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ORIGEN PSICOLÓGICO DE LA FILOSOFÍA

“Los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la admiración; al principio, admirados
ante los fenómenos sorprendentes más comunes; luego, avanzando poco a poco y planteándose problemas
mayores, como los cambios de la Luna y los relativos al Sol y a las estrellas, y la generación del universo.
Pero el que se plantea un problema o se admira, reconoce su ignorancia. (Por eso también el que ama los
mitos es en cierto modo filósofo; pues el mito se compone de elementos maravillosos). De suerte que, si
filosofaron para huir de la ignorancia, es claro que buscaban el saber en vista del conocimiento, y no por
alguna utilidad. Y así lo atestigua lo ocurrido. Pues esta disciplina comenzó a buscarse cuando ya existían
todas las cosas necesarias y las relativas al descanso y al ornato de la vida. Es, pues, evidente que no la
buscamos por ninguna otra utilidad, sino que, así como llamamos hombre libre al que es para sí mismo y no
para otro, así consideramos a ésta como la única ciencia libre, puesto que esta sola es para sí misma”.
(Aristóteles. Metafísica).
La admiración, el asombro, se produce ante un mundo enigmático, que plantea toda suerte de interrogantes.
Uno de ellos preocupa especialmente a los primeros filósofos: el hecho de que, a pesar de los cambios que se
producen en el universo, y a pesar de lo diferente que son entre sí los seres que lo componen, este universo
es un “cosmos”, un todo armónico, y no un “caos”, un desorden. Es preciso encontrar una respuesta a este
gran interrogante. A ello se había dedicado ya la actividad mítica, pero la filosófica lo hace de otro modo:
procura explicar también el origen y la regularidad del cosmos, pero recurriendo al logos, es decir, a ese tipo
de explicaciones racionales que pretenden sustentarse en argumentaciones.
La duda, la incertidumbre, la conciencia de no saber y la necesidad de conocimiento, es el otro elemento que
nos mueve a filosofar. No se trata en esta ocasión de la duda de quien teme equivocarse, y por eso no dice
nada, no de la duda de quien ha desesperado de alcanzar la verdad (la duda escéptica). Se trata de dudar en
el sentido de revisa críticamente aquello que todos damos por bueno o por verdadero, por sabido y
demostrado. Dudar en el sentido de no quedarse satisfecho con la primera solución que encontramos, sino
seguir insistiendo para hallar respuestas siempre nuevas a los interminables enigmas del universo y de la
propia vida.
Tal examen crítico apunta hacia una de las tareas fundamentales de todo pensamiento filosófico: desvelar los
presupuestos, lo aceptado sin reflexión suficiente.

