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Redacta un ensayo resaltando:

1.   Las fuentes de explotación

LAS DIVERSAS FUENTES DE EXPLOTACIÓN.


El capitalista y el obrero como poseedores de mercancías aparecen en el
mercado formalmente libres e iguales en derechos, más la apariencia de igualdad
jurídica entre el dueño del capital y el dueño de la fuerza de trabajo encubre la
monstruosa desigualdad que existe entre los explotadores y los explotados. El obrero
sólo es libre de elegir a cuál de los explotadores va a vender su fuerza de trabajo. Con
el desarrollo del capitalismo y el incremento constante del ejército inmenso de parados,
el obrero ya no es libre ni siquiera de elegir a su opresor. La disciplina del hambre le
obliga a buscar al trabajo que sea. Únicamente acabando con la propiedad capitalista
sobre los medios de producción y estableciendo la propiedad colectiva socialista,
puede acabarse con la explotación del trabajo asalariado por parte del capital.
Los capitalistas compran en el mercado esta mercancía que tiene la
característica especial de ser la fuente creadora de todo valor, y la usan para producir
más valor del que ellos necesitan para compensar lo que pagaron por ella. Es así como
los capitalistas obtienen sus ganancias, apoderándose de ese mayor valor producido
por los trabajadores.
Esta relación que se establece entre los capitalistas y los obreros es una
relación de explotación, debido a que los capitalistas, dueños de los medios de
producción, se apoderan de los frutos del trabajo de los trabajadores, que no poseen
estos medios de producción.
A las relaciones que se establecen entre los individuos, dependiendo del lugar
que ocupan en el proceso de producción, lugar que depende de la propiedad o no
propiedad que ellos tengan de los medios de producción, las llamaremos relaciones
sociales de producción.
En consecuencia, resulta claro que el concepto de PLUSVALÍA es el concepto
clave para explicar la explotación propia de un régimen de producción en el que el
proceso de trabajo se realiza bajo relaciones de producción capitalista.
Después de lo dicho podemos darnos cuenta que la explotación de los obreros
en el sistema capitalista no se ejerce de la misma manera que en el régimen esclavista
o en el régimen feudal. En todo sistema económico donde existe propiedad privada de
los medios de producción, los dueños de estos medios se apoderan del trabajo extra
creado por los que no tienen estos medios. Pero el modo como se apoderan de él es
distinto. En el régimen esclavista y servil es la fuerza directa, la privación de libertad o
el sometimiento a una presión externa, lo que obliga a esclavos o siervos a trabajar
para el señor. Sin ese poder directo sobre los hombres, los señores no habrían podido
apoderarse del trabajo de los esclavos y siervos que tenían sometidos ya que al
liberarse estos habrían podido producir en forma independiente de los señores lo que
necesitaban para vivir.
LAS DIVERSAS FUENTES DE LAEXPLOTACIÓNExplotación Política e HistóricaDesde el fin de la
sociedad medieval, la organización política-estatal, eldesarrollo económico capitalista y el trabajo
humano conforman una unidad estructural con expresiones particulares según el tiempo y la
sociedad que se analicen. Sus elementos comunes son el tipo de derechos y de regulación política-
estatal, las lógicas de funcionamiento de los mercados, junto a los avances científico-técnicos que
los hacen posibles y la organización del trabajo humano.Extraída el 23 de febrero de:
https://javieralbero.wordpress.com/2013/06/12/El cómo estas dimensiones se organizan en cada
coyuntura histórica definen laconcepción del hombre, su integración social, el papel de la economía
y de lapolítica junto a la organización estatal, tanto en el presente de las condicionesde vida como
en el futuro del individuo y de la humanidad.El origen y las características del capitalismo avanzado
y su relación con elestado y la política han constituido, desde el siglo XVIII hasta nuestros días,
uneje central de estudio, tanto para disciplinas tradicionales como para aquellasque se han ido
conformando a lo largo de este desarrollo histórico.El problema de la relación del mercado con la
política y el aparato estatal hasido abordado tanto desde la filosofía como desde la economía, la
sociología,las ciencias políticas, la antropología social y la psicología.Desde una perspectiva
histórica, autores relevantes de esas disciplinas hantrabajado el problema del mercado y de la
política desde distintas perspectivasy enfoques, representando escuelas de pensamiento en la
materia que aúninfluyen con sus premisas y enfoques en el análisis y en la comprensión deltema. 1

Karl Marx cuestiona al capitalismo y define al Estado capitalista como unaorganización política
entendida como instrumento de la dominación de la burguesía sobre el conjunto de las clases y
categorías sociales. Monopoliza la violencia para garantizar el orden social en una sociedad
caracterizada por el conflicto de clases entre los productores y los propietarios del capital. En este
sentido, las relaciones sociales de producción se expresan en el ordenpolítico.Extraída el 24 febrero
2017 de: https://eticaydesarrollo.wikispaces.com/MarxLas clases dominantes monopolizan el poder
y las clases subalternas mediantela lucha política de clases lo cuestionan y pretenden su
reemplazo. Al igual queWeber, Marx señala la importancia del derecho romano en la etapa
fundacionaldel capitalismo moderno y de la ley como la institución política ordenadora delorden
social y económico en las sociedades modernas. Para Marx, el Estado“completo” es el Estado
liberal o sociedad política y lo diferencia de lasmodalidades absolutistas en donde la nobleza y las
iglesias manifiestandesempeños decisivos.El Estado burgués o capitalista “en su forma completa”
es un orden políticodemocrático que se basa en la igualdad jurídica de los ciudadanos, pero que
encubre las desigualdades sociales que se presentan en la sociedad civil y, en especial, en la
esfera de la producción. Los derechos civiles propios del Estado democrático son cuestionados por
Marx porque garantizan las condiciones necesarias para la reproducción del capitalismo y de
ladesigualdad social.Extraído el 24 febrero 2017
de:http://www.miamivirtualschool.us/contenidos_miami_en/octavo_sociales/unidad_5/5.html 2

El derecho a la igualdad jurídica de losciudadanos y sus libertades políticas,junto al derecho a la


propiedad y a laseguridad de las personas y de susbienes, reproducen los intereses de lasclases
dominantes.El capitalista y el obrero comoposeedores de mercancías aparecen enel mercado
formalmente libres e igualesen derechos, más la apariencia deigualdad jurídica entre el dueño
delcapital y el dueño de la fuerza detrabajo encubre la monstruosadesigualdad que existe entre
losexplotadores y los explotados. El obrerosólo es libre de elegir a cuál de losexplotadores va a
vender su fuerza detrabajo. Con el desarrollo delcapitalismo y el incremento constantedel ejército
inmenso de parados, elobrero ya no es libre ni siquiera deelegir a su opresor.La disciplina del
hambre le obliga abuscar al trabajo que sea. Únicamenteacabando con la propiedad
capitalistasobre los medios de producción y Extraído el 23 de febrero 2017 de:Estableciendo la
propiedad colectiva http://desmotivaciones.es/carteles/explotacion/3Socialista, puede acabarse con
laExplotación del trabajo asalariado por parte del capital.Los Males del CapitalismoDe acuerdo con
la economía marxista, dos defectos ocasionan necesariamente que el capitalismo sea un sistema
de explotación. El primer defecto es el problema del excedente de mano de obra. De acuerdo con
este concepto, la burguesía no se lucra por la venta de su producto a un precio por encima del
costo de materiales más la obra de mano, sino más bien al pagarle al trabajador por debajo del
valor de su 3

