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Cruzando la Sarmiento

Julieta Quirós
Antropofagia
140 páginas

A comienzos del siglo XX el etnógrafo polaco Bronislaw Malinowski describió en los sistemas
de intercambio de los collares kula entre los nativos de las islas del Pacífico sur, invisibles
senderos de prestaciones y contraprestaciones por donde circulaban los sistemas de
producción, parentesco y creencias. Modelo prínceps de la antropología colonial, generó un
reciclaje derivado en el método de “observación con participación”, mediante el cual el
antropólogo despliega una suerte de paternalismo indigenista salpicado de asepsia.
Aniquilados, en ese espíritu, los pueblos originarios, la mira pasó a apuntar hacia sectores
marginados, pauperizados, en fin, discriminados y excluidos que garantizan su perdurabilidad
al constituir contingentes de mano de obra activa o de reserva. En los antípodas de tal política
muy recientemente comenzaron a desplegarse el situacionismo, las teorías de las redes
difusas y la impronta de la “investigación militante”. Apartada del clientelismo académico, esta
modalidad se propone develar a fin de producir un cambio llevado a cabo por los propios
protagonistas que así pasan de ser “informantes”, meros objetos, a constituirse en los sujetos
activos de su propia experiencia.

La moción que realiza Julieta Quirós –joven antropóloga argentina radicada en Brasil– apunta a
desentrañar haces de relaciones interpersonales por donde se establecen canales de
circulación material y simbólica. Cruzando la Sarmiento logra ese propósito aun por encima de
lo que anuncia en su subtítulo: “Una etnografía sobre piqueteros en la trama social del sur del
Gran Buenos Aires”. Por fuera de los criterios convencionales que privilegian la organización
institucional de agrupaciones y movimientos, la antropóloga acompaña la inserción de las
personas en otras tramas de la vida social en la que la contradicción da lugar a la paradoja, el
(dudoso) concepto de identidad a la categoría de “identificación”, y la censura prejuiciosa a la
demanda social.

Mirada descentrada que Quirós panea al transitar las calles de tierra codo a codo con los
habitantes de Florencio Varela y con la que descifra prácticas, discursos y representaciones de
un modo no menos novedoso que eficaz, capaz de enviar al desván a la antropología
prelingüística que superponía enunciado con enunciación, lógica interna con descripción y rigor
con sentido común. Para ello la autora se vale de un recurso narrativo que la habilita a “tejer
una trama etnográfica en la cual la palabra busca estar ligada al contexto de situación en que
fue producida”. Sin realizar entrevistas, su trabajo transcurre observando, conversando
cuestiones cotidianas a fin de “integrar la palabra nativa en el cuerpo del texto”. Articula por
ende un espacio que intersecta su propia inquietud antropológica, el devenir de las personas
con las que transita y la aptitud del lector, cuya paciencia convoca a fin de “embarcarse en un
universo que desdobla su heterogeneidad pausadamente, y en el que algo que parecía ser una
cosa, inmediatamente deja de serlo”.

Que los grupos piqueteros constituyan el pivote inicial del arduo trabajo vertido en Cruzando la
Sarmiento bien puede pasar a segundo plano junto con su carácter original de tesis de
maestría, por la potencia epistemológica que adquiere la proyección futura de su perspectiva
en el seno de una antropología de aguas estancadas y perpetuaciones teóricas que ya no
practican ni quienes las inventaron.

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