ORIGEN HISTÓRICO DE LA FILOSOFÍA


La filosofía nace en el siglo VI a.n.e. en Grecia (Asia Menor) como un intento racional de explicar fenómenos
que acontecen en la naturaleza, al promocionar las propias capacidades humanas y al alejarse de las
explicaciones míticas que hasta entonces predominaban en esta cultura. El origen de la filosofía occidental
aparece ligado, pues, a la civilización griega, en concreto a su primer pensador, Tales de Mileto (siglo VII.VI
a.n.e.). Frente a las explicaciones de la realidad de carácter mítico y religioso, este filósofo nos ofrece por
primera vez una explicación basada en la razón.
La filosofía oriental surgió en la misma época que la occidental, tanto en China como en la India. En China
apareció durante la época de las Primaveras y Otoños (722 a.n.e. a 481 a.n.e.) y el título de “primer filósofo”
se le atribuye a Confucio (551-479 a.n.e.) que tuvo más de 300 seguidores y fundó la Escuela de los letrados.
Confucio funda el confucianismo como una filosofía práctica, como un sistema de pensamiento orientado
hacia la vida y destinado al perfeccionamiento de uno mismo. Su objetivo, en último término, no es la
salvación, sino la sabiduría y el autoconocimiento.
En la India las Upaninshads son las primeras composiciones filosóficas, anteriores a los principios de
la filosofía griega. Fueron escritas en sánscrito hacia el año 500 a.n.e.. La manera de enseñar con el alumno
sentado frente (upa-nisad) al maestro, en una atmósfera de reverencia y secreto, dio a estos tratados su
nombre.
Existen ciertas semejanzas entre los mitos griegos y orientales, en cuanto que ambas culturas disponen de
una mitología y de unas creencias religiosas similares. Así, ambas coinciden en ofrecer narraciones acerca de
la solución de un problema, del origen del mundo, etc., recurriendo a fuerzas sobrenaturales. También existen
algunas similitudes en la temática que tratan las filosofías orientales y occidentales, sobre todo en aspectos
relacionados con la antropología y con la ética.
No obstante, a pesar de estas semejanzas, en el siglo XX diversos autores defienden la hipótesis del origen
griego de la filosofía, al considerar que esta disciplina es una creación original del pueblo griego. Las causas
que fundamentan la aparición de la filosofía en Grecia, según estos autores, son principalmente las
siguientes:
a. a) La evolución desde un pensamiento mítico a un pensamiento racional. La filosofía toma algunos
conceptos propios del mito, pero los dota de un nuevo significado. Así, diversos términos que ya existen
en los mitos, se utilizan después en las teorías de los pensadores, como por ejemplo la justicia, la ley, la
naturaleza, dios, el alma, el cuerpo, etc.
b. b) Circunstancias geográficas. Grecia es un país eminentemente navegador gracias a sus puertos, que
posibilitan un acceso sencillo al Mediterráneo, al Jónico y al Egeo. Esta circunstancia unida a ciertos
momentos de escasez de alimento propició una búsqueda marítima de nuevos lugares que permitieran la
alimentación de una población en continuo crecimiento. Por tal causa, los griegos se convirtieron en
fundadores de pequeñas colonias marítimas.
De esta manera, la Grecia clásica recibió numerosas influencias de otros pueblos. Estas influencias externas
fomentan que una población enriquezca su cultura y la hagan propensa a querer conocer otros tipos de vida.
a. c) Circunstancias socioeconómicas. La organización social griega estaba estructurada en torno a la
nobleza que poseía la riqueza y los instrumentos de poder. Junto a los nobles, destacaban los pequeños
propietarios de tierras. Estos propietarios dependían económicamente de los nobles hasta tal punto que,
en definitiva, ni siquiera eran los verdaderos dueños de sus tierras, ya que tenían que recurrir
continuamente su ayuda mediante la petición de préstamos desfavorables y de difícil devolución.
Esta situación da lugar a lo que se conoce con el nombre de colonización. El pueblo se ve en la obligación de
emigrar en una búsqueda de mejores condiciones de vida, aprovechando una situación geográfica favorable.
Cabe señalar que este proceso de colonización produjo una situación de estabilidad económica y de cierto
bienestar. Esto permitió al griego de la época poder dedicar tiempo a cuestiones distintas al mero hecho de
trabajar para sobrevivir. Aparece lo que hoy denominamos tiempo libre, ya que los ciudadanos de las polis
eran sostenidos por el trabajo de los esclavos.
Una sociedad con las necesidades cubiertas puede dedicar su tiempo a la expansión creativa y recreativa. El
resultado fue una sociedad con un espíritu más abierto y crítica ante posibles visiones dogmáticas sobre la
realidad o la vida.
Por otra parte, la Grecia del siglo VI a.n.e. se estructura políticamente en torno a la democracia; si bien no se
trata de una democracia en el sentido actual del término, ya que era mucho más restringida. Este tipo de
organización política fomentó la participación ciudadana en los asuntos públicos y la libertad de pensamiento y
expresión. La posibilidad de una reflexión libre es pieza clave en el surgimiento de la filosofía.

