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Karl Marx cuestiona al capitalismo y define al Estado capitalista como unaorganización política
entendida como instrumento de la dominación de la burguesía sobre el conjunto de las clases y
categorías sociales. Monopoliza la violencia para garantizar el orden social en una sociedad
caracterizada por el conflicto de clases entre los productores y los propietarios del capital. En este
sentido, las relaciones sociales de producción se expresan en el ordenpolítico.Extraída el 24 febrero
2017 de: https://eticaydesarrollo.wikispaces.com/MarxLas clases dominantes monopolizan el poder
y las clases subalternas mediantela lucha política de clases lo cuestionan y pretenden su
reemplazo. Al igual queWeber, Marx señala la importancia del derecho romano en la etapa
fundacionaldel capitalismo moderno y de la ley como la institución política ordenadora delorden
social y económico en las sociedades modernas. Para Marx, el Estado“completo” es el Estado
liberal o sociedad política y lo diferencia de lasmodalidades absolutistas en donde la nobleza y las
iglesias manifiestandesempeños decisivos.El Estado burgués o capitalista “en su forma completa”
es un orden políticodemocrático que se basa en la igualdad jurídica de los ciudadanos, pero que
encubre las desigualdades sociales que se presentan en la sociedad civil y, en especial, en la
esfera de la producción. Los derechos civiles propios del Estado democrático son cuestionados por
Marx porque garantizan las condiciones necesarias para la reproducción del capitalismo y de
ladesigualdad social.Extraído el 24 febrero 2017
de:http://www.miamivirtualschool.us/contenidos_miami_en/octavo_sociales/unidad_5/5.html 2
El valor de las mercancías Marx parte de la base de que el valor de una mercancía está
determinado por la cantidad de trabajo socialmente necesario para producirla. Este trabajo
socialmente necesario se refiere al trabajo humano abstracto, es decir: gasto de esfuerzo físico y
mental humanos, independientemente de las características concretas del trabajo (alfarería,
herrería, etc.). La cantidad de trabajo se mide en tiempo, habitualmente en horas.Extraída el 23
febrero 2017 de: https://www.ecured.cu/Mercanc%C3%ADaSi el valor de una mercancía
dependiese únicamente del tiempo individual queha costado producirla, se llegaría a una situación
absurda, que cuanto máslento se trabajase, tanto más aumentaría el valor de la mercancía
resultante deese trabajo. De esta manera se premiaría el despilfarro de trabajo y a lostrabajadores
perezosos o poco hábiles. La economía sería mucho menosproductiva: se perdería el tiempo del
productor para fabricar la mercancía, eltiempo del comprador, que necesita trabajar más horas para
adquirirla, endefinitiva, tiempo de trabajo social.Así pues, el valor de cambio de una mercancía no
es igual al trabajo individual,sino al trabajo socialmente necesario para producirla, siendo esto la
cantidadde trabajo necesario en condiciones medias de productividad en unadeterminada sociedad
y en una determinada época.Una segunda precisión se refiere al concepto de cantidad de trabajo.
Como yase ha explicado, la cantidad de trabajo se mide en horas, pero tampoco sepuede
establecer un criterio completamente unificador entre todos los trabajos,pues no todos los trabajos
son iguales. Cabe establecer la diferencia entre eldistinto grado de cualificación que requieren
distintos trabajos. Así, no sonequiparables los trabajos de albañil y arquitecto, pues no necesitan la
mismacualificación. Si ambos trabajos se remunerasen de la misma manera, estoimplicaría que la
cualificación no produce un valor añadido al trabajo y seríainútil, por lo que nadie desearía adquirir
una cualificación profesional. Por elloes que Marx concibe las categorías de trabajo medio simple (el
que no requiereuna capacitación extra respecto al nivel de educación medio) y el trabajocomplejo,
que puede tomarse en cuenta como trabajo simple multiplicado. 5
El valor de la fuerza de trabajo y el valor generado por ellaEn la sociedad capitalista la fuerza
Extraída el 23 febrero 2017 de:de trabajo es una mercancía como
http://www.gestiopolis.com/modelo-competitividad-cualquier otra, por lo que su valores igual al
tiempo de trabajosocialmente necesario paraproducirla. O sea, el valor de losbienes necesarios
para la existenciadel trabajador y su familia. Pero lafuerza de trabajo tiene laparticularidad respecto
a las demásmercancías empleadas en laproducción (maquinaria, materiasprimas) de que puede
traspasar a lamercancía un valor superior a supropio valor, un plus valor.Este plus valor surge del
plus trabajo o el trabajo más allá del necesario parareproducir el valor de la fuerza de trabajo.Para