trabajo.Extraída 23 de febrero 2017 de http://www.taringa.net/posts/humor/19071763/20-vinetas-


que-explican-de-forma-elocuente-el-capitalismo.htmlLos marxistas ven al capitalismo como el
creador de un círculo vicioso queocasiona que los trabajadores sean explotados cada vez más.
Marx explica:\"La acumulación de riquezas en un polo es, por lo tanto y al mismotiempo, la
acumulación de miseria, agonía de trabajo duro, esclavitud,ignorancia, brutalidad y degradación
mental, en el polo opuesto.Mercancía y la teoría del valor trabajo.La mercancía es, en primer lugar,
un objeto que satisface una necesidadhumana cualquiera; en segundo lugar, un objeto que se
cambia por otro\" MERCANCÍA: producto del trabajo destinado a satisfacer alguna necesidad del
hombre y que se elabora para la venta, no para el propio consumo. Los productos del trabajo se
convierten en mercancías tan sólo cuando aparece la división social del trabajo y cuando existen
determinadas formas de propiedad sobre los medios de producción y los frutos del trabajo. Por
consiguiente, o mercancía es una categoría histórica. En los modos de producción esclavista y
feudal, la gran masa de los productos del trabajo se obtiene en un régimen de economía natural y
no se presentan en calidad demercancías.Extraída el 22 de febrero 2017 de:
http://www.libertyk.com/blog-articulos/2015/11/25/karl-marx-4-el-capital-teora-del-valor-trabajo-y-
proceso-de-valorizacin-por-jan-doxrud 4

El valor de las mercancías Marx parte de la base de que el valor de una mercancía está
determinado por la cantidad de trabajo socialmente necesario para producirla. Este trabajo
socialmente necesario se refiere al trabajo humano abstracto, es decir: gasto de esfuerzo físico y
mental humanos, independientemente de las características concretas del trabajo (alfarería,
herrería, etc.). La cantidad de trabajo se mide en tiempo, habitualmente en horas.Extraída el 23
febrero 2017 de: https://www.ecured.cu/Mercanc%C3%ADaSi el valor de una mercancía
dependiese únicamente del tiempo individual queha costado producirla, se llegaría a una situación
absurda, que cuanto máslento se trabajase, tanto más aumentaría el valor de la mercancía
resultante deese trabajo. De esta manera se premiaría el despilfarro de trabajo y a lostrabajadores
perezosos o poco hábiles. La economía sería mucho menosproductiva: se perdería el tiempo del
productor para fabricar la mercancía, eltiempo del comprador, que necesita trabajar más horas para
adquirirla, endefinitiva, tiempo de trabajo social.Así pues, el valor de cambio de una mercancía no
es igual al trabajo individual,sino al trabajo socialmente necesario para producirla, siendo esto la
cantidadde trabajo necesario en condiciones medias de productividad en unadeterminada sociedad
y en una determinada época.Una segunda precisión se refiere al concepto de cantidad de trabajo.
Como yase ha explicado, la cantidad de trabajo se mide en horas, pero tampoco sepuede
establecer un criterio completamente unificador entre todos los trabajos,pues no todos los trabajos
son iguales. Cabe establecer la diferencia entre eldistinto grado de cualificación que requieren
distintos trabajos. Así, no sonequiparables los trabajos de albañil y arquitecto, pues no necesitan la
mismacualificación. Si ambos trabajos se remunerasen de la misma manera, estoimplicaría que la
cualificación no produce un valor añadido al trabajo y seríainútil, por lo que nadie desearía adquirir
una cualificación profesional. Por elloes que Marx concibe las categorías de trabajo medio simple (el
que no requiereuna capacitación extra respecto al nivel de educación medio) y el trabajocomplejo,
que puede tomarse en cuenta como trabajo simple multiplicado. 5

El valor de la fuerza de trabajo y el valor generado por ellaEn la sociedad capitalista la fuerza
Extraída el 23 febrero 2017 de:de trabajo es una mercancía como
http://www.gestiopolis.com/modelo-competitividad-cualquier otra, por lo que su valores igual al
tiempo de trabajosocialmente necesario paraproducirla. O sea, el valor de losbienes necesarios
para la existenciadel trabajador y su familia. Pero lafuerza de trabajo tiene laparticularidad respecto
a las demásmercancías empleadas en laproducción (maquinaria, materiasprimas) de que puede
traspasar a lamercancía un valor superior a supropio valor, un plus valor.Este plus valor surge del
plus trabajo o el trabajo más allá del necesario parareproducir el valor de la fuerza de trabajo.Para
entender esto es clave entender la diferencia entre fuerza de trabajo ytrabajo. El trabajo es el
empleo de la fuerza de trabajo. El capitalista quecontrata a un empleado no compra su trabajo sino
su fuerza de trabajo. Comola jornada laboral se extiende (y para el capitalismo así es necesario que
sea)más allá del tiempo de trabajo necesario para reproducir el valor de la fuerza detrabajo,
tenemos un tiempo de plus trabajo, en el cual se genera un plus valorapropiado por el capitalista.La
teoría del valor de Marx no tiene como objetivo predecir el precio de lasmercancías, sino de
comprender las fuerzas principales que regulan elintercambio de las mercancías. En el caso
particular de la mercancía \"fuerza detrabajo\", la ley del valor sirve para explicar el origen de la
ganancia capitalista. 6

Fetichismo de la mercancíaEn relación a las anteriores formas de producción es la fetichización de


lasrelaciones de trabajo para la producción de mercancías. Sus consecuencias fueron develadas
por Marx cuando sostiene que, con la aparición del capital “El producto es fabricado como valor,
como valor de cambio, como equivalente; ya no es fabricado según su relación inmediata, personal
con el productor”. Este viene a ser esclavo de su necesidad tanto como de las necesidades del
prójimo.Extraída el 23 febrero de: http://www.lanuevarepublica.org/2016/07/22/buzonciudadano-
invita-fetichismo-de-la-mercancia/Todo el poder ejercido por cada individuo sobre la actividad de los
demásproviene de su posesión de los valores de cambio, del dinero, mediador depoder social.
Cualquiera que sea la manifestación y naturaleza particular de suactividad, toda ella se convierte en
valor de cambio, abstracción en la que seniega y se borra toda subjetividad. Ante los sujetos
indiferentes, el caráctersocial de las actividades y de los productos aparece proyectado en las
cosasque adquieren un aspecto mágico de relaciones entre las cosas.Este carácter fetichista de las
cosas y las relaciones humanas lleva a quedetrás de la relación social abstracta de los productos
transformados envalores, se esconde la realidad concreta de las relaciones de los sujetos en
lasociedad. En este sentido afirma Marx: “El trabajo creador del valor decambio se caracteriza por el
hecho de que la relación social entre las personasse presenta en cierto modo invertida, es decir,
como una relación entre lascosas”. Y continua “El comportamiento atomista de los hombres en
elproceso social de su producción y, por lo tanto, la reificación que asumen lasrelaciones
productivas al escapar al control y a la acción del individuoconsciente, se manifiesta en primer
término en que los productos de sutrabajo revisten generalmente la forma de mercancías. Por ello
es queel enigma del fetiche-dinero no es otra cosa que el enigma del fetiche-mercancía, su clave
definitiva”.De esta manera el grado de integración del sujeto a la sociedad varía según laestructura
económica. Es en función de las condiciones objetivas en las que seejerce la actividad material, de
la clase o sector social al que se pertenece y desu modo de apropiación de esas condiciones de
existencia. Es decir, las 7

relaciones sociales se transforman en relaciones entre las cosas. Lasmercancías no se consumen


