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Dentro de las enseñanzas del movimiento de fe y teología del dominio hay una muy particular
que ha tomado un importante lugar en la comunidad evangélica en general: “Decláralo y será
hecho”. Para esto citan y basan su doctrina principalmente en Romanos 4.17. Para
comentar sobre el tema será importante ver el contexto de Romanos 4 y así interpretar esta
declaración.
Note, estimado lector, que el autor de la carta a los Romanos está explicando y
sistematizando cómo la fe y sólo la fe es la que justifica al pueblo de Israel e igualmente a los
gentiles. Abraham creyó la promesa de Dios (de que sería padre de muchas gentes) y el
versículo menciona dos cosas muy importantes: (1) Dios da vida a los muertos y (2) Dios
llama las cosas que no son como si fuesen. Estas declaraciones son majestuosas y propias
de la naturaleza de Dios. Sólo Él puede dar vida y salvar a millones de pecadores a través de
la propiciación de su Hijo, y tal exorbitante y sobrenatural hazaña acompaña en el enunciado
como atributo único de Deidad “llamar las cosas que nos son como si fuesen”. Son dos
verdades de dimensiones eternas para la historia de la redención del Hombre por la
grandiosa Gracia de Dios y la otra la vemos desde el principio de los tiempos que con el
poder de su palabra creó todo lo que vemos hoy. Lo que no existía llegó a existir, por lo tanto
llamar las cosas que no son como si fuesen implica tener condiciones y atributos únicos de
Dios como Creador, como Omnisciente (sabe lo que será y ha de venir), como
Todopoderoso (sabe que Él lo va a hacer) y como Omnipresente (Él estará ahí para hacerlo).
De vuelta con Abraham, el contexto en los versículos siguientes deja bien claro como fue que
él creyó la verdad de la promesa. Curiosamente no se la pasó declarando que iba a ser
Padre o que iba a tener suficiente potencia sexual cuando era imposible por su edad (casi
100 años), o declaraba fértil la matriz de su esposa Sara. Nada de eso. Abraham creyó
fielmente que el que le dio la promesa es Dios y que Dios es capaz de cumplir lo que dice.
Abraham sí usó su boca para declarar, pero declaraba la Gloria del Todopoderoso (vv.
20-21).
A la luz del Nuevo Testamento, cuando la Biblia nos enseña acerca del poder de nuestras
declaraciones cuando hablamos, lo hace siempre en el sentido de transmitir la verdad de
Dios y del Evangelio, de exaltar con nuestros labios el amor de Dios en Cristo Jesús hacia
las demás personas y de no llevar, en cambio, palabras de destrucción que de nada
aprovechan, más bien nos llevan a una vida o más bien a una muerte llena de pecado (e.g.
Proverbios 18.21, Salmos 19.14, Santiago 3.9).
Esta terrible mancha en el Evangelio de ahora no es más que doctrinas falsas que se han ido
infiltrando de cuestiones metafísicas, visualización, mantras...
Enseñar que los Cristianos podemos declarar las cosas que no son como si fuesen no sólo
es falso, sino es pretender ser Dios o ser como Dios. ¿Génesis 3.5 les recuerda algo?
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante
de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Filipenses 4.6