Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
¿Qué es la metafísica?
Aristóteles identifico la sabiduría con la “filosofía primera”, con el estudio del ser en cuanto ser y
Pongamos un ejemplo: Podemos afirmar que “Sócrates es hombre” y al mismo tiempo que
“Sócrates es filósofo”. En ambas afirmaciones hemos utilizado el verbo “ser”; sin embargo, el uso
del mismo es diferente en cada una de ellas.
Al afirmar “Sócrates es hombre”, estamos respondiendo a una pregunta diferente de la que surge
al decir “Sócrates es filósofo”. Qué es Sócrates? Respuesta: un hombre. ¿A qué se dedica Sócrates?
A la filosofía.
Analicemos más la cuestión: ¿Sócrates dejaría de ser hombre si se dedicara a la economía en lugar
de la filosofía? La respuesta es obvia: no. Por tanto, aunque Sócrates cambiara de profesión no
dejaría de ser lo que es: hombre.
Avancemos un paso más: Sócrates es, en esencia, hombre. La esencia es aquello que hace que una
cosa sea lo que es y no otra cosa. (La esencia hombre sería aquella que hace que un hombre sea
hombre y no otra cosa).Cuando nos preguntamos que es una cosa en esencia, nos estamos
planteando el ser de esa cosa en cuanto ser.
Dilucidar esa cuestión que hace que Sócrates sea hombre es a lo que Aristóteles denomina
sabiduría o filosofía primera. Conocer la esencia de algo responde al interrogante más radical que
sobre ese algo se puede formular.
Apliquemos ahora lo explicado a un caso real para comprender que este tipo de interrogantes
radicales posee un elevado interés reflexivo. La esclavitud es un mal execrable que no ha sido, por
desgracia superado en su totalidad. Así, durante siglos, muchas personas han sufrido
persecuciones, humillaciones y torturas por el color de su piel.
¿Acaso, pese a las diferencias, no somos todos iguales? ¿La esclavitud no se sustenta en una idea
equivocada de lo que es el hombre?
La filosofía se ofrece, por tanto, como una disciplina necesaria y enriquecedora para superar estas
situaciones.
Este epígrafe lleva por título “metafísica”, término con el que suele designarse a esta filosofía
primera o sabiduría propuestas por Aristóteles. El origen de este término se debe a Andrónico de
Rodas, filósofo griego del siglo I a.C., que ordenó los escritos de Aristóteles y los agrupo bajo
títulos genéricos como tratados de lógica, tratados de física, tratados de ética.
Los escritos de Aristóteles referidos a esa filosofía primera, al versar sobre cuestiones que estaban
más allá de la física, la pregunta “Qué es un hombre” no es reducible a parámetros cuantificables,
fueron denominados “tratados de metafísica”, es decir, aquellos escritos que se ocupan de
problemas cuyo planteamiento se sitúa más allá de los referidos al mundo físico.
Todos, sin embargo, poseemos racionalidad, aunque en ocasiones esta se vea mermada. La
respuesta del filósofo, y pese a las dificultades argumentativas a las que pueda conducir, es la más
radical de todas. Abarca, con mayor plenitud, lo que ha entenderse como ser humano, es decir, su
esencia.
Es más radical cuestionarse qué es el ser humano que por ejemplo, qué es un colegio. ¿Por qué?
Porque la respuesta al primer interrogante compromete más que la respuesta que podamos
ofrecer al segundo. O por ejemplo, consideremos qué es más apremiante, ¿responder, con sentido
crítico, a la pregunta “qué es la amistad” o a la pregunta “que es divertirse”?
Por su radicalidad, a lo largo de la historia del pensamiento, algunas preguntas han hecho
reflexionar tanto a filósofos como a cualquier persona. Algunas de estas interrogantes son los
siguientes:
ACTIVIDADES:
Responde cada una de las siguientes preguntas:
Texto 1:
Prestando oídos no a mí, sino a la palabra (de las cosas), es sabio declarar unánimemente que
todas las cosas son uno. Aunque esta palabra es siempre, los hombres son tan incapaces de
comprenderla cuando la oyen por primera vez como antes de haberla oído.
Este mundo, el mismo para todos, ningún dios ni hombre lo hizo, sino que siempre fue, es y será,
fuego vivo, que se enciende según medida. El fuego se cambia por todas las cosas y todas las cosas
por el fuego.
No podrás llegar a descubrir los límites del alma, aunque la recorras en todas direcciones, tan
profunda es su medida.
( Fragmentos,3,6,49a,90,91.)
Que todo fluye, que todo está en movimiento y nada dura eternamente. Que las cosas no vuelven
hacer las mismas.