por su valor de uso sino por las característicasfetichistas que adquieren como valor de cambio ya
que determinan quien es elsujeto: uno vale por lo que tiene no por lo que es o lo que hace; lo cual
lleva aque el sujeto se exprese por medio de sus posesiones.
2.  Ideas relevantes de la teoría del valor del trabajo.
Conviene acudir de nuevo al capítulo primero de El Capital para percibir lo que el
concepto valor significaba para Marx.
“Tomemos ahora dos mercancías, por ejemplo trigo y hierro. Cualquiera que sea la
proporción en que se cambien, cabrá siempre representarla por una igualdad en que una
determinada cantidad de trigo equivalga a una cantidad cualquiera de hierro, v. gr.:
1 quarter de trigo = x quintales de hierro. ¿Qué nos dice esta igualdad? Que en los dos
objetos distintos, o sea, en 1 quarter de trigo y en x quintales de hierro, se contiene un
algo común de magnitud igual”. (El Capital, Ed. F.C.E., I, pág. 5). Este algo común
reside en su propiedad de ser productos del trabajo. ¡Aquí lo tenemos! Valor es una
cantidad, indefinible de otra manera, que se incorpora a las mercancías merced a las
horas-hombre de trabajo requeridas para producir aquéllas.
Esto no es algo en lo que uno pueda “creer” o “no creer”. Es una construcción mental
que puede ser útil o no para analizar la realidad.

La gran ventaja de este concepto es que permitió a Marx pensar en términos


cuantitativos sin quedarse atascado, como le ocurrió a Ricardo, en el problema de la
medición. Conjuntamente con amplios razonamientos históricos y políticos, se
encuentran en El Capital  una serie de “modelos” económicos expuestos en términos
de valores. El modelo central, el esquema de la reproducción ampliada, ha quedado
absorbido –vía Kalecki– por la teoría post-keynesiana y ha sido traducido a términos
operacionales.
Ciertos marxistas desaprueban las traducciones. Mantienen que un flujo de producto
[output] es una cantidad de valor y que no puede representarse de otra forma. Se trata
de puro dogmatismo. La renta nacional del pasado año es algo que realmente “ha
ocurrido”. Forma parte de la historia, un conjunto de acontecimientos extremadamente
complejo. Hay muchas formas de representar tal flujo y ninguna de ellas es
perfectamente satisfactoria. Si dispusiéramos de información completa, sería posible
presentar un flujo de producción industrial como una tabla input-output de bienes
físicos, tomando en consideración el deterioro, pero no la depreciación financiera,
del stock de medios de producción. Podríamos representarlo en términos de flujo de
pagos monetarios y fondos de depreciación, o como valor, esto es, la cantidad total de
horas-hombre de trabajo realizado durante el año (v+p), más c, el desgaste del stock de
medios de producción preexistente, valorado en base al tiempo de trabajo incorporado
al mismo. Cuando los precios en términos monetarios no son exactamente
proporcionales a los valores, la parte de la ganancia neta en ingresos sobre los
resultados no es exactamente equivalente a la plusvalía. En tal caso, lo operativo es el
cálculo en términos monetarios, puesto que las decisiones de los empresarios que
controlan la inversión y la distribución de la renta se ven influenciadas por los
beneficios, no por los valores.
El concepto de valor permitió a Marx prescindir de un tratamiento exacto de los
precios relativos. Los precios no aparecen en el volumen I de El Capital, y el análisis
contenido en el volumen 3 (el problema de la transformación) es muy esquemático.
Siempre he pensado que los marxistas cometían un error al dejarse arrastrar al terreno
de la teoría de los precios, terreno en el que los economistas ortodoxos podían apuntarse
varios tantos (a pesar de que su propio análisis de los precios está lejos de ser
satisfactorio). Lo que los marxistas tenían que haber afirmado es lo siguiente:
prescindamos de los precios; ya tendremos oportunidad de tratar de ellos más adelante;
entretanto, lo que nos interesa es el modo de producción, la tasa de acumulación y la
distribución de la renta; tenemos una teoría sobre la parte de la renta correspondiente a
los beneficios (la tasa de explotación); esta parte correspondiente a los beneficios es
mucho más importante que la tasa de ganancia; dicha parte es algo que ocurre en la
realidad y afecta las vidas de la gente, la tasa de ganancia es un cálculo mental.
Pero los marxistas, naturalmente, nunca admitirían que existiera problema alguno que
el valor no pudiera resolver, y forcejearon para probar que los precios son
proporcionales a los valores, cuando no lo son.
Las teorías expuestas por Marx en términos de valor son la base indispensable para un
tratamiento de la economía del capitalismo, base que la escuela ortodoxa no ofrece.
Muchos de los conceptos marxianos son incluso más relevantes en nuestros propios días
que cien años atrás. Por ejemplo, una mercancía es algo que se produce empleando
trabajo con objeto de venderlo. Marx afirmó que una mercancía debe tener un valor de
uso, de otra forma nadie la compraría, pero en la actualidad el valor de uso se convierte
cada vez menos esencial. Lo que genera la demanda es la presentación, la publicidad, el
arte y la maña de vender.
El concepto marxiano de la naturaleza de un sistema económico, caracterizado por la
forma en que se controla la producción y se extrae un excedente de la misma, es más
importante que nunca, puesto que en la actualidad coexisten en el mundo muchos
sistemas entre los que se da una interacción mutua: diversos tipos de socialismo y fases
superpuestas del desarrollo del capitalismo, así como residuos de feudalismo en el
Tercer Mundo. El tema central en la enseñanza de la economía debiera ser la naturaleza
de los sistemas productivos, pero se trata de un tema que se elude, en general, por temor
a que el capitalismo no necesariamente obtuviera siempre las mejores puntuaciones.

La interacción entre fuerzas de producción y relaciones de producción constituye, para


la interpretación de la historia, una clave inestimable, y ello a pesar de que las
predicciones de Marx sobre los resultados de tal interacción todavía no se han
cumplido.
Todo ello fue percibido por Marx en términos de valor, pero aquellas partes de la teoría
más estrechamente ligadas con dicho concepto son las menos satisfactorias. Existen
diversas afirmaciones que para Marx parecían contener verdades importantes y que, en
la actualidad, parecen a nuestros ojos únicamente metáforas. La fuerza de trabajo se
vende como una mercancía y, al igual que todas las mercancías, se intercambia por
su valor. El valor de la fuerza de trabajo significa un salario suficiente para permitir a
los obreros el mantenimiento de sus familias a un nivel de vida usual. Pero llamar a
esto valor no explica nada. Sabemos que, en los países ricos, el nivel de vida mínimo y
aceptable está siempre ligeramente por encima de la media real, de forma que la
mayoría vive por debajo de ésta; en los países pobres, no hay límite inferior para el nivel
de subsistencia; la desnutrición hace que la gente sea más pequeña en estatura y en peso
y que se reduzca la duración de su vida. El valor en este caso no nos soluciona nada.
Otro ejemplo. Marx define la tasa de explotación como el cociente entre la parte de la
jornada de trabajo en que un hombre produce para sí mismo (creando bienes de
consumo para los obreros [wage goods] y la que trabaja para el capitalista. Pero un
hombre no puede, por sí solo, producir nada.
Es el conjunto de la fuerza de trabajo que produce el producto total. Tenemos que dar
un rodeo y establecer el producto neto total y la relación entre beneficio neto y salarios
antes de que podamos aplicar la relación a la división de la jornada de trabajo. El tiempo
que un hombre utiliza para trabajar para sí mismo constituye una llamativa metáfora,
no una proposición analítica.