entender esto es clave entender la diferencia entre fuerza de trabajo ytrabajo. El trabajo es el
empleo de la fuerza de trabajo. El capitalista quecontrata a un empleado no compra su trabajo sino
su fuerza de trabajo. Comola jornada laboral se extiende (y para el capitalismo así es necesario que
sea)más allá del tiempo de trabajo necesario para reproducir el valor de la fuerza detrabajo,
tenemos un tiempo de plus trabajo, en el cual se genera un plus valorapropiado por el capitalista.La
teoría del valor de Marx no tiene como objetivo predecir el precio de lasmercancías, sino de
comprender las fuerzas principales que regulan elintercambio de las mercancías. En el caso
particular de la mercancía \"fuerza detrabajo\", la ley del valor sirve para explicar el origen de la
ganancia capitalista. 6
Esto queda demostrado por medio de otro cálculo conceptual. Desplacemos la tasa de
ganancia por todos los valores, de cero hasta el valor máximo, haciendo variar
correspondientemente la participación de los salarios en el producto neto, decreciendo
de uno a cero, y obsérvese cómo se comportan los precios. En el tiempo histórico,
naturalmente, no sería posible tener la misma composición física del producto con
participaciones de salarios y beneficios ampliamente diferentes (los capitalistas
desearían obtener su participación en acero y caviar, los obreros en queso y botas). El
cálculo es únicamente un movimiento en el tiempo lógico.
Ahora bien, ¿cuál era el objeto de esta meticulosa construcción (y de las muchas
elaboraciones del caso simple que contiene el libro)? El objeto era un “Preludio a una
crítica de la teoría económica”. Tal construcción pone fuera de combate, de una vez por
todas a la teoría de la productividad marginal de la distribución. Esta teoría pretendía
mostrar cómo las condiciones físicas de la producción determinan las “remuneraciones”
de los “factores de la producción” de acuerdo con la aportación de cada uno de ellos al
producto de la industria.
Desde luego, ustedes y yo siempre hemos sabido que esa teoría era absurda, pero por
mucho que los marxistas la cañonearan desde el exterior nunca consiguieron derribarla.
Ahora ha sido explosionada desde el interior.
El modelo de Sraffa dice muy exactamente lo que tiene que decir y nada más.
Sobre este extremo, Meek se halla en un error. Trata de plasmar, a base de manipular
las ecuaciones, un proceso histórico de transición de un mundo precapitalista –en el que
regían los precios determinados por los valores –al capitalismo, con una tasa de
ganancia uniforme (págs. XXXIII y siguientes). Proyectar el problema de la
transformación sobre la historia parece algo muy traído por los pelos: no es posible que
haya ocurrido nada parecido. Además, presentarlo en términos del modelo de Sraffa es
completamente ilegítimo. La producción simple de mercancías no fue una
tecnología input-output sino un conjunto de grupos independientes de productores y su
propio equipo. El profesor Meek tenía que haber recordado lo suficiente del marxismo
de Ron para reconocer la diferencia entre modos de producción distintos.
La contribución de Sraffa al marxismo es básicamente negativa: deshacerse de la
basura de la teoría ortodoxa. Les toca ahora a los marxistas escapar del caparazón del
dogmatismo y emprender la construcción de la economía política de hoy en el espacio
que Sraffa ha clarificado.
La teoría del valor-trabajo se conoce principalmente por los estudios al respecto de Karl Marx, en su
obra El Capital, siendo un principio fundamental en el pensamiento económico del marxismo.
Marx parte de la base de que el valor de una mercancía está determinado por la cantidad de trabajo
socialmente necesario para producirla. Este trabajo socialmente necesario se refiere al trabajo
humano abstracto, es decir: gasto de esfuerzo físico y mental humanos, independientemente de las
características concretas del trabajo (alfarería, herrería, etc.). La cantidad de trabajo se mide en
tiempo, habitualmente en horas.
Sin embargo, no todas las personas trabajan igual, sino que su trabajo depende de su edad, de su
experiencia, su habilidad, su destreza, su forma de organizarse, etc. Si el valor de una mercancía
dependiese únicamente del tiempo individual que ha costado producirla, se llegaría a una situación
absurda, que cuanto más lento se trabajase, tanto más aumentaría el valor de la mercancía
resultante de ese trabajo. De esta manera se premiaría el despilfarro de trabajo y a los trabajadores
perezosos o poco hábiles. La economía sería mucho menos productiva: se perdería el tiempo del
productor para fabricar la mercancía, el tiempo del comprador, que necesita trabajar más horas para
adquirirla, en definitiva, tiempo de trabajo social.
