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Visión de América Latina dentro de la actual coyuntura

La aparición y propagación del virus COV19 pone al descubierto, una vez más, el
rotundo fracaso del sistema de salud, mostrando sus facetas más crueles, inhumanas
y peligrosas para las clases oprimidas. En primer lugar, pone de relieve que los
avances tecnológicos en el ámbito de la salud, no han podido prevenir ni contrarrestar
este fenómeno, dando cuenta que los billonarios recursos sociales que administran las
empresas farmacéuticas y de salud no están puestos en mejorar la calidad de vida de
los y las habitantes y prevenir enfermedades sino en maximizar sus ganancias en el
mundo.
La magnitud del colapso económico producido por esta pandemia agrava todos los
escenarios ya que los bancos centrales de los países latinoamericanos y del mundo
deben actuar de forma rápida, tomando diversas decisiones de política monetaria ya
que ha comenzado a afectar la capacidad de los hogares y empresas a realizar sus
actividades sociales y económicas con normalidad.
La propagación del Covid-19 está teniendo efectos muy significativos sobre la
economía mundial. En un comienzo, la mayoría de las preocupaciones se
concentraron en China y el comercio mundial, dada la importancia de este país en las
cadenas de valor global.
La mayoría de los gobiernos ha ido adoptando drásticas políticas de contención
sanitaria para mitigar la propagación del virus, lo que, unido al natural temor de la
población, ha tenido un significativo impacto sobre el funcionamiento de la economía.
En particular, las medidas para evitar el contacto entre personas, como la suspensión
de actividades educativas, el cierre de fronteras, las barreras sanitarias internas y las
cuarentenas colectivas, han paralizado sectores completos de actividad especialmente
de servicios, afectando las cadenas logísticas y el flujo de caja de las empresas en
numerosos países del mundo y de América latina.
En donde el banco central debe facilitar la provisión de liquidez y el normal
funcionamiento de los mercados de créditos. Actualmente los gobiernos están
desembolsando altas sumas de dineros para minimizar el impacto, daño económico y
social. Los efectos de esta crisis sumirán a Latinoamérica en una recesión, en una
contracción del pib en 4,6 % en 2020 adicionado a esto los resultados de años
anteriores, las protestas en 2019 y la caída del petróleo.
La pandemia del coronavirus, que ha hundido las bolsas europeas y la estadounidense
(así como las asiáticas y las latinoamericanas), derrumbado los precios de las
materias primas, en especial el petróleo, y paralizado la expansión económica china y
de la UE va a causar renovadas y profundas presiones a la baja sobre el crecimiento
económico latinoamericano. La magnitud del impacto regional dependerá del tiempo
que tarde China en regresar a la normalidad (una vez allí controlada, como parece, la
epidemia) y de cómo evolucione el virus en EEUU y en la UE que ahora es, según la
OMS, “el epicentro de la pandemia”.

Las economías de la región más directamente expuestas al impacto económico del


declive chino son Brasil, Perú y Chile, por su alta dependencia comercial. Bolivia,
Colombia, Ecuador y México tienen una alta exposición a través de los precios de
las commodities y la agricultura. China es el mayor socio comercial de Perú (el 23% de
exportaciones), Brasil (28%) y Chile (32%). Para Argentina, que dirige a China el 75%
de la soja y carne, algunas consultoras estiman una caída del 5% en las
exportaciones, equivalente a 3.400 millones de dólares, y una desaceleración del PIB
de entre el 0,5%, y el 1,5%. Uruguay, muy dependiente de sus exportaciones de
carne, está en una situación similar. México, Colombia y los países centroamericanos
y caribeños dependen mucho menos de la de demanda china y el golpe les llegará vía
EEUU, a donde, por ejemplo, la nación mexicana exporta el 80% de su producción. La
caída de la demanda china y de otros países cuyo crecimiento también se ha
ralentizado, junto con la de EEUU y la UE, se traduce en caídas de precios de las
materias primas (por ejemplo, cobre y mineral de hierro o el petróleo).

El Consejo ha adoptado un conjunto de medidas para mitigar los efectos del drástico
cambio en el escenario macroeconómico. En primer lugar, durante marzo redujo la
tasa de política monetaria en 125 puntos base, hasta ubicarla en 0,5%, su mínimo
técnico. Con esto, alcanzó un nivel de expansividad elevado, con una TPM real que se
ha vuelto más negativa y que, en comparación con economías comparables se ubica
en los niveles más expansivos. Para asegurar un adecuado funcionamiento de los
mercados financieros y poder transmitir en forma correcta dicho impulso monetario, el
Banco ha implementado una serie de medidas extraordinarias. Entre estas, se incluye
la apertura a los bancos de una facilidad de financiamiento condicional al incremento
de colocaciones. La mayoría de los países adoptaran un política fiscal laxa y política
monetaria más flexible para afrontar la crisis.