El caso más desgraciado lo constituye la confusión que se establece entre stock y flujo en


el concepto de capital variable. (Este era el punto sobre el que me cachondeaba de Ron
Meek en mi “Carta abierta”.) Puesto que únicamente el trabajo
produce valor, Marx mantiene que tan sólo genera excedente la parte del capital
invertida en el empleo de trabajo. El capital constante –el stock de medios físicos de
producción- transfiere al flujo de valor únicamente el valor incorporado a él en el
pasado. Pero, ¿qué quiere decirse con la parte del capital que emplee trabajo? ¿Se trata
de un fondo de salarios?
El fondo de salarios es un concepto financiero que depende de los períodos de rotación
de los procesos específicos de producción. Se trata seguramente del flujo de
desembolsos correspondientes a la nómina de salarios que emplea trabajo y genera
excedente (beneficio neto), ¿o no?
Marx escribe el flujo de producto, en términos de valor, por año, pongamos por caso,
de esta forma: c+v+p (sustitución de los medios de producción consumidos, salarios y
excedente). Aquí, obviamente, v es la nómina de salarios de un año. Pero a
continuación Marx escribe (c+v) para presentar el stock de capital y p/(c+v) para la
tasa de ganancia.
Todos estos son puntos de exposición que podrían ser clarificados si los marxistas
aceptaran rectificar las fórmulas, pero hay ciertos casos en los que el concepto
de valor parece realmente equívoco.
Según sugiere Marx, cuando predominaba la producción simple de mercancías, esto es,
cuando los campesinos y artesanos eran propietarios de sus propios medios de
producción, aquéllos intercambiaban los bienes que producían entre ellos mismos
como valores; esto es inconsistente en el propio análisis de Marx. ¿Cómo pueden ser
tratados como valores los productos del herrero y del tejedor que hila a mano? Es cierto
que se trata de mercancías diseñadas para el intercambio, no para el consumo propio,
pero ¿cómo debe procederse para el cálculo del tiempo de trabajo incorporado a cada
una? Para un artesano no existe una distinción tajante e inmediata entre el tiempo de
trabajo y ocio; no existe tampoco una distinción tajante e inmediata entre inversión y
consumo (el capital circulante de un artesano, que éste reabastece de vez en cuando por
medio de las ventas, incluye el consumo de su familia). Además, cada tipo de trabajo que
se realiza en una fragua, el trabajo del tejedor es trabajo que se realiza en un telar.
Únicamente el empleo a cambio de un salario, como dijo Marx, es reducible a trabajo
abstracto, trabajo que se mide en términos de la cantidad de horas-hombre,
indiferenciadas.
Hay otro punto en el que una argumentación en términos de valor es engañosa.
La composición orgánica del capital se escribe como c/v, pero significa la “relación
entre trabajo muerto y trabajo vivo”, esto es, el valor del stock de medios de producción
por unidad de trabajo actualmente empleada. (Sería mejor escribir tal relación como
C/L). Marx creía, lo cual era natural en la era del ferrocarril, que la acumulación va
asociada con una composición orgánica continuamente creciente (progreso técnico con
un fuerte sesgo de carácter utilizador de capital). Marx argumentó como sigue: c/v
crecerá de forma indefinida, y p/v (la tasa de explotación) no puede elevarse
indefinidamente; por tanto, antes o después, p/(c+v), relación que corresponde a la tasa
de ganancia sobre el capital, tenderá a decrecer. Pero esto es una conclusión
errónea, non sequitur. La composición orgánica es la relación capital-trabajo, no la
relación capital-producto [output]. La verdadera razón por la que los capitalistas elevan
la composición orgánica reside en el incremento del producto por hombre, no en
términos del valor (que no pueden alterar) sino en términos de mercancías físicas
vendibles. A medida que aumenta el producto por hombre, se crean las condiciones para
un incremento de los salarios reales en términos de mercancías, o de la tasa de ganancia
sobre el capital, o de ambas a la vez (la forma en que se distribuye el incremento entre
los dos depende del poder de mercado de las partes implicadas, es decir, de los avatares
de la guerra entre clases). Este error debe atribuirse al hábito de pensar en términos
de valor. Una elevación de la composición orgánica equivale a un descenso del valor del
producto (p+v) por unidad de capital. ¿Y qué?
Numerosos y fervientes marxistas han tratado de salvar la argumentación a base de
mezclarla con una función de producción neoclásica, lo que aún empeora más las cosas.
El concepto de valor contribuyó ciertamente a que Marx llegara a su interpretación de
la historia, de la política y de la economía. No obstante, podemos aprender de sus ideas
sin necesidad de permanecer atascados en los surcos que le condujeron a ellas.
PRECIOS 
En su nueva Introducción, Meek reformula lo que en su opinión es la esencia de la
teoría del valor trabajo en términos de la obra de Piero Sraffa Producción de
mercancías por medio de mercancía, aunque lo cierto es que no ilumina excesivamente
el asunto. Esta última obra no contiene explicaciones que ayuden a comprender a qué se
refiere[6]. Mi punto de vista personal es que debe ser entendida como sigue[7].
Las ecuaciones de producción representan un cuadro formalizado de una economía
supuestamente real, en la cual va realizándose la producción real (se trata, por así
decirlo, de una radiografía que muestra su esqueleto). Hay una determinada fuerza de
trabajo empleada y un flujo especificado de artículos continuamente consumidos y
recreados en el proceso de producción. (El capital fijo se trata por separado). En cada
período surge un determinado producto excedente, por encima y además de la
sustitución de los artículos consumidos. Se trata de un excedente en el sentido de
producto neto (v+p), no de plusvalía (p).

Las ecuaciones de Sraffa describen la técnica de producción en uso en términos de una


tabla input-output. (Este es un concepto que parecía más original cuando fue concebido
que treinta años después, cuando apareció publicado en 1960). Con frecuencia se
plantea la cuestión; ¿qué ocurre con las economías de escala? ¿Qué ocurre con la
demanda? En la economía cuyo cuadro se está trazando, existe una cierta composición
particular del producto que se produce en unas ciertas proporciones particulares; no hay
campo para las variaciones de escala. Puesto que no hay bienes no vendidos, debe existir
simplemente la demanda suficiente como para absorber el producto neto, con los
precios y las rentas dadas. No hay campo para las variaciones de los “gustos”. El
producto va siendo absorbido porque se produce, y va siendo producido porque se
absorbe.
Ni tampoco hay variación alguna en la técnica. Las existencias de inputs en curso hoy
fueron producidas en el pasado por los mismos procesos que se utilizan hoy, y las
existencias se reponen de forma que estén disponibles para su uso mañana en los
mismos procesos.
Ahora bien, manipulando las ecuaciones podemos calcular el tiempo de trabajo directa e
indirectamente requerido para producir una unidad de cada mercancía (por el método
de los subsistemas). Tenemos aquí, por primera vez, una exposición exacta (dentro de
las especificaciones del modelo) del significado del valor. El valor de cualquier
mercancía es únicamente una cantidad de horas-hombre, pero el trabajo no podría
haber producido tal mercancía sin un stock, preexistente, de inputs apropiados; parte
del trabajo indirectamente requerido para producir la mercancía es aquel que sustituye
a los inputs. Por mucho que nos remontáramos en el pasado, mentalmente, nunca
llegaríamos al primer hombre que produjo el primer producto [output] con el único
recurso de sus manos.
Ir hacia atrás es un movimiento en el tiempo lógico. En la historia, desde luego, si
rastreáramos la producción en dirección a sus orígenes pronto deberíamos llegar a una
técnica más antigua a partir de la cual se desarrolló la presente, y si retrocedemos
directamente a los cazadores que atrapaban castores y ciervos, nos encontraremos con
que los inputs eran suministrados por la naturaleza. (El tiempo lógico puede trazarse de
izquierda a derecha en la superficie de una pizarra. El tiempo histórico se mueve desde
el oscuro pasado a sus espaldas hacia desconocido futuro que tiene delante.)
Llegamos ahora al meollo del asunto. Las ecuaciones técnicas no pueden por sí solas
explicar los precios. En la economía real, rigen unos precios. Podemos postular una tasa
de ganancia uniforme, y cuando es una tasa fijada –una tasa porcentual por períodos de
rotación- podemos establecer cuáles deberían ser los precios. Pero ello no es sino lo que
da la casualidad que son. Los precios no se hallan determinados por las condiciones
técnicas.

