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Sesión # 16

“La Iglesia que debemos ser y que debemos construir”


Objetivo: Confrontar la realidad de la vida de la Iglesia tal como ellos la perciben con el dato de
la revelación en la práctica de Jesús y la primitiva comunidad, para descubrir las acciones que
como creyentes deben procurarse en la construcción de la Iglesia.

Dinámica de ambientación: “Canción”


A partir de lo aprendido en la sesión anterior, formar grupos (que no sean muy grandes) para que
escriban una canción acerca de la Iglesia. Cada grupo debe de ponerle un ritmo (regue, rock,
salsa, regueton, etc) Algunas palabras que pueden ayudar para formar la letra de la canción son:
Iglesia, maestra, madre, Jesús, cuerpo, comunión. Cada grupo puede presentar al final la canción.
Premiar la más original según lo consideren los animadores.

Terminada la dinámica, el animador realiza una síntesis de la sesión pasada para ubicar a los
jóvenes en el tema.

Desarrollo del tema


Dinámica: “Iglesia somos todos”
Materiales: lugar amplio
Desarrollo de la dinámica: el animador recuerda de la sesión pasada que la Iglesia es el cuerpo
místico de Cristo y que todos aunque diferentes formamos un solo cuerpo y que esa diferencia
que tenemos hace que la Iglesia tenga una diversidad muy grande de dones. Invita entonces a los
jóvenes a que entre todos formen una silueta humana (todos se deben ir acostando y formar una
silueta humana, ser originales parece sencillo pero deben de pensar cómo formarla) Cuando se
forme la figura unos serán parte del cuerpo, otros serán mano, otros pies, etc y entonces el
animador explica la importancia de la Iglesia y de la unidad entre sus miembros (material de
apoyo) Luego pide a algunos de ellos que se levanten y no formen parte de la silueta para ver
como todos son importantes en la Iglesia y si uno falta ya se nota la ausencia. Obtener
conclusiones y experiencias de la dinámica.

Dinámica: “Plastificación”
Materiales: copia de citas bíblicas, papel periódico, marcadores, periódicos viejos, goma, tijeras,
cinta adhesiva
Desarrollo de la dinámica: formar grupos (la cantidad de grupos y el # de integrantes de cada
uno queda a criterio del animador) Cada grupo leerá las citas bíblicas que se les entregarán. A
partir de esa lectura y de los conocimientos adquiridos la sesión pasada realizarán la
plastificación, que consiste en completar el siguiente cuadro:

Dibujo que represente la idea Lista de acciones que puedo


central de la citas bíblicas poner en práctica para ayudar en
la edificación de la Iglesia

Recorte de periódico que Frase que explique a otro joven


represente la realidad que la importancia de la Iglesia
vive la Iglesia

Cuando los grupos terminan la plastificación, exponer sus carteles y sacar una lista de las
posibles acciones. Obtener conclusiones.

Dinámica: “Ayudando a la Iglesia”


Materiales: cartel grande con un dibujo de una Iglesia, cinta adhesiva, marcadores, tijeras,
papelitos,
Desarrollo de la dinámica: a partir de la lista de acciones que hicieron en la dinámica pasada
cada muchacho escogerá dos acciones, escribirá cada una en un papelito (poner el nombre a cada
papelito) y las pegará en el dibujo de la Iglesia. Al final tendremos una dibujo de la Iglesia con
nuestros nombres y con muchas acciones para ayudar en la construcción de la Iglesia. Este será
nuestro compromiso con la Iglesia. En la base del dibujo escribir una acción conjunta en la que
como grupo juvenil (ya no individualmente) se comprometen a cumplir para procurar la
construcción de la Iglesia. Terminar la dinámica con algunos comentarios de los jóvenes (o de
todos) sobre las acciones que establecieron. El animador puede hacer un cierre del tema
ayudándose con el material de apoyo. Dejar el dibujo pegado por algunas sesiones para recordar
el compromiso establecido.