Para suavizar el impacto de este doble shock hay que utilizar la política económica de


forma imaginativa. Así, como ya ha sucedido en China y está comenzando a suceder
en Europa, se puede diferir el pago de algunos impuestos y cotizaciones sociales o
refinanciar las deudas y líneas de crédito de las empresas que sufran una caída de
sus ventas de forma transitoria. Pero este compromiso de refinanciación por parte del
sistema financiero debe acompañarse de líneas de liquidez extraordinarias por parte
de los bancos centrales que eviten situaciones de credit crunch. Se trata de que
situaciones de falta de liquidez que afectarán sobre todo a las pequeñas y medianas
empresas no devengan en situaciones de insolvencia (que aumenten el desempleo), y
para eso es necesario aumentar la liquidez en el sistema, asegurando que los bancos
refinancien las deudas de sus clientes que tengan dificultades para pagar.

Por lo tanto, la respuesta de la política monetaria no tiene demasiado sentido que pase
por rebajas de tipos de interés, que ya están en mínimos y que seguramente no
inducirán a los ciudadanos a consumir más si lo que los paraliza es el temor al futuro,
sino por apoyos específicos y bien diseñados. Además, podría existir una guerra de
divisas si son percibidas por otros como medidas para depreciar el tipo de cambio.
Seguramente, habría sido mejor una respuesta coordinada por parte de los principales
bancos centrales del mundo (BCE, Fed, Banco Central Chino, Banco de Japón y
Banco de Inglaterra). La acción conjunta habría mandado una señal mucho más
potente sobre la disposición de las autoridades políticas de actuar de forma resolutiva,
evitando depreciaciones competitivas y contribuyendo a evitar una situación de
deflación global generada por el colapso de la demanda, que sería muy peligrosa
dados los altos niveles de deuda.

Las proyecciones para el 2021 se espera un retorno del crecimiento en 2,6% dice el
Banco Mundial, en donde advirtió que este año habrá recesión en las principales
economías de la región con una contracción de 5% en Brasil, 5,2% en argentina y de
6% en México. Los países de América Latina enfrentaran las crisis con una reducción
significativa en los gastos fiscales, acotando los presupuestos para poder solventar
esta situación. Las socializaciones de estas pérdidas económicas demandaran una
participación accionaria en las instituciones financieras y en los empleadores
estratégicos, mediante una recapitalización de bienes.

Los gobiernos están gastando sumas sin precedentes en la lucha para


minimizar el daño económico y social de la pandemia. La magnitud del colapso
económico inducido por el coronavirus esperado en América Latina podría
alterar las reglas financieras de la región en los años venideros, arrojando
grandes obstáculos para volver a imponer recortes dolorosos y austeridad del
gasto. Los gobiernos están gastando sumas sin precedentes en la lucha para
minimizar el daño económico y social de la pandemia, mientras que en muchos
casos insisten en que las finanzas públicas se recuperarán una vez que
termine la crisis. Los gobiernos pueden encontrar que es políticamente
insostenible doblar la austeridad», que rastrea la preparación de 24 países de
mercados emergentes para resistir el choque del virus, en relación con sus
pares. » El índice constaba de cuatro subíndices que abarcaban, en términos
generales, métricas sociales, sanitarias, financieras y económicas. » » » Brasil
y México también obtuvieron puntajes bajos en el ranking del índice
social, mientras que Argentina, como era de esperar, obtuvo un puntaje bajo en
su margen de maniobra financiera. » Según las medidas tradicionales, las
clasificaciones bajas muestran poco margen fiscal para hacer frente a la crisis
y, de hecho, algunos encargados de formular políticas advierten que los
inversores exigirán más equilibrio fiscal una vez que termine. »
dejar que las medidas de emergencia se conviertan en un gasto permanente, lo
que, según él, podría presionar las finanzas públicas bajo una mayor presión a
largo plazo. “El precio del alivio a corto plazo podría ser un ajuste fiscal más
rápido y profundo en el futuro, o dificultades financieras de investigación. »
Pero otros dicen que las métricas ya débiles hacen insostenible el tipo de
recortes abruptos a los beneficios sociales y los servicios públicos que a
menudo exigían las reglas financieras «ortodoxas» en el pasado. Algunos de
los números que se están agrupando no tienen precedentes. . La mayoría de
los países están pasando de un régimen de política fiscal estricta y política
monetaria laxa, a un régimen de política fiscal laxa e incluso más
flexible», dijeron. »

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