Esto queda demostrado por medio de otro cálculo conceptual. Desplacemos la tasa de
ganancia por todos los valores, de cero hasta el valor máximo, haciendo variar
correspondientemente la participación de los salarios en el producto neto, decreciendo
de uno a cero, y obsérvese cómo se comportan los precios. En el tiempo histórico,
naturalmente, no sería posible tener la misma composición física del producto con
participaciones de salarios y beneficios ampliamente diferentes (los capitalistas
desearían obtener su participación en acero y caviar, los obreros en queso y botas). El
cálculo es únicamente un movimiento en el tiempo lógico.

Ahora bien, ¿cuál era el objeto de esta meticulosa construcción (y de las muchas
elaboraciones del caso simple que contiene el libro)? El objeto era un “Preludio a una
crítica de la teoría económica”. Tal construcción pone fuera de combate, de una vez por
todas a la teoría de la productividad marginal de la distribución. Esta teoría pretendía
mostrar cómo las condiciones físicas de la producción determinan las “remuneraciones”
de los “factores de la producción” de acuerdo con la aportación de cada uno de ellos al
producto de la industria.
Desde luego, ustedes y yo siempre hemos sabido que esa teoría era absurda, pero por
mucho que los marxistas la cañonearan desde el exterior nunca consiguieron derribarla.
Ahora ha sido explosionada desde el interior.

El objetivo de Piero Sraffa se hallaba centrado en la ortodoxia pero, de


pasada, Sraffa ha mostrado a los marxistas cómo resolver el “problema de la
transformación” y ha dado respuesta al antiguo rompecabezas: ¿proporciona la teoría
del valor trabajo una teoría de los precios? La respuesta es que los precios normales no
son, en general, proporcionales a los valores aunque unos y otros se hallan relacionados
entre sí de una forma precisa y sistemática a través de la tasa de ganancia. (Si la tasa de
ganancia no es uniforme, los precios pueden hallarse en una total confusión, como
ciertamente lo están habitualmente.)
La siguiente pregunta es: ¿qué determina la tasa de ganancia? Si nos basamos en las
indicaciones del modelo, podría ser cualquier cosa.

Algunos lectores han interpretado el cálculo de los movimientos ascendentes y


descendentes de la tasa de beneficio y la participación de los salarios como una
referencia a la guerra entre clases. Pero se trata de un total malentendido.
Con una única técnica y un producto neto dado, queda poco espacio para una lucha en
torno a los salarios y, en cualquier caso, tal movimiento es únicamente un movimiento
de la vista que sube y baja a lo largo de una curva en la pizarra.

En la economía real, en el momento en que fue tomada la fotografía de la misma, la


participación de los salarios había sido ya alumbrada por la historia pasada, y en el
futuro real, que se halla ante la pizarra, se verá influencia por la interacción del cambio
técnico, la acumulación de capital, el crecimiento del monopolio, el poder negociador de
los sindicatos y la intervención, benevolente u hostil, del Estado.

El modelo de Sraffa dice muy exactamente lo que tiene que decir y nada más.
Sobre este extremo, Meek se halla en un error. Trata de plasmar, a base de manipular
las ecuaciones, un proceso histórico de transición de un mundo precapitalista –en el que
regían los precios determinados por los valores –al capitalismo, con una tasa de
ganancia uniforme (págs. XXXIII y siguientes). Proyectar el problema de la
transformación sobre la historia parece algo muy traído por los pelos: no es posible que
haya ocurrido nada parecido. Además, presentarlo en términos del modelo de Sraffa es
completamente ilegítimo. La producción simple de mercancías no fue una
tecnología input-output sino un conjunto de grupos independientes de productores y su
propio equipo. El profesor Meek tenía que haber recordado lo suficiente del marxismo
de Ron para reconocer la diferencia entre modos de producción distintos.
La contribución de Sraffa al marxismo es básicamente negativa: deshacerse de la
basura de la teoría ortodoxa. Les toca ahora a los marxistas escapar del caparazón del
dogmatismo y emprender la construcción de la economía política de hoy en el espacio
que Sraffa ha clarificado.

La teoría del valor-trabajo en Marx

La teoría del valor-trabajo se conoce principalmente por los estudios al respecto de Karl Marx, en su
obra El Capital, siendo un principio fundamental en el pensamiento económico del marxismo.

El valor de las mercancías

Marx parte de la base de que el valor de una mercancía está determinado por la cantidad de trabajo
socialmente necesario para producirla. Este trabajo socialmente necesario se refiere al trabajo
humano abstracto, es decir: gasto de esfuerzo físico y mental humanos, independientemente de las
características concretas del trabajo (alfarería, herrería, etc.). La cantidad de trabajo se mide en
tiempo, habitualmente en horas.
Sin embargo, no todas las personas trabajan igual, sino que su trabajo depende de su edad, de su
experiencia, su habilidad, su destreza, su forma de organizarse, etc. Si el valor de una mercancía
dependiese únicamente del tiempo individual que ha costado producirla, se llegaría a una situación
absurda, que cuanto más lento se trabajase, tanto más aumentaría el valor de la mercancía
resultante de ese trabajo. De esta manera se premiaría el despilfarro de trabajo y a los trabajadores
perezosos o poco hábiles. La economía sería mucho menos productiva: se perdería el tiempo del
productor para fabricar la mercancía, el tiempo del comprador, que necesita trabajar más horas para
adquirirla, en definitiva, tiempo de trabajo social.
Así pues, el valor de cambio de una mercancía no es igual al trabajo individual, sino al trabajo
socialmente necesario para producirla, siendo esto la cantidad de trabajo necesario en condiciones
medias de productividad en una determinada sociedad y en una determinada época.
Una segunda precisión se refiere al concepto de cantidad de trabajo. Como ya se ha explicado, la
cantidad de trabajo se mide en horas, pero tampoco se puede establecer un criterio completamente
unificador entre todos los trabajos, pues no todos los trabajos son iguales. Cabe establecer la
diferencia entre el distinto grado de cualificación que requieren distintos trabajos. Así, no son
equiparables los trabajos de albañil y arquitecto, pues no necesitan la misma cualificación. Si ambos
trabajos se remunerasen de la misma manera, esto implicaría que la cualificación no produce un
valor añadido al trabajo y sería inútil, por lo que nadie desearía adquirir una cualificación
profesional. Por ello es que Marx concibe las categorías de trabajo medio simple (el que no requiere
una capacitación extra respecto al nivel de educación medio) y el trabajo complejo, que puede
tomarse en cuenta como trabajo simple multiplicado.

