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El Futuro de la Masonería

El 24 de julio de 2017, el día de San Juan, se celebraron los 300 años de la fundación de la
Gran Logia de Londres, que dio origen a la Gran Logia de Inglaterra. Con la creación de la
Constitución de Anderson en 1723 se establece la masonería moderna. Todo lo anterior a
estos hechos tiene interés histórico, pero no tiene consecuencias para su contenido
efectivo.

La masonería es la organización fraternal más antigua del mundo, basada en los principios
de integridad, amabilidad, honestidad y justicia. Estos ideales han permanecido inalterados
durante la historia de la masonería, mientras que nuestra sociedad se encuentra en una
situación de cambio permanente y radical.

¿Es posible entonces que la masonería sea todavía relevante?


¿Por qué ingresar a la masonería?
¿Alguien se interesa hoy en un Club de Tobi?
¿No están obsoletos los rituales?

Trataré de responder esas preguntas en el breve tiempo dispuesto para esta charla y
comenzaré por la relevancia de nuestra institución.

La relevancia
A principios de este año, ante la Asamblea de la Gran Logia de los Antiguos, Libres y
Aceptados Masones de Alemania, A.F.u.A.M.v.D., el Gran Orador Hans Hermann
Hoehmann, señaló que sus convicciones básicas respecto a lo que debe ser una masonería
actual se resumen en estos 7 postulados:

1.- La vida, el bienestar, la libertad y la felicidad de cada ser humano son la meta y el patrón
de comparación de la acción individual y social.
2.- Reconocer la propia dignidad humana y la de los demás es principio básico de una cultura
y sociedad humana.

3.- La responsabilidad de preservar el mundo, así como el uso justo y sostenible de los
recursos es la base de toda política moralmente justificada.

4.- El sentimiento de estar conectado por la empatía, el amor humano y la solidaridad es el


fundamento indispensable de un mundo capaz tanto de paz interior como de paz exterior.

5.- La promoción de las fuerzas creativas del hombre es la base para avanzar en el trabajo
sobre la propia personalidad y la sociedad.

6.- El pensar y el actuar deben orientarse por la rectitud, la búsqueda de la verdad y la razón.

7.- Es necesario seguir con la ilustración entendiendo que solo la razón y una ilustración
autocrítica permiten el diseño y desarrollo de estilos de vida y procesos sociales humanos.

Es interesante señalar, que, al revisar los principios de nuestra Gran Logia, contenidos en la
Constitución Masónica, nos encontramos con las mismas ideas. Estos valores son
universales y aceptados por gran parte de la sociedad actual. Los encontramos también en
la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

La masonería del siglo 21 es una amalgama de lo nuevo y antiguo, de tradición e innovación,


y los principios que nos mueven son aceptados y compartidos mayoritariamente en el
mundo moderno.

Por qué afiliarse a la masonería: la necesidad de pertenencia


La frase “el hombre es un animal social” puede sonar trillada, pero, sin embargo, es verdad.
Como muchos otros aspectos fundamentales de la condición humana, es probable que
nuestra necesidad de afiliación social esté programada en nuestros cerebros. No
necesitamos aprenderla, somos gregarios por naturaleza.

Diversos investigadores concuerdan en que la propensión innata para establecer lazos


sociales tiene claros beneficios reproductivos y de supervivencia, por ejemplo, compartir
alimentos, encontrar pareja, obtener ayuda y cuidado de la descendencia, protección frente
a rivales y mayor efectividad al cazar. Estas características, reforzadas por la selección
natural, se encuentran presentes en el hombre actual.

La necesidad de pertenencia se manifiesta de distintas maneras en los seres humanos. A


algunos les basta encontrarla en la familia. En la mayoría, el deseo va más allá y la red de
contactos y amigos es la que domina. En este segundo grupo encontramos a muchos de los
que están dispuestos a afiliarse a alguna asociación.

Las razones para unirse a una logia son variadas. Para algunos es la circunstancia que alguien
en su familia es o fue masón. Otros conocieron a algún masón que les hizo ver los beneficios
de pertenecer a la orden. Sin embargo, para la mayoría el motivo relevante es la red de
amigos en la cual son acogidos. Uno de los principales atractivos de la masonería es el
potencial de establecer lazos fuertes y amistades duraderas.

Como se aprecia, la naturaleza social de la orden es lo que más atrae. Algunos destacan la
labor caritativa de la masonería, para otros la atracción está en el ritual. Lo más importante
está en la atmósfera de la logia, en la que desaparecen diferencias sociales y económicas y
todos comparten en un plano de igualdad. Y por supuesto, la alegría y la diversión son
también muy importantes.

