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Para desidentificarse del ego, le conviene centrarse a la esencia del eneatipo 4, asumiendo las
cualidades más positivas de ésta, como la ecuanimidad, la introspección, la sensibilidad y la
creatividad. (Véase Conectado con la esencia. ECUANIMIDAD.)
• No te preocupes ni te obsesiones por lo que los demás piensen de ti. Céntrate en ti mismo y
actúa con coherencia con respecto a lo que experimentas en tu interior. Obsérvate atentamente
cuando de modo impulsivo sientas la necesidad de adular o halagar a los demás. Si no lo sientes de
verdad, mejor no digas nada. Sólo merece la pena pronunciar los cumplidos si son sinceros y
desinteresados. No subestimes la inteligencia emocional de los que te rodean. Además, las
personas te quieren por lo que eres, no por lo que les das o les dices.
• Recuérdate de tanto en tanto que tu autoestima depende del amor que te das a ti mismo y no
del que recibes de los demás. Explórate, conócete, interésate por ti mismo. Pregúntate qué te
gusta y encuentra aficiones que te hagan sentir bien y que puedas disfrutar sin necesidad de otros.
Tu mayor reto es convertirte en tu mejor amigo.
• Aprende a reconocer el afecto de los demás. No todos te demuestran su amor como a ti te gusta
o de la forma en que tú lo das. No pierdas el tiempo tratando de forzar lo que no sucede. Dedícate
a observar más atentamente los pequeños gestos de los que te rodean. Cada persona ama a su
manera: ¡descúbrela!
• Recuérdate de vez en cuando que la soberbia y el orgullo sólo ponen de manifiesto tus carencias
afectivas. Sentir que tú puedes ayudar a los demás, pero ellos a ti no, es considerarse superior, una
falsa creencia que nada tiene que ver con la realidad.
• Antes de ayudar a otra persona, pregúntate qué te mueve a hacerlo. Intenta comprender lo que
hay oculto en todas tus buenas acciones. Si ayudas, hazlo porque te lo piden o por el simple hecho
de ayudar, sin esperar nada a cambio. Así dejarás de acumular sentimientos negativos hacia
aquellos que no te «devuelven» los favores prestados. También intenta tener en cuenta que cada
persona necesita aprender a resolver sus problemas por sí misma. Si te solicitan expresamente tu
ayuda, adelante. Si no, hazles saber que estás disponible para lo que quieran, sin involucrarte ni
preocuparte directamente.
• Aprende a pedir ayuda cuando la necesites: las personas que te quieren están esperando poder
hacer algo por ti. Eso sí, estate preparado p por respuesta. No te sientas decepcionado ni guardes
rencor hacia esa persona. No te lo tomes como algo personal. Cada uno vive su propia vida de
forma independiente, con sus propios asuntos personales, y tal vez no pueda atenderte en ese
momento. Al contrario, valora el hecho de que, partiendo de su libertad individual, otras personas
deseen estar contigo y te ayuden en lo que puedan. Por todo ello, no fuerces las situaciones. Ten
presente que el amor forzado es una violación. Las cosas buenas de la vida surgen de manera
natural. Céntrate en ser feliz por ti mismo y lo demás vendrá por añadidura. Compruébalo.
• Ámate a ti mismo. Ése es el único amor que en realidad necesitas. Tal vez te hayas dedicado
demasiado a los demás. Pero nunca es tarde para aprender a disfrutar de ti, de tu soledad, de tu
intimidad. Descubre tu mundo interior y recréate en él. Seguro que entras en contacto con
inquietudes y talentos que desconocías. ¡Poténcialos! Además, cuanto más libre e independiente
seas, más unido a los demás te sentirás. La dependencia emocional no es un vínculo afectivo, sino
una esclavitud que a la larga comporta insatisfacción y sufrimiento para ambas partes.
Cambio de percepción de la realidad: Comprendes que no tienes que obsesionarte por ayudar a
los demás para que éstos te retribuyan sus «servicios» en forma de amor, valoración y cariño. Al
ser cada vez más consciente, interiorizas que el afán de entregarte exageradamente a los demás
tan sólo te acarrea convertirte en una persona dependiente y desconectada de tus necesidades
más profundas. Liberado de tu ego, abandonas tu miedo básico (no ser amado ni deseado) y
empiezas a cuidar más de ti mismo, con lo que descubres aficiones e inquietudes propias.