El valor de la fuerza de trabajo y el valor generado por ella

En la sociedad capitalista la fuerza de trabajo es una mercancía como cualquier otra, por lo que su
valor es igual al tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla. O sea, el valor de los
bienes necesarios para la existencia del trabajador y su familia. Pero la fuerza de trabajo tiene la
particularidad respecto a las demás mercancías empleadas en la producción (maquinaria, materias
primas) de que puede traspasar a la mercancía un valor superior a su propio valor, un plusvalor.
Este plusvalor surge del plustrabajo o el trabajo más allá del necesario para reproducir el valor de la
fuerza de trabajo.
Para entender esto es clave entender la diferencia entre fuerza de trabajo y trabajo. El trabajo es el
empleo de la fuerza de trabajo. El capitalista que contrata a un empleado no compra su trabajo sino
su fuerza de trabajo. Como la jornada laboral se extiende (y para el capitalismo así es necesario
que sea) más allá del tiempo de trabajo necesario para reproducir el valor de la fuerza de trabajo,
tenemos un tiempo de plustrabajo, en el cual se genera un plusvalor apropiado por el capitalista.
La teoría del valor de Marx no tiene como objetivo predecir el precio de las mercancías, sino de
comprender las fuerzas principales que regulan el intercambio de las mercancías. En el caso
particular de la mercancía "fuerza de trabajo", la ley del valor sirve para explicar el origen de la
ganancia capitalista: el plusvalor.
Teoría del valor de Karl Marx

La teoría del valor de Karl Marx sostiene que el valor de una mercancía depende
del trabajo socialmente necesario para producirla. Es decir, se calcula en base al
tiempo promedio requerido por las empresas del sector para fabricar un
determinado bien.

Lo anterior se entenderá mejor con un ejemplo. Supongamos que en la compañía


DIMA, fundada por los hermanos Diego y Martín Fernández, se invierten 10 horas para
confeccionar una camisa blanca. Sin embargo, las firmas de la industria demoran en
promedio 8 horas en fabricar esa misma prenda.

Entonces, la empresa DIMA deberá pagar mayores salarios que la media del sector


para manufacturar la misma mercancía. Es decir, los costes de producción de la familia
Fernández serán más altos, y sus ganancias serán menores, en comparación a su
competencia.

Características de la teoría del valor de Karl Marx

Entre las características de la teoría del valor de Karl Marx destacan:

 Sigue la línea de la teoría del valor en la economía clásica al considerar al trabajo


como el factor clave. Sin embargo, incluye el concepto de competencia. Así, el oferente que
invierta menos horas hombre en fabricar un bien, obtendrá mayores beneficios.
 Marx sostiene que el intercambio se genera cuando dos bienes satisfacen necesidades
diferentes, es decir, cuando no poseen el mismo valor de uso (concepto desarrollado por Adam
Smith). Por ejemplo, una persona puede vender alguna de sus prendas para luego comprar los
audífonos que le hacen falta.
 Según la teoría marxista, todas las mercancías tienen en común una sustancia: el
trabajo. Dicha variable permite establecer equivalencias para aceptar el intercambio. Por
ejemplo, supongamos que se requieren 10 horas para confeccionar un par de zapatos y 5
horas para fabricar un polo. Entonces, se necesitará entregar o vender dos polos para adquirir
un par de zapatos.
 Marx distingue entre los conceptos de producto y mercancía. La segunda tiene una
utilidad (valor de uso) y un valor de cambio porque es creada para venderse. Sin embargo, un
producto se fabrica con el único fin de cubrir una necesidad de quien lo crea (o de sus
familiares o amigos). Por ejemplo, si una persona teje una chompa para su hijo. En este caso,
el objetivo no es el intercambio, sino el propio consumo.
 Marx sostiene que una mercancía siempre es la materialización de cierta cantidad de
trabajo abstracto, medido por las horas hombre requeridas.
 El trabajo abstracto es todo esfuerzo humano físico y mental desplegado para un
proceso de producción. En cambio, el trabajo concreto es una acción específica. Por ejemplo,
el ensamblaje de una máquina.
Tiempo, valor y productividad

El tiempo no es una medida exacta del valor, según Marx. Si asumimos simplemente
que a más horas trabajadas, más valioso es un bien, es posible concluir que los
empleados más productivos son los que más demoran en cumplir su labor.

Sin embargo, la realidad es que una persona es más eficiente que otra si logra realizar
la misma faena en menos tiempo. Por esa razón, Marx considera que debe tomarse
como medida del valor las horas hombres promedio requeridas en la industria. Es decir,
se calcula una media con los datos de todas las empresas que fabrican un determinado
bien.

Karl Marx: teoría del valor trabajo y proceso de valorización

Nos acercamos a lo que anteriormente se había mencionado y es la teoría del


valor-trabajo de Marx. El autor nos presenta una mercancía particular que se
diferencia de las demás mercancías:

“una mercancía cuyo valor de uso posea la peregrina cualidad de ser fuente de valor,
cuyo consumo real sea por sí mismo objetivación de trabajo y, por tanto, creación de
valor…el poseedor de dinero encuentra esta mercancía específica en el mercado: la
capacidad de trabajo o la fuerza de trabajo”[1].

Conviene recordar este concepto de fuerza de trabajo que consiste en “el conjunto


de condiciones físicas o espirituales que existen en la corporeidad, en la personalidad
viviente de un hombre y que éste pone en movimiento cada vez que produce valores
de uso de cualquier tipo”[2]. El trabajador se presenta en el mercado como una
mercancía más, como un poseedor de fuerza de trabajo que la vende a cambio de un
salario. Marx señala que, para que su poseedor la venda como mercancía, debe ser
libre propietario de su capacidad de trabajo. En el mercado se enfrentan el trabajador
y quien posee el dinero, vale decir, dos poseedores de mercancías jurídicamente
iguales. El propietario de la fuerza de trabajo la vende por un tiempo
determinado, ya que de lo contrario, se convertiría en un esclavo lo que significría
que su persona sería en su totalidad propiedad del poseedor del dinero. Otra condición
de relevancia que debe darse para que el poseedor de dinero encuentre en el mercado
la fuerza de trabajo como mercancía, “en que su poseedor, no pudiendo vender
mercancías en que se materialice su trabajo, debe, por el contrario, ofrecer como
mercancía su propia fuerza de trabajo, identificada en su corporeidad viva”[3] . El
obrero que el capitalista debe encontrar ha de ser libre de disponer su fuerza de trabajo
y no debe tener otras mercancías que vender. Marx hace una precisión importante y es
que este escenario donde se encuentra el poseedor del dinero y el trabajador libre
dueño únicamente de su fuerza de trabajo no es una relación histórica natural ni
social, común a todos los períodos de la historia. En un pasaje señala que la aparición
de un producto como mercancía requiere de una división del trabajo dentro de la
sociedad tan desarrollada que en ella se consuma el divorcio entre el valor de uso y el
valor de cambio, que sólo comienza en el trueque directo. Pero tal peldaño del
desarrollo es común, desde el punto de vista histórico, a las más distintas formaciones
económicas de la sociedad. Esta relación no es, por lo tanto, ahistórica sino que
comienza un tiempo determinado, cuando se dan una serie de condiciones que hacen
surgir el sistema capitalista de producción. Tenemos entonces en el mercado la fuerza
de trabajo que constituye una mercancía particular ya que su valor de uso tiene aquella
característica especial que es la de producir valor.