La pertenencia a un colectivo masculino o “Club de Tobi”


En la sociedad moderna, donde las instituciones reservadas a personas de un determinado
sexo tienden a desaparecer, pertenecer a una logia masculina puede parecer anacrónico. A
algunos hombres le parece una perspectiva aburrida, a otros incluso políticamente
incorrecta. Las mujeres tienen menos reparos para aceptar asociaciones exclusivamente
femeninas.

Sin embargo, los grupos de hombres jugaron un papel importante en la evolución humana.
Antes que se desarrollara la agricultura hace 12.000 años, hubo un período de
aproximadamente 30.000 años, que fue conocido por sociólogos y antropólogos como “la
modernidad del comportamiento”, porque en él se desarrollaron patrones de
comportamiento notablemente parecidos a los actuales. Entonces las mujeres se dedicaban
a la recolección de frutos, semillas y otros. Los hombres se dedicaban a la caza, actuando
en grupos porque esta forma resultaba más eficiente. Esta separación de roles dio origen a
la separación de roles por sexo que aún marca nuestras vidas.

Los hombres se hicieron cazadores por su pequeña ventaja fisiológica sobre las mujeres, en
términos de vigor físico y velocidad al correr. La selección natural reforzó estas
características, que se reflejaron en la forma en que las comunidades de la edad de piedra
se organizaban. El sociólogo Lionel Tiger dice al respecto: “Mi proposición es que la
especialización para la caza amplió la brecha entre el comportamiento de hombres y de
mujeres. Favoreció aquellos paquetes genéticos que favorecían que los machos cazaran
cooperativamente en grupos, mientras las hembras se dedicaban a actividades maternas y
de recolección.”

Los grupos de hombres están grabados en nuestro ADN y persisten en el mundo moderno
en diferentes formas. Los encontramos, por ejemplo, en los equipos deportivos y, por
supuesto, en las logias.

Los masones estiman que es conveniente pasar una pequeña parte de su tiempo en
compañía de un grupo exclusivamente masculino en la logia, que, unido al ritual
compartido, fortalece los lazos de unidad. El par de horas que dedican a esto en la semana,
no distraen a los masones de sus obligaciones principales, que son la familia y el trabajo.

¿No están obsoletos los rituales?


El elemento que distingue a la masonería de todas las demás organizaciones sociales, con
la posible excepción de las instituciones religiosas, es el ritual. Los rituales masónicos son
más complejos que los de otros contextos. Al joven masón lo acompañan textos y acciones
simbólicas desde que se inicia. Debe escuchar o recitar historias alegóricas bastante largas
y ejecutar acciones simbólicas.

En nuestra sociedad postmoderna del siglo 21 esto podría parecer como algo superado, una
reliquia del pasado, quizás simple superstición. Esa visión olvida, sin embargo, que nuestro
día a día está lleno de repetidas acciones simbólicas, que están muy ritualizadas. Para la
sociología esto es un hecho conocido. El sociólogo Herbert Blumer dijo que el ser humano
interpreta o define la acción del otro, en lugar de simplemente reaccionar a ella. La
respuesta no se hace directamente a la acción del otro, sino se basa en el significado que le
asignamos a dicha acción.

Shakespeare expresó en su obra “As you Like It” hace ya más de 3 siglos:
“Todo el mundo es un escenario y todos los hombres y las mujeres son simplemente
actores: tienen sus salidas y sus entradas; y un hombre, durante su tiempo, interpreta
muchos papeles”

Erving Goffman fue un sociólogo y escritor canadiense que estudió las unidades mínimas de
interacción entre las personas centrándose siempre en grupos reducidos, y señaló:
“Toda persona en contacto con otra tiende a actuar algo llamado a veces una línea -esto es
un patrón de comunicación verbal y no verbal- por medio del cual expresa su visión de la
situación y por medio de esto, su evaluación de los participantes, en especial, de él mismo.”
Decimos “Buenos días” sin esperar que la otra persona entre a rebatir el “buenos” por
alguna razón. Asimismo “Cómo está” no es una pregunta, no es una consulta por el estado
de salud del otro, sino una forma de saludo que es en esencia un precursor de otros
intercambios e interacciones, que transmiten mucha más información.

