio de guardabosques de los
Estados Unidos. Solamente más adelante nos daríamos cuenta de que el Señor nos había ahorrado el proyecto de construcción
de una casa. Nos estaba trayendo a las montañas de modo que pudiéramos construir nuestros caracteres en lugar de construir
una casa. Cuando regresé a Wisconsin, el rompecabezas comenzó a encajar. Sally había estado ocupada. Había sacado más de
10.000 dólares de las ventas de cosas usadas. Se vendió el negocio. Los detalles de la venta, sin embargo, nos causarían
considerables inconvenientes en el futuro cercano. El comprador era incapaz de reemplazarme con otro agente hasta algún 14
momento en octubre. Los términos de la venta establecían que yo tendría que proveer al menos una supervisión de tiempo
parcial sobre la agencia hasta que otro agente ocupara el lugar. Cerramos la casa a principios de agosto y mudamos nuestra
familia a nuestra cabaña en Montana. Apenas tuve tiempo de comenzar el proceso de establecernos antes de que tuviera que
regresar para supervisar la empresa. Esto dejó a Sally y a los niños para continuar organizando el hogar más pequeño que alguna
vez hubiéramos poseído. Esto era extremadamente duro para ella, no solamente porque tenía que hacer tanto de madre como
de padre, sino también porque ambos éramos de un ambiente de ciudad. Habíamos vivido en el campo, pero nuestra vida en
Montana era un poquito diferente que la de miles de otros residentes en áreas suburbanas. Aquí estaba sola, en el desolado
paraje. Trabajé como un perro en la agencia así podría ponerme al día y regresar a Montana por otras dos semanas. Allí,
también trabajé frenéticamente, no solamente para establecernos, sino tratando de prepararnos para el invierno entrante y
para conseguir una reserva de leña. Así continuó esto de ida y vuelta, una semana en Wisconsin, las siguientes dos en Montana,
manejando 30 horas seguidas en cada viaje de ida y de vuelta, hasta que quedé cercano al agotamiento. Por fin el nuevo agente
ocupó su lugar e hice el viaje final a casa en Montana. ¡No encontré a nadie al llegar! Esto era desconcertante, así que me dirigí
al hogar cercano de gente con la cual nos habíamos hecho amigos para ver si ellos sabían algo. ¡Efectivamente lo sabían! Ellos
estaban cuidando de mis dos hijos. Mi esposa, según me informaron, se había quebrantado por el estrés y estaba en la ciudad
donde la estaba atendiendo el médico por neumonía. Le llevaría tres meses recobrarse completamente. Por fin estábamos
juntos como familia en nuestra cabaña de troncos en este lugar solitario. Luego de pagar todas nuestras deudas y de comprar al
contado la cabaña, teníamos un poco de dinero sobrante, 18.000 dólares. Lo dividimos en tres partes y decidimos que viviríamos
con 6.000 dólares al año. Vivíamos en forma simple, sin cosas como toallas y pañuelos descartables. No podíamos pagar por
tales lujos. Entonces me tocó el turno a mí. El estrés bajo el cual había estado viviendo durante los últimos pocos meses cobró su
cuota. Estaba tan débil que apenas podía levantarme. Después, Sally se quebró el pie en tres lugares, a esto le correspondieron
gastos médicos. El agua para la casa se bombeaba desde el arroyo, pero el clima se volvió tan extraordinariamente frío, que el
arroyo se congeló totalmente hasta el lecho. Ahora, nosotros teníamos dos hijos pequeños y estábamos sin agua excepto por la
que podíamos derretir de la nieve. Sin agua, tuvimos que usar el excusado afuera de la casa para no usar el sistema de cloacas, y
sin el constante influjo de agua y de desechos orgánicos para descomponer, nuestro sistema de cloacas se congeló también. Así
que ahora no podíamos ni siquiera tirar por el desagüe la pequeña cantidad de agua que derretíamos. Nuestra camioneta se
rompió. Sally se fracturó el pie por segunda vez y luego se quebró un dedo en los rodillos escurridores de la máquina de lavar de
un vecino. Llenamos el tanque de gas propano de 1.893 litros que usábamos como combustible para cargar nuestro generador
solo para que volara una válvula en mal estado una semana más tarde. Perdimos todo nuestro gas en el momento en que
menos podíamos afrontar este gasto. ¿Por qué estaba sucediendo esto? ¿Estaba Dios con nosotros todavía? Nos habíamos
mudado a las montañas para encontrar a Dios y no teníamos otra cosa que problemas y dificultades desde el mismo comienzo.
Gradualmente nos dimos cuenta de que Satanás estaba tratando de desanimarnos y hacernos mudar de nuevo a la civilización
donde el agua no se congela, donde los médicos están más cercanos y donde abundan las comodidades. Descubrimos que en
todas estas pruebas había un mensaje para nosotros. Si Satanás estaba tan preocupado por nuestro cambio, entonces debíamos
estar en el sendero correcto. Toda la familia tomó la actitud de que Satanás trataría de destruirnos, pero que si éramos fieles.
Dios nos sustentaría.

Lentamente pasó el primer invierno. Finalmente, llegó la primavera, y con ella la restauración de nuestra suministro de agua.
Habíamos estado acarreando la ropa para lavarla en la ciudad, así que Sally estaba ansiosa por lavar algo de ropa en casa.
Desconocíamos que nuestro sistema séptico estaba todavía congelado, y el agua se derramó por toda la casa. Las dificultades se
habían transformado de tal manera en nuestro estilo de vida que Sally y los chicos se reían mientras transportaban bolsas de
cereales y otros objetos fuera del alcance del agua y comenzaron a limpiar. Aprender nos llevó tiempo, pero nos volvimos
expertos en esta vida frugal y aprendimos a evitar que los caños de agua se congelaran y a conseguir suficiente leña para el
invierno. Nuestra vida en ese paraje solitario no nos salvó, mis amigos. No fue una cura mágica. Si nos hubieran podido
contemplar en aquellos primeros años hubieran visto una familia luchando para controlarse. Establecimos un horario y
trabajamos duro para regularlo exactamente de modo que pudiera cubrir las necesidades de nuestra unidad familiar. Apartamos
un tiempo del horario para estar a solas con Sally y nuestro matrimonio comenzó a sanarse. Finalmente teníamos el control de
nuestro tiempo. Con tiempo para pensar y reflexionar llegó la oportunidad de acercarnos a Dios. Dios estaba utilizando esta vida
apartada como una herramienta para atraernos hacia él sin las distracciones de la vida ocupada que habíamos llevado por todos
aquellos años. Pronto las herramientas que Dios nos había dado, un horario, ausencia de distracciones, la dura disciplina de la
vida simple y la grandeza de su creación, comenzaron a dar resultados en nuestra familia. Nos acercamos a Dios y al mismo
tiempo entre nosotros. Si ustedes nos hubieran conocido antes y pudieran habernos visitado en este punto, hubieran visto los
comienzos de la cosecha de gozo que estábamos recogiendo de las elecciones duras que habíamos hecho. Hubieran dicho, así
como lo hicimos nosotros: "¡Vale la pena!"

Muchos ven la necesidad de un cambio drástico, pero cuan pocos son capaces de librarse de las circunstancias. La esposa de un
pastor nos escribió recientemente: "Cuando los llamé, fue porque anteriormente había llegado a la convicción de que
necesitaba frenar la marcha, organizarme y pasar mucho más tiempo en oración y en estudio de la Palabra de Dios. Me di
cuenta de que mi esposo no se me uniría en mi resolución de Año Nuevo. Sin embargo, necesitaba consagrarme sola.
Comprendí el concepto de bueno, mejor, óptimo. Verdaderamente deseaba elegir lo óptimo. "He fracasado tan
miserablemente. En este momento me siento atrapada. De alguna manera me organicé como maestra y líder de una clase
bíblica, como líder de ministerios de evangelismo en dos iglesias, coordinadora de las comisiones para conseguir fondos en dos
iglesias, líder de salud y temperancia, ayudante de servicios de ayuda comunitaria, líder y maestra de escuelas bíblicas de 15
vacaciones en dos iglesias, y algunas veces editora de boletines informativos o de boletines de iglesia. Añádanle a esto el trabajo
normal de las iglesias y las reuniones pastorales a las que asistía con mi esposo cada mes. También necesito asistir a seminarios
para líderes y alrededor de otras seis reuniones relacionadas con ministerios cada año con mi esposo, además de las reuniones
de junta a las que debo asistir porque tengo todos estos cargos en las respectivas iglesias. "Al escribirles esto, parece una locura
tener esta clase de horario a la luz de la santificación que necesita realizarse en mi propia vida y mantenerme al día con las
tareas del hogar en las cuales mi esposo no coopera sistemáticamente. También estoy a cargo de las finanzas en nuestro hogar y
lo ayudo a él como secretaria muchas veces. ¿Con qué corto? ¿Por dónde comienzo? Mi vida es una carrera constante tras
tareas inconclusas y gente frustrada". ¿Quién colocó esas cargas sobre la esposa del pastor? Ciertamente no fue Dios. Ella sola
cargó con las expectativas de todo el mundo. Una cristiana sabia escribió, "El Señor nunca obliga a realizar movimientos
precipitados, complicados. Muchos acumulan sobre sí cargas que el misericordioso Padre celestial no colocó sobre ellos. Uno a
otros se suceden precipitadamente los deberes que Dios nunca tuvo el propósito de que llevaran a cabo. Dios desea que
comprendamos que no glorificamos su nombre cuando tomamos tantas cargas que nos hallamos oprimidos y, por haber
cansado el corazón y el cerebro, nos irritamos, nos impacientamos y regañamos. Solo hemos de llevar las responsabilidades que
el Señor nos da, confiando en él y manteniendo así nuestros corazones puros, dulces y llenos de simpatía" (Mensajes para los
jóvenes, p. 133).

Hace no mucho tiempo, estaba hablando en una serie de reuniones cuando una mujer joven me alcanzó una nota tan pronto
como terminé mi sermón, que decía: "¡Llame a Marie inmediatamente!" Marie, era una amiga cercana de nuestra familia, con la
que no había hablado por años. Oh, habíamos conversado, pero nada en serio realmente durante años. ¿Por qué me estaría
buscando Marie desde otro estado con un mensaje como este? -me pregunté. En cinco minutos, me encontraba marcando su
número, su esposo contestó. -¡Gracias a Dios que llamaste! Marie desea hablar contigo. -Yo no te lo puedo contar, Jim. Dejaré
que lo haga Marie. Marie estaba llorando. -Jim, estoy tan agradecida que hayas llamado. Acabo de llegar del consultorio del
médico. Me dijo que hiciera mi testamento. Dice que soy un caso perdido. ¿Puedo ir y quedarme con ustedes durante un mes?
¡Necesito ayuda! -¡Sí, puedes venir! -¿Estás seguro? ¿No quieres orar antes de decidirlo? Pensé que orabas antes de decidir
cualquier cosa. Marie, he estado orando por esto durante 10 años. No tengo que ponerme ya de rodillas. He observado tu vida.
He visto lo que te ha causado. Esta es una respuesta a mis oraciones. Te recogeré en la estación del tren. ¡Ven! Cuando vino
Marie, tenía úlceras sangrantes, células pre cancerosas y anemia, y estaba tan cercana a un quebrantamiento físico y nervioso
como nunca había visto antes a nadie. Tenía 46 años, y sus manos no paraban de temblar. Sus ojos tenían esa mirada lejana. La
llevé a nuestro pequeño hogar en la montaña y la ubicamos en nuestra cabaña para visitas. ¿Qué le había sucedido a mi amiga?
Nos habíamos criado en la misma ciudad, en la misma calle. Se había visto atrapada, no voy a decir por el sueño sino por el
"mito norteamericano". Estaba trabajando 14 horas por día, seis a siete días por semana. Deseaba encontrar la casa de sus
sueños. Entonces sintió que tenía que amueblarla con muebles exquisitos. La vida comenzó a controlarla. La estaba
destruyendo. ¡Necesitó que el médico la despertara! El sueño norteamericano moderno es un mito, pero el mito no existe
solamente en Estados Unidos de Norteamérica. Existe en Australia, Nueva Zelandia, Gran Bretaña, toda Europa, Japón, Brasil y
por todo el mundo. La gente está atrapada en él, y está destruyendo sus vidas. Le dije a Marie: -No te vamos a predicar.
Nosotros tenemos un estilo de vida diferente al tuyo. Puedes participar en cualquier cosa que desees o sentirte libre de rechazar
cualquier cosa que desees. Toda nuestra familia comenzó a ministrarla, y llegó a formar parte de nuestra familia en nuestras
rutinas diarias. Participaba del culto con nosotros en la mañana y en la noche. Cantaba con nosotros. Caminaba con nosotros,
comía nuestra dieta, jugaba a los palitos chinos y al dominó con nuestros niños en la noche y se unía a nuestra hora de lectura
familiar. Mi esposa, como enfermera, la atendió en las áreas de salud, y comenzó a mejorar. Al disminuir el ritmo de vida,
renació el deseo por Dios en su corazón. Al fin de 30 días me dijo: -¿Sabes Jim? Puedo resumir mi estadía con tu familia en tres
palabras: menos es más. Nosotros teníamos una casa más pequeña que la suya. Teníamos menos muebles, menos ropa, menos
en el garaje, menos de todo lo que el mundo ofrece, pero teníamos más de lo que el mundo nunca puede dar. Teníamos amor
en nuestro hogar. Teníamos compañerismo. Teníamos tiempo para dedicarnos el uno al otro. Por eso es que ella dijo: "Menos es
más". ¡Cómo desearía que ese comentario se pudiera hacer de cada hogar cristiano! Casi puedo escuchar a alguno diciendo: "La
vida simple es dura y aburrida, Jim". Dura quizás, ¿pero aburrida? Justo en el patio de atrás de nuestra casa podemos ver alces y
ciervos. Los gatos monteses y glotones de América todavía vagan libres. El oso pardo viaja sin estorbos por estos últimos
bosques primitivos. Un día, mientras colgaba la ropa en el tendedero, sentí un fuerte codazo desde atrás mientras un tremendo
macho metía su nariz en mi bolsillo trasero buscando las pequeñas galletas con las que algunas veces los alimentábamos.
Tuvimos la bendecida oportunidad de amansar a una osa salvaje. Ella nos permitió que la acariciáramos y ¡hasta se subía al
juego de hamacas con mis muchachos! Ganar la amistad de criaturas salvajes significa ¡tener un poquito del cielo! ¿No es mejor
esto que Disneylandia? Y cuando uno se acerca a la naturaleza, se acerca a la naturaleza de Dios. Mis muchachos nunca se
aburren. Todo lo que tenemos que decir es sí. Sí, puedes ir de excursión con mochilas, a navegar en canoa, y a esquiar a través
de los bosques! ¡Sí, puedes escalar montañas, hacer rappel y a seguir el rastro de ese anta! ¡Sí, sí, sí! Y sí, nosotros iremos
contigo. A los niños en otros ambientes se les dice ¡no, no, no! Entonces se asienta la rebelión. Es tanto mejor vivir donde las
elecciones de nuestros niños se encuentran limitadas a opciones aceptables. De paso, la sencillez es una disciplina severa, pero
no es una nueva clase de legalismo. Hacemos esto con Cristo de modo que podamos traerlo a nuestro matrimonio y a nuestras
familias. No es tan solo una nueva clase de reforma que seguimos todos nosotros, pensando que somos salvos porque vivimos la
vida más sencilla en el mundo. Cristo vivió una vida simple y él es nuestro ejemplo. La tranquila sencillez de los primeros 30 años
de la vida de Cristo lo prepararon para los tres años y medio de ocupados años de ministerio activo. ¿Qué le está diciendo el
Espíritu Santo? ¿Le está diciendo: Bájese del tren? Dios promete: "Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones
seguras, y en recreos de reposo" (Isaías 32:18). Necesitamos regresar y encontrar nuestro descanso, encontrar esa conexión con
Dios. Cuando experimentemos esa tranquilidad y confianza, sabremos que Dios está con nosotros en cada momento y segundo
del día. Si queremos encontrar esa conexión viviente, vital con Jesucristo, debemos aquietar nuestras vidas. Debemos 16
simplificar, "En descanso y en reposo seréis salvos, en quietud y en confianza será vuestra fortaleza" (Isaías 30:15). No todos son
llamados a reubicarse en parajes solitarios pero cada uno es llamado a tener una experiencia de soledad con Dios. Puede
comenzar allí donde se encuentra, simplificando su vida y haciendo tiempo para Dios y la familia. No se necesitan habilidades
especiales o sumas significativas de dinero para lograr esto, solamente la determinación de poseer esta experiencia. El texto de
Isaías termina con el triste comentario: "...y no quisisteis". Amigos, no se necesita que esto se diga de ustedes. ¡Por favor no
permita que se diga eso de usted! Hoy es el día, ahora es el momento. Usted puede escoger escapar a Dios y encontrar
descanso.
CAPÍTULO 4
17
Un montón de decisiones
Escogeos hoy a quién sirváis (Josué 24:15).

Nuestros esfuerzos por simplificar han rendido resultados maravillosos. Erradicamos las ocupaciones y distracciones de la vida.
Pero esto solo no era suficiente para traerme alguna felicidad o paz duraderas. Sabía que el Señor nos había guiado a salir a este
paraje solitario con el propósito primario de desarrollarnos espiritualmente. Mientras que había estado estudiando conceptos
teológicos complejos durante años, mis estudios nunca habían producido ningún tipo de cambios de carácter que deseaba que
se produjeran en mi vida. Todavía estaba luchando bajo la concepción equivocada de que mayor conocimiento, una
comprensión más completa y una teología más perfectamente entendida era todo lo que necesitaba para producir una
transformación en mi vida.

Con esto en mente compré cinco libros de cinco teólogos respetados y reconocidos. Aquí en este lugar remoto, finalmente tenía
tanto el tiempo como la inclinación a obtener el conocimiento obrador de salvación. Ansiosamente comencé a leer. Para cuando
terminé el último libro, se apoderó de mí una confusión como nunca antes había sentido. Era claro que ninguno de los eruditos
más sobresalientes concordaba con el otro. Si ellos no podían comprender o ponerse de acuerdo sobre el evangelio, ¿qué
esperanza quedaba para mí?

Sabía en mi fuero más íntimo que el evangelio no podía ser tan complicado como lo había hecho el hombre. El sentido común
me dijo que el verdadero evangelio me salvaría de aquellas áreas de mi vida en las cuales mi fuerza de voluntad había sido inútil.
Ese evangelio me proveería con un poder con el cual podría controlar mis sentimientos, pensamientos y mis pasiones. Mediante
la guía del Señor había hecho muchos cambios en mi vida, y sin embargo todavía anhelaba paz con Dios. Todavía esperaba una
completa seguridad de salvación.

Como lo compartí anteriormente, nos habíamos dado cuenta hacía mucho, que las vidas urbanas eran demasiado complicadas,
demasiado ocupadas. Solamente después de que nos encontramos en este paraje solitario comencé a darme cuenta de que mi
teología estaba sufriendo de los mismos problemas que habían arruinado nuestra vida en la civilización. Era tiempo, una vez
más, de simplificar.
Regresé a la Biblia para estudiarla con oración. Esta vez no fui para comprobar alguna posición teológica o para obtener alguna
comprensión doctrinal. Fui a la Palabra de Dios como pecador en necesidad de salvación. Sabía que a menos que encontrara una
experiencia viviente mejor y más profunda, capaz de salvar a Jim Hohnberger de sí mismo, ¡estaba perdido! Cuando me
aproximé a la Biblia con ese espíritu humilde y maleable, se transformó en una fuente viviente. De sus páginas fluyó el mensaje
del evangelio que era tan simple y poseía tan prácticas aplicaciones a mi vida como las poseía el estilo de vida que Dios nos
había llamado a vivir en ese lugar remoto.

La Biblia me enseñó el mensaje del evangelio, que en su forma más simple se trata de hacer elecciones; elecciones diarias simple
y directamente. Todas estas elecciones combinadas, abarcan y entrecruzan toda la experiencia cristiana. Es mi privilegio en este
capítulo compartir con ustedes estas elecciones, que han transformado mi vida de esa manera.

Algunos podrían objetar que estoy simplificando demasiado el evangelio. Realmente no creo que esto sea posible. El evangelio
debiera presentarse tan simple, que el niño más pequeño pueda entenderlo.
Otros pueden acusarme de enseñar salvación por las obras. ¡Nada podría alejarse más de la verdad! Antes de descubrir el
verdadero evangelio, pasé toda mi vida "cristiana" intentando ser bueno, tratando de cambiar por mí mismo, con mi propia
fuerza humana. Seguramente comprendo la futilidad de una experiencia tal. Sin embargo, no tengo vergüenza del evangelio de
Cristo, que no solamente puede, sino que producirá cambios en la vida de cualquier hombre, mujer o niño que lo acepta. Estos
cambios son el fruto inevitable del evangelio.

Aquellos que objetan el hecho de que el cristiano puede realmente obedecer y hacer buenas obras, nunca han probado la gracia
y experimentado un poder fuera de sí mismos. Este poder "que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha
delante de su gloria con gran alegría" (Judas 24).
Así que si usted tiene la inclinación a ser un crítico, no le resultarán agradables las siguientes páginas. Pero si usted, así como yo,
anhela algo mejor que aquello que haya experimentado, si realmente desea completa seguridad de salvación, no tan solo
charlatanería teológica, si usted desea paz con Dios y la paz resultante en el interior, entonces dé vuelta estas páginas y explore
conmigo este conjunto de elecciones.

Una pareja recién casada lo comenzó todo. Mientras estaban sentados en la sala de espera del Salt Lake City Airport esperando
su vuelo, conversaban tranquilamente con la Biblia abierta sobre su falda. El hombre era un ministro evangélico recién
ordenado, y su celo y fervor eran inconfundibles. Constituían una pareja difícil de pasar por alto, tan obviamente enamorados, y
sin embargo era esa Biblia abierta lo que los distinguía del viajero común.
Alfredo, un devoto hombre de negocios mormón, lo observaba todo. Se encontraba sentado casi enfrente de ellos mientras
esperaba el mismo vuelo. Observó la pareja tan discretamente como le era posible, desviando sus ojos si ellos echaban una 18
mirada en su dirección. Alfredo era muy caballero y no quería que lo consideraran como mal educado al mirar tan directamente
a alguien. Se dio cuenta demasiado tarde que la joven pareja había sido consciente de sus miradas. Repentinamente se cerró la
Biblia y el joven se paró y se dirigió directamente hacia este extraño cuya atención habían cautivado tan claramente.
Alfredo había visitado a mi familia unos pocos meses antes, lira un hombre de negocios exitoso en la zona oeste de Montana, no
demasiado lejos de donde vivíamos nosotros. Vino a nuestro hogar con dos jóvenes misioneros mormones. Creo que el
propósito de su visita era iluminarme acerca del mormonismo, pero Dios pareció tener otros planes.

Alfredo se entusiasmó tanto al enterarse de nuestro estilo de vida, las metas que nos habían llevado a vivir en el campo, y
nuestra comprensión del evangelio que nos fuimos atrayendo el uno al otro mientras conversábamos, formando el comienzo de
una amistad duradera. Mientras tanto los dos misioneros estaban callados y se los veía incómodos, rara vez pronunciaban
palabra en tanto que Alfredo socavó la misma razón de su visita con su interés en nuestra religión. Alfredo me resultó un
hombre fascinante, un pensador independiente que no tenía temor de examinar sus propias creencias y valores. Este rasgo
especial me ganó la simpatía y estaba decidido a mantenerme en contacto con él siempre que fuera posible.
Como iba a pasar cerca de la oficina de Alfredo en uno de mis viajes, decidí visitarlo. Estaba genuinamente contento de verme y
después de saludarnos, comenzó a contarme su experiencia en el aeropuerto.
-Discúlpeme señor -dijo el joven pastor al aproximarse-. No pude evitar notar que observaba en nuestra dirección. ¿Le puedo
hacer una pregunta?
-Cómo no -respondió Alfredo, mientras se reconvenía interiormente por perturbar a la tranquila joven pareja.
-Señor, si en nuestro vuelo tuviéramos un accidente antes de llegar a nuestro destino y todos nosotros perdiéramos la vida,
¿estaría seguro de su salvación eterna?
-Pienso que sí -replicó mi amigo.
-Con eso no alcanza -dijo el ferviente joven-, ¡Debiera estar seguro! Ahora permítame hacer otra pregunta. ¿Si usted muriera
hoy, sería salvo?
-No lo sé -fue la honesta respuesta de Alfredo.
-Escuche -dijo el pastor, mientras hojeaba las páginas de su Biblia. Entonces leyó Juan 3:15 y 16: "para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". Juan 6:47 "De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene
vida eterna" Y finalmente Juan 11:25: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá".
-¡Ahí está! -dijo triunfalmente-. Ahora, si tuviera que morir hoy ¿sería salvo usted?
-Sí, creo que sí -dijo Al.
-Entonces -dijo el joven ministro reanimándose-, usted es un cristiano y tiene vida eterna.
-Sabes -le dijo Alfredo al joven-. Realmente admiro tu entusiasmo. Yo tuve esa clase de celo cuando salí a las misiones.
-¡Misiones! -chilló el joven-, ¡Solía salir en misiones! ¿Acaso es usted un mormón? -preguntó con desdén.
-Sí -dijo Alfredo, desconcertado frente al cambio repentino.
-¿Por qué no me dijo que era un mormón?
-Porque no me lo preguntaste.
-Bueno, lo lamento -dijo el ministro-, pero los mormones no estarán en el cielo.
Con esas palabras de despedida se dio media vuelta y se alejó.

Al terminar su historia, Alfredo lentamente se volvió hacia mí y dijo:


-Jim, estoy confundido. ¿Puedes aclararme este asunto?
-Lo intentaré -le respondí. Era claro que Alfredo no estaba preocupado por el tratamiento injusto y prejuiciado que había
recibido. Era suficientemente inteligente como para ignorar la irrelevancia del prejuicio de este joven. Alfredo estaba luchando
con el tema más profundo de cómo saber, realmente saber, si él estaba salvo o perdido.
Señor -oré en mis pensamientos-, dame la sabiduría y las palabras para satisfacer a este hombre. Ayúdame a poder atravesar las
barreras que colocamos entre nosotros y otras personas por los prejuicios de filiación religiosa y doctrinas. Al volverme para
darle a Alfredo mi completa atención le dije:
-¿Me podrías dar una hoja de papel así te lo puedo ilustrar?
Alfredo me alcanzó un papel borrador. Yo busqué mi lapicera y comencé.
-Alfredo, la vida cristiana no se compone de doctrinas, credos, reformas o membresía de iglesia. Ni siquiera está formada por las
creencias, sino más bien por un conjunto de elecciones. Cuando Dios trae una verdad o nueva luz a nuestro entendimiento,
siempre viene acompañado de una decisión. Nosotros debemos elegir someternos o rehusar la voluntad de Dios. Cuando Dios
ha conseguido todas mis elecciones conscientes, entonces me tiene a mí.
-Digamos, con el propósito de ilustrar, que la vida cristiana en su totalidad está formada por cien elecciones, -le dije, colocando
el número sobre el papel- ¿Recuerdas el ladrón en la cruz? -le pregunté, mirando a Alfredo-. Él asintió, así que continué.
-Bueno, ese ladrón no conocía mucho acerca de la vida cristiana. Su mente puede haber estado alerta de tan solo un puñado de
las elecciones que componen la vida cristiana, digamos que tal vez eran diez. Pero de aquellas diez elecciones de las que era
consciente, estaba completamente sometido a Dios. Cristo podía ofrecerle completa seguridad de la salvación no a causa de su
gran conocimiento, sino porque él eligió rendirse a Dios en TODAS sus elecciones conscientes. Si hubiera vivido por más tiempo,
él podría haber tenido la oportunidad de avanzar en su experiencia cristiana, y sus elecciones se hubieran profundizado y
ampliado para abarcar toda la gama de la vida cristiana.
-Entonces, allí estaba Caifás, el sumo sacerdote judío que deseaba matar a Jesús. Él era consciente de muchas verdades de la
Palabra de Dios. Poseía mucha luz, y esto le proveía tal vez 70 elecciones, -le dije mientras escribía números en el papel-. Sin 19
embargo, digamos que él hizo una libre decisión de someterse a Dios solamente en 50 de esas 70 elecciones. Él tenía más
elecciones, estaba rendido en más elecciones que el ladrón, sin embargo a pesar de su mayor conocimiento y del mayor número
de elecciones, estaba en rebelión contra Dios. Si hubiera estado en la cruz en lugar del ladrón, Jesús no podría haberle dado la
completa seguridad de la salvación. ¿Por qué? Porque no había sometido todas sus elecciones conscientes y rendido su voluntad
completamente a Dios, mientras que el ladrón lo había hecho.
-Alfredo -le dije-, ¿crees que Jesús vino a la tierra como tu sustituto y pagó el precio por tus pecados?
-Sí, lo creo.
-Entonces -le dije-, has aceptado a Jesús como tu sustituto. Eso es bueno, pero no es en sí mismo completo. Debes tener a Jesús
como Señor en tu vida. ¿Te encuentras, en este momento, en completa sumisión a todas tus elecciones conscientes? ¿Te
encuentras en paz con Dios?
-No, no estoy-, contestó Alfredo sosegadamente.
-Entonces no has aceptado a Cristo como tu Señor, y sin esto, tu deseo de tenerlo a él como tu Salvador no es suficiente para
traerte paz con Dios en esta vida, o salvación en la vida futura. ¡Porque ambas son inseparables!
-¿Te das cuenta, Alfredo? La vida cristiana no es tanto un asunto de cuánto conoces o cuán activo eres, sino si todas tus
elecciones conscientes están rendidas en el presente a la voluntad de Dios. Todas las elecciones conocidas del ladrón en la cruz
estaban rendidas. Por lo tanto, le pertenecía un 100% a Dios aunque hubiera podido haber áreas en su vida que necesitaban
corrección de las cuales él no era consciente.
-Pero Alfredo, digamos que un hombre, cualquier hombre, se resiste obstinada y persistentemente en tan solo un área, y su
resistencia eventualmente lo guiará a unirse en la gran rebelión contra Dios comenzada por Satanás mismo. No importa cuánto
sean atraídos nuestros corazones por su amor, una resistencia decidida a su liderazgo finalmente nos terminará destruyendo, así
como lo hizo con Lucifer.
-Comprendo, Jim. Nunca antes había comprendido esto -dijo Alfredo, luchando obviamente para terminar de entender esta
nueva interpretación-, Gracias.

Mi conversación con Alfredo terminó allí, pero hay más en la historia bíblica que podríamos comprender. Otros dos hombres
hicieron elecciones de las cuales podemos aprender durante aquel mismo día. El primero fue Pedro. Él había seguido a Jesús la
mayor parte de su ministerio activo. Tuvo mucha oportunidad y había estado expuesto a gran luz. Aunque era tan solo un
pescador, su exposición a Jesús le puede haber dado tantas elecciones conocidas como las que tenía el sumo sacerdote. Y Pedro
estaba en sumisión en la mayoría de ellas. Sin embargo, en unas pocas áreas pequeñas, no quería someterse. Su deseo de
exaltación propia, su orgullo nacional cultivado, y su obstinada seguridad propia no estaban rendidas a Dios. De aquí que pronto
se encontró negando hasta que conocía a Jesús. Era un discípulo de Cristo, y había fallado porque no había sometido todas sus
elecciones conocidas.

Jesús es el otro hombre que se enfrentó con elecciones aquel día. Jesús demostró tan solo sumisión y rendición a la voluntad de
su Padre en sus elecciones, pero la lucha es evidente en sus ruegos a su Padre en Getsemaní: "Padre mío, si es posible, pase de
mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. [...] Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba,
hágase tu voluntad" (Mateo 26:39,42).
Él debía elegir, así como lo hacemos nosotros. Si queremos adoptar la actitud de Jesús de "no sea como yo quiero, sino como
tú", esto nos llevará a escoger correctamente aun cuando no nos guste.
Es en este punto que muchos están confundidos y les resulta difícil vivir la vida cristiana, porque transformarse en cristiano no
es una decisión de una vez sino más bien las que se hacen minuto a minuto en forma continua, permitiendo que Dios me posea
totalmente.

Día a día salgo para vivir por Jesús. Mi centro es estar en su voluntad, su camino. Muchos intentan lograr esto mediante su
propia humanidad. Se lanzan con su poderosa fuerza de voluntad y sus dientes apretados decididamente a vivir la vida cristiana.
Esto siempre termina en derrota.
¿Cómo, entonces, es posible vivir cada día, cada hora, cada momento para la gloria de Dios? Es muy sencillo. Debemos vivir
como lo hizo Jesús. Cada mañana Jesús dedicaba tiempo a estar con Dios. Nosotros también, debemos dedicar tiempo y
dedicarnos a nosotros mismos a Dios cada mañana, para rendirnos al mismo comienzo de cada día. No puede ser una cosa
apurada sino que debe permitirnos el tiempo necesario para estar en comunión con Dios y para escuchar realmente lo que él
nos está diciendo individualmente. Dios nos habla a través de la Biblia, la naturaleza, su providencia y las impresiones en la
mente. Entonces, después de estar en comunión con nuestro Padre y asegurarnos de que nada nos impida escuchar su voz,
podemos descansar seguros de que él nos va a guiar.

Cuando dejamos nuestro lugar de tranquila devoción, es esencial que llevemos a Dios con nosotros de modo que podamos estar
en comunión con él a través del día. Necesitamos aprender a preguntar "¿qué quieres que haga?" (Hechos 9:6). Dios desea que
sepamos que no estamos solos en esto. Necesitamos ayuda de una fuente exterior a nosotros mismos al comienzo de cada día y
luego durante todo el día. Al ir aprendiendo a ser sensibles a las impresiones del Espíritu Santo sobre nuestros corazones, y al
aprender a someter nuestras voluntades a hacer siempre su voluntad, así es como "[...] vive Cristo en mí" (Gálatas. 2:20).
Pero entonces viene la tentación, quizá la misma tentación a la que tantas veces nos hemos rendido antes. En el pasado, hemos
apretado nuestros dientes y tratado de resistir la tentación hasta que sucedía una de dos cosas, o caíamos o nos obligábamos a
nosotros mismos a obedecer. No se encuentra paz y gozo en semejante experiencia. Amigos, el verdadero conflicto de la
tentación ocurre en el corazón. Primero debo decidir si deseo permanecer rendido a Dios. Cuando la rendición es mi decisión, 20
entonces el yo muere, se gana la victoria, y Dios suple todo el poder para enfrentar la tentación.
Esta experiencia es difícil porque el yo debe morir, pero ¡es el único sendero para encontrar la paz y el gozo como cristianos!

Ahora, tomar una decisión no me da ningún mérito para con Dios. No soy salvo por mis elecciones. El mismo deseo de tomar la
decisión de sumisión a Dios es un don de su gracia. La salvación es totalmente un regalo de Dios, sin embargo es esa decisión de
sometimiento la que le permite a Dios la libertad de transformar nuestras vidas mediante el ministerio de su gracia sobre el
corazón humano.
Es vitalmente importante que veamos esto, porque la mayoría de los que han tomado el nombre de Cristo viven una extraña
amalgama entre Cristo y el yo, contendiendo por el liderazgo de la vida. Este tipo de vida cristiana es como un yoyó,
continuamente arriba y abajo. Ser nacidos del Espíritu es ir de esta experiencia a permitir que Cristo sea el único gobernante de
nuestra vida. Cuando termina esta amalgama, hay descanso para el alma. Entonces aprendemos la verdadera ciencia de la
salvación y el lenguaje del cielo, que es tan simple como permitir a Cristo el completo acceso a todas mis decisiones y entonces,
por su gracia, mediante una fe viviente, decir sí a Dios y no al yo.

Cada decisión con la cual nos enfrentamos nos ofrece una oportunidad para que escojamos rendir nuestra voluntad y caminos a
Dios. La Biblia habla de esto como una muerte al yo. Cristo lo ilustra de la siguiente manera: "Si el grano de trigo no cae en la
tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto" (Juan 12:24).

¿Cómo crece el trigo? Debe ser enterrado en la tumba, por así decirlo, y por el resto de la vida de la planta saca fuerzas de su
tumba. Los cristianos deben vivir de la misma manera, arraigados en el Calvario; no meramente un asentimiento al Calvario, sino
entrar a una verdadera experiencia de Calvario.
No, no podemos morir por los pecados como lo hizo Cristo, pero podemos morir al pecado. Pablo escribió acerca de esto en
Gálatas 2:20: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo
vivo en la fe del Hijo de Dios".
Pablo también dijo: "Cada día muero" (1 Corintios 15:31). Obviamente, Pablo no moría literalmente. Se refería a la verdadera
experiencia cristiana, donde nosotros debemos morir al yo diariamente. Somos animados a seguir el consejo: "consideraos
muertos al pecado, (y al yo) pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Romanos 6:11).

La decisión de morir al yo y de someternos a la voluntad de Dios está bien ilustrada en la Escritura. Quizá 2 Corintios 4:11 lo
explica mejor: "Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la
vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal". Esto es el verdadero cristianismo. Permítanme ilustrarlo.

Una fría mañana de invierno no hace mucho tiempo, me desperté a la hora normal y pasé más de dos horas en el estudio de la
Biblia y en oración. Busco a Dios de mañana, conociendo mis propias debilidades y dándome cuenta que la experiencia de ayer,
no me salvará de las pruebas de hoy. Cada mañana justo antes del desayuno, nos reunimos juntos para adorar a Dios como
familia y para pedir su guía y protección durante el día. Es una hora especial para nuestra familia y nos acerca entre nosotros con
fuertes lazos de amor, que perduran durante el día.

Luego de nuestra hora de culto familiar, miré hacia afuera por la ventana a la hermosa vista de otros 40 centímetros de nieve
esponjosa. Mi esposa estaba haciendo waffles, y podía ver la salsa de arándanos hirviendo sobre la cocina para acompañarlos. A
mí me encantan los waffles, y añadirle la salsa de arándanos es así como la cobertura de una torta. Con uno de mis desayunos
favoritos en camino, decidí tomar unos pocos minutos mientras se cocinaban los waffles para limpiar de nieve la entrada de
autos.
Cae mucha nieve en este valle montañoso donde vivimos; muchos metros cada invierno, y existen varias formas en que
podemos sacar la nieve. Puedo usar una pala de nieve, la forma más difícil, o puedo usar nuestra máquina quita nieve, que
resulta mejor, pero poco después de mudarnos a este paraje solitario, decidí que necesitaba una pala que encajara en mi Toyota
Land Cruiser.

Recordarán que estábamos viviendo con un presupuesto reducido y una pala de 3.000 dólares con un sistema hidráulico para
elevarla se encontraba totalmente fuera de nuestro alcance. Sin embargo, usando un poquito de ingenio e invirtiendo alrededor
de 60 dólares en algo de madera, construí una pala en forma de "V" con tablas de madera y las cubrí con lata. Enganché esto en
la parte del frente de mi paragolpes, de manera que flotaría libremente sobre el camino, limpiándolo así de la nieve y
ahorrándome una gran cantidad de tiempo.

Me sentía muy complacido con mi pala casera, y aunque no era necesariamente hermosa, sí lo era el esfuerzo que me ahorraba.
Recorriendo la entrada a mi casa con la nieve fluyendo desde la pala a cada lado, estaba disfrutando el escenario de una tarjeta
de navidad y pasando un día fantástico con el Señor. Mi entrada es de un medio kilómetro de extensión, y hacia el final podía
ver un gran montículo de nieve dejado allí por la inmensa máquina quitanieves municipal.

Sentí la dulce y apacible voz de Dios que me advertía que no debía tratar de abrirme camino a través de ese montículo, pero la
descarté. Después de todo, había atravesado parvas de nieve antes. La pala pasó por encima del montículo y luego cayó hacia la
superficie del camino. Mientras que la pala descendía, mi vehículo pasaba sobre la gran pila de nieve. Así, cuando la parte
delantera del vehículo comenzó a caer nuevamente hacia el camino, se trabó fuertemente sobre la pala quedando en el aire. Las 21
ruedas delanteras quedaron inutilizadas.

Mi vehículo de doble tracción quedó varado. Estaba atascado con mi camioneta bloqueando el camino, y comencé a
preocuparme porque donde yo vivo hay una larga curva ciega, y cualquiera que subiera por ese lado podría chocarme
fácilmente sin siquiera tener la oportunidad de parar. Justo cuando se comenzaba a levantar esta ansiedad en mi carne, el Señor
llamó a mi corazón.
Jim, ríndeme esto a mí, dijo esa dulce y apacible voz.

Había escogido aquella mañana rendir todas mis elecciones a él. Ahora tenía que renovar esa decisión, y aunque odiaba los
inconvenientes, escogí rendir mis pensamientos y sentimientos. Entonces rápidamente añadí: Señor, estoy en una posición
peligrosa aquí. Yo sé que por nuestro camino hay muy poco tránsito, pero por favor no permitas que me choquen aquí.

Solo había una cosa para hacer. Tenía que meterme debajo del vehículo y levantar con el gato la parte delantera. Esto me
permitiría desconectar la pala y sacarla del camino. Sin la molestia de la pala, podría bajar el vehículo al suelo y reinstalar la pala.

Arrastrándome debajo de la parte delantera me encontré inmediatamente enfrentando una nueva frustración y con la tentación
de alejarme de Jesús y dar rienda suelta a mis sentimientos. Cuando se está paleando nieve esponjosa y se arrastra debajo de un
motor caliente, toda nieve que se ha acumulado en el chasis se derrite. Sentí como que estaba en una ducha. Estaba goteando
sobre mi cara y cuello expuestos. Como si esto no fuera suficientemente malo, las gotas caían en mis ojos, lo que hubiera sido
suficientemente irritante con nieve limpia derretida, pero lo que caía en mis ojos acarreaba toda la suciedad del chasis
directamente a mis ojos. Inmediatamente, sentí el deseo de tener auto compasión. Estaba tan tentado a decir "pobre de mí" y
dar rienda suelta a mis sentimientos.
¿Por qué no me los rindes? -llamó Dios en su suave voz a mis pensamientos.
Pero, Señor -respondí. ¡No me gusta esto!
Jim, no es cuestión de si te gusta. Se trata de tu disposición a rendirme aún estas irritaciones. ¿Se dan cuenta? La rendición del
yo es la sustancia de las enseñanzas de Cristo. Todavía estaba aprendiendo esta dura lección.
Está bien, Señor, te entrego estas circunstancias, respondí. Solo te ruego que no permitas que me choquen en el medio del
camino.
Casi instantáneamente, pude escuchar que se aproximaba otro vehículo por el camino. ¡Oh, no! pensé, y mientras me
apresuraba a salir de abajo de mi camioneta, me golpeé la cabeza con el motor. Fue un lindo y duro golpe, de esos que dejan un
chichón en el cráneo. Señor, dije, ¡esto no es justo, y no me gusta!
Rinde esos sentimientos a mí. No les des lugar. Yo estoy contigo.