Así pues, el valor de cambio de una mercancía no es igual al trabajo individual, sino al trabajo
socialmente necesario para producirla, siendo esto la cantidad de trabajo necesario en condiciones
medias de productividad en una determinada sociedad y en una determinada época.
Una segunda precisión se refiere al concepto de cantidad de trabajo. Como ya se ha explicado, la
cantidad de trabajo se mide en horas, pero tampoco se puede establecer un criterio completamente
unificador entre todos los trabajos, pues no todos los trabajos son iguales. Cabe establecer la
diferencia entre el distinto grado de cualificación que requieren distintos trabajos. Así, no son
equiparables los trabajos de albañil y arquitecto, pues no necesitan la misma cualificación. Si ambos
trabajos se remunerasen de la misma manera, esto implicaría que la cualificación no produce un
valor añadido al trabajo y sería inútil, por lo que nadie desearía adquirir una cualificación
profesional. Por ello es que Marx concibe las categorías de trabajo medio simple (el que no requiere
una capacitación extra respecto al nivel de educación medio) y el trabajo complejo, que puede
tomarse en cuenta como trabajo simple multiplicado.
En la sociedad capitalista la fuerza de trabajo es una mercancía como cualquier otra, por lo que su
valor es igual al tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla. O sea, el valor de los
bienes necesarios para la existencia del trabajador y su familia. Pero la fuerza de trabajo tiene la
particularidad respecto a las demás mercancías empleadas en la producción (maquinaria, materias
primas) de que puede traspasar a la mercancía un valor superior a su propio valor, un plusvalor.
Este plusvalor surge del plustrabajo o el trabajo más allá del necesario para reproducir el valor de la
fuerza de trabajo.
Para entender esto es clave entender la diferencia entre fuerza de trabajo y trabajo. El trabajo es el
empleo de la fuerza de trabajo. El capitalista que contrata a un empleado no compra su trabajo sino
su fuerza de trabajo. Como la jornada laboral se extiende (y para el capitalismo así es necesario
que sea) más allá del tiempo de trabajo necesario para reproducir el valor de la fuerza de trabajo,
tenemos un tiempo de plustrabajo, en el cual se genera un plusvalor apropiado por el capitalista.
La teoría del valor de Marx no tiene como objetivo predecir el precio de las mercancías, sino de
comprender las fuerzas principales que regulan el intercambio de las mercancías. En el caso
particular de la mercancía "fuerza de trabajo", la ley del valor sirve para explicar el origen de la
ganancia capitalista: el plusvalor.
Teoría del valor de Karl Marx
La teoría del valor de Karl Marx sostiene que el valor de una mercancía depende
del trabajo socialmente necesario para producirla. Es decir, se calcula en base al
tiempo promedio requerido por las empresas del sector para fabricar un
determinado bien.
El tiempo no es una medida exacta del valor, según Marx. Si asumimos simplemente
que a más horas trabajadas, más valioso es un bien, es posible concluir que los
empleados más productivos son los que más demoran en cumplir su labor.
Sin embargo, la realidad es que una persona es más eficiente que otra si logra realizar
la misma faena en menos tiempo. Por esa razón, Marx considera que debe tomarse
como medida del valor las horas hombres promedio requeridas en la industria. Es decir,
se calcula una media con los datos de todas las empresas que fabrican un determinado
bien.
“una mercancía cuyo valor de uso posea la peregrina cualidad de ser fuente de valor,
cuyo consumo real sea por sí mismo objetivación de trabajo y, por tanto, creación de
valor…el poseedor de dinero encuentra esta mercancía específica en el mercado: la
capacidad de trabajo o la fuerza de trabajo”[1].
Por lo tanto, si el precio de la fuerza de trabajo cae por debajo de este mínimo, se
traducirá en que el trabajador no podrá desarrollarse de manera suficiente. Algo
esencial para que el sistema se mantenga y el valor continúe valorizándose es que los
vendedores de la fuerza de trabajo puedan perpetuarse en el tiempo, ya que el ser
humano es mortal y por lo tanto llega un momento en que la fuerza de trabajo
abandona para siempre el circuito de intercambio y debe ser repuesto por otro
trabajador. Al respecto escribe Marx:
“La suma de los medios de subsistencia requeridos par la producción incluye también
los medios de subsistencia de los sustitutos, es decir, los hijos del obrero, de modo tal
que esta raza especial de poseedores de mercancías se eternice en el mercado”[7].
Marx también menciona el hecho de que el trabajador debe adquirir ciertas
habilidades y destrezas, lo que implica la formación o educación de éste, lo que hoy se
conoce como “capital humano”. En palabras del pensador alemán: “Estos costos de
aprendizaje, extremadamente pequeños para la fuerza de trabajo común y corriente,
entran en la suma de los valores invertidos en su producción”[8].