El trabajo presenta una doble utilidad: la de satisfacer una necesidad y la


de crear valor. Esto último hace que el trabajo no tenga valor por sí mismo, por
lo que hablar de "valor de trabajo" es inexacto, de acuerdo Marx. Una vez que el
propietario de los medios de producción ha comprado la fuerza de trabajo, este
la posee. Lo que se le presenta al capitalista en el mercado no es el trabajo, sino
que el trabajador que vende su fuerza de trabajo. Como escribió Marx, lo que le
interesa al capitalista es producir un objeto útil que tenga valor cambiable, es
decir, una mercancía. Ahora bien, esta mercancía debe superar el valor de
aquellas que fueron empleadas para producirlas, esto es, a los medios de
producción y la fuerza de trabajo en que invirtió su dinero. En palabras de
nuestro pensador, el capitalista no quiere sólo producir una cosa útil, sino que
un valor, y no bastando esto, también un sobrevalor o plusvalia. Por el contrario,
si el valor del producto es equivalente al valor del capital adelantado, aquel
capital no ha engendrado plusvalía. Tenemos así que el valor que la fuerza de
trabajo posee y lo que puede crear son diferentes en magnitud, vale decir, la
fuerza de trabajo puede producir en un día mas valor del que ha costado. ¿Cómo
se determina el valor de la fuerza de trabajo? Ya lo señalé anteriormente y la
respuesta es: como el de cualquier otra mercancía. El valor de la fuerza de
trabajo se determina por el tiempo de trabajo necesario para su producción, en
este caso, para la reproducción del trabajador.  Así, Marx señala: “Para
mantenerse, el ser viviente necesita una cierta suma de medios de subsistencia. El
tiempo necesario para la producción de la fuerza de trabajo se reduce, por eso, al
tiempo de trabajo necesario para la producción de estos medios de subsistencia, o
sea, el valor de los medios de vida necesarios para la subsistencia de su
poseedor”[4]. El trabajador gasta una cantidad determinada de músculos,
energía cerebral, nervios que debe reponer para realizar el trabajo durante los
días que trabaja a la semana. Cabe tener en consideración que las condiciones de
trabajo de la Inglaterra del siglo XIX era paupérrimas, con jornadas laborales
extenuantes y sin ningún tipo de seguridad laboral. Pero además el trabajador tiene
otras necesidades como alimentos, calefacción, vivienda y vestido, que varían de
acuerdo a las condiciones climáticas, geográficas y culturales de cada país. Marx
agrega que, a diferencia de otras mercancías, “la determinación del valor de la fuerza
de trabajo contiene, por tanto, un elemento histórico y moral. Sin embargo, para un
país y una época determinada, está dada la suma promedio de medios de subsistencia
necesarios”[5]. El límite mínimo del valor de la fuerza de trabajo “está dado por el
valor de aquella masa de mercancías cuyo diario aprovisionamiento es indispensable
para que el portador de la fuerza de trabajo…pueda renovar su proceso de vida; es
decir, por el valor de los medios de vida físicamente indispensables”[6].

Por lo tanto, si el precio de la fuerza de trabajo cae por debajo de este mínimo, se
traducirá en que el trabajador no podrá desarrollarse de manera suficiente. Algo
esencial para que el sistema se mantenga y el valor continúe valorizándose es que los
vendedores de la fuerza de trabajo puedan perpetuarse en el tiempo, ya que el ser
humano es mortal y por lo tanto llega un momento en que la fuerza de trabajo
abandona para siempre el circuito de intercambio y debe ser repuesto por otro
trabajador. Al respecto escribe Marx:

“La suma de los medios de subsistencia requeridos par la producción incluye también
los medios de subsistencia de los sustitutos, es decir, los hijos del obrero, de modo tal
que esta raza especial de poseedores de mercancías se eternice en el mercado”[7].
Marx también menciona el hecho de que el trabajador debe adquirir ciertas
habilidades y destrezas, lo que implica la formación o educación de éste, lo que hoy se
conoce como “capital humano”. En palabras del pensador alemán:  “Estos costos de
aprendizaje, extremadamente pequeños para la fuerza de trabajo común y corriente,
entran en la suma de los valores invertidos en su producción”[8].

Continuemos con el encuentro entre estos dos sujetos que entran en contacto en el
mercado. Marx explica que en todos los países donde impera el modo capitalista de
producción, la fuerza de trabajo se paga después de que haya funcionado durante
el plazo establecido en el contrato de compra. De esta manera el trabajador adelanta
al capitalista el valor de uso de su fuerza de trabajo que es consumida por el
comprador antes de que el trabajador reciba su precio. Para una mejor comprensión
Marx cree útil suponer que el poseedor de la fuerza de trabajo, al venderla, recibe
inmediatamente el precio establecido en el contrato. Marx termina la sección segunda
sobre la transformación del dinero en capital señalando que el proceso de consumo de
la fuerza de trabajo es simultáneamente el proceso de producción de mercancías y de
plusvalor, siendo este consumo llevado a cabo fuera de la órbita de circulación. 

Marx continúa analizando el proceso del trabajo, el concepto de trabajo y en qué


se diferencia del trabajo animal como ya tuvimos oportunidad de ver anteriormente.
La acción del ser humano en proceso laboral produce una transformación del objeto
del trabajo con arreglo a un fin propuesto de antemano, proceso que se extingue en un
producto que constituye un valor de uso. Ahora bien, sucede que un valor de uso
producto de un trabajo puede ser a su vez medio de producción de otro trabajo, por lo
que los productos no son solamente resultados sino que también condición del proceso
del trabajo. La materia prima puede ser la sustancia principal de un producto o
simplemente participar como materia auxiliar en su fabricación, que es consumida por
medio del trabajo tal como sucede con el carbón que es consumido por la máquina. La
materia auxiliar puede ser igualmente incorporada a la materia prima para producir en
esta una transformación de tipo material. Por último, la materia auxiliar sirve para
ayudar a la ejecución del trabajo mismo. Así tenemos que cada objeto posee múltiples
propiedades y pueden ser utilizadas en diversas aplicaciones útiles. De esta manera, de
acuerdo a Marx, “el hecho de que un valor de uso aparezca como materia prima,
medio de trabajo o producto, depende exclusivamente de la función específica que
desempeñe en el proceso de trabajo, del lugar que en él ocupe; y al cambiar este
lugar, cambia su uso”[9].

Otro punto relacionado con esto es que si los productos no son meramente resultado
sino que condición de existencia del proceso de trabajo, entonces “su incorporación a
este proceso…su contacto con el trabajo vivo, es, por otro lado, el único medio de
conservar y realizar como valores de uso estos productos del trabajo
anterior”[10]. El trabajo absorbe productos para crear productos o utiliza los
productos como medios de producción de otros nuevos. El proceso de trabajo es una
actividad específica orientada a la producción de valores de uso, una adecuación de lo
natural a las necesidades humanas. En este proceso no hay nada personal, no se
representa al trabajador relacionándose con otros trabajadores, sino que al hombre y
su trabajo por una parte, y la naturaleza y sus materias por otra. Marx añade que este
proceso no nos revela bajo qué condiciones transcurre, no nos revela tampoco si se ha
desarrollado bajo el látigo brutal del capataz de esclavos o bajo la mirada recelosa del
capitalista. En el régimen capitalista de producción el proceso de trabajo, en
cuanto transcurre como un proceso de consumo de la fuerza de trabajo por el
capitalista, presenta dos fenómenos peculiares. El primero es que el obrero trabaja
bajo el control del capitalista quien vela para que el trabajo se ejecute de manera
racional y eficiente. En segundo lugar, el producto es propiedad del capitalista y no
del productor directo. El capitalista paga al obrero el valor de un período x de tiempo
por su fuerza de trabajo apropiándose de esta manera del valor de uso que le ha
vendido el obrero al entregarle su trabajo. El capitalista al comprar la fuerza de trabajo
incorpora el trabajo mismo como fermento vivo a los elementos muertos de creación
del producto. También tenemos que el capitalista, al consumir la fuerza de trabajo,
añade a este los medios de producción que son de su propiedad. Frente a este
escenario, Marx señala: “El proceso de trabajo es un proceso entre objetos
comprados por el capitalista, entre objetos que le pertenecen. Por tanto, el producto
de este proceso le pertenece con el mismo derecho que el producto del proceso de
fermentación en su bodega”[11].