Una vez más debía escoger, y una vez más mediante la gracia de Dios me sometí a él y gané la victoria sobre mis pensamientos y
sentimientos. La fe no es tan solo creer en Dios sino también una rendición de todas mis elecciones a él: cada día, cada hora,
momento a momento.

Mirando hacia el vehículo en el camino, noté que paraba, y dos hombres descendieron de él. Eran tramperos y vinieron para
investigar. Miraron mi pala y el lío en el que me encontraba con diversión. Ni siquiera me habían saludado y se estaban burlando
de mi pala. Tenía ganas de ponerlos en su lugar, pero el Señor me habló otra vez y me pidió que rindiera esa irritación a él.
-¿Por qué no consigues una pala de verdad? -dijo uno de los hombres.
Podía sentir cómo se levantaba el enojo en mi interior. Mi carne deseaba resucitar y devolvérselas. Otra vez, Jesús me llamó a
rendirla y por su gracia mediante la fe, tomé la decisión de rendir esos sentimientos a él. El evangelio es muy simple. Es tan solo
una cuestión de decir sí a Dios y no al yo. Esa es la fe que obra.
-Miren -les dije-, estoy en aprietos. ¿Podrían enganchar una cadena a mi pala y usar su camioneta para sacarla de allí abajo? Así
podré engancharla de nuevo en un minuto y salir del medio del camino, para que ustedes pueden continuar su viaje.

Consintieron en hacer esto y en unos minutos me encontraba en condiciones de seguir trabajando. Les agradecí y siguieron su
camino. Mi hijo menor, Andrew, vino por el camino desde la casa .i esta altura. Para entonces, mi esposa sabía cuánto debería
llevar limpiar el camino de entrada, así que se imaginó que tendría que haber un problema y lo mandó a él para saber cómo
estaba. Viendo que estaba bien, me preguntó:
-¿Qué pasó?
-Es una larga historia -le contesté.
Bueno, si estás bien -continuó Andrew-, voy a la casa de los vecinos. Han salido y yo les prometí alimentar a Odie.
Sentía que acababa de luchar en una guerra y había ganado, eran solo las 9:00 y estaba exhausto. Anteriormente cualquiera de
esos inconvenientes por sí solo hubiera sido suficiente para hacerme soltar de Jesús y dar lugar al yo. Tristemente podía
recordar demasiado bien, que cuando me rendía ante las frustraciones, me descargaba con mi esposa y mi familia. Me irritaba
con ellos como si fuera su culpa. Eso es lo que causa el pecado en nuestras vidas. Nos hace infelices a nosotros y a todos los que
nos rodean.
-Andrew -le dije-, ¿por qué no subes a la camioneta? Te voy a llevar hasta allí. Puedes alimentar al perro mientras yo saco la
nieve de su entrada. De ese modo cuando regresen a casa, estarán complacidos de no tener que hacerlo ellos.
¡Fantástico! -dijo Andrew y nos fuimos por el camino hasta la casa de los vecinos- Descendiendo por su larga entrada, ya había
limpiado la mayor parte cuando me topé con cuatro árboles que habían caído sobre el camino en la nieve. 22
¡Estaba atascado! No podía retroceder por causa de la pala casera, y ahora no podía continuar hacia adelante. Sentí que no
debería haber salido de la cama aquella mañana. Otra vez debía escoger someter mis sentimientos y pensamientos a Dios.
Porque es solo por una constante renuncia al yo y una continua dependencia de Cristo que podemos vivir la vida cristiana.
-Andrew -dije por fin-, sigue adelante y alimenta al perro, voy a conectar la radio y pedir a mamá que me envíe a Matthew con la
motosierra así podemos sacar esos árboles y volver a casa. Así que él se fue a la casa. Sally prometió enviar a Matthew
enseguida y yo salí de la camioneta para evaluar la situación, solo para caer en la cuenta de que tenía una de las cubiertas
pinchadas.
¡No, Señor. Esto ya es demasiado. No quiero tener una goma pinchada!, chillé. Inmediatamente escuché la burlona sugerencia
de Satanás: ¡Date por vencido! No vale la pena. Entonces con la misma rapidez, escuché la voz animadora de Dios: No necesitas
darte por vencido, Jim. Puedes decidir continuar aguantando si lo deseas.

Está bien, Señor. Te someteré esto. Pero me estoy cansando, Señor. Saqué el gato y procedí a cambiar la goma. Para entonces,
Andrew había regresado.
-¡Odie no me deja entrar por la puerta! -exclamó él.
Quería enojarme aún con otra persona, y otra vez sentí la restricción del Señor para mantenerme tranquilo y hablar
amablemente a mi hijo. Matthew tendría que haber estado aquí para entonces, pero no se encontraba a la vista. Una vez más la
carne deseaba resucitar y pensar toda clase de males acerca de mi hijo porque no estaba aquí en el momento en que yo sentía
que debería estar.
Jim, habló la voz dulce y apacible de Dios en mi mente, ríndeme esos pensamientos. Si te has controlado hasta aquí, no te rindas
ahora. No te dejaré ni te desampararé. Por favor, no me abandones, Jim.
Muy bien, Señor. Voy a ir a buscarlo.

Saliendo para ver qué había pasado con Matthew, apenas habíamos subido el camino de entrada antes de que él llegara
jadeante con la motosierra. Lo que más me sorprendió fue que obviamente él había estado trabajando duro. Estaba
transpirando y cubierto de aserrín y astillas de la motosierra.
-Papá -estuve cortando los gajos de los árboles que estaban inclinados sobre nuestra entrada y...
-No importa hijo -le dije-. Hablaremos sobre eso más tarde. -No había forma en que pudiera confiar en mí mismo para hablar a
mi hijo en ese momento. Los impulsos del Señor eran claros. Además, no importaba dónde se había roto la comunicación, la
motosierra estaba allí ahora, y casi podía saborear los waffles.
-Matthew -le dije-, sube y maneja la camioneta, yo iré por delante de ti y voy a aserrar esos árboles para quitarlos del camino.
Eso es lo que hicimos y pronto poco después habíamos sacado el último árbol. Así que les dije a los muchachos:
-Escuchen, yo voy a limpiar el área cercana al garaje. Matthew, ve hasta la casa con tu hermano y ayúdalo a alimentar al perro.
Odie te conoce muy bien. Estoy seguro que te dejará pasar.
Mientras terminaba de barrer en frente del garaje, podía ver que los muchachos tenían problemas. El perro no los dejaba entrar
al porche para alimentarlo.
-No nos deja pasar -dijo Matthew.
Inmediatamente surgió la tentación en la carne de quejarme de mis muchachos y tenía deseos de decir: ¡Ustedes no pueden
hacer nada solos! Gracias al Señor, él no me había abandonado. Estaba aún allí, rogando a mi corazón. El diablo estaba diciendo:
¡Suéltate! ¡Date por vencido y suéltate! Dios también se encontraba allí. Me estaba susurrando: ¡Aguanta Jim! Sostente de mí.
No tienes que separarte de mí y decir palabras de las cuales te lamentarás. Ninguno de nosotros debe soltarse. Es siempre un
asunto de decisión.
-Escuchen, chicos -dije. Yo voy a sostener al perro, y cuando lo haga, ustedes corran y coloquen la comida y el agua en el piso tan
rápido como puedan. Entonces iremos a casa y desayunaremos. ¡Estoy con hambre!
Entonces me dije a mí mismo: Señor, por favor, no permitas que el perro me muerda! ¡Eso ya sería demasiado!

Odie no es un perrito de juguete. Es un perro esquimal y es tan grande y fiero como el nombre de su raza. Lo tomé y lo enganché
por el cuello. Él gruñía y resoplaba luchando con todas sus fuerzas. Mis muchachos nunca se movieron tan rápido mientras
alimentaban y le daban agua al perro. En muy poco tiempo habían salido de la casa. Tan pronto como lo dejé ir, el perro corrió a
su plato y comenzó a comer. Cerré la puerta de la cabaña y agotado subí al asiento del conductor.
-¡Vas muy bien, papá! -me animaron los chicos. Nadie conoce tan bien nuestras luchas como nuestras familias. Mis hijos sabían
que su padre normalmente hubiera estado realmente molesto, con solo una fracción de los problemas que había enfrentado esa
mañana.
-Bueno, alabado sea el Señor -alcancé a decir débilmente-. Pero me estoy cansando. Siento que luché solo la Primera Guerra
Mundial, la Segunda Guerra mundial, y la guerra de Vietnam esta mañana. Gracias a Dios ha terminado, ha terminado todo-, dije
mientras llegaba a nuestro camino de entrada.
Amos 5:19 nos cuenta de un hombre que tenía muchos problemas. Estaba huyendo de un león cuando se encontró con un oso.
Escapando de ambos, finalmente entró en una casa y apoyó su mano en la pared, donde lo mordió una serpiente. Esa es la clase
de mañana que estaba teniendo. Había estado escapando del león y había evadido el oso y ¿adivinen quién me estaba
esperando en casa?

Están en lo correcto, la serpiente. Nunca existe un momento cuando el cristiano puede descansar y decir que terminó todo. Ese
es justo el momento cuando le encanta al diablo patearnos, sabiendo que estamos cansados y comenzando a relajarnos. Las
palabras "Gracias a Dios pasó todo" apenas habían salido de mi boca, cuando se cayó la parte de abajo de mi pala, 23
deteniéndome casi cuando estábamos a la vista de la casa. Señor, susurré en mi interior, ¡esto no es justo! Estoy muy cansado.
Casi puedo oler los waffles, y ahora otro problema.

Tienes razón, Jim. No son justas todas las pruebas que estás teniendo esta mañana, y no fue justo que tuviera que dejar el cielo
para morir por tus pecados. Jim, la justicia no tiene nada que ver con la situación. ¡Tienes una elección! Esto puede ser injusto,
pero todavía puedes rendirme esto a mí y ganar la victoria.
Muy bien, Señor -dije-, te lo entrego. Fui al garaje para buscar un martillo y algunos clavos. Andrew sacó la quitanieves para
limpiar el área alrededor del garaje, y Matthew fue adentro para ayudar a su madre. Yo continué luchando con la pala. Había
colocado un falso fondo en la pala para evitar que la nieve se acumulara adentro y la empujara con el peso hacia abajo. Ahora la
clavé nuevamente en su lugar y conduje hasta la casa.

Mientras me aproximaba al garaje pude ver a Andrew empujando nuestra quitanieves a la vuelta del garaje. ¡No se empuja una
quitanieves! Tiene auto propulsión. Para esto solo había una explicación. ¡Estaba rota! ¡NO! No podía soportar otro problema.
Me sentía cansado y débil. La glucosa en la sangre estaba baja. Estaba temblando y mientras caminaba hacia Andrew, pude
escuchar a Dios llamando a mi corazón, llamándome a rendirme. ¡En vez de eso escogí desahogarme! Cedí a la irritación. En un
arrebato de ira, dejé escapar las palabras:
-¡¿Quién lo hizo?!
Andrew detuvo repentinamente sus pasos y no dijo nada. Matthew y Sally habían salido al porche y nos llamaron a comer, y allí
estaba yo. Todos habían visto y oído lo que había sucedido. Levanté la quitanieves y caí sobre mis rodillas para descubrir el
problema. Podía escuchar a Dios llamándome al corazón: ¡Regresa, Jim, arregla las cosas!

Pero no estaba seguro de que deseaba hacerlo. Mirando la quitanieves, pude ver que faltaba un pequeño tornillo que mantenía
los engranajes en contacto con el eje de transmisión. Vivimos en un lugar remoto, y lleva tres horas de viaje ir y volver a la
ciudad para conseguir un nuevo tornillo. Cerrando mis ojos, dije: Señor, si hay alguna misericordia, por favor tenia de mí y
perdóname.
Abriendo mis ojos, vi algo por el rabillo del ojo, una pequeña mota negra. Caminando hasta donde estaba, vi que era el tornillo.
El Señor me había permitido verlo a más de 3 metros de distancia en 40 cm de nieve fresca. ¡Qué buen Dios al que servimos!
Reemplacé el tornillo y me uní a mi familia a la mesa para nuestro postergado desayuno.
Tenía una sonrisa en mi rostro que iba casi de oreja a oreja. ¡Mi familia no lo podía creer! Podía fácilmente leer sus
pensamientos: ¿Cómo puedes estar sonriendo? Fallaste. ¡Todos lo vimos!
-Miren -le dije a mi familia-, sé que se están preguntando por qué estoy tan contento, pero hoy me aferré a Jesús en las
circunstancias más difíciles. Hoy gané victorias sobre la irritación que nunca había ganado antes. Sí, sé que fallé allí afuera con la
quitanieves, y sin embargo no esperé una hora o un día o varios días para regresar al Señor. Me arrepentí inmediatamente y
pedí su perdón, y ahora pido el perdón de ustedes. Estoy emocionado, no porque fallé, sino porque puedo ver que el Señor está
obrando en mi vida y sé que el que en mí ha comenzado la buena obra ¡la terminará!

Alabado sea Dios, que las cosas externas no necesitan controlarnos. Cuando aprendemos a escoger a Cristo como lo primero, lo
último y lo mejor en todas las cosas continuamente, pronto nuestras decisiones se transforman en hábitos, y los hábitos forman
nuestro carácter.

Por ejemplo, mi familia tuvo el privilegio de pasar un mes en la isla de St. Croix. Esta isla, una ex posesión holandesa, guarda
varias costumbres europeas. La que más nos llamó la atención era la de manejar por la izquierda o del lado equivocado en la
ruta, desde nuestro punto de vista. Después de alquilar un auto en el aeropuerto, estacioné para que subiera mi familia y les dije
que me tendrían que ayudar a manejar este auto porque absolutamente todo estaba del lado equivocado. Fue la experiencia
más torpe que pueda recordar. Tenía que forzarme a no volver a los viejos hábitos de conducir.

Sorprendentemente, después de 30 días descubrí que podía manejar sin siquiera pensar en sobreponerme a los antiguos
hábitos. Me había entrenado nuevamente, y ahora era tan fácil manejar de la nueva manera como lo había sido la antigua. En
nuestro regreso a los Estados Unidos, me pregunté si podría adaptarme con tanta facilidad a la forma anterior. No hubo
problemas en la transición. Todavía podíamos manejar de la misma forma como siempre lo habíamos hecho.

Aquí encontramos una lección que podríamos aplicar directamente al caminar del cristiano. Es difícil que cambiemos la manera
en la cual hemos respondido siempre a Dios, y muchos que comienzan a caminar con Dios lo encuentran tan torpe y tan
humillante para su yo que se sienten inclinados a abandonar. Pero si perseveran, descubrirán que se vuelve cada vez más y más
fácil la sumisión.

Sin embargo, así como descubrimos que todavía podíamos manejar en los Estados Unidos, así descubrirá el cristiano que puede
elegir todavía regresar a la vieja vida de pecado. El libre albedrío es precioso para Dios, y él nunca se lo quita a ninguno de sus
hijos. En vez de esto, nos ha dado un conjunto de elecciones. Estas decisiones determinan nuestro destino eterno como también
nuestra felicidad presente. Escapar a Dios es simplemente devolverle todas nuestras elecciones continuamente hasta que el
hábito se transforma en carácter y ¡somos completamente suyos!
CAPÍTULO 5 24

Donde te encuentres, Dios está allí


"Ciertamente Jehová estaba en este lugar y yo no lo sabía" (Génesis 28:16).
"He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28:20).

Parece que aquí es exactamente donde terminamos: Polebridge, Montana, el fin del mundo. A 80 km de distancia de la ruta
pavimentada más cercana o de los servicios de electricidad. Pero a unos pocos kilómetros al norte está la frontera con Canadá.
Debido a la población relativamente escasa de nuestro valle apartado, un accidente o herida puede tornarse en una situación
seria, en una amenaza de vida. Puede ser que no pase nadie por allí durante mucho tiempo, quizá por horas, hasta podrían ser
días. De aquí que nuestra seguridad está siempre en nuestro Compañero Divino. ¡Él nunca nos deja solos!

El otoño en las montañas es una estación hermosa con días frescos y colores fantásticos. Ese día particular de otoño, mi esposa
estaba dándoles clases a los chicos mientras que yo me dirigí afuera a cortar algo de leña. La experiencia ha sido un buen
maestro. Estaba decidido no solo a obtener suficiente leña para el invierno entrante, sino a mantener mi blanco a largo plazo de
i untar siempre con dos años de stock de leña por adelantado. Deseaba estar preparado en el caso de que me encontrara herido
y enfermo y no pudiera hacer labores físicas pesadas. Dos años de provisión me darían suficientes reservas para prevenir una
crisis.

Dirigiéndome hacia el norte del valle a Teepee Lake, salí del camino en un área donde había notado algo de leña seca ante-
riormente esa estación. Mientras estacionaba mi vehículo vi un pequeño barranco de no más de 10 metros de altura, ese árbol
Libia caído y estaba descansando entre dos otros árboles. Era de unos 45 cm de diámetro, gris, claramente muerto y seco, así
que hice un registro mental de guardar lugar para aquel árbol y procedí a cortar los otros árboles que había venido a buscar.

Trepando por el pequeño barranco, me ubiqué abajo del árbol inclinado y comencé a trabajar desde la copa del árbol hacia su
base, cortando secciones de 40 cm del tronco para mi estufa a laña. Mientras caía cada sección del tronco al suelo, la empujaba
suavemente con mi talón hacia afuera del borde del barranco detrás de mí para que rodara por la profunda inclinación. Los
troncos caían cerca de mi vehículo.

Este sistema funcionaba muy bien, aunque requería que permaneciera al borde del barranco, había suficiente lugar para realizar
la operación, así que no lo pensé dos veces. Cuando estaba llegando a la sección que estaba colgando entre los árboles y co-
mencé a hacer el corte que liberaría el tronco, sentí la impresión en mis pensamientos de que debería moverme al otro lado del
árbol. La descarté. Después de todo, mi sistema de cortar las secciones había funcionado perfectamente.

Sin embargo, esa mañana le había pedido al Señor que me guiara y dirigiera. Deseaba que él fuera mi Compañero constante y le
dije al Señor que cuando él me impresionara a hacer algo, obedecería. La impresión vino otra vez y esta vez me detuve. Señor,
¿eres tú? ¿Estás tratando de pedirme que me mueva del otro Indo?, oré silenciosamente. Sí, Jim, vino la respuesta clara.

Muy bien, Señor, dije cambiando mi posición al otro lado del árbol, pero esto es ridículo. Para terminar el corte que había
comenzado del otro lado miré asombrado cómo cientos de kilos de tronco se quebraban para caer justo en el lugar donde me
había encontrado ubicado momentos antes. No me había dado cuenta que cuando el árbol había caído, se había apoyado entre
los otros árboles con tremen da tensión. En esencia había estado como sobre un resorte, esperando que lo librara con ese
último corte fatal.

Me sentí débil y me di cuenta de lo que hubiera significado aquel impacto si no me hubiera movido de lugar. Ese tronco hubiera
transferido la energía cinética de su movimiento a un impacto aplastador sobre mis piernas al nivel de las rodillas, haciendo un
efecto de catapulta tirándome sobre el borde del barranco con la motosierra todavía funcionando en mis manos para aterrizar
unos 10 metros más abajo. Probablemente me hubiera matado directamente por el impacto y la subsecuente caída con la sierra.
De no ser así, había pocas probabilidades de que pudiera haber sobrevivido hasta que alguien me hubiera encontrado Nadie
sabía exactamente dónde me encontraba.
Comprendí, sin lugar a dudas, que el Señor me había salvado en el último instante, de un accidente serio, o más bien de la
muerte. Estaba aprendiendo que el Señor estaba allí, aún en eso valle solitario, listo para ayudarme antes de que me diera 25
cuenta de que esa ayuda era necesaria.

Efesios 2:8 lo dice así: "Porque por gracia sois salvos por midió de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios". La gracia es
la continua presencia de Dios en mi vida. Me busca, me suplica, y me guía, tratando de salvarme de mí mismo. Si tan solo
escucho, el Espíritu me guiará, me dará poder y me protegerá.

Si Dios hace todo esto, entonces ¿cuál es mi arte? Debo estar dispuesto a rendirme continuamente a las impresiones del
Espíritu. ¡Eso es fe! Es la decisión consciente de cooperar con su presencia. Es lo que produce toda la diferencia entre ser
lanzado por sobre el borde de un barranco pronunciado o dar un paso adelante con nuestro Ayudante Divino.

El Glacier National Park y su área circundante es el escenario de la mayor concentración de osos pardos que se encuentra en
todos los Estados Unidos, exceptuando Canadá. Cada año nos llegan historias de ataques de osos a personas que visitan el para,
obviamente, los osos no leen mapas geográficos. Si lo hicieran notarían que cruzando el río salen del Glacier National Park y
entran en el Servicio de Guardabosques de los Estados Unidos, que limita con nuestra propiedad. Pero los límites hechos por el
hombre no significan nada para estas criaturas, cuyas acciones no se pueden predecir en muchas ocasiones.

Cuando nos mudamos a las montañas establecimos residencia próxima a estos animales grandiosos, teníamos amigos que nos
habían sugerido seriamente que nos armáramos para defendernos de la amenaza que significaban estas criaturas salvajes.
Rechacé esta idea. No podía creer que el mismo Dios que nos había guiado hasta aquí iba a permitir que fuéramos atacados o
comidos por un oso. De aquí que, descansé en el conocimiento de que el Señor estaría conmigo, porque era la gracia de Dios
que nos había traído a Sally y a mí a este prístino valle solitario.

La adaptación de Sally a estos vecinos cubiertos de piel estaba entorpecida por sus experiencias pasadas. Cuando ella era joven,
sus hermanos mayores le habían hecho el chiste de decirle que un oso vivía debajo de su cama y que iba a saltar y agarrarla.
Hasta que fue suficientemente grande como para darse cuenta de la tontera de semejante concepto, vivió con temor de que
esto pudiera suceder realmente. Así que mi querida esposa vino a este paraje solitario de Montana con un temor hacia los osos
larga y profundamente cultivado.

El problema era que los osos de Montana no eran meros objetos de la fantasía de la niñez; eran una escalofriante realidad para
Sally. Aunque estos animales no saltarían de abajo de su cama como había aprendido a temer mientras crecía, podían salir de los
bosques sin la más mínima advertencia de su presencia. Solo aquellos que han estado en contacto con osos salvajes pueden
apreciar cuán suavemente se puede mover ese gran animal atravesando los bosques.

Es difícil sacarse de encima temores cultivados, y aún más difícil si aquellos temores tienen alguna base en la realidad. Eso es
justamente lo que tuvo que hacer Sally y significó una lucha. Ella había leído que "[...] el perfecto amor echa fuera el temor" (1
Juan 4:18). También había leído: "Yo Jehová les seré por Dios [...] y estableceré con ellos pacto de paz, y quitaré de la tierra las
fieras; y habitarán en el desierto con seguridad, y dormirán en los bosques" (Ezequiel 34:24, 25). Una y otra vez, estos viejos
temores surgían tan reales como nunca y su única salida era rendirlos a Dios y confiar en su fiel Compañero. Lentamente estaba
aprendiendo que donde Dios está, no necesita habitar el temor. Fue una batalla continua en contra de antiguos hábitos e
inclinaciones hasta el día en que se encontró con el viejo castigo cara a cara.

Nuestros amigos nos habían contado de una madre osa en nuestra área que tenía tres oseznos con ella esa primavera. Loa
trillizos son un poquito menos comunes que los mellizos, así que esperábamos que pudiéramos verlos. Le presentamos nuestro
deseo al Señor durante el culto de familia una mañana y oramos que el Señor abriera una oportunidad para que pudiéramos ver
esta osa con sus oseznos.

Por supuesto, Sally añadió, "sin peligro Señor". Después del culto notamos que había un osezno en un arbolito a unos 40 metros
de nuestra ventana. Y sí, efectivamente había otros dos oseznos en el suelo junto con la gran osa por allí cerca. Mientras
observábamos por la ventana, podíamos ver la nariz de la osa moviéndose para analizar los aromas que le estaban llegando.

-Oh, miren -comentó Sally-, les aseguro que está oliendo los waffles que se están cocinando. ¡Y así era! Observamos con asom-
bro cómo la osa se posaba sobre sus cuatro miembros y se dirigía hacia el porche. Era una mañana de primavera tibia, y lo único
que impedía que la osa entrara a la casa era una delgada puerta de tejido, que podía atravesar si lo deseaba.

Sally, siendo por naturaleza práctica, se movió rápidamente a la entrada, con la intención de cerrar la pesada puerta interior, sin
embargo, al llegar a la puerta la osa no estaba allí, así que Sally abrió la puerta de malla metálica y miró hacia afuera mientras la
osa se subía sobre la baranda del porche y al porche. Nada impedía que la osa caminara cortésmente los escalones del porche,
pero trepar sobre la baranda parecía resultarle más cómodo. Cuando se es un oso, pocas personas cuestionan sus modales. 26

Sally había retrocedido permitiendo que se cerrara la puerta de tela metálica, pero nunca llegó a cerrar la puerta interior. Con
dos niños observamos con las bocas abiertas cuando ella se quedaba frente a la puerta mientras la osa se acercó directamente a
la puerta. Sally parecía paralizada mientras la osa permanecía, allí con solo una puerta de tela metálica para separarlas, eva-
luándose una a la otra.

Entonces ella comenzó a hablar: -¡Oh, tu piel es reluciente! ¡Eres hermosa! -¡Mi esposa le estaba hablando dulcemente a un oso!
No lo podía creer, y el oso parecía disfrutarlo. Sally siguió, admirando cada cosa desde las garras de 8 centímetros hasta los
grandes dientes que ella exhibía. Entonces volviéndose hacia nosotros nos llamó:

-¡vengan acá para verla! -Nosotros no estábamos tan ansiosos de venir más cerca. Después de un pequeño bocado, la osa cayó
al piso y salió del porche por la baranda. Reunió a sus oseznos y se fue para hacer los negocios de osos que tuviera en la agenda
aquella mañana.

Repentinamente, Sally cayó en la cuenta de lo que había hecho y, volviéndose a mí, exclamó: "¡Estoy libre! ¡Estoy libre!" ¡Y así
era! Su viejo temor se había desvanecido. Cuando hablamos más tarde, le pregunté por qué había reaccionado con la osa de esa
manera. Ella me dijo muy segura:

-¿Por qué me lo preguntas? El Señor trajo los osos. Yo sabía que no había peligro.

La gracia de Dios la había librado interiormente. ¡Ella estaba realmente libre! Su presencia continua la había sostenido durante
su prueba. Los osos continuaron visitándonos ocasionalmente, proveyendo la oportunidad de desarrollar una amistad duradera
con uno de sus oseznos. Pero esa es una historia de osos para un libro en el futuro.

En cuanto a Sally, esta experiencia alteró para siempre su actitud en relación con los osos. Pero, permítame preguntarle: ¿Se
acercó Dios a nosotros aquel día y obró un milagro? ¿O Sally simplemente había llegado a ser consciente de su continua
presencia con nosotros? Amigos, es nuestra conciencia de la continua presencia de Dios con nosotros la que abre las avenidas
del corazón para ver y comprender las poderosas obras de Dios en nuestro favor.

La mayoría de nosotros guarda un concepto de Dios en el que está sentado en su trono en el cielo e inclina un oído hacia noso-
tros, alterando ocasionalmente los eventos de la vida en respuesta a nuestros pedidos. La mayoría de nosotros ve a Dios de
algún modo como lejano, así como los monarcas en la tierra, que están dispuestos a venir en nuestra ayuda si los necesitamos,
pero raramente se mezclan con la gente común. Visite cualquier reino que todavía sobreviva y hable con los súbditos, y
descubrirán que ellos se sienten incómodos con la inmediata presencia de la familia real.

De la misma manera, si le fuera posible leer los corazones y pensamientos de sus congéneres humanos, descubriría que muchos,
sino la mayoría, se sienten incómodos con la idea de un Dios omnipresente. Cuando uno capta la realidad de Dios como nuestro
constante Compañero, se produce un cambio correspondiente en conducta y actitud. La conducta que podría tener lugar fuera
del contexto de la presencia de un rey desaparece cuando él es visible. Esto sucede después de todas las reacciones normales de
una persona que ha comprendido que se encuentra en la presencia de alguien mayor que sí. Aquellos que encuentran incómodo
este ambiente, que no están dispuestos a sostener un standard más alto, se distanciarán del rey.

No importa cuánto pueda desear el pecador evadir a Dios o negar su existencia, todavía sigue siendo imposible esconderse de
Dios. Cuando Adán y Eva pecaron, en su pánico, trataron de esconderse del Creador. Sin embargo, Dios no los destruyó. Los
buscó y continuó amándolos y cuidándolos. El alcohol, las drogas, la inmoralidad, el materialismo y la negación intelectual
pueden embotar nuestros sentidos, pero nunca nos permitirán hacer lo imposible: escondernos de Dios. La Biblia está llena de
historias de individuos que trataron de escapar de Dios: Adán y Eva, Pablo, Jonás, tan solo para nombrar unos pocos. Todos fa-
llaron miserablemente al tratar de esconderse de Dios. Es como dice la Escritura: "¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde
huiré de tu presencia?" (Salmo 139:7).

La biblia dice que Dios no hace acepción de personas. Esto significa que él no trata a algunos mejor que a otros. Dios no tiene
favoritos. A menudo la gente dice: "Cómo desearía que Dios me hablara de la forma en que lo hacía en aquellos tiempos bíblicos
las cosas eran más fáciles entonces".

¡No es más difícil hoy! Si Enoc, Elías y Pablo pudieron hablar con Dios, entonces nosotros también. Si Dios acompaña cada día a
Jim Hohnberger, que es uno de los aprendices más lentos y uno de los hombres más obstinados en la tierra, si Dios está
dispuesto a guiar y dirigir a semejante hombre como yo, con mi fuerte temperamento y voluntad alemanas, entonces ¡Dios
desea ser su Compañero y Guía también! 27

Si es tan fácil, entonces ¿por qué luchamos? ¿Por qué es que tan pocos encuentran alguna vez a Dios como un constante
Compañero? El problema que enfrentamos tiene que ver con la actitud. Nosotros los humanos estamos tan acostumbrados a
manejar nuestros asuntos que nos resistimos a la guía de nuestro amante Padre celestial. Necesitamos la actitud de Samuel,
quien dijo: "Habla, Señor, porque tu siervo oye".

Esta postura implica una completa dependencia en el guía que ve y conoce lo que no podemos conocer. Es nuestra falta de
disposición a escuchar la voz de Dios la que nos niega su guía. Es nuestra falta de sumisión para obedecer su voz la que causa
que la vida cristiana sea tan onerosa. Estamos tan acostumbrados a estar al control que hasta cuando intentamos ser sensibles
al Espíritu de Dios, tendemos a descontar su guía. La tendencia a confiar en mi propio conocimiento por encima de las
impresiones y la dirección de Dios, casi me costó todo lo hermoso que podemos ver a nuestro alrededor.

Viajando en Nueva Zelandia, hace algunos años, era un pasajero en el asiento del frente de una camioneta. Nueva Zelandia es un
país hermoso y me encontraba disfrutando de la vista de las montañas, las granjas y ovejas. Inesperadamente, sentí la suave y
queda voz de las impresiones del Espíritu a cerrar mis ojos y descansar por un periodo breve. Eran solo las 10:30 de la mañana, e
hice a un lado el pensamiento porque, como de costumbre, pensé que sabía mejor que Dios.

¿Ha reaccionado de la misma manera a la dirección de Dios? Afortunadamente, Dios no me deja solo cuando lo ignoro y me vino
otra vez la impresión de descansar mis ojos por un tiempo, Aunque pueda ser un aprendiz lento, finalmente capto y recuerdo
experiencias pasadas como la del tronco que casi me mató, y estuve dispuesto a considerar esta segunda impresión.

Cerré mis ojos y apoyé mi cabeza hacia atrás, aún dudoso de que hubiera algún propósito para esta impresión. ¡BANG! ¡SMASH!
Sentí las pequeñas partículas de lo que había sido « I parabrisas hasta momentos antes, que me llovían por encima. Una piedra
había caído de una colina cercana y había golpeado la ventana directamente delante de mí. Al contrario de los parabrisas
norteamericanos que no se astillan, este vidrio se quebró en pequeños fragmentos que quedaron por todo mi cabello, orejas,
sobre mi remera y hasta en mis narinas. Quedé sentado temblando.

Yo sabía que una vez más el Señor me había salvado de un daño serio. ¡Había salvado mi vista! ¡Qué Dios bueno el que ser
vimos! Temblé ante la idea que una vez más, casi había ignorado su dirección. Allí, todavía con mis ojos cerrados, agradecí al
Dios que lo tenía a él como un constante Compañero en mi vida Estoy muy agradecido de que él no sea un mero espectador,
sino que esté conmigo en todas mis pruebas, en todas mis actividades diarias.

Jesús desea ser tu piloto y el mío a través de nuestro caminar sobre esta tierra. Podemos contar con él, porque donde nosotros
estamos, ¡está Dios!

Cuando una persona se convence de que Dios está siempre presente, es entonces que Dios puede realizar grandes milagros Así
sucedió con los tres hebreos cautivos descriptos en Daniel capítulo 3. Habían sido citados para comparecer en la dedicación de
la gran imagen de oro que había levantado Nabucodonosor. Se esperaba que todos se inclinaran delante de esta imagen del rey
y todos lo hicieron, excepto Sadrac, Mesac y Abed-nego. El rey estaba airado ante lo que consideraba un desafío y los amenazó
con una muerte infernal si ellos rehusaban obedecer. Serían atados y arrojados en un horno feroz para morir en las llamas como
un ejemplo para todos de lo que sucedía a aquellos que rehusaban obedecer al rey.

Ellos contestaron con toda calma: "Nuestro Dios a quien servimos puede de librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu
mano, oh rey, nos librará" (Daniel 3:17). No hubo desánimo por la situación ante la cual se encontraban, tampoco timidez o falta
de fe, tan solo una confianza total y tranquila de que Dios estaría con ellos. El rey Nabucodonosor estaba tan enojado por su
respuesta que ordenó que se calentara el horno más que nunca y fueron arrojados los tres jóvenes. Fue una acción apresurada,
movida por un temperamento fuera de control, usada para salirse con la suya, y le costó al rey varios de sus soldados más
fuertes quienes murieron sofocados cuando arrojaban a los cautivos en el horno.

El rey no tuvo mucho tiempo para disfrutar del triunfo sobre estos desafiantes hebreos. Dando una mirada al horno, exclamó:
“He aquí que yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es
Semejante a hijo de los dioses" (Daniel 3:25). Cuando vino la crisis, Dios estaba allí a su lado, una presencia visible para animar,
guiar y proteger. Él había estado allí todo el tiempo. El cielo no está más lejos hoy que lo que lo estaba en aquel entonces, pero
Dios puede hacer poco por nosotros cuando perdemos el sentido de nuestra constante dependencia de él.
La historia de los tres hebreos es una vivida demostración de lo que consiste la vida de fe. Ellos dependían siempre de un poder
exterior a sí mismos y se rendían constantemente a la dulce y apacible voz del que caminaba con ellos. 28

Mientras escribía este libro, experimenté el poder de un Dios omnipresente y de su mano protectora. Había sido un otoño hú-
medo con día tras día de copiosa lluvia. El suelo estaba saturado. La noche anterior a la que teníamos que volar con Sally a
Dallas, Texas para algunas reuniones, la lluvia se transformó en nieve y para la mañana temprano había unos dos centímetros de
nieve sobre el suelo. Desafortunadamente, con tanta agua sobre el camino de pedregullo, este se congeló transformándose en
una masa resbalosa de hielo y piedra.

El vivir en este paraje apartado hace necesario que salgamos de nuestra casa en las horas tempranas de la madrugada para lle-
gar a tiempo a los vuelos que salen de mañana. Esta mañana en particular nos encontró en camino a las 4:30. Manejando por
este camino familiar desolado que lleva hacia la civilización llegamos a una curva pronunciada descendiente en forma de
herradura y comenzamos a resbalar. Sin embargo, cuando uno comienza a resbalarse en un vehículo de tracción a cuatro ruedas
con frenos anti bloque, uno no se resbala hacia un lado o el otro, sino más bien se resbala derecho hacia adelante sin ningún
vestigio de control.

Desafortunadamente, en este punto del camino descender derecho hacia adelante significaba ir a parar directamente contra
algunos árboles de hibisco grandes. Si lográbamos esquivar esos árboles, no tendríamos mejor suerte, porque la ladera en este
lugar se encontraba en un ángulo tan agudo que sin duda viajaríamos una corta distancia antes de que nuestro Ford Explorer
rodara 360 grados hasta el arroyo debajo.

Podía figurarme en la mente el tremendo impacto con esos árboles y el instantáneo despliegue de la bolsa de aire. Entonces
clamé: ¡SEÑOR, NO! y salimos del camino a 64 km por hora.

Paramos repentinamente. La Explorer descansaba bien afuera del camino sobre una ladera empinada. Aquellos árboles de
hibisco se encontraban solamente a centímetros de la puerta de Sally. Bajando cautelosamente del vehículo, tomé una linterna y
examiné nuestra posición. La camioneta se encontraba en un ángulo tan agudo que una rueda se encontraba en realidad fuera
del piso.

Retrocediendo en el camino, examiné las huellas de las gomas y no pude explicar humanamente nuestra buena fortuna. Las
huellas que habíamos dejado se dirigían directamente hacia los árboles y sin embargo algo o alguien nos había empujado a un
lado en el último momento posible. No había obstáculos naturales, la pendiente nos debiera haber llevado con más fuerza hacia
los árboles, pero un Dios siempre presente nos había salvado. Horas más tarde, cuando el camión de auxilio de nuestra ciudad
se las arregló para rescatar nuestra camioneta izándola de costado para alejarla de los árboles, descubrimos que ni siquiera
había un rayón en el vehículo.

Todos nosotros, incluyéndome a mí, necesitamos orar y cultivar una alerta creciente, y una conciencia más perfecta de la
presencia de Dios con nosotros. Entonces estaremos más dispuestos a responder a sus propuestas y dirección. Cuando estamos
alertas de su presencia, nuestros corazones estarán en comunión con él más fácilmente y aprenderán a conocerlo en un grado
creciente. Nuestra cooperación se volverá más perfecta mediante la Ir, el amor y la práctica. Sin embargo, se requerirá un
montón de coraje para librarnos de la garra de nuestros tiempos.

Uno de los términos más apreciados de Jesús en toda la Escritura es Emanuel, que significa, "Dios con nosotros". Necesitamos
aprender que Dios no se encuentra en un remoto lugar celestial, desde donde nos observa ocasionalmente. No. Cuando Jesús
dejó la tierra prometió enviar un Consolador, el Espíritu Santo, para que pudiera estar siempre con nosotros. Esto es realmente
consolador para mí. Ya no oro más a un Dios que se encuentra en un lugar distante, sino que lo reconozco como mi constante
Compañero. ¡Y lo es!
CAPÍTULO 6
29
Viendo al invisible
"Porque se sostuvo como viendo al Invisible" (Hebreos 11:27).

Después de la batalla de Gettysburg, el general Robert E. Lee se encontró con un oficial que estaba analizando algunos de los
errores cometidos en Gettysburg.
-Joven -respondió Lee-, ¿por qué no me lo dijo antes de la batalla? Hasta yo que soy tan estúpido puedo ver todo claro ahora.

La mayoría de nosotros aceptamos la premisa de que el 20/20 de la percepción retrospectiva es una parte inevitable de la vida
pero aún quedan aquellos recuerdos. Recuerdos incómodos dé lo que podría haber sido... si tan solo. Si solo hubiéramos podido
saber entonces lo que sabemos ahora. ¿Quién de entre nosotros puede mirar hacia atrás en la historia de su vida sin una
punzada de remordimiento por los errores cometidos o con sentimientos de arrepentimiento por errores necios al juzgar, por
las bendiciones desperdiciadas o las oportunidades perdidas? Aún al leer estas líneas, los momentos pasan uno a uno a la
eternidad, grabando al pasar un registro que miraremos en el futuro. ¿Estará su historia futura tan llena de arrepentimientos
como lo ha sido su pasado?
Desearía que existiera una forma en la que pudiera mostrarle una película de mi vida como cristiano. Nadie jamás me enseñó
estas cosas que estoy compartiendo con ustedes. Me llevó años, literalmente años de luchas y equivocaciones y muchos errores
para descubrir cada uno de estos principios por mí mismo.
A esta altura usted entiende que no me encontraba satisfecho ion un simple asentimiento intelectual, sino que más bien
deseaba una verdad que tuviera una aplicación práctica a mi vida. Espero que pueda encender ese mismo deseo en su alma. Eso
me emociona, porque la religión fuera de la aplicación práctica, diaria, en realidad la que se hace momento a momento en la
vida, es prácticamente inútil.

