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+Olavarría+
meditación Iv
“las dos coronas” (TRABAJO)
Maximiliano maría kolbe
En esta iglesia de San Mateo, donde un evento tan fundamental en la vida de quien es hoy
San Maximiliano Kolbe, pero que en ese momento era simplemente Raimundo, un niño
inquieto, un niño con dificultades, igual que todos los niños. En esta Iglesia se sucede una
intervención materna de la Santísima Virgen que viene, viene a irrumpir en la historia de
Raimundo; todas las apariciones marianas son una irrupción, una entrada de la Virgen en
la historia; como el pasaje de la Visitación, en el cual la Virgen entra en la casa de Zacarías
y de Isabel y al entrar en esta casa, nos dicen las Escrituras en el Evangelio de San Lucas:
Isabel quedó llena del Espíritu Santo. ¿ Y qué le pasa a San Juan Bautista? Salta de gozo en
el vientre de su madre. Por lo tanto todas las intervenciones de la Virgen, en la historia de
las naciones, en la historia del mundo y también en las historias personales, causan un
salto en el corazón humano, y esto es lo que le pasa a San Maximiliano, a Raimundo, que
estaba portándose no tan bien, ¡escuchen niños! San Maximiliano no se estaba portando
tan bien; y viene la gran pregunta de su madre, de su mamá: ¿Raimundo qué va a ser de
ti? Ahora, que hermoso que ante aquella pregunta, Raimundo corra a la Iglesia, que
hermoso que los niños de hoy, ante sus preguntas, ante sus inquietudes, ante sus miedos,
tuviesen la misma inclinación de ir a buscar las respuestas, ¿A dónde? A la Iglesia. Aquí a
mano derecha en ese icono que contemplamos, ahí es donde está Raimundo rezando
cuando la Virgen se aparece enfrente de ese icono y le ofrece las dos coronas. Y la Virgen
interrumpe, la Virgen irrumpe, entra en la vida de Raimundo ¿Para qué? Para llamarle a lo
que sería su camino de reconciliación y de penitencia y por lo tanto su camino de
santidad.
Creo que debemos estar claros, que la santidad requiere una constante jordana de
reconciliación, de penitencia para que el fruto de esa jornada sea la santidad.
Precisamente hoy el lema del día es la purificación del corazón, manifestada a través de
las dos coronas: la roja, a quine la Virgen le llamo martirio y nosotros según nuestro
carisma le llamamos amor oblativo, y la corona blanca que la Virgen le ofrece que es la
pureza y nosotros le llamamos pureza fecunda. Este día es el día de meditar, reflexionar,
incluso de hacer opciones para marcar un camino de reconciliación de penitencia y de
santidad, para cada uno de nosotros.
Con las dos coronas, la Virgen inicia en la vida de San Maximiliano, todo un camino
penitencial, un camino que le marcaba la senda, un mapa que le marcaba los detalles de
su jornada para llegar a ser San Maximiliano Kolbe. Hoy que el lema es purificar el corazón
estamos meditando la exhortación apostólica del venerable Juan Pablo II , la exhortación
apostólica Reconciliación y Penitencia. Ahora, el Santo Padre nos dio esta exhortación
apostólica en 1984, podríamos decir que esta exhortación Reconciliación y Penitencia, es
el fruto de dos eventos, podemos decir dos coronas, y verdaderamente no lo había
pensado, pero son dos coronas; el 25 de marzo de 1984 Juan Pablo II consagró al mundo
al Inmaculado Corazón de María y coronó la estatua de la Virgen de Fátima en la plaza de
San Pedro; en ese mismo año, en el verano del 84, concluía el año de la Redención, el cual
él había promulgado del 83 al 84, o sea que la Consagración al Inmaculado Corazón ocurre
dentro del contexto del año de la Redención, en el cual el Santo Padre quiso dirigir la
mirada de los fieles al corazón traspasado de Cristo fuente de la Redención, por lo tanto
esta exhortación apostólica es el fruto de la mirada al corazón traspasado de Cristo y de la
consagración al corazón materno de la Virgen; y la coronación. Si, el Santo Padre dio a la
Iglesia dos coronas, una roja y una blanca. Dio la corona de la mirada al redentor y dio la
corona de la mirada a la Madre del Redentor. Y fruto de todo ese año y de todas las
gracias fue esa exhortación y creo y ahora entiendo en este momento porque en este
documento el Santo Padre habla tanto del Corazón Inmaculado; y él no dice: “Os invito al
mismo tiempo a dirigirse conmigo al Corazón Inmaculado de María, Madre de Jesús, en la
que se realizó la reconciliación de Dios con la humanidad” Que hermoso hermanos que en
el Corazón de la Virgen, el Corazón Inmaculado, en el corazón puro sin pecado original ni
personal, ese corazón abierto totalmente abierto a Dios, ese corazón que no tenía ningún
movimiento irregular, ningún sentimiento que se opone al amor, en ese Corazón es
precisamente y por esa pureza que se reconcilia Dios con la humanidad, o sea que el
camino de reconciliación, es el camino de la pureza de corazón. Dios puede estar
plenamente reconciliado conmigo y yo con Él, cuando en mi corazón no hay nada que se
me opone, cuando en mi no hay movimientos irregulares que contradicen y se oponen a
su voluntad, cuando toda mi disposición interior es hacia Dios y hacia los hombres.
