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Orgasmo femenino

Fecha Lunes, 21 abril a las 00:31:56


Tema Sexo y Reproducción

Una buena relación sexual que culmina con el orgasmo, desencadena en las mujeres una gran
sensación de goce, placidez y relajación; también promueve tónicos saludables: ejercita los
músculos de la vagina y la actividad muscular en general, así como las articulaciones.
Aumenta la circulación sanguínea, incrementa la actividad de la glándula pituitaria, estimula
la tiroides y origina las secreciones de los ovarios y de las glándulas adrenales, además de ser
una bendita manera para bajar de peso.

Por: Aloyma Ravelo

La anorgasmia es una de las dificultades sexuales más comunes en las mujeres, significa la
ausencia, las fallas frecuentes o por etapas del orgasmo.

Antes de la década del 70, a quienes tenían tales trastornos, se les llamaba frígidas. Este
término sólo se utiliza actualmente para referirse a aquellas mujeres –casos realmente raros–
que no tienen apetito sexual alguno, no sienten en lo absoluto deseos de contactos sexuales
con nadie ni logran excitación ante los estímulos eróticos.

Lo cotidiano es que un número no despreciable de mujeres gusten de la compañía amorosa


de su pareja, disfruten de las caricias y juegos sexuales, pero que, durante el coito, no
alcancen el clímax de la sensación placentera del orgasmo.

Entrando en detalles, es importante diferenciar entre anorgasmia primaria y secundaria. La


primera, se refiere a las mujeres que nunca han logrado el orgasmo, con ninguna de las
parejas sexuales, mientras que la segunda, abarca a aquellas que lo han tenido pero que, por
etapas o con frecuencia, no logran alcanzarlo.

Mucho ha avanzado la ciencia en este campo y existen técnicas eficaces que permiten
resolver una gran parte de estos conflictos. En todas las provincias del país, existen consultas
especializadas que atienden tales disfunciones sexuales. No siempre es una terapia fácil y
sencilla, sobre todo en el caso de la anorgasmia primaria, pero las posibilidades de
recuperación son altas y vale la pena intentarlo ya que, generalmente, este es uno de los
problemas sexuales que la pareja no puede resolver por sí misma.

Quejas femeninas

La anorgasmia puede deberse a innumerables circunstancias, que van desde el


empeoramiento de la situación con el compañero, las pocas habilidades masculinas para
excitar a la mujer hasta el estrés mantenido o las depresiones.

Hace tiempo se sabe, por múltiples estudios, que la inmensa mayoría de las disfunciones
orgásmicas femeninas son de tipo psicógeno. Esto quiere decir que en sólo pocos casos, la
falta de orgasmo se debe a causas físicas. Pongo un caso sencillo como ejemplo: algunas
mujeres, después del parto, demuestran un marcado desinterés sexual, rechazan las alusiones
del compañero para intimar, y esto nada tiene que ver con el proceso del embarazo y
alumbramiento pues, al cabo de un breve tiempo, todas nos recuperamos y nuestro organismo
vuelve a la normalidad. Lo que sucede en ellas es que se entregan de manera absoluta a su
nueva función de madres.

Existen otras situaciones más comunes que cuentan las propias mujeres y es la queja que
apunta directamente a los hombres. El encuentro íntimo es un dar y recibir caricias, ternuras,
de ambas partes y deseadas por ambos. Pero esto solo no basta. Es necesario, tanto para él
como para ella, superar algunas actitudes erróneas de la sexualidad como es el hecho de
conversar sobre lo que nos gusta o no, lo que nos excita o no. Conducirlo con delicadeza y
amor.

Muchas mujeres tienen la falsa fantasía de que el hombre cubano lo sabe todo, es como una
especie de adivino que conoce los vericuetos del placer y los provoca a borbotones. Está en
la imaginería popular que, en materia amorosa, es un campeón. Sin embargo, desnudos sobre
la cama, no se le puede dejar todo el entusiasmo y la excitación al lenguaje de los cuerpos. Se
pueden susurrar muchas cosas que indiquen mejores excitaciones y el máximo placer.

Quizás las tantas películas que vemos donde se muestran escenas eróticas, han falseado la
realidad de algunas personas. Se muestran mujeres hirvientes de deseos desde el primer beso;
escenas arrebatadas de pasión, orgasmos como terremotos... Después que un matrimonio de
sexólogos norteamericanos, Virginia Johnson y William Masters, estudiaron las Respuesta
Sexual Humana y comprobaron en laboratorio que el nivel de excitación, en condiciones
óptimas, se desarrolla en nosotras de una manera más lenta, los hombres han tenido que
aprender a esperar a sus compañeras sexuales y darle el tiempo que ellas necesitan para
alcanzar el clímax, si verdaderamente quieren llegar a un buen acople.

Una vez oí decirle a una mujer –sin conocimientos técnicos sobre el sexo pero sí con la
suficiente práctica– que el orgasmo femenino pende siempre de un hilo. Y es cierto. Se sabe,
por múltiples estudios, que nuestra reacción orgásmica es más compleja y susceptible a
trastornos que la de los hombres.