En la iglesia cristiana primitiva, la religión era fuerte y vital, cambiaba las vidas tan completamente que la gente quedaba
asombrada. Era una religión con poder.
Es en esto, en lo que las iglesias de nuestros días han fallado en su membresía y violado la misma razón de su existencia. ¿Por
qué es que las iglesias, todas las iglesias cristianas, tienen tantos nuevos conversos que las abandonan con repugnancia? ¿Por
qué es que tan pocos jóvenes en las iglesias parecen continuar en la fe alguna vez? ¿Se ha detenido últimamente a formularse
honestamente estas preguntas?
Los líderes de la iglesia lo han hecho, y sus respuestas han engendrado un montón de programas en la iglesia, diseñados para
enfrentar estas áreas de debilidad. ¡Casi cada uno de ellos es un fracaso sombrío! ¿Por qué? Porque intentan tratar con los
síntomas en vez del problema. La gran plaga en la cristiandad es que unos pocos, muy, muy pocos, de aquellos que reclaman ser
cristianos (muy, muy pocos, aún entre aquellos que son ministros), poseen un evangelio capaz de transformar toda su vida.
Esta fue una declaración arriesgada. Así que permítanme demostrarlo.
Cierta vez fui invitado a hablar a un grupo de pastores. Yo soy un predicador laico solamente, no un ministro profesional.
¿Qué debía decir cuando me dirigía a los "expertos"? Al pararme en la plataforma, dije:
-Desearía que cada vez que un ministro se parara al pulpito, se presentara una gran pantalla detrás de él y mostrara cómo llevó
su vida durante la semana previa; cómo actuó en su hogar con sus hijos y con su esposa, cómo respondió a las tentaciones y
pruebas. ¿Se pararían y predicarían si esas fueran las condiciones?
-¡NO! -respondieron los pastores.
-Entonces, mis amigos, ustedes no han encontrado el evangelio. Jesús no hubiera tenido problemas con semejante condición. Él
sabía que sus acciones eran tan correctas y puras como sus doctrinas.
La historia de la iglesia primitiva está registrada bíblicamente en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Hechos, no Doctrinas de
los Apóstoles, no Creencias de los Apóstoles, sino acciones, estas son la marca del verdadero evangelio. Porque es "por sus
frutos [que] los conocerán".

Querido lector, ¿estaría dispuesto a ser colocado bajo semejante escudriñamiento? Si no, entonces lo desafío a que haga algo
diferente con su libro de lo que haya hecho con ningún otro libro que haya leído. Lo que sostiene en sus manos es el manual de
un proyecto que construirá en su propia vida. Queda en sus manos, lector, tomar las experiencias aquí descritas y hacerlas parte
de su experiencia. Tome los pensamientos presentados y medítelos nuevamente, mastíquelos, asimílelos de una manera
práctica, hasta que lleguen a formar parte suya.

Requiere muy poco de su parte vivir una vida como esta. Todo lo que necesita es cultivar un sentido de la presencia de Dios con
usted a través del día y entonces debe estar motivado a actuar de acuerdo con esa guía. ¿Demasiado simple? Observe y vea.
Recibí una llamada telefónica cierta noche de un hombre que había conocido varios años antes. Él con su familia nos habían
visitado para ver nuestra propiedad y nuestro estilo de vida en el paraje solitario donde vivimos. Compartimos con ellos el evan- 30
gelio práctico que estábamos aplicando en nuestras vidas, pero no estaban tan interesados. Ahora él se encontraba en el
teléfono diciendo:
-Jim, me gustaría que tu familia viniera a nuestra casa por un fin de semana. Yo sé que han llegado a comprender el evangelio
práctico y nosotros necesitamos un poquito de ayuda con la familia y el matrimonio.
Le dije que oraría antes de contestar. Más tarde, sintiendo que tenía el permiso del Señor para hacerlo, le contesté a Rob y
establecimos una fecha para visitarlos. Rob no me había contado toda la historia. Él no había hecho lo que un abogado podría
llamar una "revelación completa". La cosa es que justo antes de su llamada, la esposa de Rob le había dicho que había
terminado con él. Ella no estaba enojada con él. Había acabado con él. No quedaban sentimientos. Ella planeaba dejarlo a él y
llevarse a los hijos. Rob le preguntó si se quedaría si él cambiaba realmente, ella consintió en que si él realmente cambiaba,
entonces consideraría quedarse. Así que Rob tenía un fin de semana para cambiar, si deseaba salvar su matrimonio.
-Rob -le dije una vez que había revelado toda la historia-, el Dios que he llegado a conocer en las montañas, su evangelio, es tan
poderoso que te garantizo que puedes ser una nueva criatura en Cristo para el domingo. Pero, Rob, -continué-, yo no puedo
garantizar que tu esposa no te dejará.
-Bueno, ¿qué puedo hacer? -preguntó.
-Simplemente toma este texto y aplícalo a tu vida. Se encuentra en Santiago 1:19: "Todo hombre sea pronto para oír, tardo para
hablar, tardo para airarse" -Rob me miró como diciendo:
-¡¿Entonces?!
Era casi como si hubiera dicho: "He leído eso un montón de veces, y ¡¿se supone que ESO va a salvar mi matrimonio?!"
Bueno, justamente ese es el problema que muchos de nosotros tenemos con las Escrituras. Las leemos y entonces seguimos
nuestro camino, sin detenernos nunca para pensar acerca de lo que significa en su aplicación práctica a nuestra vida. Así que
seguí adelante.
-Rob, ¿qué significa: "Todo hombre sea pronto para oír"? Significa que tendrás que cultivar una sensibilidad para escuchar la voz
de Dios, estar alerta de la presencia de Dios contigo durante el día. Por primera vez en tu vida, vas a tener que permitir que otro
guíe tus acciones. Tendrás que aprender a tomar cada situación y filtrar lo que sabes y ver a través del Dios invisible que conoce
lo que tú no conoces.
-Todo en este mundo está diseñado para impedir la fe en un Dios invisible. El mundo visible es el enemigo del Dios invisible. El
mundo visible clama por tu atención, se mete en tus sentidos e insiste en que lo escuches. Tendrás que romper este hábito y en
su lugar escuchar la voz de Dios, "Entonces tus oídos oirán tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él” (Isaías
30:21).
-Ahora Rob, ¿qué quiere decir eso de 'lento para hablar'? Significa que nosotros filtramos cada palabra a través de Dios de modo
que él pueda guiarnos.
Rob no había tenido el hábito de filtrar sus palabras. En realidad, esa era una de las principales razones por las cuales estaba con
problemas con su esposa. Yo podía simpatizar, me he encontrado allí, pero ahora podía hablar desde la perspectiva de haber
visto la diferencia que hace este proceso de filtrado.
Recuerdo una mañana en la que había estado trabajando en el garaje limpiando y afilando una de mis motosierras. Luego de
haberla llenado con nafta y aceite, la guardé en su lugar lista para ser usada en el futuro. Disfruto de trabajar con mis manos,
pero no me gusta el olor que producen los productos del petróleo en mi piel, así que antes de comenzar un nuevo proyecto,
caminé hacia la puerta de atrás de la cabaña que está cerca de un baño donde podría lavar mis manos.
Enjabonando mis manos, estaba contento de tener un buen día con el Señor.
-¿Qué estás haciendo, querido? -una dulce voz inquirió desde la puerta.
Eché una mirada para ver a Sally que me miraba, Inmediatamente pude sentir que mi carne deseaba resucitar y decir: "¿Qué me
estás queriendo decir? ¿No puedes ver que estoy lavando mis manos? ¡Esa es una pregunta estúpida!" En el pasado hubiera
dicho todo eso y más también. Mi matrimonio hubiera sufrido. Pero, mientras mi carne se estaba levantando, pude escuchar la
apacible voz de Dios que me decía: Trátala suavemente, Jim. ¿Qué voz voy a escuchar? ¿La voz de la carne, que Mura quejarse
por una pregunta tonta, o la voz de Dios? Estoy (un agradecido de que escogí decir: lavándome las manos, querida.
Está bien querido. Solo quería saber cómo estabas -respondió mi dulce esposa. Y la armonía entre nosotros quedó intacta.
¿Por qué es que después que nos casamos, queremos que nuestra pareja haga y exprese todas las cosas exactamente como lo
diríamos nosotros? Necesitamos entender que en nuestro cónyuge, el Señor ha traído una hermosa diferencia y equilibrio a
nuestras vidas. Yo no hubiera expresado la pregunta de la misma manera que ella lo hizo, pero la misma razón por la cual fui
atraído a mi esposa fue que ella piensa, actúa, luce, y hasta huele diferente que Jim Hohnberger. Eso, caballeros, ¡son buenas
nuevas!
Así que, quiero que todos ustedes (hombres) sepan que mi matrimonio, y más importante aún, mi actitud hacia la persona
maravillosa con la que me he casado, mejoró drásticamente cuando reconocí y aprendí a apreciar esas diferencias. Si ustedes
desean mejorar su matrimonio, aprendan a cultivar un sentido de la presencia de Dios con ustedes y respondan a ello. Funciona,
cada vez, pero Rob todavía no lo había descubierto.
Ahora Rob, miremos a la última parte del texto -continué-“ tardo para airarse", significa que aun cuando nuestras esposa e hijos
nos provoquen, nosotros escogemos permanecer en Cristo y permitir que su dulce Espíritu nos controle más bien que las
pasiones del momento, como lo hemos permitido demasiado a menudo en el pasado. Nosotros escogemos rendir estos senti-
mientos de enojo a Dios y permitimos que los quite de nuestras vidas antes de que dañen a los que amamos.
Junto con Rob habíamos estado dando un largo paseo esta vez, una caminata marcada por más que unas pocas lágrimas. Él fue a
la cama aquella noche ¡con un montón de cosas sobre las cuales pensar! Así comenzó uno de los más extraordinarios fines de 31
semana que haya experimentado. Cuando nos levantamos al día siguiente, me pregunté cómo andarían las cosas. Oré por esta
pareja que ningún ser humano podía ayudar, pero con quienes estaba intentando obrar el Todopoderoso. Había un hermoso
desayuno desplegado delante de nosotros esa mañana, y mientras nos sentábamos a la mesa, noté un gran plato de avena
caliente frente a Rob. Tan pronto como se pidió la bendición, Rob se paró y comenzó a servir. La actitud de servirme a mí
primero pareció fluir de él.
Quedé allí sentado preguntándome si Rob había considerado filtrar sus acciones a través de Dios cuando repentinamente, él
detuvo lo que estaba haciendo, hizo una pausa por solo un momento y entonces alcanzó la fuente a mi hijo. Entonces Rob le
sirvió a mi otro hijo, a mi esposa, a mí y entonces a su esposa y a sus hijos. Mientras lo hacía, me aventuré a darle una mirada a
su esposa. Ella estaba mirando con la boca abierta a su esposo. Yo realmente creo que en toda su vida matrimonial, esta era la
primera vez que se lo había visto a Rob servir a todos antes que a él. Rob estaba comenzando a ser pronto para oír. El Espíritu
del Señor se había manifestado a su conciencia y Rob estaba comenzando a cooperar con el Invisible.
Un poco más tarde en la misma comida, su hija que estaba acostumbrada a dominar la familia, rudamente, y créanme que era
así, interrumpió a su padre mientras él estaba hablando. ¿Recuerdan lo que habíamos conversado con Rob la noche anterior, ser
lento para hablar y lento para airarse? Bueno, esta ciertamente no era la inclinación natural de Rob y él lo demostró
respondiendo a su hija con dureza y enojo.

Entonces, abruptamente quedó en silencio. Nunca he visto a alguien que haga lo que hizo a continuación Rob: él inclinó su
cabeza allí en frente de todos nosotros por un momento y cuando miró a su hija, denotaba que estaba con el Espíritu de Dios y
todos pudieron notar la diferencia. Otra vez miré a su esposa y la encontré asombrada ante los cambios en su "desahuciado"
esposo. Me encontraba allí sentado observando y hasta a mí me costaba creer el contraste que veía.
¡Estaba viendo la vida de este hombre transformado ante mis propios ojos! El Dios invisible estaba guiando e instruyendo a este
esposo fracasado y permitiendo ese proceso. Rob estaba obrando su salvación con temor y temblor, "porque Dios es el que en
vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad" (Filipenses 2:13).

Desearía poder dedicar frases acerca de ese fin de semana, porque continuó en forma semejante. ¡Fue maravilloso! Finalmente,
durante una conversación cuando estaba por terminar el fin de semana, Rob tuvo la oportunidad de largar uno de aquellos
comentarios cáusticos a su esposa. Uno de esos pequeños sarcasmos graciosos del cual todos se ríen, pero la esposa queda
dolida y llora por dentro, porque ha sido herida. Cuando esto sucede año tras año, finalmente ella se endurece tanto que no
quedan sentimientos y desea el divorcio. En el silencio que siguió a su sarcasmo desconsiderado, Rob miró a su esposa y en un
momento de honestidad exclamó:
-¿Por qué te hago esto? Lo he estado haciendo durante todos los años de nuestra vida de casados. ¿Me perdonas?
Se podía notar el remordimiento en su cara. Había lágrimas en los ojos de ella, porque finalmente, era una prisionera de
esperanza.
El domingo de tarde, nos reunimos solos los cuatro adultos, deseaba saber qué haría ella. ¿Lo dejaría? No, había decidido que
no.
-Finalmente puedo ver un rayo de esperanza de que existe la posibilidad de que esto funcione -respondió ella-. Los dejamos con
una brillante esperanza para el futuro, pero también el conocimiento de cuán fácilmente Satanás puede descarrilar una nueva
experiencia.
Esperanza es todo lo que muchos de nosotros deseamos, tan solo un rayo de esperanza de que las cosas puedan funcionar, ya
que nuestro problema sea que funciona mal el matrimonio o ser un padre solo o algo totalmente diferente.

Moisés tenía problemas también. Se le encargó que guiara a inda una nación de Jim Hohnberger a la Tierra Prometida. Toda una
nación de individuos obstinados, testarudos. ¡No le desearía ese trabajo a nadie! Pero Moisés "se sostuvo como viendo al invi-
sible". Aprendió a ver lo visible, la falta de alimento, la ausencia de agua, las rebeliones, las serpientes, la idolatría, a través los
ojos del Dios invisible. Mientras que hizo esto, los problemas se hundieron en la oscuridad. ¡Nada era demasiado difícil para
Dios! Si cultiváramos esta habilidad y confianza en él, que lo conoce y lo ve todo, veríamos más la mano de Dios en las
providencias de nuestra vida.
Después de más de dos años de vivir en el paraje solitario, sabía que eventualmente tendría que encontrar algún tipo de
empleo, pero por el momento, no era claro lo que debía hacer. Yo creía que mi Padre celestial omnisapiente sabía lo que yo
debía hacer. Sin embargo, esto sucedió en los primeros tiempos de mi experiencia y me costaba seguir su dirección. Dios debía
ser persistente para conseguir mi atención.
Mientras hacía algunos mandados en la ciudad, me encontré con el dueño de la inmobiliaria local. Ya habíamos trabajado con
Paul cuando comenzamos a considerar la posibilidad de mudarnos a Montana. Aunque él no nos había podido ayudar más era
típicamente amigable, como la gente del oeste, y me saludó con calidez. Entonces me dijo:
-Sabes, he estado pensando en ti últimamente. Estoy pensando en expandir mi inmobiliaria en relación con las propiedades del
área rural y la del valle. Y pienso que debieras trabajar para mí.
Le agradecí, pero rechacé la idea. Después de todo, había dedicado la mayor parte de mi vida a ventas y sabía que el negocio de
bienes raíces requeriría que pasara tiempo en la oficina y que saliera a reuniones de venta. Tendría que conseguir una licencia y
no podría vender propiedades sin un teléfono. En esa época el único servicio telefónico en nuestro valle era un radio-teléfono y
era a un costo prohibitivo así que no tenía sentido el considerarle siquiera.
Pero la idea no quería irse, y pronto parecía que cada vez que iba a la ciudad veía a Paul, en un negocio o en la calle, él siempre
me animaba a considerar la posibilidad de trabajar en su firma. Finalmente nos pusimos de acuerdo para reunimos y discutir las 32
posibilidades. Todavía estaba seguro de que era malgastar el tiempo, pero era claro que Paul no se daría por vencido hasta que
fuera capaz de demostrarle cuán imparcial era esta idea. Pronto me encontré sentado con Sally frente a Paul en su oficina.
Dime, ¿qué condiciones necesitarías para venir a trabajar conmigo Jim?
Bueno -comencé-, no tengo licencia. Tendrás que pagar todos mis gastos para que pueda obtener la licencia, incluyendo los
libros y costos del examen. Paul asintió, así que yo continué:
-Cuando vine aquí a las montañas, trabajé duro para lograr el control de mi tiempo. Si me embarco en esto debes prometerme
que nunca se me pedirá que asista a ninguna reunión. Se me debe permitir trabajar la cantidad que desee. También tendrás que
pagar cualquier cuota de asociaciones y cubrir todos mis costos de propaganda.
-¿Es eso todo lo que deseas, Jim?
-No, Tendrás que instalar y pagar todos los gastos relacionados con un radio-teléfono en mi casa. -¿Es eso todo? -preguntó él. -Sí
-le respondí. -¡Espléndido!
Con un triunfo apenas concedido, abrió el cajón de su escritorio sacó dos libros y me los alcanzó. Me encontré sosteniendo las
guías de estudio para mi examen de licencia como vendedor de propiedades.
-Estás loco -logré decir.
Le había ofrecido el peor trato en el mundo. Ningún negociante pondría todo ese dinero sin garantía de retorno. Paul solo sonrió
y dijo: -Avísame cuando estés listo para el examen. Más tarde me enteré de que Paul había estado averiguando sobre mí con
algunos asociados de mi negocio en Wisconsin.
Ellos le habían dicho:
-Jim Hohnberger hace mejor su trabajo solo. Déjalo solo y va a andar bien.
Dándome cuenta posteriormente de que Dios había tratado de alterar los eventos y buscado de atraer mi atención, decidí que la
única avenida abierta era plantear el negocio de inmobiliaria era de la misma manera en que estaba planteando toda mi vida,
que era: ¿Señor, qué quieres que haga? Así que cuando me encontré con un cliente, le pedía al Señor que me guiara en la
decisión, de qué propiedad mostrarles y el Señor bendecía mi dependencia de él.
Le había dicho a Paul que estaba loco, ¿pero lo estaba realmente? Pronto era el agente número uno en ganancias brutas y
nuestra inmobiliaria llegó a ser la primera en el estado. Pensar que, había descartado la idea de dedicarme a la venta de bienes
inmobiliarios. La independencia de Dios ha sido siempre el curso de la vida de Jim Hohnberger. Estoy aprendiendo día a día a
confiar cada vez menos en el yo y a orar para que el Señor me haga más sensible a la dirección de su Espíritu.

Desafortunadamente soy un aprendiz tan lento que algunas veces me desaliento pensando que nunca voy a aprender. Dios
desea guiarnos a cada uno de nosotros en el camino de la vida, pero algunas veces su dirección no parece tener sentido para
nosotros, excepto en retrospectiva
-Jim, ¿podrías ir al vivero y cerrarlo para pasar la noche antes de que salgas a dar tu caminata? -me pidió Sally un atardecer.
-Por supuesto -le dije subiendo la colina hasta el vivero.
El vivero debe estar ventilado en los días tibios para evitar que se sobrecaliente. Sin embargo las noches en la montaña pueden
ser frías aún en verano así que las aberturas para ventilación deben estar cerradas para proteger las plantas tiernas. Eran las
18:00 cuando terminé de cerrar todo para la noche. Generalmente doy una caminata corta cerca del río al anochecer. Esto me
ayuda a aflojarme y relajarme antes de nuestra hora de la familia a las 18:30. Esta noche, cambié de idea y decidí caminar por el
límite de atrás de nuestra propiedad en vez de ir por las cercanías del río.
Cuando estaba saliendo, sentí la siguiente impresión en mi mente: Jim, necesitas decirle a tu esposa a dónde estás yendo.
Podrías ser amenazado por un oso pardo.
Esto parecía un poco tonto. Después de todo, estaba a la vista de mi casa. Así que descarté la idea. Otra vez me llegó la misma
Impresión y la hice a un lado, pero me sentía incómodo y todavía luchando con eso en mi mente.

Después de caminar unos 200 metros, llegué a una pequeña pendiente abrupta en mi propiedad. Justo cuando comenzaba a
descender por esta bajada, sentí un escalofrío que no tenía nada ver con el clima. Mirando alrededor, vi a una osa con sus
oseznos. Estaba parada sobre las patas traseras a unos 10 o 15 metros hacia mi izquierda mirando derecho en mi dirección.
Cuando un oso lo mira a uno, no solo se quedan allí parados y miran. Como ellos no ven realmente bien, se inclinan hacia
adelante y hacia atrás tratando de enfocar. Es la experiencia más desconcertante y atemorizadora que puedan imaginar.
Mientras miraba a la osa, me vino a la mente la historia bíblica de Eliseo y los muchachos irrespetuosos a quienes Dios castigó
con dos osos. Esos dos osos les dieron una paliza, por así decirlo, los muchachos. No pude sino preguntarme si estaba por recibir
una paliza por no escuchar aquella voz dulce y apacible del Espíritu de Dios.
Miré a mi alrededor a los árboles cercanos y pensé, ¡es imposible alcanzarlos! Además, intuitivamente sabía que tenía que
confrontar el problema visible mediante el poder de lo invisible. Jesús dijo: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me
siguen" (Juan 10:27). Me di cuenta que era suficiente saber que Dios me estaba hablando. No era suficiente reconocer su deseo
de guiar mi vida. Tenía que seguirlo y era en esto en lo que había fallado. Oré: ¡Señor, perdóname! ¿Qué quieres que haga
ahora?
Agáchate Jim, en el nivel más bajo de la pendiente así ella no te podrá ver luego ve RÁPIDO a la cabaña para visitas. Esta fue la
impresión que tuve, así que me agaché y comencé a moverme rápidamente hacia la cabaña para visitas. Pero aún a esta altura,
no obedecí totalmente. Gracias a Dios que él no nos abandona solo porque fracasamos en escucharlo. ¡Qué Dios paciente el que
servimos! Mi madre siempre me decía: "Jim, esa curiosidad tuya te va a meter en grandes problemas algún día". Bueno,
mientras iba corriendo por el suelo de aquel pequeño declive me pregunté qué estaría haciendo la osa. Después de todo, nada
estaba mordiendo mi trasero mientras corría. Al obedecer la impresión de ir a la cabaña para visitas, había vuelto mi espalda a la
osa y me resultaba odioso tener un oso pardo a mis espaldas. 33
Me encontraba a mitad de camino hacia la cabaña cuando. Divisé un tronco por encima de la pendiente y decidí que treparía allí
sobre aquel tronco para vigilar lo que estaba haciendo la osa. Mirando hacia atrás, descubrí que no estaba donde me imaginaba
que estaría. El lugar donde había estado había sido ocupa por sus dos oseznos, a los cuales la madre había enviado a trepar en
un árbol. Los dos estaban chillando en aquel abeto, pero permanecieron fuera del camino de su madre mientras ella se las veía
conmigo.

Mirando alrededor, la vi parada sobre sus patas traseras en el lugar que acababa de dejar, y me estaba mirando fijamente. Yo
conocía suficientemente bien a los osos para este entonces, como para saber que ella me estaba por atacar. Ella escuchaba a sus
oseznos chillando en aquel árbol, y ¡el fuego en sus ojos me dijo que no estaba complacida con Jim Hohnberger! Miré hacia la
cabaña de visitas y me dije: "¡es imposible llegar hasta allí!"
¿Tienen una idea de cuán rápido puede correr un oso pardo? ¡Corren mucho más rápido que Jim Hohnberger, aún con un
montón de adrenalina en su sistema! Salmo 34:6 dice: "Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias". ¡Esa
es la clase de Dios al cual deseo servir! ¿Y tú? Un Dios que salva a aquellos que claman a él.
Angustiado y avergonzado, oré: Señor, ¿aprenderé ALGUNA vez? Quédate quieto, Jim y todo estará bien.

Mientras observaba, la osa se posó sobre las cuatro patas y se fue gruñendo de regreso hasta donde se encontraban sus
oseznos. Al menos ellos sabían cómo obedecer y vinieron corriendo. Esto ocurrió a principios del verano, y ellos eran todavía
muy pequeños, un poco más que dos montículos de pelusa, pero para el fin del verano estarían desarrollados en su crecimiento
para llegar a ser depredadores tan temibles como su madre. Con los oseznos a su lado otra vez, la osa se volvió hacia mí y
resopló su disgusto antes de desaparecer en el bosque.
Aprender a romper el hábito de ignorar la presencia invisible del Señor solo se puede hacer mediante la fe. Cada uno de
nosotros necesita desarrollar una alerta espiritual hasta que esto se vuelve casi lo más importante en nuestras vidas, aquello a lo
cual nos aferramos para recibir dirección.

No soy el único que se mete en problemas cuando pierdo la perspectiva del Dios omnipresente. Mi familia también sufre.
Siempre ha sido así desde el momento en que el pecado entró en el mundo. Cuando Eva vino a Adán con el fruto prohibido, él
supo que ella había desobedecido a Dios. No obstante Adán pensó que amaba tanto a Eva que tan solo el hecho de considerar
idea de la separación, era imposible. Escogió comer del fruto para permanecer con ella, aun si su único futuro juntos fuera la
muerte. Observen cómo cambia su actitud ahora que su voluntad y los deseos no están rendidos a Dios.

Cuando se lo confrontó con sus acciones, Adán culpó a Eva, y luego ¡culpó a Dios por crearla! "La mujer que me diste por
compañera, me dio del árbol y yo comí" (Génesis 3:12). He descubierto que generalmente mi esposa es la que recibe el choque
de mis frustraciones cuando pierdo de vista la presencia de Dios conmigo. No obstante, también he descubierto que nada ha
mejorado tanto mi matrimonio como aprender a filtrar "lo visible", mis palabras y acciones, a través de la influencia de lo
"invisible”: Dios.

Las cosas han cambiado mucho en los años desde que comencé a negociar con inmuebles en las montañas. Trabajo exclusiva-
mente para Dios ahora, escribiendo y hablando, compartiendo las cosas que él me enseñó. Nuestra familia recibe invitaciones
para hablar del evangelio en muchos lugares diferentes en todo el globo.
Acabábamos de volar de regreso a casa luego de pasar 60 días en Australia y Nueva Zelandia donde conocimos mucha gente
maravillosa y ministramos sus necesidades. A menudo nos hospedamos con familias que nos invitan y ninguno de los cuatro
quedó solo para comer en aquellos 60 días. Volamos a Kalispell, Montana, exhaustos. Nos sentíamos como toallas que hubieran
pasado por los antiguos escurridores a rodillos. Se nos había exprimido toda la energía, y anhelábamos un poco de soledad y el
simple placer de participar de una comida en privado. Dirigiéndonos por la ruta North Fork, encontramos más de 60 cm de nieve
sobre el suelo. Con la camioneta de doble tracción manejamos hasta casa y llegamos a nuestra entrada. Para entonces, la nieve
era tan profunda que la camioneta la iba empujando frente a nosotros. Estacionando frente a la casa, le pedí a Sally que entrara
a la casa para comenzar a encender el fuego en la estufa a leña y que preparara una comida simple.
-Matthew -dije-, yo voy a descargar la camioneta y tú llevarás las cosas que traiga y las pondrás en su lugar.
Él accedió, y finalmente le pedí a Andrew que fuera al garaje y que trajera la máquina quitanieves y que limpiara la nieve do
nuestras veredas en el área alrededor del garaje. Todos fueron a hacer sus tareas, y pronto el placentero aroma de la comida me
saludaba siempre que entraba a la casa con nuestras pertenencias desde el auto.

Muchas manos hacen liviano el trabajo, y una vez más esto probó ser verdad. La camioneta estaba vacía y caminé afuera para
controlar debajo de los asientos para asegurarme de que no me había olvidado de ninguna cosa. Podía ver a Andrew frente al
garaje terminando de limpiar la nieve y alistándose para guardar la máquina. He instruido a mis muchachos que las
herramientas no debieran guardarse sucias sino que debieran guardarse de tal manera que puedan estar listar para su uso. Esto
significa que nosotros recargamos el combustible en cosas como la motosierra y las llenamos con aceite. Significa que cepillamos
toda la nieve de la máquina quitanieves antes de colocarla en el garaje.

Fiel a las instrucciones, Andrew buscó el caro cepillo Fuller para limpiar la quitanieves. La máquina todavía estaba funcionado y a
él le pareció que podía meter el cepillo rápidamente y sacarlo para hacer caer la nieve suelta. Esto le ahorraría esfuerzo y tener
que apagar el motor y arrancarlo otra vez, solo para llevar la máquina adentro del garaje. Así como el resto de nosotros, él
estaba exhausto del esfuerzo que habíamos realizado por 60 días. 34
Yo estaba ocupado revisando debajo del asiento cuando escuché el terrible ruido de metal contra metal. Ni siquiera tuve que
levantar mi cabeza para saber lo que había sucedido. Cuando miré, vi que los dientes habían agarrado el cepillo y lo habían
torcido hasta que la manija de metal parecía un sacacorchos.
Andrew estaba sobre sus rodillas tratando de extraer el cepillo. Me encontré caminando rápidamente hacia mi hijo con palabras
de reproche en la punta de la lengua. Cuando me paré a su lado él no se animó a mirarme. Quizás, estaba temeroso de mi
reacción.

Piense en esto por un minuto. Acabábamos de regresar de predicar el evangelio práctico en el otro lado del mundo y él estaba
preocupado, y con razón, por la reacción de su padre. Estoy tan agradecido de que no me miró inmediatamente. Me dejó unos
pocos momentos benditos para escuchar la voz de Dios que me decía: Jim, ¿me has preguntado lo que debieras hacer?
Bueno no, Señor. Yo sé lo que él hizo mal y pensé que debía darle un pequeño discurso para que aprenda de sus errores, dije
excusándome.
Jim solo sonríele, Jim. ¡¿Solo sonreír?! ¡Debes estar bromeando, Señor! ¡Pero acaba de arruinar mi caro cepillo!
Sonríe solamente, Jim. Las consecuencias naturales son suficientes. Por supuesto, todo esto sucedió en una fracción de segundo.
Lleva más tiempo leerlo que lo que llevaron los hechos. Andrew miró hacia arriba en ese momento y yo le sonreí y le dije:
Vamos, vamos a comer.
Más tarde en la mesa, mientras estábamos comiendo, Andrew dijo:
-¿Papá? -Sí, hijo.
-Perdón. Lo que hice fue estúpido.
Todos hemos hecho cosas necias en nuestras vidas. El Señor tenía razón. Las consecuencias naturales de su acción eran
suficientes para impedir cualquier reincidencia. Andrew nunca haría algo así otra vez. Si yo le hubiera dado un discurso como lo
deseaba mi naturaleza, podría muy bien haberse perdido la lección. Su reacción bien podría haberse puesto a la defensiva en
contra de la ira de su padre antes que aprender a auto gobernarse. ¿Qué hubiera pensado Andrew del evangelio en que yo creía
y del que había predicado durante 60 días, si hubiera sido incapaz de impedir que me salieran palabras de las cuales me
arrepentiría? Yo sé a qué conclusión hubiera llegado ¡y con razón! "Si alguno entre vosotros se cree religioso, y no refrena su
lengua, [...] la religión del tal es vana" (Santiago 1:26).

Ese es el problema con la cristiandad hoy. La mayoría de los jóvenes ven que la religión de sus padres, por detrás y a puertas
cerradas, es vana, y cuando son suficientemente grandes, se alejan de semejante religión inútil. Se me ha informado que algunas
denominaciones están perdiendo el 75% de su juventud. No debiera sorprendernos, porque no hemos aprendido a reconocer la
presencia invisible de Dios con nosotros y a rendirnos a sus suaves súplicas. Dios desea que apliquemos estos principios a todas
nuestras relaciones interpersonales, ya sea con amigos o extraños con los que nos encontramos en la calle, pero ¿incluye esto a
aquellos que no nos tratan con amabilidad? Dejo en ustedes la respuesta.

Cuando uno vive en las montañas, un vehículo de doble tracción no es un lujo, no se trata de un vehículo de moda para madres
que viven en áreas residenciales, sino una absoluta necesidad si uno quiere trasladarse durante el invierno. Tengo que depender
del vehículo para no quedar atascado con mi esposa o mi familia en este paraje apartado, así que soy sensible a las necesidades
mecánicas de mi vehículo.
Cuando llegó el momento de reemplazar mi Toyota Land Cruiser, fui a la ciudad y compré un nuevo vehículo utilitario. Poco
después de comprarlo, comencé a escuchar un sonido de uno de los semiejes delanteros. No era un buen sonido proviniendo de
un vehículo de doble tracción, así que lo llevé al representante de la fábrica y alegremente reemplazaron el semieje, porque la
camioneta se encontraba todavía bajo garantía. Cuando estaba por terminar la garantía, noté que el mismo tipo de sonido
comenzaba a salir del otro semieje delantero. Sabiendo lo que andaba mal esta vez, hice una cita para que lo examinaran en la
agencia donde había comprado la camioneta.

Deben entender que una debilidad de mi carácter es irritarme cuando las cosas andan mal. Reconociendo esto, hago grandes
esfuerzos para asegurarme de que las cosas funcionen bien. De esa manera, ayuda a disminuir la tentación de perder el dominio
propio y de irritarme. Con esto en mente, saqué el primer turno para ese día en la agencia, para las 8:00. Le expliqué el
problema Brent, el administrador asistente de service y le pregunté cuánto tiempo pensaba que llevaría el arreglo.
- Aproximadamente una hora -respondió él. Decidí hacer una caminata por la ciudad y para hacer unos pocos mandados.
Planifiqué mi mañana de modo que no regresaría a la agencia hasta las 9:15. De esa manera estaba seguro de que la camioneta
estaría lista y no se presentaría la oportunidad para frustrarme porque no lo estuviera.
Cuando regresé a recoger mi vehículo, noté que todavía estaba en el mismo lugar donde lo había dejado. Era posible que lo
hubieran estacionado luego de hacerle el arreglo, pero esto me hizo sentir un poquito incómodo, y con un mal presentimiento
entré al departamento de service.
-¿Está todo listo? -pregunté a Brent cuando se acercaba al mostrador.
-No pudimos entrarlo todavía -respondió él.
Podía sentir como se montaba la frustración en mi carne.
-¿Cuándo piensas que podrán mirarlo?
-No estoy seguro. Yo realmente no pienso que haya un problema, Jim.
Otra vez pude sentir que el nivel de frustración se elevaba. Deseaba arreglar las cosas y defender mis derechos. Gracias al Señor
que es una ayuda siempre presente en tiempo de peligro, y yo me encontraba en peligro, amenazado no por el agente de 35
service sino por mi propia naturaleza pecaminosa, que deseaba tener control sobre mí allí mismo.
Ríndemelo a mí, me susurró el Señor al pensamiento.
Está bien, Señor, te entrego esta frustración.
-Brent -pregunté en tono de voz razonable-, ¿cómo puedes saber que no hay nada roto si no lo has mirado? ¿Podrías por lo
menos salir y dar una vuelta para investigar? El ruido es inconfundible. De mala gana accedió él a manejarlo y regresó
rápidamente
-No creo que tenga nada- dijo él con seguridad.
-¿No escuchaste el ruido?- le pregunté.
Sí, lo escuché. Pienso que se debe al hecho de ser un vehículo de doble tracción funcionando sobre el pavimento seco en vez de
la nieve donde sería un poco resbaloso.
Esta fue la explicación más extraña que haya escuchado alguna vez.
-Pero es el mismo sonido que hacía el otro lado cuando estuvo roto -abogué.
-No, es diferente.
Señor, ¡esto no es justo! Él ha prejuzgado la situación y no es ni siquiera razonable.
Tan solo permanece en mí, Jim. No tienes que separarte de mí a pesar de cómo te puedan tratar otros.
-Brent, si cambias el semieje y el ruido desaparece, ¿estarías de acuerdo en que ese era el problema? -le pregunté.
-No -me respondió.
-No, ¿no cambiarías el semieje, o no, no estarías de acuerdo en que ese era el problema?
-Ninguna de las dos cosas -dijo Brent comenzando a irritarse.
-Bueno, Brent, no puedo obligarte a cambiar el semieje.
-No, no puedes -concordó forzadamente.
-Brent, tengo planificado partir a Europa la próxima semana y mi esposa estará sola aquí, con esta camioneta, estoy seguro de
que es la misma cosa que tenía el otro semieje. Además, para cuando regrese la camioneta estará fuera de garantía.
-¡Ese es problema tuyo! -respondió él.
-No estamos de acuerdo ¿verdad? -le pregunté.
-No, no lo estamos.
-Bueno, creo que todo lo que puedo hacer es llevarme la camioneta a casa y traerla de vuelta si empeora.
-Supongo que sí -dijo él-. Puede pagar allá -me comento, alcanzándome una boleta.
Caminé hacia el mostrador donde se encontraban las cajas con un sentimiento de fracaso en mi corazón. Señor, oré
silenciosamente, nunca me han tratado tan injustamente en toda mi vida y ahora encima tengo que pagar por esto también.
¡Esto ya es demasiado!
Confía en mí, Jim y déjalo todo en mis manos.

Es tan difícil cuando sentimos que nuestros derechos han sido pisoteados y nuestra naturaleza humana quiere enderezar las
ofensas recibidas.
No lo sabía, pero Sam, el administrador de servicios, había estado observando todo este suceso, y a esta altura se me aproximó.
Jim, ¿te sientes incómodo con la decisión que se te ofreció? I ¡Si lo estaré! -le contesté, explicando toda la situación. Si entro la
camioneta y cambio el semieje y el ruido no desaparece, ¿estarías dispuesto a pagar por el trabajo de colocarlo y retirarlo?
Por supuesto -repliqué-.
Pero si el sonido desaparece, ¿estarías dispuesto a concordar que el semieje era el problema y a cubrir los gastos con la
garantía?
Sam estuvo de acuerdo, y se entró la camioneta al taller. Se reemplazó el semieje y ¡el sonido desapareció! Dios tenía la si-
tuación en su mano y me tenía preparada una solución todo ese tiempo. No necesitaba defenderme cuando el Dios del universo
estaba de mi lado. Todo lo que necesitaba era rendirme a él.

Sientes, en este momento, la presencia invisible de Dios llamando a tu corazón? Él desea ser tu pronto auxilio: "Entonces tus
oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a
la mano izquierda" (Isaías 30:21). Él desea fortalecerte para vivir por encima de la presión de la carne, por encima de la atracción
del mundo. Es cuando el mundo nos vea salvos en el presente, más bien que salvos de nuestro pasado, que nuestras vidas de-
mostrarán que tenemos el poder de Dios en vez de poseer solo una forma de piedad. Las iglesias de hoy en su mayoría han
perdido este poder, y esta es la razón por la cual muchos las abandonan. La gente anhela un poder capaz de salvarlos de sí
mismos, un poder que transforme sus vidas en un gozo, aquí. Desean más que tan solo vanas promesas de gozo en el más allá.

Esta experiencia está al alcance de todos. No fue hasta que me propuse en mi corazón cooperar diariamente, a cada hora y
momento a momento, con el Dios invisible que floreció mi experiencia. Hoy, continúa floreciendo y produce fruto al enfrentar lo
visible mediante el Dios invisible. No escribo esto como uno que lo ha alcanzado, ni tampoco experimentado completamente la
oportunidad que está a nuestra disposición, sino como uno que sigue adelante. "No mirando nosotros las cosas que se ven, sino
las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas" (2 Corintios 4:18).
Cuando comencé a ver y comprender en primer lugar esta experiencia, solía orar diariamente: Señor, ayúdame a ser tan sensible
a tu presencia que el susurro más leve de Jesús mueva mi alma. Ahora, puedo escribir como uno que está experimentando y
madurando una vida más profunda. Y no soy el único. Al viajar alrededor del globo hay unos pocos aquí y allá que están
dispuestos a poner el esfuerzo para hacer suya esta experiencia. 36

Muchos la desean, pero porque involucra una constante renuncia al yo, pocos parecen encontrarla. Me rompe el corazón
porque llegan tan cerca, examinan la experiencia y sienten el anhelo del corazón por tener unidad con Dios. Ven que Dios los ha
estado buscando toda su vida, y comprenden los cambios que debieran implementar en su estilo de vida para hacer más fácil la
rendición a Dios. Se dan cuenta de que deben someter todas sus decisiones a él, y reconocen que Dios está siempre con ellos
para guiarlos y dirigirlos, si estamos dispuestos a seguirlo. Pero nunca cambian. Han realizado un ejercicio intelectual en vez di-
que esto se transforme en una experiencia del corazón. No permita que esto le suceda a usted. Rob se había sentido motivado a
hacer suya esta experiencia porque estaba en peligro de perder toda su familia, pero muchos más se encuentran en el mismo
tipo de peligro y no son capaces de detectarlo. ¿Qué se necesitará para motivarlo a usted?
Dos semanas después de nuestra visita a la familia de Rob comencé a preguntarme cómo andarían las cosas con ellos. ¿Habría
caído Rob otra vez en sus viejas costumbres, o se estaba teniendo alerta de la presencia de Dios y sometiéndose a su dirección?
Fue entonces cuando llamó Rob.
-¡Jim mi esposa se ha transformado en mi mejor amiga! No lo creerás pero nos hemos quedado despiertos hasta tarde todas
noches durante las últimas dos semanas. Sabes, ella tenía mucho para decir y yo nunca me había dado cuenta. Nunca le había
dado la oportunidad. Quiero agradecerte -dijo él- También que sepas que te sientas libre de usar nuestra histona para ayudar a
otros a ver y a creer. Yo no sabía que mi esposa había estado pensando en dejarme. Realmente lo desconocía, y si no lo sabía,
entonces hay otros hombres por allí cuyas esposas están pensando en esto también.

Rob habló del riesgo de las pérdidas temporales, pero mucho peor hubiera sido la pérdida de su esposa y de sus hijos para el
reino de los cielos. ¿Crees realmente que ellos pueden alcanzar un nivel de experiencia espiritual más alto que lo que realmente
practicas? ¿Son dignos ellos del esfuerzo? Cristo pensaba que, éramos dignos del esfuerzo, porque dijo: "Por tu causa me
santifico". ¿No debiéramos hacer lo mismo nosotros por aquellos a quienes amamos?

Rob fue lento para ver al Dios invisible en cada situación de la vida y para ser guiado por él. Nosotros podemos poseer esa
experiencia también, pero estamos tan acostumbrados a seguir la inclinación, los impulsos y a reaccionar al mundo visible que
nos rodea que requerirá volver a entrenarnos para escuchar la voz de su presencia en cada situación. Por encima del caos del
mundo, más allá del clamor de las emociones, mayor que nuestro conocimiento intelectual, está la apacible presencia de Dios
esperando solo nuestro reconocimiento para poder guiarnos, consolarnos y dirigirnos. Esta es la llave de una vida sin
arrepentimientos o pesares.
CAPÍTULO 7
37
Audición selectiva
"Habla, Jehová, porque tu siervo oye" (1 Samuel 3:9).