Podemos encontrar otros rituales en casi todos los aspectos de nuestra interacción social.
La forma como expresamos nuestro estatus, como demostramos respeto y proyectamos
nuestra imagen mediante sutiles gestos no verbales de postura corporal y la dirección de
nuestra mirada: todos estos son intercambios simbólicos que son tácitamente entendidos
en lugar de ser reconocidos conscientemente. Nos percatamos de las reglas que subyacen
estos rituales sólo cuando no son respetadas por nosotros o los demás, lo que hace aflorar
emociones, como vergüenza o enojo. Las personas que no quieren o no pueden participar
de estos intercambios simbólicos prescritos, se convierten en marginados, que son
considerados asociales o excéntricos.

La ubicuidad de los rituales se hace más evidente en actividades sociales y ceremonias,


como por ejemplo bodas, nacimientos, funerales, premiaciones y otros. También en las
grandes fiestas religiosas, como Navidad y Semana Santa. Una parte importante de los
chilenos no participa activamente en la iglesia, sin embargo, participan en los rituales
asociados, que son los festejos más importantes de la religión cristiana, aunque en muchos
casos convertidos en ceremonias paganas precristianas. En cada una de ellas reforzamos
nuestros lazos sociales y de familia intercambiando regalos, compartiendo alimentos y
tiempo, y salimos de la rutina de la vida diaria.

En general, no nos damos cuenta de que estamos actuando un ritual, y es necesario que
nos llamen la atención al respecto. Sin embargo, los rituales de otros lugares nos llaman
poderosamente la atención porque son extraños a nuestros ojos, piensen, por ejemplo, en
la ceremonia del té en Japón.
Esto demuestra que los rituales no son nada muy extraordinario y dan forma a gran parte
de nuestra interacción social. Por esto, los que llegan a la masonería aprecian el ritual y lo
consideran algo indispensable para aprender y perfeccionar su personalidad y, por qué no,
para irradiar esto hacia la sociedad.

El futuro
Hemos visto que el fundamento de la masonería son los principios morales y conductas que
están en línea con el pensamiento dominante en la sociedad actual. Nadie podría rechazar
el énfasis que se da a la amistad y a la pertenencia ni menos al deseo del masón individual
de ser en lo posible un buen hombre, un deseo que frecuentemente se concreta por medio
de un trabajo voluntario en favor de los miembros menos favorecidos de la comunidad.

Hemos visto también que el ritual que distingue a los masones de otras agrupaciones no es
algo muy alejado de la vida diaria, como parece. Los rituales masónicos tienen la forma de
pequeñas obras teatrales de un acto, todas con relaciones alegóricas con las reglas morales
y el comportamiento con las demás personas.

¿Cuál es entonces el futuro de la masonería? ¿Cómo ponemos fin a los mitos que se han
mantenido por tanto tiempo? ¿Cómo se puede asegurar que su relevancia sea reconocida
y entendida por la sociedad actual?

Existe consenso en que la apertura y transparencia impulsadas por diferentes Grandes


Logias del mundo está permeando a los masones individuales y éstos se sienten felices de
comunicar su pertenencia a la masonería cuando creen que es relevante hacerlo. Las
Grandes Logias que han impulsado esta apertura, como por ejemplo las de Alemania,
Inglaterra y Chile están viendo crecer su membresía, especialmente con jóvenes, después
de años de estancamiento o franca disminución.
Hablando del contexto en que se fundó la Gran Logia de Londres en 1717 el historiador
masónico León Zeldis decía:
“La logia masónica era un refugio de paz y tranquilidad en una época de inestabilidad
política, cuando el recuerdo de las guerras religiosas estaba aún fresco en la memoria de
todos los hombres, donde los primeros descubrimientos e invenciones estaban
transformando la economía y abriendo nuevas perspectivas de progreso, cuando la
esperanza en que la racionalidad y el humanismo borraran de los corazones de los hombres
los males del fanatismo y la intolerancia.”

Estos males siguen existiendo hoy, posiblemente peores que antes. Es una pena que
encontremos fanatismo e intolerancia por doquier, que en todo el mundo se cometan actos
de violencia sectarios y extremistas y que éstos sean divulgados ampliamente por los
medios internacionales. Los acontecimientos en Medio Oriente nos recuerdan a diario la
fragilidad del orden político, que se basa más en dogmas y represión en lugar de
democracia, libertad y razón. Las transformaciones en nuestro sistema económico las
sentimos de cerca, algunas positivas, otras realmente catastróficas. Todo esto nos revela
que el rol y la relevancia de la masonería siguen vigentes en el contexto del siglo 21.

Si la masonería logra llevar a cabo su revolución silenciosa y conservar su carácter, entonces


su futuro está asegurado, por lo menos por los próximos cien o doscientos años.

¡Muchas gracias por su atención!

Walter Dümmer T.
Drei Ringe N°92
Agosto 2017

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