Momento de reflexión:
En los mismos grupos que se han venido formando, comentar sobre:
 la importancia de la Iglesia la sociedad y en nuestra vida
 ¿qué Iglesia estás construyendo?
 nuestro papel dentro de la Iglesia
 la necesidad de aplicar las acciones que establecimos para ayudar en la
construcción de la Iglesia.

Momento de oración final

Ambientación del lugar: hacer un altar pequeño, con una vela, flores, Biblia

1. Ritos Iniciales

Invocación inicial:
En el nombre del Padre...
Canto: algún canto relacionado con la Iglesia

Revisión de mi vida:
En grupos reflexionar: ¿de qué formas o en qué momentos le he fallado a la Iglesia?

Oración de perdón:
Hacer una oración de perdón al Señor por todas esas veces en que hemos fallado

Canto: Señor ten piedad...

Oración: (rezarla todos juntos)


Oh Dios, que has dispuesto con admirable providencia que el reino de Cristo se extienda por toda
la tierra y que todos los hombres participen de la redención salvadora, te rogamos que tu Iglesia
sea para todos sacramento de salvación universal y manifieste y realice el misterio de tu amor a
los hombres. Amen

2. Liturgia de la Palabra

Lecturas: (hacer un eco de la palabra) ¿qué me dice Jesús en las lecturas?

1 1 Co 12, 12-31
2 Sal 84 (83)
3 Entonar el aleluya
4 Jn 17, 18-26

Sería aconsejable entregar a cada muchacho las lecturas para que sea más fácil la reflexión y la
comprensión de las lecturas. Terminado de leer las lecturas dejar un momento de silencio e
iniciar el eco de la palabra. Terminar con una síntesis del animador (material de apoyo)

Credo:
Rezar el Credo o cantar el “Credo” de Luis Enrique Ascoy (si es posible hacer un mimo o una
danza)
Peticiones:
 Por el Papa
 Por la Iglesia
 Por la unidad de los cristianos dentro de la Iglesia
 Por la Pastoral Juvenil Arquidiocesana (XTO alternativa)
 Por nuestro juvenil

3. Liturgia Eucarística

Ofertorio:
Cada joven en escribirá en una hoja o cartón las dos acciones que pegó en el dibujo y las
presentará al Señor (depositarlas en el altar previamente establecido) Mientras cada muchacho
escribe las acciones y en orden (recuerden que estamos en oración) se van colocando en el altar
preparado, se puede hacer algún canto de ofrendas.

Oración al Señor por nuestras acciones: (todos juntos)


Padre de amor, mira complacido esta ofrenda que presenta cada uno de los integrantes de este
grupo juvenil (en este momento decir los nombres de cada uno), haz Señor que cada una de éstas
acciones sea una herramienta importante en la edificación continua de tu Iglesia. Amen

 Dejar un momento de silencio y pensar ¿porqué le tenemos que dar gracias a Jesús?

Rezar todos juntos:

Te damos gracias, Padre de bondad,


y te glorificamos, Señor, Dios del Universo
porque no cesa de convocar
a hombres de toda raza y cultura,
por medio del Evangelio de tu Hijo,
y los reúnen en un solo cuerpo,
que es la Iglesia.

Esta Iglesia, vivificada por tu Espíritu,


resplandece como signo de unidad de todos los hombres,
da testimonio de tu amor en el mundo
y abre a todos las puertas de la esperanza.

De esta forma se convierte


en un signo de fidelidad a la alianza,
que has sellado con nosotros para siempre.

Por ello, Señor,


te enaltecen el cielo y la tierra,
y también nosotros, unidos a toda la Iglesia,
proclamamos el himno de tu gloria:

(si no se puede cantar, rezarlo todos juntos)


Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del Universo.
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito en que viene en nombre del señor.
Hosanna en el cielo.