Mis manos se deslizaron por la soga y mis pies dieron lentos pasos tentativos. Eran tan lentos que mi guía de 5 años se me
podía adelantar con facilidad. Con cada paso me fui dando cuenta de que había entrado a un mundo donde reinaba la oscuridad
y el oído se transformó en uno de los más preciados sentidos". Me encontré sumergido en la experiencia mientras mi amigo me
contaba del sendero singular por el que habían caminado junto con su esposa, con los ojos vendados.

"Mis manos estaban heladas, aunque teníamos una temperatura de 4,5 grados" declaró él-, "pero resistí la urgencia de
ponerme los guantes por temor a perder aún más la capacidad de recibir información a través de los sentidos. Mis manos más
que mis pies, me informaban de la distancia recorrida mientras la soga del guía se deslizaba suavemente por ellas. Un nudo oca-
sional anunciaba la terminación de otra extensión de soga Las curvas se podían percibir por los cambios de ángulo en la soga.
"El aroma de la tierra fresca tan recientemente expuesta a las nieves derretidas me acompañó mientras caminaba y el dulce
aroma de los pinos anunciaba su presencia junto al sendero. La mayoría de los olores eran agradables hasta que capté el olor de
carroña. Probablemente sea un ciervo, pensé. El olor era fuerte, y me di cuenta que el esqueleto se encontraba muy cerca. Me
puso nervioso el hecho de que pudiéramos sobresaltar a un oso que acabara de despertarse de su tibio encanto y que fuera
atraído por el olor a muerte.

"Mientras caminaba me volví cada vez más dependiente de mis oídos. El crujido de la nieve debajo de los pies me advertía las
condiciones resbalosas. El sonido cantarín de un arroyo de montaña que se acercaba en ese momento me indujo a preguntarme
si podría pisar accidentalmente en el agua helada. Pero por lejos, el sonido más confiable era la voz de mi hijo, quien contando
con 5 años, estaba actuando como mi guía. 'Hay más nieve aquí, papi', o '¡cuidado con este pedazo de tronco!' me advertía. Yo
sonreí interiormente, pensando que no podía cuidarme de nada. Entonces repentinamente me choqué con él, que se había
colocado intencionalmente frente al tronco para protegerme del peligro. Mi extrema dependencia de él era rara y
atemorizadora.

"Por momentos caminábamos en silencio, y después de un rato temí que él se hubiera adelantado y me hubiera dejado solo
para luchar con los obstáculos invisibles. Llamé, solo para descubrir que él se encontraba justo a mi lado. 'Por favor, no me
dejes', le rogué. Sin sus ojos solo podía andar a tientas siguiendo la soga. Con su visión podía caminar, confiado en que él me
advertiría y protegería del peligro. '¡No, papá, nunca te dejaría!', exclamó él, incrédulo de que pudiera siquiera pensar en
semejante cosa.

"Finalmente llegué al extremo de la soga, el fin de mi jornada. Me saqué la venda, para quedar deslumbrado por la luz del día.
Después de la adaptación pude enfocar nuevamente, y vi la cara radiante de mi guía que me sonreía, sereno con la confianza de
que él podía guiarme".

Dios desea guiarte a ti y a mí exactamente de la misma manera. Puede ser que le tengamos poca confianza. Probablemente
nunca hayamos confiado en él completamente con toda nuestra vida. Puede ser que ni siquiera hayamos conocido
personalmente a nadie que confíe en Dios tan completamente. Sin embargo, no se ofende. Él sabe que por nuestra misma
naturaleza, estamos inclinados a rehusar su dirección. Y aun así Dios permanece listo para ayudarnos, con la confianza así como
la de aquel niño de que puede hacer la tarea.

Dios conoce todos los problemas, todos los quebrantos que enfrentaremos en esta vida y tiene una solución para cada uno de
ellos. Mejor, mucho mejor que tan solo una solución a nuestros problemas es el hecho de que el Dios del universo simpatiza
con nosotros en nuestros conflictos.

La Biblia dice: "Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades; sino uno que fue
tentado en todo según nuestra semejanza" (Hebreos 4:15).
¡Estas son buenas nuevas! Jesús sabe lo que estamos atravesando. Sabe cómo nos sentimos, cuán cansados nos volvemos y
comprende los quebrantos que ni siquiera el amigo humano más cercano puede compartir. Así como ese guía de 5 años, él dice:
"no te desampararé, ni te dejaré" (Hebreos 13:5).

La dependencia es la llave que libera las manos de Dios para obrar por nosotros. Sin su vista, mi amigo dependía de la instruc-
ción de otro, ¡de uno que podía ver! Esta lección me llegó de forma muy patente en uno de los vuelos que tenía que tomar para
presentar temas y seminarios por todo el mundo. He aprendido a apreciar a los controladores de tráfico aéreo más que nunca
antes. Estoy contento de que pueden ver todo el panorama, todos los peligros y obstáculos en sus pantallas de radar. Ellos
están a cargo, y el piloto meramente lleva a cabo sus instrucciones. Pero es más que tecnología. Estoy agradecido por la
preocupación real que sienten los controladores en forma individual por la seguridad de aquellos que están a su cargo.
38
Por ejemplo, cuando mi vuelo hacía su aproximación final al aeropuerto internacional de Salt Lake City, los controladores
habían cumplido con su tarea y nuestro vuelo, gracias a las instrucciones del controlador y de la habilidad de nuestro piloto, se
alineó perfectamente con la pista de aterrizaje. Se acercó cada vez más hasta que por fin nos encontrábamos a menos de 100
metros por encima de la tierra. En lugar de aterrizar, la mano invisible de la gravedad me presionó contra el almohadón del
asiento mientras la nave aceleraba y subía empinadamente hacia arriba. ¿Qué había sucedido? El piloto nos informó que el con-
trolador había notado que había fallado el instrumental. No se había desplegado apropiadamente el tren de aterrizaje. A pesar
de la demora mientras la tripulación rectificaba el problema, ni un solo pasajero objetó la advertencia del controlador aéreo. Su
advertencia nos había salvado de la destrucción.

Pero basta que alguien sugiera que Dios debiera dirigir nuestras vidas, y que debiéramos obedecer sus advertencias y confiar en
su guía de modo que podamos evitar la destrucción y nos resentimos, resistimos y molestamos. La razón es clara. No Mentimos
nuestra necesidad o no detectamos el peligro o nuestra necesidad de dirección. No salimos inmediatamente y decimos que no
necesitamos la guía de Dios. En realidad, generalmente confesamos nuestra necesidad de él. No obstante, nuestras acciones
desmienten nuestra confesión.

Hay algo que se está volviendo cada vez más popular en los círculos cristianos "que tendrán una apariencia de piedad, pero
negarán la eficacia de ella" (2 Timoteo 3:5). La frase "¿Qué haría Jesús?" se ha vuelto un icono popular de la cultura cristiana,
desplegado por todos lados desde remeras hasta juguetes. Lapiceras, placas y cuadros, todos despliegan el mensaje. Ha sido el
tema de sermones y reuniones juveniles. Suena bien. Parece correcto, y sin embargo se trata más a menudo de una mascarada
humanista que de cristiandad. Se le pide al ser humano, en su gran sabiduría, que decida cómo reaccionaría Jesús en cualquier
situación dada de la vida.

Jesús mismo nos enseñó cómo decidir qué hacer o dejar de hacer, cuando dijo: "porque no busco mi voluntad, sino la voluntad
del que me envió" (Juan 5:30). Él dependía constantemente de la dirección del Padre para que lo guiara.

A menudo he preguntado a la gente qué hubieran hecho en el lugar de Jesús cuando recibió el mensaje de que su mejor amigo,
Lázaro, se estaba muriendo. Nosotros hubiéramos corrido y sanado a nuestro amigo, pero Jesús no lo hizo. Permaneció allí
donde se encontraba y dejó que muriera su mejor amigo. Porque Dios tenía planeado algo maravilloso para Lázaro, mucho más
maravilloso que ser sanado de su enfermedad. Si hubiéramos estado nosotros en lugar de Jesús, habríamos hecho un lío con
esos planes porque no estamos acostumbrados a permitir que Dios controle toda nuestra vida. No hemos cultivado la
sensibilidad espiritual que tenía Jesús.

Dios dice: "dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz" (Isaías 2:22). Esto significa dejaos de todo hombre, incluyendo
nuestro propio razonamiento e intelecto tremendamente orgullosos. Esto significa cesar de manejarnos a nosotros mismos,
ponernos en armonía con Dios y cultivar una sensibilidad espiritual diaria hasta que esta se transforme en una forma de vida.

A menudo la idea que parece razonable en un escenario teórico parece ser absurda cuando la colocamos en un escenario de la
vida real. Por ejemplo, ¿le gustaría volar con un piloto que tomara decisiones basado en lo que piensa que el controlador debie-
ra decirle que haga en una situación dada, en vez de requerirla del controlador? Si no les parece muy razonable este método de
vuelo, ¿por qué aceptamos semejantes prácticas en nuestra vida religiosa? Probablemente es porque toda nuestra experiencia
religiosa está desequilibrada.

Los seres humanos tenemos la idea de que una vida equilibrada consiste en que Dios y el yo comparten el control de mi vida de
modo que Dios tira hacia arriba y el yo tira hacia abajo. Esto puede parecer equilibrado, pero no nos lleva a ninguna parte. De
modo que debemos considerar si nuestra religión tiene una aplicación a la vida real. ¿Nos lleva en forma consistente hacia
arriba? Si no, entonces lo que llamamos religión es una vida infeliz que consiste en tirar hacia adelante y hacia atrás. Peor aún,
es una religión que permite nuestro asentimiento mental a las verdades para suavizar nuestro pensamiento y justificar nuestros
hechos, mientras que en realidad estamos sentados sobre la cerca. Es la peor clase de engaño, porque pensamos que estamos
caminando en el sendero al cielo, aunque permanecemos exactamente en el mismo lugar, en la misma condición, y calzamos
tan perfectamente para la destrucción ¡como lo estábamos antes de encontrar este asunto llamado religión!

¿Recuerdan a Rob, de quien hablé en el capítulo previo? La experiencia religiosa de Rob necesitaba volverse práctica. El simple
conocimiento intelectual no lo había transformado en una nueva criatura en Cristo. El primer paso para cualquiera que desee
poseer una vida que modifique el cristianismo es volverse "pronto para oír" (Santiago 1:19). Estar realmente dispuestos a oír es
la llave que abre la puerta a una comunicación efectiva en todas nuestras relaciones, y su ausencia es el mayor estorbo.

Harold se había criado en lo que él describía como una religión "tipo culto". Cuando maduró, rechazó las posturas doctrinales
del grupo en el cual fue criado, excepto por una cosa: el estilo simple de la vida del campo. Todavía le era caro a su corazón; su
sueño, por así decirlo. A los 40 años, Harold es un típico norteamericano. Se encuentra casado por segunda vez y criando tres
hijos de ambas uniones. Junto con su segunda esposa, Jennifer, de 30 años, vive en una sección afluente de Connecticut, justo a
las afueras de la ciudad de Nueva York. Ambos son profesionales, y juntos ganan una gran cantidad de dinero, pero su estilo de
vida también los lleva a gastar mucho.
39
Al encontrarse ahora en la edad mediana, Harold se enfrenta con una creciente insatisfacción. Está logrando éxito en el mundo
pero se siente vacío. Como cristianos nominales, tanto él como Jennifer han rebotado de iglesia en iglesia por los últimos pocos
años, tratando de encontrar satisfacción. Jennifer, aunque en un grado menor que su esposo, está buscando, también
insatisfecha con la vida. Esto no es de sorprender, porque como madrastra de dos hijos del primer matrimonio de Harold, la
vida a menudo es estresante. Junto con Harold pasaron por muchas dificultades de adaptación al tratar de armonizar una
familia proveniente de dos. Seguramente el futuro podría solamente ser mejor. Ahora con un niño pequeño propio, la
maternidad es el anhelo de su corazón. Si solo pudiera permanecer en casa. Si solo pudiera tener más hijos. Si solo la parte
económica no requiriera que ella trabaje, entonces tal vez podría ser feliz.

En la superficie, podría parecer que esta pareja tiene sueños compatibles. Seguramente fue un equipo hecho en el cielo, pero
no se daría. Muy pocas esposas disfrutarían que sus esposos eligieran comprar una propiedad sin su aprobación, y Jennifer no
había ni siquiera visto la tierra. Entonces estaban allí los grandes sueños de Harold para su propiedad, que incluía construir una
casa nueva. Jennifer, siempre práctica, rápidamente se dio cuenta de que nunca podría quedar en casa con todos esos gastos
adicionales.

Con los meses que llevó cerrar el contrato por la propiedad, Jennifer trató de conseguir que Harold entendiera sus preocupa-
ciones, pero su esposo las dejó de lado. Harold no estaba escuchando. Él pensó que su sabiduría era mayor, su experiencia más
amplia. La tensión entre ambos se puso tan severa que Jennifer rehusó firmar la boleta de compra. Ahora, para cualquiera con
un poco de juicio, había un mensaje en todo esto para Harold. Pero si lo vio, se rehusó a seguir su advertencia, descartándolo
todo. Él sentía que terna el derecho a cumplir con su sueño, y nada lo iba a detener, así que compró la propiedad sin ella.
Muchas esposas experimentan este tipo de oído selectivo. Puede ser que no les toque pasar por la experiencia de que su
esposo compre una propiedad sin ellas, pero hay muchas maneras en que nosotros los hombres podemos ser insensibles a sus
intereses.

Los cambios vinieron lenta y gradualmente. Jennifer ya no podía dormir bien. Estaba malhumorada e insatisfecha en el trabajo.
Su felicidad en el hogar era ahora tan solo un amargo recuerdo. Por primera vez, que alguien pudiera recordar, comenzó a
quejarse de su esposo, abiertamente especulando con la idea de separarse de él. Las pequeñas cosas que solía pasar por alto
enamorada, se transformaron en montañas insuperables.

Harold por fin se dio cuenta que su herida esposa realmente se estaba volviendo insensible a él y se dio cuenta de que algo
estaba mal. Pensó que el trabajo era demasiado estresante y la animó a ella a buscar otro trabajo. Su incapacidad para ver su
propio egoísmo e insensibilidad y su falta de voluntad para escuchar, realmente escuchar a su esposa, confirmó en el corazón
de ella lo peor que había pensado de él, y ahora estaba rindiendo su fruto en una cosecha de insensibilidad.

Harold todavía quería concretar su sueño. Ahora pagaban dos hipotecas, una por su casa en Connecticut y otra por el sueño de
Harold, mientras que el sueño de Jennifer de dejar de trabajar y quedar en casa se transformó en cenizas sobre el altar de un
orgullo obstinado y de una insensibilidad voluntaria. ¿Cuánto durarían de esta manera? ¿Alguien lo sabe? Triste, ¿no es cierto?
Seguramente nosotros no seríamos tan insensibles. ¿O lo somos?

Cuando estábamos de novios con Sally, yo era muy sensible a sus opiniones, sus comentarios, sus pensamientos y sus deseos.
Ella estaba constantemente en mi mente. Me encontraba sentado en clase con mis apuntes y escribía su nombre una y otra vez
y los embellecía con corazones. Sin embargo, no pasó mucho tiempo después que nos casamos cuando comencé a
desconectarme de ella, a tratarla como una conveniencia. ¿Qué sucedió? Solo me comunicaba cuando era conveniente para mí
o si había alguna clase de crisis, y poco a poco el matrimonio perdió su celo, su frescura. Las mismas cualidades que hacían del
matrimonio una experiencia viviente, vibrante y un gozo, desaparecieron.

Al tomar el nombre de Cristo, los cristianos en esencia están reclamando que están casados con él. Muchos de nosotros, de-
masiados de los que han tomado su nombre, actúan de la misma manera en que Harold y yo actuamos en nuestros
matrimonios. Suceden dos cosas, o ignoramos la dirección de Dios y buscamos nuestras metas, o tratamos a Dios como una
conveniencia. Lo tomamos cuando es conveniente, cuando tenemos ganas, y entonces corremos a él con urgencia si hay una
crisis.

Mi matrimonio solamente mejoró cuando mejoró la calidad de comunicación que teníamos con Sally, o debiera decir, cuando
yo aprendí realmente a escucharla. Este principio es veraz en toda relación. La comunicación efectiva siempre comienza con
escuchar a la otra parte. Mi relación con Dios ha demostrado este principio una y otra vez. Escuchar la voz de Dios es casi un
arte perdido en la sociedad de hoy. Así que exploremos las avenidas de comunicación entre Dios y el hombre.

La mayoría de la gente piensa en la Biblia cuando piensa en Dios comunicándose con la raza humana. Verdaderamente la Biblia
transmite a nuestras mentes una comprensión de Dios y señala el sendero para obtener una relación con él. "Toda la Escritura
es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (2 Timoteo 3:16).
Sin embargo, este mismo libro de la Biblia nos advierte que las Escrituras pueden ser incomprendidas y aplicadas en forma
errónea. "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la
palabra de verdad" (2 Timoteo 2:15, el énfasis es nuestro). 40

Se han escrito volúmenes sobre el estudio de la Biblia, v algunas veces pueden resultar confusos. No importa lo que usted haya
o no haya probado en su estudio en lo pasado, permítame que lo anime a dejar otros libros e ideas y venir a la Palabra de Dios
con un deseo sincero de que Dios provea su dirección para ese día. Acérquese a las Escrituras como pecador en necesidad de
salvación y permanezca en la presencia de Dios. "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10). Si hace esto, la Biblia
se transformará en algo más que una historia sagrada, más que en sugerencias de cómo vivir una vida santa. A menudo escu-
charemos la voz de Dios hablándonos personalmente desde sus páginas.

La verdadera religión es aquella que transforma toda la vida. Es una religión experimental. No es tan solo teoría sino algo que
experimentamos de una manera práctica. En esto la Biblia se revela en la mayor brillantez. La Biblia nos provee un ancla, una
fuente infalible sobre la cual podemos probar nuestra interpretación.

La naturaleza todavía señala un camino a su Creador. Fue en los confines del mundo natural que yo aprendí a reconocer la voz
de Dios. Cuando se eliminan las distracciones de la sociedad civilizada, la mente humana se encuentra más apta para escuchar
la voz de Dios. Aunque está marcada y distorsionada por el pecado, la naturaleza todavía revela la sabiduría y el orden de
nuestro Dios. En medio de la gloria y la majestad de la creación, podemos captar la omnipotencia de Dios y sentir nuestra
propia incapacidad.

No obstante, la mente humana puede tomar hasta la más sublime de las experiencias y distorsionarla para su propia destruc-
ción. Charles Darwin viajó a un lugar hermoso y allí, rodeado de algunas de las criaturas menos comunes y maravillosas de la
creación de Dios, sintió que la naturaleza le estaba hablando. Pero no trajo el mensaje que sintió para probarlo con la Escritura,
si él hubiera estado dispuesto a probar su teoría como lo manda Dios: "A la ley y al testimonio: si no dijeren conforme a esto, es
porque no les ha amanecido" (Isaías 8:20), entonces el mundo no hubiera marchado hacia la oscuridad y el error pensando que
él había encontrado una luz nueva y emocionante.

Dios también nos habla a través de su providencia en nuestras vidas. En su gloriosa búsqueda de nuestros afectos, Dios arregla
las circunstancias para nuestro beneficio. Esta no es una acción arbitraria de su parte para controlarnos, sino más bien, así como
un padre, él obra para alterar las circunstancias de modo que sus hijos, tú y yo, podamos hacer elecciones correctas. ¿Recuerda
cuando fui a comprar la tierra para encontrarme con que había sido vendida delante de mis narices a último momento? En ese
momento no me percaté, pero él me estaba hablando y le hablará también a usted, mediante las providencias de la vida.

Existe otra cara en la dirección providencial. Constituyen lo que podríamos llamar "vellones". En Jueces 6 y 7, se nos cuenta la
historia de Gedeón a quien Dios levantó para librar a su pueblo. Gedeón escuchó las instrucciones que le dio el Señor pero
desconfiaba de sus propias habilidades y talentos, así que le pidió al Señor que confirmara las indicaciones dadas mediante el
uso de un pedazo de lana, un vellón.

"Y Gedeón dijo a Dios: Si has de salvar a Israel por mi mano, como has dicho, he aquí que yo pondré un vellón de lana en la era;
y si el rocío estuviere en el vellón solamente, quedando seca toda la otra tierra, entonces entenderé que salvarás a Israel por mi
mano, como lo has dicho.

Y aconteció así, pues cuando se levantó de mañana exprimió el vellón y sacó de él el rocío, un tazón lleno de agua.
Mas Gedeón dijo a Dios: No se encienda tu ira contra mí, si aún hablare esta vez; solamente probaré ahora otra vez con el
vellón. Te ruego que solamente el vellón quede seco, y el rocío sobre la tierra. Y aquella noche lo hizo Dios así, solo el vellón
quedó seco, vi en toda la tierra hubo rocío" (Jueces 6:36-40).

Yo he utilizado vellones en mi experiencia. No, nunca he colocado un vellón en el suelo. Tal vez hubiera sido mejor si lo hubiera
hecho en algunos casos, pero permítanme que comparta un ejemplo de uno de mis vellones con ustedes.
Me encontraba cazando ciervos con arco y flechas al poco tiempo de haberme hecho cristiano, o quizá debiera decir, cuando
pensé que me había hecho cristiano. De cualquier manera mientras estaba cazando escuché que el Señor hablaba en algún
rincón silencioso de mi mente. Esa voz dulce y apacible que decía: Baja tu arco, Jim.
Yo sabía que esta era la voz del Señor y sabía lo que él quería que hiciera, pero me resistí. Casi desafiantemente le dije al Señor
Está bien Señor, si deseas que deje de cazar, tráeme alguien con una cámara de 35 mm y una lente telescópica, porque todavía
deseo salir a los bosques. Oh, y Señor, deben ofrecérmelo a mitad de precio.

Me sentí bastante seguro después de esta oración. Le había dado al Señor un vellón desafiante, una tarea imposible, el ruego
falto de fe de mi corazón no consagrado. ¡Nunca pronunciaría semejante oración hoy! Pero allí era donde me encontraba en
aquel entonces.

Un tiempo después, recibí una llamada telefónica de un joven que trabajaba en la comunidad, vendiendo libros cristianos puer-
ta por puerta. Lo saludé cálidamente y él me preguntó si podría venir a verme.
-Por supuesto, puedes venir -le dije.
Llegó poco después, con una rústica caja de cartón marrón en sus manos. Para ese entonces estaba realmente curioso. Él no
parecía tener apuro para informarme acerca del contenido de la caja. Finalmente, después de haberse sentado cómodamente, 41
dijo con toda calma:
-Tengo una historia para contarte.
-¡Cuéntala! -exclamé con avidez.
-Me encontraba vendiendo libros cuando visité a cierta familia. Ellos estaban muy interesados en el juego completo de las
Bellas historias de la Biblia que yo vendo, como tú lo sabes, esos libros para niños. Pero realmente no podían pagarlos. Son de
los libros más caros que vendo, unos 300 dólares por juego. No puedo expresarte cuán grande era el deseo que tenían de
comprarlos lo podía ver en sus ojos. No solamente los niños, Jim. A los padres les encantaba también. Realmente quería que
pudieran comprar mis libros, pero no sabía cómo ayudarlos. A esta altura, el padre me hizo una oferta. Me dijo: "Tengo esta
cámara. Hace poco tiempo que la compré. Es de 35 mm y tiene una lente telescópica pagué más de 600 dólares por ella, pero se
la entregaría a cambio de los libros".
Mi joven amigo hizo una pausa.
Jim -dijo con toda seriedad -yo permanecí allí sin saber qué decir y tu nombre me vino a la mente. Fue como si una voz dijera
con tanta claridad: Sigue adelante, y acepta el trato. Jim comprará la cámara. Así que yo acepté el trato. ¿Comprarías la
cámara?
Las palabras no pueden expresar cuán bajo me sentí. Las lágrimas fluyeron por mis mejillas y escribí ese cheque, porque yo
sabía que no debiera haber hecho esa oración, y sin embargo el Señor había comprendido. Me deshice del arco y desde
entonces nunca más he cazado.

Probablemente la más incomprendida forma en la cual Dios nos habla es mediante las impresiones que llegan a nuestra mente
Muchas personas me dicen: "¡Yo nunca escucho a Dios hablándome de la forma en que usted dice que lo escucha!" y yo
respondo, "¡Sí, seguro que lo escuchan! Es solo que no conocen la voz suave y apacible, de otro modo debe ser que se han
acostumbrado tanto a ignorar sus impresiones que ya no las escuchan más".

¿Se han dado cuenta de que la gente que vive cerca de las vías del ferrocarril parece que ni se da cuenta de los trenes que
pasan, en tanto que las visitas se ensordecen por el sonido? Podemos hacer lo mismo con Dios. Cuando persistimos en ignorar
sus impresiones, estas se mezclan en el ruido de fondo hasta que son casi irreconocibles.

Tengo un amigo al que llamaré Arnold, para proteger su privacidad. Él se me acercó después de un sermón y me dijo:
-Jim, tú dices que Dios te habla, pero yo nunca lo escucha hablándome de la forma en que él te habla a ti.
-Él te habla y tú lo has escuchado -le dije yo.
-¿Te parece? -cuestionó él incrédulamente.
-Por cierto que lo has oído -lo animé -. La última vez que te encontraste en un negocio y tus ojos fueron atraídos por esas
revistas de chismes, las que tienen mujeres escandalosas en la cubierta, ¿qué le dijo el Señor a tu mente en ese momento?
Estaba bastante seguro de que yo sabía la respuesta. Puede ser que Arnold no haya desarrollado una relación con el Señor que
involucrara una comunicación "real", pero yo sabía que él se decía ser cristiano. Y nadie que sea un cristiano serio puede
contemplar las imágenes triviales inservibles, y de los dramas desplegados por los ricos y famosos o mirar las imágenes sen-
suales de las últimas modas, sin que el Señor impresione sus pensamientos, tratando de proteger su mente de tal basura.
-Él me dijo: ¡No mires! -respondió Arnold.
-¿Y tú qué hiciste?
Silencio.
-¿Y tú qué hiciste? -pregunté otra vez, pero él no pudo contestarme. Oh, mis amigos, no es que no podemos escuchar la voz de
Dios, sino que nos hemos acostumbrado a no responderle. Yo lo llamo a esto escuchar selectivamente. Es por esto que pensa-
mos que vivimos nuestras vidas sin su dirección.

No obstante, no todo lo que aparece en nuestras cabezas es una impresión del Señor. Hay tres áreas de las cuales fluyen estas
ideas. Primero, el Espíritu del Señor puede impresionar nuestros pensamientos. Segundo, nuestra propia carne, que está
formada por nuestras pasiones, apetitos y deseos, puede también ser la fuente. Por último, vivimos en un mundo que ha sido
tentado a rebelarse contra Dios por el diablo y él no está menos activo en tentarnos a pecar que cualquiera de las generaciones
pasadas. Así que, ¿cómo podemos filtrar los pensamientos que nos llegan y poder discernirlos?

Las impresiones pueden y debieran poder pasar el examen de la Palabra de Dios. Sin embargo, existen momentos cuando una
impresión no es inherentemente buena o mala. Un ejemplo, de esto fue cuando el Señor me pidió que me moviera al otro lado
del tronco que estaba cortando y de este modo poder salvar mi vida. Moralmente no era incorrecto cortar cualquier lado del
tronco y no había un principio bíblico envuelto con el cual pudiera probar esta impresión. Lo que sí tenía eran los comienzos de
una familiaridad en escuchar la voz de Dios.

Así como cualquier amigo, cuanto más escuchamos su voz, más la llegamos a reconocer. Una regla útil de aplicar que uso para
probar una impresión es la siguiente: si la impresión me pide una negación del yo, si coloca las necesidades y sentimientos de
otros antes que la mía, puedo sentirme cómodo de seguirla. Estos rasgos son opuestos a la naturaleza pecaminosa, la carne con
la cual nací, y no son los rasgos de carácter de Satanás tampoco.
Necesitamos comprender que la mente humana, débil y frágil como es, sigue siendo el único medio por el cual Dios puede
comunicarse con cualquiera de nosotros. Aquellos que buscan comunicarse con el Soberano del universo debieran evitar cual- 42
quier cosa que debilite las funciones de su mente. Ciertamente el uso de químicos que alteran la mente para lograr un así
llamado más alto estado del ser, nos debieran volver muy incrédulos acerca de los supuestos mensajes recibidos por individuos
mientras se encuentran en tal estado. Dios es un Dios de razón, y él nos Invita a usar los poderes del razonamiento con que nos
dotó, con las siguientes palabras: "Vengan, pongamos las cosas en claro, dice el Señor" (Isaías 1:18 NVI).

Algunos cristianos con los que hablo se sienten incómodos con estas impresiones porque les recuerdan demasiado los mensajes
recibidos por aquellos que están involucrados en el movimiento de la Nueva Era.

El cantante y compositor de canciones John Denver lo explicó así en una ocasión: "Así que yo escucho las voces que hay en mi
interior. Porque yo sé que están allí para guiarme".

Tengo amigos que están en el movimiento de la Nueva Era, y su estilo de vida es muy semejante al mío. No tienen deudas.
Viven en un hermoso hogar en un lugar remoto. Se alimentan de una dieta saludable. Y sí, así como yo, escuchan las
impresiones de sus pensamientos que ellos escogen obedecer. Sin embargo, se rehúsan a conducir sus vidas de acuerdo con la
Palabra de Dios y no pueden diferenciar entre las voces o aceptar que esas impresiones posiblemente podrían provenir del
diablo. Los espíritus que les dan estas impresiones son demandantes hasta el punto de insistir en cuanto a qué remera debieran
usar. A menudo los he desafiado a que contraríen su espíritu y desobedezcan. Ninguno de ellos lo hará. Tienen miedo de la
reacción que puedan causar. Dios no usa la intimidación, sino que nos atrae a él con cuerdas de amor. Aquellos que sirven a los
espíritus del movimiento de la Nueva Era no tienen libertad, sino que sirven al dios de sus pensamientos. Esto me entristece
porque están tan cerca y sin embargo tan lejos de la verdad.

No importa cuánto deseemos la dirección de Dios en nuestras vidas, existe un peligro de aproximarnos a Dios sin un espíritu de
sumisión dispuestos a obedecer lo que nos muestre. Si nuestra voluntad propia no está neutralizada, entonces existe una ten-
dencia a usar nuestras ideas y blancos acariciados como norma por la cual juzgamos las impresiones y pensamientos. Cuando
tenemos un pensamiento que está en armonía con nuestras ideas preconcebidas, no es difícil para nosotros asumir que este
debe- ser un mensaje de Dios.

Tal vez el mayor detrimento para tener una comunicación libre y abierta con Dios es la falta de exclusividad. Dios desea
acompañarnos cada día como nuestro constante Compañero. Desea que hablemos con él durante el día, que dependamos de
su sabiduría para dirigirnos, ya sea que estemos solos, trabajando o visitando amigos. Quizá usted comparta una inclinación que
yo tengo de poner a Dios de lado cuando tengo una tarea que realizar. Es casi como si dijera: Muy bien, Jesús, tú te sientas aquí.
Ahora tengo algo que hacer.
Y eso es exactamente lo que sucedió el día cuando escuché la voz de mi hijo flotando por las escaleras.
-¡Papá, mamá quiere lavar una maquinada de ropa pero el generador no arranca!
Solo se requirieron trece palabras para comenzar una crisis en mi vida. Me encontraba en mi escritorio estudiando la Palabra de
Dios cuando llegó el llamado. Seguramente no podía venir una tentación en un momento mejor cuando uno está estudiando la
Biblia. ¿Será que es así? ¿Puede ser que el yo luche por control cuando uno está estudiando las Escrituras? ¡Seguro que sí!
Inmediatamente, surgieron pensamientos irritantes en mi carne porque no quería ser interrumpido. Además, había 40 grados
bajo cero, y yo no quería salir afuera a ese garaje para luchar con una fría pieza de hierro que rehusaba funcionar.

Abrigándome bien, caminé afuera hacia el generador, lo miré y podía sentir la incontenible batalla en mi corazón. No estás
preparado para ocuparte de esto todavía, podía oír al Señor hablando en mis pensamientos. ¿Qué desea hacer mi fuerte
temperamento alemán? ¿Han pateado alguna vez un pedazo de hierro? A la carne no le importa quién sale lastimado si puede
desahogar sus sentimientos y frustraciones.
Caminé de regreso a la casa y busqué una lapicera y un papel para escribir lo siguiente: Independencia de Dios, ¡la maldición de
la vida de Jim Hohnberger!
Entonces caí sobre mis rodillas y oré al Señor hasta que sentí que mi espíritu se había sometido. Señor, este es nuestro
problema, le dije. ¡Y fue maravilloso contar con él para que llevara la carga! Yo no sé qué anda mal con la máquina, pero tú si lo
sabes, y voy a depender de ti para que me guíes. ¡Aquello fue aún mejor! No iba a enfrentar solo este problema. Ahora el Señor
del universo iba a estar a mi lado.

Regresando a la máquina causadora del problema, sentí la impresión de que debía revisar los contactos del distribuidor, pero
revisé el carburador. Luego de 5 minutos fríos de luchar con el carburador, no pude encontrar nada que estuviera mal. Todavía
tenía la impresión de que debía revisar los contactos del distribuidor, pero revisé la bobina de reactancia. No encontré nada que
estuviera mal allí, entonces revisé los cables. Todavía no se me iba esa impresión y por fin me rendí y revisé los contactos de
distribución, solo para encontrar un tornillo flojo, que estaba produciendo un cortocircuito en el sistema.

Había ido al Señor para pedirle ayuda. Hasta había colocado verbalmente mi dependencia sobre él. Entonces ignoré su direc-
ción. Esto es escuchar en forma selectiva. No había aprendido la exclusividad requerida para hacer de su voz, su impresión, lo
supremo y todas las demás voces, inclusive mi propio "gran" intelecto", subordinado a él.
Hace algunos años, Andrew fabricó una hamaca de estilo antiguo para Sally y para mí. Fue un regalo maravilloso, y lo hemos
usado cada día en lo que nos gusta llamar "tiempo de hamacarse". Al mediodía, dejamos a un lado nuestro trabajo con Sally y 43
nos sentamos juntos. Este es el tiempo que le dedico a Sally para conversar y compartir. Algunas veces nuestras conversaciones
son de preocupaciones profundas y entrañables, otras veces puede ser simplemente compartir los sucesos del día. Sin embargo,
es un horario asignado para estar con mi reina, tiempo para escuchar, para escucharla con atención realmente. Es una hora que
he llegado a valorar mucho.
Un amigo vino a mi casa justo cuando tenía planificado mi tiempo de hamaca con Sally. Lo saludamos y él nos explicó la causa
de su visita.
-¿Estás apurado? -le pregunté.
-Bueno, tengo que regresar a la ciudad, pero no es tan grande el apuro -respondió él.
-Fantástico -le dije-, ¿Por qué no pasas y te sirves un vaso de agua si lo deseas y te encuentras un libro para leer por unos pocos
minutos? Yo tengo una cita con mi esposa.
-Él me miró por un largo instante y luego entró a la casa.
Mi esposa necesitaba saber que ella era más importante para mí que un visitante inesperado. Establecer esta prioridad es una
de las llaves que abre una comunicación vibrante con Dios como también con nuestras esposas. ¡Satanás se esfuerza mucho
para romper la comunicación entre el alma y Dios! Y él utilizará cualquier medio que pueda para hacerlo. Distrae nuestras
mentes con toda clase de cosas, desde música hasta carteleras, llenando nuestros sentidos de la misma manera que usan los
países comunistas para obstaculizar la señal de las emisoras capitalistas. Requiere un esfuerzo deliberado de nuestra parte para
mantener una conexión con Dios bajo el ataque violento del ruido y de la información innecesaria de nuestra sociedad
moderna.

Después de concluir un compromiso de presentación de un tema en Tennessee, con mi familia viajamos al aeropuerto de
Nashville para volar a nuestra próxima cita. Como nos sobraban algunos minutos, decidimos embarcar nuestro equipaje y luego
devolver el automóvil alquilado, en lugar de cargar con el equipaje hasta la compañía de alquileres. Estacionando en el área de
partidas, pudimos ubicarnos justo en frente de la entrada generalmente es difícil encontrar libre esta área de mucho tránsito
pero hoy habíamos conseguido el mejor sitio imaginable.

Al acercarnos a la curva sentí la impresión de llevar las llaves conmigo, pero no tenía ninguna razón para hacerlo. Después de
todo, podía abrir el baúl con el pequeño botón desde adentro. Pero Dios no se había dado por vencido y otra vez, al salir del
auto, sentí la impresión de bajar el parabrisas. Pero era una mañana fría y yo sabía que después de descargar el equipaje sería
lindo volver al auto tibio, así que ignoré esta impresión. Después de llevar el equipaje adentro, regresé afuera para devolver el
auto a la agencia de alquileres y descubrí que todas las puertas del Chevrolet modelo 98 que se encontraba estacionado con el
motor funcionando en mínima, estaban cerradas con la única llave puesta en el arranque. Inmediatamente, me di cuenta por
qué el Señor me había impresionado a que sacara las llaves y dije: Oh Señor, ¡lo siento! Mi independencia de Dios siempre se
deletrea como P-R-O-B-L-E-M-A.

He llegado a aprender algo acerca de las aerolíneas en todos mis viajes, ellos no esperan a Jim Hohnberger si llega tarde. Me
encontraba frente a un gran problema porque mi vuelo partiría en poco más de una hora. También me encontraba en
problemas porque uno no puede dejar un auto en este tipo de área por más de unos pocos minutos o la policía le pondrá una
multa y luego lo va a remolcar. Corrí adentro para buscar a Andrew para que se quedara parado al lado del auto en caso de que
quisieran remolcarlo, entonces corrí a la compañía de alquiler de autos.

La cola frente al mostrador de alquileres de autos era enorme. Yo sabía que mi vuelo partiría antes de que llegara al mostrador.
Ahora que estaba en una crisis, estaba motivado para escuchar, escuchar de veras, las instrucciones de Dios. Así que oré
silenciosamente: Señor, ¿qué debo hacer?
Ve directamente al mostrador y pide para hablar con el administrador. Sí, esto no le va a gustar a las demás personas y sí, te
dará vergüenza, pero funcionará bien.
Así que caminé hasta el mostrador y pedí para hablar con el administrador. Él me dijo que no tenían llaves de repuesto, pero
que podían obtener una si conseguía el número de serie del auto. Corrí de regreso al auto para descubrir a un policía escri-
biendo un ticket de multa mientras mi hijo permanecía parado al lado. Él estaba muy avergonzado de toda la situación y no
había hablado. Yo le expliqué de mi problema al policía, a quien me siento agradecido porque tuvo misericordia y me concedió
unos pocos minutos más para retirar el vehículo.
Rápidamente hice un garabato con el número y corrí de regreso a la agencia de alquileres mientras pasaban los minutos y se
acercaba la hora de mi partida. Pero el administrador era asombroso, y todo el proceso llevó solamente 15 minutos desde el
comienzo al fin. Pronto me estaba dirigiendo al auto con una nueva llave.
Mientras subimos junto con Andrew de nuevo al auto yo quería decirle: ¿Por qué trabaste el auto? Lo hubiera hecho, a no ser
por el Señor que me estaba hablando con fuerza a la mente diciéndome que quedara callado. Pero Señor, discutí, es obvio que
lo hizo él. Yo no lo hice y él fue el último en salir del auto. Probablemente trabó las puertas por la fuerza del hábito.
Quédate callado, Jim. Más adelante descubrirás lo que sucedió. No pronuncies palabras de las cuales tendrás que arrepentirte,
replicó el Señor. Bueno, solo había andado un poco por el camino cuando las puertas se cerraron automáticamente. Finalmente
me di cuenta de que este Chevy 1998 tenía algún tipo de mecanismo que cerraba las puertas. Habiendo devuelto el auto
alquilado pude abordar el avión a tiempo, no solo porque llegamos a tiempo, sino también porque el Señor me había ayudado a
evitar acusar falsamente a mi hijo. Todavía quedé con una punzada de tristeza, porque había pasado el fin de semana
predicando a otros acerca de ser sensibles al Espíritu del Señor hablando a nuestros corazones y yo había ignorado su dirección
y causado todo el problema con mi audición selectiva. 44

A menudo las cosas que Dios nos pide que hagamos no parecen tener sentido. Dios no me dijo que yo necesitaba sacar las
llaves porque iban a quedar encerradas porque el auto se trababa solo. En cambio, él espera que nosotros confiemos que él
sabe lo que está haciendo y mediante la fe en su amor y sabiduría obedeceremos sus instrucciones. Yo llamo a esto religión
experimental por la misma razón que de cada una de estas experiencias he aprendido lecciones y he crecido en mi
comprensión, aun cuando no escuché perfectamente. Cuando veo los problemas que causo por no escuchar sus indicaciones, se
refuerza en mi mente una familiaridad con esta voz suave y apacible y con la determinación futura de obedecer rápidamente a
sus instrucciones. Este proceso de aprender a escuchar es la esencia de la religión experimental. Es aprender lo que funciona y
lo que no funciona.

Me encontraba paleando nieve en la entrada del auto un día mientras mi familia trabajaba en varias tareas de la casa. Después
de un tiempo, Matthew sintió la impresión de que me estaba llevando más tiempo de lo necesario para limpiar la nieve. Tal vez
tendría que ir con la moto de nieve y ver qué pasa, pensó para sí mismo. Ahora, a Matthew también le encanta manejar la moto
de nieve y como le gusta tanto terna temor de que su "impresión" de ir y ver qué pasaba con su padre fuera una simple excusa
para dejar de trabajar e ir a hacer algo que disfrutaba. Varias veces le vino la impresión, y varias veces la descartó. Entonces
aparecí adentro todo frío y cubierto de nieve. Se había roto la camioneta al fin del camino de entrada, y tuve que caminar de
regreso a casa atravesando grandes montones de nieve.
Matthew entonces se dio cuenta de que la impresión había provenido de Dios. Pero la experiencia no fue de balde, porque él
aprendió una lección de ella. ¿Cómo lo sé? Bueno, en otro viaje, me encontraba viajando con Sally y Andrew. Matthew estaba
solo en casa. Entonces llamé para saber cómo se encontraba.
-¿Cómo andan las cosas? -le pregunté.
-Estoy aprendiendo a escuchar, papá.

