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Las cosas que no son como si fuesen.

Por Héctor Reséndiz

Dentro de las enseñanzas del movimiento de fe y teología del dominio hay una muy particular
que ha tomado un importante lugar en la comunidad evangélica en general: “Decláralo y será
hecho”. Para esto citan y basan su doctrina principalmente en Romanos 4.17. Para
comentar sobre el tema será importante ver el contexto de Romanos 4 y así interpretar esta
declaración.

13 Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa


de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe.
14 Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y
anulada la promesa.
15 Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión.
16 Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea
firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino
también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos
nosotros
17 (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes)
delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las
cosas que no son, como si fuesen.
18 El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de
muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu
descendencia.
19 Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como
muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara.
20 Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se
fortaleció en fe, dando gloria a Dios,
21 plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo
que había prometido;
22 por lo cual también su fe le fue contada por justicia.
Romanos 4.13-22 (énfasis agregado)

Note, estimado lector, que el autor de la carta a los Romanos está explicando y
sistematizando cómo la fe y sólo la fe es la que justifica al pueblo de Israel e igualmente a los
gentiles. Abraham creyó la promesa de Dios (de que sería padre de muchas gentes) y el
versículo menciona dos cosas muy importantes: (1) Dios da vida a los muertos y (2) Dios
llama las cosas que no son como si fuesen. Estas declaraciones son majestuosas y propias
de la naturaleza de Dios. Sólo Él puede dar vida y salvar a millones de pecadores a través de
la propiciación de su Hijo, y tal exorbitante y sobrenatural hazaña acompaña en el enunciado
como atributo único de Deidad “llamar las cosas que nos son como si fuesen”. Son dos
verdades de dimensiones eternas para la historia de la redención del Hombre por la
grandiosa Gracia de Dios y la otra la vemos desde el principio de los tiempos que con el
poder de su palabra creó todo lo que vemos hoy. Lo que no existía llegó a existir, por lo tanto
llamar las cosas que no son como si fuesen implica tener condiciones y atributos únicos de
Dios como Creador, como Omnisciente (sabe lo que será y ha de venir), como
Todopoderoso (sabe que Él lo va a hacer) y como Omnipresente (Él estará ahí para hacerlo).

De vuelta con Abraham, el contexto en los versículos siguientes deja bien claro como fue que
él creyó la verdad de la promesa. Curiosamente no se la pasó declarando que iba a ser
Padre o que iba a tener suficiente potencia sexual cuando era imposible por su edad (casi
100 años), o declaraba fértil la matriz de su esposa Sara. Nada de eso. Abraham creyó
fielmente que el que le dio la promesa es Dios y que Dios es capaz de cumplir lo que dice.
Abraham sí usó su boca para declarar, pero declaraba la Gloria del Todopoderoso (vv.
20-21).

A la luz del Nuevo Testamento, cuando la Biblia nos enseña acerca del poder de nuestras
declaraciones cuando hablamos, lo hace siempre en el sentido de transmitir la verdad de
Dios y del Evangelio, de exaltar con nuestros labios el amor de Dios en Cristo Jesús hacia
las demás personas y de no llevar, en cambio, palabras de destrucción que de nada
aprovechan, más bien nos llevan a una vida o más bien a una muerte llena de pecado (e.g.
Proverbios 18.21, Salmos 19.14, Santiago 3.9).

El poder de las palabras e incluso de los pensamientos no es un juego de mecanismos (si


digo lo bueno, me sucede lo bueno, si declaro que no existe mi enfermedad, ésta
desaparece). Eso no enseña Dios en la Sagrada Escritura, Dios no enseña a que
declaremos lo contrario. Si la facultad para que se logre un milagro está en lo que
declaramos o no, dejamos completamente fuera la superabundante gracia de Dios para con
sus hijos, Dios es una ser personal, Él piensa y decide mejor que nosotros (crea esto por
favor). Él quiere que reposemos en su paz que sobrepasa todo entendimiento y que
declaremos a los cuatro vientos todas las bondades y verdades que provienen de Él, que
clamemos por nuestra salvación y que demanda honra y gloria de nosotros. Si queremos
vivir conforme a la voluntad de Dios, entonces dejemos a Dios hacer las cosas y no a
nuestras fabulosas declaraciones o decretos.

Cuando vemos en la Escritura casos de necesidad de un milagro, el Espíritu Santo


inspirando a los autores nunca les manda a practicar tal cosa de declarar como ahora se
enseña, por el contrario nos invita a orar, a rogar y a clamar a Dios dando gracias, incluso
Pablo en una ocasión le recomendó un poco de vino a Timoteo (las declaraciones brillaron
por su ausencia).

Esta terrible mancha en el Evangelio de ahora no es más que doctrinas falsas que se han ido
infiltrando de cuestiones metafísicas, visualización, mantras...
Enseñar que los Cristianos podemos declarar las cosas que no son como si fuesen no sólo
es falso, sino es pretender ser Dios o ser como Dios. ¿Génesis 3.5 les recuerda algo?

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante
de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Filipenses 4.6

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