FILOSOFÍA COMO ACTITUD Y COMO CONOCIMIENTO

La palabra filosofía se refiere a una actividad que, desde su nacimiento en Grecia hace más de veinte siglos,
ha caracterizado la vida y la cultura europeas de forma ininterrumpida.
1. 1. Significado etimológico.
La palabra filosofía procede del griego de la suma de dos palabras: filos que significa amante y sofía que
significa sabiduría. Su significado etimológico es, pues, “amor a la sabiduría”.
Según una vieja tradición, Pitágoras (570-497 a. n.e.) fue el primero en utilizar este término. Al ser preguntado
sobre qué tipo de sabiduría practicaba, Pitágoras respondió que él no era un sófos (sabio), sino un amante de
la sabiduría(es decir, un filósofo).
Es necesario, sin embargo, precisar este sentido desinteresado o carente de utilidad; por el contrario, siempre
ha tenido, como saber, una dimensión práctica indudable. No se trata de una ocupación gratuita de la cual
podamos prescindir, sino de una actividad absolutamente necesaria para el desarrollo humano. Una tarea, por
otra parte, que ha sido constante en nuestro entorno cultural y que se ha entendido, en primer lugar, como
una actitud o disposición hacia el conocimiento, y, en segundo lugar, como una forma de conocimiento.
1. 2. Concepto socrático: la filosofía como actitud.
Sócrates (469-399 a.n.e.) estableció por primera vez la oposición sabio-filósofos y descubrió su significado
más genuino. Con ello logró distanciarse de los sofistas y, sobre todo, consiguió dar a la palabra filosofía su
legitimidad.
El término sofista designaba, en un principio, a la persona hábil en cualquier oficio artesanal; en este sentido,
se consideraba sabio, por ejemplo, al carpintero que era competente en la construcción de barcos y capaz de
enseñar su oficio a un aprendiz. Más tarde se aplicó a la persona dotada de prudencia, cuyo prestigio era
aceptado por la comunidad. Finalmente significó sabio, siendo los sofistas quienes asumieron plenamente
esta acepción: sabios que poseían un conocimiento útil y maestros capaces de transmitir su saber.
En la reflexión socrática, los sofistas son considerados, irónicamente, sabios que están orgullosos de sí
mismos por creerse en posesión del saber, pero incapacitados para desear algo que ya creen tener,
imposibilitados para sentir la necesidad de la sabiduría y para afanarse en conseguirla.
Sócrates, por el contario, se define a sí mismo como alguien que no posee la sabiduría; más aún, se define
como una persona que solo tiene la plena certeza de no ser sabio (“yo solo sé que no sé nada”). Arraigado en
esta seguridad, Sócrates se confiesa enamorado de la sabiduría.
Sócrates piensa que la sabiduría es una propiedad que solo conviene a los dioses y sabe que el ser humano
solo puede sentir su llamada y ponerse en camino hacia ella, procurando su compañía. Nadie puede ser
sabio, sino amigo de la sabiduría, es decir, filósofo.
El concepto socrático de la filosofía lleva en su seno el significado de amante, en el sentido más fuerte de la
palabra: amor apasionado que busca incesantemente la verdad. Esta disposición se opone a la actitud que
adoptan las personas respecto de sus creencias cuando las aceptan y defienden sin apenas haberlas
contrastado. Ante esta actitud, el talante filosófico se manifiesta profundamente crítico, como un compromiso
con la verdad.
Es así como, desde Sócrates, el término filosofía hace referencia a la actitud de la persona que persevera en
el camino hacia la verdad y que solo puede emprender aquel que reconoce su propia ignorancia.

1. 3. La filosofía como conocimiento.
La filosofía no solo se ha definido como una actitud del individuo que reconoce su incapacidad para estar en
posesión de la sabiduría (un dominio que Platón reserva a los dioses en el diálogo Fedro), sino también como
una forma de conocimiento. Sin embargo, el conocimiento debe entenderse como una aspiración humana,
nunca satisfecha, a desvelar los misterios del mundo.
En este sentido, el conocimiento es el resultado de la peculiar relación que el ser humano se ha visto obligado
a mantener con la naturaleza. Forzado a adaptar el mundo a sus necesidades, el hombre tuvo que buscar en
las cosas la utilidad que estas le ofrecían para conseguir sobrevivir. Sin embargo, una vez cubiertas sus
necesidades, sintió la necesidad de comprender las cosas que no entendía.
Con este fin, indagando las causas de las cosas elaboró diversos modos de respuestas con los que ha
conseguido explicar de forma teórica las más diversas parcelas de la realidad. Son estas respuestas teóricas
las que han venido a constituir el conocimiento del mundo; entre ellas se encuentra el saber que Aristóteles
denominó filosofía.

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