Muchas mujeres se han dado cuenta de todas estas cosas, por su propia experiencia. Se han
percatado de que los hombres, apenas con la visión desnuda de una mujer que le agrada,
pueden lograr gran excitación; sin embargo, nosotras, generalmente alcanzamos esos niveles
mediante las caricias y ternuras. Otras mujeres pueden referirse a que logran una adecuada
excitación exclusivamente mediante caricias en el clítoris.

El hecho de que esta sea la única forma de asegurar el desencadenamiento del orgasmo,
preocupa a algunas mujeres al pensar que están muy limitadas o que eso causa un tedioso
aburrimiento al compañero. En aras de barrer inquietudes, es oportuno subrayar que el
clítoris es un órgano situado unos centímetros por encima de la entrada de la vagina, que está
en nuestra fisonomía con el don exclusivo de darnos placer sexual. Las cuentas son sencillas:
¿ Cuál es el sentido de desaprovechar tal órgano de excitación si lo tenemos precisamente
para eso?

Según una encuesta realizada en Alemania por el sexólogo S. Schnabl, y son cifras más o
menos coincidentes en muchos países, el 50% de las mujeres declaró que su mayor
satisfacción se manifestaba en el clítoris y sólo el 20% en el interior de la vagina. Explica el
Dr. Schnabl que el clítoris, debido a lo delicado de sus tejidos y a su inervación sensitiva, es
un órgano especializado en la recepción de estímulos sexuales capaces de provocar el
orgasmo, mientras que la vagina, con su doble papel de órgano de apareamiento y de
conducto para el parto, si bien presenta a su entrada terminaciones nerviosas que provocan
excitación, no alcanza la sensibilidad erótica del clítoris. Comenta, además, que por ello el
hombre no debe cohibirse de continuar con las caricias que más excitan a la mujer, hasta que
ella haya alcanzado el clímax, y como es ella quien mejor conoce sus propias reacciones y la
localización de las sensaciones más fuertes, debe indicarle al compañero qué es lo que desea
y cómo. Por último –agrega el especialista– durante el coito se pueden encontrar ciertas
posiciones mediante las cuales se logra un buen contacto con el clítoris.

Otras causas de anorgasmia

Hay mujeres que con nivel de información, que gustan del sexo con su pareja amorosa y
hábil –a pesar de un buen preludio sin prisas– no logran el orgasmo debido a que asumen el
“papel de espectadoras”, están excitadas pero intentan de manera consciente hacer esfuerzos
prolongados por llegar al clímax. Como afirman expertos en la materia, estos procesos no se
pueden imponer. El arranque desesperado por provocar el orgasmo, ya sea por propia
voluntad, ya sea porque el compañero, de alguna manera, está presionando o manifestando su
interés por concluir, es uno de los trastornos que afectan con particular frecuencia la vida
íntima de las mujeres.

Por tales razones, se recomienda disfrutar simplemente de las sensaciones que se van
presentando, única manera de que vayan en aumento hasta la culminación orgásmica, que
puede ser de uno o de varios para la mujer, si se continúa una estimulación apropiada. En el
sexo, como en tantas cosas de la vida, una no se puede poner metas. Disfrutar, sólo disfrutar
desde el principio como un acto de amor, que enriquece sumamente también nuestra
espiritualidad, y no encasquillarse en que vale solamente por el “final feliz”.

Quiero aclarar, por si acaso, que no existe en mis reflexiones ningún desliz de emprenderla
con los hombres o minimizar su fama de buenos amantes. Pretendo, más bien, hacer unas
necesarias consideraciones acerca de los roles de hombres y mujeres en la relación sexual.
Los estereotipos que aún existen y la necesidad de romper con ellos.

Son muchos los poquitos, es la verdad. Son importantes incluso, la hora y el día. Si un
hombre le insinúa a su pareja hacer el amor, decir sí, solo por complacerlo, es correr el riesgo
de ser únicamente objeto de placer. Así no vale. Es un mito que siempre estamos dispuestas a
tener sexo con un amante cariñoso. Si bien es cierto que el sexo es una delicia, también
resulta una actividad física a la cual hay que ir descansada y muy especialmente con la
disposición de pasarla bien. Lo demás, es jugársela a cara o cruz.

La terapeuta sexual Laura Caldiz, quien ha escrito varios libros de gran éxito en América
Latina, afirma que las parejas que conviven muchos años, ven apagarse los fuegos de los
primeros tiempos, y asisten, un poco desconcertadas, a una sucesión de relaciones sexuales
algo insípidas. Esto no tiene nada que ver con el amor que puede seguir desarrollándose y ser
más intenso de lo que era en los comienzos. Es sólo que pasa el tiempo y lo que era novedad,
ya no lo es, y así se le suman las rutinas del trabajo, los hijos y el mantenimiento de la casa.
No hay romanticismo ni pasión que resista tanta presión y tanta familiaridad. Es ahí donde la
aparición y mantenimiento de las fantasías sexuales pueden ser una interesante manera de
recuperar el erotismo.

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