(Rezar a dos coros)


Señor, haz que nuestra Iglesia
se renueve constantemente a la luz del Evangelio
y encuentre siempre nuevos impulsos de vida;
consolida los vínculos de unidad
entre los laicos y pastores de tu Iglesia,
entre nuestro Obispo Monseñor Hugo
y sus presbíteros y diáconos,

entre todos los Obispos y el Papa Benedicto XVI;


que la Iglesia sea, en medio de nuestro mundo,
dividido por las guerras y las discordias,
instrumento de unidad, de concordia y de paz.

Por eso Padre te cantamos todos juntos:

¡Que todos seamos una sola familia para gloria tuya!

Amen

4. Rito de comunión

Padre Nuestro...

Saludo de la Paz...

Realizar un pequeño ágape o compartir

Material de apoyo para el tema


“La Iglesia que debemos ser y que debemos construir”
Hoy se habla mucho de la Iglesia Católica. Como veíamos la sesión pasada los comentarios e
ideas que giran en torno a la Iglesia son muy diversos, algunos positivos y otros negativos incluso
destructivos en contra de la Iglesia.

Ante esta realidad, como jóvenes que somos ¿cuál debe de ser nuestra posición? ¿qué debemos
hacer? ¿qué Iglesia debemos ser? ¿Qué Iglesia debemos construir?

Para responder a estas preguntas creo que podemos fijarnos en el ejemplo que nos dan las
primeras comunidades cristianas (cfr. Hch 2,42-47; 4,32-37) Básicamente los primeros cristianos
(o sea, los bautizados de las primeras comunidades) vivían unidos (¡y compartían sus bienes!) y
se reunían a la escucha de la Palabra y la fracción del pan.

Es muy importante tomar en cuenta el sentido de “unidad” en el que vivían esos primeros
cristianos; pues el mismo Jesús antes de morir pide al Padre que todos seamos uno como El y el
Padre son uno (cfr. Jn 17, 21ss) y va más allá, nos pide que nos amemos mutuamente (cfr. Jn 13,
15; 34-35)

La unidad y la caridad (que están fuertemente unidos) son elementos que deben caracterizar
nuestra Iglesia, es decir deben ser parte de nosotros porque somos parte de la Iglesia. Esto
implica que los grupos juveniles de la parroquia vivan en comunión al interno y con los otros
grupos parroquiales y con los sacerdotes. Entre más unidos estemos más fácil se hace el trabajo
pastoral, pero sobre todo nos asemejamos más a la Iglesia que Jesús quiere. Recordemos que
Dios es una comunión de amor.

Hay dos elementos más a rescatar de esas primeras comunidades: primero, la lectura y vivencia
de la Palabra (Biblia) y la fracción del pan. En su palabra Dios habla a su Iglesia, la guía y dirige
por el camino verdadero que lleva a la vida plena (cfr. Jn 14, 6) La Eucaristía es la fuente y
cumbre de todo cristiano, es el tesoro más grande que tiene la Iglesia. Es la Eucaristía la que da
unidad y sentido a la Iglesia; cuando participamos de la Misa y comulgamos nos hacemos un solo
cuerpo con Cristo como cabeza. Por eso, debemos amar la Eucaristía y la Palabra de Dios
(porque edifican la Iglesia) y siempre debe ser el centro en el que giren nuestros grupo juveniles y
parroquiales (revisemos los acuerdos del VIII Congreso Arquidiocesano y analicemos nuestro
grupo en este punto)

El segundo elemento creo que es de vital importancia en nuestros días: en esos tiempos esas
primeras comunidades se reunían en catacumbas y lugares escondidos porque si eran
descubiertos por los romanos los mataban (esto antes de que se declara el catolicismo como
religión oficial del imperio) Esto provocó que esos cristianos primero vivieran muy unidos, como
vimos anteriormente, pero también que amaran la Iglesia, se identificaran con ella, la defendieran
y se preocuparan por su edificación. Así su servicio y participación dentro de la misma era muy
activa y comprometida. Cuando se declaró religión oficial del imperio se hizo una religión de
masas casi por obligación y eso hasta cierto punto ha afectado la Iglesia, porque hasta nuestros
días mucha gente dice que está en la Iglesia o va a misa por moda o porque se lo inculcaron de
pequeño y realmente por convicción. Por eso, en nuestro caso muchos jóvenes que van a misa o a
los grupos juveniles lo único que hacen es calentar un campo más o por salir del paso o por
cumplir un mandamiento.