Entonces me contó esta historia. Él tenía que llevar a un cliente a ver una propiedad subiendo muy arriba en un paso mon-
tañoso. Cuando salía de la casa, sintió una fuerte impresión de traer una linterna con él. Eso no tiene sentido, se dijo a sí mismo.
Después de todo, voy a regresar a casa mucho antes del anochecer. Pero la impresión le regresó y la reconoció como la voz de
Dios, regresó adentro de la casa y trajo una linterna con él.
-¿A qué hora regresaste a casa? -le pregunté.
-A la medianoche.
Una gran estaca, de las que se usan para conectar troncos para armar cabañas, se había metido dentro de una de las gomas de
su camioneta. Su relato emocionó mi corazón, porque como adolescente él estaba aprendiendo lecciones de dependencia y
sensibilidad espiritual hacia Dios que yo no había ni si quiera conocido cuando tema 30 años.
¿Sería más fácil para nosotros escuchar y obedecer al Señor si él nos dijera el "por qué" detrás de su instrucción? Mi experiencia
indicaría que no.
Cuando llega el otoño con sus temperaturas congelantes, siempre se debe realizar una tarea, que debo confesar no es una de
mis favoritas, que consiste en drenar el sistema de agua de nuestra cabaña de visitas. El trabajo no es tan malo, pero el espacio
para arrastrarse debajo de la cabaña es oscuro, húmedo y lleno de telas de arañas. Es la clase de lugar donde uno espera que le
salte una araña o un ratón, y uno desea tener algún amigo que se ofrezca para hacer el trabajo en su lugar.
Este frío día de otoño, levanté la puerta trampa para entrar en el espacio reducido y descendí debajo de la cabaña para drenar
los caños. Como necesitaba más sensibilidad en mis manos que la que podía obtener usando mis guantes, los dejé en el suelo a
mi lado. Inmediatamente sentí la impresión de colocarlos en mi bolsillo porque podría olvidarlos. Ahora, ustedes le pueden pre-
guntar a cualquiera que me conoce y sabrán que tengo una memoria maravillosa. No me olvido de las cosas. Así que descarté
esta impresión y terminé el trabajo.
Mientras caminaba hacia mi casa en el frío, busqué mis guantes, y ustedes saben dónde estaban, ¿no es cierto? ¡Oh, no! Me
olvidé los guantes debajo de la cabaña, exclamé. No tenía otra opción que volver sobre mis pasos y buscarlos. En esta
oportunidad, el Señor había impresionado mi mente, hasta advirtiéndome lo que podría suceder, pero ni siquiera la
información extra fue suficiente para afectar mi respuesta a su instrucción. Pensé que yo sabía, que era más sabio.
Finalmente, nos enfrentaremos con una elección de obediencia a las impresiones de Dios. Deberemos tomar esa decisión ba-
sados en una fe viviente como también en el conocimiento. Al experimentar una religión práctica, permitiendo el control cre-
ciente de Dios en nuestras vidas, entonces nos encontraremos aprendiendo a reconocer y confiar cada vez más en su voz. Así
como me sucedió a mí, tendrán oportunidades en que ignorarán mi dirección y arruinarán las cosas. Pero Dios no nos abandona
mando obramos de esta forma, y si estamos dispuestos, él puede enseñarnos lecciones valiosas de nuestros errores. Así que,
experimente con Dios, confíe cada vez más su carga en él, dé un salto de fe y confíe en su dirección.
Si así lo hace, descubrirá que él no solamente es un guía infalible sino el mejor de los amigos con el cual viajar por los senderos
de la vida, tanto en este mundo como en el venidero.
45
CAPÍTULO 8

Nuestro mayor enemigo


"Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe" (Juan 3:39).

William Murphy era un hombre poderoso y atractivo. Con solo 40 años, ya era un ejecutivo a cargo de una enorme corporación
internacional. Sin embargo, durante la última semana había estado considerando algo más que los intereses y contratos
comerciales. Se vio forzado a considerar su propia mortalidad. Comenzó durante una cena, con un dolor apagado aunque
persistente en su mandíbula. Pronto le siguieron las náuseas, que lo inundaban por oleadas. Le contó a su esposa que no se
estaba sintiendo bien y que quería salir del restaurante para ir a casa. Entonces cayó al piso.

Los paramédicos lo encontraron con un ritmo cardíaco potencialmente fatal pero lograron estabilizarlo. Recobró la conciencia
en la sala de emergencias y había pasado la última semana haciéndose un sin fin de estudios y procedimientos. ¿El diagnóstico?
Un ataque cardíaco masivo. Peor aún, su cateterismo cardíaco reveló un bloqueo severo en otra arteria. Ahora tenía establecida
una fecha para el procedimiento de abrir el bloqueo. Esto no solo prevendría otro ataque al corazón sino también, así lo
esperaba, lo salvaría de una cirugía de bypass coronario.

Afortunadamente, el procedimiento marchó bien, y fue transferido a la unidad de recuperación, donde su esposa esperaba su
llegada. Pronto se les unió el cardiólogo con varias muestras del “antes y después” en su mano. Utilizando las fotografías, el
médico les demostró que se había reducido el 95% de la oclusión del vaso sanguíneo. Y aunque el resultado era bueno, el
especialista tenía malas noticias para compartir también. Les dijo:

- Sus lípidos, es decir, su colesterol, las grasas en su sistema sanguíneo, todavía están altamente elevadas, con un total de
valores de más del doble del máximo normal. Lo peor es que en su caso, el radio de ayuda para las grasas dañinas es pobre.
Necesita estar bajo medicación que reduzca el colesterol. También le he pedi do a la nutricionista que venga para verlo debido
al hecho de que necesita estar bajo una dieta estricta hasta que bajen estos niveles. En unos seis meses, vamos a volver a
evaluar la dieta basados en la reducción que se haya efectuado hasta entonces, cua ndo se haya recobrado, quiero que entre
en un programa de rehabilitación cardíaca. Finalmente, usted ha fumado absolutamente su último cigarrillo. Con suerte
podremos prevenir que vuelva a ocurrir este bloqueo".
Habiendo terminado su enérgico discurso, el médico contestó un par de preguntas y salió de la habitación, diciendo:
-Lo veré mañana.
William esperó hasta que se había ido el cardiólogo, se volvió a su esposa y dijo con decisión:
-¡No pienso vivir así!
Durante una semana, había considerado con seriedad la po sibilidad de morir. Ahora que el espectro de la muerte se había
retirado bajo el ataque de la medicina moderna, este hombre que normalmente se mostraba inteligente y racional, no estaba
dispuesto a tomar los pasos necesarios para su supervivencia a largo plazo.

Todos pensaban que el hábito de fumar de Billy, su dieta, su trabajo de alto estrés, y el estilo de vida ejecutivo que llevaba así
como el historial de su familia eran los culpables de su condición, finalmente, estos factores de riesgo no eran los enemigos
contra los cuales debía estar en guardia. En verdad, el mayor enemigo de Bill ya lo había conquistado tras una lucha. Su propia
voluntad no estaba dispuesta al sacrificio, tampoco estaba dispuesta ti dejarse morir. El deseo era más fuerte que la razón y el
apetito más fuerte que el intelecto. Cuando William muera a una edad prematura, su certificado de defunción dirá: "muerte
como resultado de causas naturales". Pero en verdad, Bill se habrá provocado un homicidio causado por su obstinada
voluntad.

Cuando me mudé a las montañas, era muy semejante William. Mi vida espiritual se encontraba en cuidado intensivo, en
necesidad de resucitación. Yo pensé que escaparía de una cantidad de enemigos en ese lugar remoto, por decirlo de otra
manera, de los factores de riesgo. Había pensado que las influencias mundanas de los medios de comunicación eran el
enemigo. Pensaba que los pastores que enseñaban falsedades desde el púlpito, los falsos pastores, como la Biblia los llama,
eran el enemigo. Pensaba que las preocupaciones y ocupaciones de la vida ajetreada del trabajo diario eran mis enemigos.
Pensaba que todas estas cosas eran enemigos que me impedían vivir la vida cristiana.

Y tenía razón. Estas cosas son enemigos, y entorpecen el desarrollo del verdadero cristianismo. Debieran eliminarse de nuestras
vidas tanto como sea posible, de modo que su influencia pueda minimizarse.

Desafortunadamente, yo tenía la idea de que lo que constituía el bienestar espiritual en mi vida era el batallar contra la
influencia de estos enemigos. No fue hasta que me mudé a las montañas que descubrí que aun en el ambiente más ideal que
podría imaginar, todavía era la misma persona que había salido de Wisconsin. Llegué para batallar con mis pecados para descu-
brir que aquellos pecados no eran nada más que síntomas de mi problema real. Permítanme decirles, fue una píldora más fácil 46
de tragar cuando me di cuenta que el problema real, el verdadero enemigo, el verdadero factor de riesgo que enfrentaba era...
¡YO!

¡Yo era el problema! Mis pecados individuales eran el fruto inevitable del "YO" en control de mi vida. Es en esto en lo que fallan
tantos que fervientemente esperan y desean ser cristianos.
Dios debe tener el corazón completo que representa meramente que todas mis elecciones estén rendidas a él. Él no está
interesado en tener algunas de mis elecciones, ni siquiera la mayoría de ellas, sino que desea todas. La clave para vivir una vida
llena del Espíritu es entregar todo a la dirección de Jesucristo. "Ninguno puede servir a dos señores", dijo Jesús. ¿Por qué?
"Porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro" (Mateo 6:24).

Cuando me casé con Sally, consentí en renunciar a todas mis novias y amigas previas. Le entregué todos mis afectos a ella.
Renuncié a todos mis intereses anteriores. Morí a mi vida antigua de soltería. Ahora, si yo hubiera tratado de tener un
matrimonio con Sally mientras que al mismo tiempo llevaba un romance con una de mis amigas o novias previas, ¿qué hubiera
sucedido con mi relación con Sally? Ya lo adivinaron ¿no es cierto? No hubiéramos permanecido casados por mucho tiempo,
¿verdad? Supónganse que yo excuso mi conducta y declaro: "Pero todavía estoy casado con ella. Ella es mi esposa. Estoy
comprometido con ella". Es una idea bastante ridícula hasta para considerarla.

No obstante, es exactamente lo que sucede con la mayoría de los cristianos. Tratan de aferrarse a sus amores anteriores mien-
tras abrazan a Cristo. Al mismo tiempo, indignados denuncian como falto de amor y juzgador a cualquiera que ose cuestionar
su compromiso con Cristo. Después de todo, ellos son buenas personas. Hacen cosas buenas. Han nacido de nuevo, o así lo
reclaman.

Por alguna razón se incluyó el ejemplo del joven rico en la Biblia. Él era un hombre bueno y un líder. Hoy, muchos al mirarlo
dirían que es un hombre renacido. Sin embargo, él deseaba estar casado con Cristo y al mismo tiempo tener un romance con el
yo. No quería dejar a su ex novia por Cristo. Hay tantos que no perciben la lección vital de este relato. No era el hecho de que
este hombre tuviera grandes riquezas lo que lo separaba de Cristo, sino que deseaba tener el control de su vida y de sus ri-
quezas por sí mismo.

Cristo se refirió siete veces en la Escritura a su cruz como nuestra. Las condiciones que Cristo ofrece para el discipulado son
muy claras. "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame" (Lucas 9:23). La iglesia y
los cristianos en forma individual, comprenden muy pobremente la muerte al yo.

No es una sola muerte sino una muerte diaria a mi voluntad y a mis caminos. Esta muerte ocurre cuando permito
voluntariamente la sustitución de la voluntad y de mis caminos a la de otro (la de Dios), no importa cuán dolorosa sea esta
sustitución para los anhelos y deseos. Solamente cuando escogemos voluntariamente renunciar al derecho de manejar el yo es
que realmente llegamos a pertenecer a Dios.

Esta fue la experiencia de Cristo cuando oró "no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lucas 9:23). Que Jim pudiera lograr es la
experiencia fue la meta de Dios desde aquel primer día en que lanzó aquella gloriosa búsqueda de mi vida. Es la costumbre
tradicional del occidente que un hombre no gana a la mujer cortejada hasta que esta recibe su apellido. Al llevar su nombre,
ella promete solemnemente estar dispuesta a entregar no solamente sus finanzas, su vida, sus blancos o hasta su privacidad,
sino que está dispuesta a compartir las más íntimas áreas de su ser. Ella se dará a sí misma por el que ama.

Pocos de los que reclaman ser cristianos desean esta profundidad de intimidad y rendición a Dios. Menos aún la han obtenido.
¿Por qué? Porque es un proceso y la iglesia moderna ha perdido completamente la visión de este hecho.

Cuando uno comienza a conquistar al novio o novia, no comienza en el altar. Más bien, intenta ganar sus afectos. Dios hace lo
mismo con nosotros. Gradualmente, se desarrollan sentimientos por la otra persona. Al comienzo tienen poco lugar en el
corazón y uno está dispuesto a dar poco de sí mismo por el otro. Entonces, esta persona especial se vuelve más importante, y
la voluntad de entregarse a uno mismo por el otro se acrecienta y continúa creciendo hasta que se fusionan en una sola carne
después del matrimonio.

Nuestra relación con Dios se desarrolla de la misma manera. Es un proceso gradual que nos lleva a un matrimonio que es la
unión de dos en uno. La visión mundana de la cristiandad popular de hoy, confunde tanto este proceso que en el momento en
que alguien expresa el más mínimo interés en Cristo, ya se lo considera como cristiano. A menudo la Biblia habla de la "iglesia"
como casada con Cristo. A la luz de esto, utilicemos la analogía del noviazgo para obtener una mayor comprensión del proceso
de llegar a ser cristiano, un verdadero cristiano.

En la vida, la condición antes del matrimonio es estar soltero, lo llamaremos estado uno. Generalmente existe una apertura a
considerar otro estado en algún grado, dependiendo de la perso na. En el cristianismo, ese estado de soltería sería una vida
separada de Dios. La vida está gobernada por el yo y no se consulta a Dios. La disposición a considerar a Cristo como teniendo
un papel en la vida varía con cada individuo. 47

Entonces en el estado dos, aparece alguien que expresa interés en nosotros. Dicen o hacen algo que despierta una respuesta
interior y estamos dispuestos a permitir que formen parte de nuestras vidas quizás un poquito. Así sucede con Dios. Él nos
muestra su amor y cuidado y su interés crea un deseo interior de permitirle que tenga una pequeña parte de nuestra vida.
Muchos piensan que se han vuelto cristianos en este estado, pero esto es solo el comienzo.

El interés expresado en el estado dos crea un afecto que se desarrolla en un cortejo o noviazgo, estado tres. En este estado,
nace el deseo de unir las vidas. Generalmente se anuncia el compromiso. Sin embargo el individuo todavía es soltero. Todavía
tiene el control y aún puede cambiar de idea. No hay nada escrito en piedra, por así decirlo.

Para la persona que está considerando a Cristo, la experiencia es muy similar. Dios continúa atrayéndonos hacia sí. El in dividuo
aprende lecciones de dependencia y confianza en Dios, comienza a aprender a rendir su voluntad a Dios. Existe el deseo de
hacer de Dios un socio de por vida. Sin embargo el yo todavía está en control, y no se ha dado lugar a una completa rendición
o “casamiento”.

El cuarto y último paso es el casamiento. Cuando ambos individuos están dispuestos a olvidarse de todos los demás y colocar
las necesidades del otro por encima de las propias, toma lugar el casamiento. Ellos fusionan sus voluntades para llegar a ser
una carne. Es un compromiso diario con la otra persona.

Cuando la parte humana buscada y ganada por el amor de Dios, escoge voluntariamente rendirse completamente a Dios, es en
ese punto que se llega a ser un cristiano y es en esencia el "casamiento". En este casamiento tiene que morir el yo, y no puede
haber nada ni nadie más que mantenga un lugar más alto en el corazón que Dios. Solamente después de una completa
rendición tiene significado tomar el nombre de Cristo.

Mantener y profundizar este compromiso es el desafío del cristiano; sin embargo la libertad de elección permanece todavía.
Una persona casada puede todavía escoger ser infiel. La diferencia entre cambiar de idea en el estado tres y cuatro es que en el
estado tres, no se ha hecho un compromiso. Dios nunca quita el derecho del cristiano de cambiar de idea. Nunca nos fuerza a
tener una relación con él. En vez de eso nos atrae constantemente con su amor.

Jim, ¿está realmente queriendo decir que uno no es cristiano hasta que alcanza el grado cuatro? podría preguntar alguien.
Mi respuesta es sí, nadie es cristiano sobre la fase de profesión o conocimiento. Solamente somos cristianos cuando colocamos
nuestra dependencia totalmente en Dios.

Pero Jim, podría decir usted, todo el mundo cristiano mantiene una norma diferente. Más específicamente, todos
comprendemos en un nivel teórico lo que está diciendo, pero hay que encontrar a la gente donde se encuentra. Esto podría ser
bueno en un nivel intelectual, pero ¿es práctico realmente?

Es muy práctico. Acompáñenme en un típico día y vean si esta experiencia no es lo que han deseado toda su vida.

Mi día comienza a las 21:00 la noche anterior. Es así porque si no estoy en la cama a las 21:00, no podré levantarme lo sufi-
cientemente temprano como para pasar el tiempo que necesito con Dios. Este tiempo es importante para mí. ¡Estoy
apasionado con esto porque he encontrado que Dios está apasionado conmigo! Es un tiempo maravilloso cuando puedo venir a
él como mi mejor amigo y ser fortalecido o lleno con su gracia para el día que me espera. Paso de dos a dos horas y media cada
mañana en oración y contemplación tranquila de su Palabra, pidiéndole, a mi Padre celestial que me prepare para las luchas
que tendré por delante de las cuales no conozco nada. No solamente sabe él lo que me espera, sino que también tiene
planeada mi salida. La fidelidad de Dios para librarme es una revelación constante, a mis sentidos pobres y entenebrecidos, de
cuánto me ama él.

No estudio para obtener información o doctrinas durante este tiempo. Me acerco a la Palabra de Dios como un pecador en
necesidad desesperada de salvación. Vengo para captar una visión del que es mucho más santo y poderoso que yo. Cuando
uno contempla una montaña majestuosa o la grandeza del Gran Cañón, la reacción normal es de asombro y maravilla. A menos
que las drogas o el alcohol entenebrezcan nuestros sentidos, uno se siente como el más pequeño e insignificante de los
hombres, lista es la visión que deseo obtener de Dios cada mañana, una visión que me haga dar cuenta cuán débil y falto de
poder soy. Si mediante la comunión con Dios puedo salir de mi tiempo con él con un sentido de mi propia necesidad, esto me
hace estar dispuesto a llevarlo conmigo durante el día porque sé que sin él, no puedo hacer nada.

Estas horas tempranas de la mañana significan mucho más que tan solo pronunciar nuestras oraciones o leer nuestras biblias.
Es un momento para formar una conexión vital con Dios. ¿Han tratado alguna vez de usar una máquina eléctrica que no estaba
enchufada? Nos ha sucedido a todos en algún momento. Cuando no funcionó, ¿la tiraron a la basura? ¡Por supuesto que no! La
enchufaron. Le dieron una conexión vital con la fuente de poder. Eso es lo que necesitamos hacer con nuestras devociones.
¡Enchufarlas!
Demasiados de los que han tratado de dedicar tiempo a la devoción matinal la encuentran como una máquina desenchufada. 48
Pronuncian sus oraciones y puede ser que lean la Biblia y un libro de meditación, pero nunca encuentran una conexión vital,
viviente con la Fuente del poder. Permanezcan en la presencia de Dios. Búsquenlo como un hombre que se está ahogando
busca rescate. No anhelen un conocimiento de la religión o de la Biblia, sino más bien busquen un conocimiento de Dios;
porque él dice: "Me buscaréis y me hallaréis porque me buscaréis de todo vuestro corazón".

Luego de salir de este tiempo a solas con Dios, siempre hay una oportunidad para que se levante el yo. Después del desayuno
esta mañana en particular, me apresuré a terminar mis tareas de la casa porque vendría a buscarme un amigo. Hemos dividido
las tareas de la casa de tal manera que mi esposa no tenga que cargar con toda la carga de hacer funcionar el hogar. Los chicos
hacen sus camas y ayudan tanto en la cocina como en la limpieza.

Al pasar frente a la habitación de mi hijo, noté que su cama no estaba hecha todavía, y sentí la impresión de que debía hacerla
por él. Me encontraba apurado y traté de descartar la impresión. Después de todo, este era su trabajo y deseaba que él
aprendiera a ser responsable. Sin embargo, la impresión me vino otra vez con el recuerdo de que le había prometido a Dios que
haría lo que él me dijera aquel día. Así que fui e hice la cama de mi hijo y me dirigí a completar mis propias tareas.

Entre mis tareas aquella mañana estaba la de la estufa a leña. Como vivimos en un lugar remoto en las montañas, usamos leña
tanto para la calefacción como para cocinar. Me gusta hachar leña y no me resulta realmente un deber. Sin embargo, debido a la
naturaleza misma del trabajo, es fácil permitir que la mente vague y me encontré pensando acerca de un amigo con el cual
habíamos tenido un mal entendido. La tendencia en mis pensamientos era la de ver todas sus faltas y justificar mi posición. Esa
misma voz familiar con la que había estado en comunión esa misma mañana llamó nuevamente a mi corazón.

Jim, necesitas orar por tu hermano; no entres en justificación propia.

Bueno, Señor, ¿cuál debiera ser mi oración? El yo se había levantado casi imperceptiblemente y ahora estaba dudando, inseguro
de que estaba dispuesto a seguir la voz de Dios.

Jim, deseo que ores para que puedas hacer algo por tu amigo que está en desacuerdo contigo. Deseo que ores para que puedas
hacer algo que te cueste tiempo, talentos o dinero.

Después de un momento de lucha allí mismo al lado del tronco sobre el cual hachaba, escogí rendirme. Coloqué al yo a morir y
oré esa oración. Y, en unas pocas semanas. Dios contestó esa oración y me dio una oportunidad de hacer algo por este hombre,
que me costó tiempo y talentos.

Es en los pensamientos donde se libran las batallas, mis amigos, y tuve varias batallas más que enfrentar en mis pensamientos
aquel día.

Al terminar mis tareas, noté que mi amigo acababa de estacionar junto a la casa, y lo saludé desde la puerta. Entré al área del
lavadero donde estaba colgada mi campera y ¿saben lo que vi? Allí había toda una carga de ropa que mi esposa había lavado.
Permanecía allí esperando que alguien la colgara. Jim, quiero que cuelgues esa ropa para tu esposa. Pero no está en mi lista de
tareas, Señor, y mi amigo me está esperando. Además esas son las ropas de mi esposa.

Jim, deseo que cuelgues esas ropas en el tendedero para tu esposa. Y Jim, también son tus ropas.

Allí mismo tuve una batalla que pelear en mis pensamientos. ¿Debía obedecer? Si lo hacía, ¿qué pensaría mi amigo de mí,
especialmente después de hacerlo esperar mientras las colgaba? El conflicto sucedió tan rápido. Lleva más tiempo escribirlo que
lo que tomó para ocurrir. Estoy feliz de decir que escogí rendir mis pensamientos y sabiduría a un Dios omnisapiente. Invité a mi
amigo a pasar, le ofrecí un vaso de agua.

-Espérame un minuto -le dije, y me dirigí hacia afuera con la canasta de ropa para colgar.

Una nueva batalla se desató en el tendedero. Yo quería hacer un trabajo rápido y listo. ¿Estaba dispuesto a hacer un buen
trabajo y a sacudir todas las arrugas así como lo hubiera hecho mi esposa? El principio bíblico es: todo lo que te viniere a la
mano para hacer, hazlo según tus fuerzas. Mi carne deseaba resucitar y controlarme. Sería tan fácil justificar al yo y decir: ella
debiera estar agradecida solo por el hecho de que se las estoy colgando. El Señor estaba conmigo en ese momento de aparente
necesidad insignificante, animándome a someterme y obedecer. En la profundidad de mi interior, yo sabía de mi amarga
experiencia personal que esta era la única vía a la verdadera felicidad.

Mientras colgaba cuidadosamente cada cosa, percibí que me clavaban los ojos en la espalda. Eché una mirada hacia atrás y
confirmé lo que había sospechado. Mi amigo estaba parado frente a la ventana de vidrio, con el vaso de agua en la mano
mirándome con incredulidad. Tan solo llevó unos pocos minutos antes de que pudiera subir en el auto de mi amigo y nos
encontrábamos en el camino.
-Jim, ¿por qué estabas TÚ colgando la ropa de tu esposa? -me preguntó él.
-Primero de todo -le respondí-, no es la ropa de mi esposa. Es nuestra ropa. 49
-Segundo, Dios me dijo que lo hiciera -es interesante que justo había tenido la misma conversación con Dios.
-¿Qué quieres decir con eso de que Dios te dijo que lo hicieras? -me preguntó.
-Quiero decir que Dios me habló en mis pensamientos y me dijo que colgara la ropa -le dije.

Mi batalla abrió un tema de conversación, que continuó toda la mañana, no terna idea de que obedeciendo las impresiones de
Dios, tendría la oportunidad de explicar cosas espirituales a mi amigo, pero así fue. Para la hora en que regresamos a mi casa al
final de la mañana, mi amigo había decidido que deseaba esa clase de andar con Dios también. ¿Se dan cuenta? Dios sabe
justo lo que es necesario para alcanzar a cada persona. El problema es conseguir que Jim coopere con él.
Despidiéndome de mi amigo, caminé adentro de la casa anticipando que me sería posible pasar algún tiempo en estudio de la
Biblia y oración. Sin embargo, tan pronto como entré, pude sentir que mi esposa estaba luchando. Había estado en casa dán-
doles las clases de la escuela a mis muchachos. Era su día para cocinar la comida del mediodía y toda la carga de ropa que yo
había colgado estaba seca esperando que se la planchara.

Ayuda a tu esposa, Jim, me llegó esa vieja voz familiar.


Pero Señor, había planeado estudiar. ¿Puede el yo estar involucrado hasta en el estudio de la Biblia? Sí, por supuesto que sí,
imperialmente cuando aparece algo que coarta nuestros planes. Cada vez que aparece la decisión de poner a morir el yo, llega
un poquito más cerca de casa. Para mí, planchar es una suerte peor que la muerte. No me gusta planchar ropa, ni siquiera un
poquito. En realidad plancho ropa pero lo hago solo por principio.

Comenzando con la pila de ropa, planché un par de camisas. Entonces venía una de las blusas de mi esposa, una con un
montón de alforzas en el frente. No son fáciles de planchar para comenzar, pero plancharlas perfectamente, entienden, como
las plancharía Sally, requiere el poder sostenedor de Dios. Para la hora en que había terminado la blusa, Sally dejó sus
preparaciones de la comida y vino para mirar. ¡Pasó su inspección! ¡No lo podía creer! ¡Alabado sea Dios! Me sentí triunfante, y
por primera vez, encontré algún gozo planchando ropa.

Casi había terminado cuando Sally nos llamó a comer. Fue una comida especial. Ella había hecho todos mis platos favoritos:
arvejas, granos de choclo, arroz integral y bizcochos caseros. Poco me imaginaba que mi próxima batalla con el yo se
encontraba a pocos momentos de distancia. Mientras nos sentábamos para comer, noté que había un pequeño envase de
tomates caseros en conserva sobre la mesa. Ahora, esto puede parecer de poca importancia para usted, pero a mí ME
ENCANTAN las conservas caseras de tomates. Me gusta servirlos sobre comidas como arroz o aun sobre los granos de choclo,
pero había un problema, y lo supe de una mirada. Alcanzaban solamente para una porción, y a mi lado estaba sentado mi hijo
mayor, a quien le gustan tanto como a mí, si no más.

Incliné mi cabeza para orar, pero aún mientras oraba mi carne me gritaba. ¡Agárralos rápido! Consíguelos antes que lo haga
Matthew. Tú los mereces. Después de todo pagaste por ellos. ¿Ha escuchado alguna vez a su carne hablándole algo así?
Ni siquiera necesito contarle lo que me dijo el Señor que haga, ¿no es cierto? Y nuevamente me enfrenté con una decisión. Así
que quedé allí sentado y observé cómo Matthew se comía aquellos tomates, y ¿saben algo? Sobreviví. ¿No es esto
asombroso? Si ustedes hubieran escuchado la voz de mi carne y los deseos de mi apetito, habrían pensado que mi vida misma
dependía de aquellos tomates.

Habiendo terminado la comida, mis hijos fueron a lavar los platos. Sally continuó con la tediosa tarea de planchar, y yo me
encontré con algún tiempo libre, sentado en la mecedora con mi Biblia. Un leve ruido anunció la caída de algo plástico, y sí, la
tapa del spray de apresto había caído a los pies de Sally. Levanta la tapa para tu esposa, Jim, me susurró la voz familiar de mi
constante Compañero. Al principio quería discutir y decir: está justó allí a sus pies. Todo lo que ella tiene que hacer es
levantarla. Yo estoy reclinado y cómodo. ¿Por qué tengo que recogerla? Afortunadamente, el Señor no entra en tales
controversias con nosotros. Él simplemente señala el camino del deber y queda en nosotros seguirlo sin quejas ni excusas.

Dejé la Biblia a un lado y volví la mecedora a su posición derecha. Caminé hasta el lugar y recogí la tapa, la coloqué sobre la
tabla de planchar y regresé a mi silla. Al sentarme me encontré con la mirada amorosa de Sally. Esa mirada me lo dijo todo. Yo
sabía que ella había entendido la negación propia que se había requerido de mi parte para levantarme de aquella silla. El cono-
cimiento de su simpatía y el hecho de que mi simple bondad había profundizado su amor por mí pagaron por demás mi
esfuerzo.
Hacia el fin de la noche, mi hijo se me acercó. Pude ver que algo lo había emocionado profundamente, pero no tenía idea de
qué se trataba. Dudó y luego habló.

-Vi que hiciste mi cama esta mañana -comenzó-. Estuve esperando todo el día para que tomaras el crédito por haberlo hecho,
pero no lo hiciste. ¿Podemos hablar acerca del caminar cristiano, del que tú estás teniendo?

De modo que usted ha conocido a mi peor enemigo: mi ¡YO! Todos nosotros tenemos un enemigo con el cual batallar. ¿Qué
escogerá hacer con su enemigo, usted mismo? Es fácil reír de las cosas que nos hacemos a nosotros mismos, pero el análisis
final no es un asunto de risa. Al permitirse que el yo permanezca y gobierne nuestras vidas, nos estamos matando a nosotros
mismos tan seguramente como lo hace el que comete suicidio. 50

He pasado la mayor parte de mi propia vida buscando MI propio camino y MI propia felicidad. Permítanme decirles: ¡Fue una
experiencia miserable! Cuando escogemos no rendir el yo, no permitiendo que muera esa vieja naturaleza carnal, entonces es
que todo el conflicto y descontento de la vida surge en nuestro interior, no solamente arruinando nuestro gozo sino también
haciendo lo mismo a todos los que se encuentran a nuestro alrededor.

En nuestro interior se encuentra la habilidad de escoger el nivel de existencia que deseamos. La libertad de elección, la ha-
bilidad de ejercitar nuestra voluntad, es el mayor regalo con el cual Dios ha dotado a la raza humana. Usado en forma apropia-
da, el libre albedrío nos conecta con el Dios del universo, y mediante su poder y dirección llegaremos a ser una bendición para
el mundo. Usado en forma inapropiada, el libre albedrío llevará a los seres humanos a cometer acciones que harán estremecer
al mundo entero. Miremos la historia en retroceso, examinemos los dictadores, aquellos de los cuales tan solo pronunciar el
nombre han llegado a ser un sinónimo del mal y descubramos que en cada caso, comenzó todo con una aparentemente
insignificante decisión de seguir su propia voluntad.

En las palabras de James Rusell Lowell (1819-1891, escritor y poeta abolicionista norteamericano):

A cada hombre y nación


llega el tiempo de decisión,
En la lucha entre la verdad y la falsedad,
Por el lado de la bondad y el de la maldad
[…]
Y por siempre es la elección entre esas tinieblas y esa claridad.
51
CAPÍTULO 9

¿Realmente crees?
"Creo, ayuda mi incredulidad" (Marcos 9:24).

Una de las bendiciones de vivir en este lugar apartado es el agua de una calidad maravillosa. Sin embargo, pensé que podría
hacer la vida más fácil instalando un sistema de agua que fluyera por gravedad. Este tipo de sistema no funciona en cualquier
propiedad, pero si las elevaciones son correctas, no hay nada mejor en un ambiente como este. No requiere energía y no tiene
componentes que se rompan.

Nuestra propiedad es una de esas afortunadas con una vertiente que emerge a un poco más de 5 metros de elevación colina
arriba y a unos 60 metros de nuestra casa. Para tener agua que fluya por gravedad, todo lo que tenía que hacer era conseguir
que viniera una excavadora que cavara una zanja profunda debajo de la línea de congelación e instalar alrededor de 60 metros
de caño. Desafortunadamente, después de instalar los caños de dos pulgadas, descubrí que necesitaba ir a la ciudad para buscar
algunos empalmes. Si salía temprano en la mañana tendría tiempo para comprar los empalmes e instalarlos antes de que llegara
el operador de la excavadora a las 9:00 para comenzar a rellenar las zanjas.

Levantándome a la hora normal de las 4:30, sentí el peso de las tres horas que me llevaría el viaje de ida y vuelta, y en mi mente
la inclinación fue de apurarme a hacer mi culto personal con el Señor, así podría llegar a la ciudad. Tú entiendes Señor, que yo
normalmente dedico tiempo para estar contigo, pero esta mañana tengo cosas que hacer.

Afortunadamente, el Señor impresionó mi mente con este pensamiento. Jim, necesitas pasar tiempo conmigo y asegurarte de
que tienes una conexión vital, en vez de una conexión casual. Permanece conmigo hasta que se rinda tu naturaleza carnal.

Rindiendo mi plan al Señor, permanecí y tuve mi tiempo personal con él. Salí de la casa meditando en mi tema del culto de
aquella mañana, que era Juan 15:5: "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos". Estaba pensando en la conexión cercana y vital que
los gajos tienen con la vid mientras manejaba hacia la ciudad por la desierta ruta del norte.

Repentinamente, un enorme ciervo saltó desde la banquina al lado del camino y se paró en frente. No hubo tiempo ni siquiera
de apretar los frenos antes de que lo golpeara en el costado a 80 km por hora. Se escuchó un horrible ruido sordo del impacto
acompañado por el sonido de vidrios y plástico que se quebraban. El capó se hizo un acordeón y cedió la parrilla. Salió vapor del
radiador mientras que los fragmentos mellados de la parrilla perforaban su superficie. El ruido del ventilador se unió al siseo del
radiador formando un ruido muy desesperante. El radiador se había hundido hasta el bloque del motor, dejando un pequeño
sendero de partes quebradas. El auto se detuvo a la orilla del camino.

Lo último que deseaba hacer a esta altura era permanecer con la Vid. No obstante, mientras permanecía quieto sosteniendo el
manubrio, pude escuchar aquella voz suave y apacible, que nunca cesa de llamar nuestra atención: Jim, me necesitas ahora
mismo. ¿Crees que todavía puedo estar contigo y que puedo solucionar este problema por ti?

Señor, no me siento como para eso. Quiero decir, mis planes de obtener los empalmes en el mejor de los casos están perdidos. El
hombre de la excavadora está viniendo y yo no estaré allí para atenderlo. Mi camioneta está destruida. El ventilador está
haciendo ruidos. Sale vapor. No solo que no llegaré a casa para las 9:00, con suerte podré llegar a casa esta noche. No, Señor, no
siento que estás conmigo en este momento. Quería salir y examinar el daño, pero como de costumbre Dios terna otros planes
para mí.
Jim, ¿recuerdas el desayuno que tu esposa te preparó?
¡Debes estar bromeando! ¡Mi camioneta está aplastada y tú deseas que me siente aquí y coma!
Jim, si no comes ahora; no tendrás tiempo más tarde. Bajará tu nivel de azúcar en la sangre. Te debilitarás y te volverás
irritable. Necesitas sacar la mezcla de cereales y comerla lenta y tranquilamente.
¡¿Comerla lento?! ¡Pero Señor, ni siquiera puedo hacer eso en casa, menos aún en mi camioneta aplastada!
Jim, confía en mí.
Pero, Señor.
Mastica lento, Jim.
Así que me quedé allí sentado y comí lentamente, o por lo menos lo intenté. Después de 20 minutos, había terminado el
cereal. Me estaba preguntando si un ángel iba a aparecer, pero no apareció nadie. Jim, ¿recuerdas esa manzana que puso tu
esposa en la bolsa?
Señor, exclamé, ¿la manzana también?
Así que me quedé allí sentado, comiendo lentamente mi manzana. Al terminar la manzana vi una camioneta del servicio de
guardabosques que subía por el camino desde la dirección contraria. Mientras la camioneta se detenía, me di cuenta que
afortunadamente conocía al conductor.
-Bueno -dijo él mientras se acercaba a mi ventana-, estás en un tremendo lío aquí.
-Por cierto que sí -concordé yo. 52
-Escucha -respondió él-. Tengo un radio transmisor aquí en la camioneta. ¿Deseas que llame al remolque?
-Sí, por favor.
Luego de hacer la llamada, él siguió por su camino, y quedé para contemplar el hecho de que alguien más había venido junto
conmigo en ese camino desolado y que tenía un radio receptor en la camioneta. Esto sucedió mucho antes de los días de los
comunes teléfonos celulares, y los radios transmisores eran rarezas.

Sentí la impresión de que debía salir de la camioneta y recoger todos los pedazos de vidrio y las partes rotas que se habían,
desparramado sobre el camino. De ese modo, no causaría inconvenientes a algún otro a causa de mi problema. Cuando
terminé de recoger la última de las partes, llegó el remolque desde la ciudad y procedió a enganchar mi camioneta.
-¿A dónde quiere que lo lleve? -preguntó el chofer. Recordé que le había vendido una propiedad a un hombre agradable
que era propietario de un negocio de venta de repues tos así que le di su nombre al chofer. Mientras viajábamos juntos en la
cabina del remolque me di cuenta de que tendría que conseguir algún tipo de auto en alquiler y nuevamente la tentación fue
de preocuparme por los detalles. Aunque pueda parecer extraño de un ex agente de ventas de seguros, no tenía seguro para
alquilar, y sentí en mi corazón que comenzaba a irritarme. Esto me iba a costar dinero, ¡mucho dinero!
-¿Qué sucedió Jim? -me preguntó el propietario del negocio de repuestos quien me reconoció al entrar por la puerta.
-Choqué con un ciervo -le respondí.
-Bueno, debo confesar que hiciste un buen trabajo -dijo el mientras evaluaba el daño con un ojo experimentado.
Entonces, mirándome, me preguntó-, ¿Cómo te las vas a arreglar para movilizarte?
-No lo sé -le dije.
-Bueno, yo sí -respondió él-. El otro día pasaron por aquí los de un negocio de alquiler de autos y me dieron un montón
de cupones de alquiler gratuitos. ¡Te los regalo!
-¡Gracias, Señor! -fue todo lo que pude exhalar. Justo en ese momento el chofer del camión de remolque asomó su
cabeza en la oficina y me ofreció llevarme hasta la agencia de alquiler de autos, lo cual acepté contento. Conseguí un auto y
los empalmes de la cañería, y hasta pude llegar de regreso a casa a tiempo para hacer el trabajo.
En algún momento, todo el que reclama creer en el Señor debe confrontarse con la pregunta, "¿Creo yo realmente?"
¿Creía yo realmente que era un gajo unido a la Vid aquella mañana? El gajo no gasta ningún tiempo preocupándose si la viña
se va a en cargar de sus necesidades. Simplemente se concentra en crecer. Ninguna de mis preocupaciones aquella mañana
logró nada. El Señor obró todos los detalles, y lo hizo sin ninguna ayuda de mi parte.

Cristo habló a la gente de sus días de las preocupaciones in útiles con estas palabras: "No os afanéis, pues diciendo: ¿Qué
comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? [...] Pero vuestro padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas
cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mateo 6:31-33).
¿Creemos realmente? Me lo pregunto.

Como lo compartí anteriormente, hay muchos osos en el área donde vivimos. Rechacé la idea de armarme para protección. En
cambio, decidí depender del Señor para que me defienda y me alerte cuando haya peligro. Muchas personas contemplaron
esta actitud de dependencia de Dios como presunción, y yo sabía que alguna vez, en algún lugar, mi plan iba a ser puesto a
prueba. Entonces, y solo entonces tendría la oportunidad de confirmar si creía realmente en mi Dios.

La oportunidad llegó, pero no exactamente en la forma o en el momento que yo lo esperaba. Ojalá pudiera decirle al Señor: A
las 11:00 mañana de mañana, estaré listo para ser probado en la paciencia. Pero, las cosas no funcionan así. Debemos estar
siempre preparados para dar una respuesta de la fe que yace en nuestro interior.

Un día los cuervos estaban revoloteando un área en los bosques. Esto generalmente significa que ha muerto algún tipo de
animal. Mis muchachos estaban preocupados de que el ciervo, que era nuestra mascota a la que alimentábamos con la mano,
hubiera muerto, así que me preguntaron si podían ir a explorar para averiguarlo. No solamente les di permiso de ir sino que
además asentí de ir junto con ellos. Ahora, los muchachos jóvenes no siempre quieren moverse al mismo paso que su padre, y
yo les permití que fueran adelante hacia donde se encontraban graznando los cuervos. El sendero que había por delante se
dividió en dos sendas paralelas. Los muchachos tomaron una y yo sin saberlo tomé la otra.

La idea de que pudiera haber un oso pardo sobre el cadáver ni se me cruzó por la mente. Afortunadamente mis dos varones
eran chicos y estaban emocionados. Hacían suficiente ruido como para que la osa los escuchara viniendo y decidiera irse con la
mayor rapidez posible, justo por el sendero por donde yo estaba caminando. Nos encontramos cara a cara a una distancia
cercana. Ella retrocedió y se paró sobre sus ancas, gruñendo y soplando. Los osos pardos parecen tener la opinión de que si
uno no está buscando camorra, debiera mantenerse a distancia, y si uno desea acarrearse problemas, estarán más que
contentos de aceptar el desafío.