Continuemos con el encuentro entre estos dos sujetos que entran en contacto en el
mercado. Marx explica que en todos los países donde impera el modo capitalista de
producción, la fuerza de trabajo se paga después de que haya funcionado durante
el plazo establecido en el contrato de compra. De esta manera el trabajador adelanta
al capitalista el valor de uso de su fuerza de trabajo que es consumida por el
comprador antes de que el trabajador reciba su precio. Para una mejor comprensión
Marx cree útil suponer que el poseedor de la fuerza de trabajo, al venderla, recibe
inmediatamente el precio establecido en el contrato. Marx termina la sección segunda
sobre la transformación del dinero en capital señalando que el proceso de consumo de
la fuerza de trabajo es simultáneamente el proceso de producción de mercancías y de
plusvalor, siendo este consumo llevado a cabo fuera de la órbita de circulación.
Otro punto relacionado con esto es que si los productos no son meramente resultado
sino que condición de existencia del proceso de trabajo, entonces “su incorporación a
este proceso…su contacto con el trabajo vivo, es, por otro lado, el único medio de
conservar y realizar como valores de uso estos productos del trabajo
anterior”[10]. El trabajo absorbe productos para crear productos o utiliza los
productos como medios de producción de otros nuevos. El proceso de trabajo es una
actividad específica orientada a la producción de valores de uso, una adecuación de lo
natural a las necesidades humanas. En este proceso no hay nada personal, no se
representa al trabajador relacionándose con otros trabajadores, sino que al hombre y
su trabajo por una parte, y la naturaleza y sus materias por otra. Marx añade que este
proceso no nos revela bajo qué condiciones transcurre, no nos revela tampoco si se ha
desarrollado bajo el látigo brutal del capataz de esclavos o bajo la mirada recelosa del
capitalista. En el régimen capitalista de producción el proceso de trabajo, en
cuanto transcurre como un proceso de consumo de la fuerza de trabajo por el
capitalista, presenta dos fenómenos peculiares. El primero es que el obrero trabaja
bajo el control del capitalista quien vela para que el trabajo se ejecute de manera
racional y eficiente. En segundo lugar, el producto es propiedad del capitalista y no
del productor directo. El capitalista paga al obrero el valor de un período x de tiempo
por su fuerza de trabajo apropiándose de esta manera del valor de uso que le ha
vendido el obrero al entregarle su trabajo. El capitalista al comprar la fuerza de trabajo
incorpora el trabajo mismo como fermento vivo a los elementos muertos de creación
del producto. También tenemos que el capitalista, al consumir la fuerza de trabajo,
añade a este los medios de producción que son de su propiedad. Frente a este
escenario, Marx señala: “El proceso de trabajo es un proceso entre objetos
comprados por el capitalista, entre objetos que le pertenecen. Por tanto, el producto
de este proceso le pertenece con el mismo derecho que el producto del proceso de
fermentación en su bodega”[11].
Tenemos que, al determinar el valor del hilado o del tiempo de trabajo requerido para
la fabricación de este, debemos considerar “como distintas fases consecutivas del
mismo proceso de trabajo los diversos procesos de trabajo particulares, separados en
el tiempo y en el espacio, que es necesario recorrer para producir el algodón y la
masas de husos desgastada y hacer finalmente hilado del algodón y los
husos”[12]. Así tenemos que los valores de los medios de producción, esto es, el
algodón y los usos por un valor de 12 chelines son las partes integrantes del valor del
hilado, pero bajo dos condiciones. La primera es que el algodón y los husos realmente
sirvan para la producción de un valor de uso. En segundo lugar, es necesario que se
haya empleado únicamente el tiempo de trabajo necesario bajos las condiciones
sociales de producción imperantes. Por ejemplo escribe Marx:
“¿Acaso el obrero puede crear productos de trabajo, producir mercancías, con sus
brazos inermes, en el vacío? ¿Quién sino él, el capitalista, le dio la materia con la
cual y en la cual el obrero materializa su trabajo?...¿acaso no le presta a la sociedad
un servicio inapreciable con sus medios de producción, su algodón y sus husos, y no
se lo presta también al obrero, a quien, además, le suministra los medios de vida?
¿No ha de cobrar este servicio?”[15].
De acuerdo a este edén ficticio en donde todos sacan provecho de sus acciones, Marx
nos revela que las cosas están lejos de ser de ese modo si observamos detenidamente
lo que ocurre en el proceso de producción, cuando el capitalista decide extender la
jornada laboral para obtener del obrero plusvalor.