También creo necesario aclarar que la Iglesia no es solo del Papa o de Monseñor Hugo o del
Párroco de nuestra Parroquia, la Iglesia es de todos y la edificamos todos; y cuando pasa algo
positivo (por ejemplo, la erección de Cartago como Diócesis, fiesta patronal, Semana Santa,
ordenación de sacerdotes, alguna solemnidad, etc) TODOS debemos estar alegres y sentirnos una
sola familia; y cuando ocurre algo negativo (por ejemplo, algún problema judicial con un
sacerdote, muerte de algún sacerdote, críticas que lanzan los medios de comunicación o personas
particulares contra la Iglesia) igual debemos sentirnos una sola familia y orar por esas situaciones
negativas. Los cristianos católicos debemos tener una actitud crítica cuando se hacen comentarios
negativos contra la Iglesia.

Por último creo que la Iglesia (y aquí pensemos en nuestros grupos juveniles y en cada uno de
nosotros) debe dejarse pastorear por Jesús, el Buen Pastor, debe de imitar a su Maestro y la
misión de evangelizar debe seguir el ejemplo de Jesús, el evangelizador por excelencia.
Para reflexionar:
 ¿un elemento que caracteriza tu grupo juvenil es la unidad? ¿se consideran una sola
familia? ¿qué podés hacer para que en tu grupo se viva más la unidad?
 ¿leen la Palabra de Dios en las reuniones de grupo? ¿por qué?
 ¿participan como grupo o individualmente todos los domingos en la Eucaristía? ¿por qué?
 ¿cómo está tu relación con el sacerdote de tu parroquia? ¿qué podes hacer para mejorar tu
relación?
 las primeras comunidades compartían todo y el problema de uno era el problema de todos
¿hay esa actitud en tu grupo juvenil?
 ¿qué Iglesia estás construyendo?
 ¿amás la Iglesia? ¿o sos parte de la masa de personas que se dice católico por moda o por
que así le enseñaron tus papás?
 ¿nos dejamos pastorear por Jesús?
 ¿me alegro cuando hay una ordenación sacerdotal, la celebración de una solemnidad,
fiesta patronal, un bautizo, etc?
 ¿tengo una actitud crítica ante tanto comentario negativo contra la Iglesia?
 ¿oro cuando la Iglesia es atacada?

Algunas ideas para el eco de la Palabra de la oración final:

 Co 12, 12-31: así como el cuerpo humano tiene diversidad de partes, todos trabajan
unidos y a un ritmo para que tengamos un solo cuerpo. Cada una de las partes del cuerpo
es muy importante, por más pequeña o grande que sea, necesitamos de cada parte del
cuerpo para vivir. Así pasa con la Iglesia, nosotros formamos el cuerpo de la misma y
todos somos importantes por más pequeño o grande que sea nuestro servicio (de hecho
todo servicio dentro de la Iglesia es un gran servicio en la construcción del Reino de Dios)
y no importa que seamos diferentes (eso da diversidad dentro de la misma Iglesia) todos
somos necesarios para la Iglesia. Somos muchos pero formamos un mismo cuerpo.

 Sal 84 (83): el salmista aclama y bendice a Dios y desea vivir en la casa de Dios
alabándolo por siempre.

 Jn 17, 18-26: la comunión de nosotros en la Iglesia es el signo primordial de que somos


cristianos, así nos podrán reconocer los demás porque nos amamos y vivimos en unidad.
Jesús, antes de morir, está recordando los mensajes más importantes de su ministerio: uno
de esos es la unidad y el servicio desinteresado a los demás que debe de reinar en el seno
de la Iglesia. Jesús ora al Padre para que nosotros vivamos en unidad.
Anexo
1. Lecturas para la dinámica plastificación:

Mt 16, 16-19

Simón Pedro contestó: « Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. » Replicando Jesús le dijo:
«Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre,
sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del
Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la
tierra quedará desatado en los cielos.