Siempre supe que algún día iba a suceder esto. Secretamente me preguntaba cómo reaccionaría en ese momento. ¿Daría media
vuelta y saldría corriendo o caería en posición fetal para cubrir mi cabeza, como instruyen a la gente todos los expertos en ata-
ques de osos? Tal vez trataría de trepar a un árbol, o caería sobre mis rodillas en desesperación. Ninguno de estos pensamientos
me vino a la mente.
Mientras permanecíamos sosteniendo la vista con aquella fiera de las más temibles de los bosques, no sentí temor sino que 53
Alguien más fuerte estaba parado a mi lado. Con un gesto casi casual, estiré el brazo y quebré un palito de una rama que se
encontraba frente a mí y dije: ¡Señor, ella está en tus manos!

A mis amigos les cuesta creer que mi pulso no estaba corriendo en forma salvaje pero es verdad. No hubo pánico ni surgió
adrenalina o sudor en mi frente, solo la tranquila segundad de que estaba en las manos de mi constante Amigo y Compañero.
Yo sabía que el Soberano del universo era mi Escudo y Protector.

Una de mis promesas favoritas en toda la Escritura es: "No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir
confiadamente: El Señor es mi ayudador, no temeré" (Heb. 13:5, 6, el énfasis es nuestro).

Todavía con la mirada en la osa, que parecía haberse materializado de la nada, me preocupé de que mis varones pudieran
venir por el sendero en mi búsqueda. Quería gritarles y advertirles que permanecieran donde estaban. Sin embargo, esto
hubiera sido una invitación al desastre para mí. Grítele a un oso negro, y generalmente correrá. Grítele a un oso pardo, y la
cosa cambia. Mi elección era fácil, como padre tenía que proteger a mis muchachos.

-¡Muchachos! ¡Quédense donde están! -les grité. Acorde con su costumbre, la osa bajó a sus cuatro patas y comenzó a correr
hacia mí cuando repentinamente se dio vuelta para mirar a sus espaldas. Mis muchachos fueron instruidos desde que eran pe-
queños a venir inmediatamente cuando se los llama. Así que cuando dije: "¡Muchachos...!", ni siquiera esperaron para escuchar
el resto, simplemente vinieron corriendo.

Fueron sus voces y el ruido de los palitos y ramas que se quebraban, mientras ellos avanzaban hacia nosotros, lo que disuadió a
la osa de atacar. Pronto aparecieron mis muchachos del otro lado de la osa, que para ese entonces estaba tanto furiosa como
desesperada de escapar de estas extrañas criaturas que no jugaban según las reglas normales. Tomando un gran desvío a mi
alrededor a unos 10 metros adentrándose en el bosque, la osa regresó al sendero que estaba a mis espaldas gruñendo y despi-
diendo saliva por la boca, dejándonos sin ninguna duda acerca de sus sentimientos hacia nosotros. Entonces la osa se volvió y
corrió por el sendero alejándose de nosotros.

Hable con cualquiera que viva en un país donde existen osos. Nosotros hicimos todo al revés de lo que se puede hacer en un
encuentro con osos, sin embargo habíamos sido protegidos debido a la benevolencia de un Dios viviente, quien no solamente
controla a todas las criaturas en el mundo sino que también camina a nuestro lado.

No hace mucho tiempo, tuve que volar a Akron, Ohio. Desde mi aeropuerto local en Kalispell, Montana, no existe un vuelo di-
recto. Todos los vuelos están programados para pasar por el nudo de aerolíneas de Salt Lake City. Mi vuelo a Salt Lake City pasó
sin novedades, y cuando abordaba el vuelo hacia Cincinnati, Ohio y encontré mi butaca asignada, no tenía idea de que las cosas
andarían tan mal como fuera posible.

El capitán anunció que había un problema mecánico y que nuestro vuelo estaría demorado. Inmediatamente oré: Señor, tú
sabes que tengo una conexión de vuelo hacia Akron para la cual tengo que llegar. Por favor ayuda a estos hombres a resolver
rápido este problema.

Instantáneamente, sentí que esto iba a ser una prueba. Tenía solamente 45 minutos entre mi llegada a Cincinnati y mi partida
hacia Akron. Tenía el compromiso de hablar aquella noche y si perdía esta conexión de vuelo, toda esa gente tendría que
quedar esperando. Así que oré: Señor, tú conoces la necesidad de esa gente. No permitas que triunfe el diablo. Yo sé que tú
puedes hacer que salga este avión con tiempo de sobra. ¡Por favor, Señor, ayuda a estos hombres a que logren despegar este
avión con tiempo suficiente!

Pasaron 20 minutos, luego 30, y el capitán anunció que despegaríamos en 5 minutos. Señor, 45 minutos. Perderé mi vuelo.
Estará saliendo cuando yo llegue. No habrá tiempo de margen, ni siquiera un minuto. Mientras derramaba mi corazón ante el
Señor, él impresionó mi mente con estos pensamientos:
Jim, ¿crees que estoy contigo? Bueno, sí, yo predico eso.
¿Crees, Jim? Realmente crees que puedo hacer esperar aquel vuelo por ti?
Sí-dije con un poco de trepidación-, creo que puedes.
¿Crees que lo haré?
Ahora, esa es una pregunta más profunda, ¿no es cierto? Sí, creo.
¿Harás todo lo que esté de tu parte para alcanzar aquel vuelo? Sí, Señor.
Entonces voy a hacer esperar aquel vuelo por ti.
Así que le pedí a una azafata que pasaba:
-¿Podría llamar al piloto de antemano para que hagan esperar ese avión por mí?
-Señor -dijo ella con suavidad-, tenemos más de 400 personas en este avión. No podemos hacer eso por 400 pasajeros.
-Pero -le expliqué yo-, no se trata de que los abuelos me están esperando en el aeropuerto. Está todo un auditorio lleno de
gente, y yo soy el expositor y si no estoy allí...
-Lo siento, señor.
54
Pensé que ella tal vez era una persona difícil con quien tratar o que había abordado en forma equivocada el tema, así que
intenté con otra azafata y conseguí exactamente la misma respuesta. Así que cambié de táctica y le pedí algo que podría
parecer muy egoísta, pero no lo estaba pidiendo por mí, sino más bien por la pobre gente que estaría esperándome en aquel
auditorio
-Señorita, ¿podría ser la primera persona en salir por la puerta cuando lleguemos a la terminal?
Ella me miró como diciendo: ¡Caramba!, ¿parece ser egoísta, verdad? Pero luego de haber compartido mi dilema con ella,
se mostró muy condescendiente.
-Sí, tan pronto como se detenga el avión, venga por esta puerta y yo me quedaré aquí parada con usted. Cuando se abra
la puerta: ¡VAYA!
Fantástico, pensé para mis adentros, Dios está conmigo, y la gente de la aerolínea está cooperando. Dios va a demorar
aquel vuelo.

El aeropuerto de Cincinnati es enorme con muchos edificios de terminales y un laberinto interminable de puertas. Le
pregunté a la azafata que me estaba ayudando, a dónde tenía que ir exactamente en aquel complejo gigante para alcanzar
mi vuelo. ¡Se encontraba a tres terminales de distancia! Así que me saqué el sweater y lo coloqué sobre mi brazo. Sabía que
esta iba a ser una experiencia un tanto calurosa. Con el sweater y el portafolio, me encontraba en la puerta cuando esta se
abrió.
Hace varios años había un aviso comercial que mostraba un jugador de fútbol corriendo por el aeropuerto, saltando
encima del equipaje, esquivando otros pasajeros. ¿Lo recuerdan? ¡Bueno ese era yo! Estuve saltando y esquivando y
corriendo. Estaba traspirando cuando llegué a mi puerta de salida y dije:
-¿Dónde está el vuelo?
No había nadie allí excepto la asistente, que dijo;
-Caballero, hace 5 minutos que partió.
-¡Pero Dios dijo que iba a hacerlo esperar por mí! -exclamé.
Ella me miró. Quiero decir, me miró fijamente. Desearía que pudieran haber visto su expresión.
-¿Caballero? -dijo ella inquisitivamente.
-Señorita, tiene que llamar al piloto y hacer regresar a ese avión, porque yo tengo que estar en ese vuelo. Dios me aseguró
que ese vuelo estaría esperando -y podía ver al avión mientras, carreteaba-. ¿Podría conseguir un vehículo y colocarme en
una escalera? ¡Allí está! ¡Tiene que ayudarme a subir! -pero ella no lo quiso hacer.

Me miró como diciendo, ¡qué le pasa a este hombre! Yo sabía, en mi mente, que Dios era el Dios de toda carne, y que no había
nada demasiado difícil para él. ¡Tenía que creerlo! ¿Había escuchado realmente a Dios hablándome? ¿Era él realmente el Dios
de toda carne como lo dice la Biblia? ¿Estaba él realmente interesado en ayudarme a llegar a ese compromiso? Me alejé del
mostrador de la asistente y me senté en una de las sillas en el área de partidas, incliné mi cabeza y oré: Pero Señor tú dijiste...

El Señor me dijo: Jim ¿realmente crees que yo soy el Dios de toda carne? ¿Realmente crees que puedo traer de regreso a
ese avión aun ahora si así lo decido?
Yo dije: Señor yo … no sé. No estoy seguro. No lo sé, yo pensé que lo sabía. Hice todo lo que pude, así como me lo pediste.
Yo creo Señor. Verdaderamente creo, pero la evidencia está delante de mis ojos. . . Sí, creo Señor, pero ¡ayuda mi incredulidad!

Mientras estaba allí sentado en la silla luchando y batallando para entender lo que acababa de suceder, la asistente me tocó
en el hombro y dijo:
-Caballero -yo la miré y ella continuó-, no lo comprendo, pero el avión está regresando a la puerta.
-¡Alabado sea el Señor!-dije mientras saltaba sobre mis pies-.
¿Qué sucedió?
-No lo sé -dijo ella-. No lo sé. -¡Tiene que averiguarlo! -le imploré. -Lo haré, lo haré. ¡Yo también lo quiero saber!

Se fue al teléfono y llamó allá abajo y entonces me llamó a mí para explicarme. Parecía que el hombre que estaba dirigiendo
el avión el que siempre está parado allí con las luces en forma de conos, notó que la rueda del frente estaba averiada y
ordenó que el avión regresara para cambiar la rueda. Esto sucedió mientras me encontraba sentado en mi silla con la cabeza
inclinada y Dios, me estaba preguntando: ¿crees realmente, Jim?

Espero encontrar a aquella asistente algún día, porque tengo que hacerle algunas preguntas. Estaba tan emocionado de
poder subir en aquel vuelo que no dije nada en el momento, pero quería preguntarle: ¿Cree usted en mi Dios? Se lo quiero
preguntar, porque pude ver por la mirada en sus ojos que pensó que yo era un poco "diferente". Algún día se lo quiero
preguntar, pero puede ser que nunca tenga la oportunidad. Así que quiero preguntárselo a usted. ¿Cree realmente en mi Dios?
Dios me libró del oso pardo. Él proveyó todo lo que necesitaba cuando mi camioneta estaba destruida. Trajo de regreso el
avión por mí. ¿Creen que es un Dios tan personal para ustedes como lo fue para mí? ¿Piensan que los puede librar de todos sus
problemas? ¿Creen realmente que Dios tiene una solución para cada dificultad o perplejidad que pudieran enfrentar?
No, ¡no lo creen! Y esa es la razón por la que tenemos problemas en nuestros hogares con nuestros hijos, con nuestra pareja
y en nuestras iglesias. ¿Por qué no vemos la mano de Dios en nuestras vidas? ¿Dónde está el problema? ¿Creen que el 55
problema yace en Dios? ¡El problema somos nosotros! Estamos tan ocupados encontrando nuestras propias soluciones con
nuestra propia sabiduría que nunca vamos al Dios de todo el universo que tiene la solución. No vamos al Señor y le decimos:
Señor, te necesito. Por favor sácame paso a paso de mis problemas.
¿Por qué -le pregunté al Señor- no podías tener el avión esperándome allí en la puerta? De ese modo yo hubiera creído.
Porque es en la hora más oscura cuando brillo más, Jim. ¿Tuviste un papel que jugar? Sí, pero recuerda Zacarías 4:6 que dice:
"No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos". Jim, es porque de este modo entenderás
que nada de todo lo que hablaste a la azafata, nada de tu fantástica carrera a través del aeropuerto, nada de tu esfuerzo por
convencer a la asistente para que te ponga en una escalera logró nada. Permití que lo hicieras para ver si obedecerías y
cooperarías conmigo, pero no hay poder en ninguna cosa que tú puedas hacer. Está todo en mí.

Dios a menudo nos permite que lleguemos a la hora más oscura de modo que él pueda librarnos, para recordarnos que él es el
gran Dios del universo. Cuando buscamos a Dios continuamente en todas las cosas, entonces podemos experimentar su
cuidado. La vida cristiana no consiste solamente en rendición a su dirección, sino también en recibir su poder. “A todos los que
recibieron, [...] les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12).

Dios desea dar a sus hijos el poder para librarlos de todas sus dificultades, pruebas y perplejidades. Isaías 58:11 (NVI) dice: “El
Señor te guiará siempre” ¿No desean esto? Dios desea dirigir sus vidas, sus asuntos. ¿Consentirán en ser guiados? Recién
entonces tendrán una experiencia personal con Dios. Tendrán una historia que contar. Puede ser que no se trate de un
aeroplano, pero les garantizo que tendrán una historia que contar de Dios librándolos de sus problemas. Entonces podrán
contar a otros cómo los ha librado Dios para que otros puedan creer también. Esa es la razón por la cual Dios me permite tener
estas experiencias, de modo que otros puedan creer y no tan solo yo.

Así que, permítanme preguntarles una vez más, “¿Creen realmente en mi Dios?”
CAPÍTULO 10
56
Dios, el todo en todos
"No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia
proviene de Dios" (2 Corintios 3:5).

Jim, ¿asistirías a la reunión de agentes de venta de propiedades el próximo mes y compartirías los secretos de tu éxito con los
demás? -me preguntó el propietario de la inmobiliaria.

-Encantado -le respondí y seguí alegremente mi camino. Me sentía halagado. Después de todo, cuando comencé mi negocio de
inmobiliaria en la montaña, una cantidad de estos mismos profesionales, dueños de inmobiliarias, habían expresado su opinión
de que me moriría de hambre en esa zona remota. Ahora era el vendedor número uno en su categoría, gracias en parte al hecho
de que nadie más trabajaba en mi valle. Eso significaba que yo obtenía todas las listas y hacía todas las ventas. Me había
dedicado toda la vida a las ventas y pensaba que sabía algo acerca de las relaciones entre compradores y vendedores.
Ciertamente podía compartir los métodos y técnicas que me habían ayudado a prosperar en la práctica de mi negocio.

Todo iba bien hasta mi hora de meditación con el Señor a la mañana siguiente. Él me hizo una pregunta para la cual no tenía
preparada una respuesta.
Jim, ¿le vas a contar a esos dueños de inmobiliaria, la VERDADERA razón de tu éxito? ¿O simplemente vas a compartir con ellos la
parte que ha jugado tu humanidad para ayudarte a tener éxito?
Pero, Señor, protesté yo, deseando evitar la orientación de nuestra conversación, ellos no desean conocer al Hombre que está
detrás de mis métodos. Están tan solo interesados en mis técnicas.

Yo sabía que los negociantes no esperaban ningún tipo de énfasis espiritual y se desató una batalla en mi mente. ¿Qué sucedería
si yo me paraba y les contaba el secreto real de mi éxito? Me los podía figurar pidiéndome que me fuera en el medio de mi
presentación. Era lo menos que podía sucederme, si es que no me echaban afuera, yo sabía que ellos no comprenderían de
dónde provenía todo esto y lo más probable era que mis compañeros vendedores me rechazarían y mantendrían distancia
conmigo.
No, Señor. ¡No puedo hacer eso! Pero no se me iba la impresión. Tuve que enfrentarla y finalmente le dije al Señor que les
contaría el verdadero secreto de mi éxito.

Llegó el día, y mientras me paraba en la plataforma observé a aquellos individuos reunidos para escuchar mis secretos, y temblé.
Me preguntaba cómo recibirían mi mensaje. Sentía que mi dependencia tenía que estar en Dios.

No era la primera vez en mi vida que me había encontrado batallando con una mezcla de temor y dependencia de Dios en mi
corazón. Antes de que sigamos, permítanme que comparta esta historia.

El flujo constante de aire sonaba extrañamente sordo debajo del agua en la cantera. Sally, mi compañera de buceo, parecía
mantenerse en equilibrio y actuaba con profesionalidad a pesar de la falta de compensadores de flotación. Con nuestra
experiencia limitada no lográbamos detectar nada raro. Nuestros compensadores, aunque los habíamos encargado, no habían
llegado. Recientemente entrenados, habíamos regresado a la cantera para practicar nuestras habilidades. Para sumergirnos ese
día, contábamos con chalecos salvavidas de modelo antiguo con una boquilla a través de la cual podíamos obtener el aire a
medida que fuera necesario. Ambos llevábamos puestos cinturones con pesas, patas de rana, máscaras, y tanques que por
supuesto estaban equipados con reguladores que contenían medidores y boquillas.

Con Sally habíamos obtenido los certificados de inmersión en aguas abiertas en este mismo lugar. Habíamos pasado mucho
tiempo en clases de entrenamiento para aprender cómo regular la flotación. Cuando los pulmones están llenos de aire, el
cuerpo humano tiende a flotar naturalmente. Esto significa que, cuando se está inmerso debajo del agua, tendemos a subir
hacia la superficie. Para que un buceador permanezca debajo del agua, debe usar uno de dos métodos. El primero es de
propulsión. El buceador usa sus propios esfuerzos para ejercer la fuerza necesaria para mantener su cuerpo debajo de la
superficie exactamente de la misma forma en que lo hace un niño en una pileta cuando quiere meterse debajo del agua para
sacar un objeto del fondo de la pileta.

Los buceadores cuyo objetivo es pasar tiempo debajo de la superficie del agua no tienen ganas de gastar todo su tiempo y
esfuerzo en mantenerse a cierta profundidad. Por lo tanto, favorecen la otra opción, cargan peso en su cuerpo para
contrarrestar su flotación natural, permitiéndoles deslizarse debajo de la superficie con facilidad. Sin embargo, no funciona
cualquier medida de peso. El buceador hace esfuerzos denodados para asestar el equilibrio entre la tendencia de las pesas que
lo tiran hacia abajo y la flotación natural que los empuja hacia arriba. Los compensadores de flotación le permiten al buceador
aumentar o disminuir su capacidad de flotación añadiendo o quitando aire como sea necesario. Teóricamente, el estilo antiguo,
de los chalecos llenos de aire que llevábamos con Sally, funcionaba de esta manera.
Yo había estudiado los principios de buceo y conocía los principios físicos que involucraba. Al llegar al fondo de la cantera a un 57
nivel de 5 metros de profundidad, descubrí que estaba un poquito negativamente equilibrado y tendía a flotar rebotando del
fondo, revolviendo nubes de cieno que oscurecían mi visión y que no me permitían disfrutar tanto del buceo.

Recuerden, yo conocía los principios de regulación en el buceo. Aquellos principios me decían que si añadía algo de aire en mi
chaleco, permanecería fuera del fondo. Así que bajé el regulador, llevé la boquilla al chaleco y soplé y soplé. Pero por alguna
razón, no pude introducir demasiado aire en mi chaleco.

Como me enteré más tarde, la razón era la profundidad. Cuanto más profundo se va debajo del agua, se necesita ejercer más
presión para vencer la presión que rodea el chaleco salvavidas, así que no entró nada de aire en el chaleco. Otra complicación es
que cuando uno sopla su aire afuera a esa profundidad con la presión que lo rodea, ¡uno se queda sin aire! por lo tanto cuando
me di por vencido y traté de alcanzar mi regulador, me encontraba con mucha necesidad de inhalar aire.

Pero no pude encontrar mi regulador. Como amateur, no alcancé a darme cuenta de que la corriente se lo había llevado a mis
espaldas. Otro error de amateur había sido colocar mi tanque demasiado alto, impidiendo que pudiera mirar a mis espaldas para
encontrarlo. Estaba a punto de entrar en pánico.

Tenía unas pocas opciones. Podía quitar mi equipo y encontrar mi regulador, pero no era muy adepto a tales maniobras. Podía
salir y buscar a Sally o a cualquier otro buceador, aunque nadie se encontraba a la vista en aquel momento. Yo sabía que
cualquier buceador, aunque ni siquiera me hubiera visto antes, compartiría su aire conmigo. Por último, podía hacer un ascenso
libre hasta donde yo sabía que había aire. Opté por hacer el ascenso libre.

Esta opción tiene otro problema. Un buceador no puede elevarse más rápido que sus burbujas si quiere prevenir los efectos del
aumento de nitrógeno en la sangre que puede resultar muy doloroso y algunas veces se vuelven en una amenaza de vida. No me
quedaba aire en los pulmones para dejar salir burbujas, así que elegí una velocidad que parecía buena y comencé a planear qué
hacer "por las dudas".

¿Qué haría si no podía llegar a la superficie antes de que me desmayara por la falta de aire? ¡Era una posibilidad muy real! A esta
altura mi cuerpo clamaba por oxígeno. Coloqué una mano en la válvula de escape de mi cinturón y la otra en mi carga de
anhídrido carbónico. Mi chaleco estaba equipado con esa cápsula para inflarlo cuando servía a sus propósitos normales de
salvavidas. Yo sabía que si lo inflaba completamente me llevaría a la superficie y aunque estuviera inconsciente me sostendría
arriba del agua. Si dejaba caer el cinturón de peso esto permitiría que el chaleco salvavidas me llevara a la superficie más rápido
aún, pero no quería arriesgar el desequilibrio de elementos en la sangre a menos que fuera absolutamente necesario.
Cuando me encontraba a mitad de camino, ¡sucedió! Involuntariamente, traté de respirar y había solamente agua. Yo sé lo que
debe sentir una persona que se está ahogando. Tiré con ambas manos y se infló el chaleco y cayó el cinturón. Salté en la
superficie tosiendo, escupiendo y atorado. Flotando en la superficie, me sentí agradecido por el mar de aire que me rodeaba.
Había estado en un ambiente hostil, para el cual el hombre nunca fue preparado para vivir. Mientras me encontraba en esa
ubicación inhóspita, dependía completamente de mis aparatos para respirar. Cuando me desprendí de los aparatos, el ambiente
en el cual me encontraba intentó destruirme sin misericordia.

Así sucede con ustedes, mis amigos. Todos nosotros vivimos en un ambiente lleno de pecado, un ambiente en el que nunca fue
el plan de Dios que tuviéramos que vivir. Así que debemos depender completamente de Dios: nuestro aparato de respiración,
por así decirlo. Cuando perdemos de vista nuestra dependencia, nos encontramos a la deriva en el mar de pecado, un océano
tan lleno de peligro como lo es estar atrapado en las profundidades del mar.

Existe un problema. Usted y yo lo conocemos por experiencia. Toda nuestra existencia parece casi diseñada para entorpecer
este tipo de dependencia constante de Dios. ¡La vida es muy atrevida! Nos asaltan toda clase de pensamientos y sentimientos
que demandan nuestra atención. La seductora belleza de las modelos cautiva nuestro interés. El hipnótico ritmo y los decibeles
de la música moderna insisten que los escuchemos. La atracción de nuestra propia carne, sus demandas y deseos nos llegan con
una intensidad casi sobrecogedora. A menos que permanezcamos en un estado de dependencia, no será de sorprenderse que
nos encontremos soltándonos de Dios.

La mayoría de nosotros poseemos un deseo innato de mantener una comunicación de amigo a amigo con Dios. Pero, en
realidad, no importa cuánto lo deseemos, generalmente terminamos comunicándonos con nosotros mismos. Rumiamos los
pensamientos y nos desgastamos por lo que podría llegar a suceder en el futuro. Esta tendencia a analizar nuestra situación a
menudo nos lleva a fracasar en cualquier intento por mantener una dependencia significativa de Dios. Porque lo hemos
examinado cuidadosamente, y al hacerlo llegamos a nuestras propias conclusiones. Con demasiada frecuencia ignoramos la
tranquila voz de Dios que nos habla a través de nuestra conciencia. Demasiados de nosotros nos parecemos a Joyce en la
siguiente historia.
-¿Cómo estás, Joyce? -se escuchó el saludo de Sarah en la oficina de correos.
-Oh -dijo Joyce levantando la vista-. Hola Sarah, para decirte la verdad, realmente me estoy arrastrando.
Las dos mujeres eran amigas, miembros de la misma iglesia, pero siempre opuestas. Joyce tenía una carrera y estaba sola para
cuidar de sus hijos, debido a varios fracasos matrimoniales. Sarah estaba casada felizmente y permanecía en casa para cuidar a
sus hijos. Mientras Joyce compartía los pormenores de su vida ocupada, Sarah observaba con simpatía a su amiga perturbada. 58
Era claro que la vida la manejaba a Joyce en lugar de que Joyce manejara su vida. Sarah había pasado por esa experiencia y sabía
que la única forma en que había podido controlar las demandas de su vida había sido organizando un horario. Con suavidad
sugirió que quizá Joyce podría encontrar una vida un poco más calma si adoptaba un horario.

Joyce sabía que Sarah cumplía con un horario rígido, y aunque esto podría funcionar para la familia de Sarah, se sentía resentida
por las implicaciones de que su vida estaba fuera de control. Asumiendo la actitud de una mujer prudente y sabia según el
mundo, le habló en forma despectiva a Sarah, como si le hablara a un niño con el cual estuviera perdiendo la paciencia.

-Es que tú no entiendes lo que es ser una madre sola -dijo Joyce en forma irritada, utilizando una frase gastada que se estaba
transformando un hábito en ella-. Además, tengo un horario. Solamente que es más espontáneo que el tuyo.

Con esto, se fue y Sarah la contempló con tristeza mientras se alejaba. Aunque divertida por el oxímoron 2 del "horario espon-
táneo" se sentía mayormente herida por la actitud de su amiga.
-Si tan solo hubiera estado dispuesta a escuchar -explicaba ella más tarde-, podría haberla ayudado, pero ella no estaba
dispuesta.

Joyce se alejó de lo que podría haber sido, despreciando las manos que se habían extendido para quitar su carga.

¿Por qué relato semejante historia? Porque ustedes y yo nos parecemos mucho a Joyce. Hemos examinado cuidadosamente
nuestras situaciones, las hemos planeado, y nos hemos llegado a convencer de tal manera de que no tenemos otra opción, que
cuando Jesús nos sugiere otro curso o acción, a menudo actuamos como Joyce. Lo dejamos con tristeza, herido, y deseando que
se alivien nuestras cargas, pero imposibilitados de ayudarnos porque no estamos dispuestos.

La historia bíblica del pueblo de Dios se juega, en mayor o menor grado, en cada una de nuestras vidas. La nación judía rehusó la
dirección de Dios y mataron a los mensajeros que se le enviaron. Nosotros rehusamos su dirección y luego culpamos a aquellos
que nos traen un mensaje de reprensión. ¿Cuán a menudo se podrían aplicar las palabras que Cristo pronunció sobre Jerusalén a
nosotros?: "¡...que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la
gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! (Mateo 23:37,38).

Al viajar alrededor del mundo, me hospedo en una cantidad horrible de hogares desolados, los hogares de personas quienes
creen sinceramente que son cristianos. Me encuentro con tantas personas que son prisioneras de sus propios pensamientos. A
menudo se encuentran viviendo en el pasado, consumidos por los errores del ayer. Pasan sus días en auto justificación.

Estos individuos son a menudo los primeros en admitir que cometieron errores pero parecen ciegos al hecho de que no han
aprendido nada de ellos. Sus errores pasados fueron el resultado de depender de sí mismos y continúa el patrón hasta este día,
mientras sus pensamientos continúan gobernando sus vidas.
Una mujer que se me acercó demostró esto vívidamente. Había estado desarrollando una serie de reuniones y observé su triste
figura arrastrándose por el pasillo. Con los ojos bajos, parecía cargar con el peso del mundo.

-Hermano Hohnberger -comenzó ella-, quiero hablar con usted acerca de mi esposo.
Ella parecía estar sola. No había notado a ningún hombre en las cercanías que pareciera estar conectado con ella. Ya sentía la
impresión de que cualesquiera que fueran los problemas de la mujer, su esposo no era la fuente de los mismos.
-¿Puedo hacerle una pregunta? -le solicité. Ella asintió, aunque pareció desconcertada por este interrogante inesperado-.
Señora, ¿cuánto tiempo hace que ha estado pensando negativamente de su esposo?
Ella solo se quedó mirándome, así que continué. -Lo puedo notar en su cara. Seguramente que nunca se sintió libre de malos
pensamientos con respecto a su esposo. ¿No es así?
-Es cierto -admitió ella.
-Ahora, usted me pide que le escuche hablar acerca de su esposo. Él ni siquiera está aquí. Si me quiere hablar de su esposo,
tráigalo aquí, pero no lo puedo hacer sin él. Puedo, sin embargo, decirle cómo puede tener libertad en sus pensamientos, cómo
puede tener una actitud correcta hacia él por primera vez en su vida de casada. Si usted desea que le hable acerca de eso, estaré
contento de ayudarla.

Esta mujer había morado bajo pensamientos negativos hasta que le afectaron toda la expresión facial. Parecía amargada e infeliz
porque ella era amargada e infeliz. Quería hablar de las faltas de su esposo y de cómo conseguir que se reformara. La mejor
manera de conseguir que un esposo se interesase en una reforma es comenzar esa reforma en su propia vida. ¿Cómo podría el
esposo querer tener algo que ver con la religión de esta mujer cuando ella era obviamente miserable?

2
Combinación de dos palabras de significado opuesto que originan una expresión con un nuevo sentido. N. del editor.
Si los pensamientos no están bajo el control de Cristo, nos engañamos a nosotros mismos si pensamos que somos cristianos.
Nuestros pensamientos y nuestros sentimientos forman el carácter que poseemos y por lo tanto es esencial que Cristo los 59
controle. Si estamos dispuestos a someter nuestros pensamientos a él, entonces ellos no nos controlarán más a nosotros. Pero
es más que tan solo una rendición de nuestros pensamientos. Más específicamente, es una disposición consciente de nuestra
voluntad a rendirse al juicio del Señor cuando nos llama a rendir CUALQUIER pensamiento a él.

Yo solía pensar que semejante situación me haría sentir miserable y que me reduciría al nivel de un robot. Sin embargo, cuando
la probé, descubrí que constituye una libertad especial que proviene de una constante dependencia. Repentinamente parecen
funcionar las cosas de una forma como nunca lo imaginamos y se encuentra gozo en la vida precisamente porque es otro el que
está en control. Permítanme ilustrarlo.
Después de pasar un fin de semana presentando temas, nos encontrábamos a un día de viaje de la mamá de Sally. Dándonos
cuenta de esto con anterioridad, habíamos planeado nuestro itinerario incluyendo el alquiler de un auto y algo de tiempo para
viajar a visitarla. La mayoría de las veces, los alquileres en el aeropuerto son sencillos con cierto precio y cantidad de
kilometraje. Este lugar en particular no ofrecía kilometraje ilimitado, y tuve que negociar un costo incluyendo el tipo de
kilometraje que necesitaba, utilizando el número telefónico de reservaciones internacionales.

Al llegar al mostrador de alquileres, encontré otros tres clientes delante de mí. La pobre mujer en el mostrador parecía ser
nueva en el trabajo y luchaba con el sistema de computador y mientras los clientes se quejaban por las demoras. Por fin los
otros habían sido atendidos y llegó mi tumo. Era el último cliente, no se encontraba nadie detrás de mí y me pude dar cuenta de
que ella estaba cansada. Los otros clientes habían sido rudos y cuando ella extrajo mi reservación ¡todo estaba al revés!
Jim, pídele disculpas a esta mujer por ser una espina en su carne, me impresionó el Señor en mis pensamientos.
¿Pedir disculpas? ¿Señor, de qué? Yo no le he hecho nada inapropiado. Esta es la tendencia hacia la auto justificación que tan a
menudo empuja a Dios a un lado al tratar de manejar nuestras propias vidas. Yo podía racionalizar mis sentimientos. Estaba
cansado también. Tenía por delante un largo viaje donde tendría que manejar y lo que deseaba mi naturaleza carnal era que
esta mujer supiera qué hacer y me tratara bien.
Jim, quiero que pidas disculpas, no por lo que hayas hecho sino por el bien de esta mujer.
Todavía no estaba totalmente convencido pero me volví a la mujer y le dije:
-Siento causarle molestias. Ella me miró en shock por un momento, entonces respondió,
-Señor, yo... este… quiero decir, usted no me está causando problemas. Es que ha sido un día terrible.
-¿Piensa usted que podemos resolver la situación? -le pregunté con gentileza. -Señor, ¡estoy segura que sí!
Y así lo hizo, aunque requirió una llamada al número de reservas internacionales y dos llamadas a su jefe a casa en domingo. Salí
una hora más tarde con el auto correspondiente al costo correspondiente.
-Yo sé que ha sido un día difícil, pero aférrese a Jesús -le dije y mientras me alejaba del mostrador-. Él fue el que le dio la fuerza
para ayudarla a salir adelante.
Nunca voy a olvidar su respuesta. Ella sonrió con una hermosa sonrisa y dijo: -¡Gracias por ser tan comprensivo!
Requirió una hora de tiempo que quería invertir en el viaje a mi destino, pero al elegir la negación propia, salí del aeropuerto
sintiendo que estaba ¡en la cima del mundo! Sabía que Dios me había usado para tocar el corazón de otra persona y ¡darle
ánimo!

Yo no poseo naturalmente la sabiduría para saber qué decir para disipar una situación difícil como aquella. Pero estoy
aprendiendo que si mantengo mi dependencia de Dios, se puede tocar la vida de otros. Y en el proceso, soy transformado y me
sorprendo por la sabiduría y misericordia de mi Padre quien se interesó tanto por esta mujer y su día difícil que deseaba usarme
para que le hablara palabras de simpatía.

Dé un paso atrás en el tiempo conmigo por tan solo un momento, a cierta tarde de invierno más de 10 años atrás, cuando
estaba comenzando a aprender la dependencia de Dios para obtener sabiduría. Eran bien pasadas las 17:00 y el débil sol del
invierno se había puesto. La oscuridad se asentó sobre el bosque exceptuando la débil luz de la luna.
-Papá, salgamos a esquiar por el bosque -exclamó Matthew mientras yo me reclinaba en el sillón.
¿Recuerdan que mencioné anteriormente los problemas inmediatos de la tendencia de la vida a pisotear nuestra dependencia
de Dios? Bueno, mi naturaleza carnal deseaba decir algo así: ¿Qué quieres decir? Yo ya me di la ducha y lo último que quiero en
el mundo es salir y esquiar para sudarme todo otra vez. ¡Estoy cómodo y no tengo ganas!
-Matthew, yo ya me di una ducha... -comencé a decir. Jim, ¿me has preguntado qué debieras hacer? Bueno, no, Señor, pero...
Había aprendido que la vida cristiana se trata de elecciones e hice la mía. -¡Vayamos! -le dije a Matthew.
Cómo desearía que pudieran haber visto su rostro. Mi comentario previo de la ducha ya le había dicho cuál era mi elección y él
había comenzado a alejarse con la actitud de "yo sabía que no irías". Ahora se le iluminó el rostro y corrió para alistarse.

La vida cristiana se trata de vivir por principio en lugar de hacerlo por sentimientos, lo que es una buena cosa, porque mis
sentimientos no se habían asentado todavía mientras Matthew llevaba la delantera al subir la colina. Estaba trabajando y
sudando, la comodidad de la cabaña tibia y seca con mis pies en alto en el sillón era tan solo un recuerdo. Señor, ¿está
sucediendo esto solo para humillarme? Oré. No hubo respuesta.

Por fin comenzamos el descenso y yo tomé la delantera. Al entrar a un área de densos abetos la luna estaba casi bloqueada
completamente y colgaba una oscuridad opresiva en el aire. Me sentí impresionado a parar en este sitio tenebroso y esperar a
Matthew. Mientras se acercaba a mi lado me sentí impresionado a hacerle la siguiente pregunta.
-Hijo, si estuvieras aquí en este momento y yo no estuviera contigo, ¿cómo te sentirías? 60
Aunque la iluminación era extremadamente pobre, podía ver la respuesta en su rostro antes de que la dijera. Gracias, Señor.
Exhalé. Yo no lo sabía, no lo había sospechado siquiera, pero las palabras de Matthew confirmaron mi impresión: -Papá, ¡estaría
muerto de miedo! ¡Mi hijo mayor Matthew tenía miedo a la oscuridad! Dios lo había sabido todo el tiempo, pero yo no.
Solamente al obedecer a Dios y salir a esquiar con mi hijo pude darme cuenta del problema y ayudarlo mediante la gracia de
Dios a dominar su temor. No me era desconocido exactamente. Podía sentirme identificado. Yo había temido la oscuridad toda
mi vida hasta que me hice cristiano.

Incontable número de personas andan por allí así como Matthew, temerosos de que algún monstruo desconocido los va a
atacar. Los cristianos no necesitan tener semejantes temores. El temor es un elemento del mal y cuando somos tentados a ser
temerosos, necesitamos pedirle al Señor que nos libre de esos sentimientos de temor de la misma manera en que el cristiano
debe rendir al Señor otros sentimientos como el estar heridos, el enojo o la amargura.
Le hablé a Matthew acerca de esto y le compartí cómo había vencido esos temores. Después de rendirlos a Dios, busqué una
oportunidad para confrontar esas mentiras de Satanás y comprobar que eran falsas. Matthew captó el concepto y
fervientemente deseaba liberación de esos sentimientos equivocados. Pronto vi que estaba ejercitando los principios.

Por ejemplo, su madre le pidió que llevara algo al garaje una noche y mientras dudaba, concordó en hacerlo con una linterna. En
su camino de regreso a la casa, escuchó la voz suave de Dios que lo impresionaba diciendo: ¿Por qué no pruebas sin la linterna?
Lo hizo, y su deleite fue sin límites cuando vio que podía caminar en la oscuridad sin sentir miedo.
Llevó varios meses de pequeños incidentes y sesiones de práctica como esta. Paso a paso, su temor por la oscuridad se
desvaneció. Por favor, no mal entiendan la idea. No fue que Matthew venció este temor por sí mismo o ni siquiera con nuestra
ayuda. Más bien, Matthew ganó la victoria mediante la gracia de Dios sobre Satanás, que lo había estado acosando con esos
sentimientos de temor. Él aprendió a entregar esos sentimientos de temor a Jesús y a dejarlos allí.

En ese mismo tiempo, yo tuve que volar desde Montana a la zona oeste central cambiando de avión en Salt Lake City y luego
otra vez en el oeste central. Mi vuelo llegó tarde a Salt Lake City, y mi conexión de vuelo estaba partiendo justo cuando yo
llegaba. Iba a pasar un tiempo antes de que pudiera conseguir otro vuelo, así que me senté. Había orado para que el Señor a
través de sus providencias obrara de alguna manera de modo que pudiera hacer mi conexión a tiempo y no traerles
inconvenientes a aquellos que me iban a buscar para asistir a mi compromiso, pero parecía que esto no se iba a dar. Dando una
mirada por encima de mi asiento en el área de espera, noté el stand para anotarse en el programa de viajeros frecuentes de esa
aerolínea en particular, y el Señor me impresionó con el siguiente pensamiento: Ve y anótate para el programa de viajero
frecuente.

No siento que deseo hacerlo. Perdí mi vuelo, y no vuelo lo suficiente en esta aerolínea como para que valga la pena. Dios a
menudo hace cosas como estas. Nos pide que hagamos cosas que para nuestra sabiduría y razonamiento humanos parecen no
tener sentido. Se encuentra velada la verdadera razón. De cualquier manera, me levanté de mi silla y me dirigí al mostrador,
porque estaba aprendiendo a permitir que Dios fuera el todo en todo para mí.

Después de decirle a la asistente que deseaba anotarme para el programa de viajero frecuente, ella me pidió mi boleto. Esto era
un poquito inusual, pero se lo alcancé.
-¿Cuándo va a conseguir un vuelo para salir? -me preguntó ella-. Yo le expliqué lo que se me había dicho acerca de la hora para
el siguiente vuelo y ella respondió:
-Señor, tenemos un vuelo que está por partir y le puedo conseguir un lugar en el mismo.
¡No solo estaba a tiempo para hacer la conexión sino que había llegado temprano!
Ahora, ¿por qué piensan que Dios usó el pretexto de anotarme para el programa de viajero frecuente para ayudarme a alcanzar
mi vuelo? Piensen en cuál hubiera sido mi reacción si él hubiera dicho: Jim, ve al mostrador de viajeros frecuentes y la asistente
allí te va a conseguir un vuelo más temprano. Ya lo adivinaron, ¿no es cierto? Tienen razón. Yo hubiera argumentado con Dios.
Después de todo, es ridículo pensar que la asistente de viajeros frecuentes tenía mejor información que la gente que vendía los
boletos normales.

Dios es tan amable que a menudo nos ahorra razonamientos inútiles reservándose el conocimiento, lo que podría significar una
traba. Por lo tanto. Dios nos pide algunas veces que hagamos cosas bajo un pretexto que podamos comprender y que nos
llevará a actuar, cuando en su sabiduría, él, que puede ver el fin desde el principio, está en realidad ordenando los eventos para
nuestro beneficio.

¡Qué Dios maravilloso al que servimos! Es una lástima que tan pocos de los que reclaman ser cristianos lo conocen de veras.
Asombrosamente, la mayoría de las iglesias de estos días se promueven a sí mismas en lugar de a Cristo. Las iglesias, escuelas
religiosas y universidades se han vuelto poderosas instituciones burocráticas que han olvidado el propósito mismo de su
fundación.