Ella por estar llena de gracia, por haber recibido el don inmenso y singular de ser
Inmaculada, o sea, plenamente llena de gracia, en virtud del sacrificio redentor de su Hijo,
ella se ha convertido -dice Juan Pablo- en la “Aliada de Dios”.
Que hermoso hermanos. Porque a veces, generalmente usamos la palabra aliada para los
que hacen el mal: “Éste se alío con alguien para desbancar al banco”. No. Juan Pablo nos
enseña que el corazón Inmaculado de la Virgen es el corazón que está aliado plenamente
con Dios, ¿Para qué? Para la obra de la Reconciliación. Entonces ¿Que pasa aquí?...Hay un
niño que no sabemos exactamente que hizo, una travesura, dice su mamá, no sabemos el
contenido de la travesura, y no sabemos los efectos de la travesura, pero hizo una
travesura; hizo algo lo suficientemente equivocado para que esa madre le dijera: ¡Pero
niño mío! ¿Qué va a ser de ti? Yo solo pensaba también en la pureza del corazón de la
madre de Raimundo, que por esa travesura le hace tan fundamental pregunta: ¿Qué va a
ser de ti? Y ante ese cuestionamiento ese niño tiembla e iva a buscar en la Madre de Dios
su respuesta, vino a reconciliarse con Dios, consigo mismo y con su mamá, en el Corazón
Inmaculado de María. La Virgen está aliada a Dios en la obra de la reconciliación y la
conversión. Y ahora me recuerdo que en Fátima, a la primera aparición a los niños la
Virgen les dice: “Porque Dios me ha confiado la conversión del mundo” Ese es el trabajo
de la Virgen, lograr que los corazones de sus hijos se tornen a Dios, acepten el sacrificio
Redentor de su Hijo, que su sangre no se desperdiciada, que su sacrificio no sea ignorado,
no sea bofeteado, que su sacrificio ejerza su poder redentor en el corazón humano; pues
la Virgen está aliada con Dios para nuestra conversión y eso es precisamente lo que
sucede aquí, es la Virgen la que irrumpe en la historia de ese niño y lo llama a la
reconciliación y lo llama a un camino penitencial, o sea, a un camino con dirección clara,
de renuncia a todo lo que se opone al amor, es el pecado, y avanzar por la senda de todo
lo que construya en él, el amor oblativo y la pureza.
A partir de este momento toda la vida de Maximiliano tuvo dirección, ¿Hacia dónde iba?
Hacia la pureza y el martirio. Qué tenía que elegir todos los días? Actos de pureza y de
sacrificio, tenia que ir colocando a diario los ladrillos que lo llevaran a la meta del camino
que fue Auswitch. Desde Nepokalenow hasta Auswitch, construyendo a diario su camino
penitencial, construyendo a diario con opciones de pureza y sacrificio su camino de
santidad.
Como estamos en el año de amor y responsabilidad y el amor es siempre una tarea, les
doy una tarea, que se dibujen dos coronas y que le pidan a la Virgen hoy cuales son esas
dos coronas, cuales son las de ustedes…para que salgamos de aquí igual que Raimundo
salio, con dos coronas en sus manos, con una dirección clara de construcción de nuestra
santidad.