Ef 4, 1-6
Les exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que vivan de una manera digna la vocación a la que
han sido llamados, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándose unos a otros por
amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo
Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a la que han sido llamados. Un solo Señor,
una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en
todos.

2. Lecturas de la oración

1 1 Co 12, 12-31

Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los
miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también
Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un
cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Así
también el cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos.

Si dijera el pie: « Puesto que no soy mano, yo no soy del cuerpo » ¿dejaría de ser parte del cuerpo
por eso? Y si el oído dijera: « Puesto que no soy ojo, no soy del cuerpo » ¿dejaría de ser parte del
cuerpo por eso? Si todo el cuerpo fuera ojo ¿dónde quedaría el oído? Y si fuera todo oído ¿donde
el olfato? Ahora bien, Dios puso cada uno de los miembros en el cuerpo según su voluntad. Si
todo fuera un solo miembro ¿dónde quedaría el cuerpo? Ahora bien, muchos son los miembros,
mas uno el cuerpo. Y no puede el ojo decir a la mano: « ¡No te necesito! » Ni la cabeza a los pies:
« ¡No os necesito! » Más bien los miembros del cuerpo que tenemos por más débiles, son
indispensables. Y a los que nos parecen los más viles del cuerpo, los rodeamos de mayor honor.
Así a nuestras partes deshonestas las vestimos con mayor honestidad. Pues nuestras partes
honestas no lo necesitan. Dios ha formado el cuerpo dando más honor a los miembros que
carecían de él, para que no hubiera división alguna en el cuerpo, sino que todos los miembros se
preocuparan lo mismo los unos de los otros.
Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás
toman parte en su gozo. Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno
por su parte. Y así los puso Dios en la Iglesia, primeramente como apóstoles; en segundo lugar
como profetas; en tercer lugar como maestros; luego, los milagros; luego, el don de las
curaciones, de asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas. ¿Acaso todos son apóstoles? O
¿todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Todos con poder de milagros? ¿Todos con carisma de
curaciones? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos? ¡Aspiren a los carismas superiores!

2 Sal 84 (83)

¡Qué amables tus moradas,


oh Dios!

Anhela mi alma y languidece


tras de los atrios de Dios,
mi corazón y mi carne gritan de alegría
hacia el Dios vivo.

Hasta el pajarillo ha encontrado una casa,


y para sí la golondrina un nido
donde poner a sus polluelos:
¡Tus altares, Dios de los ejércitos,
rey mío y Dios mío!

Dichosos los que moran en tu casa,


te alaban por siempre.

Dichosos los hombres cuya fuerza está en ti,


y las subidas en su corazón.

Al pasar por el valle del Bálsamo,


lo hacen un hontanar,
y la lluvia primera lo cubre de bendiciones.

De altura en altura marchan,


y Dios se les muestra en Sión.
¡Dios, escucha mi plegaria,
tiende tu oído, oh Dios de Jacob!

Oh Dios, escudo nuestro, mira,


pon tus ojos en el rostro de tu ungido.

Vale más un día en tus atrios


que mil en mis mansiones,
estar en el umbral de la Casa de mi Dios
que habitar en las tiendas de impiedad.
Porque Dios es almena y escudo,
él da gracia y gloria;
Dios no niega la ventura
a los que caminan en la perfección.

¡Oh Dios de los ejércitos


dichoso el hombre que confía en ti!

3 Jn 17, 18-26

Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos me santifico
a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad. No ruego sólo por éstos, sino
también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como
tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú
me has enviado.

Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos
y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que
los has amado a ellos como me has amado a mí.

Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que
contemplan mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo.

Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos han conocido que tú me
has enviado. Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el
amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos. »

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