Hoy, las iglesias mayormente vuelven a los conversos hacia sí mismas en lugar de hacia Dios. Los fondos se transforman en la
esencia de vida de tales imperios, y se rechaza todo lo que entorpezca el libre flujo de fondos. De modo que, nos sentamos,
satisfechos de convencer a la membresía de que han nacido de nuevo y de que son salvos en lugar de enseñarles a hacer de Dios
el todo en todos, en sus vidas. Es un temible registro de negligencia, el que tendrá que enfrentar la iglesia cristiana algún día. 61
Este crecimiento institucional, esta unión de la gente a la iglesia más bien que a Dios fue claramente censurada por la vida y
ministerio de Cristo. Él no se opuso a la iglesia judía en sus días sino que estaba más preocupado de que el individuo ganara una
conexión vibrante y viviente con él más bien que una membresía en la iglesia.

De muchas maneras, los ministros de hoy tienen el mismo dilema que yo tenía cuando me paré frente a esos vendedores de
inmobiliarias. ¿Compartimos el mensaje popular esperado o compartimos con esos corazones lo que podría transformar sus
vidas, aún a riesgo de la impopularidad o de comentarios críticos?

Comencé con mi presentación sobre las buenas técnicas de ventas, y la relación entre compradores y vendedores. Luego dije: "Si
ustedes siguen los pasos que he resumido en esta tarde encontrarán éxito en su práctica, pero no la clase de éxito que yo tuve.
Se parece a la receta de galletitas de mi hijo. A todos les gustan sus galletitas, y él da la receta básica a todos los que le piden,
pero cuando ellos van a casa y hacen las galletitas, se quejan de que no salen tan buenas como las suyas. Esto es porque mi hijo
usa un ingrediente secreto en sus galletitas que nadie más duplica. Amigos, hay un ingrediente secreto en mi éxito como
vendedor inmobiliario también.

"El secreto es vivir en conexión con el Señor Jesucristo, cada momento de cada día. Esto me hace posible que le pregunte al
Señor cuál es la mejor propiedad para mi cliente. Esto me posibilita que deje a un lado mi ambición y preocupación por la
ganancia y que les diga a algunos clientes que este no es el tipo de área en el cual desean vivir. 'Puedo decirles que sus esposas
no desean estar tan alejadas de la ciudad. Es demasiado remoto'. Algunas veces les digo a otros clientes a los cuales no les
alcanza el dinero: 'Seguramente el banco podría darles un crédito, pero a ellos no les interesa su felicidad en el futuro. A mí sí.
Venda su otra propiedad antes de comprar'.

"Amigos, mi secreto del éxito es que yo no soy su vendedor ¡es Dios! Él simplemente me permite actuar como su representante.
Este es el secreto de acceso al éxito que está disponible para cualquiera de ustedes que lo desee".

¿Recuerdan cómo me había preocupado y cómo me desgasté pensando en su reacción? Bueno, por lo menos el 90% de los
presentes se adelantó y me agradeció por la presentación. Me dijeron que les había recordado su crianza en la niñez y más de
uno observó: "¿Qué haces vendiendo propiedades? ¡Debieras ser un predicador!" Poco me imaginaba cuan proféticas eran sus
palabras.

Y entonces, ¿cuál es su reacción? Usted sabe que no puede disfrutar de vivir la vida de la forma en que lo ha hecho. Es difícil
respirar sin un aparato de respiración. ¿Desean probar y colocar su dependencia en Dios? ¿Le permitirán que sea su "todo" y
entonces harán de él "todo" en cada cosa que piensen? Él nos anima: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados".

Vengan al aire. Vengan y hagan de él su todo. Pablo dice, "Vestíos del Señor Jesucristo". Él es nuestro regulador de respiración.
Es lo único que les permitirá sobrevivir en este mundo de pecado. Y luego que se hayan vestido de él, ¡nunca lo dejen ir!
CAPÍTULO 11
62

El cuarto punto fundamental


"¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?
Si Jehová es Dios seguidle; y si Baal, id en pos de él.
Y el pueblo no respondió palabra" (1 Reyes 18:21)

Las lágrimas brotaban incontrolablemente de mis ojos. Las gotas individuales formaban pequeños ríos mientras se abrían
camino por mis mejillas y caían en la cama mientras otras gotas seguían mi nariz hasta que goteaban sobre mi Biblia. Cuánto
tiempo estuve sentado de esta manera, no lo sé. Pero antes de mucho, Sally se despertó y me miró.
-Tesoro, ¿por qué estás llorando? -me preguntó.

Por dónde comenzar, me pregunté. ¿Comienzo con el compromiso de presentar ese tema el fin de semana? ¿Me refiero a la
invitación? ¿Cómo se lo puedo explicar cuando Sally sin saberlo ha estado involucrada desde el mismo comienzo? Por fin decidí
comenzar por el mejor lugar... ¡el principio! Así que inspiré profundamente y comencé a contarle la historia de mi cuarto punto
fundamental.

Los diccionarios definen "fundamental" en palabras como estas: que sirve de fundamento o es lo principal en algo, punto crí-
tico o crucial. Aquella mañana con Sally habíamos llegado a una decisión definida que cumplía con esa descripción. En realidad,
era uno de varios puntos fundamentales en mi vida y el cuarto del cual era consciente en mi relación con Dios.

Cuando comencé a aprender de la Palabra de Dios y vi que se trataba de algo más que de fábulas y oraciones, rápidamente
alcancé el primer punto fundamental en mi relación con el Señor. Si yo aceptaba su Palabra como la única guía de mi vida y
aplicaba a mi vida con seriedad las verdades que contenía, ocurrirían cambios significativos en la forma en que vivía mi vida.
¿Estaba dispuesto a permitir que Dios tuviera tanto gobierno sobre mi vida?

Decidí que realizaría aquellos cambios y aceptaría su voluntad revelada para mi vida. Descubrí que esto cambió la forma en que
me consideraba a mí mismo y a mi familia. Dejé de fumar y de beber, porque vi que mi cuerpo era el templo de Dios. Cristo
había muerto por mí y me había comprado con el precio de su propia vida, por lo tanto no era dueño de hacer lo que me placía.
Al aprender más de la Biblia, traté de compartirla, y mi celo, aunque bien intencionado, me llevó a causar un quiebre de
prejuicio entre los miembros de mi familia. La elección de probar y seguir la Palabra de Dios alteró dramáticamente el curso de
mi vida. De aquí que, mi primer punto fundamental fue aceptar la Palabra de Dios como la absoluta autoridad en mi vida.

Mi segundo punto fundamental llegó cuando mi comprensión de la Palabra de Dios me llevó a unirme a una iglesia diferente a
aquella en la cual me habían criado. Algunas personas parecen cambiar de denominaciones así como la mayoría de nosotros nos
cambiamos las camisas, pero para mí este fue un paso que me sacudió. Yo sabía que la verdadera religión no se debiera tomar
livianamente. Fue difícil para mí darme cuenta de que aunque había sido criado con ciertas creencias, he instruido por padres
sinceros, esos hechos en sí mismos no hacen de la religión una fuerza práctica que cambia y altera la vida.

El tercer punto fundamental fue cuando Dios me convenció de que necesitaba mudarme a un paraje solitario y llegar a estar
realmente convertido. Esto fue una lucha, porque aquellos que se consideraban sólidos cristianos se opusieron a nuestros
planes y trabajaron arduamente para convencernos de que estaban equivocados. Ahora comprendemos más allá de toda duda
que hicimos la decisión correcta.

Se podría argumentar que cada vez que usted y yo entren tamos una elección, nos encontramos en un punto crucial, y en algún
grado eso es verdad. Pero los puntos fundamentales de los cuales hablo son de largo alcance, elecciones que alteran la vida,
que cambian el curso de nuestra historia personal.

Cuando Moisés envió a los doce espías a la tierra de Canal n, diez de ellos escogieron presentar un informe desalentador
delante de la gente. Solamente dos eran de esperanza. ¡La nación se encontraba en un punto crucial! Su elección de alejarse,
de desalentarse, les costó a toda esa generación la oportunidad de disfrutar de la tierra prometida.

Después de varios años en ese lugar apartado, repentinamente me sentí atrapado en una decisión crucial. Habíamos
encontrado casi todo lo que habíamos ido a obtener en ese paraje solitario. Habíamos llegado a conocer realmente a Dios y
estábamos acercándonos cada vez más a él. Aprender a rendir el yo y a permanecer rendido a Dios había dado resultados
espectaculares. Habíamos avanzado de ser un matrimonio a tener un ¡verdadero MATRIMONIO! La familia se transformó en
una ¡FAMILIA de verdad! Mi negocio de venta de inmuebles en las montañas remontó y proveyó una gran entrada para nuestra
familia. No teníamos deudas y trabajaba solamente tres días a la semana. Las influencias del mundo exterior se habían
mantenido mínimas, y hasta en conjunción con mi trabajo, íbamos al pueblo solamente dos veces al mes. 63

¡Lo habíamos logrado! ¡Estábamos viviendo nuestro sueño!


En el momento de éxito, el Señor dijo: Jim, deseo que abandones tu negocio. Quiero que trabajes para mí en un ministerio de
dedicación exclusiva. El foco de ese ministerio será restaurar vidas, restaurar matrimonios y restaurar familias.
Recuerdo que le dije a Dios: ¡No puedo, Señor! Y tenía razón. Con mi propia fuerza no podía ministrar para el Señor, pero esa no
era toda mi intención. En cambio, mi comentario reveló mis sentimientos reales. Tengo hecha mi vida, Señor, pensé yo. ¡Estás
pidiendo demasiado!

Antes de esto había presentado temas aquí y allí cuando algunas personas a las que conocía me habían invitado. Era exitoso en
la venta de inmuebles. Tenía una entrada, y el tiempo que pasaba predicando era algo secundario. Ahora parecía que el Señor
deseaba demasiado de mí.

Al pensar en esto, luché con la decisión. Contemplé la vida de Moisés, que estaba en la línea real para ser Faraón, cuando Dios
le pidió que dejara todo atrás. Entonces estaba Pedro y los otros pescadores que Jesús había llamado a seguirlo. A ellos se les
pidió que siguieran a este Predicador pobre y sin reconocimiento. Esas elecciones fueron puntos cruciales, fundamentales en
sus vidas. Nada volvería a ser lo mismo, no importa qué decidieran. Y me di cuenta rápidamente que este llamado al ministerio
era un punto crucial, fundamental para mí también.

Querido lector, usted también tiene asuntos cruciales en su vida hoy. Yo no sé qué está pidiendo Dios de usted, pero usted
obra y el Espíritu Santo también.

El problema viene cuando Dios pide algo que no estamos seguros que deseamos hacer. Entonces entramos en un "alejamiento"
de Dios. Para algunos, este alejamiento los amarga y eventualmente mata su amor por Dios. Toda persona tiene por lo menos
uno de esos puntos cruciales en su vida. Yo puedo decir con confianza que usted también. Hay algo que Dios le está pidiendo
que enfrente. Él desea que escoja entrar en una relación más profunda con él. Oro para que el Espíritu Santo coloque esta
decisión en el primer plano de sus pensamientos mientras lee. Oro para que Dios no le dé paz y descanso hasta que se rinda
completamente a él. Yo realmente no tenía paz cuando luchaba para conformarme con este llamado inesperado al ministerio.

Allí estaba yo en ese lugar solitario disfrutando del fruto del estilo de vida al que Dios nos había llamado también, y debía decidir
qué haría con este alejamiento entre mi alma y Dios. El joven gobernante rico en la Biblia se encontró en tablas con Dios, y le
costó todo. Ahora yo tenía que escoger si trabajaría para Dios o simplemente me contentaría con disfrutar cómodamente de la
buena vida que había encontrado.

Si pasaba a un ministerio de tiempo completo, ¿cómo mantendría a mi familia? ¿De dónde provendría el dinero? Yo sabía que
el Señor podría proveer, pero ¿lo haría? ¿Era esto realmente lo que él deseaba para mí? ¿Estaba realmente dispuesto a
colocarme en sus manos, sin saber de dónde provendría la manutención para mí o para mi familia? Sentí que necesitaba una
confirmación. Recordé a Gedeón en la Biblia y cómo usó un vellón para confirmar su llamado de Dios. Así que continué
orando: Señor, necesito un vellón para este llamado al ministerio, pero no sé qué pedir de ti.

Aproximadamente en este tiempo, una mujer que conocía llamó para invitarme a hablar en su iglesia.
-Jim -dijo ella disculpándose-, realmente queremos que vengas, pero el momento que tenemos disponible es el fin de
semana del 4 de julio. Con las fiestas, probablemente asistirán menos de 20 personas. Comprenderemos si no deseas venir por
tan poca gente.
Mientras ella hablaba, me llegó la impresión del Señor, diciendo: Este es tu vellón si lo deseas, Jim. Así que le dije:
-Por supuesto que voy a ir.
Entonces volviéndome a Dios en oración, dije: Señor, si tú realmente me llamas para hablar a la gente tiempo completo,
quiero encontrar gente allí a la cual hablar, no pienso que ni siquiera 40 personas sería un milagro así que te estoy pidiendo
que traigas 50 personas, dos veces y media más del número que ella dijo que estarían allí.

Yo fui la primera persona en llegar a la iglesia ese día. Estaba motivado. Deseaba ver cómo iba a contestar el Señor mi oración.
¿Me había llamado el Señor realmente para ser un ministro? Con Sally nos sentamos cerca del frente mientras entraba la
gente y para la hora en que me paré para hablar, había ocho personas en la iglesia. Bueno, Señor -dije para mis adentros-,
supongo que recibí mi respuesta.

La puerta se abrió justo entonces y entró una familia de cuatro. Eso es doce todavía, Señor. Otras tres personas entraron. Son
quince. Entonces dos familias más de cuatro llevaron el número a 21. Pronto había 28, entonces 34, y 40, y pronto había 43.
Estaba tratando de hablar, pero en mi interior mis emociones estaban en un remolino. Traté de seguir las notas de mi sermón,
pero no era fácil contar y predicar al mismo tiempo. Estoy seguro que ellos se habrán preguntando qué me pasaba, porque
seguramente estaba distraído. Seguía pensando. No puede ser cierto, y sin embargo lo era.
Los números continuaron subiendo: 48, y luego 51, entonces 60. Todavía estaba predicando y contando pero no paró. Lo si-
guiente que supe, es que había 73 y pronto subió a 78. Finalmente renuncié. Exclamé en mi corazón: Señor, ¡No cuento más! 64
¡Tengo mi respuesta! Todavía vino gente hasta que la pequeña iglesia estaba llena.

Bueno, prediqué con toda el alma a aquellas personas. Estaba encendido porque sabía que esto era lo que Dios me estaba
llamando a hacer. Después del sermón pregunté a todo el que pude:
-¿Por qué vino hoy?
-No teníamos la intención de venir hoy -me dijo uno-. Pero no tuvimos ganas de ir a acampar como habíamos planeado.
-Yo no sé -dijo otro-, sentimos que teníamos que estar aquí hoy.
-Teníamos otros planes -compartió otra pareja-, pero alguien nos llamó y dijo-, está viniendo a la iglesia este hombre esta
semana. Escuchamos un casete suyo ¡y era realmente bueno! Viene de 2.560 kilómetros de distancia y va a pasar aquí
solamente un día. Cambien sus planes, tienen que venir.

Y así siguieron las historias de llamadas telefónicas inesperadas o de cancelaciones de compromisos previos de último mo-
mento. Solo yo sabía la verdadera razón por la cual habían venido. Dios me estaba hablando a través de sus acciones. Jim, me
pediste 50, pero te estoy dando más que 50. ¡Quiero que trabajes para mí!

Señor, me estás pidiendo que vaya y sea un pescador de hombres, aquí estoy. No he sido instruido por ninguna institución del
mundo, pero he sido entrenado en la soledad por tu Espíritu. Pero Señor, ¿qué quieres que les enseñe?
Jim, quiero que les enseñes el evangelio práctico de cómo caminar por fe. Enséñales a cómo permanecer en mí, cómo vivir
por gracia y a cómo aplicar eso a su vida diaria, a sus matrimonios, a sus familias, a sus iglesias, y a sus contactos con el mundo.
Ayúdales a comprender la base del evangelio, que es una experiencia viviente conmigo. Ayúdales a comprender que esta debe
ser su experiencia momento a momento, hora a hora, día a día.
Y Jim, como está registrado en Apocalipsis 12:11 "Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del
testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte". Tu predicación no será como la predicación común que es
popular en las iglesias hoy. Predicarás tu propio testimonio personal, incorporar el poder de Cristo en ti, la esperanza de gloria
en cada oportunidad. De esta manera, la sangre del Cordero será siempre levantada en alto ante la gente en cada sermón que
des.
Jim, no debes amar esta vida maravillosa que has encontrado conmigo en las montañas. Deseo que olvides la vida que
encontraste, para beneficiar a otros. Te estoy llamando para pasar tiempo fuera de tu retiro en la montaña y compartir tu
testimonio con otros, para que ellos también puedan encontrar el evangelio práctico y que pueda transformar sus vidas como
han sido transformadas las de ustedes.

Fui a dormir aquella noche sabiendo que el Señor me estaba pidiendo que olvidara el ejercicio lucrativo de venta de inmuebles
con el cual nos había bendecido tanto el Señor. Sin embargo, cuando me desperté a la mañana siguiente a las 4:30, me senté
allí en la cama con la Biblia en mi falda, temblando. La maravillosa experiencia emocional de mi oración contestada había pa-
sado y ahora tenía que enfrentar la realidad. ¿Lo iba a hacer en realidad?

Finalmente dije: Señor, Gedeón tuvo un segundo vellón. Yo también, Señor, si nunca volveré a este momento, si nunca voy a
arrepentirme de esta decisión, necesito un segundo vellón. Debes confirmar este llamado al ministerio en tu Mundo. Señor, yo sé
que dije que trabajaría para ti si enviabas la gente, pero Gedeón dijo que iría también con el primer vellón, todavía quiero
pedirte una segunda señal de confirmación.

Señor, este es un llamado duro. Quiero decir, es una decisión en la que no puedo volver atrás. Tiene que ver con el resto de mi
vida. Nunca volveré a hacer otra cosa sino lo que me has pedido que haga. Nunca he hecho algo así antes. Y le dije: Quiero que
me confirmes en tu Palabra, mi llamado al ministerio del evangelio.

Ahora, esto es una cosa difícil de pedir, porque no hay un lugar en la Biblia que dice: Jim Hohnberger, debes llegar a ser un
ministro del evangelio.

Allí estaba sentado con mi Biblia, oré e investigué mi corazón para asegurarme de que no había nada entre Dios y yo. Luego de
hacerlo, comencé a dar vuelta las páginas de la Biblia página por página durante casi una hora, hasta que llegué al libro de
Efesios, capítulo 3. Fue como si el Espíritu Santo me sacudiera y me dijera: Este es el lugar correcto.
Señor, siento la impresión de que debiera leer aquí.
Comienza en la columna de la derecha, Jim.
Mis ojos cayeron en el versículo 11: "...del cual fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la
operación de su poder".

¡Temblé de pies a cabeza! ¡Qué confirmación! Ahora supe que Dios me había llamado y que su gracia me sostendría. Me senté
allí en la cama con lágrimas que corrían por mi rostro hasta que Sally se despertó. Le conté todo lo que había sucedido y cómo
ella formaba parte de todo esto, aunque hasta ese momento ella no tenía idea.
El llamado de Dios al corazón es a menudo desconocido para aquellos que nos rodean. Usted puede ser el único que sabe lo
que Dios le está pidiendo en este momento. Hasta su esposa puede desconocer cuál es el punto crítico en su vida, pero usted lo 65
conoce. Cualquiera que sea, debemos enfrentarlo. Hoy, mientras lee estas líneas, usted está eligiendo, aun si su elección
simplemente es intentar y desechar esa elección. Todos nosotros necesitamos comprender que cuando decidimos no hacer una
decisión, en esencia, nuestra elección ha sido rechazar lo que Dios nos está pidiendo que hagamos.
-Sally -le dije-, cuando lleguemos a casa, ya no seguiré con la venta de inmuebles. No puedo vender mi negocio, porque Dios me
ha pedido que se lo dé a otro hombre.

Este hombre cristiano y su familia se habían mudado a nuestra área desde California. No tenían demasiado, y el hombre estaba
tratando de establecerse. Yo podría haberle vendido mi negocio inmobiliario con todas sus listas por decenas de miles de
dólares. Pero Dios me dijo que se lo diera a esta otra familia y que me comprometiera a trabajar con ese hombre cada semana
por el período de un año, así él podría darle a su familia la misma oportunidad que Dios me había dado a mí.
Yo había argumentado: Señor, me podrían dar 50.000 o 60.000 dólares por este negocio. Esto podría quedar como mi
reserva. Es dinero que podría usar para mantenerme por los próximos dos años mientras tú haces funcionar este ministerio.
Pero el Señor dijo: No, Jim. Tu dependencia necesita estar en mí y no en una reserva en el banco.

Así que fui a la casa y le conté a la otra familia mi historia.


Ellos oraron por esto y una semana más tarde, comencé a entrenarlo a él para vender propiedades. Llevó unos dos meses hasta
que él estaba establecido y yo pude seguir adelante con mi compromiso de ayudarlo una vez por semana. Para setiembre,
estaba listo para preguntar: ¿Señor, qué hago? Aquí estoy, envíame a mí.

Llegó un llamado de California pidiendo que viniera a trabajar por cinco o seis familias que estaban teniendo problemas. Este es
tu primer llamado, Jim, me dijo el Señor. Fui alegremente, y trabajamos con aquellas familias. Regresé a casa sintiéndome real-
mente feliz porque por primera vez, estas familias habían llegado a comprender la práctica del evangelio y estaban
comenzando a aplicarla en sus vidas. Mientras ellos comenzaban a hacer aunque sea pequeños cambios, estaban comenzando
a experimentar los maravillosos resultados de vivir por principio y de cooperar con Dios.

Fui invitado a la casa de unos amigos a hablar con un hombre que los estaba visitando. Este hombre era un pastor, y aunque yo
no lo sabía en aquel momento, él estaba por organizar una reunión de más de 50 pastores de todo el mundo. Ellos me habla-
ron de problemas en las iglesias y cuáles sentían ellos que podían ser las soluciones.

No pude estar de acuerdo con ellos. Les dije que los problemas de asuntos sobre doctrina y práctica eran solamente síntomas
del problema real, que es que las iglesias han perdido de vista, completamente la práctica del evangelio que es capaz de
transformar las vidas. Fue algo inesperado, pero este ministro me contó de la reunión que iba a tener y me pidió si estaría dis-
puesto a presentar el tema de apertura y de cierre a sus pastores visitantes.

Nunca olvidaré el sermón que prediqué aquel día, titulado "¿Quién soy?" Les dije a estos pastores que ellos eran comple-
tamente inadecuados para hacer el trabajo para el cual habían sido llamados y de su necesidad de una dependencia continua
de Dios. Para cuando terminé el tema de apertura, los hombres estaban llorando, y mi sermón cambió el foco de toda la
conferencia.

Después de esta conferencia, me llegaron llamados para hablar desde Europa, Nueva Zelandia, Inglaterra y de todos los
Estados Unidos. Me había preguntado de dónde iban a venir los llamados. Dios sabía. Después de esta conferencia, me
llovieron llamados a medida que esos hombres compartían mi nombre alrededor del mundo. Solamente puedo aceptar un
puñado de los pedidos que recibo. Desde ese día, hemos hablado en 14 países diferentes y en todos los estados de EE.UU.,
menos cinco de ellos. Lo siguiente fue escribir artículos para revistas y tuve el privilegio de compartir el evangelio en televisión
satelital. Así que puse mis manos a trabajar y nunca más le he vuelto la espalda hasta el día de hoy.

¿Qué en cuanto a ustedes, mis amigos? ¿Le han vuelto la espalda? ¿Hay algo en sus vidas en este momento que Dios les está
pidiendo que le rindan a él, algún punto crucial en el cual no están accediendo a los deseos de Dios? No lo dejen a un lado.
Algún día tendrán que enfrentarlo inevitablemente. ¿No lo resolverán ahora mismo?
A menudo termino una serie de reuniones preguntando a aquellos que están asistiendo qué es lo que van a hacer con los
mensajes que han escuchado. Esta es una pregunta más profunda que preguntarles si ellos creen. Las acciones son siempre el
fruto de la verdadera creencia. Mi corazón se ha emocionado y a menudo mis ojos se han llenado de lágrimas mientras un
sinnúmero de familias se han consagrado a hacer del evangelio una realidad práctica en sus vidas. Les pregunto públicamente,
porque esta declaración pública anima a otros, mientras que al mismo tiempo fortalece la decisión hecha en sus corazones.

De modo que le estoy pidiendo a usted que escriba el punto fundamental de su vida que Dios le está pidiendo que le rinda a él.
Utilice el formulario que se encuentra debajo, si así lo desea o escríbalo en una hoja de papel separada. En cualquier caso, esco-
ja hoy, porque hoy es la hora, y nunca será más fuerte la voz del Espíritu.

Mi punto fundamental con Dios


Señor, me doy cuenta de que no he estado de acuerdo contigo en la siguiente área:
66
¡Te la rindo hoy a ti! Tu hijo, (o hija)
67
CAPÍTULO 12

El que duda
"Por poco me persuades" (Hechos 26:28).

Yo sabía que la isla de Paul era seguramente un hermoso lugar. Pero tenerla a la vista me hacía acelerar el pulso con deleite. El
movimiento rítmico de los remos y el apacible sonido del agua del lago goteando de las paletas parecía estar en armonía
completa con el ambiente tranquilo que nos rodeaba.

Con una forma de algún modo semejante a la de un volcán, la isla surgía del lago en forma pronunciada. Su follaje ocasional
ofrecía a nuestra mirada interesada una vislumbre del hogar del lago, profundizando nuestra anticipación. Habíamos estado
anhelando este viaje por algún tiempo. La isla sería nuestro hogar durante las vacaciones hasta el siguiente lunes.

Mi familia necesitaba este alejamiento. Las presiones de viajar y ministrar me habían motivado para pensar en la necesidad de
actividades de descanso y de relajación, que se volvían cada vez más difíciles de hacer en casa. Podíamos desconectar el
teléfono, y ciertamente lo hacíamos cuando necesitábamos un recreo. Sin embargo, aun cuando lo dejábamos
intencionalmente a un lado, las tareas de la casa y la correspondencia del ministerio tenían una forma de ejercer su propia
presión sobre nosotros. Por esto, finalmente me aproximé a Paul para solicitarle el uso de su isla. Paul era tanto amigo como
mentor para mi negocio de inmobiliaria, pero nunca le había pedido algo así antes.
-Paul, ¡mi familia está agotada! Necesitamos un lugar donde podamos ir tan solo para descansar y relajarnos, un lugar don-
de nadie sepa cómo encontrarnos. ¿Podríamos usar tu isla? Oh, y Paul, mientras estemos allí, ¿hay algún tipo de proyecto que
necesitas que se haga, algún tipo de reparaciones o limpieza que podamos hacer por ti? De esa manera podemos dar algo y no
solamente pedirlo.
Paul estaba visiblemente complacido.
-Nunca he hecho esto antes -dijo él-, pero al mismo tiempo nadie ha estado dispuesto a hacer algo en retorno por mí
tampoco. Todos ellos quieren usar la isla y nada más. Jim, estaré encantado de permitir que tu familia pase algún tiempo allí, y
estoy seguro que podrán encontrar algo para hacer mientras estén allí.

Mi reminiscencia terminó abruptamente mientras la canoa se deslizaba junto al muelle. Luego de acarrear nuestro equipaje
subiendo la colina hacia la agradable casa del lago, con Sally nos dirigimos nuevamente al muelle.
-Muchachos -comencé a instruirlos-, ustedes preparen la comida y cuando esté lista, bajen al muelle y búsquennos.
Nosotros nos vamos al muelle para sentarnos al sol.

Puede parecer un poco extraño que un padre les diga esto a sus hijos de 10 y 12 años, pero habíamos aprendido a entregar las
tareas de la cocina a los chicos. En demasiadas familias, la madre es prácticamente la sirvienta de los hijos. Ningún esposo
debiera permitir que continúe semejante situación. Toda la familia debe ayudar a levantar la carga de las tareas del hogar de la
madre. Si se hace esto, la familia encontrará que no solamente aprenderán los niños una importante lección de mantenimiento
del hogar, sino que ganarán una madre y el esposo una esposa que tendrá tiempo y energía para jugar con ellos y compartir sus
vidas.

Trate de levantar de su esposa o madre cualquier carga que otros miembros de la familia puedan llevar, y encontrarán que sus
esfuerzos quedan más que pagados en la amorosa atención que ella podrá invertir ahora en usted y en los demás miembros de
su familia. Si la familia puede redimir esas energías, que eran consumidas en otro tiempo en las tareas diarias del hogar, todos
se beneficiarán.

Soy muy consciente de que la esposa y madre es el corazón del hogar, y la receta más segura para la felicidad en el hogar es
que la mujer que juega semejante papel crucial tenga la energía y el entusiasmo para llenar su misión otorgada por Dios.
Mis muchachos, como de costumbre, prepararon una comida maravillosa. Luego, en el tiempo libre que quedaba antes de
nuestra comida normal, salieron a explorar la isla.

En semejante ambiente conductivo, relajarse en el muelle era una cosa muy fácil de hacer. Ubicada en la bahía de una
ensenada, las aguas claras de color jade reflejaban el sol hasta que parecía que cada pequeña onda estaba coronada con
diamantes brillantes, que centellaban al moverse. Surgían naturalmente la paz, el contentamiento y una conversación
tranquila mientras disfrutábamos la oportunidad de volver a conectarnos el uno con el otro. Repentinamente, retumbó el
sonido de pasos en las escaleras empinadas que guiaban desde el muelle al resto de la isla. Matthew y Andrew corrían
mientras bajaban las escaleras, charlando sin detenerse con toda la emoción y el entusiasmo que solamente pueden poseer
los chicos de 10 y 12 años.
-¡Papá, mamá, tienen que venir a verlo!
-¿Qué tenemos que ir a ver?
-¡Los trampolines! 68

Gradualmente a través del entusiasmo, descubrimos de la historia de los chicos que en el lado oeste de la isla había algunos
riscos altos. En esos riscos había algunos trampolines. Uno era casi tan alto como una casa de un piso y el otro era tan alto
como una casa de dos pisos. Los chicos estaban tan emocionados como fuera posible con esos trampolines, pero eran
suficientemente jóvenes en sus vidas a esa altura, como para considerar hacer cualquier cosa como esta, a menos que su
padre lo hiciera primero.
-¿Puedes tirarte de ellos, papá?
-Por supuesto que puedo -les respondí sin pensar demasiado.
-¡Vayamos! -exclamaron ellos.- ¡Momento! ¡Esperen un momento! -los interrumpí- Yo pienso que debiéramos almorzar
primero, y entonces podemos ir al otro lado de la isla y mirar esos trampolines.
-En verdad, yo estaba vacilando. Sabía que podía saltar de esos trampolines. Me había lanzado de trampolines altos antes
no me lastimaría. Sabía que Paul los había colocado allí por una razón, y sin duda muchos otros habían saltado en esas aguas.
Así que no había temor de que el agua no fuera suficientemente profunda. Mis chicos querían verme saltar. Yo quería
complacerlos, y todavía vacilaba. No estaba del todo seguro que deseaba pasar por esta experiencia.

Después del almuerzo, los chicos lavaron los platos (en tiempo récord, debo añadir). Ellos estaban emocionados. Esta iba a ser
una gran aventura. Se me aproximaron y dijeron:
-¿Estás listo para largarte de los trampolines, papá?
Todavía estaba indeciso, así que busqué una excusa para estirar las cosas.
-Cuando yo era chico -les dije-, siempre me decían que uno debiera esperar por lo menos una hora después de comer
antes de nadar para evitar calambres. Iré dentro de una hora.

En realidad, debo confesar que no tenía idea de si ese hecho era verdad, y dudo de que haya estado inclinado a respetar esa
regla si hubiera querido largarme desde esos trampolines. Bajo las circunstancias tenía justo la excusa que necesitaba, una
racionalización que me daba permiso para evitar hacer una decisión Mis chicos estaban frustrados por otra dilación, pero
cuando había pasado la hora regresaron con la misma pregunta.
-¿Estás listo para ir ahora, papá?
-Muy bien -les dije-. Vayamos.

Salieron hacia el otro lado de la isla como si hubieran sido disparados por un cañón. Con Sally caminamos un poco más lento
que nuestros entusiastas muchachos. Cuando llegamos a los trampolines, ¿dónde piensan que estaban parados los chicos?
¿Al lado del trampolín más bajo? ¡Difícilmente! Estaban al lado del más alto.
¡Aquí arriba, papá! -llamaron ellos.
Muy bien, estoy yendo.

Subiendo al trampolín más alto, caminé hasta el borde y miré una vez más las hermosas aguas de color jade del precioso lago
de montaña. Cuando uno se para al borde de un trampo lín impresiona dos veces más alejado del agua de lo que parce desde
abajo. Mientras permanecía allí mirando hacia abajo, mis muchachos me gritaban instrucciones que eran semejantes a lo
siguiente:
-¡Salta! ¡Salta! ¡Salta! ¿Por qué no saltas?
-Denme un minuto para calcular la situación. Voy a contar hasta diez-les dije-, y entonces me voy a tirar.
Los chicos se prendieron de esta idea, viendo en ella una forma de apurarme, comenzaron a contar por mí con una
velocidad increíble,
-Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete...
-¡Eh! -les di voces-. Yo voy a contar solo. Gracias, de cualquier manera.

Así que allí estaba yo, sufriendo entre dos deseos separados, dos amores separados. Por un lado amaba a mis muchachos y
quería complacerlos, deseaba llenar sus expectativas, ser su héroe Pero mi propia voluntad era reacia a dejar el temor a un
lado y tomar aquel paso. Así que allí quedé, suspendido entre los cielos arriba y las verdes aguas debajo.

Intelectualmente, yo sabía que otros habían tomado el paso para saltar de la tabla, y yo podía hacer lo mismo. Deseaba hacer
el salto, no solo por mí, sino para animar a mis muchachos. La batalla arreció porque debía escoger entre saltar de la tabla
por mi propia voluntad, es decir, mediante el ejercicio de mi propia libertad de elección. Es tal cual como el conflicto que
enfrentamos cuando somos llamados a rendirnos a la voluntad de Dios.

Cuando debamos enfrentar una decisión entre lo que desea la voluntad propia y aquello a lo cual sabemos que Dios nos está
llamando, hay un conflicto. Y la reacción común a este conflicto es la indecisión. Sabemos que Dios nos está llamando a una
experiencia de completa rendición y sin embargo, vacilamos. Sabemos que otros han tomado ese paso de completa
dependencia de él. Sabemos que Dios nunca falla a aquellos que confían en él, y sin embargo, nos retenemos.
En muchas maneras, nos parecemos a los hijos de Israel después de salir de la esclavitud en Egipto. Ellos habían dejado una
vida atrás pero todavía no habían entrado a la Tierra Prometida. Nosotros también hemos dejado un largo camino para viajar 69
en nuestra búsqueda de Dios. Quizá dejamos malos hábitos o malas compañías a nuestras espaldas. Tal vez cayeron al lado del
camino errores doctrinales o interpretaciones tradicionales. Incluso, puede ser que nos hayamos alejado de entretenimientos
mundanales, música y modas solo para descubrir que, sinceramente, aunque hayamos salido de nuestro pasado, hemos
fracasado en entrar en nuestro futuro: una vida escondida con Cristo en Dios (ver Colosenses 3:3).

Considerando mi vida pasada, veo que mi jornada hacia este blanco de completa rendición, se ha producido en incrementos
pequeños más bien que de un gran paso. Se ha producido así en mi vida, no porque Dios lo deseara de ese modo, sino porque
fue la manera en la cual yo respondí. Mi vida se ha parecido a menudo al verso escrito por Theodore Monroe:

Oh, el amargo dolor y pena Que un momento puede traer, Cuando orgullosamente dije a
Jesús, "Todo del yo y nada de ti".
Sin embargo me encontró: lo vi Sangrando en el árbol de la cruz; Y mi corazón dijo débilmente
"Algo del yo y algo de ti".
Día a día con su tierna misericordia, Sanando, ayudando, sin zaherir Me humilló, mientras
susurraba, "Menos del yo y más de ti".
Más alto que los mismos cielos, Más profundo que el profundo mar, "Señor, tu amor por fin ha
vencido;
Nada del yo y todo de ti".

No quisiera dar la impresión, ni me animaría a decir que se ha realizado este último paso en mi vida, pero diría que veo la
progresión, y soy un prisionero de esperanza. Sé que el que comenzó la buena obra en mí, la continuará hasta el día de
Jesucristo (ver Filipenses 1:6).

¿Qué le está diciendo Dios en este momento en su trampolín? Sé que está vacilando en algo. Posiblemente tenga algo que
ver con el compromiso que escribió en el capítulo anterior. O quizá es un área sensible que Dios le trajo a la mente cuando
miró el formulario de compromiso, pero tenemos miedo de entregárselo a Dios o hasta de admitir para nosotros mismos que
estaba allí.

Usted desea rendir esta área sensible, pero es difícil creer que será feliz si la entrega. Esa es la mayor mentira de Satanás. Él
nos ha engañado a todos nosotros haciéndonos creer que solamente podemos ser felices cuando conseguimos lo que desea
nuestra propia voluntad. No confíe en sus sentimientos. En cambio, actúe en base a principios. Su intelecto debe decidir que
no permitirá que lo controlen los sentimientos y emociones. Si hace esto, descubrirá que ha develado el secreto de una vida
cristiana feliz. Encontrará, así como lo he hecho yo, que el mismo paso del cual retrocedía era el sendero a la paz y felicidad.
¡Eso es exactamente lo que descubrí cuando salté del trampolín! Fue fantástico. Grité, chillé y di vítores mientras caía.
Cuando golpeé esas aguas refrescantes, me sentí más vivo que nunca antes. Salí afuera y me tiré del trampolín una y otra vez.

Mi hijo Matthew se me acercó y preguntó tentativamente,


-¿Piensas que podría tirarme, papá?
-Por supuesto que puedes -le contesté.
Así que él se subió a la tabla y atravesó su propio proceso de vacilación. Finalmente, lo hizo. Me daba cuenta de que
estaba temeroso, pero se mantuvo firme y valientemente entró al agua tan derecho como una flecha.
Entonces Andrew se me acercó y dijo,
-Papá, quiero saltar del trampolín pero tengo miedo. ¿Te largarías conmigo?
-Seguro, hijo. Dame tu mano. Te acompañaré todo el camino. ¡Él estaba muerto de miedo! Yo no lo empujé pero estuve allí
con él mientras pasaba por su propia vacilación, permití que con tara y entonces saltamos. Cómo quisiera que hubieran podido
ver la sonrisa en la cara de ese muchacho. ¡Hubieran pensado que había conquistado el mundo!
Entonces los tres nos volvimos hacia Sally. Pero ella nos enseñó a todos una lección de valentía.
-Si ustedes lo hacen, ¡yo también! ¡Y lo hizo!

Todos aprendimos a sobreponernos a la vacilación y a ganar la victoria sobre aquellos sentimientos y emociones que tratan de
impedir que avancemos. La verdadera vida cristiana es como aquella tabla. A menudo requiere un salto de fe, la decisión de
que no vamos a dar la espalda, así como nosotros no podíamos regresar a la tabla luego de haber saltado. ¡Estamos
comprometidos! Eso es lo que Dios está buscando de cada uno de nosotros
¡Vayan hacia adelante!
¡Salten y tomen el último gran paso!
CAPÍTULO 13
70
El último gran paso
"Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas,
para que Dios sea todo en todos" (1 Corintios 15:28).

Mientras estudiaba la cara rocosa que teníamos por delante planeé la siguiente fase de nuestro ascenso. El llamado apagado
de Matthew interrumpió mi ensueño. Lo miré hacia abajo y me di cuenta inmediatamente que estaba en problemas.
Estábamos escalando el Iceberg Peak en Glacier National Park. Era una de nuestras salidas entre padre e hijo.

Hago estos viajes con cada uno de mis hijos, con el convencimiento de que es importante que un padre esté solo con cada uno
de sus hijos, ocupados en actividades que ellos desean hacer. Esto liga nuestros corazones y abre las avenidas de comunicación
Matthew había escogido esta escalada, y aquí estábamos, libres, escalando en un área que realmente demandaba sogas y
equipos de seguridad.

¡Matthew estaba atrapado! Había seguido mi ruta ascendiendo la montaña hasta que quedó atascado en el borde debajo de
mí yo tenía la altura suficiente para alcanzar el siguiente borde y subirme hacia arriba, pero Matthew, que en esta época era
más bajo que yo, no podía alcanzar lo suficientemente alto como para completar esta maniobra. Rápidamente me deslicé
hacia abajo y extendí mi mano hacia él.
-Tómate de mi mano, hijo. Te voy a tirar hacia arriba.
Podía ver la lucha entre el temor y la duda en su rostro. ¿Puede realmente papá hacer esto? ¿Tiene suficiente fuerza?
¿Qué me pasará si me suelta?
-¡Toma mi mano, Matthew! Yo tengo la fuerza. Puedo evitar que caigas -lo animé.

Él miró hacia abajo. Era un largo camino y su expresión delataba la batalla que se desarrollaba en sus pensamientos. ¿Estarla
dispuesto a tomar ese salto de fe, confiando en que yo podría hacer lo que le había prometido?

Estiró su mano para alcanzar la mía y nos agarramos con fuerza. En un instante había terminado, y él estaba parado a mi lado
sobre el borde. Después de unos momentos para recuperar nuestro aliento reasumimos el ascenso. Escalamos Iceberg Peak
aquel día, pero el éxito hubiera sido imposible si Matthew no hubiera escogido dar aquel paso de absoluta dependencia de su
padre.

Este paso de absoluta dependencia es a lo que estamos llamados todos nosotros. Usted lo sabe en la intimidad de su corazón,
así como lo sé yo. Usted sabe que el Señor lo está llamando a esta dependencia y rendición, pero todavía nos retraemos.
Probablemente nos costaría poner en palabras por qué esquivamos esta experiencia.