Pasemos ahora al proceso de valorización. Aquí Marx explica que los valores


de uso no se producen porque sí, sino que por ser portadores de valor de
cambio. El capitalista persigue por una parte, producir un valor de uso que tenga
un valor de cambio, es decir, destinado a la venta, esto es, una mercancía.  Por
otra parte el capitalista busca producir una mercancía cuyo valor sea mayor
que la suma de los valores de las mercancías requeridas para su
producción. En pocas palabras, el capitalista no sólo quiere producir un
valor de uso y valor, sino que una mercancía que pueda darle plusvalor.
Para responder a la pregunta sobre el proceso de valorización hay que recordar
que el valor de una mercancía está determinado por la cantidad de trabajo
materializado en su valor de uso o, para ser más preciso, por la cantidad de
trabajo socialmente necesario para su producción. Marx procede a explicar
cómo se puede efectuar el cálculo del trabajo objetivado en el producto. El autor
nos proporciona el ejemplo del hilandero quien, para producir el hilado, necesita
de x libras de algodón por el valor de 10 chelines, y el desgaste de la masa de
husos que representaría un valor de 2 chelines. Suponemos además que en el
hilado se objetivan dos días de trabajo.

 Tenemos que, al determinar el valor del hilado o del tiempo de trabajo requerido para
la fabricación de este, debemos considerar “como distintas fases consecutivas del
mismo proceso de trabajo los diversos procesos de trabajo particulares, separados en
el tiempo y en el espacio, que es necesario recorrer para producir el algodón y la
masas de husos desgastada y hacer finalmente hilado del algodón y los
husos”[12]. Así tenemos que los valores de los medios de producción, esto es, el
algodón y los usos por un valor de 12 chelines son las partes integrantes del valor del
hilado, pero bajo dos condiciones. La primera es que el algodón y los husos realmente
sirvan para la producción de un valor de uso. En segundo lugar,  es necesario que se
haya empleado únicamente el tiempo de trabajo necesario bajos las condiciones
sociales de producción imperantes. Por ejemplo escribe Marx:

“Si al capitalista se le ocurriese, por un acto de fantasía, emplear husos de oro en


lugar de husos de acero, en el valor del hilado se contaría, sin embargo, sólo el
trabajo socialmente necesario, es decir, el tiempo de trabajo requerido para la
producción de husos de acero”[13]. Tenemos ahora que responder cuál es la fracción
de valor que el hilandero añade con su trabajo al algodón. Si el precio de x libras de
hilado equivale a 10 chelines (algodón), 2 chelines (desgaste de los husos) y 3
chelines (valor de un día de la fuerza de trabajo) tenemos que el capitalista tuvo que
invertir o adelantar 15 chelines, por lo que no querrá obtener como resultado de su
inversión los mismos 15 chelines.  Al respecto escribe Marx: “De nada sirve que el
valor del hilado se haya incrementado, pues su valor es sólo la suma de los valores
antes distribuidos entre el algodón, los husos y la fuerza de trabajo, y de la simple
suma de valores existentes jamás puede brotar un plusvalor”[14].

Frente a esta situación el capitalista no puede resignarse a comprar las mercancías ya


listas en lugar de producirlas, ya que tal decisión la podrían adoptar los demás
capitalistas lo que tendría como resultado el que los capitalistas no podrían encontrar
mercancías en el mercado. Tampoco puede contentarse con consumir
productivamente los 15 chelines, ya que el objetivo del capitalista es vender su
mercancía y obtener una ganancia adicional. Frente a esta situación se pregunta Marx,
asumiendo el rol del capitalista:

“¿Acaso el obrero puede crear productos de trabajo, producir mercancías, con sus
brazos inermes, en el vacío? ¿Quién sino él, el capitalista, le dio la materia con la
cual y en la cual el obrero materializa su trabajo?...¿acaso no le presta a la sociedad
un servicio inapreciable con sus medios de producción,  su algodón y sus husos, y no
se lo presta también al obrero, a quien, además, le suministra los medios de vida?
¿No ha de cobrar este servicio?”[15].

Se genera una pugna de merecimientos entre el trabajador y el capitalista, ya que el


segundo podría cuestionarse si el primero en realidad también trabaja, es decir, el
capitalista pagó 3 chelines y el trabajador le devolvió el equivalente en el valor de 3
chelines añadidos al algodón. Pero luego el capitalista se pregunta si él mismo no es
un trabajador, después de todo, este vigila y dirige la actividad, por lo que él
también es un creador de valor. Si el capitalista quiere hacer su actividad rentable y
obtener un plusvalor, entonces debe gastar trabajo en forma útil para crear valor. Si
sólo es necesario medio día de trabajo para mantener al obrero con vida las 24 horas,
entonces nada impide que trabaje la jornada completa. Lo que el capitalista capta es
que en el proceso de trabajo, el valor de la fuerza de trabajo y su valorización
son dos cosas distintas, por lo que debe saber aprovechar esta mercancía particular y
su valor de uso específico que le permite ser fuente de un valor mayor al que esta
misma tiene. El capitalista tiene el poder de extender la jornada laboral, por lo que si
en 6 horas los trabajadores producen el equivalente a lo invertido por el capitalista,
entonces este último los puede hacer trabajar po 12 horas para obtener 6 horas de
plustrabajo. Dentro de este contexto, señala David Harvey, la ideología burguesa y sus
conceptos de igualdad, libertad y propiedad, sólo constituyenuna máscara que permite
justificar la extracción de plusvalor del obrero. Respecto a esto Marx escribió:
“La órbita de la circulación o del intercambio de mercancías, en cuyo marco se
desenvuelve la compra y la venta de la fuerza de trabajo, era, en realidad, un
verdadero edén de los derechos innatos del hombre. Dentro de sus límites imperan
exclusivamente la libertad, la igualdad, la propiedad y Bentham. ¡La libertad! Pues
el comprador y el vendedor de una mercancía, por ejemplo de la fuerza de trabajo, se
someten sólo a su libre voluntad. Contratan como hombres libres e iguales
jurídicamente. El contrato es el resultado final en que sus voluntades cobran una
expresión jurídica común. ¡La igualdad! Pues compradores y vendedores se refieren
recíprocamente solo como poseedores de mercancías, cambiando equivelente por
equivalente. ¡La propiedad! Pues cada uno dispone únicamente de lo que es suyo. ¡Y
Bentham! Pues cada uno se preocupa únicamente de sí mismo. El único poder que los
une y los pone en relación es el de su propia utilidad, de su provecho particular, de
su interés privado”[16].

De acuerdo a este edén ficticio en donde todos sacan provecho de sus acciones, Marx
nos revela que las cosas están lejos de ser de ese modo si observamos detenidamente
lo que ocurre en el proceso de producción, cuando el capitalista decide extender la
jornada laboral para obtener del obrero plusvalor.

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