Texto 2:
Algunas sustancias son simples y otras compuestas, y en unas y otras hay esencia, pero en las
simples está de un modo más verdadero y más noble. En cuanto tienen el ser más noble, son
también causa de aquellas que son compuestas, al menos la sustancia primera y simple, que es
Dios. Pero como las esencias de tales sustancias son para nosotros más ocultas, hay que comenzar
por las esencias de las compuestas, de tal modo que la enseñanza se haga más conveniente al
partir de las más fáciles. Así, pues, en las sustancias compuestas, la forma y la materia se hacen
notar como el alma y el cuerpo en el hombre. No se puede decir que a una sola de estas cosas se
llama esencia. En efecto, es evidente que la materia sola no es esencia, porque la cosa es
cognoscible por su esencia, y es puesta en una especie o género; pero la materia no es el principio
del conocimiento, ni se determina algo según ella misma en la especie o el género, sino solamente
según aquello que es algo en acto.
De esto se sigue que del accidente y el sujeto no se forma un solo ser por sí, sino uno solo
accidentalmente, y por esto, de su unión, no resulta una cierta esencia, como de la unión de la
forma con su materia. Por lo que el accidente ni tiene sazón de esencia completa ni es una parte
de esencia completa, sino que, así como es un ente con relación a algo, así también tiene una
esencia con relación a algo.
Así pues, resulta que el nombre de esencia en las sustancias compuestas significa aquello que está
compuesto de la materia y forma.
Pero no es posible que el mismo ser haya sido causado por la misma forma o esencia de la cosa,
siendo su causa eficiente, porque entonces una cosa sería la causa de sí misma, y se daría a sí
misma el ser, lo cual es imposible. Así, pues, es necesario que toda cosa tal que el ser de ella sea
distinto de su naturaleza, reciba el ser de otra cosa. Y como todo lo que es por otro se reduce a lo
que es por sí como a su primera causa, por esta razón es preciso que exista alguna cosa que sea la
causa de ser para todas las demás cosas, puesto que ella es ser solamente. De otro modo se irá
hasta el infinito en las causas, puesto que toda cosa que no es ser solamente, tendrá, como ya se
ha dicho, una causa de su ser. Es, pues, evidente que tenga la existencia de un primer ser que es
ser puro, y que éste es la primera causa, que es Dios.
Pero todo lo que recibe algo de otro ser está en potencia respecto de él ,y lo que se ha recibido en
él, es su acto. Por lo tanto.es necesario que la misma forma esté en potencia respecto del ser que
ha recibido de Dios, y dicho ser ha sido recibido a manera de acto.
Con esto resulta evidente que Dios produjo las cosas de la nada en el ser sin nada preexistente que
le sirviese como de materia.
Texto: 3
Por más impenetrable que sea la oscuridad que rodea al “ser” y a su significado, siempre será
cierto que en todo tiempo y en todo el campo de la patentibilidad del ente tenemos una cierta
comprensión del ser para preocuparnos por el “que es” y el “ser tal” del ente, experimentar y
discutir el “que es”, juzgar o erra acerca del “ser verdad”. Cada vez que enunciamos una
proposición, por ejemplo, “hoy es día de fiesta”, comprendemos el “es”, y por ello, algo semejante
al ser. El grito”¡fuego! “implica: se ha iniciado un fuego, se necesita ayuda, “sálvese, ponga a salvo
su propio ser quien pueda!”. Pero aun en el caso que nos pronunciemos expresamente sobre el
ente, conduciéndonos en silencio frente a él, entendemos sus caracteres, que hacen juego aunque
ocultamente entre sí; los caracteres del “ qué es”, del “que es” y del “ser verdad”
El hombre, al conducirse con relación al ente que no es él mismo, encuentra el ente como lo que
le sostiene, a lo que está destinado y cuyo dueño, a pesar de toda su cultura y técnica, no podrá
ser nunca en el fondo. Destinado al ente que no es él, no es dueño, en el fondo, del ente que él
mismo es.
La existencia del hombre significa una irrupción tal en la totalidad del ente, que sólo se hace
patente el ente en sí mismo, es decir, en su calidad de ente, según su diferente extensión y según
los diferentes grados de claridad y de certeza. Este privilegio de no ser simplemente ante los ojos
entre los otros entes, que no se hacen patentes entre sí, sino de hallarse en medio de los entes,
entregado a ellos como tal. y de ser responsable de sí mismo como ente, este privilegio de existir
implica, en sí mismo, la necesidad de comprender el ser.
Que el ser es diferente al ente que no mantiene una relación en sí y el ser es algo distinto a la
esencia.
Porque digamos que la base es el ser, primero es el ser lo que existe y la nada no existe.