La total dependencia de Dios, la voluntad para dar el paso en un temerario abandono del yo, es lo que hace práctica la vida
cristiana y lo que nos cambia para siempre. La dependencia total y completa de Dios, debiera ser la primera lección de la vida
cristiana. Porque es solo cuando confiamos verdaderamente en Cristo, cuando realmente nos entregamos a él, que se nos
puede llamar cristianos. Para la mayoría de nosotros, aun para aquellos que reclamamos ser cristianos, esto permanece como
un sueño iluso, y una experiencia irrealizable.

En lugar de esta experiencia, los que deseamos ser cristianos hacemos todo menos entregar nuestra dependencia a Dios. Con
un esfuerzo casi sobrenatural, estudiamos las doctrinas y las enseñamos a otros. Nos ocupamos en evangelizar y alcanzar a
otros en la comunidad. Del mismo modo asistimos a los serví- nos religiosos, llevamos a cabo escuelas bíblicas de vacaciones,
participamos en seminarios de enriquecimiento matrimonial y aceptamos cargos en la iglesia.

Hacemos de nuestra religión algo personal, dedicamos tiempo para la devoción personal y para ministrar personalmente a
otros Parecemos tan buenos y realizamos tantas actividades que nos resulta difícil captarlo, pero sin embargo es verdad.
Porque hemos hecho todo, excepto lo único que realmente importa. Hemos fracasado en dar ese último gran paso, la única
acción que nos hubiera transformado realmente en el interior como también en las acciones exteriores.

El último gran paso para ser un verdadero cristiano es cultivar una desconfianza del yo y una dependencia igualmente
cultivada de Dios. Puede ser que poseamos todas las galas de la cristiandad, pero aun cuando nadie más pueda ver, nosotros
sabemos que no poseemos el poder sobre el yo que trae a la vida un espíritu de rendición y sumisión.

Alabemos a Dios, porque no es demasiado tarde para que ninguno de nosotros tome ese paso de total dependencia. Habían
pasado varios años en los cuales pensé que mi vida era cristiana; cuando Dios me sorprendió impresionando fuertemente mi
mente con este concepto: Jim, si alguna vez quieres ser cristiano, debes tomar este paso.
Contemplé, honestamente contemplé lo que era realmente el cristianismo, y debo confesar, que retrocedí ante la idea. No,
Señor, no lo puedo hacer, oré. Quiero decir, consentir en darte el control total, en nunca pensar mis propios pensamientos 71
carnales, nunca decir mis propias palabras carnales. ¡Me sentiré miserable, Señor! ¿Pueden creer que le dije eso a Dios? ¿Les
gustaría saber lo que él me contestó?

¿En serio Jim? ¿Piensas que todos los ángeles en el cielo son miserables? Ellos tienen la misma relación conmigo a la que te
estoy llamando. Ellos hacen mi voluntad y no la suya propia y sin embargo permanecen como agentes morales libres.
Obedecen porque han elegido hacerlo, y esa obediencia les trae gozo y felicidad más allá de cualquier placer que tus
pensamientos y palabras terrenales puedan traerte.
Fue un pensamiento necio, ¿verdad Señor?
Sí Jim. Provino del diablo. Fue justo uno de esos tipos de pensamientos que llevaron al ángel más favorecido en todo el cielo a
decidir rebelarse contra mí.

Así que ahora me enfrentaba con una completa rendición, y total dependencia de Dios. Dios me estaba llamando a tomar este
último gran paso hacia el verdadero cristianismo. Nunca olvidaré la lucha con mi propia voluntad. Estaba sentado en casa un día
y leí más de 100 textos bíblicos. Todos decían básicamente lo mismo, que el poder de Dios está disponible ahora mismo, ¡hoy!
Solamente necesitaba rendirme y depender totalmente de Dios para acceder a ese poder.

No necesitaba más conocimiento doctrinal. No necesitaba más obras buenas. No necesitaba crecer para estar preparado para
recibir ese poder. En cambio, mi crecimiento como cristiano no podría continuar hasta que estuviera dispuesto a tomar "el
último gran paso".

Está bien, Señor, terminé aceptando, mañana iré todo el camino contigo en total dependencia. Mañana de mañana mi vida será
diferente. ¡En la mañana comienza mi nueva vida!

Yo no sé cómo lo hace Dios, pero a menudo despierto en las horas tempranas de la mañana con un sentido de su presencia. No
es una presencia visible y ni siquiera audible. Más bien, siento que su Espíritu llama a mi corazón para levantarme y estar en
comunión con él. No puedo explicar cómo Dios puede ser una presencia tan personal conmigo y al mismo tiempo estar
presente con muchos, muchos otros, pero él puede hacerlo y lo hace Y si usted está dispuesto, ¡él anhela este tipo de
comunicación íntima con usted también!

Aquella primera mañana de mi nueva vida, me desperté unos pocos minutos después de las 4:00. Sentándome sentí que Dios
me estaba llamando, recordándome mi compromiso de ser suyo hoy y yo oré: ¡Buen día, Señor! De este modo comenzó el
tiempo precioso que pasé aquella mañana con Dios. Él deseaba prepararme para el día y mis oraciones continuaron hasta que
me miró mi esposa medio dormida y me preguntó,
-¿Por qué estás tan radiante?
-Querida -le dije- hoy voy a caminar todo el día con Dios. Voy a rendirme completamente a él y voy a vivir mi vida hoy bajo su
control.
-¿De veras? -Sí.
-¡Realmente querido, vamos! -exclamó ella burlonamente.
Aquí estaba la primera prueba de mi día. Mi esposa se estaba burlando de mi compromiso. Objetivamente, no la podía
culpar. Ella conocía el alemán obstinado y de temperamento fuerte con el que se había casado. Mis resoluciones pasadas y mis
promesas de fidelidad a Dios habían sido como sogas de arena, cayendo en el mismo minuto en que se las ponía bajo tensión.
Nunca había encontrado un poder capaz de salvarme de mí mismo.
-Está bien, querida -continué yo-. He terminado con las idas y venidas en mi dependencia de Dios. ¡He acabado con el
cristianismo parcial!
Así me lancé en mi primer día de verdadero cristianismo.

Cómo desearía poder mostrarles un video de aquel día, mi primer día como un verdadero cristiano. Pero un video nunca podría
demostrar las pruebas y batallas que luché en mis pensamientos; porque fue en mis pensamientos donde se ganaron las
victorias. Tuve que decidir por lo correcto en mis pensamientos, antes de que pudiera producir acciones correctas. Consumiría
todo este libro compartir con ustedes todo lo que sucedió ese día. Así que, permítanme compartir con ustedes tan solo un par
de experiencias. Estaba sentado frente a mi escritorio trabajando cuando escuché que los chicos comenzaban una pelea en la
sala. Era una de esas cosas de las que les había dicho a mis hijos "mil veces" que no lo hicieran. Me encontré caminando
rápidamente hacia ellos. Sentí una irritación que se levantaba en mi carne. Quería enderezarlos, ahora mismo. Es tan fácil para
los padres caer en la trampa de la irritación con nuestros hijos, porque les decimos tan a menudo que no hagan esto o aquello y
sin embargo siguen cayendo en la tentación. Si pudiéramos ver la escena como lo hace el cielo, podríamos descubrir que no son
tanto los hijos los que necesitan reprobación, sino los padres.
Jim, no estás preparado para vértelas con tus hijos hasta que tu carne, tus sentimientos y emociones, estén completamente
rendidos a mí.
Yo sabía que el Señor tenía razón. Pero es tan difícil dejar de lado lo que nosotros queremos hacer para poder llevar a cabo lo
que sabemos que es la voluntad del Señor para nosotros. Me retiré al baño y permanecí allí hasta que supe que mi carne se
había rendido y podía hablar decentemente a mis hijos y con el respeto que se merecían.
-Chicos -les dije a mis hijos-, cuando quise venir aquí y hablar con ustedes sobre sus acciones, el Señor me habló
diciéndome lo que debía hacer. Ahora, estoy seguro de que antes de que ustedes se pusieran a pelear, ustedes escucharon la 72
voz suave y apacible de Dios llamando a su consciencia, diciéndoles lo que debían hacer. Todos nosotros debemos aprender a
volvernos más sensibles a esa voz suave de Dios y entrenarnos para ser rápidos para obedecerla. Vuestro padre no siempre
estará allí durante todas sus vidas para guiarlos y corregirlos, pero vuestro Padre celestial los guiará a través de la vida, si
ustedes están dispuestos a escuchar. Por favor. Por favor. Por favor no entrenen sus mentes para rechazar la dirección de Dios.

Salí de estar con mis muchachos profundamente agradecido de que había escogido rendir mi voluntad a Dios. Mi interacción
con ellos había sido de enseñanza e instrucción más bien que de retarlos por sus errores. Me había aproximado a la disciplina
en un estado de rendición y mis hijos podían notar la diferencia y tuvieron una reacción diferente hacia mí que la que habían
mostrado en mis intentos pasados por instruirlos.

Más adelante a la tarde, después del almuerzo, me sentí impresionado a que debería lavar los platos. Ahora, lavar los platos no
era mi trabajo; era la tarea de mis hijos. Pero yo le había prometido al Señor que lo que él quisiera que hiciera hoy, yo lo haría.
Seguro, Señor, respondí en mis pensamientos. Si tú deseas que lave la loza, estaré contento de hacerlo.

Recogí mi plato y mis cubiertos y caminé hacia la pileta donde comencé a llenarla con agua caliente. Ahora, les llevó solo dos
segundos a mis hijos para darse cuenta de lo que estaba haciendo. Captando su oportunidad, rápida y voluntariamente
limpiaron la mesa, apilaron la loza para mí y desaparecieron.
Así que allí quedé lavando la loza disfrutando de mi día con el Señor. Sally, sin embargo, hizo la cosa más extraña que la haya
visto hacer.

Mi esposa no descansa nunca. Nos cuesta hacerla parar de trabajar en la noche para que pase tiempo con nosotros. No fue así
hoy. Ella se sentó en el sofá y tan solo quedó observándome cómo lavaba la loza.

Para que puedan entender lo que sigue, tal vez sea necesaria una palabra de explicación a esta altura. El estilo de vida en este
lugar remoto trae aparejados muchos cambios, y cocinar en una cocina a leña es uno de ellos. Soy un gran defensor de la
cocina a leña. Los alimentos que se cocinan sobre las brasas parecen ser más sabrosos. Sin embargo, controlar el calor no es
una ciencia tan exacta.

Para esta comida en particular, Sally había colocado algunas cosas en el horno para entibiar, incluyendo un frasco de puré de
manzana. El frasco ahora vacío estaba en la pileta. Al comenzar a lavarlo, noté algo de puré que se había asado en el horno.
Estaba en la parte exterior del frasco, así que con pocas ganas fregué el alimento horneado. Estaba realmente pegado allí,
como si estuviera esmaltado.

Ahora, con Sally siempre hemos lavado los platos un poquito diferente. Yo los hago para terminar de hacerlo pronto, y Sally los
lava para que queden bien hechos. No digo esto para excusarme, sino para explicar que esta es un área débil en mi carácter.
Este rasgo me llevaba a racionalizar: Yo no necesito pasar todo el día con este pegote. Después de todo, el interior del frasco
está limpio, y eso es lo que importa. Con ese pensamiento, enjuagué el frasco y lo coloqué en la rejilla para que se seque.
Repentinamente Sally se puso de pie como si hubiera sido lanzada por algún resorte gigante. Caminó hasta mi lado, y apuntó
directamente al frasco. Lo levantó y ¡lo sostuvo justo en frente de mi cara! No lo podía creer. Era casi como si mi esposo,
normalmente de modales suaves ¡me estuviera provocando! mis sentimientos estaban en una conmoción.
-Jim, Jim, Jim, ¿aprenderás alguna vez? -se sonrió Sally, sacudiendo su cabeza.

En el pasado habíamos peleado por la forma en que yo lavaba los platos. Yo me defendía siempre. Al menos, estoy lavando los
platos, no debieras quejarte de cómo lo hago. Cada fibra de mi ser quería defenderse y decir exactamente esa clase de cosas
otra vez, pero yo había hecho un trato de ser un hombre de Dios hoy, y él me estaba llamando a rendir mis sentimientos a él.
Escogí entregar mis sentimientos, y recuperé la paz una vez más.

Todo esto sucede en fracciones de segundos. Lo siguiente que supe fue que el frasco húmedo se deslizó de las manos de Sally
y cayó directamente en la pileta de lavar. Me cubrió con una ola de agua y jabón. Podía sentir que se acumulaba el enojo. Mi
carne estaba muriendo para permitir que ella ganara. Esta es la forma en que nos encontramos los seres humanos cuando
Dios no controla nuestras vidas. Somos rápidos en estallar y defender nuestros derechos y nuestros sentimientos. Estoy tan
agradecido de que Dios no me abandonó, porque tan pronto como surgieron los sentimientos en mi carne, el Dios de toda
carne estaba allí a mi lado pidiéndome que se lo rindiera a él.

Parecía tan difícil en aquel momento, alejar todos esos sentimientos de disgusto, realmente dejarlos de lado, y no guardarlos
hasta la próxima oportunidad. Dios no solamente deseaba que silos rindiera, deseaba que renunciara a mi derecho de sacarlos
a luz la próxima vez que Sally hiciera algo que me disgustara. Dios hace un trabajo cabal en nuestras vidas, y si se lo
permitimos, él eliminará lo que le rindamos.
Sacando el frasco del agua, le dije alegremente a Sally:
-Tienes razón. Parece que necesita un poco más de atención. La victoria era mía mediante la gracia de Dios.
Sally me miró conmocionada. Ella sabía, más allá de toda duda, cómo respondería la clase de esposo temperamental al que
ella amaba, y él no lo hizo. 73
-¡Funciona! -dejó escapar ella.
-Sí, así es -le dije mientras le sonreía, recordando nuestra conversación matinal y sus dudas.
-¿Cuán a menudo te habla Dios? -preguntó ella.
-No lo sé -le respondí-. No estoy sentado guardando registro con una calculadora.
Al día siguiente comencé a registrar para informarle a Sally. A las 10:00, fui hasta donde se encontraba y le dije,
-Hasta ahora hoy, soy consciente de 18 veces en que el Señor me ha pedido que rinda mis pensamientos a él. Ahora voy a
dejar de contar.

Este último gran paso requiere una completa rendición a Dios, una disposición para hacerlo en su totalidad. Cristo lo ilustra
bien en la parábola de la perla de gran precio. Adquirir la perla requirió todo lo que el hombre poseía. Para adquirir a Cristo
como una parte verdaderamente vibrante de nuestra vida también se requerirá el sacrificio de que todo lo que somos, sea
colocado bajo su control. Es un salto de fe desafiante, de todo o nada, confiando solamente en Dios.
Se parece mucho al salto que dimos desde el trampolín alto en el capítulo previo. Una vez que saltamos de aquella tabla, no
había un retroceso en aquella elección. Estamos comprometidos. El rito de circuncisión era para enseñar la misma lección. Una
vez que se tomaba ese paso, no había retorno.

Aquella tarde planeé cortar mi última carga de leña para el año. He compartido antes, que me gusta cortar leña, así que este
no es un trabajo al que le temo. No estaba preparado, sin embargo, para la impresión que me dio el Señor cuando había
cargado mi acoplado hasta la mitad: Jim, quiero que le lleves esta carga de leña a Mitch.

Mitch era un amigo mío que vivía en otro valle. Mitch es agradable, pero la idea de llevarle una carga de leña, nunca se me
había ocurrido. Mitch era suficientemente capaz de cortar su propia leña. No se encontraba postrado en cama. Además, la
casa de Mitch quedaba lejos y ya estaba avanzado el día. Requeriría unas tres horas para hacer el viaje de ida y vuelta, sin
contar el tiempo invertido en cargar el acoplado. ¿Señor, llevarle una carga de leña a Mitch?
Sí, Jim. Esto lo animará.
Me cuesta admitirlo, pero luché con la rendición de mis planes y mis deseos, lo que yo quería hacer, y escogí la voluntad de
Dios para mí, para hacer esta buena acción. Por fin, decidí obedecer y llené el acoplado y me preparé para dirigirme a la casa
do Mitch.
Jim, dijo esa voz familiar, cuando cargas leña para ti en el acoplado, ¿cómo lo haces?

Miré el acoplado. Contenía una linda carga de leña, bien linda, cargada hasta nivelarse con los lados. Supe instantáneamente
lo que Dios me estaba pidiendo. Cuando cargo el acoplado para mí, lo cargo hasta que queda una pila de leña por encima de
los lados y no entra ni un leño más. Comprendo, Señor, oré. Quieres que trate a mi hermano exactamente como me gusta
tratarme a mí, ¿verdad, Señor?

Así que saqué la motosierra y corté más leña, la partí y luego la apilé en el acoplado hasta que estaba más que cargado. Luego
llamé a mi amigo para ver si estaría en casa. Una de sus hijas me informó que ellos no estarían en casa.
-¿Quiere dejar un mensaje? -preguntó ella.
-No. No, está bien. Ni le digas que llamé -le aseguré a la niña.
Bueno, supongo que hemos terminado, Señor. Quiero decir, él no va a estar allí para recibirla. Nadie estará allí para
ayudarme a descargar o alabar mis esfuerzos y decirme qué buen cristiano soy.
Jim, quiero que vayas de cualquier manera.
Pero, Señor...
Eso es, Jim. Quiero que vayas aun cuando no recibas ninguna recompensa personal. Cuando todo lo que esto involucra va
en contra de tu naturaleza carnal. Quiero que hagas mi voluntad, confiando que yo sé lo que es mejor.

Así que manejé una hora y media hasta la casa de mi amigo, y así como me había advertido su hija, no había nadie en casa!
Descargué la leña solo y la apilé. Cuando regresaba a casa, me crucé con Mitch y su familia. Estacionamos uno al lado del otro
y bajamos las ventanillas. Las primeras palabras que salieron de su boca fueron:
-¿Qué estás haciendo por aquí, Jim?
Mi carne deseaba mucho conseguir algunas palmadas en la espalda, y me surgió el deseo de decir: Acabo de dejarte una
carga de leña. Sin embargo, también estaba la voz de mi Dios, mi Padre, Abba, mi Papá Dios, como la Biblia se refiere a él, y con
la tierna firmeza de un Padre, dijo: Jim…
La verdadera vida cristiana tiene que ver completamente con la rendición, y eso es lo que escogí.
-Estoy regresando a casa -dije rápidamente. Expresé la verdad, y espero que haya parecido natural.
-Fue bueno verte -dijo él mientras nos separábamos.

Cierta vez compartí este mensaje en una iglesia en Dallas, Texas. Animé a la gente a tomar este "último gran paso" en la
rendición de la vida a Cristo, cuando sucedió algo de lo más inesperado. Acababa de terminar mi mensaje y me había sentado.
El pastor de la iglesia estaba caminando hacia la plataforma para anunciar el himno final y hacer la oración de cierre cuando
repentinamente se levantó un hombre lentamente desde su asiento y comenzó el peregrinaje por el pasillo central de la
iglesia. El pastor permaneció en el púlpito sin palabras, reinaba un silencio total en la congregación. El joven se arrodillo junto
al altar con sencillez y silenciosamente inclinó su cabeza. 74
Me di cuenta por la forma en que estaba vestido que este hombre joven no era un miembro de aquella iglesia. En realidad,
parecía como si acabara de entrar a la iglesia desde la calle. Sus brazos tenían cicatrices y su cara estaba terriblemente
desfigurada. El pastor volvió en sí y se dio cuenta de que este pobre hombre se estaba consagrando a hacer exactamente lo
que yo le había pedido a la congregación que hiciera, tomar el último gran paso. Se estaba comprometiendo ante Dios. Se
podía sentir el Espíritu de Dios investigando los corazones de la gente y la maravillosa voz del pastor se elevó en un canto.

Salvador, a ti me rindo, obedezco solo a ti.


Mi guiador, mi fortaleza,
todo encuentro, oh Cristo en ti.
Te confiesa su delito
mi contrito corazón.
Oye, Cristo, mi plegaria;
quiero en ti tener perdón.

A tus pies, Señor entrego


bienes, goces y placer.
Que tu Espíritu me llene,
y de ti sienta el poder.

¡Oh, qué gozo encuentro en Cristo!


¡Cuánta paz a mi alma da!
A su causa me consagro,
y su amor mi amor será.

Yo me rindo a ti, yo me rindo a ti,


mi flaqueza, mis pecados,
todo rindo a ti.

Fue totalmente espontáneo. No se había hecho llamado, no se había hablado una palabra, ni hecho un llamado emotivo, sin
embargo el Espíritu Santo habló más fuerte que lo que hubiera podido hacer cualquier voz humana, y prácticamente un tercio
de los presentes se adelantó y arrodilló al lado de ese joven. Me corrieron escalofríos por la espalda. Me di cuenta de que tenía
que hablar con ese joven y conocer su historia.

Lo llevé a un lado para conversar con él. Me enteré de que su nombre era "Christopher". En la pronunciación lenta y entre-
cortada de un discapacitado con un impedimento en el habla, él me contó su historia con vacilación. Me contó cómo su madre
lo castigaba con agua hirviendo cuando era un niño. Las cicatrices de quemaduras en su piel expuesta llevaban el mudo
testimonio de la verdad de su historia. En unas pocas palabras continuó: "Algunas veces me encerraba en el placar por uno o
dos días. Cuando me dejaba salir, les decía a mis hermanos que me golpearan con palos. Cuando llegué a la adolescencia, no
pude soportar más. Salí de la casa y me uní a las barras de la calle".

Yo siempre me había preguntado qué era lo que motivaba a los jóvenes a unirse a las pandillas. Ahora Christopher me lo
explicó. En las pandillas encontró, por primera vez en su vida atormentada, completa aceptación y lealtad "hasta que la muerte
nos separe". Desafortunadamente, estos pandilleros no eran menos violentos que su hogar previo.
-Me han acuchillado dos veces, y una vez me pegaron un tiro -declaró simplemente-. También estuve en prisión. Después
que salí, encontré a esas personas de esta iglesia que me contaron acerca de este Jesús. Me dijeron que podía confiar en él
como nunca había confiado en ninguna persona en mi vida. Me interesé, más de lo que deseaba admitir, pero también tenía
miedo. Todos aquellos en los que había confiado alguna vez siempre me habían defraudado. Así que yo les dije que si este Jesús
me miente alguna vez, ¡lo voy a matar! Pero ellos me aseguraron que él nunca miente. Entonces me contaron de estas
reuniones que usted está teniendo para que la gente aprenda durante este fin de semana, a permitir que Jesús tenga el
completo control de su vida, ¿es eso lo que significa ser un cristiano?
-Sí, es eso, Christopher.
-Entonces yo deseo ser un cristiano.
Traté de conseguir una dirección de Christopher, así podría mantenerme en contacto, pero él se rehusó. Lo presioné para que
me diera un número de teléfono, pero dudó.
-¿Cómo podré mantenerme en contacto contigo? -le pregunté finalmente.
-Bueno, comenzó él-, yo vivo debajo de un puente.

Sentí el dolor de su comentario. Había predicado a una iglesia llena de gente que tenía todas las ventajas y sin embargo fue
este joven el primero en dedicar su vida a Cristo. Nunca he conocido a nadie que haya provenido de semejantes circunstancias
duras así como Christopher, sin embargo él no encontró excusa en su pasado o en su condición presente que lo privaran de
tomar ese "último gran paso" hacia una relación de rendición con Dios.
Y nosotros, que descansamos en gran luz y bendición, rehusamos escuchar el llamado misericordioso de Dios. ¿Cómo puedo 75
vacilar? Me sentí tan avergonzado de mi orgullo obstinado.

Mirando el ejemplo de Christopher, ¿Puede haber alguna excusa que darle a Dios para no tomar este último gran paso? Sé que
desea esta experiencia. Conozco su anhelo. También sé que Dios lo está llamando a hacer una decisión. Decidir no es suficiente,
debe decidir hacerlo. Debe tomar ese último gran paso.

¿Puede sentir las frustraciones que debe experimentar Dios al observarnos vacilar, y finalmente alejarnos en la oscuridad
aparentemente incapaces de distinguir la diferencia entre la vida y la muerte?

Escuchen sus palabras, invitándonos a tomar este último gran paso. “Os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la
maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia (Deuteronomio 30:19) y escapes a Dios.
Epílogo 76

Han pasado más de 17 años desde que nos mudamos con nuestra familia a las montañas. Nuestros pequeños se transformaron
en niños grandes y luego en adolescentes, hoy son hombres adultos. Ahora la perspectiva del tiempo me permite mirar en
retrospectiva a las últimas dos décadas de mi vida que son el foco de este libro. Desde el momento en que anunciamos nuestros
planes de mudarnos a un lugar solitario, hubo personas que dijeron que eso no era práctico. Cuando declaramos que nuestra
meta era proveer lo mejor para nuestros niños y guardarlos de todo el resto, nos informaron que era imposible. Nuestra mira
estaba puesta demasiado alto, dijeron. ¡No se puede lograr!

Con el paso del tiempo puedo decir conclusivamente: ¡se puede lograr! ¡Funciona! El programa al que nos lanzamos para
encontrar a Dios y para acercarnos como familia ¡funciona rotundamente! Yo no estoy recomendando ninguna cosa que no nos
haya funcionado a nosotros. Una y otra vez la gente ha dicho: "Esperen no más hasta que sus hijos sean adolescentes. Entonces
se van a rebelar contra su estilo de vida".

Más adelante, cuando la gente vio que los adolescentes se deslizaban sin rebelión, cambiaron su cantinela a: "esperen hasta
que sean adultos".

Hoy, ellos son adultos, y ya ni siquiera notamos las voces de los negativos porque sabemos que lo que hicimos funciona. Y
funcionará para ustedes también, ya sea que vivan en un lugar apartado o deseen mudarse al campo o apliquen los mismos
principios ahora. Hoy, Matthew y Andrew son exitosos dueños de inmobiliarias, especializados en propiedades de áreas
remotas y del campo. Los caracteres que formaron tan esmeradamente en ese paraje solitario, han atraído la atención de
muchos de sus clientes, y más de uno me ha contactado queriendo saber cómo nos arreglamos para criar semejantes hombres
excelentes. El secreto es simple. No los criamos con Sally: permitimos que Dios lo realizara con nuestra cooperación. Por lo
tanto, aunque nos gozamos con los muchachos y su éxito, nos sentimos continuamente humillados con el conocimiento de que
ha sido solamente por la gracia de Dios que nuestra familia ha logrado semejantes resultados.

En el momento de escribir este libro, los cuatro continuamos residiendo en nuestra pequeña cabaña de troncos cerca de Glacier
National Park. Los muchachos trabajan en sus negocios de inmobiliaria fuera de casa como también en una oficina que tienen
en la ciudad. Todavía disfrutan de la compañía de sus padres. Disfrutamos más que nada de nuestra comunión más dulce que
nunca porque todos sabemos que nuestro tiempo juntos terminará algún día. Demasiado pronto, los muchachos se casarán y
formarán sus propios hogares. No tenemos nada de qué arrepentimos. Ellos están preparados, y nosotros también. Sally, mi
reina, y yo estamos listos para animarlos en cada etapa de la vida de la que tenemos el privilegio de ser testigos. Hasta
entonces, atesoramos nuestro tiempo.

Después de que el Señor me llamara a un ministerio de tiempo completo, fundamos Restoration International (Restauración
Internacional) con otra familia que estaba decidida a seguir a Dios hasta lo sumo. Este ministerio sin fines de lucro está dedicado
a enseñar a otros cómo encontrar y vivir el evangelio práctico, de modo que pueda transformar y restaurar sus matrimonios y
familias, así como lo hizo con la nuestra. Creemos de todo corazón que la misma esencia del evangelio de Cristo es la
restauración.

Y entonces ¿que nos depara el futuro? ¿Hemos logrado todo lo que nos lanzamos a buscar al poseer un matrimonio feliz y al
aprender a caminar con Dios? Sí, y hemos alcanzado la meta de criar a nuestros hijos como verdaderos cristianos.

Pero esto es solamente una insinuación del futuro. Como adolescente, a Matthew se le ocurrió la idea de encontrar un lago
escondido en lo más remoto de las montañas canadienses. Se transformó en su sueño, su meta, y permaneció con él durante
años. Eventualmente, logró su meta, y para cuando regresamos a la civilización ya había pensado en nuevas áreas para explorar,
nuevas aventuras que experimentar.

Así es como con Sally miramos hacia el futuro. La concreción de un sueño no enturbia la visión del próximo. Escalar una mon-
taña solamente nos revela más y aún más grandes alturas que conquistar. En nuestro fuero íntimo arde el deseo de ver lo que
hay más allá de la próxima colina. La experiencia de la vida cristiana es siempre hacia arriba. Siempre habrá nuevas alturas de
renunciamiento y nuevas profundidades de muerte al yo para ser exploradas. Cada nueva experiencia trae aparejadas nuevas
responsabilidades y mayores gozos en la compañía de Cristo, nuestro constante Compañero.

Que usted también, pueda sentirse atraído a escapar a Dios y a continuar siempre más alto con él. Es mi deseo, mi oración y el
anhelo de mi corazón. Amén.
77
Una conversación con Jim Hohnberger
¿Cuándo se dio cuenta en primer lugar que algo estaba mal con su experiencia espiritual, y qué fue lo que lo llevó a decidir que
la respuesta era simplificar su vida?
Hohnberger: No me crié en la fe a la que pertenezco actualmente. Luego de llegar a formar parte de la iglesia remanente de
Dios, nos volvimos muy activos en compartir las verdades que nos habían traído a la iglesia. Pero yo comencé a descubrir que la
mayor parte de mi experiencia cristiana era exterior, asistir a la iglesia, dar estudios bíblicos, etc. Llegué a ser el primer anciano
de la iglesia. Predicaba y había estado involucrado en actividades un poco más de tres años. Bueno, llegué a casa una noche y
con Sally comenzamos a pelearnos muy duro. Nuestros hijos de 3 y 5 años gritaban. No sabían lo que estaba sucediendo, eran
demasiado jóvenes como para entender. Sally salió a dar una caminata en nuestro terreno de 16 hectáreas y cuando regresó le
dije:
-Querida, ¿qué está pasando?

Más tarde llamé a mi oficina (era propietario de una agencia de seguros en ese entonces). Le expliqué al personal de oficina
que iba a salir por 10 días para descansar. Salimos con nuestro trailer hasta la Península del Lago Superior en Michigan, a una
localidad llamada Watersmead, y pasamos 10 días reconsiderando nuestras vidas.

Cuando nos pusimos de novios estábamos locamente enamorados. Quiero decir que tuvimos un hermoso romance. Pero una
vez que nos casamos, saltamos en la calesita que está en nuestra sociedad, esta gigante rueda de ardilla. Pensábamos que
éramos felices, teníamos que tener la casa más grande, cambiamos de casa tres veces. Ahora nos encontrábamos en una casa
de 280 metros cuadrados, toda de madera de cedro en un parque de 16 hectáreas con un pequeño lago. Teníamos los mejores
vehículos y grandes ganancias en el negocio. Era el primer anciano de la iglesia, muy activo en la comunidad, pero entre
nosotros nos estábamos alejando. Hubo un proceso de erosión que en realidad nos separó, y lo único que no poseíamos ahora
era el uno al otro. Teníamos todas las galas de lo que "ellos" decían que era el éxito, pero estábamos fracasando.

Así, al volver a evaluarnos durante esos 10 días, comenzamos a analizar a otros en mi carrera. A otros en la iglesia, no desde
un punto de vista crítico, sin apuntar con el dedo, sino viendo lo que podíamos aprender de ellos, y no nos gustó lo que
observamos. Llegamos a la conclusión de que el éxito no estaba en la dirección en la que estábamos yendo. Debíamos redimir
nuestro tiempo (lo único que no teníamos ahora era tiempo), y aplicarlo a encontrar un andar real con Dios, no solamente la
verdad y no tan solo la iglesia. Y entonces hacer de nuestro matrimonio y de nuestros hijos una prioridad. Nos dimos cuenta
de que debíamos bajarnos de ese tren expreso, esa gran rueda en la que estamos en los Estados Unidos. Por supuesto,
Europa, Australia, Canadá e Inglaterra también, no está solamente en los Estados Unidos.

La mayoría de la gente que se encuentra en esta carrera ni siquiera posee el estilo de vida que acaba de describir. Viven en
suburbios, o en la ciudad con terrenos del tamaño de una estampilla. Aunque usted dice que tenía que bajarse de la rueda, su
situación parecía de algún modo idílica, con esa hermosa casa de madera de cedro en su propio parque privado. Me parece
mucho más relajante que lo que la mayoría de la gente tiene que vivir en la ciudad, trabajando 50 a 80 horas por semana.
Hohnberger: Muchas personas me han dicho: "Bueno, ¿será que todos tienen que mudarse a la montaña para obtener esto?" Y
mi respuesta, especialmente mirando en retrospectiva después de 18 años, es que yo creo que todos necesitan una experiencia
de soledad con Dios, pero uno no necesita ir a las montañas para obtenerla. Uno debe aprender a cómo controlar lo que nos
llega a la vida. Ya sea en un departamento en Chicago, o en el Bronx en Nueva York, o si está en un ambiente de campo. He
observado a mucha gente intentando seguir un método, y se mudan al campo y en realidad empeoran sus vidas. Ellos, así
como nosotros, en realidad traen el estilo de la ciudad al campo.

En cierto momento, usted se refiere a su devoción personal en la mañana y nos habla de pasar dos horas y media con Dios.
Algunas personas dirían que eso andaba bien con usted, porque vive en un lugar remoto, pero ¿qué nos aconseja para el resto
de nosotros que vivimos en grandes ciudades? ¿A qué tipo de experiencia de devoción podemos apuntar?
Hohnberger: Bueno, permítame responder. Nosotros hemos estado activos en este ministerio de Restoration International,
durante ocho años, y el gran error que comete la gente es seguir métodos. El método que se debe seguir es el de salir de la
silla del conductor, y permitir que Dios esté a cargo.

¿Es ese el método principal?


Hohnberger: Ese es el método. Y lo que hace la gente es escuchar lo que uno hizo para criar a los hijos, y cómo uno se
comunica con la esposa, o que uno debe mudarse al campo y tratan de clonarlo. Y eso no les funciona. Y la razón es porque
todavía se mantienen en el control.

Toda la controversia que tiene Dios con su pueblo es que ellos están al control. Ese es todo el problema con la humanidad.
Cuando Lucifer quiso estar al control, ese fue el problema, y entonces, no puedo enfatizar lo suficiente a la gente que mudarse
a un paraje solitario no va a hacer funcionar las cosas para ellos. Porque hay muchos nativos en el África que se encuentran en
parajes más remotos que los Hohnberger. Sin embargo, no están bajo la influencia del Espíritu de Dios. El ambiente puede
ayudar, y todos podemos beneficiarnos de vivir en un lugar tranquilo y sereno, pero la gente trata de hacer del ambiente la
respuesta, y es solo una herramienta. 78

El método es simple: Jim Hohnberger debe aprender a cómo rendir el control de sí mismo en el presente, y luego mantener esa
rendición mediante la influencia del Espíritu en su conciencia, permitiendo que Dios esté en control durante el día. Eso es el
cristianismo en dos palabras.

¿Y las dos horas y media?


Hohnberger: A esto yo lo llamo diezmar mi tiempo. La mayoría de la gente no podrá disponer de esa cantidad de tiempo. Esa
es la realidad que tengo que enfrentar. Pero cuando yo vendí todo y me mudé a Montana, podía disponer de esa cantidad de
tiempo. Así que, vivía una situación que era totalmente diferente a la de la mayoría. Y le dije a Dios, voy a dedicar este tiempo
para ti. Pero la idea no es la cantidad de tiempo, es lo que uno logra en el tiempo que dedica. Eso es lo que me gusta enfatizar.
Así como el equilibrista sobre una soga, cuando tiene que comenzar a aprender cómo caminar por una soga, le puede llevar
días, pero cuando ha aprendido a cómo hacerlo, puede lograrlo en minutos. Y esa es la verdad en cierto grado con nuestro
caminar con Dios. El asunto no es la cantidad de tiempo o cuánto se lea, es si nos rendimos al señorío de Jesús, donde uno se
da cuenta que él está en control, y uno sale de pasar ese tiempo con el Señor preparado para filtrar sus pensamientos,
palabras y las acciones que lleva a cabo aquel día, mediante Jesús. Ahora, si se puede lograr eso en media hora, se lo ha
logrado. Si lleva tres o cuatro horas, tomen eso. Si lo pueden lograr en quince minutos, dediquen eso.

Así que lo que está queriendo decir es que si el yo está en control, ¿la cantidad de tiempo que dedique a orar y a estudiar no
tiene valor?
Hohnberger: Estoy contento de que haya abordado este tema porque algunas personas piensan que si dedican sus dos horas y
media o lo que sea, entonces son cristianos. Y eso no es verdad. Porque pueden estar a cargo del programa las dos horas y
media. ¿Tiene sentido esto? Conozco a muchos hombres que han llegado a ser eruditos de la Biblia, y salen de sus tres, cuatro o
cinco horas con el Señor y tratan a sus esposas como a un trapo sucio. La cristiandad va más allá de un mero asentimiento
intelectual a la verdad e involucra la rendición de las elecciones propias a la voluntad presente de Jesucristo.

Su ministerio lo lleva a todas las áreas de la iglesia, tanto a reuniones de liberales como de conservadores. ¿Cómo ministra
efectivamente a los diferentes grupos?
Hohnberger: Yo creo que si tenemos el evangelio debemos llevarlo a aquellos que no lo tienen. Como cuando me llamaron los
presidentes de asociación y me dijeron:
-Vemos que está hablando a este ministerio en particular. Le pediríamos que no vaya allá. -A lo que yo contesté, -¿Piensa
usted que yo tengo el evangelio? -y ellos dijeron:
-Sí, eso creemos.
-Bueno, ¿cómo lo van a recibir?
Porque si realmente se posee el evangelio uno encontrará la forma de traerlo a la experiencia de esas personas, y no tan
solo echarlos.
En una de nuestras reuniones de familia, tuvimos 550 asistentes allí, 100 de los cuales no eran de nuestra fe. Se hizo
propaganda en una cartelera en la ruta, y en avisos de diarios. Y algunas mujeres [de la comunidad] estaban viniendo a las
reuniones en shorts y remeras bien cortos, como también con escotes pronunciados. Bueno, un grupo de ultra conservadores
se me aproximó en ropas muy conservadoras y dijeron:
-Hermano Hohnberger, quisiéramos que anuncie una norma de cómo vestirse para estas reuniones. -¿Por qué? -les dije. Y
ellos añadieron, -Bueno, ¿ve esa persona allá? -a lo que yo contesté: -Sí, la veo -Por eso. Porque nos está defraudando. Y yo
les dije:
-Quisiera tan solo que comprendan caballeros a qué apunto. Trataré de hacer esto tan simple como pueda. Lo que yo busco
es el corazón, no el atuendo. Y si conseguimos que su corazón se conecte con el corazón de Jesús, el resto vendrá solo. Esa ha
sido mi filosofía.

Este libro fue escrito en un ambiente inusual ¿verdad?


Hohnberger: Fui a la isla de St. Croix por un mes para escribirlo. Yo no soy un escritor. "Lengua" fue algo con lo que me
torturaron durante todos mis años de estudio. Mi madre decía que debía prestar atención, pero yo decía: "Mamá, yo nunca voy
a necesitar eso". Bien poco me imaginaba cuán necesario me sería.

Traté de escribir este libro y lo comenzaba y lo dejaba y de ese modo perdía el hilo. Finalmente dije: "Señor, necesito un tiempo
ininterrumpido. ¿Puedes proveerlo?" Así que, un hombre a quién mi hijo le había vendido una propiedad, un hombre bastante
rico de otra denominación, me llamó por teléfono, y me dijo lo siguiente:
-Su hijo. ¿Cómo hizo para criarlo? Nunca me encontré con un hombre como él en el mundo de los negocios, y su hijo tiene
solamente 21 años. ¿Puedo ir y pasar un tiempo con ustedes?

Este hombre es propietario de su propio banco, su propia compañía de préstamos, tiene depósitos y propiedades en numeroso
lugares. También es propietario de una casa de fin de semana en St. Croix en el lado noroeste, justo donde es muy bueno para
bucear.
Así que vino para conversar conmigo, y me preguntó por mis preocupaciones. Y yo le dije:
-Bueno, sabe, he estado tratando de escribir este libro. -Escuche, si necesita disponer de tiempo sin interrupciones, ¿por qué 79
no va y usa mi casa de fin de semana? -¿Dónde queda? -pregunté yo. -En Saint Croix.

Entonces el Señor proveyó pasajes gratuitos para toda la familia. Así que fuimos allí por un mes. Escribía toda la mañana, cada
mañana y entonces íbamos a bucear en las tardes.

Alabado sea el Señor. ¡Qué forma de escribir un libro!


Hohnberger: No lo va a creer. Me encontraba buceando a 40 metros de profundidad, y ¿sabe dónde está mi mente? Uno no
puede desenchufarla cuando el cerebro está enchufado y vienen los pensamientos. Estaba allí abajo y podía ver un tiburón y mi
mente estaba escribiendo el capítulo 7. Estoy buceando rodeado por toda esa belleza y mi cerebro todavía sigue escribiendo
este libro.

Jim, ¿cómo puede hacer la gente para contactarse con usted?


Hohnberger: Pueden visitar el sitio Web en inglés: www.restoration-international.org

Pregunta final. ¿Cuál piensa, Jim, es la lección más importante que ha aprendido mediante la experiencia de retirarse a un lugar
apartado?
Hohnberger: Necesito a Jesús cada momento de cada hora de cada día. Y si por un momento me separo de él, caigo de nuevo en
los viejos hábitos. Yo lo compararía a hacer rappel, y no sé si usted trepó con sogas alguna vez. Pero uno simplemente tira una
buena soga bien enganchada sobre la pared de un risco y en tanto que se sostenga de esa soga estará seguro. Si se suelta, ¿qué
sucede? Lo mismo sucede en la vida cristiana. He llegado a comprender que el verdadero cristianismo es más que solamente
pertenecer a la iglesia correcta y vivir un estilo de vida correcto, o vivir en un paraje solitario o saber acerca de las bestias y osos
de Daniel y Apocalipsis, las profecías y la segunda venida. El cristianismo se trata de sostenerse de la soga, que es Jesús. Mi
oración es que llegue a tal punto en mi vida cristiana que nunca elija soltarme.

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